Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

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18. LOS EFECTOS TERRITORIALES DE LA CRISIS ECONÓMICA EN LA REGIÓN METROPOLITANA DE BARCELONA Oriol Nel·lo ([email protected]) Departament de Geografia Universitat Autònoma de Barcelona Carles Donat ([email protected]) Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona

INTRODUCCIÓN Los estudios clásicos sobre el proceso de urbanización en España han señalado como una de sus peculiaridades más destacadas la acusada bicefalia del sistema urbano. Así, dos grandes áreas, Madrid y Barcelona, se han consolidado a lo largo del último siglo, junto con Lisboa, en la cabecera del sistema metropolitano ibérico. Bien es verdad que en las últimas décadas, la realidad metropolitana barcelonesa –afectada por el retroceso relativo de la industria, postergada como sede de grandes empresas privadas y públicas, falta de la capitalidad administrativa estatal– ha visto cómo la metrópolis madrileña la superaba en población y actividad. Esto no obstante, la región metropolitana de Barcelona, con sus 5 millones de habitantes, sigue siendo el principal polo de producción industrial de la Península y el principal centro exportador de España y se cuenta entre las diez primeras metrópolis europeas: si Cataluña, con el 16% de la población española, genera cerca del 20% del producto interior bruto y el 27% de las exportaciones esto se debe, en muy buena medida, a la presencia de la región metropolitana articulada en torno a la capital. La configuración de la realidad metropolitana barcelonesa se ha consolidado y acelerado de forma notable a partir de finales de los años cincuenta del siglo pasado. Así, desde el punto de vista territorial, la metrópolis se ha ido configurando a través de fases sucesivas, caracterizadas por la tendencia ya a la concentración, ya a la dispersión de la urbanización sobre el espacio, integrando un territorio siempre más vasto (hasta superar los 3.000 km2 que normalmente se suelen considerar como su ámbito de referencia) y aumentando su población desde los apenas 3 millones del área metropolitana de 1975 hasta los 5 millones de la región metropolitana de hoy. No es el objeto de nuestro trabajo detallar, ni tan siquiera de forma sumaria, cuáles han sido los rasgos de las diversas fases a través de las cuales el proceso 565

O. Nel·lo y C. Donat

de metropolitanización ha avanzado.1 Bastará con recordar que, si consideramos la evolución acaecida en el último medio siglo, podemos distinguir tres grandes etapas. Una primera, 1959-1975, durante la cual el desarrollo metropolitano estuvo estrechamente vinculado a la presencia de migraciones intra e inter-regionales asociadas al proceso de industrialización de la economía catalana; en este periodo, el crecimiento urbano se produjo de forma muy concentrada en los principales centros urbanos del territorio que, corriendo el tiempo, se convertiría en la región metropolitana (Barcelona, Sabadell, Terrassa, Mataró, Granollers…), de forma que, algunos de ellos, Barcelona en particular, vieron cómo la trama urbana superaba los límites de sus términos municipales para conurbarse con la de los municipios vecinos (l’Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet, Badalona, Sant Adrià del Besós,…). Esta primera fase, caracterizada por la concentración, daría paso, a partir de mediados de los años setenta –con el inicio del proceso de deslocalización de la industria, la fragmentación de los procesos productivos, la motorización y la mejora de las infraestructuras– a otra sucesiva, 1975-1996, durante la cual los principales centros urbanos de la región metropolitana tenderían a perder población de forma acelerada en beneficio de otros municipios más pequeños y de poblamiento más disperso; si la fase anterior se había caracterizado pues por la tendencia hacia la concentración y un destacado crecimiento de la población asociado a migraciones inter-regionales derivadas del mercado de trabajo, esta segunda tendrá otros rasgos claramente diferenciados. En concreto, la desconcentración y dispersión de la población sobre un territorio metropolitano siempre más amplio, así como la presencia, en un contexto de atonía del crecimiento poblacional, de migraciones intrametropolitanas vinculadas, sobre todo, al mercado inmobiliario. Finalmente, aquella que hemos denominado la tercera fase del proceso de metropolitanización en Cataluña (y en España) se corresponde con el ciclo económico expansivo 19962007, durante el cual, las tendencias hacia la descentralización y dispersión de parte del poblamiento se han consolidado y expandido, con la peculiaridad de que se han combinado ahora con un renovado crecimiento de los centros urbanos; esto ha sido debido en buena medida al hecho de que las migraciones intrametropolitanas asociadas sobre todo al mercado de vivienda, protagonizadas no sólo, pero sí de forma dominante, por la población autóctona, se han visto acompañadas por la presencia de la inmigración internacional asociada sobre todo a la demanda de un mercado de trabajo en plena expansión.

Pueden verse al respecto, de entre la muy voluminosa bibliografía disponible sobre la transformación metropolitana de Barcelona, los títulos siguientes: sobre los antecedentes de la evolución urbanística, Busquets (1992); sobre las fases y características del proceso de metropolitanización, Nel·lo (2001, 2004 y 2012a); sobre los aspectos morfológicos del desarrollo urbano, Font (2007); sobre los cambios en la estructura de la sociedad metropolitana, Subirats (2012); sobre los componentes económicos del proceso Trullén; Boix; Galletto (2011). 1

566

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

Pues bien, la crisis económica que afecta la economía española con particular intensidad a partir del año 2008 ha tenido efectos muy notables sobre estas dinámicas urbanas en la región metropolitana de Barcelona. Tanto es así, que aquellos que habían sido algunos de los rasgos distintivos característicos del proceso de metropolitanización –la expansión del territorio integrado de manera estrecha a la realidad metropolitana, la potencia de las migraciones de carácter centrífugo, el mismo aumento de la interdependencia territorial– parecen tender a debilitarse y, en ocasiones, incluso a revertirse. El objetivo del presente capítulo es precisamente analizar algunos de los más destacados de estos efectos, aun cuando el lector queda advertido de que la falta de distancia temporal y, en ocasiones, la ausencia de datos, dificultan la tarea y hacen que buena parte de los análisis aquí aportados deban ser considerados más como hipótesis a debatir que como certidumbres plenas. Como se verá, el trabajo, salvada la presente introducción, se estructura en cinco apartados: en el primero, se enumeran brevemente cuáles han sido las principales magnitudes económicas de la crisis en la región metropolitana barcelonesa; en el segundo, se iniciará el análisis de los efectos propiamente territoriales de la crisis, con la discusión de las dinámicas relativas a la población y al poblamiento; a continuación, se describirá la incidencia de la crisis en los patrones de la movilidad cotidiana de los ciudadanos; ambos elementos, dinámicas de asentamiento y movilidad, tienen como uno de los principales nexos comunes y causa explicativa la evolución del mercado inmobiliario, la cual se estudiará en el apartado cuarto; finalmente, en el quinto y último apartado se discutirán los efectos de la crisis sobre las políticas territoriales –planeamiento, urbanismo, rehabilitación, transporte y vivienda– aplicadas en la región metropolitana de Barcelona. Unas breves conclusiones cierran el trabajo. EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LA ESTRUCTURA ECONÓMICA Perdida de ocupación, incremento de las desigualdades, aumento de la pobreza y profundización de la tendencia a la terciarización El impacto más visible de la crisis sobre la estructura económica de la región metropolitana de Barcelona se halla, sin duda, en la destrucción de empleo.2 El año 2007, la vigilia del inicio de la crisis, se contaban en el ámbito metropolitano 2.321.122 ocupados y la tasa de paro, según la Encuesta de Población Activa, era del 6,6%, bastante cercana, pues, a aquello que se considera el desempleo friccional.

2 Véase Gráfico 1. Sobre el impacto económico de la crisis en la economía catalana y barcelonesa véase, por ejemplo, Trullén (2012). Sobre su impacto social véanse en particular los datos de la Enquesta sobre els hàbits i condicions de vida de la población, 2011, . Para un primer análisis de los mismos referido al conjunto de Cataluña, véase Sarasa et al. (2013).

567

(en miles)

O. Nel·lo y C. Donat Gráfico 1. Evolución de los indicadores del mercado de trabajo en la región metropolitana de Barcelona. 1999-2012 2.600 26 2.400 24 2.200 22 2.000 20 1.800 18 1.600 16 1.400 14 (%) 1.200 12 1.000 10 800 8 600 6 400 4 200 2 0 0

Tasa paro

Ocupados

Desocupados

Fuente: Tasa de paro: EPA. Media anual. Datos provinciales; Ocupados: Tesoreria General Seguridad Social. Datos a 31 diciembre; Parados: INEM. Datos a 31 de diciembre

Desde entonces la destrucción de empleo ha sido tan intensa que a finales de 2012 los ocupados eran solo 1.961.142. Con ello, su número había retrocedido a niveles inferiores a los de más de una década atrás, a inicios de siglo, con la diferencia que en el año 2000 la población total de la región metropolitana no alcanzaba los 4,4 millones de habitantes y en 2012 superaba ya los 5 millones. La pérdida de ocupación fue particularmente intensa los años 2008 y 2009, para moderarse de manera notable en 2010 y volver a agravarse en 2011 y 2012. De esta forma, entre 2007 y 2012 la tasa de paro metropolitana se elevaría hasta el 22,6% (en términos de la Encuesta de Población Activa) y a finales del periodo el paro registrado afectaba más de 435.450 personas.3 Cabe mencionar, sin embargo, que por lo que se refiere a la estimación de la EPA, esta tasa de paro era inferior a la media catalana y española. Esta situación del mercado de trabajo se ha traducido en una caída drástica de los niveles de renta media de los hogares y un aumento de la desigualdad social. Así, la renta media anual en Cataluña cayó, entre 2008 y 2011, en euros constantes, de 29.697 € a 25.774 €, lo cual implica una reducción del 13,2%.4 Esta caída de los niveles de ingresos, aun cuándo concierne en mayor o menor medida a todos los grupos sociales, no se encuentra distribuida de forma homogénea entre la población, sino que afecta con particular intensidad a aquellos que perciben una renta más baja. De esta manera, la crisis económica está teniendo un efecto muy notable en el incremento de las desigualdades sociales sobre todo por la drástica reducción de los ingresos de los hogares

3 4

568

Véase Gráfico 1. Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida.

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

más desfavorecidos.5 Así, si consideramos la evolución de la distribución de la renta personal equivalente disponible anual por percentiles, observamos que entre 2008 y 2011, la renta de la población situada en el percentil 90 (rentas superiores) se habría mantenido prácticamente estable, en euros constantes, alrededor de los 29.000 €, con una disminución de apenas el 2,8%, mientras la de la población situada en el percentil 10 (rentas inferiores) habría conocido una caída agudísima del 28,9%, desde los 7.517 € a los 5.335 €. En términos de Índice de Gini, la desigualdad de la distribución de la renta personal en Cataluña se habría incrementado entre 2006 y 2011 del 0,220 al 0,330 (siendo 0 la equidistribución y 1 la desigualdad absoluta). Tabla 1. Indicadores de renta* y de pobreza en Cataluña (2006-2011) 2006

2007

2008

2009

2010

2011

2008-2011

Índice de Gini 0,280

0,300

0,290

0,290

0,310

0,330

13,8%

7.507

7.290

6.769

5.335

-28,9%

Percentiles (euros constantes) 10

7.517

7.344

25

10.865

10.640

11.359

10.637

10.220

9.315

-18,0%

50

16.001

15.276

15.892

15.586

15.258

14.694

-7,5%

75

21.218

21.454

22.276

21.669

21.579

20.855

-6,4%

90

28.883

28.999

29.443

28.489

28.999

28.625

-2,8%

Pobreza moderada relativa (60% renta mediana) En miles En %

1313,8

1423,2

1222,5

1423,1

1590,3

1947,3

-

19

18,2

16,6

18,4

19,9

21,9

15%

Pobreza extrema relativa (30% renta mediana) En miles En %

241,5

222,0

257,0

303,3

413,5

576,4

-

3,5

3,2

3,6

4,2

5,7

7,7

120%

* Renta personal equivalente Fuente: Sarasa et al. (2013), a partir de: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 y 2010; y IERMB y Idescat, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població de Catalunya, 2011.

La caída de la renta y el incremento de la desigualdad se han visto acompañado por un aumento de la población que se encuentra en situación de pobreza y pasa por graves dificultades económicas. Así, en términos relativos, el porcentaje de población que vivía en situación de pobreza (es decir, que no alcanzaba el 60% de la renta mediana), se incrementó desde el 16,6% en 2008 al 21,9% en 2011. Esta evolución ha sido debida, sobre todo, al incremento de personas que viven en condiciones de pobreza extrema, las cuales pasan de representar el 3,6% de la población en 2008 al

5

Véase Tabla 1. 569

O. Nel·lo y C. Donat

7,7% en 2011. De esta forma, en esta última fecha la población que se encontraba en situación de pobreza extrema en Cataluña se situaba en torno a las 576.000 personas (para establecer un término de comparación bastará con recordar que la provincia de Lleida tenía en 2011 una población de 442.308). En términos absolutos, esta evolución implicaba que el año 2011, el 38,4% de la población catalana (aproximadamente 2,9 millones de personas) se declaraba incapaz de hacer frente a gastos imprevistos o de ir de vacaciones por lo menos una semana al año, el 15,5% (cerca de 1,2 millones) tenía problemas en atender los pagos cotidianos, el 12,7% (cerca de 1 millón) no podía mantener la vivienda a una temperatura adecuada y el 3,2% (aproximadamente un cuarto de millón de personas, el equivalente a la población de una ciudad como A Coruña o Granada) no podía comer carne, pescado o pollo por lo menos una vez cada dos días.6 La destrucción de ocupación laboral debida a la crisis económica ha venido a acelerar las tendencias de transformación de la estructura económica de la región metropolitana de Barcelona, iniciadas ya desde mediados de los años setenta del siglo pasado. Como es sabido, a partir de aquella fecha, la aglomeración barcelonesa, que desde el siglo XIX se había erigido en un potente polo industrial, empezó a ver como su base económica se terciarizaba, con el consiguiente incremento de ocupación en el sector de los servicios y la pérdida del peso relativo y del número absoluto de los lugares de trabajo industriales. El proceso afectó con particular intensidad el municipio central, mientras la industria resistió mejor, tanto en términos absolutos como relativos, en el entorno metropolitano. Pues bien, la crisis económica ha profundizado estas tendencias de fondo y ha incrementado de forma notable su velocidad. Así, se ha mencionado a menudo el efecto de la crisis sobre la destrucción de ocupación en el sector de la construcción. Este ha sido, en efecto, verdaderamente devastador: los 216.321 ocupados en la construcción que había en la región metropolitana el año 2007 se han visto reducidos a 103.665 en 2012, con una caída del 52% respecto a los efectivos iniciales. Pero la pérdida de ocupación industrial en el mismo periodo ha sido, en términos absolutos, todavía mayor: se han perdido 126.251 ocupados industriales entre 2007 y 2012, de forma que los 392.357 iniciales han quedado en 266.106. Esta evolución contrasta con la evolución de los servicios, donde la ocupación ha resistido relativamente mejor, de modo que los servicios destinados a la producción han perdido entre 2007 y 2012 el 10% de ocupados y los destinados al consumo (comercio al detalle, hostelería, servicios personales) sólo el 2,6%. De esta forma, en 2012 los servicios representan ya el 81,2% de la ocupación de la región metropolitana de Barcelona, mientras la ocupación industrial de la antigua «fábrica de España» alcanza sólo el 13,2% del total y la construcción se ha contraído hasta el 5,1%.7 Sarasa et. al. (2013, 67), a partir de IERMB y Idescat, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població de Catalunya. 7 Véase Tabla 2. 6

570

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

Tabla 2. Lugares de trabajo* en la región metropolitana de Barcelona por sectores de actividad (2002-2012) 2002 Nº Agricultura y pesca

2007 en %



2012 en %



2007-2012 en %



en %

10.936

0,5

14.820

0,6

8.744

0,4

-6.076

-41,0

Industria

442.457

21,4

392.357

16,6

266.106

13,2

-126.251

-32,2

Construcción

172.474

8,3

216.321

9,1

103.665

5,1

-112.656

-52,1

Serv. al consumo

808.889

39,1

969.192

40,9

943.676

46,7

-25.516

-2,6

Comercio al detalle

264.646

12,8

288.115

12,2

253.811

12,6

-34.304

-11,9

Hostelería

106.420

5,1

131.226

5,5

133.739

6,6

2.513

1,9

Serv. personales

324.491

15,7

416.580

17,6

430.301

21,3

13.721

3,3

Otros

113.332

5,5

133.271

5,6

125.825

6,2

-7.446

-5,6

Serv. a la producción

634.338

30,7

774.935

32,7

697.562

34,5

-77.373

-10,0

Serv. a las empresas

288.288

13,9

393.492

16,6

363.494

18,0

-29.998

-7,6

Serv. financieros

61.862

3,0

63.304

2,7

57.220

2,8

-6.084

-9,6

Comercio por mayor

151.148

7,3

166.375

7,0

139.825

6,9

-26.550

-16,0

Transp. y comunic.

126.035

6,1

144.776

6,1

130.692

6,5

-14.084

-9,7

7.005

0,3

6.988

0,3

6.331

0,3

-657

-9,4

2.069.094

100,0

2.367.625

100,0

2.019.753

100,0

-347.872

-14,7

Electr., gas y agua TOTAL

* Afiliados a la Seguridad Social. Se toma como referencia el domicilio de la empresa Fuente: Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

La reducción diferenciada de la ocupación laboral ha tenido efectos también en la distribución de la pérdida de ocupación por ámbitos territoriales, de modo que allí donde la estructura económica se encontraba ya más terciarizada antes del inicio de la crisis, las pérdidas han sido menores. De esta forma, mientras la ciudad de Barcelona ha perdido entre 2007 y 2012 el 11,8% de los lugares de trabajo, en el resto del área metropolitana la pérdida ha sido del 13,8% y en la segunda corona metropolitana del 20,1%.8 8 Véase Tabla 3. Los ámbitos territoriales a los que se hace referencia en la tabla, y que serán recurrentes a lo largo de este capítulo, son: la ciudad central o municipio de Barcelona; el Área Metropo-

571

O. Nel·lo y C. Donat

Tabla 3. Lugares de trabajo* en Cataluña por ámbitos territoriales (2002-2012) 2002 Nº Barcelona

2007 en %

965.480

33,4

Resto AMB

509.145

Total AMB

1.474.625

Resto RMB

594.469

Total RMB

2.069.094



2012 en %

1.097.936

32,4

17,6

591.975

51,0

1.689.911

20,6

677.714

71,6

2.367.625



2007-2012 en %



en %

-129.693

-11,8

968.243

33,9

17,5

510.264

17,9

-81.711

-13,8

49,9

1.478.507

51,7

-211.404

-12,5

20,0

541.246

18,9

-136.468

-20,1

69,9

2.019.753

70,7

-347.872

-14,7

Resto Cataluña

821.421

28,4

1.021.302

30,1

837.914

29,3

-183.388

-18,0

Total Cataluña

2.890.515

100,0

3.388.927

100,0

2.857.667

100,0

-531.260

-15,7

* Afiliados a la Seguridad Social. Se toma como referencia el domicilio de la empresa. Fuente: Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

En resumen, pues, desde el inicio de la crisis económica Cataluña ha perdido cerca de 1 de cada 6 lugares de trabajo y la renta media de los ciudadanos se ha visto reducida en algo más de una séptima parte. La desigualdad social se ha incrementado notablemente sobre todo por razón de la disminución de ingresos de los sectores más desfavorecidos, por lo que la población que vive en situación de pobreza relativa se ha incrementado en un 32% hasta alcanzar 1 de cada 5 ciudadanos, y aquella que vive en condiciones de pobreza extrema se ha doblado, para acercarse a las 600.000 personas. En la región metropolitana de Barcelona la crisis ha supuesto, la pérdida, en apenas 5 años, de 1 de cada 2 lugares de trabajo en la construcción y 1 de cada 3 en la industria y ha tenido como efecto la profundización de las tendencias a la terciarización de la economía. Veamos ahora algunos de los principales efectos territoriales de estos procesos. LA POBLACIÓN Y EL POBLAMIENTO Freno del crecimiento, reducción de las migraciones, limitación de la expansión de las dinámicas metropolitanas Desde el punto de vista demográfico, el efecto más visible de la crisis ha sido el freno al crecimiento de la población. En efecto, como es sabido, Cataluña y la región metropolitana de Barcelona habían conocido en el período 1996-2006 un acelerado proceso de crecilitana de Barcelona (Barcelona más la primera corona), compuesta por los 36 municipios que integran esta administración; la región metropolitana de Barcelona (Área Metropolitana más segunda corona), compuesta por 164 municipios y que se aproxima al ámbito, hay que recordar siempre cambiante, definido por las principales metodologías funcionales y morfológicas. Asimismo, en algunos casos se diferenciará dentro de la AMB, el continuo urbano, compuesto por los 13 municipios (Barcelona más 12) que se encuentran conurbados. Por su parte, dentro de la segunda corona, también en algunos casos se diferenciarán los municipios de tradición industrial que constituyen la base de la estructura policéntrica de la metrópolis (Sabadell, Terrassa, Mataró, Granollers,Vilafranca del Penedès y Vilanova i la Geltrú). 572

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

miento, tanto más notable por producirse después de una prolongada pausa en la dinámica ascendente de la población.9 Así, si la población catalana se había mantenido prácticamente estable por un prolongado periodo de dos décadas, entre 1975 y 1996, en las que creció solo de 5,7 a 6,1 millones de habitantes, en el corto plazo de la década siguiente aumentó en más de un millón de personas, alcanzando los 7.134.697 habitantes en el padrón de 2006. Pues bien, el advenimiento de la crisis económica ha venido a remansar de forma notable esta dinámica. Así, si en el quinquenio 2001-2006 la población catalana había tenido un aumento, que podríamos calificar de exacerbado, del 12,5%, entre 2006 y 2011 el crecimiento fue mucho más moderado, del 5,4%, hasta situar el número total de habitantes en 7.519.843. El efecto de la crisis en esta reducción del ritmo de crecimiento se hace especialmente visible si en vez de considerar el lustro en su totalidad, constatamos como la ganancia se produjo esencialmente entre 1 de enero de 2006 y 1 de enero de 2009, cuando la población creció en 340.723 habitantes (un 4,7%), mientras que entre enero 2009 y enero 2011, bien asentada ya la crisis, el aumento fue solo de 64.198 habitantes (un 0,9%). Más todavía, si nos apartamos por un momento de los periodos censales, que por mor de la homogeneidad de los datos utilizamos, comprobaremos cómo la población, después de seguir creciendo moderadamente hasta 7.570.980 habitantes en 2012, cayó hasta 7.546.522 según los datos provisionales del padrón de 2013. De confirmarse este dato, se trataría seguramente de la primera reducción interanual absoluta de la población catalana desde los tiempos de la postguerra civil española, hace casi tres cuartos de siglo. Tabla 4. Evolución de la población de Cataluña por ámbitos territoriales (1996-2011) 1996 Barcelona

2001

2006

2011



en %



en %



en %



en %

1.508.805

24,8

1.503.884

23,7

1.605.602

22,5

1.611.013

21,4

Resto continuo

903.867

14,8

873.811

13,8

921.507

12,9

935.878

12,4

Resto AMB

506.938

8,3

558.868

8,8

633.972

8,9

673.585

9,0

Total AMB

2.919.610

47,9

2.936.563

46,3

3.161.081

44,3

3.220.476

42,8

579.161

9,5

602.504

9,5

677.563

9,5

709.206

9,4

Resto RMB

729.277

12,0

851.323

13,4

1.002.721

14,1

1.093.481

14,5

Total RMB

4.228.048

69,4

4.390.390

69,2

4.841.365

67,9

5.023.163

66,8

Resto Cataluña

1.861.992

30,6

1.952.720

30,8

2.293.332

32,1

2.496.680

33,2

Total Cataluña

6.090.040 100,0

Trad. Indust.*

6.343.110 100,0

7.134.697 100,0

7.519.843 100,0

*Ciudades de tradición industrial. Fuente: Idescat, Estadística de població 1996; INE, Censo de población 2001, 2011; INE, Padrón continuo de población 2006. 9 Véanse Tablas 4 y 5. Sobre las dinámicas demográficas en la región metropolitana de Barcelona pueden verse: para la relación entre movimiento natural y saldos migratorios Cabré; Módenes (1997); para la evolución histórica y su relación con los procesos de urbanización Nel·lo (2001 y 2010a); para las migraciones internas Módenes (1998) y Serra (1997 y 2003); para el uso temporal del territorio Mendizábal (1996) y Alberich (2007).

573

O. Nel·lo y C. Donat

Tabla 5. Crecimiento de la población de Cataluña por ámbitos territoriales (1996-2011) 1996-2001 Habs. Barcelona

2001-2006

en %

Habs.

2006-2011

en %

Habs.

en %

-4.921

-0,3

101.718

6,8

5.411

0,3

-30.056

-3,3

47.696

5,5

14.371

1,6

Resto AMB

51.930

10,2

75.104

13,4

39.613

6,2

Total AMB

16.953

0,6

224.518

7,6

59.395

1,9

Trad. Indust.*

23.343

4,0

75.059

12,5

31.643

4,7

Resto RMB

122.046

16,7

151.398

17,8

90.760

9,1

Total RMB

162.342

3,8

450.975

10,3

181.798

3,8

Resto Cataluña

90.728

4,9

340.612

17,4

203.348

8,9

Total Cataluña

253.070

4,2

791.587

12,5

385.146

5,4

Resto continuo

* Ciudades de tradición industrial. Fuente: Idescat, Estadística de població 1996; INE, Censo de población 2001, 2011; INE, Padrón continuo de población 2006.

La razón principal de esta inflexión en la dinámica demográfica se debe a la mengua acusada de la inmigración internacional, que había sido el principal factor explicativo del crecimiento durante el período anterior. Centrémonos, para comprobarlo, en los datos relativos a los componentes del crecimiento demográfico en la región metropolitana de Barcelona.10 Al hacerlo constataremos cómo en los años que precedieron a la así llamada década prodigiosa del crecimiento económico 1996-2006, el saldo por migraciones internacionales de la región metropolitana fue solo modestamente positivo, 12.727 habitantes entre 1991-1996, por debajo incluso del crecimiento aportado por el movimiento natural, 16.304 habitantes. Más todavía, si junto a las migraciones internacionales se consideran los saldos negativos del ámbito metropolitano con el resto de Cataluña y España, su saldo migratorio arrojaba pérdidas netas. En los lustros siguientes, estas variables se invertirían de manera destacada. Así, en el quinquenio 1996-2001, mientras el movimiento natural se mantuvo modestamente positivo en 17.101 efectivos, el saldo por migraciones con el extranjero saltaba hasta los 201.605, compensando largamente las pérdidas de los saldos con el resto de Cataluña y de España, que continuaban consistentemente negativos. La tendencia llegó a su paroxismo entre 2006 y 2011, cuando el saldo natural, pese a haberse incrementado de manera notable hasta los 57.623 habitantes, fue casi decuplicado por el saldo de las migraciones internacionales, 511.794 personas. Pues bien, la irrupción de la crisis económica transformará radicalmente este escenario. Entre

10

574

Véase Gráfico 2

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

2006 y 2011, el saldo migratorio positivo con el extranjero se redujo hasta 134.781 efectivos y su aportación se acercaba a la del movimiento natural, 86.501 personas, acrecentada por efecto, precisamente, de la llegada de población joven en el periodo anterior.11 Hete aquí, pues, el primer factor explicativo del crecimiento demográfico en la región metropolitana de Barcelona. Gráfico 2. Componentes del crecimiento demográfico de la región metropolitana de Barcelona. 1991-2011 550.000 500.000 450.000 400.000 350.000 300.000 250.000 200.000 150.000 100.000 50.000 0 -50.000 -100.000 -150.000 Sa ldo Migr. resto Migr. resto Migr. Crec. na tura l Ca ta luña Espa ña Interna c. tota l 1991-1996

1996-2001

2001-2006

2006-2001

Fuente: Elaboración propia a partir de INE, Censo de población 1991 ; Idescat, Enquesta padronal 1996; INE, Padrón continuo de población 2001, 2006, 2011; Idescat, Movimiento natural de población 1991-2010; INE, Estadística de Variaciones Residenciales 1997-2011; y SERRA (1997) .

Ahora bien, como decíamos al inicio, en el periodo 1996-2008 –aquel que se corresponde con la tercera fase del proceso de metropolitanización– el crecimiento demográfico y la estructura del poblamiento en la Barcelona metropolitana se explicaban, sobre todo, por la combinación de dos factores: por un lado, presencia de migraciones internacionales asociadas al mercado de trabajo, a la que nos hemos referido, y, por el otro, la percusión de migraciones intrametropolitanas asociadas al mercado de la vivienda. Hemos visto cómo la crisis económica está alterando de manera radical el primero de los dos factores. Veamos a continuación el efecto que ha tenido sobre el segundo. Las migraciones intrametropolitanas habían sido el principal elemento explicativo de la evolución del poblamiento metropolitano entre 1975 y 1996. Como es bien sabido, a partir de esta fecha, el estancamiento del crecimiento demográfico se acompañó de una acentuada tendencia a la descentralización y aún a la dispersión del poblamiento en el ámbito metropolitano barcelonés, de modo tal que la ciudad central, el resto de su conurbación y las mayores ciudades de tradición industrial de la región

11 De hecho, según los datos publicados por el Instituto de Estadística de Cataluña, durante este periodo, en uno de cada cuatro nacimientos la madre fue extranjera.

575

O. Nel·lo y C. Donat

conocieron severas pérdidas de habitantes. Estas fueron especialmente acentuadas en la ciudad de Barcelona que llegó a perder cerca de un cuarto de millón de habitantes entre 1975 y 1996. En cambio, municipios más pequeños y de poblamiento más disperso del entorno metropolitano –sobre todo en las comarcas del Maresme, el Vallès Oriental, el Vallès Occidental, el Alt Penedès y el Garraf– conocieron crecimientos muy destacados. La razón principal de esta dinámica debe buscarse en la presencia de potentes movimientos migratorios intrametropolitanos, motivados en primer lugar por las diferencias de precios y tipologías de la vivienda en el territorio. En efecto, la combinación de la mejora de las comunicaciones y el incremento de las tasas de motorización, por un lado, con la existencia fuera de la conurbación central metropolitana de precios más asequibles y tipologías residenciales apetecibles para franjas importantes de la población (vivienda unifamiliar, pareada o aislada), por otro, comportaron la aparición y consolidación de potentes desplazamientos centrífugos de población. De este modo, cada uno de los ámbitos que integran el territorio metropolitano –la ciudad central, el resto de la conurbación, el resto del área metropolitana y el resto de la región metropolitana– tendió a ceder población a aquellos de su entorno.12 En la década siguiente, entre 1996 y 2006, esta dinámica quedó en parte obscurecida por los efectos de las migraciones internacionales. Estas provocaron un repunte del crecimiento de la ciudad central y el resto de las mayores ciudades de la metrópolis: Barcelona, por ejemplo, volvió a superar 1,6 millones de habitantes en 2006 y conoció un crecimiento del 6,8% entre 2001 y 2006. Esto hubiera podido llevar al observador poco advertido a colegir que las tendencias migratorias intrametropolitanas se habían modificado, e incluso que se estaría produciendo un movimiento de recentralización del poblamiento. Erraría, sin embargo, quien así pensara: las migraciones intrametropolitanas continuaron con fuerza igual e incluso superior que en el periodo anterior durante la década 1996-2006, solo que el influjo del saldo migratorio de las migraciones internacionales fue tan positivo, que no solo permitió compensar las pérdidas sino incluso revirtió la tendencia. Así, en el quinquenio 1996-2001 Barcelona tuvo un saldo migratorio negativo de cerca de 100.000 personas con el resto de la región metropolitana, saldo que se incrementaba hasta 118.000 si se consideraba su saldo con el conjunto de Cataluña. En el siguiente lustro esta cifra se elevaría incluso hasta los 125.000 efectivos. La tendencia dominante hacia la desconcentración del poblamiento debida a las migraciones internas fue muy consistente en el conjunto del territorio metropolitano y catalán durante todo el periodo expansivo 1996-2006. Así, en la región metropolitana, por cada movimiento migratorio que se produjo desde un ámbito más alejado del centro hacia uno más próximo (de la segunda a la primera corona, de la primera a la conurbación, de la conurbación a Barcelona) se produjeron por lo menos dos en la dirección contraria.13

12 13

576

Véase Gráfico 3. Véase Tabla 6.

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

577

O. Nel·lo y C. Donat

Tabla 6. Migraciones intrametropolitanas según dirección de los flujos (1996-2011) 1996-2001

2001-2006

Migr.

en %

Migr.

en %

Centrífugas

225.304

45,3

322.738

43,1

Centrípetas

85.739

17,2

151.796

20,3

Internas a los ámbitos

186.366

37,5

273.495

36,6

TOTAL

497.409 100,0

748.029 100,0

Subtotal 1996-2006 Migr.

2006-2011

en %

Migr.

en %

548.042

44,0

267.291

37,0

237.535

19,1

197.095

27,3

459.861

36,9

258.601

35,8

1.245.438 100,0

722.987 100,0

Fuente: INE, Estadística de Variaciones residenciales 1997-2011.

De nuevo, la irrupción de la crisis, que como es bien sabido, ha tenido una relación muy directa con la evolución del mercado inmobiliario, ha alterado estos patrones migratorios. En efecto, el primer indicador de este cambio ha sido una leve reducción de los movimientos intrametropolitanos, que han frenado su crecimiento acelerado y han disminuido de 748.029 a 722.987. Pero lo verdaderamente llamativo es la modificación en la dirección de los mismos: si en el quinquenio 2001-2006 los movimientos que podemos denominar «centrífugos» explicaban el 43,1% de los cambios de domicilio intermunicipales en la región metropolitana, en el lustro siguiente estos constituían solo el 37,0% del total (siendo el resto de cambios movimientos en dirección «centrípeta» o internos en las diversas coronas). En particular, los movimientos migratorios residenciales a mayor distancia parecen haberse reducido de manera considerable. Así, por ejemplo, los movimientos hacia el resto de Cataluña que explicaban el 20,9% del saldo negativo de la ciudad de Barcelona en el periodo 2001-2006, representan ahora solamente el 11,9% del mismo.14 Se trata de aquellos movimientos que tenían como destino, sobre todo, localidades de las comarcas del Baix Penedès, Anoia, Bages, Osona y la Selva, situadas más allá de los límites de la región metropolitana estricta. Para confirmar esta deriva nos bastará otro dato: en el periodo 2001-2006 entre los 10 municipios con mayores saldos migratorios positivos por migraciones metropolitanas se contaban 4 localidades situadas más allá de los confines de la región metropolitana,15 mientras que en el quinquenio siguiente solo se encontraban 2.16 Se podría aventurar la hipótesis, pues, que la incidencia de la crisis sobre el mercado de la vivienda y sobre la disponibilidad de las familias de incurrir en gastos en materia de transporte (que, por cierto, ha incrementado de forma notable sus costes tanto por el precio de los carburanEn efecto, como se puede deducir del Gráfico 2, entre los años 2001 y 2006, de los 125.473 residentes que perdió Barcelona debido a las migraciones internas en Cataluña, 26.251, es decir un 20,9%, se fueron a vivir más allá, incluso, del ámbito de la región metropolitana estricta. En cambio, entre 2006 y 2011 quienes tuvieron este comportamiento fueron solo 5.378 de un total de 45.030, un 11,9%. 15 Se trataba de los municipios de Calafell, el Vendrell y Cunit (segundo, tercero y quinto, respectivamente, pertenecientes a la comarca tarraconense del Baix Penedès) y de Piera (séptimo, perteneciente a l’Anoia). 16 Calafell (sexto) y Cunit (décimo). 14

578

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

tes como del transporte público) está teniendo como efecto, desde el punto residencial, un freno en la expansión del ámbito metropolitano. De confirmarse esta tendencia se trataría de una inflexión muy significativa, puesto que este no había dejado de extenderse, integrando siempre más territorio, en el último medio siglo. Para discutir la evolución de la tendencia a la integración del territorio resulta relevante el estudio no sólo de la movilidad residencial, sino también de los desplazamientos cotidianos. A ello dedicaremos el siguiente apartado. LA MOVILIDAD COTIDIANA DE LA POBLACIÓN Y LOS FLUJOS ECONÓMICOS CON EL EXTERIOR Disminución de la movilidad ocupacional y aumento de la personal, modificación del reparto modal e incremento de la autocontención municipal; mantenimiento de las exportaciones y del turismo A la vista de los datos de disminución de la actividad económica presentados más arriba, se podría pensar que la crisis ha comportado, ante todo, una disminución del número de desplazamientos de los ciudadanos, especialmente en día laborable. Pues bien, esto no es así, antes al contrario. Según datos de la Autoridad del Transporte Metropolitano,17 si en el año 2007 se producían en el interior del sistema metropolitano 14,7 millones de desplazamientos en día laborable, esta cifra se habría elevado hasta 16,1 millones en 2012, con un aumento del 9,8%. La media de desplazamientos diarios por habitante se había incrementado, asimismo, desde 3,55 a 3,79. Las causas de esta evolución, paradójica solo en apariencia, se encuentran en la modificación del peso relativo de los motivos de desplazamiento. En efecto, la movilidad por razones ocupacionales ha conocido, de acuerdo con lo que sería esperable, una notabilísima disminución, de 5,9 millones de desplazamientos en 2007 a 4,5 en 2012, esto es una reducción del 24,4%. Pero al mismo tiempo, la crisis parece haber incrementado las necesidades de movilidad personal, aquella que antaño se denominaba «no obligada», que asciende, en el mismo periodo de 8,7 a 11,6 millones de desplazamientos, con un crecimiento del 33%. Así, los desplazamientos debidos a la movilidad personal –gestiones, relaciones familiares, compras…– han pasado de explicar el 59,5% de la movilidad antes del inicio de la crisis a justificar el 72,1% cinco años más tarde. Junto al incremento del número de desplazamientos y a la modificación de sus motivos, la crisis parece haber tenido un impacto muy considerable sobre el reparto modal de la movilidad en el sentido de reducir el peso absoluto y relativo de los desplazamientos por modos motorizados, especialmente los que se efectúan por 17 Véase Tabla 7. Para la evolución de las dinámicas de la movilidad y los sistemas de transporte en la región metropolitana véanse, entre otros, Miralles; Cebollada (2002), López (2003), Mi-

ralles;

Oliver (2008), Oliver (2010); para la evolución del comercio exterior véase Llano; Diaz; Esteban (2010) y Gallego; Llano (2013). 579

O. Nel·lo y C. Donat

medios privados. Así, los desplazamientos a pie y en bicicleta se han incrementado entre 2007 y 2012 en un 32,7%, y han pasado de representar el 41,8% al 50,6% del total de los desplazamientos. Al mismo tiempo se mantienen los desplazamientos en transporte público, con un leve incremento del 4,4% en cinco años, mientras que los realizados en transporte privado han conocido una acusada disminución del 12,3%, con una caída absoluta de casi 700.000 desplazamientos diarios. Así, desde el punto de vista del funcionamiento diario de la metrópolis, la crisis ha tenido como una de sus consecuencias más vistosas la disminución del tránsito rodado. De esta forma, por ejemplo, según datos del Ayuntamiento de Barcelona, la intensidad media diaria de vehículos se había reducido entre 2007 y 2011 en un 6,7% en los puntos de acceso a la ciudad y en un 6,5% en las vías principales. Tabla 7. Desplazamientos en día laborable en la región metropolitana de Barcelona según motivo y modo de transporte (2003-2012) Datos generales Individuos Desplazamientos Media de desplazamientos Motivo del desplazamiento

2003

2007

2012

2007-2012

3.754.847

4.138.822

4.254.821

115.999

2,8%

10.695.799

14.687.696

16.125.464

1.437.768

9,8%

2,85

3,55

3,79

0,24

6,8%

2003

2007

2012

2007-2012

Movilidad ocupacional

2.336.114

3.342.926

2.576.058

-766.868

Movilidad personal

3.522.929

4.816.767

6.545.250

1.728.482

35,9%

Vuelta a casa ocupacional

1.881.471

2.603.408

1.920.403

-683.005

-26,2%

Vuelta a casa personal

-22,9%

2.955.285

3.924.594

5.083.752

1.159.158

29,5%

10.695.799

14.687.696

16.125.464

1.437.768

9,8%

Movilidad ocupacional

4.217.585

5.946.334

4.496.462

-1.449.872

-24,4%

Movilidad personal

6.478.214

8.741.361

11.629.002

2.887.641

33,0%

TOTAL

Modo de transporte

2.003

2.007

2.012

2007-2012

Modos no motorizados

4.409.201

6.142.459

8.151.846

2.009.387

32,7%

Transporte público

2.418.298

2.866.617

2.993.120

126.503

4,4%

Transporte privado TOTAL

3.868.300

5.678.620

4.980.498

-698.122

-12,3%

10.695.799

14.687.696

16.125.464

1.437.768

9,8%

Fuente: ATM, Enquesta de mobilitat en dies feiners (EMEF), 2003-2012.

Pero no es solo el número, la motivación y el modo de los desplazamientos lo que se ha transformado. El impacto más notable de la crisis en el ámbito de la movilidad se encuentra seguramente en la distancia recorrida en los desplazamientos.18 Como es sabido, una de las expresiones más palmarias del proceso de integración de cualquier 18

580

Véase Tabla 8.

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

territorio metropolitano es la pérdida de la capacidad de los municipios de contener en su interior la movilidad que generan. Este incremento de la interdependencia ha dado lugar a que en la región metropolitana de Barcelona se produjera una consistente caída de los porcentajes de autocontención de la movilidad. Esta tendencia había evolucionado siempre hacia una mayor apertura desde que se dispone de datos de movilidad, y se acrecentó de forma notable durante el ciclo económico ascendente: así, entre 1995 y 2006 la autocontención de la movilidad laboral municipal cayó en su conjunto del 59,6% al 46,4%, patrón que afectó todos y cada uno de los ámbitos de la metrópolis. Pues bien, la crisis ha venido también a modificar esta dinámica, de tal forma que en las series de datos quinquenales, entre 2006 y 2011 se observa por primera vez no una disminución, sino un incremento de las tasas de autocontención municipales. Así, la proporción de ocupados que no salen del propio municipio para trabajar ha remontado en este lustro del 46,4% al 53,2%, en el conjunto de la región metropolitana. El aumento es particularmente importante en la ciudad de Barcelona, que parece cerrarse como mercado laboral para su población ocupada residente, al incrementar su autocontención del 71,3% al 84,2%, y en la primera corona metropolitana, el ámbito tradicionalmente más interdependiente de la región, que aumenta del 27,6% al 36%. En la segunda corona, el porcentaje de autocontención municipal, que había caído del 48,9% al 40,4% en el periodo 2000-2006, continua viendo como esta disminuye pero a un ritmo mucho más moderado, hasta el 37,3% en 2011. Tabla 8. Autocontención laboral municipal por ámbitos territoriales (1995-2011) 1995

2000

2006

2011

Barcelona

79,1

76,6

71,3

84,2

Primera corona

35,6

30,6

27,6

36,0

Segunda corona

58,3

48,9

40,4

37,3

Total RMB

59,6

52,4

46,4

53,2

Fuente: IERMB y Idescat, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 1995, 2000, 2006, 2011.

Vemos, pues, que por lo que a la movilidad de los ciudadanos se refiere, la crisis económica ha supuesto un notabilísimo cambio en los motivos y en los modos de desplazamiento, que ha llevado al predominio de los desplazamientos por motivos personales sobre los ocupacionales y de los viajes a pie y en bicicleta por encima de los motorizados. Asimismo, ha comportado una inversión en la tendencia a la caída de la autocontención y al incremento de la interdependencia del territorio metropolitano. De nuevo, a la luz de estos datos se podría aventurar la hipótesis de que la crisis no solo ha supuesto un freno (o incluso una reversión) en el proceso de expansión metropolitana, sino que está también menguando la misma integración del sistema urbano. La otra cara de las dinámicas de movilidad está constituida por los flujos de la región metropolitana con el exterior. También en este campo se han producido modifi581

O. Nel·lo y C. Donat

caciones importantes. Veamos en primer lugar la evolución del comercio de bienes y su distribución espacial.19 Como se decía al inicio, Cataluña ha sido tradicionalmente uno de los centros principales del comercio español con el exterior, tanto por lo que a las importaciones como a las exportaciones se refiere. Unas y otras conocieron un aumento muy pronunciado en el periodo 1995-2007. En este, el volumen del comercio exterior catalán se dobló en términos nominales, pasando de representar 92.910 millones de euros en 1995 a 214.378 millones de euros en 2007. El aumento afectó tanto a las importaciones, que crecieron en un 156% (de 43,4 M€ a 111,5 M€), como a las exportaciones, que conocieron un incremento del 108% (de 49,4 M€ a 102,9 M€). La evolución posterior a 2007 ha supuesto un cierta reducción en el volumen del comercio de bienes, que ha caído hasta los 201.858 millones de euros en 2011 (un 5,8% respecto a 2007), pero su disminución ha sido muy inferior a la de otras magnitudes. Dos datos resultan en este campo particularmente significativos. En primer lugar, la disminución del comercio se deriva sobre todo de las importaciones, las cuales caen en un 12,6% (hasta los 97,4M€), mientras las exportaciones no solo se mantienen, sino que incluso, en términos nominales, aumentan levemente, un 1,5% (hasta los 104 M€). En segundo lugar, se ha producido una redistribución muy notable en el origen y destino del comercio exterior catalán. Así, si en 1995 las importaciones y exportaciones con el resto de España suponían el 53,0% del movimiento total, en 2011 estas representaban solamente el 37,3%. Especialmente relevante, es el hecho que en 2011 las exportaciones hacia el extranjero (55 M€) superan por primera vez, y de forma bien clara, las exportaciones hacia el resto de España (49,5 M€). Estos datos han llevado a diversos autores a indicar que el comercio exterior, y en particular las exportaciones hacia el extranjero, constituyen una de las principales fortalezas de las que en la presente coyuntura de crisis dispone la economía catalana. Otra muestra de la importancia del sector exterior en las circunstancias de crisis procede de la movilidad de pasajeros en el aeropuerto y el puerto de Barcelona. El aeropuerto de Barcelona-el Prat había doblado con creces su volumen de pasaje entre 1996 y 2006, al pasar de 13,4 a 30 millones de pasajeros.20 Con el advenimiento de la crisis su crecimiento se estancó e incluso llegó a registrar pérdidas en volumen de pasaje durante los años 2008 y 2009, pero desde entonces ha remontado de forma notable hasta alcanzar los 35,1 millones de pasajeros en 2012, consolidando su posición en el sistema aeroportuario español, segundo solo por detrás de Madrid-Barajas, con el cual, por cierto, ha reducido distancias de forma notable. Similar comportamiento presenta el tránsito de pasajeros en el puerto de Barcelona, que se ha convertido en el primer destino de cruceros en el Mediterráneo. Así, si el volumen de carga transportada, que había aumentado extraordinariamente entre 1996 y 2006, de 23,6 a 46,4 millones de TM, ha disminuido hasta los 41,5 millones de TM en 2012, Deberemos basarnos aquí en datos agregados para el conjunto de Cataluña, véase Tabla 9. Las magnitudes se expresan en euros corrientes. 20 Fuente: AENA, Anuarios estadísticos. 19

582

31.462

49.205

25.731

17.974

43.705

43.474

49.436

92.910

Exportación

Total

Importación

Exportación

Total

Importación.

Exportación.

Total

100,0%

 

 

47,0%

 

 

53,0%

 

 

152.379

78.207

74.172

82.414

33.538

48.876

69.965

44.669

25.296

2000

84.485

53.207

100,0%

 

 

49.678

80.215

214.378

102.885

111.493

129.893

Total

54,1%

 

 

2007 31.278

Internacional

45,9%

 

 

Interregional

100,0%

 

 

60,6%

 

 

39,4%

 

 

201.858

104.421

97.437

126.492

54.955

71.537

75.366

49.466

25.900

2011

100,0%

 

 

62,7%

 

 

37,3%

 

 

-12.520

1.536

-14.056

-3.401

5.277

-8.678

-9.119

-3.741

-5.378

-5,8%

1,5%

-12,6%

-2,6%

10,6%

-10,8%

-10,8%

-7,0%

-17,2%

2007-2011

Fuente: Llano, Díaz y Esteban (2010) y Gallego y Llano (2013), a partir de datos de C-Intereg y DataComex.

17.743

Importación

1995

Tabla 9. Distribución espacial del comercio exterior de bienes de Cataluña (1995-2011) (en millones de euros)

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

583

O. Nel·lo y C. Donat

el número de pasajeros no cesa de aumentar y se ha incrementado de 2,5 millones en 2006 a 3,4 millones en 2012.21 Podemos concluir pues, que, desde el punto de vista de la movilidad de personas y bienes, la región metropolitana barcelonesa parece estar perdiendo a raíz de la crisis algo del impulso expansivo e integrador respecto al territorio catalán que la han caracterizado durante el último medio siglo, pero conserva, pese a todo, una notable vitalidad por lo que a sus relaciones económicas y a su movilidad con el exterior se refiere. LA CUESTIÓN DE LA VIVIENDA Disminución de la demanda tanto por razones financieras como demográficas, reducción drástica de la producción de vivienda e importancia del mercado de segunda mano, caída moderada de los precios, reorientación del régimen de tenencia y agravamiento de las situaciones de exclusión Los impactos territoriales de la crisis tienen en buena medida su explicación y su corolario en la cuestión de la vivienda. En efecto, como es bien sabido, la crisis económica fue precedida por un extraordinario auge del mercado inmobiliario, acaecido entre los años 1997-2006, durante el cual se cimentaron las causas que explican no solo la caída del mercado residencial, sino también en buena medida la crisis financiera y económica en la que ésta se insiere. Por otra parte, el mercado de la vivienda ha actuado antes y durante la crisis económica como un poderoso filtro tanto a la hora de permitir a las familias y a los individuos satisfacer sus necesidades en este campo, como a la hora de segregar los grupos sociales sobre el espacio. No es pues sorprendente que sea en el ámbito de la vivienda donde las condiciones previas y subsiguientes al inicio de la crisis económica resulten particularmente contrastadas.22 En primer lugar, si atendemos a la demanda, convendrá recordar que el ciclo alcista fue determinado, de forma decisiva, por la presión de activos financieros, procedentes del ahorro y de los mercados bursátiles, que, en situación de gran liquidez crediticia entraron en el mercado inmobiliario español. Esta misma liquidez en el mercado del crédito, así como la flexibilización de las condiciones de acceso al mismo, permitieron a muchas familias acceder al mercado inmobiliario de compra en condiciones aparentemente favorables. Estos factores que, como se decía, se encuentran en buena medida en el origen de la situación económica actual, han sido largamente estudiados y debatidos.23 Menor atención se ha prestado, sin embargo, a

Fuente: Puerto de Barcelona, Informe Estadístico, 1996, 2006 y 2012. Sobre la evolución de la cuestión de la vivienda en la región metropolitana de Barcelona véanse, entre otros, Donat (2010a, 2010b y 2012), Miralles; Donat (2007), Miralles; Donat; Barnada (2007), Trilla (2001 y 2002), Monés; Carrera (2003), Roca-Cladera; Clusa; Marmolejo (2006). Asimismo se puede consultar un amplio compendio estadístico en Secretaria d’habitatge i millora urbana (2011). 23 Véanse, entre otros, Rodríguez (2004-2013) y Vergés (2005-2012). 21 22

584

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

la evolución de los factores demográficos en el periodo 1996-2007, evolución que comportó una coincidencia de elementos diversos que, a nuestro entender, resultan esenciales para explicar la extraordinaria potencia de la demanda en este periodo:24 en primer lugar, la llegada de las generaciones del baby boom de los años sesenta y primeros setenta, las más numerosas de la historia, a la edad de emancipación, de manera que en 1991, en la antesala del ciclo alcista, residían en la región metropolitana de Barcelona más de un millón de jóvenes entre los 10 y los 25 años, que deberían emanciparse durante los tres lustros siguientes; en segundo lugar, la persistente tendencia a la disminución del tamaño medio del hogar, la cual cayó entre 1991 y 2006 de 3,16 a 2,59 personas, de forma tal que, aun cuando la población se hubiera mantenido estable se habría precisado de un número mayor de primeras residencias; finalmente, la llegada de importantes contingentes de población procedentes de la inmigración extranjera, de tal jaez que si el número de extranjeros residentes en Cataluña no alcanzaba las 100.000 personas en 1996 superaba ya las 900.000 en 2006. Pues bien, todos estos factores –tanto los financieros como los demográficos– se han visto alterados de manera decisiva tras el estallido de la crisis. En primer lugar, como es obvio, el flujo de capital financiero, que a socaire del boom de las hipotecas subprime se extendió a nivel internacional, ha dejado de fluir desde el estallido de la crisis financiera internacional. En segundo lugar, las condiciones del crédito para las empresas y las familias se han endurecido extraordinariamente, no tanto por el incremento del precio del dinero (que, por el contrario, se ha mantenido consistentemente bajo) sino por la falta de liquidez de las entidades bancarias, que las ha llevado a restringir el crédito. Junto a estos factores financieros, se han modificado también los parámetros demográficos que condicionaban la demanda. Así, la población en edad previa a la emancipación se ha reducido notablemente; en 2006 había tan solo 733.363 jóvenes entre 10 y 25 años en la región metropolitana (y ello contando que un 17% de estos efectivos eran nacidos fuera de España, llegados en los últimos años). Por otra parte, la crisis económica ha venido a modificar algunas pautas en las formas de convivencia, de modo que la tendencia al crecimiento de hogares con pocos miembros o unipersonales asociada al envejecimiento de la población se ve en parte compensada por una drástica reducción de las rupturas/separaciones familiares25 y seguramente por el incremento del número de hogares con más de un núcleo.26 Así los primeros resultados del censo de 2011 muestran cómo entre 2006 y 2011 el tamaño medio del hogar, pese a mantener la tendencia al descenso, disminuye ahora con una intensidad inusitadamente baja, la más moderada de los últimos cincuenta años.27 Finalmente, la población extranjera, que se había incrementado en casi un Véanse Donat (2012) y Nel·lo (2012a). Por ejemplo, en Cataluña se registraron 19.104 rupturas/separaciones/divorcios en el año 1998, en el año 2006 se llegó a las 27.493 y en el 2011 han descendido a las 19.799 (Fuente, Idescat). 26 La evolución de la tipología de hogares se tendrá que comprobar con los datos del censo de 2011. 27 Véase Tabla 10. 24 25

585

586 3,87

3.914.950

1.011.809

1970

3,40

4.623.362

1.358.915

1981

3,14

4.654.407

1.484.454

1991

2,89

4.628.277

1.600.139

1996

2,74

4.805.927

1.754.332

2001

2,58

5.294.659

2.053.958

2006

2,55

5.522.565

2.168.607

2011

3,1 -0,3

Población

Tamaño medio del hogar

-1,3

1,6

2,9

1970-1981

-0,8

0,1

0,9

1981-1991

-1,4

-0,1

1,3

1991-1996

-1,0

0,7

1,7

1996-2001

-1,2

1,9

3,1

2001-2006

-0,2

0,9

1,1

2006-2011

Fuente: INE, Censos de población y vivienda, 1960, 1970, 1981, 1991, 2001, 2011; Idescat, Estadística de població 1996; y elaboración propia a partir de Idescat, Estimacions intercensals de població 2006 y de Idescat, Projeccions de llars de Catalunya 2011-2020.

3,4

Hogares

1960-1970

Tabla 11. Hogares, población y tamaño medio del hogar en la provincia de Barcelona. 1960-2011 (Tasa de crecimiento anual acumulativa %) (continuación)

Fuente: INE, Censos de población y vivienda, 1960, 1970, 1981, 1991, 2001, 2011; Idescat, stadística de població 1996; y elaboración propia a partir de Idescat, Estimacions intercensals de població 2006 y de Idescat, Projeccions de llars de Catalunya 2011-2020.

3,98

Población

Tamaño medio del hogar

722.582

2.878.530

Hogares

1960

Tabla 10. Hogares, población y tamaño medio del hogar en la provincia de Barcelona (1960-2011)

O. Nel·lo y C. Donat

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

200% en el quinquenio 2001-2006 (pasando de 310.307 a 913.757 efectivos) ha moderado su crecimiento de forma también acusada, de modo que entre 2006 y 2011 el incremento de extranjeros residentes en Cataluña no alcanzó el 25% (para situarse en 1.128.438 personas).28 En definitiva, el resultado combinado de estos factores (económicos, financieros, demográficos, con sus corolarios psicológicos y políticos) ha dado lugar a una reducción en la formación de nuevos hogares a partir de 2007, a una ralentización muy considerable de los cambios residenciales por motivos de mejora y a la práctica desaparición de la demanda de inversión, tan asociada a los desequilibrios y al aumento exacerbado de los precios durante el último boom inmobiliario. En consecuencia, la demanda agregada de vivienda en la región metropolitana de Barcelona ha disminuido, desde el punto de vista cuantitativo, de manera muy notable desde el inicio de la crisis. Cambios de similar magnitud y significación han afectado la oferta de vivienda. El más llamativo estriba, sin duda, en la reducción en la producción de viviendas de obra nueva. En los tres años culminantes del ciclo expansivo, 2004-2006, la producción en la provincia de Barcelona había llegado a alcanzar una media cercana a las 47.000 unidades, e incluso a superar las 50.000 en 2006. Desde entonces, la producción ha experimentado una drástica caída, para situarse por debajo de las 10.000 unidades anuales a partir de 2009 y reducirse hasta las poco más de 3.000 de 2012. Aun así, durante estos años han continuado finalizándose buena parte de las viviendas que se habían iniciado con anterioridad, lo cual, combinado con la disminución de la demanda a la que acabamos de hacer referencia, ha dado lugar a una acumulación muy notable de viviendas nuevas sin vender, que, en 2011, se estimaba cercana a las 60.000 unidades de obra nueva para el conjunto de la provincia de Barcelona.29 Ahora bien, en un territorio con una gran estructura urbana ya consolidada, al considerar la oferta conviene prestar atención no solo a la vivienda de nueva producción sino también, y en algunos aspectos especialmente, a la vivienda de segunda mano. 28 Es cierto que una parte de esta disminución se debe a la política de nacionalizaciones impulsada por el gobierno español. Pero su factor explicativo esencial debe buscarse en la disminución del saldo migratorio positivo analizado en el apartado primero. 29 Véase Gráfico 4 y Ministerio de Fomento, 2012. Las estimaciones del stock de vivienda sin vender ofrecen resultados diversos en sus magnitudes absolutas, pero coincidentes en la constatación de grandes diferencias territoriales. Así, los datos facilitados por el Ministerio de Fomento indican cómo las provincias más turísticas acumulan mayor stock por habitante. Estas diferencias son confirmadas por otras estimaciones, efectuadas con métodos diversos. De esta forma, datos de la Secretaria d’Habitatge de la Generalitat de Catalunya a partir de informaciones de Registro de la Propiedad cifran el stock de vivienda nueva invendida acumulado para el conjunto de Cataluña entre 2007 e inicio de 2013 en 79.331 unidades. También en este caso los datos muestran como el stock por habitante es notablemente más reducido en la región metropolitana (7,6 viviendas vacías por 1000 habitantes) que en el resto del territorio (16,4). Y dentro de ésta, la ciudad de Barcelona (6,1) y su continuo urbano (4,2), registran los valores más bajos, mientras que en la segunda corona metropolitana (11,6) son superiores (Secretaria d’Habitatge i Millora Urbana, 2013).

587

O. Nel·lo y C. Donat

De hecho, ya durante el ciclo inmobiliario alcista –entre 1996 y 2006– por cada 100 viviendas nuevas construidas que entraron en el mercado en la región metropolitana, quedaron vacantes 63 por el efecto de la desaparición de hogares por mortalidad de quienes los integraban. Este ratio, ya de por sí muy notable, fue todavía más elevado en los municipios que configuran el continuo urbano entorno a la capital, donde la relación fue de 100 nuevas a 111 vacantes por desaparición de hogares, y en la misma ciudad de Barcelona, donde se alcanzó la proporción de 100 a 238.30 Como la mortalidad de la población sigue, de forma ineluctable, su curso y afecta ahora sobre todo a las cohortes de los nacidos en los años 30 y 40 del siglo pasado, acrecentadas por la inmigración de los 60 y primeros 70, la vivienda de segunda mano viene a incrementar de forma determinante el volumen del stock. Gráfico 4. Indicadores del mercado de la vivienda de obra nueva. Región metropolitana de Barcelona. 1999-2012 70.000 60.000 50.000 40.000 30.000 20.000 10.000 0

Stock* Finalizadas

Iniciadas Transacciones o.nueva

Fuente: Colegio de Aparejadores, Consejo General del Notariado y Ministerio de Fomento. * Datos referentes a la provincia de Barcelona.

La combinación de la modificación de la demanda y de la oferta de vivienda desde el inicio de la crisis económica ha tenido efectos notables sobre la evolución de los precios, el régimen de tenencia y la exclusión social en este campo. Por lo que a la evolución de los precios se refiere, conviene diferenciar claramente los diversos segmentos del mercado, tanto por lo que concierne al producto (obra nueva/ segunda mano), como a su localización (Barcelona/ resto de Cataluña) y a la tenencia (compra/alquiler).31 Así, en todos los ámbitos se puede apreciar la quiebra e inversión de la dinámica de precios, cuyos aumentos en los años 2004-2005 para la vivienda de obra nueva habían llegado a superar el 20% anual. El ajuste que se ha producido

30 31

588

Para la presentación y análisis de estos datos, véase Donat (2012). Véase Tabla 12.

-

10,3 -

-

15,2

13,2

18,8

-

5,9

17,1

21,1

9,7

18,6

2003

-

6,2

29,1

27,4

26,0

20,6

2004

-

8,8

16,3

12,5

23,6

21,2

2005

9,2

9,4

18,9

20,3

18,8

14,0

2006

7,1

10,1

0,4

-0,5

-1,1

2,8

2007

5,1

6,1

-7,9

-8,2

-19,4

-5,1

2008

-4,1

-2,5

-4,5

-2,0

-9,4

-9,4

2009

-5,5

-3,9

-2,7

-0,4

-2,8

-1,0

2010

Fuente: Generalitat de Catalunya. Departament de Territori i Sostenibilitat.

*En el caso del alquiler se considera la variación en el periodo 2008-2012, ya que los precios subieron hasta el año 2008. ** €/m2 construido. En el caso del alquiler son precios unitarios.

-

25,6

9,6

22,5

17,3

2002

Alquiler Cataluña

2ª mano Cataluña

22,2

12,0

15,4

2001

11,5

12,0

2ª mano Barcelona

13,2

2000

Alquiler Barcelona

0,9

11,6

O. nueva Cataluña

22,0

O. nueva Barcelona

1999

-2,5

-1,2

-9,5

-8,8

-0,7

-9,5

2011

-4,7

-4,3

-9,3

-11,4

-6,0

-7,2

2012

Tabla 12. Variación de los precios medios de la vivienda** en Barcelona y Cataluña (1998-2012) (en %)

-15,7

-11,4

-29,8

-27,6

-33,8

-28,6

2007 -2012*

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

589

O. Nel·lo y C. Donat

entre 2007 y 2012 ha sido, sin embargo, más lento de lo que podría esperarse y en modo alguno ha revertido la situación a los niveles anteriores al inicio de la crisis. Por otra parte, las disminuciones de precios han sido, en términos generales, mayores en vivienda nueva que en la de segunda mano, en el resto que Cataluña que en Barcelona y en las transacciones por compra que en los contratos de alquiler. Así, en el plazo de estos cinco años, la vivienda de obra nueva ha visto reducir sus precios medios de compraventa en un 28,6% en Barcelona y un 33,8% en Cataluña, mientras los de vivienda de segunda mano caían un 27,6% en la capital y un 29,8% en el resto del país. En cambio, los precios de alquiler, sector en el que, como se explicará a continuación, tiende ahora a concentrarse buena parte de la demanda, solo han disminuido un 11,4% en Barcelona y un 15,7% en el resto de Cataluña. De este modo, si al moderado descenso de los precios de alquiler, se une el endurecimiento de las condiciones de los préstamos hipotecarios para la compra, la evolución del mercado laboral y la disminución de la renta media de las familias, puede afirmarse que los problemas de acceso a la vivienda, pese a la relativa disminución de los precios y el mantenimiento de los bajos tipos de interés, se encuentran lejos de estar resueltos para parte sustantiva de la población. Otra transformación de gran relevancia en el mercado de la vivienda afecta el régimen de tenencia. En efecto, como es sabido, la propiedad había ido adquiriendo en las últimas décadas una preponderancia que algunos autores han considerado avasalladora, de forma tal que, según datos de la Encuesta sobre Condiciones de Vida y Hábitos de la Población, en 2006 el 82,0% de las familias de la región metropolitana de Barcelona vivían en régimen de propiedad,32 lo cual confería al mercado residencial una gran rigidez y dejaba el alquiler en una situación prácticamente marginal. La coyuntura de crisis, con la incertidumbre sobre la evolución de los valores inmobiliarios y las dificultades de acceso a la vivienda tiende a modificar de manera considerable esta situación.33 Así, si tomamos como referencia las operaciones de compraventa para el conjunto de la región metropolitana de Barcelona podemos apreciar cómo, mientras en los últimos años del ciclo inmobiliario alcista (20042006) se contabilizó un volumen medio de 86.475 operaciones de compraventa al año, esta cifra no ha dejado de reducirse desde 2007. Así, en 2012 las transacciones de compraventa solo fueron 28.025, un 68% menos que en el momento álgido del ciclo. En cambio los nuevos contratos de alquiler, que apenas alcanzaban una media de 41.864 entre 2004 y 2006, se han incrementado hasta 96.623 en 2012, lo cual representa un aumento del 130%. De esta forma, el peso de los contratos de alquiler sobre el conjunto de operaciones de compraventa y alquiler se ha incrementado del 33% al 78%.34 Los datos de la Encuesta sobre Condiciones de Vida y Hábitos de la Fuente: IERMB y Idescat, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població de Catalunya, 2006. Véase Gráfico 5. 34 Como puede verse el conjunto de operaciones de compraventa y alquiler no ha caído de forma muy significativa con la llegada de la crisis: se registraron 130.193 en 2006 y 124.648 en 2012. Esto po32

33

590

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

población vienen a confirmar esta tendencia, de forma que en 2011 el porcentaje de hogares que vivían en régimen de propiedad había descendido hasta el 72,2%.35 Gráfico 5. Transacciones de compraventa y nuevos contratos de alquiler. Región metropolitana de Barcelona. 2004-2012 100.000 90.000 80.000 70.000 60.000 50.000 40.000

O.nueva 2ª mano Alquiler

30.000 20.000 10.000 0 Fuente: Ministrio de Fomento, a partir del Consejo General del Notariado, y Secretaria d'Habitatge i Millora urbana, a partir de las fianzas depositadas en el Incasol

La última de las consecuencias de la crisis económica en el mercado de la vivienda es, en cambio, la más acuciante desde el punto de vista social: el alarmante incremento en los procesos de desahucio de personas y familias que se ven incapaces de hacer frente a los gastos de compra o alquiler de la vivienda. Es esta una cuestión acerca de la cual solo recientemente se ha empezado a disponer de información, procedente de los datos, en parte contrapuestos, aportados por el Consejo General del Poder Judicial y por el Colegio de los Registradores de la Propiedad de España.36 Como es sabido, la atención sobre el tema ha sido suscitada sobre todo por las movilizaciones ciudadanas contra los desahucios, que han tenido en la región metropolitana barcelonesa uno de los focos principales. Entre estas han destacado las impulsadas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de forma que la atención se ha centrado en especial sobre las familias que, estando en proceso de adquirir

dría llevar a pensar que la demanda no ha disminuido, en contra de lo afirmado más arriba. Sin embargo, a nuestro parecer, más que expresar una estabilización de la demanda agregada, los datos traslucen un aumento de la frecuencia en los cambios de vivienda de las personas que viven en alquiler, en oposición con el mayor predominio de la propiedad en el periodo anterior. 35 Fuente: IERMB y Idescat, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població de Catalunya, 2011. 36 Sobre la problemática de las fuentes para el conocimiento del fenómeno de los desahucios, resulta de interés el informe «Una aproximación a la conciliación de los datos sobre ejecuciones hipotecarias y desahucios», Datos de Justicia. Boletín de Estadística. Consejo General del Poder Judicial, 35, junio 2013. . 591

O. Nel·lo y C. Donat

una vivienda en propiedad, han sido objeto de desahucio. La situación, ciertamente dramática, comportó que en el año 2012 se produjeran en Cataluña 6.960 adjudicaciones por ejecución hipotecaria, según datos del Colegio de Registradores, de modo que se concentraron aquí el 17,9% de las acaecidas en el conjunto de España.37 Cabe constatar sin embargo que junto a este tipo de actuaciones han proliferado también otros desahucios mucho menos visibles, pero, según algunas fuentes, mucho más numerosos: los de familias que, viviendo en alquiler, no pueden seguir haciendo frente a los pagos que éste supone.38 Para concluir pues, podemos constatar que en el ámbito del mercado de la vivienda la crisis ha comportado, en primer lugar, una disminución drástica de la demanda tanto por razones financieras como demográficas, sin que esto haya significado, en modo alguno, una mejora en las condiciones de acceso, de tal forma que sectores muy importantes de la población de la Barcelona metropolitana y del conjunto de Cataluña siguen teniendo dificultades muy acusadas tanto para acceder como para mantener una vivienda. Esto es así, porque junto a la disminución de la demanda se ha producido una contracción notabilísima de la producción de vivienda nueva y, pese a la aportación muy cuantiosa de unidades procedentes del mercado de segunda mano, los precios han bajado con más lentitud y menor proporción de los que en principio podía esperarse. A la limitación de la oferta se han añadido, a la hora de dificultar el acceso a la vivienda, la disminución de los ingresos medios de las familias, las restricciones del crédito y el éxito escaso de las políticas de vivienda protegida, de las que se hablará a continuación. El resultado de esta situación ha sido una reorientación del régimen de tenencia, con un incremento de las familias que viven en régimen de alquiler, un agravamiento de las situaciones de exclusión y, seguramente, un incremento de los riesgos de segregación social. LAS POLÍTICAS TERRITORIALES Y URBANAS Disminución de la intervención de los poderes públicos, flexibilización normativa, suspensión de programas, estancamiento de la institucionalización metropolitana y propuestas de reorientación integral La crisis económica ha sido acompañada en la región metropolitana de Barcelona por una inflexión destacada de las políticas territoriales que en ella se aplican por parte de las administraciones públicas. En efecto, la coyuntura económica ha comportado,

Fuente: Colegio de Registradores de España. Por ejemplo, en el conjunto de la provincia de Barcelona, los datos aportados por el Consejo General del Poder Judicial para el primer trimestre de 2013, y recopilados por Diputación de barcelona (2013), indican que del total de lanzamientos efectuados, es decir aquellos procesos de ejecución finalizados con la pérdida del hogar por parte del comprador o el arrendatario, el 73% fue debido al impago del alquiler y solo el 27% al impago de hipoteca. 37 38

592

Los efectos territoriales de la crisis económica en la región metropolitana de Barcelona

en primer lugar, que las instituciones catalanas conozcan notabilísimas dificultades financieras, que han mermado de manera acentuada su capacidad de actuación. Por otra parte, la crisis ha coincidido, de forma en modo alguno casual, con los cambios acaecidos en las principales instituciones que actúan en el ámbito metropolitano barcelonés: en el gobierno de la Generalitat de Cataluña, tras las elecciones de noviembre de 2010, con la recuperación de la presidencia por parte de Convergència i Unió, después de siete años de gobiernos de progreso; en el gobierno del Estado, tras las elecciones de diciembre 2011, con el advenimiento de la mayoría absoluta del Partido Popular en las Cortes Generales; así como en el mismo Ayuntamiento de Barcelona, donde, tras las elecciones de mayo 2011, las fuerzas políticas de izquierda tuvieron que ceder la alcaldía que habían detentado de manera ininterrumpida por más de tres décadas. Finalmente, la reorientación de las políticas tiene lugar bajo la presión de las pulsiones desreguladoras y de las políticas de austeridad que, a socaire de la crisis, han ido extendiéndose en toda Europa, En este marco, el Gobierno de la Generalitat, sin duda el principal actor en este campo puesto que dispone de las principales competencias, ha afirmado, en julio 2013, que «en el contexto actual, es necesario reorientar las políticas de ordenación del territorio y de urbanismo en Cataluña con el objetivo de reactivar la economía y dar un nuevo impulso estratégico para responder a los grandes retos y oportunidades que actualmente se plantean en nuestra sociedad». Para ello ha anunciado la voluntad de modificar del conjunto de la legislación territorial a través de una nueva Ley del Territorio, Urbanismo, Arquitectura y Paisaje que ordene y simplifique, unificándola, la legislación sobre ordenación del territorio, gestión urbanística, costas, montaña, paisaje, barrios y urbanizaciones. Los objetivos principales de la reforma serán «impulsar la eficiencia, la competitividad y el desarrollo económico territorial», «revisar los objetivos de la planificación territorial y urbanismo (…) para favorecer un crecimiento de calidad que sea económicamente viable y territorialmente sostenible», así como «permitir la difusión equilibrada en el territorio de los efectos derivados de las implantación de grandes proyectos y actividades estratégicas».39 A la espera de este replanteamiento de conjunto, hasta la fecha la inflexión en las políticas territoriales aplicadas en la Barcelona metropolitana y en Cataluña entera no ha comportado tanto la adopción de nuevas actuaciones o iniciativas, sino más bien la suspensión o el debilitamiento de las existentes, a través, sobre todo, de la disminución de la intervención de los poderes públicos, la suspensión de diversos programas o actuaciones, la modificación parcial de la legislación, la flexibilización de regulaciones y el estancamiento relativo de los intentos de institucionalización del gobierno metropolitano. La inflexión en las políticas ha sido tanto más notable por 39 Ordre TES/110/2013, de 4 de juny, per la qual es crea el Comitè d’experts per a la reforma de les polítiques d’ordenació territorial i d’urbanisme a Catalunya, Diari Oficial de la Generalitat, 7 de julio 2013. El comité de expertos al que hace referencia la Orden está formado por un nutrido grupo de profesionales, representantes de los sectores empresariales y de los colegios profesionales.

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el hecho de haberse producido tras un periodo (2004-2010) en el que habían tenido lugar numerosas iniciativas destinadas precisamente a incrementar la capacidad de los poderes públicos en el gobierno y la gestión del territorio metropolitano.40 Entre estas innovaciones, coincidentes en buena medida con el ciclo económico ascendente, cabe destacar: las sucesivas modificaciones de la Ley de Urbanismo (2004 y 2007), la aprobación y desarrollo de las leyes de Barrios (2004), Paisaje (2005), Derecho a la Vivienda (2007) y mejora de las Urbanizaciones (2009), la elaboración y aprobación del Plan Territorial Metropolitano (2010) y de diversos planes directores urbanísticos relativos al territorio metropolitano, así como la institucionalización de una nueva articulación del gobierno metropolitano a través de la ley de Vegueries (2010) y la ley del Área Metropolitana de Barcelona (2010). Como veremos, en todos y cada uno de los ámbitos a los que se refieren dichas iniciativas se han producido modificaciones destacadas. Por lo que atañe al ámbito del urbanismo y la vivienda las modificaciones más substantivas se han producido por la modificación de la Ley 18/2007, del Derecho a la Vivienda a través de la Ley 9/2011, de 29 de diciembre, de Promoción de la Actividad Económica,41 y la alteración del propio texto refundido de la Ley de Urbanismo, mediante la Ley 3/2012, de 22 de febrero.42 Los rasgos fundamentales de la modificación de la normativa en materia de vivienda han sido la derogación del procedimiento de expropiación temporal del usufructo y alquiler forzoso de la vivienda por incumplimiento de la función social de la propiedad; la limitación de las funciones, efectos y financiación del Plan Territorial Sectorial de Vivienda; la eliminación del carácter preceptivo de los planes locales de vivienda; la suspensión de la obligatoriedad del reparto uniforme de la localización de las reservas de suelo para vivienda de protección oficial y de procurar la coexistencia y mezcla en el territorio entre vivienda de protección oficial y libre; la limitación del número de municipios afectados por el principio de solidaridad urbana; la progresiva desregulación de la vivienda de protección oficial (con la supresión del plazo mínimo de 30 años para su descalificación que la ley preveía). Por su parte, la modificación de la Ley de Urbanismo –aprobada apenas dos meses después, en febrero 2012– supuso, entre otros cambios, la reducción de los porcentajes de cesión de aprovechamiento medio en

40 Sobre los antecedentes inmediatos de las políticas territoriales en la región metropolitana de Barcelona, véanse Castañer (ed.) (2012) y Nel·lo (2012b). 41 Véase el título IV de la Ley 9/2011. . 42 Véase la Ley 3/2012, de 22 de febrero, de modificación del texto refundido de la ley de Urbanismo, aprobado por Decreto Legislativo 1/2010, de 3 de agosto. .

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algunos supuestos, la reducción de la obligación de reserva de suelo para vivienda de protección oficial en los municipios menores de 5.000 habitantes, así como la posibilidad de establecer a través de planes directores urbanísticos sectores de interés supramunicipal para la ejecución de actuaciones de especial relevancia social o económica o de características singulares. Este último aspecto tiene particular importancia, puesto que es muestra de la creciente predisposición de las administraciones públicas a adoptar medidas y normas especiales en diversas partes del territorio, obviando los mecanismos ordinarios del planeamiento y las regulaciones existentes, con el objetivo de captar inversiones consideradas «estratégicas». Estas medidas desreguladoras en el ámbito de la vivienda y el urbanismo se han visto acompañadas por la suspensión de algunas de las políticas activas en materia de rehabilitación a las que más esfuerzos se habían dedicado en los años anteriores a la crisis económica. Así, a través de la Ley de Medidas Fiscales y Financieras de 2011, se modificó la Ley para la mejora de barrios, villas y áreas urbanas.43 Esta, entre 2004, año de su aprobación, y 2010, había permitido realizar 7 convocatorias de ayudas a los municipios con áreas degradadas y emprender operaciones de rehabilitación integral en 141 barrios, con una población beneficiaria de más de un millón de habitantes y una inversión total comprometida de más de 1.330 millones de euros. Los recursos financieros eran aportados aproximadamente a partes iguales por la Generalitat y los municipios concernidos, y hasta el mes de diciembre de 2010 se habían invertido efectivamente 513 millones de euros.44 La modificación introducida en 2011 permitió a la administración autonómica evitar la obligación de las convocatorias anuales, y, de hecho, estas no han vuelto a producirse en los años sucesivos, pese a los reiterados pronunciamientos del Parlamento reclamándolas.45 Más todavía, a finales de 2011 el Gobierno de la Generalitat comunicó a los ayuntamientos que el presupuesto de 2012 no incluiría reservas para el pago de actuaciones de la Ley de Barrios realizadas en este ejercicio.46 Asimismo, el mes de mayo de Véase Llei 7/2011, de mesures fiscals i financeres, art. 63. . 44 Véase Llei2/2004, de 4 de juny, de millora de barris, àrees urbanes i viles que requereixen una atenció especial. Existe una extensa bibliografía sobre la Ley de Barrios y sus efectos. El balance de los cuatro primeros años de su aplicación fue publicado en Nel·lo (dir.). 2009. . 45 Véanse Moció 12/IX del Parlament de Catalunya, sobre el desplegament de la Llei 2/2004, de millora de barris, àrees urbanes i viles que requereixen una atenció especial y Moció 84/IX del Parlament de Catalunya, sobre el desplegament de la Llei 2/2004, de millora de barris, àrees urbanes i viles que requereixen una atenció especial . Ambas mociones fueron aprobadas de manera unánime por el Parlament, incluyendo, pues, los votos, de las fuerzas políticas que dan apoyo al gobierno. 46 De hecho, algunas de las dificultades presupuestarias en la ejecución de la Ley se retrotraen ya al periodo 2009-2010. Así, en los primeros años de ejecución de las actuaciones –entre 2004 y 2008- el presupuesto de la Generalitat incluyó reservas de recursos muy superiores a los que finalmente requirieron los ayuntamientos, por la lentitud y las dificultades propias en los inicios de todo proceso de rehabi43

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2012, alegando la falta de recursos por parte de las administraciones, se estableció mediante Decreto,47 la posibilidad de ampliar los plazos de ejecución de los programas de rehabilitación integral desde los 6 años previstos inicialmente hasta 10. La combinación de la ausencia de nuevas convocatorias, las dificultades del cobro por parte de los ayuntamientos y la ampliación de los plazos de ejecución han comportado una drástica reducción de las actuaciones de rehabilitación vinculadas a la ley. Suerte similar han conocido los programas de rehabilitación destinados específicamente a las urbanizaciones de baja densidad nacidas en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Estas, que tienen una presencia muy acusada en la región metropolitana de Barcelona, presentan a menudo una aguda problemática urbanística y social, fruto de los déficit acumulados desde su mismos inicios, la problemática administrativa derivada de unos orígenes muy a menudo irregulares y la concentración en algunas de ellas de población de escaso nivel adquisitivo. El año 2009 el Parlament de Catalunya aprobó la Llei 3/2009, de 10 de marzo, de regularización y mejora de las urbanizaciones con déficit urbanísticos,48 que permitió emprender actuaciones de mejora en 98 urbanizaciones, a través de sendas convocatorias, realizadas los años 2009 y 2010, en lo que ha podido ser considerado el intento más ambicioso de abordar su problemática.49 Pues bien, a partir de 2011 las convocatorias han sido discontinuadas por parte del Gobierno de la Generalitat y la aplicación de la norma ha quedado de hecho en suspenso, pese al pronunciamiento en sentido contrario del Parlament de Catalunya y la recomendación del Síndic de Greuges de desplegar otros aspectos contenidos en la ley.50 Por lo que al planeamiento se refiere, en abril de 2010 el Gobierno de la Generalitat aprobó el Plan Territorial Metropolitano de Barcelona. Se trata de un instrumento largamente reclamado, que había sido objeto de múltiples tentativas fallidas

litación. En cambio, a partir de 2009, cuando los efectos de la crisis sobre las finanzas de la Generalitat empezaron a hacerse evidentes, los recursos presupuestarios destinados a hacer frente a los compromisos contraídos por la aplicación de la ley empezaron a menguar, justo en el momento en que buena parte de los ayuntamientos estaban en disposición de certificar actuaciones ya realizadas. Esta paradoja, consolidada a partir de 2012 por la falta de consignación presupuestaria, ha contribuido a la deuda que la administración autonómica mantiene hoy con las administraciones locales. Para un análisis de los aspectos financieros en la ejecución de la Ley de Barrios, véase Mier et al. (2009) y Nel·lo (2012). 47 Decret 53/2012, de 22 de maig, pel qual es modifica el Decret 369/2004, de 7 de setembre, pel qual es desplega la Llei 2/2004, de 4 de juny, de millora de barris, àrees urbanes i viles que requereixen una atenció especial. . 48 Véase . 49 Véase al respecto Nel·lo (2011b). 50 Véase la Moció 84/IX del Parlament , aprobada de forma unánime con la abstención del grupo de Convergència i Unió, así como el pronunciamiento del Síndic de Greuges, Informe del Síndic de Greuges sobre les urbanitzacions amb déficits (2013), . 596

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de elaboración y aprobación en el último medio siglo, esencial para la ordenación de las dinámicas territoriales en el ámbito barcelonés.51 La elaboración del PTMB tuvo lugar en el marco del desarrollo del Programa de Planeamiento Territorial que permitió aprobar entre 2006 y 2010 los siete planes territoriales que cubren la totalidad del territorio de Catalunya.52 Su aprobación, acordada entre la Generalitat y las administraciones locales del ámbito metropolitano, despertó amplias expectativas y, pese al cambio de mayorías políticas, no se ha producido hasta el momento una revisión del planeamiento territorial vigente (incluido el metropolitano) para darle un carácter menos normativo y más estratégico, tal como en principio se había propuesto.53 Así, hasta mayo de 2012, 26 de los 164 municipios que integran la región (es decir el 16% del total) habían adaptado o estaban adaptando ya su planeamiento a las prescripciones del PTMB. En términos generales, sin embargo, el balance del desarrollo del Plan tres años después de su aprobación no es especialmente halagüeño. Por una parte, los órganos que podrían impulsarlo políticamente o técnicamente han dejado de reunirse o han desaparecido: la Comisión de Ordenación Territorial Metropolitana, el órgano paritario entre la Generalitat y la administración local que formuló el plan y debe velar por su desarrollo, no ha vuelto a reunirse desde el año 2010; el Programa de Planeamiento Territorial, cuya existencia supuso un impulso decisivo para la elaboración del PTMB y del conjunto de planes territoriales en Cataluña ha sido disuelto, sin que llegara a culminar la revisión del Plan Territorial General de Cataluña iniciada en noviembre de 2009; disuelto ha sido asimismo el Institut d’Estudis Territorials, donde se había realizado la redacción del PTMB y se había seguido durante los primeros años de vigencia su ejecución. Por otra parte, en lo referente al desarrollo urbanístico del PTMB, el Plan Director Urbanístico del Área Metropolitana de Barcelona, concerniente a los 36 municipios centrales del sistema metropolitano, que habría de permitir, una vez aprobado, revisar el viejo Plan General Metropolitano de 1976 todavía vigente, se encuentra en fases muy iniciales de elaboración y no ha emprendido ni tan siquiera los primeros pasos de su 51 Véase Departament de Política Territorial i Obres Públiques, Pla Territorial Metropolità de Barcelona (2010) . El PTMB de 2010 ha suscitado una amplia literatura y ha sido objeto de atención fuera y dentro de España. Pueden verse al respecto el cuaderno monográfico publicado Tria. Rivista di Cultura Urbanística (Coletta et al., eds., 2011) y el número también monográfico de la revista Papers. Regió Metropolitana de Barcelona, dedicado al tema (55, julio 2012). Son útiles para una visión de conjunto del Plan los artículos de Esteban (2012a), Carrera (2012), Indovina (2010), López (2011) y Nel·lo (2011c). 52 En relación al Programa de Planeamiento Territorial Vicente (2012), Esteban (2012b) y Nel·lo (2010b). 53 Véase los programas electorales de Convergència i Unió para las elecciones al Parlament de Catalunya de 2010 (p. 119) y 2012 . Este último indicaba la voluntad de impulsar «la transformación de los Planes territoriales parciales en instrumentos que definan estrategias territoriales orientadas a la mejora de la calidad de vida y a la generación de actividad económica» (p. 102).

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tramitación.54 Asimismo, los PDU del área Martorell-Abrera y Riera de Caldes, cuya elaboración había encargado ya la Comisión de Urbanismo de Cataluña el año 2010 han sido interrumpidos. Sí se ha iniciado, en cambio, coincidiendo con la modificación de la Ley de Costas estatal, la revisión del Plan Director Urbanístico del Sistema Costero Catalán, aprobado en 2005 con el objetivo de preservar de la urbanización la práctica totalidad del suelo no urbanizable y buena parte del suelo urbanizable de la franja costera.55 Por lo que a las previsiones en materia de infraestructuras se refiere, el Plan Director de Infraestructuras 2012-2020 aprobado por la Autoridad del Transporte Metropolitano de Barcelona en julio de 2013, que debían servir para desarrollar las prescripciones del PTMB en este campo, ha reducido de manera drástica sus previsiones de inversión, de tal manera que parte substancial de la previsiones del Plan (como el nuevo túnel ferroviario de Horta, la compleción de la L-9 del metro o la línea orbital ferroviaria) han quedado de momento sin financiación.56 Mención aparte merece, finalmente, el tema de la articulación de las instancias de gobierno metropolitano. Como tantas otras, la metrópolis barcelonesa se ha caracterizado en las últimas décadas por la complejidad y la fragmentación de su estructura administrativa, fruto de las dificultades de adaptación de ésta a las dinámicas de transformación del territorio a las que nos referíamos al inicio. La aprobación del Estatuto de Cataluña de 2006 permitió pensar que se había dado con una solución a la problemática del gobierno metropolitano. En efecto, la norma preveía tanto la substitución de las diputaciones provinciales por unos consejos de veguería de nueva planta, como la institucionalización específicas para las áreas metropolitanas del país. Esto ofrecía la oportunidad de establecer de hecho dos niveles de gobierno metropolitano: un consejo de veguería que se correspondería al ámbito de la región metropolitana extensa y un área metropolitana para el ámbito central del sistema. El legislador catalán desarrolló De acuerdo con la Ley 31/2010 del Área Metropolitana de Barcelona, la iniciativa en la elaboración del PDU, así como su tramitación hasta la aprobación provisional corresponde a este organismo: . 55 El acuerdo de inicio de la modificación del PDUSC fue tomado por la Comisión de política territorial i d’urbanisme de Catalunya, el 19 de marzo de 2013. No se han dado a conocer todavía los objetivos y el alcance de la modificación. Sobre el PDUSC y sus efectos en régimen jurídico del litoral catalán, véase Aguirre (2013). 56 La inversión total prevista finalmente por el PDI 2011-2020 en su aprobación por el Consejo de Administración de la ATM en julio 2013, 12.379,5 millones de euros, es inferior a la que figuraba en la aprobación inicial del Plan en junio 2012, 13.760 millones. De la inversión finalmente aprobada, 3.367 millones corresponden a la Generalitat y 4.732 a inversiones imputadas al Ministerio de Fomento. Se incluyen también 3.985,3 millones del programa de Modernización y Mejora que las administraciones estiman de difícil concreción en las circunstancias presentes, por lo que la cifra final de inversión podría acabar siendo cercana a los 8.000 millones. Debe reseñarse que buena parte de las inversiones programadas corresponden a actuaciones ya previstas y no completadas en el anterior PDI 2001-2011, cuyo importe total estimado, 16.473,2 millones de euros, superó ampliamente las previsiones para la presente década. Véase, Autoritat del Transport Metropolità. 2012 y 2013. Pla Director d’Infraestructures del transport públic col·lectiu de la regió metropolitana de Barcelona 2011-2020. Barcelona: ATM (documentos de aprobación inicial y definitiva). 54

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estas expectativas y las concretó en dos disposiciones: la Ley 30/2010, de 3 de agosto, de Vegueries, y la Ley 31/2010, de de 3 agosto, del Área Metropolitana de Barcelona. La primera preveía el establecimiento de una veguería para el conjunto de la región metropolitana (es decir, las siete comarcas del Barcelonès, Maresme, Vallès Oriental, Vallès Occidental, Baix Llobregat, Garraf y Alt Penedès comprendidas en el PTMB y en el ámbito de la Autoridad de Transporte Metropolitano) y la segunda la constitución del área metropolitana para 36 municipios centrales de la metrópolis (por una extensión de 633 km2, casi equivalente a la del municipio de Madrid).57 Sin embargo, las expectativas suscitadas por la aprobación de estas medidas han quedado en buena medida frustradas.58 Por una parte, la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña de 2006 obliga a una interpretación del texto estatutario según la cual el establecimiento de los Consells de Vegueria para ámbitos diversos a los de las provincias existentes sólo sería posible si previamente las Cortes Generales alteraran los límites de estas. Esto ha llevado la aplicación de parte sustantiva de la ley a un callejón sin salida aparente, de modo que la región metropolitana sigue sin disponer de un órgano local de gobierno propio y específico.59 El Consejo Metropolitano, el ente local de gobierno del Área Metropolitana, se constituyó, en cambio, después de las elecciones locales de mayo 2011. El equilibrio de fuerzas políticas resultante de estas –que dio la alcaldía de Barcelona a Convergència i Unió, mientras mantenía mayorías de izquierda en la mayor parte de los municipios del ámbito metropolitano- ha propiciado la formación de un gobierno de amplia base que cuenta, sin embargo, con un presupuesto limitado (573 millones de euros para el año 2013, en buena parte vinculados por gastos finalistas) y unos objetivos forzosamente modestos.60 Véanse los textos de ambas leyes en y . Las demarcaciones vegueriales debían servir tanto para la organización de la administración periférica de la Generalitat como para el establecimiento de los Consells de veguería que vinieran a substituir y asumirá las funciones de las Diputaciones provinciales. En el ámbito de la Área Metropolitana de Barcelona la ley preveía asimismo la formación de un ente local con competencias en el ámbito del transporte, el ciclo del agua, la gestión de residuos, el urbanismo y la cooperación intermunicipal. De esta forma, cada uno de los dos ámbitos metropolitanos de referencia, la región y el área, dispondría de un ente local propio. 58 Sobre los proyectos y expectativas suscitados por la reforma de la organización territorial entre la aprobación del Estatuto de Cataluña de 2006 y la aprobación de las leyes de Vegueries y del Área Metropolitana puede verse Nel·lo (2009). 59 Así, una nueva ley del Parlament ha venido a suspender la constitución de los Consejos de Veguería hasta que se hayan «aprobado las modificaciones en la normativa estatal» necesarias. Véase Llei 4/2011, del 8 de juny, de modificació de la Llei 30/2010, del 3 d’agost, de vegueries, . 60 Así, por ejemplo, respecto al tan esperado Plan Director Urbanístico del Área Metropolitana el Pla d’Actuació Metropolità 2011-2015, aprobado en marzo 2012, se propone solamente para este período e «iniciar la redacción del Pla director urbanístico metropolitano» a través de la «creación de un 57

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A MODO DE RESUMEN Y CONCLUSIÓN La problemática de la región metropolitana barcelonesa en el marco de la crisis económica internacional Desde una perspectiva histórica, se ha escrito que la crisis económica actual no es, en modo alguno, un evento esporádico y transitorio, sino la expresión de un cambio profundo en las relaciones entre capital y trabajo a escala planetaria.61 Así, los orígenes de la crisis se remontarían por lo menos hasta los años setenta del siglo pasado, cuando, transcurridos los «treinta gloriosos» años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, en los que las clases trabajadoras europeas aceptaron los mercados capitalistas y los derechos de propiedad a cambio de democracia política, seguridad social y un incremento continuado de las condiciones de vida, los gobiernos de los países capitalistas democráticos se han encontrado atrapados en una contradicción insoluble: la necesidad de atender simultáneamente los requerimientos de las fuerzas del libre mercado cada vez más globalizadas y las demandas sociales de sus respectivas poblaciones. Como ha explicado Wolfgang Streeck, la resolución de esta contradicción había podido ser sucesivamente postergada en el tiempo a través de diversos expedientes dilatorios: la inflación de los años setenta, la expansión de la deuda pública en los ochenta, la desregulación de los mercados en los noventa. Esta última, que como es bien sabido se encuentra en la base de la crisis económica actual, había permitido mantener durante los últimos años el crecimiento a través del incremento de la deuda privada, hasta que en 2008 colapsó la pirámide financiera.62 La crisis actual viene a poner en evidencia de nuevo la dificultad de conciliar las exigencias del capital globalizado con el mantenimiento de las condiciones de vida y los beneficios sociales para las clases trabajadoras europeas, las cuales parecen haber perdido, además, parte substancial de su capacidad de organización y ofensiva. Lo que está en cuestión, pues, son los equilibrios y los pactos, tácitos y explícitos, alcanzados hace más de medio siglo entre capital y trabajo, de modo que las clases subalternas ven no solo cómo se reduce su acceso a la renta, sino también la continuidad de los servicios sociales que había proporcionado el Estado del bienestar e incluso los derechos y libertades propias del Estado democrático. Los aspectos territoriales son claves para la evolución y la comprensión de este proceso, a todos los niveles de escala. A escala planetaria, la asimetría inherente a la globalización económica, que ha supuesto la liberalización prácticamente irrestricta

equipo de redacción para definir conceptualmente el Plan director: protocolos de redacción, modelos de trabajo, comisiones de desarrollo y participación, proceso de reflexión estratégica territorial, etc.» Véase PAM, 2011/2015 (p.12). . 61 Véanse, por ejemplo, las reflexiones de Fontana (2013) y Harvey (2011). 62 Véase Streeck (2011). 600

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de los movimientos de capital, mercancías e información, mientras las personas y las organizaciones políticas seguían ancladas en sus territorios respectivos, constituye, como es bien sabido, uno de los factores básicos en la ruptura del equilibrio de fuerzas entre capital y trabajo. Por otra parte, el desplazamiento de las tensiones y las crisis entre continentes ha sido, como ha explicado David Harvey, uno de los recursos que ha permitido aliviar las contradicciones del sistema económico durante las últimas décadas. Finalmente, por citar solo otro factor, el proceso de urbanización, que ha convertido las grandes áreas urbanas en nodos de la red global, ha sido a un tiempo motor y efecto de la integración económica y de la extensión de las relaciones de producción capitalistas al conjunto del planeta. En el presente capítulo, hemos tratado de analizar los componentes territoriales de la crisis en el ámbito de una región metropolitana donde, por las peculiares características de la historia contemporánea española, el período comprendido entre 1975 y 2006 fue en su conjunto –pese a la presencia de episodios no desdeñables de crisis y dificultades– una etapa de progreso económico, de mejora generalizada de las condiciones de vida y de conquista de las libertades políticas. Esto ha supuesto la conformación de Barcelona como una de las diez principales metrópolis europeas, con un territorio crecientemente extenso e integrado, donde los efectos de las desigualdades sociales, sin que desaparecieran en modo alguno, se habían atemperado hasta el punto que se ha podido afirmar que la sociedad metropolitana había transitado de «la necesidad a la libertad».63 Como hemos visto, la crisis económica ha venido a alterar de manera notable esta trayectoria.64 En efecto, en apenas cinco años se han perdido en Catalunya 1 de cada 6 lugares de trabajo y el paro afecta más de una cuarta parte de la población activa. En la región metropolitana la crisis ha supuesto la pérdida de la mitad de los lugares de trabajo en el sector de la construcción y un tercio en la industria, profundizando la tendencia a la terciarización de la economía. Al mismo tiempo la renta de los ciudadanos catalanes se ha reducido, en términos medios, en cerca de un 15% y la desigualdad social se ha incrementado de forma acentuada debido, sobre todo, a la disminución de los ingresos de los sectores más desfavorecidos. Así, la situación de pobreza relativa alcanza una quinta parte de la población y se estima que 600.000 personas (es decir, el equivalente a la población de Navarra) viven en situación de pobreza extrema. En esta coyuntura, las variables demográficas han conocido una destacada inflexión. Del crecimiento acelerado de los últimos lustros se ha pasado a una situación de estancamiento, provocada sobre todo por la disminución del saldo migratorio po-

Véase el análisis, ya citado, de la estructura social de la Barcelona metropolitana de Subirats (2012). Para un contraste con aquellas que habían sido las principales tendencias en la transformación del territorio metropolitano, puede resultar útil comparar la evolución presente con el análisis recogido en un número monográfico de la revista Papers. Regió Metropolitana de Barcelona 51 (2010), dedicado al análisis de la transformaciones territoriales de la región metropolitana en el período 1986-2006 (Nel·lo, Alberich, Donat, Oliver, 2010). 63

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sitivo con el extranjero –que había sido el principal factor explicativo del crecimiento en el periodo anterior– sin que los modestos avances resultantes del movimiento natural de la población consigan alterar de manera significativa el cuadro. Por otra parte, las migraciones intrametropolitanas, fundamentales para explicar la evolución del poblamiento en el interior de la región y para impulsar la expansión de las dinámicas metropolitanas sobre el territorio, también se han modificado notablemente: así, los movimientos residenciales desde el centro hacia el entorno metropolitano, tradicionalmente dominantes, han perdido en buena parte su preeminencia y, en particular, los saldos migratorios positivos de los municipios situados en los confines de la región metropolitana se han reducido notablemente. Parece pues como si las dinámicas metropolitanas, que no han dejado de integrar siempre más territorio en las últimas décadas, tuvieran ahora mayor dificultad para hacerlo. La dinámica relativa a los asentamientos se confirma con el estudio de los patrones de movilidad cotidiana de la población. En efecto, no es solo que la movilidad debida a razones ocupacionales haya caído en una cuarta parte, sino que han variado también los pesos relativos de los medios de transporte (con el incremento de los desplazamientos a pie y en bicicleta, acompañada por la disminución del uso del vehículo privado). Además, de forma particularmente llamativa, la autocontención de los municipios, que no había cesado de disminuir desde que se dispone de datos, vuelve a crecer, de forma inusitada y considerable (remontando en un lustro un 14,7% y situándose por encima del 53%). Así pues, la reducción de la capacidad expansiva de las dinámicas metropolitanas parece combinarse con una cierta pérdida de la interrelación interna. Esta situación contrasta con la evolución de los intercambios exteriores de la región metropolitana de Barcelona, las cuales, pese a conocer una cierta disminución, mantienen una considerable vitalidad. Así, el comercio de bienes el comercio exterior consigue mantenerse y experimenta, además, una muy significativa redistribución, por la cual las exportaciones hacia el extranjero superan ahora notablemente las que se dirigen al resto de España. También se mantiene, e incluso aumenta, pese a la coyuntura, el volumen de pasaje en el puerto y el aeropuerto de Barcelona. Si la región metropolitana de Barcelona puede estar perdiendo capacidad de expansión y de cohesión interna, esto no parece afectar, por lo menos de momento, su apertura e internacionalización. Todo este conjunto de factores tiene su reflejo en la evolución del mercado residencial, causa y consecuencia, de los procesos de transformación económica y territorial. Así, se ha producido una reducción vertiginosa de la producción de vivienda nueva, de forma que en la región metropolitana por cada 17 viviendas que se iniciaban en 2006 se inició 1 en 2012. En el conjunto de la provincia, el stock de vivienda nueva vacía se acerca, según estimaciones del propio Ministerio de Fomento, las 60.000 unidades, lo cual viene a corresponder, aproximadamente, a toda la vivienda de una ciudad como Tarragona (secundarias y vacías incluidas). Por otra parte, por razones demográficas, la entrada en el mercado de vivienda de segunda 602

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mano sigue siendo muy elevada. Pese a la conjunción de estos factores, los precios no han conocido una disminución comprable a los extraordinarios incrementos experimentados en la fase expansiva del ciclo inmobiliario. Esto, junto a la disminución de los ingresos de las familias, las restricciones del crédito y la dificultad de producir vivienda protegida, ha contribuido a mantener e incrementar las dificultades de acceso de partes substantivas de la población a la vivienda, que se hacen patentes en el freno de la disminución del tamaño medio del hogar, la modificación en el régimen de tenencia (donde el alquiler aumenta de forma considerable) y el agravamiento de las situaciones de exclusión. Finalmente, por lo que a las políticas territoriales se refiere, la coyuntura de crisis ha comportado una notable reducción de la capacidad de actuación de los poderes públicos sobre el territorio. Esta resulta, en primer lugar, de las dificultades financieras por las que atraviesan las administraciones públicas debido a la reducción de sus fuentes de ingresos, agravadas por las políticas de austeridad y el mantenimiento de un sistema fiscal que descansa, en muy buena medida, sobre las rentas del trabajo. Ahora bien, la disminución de la intervención de la administración sobre el territorio ha sido también voluntaria, es decir, fruto de una pulsión desreguladora derivada del convencimiento de que la reducción y la flexibilización de legislación, normativa y planeamiento son un requisito básico para el relanzamiento de la actividad económica. De esta forma, en los últimos años se ha producido en la región metropolitana de Barcelona y en el conjunto de Cataluña una acentuada desregulación de la normativa en materia de vivienda, así como una modificación de la normativa urbanística para permitir, en casos, la implantación de actividades económicas consideradas estratégicas siguiendo procedimientos diversos a los del planeamiento ordinario. Se ha producido también la suspensión de diversos programas de rehabilitación urbana (Ley de Barrios, Ley de Urbanizaciones), así como un impase en el campo del desarrollo del planeamiento territorial y de la institucionalización del gobierno metropolitano. Desde el retorno de la democracia, el proceso de urbanización en la región metropolitana de Barcelona se había entreverado con el progreso económico, la mejora de las condiciones de vida de la población, el gozo de las libertades políticas y la reducción de las incertidumbres asociadas al mercado de trabajo. Después de una larga pugna por la democracia política y social, a finales del convulso siglo XX catalán y español, la acción de la administración había podido aparecer como el garante del trabajo digno, de los derechos a la salud y a la educación, de la tranquilidad de una vejez segura; certidumbres cuyos corolarios territoriales eran el derecho a la vivienda, la defensa del espacio público como elemento configurador de la ciudad, el transporte público como medio para la vertebración y la equidad territorial, la lucha contra la degradación de barrios y áreas urbanas, la preservación del medio ambiente, los recursos y el paisaje. La situación actual desgarra de forma dramática estas confianzas y situaciones como el paro, la pobreza, y las dificultades de acceso a los servicios básicos se afirman, no ya como una coyuntura efímera y superable, sino como una realidad cada vez más permanente para amplios sectores de la po603

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blación. En el ámbito territorial esto implica, ante la impotencia o la aquiescencia de las instituciones, el empeoramiento de las dificultades de acceso a (e incluso de mantenimiento de) la vivienda, el encarecimiento del transporte, la tendencia a la privatización del espacio público, la profundización de la segregación urbana y la pérdida de liderazgo colectivo en la transformación de la ciudad y el territorio. Al analizar la deriva de las sociedades y la política de la Europa actual, Zygmunt Bauman ha escrito: «el Estado contemporáneo no puede seguir cumpliendo la promesa del Estado social y sus políticos ya ni siquiera la repiten. Las políticas que el Estado contemporáneo pone en marcha presagian, por el contrario, una vida aún más precaria y cargada de riesgos que hará necesarias políticas aún más arriesgadas e imposibilitará casi por completo cualquier proyecto de vida consistente. Los políticos de nuestros días piden «mayor flexibilidad» a sus electores, (lo que equivale a pedirles que se preparen para las inseguridades aún mayores que se avecinan)».65 El reto, en la región metropolitana de Barcelona y en todas las ciudades de Europa, consiste, claro está, en levantar una alternativa social e impulsar nuevas políticas para evitar que estos vaticinios se cumplan. BIBLIOGRAFÍA Aguirre, J. M. 2013. El règim jurídic del litoral català. Girona: Universitat de Girona (tesis doctoral). Alberich, J. 2007. La vinculació territorial de la població a Catalunya. Una aproximació a partir del cens de 2001. Bellaterra: Departamento de Geografia de la Universidad Autónoma de Barcelona (tesis doctoral). Bauman, Z. 2008. Archipiélago de excepciones. Barcelona: Centre de Cultura Contemporània (134 p.). Busquets, J. 1992. Barcelona: evolución urbanística de una capital compacta. Madrid: MAPFRE (425 p.). Cabré, A; Módenes. J. A. 1997. «Dinàmiques demogràfiques recents a la Regió Metropolitana de Barcelona». Revista económica de Catalunya. Dossier La Barcelona metropolitana: economia i planejament. Primera part, 33, pp. 66-76. Carrera, J. M. (2012). «El Pla Territorial Metropolità. Propostes per Territoris». Papers. Regió Metropolitana de Barcelona, 55, pp. 32-47. Castañer, M. (ed.). 2012. El planejament territorial a Catalunya a inici del segle XXI. Una nova interpretació i projecció del país. Barcelona: Societat Catalana d’Ordenació del Territori (206 p.). Coletta, M. et. al. (eds.). 2012. Governare la metropoli. Il Piano Territoriale Metropolitano 2010 di Barcellona. Napoli: Università degli Studi di Napoli Federico II (175 p.).

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