Los estudios de la lapidaria en México

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Los estudios de la Lapidaria en México Emiliano Ricardo Melgar Tísoc Museo del Templo Mayor INAH Reyna Beatríz Solís Ciriaco Museo del Templo Mayor INAH Introducción Desde los primeros estudios en México sobre los objetos hechos en piedras preciosas y semipreciosas (lapidaria), el interés se centró en destacar el virtuosismo de las piezas y la dureza de los materiales en los que estaban hechos, llegando a veces a menospreciar a los grupos prehispánicos al considerar que éstos no pudieron elaborarlos con su tecnología tan rudimentaria. Sin embargo, a partir de la década de 1970, las investigaciones se empezaron a enfocar en cómo pudieron ser elaboradas estas piezas a través de observarlas con la microscopía estereoscópica. A partir de ello, se plantearon e ilustraron las herramientas y técnicas que supuestamente debieron emplear los artesanos prehispánicos. Desafortunadamente los investigadores que retomaron estos estudios consideraron como hechos demostrados dichas propuestas. Por ello, en estudios tecnológicos recientes apoyados en arqueología experimental y en análisis de huellas de manufactura con microscopía electrónica de barrido, se han logrado corroborar o refutar muchas de las propuestas hechas por los anteriores investigadores. Asimismo, se han estudiado colecciones de distintos sitios del México Antiguo que han permitido identificar diferentes tradiciones tecnológicas de la lapidaria. El propósito del presente trabajo es reflexionar y comparar los aportes hechos por cada una de estas investigaciones a lo largo del tiempo y mostrar los nuevos temas

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de estudio sobre la organización de la producción de objetos lapidarios, sus cadenas operativas o secuencias de producción.

Los primeros cronistas de la lapidaria en México Ya desde la época colonial se señalaba la gran habilidad y conocimiento que tenían los artesanos prehispánicos para elaborar objetos en distintos materiales líticos, especialmente los lapidarios, a los cuales fray Bernardino de Sahagún llega a dedicarles un capítulo completo del Códice Florentino.1 Gracias a él sabemos que el lapidario era un artesano de gran habilidad y pericia, con suficientes conocimientos de las piedras que trabajaba y que apreciaba especialmente los chalchihuites.2 A su vez, los patronos de estos oficios eran cuatro deidades: Chiconaui-Itzcuintli, Nahualpilli, Macuicalli y Cinteotl, cuyas fiestas se celebraban en Xochimilco, ya que las tradiciones remitían sus orígenes a aquella región.3 Asimismo, la enorme variedad de nombres que tenían para designar los distintos materiales líticos empleados indica un gran conocimiento por parte de ellos y en cuyo oficio entablaban un diálogo con su corazón para inspirarse y endiosarse.4 Si bien la información anterior es importante, desafortunadamente los cronistas no siempre fueron lo suficientemente detallados en sus registros para conocer determinadas técnicas o herramientas empleadas, ni permitían distinguir muchas de las características regionales en las producciones lapidarias. Esta carencia de datos motivó a los primeros arqueólogos e historiadores del arte a tratar de definir los estilos desde diversos puntos de vista, como veremos a continuación.

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Sahagún, fray Bernardino de. Historia General de las Cosas de Nueva España, México, Porrúa, 2006, pp. 506-508. 2 Ibíd., p. 670. 3 Ibíd., pp. 497-498. 4 Ibíd., pp. 670-673; León Portilla, Miguel. La Filosofía Náhuatl, México, IIH/UNAM, 1983, p. 270.

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Los estilos y las tipologías Un punto central en la arqueología ha sido conocer si un estilo nos revela un grupo social, una tradición local o regional, una cultura o una identidad étnica, o si engloba a varias de ellas.5 Sin embargo, en muchos estudios arqueológicos llama la atención el uso indiscriminado de la palabra “estilo” como sinónimo de cultura o filiación étnica, basados principalmente en la materia prima o el aspecto morfológico general y la decoración (figura 1).

Fig. 1. Objetos lapidarios de “estilo olmeca (a), teotihuacano (b), mezcala (c), mixteca (d) y mexica (e)”

Por ejemplo, en las excavaciones realizadas en la Ciudad de México, ya desde los hallazgos de Batres (1990:129) se señalaban piezas que podrían proceder de fuera o recuerdan algunas recuperadas en otros sitios, como una pieza de piedra rectangular labrada con un personaje en posición similar a la de los relieves de la Pirámide de las 5

Conkey, Margaret. “Experimenting with style in archaeology: some historical and theoretical issues”, en Margaret Conkey y Cristine Harstof (eds.). The uses of style in Archaeology, Cambridge, Cambridge University Press, 1990, pp. 5-15, p. 11; Plog, Stephen. “Approaches to Style. Complements and Contrasts”, en Christopher Carr y Jill E. Neitzel, (eds.). Style, Society, and Person. Archaeological and Ethnological Perspectives, New York, Plenum Press, 1995, pp. 369-387, p. 374; Sackett, James R. “The Meaning of Style in Archaeology: A General Model”, American Antiquity, vol. 42, núm. 3, 1995: 369-380, p. 375; Voss, Jerome A, y Robert L. Young. “Style and the Self”, en Carr, C. y Ji. E. Neitzel (eds.). Style, Society, and Person, 1995, pp. 77-99, p. 77.

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Serpientes Emplumadas de Xochicalco.6 Asimismo, Elma Estrada en sus excavaciones de dos ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan identifica cinco vasijas de jadeíta cuya decoración en el borde con líneas en zigzag y tres círculos vincula con la cultura de los volcanes y la región Mixteca-Puebla como antecedentes de ese tipo de objetos.7 De igual forma, en las excavaciones de Eduardo Contreras y Jorge Angulo de la ofrenda homónima a sus apellidos, indican materiales de barro rojo en las cuencas de los ojos de las máscaras cráneo semejantes a los de la cultura mixteca, así como figuras antropomorfas de distintas piedras del tipo Mezcala y cuentas, orejeras y otros objetos de jade de muy buena calidad como los procedentes de la zona olmeca y maya8. También se cuenta con el trabajo de Rosa Reyna Robles sobre la escultura portátil de “estilo Mezcala”, quien considera que todas las piezas de este “estilo” halladas en el Templo Mayor de Tenochtitlan proceden de Guerrero,9 a pesar de ser pocas las recuperadas en Guerrero que se parecen a las de la capital azteca. Incluso las incursiones de historiadores del arte muestran esta tendencia a clasificar objetos desde el punto de vista morfológico, iconográfico y estético, pero los cuales no han sido claros ni concluyentes.10 En contraste, hubo arqueólogos que trataron de abordar el problema de los estilos con mayor profundidad a partir de los materiales mismos, combinando el material empleado con las características morfológicas y técnicas que presentan para 6

Batres, Leopoldo. “Exploraciones en las calles de las Escalerillas”, en Matos Moctezuma, Eduardo (coord.). Trabajos arqueológicos en el centro de la ciudad de México, México, INAH, 1990, pp. 109-167, p. 129. 7 Estrada Balmori, Elma. “Ofrendas del Templo Mayor de México-Tenochtitlan”, en Matos Moctezuma, E. (coord.) Trabajos arqueológicos en el centro de la ciudad de México, México, INAH, 1990, pp. 368-383, pp. 372-377. 8 Contreras, Eduardo. “Una ofrenda en los restos del Templo Mayor de Tenochtitlan”, en Matos Moctezuma, Eduardo (coord.). Trabajos arqueológicos en el centro de la ciudad de México, Antología, México, INAH, 1990, pp. 401-413, p. 407. 9 Reyna Robles, Rosa. La cultura arqueológica Mezcala, México, INAH, 2006, pp. 185-186. 10 Pasztory, Esther. “El arte”, en Manzanilla, Linda y Leonardo López Luján (coords.). Historia Antigua de México. Volumen III: El horizonte Posclásico y algunos aspectos intelectuales de las culturas mesoamericanas, México, INAH-UNAM-Porrúa, 1995, pp. 459-513; Ségota, Dúrdica. Valores plásticos del arte mexica, México, IIE/UNAM, 1995.

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clasificarlos tipológicamente. Así, contamos con los trabajos de de Tatiana Proskouriakoff sobre los objetos de jade del Cenote Sagrado de Chichén Itzá,11 de Matthew Stirling sobre jades olmecas,12 de Miguel Covarrubias, Carlo Gay y Frances Pratt sobre la escultura de “estilo Mezcala” en la parte central de la Cuenca del río Balsas en Guerrero,13 de Ann Cyphers y Anna Di Castro sobre las cuentas de ilmenita de San Lorenzo,14 de Margaret Turner sobre los objetos lapidarios de varios sectores de Teotihuacan,15 de Randolph Widmer sobre las piezas lapidarias de Tlajinga 33,16 de Oralia Cabrera Cortés sobre la lapidaria del Templo de Quetzalcoatl en Teotihuacan,17 de Miguel Báez sobre objetos lapidarios de las cuevas de la Pirámide del Sol,18 de Edgar Rosales sobre los objetos de mica de Teotihuacan, 19 de Julieta López sobre las piezas de pizarra de ese mismo sitio,20 de Cynthia Charlton sobre la lapidaria en obsidiana de Otumba,21 de Espinosa y colaboradores sobre lapidaria en piedra verde de San Miguel 11

Proskouriakoff, Tatiana. Jades from the Cenote of Sacrifice, Chichén Itzá, Yucatán, Cambridge, Harvard University-Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, 1947. 12 Stirling, Matthew Williams. “The olmecs artists in jade”, en Essays in Pre-Columbian Art and Archaeology, vol. 4, 1961: 43-59. 13 Covarrubias, Miguel. “Tipología de la industria de piedra tallada de la Cuenca del Río Mezcala”, IV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, México, SMA, 1948, pp. 86-90; Covarrubias, Miguel. Arte indígena de México y Centro América, México, UNAM, 1961; Gay, Carlo T. Mezcala Stone Sculpture: The Human Figure, New York, The Museum of Primitive Art, 1967; Gay, Carlo T. y Frances Pratt. Mezcala. Ancient sculpture from Guerrero, New York, Balsas Publications, 1992; Rubín de la Borbolla, Daniel. “Escultura precolombina de Guerrero”, en Escultura Precolombina de Guerrero, México, UNAM, 1964, pp. 5-25. 14 Cyphers, Ann y Anna Di Castro. “Los artefactos multiperforados de ilmenita en San Lorenzo”, Arqueología, núm. 16, 1996: 2-12, pp. 3-10. 15 Turner, Margaret Hempenius. The Lapidary Industry of Teotihuacan, Mexico, Tesis de Doctorado en Filosofía, Rochester, New York, University of Rochester, 1988; “Style in Lapidary Technology: Identifying the Teotihuacan Lapidary Industry”, en Berlo, Janet Catherine (ed.). Art, Ideology, and the City of Teotihuacan. A Symposium at Dumbarton Oaks. 8th and 9th October 1988, Washington D.C., Dumbarton Oaks Research Library and Collection, 1992, pp. 89-112. 16 Widmer, Randolph J. “Lapidary Craft Specialization at Teotihuacan. Implications for Community Structure at 33:S3W1 and Economic Organization in the City”, Ancient Mesoamerica, vol. 2, 1991: 131-147, pp. 132-144. 17 Cabrera Cortés, Mercedes Oralia. La lapidaria del Proyecto Templo de Quetzalcoatl 1988-1989, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 1995. 18 Báez Pérez, Miguel Ángel. La lítica pulida en Teotihuacan: Análisis y experimentación de un caso específico, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 2002. 19 Rosales de la Rosa, Edgar Ariel. Usos, manufactura y distribución de la mica en Teotihuacan, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 2004. 20 López Juárez, Julieta. La pizarra teotihuacana, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 2005. 21 Charlton, Cynthia Otis. “Obsidian as Jewelry: Lapidary production in Aztec Otumba, México”, Ancient Mesoamerica, núm. 4, 1993: 231-243, pp. 235-240.

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Ixtapan,22 Bertina Olmedo y Carlos González sobre las figuras antropomorfas en piedra verde de “estilo Mezcala” halladas en Tenochtitlan,23 de Cecilia Urueta sobre los objetos mixtecos, especialmente los “penates mixtecos” en mármoles jaspeados, recuperados también en Tenochtitlan,24 y de Ivonne Athie sobre los dones hechos de obsidiana, también en este mismo sitio,25 entre otros.

Los primeros estudios tecnológicos de la lapidaria Desde los cronistas españoles de la Colonia ya se señalaban algunas características tecnológicas en la producción de los objetos lapidarios, donde se maravillaban de la maestría y belleza de las piezas hechas o se demeritaba su trabajo por la tecnología tan rudimentaria y “primitiva”.26 Posteriormente, varios arqueólogos e historiadores del arte prehispánico del siglo XX buscaron conocer o plantear las técnicas de elaboración empleadas en las piezas lapidarias, aunque desafortunadamente dándole demasiado peso a los atributos morfológicos y estéticos.27 Es hasta el año de 1968, con la publicación del libro Técnicas Lapidarias Prehispánicas de Lorena Mirambell, que empiezan los análisis tecnológicos de forma sistemática en México.28 En dicha obra se plantea el estudio de los objetos lapidarios a través de su observación con microscopía estereoscópica y se proponen las técnicas y herramientas que pudieron haber sido 22

Espinosa Pesqueira, Manuel, Demetrio Mendoza Anaya, Rubén Nieto Hernández, Norma Rodríguez García, Ventura Rodríguez Lugo y Morrison Limón Boyce. “Caracterización microestructural de artefactos arqueológicos de San Miguel Ixtapan, Tejupilco”, Expresión Antropológica, núm. 12, 2001: 57-70. 23 Olmedo Vera, Bertina, y Carlos Javier González González. Presencia del Estilo Mezcala en el Templo Mayor: Una Clasificación de Piezas Antropomorfas, Tesis de licenciatura en arqueología, México, ENAH, 1986. 24 Urueta Flores, Cecilia. Presencia del Material Mixteco dentro del Templo Mayor, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 1990. 25 Athie Islas, Ivonne. La Obsidiana del Templo Mayor de Tenochtitlan, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 2001. 26 Sahagún. Op. cit., p. 506-508; León y Gama, Antonio de. “Descripción histórica y cronológica de las dos piedras”, en Matos Moctezuma, Eduardo (comp.). Trabajos arqueológicos en el centro de la ciudad de México. Antología, México, INAH, 1990, pp. 41-95, pp. 41-42. 27 Stirling. Op. cit., pp. 43-59; Covarrubias. Op. cit. 1948, pp. 86-90; Gay. Op. cit., pp. 5-37; Gay y Pratt. Pp. cit., pp. 10-150; Rubín de la Borbolla. Op. cit., pp. 5-25. 28 Mirambell, Lorena. Técnicas Lapidarias Prehispánicas, México, INAH, 1968.

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empleadas en su elaboración, –siguiendo las definiciones de estos procesos hechas por José Luis Lorenzo en su estudio de artefactos de Tlatilco-.29 El mayor aporte del libro son sus ilustraciones, ya que ejemplifican las secuencias de manufactura que la autora supone debieron seguirse. Desafortunadamente, esta riqueza gráfica ha sido tomada por otros investigadores como hechos demostrados sin previa comprobación experimental,30 por lo cual sus propuestas sobre las técnicas de manufactura empleadas deberían matizarse. Además, llama la atención que Mirambell no citara el libro de Sémenov sobre tecnología prehistórica,31 uno de los grandes clásicos en el estudio de huellas de manufactura y de uso en objetos de piedra, concha y hueso, a pesar de que la metodología de observación con microscopía estereoscópica que propone es muy similar a la de este autor. Tampoco en su clasificación tipológica refiere al trabajo de Tatiana Proskouriakoff sobre los objetos de jade del Cenote Sagrado de Chichén Itzá,32 a pesar de haberse publicado más de 20 años antes de su libro y de tener una de las tipologías de objetos lapidarios que más impacto y seguidores ha tenido en Mesoamérica. La arqueología experimental aplicada a la lapidaria Al revisar las investigaciones sobre objetos lapidarios en México, es común apreciar el desconocimiento de las técnicas de elaboración de dichas piezas, ya que muchos

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Ibíd., pp. 23-24, Lorenzo, José Luis. Los artefactos de Tlatilco, México, INAH, 1965. Magar Meurs, Valerie y Patricia Meehan Hermanson. Investigación para la Interpretación y la Conservación de un Disco de Mosaico de Turquesa, Tesis de Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Muebles, México, ENCRyM, 1995, p. 75; Gómez Chávez, Sergio. La Ventilla: un barrio de la antigua ciudad de Teotihuacan: Exploraciones y resultados, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 2000, pp. 567-575; Gazzola, Julie. “La producción de cuentas en piedras verdes en los talleres lapidarios de La Ventilla, Teotihuacan”, Arqueología, núm. 36, 2007: 52-70, pp. 59-63; Langenscheidt, Adolphus. “Lapidaria mesoamericana, una reflexión sobre los abrasivos posiblemente usados para trabajar los chalchihuites duros”, Arqueología, núm. 36, 2007: 179-206, pp. 184-202. 31 Semenov, S. A. Prehistoric Technology, an Experimental Study of the oldest Tools and Artefacts from traces of Manufacture and Wear, Londres, Cory, Adams & MacKay. 32 Proskouriakoff. Op. cit. 30

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investigadores retomaban las propuestas de Mirambell sin ninguna reflexión o aporte.33 Ello se debe en parte a la escasez de sus talleres o áreas de producción y porque las evidencias de producción (piezas en proceso de trabajo y residuos) generalmente han sido recuperadas en basureros y rellenos constructivos.34 Por ello, desde el 2004 inició el proyecto “La lapidaria del Templo Mayor: estilos y tradiciones tecnológicas”, en el cual se ha desarrollado un proyecto de arqueología experimental35 con un taller de lapidaria (Figura 2) y donde se analizan piezas no sólo de Tenochtitlan, sino también de otros sitios como Teotihuacan, Monte Albán, Mezcala, Chalchihuites, Xochicalco, el Nevado de Toluca y el Cerro Tláloc. En dicho taller se han estado realizando las modificaciones que presentan estos objetos (cortes, percusiones, desgastes, perforaciones, incisiones, calados y acabados), con base en el tipo de materia prima manufacturada y empleando para ello las herramientas y procesos que, por diversas fuentes de información (fuentes históricas, contextos arqueológicos y propuestas de investigadores), es posible suponer que fueron utilizados por los pueblos del México prehispánico: lajas o metates de basalto, andesita, riolita, caliza, arenisca y granito para los desgastes, a veces adicionando arena como abrasivo; lascas de obsidiana y de pedernal para cortes e incisiones; arena, ceniza volcánica, polvo de obsidiana y polvo de pedernal con carrizo y lascas aguzadas de obsidiana y de pedernal para perforaciones y calados; y arena, piel, polvo de obsidiana, nódulo de pedernal, de arenisca y de jadeíta para acabados como 33

Vid. supra., nota 29. Moholy-Nagy, Hattula. “Middens, Construction Fill, and Offerings: Evidence for the Organization of Classic Period Craft Production at Tikal, Guatemala”, Journal of Field Archaeology, vol. 24, 1997: 293-313, pp. 300-302; Olmedo Vera, Bertina y Carlos Javier González González. “Áreas de Actividad Relacionadas con el Trabajo del Jade”, en Manzanilla, Linda (ed.). Unidades Habitacionales Mesoamericanas y sus Áreas de Actividad, México, IIA/UNAM, 1986, pp. 75-101, pp. 88-95; González González, Carlos Javier, y Bertina Olmedo Vera. “El Trabajo de la Turquesa”, en Manzanilla, Linda (ed.). Unidades Habitacionales Mesoamericanas y sus Áreas de Actividad, México, IIA/UNAM, 1986, pp. 103-114, pp. 110-112; Hernádez Muñoz, Cynthia Georgina. Producción y uso de la lítica tallada y pulida en una unidad residencial teotihuacana: Estudio de áreas de actividad, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 1992; Vázquez Lom, Rocío. Un modelo de interpretación en un taller de lapidaria prehispánico, Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, ENAH, 1995. 35 Binford, Lewis R. “General Introduction”, en Binford, Lewis R. (ed.) For Theory Building in Archaeology. Essays on Faunal Remains, Aquatic Resources, Spatial Analysis, and Systemic Modeling, Albuquerque, Academic Press, 1977, pp. 1-10, p. 7. 34

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pulido y bruñido.

Figura 2. Arqueología experimental en lapidaria: elaboración de serpiente (a) y de figurilla “Mezcala” (b).

Para identificar las huellas de manufactura, parten del criterio uniformista, el cual postula que la utilización de una herramienta particular, hecha de un determinado material, empleada de una manera específica y bajo ciertas condiciones, dejará rasgos bien definidos y diferenciables.36 Con base en ello, se diseñó una ficha de registro de los experimentos, que contempla la información básica que debe tomarse en cuenta en cada uno de ellos: materia prima, materiales que intervienen, medidas, tiempo de trabajo y acciones realizadas, entre otros. Al mismo tiempo se lleva un registro fotográfico de la realización de los mismos, desde el momento inicial y los materiales que intervienen, hasta el resultado final o conclusión de la modificación reproducida. Después, las huellas de manufactura resultantes de cada experimento se comparan con las arqueológicas a simple vista y con lupa de 20x, con microscopía estereoscópica (10x y 30x) y con microscopía electrónica de barrido (100x, 300x, 600x y 1000x), siguiendo los planteamientos de Adrián Velázquez Castro para objetos de

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Binford. Op. cit., p. 7; Velázquez Castro, Adrián. Arqueología experimental en materiales conquiológicos. Informe final, México, Archivo del Museo del Templo Mayor, 1999.

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concha dentro de su proyecto “Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico”,37 pero aplicándolo a los objetos lapidarios. De esta manera ha sido posible identificar con bastante certeza las técnicas y herramientas empleadas en la elaboración de objetos lapidarios de los sitios mencionados, así como reconstruir las cadenas operativas o secuencias de elaboración de los objetos (Figura 3). También, esta metodología permite identificar patrones de elaboración de las piezas que permiten inferir algunos aspectos de la organización de la producción de estos objetos, como la estandarización tecnológica y homogeneidad morfológica que supone una centralización de las áreas productivas y el control o supervisión de los artesanos frente a la diversidad morfológica y heterogeneidad tecnológica que indica una dispersión de las áreas de trabajo y libertad de elección de herramientas.38

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Velázquez Castro, Adrián. La producción especializada de los objetos de concha del Templo Mayor de Tenochtitlan, México, INAH, 2007, pp. 49-54. 38 Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo. La lapidaria del Templo Mayor: estilos y tradiciones tecnológicas. Informe sobre las huellas de manufactura en los objetos de obsidiana pulida del Templo Mayor de Tenochtitlan, México, Archivo del Museo del Templo Mayor, 2004; Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo y Reyna Beatriz Solís Ciriaco. “Arqueología experimental en lapidaria en el Templo Mayor de Tenochtitlan”, en Actualidades Arqueológicas, no. 3, 2006: versión electrónica en http://www.actualidadesarqueologicas.org/nueva%20epoca%20anteriores/indice.htm; Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo y Pablo Bautista Mosqueira. “Análisis de mosaicos de piedra verde incrustados en dos cráneos humanos a través de sus huellas de manufactura”, en Mendoza Anaya, Demetrio, Jesús A. Arenas Alatorre, Ventura Rodríguez Lugo y José Luis Ruvalcaba Sil (eds.). La Ciencia de Materiales y su Impacto en la Arqueología, vol. III, 2006: 161-176; Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo y Reyna Beatríz Solís Ciriaco. “Informe. Análisis de huellas de manufactura de concha y lapidaria de Mexicapam, Monte Albán”, México, Archivo del Proyecto Mexicapam, ENAH, 2007; Melgar Tísoc, Emiliano Ricardo y Reyna Beatríz Solís Ciriaco. “Características tecnológicas de las piezas de estilo Mezcala halladas en Tenochtitlan”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007; Monterrosa Desruelles, Hervé. “Estudio tecnológico de cuentas de piedra verde y caliza del área Mezcala”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007; Pineda Santa Cruz, Edgar. “Análisis de huellas de manufactura de piezas de “estilo Mezcala” en Guerrero”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007; López Juárez, Julieta. “Los objetos de pizarra de Teotihuacan”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007; Toledo Mendieta, Mariana. “El jade: simbolismo y manufactura”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007; Maldonado Reséndiz, Alejandro. “La lapidaria en turquesa de Chalchihuites”, ponencia presentada en el 6º Ciclo de Conferencias del Templo Mayor y Tlatelolco en voz de sus investigadores, México, Museo del Templo Mayor, 2007.

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Figura 3. Análisis de huellas de manufactura con microscopía electrónica de barrido: corte experimental con lascas de pedernal (a) y borde arqueológico de pieza “Mezcala” (b).

Consideraciones finales Como hemos podido apreciar, el estudio de la lapidaria en México ha cambiado a lo largo del tiempo. Desde las primeras referencias coloniales, ha pasado de la simple descripción de los objetos y sus rasgos morfológicos y estilísticos a su clasificación tipológica y tecnológica. Así mismo, las supuestas técnicas y herramientas empleadas han podido irse analizando y corroborando o refutando con mayor precisión gracias a la incorporación de la arqueología experimental y la caracterización de huellas de manufactura con microscopía estereoscópica y electrónica de barrido. Debido a que cada vez son más los investigadores que utilizan esa metodología y a que de esa manera aumentan las colecciones analizadas, en un futuro podrán identificarse estilos y tradiciones tecnológicas regionales de la lapidaria. Ello contribuirá en el estudio del comercio, tributo y organización de la producción de dichos objetos.

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