Los diarios y el encuadre de la represión

May 22, 2017 | Autor: Nadia Koziner | Categoría: Media Framing, Framing, Newspaper
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ENFOQUE

Los diarios y el encuadre de la represión

Los diarios y el encuadre de la represión

Las tapas de los matutinos por teños del día siguiente a la represión a los docentes que intentaban instalar una escuela itinerante en plaza Congr eso vuelven a poner de manifiesto una homogénea polarización mediática. Esta dispersión presenta, en principio, dos form as de encuadrar la pr oblemática. Encuadrar una noticia supone nombrar un pr oblema —definir una situación—, señalar sus causas y los r espectivos responsables detrás de éstas, evaluar moralmente las consecuencias de los hechos r elatados e invitar a las audiencias a posicionarse políticamente y a r eclamar una determinada solución al conflicto en detrimento de otras. Cuando propone el concepto “ definición de la situación ”, William Thomas afirma que antes de todo acto de conducta existe un estado de examen. P or cierto, las calificaciones utilizadas por los diarios El Cronista y Ámbito Financier o referidas a esos acontecimientos —“ choque” o “incidentes”— son la vía de entrada para definir dicha situación y , por ende, distribuir r esponsabilida des alrededor de las acciones. P ero volvamos a los verbos. El Diccionario de la Real Academia Española cuenta con definiciones similar es para “choque” e “incidente ”: contienda, disputa, riña, pelea entr e dos o más personas. La utilización de esos términos ubica a docentes y policías en pie de igualdad, omitiendo que la institución policial detenta el monopolio de la fuerza pública y diluy endo, así, su r esponsabilidad (“Choque a yer entre docentes y Policía”, Ámbito Financier o, 10 de abril de 2017, tapa). De estos apelativ os se desprende un derrotero de mecanismos discursiv os que circunscriben la perspectiv a de toda la pr oblemática docente a un juego de titanes. En sintonía con los matutinos económicos, Clarín aporta elementos que comple tan el encuadr e del caso: el accionar de la policía es pr esentado como una reacción a la ocupación ilegal (sin autorización) y se identifica al ¿nue vo? adversario personalizado del Gobierno como r esponsable ex cluyente (“Baradel quería su pr opia carpa blanca y lo sacó la P olicía”, Clarín, 10 de abril de 2017, tapa). La causa de la r eacción policial —en los términos de Diario Popular, “impidió la instalación” (10 de abril de 2017, tapa)— es la falta de permis o, lo que justificaría el desalojo como una solución “ no deseada, pero necesaria” frente a una acción ilegal por par te de “un grupo de gr emialistas”. La tapa de La Nación de ese día cristaliza esta idea al hacer hincapié en que “la estructura no había sido autorizada ”. En todos los casos, es clar o, la sanción moral r eposa en dicha ilegalidad. Sólo Página/12 y Crónica desentonan con el encuadr e generalizado de esos titular es y polarizan con el r esto de los periódicos: los términos que utilizan para caracterizar la situación —”r epresión”, “violencia”, “palos”, “gas pimienta”— reconocen, aunque no explícitamente, la r esponsabilidad estatal en el ejer cicio de la violencia. “Reprimir ” significa detener o castigar, desde el po der y mediante la agr esión, actuaciones políticas o sociales (DRAE). F rente al panorama delineado por P ágina/12 y por Cr ónica, equiparar estos hech os a una trifulca entr e barras a la salida de un clásico

delineado por P ágina/12 y por Cr ónica, equiparar estos hech os a una trifulca entr e barras a la salida de un clásico pierde consistencia. En las ideas que sub yacen a los textos quedan r egistrados los inter eses de la variedad de actor es que pugnan por dominar el sentido de los acontecimientos. En esa corr elación de fuerzas, se instala la perspectiv a dominante. Los funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Air es justificaron con ahínco la actuación r epresiva de las fuerzas de seguridad. En armonía con el encuadr e propuesto por la ma yoría de los periódicos, desconocier on la obligación institucional que tiene el Estado de oír los r eclamos de los div ersos sectores y el derecho de estos últimos a expr esarse y a peticionar. El eje de la pr oblemática se reduce a la tramitación de un permiso para pr otestar. En definitiva, el poder político y los medios de élite par ecen confluir en una comunidad de inter eses que promueve un enfoque par ticular de los acon tecimientos como si fuera el r esultado de un consenso social generalizado. Individualizar la culpa del conflicto en un puñado de “ gremialistas” descontextualiza el r eclamo y lo deslegitima. La polarización ignora que no se trata de dos actor es de igual peso enfr entados, sino que uno de ellos detenta la violencia física y buena parte del poder simbólic o, mientras que el otr o resiste el desalojo como forma de pr otesta.  

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