Los caminos de los libros : el tránsito de libros entre Portugal y Brasil
Descripción
Márcia Abreu
Los caminos de los libros – el tránsito de libros entre Portugal y Brasil
2014
Abreu, Márcia Los caminos de los libros – el tránsito de libros entre Portugal y Brasil / Márcia Abreu – Campinas – São Paulo, 2014 Bibliografía ISBN 978-‐85-‐7591-‐261-‐4 1. Literatura – Historia 2. Libros – Historia 3. Libros y lectura 03-‐2615 CDD – 028
Para Antonio y Felipe, amores
Índice Introducción Parte I – El tránsito de las letras Capítulo 1 – La censura y el control de los libros -‐ La vigilancia de las ideas en Portugal -‐ La vigilancia de las ideas en Río de Janeiro -‐ La imprenta en Río de Janeiro Capítulo 2 – Libros de éxito -‐ Bellas Letras y la censura lisboeta: 1769 – 1807 -‐ Bellas Letras y la censura lisboeta: 1808 – 1826 -‐ Bellas Letras y la censura carioca: 1808 – 1821 Capítulo 3 – Libros de mano en mano -‐ Remitentes y destinatarios de libros -‐ La presencia de libros en inventarios Parte II – Juzgar y Sentir Capítulo 4 – La lectura de las Bellas Letras -‐ La manera correcta de leer -‐ Preceptivas en Río de Janeiro -‐ La lectura correcta en Río de Janeiro Capítulo 5 – La lectura de la novela -‐ Los inconvenientes de las lecturas frívolas y lascivas -‐ Las ventajas de la lectura de novelas -‐ Otra preceptiva: escritura y lectura de novelas -‐ La lectura de novelas en Río de Janeiro Conclusión – Quien busca lo que no perdió Bibliografía
12 20 21 40 78 84 85 99 107 126 127 152 192 193 211 244 262 266 288 299 312 342 352
Agradecimientos
Agradezco a Marisa Lajolo, Eni Orlandi, Regina Zilberman, Sandra Vasconcelos, Magda Soares, Luiz Carlos Villalta, Aníbal Bragança, Sandra Reimão, Roger Chartier, Jean Hébrard, Christian Jouhaud, Rita Marquilhas y Ana Virgínia Pinheiro, la lectura de este trabajo, en diferentes etapas de su elaboración, y las discusiones acerca de las ideas aquí presentadas. A Carlos Alberto González Sánchez, por una estimulante comunicación intelectual y por haber alentado la traducción de este libro al español. A Otávio Velho, Milena Ribeiro Martins y Paulo Franchetti, por unas preciosas indicaciones bibliográficas. Percival Britto, Valdir Barzotto, Antonio Augusto Batista y Sírio Possenti, las acaloradas discusiones acerca de mis ideas sobre la lectura en el Brasil contemporáneo. La ayuda de Cilza Carla Bignotto, Valéria Florenzano y Itamarati de Lima, fue decisiva en la transcripción, digitación y tabulación de los datos. Sátiro Nunes (Archivo Nacional), Anna Naldi
(Biblioteca Nacional), Vera Lúcia de Almeida (Real Gabinete Portugués de Lectura – Rio de Janeiro), Carla Rosa Martins Gonçalves (Real Gabinete Portugués de Lectura – Río de Janeiro), me señalaron el límite entre lo posible y lo imposible en los archivos y bibliotecas visitados. La generosidad de Roberto Waack, Mariza Waack, Maria Lizete dos Santos y Elvira Azevedo de Abreu, hizo que mi vida y trabajo fuesen más fáciles. No olvido tampoco la ayuda que me brindaron la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP), Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) y Fundo de Apoio ao Ensino, à Pesquisa e à Extensão (FAEPEX-‐ UNICAMP), un sustento esencial para la investigación desarrollada. Del mismo modo extiendo mi gratitud a Fernando Costa, rector de la Universidad Estadual de Campinas, por su apoyo para la traducción del libro al español.
“Yo tenía conmigo un libro, en lengua portuguesa, que los salvajes sacaron de un navío que aprisionaron con la ayuda de los franceses; me regalaron ese libro. Dejé al prisionero y leí el libro, y sentí mucha pena de él.” Hans Staden Verdadera historia y descripción de un país de salvajes, 1557.
Introducción Todo trabajo tiene una historia. La de éste comenzó con una idea desconfiada. Hace algunas décadas, la lectura y el libro se convirtieron en un tema atractivo para numerosos investigadores. Los que se interesaron por estas cuestiones en Brasil, en general, solían resaltar las carencias intelectuales del país, sobre todo en los siglos más remotos. Para fundamentar sus interpretaciones buscaban documentos de las autoridades coloniales, textos de intelectuales decimonónicos y, principalmente, relatos de viajeros, de los que extraían unas copiosas citas que redundan en la absoluta ignorancia en que vivían los brasileños de los primeros tiempos. Del mismo modo que aquellos viajantes, los investigadores lamentaban la ausencia de las infraestructuras básicas del libro y la lectura: bibliotecas, escuelas, librerías, sociedades literarias, escritorios de lectura, etc. La conclusión parecía obvia: no había lectores en el Brasil colonial.
12
Cuando comencé a tomar contacto con esta información acababa de concluir mi tesis de doctoral, en la cual había examinado algunos documentos producidos por la censura de Portugal, entre mediados del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, autorizando el envío de centenares de folletos populares hacia Brasil. Desde 1769 a 1826, la entrada de libros en las colonias lusitanas era regulada por distintos organismos censores, cuya función consistía en la concesión de licencias a los libros que se pretendieren exportar desde Portugal a sus dominios coloniales. Es por ello que en los archivos portugueses, bajo el nombre de “Catálogo para Examen de los Libros para Salir del Reino con Destino a Brasil”, se guarden millares de peticiones de autorización con las que poder enviar impresos y otros escritos a Brasil. De ahí nacía la desconfianza aludida al principio. Efectivamente, si las gentes del Brasil no leían, ¿por qué se complicaban tanto la vida para obtener una licencia oficial que les permitiera tener algunos libros? Si bien, mis recelos iban en aumento a medida que leía los trabajos que enfatizan la precariedad de la cultura letrada en Brasil. Mas aprecié que los testimonios empeñados en tal tesitura podrían ser leídas de una manera diferente. Afirmaciones como las de Machado de Assis en O Futuro, de marzo de 1882, admiten, al menos, dos lecturas: nuestro movimiento literario es uno de los más insignificantes posibles. Se publican pocos libros y se leen aún menos. Se aprecia mucho la lectura superficial e insignificante, del mal trabado y bien accidentada novela, pero de ahí no pasa el capital literario del pueblo. Una podría centrarse en las lamentaciones sobre la insignificancia del movimiento literario local, causa de que los libros publicados fueran pocos, y los leídos aún menos. Pero también podemos fijarnos en la existencia de otros tipos de lectores y de cierta 13
lectura “superficial e insignificante, del mal trabado y bien accidentada novela”. El hecho de ser Machado de Assis un escritor que quería conseguir algún dinero con la publicación de sus obras, puede haber interferido en la mala imagen que tenía de las lecturas más corrientes. Tal vez su deseo de ver sus escritos difundidos a una mayor escala de la que en realidad tenían, lo llevase a unos juicios tan peyorativos de la demanda de libros en Brasil; porque sus novelas no se leían tanto como otras que él consideraba peores. La posibilidad de vislumbrar otros sentidos en los textos del pasado, junto con las numerosos pedidos de autorización para remesas de libros sitas en Portugal, estimularon mi voluntad hacia el estudio de la presencia de textos literarios en Brasil, que después se complicaría con la confrontación de documentos oficiales y discursos en torno a la lectura, siempre contradictorios. Pues, aunque fortaleciese mi confianza en la existencia de lectores, la gran cantidad de solicitudes de licencias para el envío de libros a tierras brasileñas, hacía el trabajo inviable por su propia amplitud. Por ello, tuve que restringir la investigación a Río de Janeiro, ciudad destinataria de la mayor parte de los pedidos de libros a la metrópoli. Es verdad, no obstante, que las referencias a Bahía son semejantes, pero el hecho de que la corte portuguesa se estableciera en Río en un momento determinado, contribuyó de manera decisiva en la elección de dicha localidad, por ofrecerme mayores atractivos. La llegada de la Familia Real a la capital carioca conllevó la instalación en la misma de libreros y negociantes extranjeros, la apertura de bibliotecas, la fundación de teatros, la edición de diarios y, en definitiva, unas mejores posibilidades de contacto con libros. Del mismo modo, decidí concentrar la investigación en la circulación de obras literarias, pero siendo consciente de las dificultades que entraña el empleo indiscriminado de concepto literatura, que en aquella época significaba algo completamente 14
distinto a la de hoy. Este trabajo, por tanto, no examina obras literarias estrictamente; en primer lugar, porque el término sería anacrónico aplicado al siglo XVIII e inicios del XIX. En segundo lugar, porque en el momento en que empieza a ser empleado en la acepción moderna, la palabra literatura se asocia a algunas obras, algunos escritores, algunos lectores, algunas formas de leer, excluyendo la mayor parte de la producción y de las personas. De ahí que optara por el término Bellas Letras, que guarda la indefinición del período y permite que se considere un conjunto más amplio de escritos (poesías, narrativas, piezas oratorias y teatrales). Todos al margen de los presupuestos subyacentes en las exclusiones operadas en el tránsito del siglo XVIII al XIX, y profundizadas en los siguientes.1 Para conocer parte de los libros en circulación durante este periodo, examiné los documentos de la censura que controlan la circulación de escritos entre Europa y Brasil. El mecanismo de funcionamiento de los órganos de censura instalados por la corona portuguesa son presentados en el primer capítulo: “La censura y el control de los libros”. Así, mientras algunos censores deliberaban sobre la conveniencia de ciertas lecturas, al mismo tiempo los moradores de Río de Janeiro se interesaban por cosas muy distintas. Preocupándose o no de los valores y jerarquías establecidos, leían un puñado de obras de la Antigüedad, otro tanto de novelas2, algún libro didáctico, ciertas poesías y uno que otro libro infantil. Sus lecturas preferidas son presentadas en el capítulo “Libros de suceso”. De otro lado, el contacto con los documentos producidos por los censores y la percepción del 1 Estudié el proceso de definición del concepto de literatura en los países centrales de Europa y su repercusión en Portugal, en el texto “Letras, Bellas Letras, Buenas Letras”, História da literatura: o discurso fundador. Carmen Zink (org.), Campinas: Mercado de Letras / FAPESP, 2003 2 En los siglos XVIII y inicio del XIX, en portugués, los términos romance, novela, cuento, historia se empleaban casi indistintamente. Véase sobre eso el capítulo 5.
15
volumen de obras disponibles en Río, hacía inviable, en mi opinión, la pervivencia del discurso sobre las enormes carencias culturales brasileñas, abriendo a la vez nuevas cuestiones: ¿quién leía esos libros?, ¿con qué objetivos?, ¿de qué manera? Las tentativas de respuestas a estas preguntas dieron origen a los demás capítulos. En el tercero (“Libros de mano en mano”), intento descubrir quiénes eran los lectores de los libros con mayor presencia en Río; sin embargo, debo confesar que la peor frustración de este trabajo fue no haber conseguido descubrir un lector modelo, es decir, alguien que hubiese dejado una carta, un diario o un billete diciendo lo que sintió y pensó al leer cierto libro. No obstante, intenté disminuir la sensación de dicha ausencia examinando obras fundamentales para mi objetivo y relativamente difundidas en aquel tiempo, sobre todo los tratados sobre la correcta manera de leer. Estudiándolos pude percibir qué era un buen texto y una buena lectura para los eruditos consagrados y dentro de la norma moral vigente. Así consta en el capítulo “La lectura de las Bellas Letras”. En cualquier caso, los lectores cariocas no se comportaban como querían los intelectuales en boga; al contrario, hallaron en uno de los géneros más recriminados en los tratados de lectura, la novela, una de sus mayores. Las novelas, según el discurso moral, eran novedades peligrosa, razón por la que salieron a la luz una serie de textos destinados a recriminarlos y a desaconsejar su lectura, pese a la resistencia de sus defensores La disputa entre posiciones tan antagónicas vislumbra las diversas formas de contacto con la literatura de ficción, y los efectos que su lectura producía. Este es el argumento del quinto capítulo: “La lectura de la novela”. En suma, trataré la circulación de libros en Brasil y algunas prácticas culturales envueltas en el acto de leer. Mas esta no fue la única meta que motivó esta investigación; también la incentivó el 16
deseo de aliar historia y teoría literaria, conforme a la proposición de Robert Darton: Llegó el momento de realizar una unión entre la teoría literaria y la historia de los libros. La teoría puede revelar la variedad en las reacciones potenciales de un texto – o sea, los constreñimientos retóricos que dirigen la lectura sin determinarla. La historia puede mostrar que las lecturas realmente ocurrieron – o sea, dentro de los límites de un cuerpo imperfecto de evidencia. (...) Yo argumentaría a favor de una estrategia doble, que combinaría análisis textual con investigación empírica. De este modo sería posible comparar los lectores implícitos de los textos con los lectores reales del pasado, y a través de esas comparaciones desarrollar tanto una historia como una teoría de la reacción del lector.3 Espero haber estado a la altura del desafío.
3 DARNTON, Robert. “A História da leitura”. In: BURKE, Peter (org). A Escrita da História. São Paulo: Editora da UNESP, 1992, p. 229.
17
Parte I – El Tránsito de las Letras
19
La censura y el control de los libros 4 “El daño no suele estar tanto donde se muestra como donde se esconde: así son las letras” Matias Aires Reflexiones sobre la vanidad de los hombres, 1752. 4 Parte de las ideas aquí presentadas fueron discutidas en el texto “Leitura de
ficção no Brasil Colonia” publicado en la Revista Tempo Brasileiro, Río de Janeiro, Tempo Brasileiro Editora, 1996. Agradezco a la Profesora Dra. Leila Mezan Algranti por llamarme la atención sobre la importancia de la documentación producida por la Mesa del Tribunal Superior del Reino de Río de Janeiro. Agradezco también la colaboración de los investigadores Cilza Carla Bignoto, Valéria Florenzano e Itamarati de Lima, por la colaboración en la digitación y organización de los documentos de la Real Mesa Censoria y de la Mesa del Tribunal Superior del Reino. 20
La vigilancia de las ideas en Portugal En 1768 “la Religión, la Monarquía, el sosiego público, el Bien común del Reino” parecían amenazados por la circulación de libros y escritos, pese a existir en el reino portugués varias instituciones responsables del control de la difusión de ideas: el Santo Oficio, el Ordinario y el Tribunal Superior del Reino. Las tres parecían ineficaces, pues ... siendo el Derecho a la prohibición o permisión de Libros de tanta importancia, [...] su arbitrio quedó residiendo en los Censores externos [jesuitas] en su mayoría destituidos de las letras necesarias para conocer y juzgar las Obras que censuran [...] se prohibieron los Libros que debían permitirse o permitieron los otros, los que debían prohibirse por ser propios solamente para ilusionar y corromper los pueblos, como ha sucedido en la mencionada forma.5 El Rey D. José, a instancias del Marques de Pombal, creyó necesario reunir “las Tres Reparticiones mencionadas en una sola Junta privativa compuesta de Censores Reales que vigilen continuamente esta importante materia, como se está practicando en las otras Cortes iluminadas y religiosas de Europa”. Así fue instituida la Real Mesa Censoria, el principal órgano de control de cualquier tipo de escrito, sobre todo los impresos. Estaba compuesta por un presidente más siete diputados; a saber: un inquisidor de la Mesa del Santo Oficio de la Inquisición de Lisboa, un Vicario General del Patriarcado de Lisboa y cinco letrados. Todos ellos competentes en la 5 “Excertos de documento de 1768 que cría a Real Mesa Censoria en Portugal”, In: www.unicamp.br/iel/memoria, sección Acervo. Todos los trechos citados son extraídos de este documento. Consultado el 30 de enero de 2002.
21
Jurisdicción privativa y exclusiva de todo lo que se refiere al examen, aprobación y reprobación de los Libros y Papeles que ya se hayan introducido en estos Reinos y sus Dominios; de los Libros y Papeles que entren nuevamente sea por los Puertos del Mar o por las Fronteras Secas; de los Libros y Papeles que pretendan reimprimirse porque ya fueron publicados con Licencia; de los Libros y Papeles de nueva composición; de todas las Conclusiones que tuvieren que defenderse públicamente en cualquier lugar de estos Reinos; y de todo lo demás referente a la publicación, impresión, Oficinas, Venta y Comercio de los mencionados Libros y Papeles: Ordenando que ningún Mercader de Libros, Impresor, Librero o Vendedor de los referidos Libros y Papeles ose vender, imprimir y encuadernar los mencionados Libros o Papeles volantes, por mínimos que sean, sin aprobación y licencia de la mencionada Mesa. A quienes osasen infringir sus normas le estaban reservadas penas que incluían el pago de multas, la confiscación de los libros, el encarcelamiento y hasta el destierro en el “Reino de Angola”. Después de la muerte de D. José I subió al trono Dª. Maria I, quien, creyendo que la Real Mesa Censoria no cumplía adecuadamente sus atribuciones, la sustituyó por la Real Mesa de la Comisión General para el Examen y Censura de los Libros, con la misión de controlar la impresión, venta y transporte de libros. En 1794, con la extinción de la Real Mesa y la división de sus atribuciones entre el Santo Oficio, la autoridad episcopal y el Tribunal Superior del Reino, fueron introducidas nuevas alteraciones en el sistema, pero sin modificar la forma de control en la circulación de los libros. Cuando se extinguió el Santo Oficio en Portugal (1821), la Secretaría de Censura del Tribunal 22
Superior del Reino de Lisboa empezó a responsabilizarse por este frente. Pero, aunque el control de la circulación e impresión de libros sufriera dichas alteraciones, no hubo modificaciones significativas en la naturaleza de los documentos de referencia consultados.6 La corona portuguesa no escatimaba esfuerzos cuando se trataba de controlar a los súbditos. Temerosa de la difusión de ideas peligrosas, hacía que sus órganos de censura vigilasen no sólo el envío de libros hacia las colonias del mas allá del mar sino también el movimiento de textos entre ciudades portuguesas, con el fin de autorizar o no la circulación de libros en el interior del país. En cada ciudad, quien quisiese tener libros cerca tendría que dirigirse a los censores, como lo hizo Lourenço Pereira da Costa en 1769: Dice Lourenço Pereyra da Costa que, viniendo de servir a Vuestra Majestad de Ouvidor do Rió Negro distrito do Grão Pará, trajo sus libros que se le entregarán después de ser vistos en esta Real Mesa Censoria, y como pretende llevarlos a Villa de Redondo adonde vivirá, es para que no le hagan problema en las Aduanas por donde pase Pide a Vuestra Majestad le Sea Servido Concederle la Licencia requerida Por orden del 28 de feb 1769.7
6
PENTEADO, Pedro. Real Mesa Censoria, inventário preliminar. Lisboa: Arquivos Nacionais – Torre do Tombo, Direcção de Serviços de Arquivística e Inventário, Março de 1994. La documentación preservada en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo, conteniendo requisiciones para el envío de libros a Brasil entre 1769 y 1826 (“Catálogo para Exame dos Livros para Sairem do Reino com Destino ao Brasil”) está unificada con el nombre “Real Mesa Censoria”. 7 “Catálogos – Exame dos livros para circulação no Reino”, Caja 146, Real Mesa Censória, Arquivos Nacionais Torre do Tombo, Lisboa (de ahora em adelante RMC – ANTT). 23
Lourenço Pereira da Costa se desplazó de Lisboa a Pará al servicio del Rey; más tarde retornó a Lisboa y siguió viaje hacia Villa de Redondo, precisando, en cada etapa de su trayecto, autorización para que se le entregasen los libros. Además, todo aquel que quisiere vender libros fuera de Lisboa debía someterse a este mismo proceso, lo que significa que la vigilancia no recaía solo sobre los distantes colonos sino también sobre cada súbdito lector. Esta idea no se le ocurrió solamente a D. José I, en cuyo reinado se instituyó la Real Mesa Censoria y se intensificó el control de los escritos. La corona francesa, como en el resto de Europa, también se preocupó por la circulación e ingreso de libros en el reino; incluso en 1723 restringió la entrada de libros en París, Nantes, Bordeaux, Marseille, Rouen, Lyon, Strasbourg, Amiens, Metz y Lille, prohibiendo su expedición hacia cualquier otra localidad. Del mismo modo que sucedería en Portugal años más tarde, los franceses que recibían libros tenían que dirigirse a los gobiernos locales para retirarlos después de ser inspeccionados y liberados. El objetivo de este control era mantener bajo vigilancia la difusión de ideas, pero también velaba por los intereses corporativistas de impresores y vendedores de libros. Según Daniel Roche, la policía acompañaba los movimientos de los expedidores por tierra y por agua, quienes tenían que presentar certificados especiales [acquits-‐à-‐caution] inspeccionados y sellados junto con el material despachado. En Paris, lo que llegase a los portones de la ciudad era llevado a la aduana por un commis des aides, inspeccionado, sellado de nuevo y entregado al escritorio de los síndicos de la corporación (de libreros e impresores). Si fuese establecido que ocurriera una infracción, los libros eran confiscados.8 8 ROCHE, Daniel. “A censura e a indústria editorial”. In: DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs) A revolução impressa: a impressa na França, 1775 – 1800. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1996, p.43 – 44.
24
El sistema de control del movimiento de libros instalado en Portugal, aunque complicó significativamente la vida de los lectores (impidiéndoles el contacto directo con las obras que demandaban), nos está permitiendo conocer la presencia de las obras de Bellas Letras en los dominios portugueses, a la vez que la preferencia de los teóricos lectores brasileños y su comparación con la de los de la metrópoli. Gracias a ello, podemos evaluar la sintonía de gustos y la cantidad de impresos presentes en ambos lugares. 9 En Portugal no parece que hubiera mucho interés por obtener material de lectura, o no se tomaba en serio la censura y el control de las aduanas. Para la región de Alentejo, por ejemplo, hay solamente un pedido de autorización para envío de libros en todo el período en que estuvo activo el sistema (1769 – 1826). El mayor movimiento era en dirección a S. Miguel, localidad mencionada en 125 solicitudes presentadas a lo largo de 57 años. Incluso la ciudad de Coimbra, donde estaba instalada la más antigua universidad portuguesa, sólo consta en 32 pedidos como lugar de destino de libros.10 Esto tal vez se justifique por las imprenta que funcionaban ciudades, en las que también se podía obtener libros mediante compra. La exportación de libros hacia las colonias africanas y asiáticas tampoco era muy abultado. La documentación solo nos informa de 7 pedidos para Angola, 1 para Luanda, 1 para Cayenna (anglo-‐ portuguesa), 6 para Cabo Verde, 1 para S. Nicolau (Isla de Cabo Verde), 43 para Macau, 5 para Mozambique y 1 para Mocambo. Para la India oriental se registran 24 peticiones, a las que hay que sumar 69 con destino a Goa, donde se había instalado un tribunal de la Real Mesa 9 Dos conjuntos de documentos interesan fundamentalmente: “Catálogos: exame dos livros para saída do reino” y “Catálogos – Exame dos livros para circulação no Reino”, ambos conservados por la Real Mesa Censoria en los Arquivos Nacionais Torre do Tombo, Lisboa. 10 “Catálogos – Exame dos livros para circulação no Reino”, Cajas 146, 148, 150, 152. (RMC – ANTT).
25
Censoria, posibilitando la obtención in situ de las autorizaciones pertinentes.11 Angola, además, contaba con imprentas desde fines del siglo XVI, un tiempo en el que ya funcionaban 6 talleres tipográficos en Goa y 1 en Macau, una circunstancia que, del mismo modo, puede explicar el bajo número de remesas de libros procedentes de Portugal.12 Una parte de esas requisiciones fue preparada por libreros portugueses deseosos de negociar con las colonias, por ello el volumen de libros de cada remesa quizás no fuese despreciable.13 Sin embargo, algunos solicitaban autorización solamente una vez; ¿se habrían arrepentido del negocio?, ¿habrían empleado u medio más rápido y económico, aunque ilegal, de hacer llegar las publicaciones a sus clientes? El movimiento de libros en dirección a Brasil, en cambio, fue mucho más intenso que el detectado entre las ciudades portuguesas, y muy superior al registrado en relación a las otras colonias. Entre 1769 11 Para una interpretación de las diferencias en la implantación de aparatos culturales en las diferentes colonias portuguesas, ver LAJOLO, Marisa y ZILBERMAN, Regina. O Preço da Leitura: leis e números por detrás das letras. São Paulo: Ática, 2001. 12 DINES, Alberto. “Aventuras e desventuras de Antônio Isidoro da Fonseca – nova documentação sobre a malograda tipografia do Río de Janeiro no século XVIII, com achegas aos 190 anos da imprensa brasileira”. In FALBEL, Nachman; MILGRAM, Avraham e DINES, Alberto. Em nome da Fé, estudos in memoriam de Elias Lipiner. São Paulo: Perspectiva, 1999, p.75. 13 José Anacleto hizo una remesa hacia Angola así como también Francisco Rolland y la Viuda Bertrand e hijos. João Bapista Reycend hizo 6 remesas a la India. Pedro y Jorge Reis, Miguel Menescal da Costa, Viuva Margiochi y Cia. hicieron una remesa a Goa, del mismo modo que João Bapista Reycend 2, Viuda Bertrand e hijos 2, y Francisco Rolland 5, todos hacia la misma localidad (Goa). Borel, Borel y Cia. hicieron una remesa hacia Cayena. João Bapista Reycend hizo 6 remesas a Cabo Verde. Hacia Macau, Borel , Borel y Cia hicieron 3 remesas, Paulo Martin 1, la Viuda Bertrand e hijos 1, Pedro y Jorge Reis 1. A Mozambique Jozé Bento Garcêz hizo una remesa y la Viuda Bertrand e hijos 1. Hacia Mocambo, el responsable por el único pedido registrado fue Paulo Martin.
26
y 1826 se contabilizan en torno de 700 pedidos de autorización para enviar libros a Río de Janeiro, otros 700 para Bahía, 350 para Maranhão, 200 para Pará y 700 para Pernambuco.14 En poco más de cincuenta, alrededor de 2.600 veces se manifestó interés por remitir libros hacia Brasil, número que se torna más impresionante cuando consideramos que cada uno de los pedidos hace referencia a decenas y, muchas veces, a centenares de textos.15 En total se mencionan 18.903 obras, sobre todo de asuntos religiosos y profesionales. Los documentos muestran, así, que, al contrario de lo que a menudo se supone, la colonia americana portuguesa no desconocía la utilidad ni los encantos del escrito. Si solo tenemos en cuenta los libros de Bellas Letras y la ciudad de Río de Janeiro, se observa que, en el periodo anterior a la presencia de la Familia Real, fueron remitidos desde Portugal 1.328 libros equivalentes a 519 títulos diferentes. Después de la llegada de la Familia Real se intensificaron las remesas, con el envío de 3.003 impresos relativos a 851 títulos diversos. La expresividad de estas cifras cobra fuerza se refuerza si las comparamos con las requisiciones referidas a la ciudad de Oporto, una notable excepción en el contexto portugués que registra una fuerte entrada de libros en casi todos los años. Hasta la transferencia de la Corte a Brasil solo no hay pedidos de autorización en los años 1805 y 1806; después, el número disminuye sensiblemente, pues no hay ningún registro en 1809, 1810, 1811, 1812, 1814, 1818, 1822, 1823. Esta reducción no puede ser explicada por un desmantelamiento del sistema, porque sí constatamos un aumento de la cantidad de pedidos sometidos a censura. 14 El control sobre la circulación de libros entre Portugal y Brasil permanece hasta 1826, fecha del reconocimiento de la independencia del país por Portugal. 15 Para un estudio sobre la presencia de la literatura popular portuguesa entre los libros enviados a Brasil, ver: ABREU, Márcia. Histórias de cordéis e folhetos. Campinas: Mercado de Letras, 1999.
27
Entre 1769 y 1807, 121 personas se dirigieron a los órganos de censura pidiendo autorización para transportar 952 obras de Bellas Letras a Oporto, lo que equivale a 648 títulos distintos. Dicha ciudad portuguesa acumula el mayor número de demandas de permisos en la metrópoli, y, aún así, la presencia de libros allí era inferior a la percibida en Rió de Janeiro.16 Al igual que en Rió de Janeiro, las solicitudes incumben ante todos a libros jurídicos y religiosos más que a Bellas Letras. Por tanto, las diferencias más importantes en el volumen de libros sometidos a la apreciación de la censura, hacen suponer que el control interno de Portugal fuese relativamente menos estricto, algo que favoreció la circulación de libros sin autorización. De otro lado, el transporte por tierra de mercancías presentaba mucho más problemas que el marítimo o el fluvial; menos complicaciones había en el desplazamiento de libros durante varias semanas en un navío, un medio siempre más rápido que el terrestre. Probablemente las mayores dificultades encontradas en el control de las vías terrestres hicieron que la fiscalización de los libros se concentrase en los puertos, ello explicaría el elevado número de requisiciones para Oporto. De idéntica manera afectaría a los envíos de Brasil, lugar todavía más vigilado por el hecho de ser la mayor y más importante colonia portuguesa. En ésta una población de colonos portugueses más estable y urbana favoreció el comercio de bienes materiales – como los libros –, al contrario de lo que sucedió en las otras sitios donde solo hubo establecimientos esporádicos. Hasta 1807, la única posibilidad de adquisición y transporte legal de libros y papeles para los colonos residentes en Brasil era 16 Daniel J. Boorstin observó un fenómeno equivalente en Inglaterra y Estados Unidos: “mientras las oportunidades de contacto con libros eran realmente más restrictas en Nueva Inglaterra que en Londres, en lugares remotos en el norte y oeste de Inglaterra lo eran aún más que en Nueva Inglaterra.” (BOORSTIN, Daniel J. The Americans: the colonial experience. New York: Random House, s/d, p. 299. 1ª edición 1958)
28
importarlos de Portugal, lo que implicaba la elaboración de un pedido de autorización al órgano de censura. Después de la transferencia de la Corte a Río de Janeiro se abrieron nuevas formas de contacto con libros, aunque constantemente supervisadas por las instituciones censorias. Pero no será sino a partir de 1808, gracias a la fundación de la Imprenta Real [Impressão Régia], cuando fue posible la adquisición de libros impresos en Brasil, que incluso se pudieron exportar a otras localidades y colonias portuguesas; eso sí, tras ser obtenida la autorización del Tribunal Superior del Reino, instituido en Río con atribuciones similares al lusitano. Los escritos sometidos a su juicio eran muy variados; incluso hubo gentes sobradas de cautela cuya solicitud alude a “papel rayado”17. La mayoría de las veces el dictamen de la censores suele ser favorable al envío, autorización que certifican en la cédula de rigor con la anotación “conceden licencia”, seguida de la fecha (día, mes y año). Los títulos prohibidos eran de conocimiento público y difícilmente serían enviados. Además, los censores, siempre sobrecargados de trabajo, acostumbraban dejar constancia de su ejercicio con expresiones tautológicas como “Conceden licencia excepto a los que no sean prohibidos” o “Conceden licencia excepto a los que sean prohibidos”. En caso de detectar infracciones, solo anotaban el nombre de las obras sobre las que pesaba prohibición, o ponían una “X” al lado del título e indicaban “excepto los de X”. En pocos momentos se mostraban más diligentes o solicitaban informaciones sobre un libro sospechoso. En 1796 Manoel de Araujo, “Presbítero Secular y Bachiller formado en Cánones”, pidió autorización para llevar con él a Río un “Former, sus obras, Paris”; pero los calificadores le exigieron que especificara las obras en cuestión, “el tiempo y lugar de impresión”. Al 17 Pedido elaborado por la Viuda Bertram e hijos, en 1803. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 154 (RMC – ANTT).
29
final obtuvo la licencia, pues declaró que se trataba de libros de “derecho natural resumido, de 1758”.18 João Teixeira de Barros, por su parte, se vio en apuros en 1776, cuando le exigieron que “presente la Cartilla que está en la Lista”, de un lote que pretendía “comprar y poder remitir”19, o sea, todavía no tenía la susodicha cartilla. Excepto algún que otro caso en el que los censores solicitaban informaciones adicionales sobre la naturaleza de los pedidos, o sobre las obras, las requisiciones eran notablemente homogéneas y conforme a un formulario definido. En pequeños textos manuscritos, el requeridor se dirige a “V.A.R.” – Vuestra Alteza Real – diciendo que necesita remitir libros hacia Brasil; un ejemplo: “Dice Manoel de Abreu Guimarães que el suplicante está partiendo hacia la Corte de Río de Janeiro, y como pretende llevar consigo los libros que constan en la Relación adjunta e como no puede hacerlo sin despacho, por tanto Pide a Vuestra Alteza Real le sea servido concederle la licencia de costumbre Lisboa, 29 de octubre de 1812.20 Aquí es posible saber quién hace la demanda, la motivación y la finalidad del envío (los libros componían su biblioteca particular y no quería privarse de ellos) y la fecha aproximada en que fueron remitidos. En general, sólo quien deseaba transportar sus propios libros explicitaba la utilidad y finalidad de las obras y de la misma solicitud de autorización:: “libros de uso”, el regreso “a su Patria”, estar “partiendo hacia la Corte de Río de Janeiro”. Algunos indican que hacen 18 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 153 (RMC – ANTT). 19 Ídem. 20 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 154 (RMC – ANTT)
30
la gestión en Brasil alegando que “precisa que se le remitan a la Corte de Río de Janeiro donde actualmente se encuentra”. Lamentablemente, son ínfimos los casos en que el autor de la solicitud especifica quién recogería las obras en Brasil, dificultando el trabajo de saber para qué y para quién se destinaban los libros.21 ¿Serían comercializados?, ¿serían encomiendas?, ¿regalos? o deberían ser “repartidos gratuitamente en el Palacio”, como era la voluntad del procurador General de Santo Domingos Fr. Manoel de J. Joaquim Maya, que, en 1808, remitió obras de Pedro Cevelhos a la “Excelentísima D. Bárbara Jozé da Cunha, dama da Serenissima Princeza”, con el encargo de su distribución.22 Los censores, más preocupados con “la exacta averiguación de los merecimientos, utilidades y pureza de la Doctrina de los Libros”,23 parecían contentarse con alegaciones como: Dice João Henriques que pretende hacer transportar a Río de Janeiro los papeles de que consta la Relación adjunta, y como no pretende hacerlo sin licencia de Vuestra Alteza Real , por lo tanto Pide a Vuestra Alteza Real le sea servido concederla.24 Aunque la documentación omita a los posibles lectores de las obras que llegaban a Río de Janeiro, informaciones valiosas pueden ser 21 Apenas 6,7% de los pedidos traen indicaciones de este tipo. De los pocos
que fornecen esa información, 98% indican que quieren transportar su propia biblioteca, o sea, son al mismo tiempo autores y destinatarios de los pedidos. 22 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 154 (RMC – ANTT) 23 “Regimento da Real Meza Cençoria”, Caja 1, Regimento titulo II (RMC – ANTT). 24 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 154 (RMC – ANTT) 31
extraídas de las “Relações adjuntas”, pues allí se clasificaban los títulos que se pretendía enviar, pese a que los detalles y precisión en la anotación de las referencias no haya sido la mayor preocupación de los requeridores. El “mercader de libros” João Baptista Reycend, por ejemplo, en 1795 se limitó a declarar que quería enviar a Río “Varias comedias, tragedias, entremeses y papeles modernamente impresos en varios años”. Del mismo modo, la “Viuda Mallen Hijos y Cia” solicitó al año siguiente autorización para la “Collecção de obras poéticas”, sin que por ello los censores se incomodasen.25 Felizmente la mayor parte de los solicitantes son más explícitos indicando al menos el título de la obra sin otras referencias bibliográfica (el 74%), mientras que 21% mencionan título y autor26, casi siempre cuando el libro tiene un título como Obras o Poesías.27. Varias personas aluden a un libro titulado Belizário, sin preocuparse por indicar el autor, habiendo sido la historia de Belisario relatada por cinco autores diferentes.28 Sin mencionar la autoría y el título completo es imposible saber cuál de ellas fue enviada a Brasil. Otros únicamente anotan el nombre del autor: Manoel Jozé de Freitas, “natural de la ciudad de Bahia de Todos los Santos, que debiendo transportarse a la Corte de Río de Janeiro en el navío 25 Ambos en “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de
Janeiro, Caja 153 (RMC – ANTT) 26 De los que fornecen informaciones bibliográficas, 80% indica el nombre del autor, 2% mencionan el hecho de tratarse de traducción (ni siempre refiriendo el nombre del traductor); 4% se preocupan con el local de edición; 2,7% informan la fecha. 27 41% de las referencias en las cuales hay indicación de autor se refiere a libros titulados Obras, Poesias, Odas, Rimas y Oraciones. 28 Bélisaire, Jean Rotrou (1609-‐1659), tragedia en cinco actos, representada em 1642 y publicada em 1644; Comedia famosa del Capitán Belisario y ejemplo mayor de la desdicha, Antonio Mira de Amescua (?1579 – 1644), Saragossa, 1632 (bajo el seudónimo de Juan Perez de Montalban); Bélisaire, Jean François Marmontel (1723 – 1799), 1767; Bélisaire, Carlo Goldoni (1707 – 1793); O Capitão Belizario, Lisboa, 1781 (teatro popular). 32
Princeza y teniendo que llevar para su uso los libros”, requiere autorización para remitir “Gregos: Theócrito e Hesiodo, Sóphocles, Luciano. Latinos: Cicero – de officiis, Cícero – de oratore, Virgilis, Plinio, Terencio, Justino. Portuguezes: Lucena, Andrade, Macedo [...]”.29 Manoel Jozé no era el único, pues algunos pedían permiso para el envío de “Camoens”, “Cicero” y “Ovidio”, algo normal con los grandes autores portugueses y los clásicos greco-‐latinos, cuyos nombres determinan la obra. Grandes confusiones había, especialmente, cuando se trataba de autores de la Antigüedad clásica y ediciones en las que se mezclan autoría, traducción y compilación (“Poética de Horacio por Fonseca”, “Quintiliano de Jerónimo Soares”, o “Virgilius Mineli”). El mismo comportamiento puede ser verificado en los catálogos de bibliotecas particulares realizados por sus propietarios a petición de la Real Mesa Censoria, con el fin de controlar la posesión de libros; porque, aunque la Mesa hubiese ordenado que las listas informen del título, nombre del autor, lugar y fecha de edición, la mayor parte de los documentos presentados contenía solamente los títulos de las obras.30 La lista de los libros poseídos por un noble portugués como D. Pedro de Almeida indicaba que 60% de las obras eran anónimas.31 La figura del autor parece poco relevante en relación a los escritos. El propio documento de creación de la Real Mesa Censoria le dedica poca atención, pero insiste en que “ningún Mercader de Libros, Impresor, Librero o Vendedor de los referidos Libros y Papeles ose vender, imprimir y encuadernar los sobredichos Libros o Papeles volantes por mínimos que sean sin aprobación”, sin decir nada de quiénes escribieron las obras, mas advirtiéndoles de que “en las 29 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 155 (RMC – ANTT). 30 Los catálogos de bibliotecas fueron estudiados por LOUREIRO, Olímpia. O livro e a leitura no Porto no século XVIII. Porto: Editora do Porto, 1994. 31 NORTON, Manuel Artur. D. Pedro Miguel de Almeida Portugal. Lisboa: Agencia Geral de Ultramar, 1967.
33
prohibiciones de los libros y Autores vivos que pretendan dar Obras a publicar en el caso en que encuentren que no se les debe conceder las licencias que pidan; que se les haga saber las dudas contra ellos antes de deferir el final, para ser oídos en el término que parezca competente antes de ser condenados conforme Derecho y lo que fue determinado en el Concilio de Trento.”32 La preocupación mayor parece dirigirse a los involucrados en la “publicación, impresión, Oficinas, Venta y Comercio de los sobredichos Libros y Papeles”.33 Ya el “Regimento da Real Meza Censoria” – en el cual se especifican las funciones y modos de actuación de la censura – da mayor atención a la cuestión de la autoría, sobre todo cuando se trata de grandes nombres del “Derecho Canónico, civil, y Público, y de Disciplina Eclesiástica”, citados nominalmente.34 En estos casos, el nombre del autor interfiere en el juicio final de la censura, que deberá tener en cuenta su reputación no sólo en Portugal sino también en los demás países europeos: Y siendo el Libro que hubiere de censurarse de alguno de los referidos Autores o de otros de la misma graduación e 32
“Excertos de documento de 1768 que cria a Real Mesa Censória em Portugal”, op. cit. 33 Sobre la relación de los organismos de censura con los autores, impresores y libreros, ver LAJOLO, Marisa y Zilberman, Regina, Ob.cit. 34 En Derecho Canónico, las Decretaes, Sexto, Decreto, Clementinas y Extravagantes. En Derecho Civil, los Digestos, Códigos, de Theodozio, Justiniano, y Novelas. O son Maestros Originales de la Primera y más establecida autoridad, como fueron en el mismo Derecho Canónico Pedro de Maria, Gilbert, Florente, Sarpi, Van-‐Spen, Bartel Rieger y otros semejantes. En Derecho Civil, Cujacio, Donello, Usualdo, Duareno, Alciato, Ferrari, Einecio V. con todos los Glosógrafos, y Parathitarios de ambos Derechos mencionados. Y en Derecho Natural y de las Gentes, Grotio, Puffendorf, Bynkershoeck, Barbeyra, Bohomero, Vitriano, los mencionados Heinecio, Bartel, Real, Wolfio, Thomasio, Sturcio, Y otros semejantes.” (Caja 1 – Regimento título II, RMC – ANTT) 34
importancia, el Censor Relator examinará y deducirá en la sobredicha forma: Primero, el Compendio de la Vida, Profesión y Reputación del Autor que hiciere su asunto en la común opinión de los Sabios y prudentes que hubieren hecho su carácter. Segundo, hará otro extracto de las obras por él escritas de modo que dé una idea concisa y clara de su contenido. Tercero, hará un Catálogo de los Escritores que hubieren impugnado las referidas Obras y otro de los que las hubieren defendido con apologías. Cuarto, hará últimamente su Voto sobre los merecimientos del Autor y sus obras para ser por él propuesto en la Meza A pesar de este interés por algunos autores, el Regimiento mantiene una estrecha vigilancia sobre los negociantes de los libros, para quienes estaban previstas penas muy duras en caso de localizarse obras prohibidas en sus surtidos. Los responsables de la censura parecen haber percibido con claridad que el peligro antes estaba en la libre circulación de ideas que en la producción intelectual individual. La escasa atención dedicada a la autoría conlleva dificultades a la hora de la identificación de los textos remitidos a Brasil. La misma mención del título se hacía de manera resumida o poco clara. Tómese el ejemplo del libro Meditations et Contemplations, de James Hervey, citado en los pedidos de licencia como “Meditaciones”, “Meditaciones sobre las Sepulturas”, “Meditaciones sobre los Túmulos”, o aún “Túmulos”. En este caso es posible saber que se trata de una única obra, pues algunos de estos supuestos títulos eran acompañados del nombre de Hervey (escrito también de distintas maneras). Al igual, el libro titulado Mémoires du Comte de Comminges, de Madame de Tencin, se transforma en “Amantes desgraçados”, “Historia de Comenge”, Historia do Conde de Cominge”, “Conde de Commenge”. Y las “Mémoires et aventures d´un homme de qualité qui s´est retiré du 35
monde”, del Abad Prevost, son referidas como “Aventuras de hum homem de qualidade ou Memorias do Marques de Renoncour”, “Aventuras de hum hente de qualidade”, “Memoires d´un homme de qualité”, “Aventuras de Rosely e Renoncourt”, “Memórias de Renoncour”, “Aventuras de Renoncour”, “Renoncour”. Los títulos son abreviados ya sea conservando la trama central – las desgracias de los amantes, por ejemplo –, o el nombre de los personajes principales. Tal vez esto revele una cierta familiaridad con las obras, aludidas no por sus títulos completos sino por abreviaciones o por recuerdos de enredo, como hacen las comunidades orales al recordar una historia.35 Enfatizar la intriga y los personajes fue una estrategia muy utilizada por editores y traductores, quienes también alteraban los títulos. Mémoires du Comte de Comminges fue traducido por Luis Caetano de Campos como Os amantes desgraçados, ou memorias do conde de Comminge; Mémoires et aventures d´un homme de qualité qui s´est retiré du monde, circulando en Portugal con el título Aventuras de hum homem de qualidade , ou memorias, e sucessos do marquez de Renoncour. Todo ello complicaba en extremo el trabajo de los censores, que difícilmente reconocerían todas las obras sólo por la mención, a
35 Dificultades con el registro de títulos no era exclusividad de los portugueses.
Robert Darnton verificó comportamiento semejante entre los libreros que encomendaban libros a la Societé Typographique de Neuchâtel: “cuando Poinçot de Versailles pidió 25 `nouvelles de couvertes des ruse´, su fornecedor suizo entendió que quería un libro de viajes, Nouvelles découvertes de russes. El suizo también leyó correctamente su observación sobre “la bes Raynalle” como una referencia al libro del Abad Raynal, Histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux Indes. Pero hicieron una gran confusión con un pedido de la Viuda Baritel, de Lyon, que aparentemente se refería a un inocente “Portrait des Chartreux” aunque en realidad se refería al pornográfico y anticlerical Histoire de Dom B***, Portier des Chartreux.” (DARNTON, Robert. “A filosofia por baixo do pano”, In: DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs). op. cit., p.49 – 76) 36
veces parcial, del título.36 Una vez identificada las obras es posible conocer los libros presentes en Brasil entre mediados del siglo XVIII e inicios del siglo XIX y verificar las preferencias de los cariocas. Hay dos momentos distintos, claramente perceptibles: antes y después de la presencia de la familia Real en Brasil. En el período 1769-‐1807, la posibilidad de contacto legal con materiales impresos se restringía, como vimos, a la importación vía Portugal, lo que hace que las listas ofrecidas por la documentación representen casi la totalidad de las obras circulando en Río de Janeiro. Además de éstos había libros introducidos en la colonia en épocas anteriores, y sin duda muchos de contrabando. El envío regular de libros – o al menos el cumplimiento de las formalidades legales – se intensifica a partir de 1795. Anteriormente se encuentran registros solamente en 1769, cuando 2 interesados solicitaron autorización para 2 libros de Bellas Letras; y en 1775, año en el que hay un pedido para 11 obras. A partir de 1795, 202 requerimientos fueron dirigidos a los censores pidiendo licencia para enviar 519 obras de Bellas Letras a la ciudad de Río de Janeiro. Naturalmente había títulos para los cuales se acometieron varias 36 La dificultad de los censores en la identificación de los títulos remitidos a
Brasil sólo no es menor que la enfrentada por el investigador que desea saber qué tipo de publicación ingresó en la colonia. La tarea es penosa, no solamente debido a las imprecisiones de los pedidos de licencia sino también por la inexistencia de índices bibliográficos minuciosos acerca del libro en Portugal y colonias. La gran obra portuguesa, el Diccionário Bibliographico Portuguez de Innocencio Francisco da Silva (Lisboa: Imprensa Nacional, 1858) no incluye, por ejemplo, novelas traducidas publicadas en Portugal, por considerarlos un género menor. No obstante, ellos ocupan gran parte de las listas de libros enviados a Brasil. Además, el Diccionario es organizado por el índice de los nombres de los autores mientras que los pedidos de licencia son organizados por título, omitiendo muchas veces la autoría. Por tratarse de una obra relativa al mundo portugués, el autor presenta las obras traducidas indexadas por el nombre del traductor lusitano – y no del autor del original – lo que dificulta aún más la identificación de los títulos. 37
solicitudes, elevando el total a 1328 referencias. Como se trataba de controlar la circulación de escritos considerados peligrosos, los censores no exigían que se indique el número de ejemplares, pues de no ser obras reprobadas, daba igual que se enviaran una o muchas copias. Incluso así, algunos vieron conveniente mencionar cantidades. En 1800, por ejemplo, Luis Caetano Barboza remitió “1355 comedias, fragmentos, entremeses, églogas”; dos años después Luis Gomes, “120 ejemplares de las Églogas hechas a par por Antonio Joaquim de Carvalho.37 Con mayor frecuencia se encuentran referencias en plural como “Autos de Carlos Magno”, “Autos de Genoveva” o “Huma porção de Gazetas Portuguezas”. Posiblemente remesas voluminosas como éstas se destinaban a la comercialización, lo que permite suponer que si todos los pedidos indicasen las cantidades remitidas, el volumen de libros presentes en Río sería aún más elocuente. Sin embargo, de tener cada pedido al menos un ejemplar de cada título, habrían entrado aproximadamente 110 obras cada año en la ciudad,38 cuya población no superaba los 50 mil habitantes en 1800.39 La única estimación hecha para el siglo XVIII sobre el número de lectores o poseedores, fue elaborada en Inglaterra por Burke, en 1790, e indicó la existencia de 80 mil lectores en una población de 6 millones de personas, o sea, poco menos de 1,5% en uno de los países 37 “Catálogos: Exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro,
Caja 153 (RMC – ANTT) 38 Considerando el envío de mínimo 1328 obras entre 1795 (cuando la remesa de libros se torna regular) y 1807 (año anterior a la llegada de la familia Real) 39 Según datos demográficos, la población de Río de Janeiro en 1789 era de cerca de 43.780 habitantes, conforme consta en el mapa preparado a pedido del vice-‐rey, conde de Rezende (Memórias históricas do Río de Janeiro. Apud: NORTON, Luis. A corte de Portugal no Brasil (notas, alguns documentos diplomáticos e cartas da Imperatriz Leopoldina). São Paulo: Cia Editora Nacional, 1938. Estimativa realizada por HALLEWELL (O Livro no Brasil. São Paulo: EDUSP, 1985) calcula un total de 50.000 habitantes en el cambio de siglo. 38
más importantes de la época.40 Con una concentración urbana y un número de establecimientos de enseñanza mucho menor que los ingleses, y con un conjunto de esclavos que podía llegar a dos tercios de la población total, no se puede esperar la existencia de mucho más que 500 lectores en Río. En términos de comparación, véase que apenas 445 personas nacidas allí estudiaron en Coimbra a lo largo del siglo XVIII.41 Con esa cantidad de posibles lectores el número de obras de Bellas Letras en la ciudad no parece pequeño, sobre todo porque la mayor de ellos no demandaba textos de poesía o de ficción sino obras religiosas y profesionales. Considerados estos factores, la entrada de 1300 obras literarias en doce años parece significativa. La llegada de la Familia Real a Brasil tuvo un fuerte impacto en el escenario cultural y, por consiguiente en la circulación de libros, lo que, según vimos, hacen aumentar significativamente el número de títulos de Bellas Letras disponibles. Son 851 títulos diferentes, lo que corresponde a un aumento del orden del 250%. Es cierto que la población aumentó de forma apreciable con el establecimiento de la Corte y sus acompañantes; si bien, el aumento de la cantidad de libros no puede ser atribuido únicamente a este hecho. El transporte de las bibliotecas de los nobles y sus séquitos debe haberse realizado sin la intervención de las instituciones responsables de la censura, ya que en 1808 solo 12 personas sometieron pedidos a su autorización, de las cuales dos decían que estaban por viajar a Río de Janeiro. 40 Apud: WATT, Ian. A Ascensão do Romance, São Paulo, Companhia das Letras,
1990 41 Datos disponibles en el sitio www.unicamp.br/iel/memoria en la sección Linha do Tempo, “Números, Estatísticas e Valores”. Consultado el 30 de enero de 2002. Según el Almanach para o anno de MDCCLXXXIX (Lisboa: Na Officina da Academia Real das Sciencias. Com licença da Real Meza da Comissão Geral sobre o Exame e Censura dos Livros e Privilegio de S. Magestade), sólo en el año 1789 ochocientos setenta y siete “Estudiantes se matricularon en las Facultades Académicas” en Portugal. 39
La vigilancia de las ideas en Río de Janeiro El crecimiento en la demanda de libros se torna aún más evidente si consideramos que a partir de 1808 comienza a ser posible importar bienes de otras localidades diferentes a las portuguesas, dada la apertura de sus puertos. Así, se inicia una nueva forma de control: el 22 de abril de 1808 se instituyó la Mesa del Tribunal Superior del Reino en Río de Janeiro, por Licencia Real42, compuesta por laicos titulados en la Universidad de Coimbra y por religiosos. Su objetivo era acoger las más variadas solicitudes de licencia y autorización, deliberando sobre materias tan dispares como el derecho a portar armas de fuego o la legitimación de niños fruto de uniones irregulares. Entre tantas atribuciones, una provisión del 14 de octubre de 1808 agregó la obligación de controlar el despacho de libros y papeles que pasasen por las aduanas. También le competía el examen de los escritos que se pretendían publicar en la Imprenta Real, un control ejercido hasta 1821, cuando el gobierno de Río de Janeiro, a instancias de “personas doctas y diligentes”, restringió las atribuciones de los censores teniendo en cuenta “las trabas que la previa Censura de los escritos oponía a la propagación de la verdad”. Al mismo tiempo se temían “los abusos que una ilimitada Libertad de Prensa podía traer a la Religión, a 42
En Portugal había institución con el mismo nombre y atribuciones semejantes desde 1794. Diferentemente de la corona lusitana que mantuvo la censura centralizada en la metrópolis, los reyes de España instalaron Tribunales de Inquisición en sus colonias desde el siglo XVI, empleando como censores personas originarias del lugar. Entre otras actividades, dichos tribunales debían inspeccionar los navíos en busca de libros prohibidos, ejercer vigilancia sobre la venta de libros, inspeccionar librerías, bibliotecas y casas impresoras. (PÉREZ, Pedro Guibovich, La Inquisición y la censura de libros en el Perú virreinal (1570 – 1813). Lima: Fondo Editorial del Perú, 2000) 40
la Moral, o a la tranquilidad pública”. Entre la libertad y el abuso, se optó por dejar “suspensa la previa Censura que por la Legislación actual se exigía para la impresión de los Escritos que se intenta publicar”, siempre que se respeten determinadas “disposiciones”. Mientras la obra estuviese siendo impresa el editor encaminaría a los Censores “dos ejemplares de las Pruebas que se saquen de cada hoja en la Imprenta, sin suspensión de los ulteriores trabajos”. Si la lectura revelase que no había nada digno de censura en el texto, la impresión continuaría; si contenía atentados a la “Religión, a la Moral y Buenas Costumbres, contra la Constitución y Persona del Soberano, o contra la tranquilidad pública”, seria suspendida “hasta que se hagan las necesarias correcciones”.43 Del mismo modo, los libreros debían remitir listas de los libros que tuviesen en venta, presentando ejemplares de aquellos sobre los cuales los censores manifestasen alguna duda. En el caso en que el libro “ofenda alguno de los mencionados puntos” su venta sería prohibida, debiendo el comerciante entregar los ejemplares que tuviese en “Librería Pública”. Los que no cumpliesen tales determinaciones serían encerrados en prisión por un periodo de entre 8 días y 3 meses, más el pago de multas entre cien mil y seiscientos mil reales. Si a pesar de tanta cautela algún escrito sospechoso fuese divulgado, serían responsabilizados “en primer lugar sus Autores: y cuando éstos no sean conocidos los Editores, y finalmente los Vendedores y Distribuidores en el caso en que se les pruebe conocimiento y complicidad en la diseminación de tales doctrinas o aserciones”. Temiendo “abrir la puerta a libertina disolución en el abuso de la Imprenta”, lo que se hizo fue apenas transformar la censura previa en
43 Documento con fecha del 2 de marzo de 1821, Río de Janeiro, Licencias. Conservado en la Mesa del Tribunal Superior del Reino, Arquivo Nacional de Río de Janeiro (de ahora em adelante MDP – ANRJ)
41
censura a posteriori.44 Así, entre la llegada de la familia Real y el reconocimiento de la Independencia de Brasil por Portugal, la Mesa del Tribunal Superior del Reino se esforzó por controlar la impresión y circulación de libros en Brasil: verificando su entrada y salida en los puertos, examinando las obras puestas en venta por libreros, estudiando los inéditos con vistas a la impresión, evaluando pedidos de concesión de privilegio de edición y venta, observando la fidelidad de reimpresiones. Los documentos muestran que no era fácil la vida de los censores y tampoco la de quienes recurrían a ellos. Algunos extranjeros se espantaban con el hecho de tener que someterse a ese tipo de situaciones: Dice Guilherme Butlin que ignorando las costumbres Portuguesas, trajo hacia la tierra a bordo de la Sumaca Francisco de Paula que vino de Buenos Aires, unos pocos Libros usados de su Estudio y entretenimiento, pensando que no había precisión de despacho para libros viejos, pero que como en la puerta de la Aduana le fue prohibida la salida, Pide a Vuestra Alteza Real le sea servido mandar que los dichos Libros sean revistados y entregados al Suplicante.45 Mal sabía él que para llevar consigo sus 23 libros – entre los cuales obras de “Ovidius”, “Terentius” o un “Don Quijote” – era necesario haber recorrido un largo y dispendioso camino. A la vez, las gentes que quisiesen recibir impresos llegados de Portugal deberían elaborar una lista de los libros deseados y, después, 44 Ídem, ibídem. 45 Documento firmado por William Butlin, sin fecha. El despacho hecho en la misma hoja (“Junte Relación de los Libros”) es datado “Río, en Meza 24 de julio de 1809”. Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc.69 (MDP – ANRJ).
42
llevarla a los órganos de censura en Portugal; en caso de aprobación, contratar los servicios de transporte cuyo costo podía ser pagado por el remitente o por el destinatario. De cualquier modo, el capitán del navío pasaría un recibo: Digo yo Joze do Carmo Coelho Capitán que soy del Navío que Deus Salve por nombre S. Francisco que en [Figura este momento está anclado en el Puerto de esta ciudad impresa Mercurio para con el favor de Dios seguir viaje al Puerto de Río de Janeiro donde es mi descarga correcta, y es verdad en un que recibí y he cargado en dicho Navío abajo de la puerto] cubierta seca y bien acondicionado del Reverendo Padre Maestro Doctor Fraile Joze da Conceição, tres cajas con libros que dije que eran por cuenta y riesgo de a quien les pertenezcan con la marca de afuera a la cual me obligo y prometo, BT llevándome Dios a buena salvación y dicho Navío a N. 1 a 3, dicho puerto, a entregar en nombre del sobredicho Al Tres cajas Muy Reverendo Señor Padre Maestro Doctor Fray con libros Bento da Trindade Religioso Agostinho descalzo Ausente quien sus poderes tuviera. en papel. Pagándome de flete Diez mil treinta y cinco para cumplir así; y a guardar obligo mi persona bienes y dicho Navío en certeza de lo cual da cuatro conocimientos de un tenor firmados por mí y por mi Escribano, uno cumplido, los otros no valgan. Hecho en Lisboa el 11 de Mayo de 1811 Joze do Carmo Coelho 46 Estos recibos deberían ser usados con frecuencia para registrar el transporte de cargas, pues eran impresos en los que se rellenaban a 46 Caja 818 (antigua 168), Pacote 3, Doc.80-‐7 (MDP – ANRJ).
43
mano los campos en blanco.47 Aunque la carga estuviese “abajo de cubierta seca y bien acondicionada”, los perjuicios de un eventual daño de la mercancía serían a costa de su propietario, incluso habiendo pagado por el transporte la suma de 10.035 reales, cantidad suficiente para adquirir en la misma época 50 folletos de 32 páginas.48 Un mes y medio después, si todo iba bien, los libros llegarían a Río de Janeiro y quedarían depositados en la aduana.49 Para recuperarlos, había que cumplir una serie de trámites. El 6 de octubre de 1808, el “Portero de la Aduana” de Río de Janeiro elaboró un documento en el que “atesta la formalidad con la que salen despachados los libros impresos por la puerta de la Aduana”: Atesto bajo juramento de mi Oficio que todos los volúmenes de las obras que entran en esta Aduana y contienen libros impresos son examinados por Maestros de la Religión del Convento de San Antonio, los cuales después de hacerles el examen y declaración de que no hay ningún Autor contra la Religión o el Estado, como regularmente se practica, aún cuando las acompañe el Despacho del Tribunal Superior del Reino para mejor legitimar si hay alguna introducción, se entregan a sus dueños con el competente Despacho. Río de Janeiro 6 de octubre de 1808.50
47 Los campos llenados por el Capitán están indicados en itálico y negrito.
48 Em 1813, um folleto de 32 páginas costaba 200 reis. Dato disponible en el sitio www.unicamp.br/iel/memoria en la sección Linha do Tempo, “Números, Estatísticas e Valores”. Consultado el 30 de enero de 2002. 49 En los años setecientos, el viaje de travesía entre Portugal y Brasil demoraba aproximadamente 90 días. Durante las guerras napoleónicas, la velocidad de las embarcaciones aumentó de manera espantosa, reduciendo a la mitad el tiempo de la navegación (Cf. DINES. Ob.cit., p.89) 50 Caja 820 (antigua 170), pacote 2 -‐ doc. 47 (MDP – ANRJ)
44
Por orden de la Mesa del Tribunal Superior del Reino, con fecha del 6 de noviembre del mismo año, se detalla aún más el proceso de liberación de libros: En ejecución de la Orden expedida por la Mesa del Tribunal Superior del Reino con fecha 6 de Noviembre del Corriente presento los documentos incluidos en la formalidad del Despacho de Libros y papeles impresos con los que hasta ahora salían de la Aduana de esta Ciudad. 1º. muestra el Despacho de la Meza de Abertura: 2º, atestación del Oficial Portero que da la salida; 3º, atestado del Padre Maestro Religioso del Convento de San Antonio, que ha servido este año de Censor de los dichos libros declarados en la Lista, reconocida su identidad, y quedan retenidos en la Aduana, a espera de Licencia. Este antiguo estilo queda enteramente abolido, para no admitirse a Despacho en la Aduana Libros y papeles impresos sin expresa licencia del Representante del Palacio en la Ciudad, lo que exactamente se cumpla. 51 Se acumulaban los papeles y las evaluaciones de los censores para poder tener un libro en las manos. Además de la licencia expedida en Portugal, había que hacer una nueva verificación de los libros en Río de Janeiro, con el fin de intentar detectar equívocos o distracciones de los censores lusitanos, y para averiguar si los libros depositados en la aduana correspondían exactamente a lo que constaba en la lista presentada en Portugal. Obtenida la aprobación del censor local -‐ que elaboraba una nueva “declaración” – se juntaba el atestado del portero y se esperaba el despacho final, rubricado por el representante del Palacio. 51 Caja 820 (antigua 170), pacote 2 – doc.47 (MDP – ANRJ)
45
Con tantas trabas burocráticas a superar no nos debería sorprender que al final se descubriese que algunas obras “no aparecen en la caja [....] como dice el Portero y el Tesorero de este Tribunal en su información adjunta”.52 El trámite exigido a papeles y libros podía ser una de las causas de la desaparición de obras, como sugiere el Escribano de la Real Cámara: en la Caja de los Libros de d. Jorge Britrain que vino remitido del Tribunal para la Secretaria a fin de mandarlos al Censor Real Jose da S. Lisboa en la forma de Despacho adjunto del 23 de noviembre pasado, no se encontró la obra “La Aranianna” indicada en la mencionada Lista Original, y en la que acompañó la información del Tribunal Superior del Reino, o sea el Oficio del Tribunal Superior del Reino, Juez de Aduana de esta Corte, cuando los remitió al mismo Tribunal donde talvez pueden haber quedado por engaño con otros desde que se abrió la última Caja para examinar.53 Con una dificultad contraria a la citada podían verse el portero y los censores cuando ignoran “de quien es la misma caja, porque con ella no me quedaron declaraciones de su contenido y de su pertenencia”.54 El 6 de julio de 1820, el Escribano de la Real Cámara declaró que
52 Río de Janeiro, 20 de setiembre de 1819. Escribano de la R. Cámara Bernardo Joze de Souza Lobato, Caja 818 (antigua 168), pacote 3, doc.83-‐19 (MDP – ANRJ) 53 Río de Janeiro, 11 de Enero de 1819, Escribano de la Real Cámara Bernardo Joze de Souza Lobatto, (Caja 820 (antigua 170), pacote 1 – doc.14 – MDP – ANRJ). 54 Caja 820 (antigua 170), pacote 2 – doc. 47 (MDP – ANRJ)
46
Entre los libros que se encuentran en este Tribunal existen en una caja los declarados en la relación incluida, y con ellos ninguna declaración de pertenencia que pueda ser verificada de papeles relativos que existan en la Secretaria de esta Mesa. Vuestra Majestad Se Dignará Mandar providenciar Se extraviaban papeles cuando se confundía a quiénes debían despacharlos, circunstancia que complicando la vida de los que deseaban retirarlos. D. João Carlos de Souza Coutinho, por ejemplo, perdió la autorización obtenida en Lisboa, lo que hizo muy difícil la retirada de sus libros. Para ello tuvo que iniciar un nuevo papeleo: Señor Dice D. João Carlos de Souza Coutinho, Licenciado en la Facultad de Leyes por la Universidad de Coimbra, que habiendo mandado venir hacia esta corte los libros de su uso (mencionados en la relación incluida) y habiéndose perdido la Portería del Tribunal Superior del Reino con que embarcarán en Lisboa, ahora se encuentran obstruidos en la Aduana de esta Corte. Sin poder salir de allí, sin que Vuestra Majestad tenga por bien mandar, por su Real Tribunal Superior, una nueva portería para que puedan salir de la Aduana. Pide a Vuestra Majestad que le mande pasar la Portería para poder sacar sus libros de la Aduana. D. Jõao Carlos de Souza Coutinho.55 Fueron consultados dos jueces, invocadas leyes del siglo anterior, citados artículos de decretos, para entonces concluir que “el 55 El despacho, hecho en la misma hoja (“Consúltese na forma de apunte”), es datado 22 de marzo de 1821. Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 97-‐6 (MDP – ANRJ).
47
Suplicante P. por su Grado, por su Título, y por su distinguido mérito y cualidad merece consideración; y no presentaría Relación de Libros que exigiesen prohibición y careciesen Censura; el hecho así lo prueba, o sea, la misma Relación de los Libros que presenta”, despachándose finalmente las obras.56 Menos suerte tuvieron otros cuyos libros quedaron retenidos durante meses. Sin duda todo esto causaba una impagable demora y, en extremo, perjudicaba a las personas que necesitaban las obras para uso personal, como José Carlos Coutinho, y, todavía más, a las que querían comercializarlas. El mercader Francisco Ignacio de Souza dirigió requerimiento al Tribunal Superior del Reino en Río de Janeiro en 1818, pues “hace más de seis meses” que estaba retenida en la aduana de Santos una “Receta de Libros” que mandó venir de Portugal. Y porque tal demora puede causar gravísimo perjuicio al Suplicante por ser dicha Receta del valor de más de dos contos de reales, y de género de fácil ruina; pues los libros allí estacionados y encajonados han de ser infaliblemente devorados por la polilla Pide a Vuestra Majestad que en atención a tal perjuicio le Mande Expedir la requerida Licencia con excepción de algún Libro dudoso, si hubiere.57 Con la fórmula, siempre repetida, de “Júntese más papeles”, el proceso se retrasaba en demasía. Un mes después su fiscal, José Antonio d´Oliveira Guimaraens, enviaba un nuevo documento con los mismos términos. Sólo entonces fue informado de que el atraso se 56 Documento con fecha 9 de abril de 1824 . (MDP – ANRJ) 57 Documento firmado “Por su Procurador. José Antonio d´Oliveira Guimaraens.” Despacho “Júntese más papeles” fechado el 3 de agosto de 1818. Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc.41-‐11 (MDP – ANRJ).
48
debía a “una duda respecto al Poema Oberon, y del libro “De l´Homme”, la cual está pendiente de la decisión de la Meza”,58 ordenando que presentase la Licencia para imprimir fuera del reino dicho poema. En octubre, un nuevo documento del procurador informaba que “el Sup. no puede por ahora presentar esta Licencia”.59 A esa altura los libros ya estaban retenidos “hace más de nueve meses”; al peligro de la polilla se le sumaba ahora el del “termes, que puede causarle un gravísimo perjuicio”.60 Insistía en el pedido – razonable a los ojos modernos – en que quedasen retenidos solamente los libros sobre los cuales recaían dudas, liberándose los demás.61 Cuanto más tiempo pasaba peor era la situación del mercader, pues los censores decidieron releer la lista de sus libros, descubriendo en ella nuevos problemas. El escribano de la Real Cámara Bernardo Jose dos Santos Lobatto localizó otras seis obras que a su juicio deberían ser prohibidas: Reviendo nuevamente la Lista original de Libros que hay en la aduana de Villa de Santos Francisco Ignacio de Souza Queirós, a fin de pasar Provisión para su Licencia menos de los dudosos, en forma de Despacho del 28 del mes próximo pasado, yo dejaría de responder a las rectas Intenciones de Vuestra Majestad en materia tan melindrosa y tan estrictamente recomendada en Sus Sabias y Proveedoras Leyes sino denunciase ahora la Obra en Francés mencionada en la 3ª 58 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. anexo al 41-‐14 (MDP – ANRJ). 59 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 48-‐4 (MDP – ANRJ).
60 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 41-‐15 (MDP – ANRJ). 61 Talvez pensase en términos de la censura francesa que entre 1771 y 1789 clasificaba los libros aprehendidos em la aduana parisiense en 3 categorías: los “libros prohibidos” que eran retirados de circulación o destruidos, los “libros piratas” que eran vendidos remitiéndose la receta para el librero que detenía el privilegio, y los “libros no permitidos” que podrían ser devueltos a los remitidores. (DARNTON, Robert. “A filosofia por baixo do pano”. In: DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs). Ob.cit.., p. 49 – 76),
49
página de dicha Lista en que antes no había reparado, y tiene por título “Contes de la Fontaine”, obra notoriamente prohibida.62 Empezaba entonces a discurrir sobre los inconvenientes de éste y otros escritos – “Lettres de Ninon de l´Enclos”, “Essai sur l´art de rendre les Revolutions utiles”, “Lettres sur la Religion essentielle a l´homme”, “La Philosophie de la nature” – como también sobre sus dudas en relación al libro “A Verdade, ou Pensamentos Philosophicos”. Finalmente, el 11 de noviembre de 1818 se admitió el despacho los libros, menos las obras referidas por el escribano real. Aún así, Francisco Ignacio S. Queiros tenía que cumplir un requisito más antes de tener sus libros: debería pagar “Por esta mil y doscientos reales y de firma mil seiscientos”63. Pero el comerciante ya había gastado un año y muchos reales en la adquisición de las obras, en el transporte marítimo, con los impuestos cobrados por el sistema censorio portugués y brasilero, en la contratación de un procurador en Lisboa y otro en Río de Janeiro; todo ello repercutiría en el alza del precio de venta de los libros en Santos.64 Un caso parecido fue el del Brigadier 62 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro 29
de octubre de 1818. Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc.41-‐16 (MDP – ANRJ). 63 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 48-‐5 (MDP – ANRJ). 64 Aunque no se haya localizado documento indicando la cobranza de impuestos en Lisboa se puede suponer que tal práctica fuese utilizada teniendo en cuenta los costos para liberación de la carga en Brasil. Caio Boschi, en estudio sobre el comercio de libros escolares a mediados del siglo XVIII, verificó que los precios de los libros en Río de Janeiro eran bastante superiores a los practicados en Lisboa. Según él, un ejemplar encuadernado de las Selectas Latinas, de Pierre Chompré, era vendido en Lisboa entre 1763 y 1764, por 300 reales, mientras que en Río de Janeiro en el mismo momento ese libro en cuaderno era comercializado por 460 reales. Ese cuaderno en Coimbra era vendido por 200 reales. Según Boschi “ninguno de los libros vendidos en la Colonia tenía sus precios equiparados a los practicados por los 50
Felisberto Caldeira Brant; por motivos que desconocemos, los libros que embarcó en Lisboa fueron retenidos en la “Aduana de la Ciudad de Bahía”, pues el Proveedor de aquella Aduana no los quiso dejar salir a pesar de que venían acompañados de las licencias y despachos pertinentes.65 Si los trámites de particulares se resolvían con relativa rapidez, los libreros, en cambio, recibían una atención mucho más rigurosa. El negociante francés Pierre Constant Dalbin se vio atrapado en las redes de la censura entre los años 1818 y 1822, porque traía libros para ser vendidos en Brasil. Para su desesperación, de cada de sus remesas el Juez de la Aduana retuvo algunos libros, pese a que Dalbin estuviese pidiendo incesantemente que los liberasen, o que el Tribunal le diese orden “de reexportar los que no serán admitidos”.66 Pero su insistencia surtió efecto, quizás porque se trataba de una cantidad de volúmenes importante, entre ellos “144 Collecção de Pedaços de Prosa em portuguez ou em frances”, “199 Paulo e Virginia”, “199 Atala”. Los censores, pese a haber admitido las obras inocuas, no respondieron a su deseo de devolver los libros prohibidos a su lugar de origen, insistiendo en mantener en la Mesa los “sospechosos”. El motivo de la retención de las obras no era otro que por tratarse de traducciones al portugués impresas en Francia, sin antes haber sido censuradas por las autoridades competentes de Portugal, contrariando así el Despacho del libreros del Reino. Aunque se releven los gastos con embalaje, flete y un porcentaje mayor en la comisión de los vendedores, aun así, las distorsiones eran flagrantes”. La comisión recibida por los libreros instalados en la Colonia era superior a la percibida por los del reino (6% para unos y 5% para otros). BOSCHI, Caio C. “A Comercialização dos livros da directoria geral dos estudos”, Revista Portuguesa de História, tomo XXXIII. Coimbra: Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra, Instituto de História Econômica e Social, 1999, pp.614 y 617 – 618. 65 Documento sin fecha. Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc.32 – 1 (MDP – ANRJ). 66 Documento fechado el 7 de enero de 1819 (MDO – ANRJ). 51
23 de noviembre de 1818: “que manda expedir Prov. suspendiendo la licencia para los Libros Portugueses impresos fuera del Reino hasta el Suplicante presentar la necesaria facultad para tal impresión”.67 Diplomáticamente Pierre Dalbin en 1820 dice creer que era “justísima la referida Ley, y su espíritu”, pero alega que no se debería aplicar sólo a las obras reimpresas fuera de Portugal, ya que los libros ya fueron examinados en Portugal, censurados y muchas veces impresos, y hasta son clásicos y de escogida Literatura, como los que constan en la Lista adjunta a su requerimiento, a saber = Vida de D. João de Castro = Décadas de Barros = Portugal restaurado = y las traducciones de otros Libros que son notoriamente útiles, como la Imitação de Cristo = Historia de Pedro o Grande= Gil Braz= Atala e Paulo e Virginia. En cualquier Librero de Lisboa y de esta Corte se encuentran expuestos a venta pública algunos de los cuales el Suplicante ya despachó a principios del año próximo pasado, como ha de constar en sus papeles. Además de éstos, también constan las “Obras de Felinto Elysio” impresas en Francia, que no habían sido enteramente aprobadas por contener volúmenes que no podían imprimirse debido a sus traducciones. El temor de los censores se dirigía hacia la alteración que los textos experimentaban con las traducciones, que por ello tenían que ser remitidas al censor real Pereira da Fonseca, a quien cumplía declarar “si hay algún agregado extraño de los Autores”.68 El mercader, por su parte, temía el perjuicio causado por la pérdida de tantos ejemplares, muchos de “rica encuadernación”, que “importan más de 67 Documento firmado por Bernardo Jose de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 10 de Diciembre de 1818, Doc.76, pacote 3, Caja 168 (MDP – ANRJ). 68 Documento fechado el 22 de junio de 1820 (MDP – ANRJ).
52
tres mil cruzados y le fueron consignados por Libreros de Paris, a quien el Suplicante es responsable por esa cuantía”. Manteniendo una postura conciliatoria dijo que no es de voluntad del Suplicante contrariar para nada las Leyes de este Reino y Soberanas determinaciones de Vuestra Majestad pues es fundado en ellas, en la franqueza del comercio y en la buena fe que el Suplicante trajo de Francia los mencionados Libros Portugueses, por eso mismo que ya los había despachado sin obstáculo [¿] Por esos tan poderosos motivos implora el Suplicante a Vuestra Majestad la gracia de mandar dar la licencia que pretende para sacar de la Aduana los dichos Libros Portugueses con los demás en el idioma Francés. Y creía que no sería de la generosa Real intención de Vuestra Majestad que el Suplicante (al menos por esta vez en que se muestra de tan buena fe) sufriese un perjuicio tan grande que lo arruinaría en la hacienda, en la honra, no pudiendo dar satisfacción alguna a sus dichos consignantes: por lo tanto humildemente Pide a Vuestra Majestad que por Su Real Grandeza tenga a bien conceder al Suplicante la Gracia que implora en la forma expresa Tanta cordialidad no fue suficiente para que su solicitud llegase a buen término. El proceso reunió más de 20 documentos, en los que algunas obras se admitían a cuenta gotas mientras que a otras se vedaba el paso y eran sometidas a continuos exámenes sin tener noticias sobre la atención dada a su pedido de “reexportación”. Probablemente las perdió, como le sucedió a otro negociante francés, 53
Carlos Rubilard, que habiendo tenido problemas con la admisión de algunas de sus obras declaró que “el propio Sup. no duda perderlos, como es costumbre”.69 Aquellas gestiones, pues, de los implicados eran un verdadero martirio; pero tampoco la de los censores parece haber sido más fácil. Ahogados en una montaña de papeles deliberaban sobre la autorización de impresiones y reimpresiones, sobre privilegios para la edición de textos, deliberaban acerca de la retirada de libros de la aduana y de la salida de remesas desde Brasil hacia otros países, el tránsito de libros entre los diferentes puertos brasileños y la censura de los escritos que llegaban a Río de Janeiro. Si pocas personas presentaron permisos para enviar libros a otras naciones – sólo 3 pedidos de esta naturaleza fueron presentados en el período considerado –, otras muchas deseaban con tesón ver sus ideas en letra impresa. Ciento cincuenta y ocho pedidos de autorización para edición fueron presentados, haciendo que los censores opinaran sobre la conveniencia de que circularan textos muy variados, como un “Compêndio de Medicina”, un “Sistema de Signaes Navaes”, una “Memoria sobre o melhoramento da Agricultura na Ilha Grande”, una “Tese Teológica”, una “Ode e Epigramas feitos ao Cap. General das Ilhas de Cabo Verde”, un volumen de “Sonetos”. Competía a los censores, en cualquier caso, deliberar sobre la ortodoxia de las ideas presentadas, o como alegó uno de ellos: Como la censura Eclesiástica no cuida del estilo ni del orden de las ideas ni de la belleza de pensamientos en el Escrito que se examina; y entiende solamente sobre el depósito de la fe y doctrina Cristiana: declaro que en el Elogio Histórico del 69 Documento firmado por Carlos Rubilard. Despachos en la misma hoja con fecha del 29 de enero de 1821 y 1º de febrero de 1821. Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc. 7 – 7 (MDP – ANRJ).
54
Serenísimo Señor Infante D. Pedro Carlos de Bourbon e Bragança que examiné por orden de Vuestra Excelencia Reverendísima ninguna cosa leí que aún de lejos pueda ofender la fe o la moral de la Iglesia y que sirva de legítimo embargo a la licencia requerida. Esta es mi opinión; Vuestra Excelencia Reverendísima mandará lo que fuera servido.70 O bien un texto “ofendía” principios por los cuales se regía la censura y era sumariamente excluido, o bien estaba de acuerdo con las normas vigentes y era autorizado sin que fuese necesario entrar en discusiones sobre su composición propiamente dicha, aunque algunos no consiguiesen mantenerse callados y comentasen aspectos de su composición. Incluso así, surgió alguna polémica debido al deseo de los autores de rehacer sus originales después de haber sido examinados y obtenido el “Certificado con el competente Despacho para la Impresión”. Por la ley de Censura del 30 de julio de 1795, los originales deberían permanecer en la Mesa, porque el artículo 18 decía que Ningún libro o papel por pequeño que sea después de impreso en las Oficinas de mis Reinos, con excepción de los nombrados en los cinco parágrafos antecedentes, podrá circular y entrar en trato y giro de comercio sin antes ser presentado en la Mesa, y por ella mandado conferir y confrontar con su propio original, para que constando de su conformidad le conceda Licencia para poder circular libremente, y de otra manera no circulará. Y el original del Libro autenticado y firmado por mano de su Autor o Editor quedará guardado en la Secretaría de Revisión de la
70 Río de Janeiro, 27 de enero de 1813 (MDP – ANRJ).
55
Mesa.71 No obstante, la norma también informa que la “entrega de los mismos Originales adjuntos, sólo podrá ser hecha en algún caso semejante por Orden expresa de este Real Tribunal”.72 Así, algunos como Felisberto Cordeiro, que había logrado su fin, consideró excesiva el cobro de 2$200 reales, ya que por el Despacho del Palacio de Lisboa las obtuvo gratis (así como siempre lo obtendrán cualquier otro folleto y libros, pues siendo un Tribunal de Gracias y mereciéndolas en toda la extensión, los Autores y Editores de cualquier obra tenían que pagar solamente 1080 $ de sello y nada más, pues que siempre la Literatura fue digna de animarse y promoverse con la exención de gravamen no correspondiente a los eventuales lucros de las impresiones).73 Los censores finalmente autorizaron la recuperación de los dos originales de su Tragedia, pero no lo libraron del pago de los derechos. Más complicados aún eran los procesos para la liberación y retirada de libros de las aduanas; un total de 219 procesos de esta naturaleza fueron examinados por la Mesa. Los enviados desde Portugal, en general, llegaban con las licencias emitidas por los órganos censores metropolitanos, mientras que los remitidos desde otras localidades necesitaban ser inspeccionados al llegar a Brasil. En este 71 Artículo 18 de la Ley Censura del 30 de julio de 1795, citado en el documento firmado por Joze Caetano d´Andrade Pinto, Escribano de la Real Cámara, Río de Janeiro, 28 de mayo de 1821 (MDP – ANRJ) 72 Documento firmado por Joze Caetano d´Andrade Pinto, Escribano de la Real Cámara, Río de Janeiro 28 de mayo de 1821 (MDP – ANRJ). 73 Documento firmado por Felisberto Ignácio Januario Cordeiro, presentado en 1812 Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc.33-‐6 (MDP – ANRJ).
56
arduo cometido, por orden Real era necesario asegurarse “exhaustivamente que jamás sean admitidos al despacho por esta Aduana Libros e impresos de cualquier naturaleza sin la competente licencia del Tribunal Superior del Reino del Brasil”, lo que significa que ni el más simple de los papeles escritos saldría de los puertos sin examen.74 En el caso de los libros llegados de Portugal, los censores debían verificar si los desembarcados en Brasil correspondían exactamente al contenido de la licencia obtenida en Lisboa. Es de suponer que las más variadas formas de burlar la norma fueran tanteadas, lo que puede haber llevado a que Bernardo J. S. Lobatto sugiriese al Rey que Juzgo oportuno, y de mi deber, exponer a la real consideración de Vuestra Alteza que sería conveniente ordenarse que en las Listas de Libros que acompañan las Provisiones para su despacho, se agregue por extenso al final en forma de Certificado (como se practica con otros papeles) el compendio o suma total de las obras en ellas mencionadas, para prevenir que después de entregar las Provisiones o Porterías a las Partes con dichas listas no se insieran entre estas adiciones algunas de Libros prohibidos o irrespetuosos que la libertad de Prensa en algunos países no cesa de producir, incluso con especiosos títulos, lo que hay que temer más de los Extranjeros y seria muy fácil de practicarse dejando antes en la extremidad superior e inferior de cada página un proporcionado espacio para este fin, viniendo de este modo a despacharse los dichos libros contra la Intención del Tribunal y demás autoridades y en comprometimiento del Censor. O que entonces se ordenase que 74 Documento firmado por Felisberto Ignacio Januario Cordeiro, presentado en
1812 Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc. 33-‐6 (MDP – ANRJ). 57
las Listas se transcriban en la Secretaria (pagos los debidos emolumentos) y en cualquier caso (en el primero de los cuales tendría también lugar el sello por haber Listas de muchas hojas), que no se admitiese a despacho los Libros cuyas listas traigan rasura, enmienda o cualquier otra alteración que provoque la menor duda, quedando en la Secretaria los originales de las que se copien, para siempre poder averiguar y conocer cualquier falsificación en que la parte interesada pudiese ser comprendida. Pero Vuestra Alteza Real determinará a este respecto lo que sea más conveniente a su Real agrado.75 La idea parece haber sido grata a la Corona, al menos a la vista de un despacho en el que se ordena que “queden las Listas originales en la Secretaría de ahora en adelante, entregándose sus copias firmadas por el Escribano de la Real Cámara, con los despachos”. Pero no sólo de prohibiciones y persecuciones entendía la Mesa del Tribunal Superior del Reino, que también se ocupaba del dictamen de los libros con destino a Brasil desde el exterior, y de la fiscalización del tránsito de impresos entre los puertos brasileños. De 1808 a 1824, 84 personas se dirigieron a la Mesa con la intención de obtener la autorización de 1190 títulos de Bellas Letras llegados desde Europa, aunque si consideramos los múltiples pedidos de una misma obra, se llega al total de 1956 libros. Si bien, la mayoría de los titulares de los pedidos no se preocupaba por indicar la procedencia de los libros, pero la mayoría de los que lo hicieron menciona a Francia como el lugar de origen de las obras, seguida de cerca por Inglaterra. Algunos hacían también hacen referencia a lugares más distantes o menos conocidos, como José Barreto Junior, “Negociante de Bengala”, que en 1812 “trajo en su compañía un baúl con libros”. En este año volvió a pedir autorización 75 Documento con fecha del 12 de enero de 1809 (MDP – ANRJ).
58
para entrar a Brasil con libros que “trajo en su Compañía de la Ciudad de Calcuta hacia este Río de Janeiro”. Del mismo modo causa extrañeza el envío de libros que hacía desde localidades muy lejanas en un mismo año; es curiosa al respecto la solicitud que hizo de “Libros escritos en letra persa”. Otro caso, de 1818, es el de Bento Swenhbergh, que pidió licencia para hacer llegar a Brasil 5 cajas con 571 “libros llegados de Habana”, todos en francés. No todos sin embargo indican cantidades y modos de transporte. Los pocos que tuvieron tal preocupación muestran que el volumen de libros remitidos podía ser bastante elevado; João Roiz de Barros, por ejemplo, deseaba hacer entrar en Brasil en 1811 “250 Colecciones de Escritos Selectos p. Theodoro P. Biencardy”, “250 ejemplares de Poesías, diversas” y “20 Colecciones de Semanarios”. Pedidos con elevadas cuantías como éstas no dejan mucha duda de que tales obras deberían ser comercializadas, hipótesis que gana fuerza cuando se considera que esas requisiciones eran en general destinadas a comerciantes, como Antonio Roiz dos Santos y Compañía, quien en 1817 pidió licencia para retirar de la “Aduana doce docenas de Cartillas e doce docenas de Horas Marianas que llegaban de la Ciudad de Porto en el Navío Almirante”. No obstante, la principal preocupación de las autoridades en este sistema no era otra que asegurar la ortodoxia de los textos, y no su destino en Brasil; es por ello que la documentación sea muy parca en noticias sobre las personas implicadas en las transacciones. La mayoría ni siquiera menciona el nombre del remitente y del destinatario de la remesa, apenas un 5% de las requisiciones conservadas aclaran los responsables del envío y de su retirada en la aduana de Río de Janeiro. En algunos casos solo se menciona a uno de los dos, el remitente o el destinatario. Tampoco era común explicitar la finalidad del envío, salvo indicaciones de los solicitantes del tenor de: “mandó venir para su uso”
59
los libros, o que “mandó venir a su casa, y no para negocios”.76 Otros más cautelosos, o presa del miedo al Tribunal, hacían juramentos de su honra, como Mr. Layseleur, quien, trasladándose de Francia a Brasil, llevó consigo su biblioteca y aseveró: “Declaro y juro por mi honra que los libros arriba mencionados son en parte viejos y todos de mi uso.”77 Si la falta de estas informaciones no parece haber incomodado a los censores, excepto en una decena de casos en los que el desconocimiento de los responsables de las remesas y la retirada declaran que “ignoro a quien pertenece”78. Estos se irritaban visiblemente cuando la lista de libros para los cuales se pedía autorización había sido elaborada de forma incompleta. Aunque el mayor problema radicaba en la forma cómo los titulares de los pedidos, o sus “escribientes”, preparaban las gestiones. Pese a ello los censores portugueses las aceptaban y concedían la autorización para el envío de las obras que no juzgaban prohibidas; mientras que los calificadores de Río de Janeiro reclamaban insistentemente la manera correcta de procede: Ya en otra información que hace pocos días tuve la honra de dirigir a Vuestra Majestad [...] ponderé la impropiedad e inconveniencia de requerirse el despacho de libros por una simple lista donde sus títulos de ordinario no se declaran por entero, y donde la mayor parte de las veces se ocultan los nombres de los autores y el año y lugar de las ediciones.79 76 Caja 820 (antigua 170), pacote 3 – doc.58 (MDP – ANRJ) 77 “Je déclare et jure sur mon honneur que les livres ci-‐dessus mentionnés sont en partie vieux et tous a mon usage.” Caja 169, Documento de 1818 (MDP – ANRJ). 78 Caja 820 (antigua 170), pacote 2 – doc.47 (MDP – ANRJ). 79 Documento firmado por Francisco da Borja Garção Stockler, Río de Janeiro, 26 de marzo de 1819. Caja 818 (antigua 168), pacote 3, doc.83 (MDP – ANRJ).
60
El mayor inconveniente de listas elaboradas estaba en las ambigüedades que generaba sobre la obra que se pretendía remitir, engañando algunas veces a los censores. Esto fue lo que el Escribano de la Real Cámara, Bernardo Joze de Souza Lobatto, creyó que había acontecido cuando se liberaron obras prohibidas: La inversión que muchas veces se hace de los títulos para que confundiéndose los de obras prohibidas parezcan ser diversos; el melindre de las materias que dichas obras deben contener, y el ejemplo de haber escapado a la Censura los referidos Cuentos de Lafontaine, y hace poco tiempo el Faublás en que el dicho Juez Censor Real José da S.ª Lisboa no reparó sin duda por la indiferencia del título que en la respectiva lista no venía indicado por entero, reconociendo después el mismo no tener noticia de esta obra, la cual por otro lado es la más inmoral, voluptuosa y corruptora que haya aparecido en los últimos tiempos [...] todo eso me hace receloso, instiga mi celo y me anima a ofrecer a la Real Consideración de Vuestra Majestad estas mis humildes reflexiones.80 La confección de listas resumidas e incompletas levantaba sospechas sobre la intención de quienes las elaboraban, permitiendo suponer que su interés fuese sortear la censura. La mera indicación “La Fontaine” puede hacer que el primer censor imagine que se trataba de sus Fábulas, sobre las cuales no pesaba interdicción, olvidándose de sus “inmorales, voluptuosos y corruptores” cuentos. Esta situación algunas veces causaba indignación en los censores cariocas, como ocurrió con Mariano Jose Pereira da Fonseca: 80 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 29 de octubre de 1818 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 41-‐17, 41-‐18 (MDP – ANRJ).
61
La lista de libros franceses exhibida por Carlos Durand es tan defectuosa e infame que merecía ser rechazada y obligado el Suplicante a presentar otra que fuese exacta, o menos imperfecta. Se encuentran títulos truncados, otros que no se pueden leer por mal escritos, muchos repetidos más de dos veces; fallan los nombres de los Autores y el número de los volúmenes de cada obra. Semejantes defectos no sólo dificultan la censura de los libros como también suscitan desconfianzas y perplejidades en el espíritu del Censor, que atribuye a la malicia y al dolo lo que muchas veces es efecto de impericia o negligencia de los escribientes.81 Frente a la falta de claridad de la lista presentada, el censor decidió anotar los títulos sospechosos, adjuntando comentarios sobre lo incompleto de los títulos (“Cours divers: Este título está truncado”), sobre la ausencia de autoría (“Histoire Naturelle de l´homme: La de Bufón es prohibida. Siendo compuesta por Virey debe ser examinada”), sobra la mala caligrafía (“Lettres de Plimm: Presumo que el nombre de este Autor está mal escrito = que deberá ser Plinio o Grimm: Las cartas del primero son clásicas y permitidas: las del segundo son muy sospechosas por ser él de la Escuela del Barão d´Hollbach, Diderot, Helvetio e comp.”).82 Otras veces la duda se refería al autor: Entro en duda si los libros indicados en la página 2ª de la lista adjunta al requerimiento de Carlos Robbiland con el título = Obras de J. Delisle, fueron consideradas por el Censor Real, el Consejero Jose da Silva Lisboa, como obras del poeta Delille 81 Documento firmado por Marianno Jose Pereira da Fonseca, Río de Janeiro, 17 de junio de 1819, Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc. 4-‐25 (MDP – ANRJ), 82 Ídem.
62
autor del Poema de los Jardines, Imaginación, o como obras de J. Delisle de Sales, autor de las tituladas = Histoire philosophique du Monde primitif, impresa en 1795 = De la philosophie du Bonheur en 1796 = De la Philosophie de la Nature, ou Traité de moral pour l´espece humain, tiré de la philosophie et fondé sur la Nature en 1769 y 1804 = lo cual, en esta incertidumbre, juzgo deber representar a Vuestra Majestad, incluso hasta por la gran fortuna que tuvo en Francia esta última Obra, y por la persecución que por su causa se le hizo a su Autor, Censores e Impresores, siendo lo que ocasionó mi duda el estar escrito en dicha Lista la Letra Inicial = I = que es la del nombre del Filósofo, como también la de su apellido = Delisle = y no = Delille como he visto el del Poeta.83 En algunos momentos el problema no era otro que saber si se trataba de una obra traducida, con el peligro de contener textos añadidos al original. El siempre atento Bernardo José de Souza Lobato dirigió al Rey sus consideraciones al respecto, alegando que: En la lista adjunta al requerimiento incluido de Bento José Labre hay apenas una sola obra indicada con todo el título en francés; algunas que sé que son francesas y de las que no hay traducción están con titulo Portugués; y varias otras no se puede saber si son Portuguesas o Francesas o sus respectivas traducciones, como por ejemplo Biblia explicada, la cual siendo en Francés “Bible expliquée”, es una obra impía si no hay otra del mismo título [...] parece hacerse indispensable que haya
83 Documento firmado por Bernardo José da Souza Lobatto, Río de Janeiro 27 de Noviembre de 1820, Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc.7-‐5 (MDP – ANRJ).
63
una exacta declaración sobre todos los libros, con sus verdaderos títulos y lugares de la Impresión.84 Por si eran pocos los problemas, más dificultades sumaban las alusiones en lenguas extranjeras, que causaba gran confusión en el reconocimiento de los autores y las obras: La obra titulada “Art de connaitre les hommes par la Physionomie”, cuyo autor, equivocado el Censor con el diferente carácter de la Letra Francesa le pareció ser designado por el nombre de Garat, es sin duda el célebre Fisonomista Lavater como a no ser por aquella equivocación muy bien conocería el mismísimo Censor.85 Una precaria elaboración de las Listas ocasionaba trastornos en el sistema porque a cada duda era necesario “remitir a esta Mesa un ejemplar de las obras de que se trata”, aumentando el trabajo y causando atrasos que acababan perjudicando a quienes precisaban los libros. Incluso así, el 28,75% de los pedidos informa de la autoría de la obra en trámite. Como en Portugal, el nombre del autor es especialmente pretendido cuando se trata de títulos como Cuentos de...., Comedias de....., imposibles de ser identificados sin la referencia a la autoría. Excluyendo de la lista estos títulos, la alusión al nombre del autor baja al 14,78%.86 Tomando como ejemplo la obra de más abultada demanda – Aventuras de Telemaco –, se percibe claramente la escasa importancia dada a la indicación de autoría. Entre los 38 84 Documento firmado por Bernardo Jose de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 10 de Diciembre de 1818, Doc. 76, pacote 3, Caja 168 (MDP – ANRJ). 85 Documento firmado por Bernardo de Souza Lobatto, Río de Janeiro 13 de Octubre de 1817. Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 101-‐6 (MDP – ANRJ). 86 Excluidos los títulos Obra, Oeuvre, Work, Contes, fables, fabulas, Comédias, Théatre, Theatro, Play, Poesia, Poésie, Pensées, Lettres.
64
pedidos sometidos a la Mesa apenas dos (5,26%) se acordaron de citar el nombre de François de Salignac de la Mothe-‐Fénelon; en cambio, creyeron ser mucho más relevante anotar la lengua en la que estaba escrito el texto que querían hacer entrar en Brasil: 44,73% de los pedidos aclaran cuál es el idioma de la obra (“Anglais = Español”, “en Anglais”, “Anglais et Français”, “en Espagnol”, “en français”, “en italien et français”, “en Portuguez”, “Espagnol et français”). En peor situación se vio Miguel de Cervantes, ninguna vez recordado por quienes querían introducir Don Quijote de la Mancha en Brasil; uno de ellos creyó preferible indicar que le gustaría tener el ejemplar en la “traducción de Dubonnival”. No se trata de una excentricidad del autor del pedido relativo al Don Quijote. Otros, juzgaron importante dar información de la lengua del texto, la materialidad de los libros (formato, tipo de edición – folleto, cuadernos, etc. –, cantidad de volúmenes), sus ornatos (con “g nombre de fig. vignette”), al género literario (tragedia, poema, etc.). Mas a nadie se le ocurrió la idea de ofrecer referencias bibliográficas completas (autoría, editora, lugar y fecha de edición). Un procedimiento similar podemos ver en los anuncios que los libreros hacían publicar en diarios brasileros de la época, siendo escasos los de autores concretos. Según Maria Beatriz Nizza da Silva, eran “raros los escritores que tenían público suficientemente seguro para poder servir de atracción a los libreros”, por lo cual las propagandas acababan resumiéndose a una lista de títulos y precios. Más que recurrir al nombre del autor, una estrategia de ventas frecuentemente utilizada consistía en enfatizar el género de los escritos – novelas, obras jurídicas, de medicina, etc.-‐87 Tal vez eso ocurriese porque requeridores y mercaderes juzgaban que las obras eran 87 En su investigación, la autora localizó solamente los nombres José Acurcio das Neves, Boccage, o Pe José Agostinho Macedo, José Daniel Rodriguez da Costa como foco central de propagandas. SILVA, Maria Beatriz Nizza da. “Livro e sociedade no Río de Janeiro (1808-‐1821”, Revista de História, n.94. São Paulo: 1973, p.455.
65
conocidas y serían fácilmente reconocibles por sus títulos, incluso si fuesen anotados de forma abreviada. Es lo que parece haber supuesto Manoel Antonio da Silva Serva – librero ciertamente familiarizado con el trato de libros – que, entre los centenares de títulos presentes en los pedidos de autorización sometidos al Tribunal Superior del Reino, solicitó una para “10 Tolo por arte, etc.”,88 en vez de dar las indicaciones completas: Tolo por arte e sábio por jeito, escrito por Antonio Felix Mendes (bajo el pseudónimo de João Pedro do Valle), publicado en Lisboa por Simão T. Ferreira en 1794. El comerciante parecía más preocupado con la mercancía que tenía entre manos, por ello anota con frecuencia el formato de las obras y su género. O quizás juzgase oportuno informar al censor que deseaba hacer transportar por ejemplo “25 amores Rivaes, folleto”, de modo que le facilitara la localización de la obra en el momento de la verificación de las cajas. 89 También se puede pensar que las indicaciones incompletas o ambiguas tenían por objetivo confundir a la censura para camuflar textos prohibidos. No obstante, no siempre se trataba de un ardid, pues una vez rehecha la lista de pedido a los censores, se constataba la ausencia de problemas. El censor Marianno Jose Pereira da Fonseca inicialmente consideró “inadmisibles las obras”.90 Tres meses después declaró: Examiné las cuatro obras que declaré no conocer en mi censura con fecha del 29 de mayo sobre la Lista de Libros de Florêncio Alz de Macedo Pereira y las encontré completamente inocentes, dignas de la Licencia requerida. Si los títulos de las obras fuesen transcriptos por entero en las Listas, no se verían los censores 88 Manoel Antonio da Silva Serva, Pedido datado en 1816 (MDP – ANRJ). 89 Subrayado mio.
90 Documento firmado por Marianno Jose Pereira da Fonseca, Río de Janeiro
20 de Mayo de 1820 (MDP – ANRJ). 66
tantas veces perplejos ni entrarían en dudas concibiendo sospechas de libros que siendo buenos y morales, no lo parecen por defecto o mutilación de sus títulos verdaderos.91 Cuando todo iba bien, el requeridor recibía una provisión Real que lo autorizaba a retirar los libros de la aduana: Don João por Gracia de Dios Rey del Reino-‐Unido de Portugal y de Brasil y Algarves del más acá y más allá del mar en África Señor de Guinea y de la Conquista Navegación y Comercio de Etiopía, Arabia, Persia y de la India mando al Camarista del Palacio Juez de Aduana de esta Corte, que en conformidad a Mis Reales Ordenes admitáis a Despacho los Libros Constantes de la Relación incluida firmada por el Escribano de Mi Real Cámara que esta hizo escribir pertenecientes a João Antonio Terresse. Cumplió así. El Rey Nuestro Señor Mandó por los Ministros una petición de Su Consejo y de Sus Jueces del Palacio. Antonio Luis Alves la hizo en Río de Janeiro el dieciséis de Septiembre de mil ochocientos dieciocho. Esta mil doscientos, firmar mil seiscientos reales. Bernardo Joze de Souza Lobato la hizo escribir92
91 Documento firmado por Marianno Jose Pereira da Fonseca, Río de Janeiro
28 de agosto de 1820 Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc.36 -‐ 6 (MDP – ANRJ). 92 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc. 91-‐5 (MDP – ANRJ). Pocas de esas provisiones reales fueron conservadas porque eran entregadas a los dueños de los libros. Quedaron en el archivo sólo las que tenían que ser rehechas o sobre las cuales Bernardo Lobatto estaba en duda – después de todo aprobado, a veces percibía alguna irregularidad en la lista y hacía recomenzar el proceso. 67
No todos tenían la misma suerte. Los censores instalados en Río de Janeiro parecían ser mucho más minuciosos en el examen de las listas que sus colegas lusitanos. En Portugal prácticamente no había problemas con la liberación de obras de Bellas Letras: solamente dos veces se colocó obstáculo a los títulos “Les malheurs in jeune Werter” (Die Leiden des jungen Werthers, Johan Wolfgang von Goethe, 1774) y “Contos moraes de Marmontel” (Contes Moraux; Jean François Marmontel, 1763) sin mayores justificaciones, marcándose una “X” al lado del título. La prohibición de los Contos Morais de Marmontel es curiosa por su inconsistencia, pues, aunque se hubiera pedido autorización para este título en 13 ocasiones, solo una vez hubo interdicción. El error pudo haberlo cometido el censor que la señaló con “X”, ya que los Contes Moraux son anunciados a la venta en el Catálogo de la Imprenta Real de Lisboa desde 1772. En Río de Janeiro, a pesar de que el número de pedidos era menor, la cantidad de problemas localizados por los censores es mucho mayor. Más de 90 obras fueron retenidas para un examen más minucioso, ya fuere porque el encargado de la censura decía que eran “libros que abiertamente no conozco y sobre los cuales no puedo dar mi parecer sin examinarlos. Pero no son de los prohibidos por la Ley”; por necesidad de “individuación” de títulos “comprimidos” en “diversos”; o para evitar la entrada en Brasil de una obra “notoriamente prohibida”. Una simple sospecha era suficiente para que se solicite de nuevo el examen de los libros. El escribano Bernardo Joze de Souza Lobatto, al percibir en una de las listas una serie de títulos relativos a la pintura y al dibujo, se inquietó y alertó de la necesidad de “averiguar primero en la Aduana si los Libros son de mero Arte de la Pintura, o sea, sino son de gravados obscenos porque siéndolo no se admiten a Despacho y serán remitidos a esta Mesa”.93 El diligente 93 Los libros sospechosos eran “Cahier proportion des corps humain; Figure de
Perrue; Traité de perspective; Traité de optique; Traité de physique; Vie des 68
Lobatto solicitó también que se retengan los “Livrinhos do Milagre”, para los cuales Manoel Antonio da Silva Serva pedía liberación debido a que éstos se autoproclamaban milagrosos. Aunque prohibida, la obra parece haber causado fuerte impresión en Lobatto, que recordaba con detalles los efectos mágicos prometidos en el libro: Los Livrinhos do Milagre [...] son propiamente unos Ensalmos y contienen la historia de un falso milagro y revelación y los más supersticiosos absurdos, entre ellos, según recuerdo, el de prometer que quien tenga dicho Libro y recé la oración en el contenida no morirá de repente sin confesarse ni será vencida o juzgada por los enemigos, ni éstos la prenderán en batalla, ni el fuego ni el mar ni la gota coral ni mordeduras de víboras y otros animales podrán hacerle mal, ni los falsos testimonios. En fin, que hasta la Justicia no entrará en casa. Los tales Librillos no designan la fecha ni la tipografía ni menos con que licencia fueron impresos, lo que parece será necesario averiguar para evitar el gran abuso que de ellos ya se ha hecho, en detrimento de la Religión e inclusive del Estado, como es obvio. Por lo que están comprendidos en la disposición de los 13 y 14 de la Ley 30 de Julio de 1795 que expresamente prohíbe los libros que fomentan la “superstición y fanatismos, y los que inculcan falsas revelaciones y milagros y prácticas abusivas de culto”.94
plus celébres peintres; L´art de la peinture por Dufrunoÿ; Vie des peintres flamands Alemands et Hollandes; Recueil d´Ouvrage sur la peintura et le colore”. Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 24 de Septiembre de 1818 Caja 819 (antigua 169), pacote 2, doc 91-‐6 (MDP – ANRJ). 94 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 29 de Octubre de 1818 (MDP – ANRJ) 69
Corría mucha tinta en los casos de escritos sospechosos, pues diversos censores emitían su parecer y discutían la exactitud de la solicitud y su conveniencia. Si bien, al final casi todos los libros eran autorizados, aunque textos de cuño filosófico o histórico – como “Des colonies par De Pradt” o “Histoire du Commerce des deux Indes do Abbé Raynal” – tenían mayor probabilidad de quedar retenidos; las obras de ficción, por su parte, suscitaban más polémica que interdicción efectiva. El libro Sofrimentos do Jovem Werther, por ejemplo, fue motivo de animados debates. Mientras el censor real José da Silva Lisboa no veía problema en el libro por no creer que “la obra inculque inmoralidad sino sólo la angustia de un alma afligida con las más enormes torturas de la probidad y la concupiscencia”,95 Bernardo S. Lobatto sospechaba no propiamente del texto sino de su traducción “no sabiendo si ésta comprende dicha obra o algo diverso”.96 Según Lobatto, “La Obra traducida del Alemán en francés con el título Les Malheurs du jeune Werther, o sea en Inglés, The sorrow of Werther, fue prohibida por este Real Tribunal en los Despachos de 22 de noviembre de 1808 y 19 de Enero de 1809”.97 A su vez, José S. Lisboa decía “Hace años que leí esa obra en Lisboa y no me constaba que fuese prohibida ni la encuentro en Índice Expurgatorio y decretos de la extinta Meza Censoria, por los cuales me regulo en la Censura Oficial.”98 A pesar de la polémica – o tal vez su propia causa – Paulo Martin anunciaba la venta de “Werther novela, traducida del Alemán del célebre Doctor Goethe” 95 Documento firmado por José da Silva Lisboa, Río de Janeiro, 29 de octubre de 1817 (MDP – ANRJ). 96 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 27 de octubre de 1817 (MDP – ANRJ). 97 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 13 de Abril de 1820 (MDP – ANRJ). 98 Documento firmado por José da Silva Lisboa, Río de Janeiro, 29 de octubre de 1817 (MDP – ANRJ).
70
en su “Catálogo de algumas obras que se vendem na loja de Paulo Martin”, Rua da Quitanda N.33. Llegadas en este último Navío de Lisboa.”99 También causaron sospechas obras como Contes, de La Fontaine, Sentimental Journey, e Tristan Shandy, de Sterne; Romans, Histoires, et Contes de Mr. De Voltaire; Abélard et Héloïse, Oberon, poema de Christof Martin Wieland; Lettres de Ninon de Lanclos; Fictions morales, por Mercier; Theatre de Voltaire. Cuando los libros no habían sido previamente prohibidos por “Leyes Eclesiásticas “ y por “Leyes de Censura”, se solicitaba que fuesen remitidos a la Mesa para que “se pueda efectivamente conocer su identidad y mérito.” La argumentación favorable a la censura se confundía muchas veces con un mal disimulado entusiasmo del censor con el enredo de la obra o con la vida del autor: Nada digo sobre la obra titulada “Lettres de Ninon de l´Enclos” que no he leído; mas permítame Vuestra Majestad únicamente exponer que su Autora fue la más famosa Epicurea, y la más insigne meretriz que vio la Francia, puesto que meretriz de personas de la más alta franquía y muy desinteresada que siempre vivió en el libertinaje e irreligión; que aun con la edad de 80 años no se olvidó de su libertinaje y que hasta tuvo la desgracia de ser novia de uno de sus propios hijos, lo cual cuando supo que lo era concibió tal horror que se asesinó.100 Si el comportamiento de la autora causó viva impresión en el espíritu de Bernardo Lobatto, más impresionado aún parece haber quedado con los textos de Sterne: 99 El Catálogo no indica fecha de publicación.
100 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 29
de Octubre de 1818 (MDP – ANRJ). 71
Las obras principales de Sterne son su “Viaje Sentimental” y la “Vida y opiniones de Tristão Shandy”. En cuanto a la primera, estoy persuadido de que quien lea imparcialmente el Capítulo del 2º volumen “Tentación” y “Conquista”, y la Historia de las dos mozas o Prostitutas Célebres que trae el mismo volumen, no podrá dejar de comprenderla en la disposición de muchas de las Reglas de la Ley de la Censura. En aquel capítulo “Tentação” hace excitar el Autor varios afectos de lascivia que el sintió con la descripción de la visita que le hizo una moza a quien amaba platónicamente, y en cuya ocasión yendo [¿] a ajustarle los cordones de sus zapatos levantándole uno de los pies diera con ella en la tierra, acabando con esta reticencia “et alors...” con la cual comienza el capítulo siguiente “Conquista”.101 Transcribe entonces un largo pasaje del inicio del segundo capítulo, en el cual considera que contiene las más perniciosas Máximas como no ser crimen alguno deleitarse en pensamientos impuros, desearlos o excitarlos, o dejar de huir de las ocasiones de alimentarlos extrañando que otros, a quienes llama fingidos estoicos y hombres de hielo, practican o pretendan practicar lo contrario; arrogándose en la insolente súplica que hace al Autor de la Naturaleza de dejarle sentir los movimientos de las pasiones libidinosas, la insensata y ruinosa seguridad y soberbia presunción de gobernarlos como conviene, y haciéndolo por fin responsable de los efectos de estos mismos movimientos.
101 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 11
de Janeiro de 1819 (Caja 820 (antigua 170) – Pacote 1 – doc 14 – MDP-‐ANRJ) 72
Máximas estas diametralmente opuestas a los Divinos Mandamientos y a los dictámenes del Cristianismo. El censor se esmeraba al tratar de temas ligados a la sexualidad, reasumiendo la sobriedad cuando versaba sobre atentados a la Iglesia: La otra obra de Sterne, “Vida y opiniones de Tristão Shandy”, es una sátira burlesca donde se ridiculizan casi todos los estados, sin exceptuar el mismo clero (siendo Sterne un Eclesiástico). Es natural que muchas paradojas, ataques a la Religión, opiniones y máximas peligrosas a que he inclinado han de venir envueltas con las reflexiones a veces morales del mismo Autor. Con mayor o menor excitación, el deseo de prohibir textos de ficción se sustentaba en los supuestos ataques a la moralidad allí contenidos, siendo posible sintetizar la mayor parte de los pareceres en la alegación de que la obra “es la más inmoral, voluptuosa y corruptora que ha aparecido en los últimos tiempos”.102 Aunque los censores tuviesen cuidado y fuesen tan meticulosos, no eran capaces de impedir el acceso a los libros prohibidos. Se sabe, a partir del estudio de los autos de procesos, que escritos como los de Mably, Raynal, Montesquieu, Rousseau, Voltaire estaban presentes en bibliotecas mineras, baianas y cariocas desde el siglo XVIII. Si en los procesos se procuraban deliberadamente obras prohibidas como forma de incriminación de sus propietarios, algunas veces la infracción caía en manos de los censores de la forma más aleatoria. Así sucedió con ocasión del descubrimiento de la venta de libros prohibidos en la Tienda La Gazeta de Bahía, en 1820. Consta entre los documentos
102 Documento firmado por Bernardo Joze de Souza Lobatto , Río de Janeiro,
29 de Octubre de 1818 (MDP – ANRJ). 73
conservados por la Mesa del Tribunal Superior del Reino una carta no firmada ni fechada que denuncia: Mandando comprar una lata de rapé de Bahía me la trajeron envuelta adentro de la Lista de Libros donde están expuestos a venta pública en la Tienda La Gazeta las obras de Pigault Lebrun prohibidas por la Mesa en razón de su notoria impiedad y obscenidad; y también la Vida del Caballero Faublas por Louset de Convrai llena de innúmeros pasajes los más libertinos, y en mi opinión aún más excitantes que los que contienen las otras, como se sabe por la presentación de la Secretaria de este respecto sobre la cual mandando la Mesa informar el Consejero Censor Real José da Silva Lisboa se conformó enteramente con la misma representación y quedando consecuentemente prohibida la Obra por Despacho de la Mesa. En estos términos no consiente el medio insignificante que yo deje de pedir a Vuestra Señoría quiera llevar a conocimiento de Portugal lo que fue dicho, recordando al mismo tiempo ser conveniente mandar informar al Gobernador Capitán General sobre la Licencia que hubo para la venta de dichas obras, que a pesar de todo deberán ser casadas, prohibiéndose desde luego la misma venta, así y del mismo modo que se le ordenan la venta de los Libritos titulados = Milagros. Por ahora bastará sólo decir que es digna de gran extrañeza la facilidad y seguridad con que se anuncian obras de semejante naturaleza y aún más a una Tienda de La Gazeta de una Ciudad tal como Bahía; pues la Lista por la circunstancia expuesta, y por la de los errores que trae bien demuestra ser impresa en la Tipografía de aquella Ciudad.103 103 Caja 820 (antigua 170), Pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ.
74
Debería realmente causar espanto el hecho de que bajo tanto control fuesen impresos anuncios divulgando la venta pública y abierta de obras prohibidas. Si no fuera por la casualidad de la encomienda de una lata de rapé tal vez los libros continuasen circulando libremente. Entretanto, una vez informada la Mesa, se tomaron una serie de medidas en el sentido de aprehender las obras, no sólo las denunciadas en la carta sino un conjunto de otras anunciadas en el impreso remitido en anexo (“Pensamentos de Pascal con as notas de Mons. de Voltaire”, “as obras de M. de Montesquieu”, “as Cartas Persas”, “Ma sante Genevieve ou je l´echapée belle com fig.”, “La Mechante femme”, “Le bon jeune homme”, “Episodes de la vie d´une jolie femme”, “Les Contemporaine, ou Aventures de plus jolies femmes de l´age present com figuras”, “Naselle Morali de Francesco Loave”).104 La “facilidad y escándalo” con que circulaban las obras puso a los censores con los pies en polvorosa. Mientras que Bernardo J. S. Lobatto solicitaba la aprehensión de los títulos citados, su colega Mariano Joze Pereira da Fonseca decía que me son sospechosos todos los otros libros que van marcados en la misma lista y que deben ser examinados escrupulosamente en la dicha ciudad por personas doctas y celosas del servicio de Dios y de su Majestad [...] En las Obras marcadas podrá haber algunas que sean inocentes pero como las desconozco no debo calificarlas como tales sin previo examen, que iba a ser hoy indispensable en el aluvión de Libros blasfemos, obscenos y sediciosos que penetran por todas partes y que se inculcan admisibles por títulos plausibles, o
104 Documento firmado por Bernardo Jose de Souza Lobatto, Río de Janeiro, 22
de junio de 1820 (Caja 820 (antigua 170), Pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ). 75
simulados.105 Mariano Joze Pereira da Fonseca debía saber de qué estaba hablando, pues mucho antes de desempeñar el rol de censor estuvo del otro lado de la mesa, como acusado. Preso en 1794 por haber participado de la Conjuración de Río de Janeiro, poseía en su biblioteca un conjunto de libros prohibidos, como obras de Voltaire y del Abad Raynal.106 Mas no por eso dejó de colaborar en la persecución de los libros vendidos en la Tienda La Gazeta de Bahía. Entre los 95 libros anunciados en la publicación, 57 fueron considerados prohibidos o sospechosos. El poder Real, en la misma ocasión, ordenó al Gobernador y Capitán General de Bahía que los prendiese y remitiese a la Mesa, “publicándose decretos para que las personas que los tuviesen los entreguen a la Secretaría de Gobierno”. Las autoridades de Bahía se empeñaron en cumplir las órdenes pasando revista no sólo al surtido de la Tienda La Gazeta sino “empezando la búsqueda en otras tiendas”. Pero no fue posible localizar todas las obras perseguidas: El Administrador de la Tienda La Gazeta declaró no tener el Catálogo referido en el Oficio de V. Ex. y que si lo tuvo fue ya hace mucho tiempo, por estar dichos Libros en aquella tienda también hace mucho demorados por falta de compradores, y que no eran todos de la misma caza, sino de un tercero, y que
105 Documento firmado por Mariano Joze Pereira da Fonseca, Río de Janeiro, 3 de julio de 1820 (Caja 820 (antigua 170), Pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ). 106 Cf. NEVES, Lúcia Maria Bastos Pereira, “Comércio de livros e censura de idéias: a atividade dos livreiros franceses no Brasil e a vigilância da Mesa do Desembargo do Paço (1795 – 1822)”, Ler História, Lisboa, 23:61-‐78, 1992, p.41.
76
había actuado en todo de buena fe por se persuadir que tales libros no eran prohibidos.107 Buscando eximirse de culpa, el Administrador de la Tienda se explicó como pudo: no sabía de la prohibición, los libros no eran suyos, habían estado en venta en el pasado, no había quien los comprase. El decreto obligando a los propietarios de los libros prohibidos a entregarlos en la Secretaría del Gobierno tampoco tuvo mucho éxito, ya que treinta días después de su publicación nada se había presentado. El funcionario encargado no se espantó, creyendo que “es muy creíble, atendiendo que en esta Ciudad hay muy pocas personas que entienden Lenguas Extranjeras y mucho menos que gusten ocupar el tiempo en leer libros”.108 El caso se cerró en octubre de 1820, con la aprehensión de 7 libros (“La Folie Espagnole”; 1 Mme Botte; 1 Ah! Quel Conte; 2 Episodes de la vie d´une jolie femme, de tres tomos cada obra; 1 Les Propheties de M. Michel; 1 Les Mille et une jour; 2 La Magie Blanche). Aunque dos veces se alegase la inexistencia de lectores en la ciudad, lo que nadie explicó fue qué fin llevaron las otras 88 obras disponibles en la Tienda La Gazeta, tal vez en más de un ejemplar. De las que restaron, informa el enviado del Conde de Palma, 2 no deberían ser prohibidas pues “me parece que no habrá dificultades en comprar dichos Libros y hasta me parece que el Libro = mil y un día = y otro titulado = Mágica Blanca = están traducidos en Portugués”.109 Así, la documentación conservada por los órganos de censura portugueses y brasileños, aunque revele una gran circulación de libros, 107 Documento con firma ilegible, datado Salvador , 11 de Setiembre de 1820 (Caja 820 (antigua 170), Pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ). 108 Documento no firmado, datado Bahía, 1 de octubre de 1820 (Caja 820 (antigua 170), Pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ). 109 Documento con firma ilegible, datado Salvador, 11 de setiembre de 1820 (Caja 820 (antigua 170), pacote 4 – doc.83 – MDP – ANRJ).
77
no agota todas las posibilidades. Es preciso agregar las obras que entraban contrabandeadas, y que por esta misma razón dejaban pocos vestigios. En el polo opuesto, es necesario tener en cuenta también los más legales de los textos: aquellos editados por la Imprenta Real en Río de Janeiro. La imprenta en Río de Janeiro Entre las medidas tomadas para hacer de Brasil la sede del gobierno portugués, D. João VI mandó instalar una imprenta traída desde Portugal, pero antes importada de Inglaterra por la Secretaría de Estado de los Negocios Extranjeros y de la Guerra. La instalación de la maquinaria y el inicio de su funcionamiento precedió a la redacción del acto formal de institución de la Imprenta Real de Río de Janeiro, haciendo con que este documento pudiese ser impreso en el mismo taller al que daba vida.110 Con algunos siglos de atraso llegaba la tipografía a Brasil.111 Hipólito José da Costa Pereira, aliviado y avergonzado, registró el hecho en su Correio Braziliense:
110 El primer documento producido por la Imprenta Real fue la “Carta real al
Conde da Ponte: abriendo los puertos del Brasil al Comercio directo Extranjero”, impreso el 28 de enero de 1808. El decreto de creación de la Imprenta Real fue publicado el 13 de mayo de 1808. 111 Según Alberto Dines “Brasil fue el 12º país de América Latina que obtuvo el derecho de impresión de la respectiva metrópolis. La primera oficina del Nuevo Mundo fue instalada en México en 1535, y siguió la de Lima, Perú en 1584”. (DINES, Alberto. Ob.cit., p. 75) Hallewell trae informaciones que permiten percibir la progresión en la instalación de la imprenta en las colonias americanas: Habana (1707), Jamaica (1718), Barbados (1730), Virginia (1736), Bogotá (1739), Santiago de Chile (1748), Quito (1760), Nova Orleans – bajo dominio español – (1764), Buenos Aires (1780) – Santo Agostinho – Florida – (1783) (HALLEWELL. Ob.cit.., p. 13). 78
Sepa pues el Mundo y la posteridad que en el año 1808 de la era Cristiana, el Gobierno Portugués en Brasil mandó buscar a Inglaterra una Imprenta con sus apéndices necesarios; y la remesa que desde aquí se le hizo importó CIEN LIBRAS ESTERLINAS!!! Con todo, se dice que se aumentará este establecimiento, tanto más necesario cuanto el Gobierno allí, ni puede imprimir sus Ordenes para darles suficiente publicidad. Tarde; desgraciadamente tarde: pero por fin aparecen tipos en Brasil; y yo de todo mi Corazón doy las felicitaciones a mis compatriotas Brasileros.112 El principal objetivo del establecimiento era apoyar a la administración y la burocracia con la impresión de “exclusivamente toda la Legislación y Papeles Diplomáticos que emanen de cualquier Repartición de Mi Real Servicio”113; por tanto, poco interferiría en la ampliación de la oferta de lectura en el país. Mas con el establecimiento de la imprenta sería posible imprimir “todas, y cualquier otra Obra”. Esta posibilidad, ya anunciada en el Decreto de creación, fue reforzada por una “Noticia” divulgada también en 1808: “ Por la oficina que interinamente sirve de Imprenta Real en Río de Janeiro se hace público que en ella hay facultad para imprimirse toda y cualquier obra”.114 El deseo de imprimir, o las facilidades para hacerlo sin atravesar el Atlántico, hizo que parte del tiempo de las oficinas se gastase en la publicación de obras originales o reediciones de textos anteriormente publicados en Portugal. Posiblemente los libros 112 “Estabelecimento da Imprensa no Brazil”, Correio Brasiliense ou Armazém Literário. Londres: W.Lewis Paternoster Row, octubre de 1808 113 Código Brasiliense, ou Coleção das Leis, etc, , promulgadas en Brasil, Tomo I, Río de Janeiro, 1811. Ver documento que autoriza la impresión en Brasil en www.unicamp.br/iel/memoria/acervo. Consultado el 30 de enero de 2002. 114 Correio Brasiliense ou Armazem Literario. Londres: W. Lewis Paternoster Row, noviembre de 1808, p. 518.
79
impresos eran buena moneda para la obtención de puestos y favores, o para ganar la simpatía de los poderosos, pues una cantidad significativa de obras salidas de la Imprenta Real se dedicaba al elogio de los soberanos – como por ejemplo, Elegia à sempre saudosa e sentidissima auzencia de sua alteza real de Lisboa para os seus estados do Brazil115 –, al festejo de fechas conmemorativas – como A Deos onipotente, optimo maximo, em acção de graças, pelos faustissimos anos de sua Alteza Real o Principe Regente Nosso Senhor, em o plauzivel dia 13 de maio de 1810, do seu augusto natalicio116 –, al enaltecimiento de Portugal –como Ode Pindarica ao Exercito Portuguez pela gloriosa Restauração de 1808, e memoravel campanha até 1814.117 Estos textos, además de tener como temas hechos y figuras importantes de la política real, eran en general dedicados y ofrecidos a miembros de la alta jerarquía gubernamental. Dejando de lado a personalidades y dignatarios, es probable que pocos tuviesen interés en estos textos, pese a las expectativas de sus autores. D. Jose Manuel de Camara, autor de O Corso. Grito Portuguez dirigido às nações felizmente combinadas, Inglesa, Castelhana, Portugueza,118 parece haber tenido esperanzas en el éxito de su producción prometiendo que: 115 Elegia à sempre saudosa e sentidissima auzencia de sua alteza real de Lisboa
para os seus estados do Brazil. Offerecida al IIImo. Exmo. Senhor Henrique José de Carvalho e Mello, Conde de Oeiras, Marquez de Pombal, do Conselho do Estado, Gentil-‐Homem da Camara de sua Magestade, Gran Cruz da Ordem de Christo, &c.&c.&c. por J.M. Río de Janeiro: Na Impressão Régia, MDCCCVIII. 116 A Deos onipotente, optimo máximo, em ação de graças, pelos faustisimos anos de sua Alteza Real o Príncipe Regente Nosso Senhor em o plauzivel dia 13 de mayo de 1810, do seu augusto natalicio. Cantico. Río de Janeiro: Na Impressão Regia, 1810. Com licença de S.A.R. 117 Ode Pindarica ao Exército Portuguez, pela gloriosa restauração de 1808, e memoravel campanha até 1814. Por Paulino Joakin Leitão. Río de Janeiro: Na Impressão Regia, M.DCCC.XV. Com licença da Mesa do Desembargo do Paço. 118 O corso. Grito Portuguez dirigido às nações felizmente combinadas, Inglesa, Castelhana, Portugueza, por un patriota, natural de Lisboa. Río de Janeiro: Na Impressão Regia, 1811. Por ordem de S.A.R. 80
Si el respetable público se dignase a recibir de buen grado este escrito, no duda su autor, reconocido a la benigna acogida, afianzarle en oportunidad una reimpresión en que se vea aclarado de Notas históricas y políticas, de que es tan susceptible.119 No hay ninguna noticia de que el folleto haya conocido una segunda edición. Aunque no alcanzasen a ser reimpresas, obras de esta naturaleza no cesaban de ser producidas y publicadas para alegría de sus autores y “engrandecimiento del Imperio portugués”. Si éstas predominaron entre las obras de Bellas Letras en los primeros años de actividad de la Imprenta Real, con el paso del tiempo fueron cediendo espacio a la publicación de obras más del gusto del público. Hasta 1810, la Imprenta Real editó solamente poesías de circunstancia y alguna obra de teatro con tema de la época. En este año, sin embargo, fue publicado “con licencia de su Alteza Real”, O Diabo Coxo, verdades sonhadas e novellas da outra vida traduzidas a esta, 120 la primera novela impresa en Brasil, probablemente a pedido de Paulo Martin Hijo, que vendía la edición en dos volúmenes por 1600 reales.121
119
Apud: CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Río de Janeiro. São Paulo: EDUSP, Livraria Kosmos Editora, 1993, 2 Vol, p. 73. 120 O Diabo Coxo, verdades sonhadas e novellas da outra vida traduzidas a esta. Por &c. Nova Edición. Tomo Primeiro. Río de Janeiro: Na Impressão Regia, 1810. Com licença de S.A.R. Tomo segundo. Río de Janeiro: Na Impressão Regia, 1810. Com licença de S.A.R. 121 CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Regia do Río de Janeiro, São Paulo, EDUSP, Livraria Kosmos Editora, 1993, 2.Vol. 81
El texto ya era conocido en Brasil por medio de importaciones de Lisboa, donde había sido traducido en 1806.122 A pesar de la existencia de esta versión impresa en Río de Janeiro (y reeditada por la misma casa en 1822) se registraron, en los órganos de censura portugueses, entre 1813 y 1826, 15 pedidos de autorización para remesas de esta obra a la ciudad, además de otros 4 pedidos sometidos a la Mesa del Tribunal Superior del Reino, algunos de los cuales firmados por libreros europeos. La publicación de obras ya conocidas revela, por un lado, el tino comercial de quienes encargaban impresiones en Río, pues poco se arriesgaban al republicar un libro que ya había conquistado al público. Por otro lado, muestra que la práctica de las importaciones – independientemente de las dificultades impuestas por la necesidad de solicitar autorización, por la demora en el transporte y los consecuentes costos – era considerada un buen pretexto para obtener libros, ya que el hecho de estar disponibles en la ciudad no la inhibía. Tal vez la calidad de la impresión europea fuese superior, y menor el costo del libro importado.123 De hecho los títulos emanados de la 122 LESAGE, R. O Diabo Coxo, verdades sonhadas e novellas de outra vida. T. Lacerdina, 8º, 284 p. Nuevas ediciones en 1808, 1813, 1819. 123 Situación semejante ocurría en Estados Unidos, donde fueron necesarias muchas décadas para que los libros producidos en América comenzasen a tomar el lugar de los libros traídos de Inglaterra. La impresión americana era muy ruin debido a la cualidad del material empleado: tipos muy usados, papel inferior, cantidad insuficiente de papel del mismo tipo para composición de un libro, tinta de segunda línea importada de Europa. Por eso, en 1779, cuando Franklin recibió en Francia copias de un diario de Boston, dijo: “If you should ever have any Secrets that you wish to be well kept, get them printed in those Papers”. (BOORSTIN, Daniel J. The Americans: the colonial experience . New York: : Random House, s/d., p.295. 1ª edición 1958) Victor Neuburg cree que el pequeño número de lectores en Estados Unidos en el período colonial también tornaba poco competitiva la edición americana. “Había un mercado bastante restricto en la colonia para productos literarios y publicación de libros, particularmente aquellos en muchos volúmenes, que envolvían un
82
Imprenta Real ampliaron las posibilidades de contacto con los libros, sin debilitar el flujo de impresos entre Europa y Río de Janeiro. De esta forma, los títulos de Bellas Letras salidos de las imprentas cariocas vinieron a sumarse a los importados de Portugal (sometidos al rigor de la censura lusitana) y a los introducidos en Brasil a partir de otras localidades europeas (fiscalizados por la Mesa del Tribunal Superior del Reino). En definitiva, el estudio de la documentación producida por los órganos censores demuestra que había lectores en la colonia, al contrario de lo que muchas veces se afirma. Y es preciso recordar, una vez más, que sólo hemos considerado los envíos de libros a Río de Janeiro y las obras de Bellas Letras, dejando de lado los tan apreciados textos religiosos y los siempre útiles libros profesionales. 124
riesgo considerable. Era mucho más fácil y lucrativo para el comercio en ambos países importar libros de Inglaterra. Había un próspero comercio de libros entre ellos hasta la Guerra de la Independencia – e inclusive después de comenzadas las hostilidades no parece haber muerto enteramente.” (NEUBURG, Victor. “Chapbooks in America. Reconstructing the popular reading of Early America”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org.) Reading in America, Londres et Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989, p.82) 83
Libros de éxito 125
“Nadie duda que la Prosa es más fácil que cualquier Poema.” Luis Antonio Verney. Verdadero Método de Estudiar, 1746. 125 Versiones preliminares de este texto fueran presentadas bajo los títulos “Les lectures littéraires au Brésil, 1769 -‐1807” (Séminaire “Problèmes d’Histoire Culturelle”, Roger Chartier (org), Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris, 1996), “Leituras Literárias no Río de Janeiro (1769-‐ 1807)”; XXII Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação, Intercom, Río de Janeiro, 1999.
84
Bellas Letras y la censura lisboeta: 1769 – 1807 Los cariocas estaban entre los más ávidos – o más controlados – lectores de Portugal y sus dominios. Aunque leyeran muchos textos religiosos y profesionales, apreciaban el contacto con las Bella Letras y tenían claras preferencias. En el período anterior al traslado de la corte, los libros remitidos con más regularidad eran: Título Cantidad 1. Les Aventures de Télémaque, François de Salignac de la 38 Mothe-‐Fénelon 2. Night Thoughts on Life Death and Immortality, Edward 24 Young 3. Selecta Latini Sermonis exemplaria e scriptoribus 22 probatissimis, Pierre Chompré 4. Histoire de Gil Blas de Santillane, Alain René Lesage 21 5. Le Voyageur François ou la connoissance de l’ancien et 19 du nouveau monde, Joseph de Laporte 6. Meditations and Contemplations, James Hervey 18 The Paradise Lost, John Milton 18 7. Caroline de Lichtfield, J.I.P. de Bottens Baronesa Isabelle 15 de Montolieu El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel 15 de Cervantes História do Imperador Carlos Magno e dos doze pares de 15 França, anónimo Lances da Ventura acasos da desgraça e heroísmos da 15 virtude, D. Felix Moreno de Monroy y Ros Rimas, Manuel Maria Barbosa du Bocage 15 8. Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e 13 nas principais povoações dos Balinos, povos 85
9.
10.
desconhecidos de todo o mundo, Luís Caetano de Campos Delli viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite Australi ed al paese delle scimie, né quali si apiegono il carattere, li costumi, le scienze e la polizia di quegli straordinari abitanti, Zaccaria Seriman O Feliz independente do mundo e da fortuna, ou arte de viver contente em quaisquer trabalhos da vida, Pe. Theodoro de Almeida Fábulas, Esopo Obras, Luís de Camões Rimas, João Xavier de Mattos
12
12
11 11 11
Tabla 1: Títulos de Bellas Letras más solicitados en requisiciones submetidas a la censura portuguesa entre 1769 y 1807 con destino a Río de Janeiro126
Entre los 519 títulos enviados, el más solicitado tiene 38 solicitudes, mientras que los otros 312 tienen un sólo pedido. Así, si la distribución fuera pareja, habría menos de 3 pedidos para cada título. Una vez que los pedidos de autorización no mencionan el número de ejemplares, es posible que a cada solicitud de las Aventures de Télémaque, por ejemplo, correspondan centenares de ejemplares remitidos, hipótesis que gana peso teniendo en cuenta el hecho de que 19 de las remesas que incluían el libro de Fénelon fueron firmadas por libreros; pero como la documentación nada informa sobre las cantidades enviadas, no es posible avanzar mas allá de las suposiciones. 126 Según los “Catálogos: examen de los libros para salida del reino”, destino: Río de Janeiro, cajas 153 – 154, Real Mesa Censoria, Arquivos Nacionais Torre do Tombo, Lisboa (de ahora en delante RMC – ANTT). En la composición de esa tabla – e de las siguientes – nombranse los títulos según aparecen en las publicaciones originales. En los pedidos de licencia las obras son referidas de las formas más variadas.
86
La sensación de que el número de pedidos para cada obra es muy pequeño disminuye cuando se considera la cantidad de ejemplares en circulación. A mediados del siglo XVIII, en Francia, la mayor parte de las obras eran impresas con menos de 1000 ejemplares. La Nouvelle Héloïse, de Rousseau, éxito incontestable en Francia en su época, tuvo poco más de 4.000 ejemplares impresos. 127 En Inglaterra, en la misma época, pocas obras vendieron más de 10.000 ejemplares. Ninguna de ellas fue escrita por autores consagrados, en realidad eran panfletos noticiosos y religiosos bastante sensacionalistas.128 De la misma manera, 1.000 ejemplares eran hechos a fines del siglo XVIII en Estados Unidos, algo normal con las novelas. 129 En Portugal los números tampoco excedían el millar. O Uraguay, publicado en 1769 con apoyo del Marqués de Pombal, el más poderoso ministro portugués, tuvo una primera edición de 1.036 ejemplares, tiraje considerado, en la época, colosal. 130 Hay una dispersión de títulos aún más grande presentes en los documentos relativos al Puerto, haciendo que 525 títulos fueran solicitados una única vez (81% de los casos).131 La baja incidencia de pedidos para cada obra hace difícil la elaboración de una lista de los 127 MASSEAU, Didier. L’invention de l’intellectuel dans l’Europe du XVIII siècle.
Paris: Puf, 1994, p. 46. 128 WATT, Ian. A Ascensão do Romance. São Paulo: Companhia das Letras, 1990, p. 46. 129 DAVIDSON, Cathy N. “The life and times of Charlotte Temple – the biography of a book”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org) Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989, p.159. 130 TEIXEIRA, Ivan. Mecenato Pombalino, São Paulo: FAPESP/EDUSP,1999, p. 412. 131 Como se vio en el capítulo 3, en el período posterior a la transferencia de la corte para Brasil, la presentación de pedidos de autorización para envío de libros de Lisboa para el Porto se hace inconstante – no hay ninguna requisición registrada en los años de 1809, 1810, 1811, 1812, 1814, 1818, 1822, 1823. Debido a esas interrupciones sólo serán comparadas las requisiciones relativas a Río de Janeiro y al Puerto entre 1769 y 1807. 87
libros más buscados, pues incluye entre los 10 más pedidos libros enviados apenas 4 veces en 38 años. Entre los 5 más referidos se encuentran: Les Aventures de Télémaque (1er lugar -‐ 21 pedidos), Obra de Virgílio (2o -‐ 16 pedidos), Selecta Latina (3er -‐ 11 pedidos), Night Thoughts (4o -‐ 10 pedidos), Fábulas de Fedro (5o -‐ 9 pedidos). Las elecciones realizadas por los habitantes del Puerto coinciden solamente en parte con las de los que vivían en Río de Janeiro. Por más que haya un interés semejante por las obras de Fénelon, Chompré y Young, algunos de los libros preferidos por los cariocas recibieron poca o ninguna atención: Lances de la ventura y Viagens de Altina fueron enviados solamente 2 veces, las Rimas de Bocage y Delli viaggi di Enrico Wanton aparecieron en sólo una petición, mientras no hubo siquiera un pedido para la Historia de Carlos Magno Superado el impacto de la pequeña concentración de los pedidos, es posible notar la existencia de algunas recurrencias. Salta a los ojos el absoluto predominio de textos extranjeros en los envíos hechos para el Puerto: la búsqueda más grande de un texto escrito originalmente en portugués corresponde a O Feliz independente do mundo e da fortuna, del Pe. Thedoro de Almeida, mencionado 6 veces en los pedidos de autorización. Entre las solicitudes con destino a Río de Janeiro, de las 18 obras consideradas, 6 fueron originalmente compuestas en portugués. Pero no hay un predominio absoluto en la lengua de origen: son 6 títulos escritos en francés, 3 en inglés, 1 en español, 1 en griego, 1 en italiano. El latín, lengua de la cultura hasta el siglo XVIII, comparece sólo parcialmente, pues la Selecta Latini – una antología de clásicos latinos – fue elaborada y escrita en francés (excepto, como es evidente, en lo que dice respecto a los textos reproducidos de los autores latinos).
88
En el Puerto, la búsqueda de los clásicos de la Antigüedad era más acentuada.. En las 10 primeras requisitorias hay 31 obras, pues, como se ha visto, hay muchos libros para los cuales se pide autorización sólo 4 ó 5 veces. Entre ellas, obras compuestas por autores latinos como Cicerón (18 pedidos – 7 para Oraciones, 7 para Obra y 4 para Epístolas), Virgilio (16 pedidos), Fedro (9), Horacio (8), Cornelio Nepos (6), Cujacio (6); además de los 11 pedidos para la Selecta Latini. En comparación con los lectores del Puerto, los cariocas parecen mucho más modernos, una vez que dan primacía a las novelas en su selección de libros: hay 8 novelas entre los libros más enviados (55%). Sin embargo, los habitantes del Puerto, incluyeron sólo 6 relatos de ficción entre los 31 más pedidos (19%).132 La presencia de la cultura latina no era despreciable en Río de Janeiro, aunque no se concentrara en determinadas obras, impidiendo que los textos estuvieran entre los más buscados. Entre 1769 y 1807 hay pedidos para obras latinas, pero el título de mayor demanda – Cartas de Ovidio – fue solicitado sólo 9 veces. Siguen las Fábulas de Fedro (también con 9 pedidos); las Oraciones de Cícero (8); las Odes de Horacio y obra ad usum de Ovidio (7); obra ad usum de Horacio, Epístolas de Cícero, obra ad usum de Virgilio y Obrigações de Cícero (cada una con 6 pedidos).133 Curiosamente, el más solicitado de los textos latinos fue referido, en todos los pedidos, en portugués, permitiendo imaginar que, al igual que en el caso en que se buscaban autores latinos, la lengua de contacto con la obra era el portugués. En ese caso, los 9 solicitantes debían tener en cuenta el libro Cartas de Ovidio, chamadas heroides, expurgadas de toda a obscenidade e 132 Situación equivalente se encontraba en los Estados Unidos, en el período colonial, en que, según Daniel J. Boorstin, el conocimiento de latín “nunca obtuvo en nuestra cultura el diseminado prestigio que poseyó durante largo período en Inglaterra.” (BOORSTIN, Daniel J. The Americans: the colonial experience. New York: Random House, s/d., p. 294. 1a edición 1958) 133 La presencia de obras griegas es aún menor – hay sólo 31 pedidos.
89
traduzidas em rima vulgar: com as suas respostas, escriptas umas pelo mesmo Ovidio, outras por Sabino e Sidronio e a maior parte dellas pelo traductor; e um epílogo no fim de cada uma, em que se mostra a doutrina que d’ellas se pode tirar, etc., en traducción de Miguel do Couto Guerreiro, publicada en Lisboa en 1789. Al menos uno de ellos dejó claro que buscaba las “Cartas de Ovidio por Miguel do Couto Guerreiro”.134 En ese caso lo que se leía era una versión “expurgada de toda la obscenidad”, añadida de escritos de Sabino y Sidrónio y ampliada por el traductor, responsable de la “mayor parte” de las respuestas a las cartas. De la misma forma, todos los que pidieron versiones ad usum de textos latinos tomaban contacto con versiones didácticas revisadas y alteradas por los organizadores de la obra. Para aclarar el destino escolar de los libros se usaban las expresiones como ad usum delphini (para el uso del delfín o príncipe heredero) ad usum studiosae juventutis (para el uso de la juventud estudiosa), ad usum scholarum (para uso escolar), ad christianae juventutis usum (para el uso de la juventud cristiana), o simplemente ad usum. La consagración de la expresión para designar obras didácticas hacia que se pidiera autorización para remesas de, por ejemplo, “Cornelius Nepos ad usum”, aunque no existiera ninguna publicación con ese título. Seguramente, el demandante sólo quería indicar su deseo de hacer pasar a Brasil una versión simplificada y didáctica de los escritos de Cornelio Nepos. Así, el 66% de los libros más remitidos a Río de Janeiro fueron escritos en lengua extranjera. No es necesario suponer que los lectores cariocas fuesen poliglotas. Todos los libros de gran búsqueda ya estaban traducidos al portugués en el siglo XVIII.135 El mundo editorial 134 Manoel Jozé Pereira de Campos, em pedido feito em 1800. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 153, RMC – ANTT. 135 RODRIGUES, A Gonçalves. A Novelística Estrangeira em Versão Portuguesa no Período Pré-Romântico. Coimbra: s/ed, 1951 e RODRIGUES, A. Gonçalves. A
90
lusitano parece, así, bastante dinámico, siendo capaz de ofrecer traducciones para las obras de mayor éxito. Uno de los libros más buscados en ese período, el Paraíso Perdido, fue traducido en 1789 por el Padre José Amaro da Silva, que, en el Prólogo, exalta la importancia de las traducciones. Creo que será bien acepto este recuerdo, que tuve con la Traducción de este Poeta. Es justo que esta Nación tenga en su Lengua todo cuanto haya en las demás, porque no sólo los Sabios deben leer, pero todos los demás, para que o lo sean o se instruyan. En aquella Nación, en que hasta la misma escoria del Pueblo lee, es donde las costumbres son mejores, la Patria es amada, la Religión más observada y los Soberanos obedecidos y más estimados. La ignorancia y la falta de lección es la fuente donde dimanan las desórdenes, la soberbia, el despotismo, la desobediencia y hasta la misma superstición e irreligión. 136 El entusiasmo del Padre con las traducciones y con el poder de la lectura parece haber sido compartido por aquellos que se dirigieron a los órganos de censura portugueses, teniendo en cuenta que la mayor parte de los pedidos que contienen indicaciones bibliográficas completas, explicita el hecho de estar remitiendo traducciones. Es el caso, por ejemplo, de Leandro dos Reis Carril – segundo mayor remitente de libros en el período – que, en pedido de 1799, solicitó Tradução em Portugal. Lisboa: Imprensa Nacional / Casa da Moeda, 1992, 1o vol.: 1495 – 1834. 136 MILTON, J. Paraiso perdido, poema heróico de ... traduzido em vulgar pelo Padre José Amaro da Silva, presbitero Vimaranense. Com o Paraiso Restaurado, Poema do mesmo Author; Notas Historicas, Mythologicas, &c. de M. Racine; e as Observações de M. Addisson sobre o Paraiso Perdido. Lisboa: Na Typographia Rollandiana, 1789. Com licença da Real Meza da Comissão Geral sobre o Exame, e Censura dos Livros. Pág. V. 91
autorización para el envío de las obras “Seleta latina, anónimo, Lisboa; Aventuras de Telemaco, Fenelon, Lisboa; Meditações sobre as sepulturas, Ervei, Lisboa; Pastor do Douro, Belmiro, Porto; Feliz independente, Almeida, Lisboa; Desgraçado napolitano, Roselli, Lisboa; Panegyricos italianos, anónimo, Lisboa”.137 El astuto comerciante hizo una remesa en la que hay mayoritariamente libros de éxito, anotando que todos los libros enviados serían versiones publicadas en Portugal. Aunque menos frecuentes, había también envíos de obras en la lengua original. El no menos astuto Paulo Martin elaboró un pedido, en 1801, para remesa de las siguientes obras: Nuits d’Young, Lisboa, 1794; Aventures de Telemaque, Fenelon, Lisboa, 1798; Aventuras de Telemaco, Fenelon, Lisboa, 1784; Histoire de Gil Blas, Le Sage, Paris, 1798; Theatre, Racine, Lyon, 1791; Opera ad usum Delphini, Ovidius, Veneza, 1791; Aventures de Robinson Crusoe, Paris, 1799; Saisons, poeme, St. Lambert, Hambourg, 1797; Oeuvres poetiques, Gresset, Rouen, 1782; Oraisons de Ciceron, Auger, Paris, 1786; Vie du Baron de Trenk, 1788; Fables, lat, fran, Phedro, Paris, 1796; Mort d’Abel, Gessner, Jersey, 1786; Obras poeticas, Camões, Lisboa, 1780; Jogos de selectas, anónimo, Lisboa, 1761; Recreações do homem, Arnaud, Lisboa, 1788; Carolina de Litchfield, Lisboa, 1790; Histoire de Clarisse, Richardson, Venaza, 1788; Histoire de Grandisson, Amsterdam, 1777; Vie de Dugai Trouin, Lyon, 1786; Lettres, Sevigné, Paris, 1786; Oeuvres d’Horace, Dacier, Paris, 1709; Oeuvres d’Homere, Leida, 1771; Oeuvres de Seneque, Lisboa, 1778; Virgilii opera, Ricoi, Lisboa, 1789; Quintilliano, VillaLobos, Coimbra, 1794; Arte Latina, Antonio Felis, Lisboa, 1798; Feliz independente, Almeida, Lisboa, 1786; 137 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro,
Caja 153, RMC – ANTT. 92
Recreação filosófica, Lisboa, 1788; Carlos Magno, anónimo, Lisboa, 1794.138 Martin se confundía con la lengua en que escribía sus listas, creando alguna confusión al mencionar el título en francés y la ciudad en la que había sido publicada la obra, como Lisboa. Considerando el lugar de edición que él menciona, se puede ver que daba preferencia a las traducciones cuando se trataba de los libros de mayor éxito, solicitando, en los demás casos, textos en lengua extranjera. Es así que Noites de Young, Carolina de Lichtfield, Selectas Latinas y Aventuras de Telêmaco, fueran mencionadas en ediciones lisboetas, mientras obras menos populares en el momento – como Aventuras de Robinson Crusoé o Poemas das Estações – se solicitaban en lengua extranjera, aunque ya hubiese versión para el portugués. Cuando no se optaba por la traducción portuguesa, aún se leía una traducción, pues las obras compuestas en inglés, español, italiano o griego fueron mencionadas en las listas en versión francesa o portuguesa y jamás en la lengua original. Si es posible entender la preferencia por estas lenguas en oposición al inglés o al italiano – poco difundidos en el período como lenguas internacionales –; causa espanto el caso de D. Quijote, que no es solicitado en español ni siquiera una vez, pero sí en francés y portugués. La primera traducción portuguesa de Don Quijote – impresa por la Tipografía Rollandiana, en 1794 – fue saludada en la Gazeta de Lisboa, de 27 de diciembre del mismo año: Salgo a la luz el Ingenioso hidalgo ‘Don Quijote de La Mancha’, por Miguel de Cervantes Saavedra, traducido en portugués, en 8.o, 6 Vols. Véndese por 2880 reis en casa de Francisco Rolland, 138
“Catálogos: exámen de los libros para salida del reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 153, RMC – ANTT. 93
en el largo y en las casas nuevas de N. Señora do Loreto. Esta obra, vertida en todas las lenguas de las naciones cultas de Europa, de justicia aparece ahora en la nuestra, para recreo e instrucción de los Portugueses: ella es la primera entre todos los Romances Cómicos, ya por el gusto, simplicidad y gracia, ya por la pureza y natural del estilo, ya por la verdad de los retratos, ya por el arte de narrar y mezclar las aventuras sin nada estropear, e ya, sobretodo, por el talento de instruir divirtiendo; encontrándose a cada página cómicos cuadros, juiciosas reflexiones, y tanta arte que todos los Sabios le tributan el merecimiento de la originalidad. 139 El buen negocio de la traducción hacía que proliferasen las versiones en una misma lengua. A veces, esta multiplicación se debía al deseo del editor de proporcionar al público un mejor texto, como parece haber sido el caso del librero y editor Rolland, que, habiendo publicado una traducción de Paulo e Virginia, decidió buscar un nuevo traductor en el momento de la reedición. Es lo que se observa en una nota escrita por su primo Estevão Semiond a un traductor: diciéndome [Rolland] que está terminando su edición de ‘Paulo e Virginia’ y que en otro tiempo le habías fallado en una traducción mejor que habías hecho, que visto tener de reimprimir, desearía hacer cosa digna de los tiempos ‘const.’ (constitucionales?) [...] en lugar de la antigua, imprimiremos la tuya en que el publico encontraba más provecho, leyendo 139 PEIXOTO, Jorge. “Bibliografia das edições e traduções do D. Quixote publicadas em Portugal”, Boletim Internacional de Bibliografia Luso-Brasileira, Fundação C. Gulbenkian, II, n. o 4. Apud CAEIRO, Francisco da Gama. “Livros e livreiros franceses em Lisboa nos fins de setecentos e no primeiro quartel do século XIX”. Separata do boletim Bibliográfico da Universidade de Coimbra, vol. 35, 1980.
94
portugués puro y no portugués (palabra tachada: estaba antes – ‘afrancesado’), como en la otra. En esto hacías un beneficio al público y un obsequio a mi primo.140 Otras veces el éxito de una obra atraía diferentes traductores, como sucedió, por ejemplo, con las Aventuras de Telêmaco, objeto de varias traducciones distintas en el siglo XVIII: 1. Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses; traducido del original francés en la lengua portuguesa por José Manuel Ribeiro Pereira. Lisboa, 1765. 2 volúmenes. Aventuras finaes de Telemaco, filho de Ulysses, nuevamente compuestas por el bacharel Joseph Manoel Ribeiro Pereira. Lisboa, 1765. Segunda edición correcta y enmendada por el mismo traductor de la primera edición d’estas Aventuras, traducción José Manuel Ribeiro Pereira, Lisboa, 1784, 2 volúmenes. Reedición das Aventuras finaes en Lisboa, 1785. 2. Aventuras de Telémaco. Traducido en verso portugues. por Joaquim José Caetano Pereira e Sousa, Lisboa, 1768, 2 volúmenes. Reeditado en Lisboa, 1787, 2 volúmenes. Nueva edición como Aventuras de Telemaco, traducidas en verso portugués, a que se adjuntan algunas notas mitológicas y alegóricas para inteligencia del poema. Dedicadas al Ser. Príncipe de Brasil. Lisboa, 1788, 2 tomos. 3. O Telémaco. Traducido pelo capitão Manoel de Sousa, Lisboa, 1770, 2 volúmenes. Reeditado como O Telemaco de mr. Francisco de Salignac de la Motte Fenelon, etc. traducido. Lisboa, 1776, 2 tomos. Nuevas reediciones en Lisboa, en 1785 y en 1825.
140 CAEIRO. op. cit. Intervenciones en el texto hechas por Caeiro.
95
4. Aventuras de Telemaco, filho de Uysses... Con un discurso sobre la Poesía Épica y Excelencia del Poema de Telemaco y notas geográficas y mitológicas. Sin indicación del traductor. Lisboa, 1785. A cada nueva edición o reedición, los traductores elogiaban el trabajo propio y apuntaban defectos en el preparado por los demás. 141 Esta diatriba de las traducciones fue descrita en un prefacio a las Aventuras de Telêmaco, preparado por José da Fonseca, responsable de una edición “retocada y correcta” de la obra de Fénelon: Mucho hace que yo deseaba poder dar a mis paisanos una nueva edición de Telemaco, vista y correcta por mi. Hoy, finalmente, satisfice mi voluntad en esta que sale a publico. Como yo hablé, en Paris el inimitable Francisco Manuel, supe de el que la traducción, que en Portugal corre, con el nombre del capitán Manuel de Sousa, debe mucho al nuestro Vate, íntimo amigo del dicho capitán. “Yo (son palabras de Philinto) traducía, con el original en la mano, paseando en mi cuarto, y Manuel de Sousa escribía lo que yo le dictaba: el retocaba después la versión en su casa; y así procedimos hasta completarla”. Con efecto, so [sic] Francisco Manuel (entonces en su patria y con la cabeza bien rellena de termos y frases clásicas), podía derramar tanta copia [sic] de buen lenguaje en este libro, vero tesoro de la lengua portuguesa pero la gran celeridad con que fue hecha la misma translación ( tal vez a instancias de librero) 141 A propósito de las diversas traducciones y ediciones de las Aventuras de Telêmaco, ver CRISTÓVÃO. Fernando Alves. “Presença de Fénelon no espaço literário luso-‐brasileiro. Subsídios para um estudo”. Paris, Fondation Calouste Gulbenkian, Centre Culturel Portugais, 1983, pp.135 – 150.
96
no permitió a esos dos ilustres sabios expurgarla de muchos términos bajos e incongruente al tema; de infinitas repeticiones; y dar, otro-‐si, a los periodos, aquel boleo harmónico, que requiere la prosa poética del original. He la tarea, a la que yo puse pecho, no obstante a las dificultades, que me ofrecía a su desempeño; del cual nada diré: toca a los doctos evaluarlo, cotejando este mi trabajo con la versión de que me serví, impresa en Lisboa, en el año de 1776.142 Este curioso sistema de traducción envolvió a tres personas que desempeñaron diferentes papeles: traductor, copista, revisor, adaptador. Las libertades que se daban a los traductores de aquella época permitían que ellos interfiriesen en los textos, añadiendo, alterando o removiendo párrafos enteros. Algunos incluso iban más lejos; es el caso, en 1765, de José Manoel Ribeiro Pereira, autor de la primera traducción al portugués del libro de Fénelon, y creyó que la historia “carecía de remate” por no relatar el casamiento del héroe. No tuvo dudas y compuso las Aventuras finaes de Telemaco narrando lo que, desde su punto de vista, faltaba. La cantidad de traducciones y ediciones en un mismo período atestigua el éxito de la obra, lo que hacía con que libreros y editores importantes como Rolland, Reycend y Bertrand quisieran tener distintas ediciones en sus catálogos. 143 El público también manifestaba 142 Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses, por Francisco Salignac de la Mothe
Fenelon, traducción del Capitán Manuel de Sousa, y de Francisco Manuel do Nascimento, retocada y correcta por José da Fonseca. Paris: en la Livraria Europea de Baudry, 1842. Agradezco a Carlos Eduardo Ornellas Berriel por la indicación y préstamo de ese libro. La primera edición es de 1837. 143 “Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses por M. Fénélon, traducidas del francez en portuguez: con un discurso sobre la poesia épica y excellencia del poema Telemaco; y muchas notas geográficas, y mythologicas para intelligencia del mismo poema: edición ejecutada con caracteres nuevos y adornada con el retrato del mismo Fénélon, Lisboa, 1785.” In: Livros impressos 97
preferencias por una u otra versión. Es así que, en 1799, Jozé Antonio da Silva pedía “Telemaco en verso”,144 solicitud rara a primera vista, una vez que el original había sido escrito en prosa. Sin embargo, Jozé Antonio da Silva podría elegir entre varias adaptaciones disponibles: Il Telemaco in ottava rima, hecha por Flamino Scarselli en Roma en 1747; Aventuras de Telémaco. Traducido en verso portugués, elaborada por Joaquim José Caetano Pereira e Sousa, en Lisboa, 1768; Le Télémaque mis en vers, publicado por Nicolas Buget, em Weimar, 1797. Si esperase algunos años más, podría leer los versos ingleses de Charles Burdett en el Telemachus versified, editado en Londres, en 1820. Entre las obras escritas originalmente en portugués, llama la atención el hecho de que la mayor búsqueda sea para los escritos de Bocage y por las novelas Lances da Ventura, Viagens de Altina y O Feliz Independente. La obra de aquel que es considerado el más importante autor portugués, Luís de Camões, parece haber despertado menos interés que las novelas actualmente desconocidos y el mismo interés que las poesías de João Xavier de Mattos, influenciadas, justamente, por por Francisco Rolland, Impressor-Livreiro em Lisboa, no Largo do Loreto. Encadernado anexo al Secretario Portuguez, o methodo de escribir cartas, por Francisco Jozé Freire. Lisboa: Typografia Rollandiana, 1801. “Aventuras de Telemaco, traducidas de Francez, en 8. 3 tomos. Nueva edición correcta, y emendada, los dos primeros tomos venden si separados”. In: Catalogo dos livros portuguezes, impressos á custa de João Baptista Reycend e Companhia, mercaderes de libros, en el largo de Calhariz, en la esquina de la Bica grande en Lisboa, que se encuentran de venta en su tienda. Catálogo no datado e circulación en 1784. “Aventuras de Telemaco, con Notas, en 8”. In: LIVROS impressos por Francisco Rolland, Impressor-Livreiro em Lisboa. Encadernado anexo a las Fábulas de Esopo, Lisboa, Typografia Rollandiana, 1791. “Aventuras de Telemaco traducidas del Francez de M. Fénélon, por el Capitán Manoel de Sousa, en 8. 2 vol. 1770” -‐ Anunciado a la venta, en 1791, en el Catálogo de la Livraria da Viúva Bertrand. 144 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, Caja 153 , RMC – ANTT. 98
los versos de Camões. La percepción del interés del público por la obra del poeta lusitano se altera un poco cuando se consideran los 6 pedidos para Os Lusíadas. La misma mala suerte tuvo el poeta entre los lectores del Puerto, a donde sus Obras fueron enviadas sólo 5 veces: las Rimas, 3 y Os Lusíadas, 2. Autores y obras posteriormente integrados a las historias de la literatura en lengua portuguesa parecen haber tenido aún menor penetración, en Río de Janeiro, que las de Camões: la Crónica do Imperador Clarimundo, de João de Barros, fue solicitada 6 veces; las Obras de Sá de Miranda, 4; las Obras poéticas, de Domingos dos Reis Quita, 4; las Odes pindáricas, de António Diniz da Cruz e Silva, 3; la Menina e Moça, de Bernardim Ribeiro, 3. Ni siquiera un pedido para alguna de las obras de Gil Vicente, por ejemplo. Textos tenidos como importantes para la constitución de una literatura brasileña, como Marília de Dirceu, de Tomás Antônio Gonzaga y Caramuru, de Santa Rita Durão, recibieron respectivamente 8 y 4 pedidos. Por otro lado, hay diez pedidos para una obra escrita por una brasileña hoy completamente olvidada: Aventuras de Diófanes, de Theresa Margarida da Silva e Horta.145 Bellas Letras y la censura lisboeta: 1808 – 1826 Después del traslado de la Familia Real a Brasil, el comercio librero ganó, como se vio, un fuerte impulso, haciendo que hasta 1826 fuesen enviados a Río de Janeiro más de 800 títulos. El aumento de los 145 Para el Puerto regístranse aún menos pedidos para obras incluidas en las historias de la literatura portuguesa: Obras, de António Vieira, 5; Obras de Sá de Miranda, 4; Menina e Moça, de Bernardim Ribeiro, 1. Ni siquiera un pedido para obras de Gil Vicente, de João de Barros, Domingos dos Reis Quita, António Diniz da Cruz e Silva, Tomás Antônio Gonzaga. Entre los escritores nacidos en Brasil hay sólo 1 solicitud para Caramuru, de Santa Rita Durão, y 1 para Aventuras de Diófanes, de Theresa Margarida da Silva e Horta.
99
libros en circulación amplió aún más la dispersión, ya que 56% de ellos (487 títulos) fueron enviados una única vez. Otras tendencias se mantienen, considerándose la lista de los más buscados: Título Cantidad 1. Les Aventures de Télémaque, François de Salignac de la 65 Mothe-‐Fénelon 2. Les Mille et Une Nuits, por Antoine Galland 55 Selecta Latini Sermonis exemplaria e scriptoribus 55 probatissimis, Pierre Chompré 3. Histoire de Gil Blas de Santillane, Alain René Lesage 50 4. Magazin d’enfants, Pauline de Montmorin, Mme 46 Leprince de Beaumont 5. História do Imperador Carlos Magno e dos doze pares 41 de França, anônimo 6. Obras, Manuel Maria Barbosa du Bocage 39 7. O Feliz independente do mundo e da fortuna, ou arte de 37 e viver contente em quaisquer trabalhos da vida, P . Theodoro de Almeida Lances da Ventura, acasos da desgraça e heroísmos da 37 virtude, D. Felix Moreno de Monroy y Ros 8. Thesouro de meninos, P. Blanchard / Matheus José da 34 Costa 9. Horacio ad usum 30 10. Marilia de Dirceu, Thomas Antonio Gonzaga 28 O Piolho Viajante, António Manuel Policarpo da Silva 28 Tabla 2: Títulos de Bellas Letras más solicitados en requisiciones submetidas a la censura portuguesa entre 1808 y 1826 con destino a Río de Janeiro.146
146 Según los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Río de
Janeiro, Cajas 154, 155, 156, RMC – ANTT. 100
Hay una evidente permanencia en la preferencia de los lectores: el 44% de las obras del primer período siguen siendo importadas con frecuencia, destacando las Aventures de Télémaque en el primer lugar. 147 Fénelon realizó el sueño imposible del escritor contemporáneo: mantenerse en la cima de la lista de los libros preferidos por más de 100 años, no sólo en su propio país sino también en tierras, en la época, lejanas, como Brasil. 148 El caso de las Aventuras de Telêmaco no es único – le acompañan libros como História de Gil Blas, Obras de Luis de Camões –, revelando una estabilidad en el gusto desconocida en los días actuales. 149 Si el interés por estas obras permaneció desde su lanzamiento, otras parecen haber sido “descubiertas” tardíamente. Es el caso de Las Mil y una noches (cuya primera edición tiene fecha de 1704), que no había llamado la atención hasta 1815, cuando empezó a ser remitida diversas veces al año. 150 Los demás libros, aunque no tan lejanos como estos, no son propiamente una novedad: todos fueron compuestos en el siglo XVIII o antes. Ni siquiera las traducciones al portugués son recientes, ya que todos ellos habían sido traducidos en el siglo XVIII, excepto Las Mil y una noches, vertido al portugués en 1801 (lo que tal vez ayude a explicar el relativo olvido en que quedó en los años setecientos). Una excepción, notable en esta época en que los tiempos eran largos y los cambios se producían lentamente, es la obra 147 Se mantienen entre los preferidos: Aventuras de Telêmaco, Selecta Latina,
História de Gil Blas, História de Carlos Magno, Obras de Bocage, O Feliz independente, Lances da Ventura e Obras de Camões. 148 Les Aventures de Télémaque fueron lanzadas en Paris, en 1699. 149 Histoire de Gil Blas tuvo primeira edición en 1715; las Obras Completas de Camões fueron publicadas por primera vez en 1720. 150 Hasta 1807, Las Mil y una noches habían sido enviadas sólo 6 veces. Curiosamente, uno de los libros compuestos a la copia de aquel, Les Mille et un quart-d’heure. Contes Tartares (publicado en Paris en 1715 y traducido para el portugués con el título Divertimento de um quarto de hora por el. P. João Silverio de Lima em 1782), despertó mayor interés habiendo sido remitido 9 veces. 101
O Piolho Viajante, publicada por la primera vez en 1802 y rápidamente incorporada al universo de los preferidos.151 Fenómeno interesante ocurre con Marília de Dirceu. De creer las informaciones contenidas en los documentos presentados a la censura lusitana, los primeros 8 años de vida de la publicación pasaron desapercibidos para los cariocas, publicadas por primera vez en 1792; solamente en 1800 el libro empezó a ser remitido a Río de Janeiro. En este mismo período, según Hallewell, el libro tuvo cuatro ediciones en Lisboa, una de las cuales vendió 2.000 ejemplares en sólo seis meses. 152En Brasil, Marília de Dirceu no parece haber sido un libro muy conocido en el siglo XVIII, pues sólo se registran 8 pedidos hasta 1807, aunque el volumen de libros remitidos pueda ser relativamente elevado considerándose que todas las requisiciones de licencia fueron elaboradas por libreros. 153 Esta exigua búsqueda tal vez se explique por algún temor causado por la proximidad de la persecución a los Inconfidentes. Entre 1808 y 1826, habiendo aumentado significativamente el interés por el libro, se mantiene el predominio de 151 O Piolho Viajante, cujas viagens são divididas em mil e uma carapuças fue publicado, anónimamente, en folletos semanales, hasta que se completasen las 72 caperuzas de que se componee. Lanzado en 1802, fue enviado a Río de Janeiro, por primera vez, el año siguiente, por solicitud de Simão Taddeo Pereira. En 1821 los folletos fueron reunidos en volumenes con autoría atribuída a António Manuel Policarpo da Silva. Ediciones en volumenes: 1821, 1837, 1846 e 1857. 152 HALLEWELL, Laurence. O Livro no Brasil. São Paulo: EDUSP, 1985, p. 23. La historia editorial de Marília de Dirceu es bastante compleja en esos primeiros años, incluyendo ediciones apócrifas y divulgación de poemas de autoria incierta. Vease a respeto el prefacio preparado por M. Rodrigues Lapa para la edición Marília de Dirceu e mais poesias, Tomás Antônio Gonzaga. Lisboa: Livraria Sá da Costa, 1937. 153 Hicieron remesa Viuda Bertram e Hijos y Francisco Rolland (en 1800); Paulo Martins y, nuevamente, Francisco Rolland y Viuda Bertram e Hijos (1802); Simão Taddeo Pereira (2 veces en 1803); Paulo Martins e Filhos (1807).
102
negociantes en el envío de ejemplares para la colonia: 25 pedidos son firmados por personas conectadas al comercio, entre las cuales se destaca João Gomes de Oliveira, responsable de 9 pedidos, seguido por Rolland, autor de 6 solicitudes. La voluminosa importación de la obra es aún más sorprendente cuando se recuerda que fue editada por la Imprenta Real, en Río de Janeiro, en 1810154, y que, por lo tanto, podría ser adquirida en la ciudad sin necesidad de importación. 155 El éxito del libro no se produjo sólo en Brasil pues, según Innocencio da Silva “excepción hecha de Camões, ningún otro portugués alcanzó en el presente siglo los honores de tamaña popularidad!” ,156 refiriéndose al hecho de Marília de Dirceu con quince ediciones en la primera mitad del siglo XIX. Si en número Camões superaba a Gonzaga, lo mismo no ocurría en relación a la preferencia de lectura de los habitantes de Río de Janeiro. La situación cambia, sin embargo, si añadiéramos a los 27 pedidos de las Obras de Camões las 24 solicitudes relativas a Os Lusíadas, cuya demanda se cuadruplicó después del traslado de la Familia Real. Es posible que la corte desease mantener contacto con la tierra natal por medio de la lectura de estas obras y de las demás, originalmente compuestas en Portugal. No obstante, el portugués no predomina como lengua de origen, posición asumida por el francés (46% de los libros más solicitados 154 Marilia de Dirceo. Por T.A.G. Nueva edición. Río de Janeiro. En la Imprenta
Real. Con licencia de S.A.R. 1810. 3 partes. 155 No tuvieron la misma suerte otros autores nacidos en Brasil. Santa Rita Durão mantuvo pequeña búsqueda, con 4 pedidos para Caramuru (3 en 1819 y 1 en 1815). No se salió mucho mejor Theresa Margarida da Silva e Horta, cuyas Aventuras de Diófanes pasaron de 10 pedidos, en el primer período, para sólo 4. O Uraguay, de José Basilio da Gama, que no había sido solicitado anteriormente, aunque haya sido publicado en 1769, fue enviado dos veces (en 1816 y 1819). 156 SILVA, Innocencio Francisco da. Diccionario Bibliographico Portuguez. Lisboa: Imprensa Nacional, 1858. 103
fueron escritos en esa lengua, mientras el 30% son de origen portuguesa). El interés por obras escritas en portugués compite con el despertado por obras extranjeras, lo que parece natural teniendo en cuenta la apertura de los puertos, responsable del considerable crecimiento de la presencia de extranjeros en Río de Janeiro. Tal vez por eso haya aumentado la cantidad de pedidos que solicitan las obras en el original, incluso habiendo traducciones disponibles de todas ellas. La pequeña Babel en que se había trasformado Río de Janeiro puede ser vista por medio de los pedidos de las Aventures de Télémaque, solicitadas como “Aventuras de Telemaco em francez e Hespanhol”, “Aventuras de Telemaco em inglez e Hespanhol”, “Telemaco em inglez e francez” (refiriéndose, probablemente, a las ediciones poliglotas del libro157), además de los convencionales pedidos del tipo “Fenelon, Aventures de Telemaque, Paris, 1799”, “Adventures of Telemaco”, “Telemaco em portuguez”. Aunque se haya empezado, a partir de ahí, a solicitar versiones inglesas de textos escritos originalmente en otras lenguas, los autores anglosajones fueron excluidos de la lista de los más solicitados: las solicitudes de las obras Night Thoughts, Meditations and Contemplations y The Paradise Lost se reducen a 14, 13, y 11 pedidos respectivamente. Asumió la cima de la lista entre los ingleses el libro The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe of York, Mariner, de Daniel Defoe, con 18 pedidos entre 1808 y 1826. Así como había quien prefiriese leer las Aventures de Télémaque en inglés, había quien solicitase las “Aventures de Robinson Crusoe, Paris, 1799”. La misma opción parece haber elegido el traductor al portugués y su 157 En el siglo XIX publicábanse ediciones conteniendo el texto de Fénelon en várias lenguas. Es el caso, por ejemplo, del Essai d´un Télémaque polyglotte, ou les Aventures du Fils d´Ulysse en langue française, grecque moderne, arménienne, italienne, espagnole, portugaise, anglaise, allemande, hollandaise, russe, polonaise, illyrienne, avec une traduction en vers grecs et latins, de Fleury-‐Lécluse, Paris, 1812.
104
editor, que esclarecían que la Vida e aventuras admiráveis de Robinson Crusoé, que contêm a sua tornada à sua ilha, as suas novas viagens e as suas reflexões habían sido “traducidas de la lengua francesa por Henrique Leitão de Sousa Mascarenhas”, en Lisboa, 1785. Libros que siguen en fama a Robinson Crusoé complican todavía más la trama de las traducciones. Así es que al traductor del portugués de Lolotte et Fanfan, ou les Aventures de deux enfants abandonnès dans une isle deserte, redigèes sur des manuscripts anglais,158 le pareció mejor dar como título para la obra traducida : Os dois Robinsons, ou Aventuras de Carlos e Fanny, dous meninos ingleses, abandonados em huma Ilha deserta da América.159 Su opción parece haber sido correcta, pues mientras hay siquiera un para Lolotte et Fanfan, son 15 las solicitudes para Os dois Robinsons.
Además de las alteraciones en la nacionalidad de las obras y en las lenguas en que eran solicitadas, ocurrió una modificación
importante, con la ampliación de la presencia de autores latinos entre los más buscados. Si hasta 1807 la cultura latina estaba representada sólo por una antología escolar -‐ Selecta Latina, de Pierre Chompré –, a partir de 1808, hubo interés también para la versión didáctica de la obra de Horacio, que recibió 30 pedidos.
Parte fundamental de la cultura escolar de los años del
Setecientos e inicios del Ochocientos, estaba centrada en el estudio de los autores y textos clásicos de la Antigüedad, conocimiento tenido como fundamental para el desarrollo de la escolarización. Bajo el título general del curso de Letras, estaba el aprendizaje de Gramática, de Poética y de Retórica latinas y griegas, asociándose conocimientos 158 DUCRAY-‐DUMINIL, François Guillaume. Lolotte et Fanfan, ou les Aventures de deux enfants abandonnès dans une isle deserte, redigèes... [sic] sur des manuscripts anglais, par M. D* de M*. Paris: 1788. 159 Os dois Robinsons, ou Aventuras de Carlos e Fanny, dous meninos ingleses, abandonados em huma Ilha deserta da América. Traducidas en vulgar. Lisboa: na Officina de António Rodrigues Galhardo, 1803. 3 tomos.
105
de Historia y Geografía. El dominio escrito y oral de la lengua latina y la familiaridad con la cultura clásica eran los objetivos de estos estudios introductorios, que deberían preparar los alumnos para la lectura integral de las obras originales.
No obstante se supone, para la época, que los autores clásicos representaban el auge al que había llegado el arte de escribir, aunque su presencia en Río de Janeiro era tímida y fundamentalmente asociada a los textos didácticos, antologías y versiones abreviadas. Sobresalían, en números de títulos y cantidad de pedidos, las obras clásicas en versiones ad usum delphini, expresión latina, cuñada inicialmente para designar la edición de clásicos organizada bajo la dirección de Bossuet y de Huet “para uso del Delfín”, o sea, para el hijo de Luis XIV, gran éxito en Europa a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Estas publicaciones eran organizadas según principios muy próximos de aquellos que estructuraban la Selecta Latina: resumen, selección de fragmentos, presentación de notas explicativas y adaptaciones con vistas a la supresión de pasajes licenciosos o considerados de difícil comprensión. En las ediciones portuguesas, los títulos de estas obras no contienen la expresión ad usum, recibiendo nombres que pueden hacer suponer una versión integral de la obra de autores griegos y latinos. Sin embargo, los solicitantes de autorización para remesas de libros hacia Brasil explicitaban el hecho de estar interesados en este tipo preciso de edición. Explícitas también eran algunas encuadernaciones portuguesas que grababan, sólo en las lomadas de los libros, el nombre del autor clásico seguido de la indicación ad usum, o in usum, de las demás. El Catálogo distingue, por ejemplo, dos ediciones de la obra de Cicerón: “Ciceronis Opera omnia cum delectu commentarior in usum delphini, edit. a Josepho Oliveto. Genevae, 1743” e “Ciceronis Opera, quae supersunt omnia ad fidem aptimarum editionum diligenter
106
expressa. Glaguae 1749”.160 Gran parte de las obras anunciadas era impresa fuera de Portugal, razón por la cual, justo en la abertura del Catálogo, imprimiose un “Aviso al Público”: El que quiera algunos Libros de los que son impresos en Países Extranjeros, podrá contar con toda la brevedad, y conveniencia, alcanzarlos, entregando las memorias designadas a Francisco de Paula da Arrabida Administrador de la tienda de la Imprenta Real en la Plaza del Comercio, el cual tiene correspondencias establecidas en Italia, Francia, Holanda, Alemania e Inglaterra y con todo el cuidado dará cumplimento a las encomiendas que se le hagan.
Algo que acercaba a aquellos que vivían en Río de Janeiro con los que residían en Portugal. Ambos deberían atenerse a la importación y al control de la censura para poder tener en las manos libros por los cuales se interesaran. Bellas Letras y la censura carioca: 1808 – 1821 El traslado de la corte a Brasil y la consecuente apertura de los puertos debe haber facilitado la adquisición de obras importadas. Así, se registran pedidos para 1190 títulos distintos (distribuidos por 1956 libros). 161 El interés de aquellos que se dirigieron a la Mesa del
160 Catálogo de lbvros que se venden por sus justos precios en la loge da Impressão Régia sita en la Plaza del Commercio en abril de 1772. Lisboa. Con licencia de la Real Meza Censoria. La expresión fue grifada por mi. 161 La cantidad de libros relativos a Desembargo del Paço sería mucho superior si la documentación estuviera integralmente conservada – varios pedidos de licencia mencionan una lista de libros inclusa que no fue preservada.
107
Desembargo del Paço, instalada en Río de Janeiro, era un tanto distinto de los que se enviaban a la censura lusitana:
Título
1. Les Aventures de Télémaque, F. S. de la Mothe-‐Fénelon 2. Fables de La Fontaine, Jean de La Fontaine Voyage de La Pérouse au tour du Monde, L.A.Milet Mureau 3. Histoire de Gil Blas de Santillane, Alain René Lesage Jerusalem liberata, Torquato Tasso 4. Oeuvres, Racine 5. Oeuvres, Molière Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce, J-‐J Barthélemy 6. Oeuvres, Corneille 7. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe..., Daniel Defoe Oeuvres, Boileau Oeuvres, Alain René Lesage Paul et Virginie, J-‐H Bernardin de Saint-‐Pierre 8. Oeuvres, Prevost 9. Le poeme sur la Religion, Racine Obras, Virgilio 10. Oeuvres, Gresset La Henriade, Voltaire Scènes de la vie du grand monde, Maria Edgeworth
Cantidad
38 28 28 17 17 16 14 14 13 12 12 12 12 12 11 9 9 8 8 8
Tabla 3: Títulos de Bellas Letras más solicitados en requisiciones submetidas al Desembargo del Paço -‐ RJ -‐ entre 1808 y 1821. 162 162 Según documentación conservada por la Mesa del Desembargo del Paço –
Licencias – cajas 818 y 819 (antiguas 168, 169) (ANRJ). 108
Libros como Aventures de Télémaque, Histoire de Gil Blas de Santillane y Don Quijote de la Mancha parecen haber sido éxitos incontestables en cualquier parte del mundo, llegando a Brasil ya sea vía Portugal o a partir de otros países europeos. A pesar de estas repeticiones, la lista elaborada, teniendo por bases las entradas fiscalizadas en la Mesa del Desembargo del Paço de Río de Janeiro, trae grandes novedades, tal vez debido a las diferentes condiciones enfrentadas. Mientras que en el primer período, de los 205 pedidos remitidos a la censura portuguesa, 116 fueron firmados por libreros o negociantes y, en el segundo período, de los 357 pedidos, 226 fueron de la responsabilidad de gente conectada al comercio; aquí, de las 84 solicitudes sólo 30 fueron encaminadas por comerciantes. 163 O sea, si en el envío de libros de Portugal para Río de Janeiro más de la mitad de las remesas eran realizadas por mercaderes, en el caso del Desembargo del Paço la mayoría de los requerimientos era asumida por particulares. Además, los comerciantes que se dirigían al Paço no insistían en este negocio – al menos no por estas vías – ,ya que 7 de ellos lo hicieron una única vez, lo que no debe extrañar teniendo en cuenta el tratamiento que ellos recibían en la Mesa del Desembargo del Paço. Carlos Durand, que en las solicitudes se presenta como “negociante francés con almacén de haciendas y libros en esta ciudad”, fue el que más veces se dirigió a la Mesa para liberar libros, pero sin hacerlo más de 5 veces. Es posible suponer, así, que gran parte de los libros liberados en la aduana de Río de Janeiro perteneciera a personas 163 Veinte y tres libreros y negociantes actuaron en el transporte de libros entre Portugal y Río de Janeiro hasta 1807. La misma cantidad (pero no necesariamente los mismos) se envolvió con remesas de libros de Portugal para Río de Janeiro después del traslado de la Familia Real. Entre 1808 y 1822, 16 mercaderes hicieron 30 liberaciones junto a la Mesa del Desembargo del Paço.
109
comunes que los habían encomendado en Europa o que los transportaban con ellas en su viaje. Es también probable que parte de los impresos extranjeros que se transfirieron a la ciudad después de la venida de la corte, trajeran libros para “su propio uso”, como afirmaron algunos. Eso ayudaría a explicar la asombrosa dispersión de títulos y la poca frecuencia con que entraban en la ciudad. Por la Mesa pasaron solicitudes para la autorización de 1190 títulos distintos, de los cuales 924 fueron pedidos una sola vez en 14 años. Puede haber contribuido, aún, el hecho de que estos libros llegados a Brasil venían de distintas partes del mundo – y no sólo de Portugal; así como se registraban también los impresos en tránsito interno entre puertos brasileños. Sea como fuere, no sólo la dispersión es mayor, sino que también la concentración es menor. Además de ser las repeticiones menos frecuentes, la cantidad de pedidos por título, aunque se consideren sólo los más solicitados, es baja. Así, las as Oeuvres de Gresset, La Henriade de Voltaire y las Scènes de la vie du grand monde de Miss Edgeworth fueron introducidas en Río de Janeiro ocho veces a lo largo de 14 años, alcanzando el décimo lugar. De esta forma, a pesar de que esta lista y aquella presentada en la tabla 2 se refieran a la misma ciudad y a un mismo período de tiempo, ambas no son muy diferentes. 164 Obras que aparecen entre las preferidas en el conjunto de los documentos del Paço, habían despertado muy poca atención entre quienes encaminaban solicitudes de autorización de envío de libros en Lisboa. Así es que el Voyage de La Pérouse autour du Monde no fue registrado ni una sola vez en los archivos lisboetas, mientras Jerusalem liberata fue indicada en una ocasión. Sí hubo registros de algunas obras de Racine: 4 pedidos para 164 Las actividades de la Mesa del Desembargo del Paço terminan en1821, mientras la censura lusitana continuó a controlar el envío de libros hasta 1826.
110
las Oeuvres y otros 4 más para el poema Religião, tres pedidos para la tragedia Athalia, dos para Theatro y uno para Fedra. Molière tampoco atrajo mucha atención, mencionado sólo 5 veces. Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce fue solicitada dos veces, la misma cantidad de pedidos recibidos para las Oeuvres de Corneille. Ya las Oeuvres de Boileau y La Henriade de Voltaire fueron mencionadas en 4 requisiciones. Las Obras de Lesage, Prévost e Gresset no fueron solicitadas ni siquiera una vez, así como a nadie se le había ocurrido la idea de leer el trabajo de Miss Edgeworth. Preferencia adquieren los autores franceses, entre los más solicitados; el 75% de las obras fueron escritas en Francia, mientras que el 10% son de origen inglés, quedando el 5% para los italianos. Idéntico porcentaje acumulan los españoles y los latinos. El protagonismo francés es visible también en la elaboración de los pedidos, pues el registro de los títulos fue mayoritariamente hecho en esta lengua, incluso para obras traducidas o escritas en otra lengua. No se menciona, en cambio, la obra de Torquato Tasso en italiano, pero sí como Jerusalem délivrée. Además, no hay ni una obra de origen portuguesa entre las más enviadas, aunque haya una cantidad significativa de lusitanos entre los responsables por los pedidos. Así, estas obras parecen más conectadas con extranjeros presentes en Río de Janeiro que con cariocas o gentes de la corte. Llama la atención también el hecho de comparecer en este listado un mayor número de autores hoy considerados grandes nombres de la literatura, sobre todo los escritores del grand siècle – Racine, Corneille, Boileau y Molière – que componen el panteón de grandes autores al lado de Voltaire, Tasso, Cervantes y Virgílio. Las otras dos relaciones, constituidas a partir de documentación lisboeta, son mucho menos ortodoxas. En ellas constan títulos bien conocidos (como D. Quijote, Paraíso Perdido, Marília de Dirceu, Obras de Camões e de Bocage), y autores menos considerados por la crítica literaria como 111
Young, Hervey, Lesage, Galland, Fénelon o Mattos. Gran parte de ellos, sin embargo, son textos excluidos de la alta tradición y completamente ignorados actualmente: Le Voyageur François, História do Imperador Carlos Magno, Caroline de Lichtfield, Lances da Ventura, Viagens de Altina, O Feliz independente, Delli viaggi di Enrico Wanton, O Piolho Viajante. Añádanse a estos trabajos Selecta Latini, Fábulas de Esopo y Horacio ad usum, desprestigiados antes por su orientación escolar que por sus autores y textos. Lo mismo ocurre con los libros Magasin d’enfants y Thesouro de meninos, pues, aparte de ser narrativas de ficción cuyo propósito era la moralización y la educación, tenían como público a niños y jóvenes. Magasin d’enfants, obra de Pauline de Montmorin, condesa Leprince de Beaumont, fue mencionada siempre en portugués -‐ como Thesouros de meninas – ,de forma que, una vez más, los cariocas dieron preferencia a la traducción. El título completo del libro sintetiza sus objetivos y contenido: Thesouro de Meninas, o Dialogos entre huma sabia aia, e suas discipulas da primeira distinção, nos quaes reflectem, fallaõ, e obraõ as Meninas, segundo o genio, temperamento, e inclinações de cada huma: e representando-se os defeitos da sua idade, mostra-se de que modo se podem emendar: comprehendendo-se tambem nelles hum Compendio de Historia Sagrada, da Fabula, da Geographia; e isto tudo cheio de reflexões uteis, e de contos moraes, para as entreter agradavelmente, e escrito em estilo simples e proporcionado aos seus tenros annos.165 165 Thesouro de Meninas... Compuesto en la lengua francesa por Madama Leprince de Beaumont, traducido en la lengua portuguesa, y ofrecido a Ill.ma e Exc.ma Señora D. Leonor Ernestina Dhaum, marquesa de Pombal por Joaquim Ignacio de Frias. Nueva Edición, Adornada con ocho estampas. Río de Janeiro, Typogrphia de J.J. Barroso e Comp, 1838. Frias fue literal en la traducción del título francés: Magasin d’enfants, ou dialogues d’une sage gouvernante avec ses
112
Traducida en 1774 por Joaquim Ignácio de Frias, la obra parece haber satisfecho los deseos del traductor, que advertía en el prólogo que la obra “debe ser el primero, que se debe dar a un niño o niña, tanto que se destina a aprender las primeras letras”, conquistando al público infantil a ambos lados del Océano. Sus objetivos no se restringían a la alfabetización sino también hacer salir de las escuelas niños “aún ternos en los años provechos en la virtud, y libres de aquellos prejuicios, com que los Padres, Amas y Maestros les desordenaban el cerebro.” 166 Algo que se conseguiría mediante relatos en los que intervienen una preceptora y algunas niñas. En ese marco narrativo se cuentan historias bíblicas, como la de Adán y Eva, o cuentos como la Bella y la Bestia, que, además de permitir inculcar nociones de moral, virtud y religión, posibilitaban la enseñanza de contenidos escolares como “los cuatro puntos cardinales”, “la mariposa y su metamorfosis”, “nociones de geografía” etc. El éxito de la obra en todo el mundo hizo que la autora siguiera con una serie de Magasins, mientras proseguían las publicaciones de Thesouros traducidos.167 La popularidad de los Thesouros... generó un élèves de la première distinction, dans lesquels ont fait penser, parler, agir, les jeunes gens suivant le génie, le tempérament et les inclinations d’un chacun. On y représente les défauts de leur âge, l’on y montre de quelle manière on peut les corriger, on s’applique autant à leur former le coeur qu’à leur éclairer l’esprit. On y donne un abrégé de l’Histoire Sacrée, de la Fable, de la geographie, etc. le tout rempli de réflexions utiles et de Contes Moraux, pour les amuser agréablement, et écrit d’un style simple et proportionné à la tendresse de leurs âmes, cuja 1a edición é de 1757. 166 “Prólogo del Traductor”, op. cit. p. XI. 167 En la misma época, eran enviados a Río de Janeiro: Thesouro de adultos (3 pedidos), Thesouro de adultas (5 pedidos), Thesouro dos Prudentes (1 pedido), Thesouro da Paciência nas chagas de Jesus Cristo (8 pedidos). Por el Desembargo del Paço pasaron 5 pedidos para entrada de la obra Morale en action, traducida en portugués como Thesouro da mocidade portugueza ou a moral em acção. Escolha de factos memoraveis, e anecdotas interessantes. 113
interesante caso editorial con la publicación de los Thesouro de meninos, resumen de historia natural, para uso de la juventud de ambos los sexos, e instrucción de las personas, que desean tener nociones de la Historia de los tres Reinos de la Naturaleza. Según la edición publicada en 1813, por la Imprenta Real de Lisboa, se trata de una obra “elemental, compilada y ordenada por Pedro Blanchard, Traducida del Francés y ofrecida a la Juventud Portuguesa por Matheus José da Costa, Beneficiado, y Maestro de Ceremonias de la Santa Iglesia Patriarcal de Lisboa.” La definición del responsable del texto es tarea difícil cuando la portada indica la autoría de P. Blanchard y la traducción de Matheus José da Costa; sin embargo, el prefacio del traductor advierte que éste no siguió muy de cerca el original por encontrar en el mismo varios errores. Incluso intervino en el título, pues “como todo este trabajo se destina a la educación de la Juventud, no tuve ninguna duda en darle el título de Thesouro de Meninos, en lugar de Buffon da Mocidade, que le había dado el Author” 168 Es más una tercera persona participa en la composición del texto, el Doctor Felix de Avellar Brotero, que tomó la tarea de enmendar los fragmentos erróneos, que “fueron bastantes”, advierte el traductor. El resultado de esa triple autoría es un texto en el que un “Padre de Familias” da instrucciones a 4 jóvenes sobre cosmografía, mineralogía, botánica y zoología, dentro de una 168 Thesouro de meninos, resumo de historia natural, para uso da mocidade de
ambos os sexos, e instrucção das pessoas, que desejão ter noções da Historia dos tres Reinos da Natureza. Obra elementar, compilada, y ordenada por Pedro Blanchard, Traducida del Francez, y offrecida a la Juventud Portugueza, por Matheus José da Costa, Beneficiado, y Maestro de Cerimonias de la Santa Iglesia Patriarcal de Lisboa. 6 Tomos. Lisboa: na Impressão Régia, Anno 1813, p. XVIII. En el tomo III, refuerzase el papel del traductor / adaptador: “Traduzida do Francez, com muitas correcções e artigos novos. Offerecida, a su Alteza el Principe Real del Reino Unido de Portugal, y de Brazil, y Algarves; Duque de Bragança, o Senhor D. Pedro de Alcantara por Matheus José da Costa” 114
estructura narrativa que los lleva a paseos, observaciones de la naturaleza y conversaciones, en las cuales no faltan consejos sobre los “deberes de la Moral, de la Virtud y de la Civilidad.”. El interés por libros infantiles no se agota en esos dos títulos, pues aún hay 19 pedidos sometidos a la censura lusitana, entre 1808 y 1826, que requieren autorización para el envío de “Libros de los Niños”. La falta de una mejor precisión impide que se sepa de qué publicación se trata, ya que en dicho período también se podría tratar de: Livro para meninos, no qual se propoem hum methodo facil para os ensinar a ler: com huma breve historia da creação do mundo, e outra dos animaes, ambas adornadas com figuras, etc., de Manoel Dias de Souza,169 o del Livro de educação de meninos ou ideas geraes e definição das cousas que devem saber, traducido del francés por Luis Pedro Le-‐ Cor,170 o incluso del Livro dos meninos, ou idéas geraes, e definições das cousas, que os meninos devem saber, traducido por João Rosado de Villalobos.171 Aunque los pedidos sometidos a la Mesa del Desembargo del Paço no hagan mención al Thesouros, la presencia de libros destinados a niños es expresiva, porque hay una gran cantidad de títulos en versión original referidos en los pedidos de autorización presentados a la censura. Así, Río de Janeiro aporta una serie obras como: Magazin des adolescentes, pour servir de suite au Magazin des Enfants (6 pedidos), Instructions pour les jeunes dames, qui entrent dans le Monde, 169
DIAS DE SOUZA. Manoel. Livro para meninos, no qual se propoem hum methodo facil para os ensinar a ler: com huma breve historia da creação do mundo, e outra dos animaes, ambas adornadas com figuras, etc., Coimbra: 1799. 170 LE-‐COR, Luis Pedro. Livro de educação de meninos ou ideas geraes e definição das cousas que devem saber... traduzido da lingua francesa na portugueza por... Lisboa: na Officina de Joseph da Costa Coimbra, 1746. 171 VILLALOBOS, João Rosado de. Livro dos meninos, ou idéas geraes, e definições das cousas, que os meninos devem saber, tradução do frances por... Nova edición. Lisboa: Typ. Rollandiana, 1824. 115
se marient, &c. pour servir de suite au Magazin des Adolescentes (4 pedidos) y Magasin des enfants (4 pedidos), todos de Mme de Beaumont. Además de éstas, otras 26 de naturaleza semejante entraron en Río de Janeiro a partir de la fiscalización ejercida por el Desembargo del Paço: “Morale en action”, “Biographie de geunes gens – 3”, “Children’s books A B C”, “Contes a mes jeunes amis – 6”, “Enciclopedia da Infancia”, “Ensayo de meninos”, “Estudes de demoiselles”, “3 -‐ Etrennes a mon fille”, “3 -‐ Galerie des enfans”, “Juvenile Games”, “L’ami des enfants”, “3 -‐ Le Cabinet des enfants”, “Les contes de fées”, “9 Le garçon sans souci”, “3 Le livre des Enfans Laborieux”, “3 Le loisir de l’enfant”, “Les enfans (contes)”, “Les enfants célèbres”, “3 -‐ Les escoliers en Vacance”, “3 Les nuits enfantines”, “2 Marmontel, memoires d’un Pere a ses enfants”, “Le menthor des enfants”, “Meus meninos”, “9 -‐ Modellos das meninas”, “3 Musée de la Jeunesse”, “Mytologie de la jeunesse”, “Passatempo da Mocidade”.172 Estudiosos de la literatura infantil, como André Bay, consideran que a partir del siglo XVIII, estos títulos “van a ser rápidamente recursos de todos los niños del mundo, al menos del mundo de raza blanca”. 173 La cantidad y variedad de títulos presentes en Río de Janeiro indica que niños, a veces de raza no tan blanca, habitantes de Río también conocían la literatura infantil producida en Europa a comienzos del sigo XIX. El traslado de la corte a la capital carioca, así 172 Citados conforme consta en las requisiciones. 173 “Il est un fait que la littérature enfantine, malgré ses particularismes, devient vite la propriété de tous les enfants du monde, du moins du monde de race blanche – mais de nos jours ce phénomèmne s’étend peu à peu sur tout le globe.” (BAY, André. “La littérature enfantine” In: Histoire des littératures, Encyclopédie de la Pléiade, Paris, Gallimard, 1967, tomo III, p. 1608)
116
como la liberación de la entrada de extranjeros, probablemente hizo que se ampliase la cantidad de niños en la ciudad y, mas allá, el número de padres interesados en proporcionar a sus hijos una educación libresca. Es lo que se puede suponer considerándose el significativo aumento de la cantidad y variedad de títulos didácticos infantiles y juveniles, en comparación con la disponibilidad verificada antes de 1808. 174 Este interés de los niños – o de sus padres – por los libros hizo que la Imprenta Real también se ocupase en la publicación, en 1818, del libro Leitura para os meninos, contendo huma collecção de Historias Moraes relativas aos defeitos ordinarios ás idades tenras, e hum dialogo sobre a Geografia, Chronologia, Historia de Portugal, e Historia Natural, de José Saturnino da Costa Pereira. Una obra exitosa, pues fue reeditada en 1821, 1822 y 1824. Otros títulos altamente demandados también se ofertaban a niños y jóvenes hacían parte del repertorio infanto-‐juvenil. Incluso se da el caso de libros para adultos que son adaptadas a los pequeños lectores, como Robinson Crusoe o D. Quijote. O al contrario, los infantiles acaparan la atención de los mayores; es lo que ocurre, por ejemplo, con las Aventuras de Telêmaco que, aunque no pueda ser considerado apto para niños, parece haber tenido como destinatario al joven hijo de Luis XIV. Cuenta el texto que Fénelon, en dificultades para disciplinar e instruir al heredero del trono, habría concebido la idea de tomar al hijo de Ulises como héroe de una historia capaz de interesar a su alumno por el mundo griego. Las semejanzas entre la situación del protagonista y del lector deberían favorecer la identificación de ambos y estimular el interés del inquieto pupilo. Si creemos a Fénelon, la obra
174 Sobre la literatura infantil en Brasil, ver: LAJOLO, Marisa e ZILBERMAN, Regina. Literatura infantil brasileira: história & histórias. São Paulo: Ática, 1985 e Um Brasil para crianças: para conhecer a literatura infantil brasileira: histórias autores e textos. São Paulo: Global Editora, 1986.
117
llegó a imprimirse “por la infidelidad de un copista”. 175 Pero apenas fue publicada conoció éxito inmediato, superando los límites didáctico-‐ moralizantes en que fuera concebida, y tornándose una lectura, prácticamente obligatoria, de la nobleza, estamento que vio en el texto una disimulada ironía hacia la corte y el soberano, que identifica personas reales bajo la máscara de sus diferentes personajes. Mientras que el éxito del libro – apreciado inmediatamente en la mayor parte de los países europeos –, y su supuesta equivalencia entre ficción y realidad, fueron elementos beneficiosos para el autor, no tanto lo fue la ira que despertó en Luis XIV. De esta forma, las Aventuras de Telêmaco se concibe como una obra ad usum delphini, al igual que los clásicos griegos y latinos. En este caso, sin embargo, hay una novedad importante: no se trata de la adaptación de una obra ya conocida, ni de una recreación novelada de la historia, la geografía, la mitología o la lírica de la Antigüedad. No obstante, sufrió un cierto desprecio por no seguir los preceptos de la Poética o de la Retórica, pese al interés que despertaba entre. 176 Al respecto, Luís Antonio Verney, siguiendo una tradición ya establecida, creía que la obra de Fénelon pertenecía al género épico:
175 Apud: LAFFONT-‐BOMPIANI, Dictionnaire des Oeuvres de tous les temps et
tous les pays. Paris: Société d’Édition de Dictionaires et Encyclopédies, 1962, 4a edición. 176 La preferencia por la novela fue percibida también por Irving A. Leonard en su estudio sobre “Obras de ficción favoritas”, en que considera los libros leídos, en el siglo XVI, por los conquistadores españoles y sus descendentes. Así como en Brasil, los escritos teológicos, morales y religiosos eran los más transportados para América, pero, entre las obras de Bellas Letras, “gozaba de inmensa popularidad el romance en sus múltiplas manifestaciones: picaresco, pastoril y, obviamente, de aventuras y caballería, [...] así como las historias de amor de variable extensión” (LEONARD, Irving A. Los livros del Conquistador, México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p.100. 1a edición: 1949) 118
Los romances, a que los Portugueses llaman novelas, son verdaderas epopeyas en prosa, y deben ser hechos de la misma manera. Sin embargo, encuéntranse pocos que merezcan este título; pues los portugueses y españoles que se encuentran nada más son que historias de amor muy inverosímiles. El Telémaco de Monsieur de Salignac es una epopeya de las más bien hechas y escritas que ha surgido. 177 Así, elevaba un género denostado por los críticos, pero apreciado por el público. En Río de Janeiro, las novelas no sólo fueron mencionadas en la mayoría de los pedidos sino que también ocuparon las primeras posiciones en las listas de libros más apreciados. Basta ver que el libro de Fénelon era un éxito indiscutible en la ciudad, desde 1769 al menos. Otras novelas entraban y salían de la preferencia de los lectores, sin estremecer la supremacía del género: en el primer período, 55% de las obras que componen la lista de las preferidas son novelas; en el segundo período, considerados los envíos controlados por la censura portuguesa, las novelas pasan a ser responsables por 58% dos más solicitados. A pesar de que la presencia de obras clásicas en los pedidos examinados por la Mesa del Desembargo del Paço en Río de Janeiro sea superior a la encontrada en los documentos lusitanos, la presencia de las novelas también es bastante fuerte – 45% de las obras más enviadas pertenece a este género. 178 No se puede negar, por lo 177
VERNEY, Luis Antonio. Verdadeiro Método de Estudar, para ser útil a la República, y a la Iglesia: porporcionado al estilo, y necessidad de Portugal. Expuesto en varias cartas, escritas por el R.P. *** Barbadinho da Congresam de Italia, ao R.P. *** Doctor de la Universidad de Coimbra. Valensa, en la Oficina de Antonio Balle, 1746. 2 tomos, p. 172. 178 Novelas enviadas entre 1769 y 1807: Les Aventures de Télémaque; Histoire de Gil Blas de Santillane; Le Voyageur François; Caroline de Litchfield; El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha; História do Imperador Carlos Magno; Lances da Ventura; Viagens de Altina; Delli viaggi di Enrico Wanton; O Feliz independente do mundo e da fortuna. Novelas enviadas entre 1808 e 119
tanto, la amplia difusión de la lectura de novelas a fines del siglo XVIII y comienzo del XIX – trata-‐se de tendencia reconocida en los países europeos y, como se ve, también fuerte en Brasil. Además de las novelas importadas, están también los producidos por la primera imprenta instalada en Río de Janeiro. La Imprenta Real, por su parte, prioritariamente se ocupaba en la impresión de papeles del gobierno, panegíricos y otros librillos de ocasión, lo que no impidió la edición de novelas, aunque tímidamente. Esta actividad no parece tener en cuenta las preferencias del público, visible en las importaciones. Pocas veces se buscó imprimir obras que llegaban a Río de Janeiro con regularidad, como se hizo con la edición, de la Imprenta Real de Río de Janeiro, de obras como Paulo e Virginia: Historia fundada em factos, en 1811 o O Diabo Coxo, verdades sonhadas e novellas da outra vida traduzidas a esta, en 1810. Mientras tanto se invertía en títulos desconocidos o poco comunes en el mercado carioca como História de dois amantes ou o Templo de Jatab y As duas desafortunadas.179 Aparte de las novelas, la Imprenta Real se dedicó también a la publicación de obras más populares y aún menos valoradas estéticamente, tales como los folletos Historia da Donzella Theodora y História verdadeira da princeza Magalona180, ejemplares de la literatura 1826: Les Aventures de Télémaque; Les Mille et Une Nuits; Histoire de Gil Blas; Magazin d’enfants; História do Imperador Carlos Magno; O Feliz independente; Lances da Ventura; Thesouro de Meninos; O Piolho Viajante; Voyage de La Perouse; Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce; El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha; Robinson Crusoe; Oeuvres de Lesage; Paul et Virginie; Oeuvres de Prevost ; Scènes de la vie du grand monde. 179 História de dois amantes ou o Templo de Jatab. Traduzida e acommodada por J.P.S.A. Nova edición. Río de Janeiro: Impressão Régia, 1811. As duas desafortunadas. Novella: traducida del francez. Río de Janeiro: Na Impressão Regia. 1815. Con licencia. 180 Historia da Donzella Theodora, em que se trata da sua grande formosura, e sabedoria. Traducida del Castellano en Portuguez. Por Carlos Ferreira 120
de cordel portuguesa enviados a Brasil con alguna regularidad. Si las novelas eran vistos con malos ojos, como una cosa trivial y sin interés, es fácil imaginar lo que no se pensaba sobre estos libritos, producidos a partir de adaptaciones con vistas a alcanzar grandes públicos. Su presencia en Río de Janeiro, junto a novelas, libros didácticos y textos infantiles, tal vez sea una de las llaves para la comprensión del tan difundido discurso sobre la falta de lectura en el país. En los siglos XVIII y XIX, así como hoy, el problema no parece ser el desinterés por la lectura, sino el interés por un tipo particular de lectura. Las obras más valoradas por la alta tradición eran los clásicos de la Antigüedad, así como otros escritos recientes que los imitan en temática y composición; así, en Río se usaban versiones escolares de textos latinos adaptados, resumidos y explicados, porque se creía que la cultura greco-‐latina contenía y expresaba la más alta elaboración artística, lo que no impedía la lectura de novelas e historias infantiles. Que los libros tenidos por modelos no sean los más leídos no es motivo para espanto, sea en Brasil colonial, sea en la vieja y culta Europa, de donde salían los libros leídos con tanto interés en Río de Janeiro. Estos libros deberían estar también entre los preferidos en el Viejo Mundo, considerándose las sucesivas ediciones que recibieron allí. Lo que puede causar algún espanto es el hecho de que los segmentos a los cuales se atribuyó la responsabilidad por la difusión de la lectura de novelas (artesanos, trabajadores, empleados instruidos, pequeños comerciantes) no estaban presentes en Río de Janeiro (o al menos no en cantidades significativas), donde estaba implantado la esclavitud.
Lisbonense. Río de Janeiro: Na Impressão Regia. 1815. Con licencia. História verdadeira da princeza Magalona, filha delrei de Napoles, e do nobre, e valeroso cavalleiro Pierres Pedro de Proença, e dos muitos trabalhos, e adversidades que passárão, sendo sempre constantes na fé, e virtudes; e como depois reinarão, e acabárão a sua vida virtuosamente no serviço de Deus. Río de Janeiro: na Impressão Regia, 1815. 121
Así, el interés por publicaciones “populares” debería partir de personas con recursos para hacerse cargo de los trámites legales para su importación – y su pago –, o para comprarlos a libreros y mercaderes establecidos en la ciudad. Era necesario, por tanto, tener algún dinero y tiempo para poder dedicarse a la lectura, lo que hace del trato con los libros una actividad asequible, prioritariamente para una elite socio-‐económica. Examinando la lista de los libros preferidos se observa que la situación financiera y la inserción cultural no se equivalen, o sea, los más ricos no se interesaban sólo por libros producidos por grandes autores y bien avalados por la elite cultural. Profesores, intelectuales y demás autoridades del mundo de las letras seguramente se sorprendían (y se sorprenden) con los gustos de los lectores, imaginando, tal vez, que leer novelas y no leer nada eran actitudes equivalentes (o que la segunda hipótesis era preferible a la primera). El discurso sobre la carencia cultural brasileña en el período colonial no se sostiene frente a los datos evidenciados en la documentación de la época. Considerándola es difícil lamentar la ausencia de libros, ya que ella demuestra que se leía de todo en Brasil, pero se leía, sobre todo, aquello que se consideraba “baja literatura” Lo que, para algunos, no deja de ser motivo de lamento. Más que proporcionar argumentos para la sustitución del discurso de la falta de lectura por el discurso de la lectura inadecuada, la identificación de los títulos de mayor circulación en Río de Janeiro colonial puede poner algunas cuestiones para la historia y crítica literarias. Los estudios literarios se organizan, tradicionalmente, en función de algunas grandes obras y algunos autores de renombre, considerando sólo aquello que se pueda tildar de clásico, o de Gran Literatura. Contemplando las lecturas corrientes en Brasil colonial, se observa que el papel de los textos canónicos no es muy relevante y 122
tiene poca fuerza explicativa en el análisis del gusto y de las prácticas de los lectores de la época. Eso debería tener interés aquellos preocupados sólo por las obras “mayores”, pues sus análisis ganarían al tener en cuenta el contexto cultural en que circulaban las obras primas, al considerar el perfil de los lectores a los cuales los escritores podrían dirigirse. El desajuste entre la consagración por la crítica y la preferencia de los lectores, trae problemas también para una concepción de historia de la literatura cuyo objetivo es esclarecer la “evolución” de la producción literaria a partir del establecimiento de una sucesión de grandes obras y autores, fundamentalmente europeos. Se traza así una genealogía de genios, que crearon e innovaron, inspiraron a otros grandes hombres. Así se escribe la historia de la literatura brasileña, elaborando explicaciones sobre la manera por la cual autores locales se apropiaron de los modelos europeos en cada época. El conocimiento de las obras de mayor circulación sugiere la existencia de otras relaciones, sobre todo con los autores e obras “menores”. Basta pensar, por ejemplo, en la relación del escritor José de Alencar con las novelas de la “baja tradición”, presentada por el mismo al narrar sus memorias de juventud: Fue esa lectura continua y retenida de novelas y romances que primero imprimió en mi espíritu la tendencia para esa forma literaria que es entre todas las de mi predilección? No me animo a resolver esta cuestión psicológica, pero creo que nadi contestará la influencia de las primeras impresiones [....] Nuestro repertorio romántico era pequeño; componíase de una docena de obras entre las cuales primaban Amanda e Oscar, Saint-Clair das Ilhas, Celestina y otras de que ya no me recuerdo. [...] Esta misma escasez y la necesidad de releer una y muchas veces la misma novela, quizás contribuyó para más grabar en
123
mi espíritu los moldes de esta estructura literaria, que más tarde debían servir a los informes esbozos del novel escritor. 181 José de Alencar bebió de las fuentes de las novelas menores, desconsideradas por la crítica de su tiempo y del nuestro, pero capaces de emocionar a las mujeres y de nutrir la imaginación del escritor. Ya el primer contacto con Honoré de Balzac trajo grandes problemas: mal empezada la lectura, desistía ante toda la dificulta. Había yo hecho examen de francés a mi llegada a San Pablo y obtuviera aprobación plena, traduciendo unos trechos del Telêmaco y de la Henriqueida; pero, o supiera yo de octava la versión que repetí, o el francés de Balzac no se pareciera nada con el de Fénelon y Voltaire; el caso es que no conseguía comprender un período de cualquiera de las novelas de la colección. Si Balzac parecía incomprensible, las Aventures de Télémaque eran cosa familiar, que se conocía de oído o hasta que ya se había memorizado, así como la Henriade de Voltaire, dos de los libros preferidos en el período colonial y que aún eran parte del repertorio de lecturas corrientes décadas después. Parece recomendable, por tanto, que la historia literaria no se concentre sólo en la relación entre los grandes escritores, sino que también mire a las lecturas sin pedigree. Este pequeño ejemplo trae indicios de que parece necesario repensar el corpus de textos con los cuales críticos e historiadores literarios han trabajado, en el sentido de agrandar el conjunto de obras consideradas y el campo de interrogaciones. Dejando de ver en la literatura un objeto ideal, definido por una inmanente literariedad, se observa que su composición es socialmente construida, así como su 181
ALENCAR, José de. Como e por que sou romancista. Campinas: Editora Pontes, 1990, pp.29 e 30. 1a edición 1874. 124
lectura. Más que el contacto entre un autor y un lector, toman parte en la construcción de su sentido editores, compositores, impresores, fabricantes de papel, libreros, profesores, críticos y propagandistas, otros autores y otros lectores. Textos ignorados o superficialmente examinados a veces tienen parte preponderante en ese juego.
125
Libros de mano en mano 182 “Aquí reina la mayor pasión por el libro de 40 hojas”. Luiz Joaquim dos Santos Marrocos. Cartas de Luiz Joaquim dos Santos Marrocos, escritas de Río de Janeiro a su familia en Lisboa, de 1811 a 1821. 1. Parte de las ideias aquí presentadas fue publicada en “Circulação de livros no Brasil nos séculos XVIII e XIX”, CD-‐rom XXI Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação, INTERCOM, GT Produção Editorial, Livro e Leitura. Recife: 1998 e em “O Rei e o sujeito – considerações sobre a leitura no Brasil colonial”, In: Brasil e Portugal: 500 anos de enlaces e desenlaces, Revista Convergência Lusíada no 17, Real Gabinete Português de Leitura. Rio de Janeiro: 2000, pp. 189-‐201. 126
Remitentes y destinatarios de libros Que existían libros en el Brasil colonial no cabe ninguna duda. Lo que sí es necesario saber es quién se ocupaba de ellos: quién los enviaba a Río de Janeiro, quiénes los recibían, quién los hacia llegar a las manos de los lectores, quiénes eran estos lectores. Parte de estas preguntas son respondidas por los documentos producidos en los organismos de censura portugueses. La cantidad de personas envueltas en el proceso de envíos de libros es impresionante. En el período anterior a la venida de la Familia Real, los 202 requerimientos han sido firmados por 102 personas diferentes; entre 1808 y 1826, 130 se han responsabilizado de los 356 pedidos presentados a la censura lusitana; ante la Mesa del Desembargo do Paço 206 personas se han involucrado con los 219 procesos sometidos a apreciación. Todo lleva a creer que la exportación de libros de Europa a Río de Janeiro no era un negocio altamente especializado, tampoco algo que dependiera de la participación de empresas comerciales, ya que buena parte de los pedidos era realizada por gentes comunes que se interesaban por estos trámites sólo una vez. Los pocos que presentaban referencias personales al elaborar sus solicitudes de permisos, revelan que el contacto con los impresos no formaba parte de su actividad profesional. Es el caso, por ejemplo, de varios Padres y Frailes que remiten libros para el Brasil, o aún la situación de individuos como André Pinto Duarte que se presenta como “licenciado formado en Matemáticas” y pide permiso para enviar 10 obras de Bellas Letras.183 Es probable que se tratase de un favor prestado por amigos: alguien que vivía en Río de Janeiro y quería tener acceso a 2 Pedido de permiso con fecha 1807, “Catálogo: exámen de los libros para salida del reino”, destino Rio de Janeiro, caja 154 (RMC-‐ANTT). 3 Pedido de permiso con fecha 1807, “Catálogos examen de los libros para salida del reino”, destino Rio de Janeiro, caja 154 (RMC-‐ANTT) 127
algunos libros, que, por ello, solicitaría a un conocido que se los comprase, obtuviese autorización de la censura y los remitiese a Brasil. En otros casos es posible que personas de viaje en la ciudad aprovechasen la oportunidad para comercializar libros, aun no siendo libreros. Puede haber sido esto lo que habría llevado a Francisco João Brabo, “cirujano del navío de la plaza denominada Aurora, que parte hacia Río”, a traer consigo mismo “60 ejemplares de las obras poéticas de Thomaz Antonio dos Santos e Silva”.184 Este proceso informal, involucrando a centenares de personas, difícilmente puede ser conocido con certeza, dada la imposibilidad de identificar tanta gente y descubrir sus relaciones con los habitantes de la colonia. Sin embargo es posible comprehender parte del trasunto de la circulación de los impresos si sabemos quiénes eran los que hacían remesas regulares de libros. Entre 1769 y 1807, destacan, por la frecuencia en el envío y por la cantidad de obras remitidas, Paulo Martin, Viuda Bertrand, João Francisco Rolland. En el período subsiguiente, además de los arriba citados, pasan a participar de la remesa regular de libros Borel, Borel y Cia, Pedro y Jorge Rey. Todos ellos eran libreros establecidos en Lisboa y se ofrecían para atender los pedidos recibidos de fuera de Portugal. A partir de 1796, fecha em que hizo su primer contacto con la censura lusitana, predomina sobre los demás Paulo Martin, francés de Tours, establecido como librero en Lisboa a partir de 1777.185 Su relación más frecuente con el Brasil empezó en 1799, cuando tuvo la intención de encaminar a su hijo a la ciudad de Río de Janeiro, “en donde iba a aprender sobre el Comercio en general”.186 Esta iniciativa, 185Al menos esta es la fecha del primer Catálogo de su librería remetido a la censura portuguesa. “Catálogo de los Libreros y Editores” (RMC – ANTT). 186 “Junta do Comércio”, Livro 132 – Registro de Consultas 1799-‐1801, fls. 32v-‐ 33-‐33v-‐34 (ANTT). Este documento, con alguna diferencia de transcripción, es también comentado por Lúcia Maria Bastos P. Neves, “Comércio de livros e
128
concomitante con la de Francisco Rolland, que también deseaba mandar a su hijo para dicha ciudad, molestó a los libreros lisboetas hasta al punto de hacerlos solicitar a la Real Junta de Comercio que no concediese pasaportes a los jóvenes. El argumento era que los comerciantes extranjeros de libros habían causado grandes perjuicios a los Suplicantes y a la Real Hacienda, con una abusiva introducción de libros encuadernados fuera del Reino; porque, entre otros, sobresalían Paulo Martín y Francisco Rolland, mercaderes franceses y otros libreros con la intención de establecer dos casas de comercio de libros en Río de Janeiro, aunque a nombre de sus hijos.187 No dejaron de recordar a las autoridades que “por muchas Leyes, Decretos y Provisiones está prohibido a los Extranjeros establecer en Brasil Casas de Comercio, principalmente de Libros que actualmente son peligrosos”, esperando que la Junta de Comercio, en lugar de conceder permiso para el viaje, prohibiese que extranjeros comercializasen libros en “ninguna parte de América”, y ordenase “a los gobernadores y ministros de la Junta que no contraten a ningún francés, o a sus hijos, a vender libros, antes sí que los hagan prender y confiscar”. Es probable que los comerciantes lusitanos temiesen la eventual concurrencia de casas ubicadas en la ciudad, ya que, hasta ese momento, la forma más común para la adquisición de libros debería pasar por una petición hecha a un librero portugués. Paulo Martin y Francisco Rolland se defendían bajo la alegación de no ser su intención convertir a sus hijos en libreros, como el de Francisco Rolland, que había estudiado para piloto y en ocasiones había embarcado como piloto auxiliar o maestre del navío Margarita. El hijo de Paulo Martin censura de ideias: a actividade dos livreiros franceses no Brasil y la vigilancia de la Mesa do Desembargo do Paço (1795-‐1822)”, Ler História, n.23. Lisboa: 1992, pp. 61-‐78 y por GUEDES, Fernando. O Livro e a Leitura em Portugal. Subsídios para sua história (século XVIII - XIX). Lisboa: Verbo, 1987. 187 ídem 129
por su parte, aspiraba a cajero de la casa de comercio familiar en Río de Janeiro, a donde iba a aprender sobre negocios en general y no sólo en el sector tipográfico. Si la defensa de Rolland parece sencilla – el hijo era piloto y no tenía nada que ver con libros – la de Martin es más tortuosa. Por su propia declaración, se nota que el librero ya tenía una tienda en la ciudad, a pesar de que en ella no comercializaba libros. No obstante, pese a no ser contestada por los suplicantes, la veracidad de esta información es dudosa, pues el mismo año 1799 Paulo Martin había sometido a la censura portuguesa una solicitud de permiso para el envío de 84 obras de Bellas Letras a Río de Janeiro. ¿Cuál sería el destino de este material entonces? Es posible suponer que la afición de los cariocas hacia los impresos remitidos hubiese motivado a Martin a enviar a su hijo a Río. La sospecha de que se pretendía negociar con libros aumenta a la vista de la declaración que dice: “aún [...] que los Hijos de los Suplicados se destinaban a este comercio, no existía ninguna prohibición , para que los embarcase”, pues eran nacidos en Portugal y, por lo tanto, tenían los mismos derechos que los portugueses. Esta argumentación de los libreros convenció a la Real Junta de Comercio, que, el 9 de diciembre de 1799, sentenció que Parece no ser posible al Tribunal atender el Requerimiento de los Suplicantes, por las mismas razones que ponderan los Suplicados en su respuesta, a las cuales son de notoria verdad, y basadas en las Leyes del Reino. No se sabe, pues, cuál fue el destino del joven Rolland; pero Paulo Agostinho Martin, el hijo, es seguro que se metiera en el negocio librero, haciendo con que la Casa de su padre fuera la primera librería fluminense y la más importante del período colonial. La suerte parece 130
haber sonreído a la familia Martin, a pesar de que, en su defensa ante la Junta de Comercio, los negociantes hubiesen declarado que no tenían interés en negociar con libros, “muy principalmente considerándose la actual decadencia en que se encontraba este oficio en el Comercio”. A partir de 1800, año a año, Paulo Martin remitía cantidades de libros cada vez más numerosas desde Lisboa a Río de Janeiro: 22 pedidos de permiso hasta 1807, con 413 obras de Bellas Letras, a los cuales se suman otros 66 pedidos, realizados entre 1808 y 1826, período en que fueron remitidas 699 obras. Esta actividad comercial posibilitó que un único librero hiciese llegar como mínimo 1112 libros a la capital fluminense. En cambio, su colega, Francisco Rolland, librero en Lisboa desde 1765, con una sucursal en Río de Janeiro, tuvo mala suerte, a pesar de que el volumen de sus ventas en Brasil no fuese despreciable. Entre 1796 y 1826, había gestionado 41 pedidos de permiso y remitió 730 libros. El establecimiento de una librería aparentemente favorecía estos negocios, ya que la cantidad de obras enviadas por Paulo Martin es un 34% superior a la enviada por Rolland. Sin embargo no era condición sine qua non para actuar en el negocio librero, una vez que los no establecidos en la colonia también actuaban regularmente en el comercio local, abriendo a los colonos la posibilidad de recurrir a otros comerciantes además de los radicados en Brasil. Para acometer este comercio sin la necesidad de abrir una librería, había formas de cooperación entre los libreros. Es justamente lo que hacían Francisco Rolland y Paulo Martin, de forma que las obras vendidas por el primero en Lisboa podían ser también adquiridas en Río de Janeiro, en la casa de Martin, como se anuncia en uno de los Catálogos impreso en 1814: Son vendidos también en las tiendas de Imprenta Real, em Praça do Commercio. de Marques, en la Rua da Prata no 227. de 131
Paulo Jozé Oliveira, al Chiado, número 6. de Paiva e Filho, en el Puerto. de Pedro Francisco Emery, en el Oporto. De Paulo Martin, en Río de Janeiro. de Carvalho, a los Martyres. de Manoel Antonio da Silva Serva, en Bahía.188 Entre 1808 y 1814, Rolland no ha solicitado autorización a la censura portuguesa para hacer remesas de obras de Bellas Letras a Río de Janeiro, quizá porque en este periodo trabajase en compañía con Martin, quien podría encargarse de las peticiones y autorizaciones en Lisboa. Esta cooperación queda demostrada también en el libro de cuentas corrientes de la casa Rolland (analizado por Fernando Guedes), en el que se registran envíos de libros para clientes como Francisco Luís Saturnino da Veiga y João Baptista Bourgeois, ambos establecidos en el comercio librero de Río de Janeiro.189 Como Paulo Martin, Bourgeois era uno de los libreros más conocidos en la ciudad en el siglo XVIII e inicios del siglo XIX. A pesar de la importancia de su casa, él mismo no hacía peticiones de permiso a la censura portuguesa. Consta solamente un pedido, firmado por Diogo Bourgeois, en 1769. Probablemente, gran parte de las obras a la venta en su librería fue enviada desde Portugal por Rolland o a través de otro librero con quién hubiese tenido contacto; su hermana, viuda del tipógrafo Francisco Mallen, solicitó autorización para el envío de 14 obras el 1796.
188 “Catálogo de los Libreros y Editores” (RMC – ANTT). Subrayado mío. 189 El libro de cuentascorrientes de la casa Rolland así como la correspondencia del librero hacían parte del archivo particular del Prof. Gama Caeiro. Segun Lúcia Maria B. Pereira das Neves, hay un microfilme del archivo de Francisco da Gama Caeiro em la Biblioteca de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo. (NEVES, op. cit.) A pesar de vários intentos ha sido imposible localizar el microfilme en la USP. Sigo aqui las informaciones de Fernando Guedes (op. cit.).
132
Sin embargo, no solamente los libreros se involucraban en el comercio tipográfico. El libro de cuentas de la librería Rolland, indica todavía que, además de particulares, negociantes de otros oficios recibían libros a cambio del envío de sacas de café, azúcar y piezas de cuero. Las cantidades negociadas permiten creer que estos artículos serían comercializados en Portugal, mientras que los libros eran vendidos en Brasil. Entre los clientes de Rolland en Río hay un cierto “comerciante de tratamiento grosero”, capitán Antonio Luis Fernandes, que por carta de 1795 solicita el envío de obras religiosas y “libros fuera del común”: “Si Vuestra Merced quiere mandarme por su cuenta un surtido de libros... no dejará de hacerle buena cuenta y si lo hiciere, cuido que no se arrepentirá”.190 Así, a ambos lados del Atlántico, los libros formaban parte de negocios más amplios, lo que hacía que Rolland vendiese café en Lisboa, mientras los negociantes de azúcar brasileños vendían libros. En realidad, los “no libreros” eran muchas veces responsables, por encomienda, de libros más frecuentes y numerosos que las operaciones realizadas por comerciantes especializados. Entre 1769 y 1807, algunos de los más antiguos libreros de Lisboa han efectuado esporádicas remesas de libros; así, los Reycend, libreros de origen francés, establecidos en Lisboa desde la década de 1740, enviaron únicamente 5 remesas de libros. Los Rey, también franceses actuando en Portugal a partir de 1769, efectuaron 4 remesas; Simão Tadeu Pereira, propietario de taller tipográfico desde 1781, hizo otros 4 envíos; los conocidos José Agostinho Borel y Pedro Borel, libreros franceses establecidos en Lisboa desde la década de 1760, se han responsabilizado de 3 envíos; António Rodrigues Galhardo, tipógrafo, cuya actividad se inició en 1761, y João Procópio
190 CAEIRO, Francisco da Gama. Livros e Livreiros Franceses em Lisboa nos Fins de Setecentos e no Primeiro Quartel do Século XIX, Separata do boletim Bibliográfico da Universidade de Coimbra, vol. 35, 1980.
133
Correia da Silva, tipógrafo establecido en Lisboa desde 1798, hicieron, cada uno, apenas 1 remesa. Mientras tanto, negociantes no especializados en el comercio de libros, hacían envíos mucho más voluminosos: Leandro dos Reis Carril es el responsable de 14 remesas de obras de Bellas Letras; Luiz Cypriano Rebello, de 12; y Bento Antonio de Andrade, de 5. Todos ellos están relacionados en la categoría “negociantes nacionales de la plaza de Lisboa” en los Almanach de Lisboa publicados a mediados del siglo XVIII,191 pero no constan como libreros ni en los archivos de la censura ni en los estudios sobre el comercio de libros en Portugal.192 Lamentablemente, los almanaques no informan en que ramo de negocios ellos estaban envueltos, mas, de toda forma, lo que se nota es que los no especialistas tenían, muchas veces, un trato más asiduo con los libros que aquellos que se dedicaban prioritariamente a este ramo mercantil, al menos cuando se considera su papel en la distribución de libros en la colonia. En este sentido, es sorprendente el caso de João Gomes de Oliveira e Silva que, entre 1808 y 1826, presentó 53 pedidos de 191 Fueron consultados los Almanach de Lisboa publicados entre 1782 y 1817.
192 Pesquisa realizada en el “Catálogo dos Livreiros e Editores” (RMC – ANTT).
Fueron consultados estudios de HALLEWELL, Laurence. O Livro no Brasil. São Paulo: EDUSP, 1985; GUEDES, Fernando. op. cit.; LOUREIRO, Olímpia. O Livro e a leitura no Porto no século XVIII. Porto: Editora do Porto, 1994; SILVA, Maria Beatriz Nizza del. “Livro e sociedade no Rio de Janeiro (1808-‐1821)”, Revista de História, n. 94, 1973; GAMA, Angela Barcelos da. “Livreiros, editores e impressores em Lisboa no século XVIII”, Arquivo de bibliografia portuguesa, ano XIII. Coimbra: Atlântida, 1967-‐68, no 49-‐52; MATOS, Marina M. Freitas de. “Impressores, editores e livreiros no Porto do século XV ao século XVIII”, Arquivo de bibliografia portuguesa, ano XVI. Coimbra: Atlântida, 1970, no 61-‐ 62; PIWNIK, Marie Hélène. “Libraires français et espagnols à Lisbonne au XVIIIe siècle”, In: Livres et libraires en Espagne et au Portugal (XVI e -XX e siècles). Paris: Ed. C.N.R.S., 1989; NEVES, Lúcia Maria Bastos Pereira, “Livreiros”, Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa/São Paulo: Verbo, 1994. 134
autorización para el envío de libros a Río de Janeiro, con 771 obras. En el mismo periodo, Paulo Martin había presentado 66 pedidos y recibió 699 obras. El mayor librero “carioca” recibió menos libros de Portugal que el desconocido João Gomes de Oliveira e Silva, jamás reconocido como librero en los estudios sobre circulación de libros en Brasil y en Portugal. Él podría ser más uno de los muchos comerciantes que, entre otras mercaderías, vendía libros. Quizá él fuese el propietario, por ejemplo, de la tienda en la Rua do Ouvidor, no 10, que se dedicaba al comercio de vidrios, que anunciaba en la Gazeta do Río de Janeiro la venta de libros como “Fabulas Elegidas de La Fontaine a 4$000, Princípios Generales del Idioma Francés y los Efectos de la Mala Educación”.193 O podría ser el responsable de la aún menos especializada tienda, en la misma Rua do Ouvidor, que vendía tejidos de lino de toda calidad, caja de tabaco, abanicos, cuadros, espejos, sillas para servicio de hombres y mujeres, libros, vidrios, clavos, cambray, garza, pañuelos de seda y de algodón, relojes de mesa, botas, zapatos para hombres y mujeres, cristal, vasos de porcelana, percal, sombreros para hombres, ropa para mesa, jabones, “espíritus de olores”, vino de Champagne, calcetines de algodón para mujer, frazadas de algodón y de lana, agua de colonia, sombreros de sol, riendas, sedas de todos los colores, guantes, pantalones gruesos de lino para negros.194 Los libros casi se pierden entre los clavos y los jabones, revelando que ellos eran una mercadería como otra cualquier que se vendía en los almacenes, así como “unos paramentos, y lo que más se necesita para celebrar la Misa [...] a la tienda del Librero Francisco Luiz Saturnino Veiga en la Rua do Ouvidor”.195 Pero es poco probable que 193 Gazeta do Rio de Janeiro, 12 de agosto de 1814. Apud: RENAULT, Delso. O Rio Antigo nos anúncios de jornal 1800-1850. Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1984, p. 50. 194 Gazeta do Rio de Janeiro, 2 de novembro de 1816. Apud: RENAULT, op. cit., p. 55. 195 Gazeta do Rio de Janeiro. Rio de Janeiro: no 7, 1808.
135
João Gomes de Oliveira e Silva fuese el propietario de alguna de estas tiendas, pues su nombre no es mencionado como “negociante”, ya sea en los almanaques lisboetas o en los “cariocas”, donde trabajaban otros mercaderes no libreros que, con alguna frecuencia solicitaron autorización para transportar libros a Río de Janeiro. En el mismo periodo em el que João Gomes de Oliveira e Silva obtenía autorizaciones en Portugal, Bernardo Ribeiro de Carvalho Braga, Anacleto da Silva, Luiz Cipriano Rebello, Gonçalo Jozé de Souza Lobo, Manoel de Miranda Corrêa, Manoel Teixeira Bastos también recibían permiso para la remesa de cientos de libros. Ninguno de ellos es librero, pero todos son citados en los Almanach de Lisboa como “negociantes nacionales” de la plaza de Lisboa. Lo mismo ocurre en relación a pedidos de autorización para la liberación de libros presentados al Desembargo do Paço en Río de Janeiro, envolviendo empresas como Barker & Mark, Bourdon et Fry, Freese & Blanckenhagen, Henrique Miller, J.de La Brosse, Turner Naylor e Cia, no especializadas en el comercio librero, salvo alguna que otra carga de impresos. Todos ellos son anunciados en los Almanak de la corte do Río de Janeiro como “negociantes ingleses residentes en esta corte” o como “negociantes franceses”.196 Uno de estos negociantes franceses, João 196 Los almanaques tenian la costumbre de ser publicaciones anuales mas solo
llegaron hasta nuestros dias, según Maria Beatriz Nizza da Silva, aquellos relativos a la ciudad de Rio de Janeiro de los años 1811, 1816 y 1817. (SILVA, Maria Beatriz Nizza da. O Império Luso-brasileiro (1750-1822). Lisboa: Editorial Estampa, 1986, p. 463.) Los Almanaques de Rio de Janeiro han sido reproducidos em la Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro: El Almanack de la corte de Rio de Janeiro para el año 1811. Rio de Janeiro, Na Impressão Régia, 1810 está na Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro. Rio de Janeiro: Departamento de Imprensa Nacional, volume 282, jan-‐mar, 1969, pp. 97 -‐ 236. O Almanack da corte do Rio de Janeiro para o anno de 1816 está na Revista do IHGB, volume 268, jul-‐set, 1965, pp. 179 a 330. O Almanack da corte do Rio de Janeiro para o anno de 1817 está na Revista do IHGB, vol 270, jan-‐mar, 1966, pp. 211 -‐ 370. 136
Jacques Gas, explicita, en su pedido de liberación de libros presentado al Desembargo do Paço, el hecho de no ser especialista en el comercio librero: Dice João Jacques Gas, francés establecido en esta Corte de Río de Janeiro com casa de Comercio, que entre varios géneros de mercaderías, que ha traído desde Francia, ha traído también los libros que constan de la Nota adjunta, y como no los pueda sacar de la Aduana sin los documentos con los despachos necesarios, y exigidos por las Leyes de Vuestra Majestad. Pide a V. Majestad. que se digne a concederle el permiso requerido.197 Existen muchas evidencias sobre comerciantes y su relación con los libros en Río de Janeiro colonial. Pero sin ninguna palabra sobre João Gomes de Oliveira e Silva, persona que hizo entrar la mayor cantidad de libros en Río después de 1808, con una presencia más acentuada al respecto que cualquier otro librero, tipógrafo o negociante.198 Seguramente él negociaba con libros – pues nada más 197 Rio de Janeiro, 22 de Setembro de 1817, doc. 101, caja 169 (MDP – ANRJ). 198 Se menciona en el Almanack da corte do Rio de Janeiro para el año 1811,
João Gomes da Silva, en la categoria “negociantes nacionales en esta plaza” y en los Almanach de Lisboa para los años 1814 y 1817, entre los “negociantes nacionales de Rio de Janeiro”. En ninguno de los 53 pedidos conservados pelos archivos de la censura portuguesa su nombre aparece señalado de esta manera. Em los almanaques de Rio de Janeiro de 1814, 1816 e 1817 hay aún João Gomes Barrozo, João Gomes Loureiro e filhos, João Gomes Valle e João Gomes da Costa. Nada consta sobre João Gomes de Oliveira e Silva en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo (Junta de Comércio, Mesa do Bem Comum dos mercaderes, Registro Geral das Mercês, Arquivos da Inquisição), tampoco en el Arquivo Nacional, no Rio de Janeiro (Mesa do Desembargo do Paço – Emancipaciones; Mercês; Graças Honoríficas; 1o e 3o Ofícios; Entrada de Extranjeros). Su 137
explicaría las remesas voluminosas y anuales de títulos repetidos – y trabajaba en asociación con libreros, una vez que buena parte de sus pedidos los presenta João Francisco Rolland y Borel, como su apoderado. O sea, muchas veces João Gomes Oliveira e Silva no se presentaba directamente a la censura, mas recurría a un intermediario que resolvía el permiso. La figura del librero como apoderado es relativamente común en los pedidos de autorización, indicando que muchas personas y empresas comerciales recurrían a ellos para tratar los trámites necesarios en la obtención de una autorización. La relación constante de Oliveira e Silva, principalmente con Rolland, y el volumen de obras en circulación permite suponer que él actuase como intermediario del librero en el comercio “carioca”, ya que, como se ha observado, Rolland jamás abrió una tienda en Brasil. Quizá permaneciera la práctica criticada por el Marqués de Lavradio a fines del siglo XVIII, para quien “la mayor parte de las personas a que aquí se da el nombre de comerciantes, nada más son que meros comisarios, esto es, no existen casas que tengan compañías establecidas.”199 La hipótesis de que él actuara en Río de Janeiro es la más probable, pues él no es el responsable de ningún pedido de autorización para el transporte de libros hacia Oporto,200 o para cualquier colonia portuguesa en África o en India.201
nombre también no está incluído en la lista de los 120 suscriptores de los Annaes das Sciencias, das Artes e das Letras; por huma sociedade de portuguezes residentes em Parîs (Parîs, Impreso por A. Bobée, impresor de la Sociedade Real Academica das Sciencias de Parîs) publicada no Tomo IV, de abril de 1819. 199 Apud: CUNHA, Rui Vieira da. “A Vida do Rio de Janeiro a través de testamentos: 1815-‐1822”, Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro. Rio de Janeiro: Departamento de Imprensa Nacional, volume 282, jan-‐mar 1969, p. 55. 200 Fueron examinados todos los pedidos sometidos a la censura portuguesa entre 1769 y 1826, referentes al envio de libros para Oporto. “Catálogos – 138
La contratación de intermediarios era práctica usual, como en países europeos. Marie-‐Hélène Piwnik, en su estudio sobre libreros franceses y españoles en Lisboa, presenta el caso de Francisco Manuel de Mena, mercader de libros españoles, que, al contrario de establecer una sucursal lisboeta, se contentaba con realizar viajes de negocios a la capital portuguesa y desde allí contratar a dos “mancebos” encargados de vender sus obras.202 Hay indicios, en el caso brasileño, de una práctica semejante, según relata Maria Beatriz Nizza da Silva al estudiar la actuación de Luís Joaquim dos Santos Marrocos como distribuidor y vendedor de publicaciones portuguesas. 203 Marrocos, que vivió entre 1781 y 1838, era funcionario de la Corte y vino a Brasil en 1811, acompañando la segunda remesa de los libros de la Biblioteca Real. Su adaptación a Río de Janeiro no fue fácil, según consta en las cartas que escribía a su padre. Nada le gustaba de aquí: las personas, la comida, el aspecto de las calles y casas, el clima. En una carta de 16 de noviembre de 1811 dice que adelgazó y enfermó, y que le parecían ser los “necesarios efectos del disgusto en que vivo, y del interno aburrimiento a la tierra, a la gente, y a todo”.204 El año 1814 se casó con una brasileña, habituándose mejor a la tierra, llegando incluso a
Examen de los libros para circulación en el Reino”, destino: Oporto, caja 150 (RMC – ANTT). 201 Fueron examinados todos los pedidos sometidos a la censura portuguesa entre 1769 y 1826, referentes al envío de libros para Angola, Luanda, Índia, Goa, Caiena, Cabo Verde, São Nicolau, Macau, Moçambique, Mocambo. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, Cajas 151 e 164 (RMC – ANTT). 202 PIWNIK, op. cit., p. 90. 203 SILVA, Maria Beatriz Nizza da. “Livro e sociedade no Rio de Janeiro (1808-‐ 1821)”, op. cit. 204 Anais da Bibioteca Nacional - Cartas de Luiz Joaquim dos Santos Marrocos, escritas do Rio de Janeiro à sua família em Lisboa, de 1811 a 1821. Rio de Janeiro: Serviço Gráfico do Ministério da Educação, volume 56, 1934, p. 45 139
considerar la posibilidad de traer a sus padres, imaginando que el clima seria favorable para mitigar las enfermedades de la vejez. Además del trabajo de organización de la Biblioteca, se dedicó al comercio de libros. Primero en nombre de Simão Tadeu Pereira, propietario de taller tipográfico en Lisboa desde 1781. Así, intentó cobrar deudas de João Roberto Bourgeois, librero “carioca”; a la vez Marrocos decía a su padre: “puedo asegurar a Vuestra Merced, para decir a Simão Thaddeo, que él es un sin vergüenza, y tiene otro al pié, que es el Gazetero, Paulo Martin, Franceses y traidores en los huesos!”205 Este negocio llegó hasta 1814, cuando “falleció repentinamente el Librero Francés, João Roberto Bourgeois, con quién Simão Thaddeo tenía cuentas: a este puede Vuestra Merced noticiar esto.”206 Aliado del tipógrafo lusitano, Marrocos llegaba a imaginar que “haría aquí negocio Simão Thaddeo, e hiciera aquí establecer su hermano con un buen negro, por sus precios cómodos, o por la poca diferencia, solo para poner por tierra este ladrón de Imprenta Real”.207 Simão Tadeu no llegó a abrir casa en Río de Janeiro, mas Marrocos actuó como su distribuidor para la obra Collecção de Retratos de Varões e donas Portuguezas, com Memorias Históricas de suas vidas, impresa en su taller, en Lisboa, en 1817. El mismo año, el bibliotecario empezó a recoger suscripciones en Río de Janeiro, arreglándose con libreros y haciendo publicar avisos en la Gazeta do Río de Janeiro: Se hace pública la suscripción para la Collecção de Retratos de Varões e donas Portuguezas, com Memorias Históricas de suas vidas, hecha en Lisboa, y de las cuales se encuentra completo el tomo 1 o, en 4.o, en las tiendas de Saturnino, Rua da Alfandega; de Manoel Mandillo, Rua Direita; y de Manoel Joaquim Silva 205 idem. Carta 18, 3 abril de 1812, pp. 70-‐71.
206 idem. Carta 66, 15 de marzo de 1814, p. 192. 207 idem. Carta 9, 16 noviembre 1811, p. 47.
140
Porto, Rua da Quitanda: en donde se verá el prospecto de la citada obra, con las condiciones competentes.208 Además de suscribir en estas librerías, era posible hacerlo en la Real Biblioteca con el propio Marrocos o con el Padre Joaquim Damazo, o aún recurrir a un religioso carmelita que buscaba subscriptores entre los de su orden. La cadena de intermediarios entre el libro y los lectores no terminaba ahí, pues el Padre Damazo hizo una remesa de folletos de la obra al Obispo de Pará – que, probablemente, debería encargarse también de recaudar las suscripciones –, mientras Marrocos contactaba con “algunos amigos” en la ciudad de São Paulo para que desempeñaran el mismo papel. Las apreciaciones de Marrocos en cuanto al resultado de la tarea variaban. En 1817, parecía optimista, llegando a pedir a su padre que le remitiera sin demora una cantidad de los ejemplares de esa obra, para atender ya a una gran parte de los suscriptores, y con esta satisfacción desafiar la voluntad de los otros; pues “que ya corrí el riesgo de quedar sin mi ejemplar, por querer pagar desde luego, y alguien llevarlo”.209 Solamente un año después llegaron los ejemplares, lo que tal vez explique parte del desinterés por la adquisición de la obra, que tanto había molestado a Marrocos: Juzgué al principio que concurriesen más suscriptores; mas veo finalmente con disgusto que aquí reina la mayor pasión por el Libro de 40 hojas, o por estos Periódicos de novedades, en que son involucrados estos sabios de nuestra edad. Esta lección, que es ofrecida, tiene mal olor; y cuando hojean o critican del buril, o de la fidelidad de la copia, o de la concisión de la historia, o 208 Gazeta do Rio de Janeiro, de 7 de mayo de 1817. 209 Anais da Bibioteca Nacional, op. cit. Carta 107, 9 mayo 1817, pp. 295-‐96.
141
del rancio del lenguaje, o de la exorbitancia del precio. Y es que se encuentra por fruto de los sudores y desvelos en reunir estos preciosos monumentos.210 A pesar de esta peyorativa mención a la “pasión por Libro de 40 hojas”, revela desconfianza hacia las capacidades de los lectores de la ciudad, aunque en la misma carta hay indicios de que había buenos conocedores de libros y capaces de discutir cuestiones materiales de composición de la obra y aspectos estilísticos del texto. De todas formas, el beneficio no parece haber sido el adecuado. En aquel momento, Marrocos vivía “más pensionado”, dejando al padre Damazo la incumbencia de cuidar de las suscripciones y de recibir los pagos. Aún así, el bibliotecario continuó con la gerencia del proceso; pero no satisfecho con la actuación de los libreros, decidió contratar a una persona que debería hacer las ventas de casa en casa, pagándole por el servicio el 10% de lo que recaudase, la misma comisión que se daba a los libreros.211 Dicha persona tampoco agradaba al cuidadoso Marrocos, que, aún así, no perdía la esperanza en las ventas: Si yo tuviera aquí a una persona capaz y desinhibida para solicitar suscriptores, estoy seguro que se conseguiría más de 500 o 600, y todas personas importantes, lo que haría aumentar el crédito de la obra.212 El interés del caso, más que discutir la penetración de una obra como Collecção de Retratos de Varões e donas Portuguezas, es la posibilidad que abre para la comprensión de las formas de circulación de los impresos en el Río de Janeiro colonial. Para la venta de un único 210 idem. Carta 123, 15 de mayo de 1818, p. 328.
211 idem. Carta 153, 18 de noviembre de 1819, p. 392. 212 idem. Carta 155, 5 de marzo de 1820, p. 400.
142
título, se han involucrado al menos dos agentes en Portugal – el tipógrafo y el padre de Marrocos – y una serie de comisionados en Brasil: Marrocos, Damazo, un religioso carmelita, tres libreros, un vendedor externo, algunos amigos en São Paulo, un obispo en Pará. Si había personas sin nombre y sin importancia envueltos en el comercio informal de libros, también hubo figuras de mucha importancia como el responsable de la Biblioteca, que recibía la familia real en “frecuentes y casi diarias visitas”.213 Al otro lado del Atlántico gentes de alta jerarquía, del mismo modo, se empeñaban en hacer llegar los libros al Brasil. En el tiempo que Marrocos luchaba para conseguir que alguien suscribiera una obra, un cierto Gonçalo Jozé de Souza Lobo, que no era librero ni tampoco comerciante, hacía remesas regulares de libros de Bellas Letras.214 En 1833, él era “Conselheiro do Tribunal do Thesouro Publico” y “Conselheiro de Sua Magestade Fidelissima”.215 El año siguiente, el Duque de Bragança, regente en nombre de la Reina, le concedía nuevos honores: Atendiendo a las circunstancias que concurren en el Consejero Gonçalo José de Sousa Lobo, natural de Villa Real, Comendador de la Orden de Nuestro Señor Jesús Cristo, hijo de Antonio José de Sampaio Villa-‐Flor: Ha juzgado por bien y por gracia. de tomar en el Forum de Fidalgo de la Casa Real con mil y seiscientos reis de habitación al mes de Fidalgo Cabalero, y una
213 idem. Carta 65, 11 de marzo de 1814, p. 188 214 En 1815, remitió 31 obras; en 1817, 32 (en 2 remesas); en 1820, 13 (en 2 remesas). “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, cajas 154 e 155 (RMC – ANTT). 215 Registro Geral das Mercês, D. Maria II, Libro 1, hoj. 154v-‐155. 10 de octubre de 1833 (ANTT).
143
medida de cevada por día, pagada según la ordenanza y es habitación ordinaria.216 ¿Qué hacía a una persona con tantos títulos tomar parte en este tráfico? ¿Estaría haciendo favores a amigos residentes en la colonia o tenía un distribuidor en la ciudad, como Marrocos? Si estuviese despachando libros para colegas, ellos tenían gustos muy parecidos, pues los títulos se repiten, resultando posible la idea de que él los comercializase de alguna manera. Como Gonçalo Jozé de Souza Lobo, otras figuras destacadas de la corte lusitana enviaban, con alguna regularidad, libros para Río de Janeiro; es el caso de João Teixeira de Barros, Cabalero Fidalgo da Casa Real;217 del Licenciado Joze Dias Torres, Corregidor del Distrito de Lagos218 y Caballero de la Orden de Nuestro Señor Jesús Cristo;219 de Bernardo Miguel de Oliveira Borges, diputado de la Nación Portuguesa y Consejero de la Reina D. Maria II.220 Considerar la actuación de estas figuras en el comercio librero colonial ayuda a comprender cómo circulaban los miles de libros enviados desde Portugal. Si no fuesen ellos, seria obligado imaginar que las pocas librerías instaladas en Río de Janeiro tenían un flujo de ventas sorprendente. Según Hallewell, hasta 1808 había 2 librerías ubicadas en la ciudad, pasando después a 6, en 1810, y a 16, en 1820, aunque retrocediendo a 13, en 1823.221 Se tilda de “espantoso que tan 216 Registro Geral das Mercês, D. Maria II, Libro 1, hoj. 59-‐59v. 09 de junio de
1834 (ANTT). 217 Registo Geral das Mercês, D. João VI, Lb. 18, hoj. 76. 27 de enero 1824 (ANTT). 218 Registo Geral das Mercês, D. João VI, Lb. 17, hoj. 157v. 27 de agosto 1823 (ANTT). 219 Registo Geral das Mercês, D. João VI, Lb. 18, hoj. 192v. 22 de mayo de 1824 (ANTT). 220 Registo Geral das Mercês, D. Maria II, Lb. 33, hoj. 78-‐78v. 21 de septiembre de 1849 (ANTT). 221 HALLEWELL, op. cit., p. 47. 144
extensos cambios, tanto en la vida intelectual, cómo en la vida material, de la ciudad no hubiesen estimulado una mayor expansión de las librerías”; después de la transferencia de la corte, se atribuye su escasez al “brazo de la censura” que “aún se hacía sentir pesadamente sobre el comercio legítimo”.222 Son los registros de la censura, precisamente, los que indican la necesidad de no restringir la circulación de libros a la existencia de librerías y al “comercio legítimo”. El “espanto” de Hallewell, compartido por muchos investigadores, parece causado por la excesiva importancia atribuida a las librerías en la circulación de los impresos, y por el hecho de que el número reducido de establecimientos especializados es visto como una de las evidencias de la débil penetración de la cultura letrada en Brasil.223 El problema parece, sin embargo, mal ubicado. Para la comprensión de las posibilidades de contacto con libros en el Brasil colonial es preciso tener em cuenta un conjunto de elementos más amplio que la existencia o no de librerías. Los habitantes de Río de Janeiro tenían varias posibilidades para la adquisición de libros: comprarlos en una de las librerías establecidas en la ciudad o en otro establecimiento comercial cualquiera (mercerías, farmacias, vidriarías etc.), comprarlos a través de los vendedores externos y autónomos, encargarlos a un librero portugués o pedir a un conocido que se 222 idem, p. 33. 223
Tal vez la evaluación negativa de las condiciones de circulación de la cultura letrada se debe a la comparacion con situaciones contemporáneas pero social y economicamente muy distintas. En un primer momento, es natural el espanto con la cantidad de librerías instaladas en Rio de Janeiro cuando se consulta el Almanach de la Librairie de 1781 en que son numerados 1057 libreros e tipógrafos, de los cuales un quinto hacía negócios en Paris. Es preciso considerar, sin embargo, la distancia que separa una de las más cultas y poderosas ciudades europeas de una simples sede del Gobierno-‐General de una colonia portuguesa en América. Espantoso seria el hecho de que los números fuesen semejantes.. 145
encargara de la compra, del pedido de autorización y del envío. En algunas circunstancias, los libros podrían hasta ser adquiridos en casas de particulares. El librero baiano Silva Serva, durante una corta temporada en Río de Janeiro, entre enero y abril de 1811 publicó un aviso de 700 títulos a la venta en la casa donde se hospedaba: “Noticia del catálogo de libros que están a la venta en la Casa de Manuel Antonio de Silva Serva en la Rua de S. Pedro n.° 17, lo cual lo hace por um precio muy cómodo... con la finalidad de demorarse muy poco tiempo en esta Corte”. Las remesas de Portugal realizadas en el período posterior al traslado de la familia Real indican que los comerciantes de libros no eran responsables del mayor volumen de libros: el 41,5% del total de libros remitidos estaba bajo la responsabilidad de libreros, mientras la mayoría (58,5%) era enviada a Río a partir de la iniciativa de particulares y de negociantes no especializados en este comercio. La documentación conservada en el Desembargo do Paço indica una participación aún menor de los libreros: apenas el 8,5% de los libros allí despachados les corresponde, mientras que el resto (91,5%) se destinaba a negociantes y particulares. Es verdad, no obstante, que la documentación raramente menciona la cantidad de ejemplares remitida en cada envío, mas, de todas formas, estos números dejan claro que las librerías son solamente uno de los agentes involucrados en el proceso y, quizás, de los menos importantes. Muchos eran los caminos efectivamente recorridos por los cariocas para la consecución de libros. Difícil es saber qué manos eran esas. Los lectores de Río de Janeiro han dejado pocos indicios, tanto de sus prácticas de lectura, siempre difícilmente rastreables, como también de su propia existencia física. Es posible deducir que existen de acuerdo con los libros llegaban a la ciudad en cantidades relativamente grandes, y cuando se vislumbran distintas formas de circulación del impreso; pero estos lectores no se dejan sorprender 146
fácilmente. Aquellos que solicitaron autorización para entrar en Brasil con “libros de su uso”, poco decían sobre sí mismos. Son licenciados en cánones o religiosos los que suelen indicar su actividad al presentar su pedido de autorización para transportar libros. Algunos venían a Brasil com el fin de ejercer cargos administrativos: “oidor elegido”, “opositor a los lugares de Letras”, “Juiz de Fora de la ciudad de Río de Janeiro”, “desembargador”. Además de padres, funcionarios y abogados, hay 13 personas cuyo status social u ocupación no fue especificada, pero transportaban sus libros alegando que eran para su uso o que “eran necesarios para ellos”. Que tipo de “necesidad” sería la de Xavier Schmidt “de nacionalidad suiza” al traer con él 112 libros entre los cuales algunos de Bellas Letras como “Fables de La Fontaine, Guilhaume Tell, Aventures de Telemaque, Adèle et Théodore ou lettres par l’education, Oeuvres de Moliere, Plutarque de la jeunesse, Pieces choisies de J. Bap. Rousseau, Oeuvres de Racine, Oeuvres de Boileau, Sonnets de Drélincourt”? 224 Tal vez fuese la necesidad de mantener consigo una biblioteca formada a lo largo de su vida, en la cual conservaba los libros leídos en la juventud, como las Fábulas de La Fontaine, el “Plutarco dos Jovens” o As Aventuras de Telemaco. O quizás él leyera y releyera; o nunca los leyó aunque le gustaba su compañía. Sólo sabemos que él no los quiso dejar en Europa. Estar cerca de las Aventuras de Telêmaco pareció algo útil a mucha gente, tan distinta como el “licenciado formado en Matemáticas” André Pinto Duarte, el “Juez de fuera de la ciudad de Río de Janeiro” Agostinho Petra de Bitencourt o “Presbitero Secular y Licenciado formado en Canónigos” Manoel de Araujo. Las Aventuras podían formar parte de una gran biblioteca, obviando obras de autores ilustres, como en el caso de los libros de “Presbítero Secular y licenciado formado en la Universidad de Coimbra” Antonio Pereira de Souza Caldas, que traía 224
“Catálogos: examen de los libros para salida del reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 155 (RMC – ANTT). 147
82 títulos de Bellas Letras, fundamentalmente de autores griegos y latinos.225 De la misma forma, el libro de Fénelon convivía bien en pequeñas bibliotecas al lado de novelas, como acontecía en la de Jorge Joaquim de N. Feital que, en 1796, llevó consigo, para Río de Janeiro, 7 libros de Bellas Letras: “Vida y Aventuras de Robinson Crusoé, Histoire de Don Quijote de La Mancha, Le Doyen de Killerine Histoire Nouvele, Contes Moraux par M. Marmontel, Meditations d'Hervey, Les Aventures de Télémaque, Les Mille, et un quart d'heure.”226 Entre los licenciados en cánones, tal vez recién formados, que regresaban de Coimbra, había algunos como Manoel Jozé de Almeida e Castro, “Licenciado formado en Canónigos por la Universidad de Coimbra, y natural de Paraty, comarca de Río de Janeiro” que tenía solamente dos obras “a transportar para su patria”: “Tratado del Sublime, Longino y Mitología”.227 Los había también más animados en términos de lecturas literarias, como Joze de Araujo Ribeiro, al igual “licenciado formado en Leyes”, con 27 obras, entre ellas “Aliada de Homero, Camões, Tasso, Virgilio, Ariosto, Guarini, Metastasio, Milton Paraíso Perdido, Diniz Odes, Tito Livio”.228 Los libros transportados por religiosos, a pesar de que también variasen en cantidad, eran de naturaleza más homogénea, sobre todo 225 André Pinto Duarte, en 1807, solicitó autorización viajar com 10 libros de
Bellas Letras. Agostinho P. Bitencourt, en 1807, presentó pedido para transportar 26 libros de Bellas Letras Manoel de Araujo, en 1796, pidió la liberación de 17 libros de Bellas Letras. Antonio Pereira de Souza Caldas, en 1808, solicitó autorización para viajar con 82 libros de Bellas Letras. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, cajas 153 – 154 (RMC – ANTT). 226 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 153 (RMC – ANTT). 227 Presentó solicitación de permiso en 1799. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 153 (RMC – ANTT). 228 Presentó solicitación de permiso en 1825. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 156 (RMC – ANTT). 148
autores griegos, latinos y franceses clásicos, con algún que otro raro, como ocurre en la biblioteca del Padre Jozé Libanio Dicier de Brito, traída por él en 1796, en la que constan obras como “Rhetorica de Quintilliano, Rhetorica de Crevier, Ensaio de Rhetorica, Arte poetica de Candido Lusitano, Horatii Carmina, Virgilii Carmina, Cicero de Officiis, Athalia, Tragedia de Racine, Poema do Messias traducida en vulgar, Heroismo de Amizade, Noites de Young, Noites Clementinas, Historia de Tom Jones o el niño encontrado, Poesias ineditas de Aires Teles de Menezes”.229 Algunas bibliotecas de padres concentran mayor cantidad de obras didácticas; la del Revmo. Padre Fr. Pedro dos Martyres, compuesta por “Phodri Fabula, Ciceronis epistola, Virgilius Ruoi, Horatius ad usum, Tite Livius C N Crevier, Ovidius C N Var.”230 Tal vez la intención de algunos de estos padres fuese la misma que la de su colega el Padre Luiz Carlos Franche, que había presentado a la Mesa del Desembargo do Paço, en Río de Janeiro, un conjunto de libros, alegando: Dice Luiz Carlos Franche Profesor Regio de lengua Francesa, que tiene en la aduana una caja de libros que son diversos ejemplares de dos obras propias para. la educación de la juventud, y que el superintendente. ha mandado traer de Francia para su uso y el de sus alumnos. Sigue adjunta la relación de los libros.. Pide a Vuestra Majestad se digne en conceder los permisos necesarios para despachar la citada Caja.231
229 Solicitó autorización para el transporte de 12 obras. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 153 (RMC – ANTT). 230 Presentó solicitación de permiso en 1816. “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 155 (RMC – ANTT). 231 Documentos con fecha 6 de Mayo de 1820, Caja 170 (MDP – ANRJ)
149
Las obras “propias para educación de la juventud”, con las que el Padre introducía a sus alumnos en el idioma Francés eran: “Morceaux choisis de Fenelon 1 Vol. 50 ejemplares” y “Nouvelle Abeille du Parnasse 1 Vol. 25 ejemplares”. El religioso no solamente cuidaba de la educación de los jóvenes sino que también hacía las veces de librero, encargándose de la adquisición de gran cantidad de libros en Havre y de su liberación en Río de Janeiro. Si los padres tenían bibliotecas ortodoxas, compuestas de libros bien evaluados por la intelectualidad, otros parecían preferir concentrarse en obras de entretenimiento con poco pedigree. Así era el caso de los libros que Francisco Izidoro da Silvaen 1799: Don Quijote de La Mancha, Gil Bras de Santilhana, Telemaco, Vida de Robinson Crusoé, Vida de Mafoma, Historia de Carlos 12, Ítem de Alexandre Macho, Orlando Amoroso, Viaje del Capitán Guliver, Lances de Ventura, Novelas, Novelas Galantes, Rimas de João H. de Mattos, Vida de Belisario, Simplicidades de Bertholdinho, Divertimiento de Estudiosos, Memorias Historicas, Gaticanea, Divertimiento de Un Cuarto de Hora, Fernão Mendes Pinto, Recreacioes del Hombre Sensible.232 Semejante era la de D.ª. Maria Thereza Horan, una de las dos únicas mujeres que solicitaron autorización para el transporte de libros.233 Ella se había encargado de los trámites burocráticos, a pesar de haber anunciado que los libros eran “propiedad de la librería de su marido João Carlos de Saldanha de Oliveira”. Mientras que la otra mujer, Thereza Rosa de Jesús, pedía autorización para una única obra – 232 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, caja 153 (RMC – ANTT). 233 Hay vários pedidos elaborados en nombre de “Viúdas de”, mas se trata, em estos casos, de tienda comercial.
150
Carlos Magno –, pero también quería enviar a Río de Janeiro 26 obras de Bellas Letras: Cuentos Moraes de Marmontel, Obras de Young, Memorias da Marqueza de C. V., Vida de D. Nuno Alvares Pereira, Purgatorio Poema de Dante, Pamella, o El Triumpho de la Virtud, Aventuras de Telemaco, Magazin des Enfants, Oeuvres de Moliere, Le Comte de Valmont, Rimas de Bocage, Recueil de Comedies, Les Plus Belles Lettres des Meilleurs Auteurs Français, Collección de Novelas en Ingles por Griffith, The Speakes, Poemas Liricos, Adelaide and Theodore, Fables Amusantes por Les Enfants, Horacio, Cours de Litterature par la Harpe, Anedoctes du Reigne de Louis 16, Les malheurs du jeune Werter, Les saisons, Aminta, fabula, Vida y Hechos de Don Quijote de La Mancha, Los Jardines, Poema de Delile.234 Doña Maria Thereza tuvo dificultades en la liberación de su pedido, pues no consiguió autorización para el envío de los libros “Contos Moraes de Marmontel” y de “Les Malheurs du Jeune Werter”. Los demás sí fueron embarcados hacia Río de Janeiro, donde se supone que su marido debería retirarlos. Él, quizás un hombre culto, conservaba en su biblioteca obras en Francés, Inglés, Español y, evidentemente, Portugués, y otras de gusto ecléctico. Al mismo tiempo tenía interés en conocer “Les Plus Belles Lettres des Meilleurs Auteurs Français” y leía el “Cours de Litterature par la Harpe”; y ocupaba sus estanterías con “Pamella, o el Triumpho da Virtude”, “Collecção de Novelas en Inglés por Griffith”. También es posible que su esposa informase que aquella era “la librería de su marido”, como estrategia discursiva, siendo en realidad la biblioteca de la familia, en la cual 234 Solicitacion elaborada en 1819. “Catálogos: exame dos livros para saída do
reino”, destino: Rio de Janeiro, Caja 155 (RMC – ANTT). 151
había espacio también para obras infantiles como “Magazin des Enfants” o “Fables Amusantes por les Enfants”. Si el mundo se comportase como exhiben los manuales de historia de la literatura, el marido leería “Purgatorio Poema de Dante”, “Oeuvres de Moliere” u “Horacio”; la esposa leería “Le Comte de Valmont” o “Adelaide and Theodore”, mientras que los hijos, las “Fables Amusantes por les Enfants”. Mas es muy probable que el mundo no estuviese tan organizado.235 La presencia de libros en inventarios El recurso de los inventarios – práctica común en investigaciones sobre libro y lectura – se justifica más por ser esta una de las pocas vías eficaces en la búsqueda del lector del pasado que por el alcance o fiabilidad del material.236 Los documentos registran los 235 Colectivas o individuales, diversificadas o no, el hecho es que las bibliotecas eran poco voluminosas en lo que se refiere a las Bellas Letras: las mayores colecciones tenían alrededor de 20 obras. Según Daniel J. Boorstin, en Estados Unidos, “un estudio de una centena de bibliotecas privadas muestra que ellas eran, en media, menores de lo que se supone normalmente; aproximadamente mitad contenía menos que 25 títulos. Antes de 1700 una biblioteca, en Virgínia, conteniendo más de una centena de volumeness era una raridad; mismo en el siglo XVIII no era incomun encontrar bibliotecas con unaa docena de volumenes em inventarios de bienes en Virgínia.” (BOORSTIN, Daniel J. The Americans: the colonial experience. New York: Random House, s/d., p. 303. 1a edición 1958.) 236 Franceses, alemanes e ingleses se han inclinado largamente sobre inventarios para componer la história de los libros y de la lectura en sus países. Una revissión crítica de eses trabajos puede ser vista en articulo de Robert Darnton, “História da Leitura”. In: BURKE, Peter (org.) A Escrita da História. São Paulo: EDUNESP, 1992, p. 199-‐236. Entre los vários trabajos brasileños que toman inventarios como fuente de pesquisa, destacase el de Jorge de Souza Araújo, por el exhaustivo levantamiento y minuciosa pesquisa alcanzando todo el país desde el siglo XVI hasta el XIX (ARAÚJO, Jorge de Souza. Perfil do Leitor Colonial. Ilhéus: Editus, Editora da UESC, 1999). Los
152
bienes de un conjunto limitado de personas, aquellas que poseían bienes materiales para ser repartidos con ocasión de su muerte. Imposible, por lo tanto, generalizar los tipos y las cantidades de libros ahí encontrados para parcelas más anchas de la población. Pese a estas restricciones, la documentación trae informaciones bastante detalladas sobre la vida material de un conjunto de personas, ya que cabía al escribano relacionar todos los bienes dejados por el fallecido.. Frecuentemente los bienes se subdividían en tierras, “árboles” (en que se listaban las cantidades de pies de café, de banana, de naranja etc.), “bichitos”, casas, “restos de madera” (muebles en general), esclavos, ropas, loza y vidrio, “imágenes” (de santos), relojes, objetos en latón, cobre, plata y oro. Además, se iban añadiendo, según el caso, bienes relacionados con la profesión del fallecido, como “instrumentos de cirugía” en el inventario del Cirujano principal Francisco Manoel Ferrão.237 Unos u otros poseían dinero en casa, o, después de 1808, depositado en banco. Los inventarios deberían ser abiertos por la familia del fallecido o por el juez de huérfanos, cuando había hijos menores de edad y la familia estaba ausente. Si no hubiese hijos o familiares cerca, los vecinos o los amigos también podrían responsabilizarse de la apertura del inventario, en el que debería constar el nombre del fallecido, el lugar y fecha de su muerte y una relación con los nombres de sus herederos. Poco más se solía especificar sobre la persona cuyos bienes figuran en el inventario.238 Para evaluar cada uno de estos ítems se inventarios consultados por mí em el Arquivo Nacional han sido localizados a partir del levantamiento hecho por Jorge S. Araújo, a quién agradezco. 237 Cirurjano Mor Francisco Manoel Ferrão, 1805 (Inventarios, cx. 1126, n.9329, ANRJ) 238 Para una explicación detallada sobre inventarios y testamentos del período colonial, ver FARIA, Sheila de Castro. A Colônia em movimento. Fortuna e família no cotidiano colonial. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1998, pp. 224 – 228. Según Sheila de Castro Faria, algunos inventarios traían la transcripción 153
llamaba a un profesional que relacionaba los bienes y estipulaba su precio. Por ejemplo, en la evaluación de las casas y mobiliario de Antonio Pereira Ferreira fueron llamados “Lourenço da Rocha, Manoel Ignacio de Faria, Francisco da Rocha Mendes, Custódio Pinto de Oliveira, albañiles y carpinteros, evaluadores del Consejo para edificios”.239 En algunos casos, un único evaluador leía todos los ítems y preparaba su parecer: Acto de Evaluaciones Fecha de nacimiento de Nuestro Señor Jesús Cristo de mil ochocientos, a los veinte y dos días del mes de abril del citado año los evaluadores Francisco Roiz Lima y Antonio Pinto da Silva da Freguezia de S. João Baptista de Carahy de acuerdo con el despacho del Meritísimo Dr. Juez de Huérfanos a requerimiento ante Anna Joaquina Alz’, viuda del fallecido Mathias Alz’ da Silva, fuimos al lugar donde existe la finca y tierras mencionados en el requerimiento y siendo allí nos ha presentado y dando a la suplicada para ver, a fin de evaluar los bienes declarados a continuación, los cuales siendo considerados conformes por nosotros y después de
del testamento hecho por el fallecido, mas, en la mayoria de las veces, se hacia solamente una indicación de la existencia de ese documento. El testamento expresaba la voluntad del propietario de los bienes no solamente en cuanto a su distribución mas sobre todo en cuanto a las actitudes a ser tomadas después de su muerte: misas a rezar, limosnas a dar etc. La mayoría de la población no tenia bienes y, por lo tanto, não hacía testamento. La práctica también não era muy común mismo entre los poseedores de bienes. Existiendo o no testamento, era necesário hacer un inventario de los bienes y deudas dejados por el fallecido e indicar los items destinados a cada heredero. Cuando não había heredeiros, los bienes eran vendidos en plaza pública, transfiriendosee al tesoro la cantidad rrecaudada. 239 Antonio Pereira Ferreira, 1798 (Inventarios, mazo 434, n. 8381, ANRJ) 154
examinados, fueron evaluados por el estado y merecimiento de ellos conforme es nuestro deber, y entender.240 En este caso, la dificultad a la hora de conseguir un especialista para la evaluación de cada tipo de propiedad parece residir en el hecho de que las tierras dejadas por el fallecido, en donde vivía la viuda, quedaban distantes de Río de Janeiro, siendo más práctico dejar que uno de los “Evaluadores del Consejo”, “nombrados por la Comarca” efectuase el conjunto de las evaluaciones. Así, Francisco Roiz Lima y Antonio Pinto da Silva se encargaron de evaluar lo que la viuda les permitió ver. Además de las tierras, casa, joyas, esclavos, Anna Joaquina presento también libros. Mas los evaluadores no parecen estar muy interesados en la labor, pues anotaron solamente la existencia de “sesenta libros de varias materias y latinos de uso de sus hijos y veinte y cinco mil reis”. Tal vez por no ser especialistas en libros, no se aventuraron en evaluar cada una de las sesenta obras. En la mayor parte de los casos, sin embargo, un especialista se encargaba de preparar una lista de libros, atribuyendo un valor a cada uno de los ítems. Los encargados de evaluación de los libros – citados como “Libreros” en algunos de los inventarios – traen aún más complicación para el mundo de los negociantes de libros, pues buena parte de ellos no constan como libreros, ya sea en los estudios sobre este comercio, o en la documentación elaborada por los organismos de censura sobre los pedidos de autorización para la circulación de libros entre Portugal y Brasil. Son personas como Veríssimo Fernandes de Paiva, Manoel Francisco Gomes, Joze de Farias Magalhaens, profesionales del libro actuantes de Río de Janeiro en las últimas décadas del siglo XVIII, período en que se dice que no existían libreros en la ciudad, excepto en
240 Matias Alvares da Silva, 1800 (Inventarios, mazo 308, n.5628, ANRJ).
155
los últimos años del siglo, el tiempo de Paulo Martins y João Baptista Bourgeois. 241 Especializados o no en lidiar con los bienes que deberían inventariar, los evaluadores se preocupaban en registrar todo minuciosamente, como anotar y estipular precio para “cinco bacines”,242 o para “dos bancas”.243 De este modo, cuando no hay libros mencionados entre los bienes se puede creer que el finado no los poseía al fallecer, lo que no quiere decir que él nunca hubiese leído un libro o que nunca hubiese comprado uno. Del mismo modo, cuando hay libros entre las propiedades, no se puede suponer que el fallecido o personas de su familia los hubiesen leído. Los impresos conservados pueden haber sido recibidos como herencia o como regalo sin haber sido jamás hojeados; pueden también haber sido comprados, mas no leídos. Como es obvio, no poseemos todos los libros que leemos, así como no leemos todos los que poseemos. Al igual, ser propietario de libro no es igual a lector. Sorprende, en cualquier caso, la escasa cantidad de inventarios que registran libros entre los bienes, teniendo en cuenta la cantidad de publicaciones aportadas por Río de Janeiro y examinadas por los organismos de censura.244 Luiz Carlos Villalta ha 241 Veríssimo Fernandes de Paiva fué el responsable por la evaluación de los
libros de Gonçalo José Muzi en 1790 (Inventarios, mazo 491, n. 9592, ANRJ). Manoel Francisco Gomes se ha responsabilizado por la evaluación de los libros del Dr Manoel Antunes Suzano y sua esposa D. Antonia de Souza Matos en 1783 (Inventarios, cx. 3629, n. 22, ANRJ) e do Tenente Coronel João da Costa Pinheiro em 1797 (Inventarios, mazo 469, n.8966, ANRJ). Joze de Farias Magalhaens fue el responsable por la evaluación de los libros de Maria Eugenia do Bonsucesso y de su marido Cirurjano Mor Joaquim José da Silva en 1793 (Inventarios, mazo 473, n. 9032, ANRJ). 242 Evaluados en $600 en el inventario de Antonio Pereira Ferreira, 1798 (Inventarios, mazo 434, n. 8381, ANRJ). 243 Evaluados en $ 120 en el inventario del Capitán-‐Mor José dos Santos, 1793 (Inventarios, mazo 473/9029, ANRJ) 244 A efectos de comparación, algunos datos sobre Paris a mediaados del siglo XVIII pueden ser esclarecedores. Según el estudio de Michel Marion sobre 156
calculado que solamente el 14,75% de las personas con inventarios hechos en Río de Janeiro entre 1751 y 1822 eran propietarios de libros, cifra que poco difiere de las encontradas en Diamantina (20%) y Mariana. (8,34%).245 Analizando las bibliotecas de esta última localidad, concluyó que sus propietarios eran fundamentalmente sacerdotes, boticarios, cirujanos, abogados y comerciantes, conservando libros relacionados a sus carreras; en menor grado, poseían también obras de devoción, de medicina, historia o bellas letras en sus pequeñas bibliotecas. Las actas notariales también demuestran que las colecciones eran restringidas: un intelectual como Mariano José Pereira da Fonseca, miembro de la Sociedad Literaria de Río de Janeiro, poseía 96 volúmenes (lo que puede significar una cantidad de títulos bastante menor).246 La biblioteca del poeta Cláudio Manoel da Costa estaba compuesta de 383, de los cuales la mayor parte versaba sobre Derecho, contando, en lo que se refiere a las Bellas Letras, solamente con obras de Camões, Quevedo y Calderón de la Barca.247 Su compañero de desdicha, Tomás Antônio Gonzaga tenía en su casa “cuarenta y tres bibliotecas privadas parisienses, en que se analisan 4 000 inventarios post mortem, apenas 841 inventarios mencionan al menos 1 livro. (Apud: MARTIN, Henri-‐Jean. Histoire et pouvoirs de l’écrit, Paris : Éditions Albin Michel, 1996, p. 331) 245 VILLALTA. Luiz Carlos. “Los lectores y los usos de los libros en la América Portuguesa”. In: ABREU, Márcia. Leitura, história e história da leitura. Campinas: Mercado de Letras: Associação de Leitura do Brasil; São Paulo: FAPESP, 2000, p. 190. 246 Era una práctica editorial común la publicación de obras con muchos volumeness. L biblioteca de D. Fray Domingos da Encarnação Ponteve, obispo de Mariana, poseía 412 títulos y 1066 volumeness (Apud: VILLALTA, Luiz Carlos. “O que se fala e o que se lê: língua, instrução e cultura”, In: História da Vida Privada, volume I. São Paulo: Companhia das Letras, 1997.) 247 Las informacones sobre las bibliotecas de Mariano José Pereira y de Cláudio Manoel da Costa estána en el site www.unicamp.br/iel/memoria. Consultado en 04 de febrero de 2002. 157
libros de hoja de varios autores, franceses, portugueses y latinos; Ítem siete dichos de media hoja, de la misma calidad; Ítem cuarenta y tres de cuarto, de los mismos”, con ocasión del acta de secuestro de sus bienes.248 Aquélla que habría inspirado sus versos, Maria Dorothea Joaquina de Seixas, conservaba apenas un libro a su muerte a los 90 años: “Un Misal con su Estantería en buen uso”.249 Ana Cristina Araújo, estudiando los libros presentes en testamentos portugueses del siglo XVII, llegó a la conclusión de que su presencia era “verdaderamente decepcionante”. El clero era el estamento con mayor número de objetos impresos, aunque apenas 15 de los 85 testamentos de religiosos los citasen. La nobleza tenía, en relación a los libros, “una ostensiva indiferencia”, comportamiento que podría ser atribuido tanto al “desinterés intelectual” cuanto a la “devaluación de un bien económicamente inferior en el conjunto”. Solamente el 9% de los nobles declararon libros y manuscritos en sus testamentos. Los más interesados en los libros parecen ser los negociantes y los letrados que ejercían cargos públicos o profesiones liberales, a pesar de que también en esos segmentos las cifras fuesen bastante pequeñas. Además, “son insignificantes y totalmente desprovistos de interés estadístico las menciones singulares a libros existentes en manos de particulares.”250
248 “Traslado de las actas del secüestro de bienes, hecho al desembargador
Thomaz Antonio Gonzaga.”Apud: FRIEIRO, Eduardo. O Diabo na livraria do cônego. Como era Gonzaga? e Outros temas mineiros. 2a edición revisada y aumentada. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, Itatiaia: Belo Horizonte, 1981, pp. 97-‐100. 249 Inventario de Maria Dorothea Joaquina de Seixas abierto en 1853 y concluído em 1854. Transcribido por GOMES, João Batista de Magalhães. Documentário sobre Marília de Dirceu. Rio de Janeiro: Ministério da Educação e Cultura, 1966, pp. 102 – 109. 250 ARAÚJO, Ana Cristina. “Con el nombre en la mano: aproximación al universo de los alfabetizados en la ciudad de Lisboa (1700 – 1830), In: A 158
Los inventarios referentes a Río de Janeiro también recogen pequeñas bibliotecas, compuestas fundamentalmente por libros relacionados con la ocupación de su propietario: los abogados tienen obras de derecho, los cirujanos de medicina y navegantes de náutica.251 Aquí vemos la necesidad y pragmatismo de se poseer publicaciones relativas al área en que se actúa, con las cuales se puede haber estudiado o hacer consultas a lo largo de la vida. La importancia de los libros para el desempeño profesional es evidente en el caso de Theodoro José de Sá, “Capitán de Embarcación”. Fallecido en Cabinda, durante un viaje, llevaba consigo material de lectura (“Arte de navegar”, “8 Folletos de Derecho Mercantil” y “Piloto Africano”) junto con “unos instrumentos náuticos” (“1 octante pequeño, 1 Do. mayor, 1 Tablas Requisitos Inglesas, 1 Estuche de Matematica ordinario, 2 Ampolletas, 1 Escala de 2 pies, 1 Aguja de Marcar”). En los bienes que poseía en tierra ningún libro más ha sido encontrado. Las anotaciones de los evaluadores parecen indicar que la consulta frecuente de las obras era práctica común, pues en muchos casos apuntan que los libros tenían “más de medio”, están “viejos y rotos”, “desmantelado, y viejo”, “muy malo”, “con algún daño”, “con bastante uso”. Si el desgaste de un libro puede ocurrir por el hecho de estar “destruido por hongo” ou “picado por insecto”, los comentarios sobre el mal estado de las publicaciones pueden indicar también que los propietarios recurrían constantemente a sus libros, a veces hasta para hacer apuntes, como el Dr. Manoel Antunes Suzano, en cuya
Cidade e o campo. Colectânea de estudos. Coimbra: Centro de História da Sociedade e da Cultura, 2000, p. 282. 251 Los inventarios conservados en el Arquivo Nacional no contemplan los de religiosos. Jorge de Souza Araújo (op. cit.) examina los inventarios conservados en el Mosteiro de São Bento (R J). 159
biblioteca había “dos tomos de apuntes de mano escritos in Folio”.252 La estrecha relación entre el tema de los libros y la profesión de sus propietarios a veces se evidencia en actitudes erróneas de los evaluadores, como ocurrió con Joze de Farias de Magalhaens que, al evaluar la biblioteca del Cirujano Mayor Joaquim José da Silva, se confundió y apuntó “Un Medico digo Método de Restituir La Vida en sesenta reis”.253 Muchos dividían sus estantes entre los libros profesionales y los religiosos, como el Capitán-‐Mor José dos Santos que, aparentemente, se interesaba no solamente por obras como “Arte de Navegar” el “Tratado Completo de la Navegación” como también por “Conducta de Confesor”, “Novo Testamento”, “Historia Evangélica” e “Historia Sagrada”. Estos dos últimos no estaban completos y sí “incompletos”, lo que puede significar que hayan sido compactados hasta el punto de destruir parte de los volúmenes, o tal vez hayan sido prestados, jamás volviendo a la biblioteca del navegador. A pesar del predominio de lo que hoy llamaríamos de libros técnicos, hubo muchos que no poseían siquiera un impreso relativo a su profesión, pero sí que guardase libros religiosos y de humanidades, como hizo el Teniente Coronel João da Costa Pinheiro que mantenía en su casa 8 libros, de los cuales 5 eran de religión (“Biblia del Padre Antonio Pereira”, “Un dito devociones de Santa Bárbara”, “Un dito Novena de São João Baptista”, “Un dito Oficio de la Semana Santa”, “Un dito Horas Marianas”), un de 252
Dr Manoel Antunes Suzano y su esposa Doña Antonia de Souza Matos, 1783. Librero responsable : Manoel Francisco Gomes (Inventarios, caja. 3629, n. 22, ANRJ). El evaluador era cuidadoso y detallista al ponto de anotar que la obra de Gratiano contenida en la biblioteca era una “edición vieja, de la que ya no se usa después de la ediciión de Boemero”. 253 Maria Eugenia do Bonsucesso / Cirurjano Mor Joaquim José da Silva, 1793 (Inventarios, maz 473, n. 9032, ANRJ). En la primera parte – relativa a D. Maria Eugênia – hay vários bienes arrollados, mas no libros. En la segunda parte – la del marido – se hacene complementos a las partes ya arrolladas y se añade el item “Libros”. 160
historia (“Historia del Reino de Portugal”) y un de gramática (“gramática francesa”).254 A pesar de no figurar en las bibliotecas de forma expresiva las cantidades de los libros profesionales y los religiosos, las gramáticas y diccionarios son materias notorias, estando presentes en una parte significativa de los acervos. En algunos de ellos ocupaban un lugar destacado, como en el del “negociante de rudo trato” Manoel de Souza Ribeiro Guimarães: “Evaluación de los Libros del fallecido Manoel de Souza Ribeiro Guimarãens” Veinte y tres volúmenes de las Obras compiladas 12$000 de Condillac / picados / doce mil reis = cincuenta y 16$000 un volúmenes del Viajante Universal muy picados dieciséis mil Dieciséis volúmenes Historia de Portugal muy 8$000 picados ocho mil reis Tres volúmenes Diccionario Geographico [?] Franc 30$000 treinta mil y doscientos reis = Dos volúmenes 8$000 Diccionario de Linguagem Portugueza = 1813 = Ocho mil reis Tres volúmenes Deducção Chronologica Natural 10$000 diez mil reis = Un volumen Diccionario Português-‐ 10$000 Francés y Latino diez mil reis = Tres volúmenes 8$000 Ensaio sobre Homem ocho mil reis = Un volumen 1$600 Demonstraçõens Theologica Canonica e Historica mil seiscientos reis Tres volúmenes de las Obras de Boileau $960 254
Teniente Coronel João da Costa Pinheiro, 1797 (Inventarios, mazo 469, n.8966, ANRJ). 161
novecientos sesenta reis Dos volúmenes Diccionario Francés y Portugués 10$000 por Sá diez mil reis = Dos volúmenes Les Martires $640 seiscientos cuarenta reis Tres volúmenes Aventuras de Telemaco en Francés 1$280 e Inglés, mil doscientos ochenta reis Dos volúmenes Obras Bocage truncados $960 novecientos sesenta reis [?] volúmenes Obras [?] truncados seiscientos $640 cuarenta reis [?] volúmenes Correio de Londres ciento sesenta $160 Un volumen Gramática Philosofica seiscientos $640 cuarenta Un volumen Prozodia ocho mil reis = Tres 8$000 volúmenes de Noticias de Portugal de Faria $960 novecientos sesenta Dos volúmenes Tables of the Several [?] Exchanges 2$400 = 1802 = Dos mil cuatrocientos 103$440 Río de Janeiro, ocho de octubre de mil ochocientos veinte y nueve = Joaõ Pedro da Veiga = Evaristo Ferreira da Veiga.255 Él no parecía interesado en conservar obras sobre comercio o sobre legislación, como sus colegas, pero tenía una pequeña biblioteca con 20 libros, entre los cuales figuran 4 diccionarios y una gramática. Además poseía un libro didáctico – Prosódia de Bento Pereira, pese a 255 Manoel de Souza Ribeiro Guimarães, 1829 (Inventarios, mazo 469, n. 8949, ANRJ). Fueron considerados inventarios poco después del año 1822 teniendo en cuenta que los acervos pueden haber sido constituídos a lo argo de vários años.
162
que no fuese de uso exclusivamente escolar. Sí llama la atención la presencia de Las Aventuras de Telémaco, que poseía en francés y en inglés. Es probable que estos libros no le pertenecieran, mucho menos a su esposa, Maria Leonor de Souza, que no firma los documentos “porque la citada viuda no sabía escribir ”, siendo siempre necesario que alguien firmase “a petición”. Es posible suponer que estos libros, o parte de ellos, fuesen de sus hijos, los cuales, con ocasión de su muerte, tenían once y trece años y vivían en Europa. O tal vez quien los apreciase fuese su hija mayor de edad, Ritta Maria de Souza Ferreira ; al menos así ha debido imaginar el Juez de Huérfanos que determinó que ella se quedase con parte de los esclavos, notas del banco y con todos los libros. Apreciándolos o no, ella heredó algunas de las publicaciones más buscadas en Río de Janeiro: Aventuras de Telêmaco, de Fénelon; Obras de Boileau; las de Bocage; Viajante Universal de Joseph de Laporte, componiendo, junto con el no menos frecuente Los Mártires de Chateaubriand, una bella colección. Pocos poseían un conjunto semejante de libros de Bellas Letras entre las personas cuyos bienes figuran en inventarios. La biblioteca de Manoel de Souza Ribeiro Guimarães es superada apenas por la de Antonio Martins Bandeira, propietario de uno de los mayores conjuntos de libros, como revela la evaluación preparada por Francisco Antonio da Silva, “Librero del Consejo de la Real Hacienda y Evaluador de Libros etc.”: “Lista de los libros que quedarán por el fallecimiento de Antonio Martins Bandeira de cuyo inventario es responsable su viuda Doña Francisca do Nascimento Bandeira por el Juicio de Huérfanos.” Dictionaire Raisone Universel de histoire naturel 6$400 en cuarto, quince volúmenes seis mil y cuatrocientos reis 163
Obras de Pope in cuarto, ocho volúmenes completa mil y seiscientos reis Felinto en cuarto, nueve volúmenes mil novecientos y veinte reis Historia do Brasil por Beau Champs tres volúmenes, mil novecientos y veinte reis Obras de Camões en octavo grande cinco volúmenes mil y seiscientos reis Viagens de Anacharsis in cuarto siete volúmenes mil doscientos y ochenta reis Ecole de Jardin fructier in octavo dos volúmenes trescientos y veinte reis Viagens do Oceano Pacifico in cuarto, dos volúmenes, trescientos y veinte reis Historia de Jezu Christo infólio, dos volúmenes cuatrocientos y ochenta reis Diccionario de Comercio de Peculot in folio cinco volúmenes seis mil y cuatrocientos reis Ditos de Moraes in folio dos volúmenes, cuatro mil reis Dito de Vieira Portugués & Ingles y viceversa in cuarto, ochocientos reis un volumen Biblia Sagrada in folio. cuatro volúmenes, ocho mil reis Magnum Lexicon Latinum in folio – un volumen, mil y seiscientos reis Academia Real in folio, un volumen, trescientos y veinte reis Moeurs et uzages de Turcs, in folio dos volúmenes, seiscientos y cuarenta reis Diccionario Frances e Portugués in folio – un
1$600 1$920 1$920 1$600 1$280 $320 $320 $480 6$400 4$000 $800 8$000 1$600 $320 $640 $960 164
volumen, novecientos y sesenta reis Principios de Direito Mercantil in folio tres volúmenes, cuatro mil reis Elucidario das Palavras in folio dos volúmenes seiscientos y cuarenta reis Arte de Navegar in folio un volumen cuatrocientos reis Historia Louvores de [?] testamento in folio un volumen trescientos y veinte reis Investigador Português, ocho volúmenes, ciento y sesenta reis [?] [?] [?], dois volúmenes, ciento y sesenta reis Auto da Guerra de Frederico Segundo in cuarto, tres volúmenes cuatrocientos reis Testamento Velho traducido al Portugués según la Vulgata Latina diecisiete volúmenes, tres mil y doscientos reis Collecção dos Principaes Autores da Historia Natural in cuarto, ocho volúmenes, dos mil quinientos y sesenta reis Dicionário de Agricultura in cuarto cinco volúmenes, dos mil y cuatrocientos reis Le Bon Sens in cuarto, um volumen, ciento y veinte reis Suman cincuenta y dos mil novecientos y veinte = Transporte cincuenta y dois mil novecientos e veinte = Taboas Portativas de Logaritimos un volumen trescientos y veinte reis La Paisane pervertie in octavo, cuatro volúmenes, seiscientos y cuarenta reis
4$000 $640 $400 $320 $160 $160 $400 3$200
2$560
2$400 $120 52$920 $320 $640
165
Principios de Direito Natural das Gentes tres volúmenes, novecientos y sesenta reis Alivio dos tres, e Consolação dos Queixosos, un volumen ciento y veinte Decada de Cozeto in octavo veinte y cuatro volúmenes, seis mil reis O Novo testamento de Jezus Christo, in octavo seis volúmenes, trescientos y veinte reis Mil Huma noites in octavo, nueve volúmenes, dos mil ochocientos y ochenta reis Historia Ecclesiastica da Abb. Ducreux, ocho volúmenes, novecientos e sesenta reis O Patriota do Río de Janeiro, un volumen, cuarenta reis Memorias Ecconomicas in cuarto, dos volúmenes, ciento y sesenta reis Observações Botanico Medicas, in Fol., um volumen, doscientos reis Tres volúmenes truncados del Marqués de Carraciole sesenta reis Historia de Matosinhos, un volumen cien reis Noites de Young, in octavo dois volúmenes, cuatrocientos reis Historia do Senhor [?] dos Bouçais, un volumen, cincuenta reis Escola Mercantil in cuarto un volumen dos mil reis Filliz Independente in Octavo, tres volúmenes novecientos y sesenta reis Luziadas de Camões in doce dos volúmenes, ochocientos reis Malaca Conquistadora in cuarto, un volumen, cien
$960 $120 6$000 $320 2$880 $960 $040 $160 $200 $060 $100 $400 $050 2$000 $960 $800 $100 166
reis Cathecismo de Montplier in cuarto cinco volúmenes, seiscientos y cuarenta reis Henriada em Portuguez in cuarto un volumen ciento y veinte reis A verdade da Religião in cuarto dos volúmenes, trescientos y veinte reis Neuton de La[?] en octavo dos volúmenes, seiscientos y cuarenta reales reis Arte Poetica de Oracio in cuarto, um volumen, trescientos reis Paráfrase dos Proverbios de Salomão, um volumen, ciento y veinte reis Brasiliada ou Portugal un volumen, ciento y veinte reis Jardim Botânico de [Dareim?] un volumen, ciento y veinte reis Livro dos Salmos, un volumen, ciento y veinte reis Naufragio de Sepulveda un volumen, cien reis Compendio de Mathematica cien reis Obras de Garção in octavo, dos volúmenes, trescientos y veinte reis Panegíricos de Joaõ de Barros, un volumen, ciento y veinte reis Obras Poéticas de Francisco Diaz Gomes in Fol. un volumen, trescientos reis Setenta t tres mil cuatrocientos y treinta reis Transporte Setenta e tres mil cuatrocientos y treinta Preleçoes Phylosoficas in folio un volumen trecientos reis
$640 $120 $320 $640 $300 $120 $120 $120 $120 $100 $100 $320 $120 $300 $300
167
Historia de l’ame des Betes, in Fol. dos volúmenes, cuatrocientos reis Concilio Tridentino vindicado in cuarto, un setenta y tres mil cuatrocientos y treinta reis, cien reis Rolin abreviado seis volúmenes, ochocientos reis Louvores de Maria, un volumen, sesenta reis Obras de Caminha, un volumen, cien reis Memorias Politicas, dos volúmenes ciento y sesenta reis Duas Historias da Acclamação do Senhor Dom Joaõ Quarto, un volumen ciento y sesenta reis Histoire de la Republique, in Fol., dos volúmenes, seiscientos y cuarenta reis Epitome [?] un volumen sesenta reis Setenta volúmenes truncados, y arruinados de diversos tamaños mil y cuatrocientos reis Sumatoria setenta y siete mil seiscientos y diez Francisco Antonio da Silva, Librero del Consejo de la Real Hacienda y evaluador de Libros etc. Certifico que veí, y avalué los Libros Constantes de esta Relación pertenecientes al fallecido Antonio Martins Bandeira de cuyo inventario es responsable su mujer Doña Francisca Rosa do Nascimento Bandeira por el Juicio de Huérfanos en la cantidad de setenta y siete mil seiscientos y diez, lo que por ser verdad firmo ante juramento y fe de mi cargo. Río de Janeiro el veinte de julio de mil ochocientos y veinte = Francisco Antonio da Silva = Estaba el Sello de las Reales Armas Numero ciento y veinte y cuatro – Pagó cuatrocientos cuarenta y
$400 $100 $800 $060 $100 $160 $160 $640 $060 1$400 77$610
256 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, mazo 100, n.1904, ANRJ)
168
seis de sello de [?] medias hojas – Cesper Pereira = Y no había nada más en las citada Evaluaciones y a quien reporto, y con la responsable del inventario conferí, suscribí y firmé en esta ciudad y Costa de São Sebastião do Río de Janeiro [firmas de Joze Francisco Corte y otra ilegible] 256 Con 72 obras, de las cuales 29 de Bellas Letras, la biblioteca de Antonio Martins Bandeira era la que concentraba mayor cantidad de libros de poesía y ficción, entre ellos las apreciadas Obras de Camões; as Viagens de Anacharsis, de Barthélemy; As Mil e uma noites; el Feliz Independente, del Padre Teodoro de Almeida; As Noites, de Young; Lusíadas, de Camões; Henriada, de Voltaire, Arte Poética, de Horacio. Su profesión no es mencionada en el inventario ni puede ser deducida por medio de los libros que conservaba, pues, al lado de los literarios, tenía también: “Diccionario de Comercio de Peculot”, “Principios de Direito Mercantil”, “Arte de Navegar”, “Compendio de Mathematica” y “Taboas Portativas de Logaritimos”, “História do Brasil por Beau Champs”, “Observações Botanico Medicas”. Todo ello podría llevar a suponer que él fuese negociante, navegante, ingeniero, profesor, historiador, médico o simplemente un diletante curioso. A pesar de esto, en su biblioteca está el mayor conjunto de obras de Bellas Letras, pero sin muchos de los libros más frecuentemente enviados a Río de Janeiro. Sí hay relatos de sucesos en su colección, mas no se encuentra en ella la más solicitada de las obras – Aventuras de Telêmaco – así como no hay indicación de libros como Histoire de Gil Blas de Santillane o como las Obras de Bocage, presentes entre los más remitidos a Río durante 30 años. Que esta biblioteca tuviese todos los libros más comunes, seria tal vez esperar demasiado; sin embargo, es curioso que en ninguna de ellas se encuentren primicias editoriales como Marília de Dirceu, D. Quijote o História do Imperador Carlos 169
Magno. No solamente están ausentes estos títulos sino que también es prácticamente inexistente el género novelesco en las estanterías inventariadas, principalmente si se piensa en la novela. Una vez más es excepción Antonio Martins Bandeira, que poseía, además de los ya citados, La paysanne pervertie de Restif de la Bretonne. Este contraste entre la abundante circulación de novelas y su escasez en bibliotecas particulares fue también delatado en el estudio realizado por Maria Beatriz Nizza da Silva que, por un lado, verificó la vasta publicidad de este género en periódicos “cariocas” mientras que, por otro, no los localizó en acervos como, por ejemplo, el del Conde de La Barca, cuya enorme biblioteca contaba apenas con 18 novelas, a pesar de que su interés por las Bellas Letras pudiese ser certificado por la presencia de 303 obras poéticas. 257 Ella se preguntaba: El gran problema es el de saber que clase social consumía estos cuentos y novelas, tan repetidamente anunciados en la Gazeta do Río de Janeiro. Que había en circulación número asaz elevado de estas producciones [...] y que había una preferencia, tal vez inconfesada por ellas, es hecho que no cabe duda.258 Las bibliotecas relacionadas en los inventarios no ayudan a responder esta cuestión. Al contrario, nos llevan a nuevas indagaciones. En todo caso muestran una dispersión de títulos aún mayor que la apuntada en los pedidos de autorización para la entrada de libros en Río de Janeiro, a pesar de que indiquen un conjunto infinitamente menor y variado de obras, así como un interés por las Bellas Letras bastante menor que el registrado por las personas que se encargaban de la censura lisboeta y carioca. Teniendo sólo como 257 SILVA, Maria Beatriz Nizza da. Cultura e Sociedade no Rio de Janeiro (1808- 1821). São Paulo: Cia Editora Nacional, 1978. 258 SILVA, op. cit., p. 214
170
referencia los inventarios es difícil imaginar para dónde fueron los libros importados de Europa, así como los que fueron publicados por la Tipografía Real; a excepción de Antonio Martins Bandeira, que poseía las “Preleçoes Phylosoficas in Fol. un volumen”, de Silvestre Pinheiro Ferreira, publicadas por Tipografía Real a partir de 1813. Nadie más parece haber conservado en su biblioteca las obras poéticas salidas de las prensas “cariocas”. Sirva como aliento saber que perder el rastro de los libros es algo que no ocurre solamente en el Brasil. Roger Chartier, analizando inventarios franceses, observó que había mayor cantidad de propietarios de libros en el oeste francés (33,7%) que en la capital (22,6%) en la década de 1750, lo que contraría las expectativas del aumento de circulación de los impresos con la expansión de la urbanización. Intrigado, imagina explicaciones para esta diferencia, sin siquiera considerar la posibilidad de que los parisienses leyesen efectivamente menos: Cómo explicar que menos de un cuarto de los parisienses sean propietarios de libros, al mismo tiempo en que más de un tercio de los habitantes de las ciudades normandas, bretonas y ligerianas lo son? Sería esta la marca de una práctica notarial más negligente, que ignoraba los libros menos importantes, de devoción o de utilidad, debido justamente a su abundancia y a su poco valor? Sería necesario incriminar los hábitos de una población más familiarizada con el libro y que, por lo tanto, no tenía ninguna atención a su conservación o a su organización? O sería preciso concluir que, para la masa de parisienses, la cultura del impreso no era absolutamente la de posesión del libro, mas aquella del periódico o del panfleto rápidamente tirado a la basura, del panel y del cartel descifrados en la calle, del impreso transportado con uno mismo? Como se ve, el débil
171
porcentaje de propietarios de libros no debe llevar a la conclusión precipitada de que había un atraso parisiense.259 En el caso brasileño, tal vez estos libros estén escondidos detrás de rubricas poco claras, como la que ha hecho el librero evaluador de la colección de Bandeira al apuntar la presencia de “setenta volúmenes incompletos y arruinados de diversos tamaños mil y cuatrocientos reis”, o como la que hicieron los evaluadores de los bienes del Consejero José Joaquim Pereira Leite, indicando solamente que él poseía “trece libros de diferentes autores muy usados y antiguos”.260 Si los inventarios no aclaran quién era el lector de los libros de mayor circulación, sí nos traen indicios que pueden conducir a nuevas hipótesis de trabajo. Una primera posibilidad, nunca aplicable a países tropicales, es que los libros hayan desaparecido por la acción de la fauna bibliófaga, los ya mencionados insectos que “picaban” los volúmenes. Ya sea porque fueron “infaliblemente devorados por la
259 “Comment expliquer que moins du quart des Parisiens soient possesseurs
de livres au moment même où plus du tiers des habitants des villes normandes, bretonnes et ligériennes le sont? Est-‐ce là la trace d’une pratique notariale plus négligente, ignorant les livres les moins huppés, de dévotion ou d’utilité, du fait même de leur abondance sans valeur? Faut-‐il incriminer les habitudes désinvoltes d’une population plus familière du livre et qui donc ne prête guère attention à sa conservation ou à son rangement? Ou bien doit-‐on conclure que pour la masse des Parisiens la culture de l’imprimé n’est point celle du livre possédé, mais celle du canard ou du libelle vite jeté, du placard et de l’affiche déchiffrés dans la rue, du porté sur soi? On le voit, le faible pourcentage des propriétaires de livres ne doit pas faire hâtivement conclure au retard parisien.” CHARTIER, Roger. Lectures et Lecteurs dans la France d’Ancien Régime. Paris: Éditions du Seuil, 1987, pp. 167-‐168. 260 Consejero José Joaquim Pereira Leite, 1835 (Inventarios, cx. 4171, n.2068, ANRJ). 172
polilla”,261 o por haber sido muy usados; en cualquier caso, los libros se deterioraban, principalmente los más utilizados. Así, los libros de mayor circulación podrían haber desaparecido de las estanterías precisamente por ser los más apreciados.262 Es posible pensar también que las personas guardaban los impresos que sabían que iban a utilizar muchas veces, como los libros profesionales, y se deshacían (prestando, donando, vendiendo) de 261 Este era el temor del negociante Francisco Ignácio de Souza Queiros, en
documento presentado al Desembargo do Paço, comentado en capítulo anterior. 262 Irving A. Leonard, en trabajo sobre la lectura en México y en Perú en el sigloo XVI, también observó el “desaparecimiento” de algunos libros: “la extrema raridad con que se encuentran, hoy en dia, ediciones antiguas de novelas, poemas y piezas de teatro en las colecciones de obras coloniales, indica que los géneros literários más ligeros gozaban de mayor popularidad que los tratados religiosos entre los conquistadores y sus descendientes; es muy probable que los “libros profanos”, que hasta los clérigos leían ansiosamente, hayan llegado a desaparecer, mientras que las obras más respetables, privilégio de pocos, resistieran mejor a la obra destruidora del tiempo.” (LEONARD, Irving A. Los livros del Conquistador, México: Fondo de Cultura Economica, 1996, p.100. 1a edición: 1949) José Torre Revello y Lawrence Cremin, pesquisadores de la lectura en América Latina y en la América del Norte, enfrentaron problema semejante, principalmente no que se refiere a los libros de primeias letras. Revello dice que su estudioo se resiente del hecho de que “faltan algunas pruebas materiales por haber sido perdidos, casi en su totalidad, los ejemplares”. Cremin, en trabajo sobre as cartillas empleadas en Estados Unidos en el período colonial, pondera que el desaparecimiento material de los impresos era favorecido por el hecho de haber pocos libros para muchos lectores lo que aumentaba el manuseo de cada ejemplar. Dice Dorothy Tanck de Estrada, en ensayo sobre la enseñanza de la lecturaen México colonial, que, como los libros elementales de lectura “costaban poco dinero, no se guardaron; cuando estaban em malo estado eran tirados a la basura y se compraban nuevos.” (Las referencias a los tres trabajos están en ESTRADA, Dorothy Tanck de. “La enseñanza de la lectura y de la escritura en la Nueva España, 1700-‐1821”. In: Historia de le lectura en México. México, D.F.: Ediciones del Ermitaño, 1988, p. 52) 173
aquellos que no pensaban volver a manejar. En este caso seria necesario saber si la lectura de las Bellas Letras, y en especial la lectura de las novelas, era intensiva o no, o sea, si las personas leían una determinada historia, perdiendo el interés por la misma una vez terminada, o si volvían al texto para meditar sobre su argumento, compararlo con otros, buscar soluciones para problemas de sus vidas, etcétera. La utilidad de los libros técnicos, en cambio, tal vez explique porqué el Dr. Manoel Antunes Suzano guardó los 6 volúmenes de “Corpo do Direito Civil en folio, viejos y algunos despedazados” y los transmitió en herencia a su hijo abogado.263 Mas también es posible que él los haya conservado debido a su valor: 7$200 reis.264 Los libros profesionales, muchas veces, tenían coste elevado, com precios superiores a 1$000, sobre todo en función del formato en que eran impresos. Las obras científicas solían ser in-folios, mientras que la mayor parte de las obras de Bellas Letras se publicada in octavo. De esta forma, un libro como “Pharmacopeia Lucitana, folio un tomo” era evaluado en 1$280, en 1798, mientras que el mismo año el “Tesouro de Meninas segundo tomo octavo, un tomo” era estimado en $240. Ambos forman parte de la biblioteca del boticario Antonio Pereira Ferreira.265 No es difícil imaginar de cuál de ellos su dueño se privaría con más facilidad, pues no poseía el primer tomo del Tesouro de Meninas.
263 Dr Manoel Antunes Suzano y su esposa D. Antonia de Souza Matos en 1783
(Inventarios, cx. 3629 n. 22, ANRJ) 264 “Hasta 1942 unidad monetária era el mil-réis (1$000), que se subdividia en milésimos (por ejemplo: $ 20 = veinte reis o vintén; $ 100 = cien reis o tostón; $ 500 = quiñientos reis, y así por delante). Observese que 1.000 mil reis era denominado 1 conto de réis, que se escribía 1.000$000.” (PELÁEZ, Carlos Manuel & SUZIGAN, Wilson. História Monetária do Brasil, 2a ed. Brasília, Editora de la Universidade de Brasília, 1981, p.3) 265 Antonio Pereira Ferreira, 1798 (Inventarios, mazo 434, n. 8381, ANRJ) 174
Aunque guardadas las diferencias de valor en función de los formatos y tipos de encuadernación, los impresos, al contrario de lo que se imagina, eran objetos baratos. Entre los bienes evaluados en los inventarios, el libro era el ítem que tenía un valor unitario de los más bajos, pudiendo llegar a ser considerado “sin utilidad” por los evaluadores. Obras como “Vida de Don Nuno Alvares Pereira”, “Predestinado Peregrino”, “Hum livro de Sermoens”, “Catecismo de Monte Pelier” fueron consideradas “sin valor”, mientras que las “Dos Escaleras Rotas” eran estimadas en $200.266 Observando otros bienes inventariados solo fue posible localizar otra mercadería menos valorada: “un par de botas rotas sin valor”.267 Comparando las bibliotecas con los demás bienes, queda más nítido el peso de los libros en el conjunto de las haciendas. La colección del boticario Antonio Pereira Ferreira, por ejemplo, fue evaluada en 19$160, mientras que el valor total de sus ropas se estimó en 115$200. Él había empleado seis veces más dinero en ropa que en libros y, aún así, el ropero de su familia no debería ser muy variado, considerando que un único “vestido de tejido color de cereza” valía 2$560 réis. No se trata de un coste excesivo, ya que “una palangana grande de baños” fue evaluada en 5$880; “doce tazas con platillos esmaltadas”, en 3$840; “tres láminas grandes enmarcadas”, en 4$800. Comparados con el precio total de sus casas (568$000), muebles (62$300), esclavos (1835$800), vajillas y vidrios (153$560), piezas de oro (944$350), medicamentos de farmacia (5.690$156); los libros pierden importancia, siendo, en el caso del boticario, el ítem de menor valor. Aunque él tuviese hechas inversiones en libros para el desempeño de su profesión, tenía, al morir, um depósito de medicamentos cuyo valor superaba el de los libros en 297 veces.
266 Matias Alvares da Silva, 1800 (Inventarios, mazo 308/5628, ANRJ) 267 Matias Alvares da Silva, 1800 (Inventarios, mazo 308/5628, ANRJ)
175
Algunos casos pueden ser más dramáticos. El funeral del cirujano Joaquim José da Silva, en 1793, costó 8$000 y el “alquiler del cajón en el que los restos mortales fueron para la Iglesia, cuatro mil reis”, de modo que si vendiese todos sus libros, evaluados en 7$020, no conseguiría siquiera pagar su entierro .268 En el caso del comerciante Matias Alvares da Silva, los libros no serían suficientes para las limosnas que estipulo en su testamento. Solo para el día de su muerte: “se distribuirá entre los pobres mendigos el valor de treinta y dois mil reis, a cien reis a cada un”, mientras que el valor total de sus libros fue de 25$000.269 De esta manera, quizás los libreros eran los que menos ganaban con su trabajo. Para la realización del inventario del Capitán-‐ Mor José dos Santos, los “evaluadores de la plata” han recibido 7$145 y los “evaluadores del oro”, 4$930, mientras que los “evaluadores de los libros” tuvieron derecho a solamente $300, valor insuficiente para los que compraron muchos de los libros que evaluaron.270 Económicamente, por tanto, los libros no deberían ser objetos de mucha preocupación, por lo menos en el caso de las personas que tienen bienes. El análisis emprendido por Villalta con los inventarios mineros indica que “en promedio los dueños de bibliotecas eran más favorecidos que las demás personas cuyos bienes figuran en inventarios”.271 A pesar de haber sido localizados hombres relativamente pobres en cuyos inventarios hay libros, concluye que predominan gentes adineradas entre los propietarios de bibliotecas. Así, para las personas solventes, los impresos no tenían relevancia en la totalidad de los bienes; para los menos afortunados, em cambio, podrían ser considerados caros. Si un libro costaba 268 Maria Eugenia do Bonsucesso / Cirurjano-‐ Mor Joaquim José da Silva, 1793 (Inventarios, mazo 473 n. 9032, ANRJ). 269 Matias Alvares da Silva, 1800 (Inventarios, mazo 308/5628, ANRJ). 270 Capitán-‐Mor José dos Santos, 1793 (Inventarios, mazo 473/9029, ANRJ). 271 VILLALTA. “Los lectores y los usos de los libros en la América Portuguesa”, op. cit., p.194
176
alrededor de 1$000 por volumen, era preciso tener una renta razonable para poder constituir una biblioteca. Un aprendiz de tipógrafo que, por su oficio, debería estar familiarizado con libros, no podría adquirirlos con frecuencia, contando con un pago de $160 reis diarios. Después de un año de experiencia en la prensa de la Tipografía Real, cuando su remuneración aumentaba hasta $400 reis, aún era necesario trabajar dos días enteros sólo para comprar un libro.272 O Almanach para o Ano de MDCCXC traía una curiosa “Tabla de lo que se puede gastar por día a la proporción de la renta que anualmente cada persona tiene”, informando que alguien, cuya renta anual fuese del orden de 300:000 reis, podría gastar 821 reis por día.273 Si decidiese comprar un libro tan popular como las “Aventuras de Telêmaco”, traducidas del francés por el Capitán Manoel de Sousa, en octavo, en 1770,274 gastaría $800 reis, poco tendría para comer en aquel día. Teniendo en cuenta la renta mínima anual considerada por el Almanaque (10:000), se puede suponer que no eran muchos los que podían adquirir libros con regularidad, sobretodo en Brasil, donde la esclavitud impedía que la mayor parte del trabajo fuese remunerada.275 272 “El real taller tipografico recibia aprendices, que entraban ganando ciento y sesenta reis diarios; al final de seis meses era elevado el salario a doscientos y cuarente reis, y al final de un año a cuatrocientos reis;el aprendiz, que no tenía ninguna falta en la semana, tenia derecho a una gratificación.” (AZEVEDO, Moreira de. “Origem e desenvolvimento da imprensa no Rio de Janeiro”, Revista trimensal do Instituto Histórico, Geográfico, e Ethnographico do Brasil, 4o trimestre de 1865, Tomo XXVIII, 2a parte, p. 179) 273 Almanach para o anno de MDCCXC. Lisboa: En la Officina de la Academia Real das Sciencias. Con permiso de la Real Meza da Comissão Geral sobre o Exame, e Censura dos Livros. E Privilegio de S. Magestade, p. 448. 274 Catálogo de la Librería de la Viúd Bertrand, 1791. 275 En la Europa setecientista los libros eran caros para las clases más pobres. En Inglaterra el precio de una novela equivalia al sueldo semanal de un trabajador mediano (WATT, Ian. A Ascensão do Romance, São Paulo, Companhia das Letras, 1990.). En México, los libros eran artiguos y caros durante todo el período colonial y continuaronm a serlo después de la
177
Tal vez el bibliotecario de la Real Biblioteca, Luiz Joaquim dos Santos Marrocos, pudiese gastar a la larga en libros, contando con su salario anual de 400$000 reis, en 1811, que le permitía un gasto diario de 1:095. En la misma fecha, Silva Serva anunciaba un “Compendio de Rhetorica 4º.” por 1$280.276 Probablemente él tendría que satisfacerse con los “libros de 40 hojas” que tanta aversión le causaban, ya que, estos sí, tenían precios bastante accesibles: folletos como Astúcias de Bertoldo costaban $360 reis.277 Muy caros para los pobres y muy baratos para los ricos; ¿a quién interesaría (o para quién sería posible) mantener libros en casa? A pesar de que a ninguna de las personas cuyos bienes figuran en inventario se le hubiese ocurrido la idea de constituir una biblioteca compuesta exclusivamente de obras de Bellas Letras, y mucho menos una colección en la que se encontrasen reunidos los libros de mayor circulación en el período, es posible vislumbrar qué perfil podría tener su virtual propietario. Una persona que fuese comprando libros de Bellas Letras entre 1791 y 1821 gastaría más de 63$000 reis, para ser propietaria de 29
independencia. Anne Staples menciona algunos números que permiten comparación con el caso brasileño. En el início del siglo XIX, las Comédias de Calderón de la Barca costaban 18 pesos. Libros franceses eran mucho más caros: Las obras completas de Boileau costaban 20 pesos, mientras que las de Bossuet costaban 48 pesos. En la misma época, un profesor de primeras letras recibia 100 pesos al año, si fuese bien remunerado. Anne Staples concluye que “entre los indivíduos que sabían leer y escribir, la mayor parte no tenían dinero suficiente para comprar libros”. (STAPLES, Anne. “La lectura y los lectores en los primeros años de vida independiente”. In: Historia de le lectura en México. México, D.F.: Ediciones del Ermitaño, 1988, p. 96) 276 Catálogo de los libros a la venta en casa del librero Manuel Antônio da Silva Serva en 1811. Disponible en www.unicamp.br/iel/memoria. Consultado en 04 de febrero de 2002. 277 idem, ibidem. 178
libros elegidos entre sus preferidos.278 Para que su gasto no superasen este valor, tampoco podría adquirir libros usados,279 como los ejemplares de “Virgilios”, usados, que fueron rematados a la heredera de Ignácio da Silva Alvarenga por Manoel Joaquim da Silva Porto a cambio de 1$600.280 Ni podría aburrirse con obras contrahechas como las “Selectas Troncadas”, cuyos volúmenes fueron vendidos a $480 reis por Silva Serva;281 para evitar el disgusto de tener un texto incompleto, sería necesario gastar 2$400, por “Seis Seletas Latinas”.282 El total gastado sería distinto si optase por adquirir obras encuadernadas o folletos, por ejemplo la de Marília de Dirceu, que, en 1810, costaba
278
Ver tabla de precios de los libros de mayor circulación en el final del capítulo. Fué considerado el período de 1791 a 1821, pues no fué posible localizar los precios de los libros en otros años. 279 Ana Cristina Araújo, analisando la biblioteca del sargento-‐mor de batalla José da Silva Pais – compuesta en 1757, por 437 volumenes – se sorprende con el bajo precio atribuído a “una colección tan extensa y moderna y, para además de eso, con un destacable grado de especialización”. Los libros, avaluados en 120 mil reis, “representaban muy poco en el capital inmovilizado por Silva Pais.” El bajo precio puede reflejar, según Ana Cristina Araújo, el hecho de una buena parte de las adquisiciones haber sido hecha en segunda mno, considerando que, en la época, en Portugal, “las subastas de bibliotecas particulares eran una de las modalidades más accesibles de adquirir livros”. ARAÚJO, Ana Cristina. “Livros de uma vida. Critérios y modalidades de constitución de una librería particular en el siglo XVIII”, Revista de História das Idéias, volume 20, Coimbra: Instituto de História e Teoria das Idéias, 1999, pp. 149 – 185. 280 “Catálogo de los libros que compré de Preta Joaquina, herdeira, y albacea del fallecido Dr. Manoel Ignacio da Silva. Alvarenga, con 10 por ciento sobre la evaluación que se acha al margen de cada uma de las obras extraídas y conferidas con la original evaluación” – Manoel Joaquim da Silva Porto – 1815. 281 “Catálogo de los libros a la venta en la casa del librero Manuel Antônio da Silva Serva en 1811”, op. cit. 282 Testamento de Elias Antônio Lopes, 1815. Apud: CUNHA, Rui Vieira da. op. cit. 179
2$400 reis o 3$200, dependiendo de la encuadernación283. Silva Serva anunció la venta de “Horacio 8. 3 Vol. 1920” y “Horacio 4. 2 Vol. – 2400” en el mismo “Catálogo de los libros a la venta en la casa del librero Manuel Antônio da Silva Serva, en 1811”. Cuanto más tiempo una persona tardase a comprar, más caro pagaría, así acontecía con el libro Lances da Ventura, anunciado por Silva Serva, en 1811, como “Lances da Ventura 8. 6 Vol. – 4000” y en el Jornal de Anúncios, diez años después, como “Lances da Ventura, 6 volúmenes 6000”.284 Una manera de ahorrar en la adquisición de los libros sería comprarlos de segunda mano, por ejemplo, a personas que los hubiesen recibido como herencia; de esta forma sería posible ahorrar 3$360 al adquirir las Fábulas de Lafontaine, que, nuevas, costaban 4$000, mientras que la “Preta Joaquina, heredera, y albacea del fallecido Dr. Manoel Ignacio da Silva. Alvarenga” las vendía por $640.285 Entre los libros preferidos, el de coste más elevado era el Viajante Universal, debido a la enorme cantidad de volúmenes en que se dividía la obra. Siempre buscando la opción más barata, era posible comprarla en cincuenta y un volúmenes por 16$000,286 mas en este caso era necesario contentarse con ejemplares “muy picados”. Para obtener los libros en mejores condiciones, sería preciso gastar 30$780,
283
“Los volumenes – ‘elegantemente impresos’-‐ fueron anunciados en la Gazeta do Rio de Janeiro de 20 junio.1810 a 2.400 reis, más tarde (1 dez.) el periódico ofrecería la obra encuaadernada por 3.200 reis” (Apud: CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Rio de Janeiro. São Paulo: EDUSP / Livraria Kosmos Editora, 1993, 2. Vol.) 284 Jornal de Annuncios. Rio de Janeiro: Typographia Regia, No 2. Typographia Real, 05/Maio de 1821. 285 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 286 Manoel de Souza Ribeiro Guimarães, 1829 (Inventarios, maço 469, n 8949, ANRJ). 180
por una edición en cuarenta y ocho volúmenes in cuarto.287 Por otro lado, había verdaderas gangas como “Relegiam Poema de Racine -‐ 1 Vol. -‐ $160”,288 “Les Nuites de yung -‐ 4 Vol. -‐ $200”,289 “Collecção à morte de Bocage, encuadernado en rustica. 8. – $200”,290 o aún los siete volúmenes de “Viagens de Anacharsis in cuarto” por 1$280 reis.291 Los libros nuevos costaban más caros, especialmente si se recurría a un librero “carioca” para obtener los impresos en Portugal, pues, en este caso, sería necesario añadir un 25% sobre el precio de tapa. Al menos era lo que ofrecía: Jeronimo Gonçalves Guimarães, con Tienda de Libros y papel en la Rua do Sabão al pié de la Candelaria, desde el día 4 del mes de Junio en adelante ponen a la venta en la misma Tienda de Libros de las Tipografías de Lisboa, Coimbra y Oporto, únicamente con 25% sobre los verdaderos precios de los Catálogos de las Impresiones de aquellas Ciudades; bien entendido que es solo este beneficio para los particulares, y no para reventa. El mismo Guimarães se obliga a mandar venir de Lisboa los más Libros que el público necesitar, y no estuviere disponible en el momento en su Tienda, que no podrán tardar más que 6 a 7 meses, no solo de las Tipografías de Portugal, como de otras cualesquiera de Europa en cualquier idioma. Cualquier persona de fuera de la Ciudad que precisar hacer algún pedido puede dirigirse al mismo Guimarães con las necesarias seguridades, creyendo que serán atendidos. Lo mismo hace saber a cualquier persona que parecer acreedora y
287 João Cespedes Barboza, 1818 (Inventarios, cx. 1118, n.8579, ANRJ). 288 “Catalogo...” 1815, op. cit. 289 “Catalogo...” 1815, op. cit. 290 “Catálogo...” 1811, op. cit. 291 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, maço 100, n.1904, ANRJ)
181
presentar sus cuentas para en el transcurso de 50 días ser totalmente atendidos.292 Conseguir libros en Río de Janeiro era, al final, más trabajoso que caro. Requería alguna paciencia esperar seis meses por los encargos hechos a Portugal, para buscar espolios de herederos, pedidos de autorización, contratación de procuradores y otros trámites. Superados algunos obstáculos, era posible ser propietario de los libros más apreciados, a cambio de un dinero próximo al costo de un esclavo. Considerando que las 29 obras para las cuales fue posible localizar su precio, el total se acerca a los 63$000 reis; los 42 libros de mayor circulación costarían alrededor de 90$000. En 1811 era posible comprar “un negro por 93$600”.293 El año siguiente, con lo que se gastaba para comprar una “botella de vino de Champagne” (2:500 reis) era posible adquirir cuatro libros en octavo como la História de Carlos Magno, anunciada por 640 reis.294 Ni todo el mundo bebía champagne o tenía esclavos, ni, del mismo modo, tampoco todos podían comprar libros, objetos a los que podían tener acceso segmentos sociales com una situación financiera confortable. Para éstos, Villalta cree que el libro “operaba como ornamento”, como “signo de status”, ya que su posesión era frecuentemente acompañada de bienes “factibles de ostentación”.295 En el caso de los libros de Bellas Letras, sin embargo, la situación se complica. En primer lugar porque la mayor parte de ellos eran 292 Jornal de Annuncios. Rio de Janeiro: Typographia Regia, Typographia Real, Número 5, 1821. 293 Anais da Bibioteca Nacional - Cartas de Luiz Joaquim dos Santos Marrocos, op. cit.. 294 El precio está en el “Catálogo ...” 1811, op. cit. El precio de la botella de Champagne es dado por Marrocos, op. cit. 295 VILLALTA. “Os leitores e os usos dos livros na América Portuguesa”, op. cit., p. 201.
182
comparativamente barato, pues circulaban en folletos in octavo de bajo coste y poco vistosos. En segundo lugar, la mayoría de ellos son novelas, textos didácticos y libros infantiles, géneros poco valorados en la época y que no transmitían a su propietario una aura de erudición y buen gusto. Así, los libros de Bellas Letras de mayor circulación no constituían ni peculio económico ni peculio cultural. Había pocas razones, por tanto, para conservarlos, ya que seria difícil hacer bonito exhibiendo una biblioteca de esta naturaleza. Precios de los libros de mayor circulación Caroline de Lichtfield, J.I.P. de Bottens Baronesa Isabelle de Montolieu Delli viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite Australi ed al paese delle scimie, né quali si apiegono il carattere, li costumi, le scienze e la polizia di quegli straordinari abitanti, Zaccaria Seriman El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes
“2 volúmenes 2240”296
“cinco volúmenes, que se venden por 2$400”297
“6 Vol. en Portugal 2880”298 “Don Quijote en Français – 4"-‐ 2$500”299
296 Jornal de Annuncios, Rio de Janeiro, Typographia Regia, No 2. Typographia
Real, 05/Maio de 1821. 297 “Advertencia” (publicada en las últimas páginas del 5o volumen) Viagens de Henrique Wanton a las tierras incógnitas astrales y al Paiz das Monas, em donde se describen Las Costumbres, Caracter, Ciências y Polícia de estes extraordinários Habitantes. Composición inglesa, Lisboa, en la Typographia Regia Silviana, 1799-‐1800, 5 vol. 298 PEIXOTO, Jorge. “Bibliografia das edições e traduções do D. Quixote publicadas em Portugal”, Boletim Internacional de Bibliografia Luso-Brasileira, 183
Fables de La Fontaine, Jean de “Fabulas Escolhidas de La Fontaine a La Fontaine 4$000”300 “Fablas de lafontaine – 1"-‐ $640”301 Fábulas, Esopo Histoire de Gil Blas de “Gil Blas em Français – 4"-‐ 1$280”302 Santillane, Alain René Lesage História do Imperador Carlos “Carlos Magno 8. – 640”303 Magno e dos doze pares de França, anônimo Horacio ad usum “Horacio 8. 3 Vol. -‐ I920”304 “Horacio 4. 2 Vol. – 2400”305 “Arte Poetica de Horacio por Candido Luzitano 4. – 880”306 Jerusalém liberata, Torquato “Jeruzalem delivrée par Le Brun – Tasso 2vol -‐ 3$000”307 “La Jeruzalem liberat: de Sir Tasso – Fundação C. Gulbenkian, II, n. o 4. Apud: CAEIRO, Francisco da Gama. Livros e Livreiros Franceses em Lisboa nos Fins de Setecentos e no Primeiro Quartel do Século XIX, Separata do boletim Bibliográfico da Universidade de Coimbra, vol. 35, 1980. 299 “Catalogo de los libros que compré a Preta Joaquina, heredera y albacea del fallecido Dr. Manoel Ignacio da Sa. Alvarenga, con 10 por ciento sobre la evaluação que se encuentra al margen de cada una de las obras extraídas y conferidas con la evaluación original” – Manoel Joaquim da Silva Porto – 1815. 300 Gazeta do Rio de Janeiro, 12 de agosto de 1814. Apud: RENAULT, Delso. O Rio Antigo nos anúncios de jornal 1800-1850. Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1984, p. 50. 301 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 302 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 303 “Catálogo de los libros a venta en la casa del librero Manuel Antônio da Silva Serva em 1811.” 304 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 305 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 306 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 184
2"-‐ $480”308 La Henriade, Voltaire “La Henreade Poeme – 1"-‐ $160”309 Henriada en Portugués in cuarto un volumen ciento y veinte reis $120”310 Lances da Ventura acasos da “6 volúmenes 6000”311 desgraça e heroísmos da “Lances da ventura 8. 6 Vol. – virtude, D. Felix Moreno de 4000”312 Monroy y Ros Le poeme sur la Religion, “Relegiam Poema de Racine – 1"-‐ Racine $160”313 Le Voyageur François ou la “Viajante universal quarenta e oito connoissance de l’ancien et du volumes em quarto trinta mil nouveau monde, Joseph de setecentos e oitenta reis – 30$780”314 Laporte “Sincoenta e hum volumes do Viajante Universal muito picados dezeseis mil reis – 16$000”315 Les Aventures de Télémaque, “Aventuras de Telemaco traduzidas François de Salignac de la do Francez de M. Fénélon, pelo
307 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 308 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 309 “Catalogo ...” 1815, op. cit.
310 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, mazo 100, n.1904, ANRJ) 311 Jornal de Annuncios, Rio de Janeiro, Typographia Regia, No 2. Typographia Real, 05 de Maio de 1821. 312 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 313 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 314 João Cespedes Barboza, 1818 (Inventarios, cx. 1118, n.8579, ANRJ) 315 Manoel de Souza Ribeiro Guimarães, 1829 (Inventarios, maço 469, n. 8949, ANRJ)
185
Mothe-Fénelon
Capitão Manoel de Sousa, em 8. 2 Vol. 1770 – 800 réis”316 “Aventuras de Telemaque -‐ 4 "-‐ $600”317 “Telemaco 8. -‐ I280”318 Les Mille et Une Nuits, por “Mil Hua noites in oitavo, nove Antoine Galland volumes, dois mil oito centos eoitenta reis -‐ 2$880”319 Magazin d’enfants, Pauline de “$240” 320 Montmorin, Mme Leprince de Beaumont Marília de Dirceu, Thomas “Os volumes – ‘elegantemente Antonio Gonzaga impressos’-‐ foram anunciados na Gazeta do Río de Janeiro de 20 jun.1810 a 2.400 réis, mais tarde (1 dez.) o jornal ofereceria a obra encadernada por 3.200 réis.”321 Meditations and Contemplations, James Hervey Night Thoughts on Life Death “Les Nuites de yung -‐ 4 "-‐ $200”322 and Immortality, Edward Young O Feliz independente do mundo “$960 (3 Vol.)”323 316 “Catálogo da Livraria da Viúva Bertrand, 1791” 317 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 318 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 319 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, maço 100, n.1904, ANRJ). 320 “Catálogo ...” 1798, op. cit. 321 CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Rio de Janeiro. São Paulo: EDUSP, Livraria Kosmos Editora, 1993, 2. Vol. 322 “Catalogo ...” 1815, op. cit.
186
e da fortuna, ou arte de viver contente em quaisquer trabalhos da vida, Pe. Theodoro de Almeida O Piolho Viajante, António Manuel Policarpo da Silva Obras, Luís de Camões Obras, Manuel Maria Barbosa du Bocage
Obras, Virgílio Oeuvres, Alain René Lesage Oeuvres, Boileau Oeuvres, Corneille Oeuvres, Gresset Oeuvres, Molière Oeuvres, Prevost Oeuvres, Racine
“1$600 (5 Vol.)”324 “Improvisos de Bocage. 320.”325 “Collecção á morte de Bocage, encuadernado en rustica, 8. – 200”326 “$960 (2 Vol.)”327 “Virgilios, uzados F -‐ I600”328 “$960 (3 Vol.)”329 “Theatro de Pedro Cornelio – 12"-‐ 9$600”330 “Oeuvres de Moliere – coletion etereotype – 8"-‐ 2$400”331 “Dtes [Oeuvres] Raçine – 3 "-‐ $900”332
323 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, maço 100, n.1904, ANRJ). 324 Antonio Martins Bandeira, 1821 (Inventarios, maço 100, n.1904, ANRJ). 325
“Catalogo dos folhetos impressos á custa de Paulo Martin filho, que se achão na sua Loja na Rua da Quitanda N.o 34.” 1810. 326 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 327 Manoel de Souza Ribeiro Guimarães, 1829 (Inventarios, maço 469, n. 8949, ANRJ). 328 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 329 Manoel de Souza Ribeiro Guimarães, 1829 (Inventarios, maço 469, n 8949, ANRJ). 330 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 331 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 187
Paul et Virginie, Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre Rimas, João Xavier de Mattos Rimas, Manuel Maria Barbosa du Bocage Scènes de la vie du grand monde, Maria Edgeworth Selecta Latini Sermonis exemplaria e scriptoribus probatissimis, Pierre Chompré
“2 Vol., por 1$600 réis”333
Cada volumen: 450 réis334 “Selectas troncadas, cada Vol. – 480”335 “seis Seletas Latinas (2$400)”336 The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe..., Daniel Defoe The Paradise Lost, John Milton “Paradis perdu trad. par -‐ 3 "-‐ 1$200”337 332 “Catalogo ...” 1815, op. cit. 333 In: “O Castigo da Prostituição. Novella: Traduzida do francez. [vinheta] Rio de Janeiro. Na Impressão Regia. 1815. Com Licença. Vende-‐se na Loja de Paulo Martin, filho, [...] aonde se achão [...] Paulo, e Virginia, 2 vol., por 1$600 réis.” Apud: CAMARGO e MORAES.op. cit. 334 Preço estabelecido pela diretoria-‐geral dos estudos em 1759. Dos 450 réis, 50 réis deveriam ser pagos em comissão e 100 de encadernação. O preço entretanto era mais alto fora de Lisboa. Em Coimbra o primeiro volume chegava a custar 300 réis aos quais deveriam ser acrescidas as despesas de transporte, elevando o preço para 450 réis. (cf ANDRADE, Antonio Alberto Banha de. Contributos para a história da mentalidade pedagógica portuguesa. Lisboa: Nacional, 1981, p. 607) Imagine-‐se o custo de transporte para o Brasil. 335 “Catálogo ...” 1811, op. cit. 336 Testamento de Elias Antônio Lopes. Apud: CUNHA, Rui Vieira da. “A Vida do Rio de Janeiro através dos testamentos: 1815-‐1822”, Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro. Rio de Janeiro: Departamento de Imprensa Nacional, vol 282, jan-‐mar 1969. 337 “Catálogo ...” 1815, op. cit.
188
Thesouro de meninos, P. Blanchard / Matheus José da Costa Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e nas principais povoações dos Balinos, povos desconhecidos de todo o mundo, Luís Caetano de Campos Voyage de La Pérouse au tour du Monde, L.A.Milet Mureau Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce, Jean-Jacques Barthélemy
“Thesouro de meninos – 1$000”338
1$280 (7 Vol.)339
338 “Catálogo de livros portuguezes, que se achao á venda na loja de livros da Rua da Alfandega, no 5 A.” 1838. 339 “Catálogo ...” 1821, op. cit.
189
Parte II – Juzgar y Sentir
191
La lectura de las Bellas Letras 340 “Mucha Lectura oprime la mente y extingue la Luz natural; esta es la razón por la cual hay tantos eruditos insensatos en el mundo.” William Penn. Fruits of a Father's Love: being the Advice of William Penn to his children, relating to their civil and religious conduct, 1726. 340 Una parte de este texto se ha publicado en “Da maneira correta de ler: leituras das Belas Letras no Brasil colonial”. In: Leitura, História e História da Leitura. Campinas: Mercado de Letras/ALB/FAPESP, 2000, pp. 213 a 234. Otra parte ha sido presentada en el III Congresso Luso-‐brasileiro de História da Educação – Escolas, Culturas e Identidades, con el título “Presença de clássicos da Antigüidade no Rio de Janeiro colonial” (Faculdade de Psicologia e Ciências da Educação, Coimbra, Universidade de Coimbra, 2000).
192
La correcta manera de leer Si actualmente es difícil saber cómo las personas se relacionan con los textos escritos, es aún más complicado comprender cómo era esa relación en el pasado. Sin embargo delante de las listas de libros remitidos a Brasil no es posible dejar de preguntarse: ¿qué sentido producían esas obras? ¿cómo se leían? Parte de la dificultad está en no saber quiénes eran los sujetos de esas lecturas. Otra parte del problema es la inexistencia de indicios directos (cartas y diarios de lectores, por ejemplo) o indirectos (como anotaciones de inquisidores). Una manera de superar esos obstáculos e imaginar el modo por el cual los cariocas se relacionaban con las obras de Bellas Letras consiste en el análisis de libros que hablan justamente de cómo se deben leer los libros. Son obras como Discours sur la manière d’utiliser ses lectures, de Biron o Traité sur la manière de lire les auteurs avec utilité, de Bardou-‐Duhamel, entre otras, cuyo objetivo es prescribir modos de leer. Difícilmente las personas se comportarían como deseaban esos manuales, pero sí no informan sobre las prácticas que efectivamente se realizaban, por lo menos registran lo que se esperaba de una lectura adecuada.341 Una primera cuestión relevante que se aborda en estos tratados es la función de la lectura. El Padre Sacchini explica para qué sirve, con bastante claridad, en el tratado Moyen de lire avec fruit, sucesivamente reeditado hasta el final del siglo XVIII:
341 Véase, en relación a eso, WOODMANSEE, Martha. The author, art, and the market – rereading the history of aesthetics. New York: Columbia University Press, 1994.
193
hay dos motivos que nos llevan a leer, uno para formarnos un estilo, otro para adquirir conocimientos: (pues yo no tengo nada que hacer con los que leen por puro divertimiento).342 Aunque perciba que hay, por lo menos, tres funciones en la lectura – formarse un estilo, instruirse y divertirse – descalifica una de ellas, pues la lectura que interesa (y que se discutirá en los tratados) no es la que divierte, sino la que es formadora. La lectura de entretenimiento no será objeto de las preocupaciones de los tratadistas, excepto cuando se habla de los peligros que corren los sus aficionados. Charles Gobinet, autor de Instruction sur la manière de bien étudier, publicadas el 1742, está de acuerdo con Sacchini sobre la función de la lectura, y delimita un conjunto de textos que se debe leer. Para él, no es absolutamente necesaria “la gran lectura, pero la buena lectura”: Finalmente, para leer bien a los Autores y para sacar provecho de esa lectura, es necesario saber con que finalidad se lee. Esa finalidad consiste en dos cosas: el estilo y la erudición. Se leen los autores para aprender a escribir bien o a hablar bien, y para rellenar el espíritu de los bellos conocimientos que en ellos se encuentran. Pues claro, para alcanzar esos dos objetivos no es necesaria la gran lectura sino la buena lectura. Pues para el estilo, no se puede negar que la variedad de Autores es perjudicial; y que para que se forme un buen estilo, sea en prosa, sea en verso, no es necesario elegir quien ha logrado mejor éxito en el género de escrito que se desea obtener: y 342 “il y a deux motifs qui nous portent à lire, l’un pour nous former un style, l’autre pour acquérir des connoissances: (car je n’ai rien à faire avec ceux qui ne lisent que pour l’amusement)”. SACCHINI. Moyens de lire avec fruit, traduit du latin. La Haye. Paris: chez Guillot, 1786, p. VI.
194
para la erudición, aunque parezca que ella consiste en saber mucho sobre buenas cosas, sin embargo es verdad que ella es más sólida y más útil cuando se sabe menos, y cuando se posee bien lo que se aprendió.343 Quede claro que estos tratados no se inclinarán por las lecturas corrientes o las prácticas más comunes. Quizás la preocupación en prescribir obras y la correcta manera de leer es tópico recurrente como resultado de una “vulgarización” de la lectura, vista con inquietud en los tratados: Todo mundo lee. Es la ocupación o el divertimiento ordinario de la vida. Los jóvenes como los viejos, las mujeres igualmente a los hombres, los ignorantes así como los sabios, se abandonan con más o menos ardor, según sus capacidades, sus gustos y sus estados. El número de lectores se ha elevado considerablemente en estos últimos siglos.344 343 “Enfin pour lire bien les Auteurs & pour tirer du profit de leur lecture, il faut sçavoir la fin pour laquelle on la fait. Cette fin consiste en ces deux choses: le style, & l’érudition. On lit les Auteurs pour apprendre à bien écrire ou à bien parler, & pour se remplir l’esprit des belles connoissances que l’on y trouve. Or pour arriver à l’une & l’autre de ces deux fins, ce n’est point la grande lecture qui est nécessaire, mais la bonne. Car pour le style, on ne peut nier que la varieté des Auteurs n’y soit contraire; & que pour se former un bon style, soit en prose, soit en verse, il ne faille choisir un de ceux qui ont mieux réussi dans le genre d’écrire qu’on veut acquérir: & pour l’érudition, encore qu’il semble qu’elle consiste à sçavoir beaucoup de bonnes choses, il est pourtant vrai qu’elle est plus solide & plus utile quand on sçait moins, & quand on possede bien ce que l’on a appris.” GOBINET, Charles. Instruction sur la manière de bien étudier. Paris: chez Herissant, 1742, p. 179. 344 “Tout le monde lit. C’est l’occupation ou l’amusement ordinaire de la vie. Les jeunes gens comme les vieillards, les femmes de même que les hommes, les ignorants ainsi que les savants s’y livrent avec plus ou moins d’ardeur, selon leur capacité, leur goût & leur état. Le nombre des lecteurs a même
195
Sea o no real la premisa de que “todo mundo lee”, importa percibir que la entrada de nuevos actores en el mundo letrado nos obliga a distinguir entre “ignorantes” y “sabios”, entre “buenas” y “malas” lecturas, maneras correctas e incorrectas de leer. La capacidad y la oportunidad de leer no podría emborronar las distinciones entre personas comunes y “personas de espíritu” (o gens d’esprit, como dicen los tratadistas). La lectura extensiva y, sobre todo, la lectura de novelas (entendida como forma de evasión), son aisladas del universo de la buena lectura: Ahí están los amores de nuestro siglo: juzguémoslos por el número de los que les leen. Entremos en la Corte: nosotros encontraremos a las mismas personas que ofrecen la materia de las Novelas. Nosotros encontraremos también jóvenes Señores y jóvenes Damas que devoran las Anécdotas amorosas de Reinas y Reyes. Recorramos la Ciudad: que multitud de Lectores, sin contar el inmenso grupo de jóvenes hombres desocupados cuyo único estudio son las Novelas. Veamos que se pasa en las casas opulentas y compuestas por una numerosa familia. El padre se dedica a la lectura de un grueso tomo; observa el título, es un Diccionario histórico y crítico: el Autor promete la fidelidad de un Historiador y la equidad de un Censor; pero ataca a un enemigo declarado, algunas veces ocultado, la verdad, el pudor y la Religión. Se ve a la madre rodeada por un círculo numeroso, ella manda leer las Cartas fabulosas de un hombre Asiático en un viaje a Europa y que evalúa a su manera el carácter de los pueblos y las religiones. ¡Véase a ese joven en su lecho! ¡Qué atención! Él adquiere augmenté considérablement dans ces derniers siecles”. BOLLIOUD-‐MERMET, Louis. Essai sur la lecture. Amsterdam-‐Lyon, chez Pierre Duplain, 1765, p. 9. 196
conocimiento de los cruceros marítimos de un nuevo Viajante. ¿Qué hace aquella muchacha sentada cerca a una mesa baja, apoyada en los codos, con la cara encubierta con miedo de que la vean? Ella medita, leyendo las aventuras de una joven cuya belleza la hizo la predilecta de un Sultán. Véase, en fin esa niña recién salida de los brazos de su ama: ella tiene en las manos los Cuentos de Hadas. Pasemos al campo: ahí nosotros encontraremos nobles ocupados con la lectura de los Libros Románticos: ese viejo Hidalgo propone como modelo para su hijo, que él destina al servicio del rey, las aventuras de Primaleão y de Palmeirim.345 345 “Ce sont là les amours de notre siècle: jugeons-‐en par le nombre de ceux
qui les lisent. Entrons à la Cour: nous y trouverons ceux mêmes qui fournissent la matiere aux Romans. Nous y trouverons aussi de jeunes Seigneurs & de jeunes Dames qui dévorent les Anecdotes amoureuses des Reines & des Rois. Parcourons la Ville: quelle multitude de Lecteurs, sans y comprendre cette foule de jeunes hommes oisifs, dont l’étude est celle des Romans? Voyons ce qui se passe dans les maisons opulentes & composées d’une nombreuse famille. Le pere y est appliqué à la lecture d’un gros volume; lisez le titre, c’est un Dictionnaire histoirque & critique: l’Auteur y promet la fidélité d’un Historien & l’équité d’un Censeur; mais il attaque en ennemi déclaré, quelquefois couvert, la vérité, la pudeur & la Religion. Voyez la mere entourée d’un cercle nombreux, elle fait lire les Lettres fabuleuses d’un homme Asiatique qui voyage en Europe, & qui balance à sa maniere le caractere des peuples & les Religions. Voyez ce jeune homme dans son lit! quelle attention dans une attitude nonchalante? Il se rapaît des courses marines d’un Voyageur nouveau. Que fait cette jeune fille assise près d’une table basse, appuyée sur son coude & le visage détourné de peur d’être vue? Elle médite en lisant les avantures d’une jeune fille, que sa beauté a rendue la favorite d’un Sultan. Voyez enfin cette jeune enfant sortie des bras de sa nourrice: elle tient en mains les Contes des Fées. Passons à la campagne: nous y trouverons des nobles occupés à la lecture des Livres Romanesques: ce vieux Gentilhomme propose pour modéle à son fils qu’il destine au service, les exploits des Primalions & des Palmerins. Ce n’est pas la disette des bons Livres qui occasionne cette lecture, il y en a de bons par-‐tout, à la Cour, à la Ville & ailleurs: mais la malignité des Fables Romasques a éteint l’amour du vrai & de 197
El texto de Charles Porée se inserta bien en la tan discutida segunda revolución de la lectura.346 Él presenta nuevos lectores, de diferentes estratos sociales, del campo y del mundo urbano; y habla, principalmente, de un género, la novela, que auspicia de lectura peculiares: una lectura extensiva, que pone a los usuarios en contacto con una infinidad de textos, capaces de permitir tanto la lectura en voz alta (hecha por la madre) como una lectura silenciosa y solitaria (el muchacho en su lecho). El género predispone además otro tipo de lectura de identificación, la de la joven que esconde la cara por miedo a que la vean mientras medita sobre las aventuras de otra joven, de distinguida belleza, de quien el sultán se enamorara. Esa lectura, capaz de agrupar a diferentes segmentos de la sociedad, sin supervisión de nadie, es la que se debería eliminar. Es necesario, pues, una lectura culta distinta a la de la mayoría, asequible en determinados textos y de determinada manera de llevarla a cabo. El círculo restringido al cual se destinan los tratados sobre la buena manera de leer (las personas de espíritu y las que desean integrar ese grupo) hace que la lectura se asocie frecuentemente con la producción de escritos: una de las finalidades de la lectura es la incorporación de un estilo; la otra es el conocimiento de las obras consideradas como la mejor producción de cada género. Así, orientaciones sobre lectura y producción se mezclan en estos textos. En la vertu”. PORÉE, Charles. De Libris qui vulgo dicunter romanesses oratio habita. Paris, Bordelet, 1736. Traducción francesa “Discours sur les Romans”, por BARDOU-‐DUHAMEL, In: Traité sur la manière de lire les auteurs avec utilité. 3 volumes. Paris: 1751, pp. 24 – 25. 346 Cf. CHARTIER, Roger. Le livre en révolutions, entretiens avec Jean Lebrun. Paris: Textuel, 1997. CHARTIER, Roger. A Ordem dos Livros, Brasília, Editora UnB, 1994. DARNTON, Robert. “A leitura rousseauista e um leitor ‘comum’ no século XVIII”. In: Práticas da Leitura, CHARTIER, Roger (org.). São Paulo: Estação Liberdade, 1996. 198
un primer nivel más básico, la escritura es auxiliar de la lectura: es necesario tomar notas mientras se lee. Algunos autores, como Biron, hasta trazan el método que se debe seguir en las anotaciones. Para ello hay que tener un cuaderno con dos columnas: en la primera se anota la máxima o pensamiento que se extrae del libro que se lee, en la segunda se da un título al fragmento para indicar el tema abordado.347 Sólo se hace bien el trabajo cuando cada fragmento es leído, releído, y cuando se medita sobre él. Terminada esa primera etapa es necesario que se relean las anotaciones y que se agrupen todos las citas referentes a un mismo tema. El proceso de lectura todavía no estaría concluido, pues resta una última etapa: la memorización de las anotaciones subdivididas por temas. En ese sistema, las actividades de lectura y escrita no tienen un fin en sí mismo, pues son etapas para la memorización de conocimientos, finalidad esencial en comunidades orales pero, que se estima abandonada cuando existe la posibilidad de registrar dichos contenidos en el papel. En un segundo nivel, la lectura (incluida la meditación, anotación y memorización) es fuente de modelos a imitar en el momento de la escrita. Para tanto, importa tener contacto solamente con los mejores autores, en los cuales se debe observar sobre todo la estructuración de los textos, teniendo poca relevancia los temas desarrollados. A lo que se debe dar atención durante la lectura es a las divisiones y subdivisiones que el autor acometió en el asunto, los principios y las conclusiones de él extraídas, la exactitud y buena disposición de la materia, la relación entre las partes y sus efectos; que se observa, finalmente, por la combinación de las partes “de mil pensamientos diversos, un todo admirable”.348 Toda ventaja de la
347 BIRON, Discours sur la manière d’utiliser ses lectures. Paris, chez J. Charles, Imprimeur, 1802. 348 BIRON, op. cit., p. 26.
199
lectura, dice Biron, está en el estudio de la organización de los textos, el cual será la base de la producción escrita en que se intentará imitarlos. El Padre Sacchini añade, como preocupación complementaria del estudio de la estructura de los textos, la observación de los pensamientos más luminosos, que contengan una lección para las costumbres, una reflexión para el espíritu o la demostración decisiva de una idea.349 Solamente tras estas etapas se debe prestar atención al estilo empleado, a la forma de la enunciación, siempre enfatizándose la importancia de las anotaciones hechas mientras se lee. La lectura prescrita posee una función utilitaria y formativa que sólo se cumplirá con los mejores autores “de los cuales se puede gustar, sin el temor de equivocarse”.350 Los tratados no se ocupan exclusivamente de las lecturas auxiliares de la producción escrita, dedicándose también a las que se hace con el objetivo de “adquirir conocimiento” y de “ornar el espíritu”. En ese caso, como en el anterior, la primera preocupación es la selección de los textos que se van a leer, que deben reducirse a los producidos por los mejores autores. A partir de la lista de los escritores mencionados, los llamados “mejores autores” son, obviamente, los clásicos de la Antigüedad grecolatina. El contacto con sus textos debe ir precedido por una serie de lecturas previas; antes de leer los poetas, dice por ejemplo Biron, necesitas leer y meditar sobre las artes poéticas y retóricas y sobre los tratados en que se explican las figuras del lenguaje. En seguida, se debe pasar al análisis de los métodos de estudio, recomendándose especialmente la lectura de Charles Rollin, De la manière d’enseigner et d’étudier les Belles-Lettres, par raport à l’esprit et au coeur.351 En él el lector encontrará informaciones sobre la 349 SACCHINI, op. cit. 350 BARDOU-‐DUHAMEL, op. cit, p. VII. 351 ROLLIN, Charles. De la manière d’enseigner et d’étudier les Belles-Lettres, par raport à l’esprit et au coeur, 4 volumes. Paris: Freres Estienne, 1765-‐1770, nouvelle édition.
200
lengua francesa, griega y latina, sobre las costumbres de estos pueblos, sobre la historia sagrada y profana, sobre la filosofía, sobre las reglas y principios que rigen la elaboración poética y retórica. El objetivo central es la formación del gusto por medio del contacto con las reglas de elaboración poética y con ejemplos de utilización exitosa de estas mismas reglas que hacen los mejores autores latinos y franceses. Para leer con provecho los mejores autores, se necesita dice Rollin: En cada materia de que abordo yo empiezo, normalmente, estableciendo las reglas y los principios, los cuales retiro de los más hábiles maestros del arte y sobretodo de Cícero y de Quintiliano. Yo aplico, en seguida, sus principios a ejemplos retirados de los buenos autores latinos y franceses. Cito varios fragmentos latinos de los dos autores que he mencionado, que son mis principales guías; y tengo el orgullo de que no desagrado nadie. Normalmente son fragmentos elegidos, brillantes, la flor de la más pura latinidad, y son modelos excelentes de la más sana elocuencia. Esos fragmentos me parecen, por si solos, mucho apropiados para formar el gusto, lo que es mi principal objetivo. Hago grande uso de Séneca, rico en sólidos pensamientos y en bellas expresiones, aunque su estilo, en otros tantos fragmentos, sea muy defectuoso.352 352 “Je commence ordinairement sur chaque matiére que je traite, par établir
des régles et des principes, que je tire des plus habiles maîtres de l’art et surtout de Cicéron et de Quintilien. J’applique ensuite leurs principes à des exemples tirés des bons auteurs tant latins que françois. Je cite beaucoup de passages latins des deux auteurs que je viens de nomer, qui sont mes principaux guides; et je me flate qu’on ne m’en saura pas mauvais gré. Ce sont pour l’ordinaire des endroits choisis, éclatans, et qui sont comme la fleur de la plus pure latinité, et des modéles excellens de la plus saine éloquence. Ces passages me semble par eux-‐mêmes très propres à former le goût, ce qui est ma principale vûe. J’ai fait aussi grand usage de 201
Una vez conocidas las reglas prescritas por las poéticas y retóricas, así como los mejores textos de los grandes autores, se puede pasar a la lectura de las obras primas francesas, aunque, según Biron, sea recomendable, sólo es una fase preparatoria: Para llegarse al verdadero bello, al verdadero sublime, es necesario buscarlos en los escritos de los antiguos, cuyas lenguas eran tan ricas en bellas expresiones y tan admirables por la variedad de las discusiones, en las cuales brillan eminentemente la solidez del juicio, el fuego del genio, la delicadeza del gusto, el talento, la penetración, la liberalidad de vistas, la gracia de los periodos y la fineza del lenguaje; en los cuales en fin hay tanto a ganarse en el importante estudio de las costumbres cuanto en el perfeccionamiento del espíritu. Pues claro, una vez que es en estos monumentos, que felizmente para nosotros sobrevivieron a la ruina de los siglos, que los modernos aprendieron a escribir correctamente y con gracia, es, por lo tanto, con ellos también que es necesario familiarizarse.353 Sénéque, qui est riche en pensées solides, et en belles expressions, quoique son stile, par beaucoup d’autres endroits, soit fort défectueux.” ROLLIN, op. cit., p. CXXXI –CXXXII. 353 “pour arriver au vrai beau, au vrai sublime, il les faut chercher dans les écrits des anciens, dont les langues étaient si riches en belles expressions, et si remarquables par la variété des tours, où brillent éminemment la solidité du jugement, le feu du génie, la délicatesse du goût, le talent, la pénétration, l’étendue des vues, la grace des périodes et la finesse du langage; où enfin il y a autant à gagner pour l’étude importante des moeurs que pour le perfectionnement de l’esprit. Or, puisque c’est dans ces monumens, qui ont heureusement pour nous survécu à la ruine des siècles, que les modernes ont appris à écrire correctement et avec grâce, c’est donc aussi avec eux qu’il faut se familiariser.” BIRON, op. cit., pp. 9 – 10. 202
Finalmente, tras recorrerse todas las etapas previstas, se llega al contacto con los textos: “abre ahora tu libro”, dice Biron. Pero todavía no es el momento de leer. Hay nuevas mediaciones por recorrerse. Una vez que se sabe quién es el autor es necesario informarse sobre su época y su vida, pues son factores determinantes de la temática. Para saber de las circunstancias en que se escribió la obra es necesario que se lea la dedicatoria y el prefacio, puesto que es ahí donde el autor ofrece detalles sobre la composición, los motivos que le llevaron a escribir, sobre el plan y división del trabajo. Además advierte Biron que no se debe dejar de leer el resumen explicativo que precede cada capítulo, los títulos y las notas. Cumplidas estas etapas será útil que el lector, aún “antes de leer”, reflexione sobre cómo él mismo desarrollaría el tema, qué ideas presentaría y cómo las ordenaría. Finalmente se puede leer. Los autores, al hablar de lectura, tienen en mente un tipo particular de actividad que no se limita al desciframiento de un texto escrito, pero que acciona un conjunto de conocimientos previos sobre los cuales la lectura reposará y con los cuales el texto se confrontará. Así es posible comprender que Biron exhiba una serie de actividades de lectura como parte del proceso que se hace “antes de leer”. Todo el conocimiento adquirido en las etapas que preceden al contacto con el texto, se recupera en el momento de la lectura, ya que ahí se debe observar la estructuración del texto, el estilo, la elegancia de las frases, las ideas presentadas (confrontadas con las que el lector tendría sobre el tema para que perciba en “cuantos grados el autor ha superado nuestras reflexiones y de que modo es posible llegar a encontrar formulaciones semejantes”). Ese trabajo tiene por objetivo la evaluación del texto que se lee, pues una de las principales actividades de las que se compone la lectura es el juicio. Para Bardou-‐Duhamel, la lectura consta de cuatro operaciones: entender, resumir, desarrollar y 203
juzgar.354 Las tres primeras tienen relación con la intelección del texto: es necesario comprender las ideas presentadas, ser capaz de resumirlas (en notas o mentalmente) y de expandirlas cuando el autor no las haya desarrollado de la forma deseada o cuando el lector desee confrontar sus ideas con las del autor. Juzgar es la operación más compleja: Juzgarse en general el mérito de una Obra es sentir y decidir se ella es buena, mediocre o mala. Se puede sentir y decidir bien, se puede sentir y decidir mal: todavía ¿qué es necesario para decidirse bien? Dos cosas: un conocimiento exacto de lo que es objeto de la decisión, y un espíritu libre de toda pasión que pueda perjudicar el juicio: es lo que llamo, en dos palabras, ciencia y libertad. [...] El punto que deseamos desarrollar es en que consiste en general ese conocimiento de lo cual hemos hablado. Él consiste en tener la idea de una buena obra con la finalidad de aplicar esa idea a cada obra que se leyó.355 El juicio no se hace a partir de criterios subjetivos, pues las pasiones no tienen lugar aquí. Es necesario saber juzgarse bien. Hay, por lo tanto, un juicio del juicio – se puede juzgar bien o mal –, pues el mismo se codifica y se basa en la comparación entre una idea de obra 354 BARDOU-‐DUHAMEL, op. cit. 355 “Juger en général du mérite d’un Ouvrage, c’est sentir & décider qu’il est
bon, ou médiocre, ou mauvais. On peut sentir & décider bien, on peut sentir & décider mal: mais qu’est-‐ce qu’il faut pour décider bien? Deux choses: une connoissance exacte de ce qui fait l’objet de la décision, & un esprit libre de toute passion qui pourroit nuire au jugement: c’est ce que j’appelle en deux mots science & liberté.[...] Le point que nous voulons développer est d’approfondir en quoi consiste en général, cette connoissance dont nous venons de parler. Elle consiste à avoir l’idée d’un bon ouvrage, afin d’appliquer cette idée à chaque ouvrage que l’on a lû.” BARDOU-‐DUHAMEL, op. cit., pp. 7-‐ 8. 204
bien hecha (que se aprende en los tratados de poética y retórica, en los manuales escolares y en el análisis de los grandes autores) y la obra que se lee. Para que se formen los criterios, Bardou-‐Duhamel expone las reglas de composición poética y retórica ejemplificando su uso con textos de los grands Maîtres: Homero, Sófocles, Demóstenes, Virgilio, Tito Livio. Como con tantos otros tratadistas y preceptistas, él también afirma que no todos los autores de la Antigüedad son siempre buenos; así, el juicio se debe ejercer también sobre ellos. De esta forma, cita fragmentos de Ovidio, por ejemplo, a fin de demostrar como él se excede en detalles innecesarios. Esta no es una idea nueva, al contrario, estaba presente en Cicerón – que criticaba a Demóstenes –, en Horacio – que señala defectos en Homero –, o en Quintiliano, que alertaba del peligro de creer que todo lo que producen los grandes escritores es perfecto. Sin embargo, decía Quintiliano, “es preferible admirar todo en los grandes autores que encontrar en ellos mucho que censurar”.356 Ese modelo de lectura se funda en el reconocimiento y no en la descubrimiento de algo nuevo y particular. Leer es, fundamentalmente, comparación y juicio. El objetivo de los tratados examinados se puede sintetizar con la expresión de Batteux: “enseñar a leer y a juzgar”: Pues claro, para aprenderse a juzgar en materia de literatura, es necesario ejercitarse primeramente con las obras en las cuales las bellezas y los defectos, más sensibles, dan más oportunidad al gusto y al espíritu, en las que el arte se mostra sin misterio, y una vez bien reconocida esa arte, tal como ella es, cuando se está bien cierto de haber comprendido sus verdaderos
356 “mais s’il faut pécher par quelque côté, mieux encore vaut-‐il, à mons sens, tout admirer en eux qu’y trouver beaucoup à reprendre”. QUINTILIANO. Oeuvres Complètes de. Tradução M. C. V. Ouizille, revista por M. Charpentier. Paris: Garneir Frères, s/d, p. 143.
205
principios, se intenta reconocerlos en las obras en las cuales ellos acostumbran esconderse.357 La lectura se mezcla con el juicio y la evaluación que se deben llevar a cabo a partir del conocimiento de reglas extraídas fundamentalmente de obras griegas y latinas, lo que justifica la publicación de fragmentos de textos, pues en ellos se encuentra la excelencia estética. La lectura eficaz es, por tanto, la capaz de evaluar la excelencia de un determinado texto: La manera agradable por la cual se presentan las Obras de Literatura es tan seductora que se imagina que sea suficiente dejar conducirse por esa impresión agradable experimentada en la lectura de bellos versos o fragmentos de prosa bien escrita. Todavía, una cosa es sentir las bellezas, otra cosa es conocer a su fuente y su principio; una cosa es lo que llamamos tener placer, otra es lo que nombramos de saber. ¿Qué importa, dirán, que yo conozca las causas que producen en mí mismo un sentimiento agradable, una vez que yo sienta la impresión? El esencial es alcanzarse el objetivo y yo lo alcanzo si lo siento. Se podría racionar de esta manera en caso se hablara de placeres otros que no los del espíritu. Pero, si es correcto que en esos la extensión de los conocimientos añade mucho al 357 “Or pour apprendre à juger, en matiere de littérature, il faut s’exercer d’abord sur les ouvrages où les beautés & les défauts, plus sensibles, donnent aussi plus de prise au goût & à l’esprit, où l’art se montre sans mystère, & quand une fois on a bien reconnu cet art, tel qu’il est, qu’on est bien sûr d’en avoir saisi les vrais principes, on essaie de le reconnoître encore dans les ouvrages où il a coutume de se cacher.” BATTEUX, M. l’Abbé. Principes de la Littérature, Gottingue et Leide: Elias Luzac, Paris: Desaint & Saillant, 1764, p. 4.
206
sentimiento; el estudio del arte debe necesariamente preceder la lectura de las Obras. Un conocedor [...] se conmueve [...] por una descripción de Virgilio de manera muy diversa del que no posee para juzgar nada además de un gusto natural, un sentimiento recto, pero bruto, se oso expresarme así, destituido de luces y de principios. ¡Cuántos fragmentos delicados él ha perdido! ¡cuántos rasgos felices le escapan! ¿cuántas bellezas finas no se perciben? Hay en el arte cosas muy bellas, y percibidas como tales por todos los que la conocen, que no hacen ninguna impresión sobre los espíritus rectos pero sin cultura, que realmente hacen, algunas veces, una impresión desagradable de ellos. [...] Es por lo tanto importante conocer las Artes para sentir todas sus bellezas. Pues claro, para conocerlas se necesita haber estudiado la naturaleza, las reglas, haber visto y comprendido los principios: algo que es difícil y requiere grande aplicación. [...] Es necesario, por lo tanto, haber estudiado bastante estas cuestiones, haberlas profundizado. Es necesario haber reconocido, verificado, sentido los principios: y entonces el gusto caminará con más seguridad, más confianza y irá más lejos, y estará en condiciones de prestar cuentas de sus juicios.358 358 “La maniere aisée avec laquelle se présentent les Ouvrages de Littérature
est si séduisante, qu’on croit qu’il suffit de se laisser aller à l’impression agréable qu’on éprouve en lisant de beaux vers, ou quelque morceau de prose bien écrit. Mais autre chose est de sentir les beautés, autre chose d’en connoître la source & le principe; l’un est ce qu’on appelle jouir, l’autre est ce que l’on nomme savoir. Qu’importe, dira-‐t-‐on, que je connoisse les ressorts qui produisent en moi un sentiment agréable, pourvû que j’en éprouve l’impression? L’essentiel est d’arriver au but, & j’y suis dès que je sens. On pourroit raisonner de la sorte, s’il s’agissoit d’autres plaisirs que de ceux de l’esprit. Mais s’il est certain que dans ceux-‐ci, l’étendue des connoissances 207
Batteux deja clara la diferencia entre razón y sentimiento, entre conocer y apreciar, valorando la razón y el conocimiento sobre el sentimiento y la fruición. La “manera seductora” como se presentan las obras es capaz de producir sensaciones agradables en los lectores, pero esas sensaciones no pueden ser la finalidad de quien se ocupa de la correcta manera de leer ‘literatura’. Él admite que hay quien considera innecesario conocer los motivos por los cuales estos sentimientos se producen, buscando solamente las sensaciones; pero niega ese placer no mediado por la reflexión, pues la lectura es una de las actividades del espíritu y ahí sólo el conocimiento puede llevar a la percepción plena de la materia. Haciendo coro con los demás, cree que “el estudio de las reglas del arte debe necesariamente preceder a la lectura de las obras”. Por lo tanto, el contacto con los libros no debe basarse en las experiencias cotidianas, sino en la mediación de un conjunto de textos que controlan las posibilidades de comprensión y evaluación de las obras, actividades que no son evidentes en las personas comunes.
ajoûte beaucoup de sentiment; l’étude de l’art doit nécessairement précéder la lecture des Ouvrages. Un connoisseur [...] est frappé [...] d’une description de Virgile, tout autrement que celui qui n’a pour juger, qu’un goût naturel, un sens droit, mais brut, si j’ose m’exprimer ainsi, destitué de lumieres & de principes. Que d’endroits délicats sont perdus pour celui-‐ci! que de traits heureux lui échappent! que de beautés fines ne sont point apperçues? Il y a même dans les Arts des choses très-‐belles, & avouées telles de tous ceux qui s’y connoissent, qui ne font nulle impression sur des esprits droits, mais sans culture, qui font même quelquefois sur eux une impression désagréable. [...] Il est donc important de connoître les Arts pour en sentir toutes les beautés. Or pour les connoître, il faut en avoir étudié la nature, les régles, en avoir vû & compris les principes: ce qui est difficile & demande une assez grande application. [...] Il faut donc avoir étudié une bonne fois ces questions, les avoir approfondies. Il faut avoir reconnu, vérifié, senti les principes: & alors le goût marchera avec plus de sûreté, plus de confiance, il ira plus loin, & sera en état de rendre raison de ses jugemens.” BATTEUX, op. cit., pp. VIII -‐ XIII. 208
Como síntesis de los procedimientos de lectura prescritos, dice Biron cuando concluye su tratado: Se restrinja en sus estudios a los buenos autores. Horacio aclamaba los Piones a no apegarse sino a los más excelentes modelos. Lea estos autores con aplicación y perseverancia; lea poco de cada vez, reflexione bastante; no pase nada sin haber comprendido perfectamente: lo que escapa a una primera lectura se hace claro una vez que ahí volvemos una segunda y una tercera vez; observe lo que merece atención; haga anotaciones y análisis, en una palabra, utilice el método de los resúmenes aprendidos de memoria, y vuélvete a ellos frecuentemente: sepa consultar los hombres instruidos, así, sacarás de sus lecturas tantas y tan preciosas ventajas, que un día me agradecerá por le haber dado algunos consejos sobre las maneras de leer con utilidad.359 Los tratados hacen defienden una lectura intensiva, centrada en pocas obras muy leídas y meditadas, así como ya lo habían hecho Horacio y, después, Quintiliano, que creía en la necesidad de “familiarizarse con las mejores obras”, algo que no se consigue
359 “Attachez-‐vous donc dans vos études à de bons auteurs. Horace invitait les
Pisons à ne s’attacher qu’aux plus excellens modèles. Lisez ces auteurs avec application et persevérance; lisez peu à la fois; réfléchissez beaucoup; ne passez rien sans l’avoir parfaitement compris: ce qui échappe à une première lecture se présente dans le plus beau jour lorsque nous y revenons une seconde ou une troisième fois; observez ce qui mérite de fixer l’attention; faites des esquisses et des analyses, en un mot, employez la méthode des extraits appris par coeur, et revenez-‐y souvent: sachez consulter les hommes instruits, alors vous retirerez de vos lectures tant, et de si précieux avantages, qu’un jour vous me surez gré de vous avoir donné quelques conseils sur les moyens de lire avec fruit.” BIRON, op. cit., p. 39 -‐ 40 209
“leyendo un gran número de autores, sino leyendo mucho a los buenos”.360 Se entiende la lectura como una actividad colectiva, pues sólo se hace insertando el texto leído en un conjunto de lecturas previas que aclaren su posición en la jerarquía de las obras, lo que permite la elaboración de un juicio. No se lee un texto aisladamente de un conjunto de obras que expliquen y revelen su importancia, u ofrezcan parámetros para la evaluación de los trabajos no consagrados. El carácter colectivo de la lectura se refuerza en el consejo dado por Biron: e que se acompañe la lectura de la discusión con personas eruditas que faciliten el juicio pertinente. Para esta concepción de la lectura la escuela desempeña un papel fundamental, pues es a través de ella que se conocerán los textos arquetípicos, modelos para la evaluación estética, que acercan al lector a “hombres instruidos” con quienes discutir. Se refuerza así el hecho de que algunos de los tratados, en prefacios e introducciones, presenten la escuela como meta prioritaria. Al final del siglo XVIII e inicios del XIX, publicaciones como las que aquí se comentan entran en declive, permitiendo suponer que los protocolos de lectura en ellas prescritos estarían perdiendo espacio. Sin embargo, justamente en ese periodo, empiezan a surgir las ediciones de historias literarias a las que se atribuyen la tarea de seleccionar, jerarquizar y proponer modelos de evaluación para los textos literarios. Estas obras, aunque diverjan de los tratados, por centrarse en literaturas nacionales, se destinan a la “formación del gusto” y dan como fundamento de la lectura el establecimiento de un modelo de excelencia con el cual se comparan las diversas
360“c’est avec les meilleurs ouvrages qu’il faut nous familiariser; et c’est moins en lisant un grand nombre d’auteurs, qu’en lisant beaucoup les bons”. QUINTILIANO. op. cit., p. 152.
210
producciones literarias.361 Así, los preceptos expuestos en los tratados parece que no se abandonan debido a la escuela ni a las “personas de gusto”. Preceptivas en Río de Janeiro Los cariocas no estaban alejados a las discusiones relacionadas con las Bellas Letras que se producían en Europa entre mediados del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. Si pocos lo hacían como protagonistas, algunos al menos sí lo hicieron como lectores de libros europeos. Parece haber existido cierta preocupación por recurrir a los comentarios de las obras clásicas, con las disputas sobre la calidad de publicaciones recientes, con las consideraciones sobre la función de la poesía y de la retórica, con los preceptos en torno a la poesía o el drama, algo que se percibe en los pedidos de remesas de obras que hoy llamaríamos “metaliterarias”. Las solicitudes de libros de esa naturaleza, sometidas a la censura portuguesa entre el 1769 y 1826, suman 115 títulos referidos en 382 pedidos.362 A ellos se deben añadir los 117 pedidos presentados, en Río de Janeiro, a la Mesa do Desembargo do Paço, para liberación de 65 obras.363 Sin duda ese no 361 Cf. CRISTIN, Claude. Aux Origines de l’Histoire Littéraire. Grenoble, Presses
Universitaires de Grenoble, 1972. ESCARPIT, Robert. “Histoire de l’histoire de la Littérature”. In: Histoire des littératures, tomo III, Encyclopédie de la Pléiade. Paris: Gallimard, 1967, pp. 1739-‐1740. 362 Esos números no son totalmente seguros pues no ha sido posible identificar algunas obras cuyos títulos permiten suponer el abordaje de temas de crítica o de historia literária. Para ese cálculo se ha considerado pedidos en que se hacen referencias a publicaciones como “Novidades litterarias, Lisboa, 1802”, “Cuidados Literarios, Bispo de Béja, Lisboa”, “Encyclopedie Litterarie”, “Ensaio poetico”. 363 Algunos títulos mencionados en los pedidos encaminados a la Mesa do Desembargo do Paço no se puede identificar. En esos cálculos, se ha considerado referencias a obras como “Panoramma Literario”, “Seclos Literarios da França”, “Elemens de Littérature”. 211
era el tema que más atraía el interés, ya que la concentración de los pedidos es baja, aunque sea elevada la cantidad de títulos. El tipo de la lectura prescrito en los tratados, aunque fuese en corta medida, podría realizarse dada la disponibilidad en la ciudad de los textos necesarios para su puesta en práctica Había poéticas y retóricas, obras de referencia y diccionarios, métodos para la enseñanza de las Bellas Letras, que instruían al lector sobre la forma de leer y juzgar los escritos. También antologías de autores griegos y latinos con las que ejercitar los preceptos aprendidos. Pese a ser difícil hablar en preferencias bien definidas, la demanda se concentraba en las siguientes obras 364: Pedido Cantidad 1. Arte Poetica de Horacio 9 2. Noticias de Mithologia 8 3. Horatius ad usum delphini 6 Rethorica de Gibert 6 4. Quintiliano de Pedro Jozé da Fonseca 5 Quintiliano de Vilalobos 5 Rhetorica de Crevier 5 Tratado do Sublime de Longino 5 5. Compendio sobre as artes e sciencias 4 Compendio de Rhetorica por Magalhães 4 Quintiliano de Jeronimo Soares 4 Quintiliano em Portuguez 4 6. Biblioteca Lusitana 3 Horace de Sanadon 3 364 Según los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de Janeiro, (RMC -‐ ANTT). En la composición de esa tabla – y de las siguientes – se mencionan las obras conforme anotadas en los pedidos de permiso, pues, debido a la imprecisión de la mayor parte de las anotaciones, es imposible afirmar, en algunos casos, a que título exacto se refiere el pedido.
212
Obra de Horacio Rhetorica de Quintiliano
3 3
Tabla 1: Obras metaliterarias más solicitadas entre el 1769 y el 1807. Los datos indican una fuerte dispersión, visto que la obra más solicitada cuenta con solamente 9 pedidos al largo de 38 años (1769 -‐ 1807), mientras que el sexto libro más enviado a Río de Janeiro sólo cuenta 3 veces.365 Ese efecto pulverizador es, en parte, fruto de la manera cómo se preparaban los pedidos, elaborados de tal forma que es complicado saber de qué hablaba exactamente. Las nueve personas que se dirigieron a los censores lusitanos con la finalidad de remitir a Río de Janeiro el “Arte Poetica de Horacio” no ofrecen indicaciones suficientes para que se sepa si tenían en mente leer un texto en latín o en alguna de las muchas lenguas a las que se tradujo la obra. Solamente uno de ellos dejó explícito su deseo de obtener una edición impresa en Lisboa. Asimismo no se sabe qué obra se ha remitido, ya que circulaban por lo menos ocho traducciones en dicho periodo.366 365 La dispersión de los pedidos ha vuelto inviable elaborar una lista con los 10 títulos más buscados, ya que empatarían, en 10o lugar, todas las obras solicitadas una única vez. 366 FREIRE, Francisco José. (LUSITANO, Candido). Arte Poética de Q. Horacio Flacco, traduzida e illustrada em Portuguez por.... Lisboa: Na Off Patriarcal de Francisco Luiz Ameno, 1758. GUERREIRO, Miguel do Couto. Arte Poética de Horacio, traduzida em rima vulgar por..., Lisboa: Regia Officina Typographica, 1772. ANDRADE, D. Ritta Clara Freyre de. Arte Poética de Q. Horacio Flacco. Traduzida em verso rimado e dedicada à memória do grande Augusto, por... Coimbra: Regia Officina da Universidade,1781. FONSECA, Pedro José da. Arte Poética de Q. Horacio Flacco. Epistola aos Pisões. Traduzida em portuguez e illustrada com escolhidas notas dos antigos e modernos interpretes e com hum commentario critico sobre os preceitos poeticos, lições varias, e intelligencia dos lugares difficultosos por... Lisboa: Officina de Simão Thadeo Ferreira, 1790. BARBOSA, Jerônimo Soares. Poetica de Horacio. Traduzida, e explicada methodicamente para uso dos que aprendem por... Coimbra: Regis Officina Typographica, 1791. AQUINO, Pe. Tomaz José de. A Poetica restituida à sua
213
Los traductores se permitían amplias libertades en su trabajo, de modo que el texto final podría ser bastante diferente del original, lo que hacía posible que se considerarse cada una de las versiones como una obra distinta. Por ejemplo, la traducción del Arte Poética de Horacio, hecha por Candido Lusitano y publicada el 1758, presenta el texto original en latín, en una página, y la traducción portuguesa en la página de al lado, lo que permitiría suponer un deseo de fidelidad al original que se podría cotejar con la traducción a cada paso. Sin embargo, se insertan notas que ocupan dos veces más espacio que el texto, y cuya función es promover su “Ilustración”: A cada paso añadimos más luces a la inteligencia del Texto, haciendo juicio de lo que dijeron los otros Comentadores, o corroborando las doctrinas del Poeta con un gran número de Autores Clásicos, sin olvidarnos de los de nuestra Nación, que podían hacer en este teatro noble figura, como buenos imitadores de Horacio. Igualmente donde nos pareció necesario, censuramos los lugares de diversos Autores, así extranjeros, como nacionales, reprobando en ellos los vicios, que reprende el Poeta.367
ordem: com a interpretação parafrastica em portuguez, e huma carta do editor a certo amigo sobre este mesmo assumpto. Lisboa: Na Regia Officina Typographica, 1793. COSTA E SÁ, Joaquim José da. Arte Poética ou Epistola de Q. Horacio Flacco aos Pisões, vertida e ornada no idioma vulgar com ilustrações e notas para uso e instrucção da mocidade portuguesa por... Lisboa: Officina de Simão Thaddeo Ferreira, 1794. AQUINO, Pe. José de. A Epistola I. do Livro segundo de Q. Horacio Flacco a Augusto, com a interpretação em verso portuguez por... : acresce A Poetica do mesmo Horacio restituida a sua ordem, e traduzida em verso vulgar. Lisboa: Na Regia Officina Typographica, 1796. 367 FREIRE, Francisco José. (LUSITANO, Candido). Arte Poética de Q. Horacio ... op. cit., páginas no numeradas. 214
No satisfecho con la inserción de comentarios en los más variados puntos del texto, Candido Lusitano elabora además un “Suplemento ás Notas”, en el que compara los preceptos de Horacio con las artes poéticas de Boileau-‐Despreaux y con el Ensayo sobre la crítica, de Pope. Esta no era una peculiaridad de esa traducción específica. Al contrario, había una idea generalizada de que prestaba mejor servicio aquél que compilara y evaluara los comentarios relativos a los escritos de Horacio, en varias lenguas, que quien solamente vertiera el texto al portugués. La traducción preparada por Pedro José da Fonseca, publicada el 1790 deja claro ya en el título la convivencia entre el texto original y el de sus intérpretes y comentadores: Arte Poética de Q. Horacio Flacco. Epistola aos Pisões, traduzida em Portuguez e illustrada com escolhidas notas dos antigos e modernos interpretes, e com hum Commentario critico sobre os preceitos poeticos, lições varias, e intelligencia dos lugares dificultosos. Su objetivo, expreso en el prólogo, era presentar la traducción acompañada de notas extraídas de los más ilustres intérpretes, seguida de un comentario crítico del traductor, señalando “la verdadera o más probable inteligencia del Texto, en particular en relación a las reglas de la Poesía”.368 A veces el traductor portugués era solamente un de los intermediarios de una secuencia de comentadores y traductores de otras lenguas. El Pe. Thomaz José de Aquino, por ejemplo, cuando presenta su traducción de A Poetica de Q. Horacio Flacco restituida a sua ordem, le parece bien añadir las “Notas que el Abade Pedro Metastasio escribió en la lengua Italiana a la Poética de Horacio, las cuales se adjuntan aquí, por trajeren mucha luz a algunos fragmentos de este escrito”369, y después presentar una “traducción portuguesa de 368 FONSECA, Pedro José da. “Prólogo”, Arte Poética de Q. Horacio Flacco... op. cit., p. XI 369 AQUINO, op. cit., 1793, p. 69.
215
algunos fragmentos de la Poética de Q. Horacio Flacco, conforme la exposición del erudito Abade Pedro Metastasio.”370 No se entienda, pues, que el Pe. Aquino se quedara satisfecho solo con la versión italiana, porque además incluyó un “diálogo sobre la poesía épica, compuesto en lengua castellana por el célebre filólogo Francisco Cascales, y traducido en la portuguesa.”371 Así, aunque se considere el Arte Poética de Horacio como el centro de sus trabajos, las traducciones son verdaderamente textos distintos, en los que se puede encontrar no sólo una diferente manera de presentar los preceptos, sino también variadas ideas sobre qué se dice en la poética y diversas evaluaciones de la tradición constituida por los comentadores. Por esta razón, los tres pedidos de “Horace de Sanadon”, donde se explicita el nombre del traductor, se separan de las demás referencias al Arte Poética de Horacio. Los pedidos de “Horatius ad usum delphini” sólo aumentan la dificultad de saber cual era el texto en circulación, pues puede que tengan relación con versiones resumidas y comentadas tanto del Epistula ad Pisones como de sus otras obras. Aunque se refiera al Arte Poética, no se puede estar seguro sobre qué versión se habla.372 Igualmente imprecisos son los pedidos de “Obra de Horacio”.373
370 AQUINO, op. cit., 1793, p. 103 371 AQUINO, op. cit., 1793, p.123 372 Por lo menos dos compilaciones circulaban en el periodo, organizadas por
Desprez y por Bassani. 373 Se pudo localizar dos obras a las cuales eses pedidos podrían referirse: Obras de Horacio, principe dos poetas latinos lyricos, com entendimento literal & construição portugueza, ornadas de hum index copioso das historias, e fabulas conteudas nellas. Enmendadas en esta última impresión. Coimbra: Off de J. Antunes de Sylva. Obras de Horacio, trad em verso portuguez, por José Agostinho de Macedo. Lisboa: Impr. Régia, 1806. Es posible, todavía, que los autores de las solicitudes estuviera pensando en cualquiera de los escritos de Horacio, al anotar “Obra de Horacio”. 216
La poética clásica se divulgaba también mediante la lectura del Tratado do Sublime, atribuido, en todos los pedidos, a Longino. Una vez más, la falta de especificaciones de los pedidos hace difícil saber la versión que circulaba en la ciudad.374 Los habitantes de Río de Janeiro que no sintieron necesidad de tener contacto con lecturas e interpretaciones más completas, podrían conocer los conceptos básicos de la poética y de la retórica gracias al Compendio sobre as artes, e sciencias, escrito por Jean Pailaret y traducido por Jozé Vicente Rodrigues.375 Esta es una mini enciclopedia en la que, bajo la fórmula de preguntas y respuestas, se discurre sobre prácticamente todos los temas: de los vientos y mareas a la geometría y arquitectura. No podría, pues, dejar de haber consideraciones sobre la Retórica – “una arte, que enseña a hablar bien, y a decir cosas propias para persuadir” – , sobre la Poesía – “una viva pintura, que representa en verso la vida, y las acciones de una persona, etc.” –, y sobre la Fábula – “una ficción, o invención de los Poetas, para instruir, y corregir a unos, y para engañar y lisonjear a otros”. En cada una de esas materias, se presenta una definición, se explica en cuantas partes o géneros se subdivide y se relacionan los principales nombres que en ella se destacaron en diferentes países. El lector de esa obra tiene contacto, por lo tanto, con un resumen de los conceptos más básicos de esas materias. Hay 374 Había traducciones en varias lenguas, de entre las cuales se destaca la de
Boileau para el francés. En portugués era posible leer la traducción del Padre Custódio José de Oliveira (Tratado do Sublime, traduzido da lingua grega na portuguesa por.... Lisboa: Impreso en la Regia Officina, 1771) o la traducción anónima publicada el 1804 por la Impressão Régia de Lisboa: Tractado do Sublime. Filinto Elysio también traduzco la obra, pero teniendo por base la versión francesa de Boileau (Obras completas, vol IX, 1819). 375 PALAIRET, Jean. Compendio sobre as artes, e sciencias em portuguez, e francez, por perguntas, e respostas. Obra muito util para aquelles, que se querem aperfeiçoar no Francez por cauza da multidaõ de materias, que abraça. Por..., e traduzido por Jozé Vicente Rodrigues. Porto: Na Off de Antonio Alvarez Ribeiro, anno de 1788. 217
también una breve consideración en relación a su valor, cuando se habla sobre qué es poesía y qué es fábula:
P. ¿El estudio de la poesía es necesario? R. Es verdad que esta ciencia agrada a todos, y que en todo el tiempo se ha visto grandes genios aplicarse a ella enteramente; a pesar de esto ella es, en cuanto a mi, la más inútil de todas las ciencias, y la más propia para hacer aquellos, que se aplican a ella, incapaces de cualquiera otra ocupación. [...] P. ¿ Se puede resultar algún peligro del conocimiento de estas Fabulas? R. Si, y se puede añadir, que es alguna cosa pernicioso a la mocedad, la cual tiene naturalmente el espíritu susceptible de falsas ideas. P. ¿Cual es pues la medicina para evitarse estos inconvenientes? R. Es no dejar leerlas a la mocedad, sin primero las capacitar, de que estas fábulas no son más que una disfrazada imitación de la historia sagrada, adaptada a la corrupción del paganismo, para engañarse el pueblo crédulo, y lisonjear los grandes, que son más inclinados que los otros, a entregarse a sus pasiones.376 No deberían quedarse muy entusiasmados en proseguir los estudios en estas materias los que leyeran tales consideraciones. Asimismo, ese tipo de obras didácticas y sintéticas, basadas en preguntas y respuestas, parecía atraer un cierto interés teniendo en cuenta las solicitudes de remesas de las “Noticias de Mithologia”. Aunque los pedidos señalen la obra como anónima o, en la mejor hipótesis, como “trad. do francez por A. J.T.”, el libro es de la autoría de Mme Tardieu-‐Denesle, publicado en París con un título que elucida los 376 PALAIRET, idem, pp. 43-‐44 e p. 113.
218
objetivos de la obra: Nouvelle Mythologie de la jeunesse, par demande et par réponse, réduite à ce qui peut être enseigné aux jeunes gens des deux sexes - divisée en 4 parties: les divinites du premier ordre; les divinites du second ordre; les héros; les divinites allégoriques. Contenant en outre un abrégé de la Vie des Poets qui ont le plus contribué à nous faire connaître la Mythologie. El misterioso traductor al portugués, probablemente António José Teixeira, también ha sido bastante explícito en su título: Notícia da Mithologia onde se contém, em forma de diálogo a estoria do paganismo para a intelligencia dos antigos poetas, pinturas e esculturas.377 Los que se interesaban por explicaciones más detalladas y complejas podrían recurrir a una de las varias versiones de la obra de Quintiliano en circulación: “Quintiliano de Pedro Jozé da Fonseca”, “Quintiliano de Jeronimo Soares”, “Quintiliano em Portuguez”, “Quintiliano de Vilalobos” y “Rhetorica de Quintiliano”.378 Todavía en el 377 Notícia da Mithologia onde se contém, em forma de diálogo a estoria do paganismo para a intelligencia dos antigos poetas, pinturas e esculturas traduzida do francês por A.J.T. Lisboa: na Typographia Rollandiana, 1780. 2a edición: 1803 378 FONSECA, Pedro José da. Institutionum Rhetoricarum de Quintiliano. Lisboa: Antonio Rodrigues Galhardo, 1802; BARBOSA, Jeronymo Soares. Instituições Oratórias de M. Fábio Quintiliano, escolhidas dos seus XII Livros, traduzidas em linguagem e ilustradas com notas críticas, históricas e retóricas, para uso dos que aprendem. Ajuntam-se no fim as Peças originais de Eloqüência, citadas por Quintiliano no corpo destas Instituições por... Coimbra: Imprensa Real da Universidade. Tomo primeiro, 1788. Tomo segundo, 1790; QUINTILIANO, Institutionis Oratoriae, edición abreviada por Jeronimo Soares Barbosa, Coimbra: 1794, 3a edición. La solicitación de “Quintiliano em Portuguez” tanto puede referirse a las versiones de Jerônimo Soares Barbosa o de Pedro José da Fonseca así como puede aludir a la obra “Quintiliano traducido en Portugués por el Padre Vicente Lisbonense de la Congregação do Oratorio, en 8.”, anunciada en el Catalogo dos livros portuguezes, impressos á custa de João Baptista Reycend e Companhia (folleto no fechado en circulación en 1784). El Catalogo informaba además que “brevemente saldrá el Tomo 2.” No ha sido posible localizar alguna edición de la obra de Quintiliano preparada por
219
campo de la retórica, algunos solicitaban la “Rethorica de Gibert” que tanto puede referirse a Réflexions sur la rhétorique, cuanto a Jugements des savants sur les auteurs qui ont traité de rhétorique.379 Además es posible que se estuviera pensando en la traducción portuguesa publicada el 1789.380 Algunos buscaban el “Compendio de Rhetorica por Magalhães”, obra cuya localización ha sido imposible. Más clara es la referencia a la “Rhetorica de Crevier”, en relación a cual es posible pensar si era una traducción o el texto original.381 En este caso, en el que hay poca duda, merece comentario, ya que su propuesta es hacer un compendio de los preceptos extraídos de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano, pudiendo, por lo tanto, considerarse un intermediario entre los lectores y los autores griegos y latinos. Una mediación más se interpone con la intervención del traductor al portugués que, aunque elogie el trabajo, enfatiza la “aceptación general, y bien merecida” que tuvo. En el prefacio declara su discordancia con el original: No deja con todo de haber, de que se pueda discretamente dudar en este Sistema porque está claro, que Quintiliano tuvo mejor mano para escribir de Retórica, que todos los Profesores, que le precedieron [...] Sin embargo encontramos aprobadas por Crevier cosas, que Quintiliano ha reprobado: todavía Vilalobos. Pedidos para “Rhetorica de Quintiliano” pueden referirse a cuaçquiera versión de la obra de Quintiliano. 379 GIBERT, Pe. Balthasar. Réflexions sur la rhétorique. Paris: 1702; GIBERT, Pe. Balthasar. Jugements des savants sur les auteurs qui ont traité de rhétorique, 1713-‐1719. 380 GIBERT, Pe. Balthasar. Retórica ou Regras da eloqüência. Traducida del francés, en la oficina de Antônio Alvarez Ribeiro, Porto, 2 volumenes, 1789. 381 CREVIER, J.B.L. Preceitos de Rhetorica tirados de Aristoteles, Cicero e Quintiliano por J.B.L.C., professor de Rhetorica da Universidade de Pariz. Na Off. Patr. de Francisco Luiz Ameno, 1786; CREVIER, J.B.L. Rhéthorique Française. Paris: 1765. Texto escrito en latín. 220
cuando en las ciencias más altas se consienten y aprueban opiniones diversas, siendo graves sus probas, además las de autoridad; no se extrañe que en la Faculdade de bem dizer varíen de opiniones ses escritores: el correcto es que tienen a su favor una aprobación universal; e nosotros damos por bien empleado el tiempo, que quitamos a nuestro descanso, para facilitar la lectura y estudio de un tal libro.382 Las polémicas interpretativas eran bien vivas, multiplicando las maneras de comprender los preceptos establecidos en la Antigüedad clásica. En algunos casos, las obras de los compiladores tenían más grande difusión que la de los autores originales, como ocurrió con el libro de Crevier, más buscado que los de Aristóteles y de Cícero, para los cuales no hay registro de ningún único pedido. En resumen, el contacto con la preceptiva clásica se centraba, en ese primero periodo, en las figuras de Horacio, del supuesto Longino y de Quintiliano, formando una tradición en la que formaban parte no sólo sus textos sino también los escritos destinados a interpretarlos y complementarlos. Desentonan en ese panorama los tres pedidos relativos a la Biblioteca Lusitana, de Diogo Barbosa Machado, obra, como ya se ha visto en el primer capítulo, con un índice de los escritos y los autores portugueses de todos los tiempos y de todos los temas. 383 A partir del 1808 y hasta el reconocimiento de la Independencia de Brasil, el 1826, se produce una relativa alteración en este panorama: 382 CREVIER, J.B.L. “A quem ler”. In: Preceitos..., op. cit., páginas no numeradas. 383 MACHADO, Diogo Barbosa. Biblioteca Lusitana. Lisboa: Officina de Antonio Isidoro da Fonseca, 1741-‐1759. Además de los 3 pedidos referentes a la “Bibliotheca Luzitana”, hay una solicitación para “Summario da Bibliotheca Lusitana de Barbosa, 1786, Lisboa”.
221
1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Pedido
Horatius ad usum delphini Noticias de Mithologia Memórias de litteratura portugueza Quintiliano de Jeronimo Soares Arte Poetica de Horacio Horacio Génie du Christianisme de Chateaubriand Verdadeiro Método de Estudar de Verney Arte poetica de Pedro Jozé da Fonseca Compendio sobre as artes e sciencias Motim litterario, Jozé Agostinho de Macedo Oeuvres de Boileau Rhetorica de Gibert Arte poetica de Candido Lusitano Biblioteca Lusitana Principes de Litterature de Batteux Quintiliano de Pedro Jozé da Fonseca Rhetorica de Quintiliano Tratado do Sublime de Longino
Cantidad
30 11 9 9 8 8 5 5 4 4 4 4 4 3 3 3 3 3 3
Tabla 2: Obras metaliterarias más solicitadas en pedidos submetidos a la censura lusitana entre el 1808 y el 1826.384
En las primeras décadas del siglo XIX se diversifican las referencias y prosigue la pulverización de los títulos, de modo que la séptima categoría se ocupa de obras para las cuales hay solamente 3 pedidos; una concentración un poco superior a la verificada anteriormente, teniendo en cuenta la reducción en el periodo que pasa 384 Según los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”, destino: Rio de
Janeiro (RMC -‐ ANTT). 222
a 38 para 18 años (1808 -‐ 1826). Continúa también el interés por la retórica de Quintiliano (acompañada de interpretaciones varias) y por las poéticas del supuesto Longino y de Horacio (también añadidas a las intervenciones de traductores y comentadores).385 A la vez, crece de manera notoria la búsqueda de la versión ad usum delphini de la obra de Horacio que, con 30 pedidos, pasa a figurar entre las 10 obras más remetidas para Río de Janeiro. Surgen también nuevos pedidos: “Arte poetica de Pedro Jozé da Fonseca”,386 “Oeuvres de Boileau”,387 “Arte poetica de Candido Lusitano”388 y “Principes de Litterature par Batteux”.389 Por lo menos dos de esas obras han sido importantes para la renovación del ideario del Setecientos, la de Boileau y la de Candido Lusitano. Los dos presentan preceptos poéticos establecidos por los clásicos, censurando la poesía del siglo XVII por sus excesos. Nada de eso, todavía, se vía como innovación sino como continuidad de una tradición de siglos. 385 En ese periodo, además de las traducciones señaladas anteriormente, se necesita añadir la versión para el portugués hecha por la Marquesa de Alorna y publicada en Londres, el 1812: Poética de Horatio, e o Ensaio sobre a Crítica de Alexandre Pope. 386 Las referencias a la “Arte poetica de Pedro Jozé da Fonseca” pueden referirse tanto a la traducción de la Arte Poética de Horácio, que ya se ha discutido, (FONSECA, Pedro José da. Arte Poética de Q. Horacio ... op. cit.) cuanto a la obra de Pedro José da Fonseca nombrada Elementos da Poetica, tirados de Aristoteles, de Horacio, e dos mais celebres modernos (Lisboa: Na Off de Miguel Manescal da Costa, 1765). La duda es consecuencia de la falta de rigor en la anotación de los títulos, tan comunes en la elaboración de los pedidos de permiso. 387 Como se sabe, Boileau escrebió Êpitres (1669), Arte Poética (1674), Le Lutrin (1674-‐83), Contre les femmes (1694). Los pedidos son para las Oeuvres en general y no para el Arte Poética en particular. 388 FREIRE, Francisco José. (LUSITANO, Candido). Arte Poética ou Regras da Verdadeira Poesia em geral, e de todas as suas especies principaes, tratadas com juizo critico; composta por.... Lisboa: Officina Patriarcal de Francisco Luiz Ameno, 1748. 389 BATTEUX, op. cit.
223
Pedro José da Fonseca garantiza que, en ese asunto, “hay muy poco que innovar”: Quizás me dirán que no hay en ella [en la obra] cosa alguna nueva, y que se no encuentre antecedentemente dicha [...] En semejantes escritos dejar el camino seguido para decir novedades, es caminar en dirección al precipicio: que en esta materia hay mucho poco que innovar: últimamente que no discutirse las obras dogmáticas, diferente de las especulativas, se debe buscar el mejor, y no el menos común, o más sutil [...] lo que solamente deseé alcanzar fue claridad, orden y brevedad, buscando así a la mocedad Portuguesa los medios de cultivar con acierto sus felices ingenios, y leer con fruto, y reflexión los buenos Poetas antiguos, y modernos.390 Buscando distinguir los objetivos de “claridad, orden y brevedad”, Pedro José da Fonseca organiza su libro en forma de preguntas y respuestas: P. ¿Qué cosa es Poética? R. Es el arte, que enseña las reglas de la Poesía, o a componer todas las especies de poemas. Se dice Arte, porque consta de determinados preceptos, los cuales si observados no dejan que se caiga en errores, Y que enseña las reglas de la Poesía, o a componer todas las especies de poemas, a fin de diferenciarla de la misma Poesía, que las pone en ejecución. P. ¿Qué cosa es Poética? 390 FONSECA, Pedro José da. Elementos da Poetica, tirados de Aristoteles, de Horacio, e dos mais celebres modernos. Lisboa: Na Off de Miguel Manescal da Costa, 1765. “Aos que lerem”, páginas no numeradas.
224
R. Es la imitación de la naturaleza en el universal, o en el particular, hecha en versos para utilidad, o para deleite de los hombres, o juntamente para ambas las cosas.391 Fonseca expone, de forma bastante sintética, las ideas de Horacio en relación al trabajo del artista – entendido como imitación de la naturaleza392 –, cuyo objetivo es la construcción de poemas en los que se alíen la utilidad y el deleite (miscuit utile dulci), idea repetida por la mayoría de los preceptores europeos del siglo XVIII. Aunque en el interior de esa perspectiva, y combatiendo lo que entendía como excesos del siglo XVI, está la obra Verdadeiro Método de Estudar, de Luis Antonio Verney.393 El libro, explícitamente apoyado en los trabajos de Rollin – De la manière d’enseigner et d’étudier les Belles Lettres – y Fénelon – Dialogues sur l’éloquence y De l’éducation des filles –, articula concepciones sobre Poética y Retórica con discusiones sobre didáctica. Escandalizado con el retraso portugués, hace varias consideraciones sobre métodos de enseñanza, lecturas adecuadas, comportamientos de maestros y alumnos. Así como muchos de sus contemporáneos, busca estrategias para la difusión de lo que creía ser el “buen gusto”, o sea, la capacidad de elaborar juicios críticos sobre las piezas poéticas y retóricas. Por tanto creía necesario establecer contacto con los mejores preceptores: “a estos cuatro – Aristóteles, 391 FONSECA, ídem, p. 12. 392 En el contexto de las poéticas, el concepto de naturaleza no se restringe al
mundo natural, comprendendo también la dimensión humana (física, moral y política), la historia, la fábula (dioses y héroes imaginários) y la imaginación (mundo ideal o posible). La idea de naturaleza se associa al que es universal y no particular. 393 VERNEY, Luis Antonio. Verdadeiro Método de Estudar, para ser util à Republica, e à Igreja: porporcionado ao estilo, e necessidade de Portugal. Exposto em varias cartas, escritas polo R.P. *** Barbadinho da Congresam de Italia, ao R.P. *** Doutor da Universidade de Coimbra. 2 tomos. Valensa: na Oficina de Antonio Balle, 1746. 225
Cícero, Quintiliano y Longino – se reduce todo que hay mejor en la Antigüedad sobre Retórica [...] Retóricas modernas no aconsejo ninguna, a discípulos tampoco a maestros –, con excepción de Vóssio, en sus Instituições Oratórias.”394 Para él, el estudio de Retórica es fundamental, pues a ella se somete la Poesía “la cual nada más es que una elocuencia más ordenada”.395 La lectura de los mejores autores clásicos – o de fragmentos elegidos en que se revelen más claramente sus calidades – no sólo la vía como ejercicio fundamental para la formación del gusto, sino como forma de identificación de los modelos a imitarse en el momento de la composición. Aunque la mayor parte de los pedidos corresponden a la Retórica y Poética clásicas, empiezan a ingresar en la ciudad trabajos más eclécticos y, en cierto sentido, más modernos, como las Memórias de litteratura portugueza, publicadas por la Academia Real das Sciencias de Lisboa,396 el Génie du Christianisme, de Chateaubriand397 y el Motim litterario, de Jozé Agostinho de Macedo.398 No es posible unificarlos bajo un principio común, porque todavía difieren de los demás por tener predominantemente un carácter ensayístico y no preceptivo. Las Memórias, ya comentadas en el primer capítulo, presentan artículos de diversos intelectuales portugueses sobre la Historia, la Lengua y la Poesía portuguesas. Al contrario de los tratados de Retórica y Poética – que tienen como objetivo diseminar una forma de evaluación erudita de los textos, centrándose fundamentalmente en 394 VERNEY, ídem, p. 115. 395 VERNEY, ídem, p. 125. 396 MEMÓRIAS de litteratura portugueza, publicadas por la Academia Real das Sciencias de Lisboa, 8 vol. Lisboa: en Off de la misma Academia, 1792 -‐ 1814. 397 CHATEAUBRIAND, François-‐René. Génie du Christianisme, 2 volumes. Paris: GF Flammarion, 1966. 398 MACEDO, Agostinho José de. Motim Litterario em forma de solilóquios, 4 tomos. Lisboa, en la Imprensa Régia, 1811.
226
obras latinas, sin preocupaciones con cuestiones nacionales –, las Memórias se mueven por el “deseo de fomentar el amor de la Patria” al cual se llega por el estudio de una literatura entendida, como se vio, como punto de articulación entre historia y lengua. Niegan, por eso, cualquier tema que “compete a pueblos extraños, o por la generalidad de sus temas, pertenece a todo el género humano sin relación particular con ninguna nación.”399 Se distingue también de la perspectiva clásica la obra de Chateaubriand, Génie du Christianisme, considerado el libro que “precipitó la evolución de la sensibilidad prerromántica y romántica en Francia”.400 Al contrario de presentar las reglas de composición, Chateaubriand comenta obras de Bellas Artes a la luz de los escritos y dogmas cristianos, ampliando el conjunto de textos considerados para ir más allá de los producidos en la Antigüedad Clásica o realizados bajo su inspiración. Así es que cotejando, por ejemplo, el idilio de Cíclope y Galatea, de Teócrito, con Paulo e Virginia, de Bernard de Saint-‐Pierre, el autor no tiene dudas en afirmar la supremacía de la novela: “superioridad muy evidente para no reconocerse por todo el mundo”.401 La más curiosa de las tres obras, sin embargo, es el Motín Literario en forma de soliloquios, libro escrito por el Pe. José Agostinho de Macedo, y publicado por la primera vez el 1811, cuyo éxito fue tan grande hasta el punto de, en el mismo año, haber recibido una segunda edición.402 El título ya explica casi todo: es un motín porque el autor es 399 MEMÓRIAS, op. cit., vol I, páginas no numeradas. 400 REBOUL, Pierre. “Introduction”. In: CHATEAUBRIAND, op. cit. 401 “supériorité trop évidente pour n’être pas reconue de tout le monde”. CHATEAUBRIAND, op. cit., vol I, p. 301. 402 Su éxito en Brasil se ha prolongado por el siglo XIX adelante, como se ve por el hecho de ser seguidamente anunciado por libreros cariocas como Laemmert y Garnier. El Motim Literário está presente, por ejemplo, en el Catalogo numero 7 das obras de litteratura, novellas, historietas, comedias,
227
contrario a prácticamente a todo lo que ya se había escrito en todos los campos del conocimiento (de la medicina a la religión; de la física al derecho), y son soliloquios, pues, en tono irónico, se critica, en cada sección, un ramo de la erudición. En uno de los soliloquios propone que se quemen todos los libros de todas las bibliotecas, material innecesario porque el verdadero conocimiento estaría en la naturaleza. No es de extrañar, por lo tanto, que él se oponga a la enseñanza de la Poética y de la Retórica. La cita es larga, pero sabrosa: Para que son además tantas poesías, y tantos profesores, que digan, enseñan la poética, como si a ser poeta se enseñara, ¡o cómo si se debiera enseñarse los hombres a ser locos, vanos, importunos, descuidados, y ociosos! Quémense de una vez tantas poesías, que lejos de inspirar la buena moral, corrompen, y ablandan las costumbres, divinizan pasiones, diseminan mentiras: se dejen, después de maduro examen, algunas de las infinitas que hay, que con el deleite sublime del espíritu, aprovechan al corazón, o haciendo amable la virtud, o dando a conocerse el vicio en toda su perversión. Difúndanse, entiéndanse, estímense las obras de Boileau, dictadas por la razón, y por amor a la virtud, todas las obras del incomparable, sempre sublime Pope, en las cuales trasparece una muy luminosa filosofía, junto a todo que la imaginación tiene más fértil, y agradable. Todas las sátiras de Juvenal, en que sólo respira honra, probidad, amor del justo, y del honesto. Déjense dramas [...] a venda na Livraria Universal de Laemmert, 1868, y en el Catálogo da Livraria de B. L. Garnier - Novellas, Romances, Narrativas, Critica litteraria, Poesias, Peças de Theatro etc, número 2, s/d (posterior a 1876 pues se puene a venta O sertanejo de J.Alencar, editado en aquel año). Garnier anuncia una nueva edición: “Motim litterario, en forma de soliloquios. Edición añadida y acrescentada con la biografia ddel autor, un catálogo de sus obras y el juício crítico de ellas, por A. Maria do Couto.” 228
por indulgencia a Jerusalén, y el Paraíso perdido, como ilustres monumentos de una fantasía fecundísima, y de una dicción majestosa, y a los amantes de la antigüedad, concédanse las que quieran elegir con la condición de que las reserven para los doctos de gusto fino, y perfecto criterio: y entréguese al fuego sin piedad toda a más aluvión; y se aparece poeta en la República de las letras, haya pronto con él la misma cautela, que en las sociedades civiles bien ordenadas hay con los que huelen mal, en que si se descubre alguno; todos se resguardan de él separándole, y enterrándole en un lazareto, para que no contamine nadie; y si a la República se necesitan versos, que será en caso muy extraordinario, entonces los hará, siendo mandado, y no se publicarán sin un muy maduro, y escrupuloso examen. [...] De que sirven tantas retóricas, tantos tratados de elocuencia, ¡cómo si esta se pudiera enseñarse, y no hubiera la naturaleza le dado a cada hombre un estilo, así como hay una cara propia, y un tono de voz! Afuera de la República los importunos retóricos, que devanándose los sesos a los pobres muchachos con las cinco partes de la oración, salen de ella tan en ayunas como entrarán, y si quieren hacer una oración, atragantado con las reglas, no se desplazarán, no para tras, tampoco para adelante. Sustitúyasele una buena dialéctica, clara, metódica, inteligible, que oriente las operaciones del entendimiento humano, que enseñe a considerarse cualquier objeto dado por todas las caras por donde se pueda verlo, comparado y comprendido, y déjese lo más a la naturaleza, que si esta no le hace al hombre elocuente, este por arte no se podrá hacer; y si le ayudan con las estéreles reglas, quiera producir alguna cosa, aparecerá un esqueleto hediondo, y descarnado.403 403 MACEDO, op. cit., tomo II, pp. 11-‐12, 17-‐19.
229
El prolijo sacerdote publicaba semanalmente sus soliloquios que, en la edición de un libro, ocupan 4 tomos, dedicados a la propuesta de una “reformación en la República de las letras” mediante la “abolición de las ciencias inútiles, o ociosas”. En ese mundo ideal, restarían solamente la religión (“explicada a los pueblos por pastores dignos del alto ministerio”) y el estudio y práctica de la agricultura. No sobreviviría ni la traducción en “verso portugués” por él mismo elaborada, cinco años antes, para las Obras de Horacio. La variedad de obras metaliterarias presentes en Río de Janeiro se amplia más cuando se consideran aquellas cuyo ingreso se hizo por medio de la Mesa do Desembargo do Paço:
1. 2. 3. 4. 5.
Pedido
Oeuvres de Boileau Curso de Literatura de La Harpe Génie du Christianisme de Chateaubriand Dialogues sur l’éloquence de Fénelon Principes de la Littérature de Batteux Anaes das Sciencias das Artes e das Letras Histoire Litteraire
Cantidad
12 7 6 4 4 3 3
Tabla 3: Obras metaliterarias más solicitadas en pedidos submetidos al Desembargo do Paço (Río de Janeiro) entre el 1808 y el 1822.404
Permanece reducido el interés por ese tipo de obras, registrándose pocos pedidos para cada título, aunque algunos señalen la disposición de transportar varios ejemplares, anotándose junto al pedido su cantidad, como, por ejemplo, en uno de “8 Petites brochures sur la culture”. Hay coincidencias entre los pedidos de autorización 404 Según documentación en Licenças (MDP – ANRJ).
230
presentados en Lisboa y los sometidos a la censura ubicada en Río de Janeiro, de modo que a los 4 pedidos de las Obras de Boileau se debe agregar 12 nuevas (y quizás otras 2, considerándose los pedidos para “Oeuvres choisies de Boileau”), así como a las 3 remesas del libro de Batteux se deben sumar otras 4. Sin embargo, los que acuden al Desembargo do Paço en Río tenían un gusto un poco más ecléctico y moderno. Empiezan a llegar a Río de Janeiro los primeros trabajos de historia literaria, de entre los cuales se destaca el Le Lycée ou Cours de Litterature ancienne et moderne publicado por Jean François La Harpe, en Paris, entre 1799-‐1805. Inicialmente presentado en la forma de clases de colegio, el curso pretendía “colocar las obras primas de la literatura antigua y moderna al alcance de todos”,405 por medio de un acompañamiento histórico de las producciones literarias, entendidas por él como poesía (epopeya, tragedia, comedia, poesía lírica, poesía pastoral, sátira e elegía) y prosa (elocuencia, historia, filosofía, novela, cuento, cartas etc.). Divididas en “épocas”, desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII. Aunque constituya una novedad tanto en la visión historicista como en el examen de una literatura nacional, la fundamentación teórica del trabajo, presentada por el propio La Harpe, se mantiene vinculada a los antiguos preceptistas. Para el profesor, todo ya se había dicho en la Poética de Aristóteles, en el Tratado do Sublime, atribuido por él a Longino, y en las Instituições Oratórias, de Quintiliano. No es raro, por tanto, que considere las producciones y géneros modernos inferiores a los antiguos. La decadencia, todavía, no se ve solamente como falta de adecuación a las reglas clásicas, pero también se le atribuye la estrecha relación entre el contexto histórico y las artes: “hay una dependencia secreta y necesaria entre los principios 405 “mettre à la portée de tout le monde les chefs-‐d’oeuvre de la littérature ancienne et moderne.” LA HARPE, Jean François. Le Lycée ou Cours de Litterature ancienne et moderne. Paris: 1799-‐1805, p. 53.
231
que fundamentan el orden social y las artes que la embelezan” 406, escribió. Opositor a la revolución francesa y por ella perseguido, creía que “la decadencia de las costumbres, la ascensión del terror y del despotismo jacobinos encuentran su equivalente en la corrupción de las letras.” 407 La perspectiva historicista en relación a la literatura parece haber despertado el interés de algunas de las personas que vivían en Río de Janeiro en el inicio del siglo. Aunque falte precisión en indicaciones como “Histoire Litteraire”, presentes en los pedidos de permiso presentados al Desembargo do Paço, ellas muestran la difusión de esa nueva perspectiva. Otros pedidos, también imprecisos, permiten suponer la entrada en Río de Janeiro de trabajos de esa naturaleza: “Panoramma Literario”, “Seculos Literarios da França”, “Tableau litteraire de la France”, (cada uno de ellos solicitado 2 veces) y “Historia dos Poetas Ingleses”, “3 – Litterature du Midi de l’Europe (Sysmondi)” (requeridos 1 vez). Hay además algunas menciones, cuya referencia exacta tampoco se puso localizar, que atizan la curiosidad: “3 – La femme Auteur, ou les Inconveniens de la Celebrité”, “2 – Cours de Litterature à l’ussage des demoiselles”, “Cours de litterature de l’histoire de Philosophie”. De ese movimiento forma parte la publicación de los Anais de las Ciencias, de las Artes y de las Letras 408 editados en Paris por un grupo de intelectuales portugueses, cuyo objetivo era divulgar a los 406 “La décadence des moeurs, la montée de la terreur et du despotisme jacobins trouvent leur équivalent dans la corruption des lettres.” LA HARPE, idem, p. 57. 407 “La décadence des moeurs, la montée de la terreur et du despotisme jacobins trouvent leur équivalent dans la corruption des lettres.” LA HARPE, idem, p. 57. 408 ANNAES das Sciencias, das Artes e das Letras; por huma sociedade de portuguezes residentes em Parîs. Parîs: Impreso por A. Bobée, impresor de la sociedad Real Academica das Sciencias de Parîs, 1818. 232
“portugueses de los dos mundos” los conocimientos científicos y artísticos producidos en Europa. No siendo, por lo tanto, una iniciativa fijada exclusivamente en la literatura, los Anais divulgaban, aunque en pequeño número, ensayos y noticias sobre obras de ese tipo: La diversidad de los objetos que involucramos en nuestros Anais, no nos había permitido consagrar hasta el presente un artículo a la crítica literaria. Primero cumplía discutirse las Ciencias y las Artes útiles; es lo que hicimos en los tomos antecedentes: todavía como, fieles al plan que adoptamos, es nuestra intención cumplir al pie de la letra el prometido, es tiempo de darse a las Letras la atención que merecen; y como en nuestras lides es la patria el objetivo constante que tenemos en cuenta, estamos contentos en darle inicio a la Revista literaria por el examen de la nueva edición del Clásico portugués el más ilustre.409 Estampada en el cuarto tomo de los Anais, esa advertencia da la medida de la importancia de los temas abordados: primero vienen los temas “útiles” y después, discusiones literarias (en ese caso, una reseña sobre una nueva edición de Os Lusíadas hecha en Paris por D.J.M. de Souza-‐Botelho). Los Anais – cuya lista de subscriptores incluía al Rey, el Príncipe y la Princesa del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves410 70 ANNAES, op. cit., tomo IV, pp. 3 -‐ 4. 71 La lista con el nombre de 120 suscritores, publicada en el Tomo IV, de abril de 1819, podría ofrecer preciosas informaciones sobre los lectores de Rio de Janeiro no fuera la dificultad de circulación de informaciones entre los continentes. En nota que antecede la lista, los editores advierten: “Tenemos el honor de prevenir nuestros lectores de que en la siguiente lista se comprenden solamente los nombres de las Personas que subscreveran en Paris, en Madrid y en Coimbra; siendo nuestro correspondente de Coimbra, el único de Portugal que exactamente nos envió la relación, que con tanto interés pedimos a todos, y que hasta los últimos días de Marzo inutilmente esperamos 233
– deben haber logrado algún éxito en Brasil, pues un de los pedidos pide permiso para la remesa de “300 ejemplares de Anais das Sciencias das Artes e das Letras, y 20 c del 7o Vol. de los mismos Anais”.411 A pesar de la presencia de estas obras más modernas, permanece el interés por la divulgación de los preceptos clásicos tanto en relación a la poética y oratoria como en relación a las formas de leer. Basta ver que el libro de Batteux – Principes de la Littérature – se encuentra entre los más mencionados en los pedidos sometidos a la censura lusitana y las solicitudes presentadas en Río de Janeiro. Como ya se ha visto, ese autor percibe la escritura como aplicación de reglas aprendidas y la lectura como juicio de la calidad de esa aplicación. La mayoría de las obras metaliterarias enviadas a Río de Janeiro se destinaba, con prioridad, al uso escolar. Como se sabe, tras la expulsión de los jesuitas de Portugal y sus dominios, el 1759, la corona promovió una Reforma en los Estudios Menores y la creación de las Aulas Regias, lo que, según Rómulo Carvalho, fue sobre todo una reformulación metodológica, ya que de los de Lisboa y de Porto: las de nuestros correspondentes de Brasil tampoco nos ha llegado. [...] nuestros suscritores de Brasil reconeceran la causa de esto en la distancia, y en la incerteza de las correspondencias por mar, y los de Lisboa y Porto, que, de misma suerte que nosotros, no pueden atribuirla a ninguna de estas dos causas, nos harán la justicia de no la juzgar una omisión de nuestra parte.” (ANNAES, ídem, Tomo IV, páginas no numeradas) Las dificultades para obtenerse de las listas quizás expliquen el relativamente pequeño número de suscritores. Como comparación, véase que el 1790, 370 personas suscribieron el primer número de New-York Magazine, publicada en los Estados Unidos. La revista de mayor circulación en aquello país, la American Museum, tenía, el 1787, 1250 subcritores. (NORD, David Paul. “A Republican literature. Magazine reading and readers in late-‐eighteenth century New York”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org). Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989, pp. 119 e 137) 72 Pedido presentado por Ezechiel de Aquino Cezar de Azevedo, el 1820. Caja 819 (antigua 169), pacote 1, doc. 30-‐2 (MDP – ANRJ). 234
mantuvo lo esencial de los objetivos de enseñanza y las disciplinas administradas.412 A pesar de las permanencias, la nueva ordenación ha sido el primer movimiento de secularización de la enseñanza, transfiriéndose al Estado la responsabilidad sobre la educación tanto en la enseñaza elemental – en que se ofrecía educación religiosa y se enseñaba a leer, a escribir y a contar (o, en el caso de las niñas, hilar y costurar) – como en la escuela secundaria – en que se estudiaba sobretodo latín, griego y retórica. Superada esa fase, el estudiante estaba apto a cursar una Universidad – desde que tuviera un buen desempeño la disciplina de Retórica. Parte de esa reforma se expresó en el Permiso de 28 de junio de 1759, que regulaba clases de Latín y Retórica en todos los dominios portugueses y, en ciertas localidades, de Griego y Hebreo. Acompañan el permiso las Instrucçoens para os Professores de Grammatica Latina, Grega, Hebraica, e de Rhetorica,413 donde se hacen consideraciones sobre metodología y didáctica mientras se comentan, se adoptan y se recomiendan libros y lecturas. Gran parte de los títulos enviados a Río de Janeiro como fundamentación teórica414 de la reforma de la enseñanza de la que ellas forman parte, tanto para estudio del 73 CARVALHO, Rómulo. História do ensino em Portugal, desde a fundação da
nacionalidade até o fim do regime Salazar- Caetano. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 1986. 74 Instrucçoens para os Professores de Grammatica Latina, Grega, Hebraica, e de Rhetorica, ordenadas e mandadas publicar, por El Rey Nosso Senhor, para el uso de las Escuelas novamente fundadas en estos Reinos, y sus Domínios. Lisboa: En Off. de Miguel Rodrigues, Impresor del Eminentísimo Señor Cardial Patriarcal, 1759. Apud: ANDRADE, Antonio Alberto Banha de. “Apêndice Documental”. In: A Reforma pombalina dos estudos secundários no Brasil. Lisboa: SARAIVA, São Paulo: EDUSP, 1978. 75 Las instrucciones citan como fundamentación de sus propostas las obras: “Charles Rollin: De la manière d’enseigner et étudier les belles lettres par rapport à l’esprit et au coeur”; “Quintiliano: Instit.”; “Fénelon: Dialogue sur l’eloquence”; “Gibert: Rhetoric. Discurs”; “Lama: Art de Parler e Instit para as Escolas de Humanidades”. (Instrucçoens, op. cit.) 235
profesor,415 como lectura del alumno.416 Con pequeñas alteraciones, ese sistema de enseñanza permaneció hasta la independencia. En Brasil, las clases se orientaban en las mismas Instrucciones, enviadas a los gobernadores, cancilleres y oidores generales de las
76
“Usará [...] el Profesor para su particular instrucción [...] sin obligar los Estudiantes a que los tengan”: “Francisco Sanchez: Minerva, seu de Causis Linguae Latinae Commentarius”; “As melhores Ediçoens de Demosthenes, Xenofonte, Thucidedes, etc.”; “Usará [...] de la Retórica de Aristóteles, de las Obras Retóricas de Cícero, de Longino; Dos Modernos, Vossio Rollin, Fr. Luis de Granada, y de otros de merecimiento”; Heinecio: Fundamenta Styli cultioris – para los “Estilos de las Cartas, de los Diálogos, de la Historia, de las obras Didacticas, Panagiricos, Declamaciones etc.” (Instrucçoens, op. cit.) 77 Las Instrucçoens dan mucha atención a la enseñanza de las lenguas latina y griega, que se basa fundamentalmente en las Selecta latini, de Pierre Chompré, cuyo estudio debería habilitar el alumno a, posteriormente, leer Terencio, Plauto, Virgilio y Horacio. Para la poesía griega, se debería utilizar la Encyclopedia philologica et locuples omnis generis graecorum auctorum delectus de Johanne Patusa Atheniensi. En el inicio del siglo XIX se substituyó por la Selecta optimorum grecae linguae scriptorum de Custódio José Oliveira. Los alumnos deberían leer Heródoto, Xenofonte, Theofrasto, Luciano, Homero – recomendado tanto para la enseñanza de lengua griega cuanto de poesía. El trabajo con las Selectas visa preparar los alumnos para el real objetivo de los estudios: “hacer leer algunos Autores interos, y seguidamente.” En según lugar, viene el aprendizaje de la retórica que se debe basar en las Institutionis Oratoriae de Quintiliano, en las “Oraçoens escolhidas de Cícero” y en Tito Livio “principalmente en los primeros libros donde se encuentran el Origem, y la Antiguedad del Pueblo Romano”. La enseñanza de la poesía, subordinado al de la Retórica, se deberá dedicar a los alumnos más adelantados: “los Poetas se reservarán para el fin, cuando ya los Estudiantes tuvieron alguna luz de la Lengua, adquirida en la traducción de la Prosa”. Las Instrucçoens nada dicen en relación a la lectura de autores portugueses. Se menciona ellos solamente en la “Memoria de los libros recomendables y permitidos para el Nuevo Método”: “De los Autores Portugueses, son necesarios los mejores para com ellos hacerse paralelo con los antigous, como Su Magestad ordena principalmente son necesarios todos los Escritos del gran Fr. Luiz de Souza, Camoens, Antonio Ferreira, Diogo Bernardes, etc. Las obras de Duarte Ribeiro Macedo.” (Instrucçoens, op. cit.) 236
principales localidades.417 Aunque la documentación legal haya llegado en el mismo año en que se ha elaborado en Portugal, los libros y los maestros capaces de implementar la reforma tardarán, ya que el mercado metropolitano parecía absorberlos inmediatamente.418 Baste ver la pequeña cantidad de remesas de las obras recomendadas. Con el tiempo, mucho tiempo, se enviaron los libros y se contrataron a los profesores. La transferencia de la Corte consolidó la instalación de las Aulas Regias en Río de Janeiro, incorporándose las disciplinas de Lengua Inglesa y Francesa a las antiguas, con el número de clases y sistema de evaluación equivalentes a los de Gramática Latina.419 Ya la instalación de la Imprenta Real, también dependiente de la presencia de la Familia Real, curiosamente no produjo alteraciones significativas en el conjunto de libros metaliterarios disponibles en la ciudad. Entre 1808 y 1822 se publicaron cinco obras de ese tipo: Ensaio sobre a critica de Alexandre Pope,420 Prelecções Philosophicas sobre a Theórica do Discurso da Linguagem, a Esthética, a Diceósyma, e a Cosmologia,421 Recenseamento ao Pseudo-Exame que o redactor do 78 Para un estudio detallado de la circulación de libros recomendados por la
reforma de la enseñaza, véase el trabajo de Caio C. Boschi, “A Comercialização dos livros da directoria geral dos estudos”, Revista Portuguesa de História, tomo XXXIII. Coimbra: Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra: Instituto de História Económica e Social, 1999, pp.601 – 629. 79 ANDRADE, Antonio Alberto Banha de. Contributos para a historia da mentalidade pedagógica portuguesa. Lisboa: Nacional, 1981, p. 612. 80 SILVA, Maria Beatriz Nizza da. “Aulas Régias”. In: SILVA, Maria Beatriz Nizza da (coord.). Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa: Verbo, 1994, p. 83. 81 Ensaio sobre a critica de Alexandre Pope traduzido em Portuguez pelo Conde de Aguiar. Con notas de José Warton, del traductor, y de otros; y el comentario del Dr. Wasburton. Rio de Janeiro: En la Impressão Regia. 1810. Con Permiso de S. A. R. 82 Son 30 fascículos, relativos a un curso ministrado por Silvestre Pinheiro Ferreira en el Real Colégio de S. Joaquim no Rio de Janeiro, publicados entre 1813 y 1820. Los textos abordan cuestiones de Lógica, Gramática, Retórica, 237
Patriota fez á resposta defensiva, e analythica do author do Juramento dos Numes,422 Collecção de retratos de todos os homens que adquirirão nome pelo genio, talentos, virtudes &c. desde o principio do mundo até nossos dias,423 Academia filozofica das artes, e das sciencias.424 Ninguna de ellas se destinaba a su uso en las Aulas Regias. Estética, Poesía, Bellas Artes, Ética, Derecho Natural, Cosmología, Física, Matemáticas y Teología Natural. A la presentación de conceptos pertinentes a esas diversas areas del conocimiento, se asocían comentários a obras de filósofos, oradores y poetas. (FERREIRA, Silvestre Pinheiro. Prelecções Philosophicas sobre a Theórica do Discurso da Linguagem, a Esthética, a Diceósyma, e a Cosmologia. Rio de Janeiro. En la Impressão Regia. -‐14. Con Permiso de S.A.R. Incluye una traducción del greigo de las Categorias de Aristoteles para uso das Prelecções Philosophicas do mesmo Traductor por Silvestre Pinheiro Ferreira, Rio de Janeiro, en la Impressão Regia, 1814.) 83 Esta obra es parte de la primera polémica literaria impresa en Brasil. D. Gastão Fausto da Camara Coutinho había publicado, el 1813, el drama O Juramento dos Numes, criticado en el periódico O Patriota de octubre del mismo año. Inconformado con la crítica, Camara Coutinho hizo imprimir un folleto intitulado Resposta defensiva e analytica á censura que o redactor do Patriota fez ao drama... el cual también se censuró en el primer número de O Patriota de 1814. El Recenseamento ao Pseudo-exame... es nueva respuesta al pariódico. El último turno de la contienda le competió a Araújo Guimarães que, en O Patriota de septiembre-‐octubre de 1814, anunció la publicación del Recenseamento y nada más escribió además de una citación de Pope: “There is a woman’s war declar’d against me by a certain Lord: his weapons are the same, which women and children use, a pin to scratch, and a squir to bestpatter, &c.” (Recenseamento ao Pseudo-Exame que o redactor do Patriota fez á resposta defensiva, e analythica do author do Juramento dos Numes, descripto no Periodico de Janeiro e Fevereiro do presente anno. D. Gastão Fausto da Camara Coutinho, Rio de Janeiro: Na Impressão Regia. 1814. Com licença de S.A.R. Apud: CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Rio de Janeiro. São Paulo: EDUSP / Livraria Kosmos Ediotra, 1993.) 84 Son 18 volumenes publicados entre el 1816 y el 1818, conteniendo biografías de reyes, de cientistas, de navegadores, de poetas (Luiz de Camoes, Ovidio, Quevedo) etc. (Collecção de retratos de todos os homens que adquirirão nome pelo genio, talentos, virtudes &c. desde o principio do mundo até nossos dias. Desenhados da medalhas, e dos retratos pintados pelos mais celebres 238
Aunque las publicaciones de la Imprenta Real no hayan colaborado mucho con la enseñanza regular, esos libros amplían el panorama de obras metaliterarias presentes en Río de Janeiro, dando una idea de qué podrían leer profesores y estudiantes, así como las personas interesadas en las discusiones sobre la prosa y la poesía. Este panorama no estaría completo todavía si no se añadieran tres diccionarios enviados con cierta regularidad: Gradus ad Parnassum,425 Diccionario Poético, de Cândido Lusitano426 y el Diccionario Abreviado artistas. Com hum resumo historico de suas vidas. Rio de Janeiro: en la Impressão Regia. 1816 Con Permiso de la Meza do Desembargo do Paço.) 85 Los detalles del título dispensan comentários. (HOMENS, Padre Fr. Manoel Joaquim da Mãi dos. Academia filozofica das artes, e das sciencias; que ensina os principios dos conhecimentos humanos, ou as noções geraes de todas as artes, de todas as sciencias, e todos os officios uteis ao bem comum da sociedade. Para fazer conhecer á mocidade o mundo, que habitão, a terra que os sustenta, as artes que socorrem as suas necessidades, os officios dos diversos estados, que podem abraçar, em huma palavra, para fazer os homens bons cidadãos, e perfeitos vassalos. Para uso, e applicação de todas as pessoas que não frequentarão os maiores estudos nas aulas publicas, e dezejão ter hum mais perfeito conhecimento de todas as obras do creador, representadas em todas as creaturas, e em todas as partes do universo, com agradável proporção, e admiravel formosura, 5 volumenes, por el Padre... , religioso de los menores observantes, de la Provincia dos Algarves. Rio de Janeiro: en la Impressão Regia, 1817.) 86 Hay, por lo menos, 3 ediciones de ese diccionario: Gradus ad Parnassum, sive novus synonymorum, epithetorum, phrasium poeticarum, ac versuum thesaurus. Parisiis: J. Barbou, 1763; Gradus ad Parnassum, sive novus synonymorum, epithetorum, phrasium poeticarum, ac versuum thesaurus. Rothomagi: Ex Typographia Privilegio Distincta, 1788; Gradus ad Parnassum, ou Nouveau dictionnaire poétique latin-français fait sur le plan du “Magnum dicionarium poeticum” du P. Vanière par M. Noël [François-‐Joseph-‐Michel Noël], 3 ed. rev. et corr. Paris: Lenormant, 1818. Entre 1769 y 1826, hay 15 pedidos de remesa del Gradus ad Parnassum registrados en los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”. Destino Rio de Janeiro. (RMC – ANTT). 87 FREIRE, Francisco José. (LUSITANO, Candido). Diccionario Poetico para uso dos que principiam a exercitar-se na Poesia portugueza. Obra egualmente util ao orador principiante. Lisboa: 1765. Reedición ampliada: Lisboa: Off Simão 239
da Fabula, de Pierre Chompré.427 Todos ellos destinados a “contribuir, en la medida del posible, al alivio y progreso de los estudiantes”,428 ofreciendo definiciones de palabras y expresiones usadas por los poetas, así como informaciones sobre personajes (dioses y héroes), pueblos y localidades referidos en las obras clásicas. En el más antiguo de ellos, el Gradus ad Parnassum, además del diccionario mismo – en que se traducen para el francés palabras y expresiones usadas por poetas latinos – se presentan tablas de declinaciones de nombres, pronombres, verbos y un pequeño tratado de versificación. Semejante concepción anima el Diccionario poético para o uso dos que principião a exercitar-se na poesía portugueza: obra igualmente util ao orador principiante, explícitamente inspirado en el Gradus ad Parnassum: Damos a cada Vocablo sus Sinónimos, no según el riguroso sentido, y significación de nuestra lengua, pero según aquella amplia libertad, que solamente sufre el lenguaje Poético, teniendo por verdaderos Sinónimos los que en realidad no lo son [...] de los Synonimos pasamos a los Epithetos, de los epítetos a las Frases y de las frases a diversas Descripções extraídas de nuestros mejores Poetas. En este método seguimos
Thaddeo Ferreira, 1794. Entre 1769 y 1826, hay 15 pedidos de remesa del Diccionario Poetico registrados en los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”. Destino Rio de Janeiro. (RMC – ANTT). 88 FONSECA, Pedro José da. Diccionario abreviado da Fábula, para inteligencia dos poetas, dos paineis e das estatuas, cujos argumentos são tirados da historia poetica: por Mr. Chompré, licenciado em direito. Agora traduzido do francez em portuguez por... Lisboa: 1785. Entre 1769 y 1826, hay 17 pedidos de remesa del Diccionario Abreviado da Fabula registrados en los “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”. Destino Rio de Janeiro. (RMC – ANTT). 89 “contribuer autant qu’il est en nous, au soulagement & au progrès des Etudians”, Gradus ad Parnassum, op. cit., 1763, páginas no numeradas. 240
el Gradus ad Parnassum, el Diccionario del P. Vaniere, y otros, que no hacen falta a la Poesía Latina.429 Así como el francés, el diccionario portugués pretende ser “sumamente útil a los Candidatos a Poesía”, un “socorro de los principiantes”, expandiéndose, todavía, sus límites más allá del hacer poético, de modo que pueda utilizarse también por el “Orador portugués, que empieza a ejercitarse”.430 En la introducción, se ofrecen instrucciones sobre procedimientos de escritura considerados adecuados, y también sobre lo que se debe evitar; por ejemplo, emplear como epíteto de pigmeo las expresiones “Átomo viviente, Punto con alma, Antítesis de la corpulencia”, o designar la aurora como “Camarera de las flores, Jubilación de Febo”, errores en los cuales caían muchos poetas portugueses, según Cândido Lusitano. Una pequeña diferencia se encuentra en el Diccionario da Fabula que, a los objetivos expresados por los otros dos, añade la preocupación por ofrecer informaciones sobre de estatuas y pinturas: No es fuera de propósito, con todo, fijarse aún más exactamente el objeto de este pequeño Diccionario, para que de él no se pretenda aquello, que le es extraño. Se entiende por Fábula lo que el paganismo cuenta de los dioses, semidioses, y héroes, que los poetas cantaron con las fiestas y ceremonias de religión, que allá se observaban. Aquí está de que se habla para inteligencia de los poetas. [...] Se ha continuado a poner particular cuidado en la iconología, esto es, en la explicación de las estatuas, y de los paineles de la Fabula, cuyos pintores, y escultores fielmente representaron los símbolos. El uso de esta parte esencial del pequeño Diccionario es siempre el mismo. 90 LUZITANO. Diccionario Poetico..., op. cit., p. 2. 91 LUZITANO, ídem, op. cit., pp. 27-‐ 28. 241
Para saber, por ejemplo, que es una figura de hombre montado en un Águila [...] se debe buscar la palabra Águila, que remite a Júpiter o a Ganímedes.431 Los diccionarios tienen, por tanto, a una doble finalidad: auxiliar a la lectura (en portugués o en latín) y favorecer la producción de textos (principalmente poesías). Aunque las Instrucçoens para os Professores... recomendarán que no se incentive la producción escolar de poemas, excepto en los casos en que se percibiera en el alumno “gusto y genio para hacerlos” . Sí se estimulaba sobremanera la práctica retórica, entendida como el Arte más necesaria en el Comercio de los Hombres, y no sólo en el Pulpito, o en la Abogacía como vulgarmente se imagina. En los discursos familiares; en los Negocios públicos; en las Disputas; en toda la ocasión en que se trata con los Hombres, es necesario conciliarles sus voluntades; y hacer no solamente que entiendan lo que se les dice; sino que se persuadan de lo que se les dice, y lo aprueben.432 La misión escolar de no formar poetas sino oradores parece haber sido efectiva, por lo menos en lo que se refiere a las publicaciones. Muchos, probablemente, se entusiasmaron con la idea de hacerse poeta. Basta ver la cantidad de obras en verso escritas por moradores de Río de Janeiro y por la Imprenta Real. Muchas de ellas asociaban procedimientos poéticos y retóricos, echándose mano con especial interés del género epidíptico o demostrativo. El destinatario principal de los discursos poéticos era, en la mayor parte de las veces, una persona de la Familia Real, de modo que solamente una de las 92 FONSECA. Diccionario abreviado..., op. cit., páginas no numeradas. 93 Instrucçoens..., op. cit., p. 178
242
posibilidades del género se desarrollaba: el elogio. Sirvan de ejemplo títulos como Parabens ao Principe Regente Nosso Senhor, e á Patria, pelos presagios felices da restauração de Portugal433 o Elogio, que ao sempre-fausto anniversário de Sua Magestade Fidelissima a Rainha D. Maria I. Nossa Senhora O.D.C. O seu mais humilde vassalo Bernardo Avellino Bezerra e Souza.434 Um interés semejante se percibe Maria Beatriz Nizza da Silva que, al examinar la sección de Literatura del periódico carioca O Patriota ha verificado el predominio de composiciones poéticas destinadas a “celebrar cumpleaños regios, actos públicos, inauguración de monumentos, hechos políticos, etc.”435 Una vez que una pequeña parte de los discursos producidos oralmente se debería perpetuar por medio de la impresión, es posible imaginarse la profusión de oradores y poetas que debieron estar listos para presentar sus composiciones cuando surgiera ocasión. Así, parece haberse cumplido el deseo de las artes poéticas y retóricas, también la de los manuales sobre la correcta manera de leer: formar escritores capaces de producir dentro de determinados patrones. Resta saber si la otra finalidad de esas obras – formar lectores – también se ha realizado. 94
COUTINHO, D. Gastão Fausto da Camara. Parabens ao Principe Regente Nosso Senhor, e á Patria, pelos presagios felices da restauração de Portugal. Dedicados ao Serenissimo Senhor Infante Almirante General pelo Autor..., Iº Tenente da Real Armada. Rio de Janeiro: en la Impressão Regia, 1808. 95 SOUZA, Bernardo Avellino Bezerra e. Elogio, que ao sempre-fausto anniversário de Sua Magestade Fidelissima a Rainha D. Maria I. Nossa Senhora O.D.C. O seu mais humilde vassalo.... Rio de Janeiro: Na Impressão Regia. M.DCCC.XV. Con Permiso de la Mesa do Desembargo do Paço. 96 SILVA, Maria Beatriz Nizza da. Cultura e Sociedade no Rio de Janeiro (1808- 1821). São Paulo: Cia Editora Nacional, 1978, p. 183. 243
La lectura correcta en Río de Janeiro Los manuales sobre la correcta manera de leer establecen un guión de actividades con las cuales debe trabajar la persona que desee leer bien. Con ellos se formará un patrón de excelencia con el que cotejar todas las obras que lea; para ello es necesario el conocimiento de las lenguas griega, latina y francesa (con las que se escriben las mejores obras). Es importante también haber tenido contacto con tratados de poética y retórica (para que se comprendan las fórmulas que rigen la elaboración de la poesía y las piezas oratorias); al igual, cierta familiaridad con la historia, la geografía, la filosofía y la mitología (para las referencias presentes en las obras). Del mismo modo es útil el conocimiento de las mejores realizaciones de cada género (para que se vea hasta dónde puede llegar la elaboración artística). Se podía realizar ese recorrido en Río de Janeiro, leyendo las artes retóricas y poéticas, los manuales de estudio y los diccionarios disponibles en la ciudad. Todavía la “formación del gusto” no se completaría sin el contacto con ejemplos extraídos de las mejores obras. Una buena alternativa, adoptada por muchos de los que vivían en Brasil, consistía en la lectura de las Selectas Latinas, obra que se destaca entre las más enviadas. A pesar de que la totalidad de los pedidos no ofrezca indicaciones sobre la autoría de las obras en trámite, las Selectas Latinas, publicadas por primera vez en Paris el 1752, las escribió Pierre Chompré, director de una escuela parisina y autor del también exitoso Diccionario Abreviado da Fabula.436 Esta es una antología compuesta 97 Se han cunsultado dos ediciones francesas y una portuguesa: CHOMPRÉ,
Pierre. Selecta Latini Sermonis exemplaria e Scriptoribus probatissimis, ad Christianae Juventutis usum collecta, Editio Novissima, 8 volumes. Lutetiae Parisiorum: Nyon, 1778; CHOMPRÉ, Pierre. Selecta Latini Sermonis exemplaria e Scriptoribus probatissimis, ad Christianae Juventutis usum collecta, Editio Novissima, , 7 volume. Lutetiae Parisiorum: Nyon, 1779; Selecta Latini sermons 244
por fragmentos elegidos – y algunas veces reescritos – de autores latinos, dirigida a los estudiantes, principalmente a los más jóvenes y principiantes. Las Selectas agradaron a los mentores de la reforma de la enseñanza, promovida el 1759, que recomendaron su uso en las escuelas del reino y de las colonias en las Instrucções...: Se debe preferir la excelente Colección hecha en Paris en el año 1752 por Chompré para uso de la Mocedad Cristiana, que ya en el primer Tomo recibe un Autor Latino [Sulpicio Severo], puro, y Católico, los principios de la Historia de la Religión en estilo claro, y corriente. Todos los Escritores, de que se forma la Colección, son buenos: Y si alguna expresión se parece menos Latina en algunos, luego se enmienda fácilmente por los que se siguen de mejor edad, y demás merecimiento; porque con este orden admirable se creó de propósito esta Colección. Además de esto hubo en ella cuidado especial de ajuntar todo que los Principiantes pudieran creer practicados los preceptos de la Gramática, que poco antes haya aprendido. Sólo se pudo notar en dicha Colección el hecho que sea mucho copiosa; todavía ella sirve para todo el tiempo del Estudio de la Lengua Latina; y fácilmente la pueden moderar los profesores.437 A partir de entonces las ediciones francesas pasarán a exhibir un “resumen del Edicto de Su Majestad el muy Fiel Rey de Portugal, por exemplaria e scriptoribus probatissimis ad christianae juventutis usum olim collecta, nunc verso jussu regis fidelissimi Josephi I, instauratis bonarum artium studiis, ad lusitanorum adolescentium bonum denuo in lucem edita. Olisipone: Ex Tipographia Regia, Anno 1817. La edición portuguesa traduce solamente los resumenes de las vidas de los autores y las notas críticas; en el restante se mantienen los textos latinos conforme publicados en las ediciones francesas. 98 Instrucções... op. cit. 245
el cual él prescribe un nuevo método para las escuelas de humanidades”,438 reproduciendo los fragmentos de un documento elogioso con la selecta y su autor. La recomendación oficial generó una demanda que las prensas portuguesas no estaban preparadas para atender. En el primer año de la reforma, se imprimieron en Lisboa 3.000 ejemplares de la obra, cantidad bastante inferior a la necesaria para satisfacer las apetencias de profesores y estudiantes de Portugal y sus dominios. El director general de los estudios pudo enviar solamente 200 para Bahía por “ya se haber esparcido por el Reino tanta cantidad que no se pueden ir al Estado de Brasil todos aquellos que yo quería y juzgo eran necesarios”.439 A pesar de estas dificultades, se registraron, en los órganos de censura portugueses, entre el 1769 y el 1826, 80 pedidos para las Selectas Latinas. Hay casos en que se pide autorización para el envío de “conjuntos de Selectas Latinas”, lo que permite suponer que fuera grande el volumen de obras remetidas. Refuerza esta hipótesis el hecho de que la mayoría de las remesas la hicieron libreros, como Paulo Martim, Borel y Bertrand.440 Así, es razonable imaginarse remesas numerosas, destinadas a los alumnos y maestros instalados en los trópicos. Como cualquiera manual didáctico, el libro se propone socorrer a los profesores en su tarea de elegir textos y preparar clases. 99 “Extrait de l’Edit de Sa Majesté Très-‐Fidele le Roi de Portugal, par lequel elle
prescrit une nouvelle méthode pour les Ecoles d’humanités. A Lisbonne, de l’Imprimerie de Michel Rodriguez, 1759” 100 Apud: ANDRADE. Contributos ... op. cit., p. 612. Andrade informa además que el director-‐general lembraba a los comissarios la necesidad de “rubricarlos, en conformidad con los permisos en ellos impresos y de evaluarles el precio de venta, a base de ‘trece tostones’ del papel e impressión, deviéndose agregar el costo de transporte, encuadernación y comisión, a fin de evitarse especulaciones”. 101 “Catálogos: exame dos livros para saída do reino”. Destino Rio de Janeiro. Cajas 153 a 156. (RMC – ANTT). 246
Garantiza Chompré que, en los muchos volúmenes de los que se compone la obra, se encuentra material suficiente para “ocupar agradablemente a los principiantes por el espacio de dos a tres años, antes de ofrecerles los originales”.441 La escasa edad de los destinatarios hace que el autor se preocupe por expurgar los textos de cualquier alusión que hiera la moral o complique el maestro: Alejando absolutamente todo que pudiera hacer nacer o quizás despertar ideas peligrosas en el espíritu de las personas jóvenes, o mismo confundir en la explicación un profesor que sabe a que se refiere, nosotros propusimos la formación de una pequeña acción seguida que, teniendo su inicio, su progreso natural, un obstáculo y un desenlace, se quite del fondo de cada pieza.442 Pierre Chompré no ha sido, de ningún modo, el primero a pensar en eso. Quintiliano, en el primer siglo de la era cristiana, advertía: “tenga cuidado para que los espíritus todavía nuevos, que reciben tan profundamente las primeras impresiones en la edad de la inexperiencia, estudien solamente los buenos modelos, y sobretodo aquellos en los cuales la decencia no es jamás herida”.443 Así, Chompré 102 “Cette collection [...] peut occuper agreablement les commençans et avec
avantage, pendant l’espace de deux à trois ans, avant de leur donner les originaux tels que nous les avons” Selecta Latini Sermonis, vol I, op. cit., 1779, p. 10. 103 “En écartant absolument tout ce qui auroit pu faire naître ou réveiller peut-‐ être des idées dangereuses dans l’esprit des jeunes gens, ou même embarrasser dans l’explication, un Maître qui sait de quoi il est question, nous nous sommes proposé de former une petite action suivie, qui ayant son commencement, son progrès naturel, un embarras & un dénouement, soit tirée du fond de chaque Piece”. CHOMPRÉ, Selecta Latini, vol V, op. cit., 1778, p. III. 104 “veillez à ce que des esprits encore neufs, qui reçoivent si profondément les premières impressions dans l’âge de l’inexpérience, n’étudient que les beaux 247
altera los textos teniendo en cuenta preocupaciones del orden moral y pedagógico, ya que su objetivo es “inspirar la honestidad y el gusto de los buenos estudios por la lectura de los Antiguos [...] colocando en las manos de los niños fragmentos practicables y sin peligro”.444 Esa doble preocupación parece legitimar, a los ojos del autor, interferencias radicales en las obras compendiadas. Los casos de Plauto y Terencio son ejemplares. Aunque se consideren “modelos de latinidad”, sus escritos son profundamente alterados tanto para eliminar escenas picantes y moralmente dudosas, cuanto para reestructurar la presentación del contenido de modo que mantuviese la atención de los alumnos: Para llegarse a alguna cosa que tenga una especie de regularidad dramática, sea contentándonos con un episodio para hacerle nuestro tema, sea modificándose mismo la naturaleza de la acción principal, nadie se debe sorprender de nos ver pasar de una escena del primer acto a una otra del cuarto que le da continuación. Así, no es Plauto tampoco Terencio que nosotros ofrecemos, y es, sin embargo, un y otro, totalmente puros en lo que concierne al lenguaje. Se necesita percibir que cada comedia se ha reducido a una pequeña pieza de un sólo acto, cuya intriga se arma y desarma con simplicidad. La regla habiendo sido, así, sacrificada en favor de la decencia y de la clareza, nosotros rompimos, sin escrúpulos, la medida de un pequeño número de versos, por la interposición de algunas palabras o por la aproximación de diferentes partes de dos modèles, et ceux surtout où la décence n’est jamais blessée.” QUINTILIANO. op. cit., p. 86. 105 “pour inspirer l’honnêteté et le goût des bonnes études, par la lecture des Anciens [...] en ne mettant dans les mains des enfans que des morceaux praticables et sans danger.” CHOMPRÉ, Pierre Selecta Latini, vol I, op. cit., 1779, p. 5. 248
versos, aunque lejanos unos de los otros en el texto del autor, para formarse un único verso.445 Se puede, pues, cambiar sin temor tanto la estructura de las obras como la elaboración de los versos. Más importante que el contacto con textos originales resulta preservar una cierta moralidad y llamar la atención de los niños, según el autor, más inclinados a reír que a acompañar largas intrigas presentadas de forma no lineal. Queriendo preparar a los jóvenes para la lectura de los clásicos, las modificaciones introducidas, en verdad, acercan la estructura de los textos latinos a la de las novelas, en las que el enredo se presenta de forma lineal y dando preferencia a la acción. Chompré no tiene problemas en afirmar, por ejemplo, que “no es Plauto tampoco Terencio lo que nosotros ofrecemos” sino una versión condensada y simplificada. Con estos presupuestos, se presentan trozos, en latín, de los textos de prácticamente todos los autores clásicos, de los más conocidos a los de menor relieve. Los fragmentos elegidos se acompañan de pequeñas biografías de sus autores, de breves comentarios sobre las obras, de indicaciones sobre las ediciones que se podrían consultar y de una breve bibliografía. En dos o tres páginas, se muestra tiempo en que vivió el autor y se sintetiza la evaluación de la 106
“Pour parvenir à quelque chose qui ait une espece de régularité dramatique, soit en nous accomodant de l’épisode pour en faire notre sujet, soit en changeant la nature même de l’action principale, on ne sera pas surpris de nous voir passer d’une scene du premier acte à une autre du quatrieme, qui en est la suite. Ainsi ce n’est ni Plaute ni Térence que nous donnons, & c’est cependant l’un & l’autre tout purs pour le langage. Il faut se figurer que chaque Comédie est réduite en une petite Piece d’un seul acte, qu’on a nouée & denouée sans façon. La regle étant ainsi sacrifiée à la décence & à la clarté, on a rompu sans scrupule la mesure d’un petit nombre de vers, par l’interposition de quelques mots, ou en rapprochant diverses parties de deux vers, quoiqu’éloignés l’un de l’autre dans le texte de l’Auteur, pour n’en faire qu’un seul vers.” CHOMPRÉ, Pierre. Selecta Latini, vol V, op. cit., 1778, pp IV -‐ V. 249
crítica sobre él, ofreciendo así los elementos necesarios para la realización de la buena lectura: examinar los textos a la luz de los conocimientos sobre la época y la vida de los autores. Al largo de las décadas en las que se adoptó las Selectas en Portugal, algunos autores se dedicarán a proponer modos de utilización del manual. Fue lo que hizo el Pedro Freire de Oliveira en la Collecção das Instrucções, que dá aos seus discipulos no exercicio da latinidade446, donde recomienda que: Ejercitados muy bien los estudiantes en el primer año en Etimología, Sintaxis y Prosodia, pasaría en el segundo para la construcción en el primer tomo de las Selectas, en la cual sólo debía dar Eutropio y Cornelio Nepote; y en el segundo, Cesar y Cícero, y en el tercero tomo Tito Livio; lo que todo se debía dar en el según año, acompañando la lección de construcción alguna cosa de memoria tal como las principales Figuras de la Sintaxis Latina, las reglas para bien construir, alguna cosa de las costumbres antiguas de los Romanos. [...] En el tercero, y último año de Gramática, se debía construir en el cuarto tomo Suetonio, las Epístolas de Plinio, y las Oraciones de Cícero; en el quinto algunas Comedias elegidas de Plauto, y todo que en él hay de Terencio; y en el sexto, Fedro, las Elegías de Ovidio, todo que en el hay de Virgilio, Horacio, Juvenal y Persio: aprendiendo juntamente la Arte Métrica, Ortografía, Cronología y Geografía; de cada cosa el necesario.447 107
OLIVEIRA, Pedro Freire de. Collecção das Instrucções, que dá aos seus discipulos no exercicio da latinidade... Profesor de Gramática Latina en Villa de Fronteira. Sacadas de los buenos Autores, que sobre estas materias escrebieron y adaptadas a la capacidad de los que aprenden. Lisboa, En la Imprenta Real, año 1819. 108 OLIVEIRA. op. cit., pp. XII, XIII. 250
El profesor de gramática latina asocia el uso de las Selectas a informaciones que no se pueden obtener en ellas, pero que están en su libro, como instrucciones sobre sintaxis o sobre las costumbres de los antiguos. Quizás deseando valorar la importancia de su obra, sospecha de la eficacia de la utilización casi exclusiva del libro de Chompré: “un estudiante solamente con el Arte, Selecta y Diccionario querer aprender con perfección la Lengua Latina, es el mismo, que al pasar de Gramática a estudiar Derecho, Teología, Matemáticas, etc.”448 Estas críticas no afectarán al éxito editorial de las Selectas que se continuaron imprimiendo hasta mediados del siglo XIX. Eduardo y Henrique Laemmert, por ejemplo, hicieron publicar en Río de Janeiro, el 1845, una nueva edición portuguesa, en la cual el traductor advierte que “mucho mal hacen hoy los maestros que no leen, con sus discípulos, todos los seis volúmenes [...], contentándose hacer leer solamente algunos trozos.”449 No solamente las Selectas tuvieron éxito con la idea de presentar resúmenes y trozos de los escritos latinos acompañados de notas explicativas y pequeñas biografías. El mismo espíritu preside la elaboración de un sinnúmero de publicaciones ad usum, en las cuales se adaptan obras clásicas. Anteriormente a la venida de la Familia Real, se registran 7 pedidos para la obra ad usum de Ovidio, 6 para la de Horacio y otros 6 para la de Virgilio, 1 para Lucio Floro y 1 para Suetonio. Tras la transferencia de la corte, se intensificó la búsqueda de obras didácticas de modo que se presentaron 30 pedidos para la obra ad usum de Horacio, 26 para la de Ovidio, 9 para la de Virgilio y 1 para la de Cornelio Nepos, la de Lucio Floro y la de Curtius. Luis Antonio Verney, un de los grandes pensadores de la educación portuguesa, apreciaba mucho las versiones ad usum como material para el aprendizaje del latín, recomendándolas, seguidas 109 OLIVEIRA. op. cit., p. III, IV 110 ANDRADE, Contributos ... op. cit., p. 612.
251
veces, en el Verdadeiro Método de Estudar.450 Para adquirir el dominio de la lengua, sugería la lectura de algunos autores en orden creciente de dificultad: Plauto, Terencio o Fedro (“Quien no sepa explicar bien Terencio, se puede contentar con Fedro”, decía), Cicerón, Catulo, Caio César, Cornelio Nepos, Veleio, Patérculo, Tito Livio, Salustio, Quinto Curcio. Advertía además que Se deben buscar, las mejores ediciones de estas obras, las más correctas, y con buenas notas. Todos los libros comentados ad usum Delphini, aunque unos sean mejores que otros, comúnmente, y principalmente para nuestro caso son buenos, sin embargo deben ser de la edición de Paris o de Holanda: porque las de Italia modernas, no sirven para nada. [...] Las ediciones de Grevio e Grenovio, y otros hombres doctos, aunque no tengan notas, (pero casi todas las tienen) son correctísimas, la edición de Cicero por Verburgio, cum notis variorum, en Holanda es exactísima. En Inglaterra también hicieron unas buenas: y la imprenta de Inglaterra y Paris es más negra que la de Holanda: y por eso agrada más. Esto que digo de las ediciones se entienda, no sólo de los Prosadores, pero también de los Poetas.451 Aunque no se hayan seguido sus indicaciones en cuanto a la selección de autores (en Río de Janeiro se prefería Horacio, Ovidio y Virgilio a Plauto, Terencio y Catulo), sí existe una cierta concordancia en el interés por versiones simplificadas. Verney no sólo tenía indicaciones de autores y adaptadores sino que también sabía recomendar las mejores ediciones ad usum que, para él, eran las que se hacían en Inglaterra y Paris, de una impresión más nítida que las de 111 VERNEY. op. cit. 112 VERNEY. ídem, p. 103.
252
Holanda, donde, a su vez, se preferían a las ediciones italianas. Más de una vez las indicaciones del Padre no se siguieron en tierras brasileñas, pues, con la apertura de los puertos y con la posibilidad de importar libros directamente de países europeos, no se asiste a una fuerte entrada de obras ad usum venidas de Inglaterra o Francia. Por el contrario, entre los documentos sometidos a la Mesa do Desembargo do Paço en Río de Janeiro para liberación de obras, constan solamente 3 pedidos relativos a obras ad usum.452 Verney esclarecía además que no era necesario leer todos los libros que recomendaba – “sino uno, o otro de los que señalo; que son los mejores” – para que se llegara al dominio del idioma: “Pero también es verdad, que, leyéndolos como digo, casi se pueden leer todos”.453 El objetivo de la lectura de esas versiones ad usum era posibilitar el dominio de la lengua latina y preparar a los alumnos para el contacto con las versiones integrales. Ese proyecto de progresión en los estudios se afirmaba por la mayor parte de los pedagogos de la época, entre los cuales destaca, en Portugal, el propio Luis Antonio Verney y Pierre Chompré, que, en la introducción de su Selecta Latina decía que “el objetivo de esas compilaciones es iniciar los jóvenes en la lectura de los originales de la bella antigüedad, donde están los firmes fundamentos de la verdadera Literatura, y de ofrecerles un anticipo”.454 Basada en los escritos de los dos pensadores, las Instrucções no podrían dejar de
113 El 1816, Manoel Antonio da Silva Serva envió, de Bahia, “2 Ovidio ad usum”
y “6 Virgilius ad usum” para Manoel Antonio da Cunha Guimaraes; el 1818, Daniel Pedro Muller “mandó venir para su uso” un ejemplar de “Virgil ad usum delfini”; y, el 1821, Manoel Joaquim da Silva Porto – “Mercador de Libros en esta corte” – recibió “Ovidio ad usum delfini”, “Horacio ad usum” y “Virgilios ad usum delfini”. 114 VERNEY. ídem, p. 102. 115 “Le but de ces Recueils, est d’initier les jeunes gens dans la lecture des originaux de la belle antiquité, où sont les fondemens inébranlables de la vraie Littérature, et de leur en donner un avant goût.” CHOMPRÉ. op.cit. p. 11. 253
afirmar también que la finalidad de los estudios era “hacer leer algunos Autores enteros, y seguidamente.” Ese plan, tan insistentemente formulado, no se efectuó en Brasil, y, quizás, en ninguna parte. Es difícil evaluar si el contacto con los “fundamentos de la verdadera literatura” ha posibilitado la adquisición de competencia para lectura de la lengua latina, sin embargo, a juzgar por los pedidos sometidos a la censura, parece claro que el “aperitivo” no abrió el apetito de los jóvenes para la lectura de los originales. Los que leyeron los autores clásicos en versiones abreviadas no se entusiasmaron mucho con la lectura de los demás autores o de las obras originales de los que conocían por medio de las adaptaciones. Así es que, al lado de las decenas de pedidos para obras ad usum, se hicieron, entre el 1808 y el 1826, 4 pedidos de la Ilíada, 2 para Odisea. No sólo los números se reducen, sino que también es significativo el hecho de que los títulos se indiquen en portugués o en francés en los pedidos, habiendo hasta quien no supiera bien que quería, solicitando autorización para entrar en Río de Janeiro con “1 Iliade o Odissée d'Homere”.455 Mejor éxito lograron algunos escritos de Antigüedad, como las Fábulas de Esopo, para las cuales se registran, en el periodo anterior a 1808, 11 pedidos, haciéndola la décima obra de Bellas Letras más buscada. Tras la transferencia de la corte, se amplió un poco la búsqueda de autores clásicos, de modo que se alargó el espectro de textos: Orações de Cicero (24 pedidos); Fabulas de Esopo (20 pedidos); Fabulas de Fedro (14 pedidos). La manera como se elaboraban los pedidos dificulta saber qué obra querían leer las
116 Pedido encaminado a la Mesa do Desembargo do Paço, en Rio de Janeiro, el
1819, sin indicación del nombre del requiriente. Se indica solamente que el destinatario del pedido, en que se listan otras decenas de títulos, era “Carlos Durand, Negociante francés con almacién de haciendas y libros en esta ciudad.” Permisos, Caja 169 (MDP – ANRJ). 254
personas que pedían autorización para el envío de “Tito Livio”, “Virgiliis Ruoi” y “Virgilio” (todos con 11 pedidos).456 El conocimiento de esos autores, y el contacto con artes poéticas y retóricas y con manuales de lectura tenía por finalidad última formar un patrón de evaluación estética a emplear en la lectura, momento en que se debía agenciar todo el conocimiento obtenido en los estudios en cuanto a las formas de organización de los diferentes textos, a la construcción de lugares comunes, al empleo de las tópicas, a los varios estilos, a la elegancia de las frases y a la presentación de las ideas. Si no se ha logrado atraer la atención para la mayor parte de los escritores griegos y latinos, hubo quien se interesaría por la lectura de textos compuestos bajo su inspiración o que tomaban el patrón clásico de composición como modelo. En ese periodo, no sólo la concepción de lectura era distinta de la nuestra, sino también la de producción. Dando continuación a las ideas de Aristóteles y Horacio, los escritores de los siglos XVI al XVIII se empeñaban en hacer textos tan próximos como fuera posible a los producidos por los más espléndidos autores griegos y latinos. A nadie se le ocurría la idea de que la innovación y la originalidad pudieran ser valores positivos. Al contrario, la producción 117 Considerándose solamente las obras anunciadas en venta en el Catálogo de
livros que se vendem por seus justos preços na loge da Impressão Régia (“ubicada en Praça do Commercio en abril de 1772. Lisboa. Con permiso de la Real Meza Censoria”) es posible percibirse la variedad de títulos que se podría obtener: -‐ P. Virgilii Maronis Bucolica, Georgica, & Aeneis ex Cod. Mediceo-‐ Laurentiano descripta ab Ant. Ambrogi Italico versu reddita, adnotationibus, [...] & antiquissimi Codicis Vaticani Picturis [...] Romae 1763-‐1765; -‐ P. Virgilii Opera Omnia cum commentariis integris variorum ineditis Nic. Heinsii edente Petro Burmanno. Amsterl. 1746; -‐ P. Virgilii Opera ex Cod. antiquissimo Rufi Turci Aproniani, qui Florentiae adservatur in Bilbiotheca Mediceo-‐ Laurentiana edit. a Petro Fr. Fogginio. Florentiae 1741; -‐ P. Virginii Opera ex recens. Nicol, Heinsii emend. a Vulpio. Patavii (Comino) 1738; -‐ Virgile les Poesies, avec des notes critiques par le P. Catrou, avec le latin au coté. Paris, 1729; -‐ Virgille les Oeuvres traduit par l’Abbé des Fontaines, avec le texte vis-‐ a-‐vis la traduction. Amsterdam 1759. 255
se basaba en la ingeniosa utilización de fórmulas prescritas en las retóricas y en las poéticas, y se guiaba por la emulación, o sea, por el deseo de igualarse a los grandes o de superarlos por la imitación. A los lectores compete, por lo tanto, evaluar el grado de concreción de esa voluntad, examinando cómo los escritos se acercaban al modelo ideal y con qué facilidad manejaban los preceptos que se establecieron hace siglos. Nada podía ser más lejano de esa forma de concebir la producción y la lectura que las interpretaciones que hoy hacen los críticos literarios buscando revelar sentidos ocultos en el texto, pretendiendo ver en una obra lo que nadie jamás ha visto o sobre lo que nunca se ha pensado. La idea romántica de la creación individual – y su correspondiente, la lectura original – eran extrañas a esa perspectiva. Algunos de los libros más remitidos desde Lisboa a Río de Janeiro se produjeron según los principios clásicos y, por lo tanto, soportaban aquel tipo de lectura: The paradise lost, de J. Milton; Rimas de M. M. B. de Bocage; Obras de L. de Camões; Rimas de J. X. de Mattos; Marilia de Dirceu, de T. A. Gonzaga. No es grande la cantidad, considerándose el total de los títulos más enviados. La concentración se amplía cuando se consideran los pedidos presentados en Río de Janeiro a la Mesa do Desembargo do Paço. Por allá pasaron, venidos de diversas localidades europeas, los libros: Fables, de J. de la Fontaine; Jerusalem liberata, de T. Tasso; y las obras de Racine, Molière, Corneille, Boileau, Gresset y Voltaire. Aunque ninguno de ellos pertenezca a la antigüedad, sus textos sustentan una lectura como la que se presenta aquí. Sin embargo, la mayor parte de los libros para los cuales se verifica una gran búsqueda se produjo según principios distintos de los prescritos en las Artes y en los tratados sobre lectura. Así como en el conjunto de obras metaliterarias remetidas a Río de Janeiro convivían, por ejemplo, la Arte Poética de Horacio y el Génie du 256
Christianisme de Chateaubriand, en el grupo de publicaciones de bellas letras se encontraban libros como las Obras de Boileau y Night Thoughts de Edward Young. Uno de los escritos de ese poeta inglés deja claro, ya en su título, su distancia del concepto clásico de composición, defendiendo ideas como originalidad, imaginación y sentimiento: Conjectures on Original Composition.457 Aunque ese texto específico no se haya enviado a Brasil ninguna vez, los moradores de Río de Janeiro parecían tener especial preferencia por los Night Thoughts, un curioso libro, con una curiosa trayectoria editorial. Los poemas de Young, publicados originalmente en Inglaterra entre el 1742 y el 1745, se divulgaron sobre todo a partir de la traducción francesa en prosa,458 de la cual se hicieron numerosas traducciones, también en prosa, al portugués.459 Entre el 1769 y 1807 es el segundo libro más enviado a Río de Janeiro, quedándose atrás solamente las Aventuras de Telêmaco. Esa preferencia del público también la percibió Jorge de Souza Araújo en su libro Perfil do Leitor 118
YOUNG, Edward. Conjectures on Original Composition. In a letter to the author of Sir Charles Grandison. London: A. Millar; R. & J. Dodsley, 1759, 111 páginas. 119 Les Nuits de Young, suivies des tombeaux et des méditations d’Hervey, etc. traduction de Le Tourneur. Paris: Chez Étienne Ledoux, 1827. 1a edición: 1769. 120 Noites de Young, a que se ajuntam muitas notas importantes, e varios opusculos do mesmo Young. Traduzidas em portuguez. Vicente Carlos de Oliveira. Lisboa: 1785, 2 tomos. Noites selectas de Young, traduzidas em portuguez etc, Jose Manuel Ribeiro Pereira. Lisboa: 1781. Reedicciones en 1784, 1787. Noites Seletas, 2 volumenes, Traducción Vicente Carlos d’Oliveira. Lisboa: 1791. Noites d’Young, traducidas en vulgar por Vicente Carlos de Oliveira y añadidas con las notas de Mr. Le Tourneur con los poemas del Juizo Final y del Triunfo da Religião contra o Amor, y otros opusculos del mismo Young, 2 volumenes. Segunda edición correcta y emendada pelo traductor de los Seculos Christãos y de la Historia de Portugal por La Clède. 1791. Lisboa. En el mismo año se publica la 3a edición. Solamente un traductor dice haber tomado por funte el texto inglés: Noites selectas de Young, traducidas del inglés en port. por Joseph Manoel Ribeiro Pereira. Lisboa: 1782. 257
Colonial: “Noites de Young, [fue] una de las más populares y corrientes obras inscritas en los inventarios del Setecientos brasileño”.460 Se dice que los poemas se inspiran en la muerte de la esposa y de dos hijastros de Young, lo que había hecho que él decidiera abandonar el mundo para vivir retirado y solitario. En ese contexto, Night Thoughts no podría discernir otra cosa sino la muerte, la voluptuosidad de las lágrimas, el gusto por las ruinas, los túmulos iluminados por la luna, los paisajes desolados, la superficialidad de los placeres y de la vida mundana. Semejante temática desarrolla James Hervey, contemporáneo y paisano de Edward Young, en sus poemas Meditations among the tombs, Reflections on a flowered garden publicados en los años del 1746 y el 1747. Los escritos de Hervey también tuvieron difusión fuera de Europa por medio de su traducción francesa,461 a partir de la cual se hizo la traducción al portugués.462 El traductor Le Tourneur abre el libro con la presentación de la “Vida de Hervey” y no escatima “merecimiento literario”: sus túmulos respiran una dulce sensibilidad que enternece, y penetra. De cuando en cuando escapan movimientos, y recuerdos sublimes. De ordinario conserva un invisible, y 121 ARAÚJO, Jorge de Souza. Perfil do Leitor Colonial. Ilhéus: Editus, Editora da
UESC, 1999. 122 Les Tombeaux et les méditations d’Hervey, précédés de sa vie; traduit de l’Anglais par M. Le Tourneur. Paris: Chez Cailleau, Imprimeur-‐Libraire, 1800. Loss escritos de Hervey se habían publicado en francés junto a los de Young en edición organizada por Le Tourneur: Les Nuits de Young, suivies des tombeaux et des méditations d’Hervey, etc. traduction de Le Tourneur. Paris: Chez Étienne Ledoux, 1827. 1a edición, 1769. 123 Meditaçoens do Doutor James Hervey sobre as sepulturas, e sobre vários objectos, compuestas en lengua inglesa, y traducidas en vulgar. Por Jozé Freire da Ponte, a que se adjunta la vida del mismo Hervey, y otras piezas curiosas como Cartas, Elegias, Exequias de Araberto, etc. Lisboa: 1787. Reediciones el 1794, 1805. 258
natural encanto, que atrae el alma del Lector, y la lleva detrás de si. [...] ¿Cómo dejará de atraer a los Lectores que tienen un alma terna, y sensible? [...] Creo que le podrán contestar las lágrimas de muchas Madres, de muchos hijos, de muchos amigos, que leyendo sus Meditaciones, se persuadirán, que oyen un pariente de su familia, un amigo común, que los entretienen con las circunstancias de una muerte, que todavía sentían; y con ternura les acuerda el objeto siempre amable a su recuerdo; puede que sea una de las principales rezones de la grande aceptación de esta obra en Inglaterra, fueran sus ternas narraciones, las patéticas pinturas de un interés común para los Lectores mortales, ornadas con la elegancia de su estilo, y con la belleza de sua elocuente, y poetica prosa.463 No es necesario enfatizar el evidente contraste del tipo de lectura, imaginado por Le Tourneur, con el preconizado por Bardou-‐ Duhamel, para quien las “pasiones” se deberían suprimir en el acto de leer, pues el juicio de una obra de arte no debería envolver ninguna subjetividad. Si en el inicio del siglo XIX, en la época posterior a la transferencia de la Familia Real, se enfrió el interés por esos dos libros, sí se mantuvo la preferencia, ya perceptible en el periodo anterior, por un género que también escapaba a los preceptos de las retóricas y poéticas, de los manuales de lectura y de las selectas: la novela. Los tratados sobre la manera de bien leer, así como los textos didácticos y metaliterarios remetidos a Río de Janeiro, no se detienen con novelas;
124 Na edición francesa (Les Tombeaux et les méditations d’Hervey..., 1800) o
trecho de Le Tourneur encontra-‐se às pp. 59 – 60. A citação aqui feita seguiu a tradução para o português de Jozé Freire da Ponte, Meditaçoens do Doutor James Hervey..., 1787, pp. 65 – 67. 259
por tanto no discuten formas de lectura ni tampoco padrones para la evaluación estética de esos textos que, todavía, se prefieren.
260
261
La lectura de la novela “Mentir sin provecho ni perjuicio de sí ni de otros no es mentir: no es engaño, es ficción.” Jean-‐Jacques Rousseau. Les réveries du promeneur solitaire, 1776 – 1778.
262
Durante el siglo XVIII proliferaron narrativas de ficción que fueron percibidas por los contemporáneos como algo nuevo. Ni siquiera había un nombre estable para estas producciones, que eran llamadas “historias”, “aventuras”, “vidas”, “cuentos”, “memorias”, “novelas cortas”, “novelas”. Se puede evidenciar, pues, la dificultad en la definición de estos géneros si repasamos el Diccionario de la Lingua Portugueza de Moraes Silva, publicado por primera vez el 1789.464 Según el autor, cuento es “historia fabulosa” mientras la novela es “cuento fabuloso de hechos entre hombres con fines de instrucción moral”. Novela es cuento, cuento es historia. El término “romance”, entendido exclusivamente en la acepción antigua de “rimance”, confunde aún más los conceptos: “composición poética en que no hay rimas sino tonantes, o se riman los versos, terminando las dos vocales últimas semejantes”.465 Sólo a partir de 1813, se añadieron nuevas acepciones: “novelas, cuentos fabulosos de amores, los cuales empezarán en versos en lengua romance, o vulgar, como fueron”.466 Novela, cuento y romance eran por tanto equivalentes, todos de carácter fabuloso, o sea, se dedicaban a “contar fábulas, cuentos, sucesos mentirosos de los tiempos de las Fábulas de los gentiles, o semejantes a esos, y posteriores; inventar, y narrar cualquier historia, que no tiene la verdad por fundamento.”467 Dejando de lado las cuestiones formales que determinan diferencias internas en los géneros, lo que definía esa producción era 464 SILVA, Antonio de Moraes. Diccionario da Lingua Portugueza composto pelo
padre D. Rafael Bluteau, reformado e accrescentado por..., natural de Río de Janeiro. Lisboa: Officina de Simão Thaddeo Ferreira, 1789, 1a edición. 465 Idem. 466 SILVA, Antonio de Moraes. Diccionario da Lingua Portugueza recopilado dos vocabulos impressos até agora, e nesta segunda edición novamente emendado e muito accrescentado por AMS, natural do Río de Janeiro. Lisboa: Typ Lacerdina, 1813, 2a edición. 467 Definición propuesta para la palabra FABULAR en la edición de 1813. 263
su carácter de ficción, o sea, “fingido, fabuloso”,468 definición que no está libre de un tono peyorativo, por remitirnos en términos relativos a la mentira y fingimiento, actitudes vistas con malos ojos en tierras católicas y familiarizadas con la Inquisición. Pero la dificultad en torno a lo que es ficción no fue una invención portuguesa. P. Jacob enfrentó problemas semejantes en la elaboración de su Bibliographia parisiana y su Bibliographia Galliae, publicadas a mediados del siglo XVII. Para hacer un repertorio, la producción francesa también creó categorías y subcategorías que permiten percibir las dificultades de clasificación de los escritos. Se dividía la rúbrica Historia en historia eclesiástica, historia profana y historia mixta.. Sí es fácil imaginar de qué tratan la historia profana y la sagrada, pero la historia mixta no lo es, aunque se podría suponer como una mezcla entre lo sagrado y lo profano. Es decir, actúa como una categoría comodín que comprendía la prosa periodística y la prosa de ficción.469 El género, aunque nuevo y sin pedigree, conquistó el gusto del público lector europeo a lo largo de los siglos XVIII y XIX: en un siglo que las novelas se multiplican con una gran facilidad, en una época en que millares de autores están anualmente ocupados en componer, traducir o imitar novelas filosóficas, históricas, caballerescas, fabulosas o morales; en que el hombre de Estado bien como el particular, la joven chica y la madre de familia, tienen casi siempre una novela abierta delante de sus ojos, tal vez sea útil buscar la causa que produce tal interés por ese género de producción e intentar conocer los verdaderos motivos que hicieron eses escritos tan diferentes
468 Definición propuesta para la palabra FICTICIO en 1789.
469 VIALA, Alain. Naissance de l’écrivain – sociologie de la littérature a la l’age
clasique. Paris: Les Éditions de Minuit, 1985, p. 287. 264
unos de los otros en su plano, en sus detalles y en su estilo cuando se trata de novelas.470 Múltiples son las novedades percibidas: la cantidad de autores involucrados con esa producción, la abundancia y variedad de lectores, la poca homogeneidad formal de los escritos. Como Grange, muchos intelectuales se preocuparon por conocer “la causa que produce tal interés” y en destapar las reglas de funcionamiento del género. En los siglos XVIII y XIX, proliferaron los textos teóricos y críticos, los cuales se dividían en dos posiciones extremas: identificar los defectos estructurales de las novelas y condenar los peligros que su lectura representaría al exaltar la “nueva” forma y glorificar virtudes diferentes.471 Algunas pistas acerca de las formas de leer novelas pueden rastrearse en estos textos, que condenando o enalteciendo, acaban por describir lecturas y sus posibles efectos. 470 “ dans un siècle où les romans se multiplient avec une effrayante facilité; à une époque où des milliers d’auteurs sont annuelement occupés à composer, traduire ou imiter des romans philosophiques, historiques, chevaleresques, fabuleux et moraux; où enfin l’homme d’État comme le particulier, la jeune femme comme la mère de famille, ont presque toujours un roman ouvert devant leurs yeux, il est peut-‐être utile de rechercher la cause qui attache un tel intérêt à ce genre de productions, et de s’appliquer à connaître les véritables raisons qui ont rendu ces écrits si différens les uns des autres dans le plan, dans les détails et dans le style depuis que l’occupe de romans.” GRANGE, J.-‐B.-‐A. “Essai sur les romans”, In: Essais littéraires. Paris: Impremerie de Lebel, 1824, pp. 214, 215. 471 Utilizo el término “novela” para referirme a las narrativas ficticias largas en prosa, evitando la variación de nomenclatura y las polémicas sobre una posible definición formal del género en curso en el final del siglo XVIII e inicio del XIX. En las citaciones, se mantuvieron los términos utilizados por los autores.
265
Los inconvenientes de las lecturas frívolas y lascivas La idea de la lectura como fuente de peligros no aparece sólo cuando se trata de novelas.472 La lectura en general era vista como un riesgo para la salud, ya que el esfuerzo continuado sería perjudicial a los ojos, al cerebro, a los nervios y al estómago, como advierte Simon-‐ Andre Tisot, médico suizo muy reconocido en el siglo XVIII: Los inconvenientes de los libros frívolos son hacer perder tiempo y fatigar la visión; pero aquellos que, por fuerza y conexión de las ideas, elevan el alma afuera de ella misma y la fuerzan a meditar, usan el espíritu y agotan el cuerpo; y cuanto más este placer esté vivo y prolongado, más las consecuencias serán funestas. [...] El cerebro que es, si me permiten la comparación, el teatro de la guerra, los nervios que de él sacan su origen y el estómago que tiene muchos nervios muy sensibles son las partes que más sufren ordinariamente con el trabajo excesivo del espíritu; pero no hay casi ninguna que no se resienta si la causa continúa actuando durante mucho tiempo.473 472 Con relación a los peligros de la lectura, ver: ABREU, Márcia. “Percursos da
Leitura”, In: Leitura, História e História da Leitura. Campinas: Mercado de Letras/ALB, São Paulo: FAPESP, 2000, pp. 9 -‐ 18. 473 “ Les incovéniens des livres frivoles sont de faire perdre le temps & de fatiguer la vue; mais ceux qui, par la force & la liaison des idées, élevent l’ame hors d’elle-‐même, & la forcent à mediter, usent l’esprit & épuisent le corps; & plus ce plaisir a été vif & soutenu, plus les suites en sont funestes. [...] Le cerveau qui est, si l’on veut me permettre cette comparaison, le théatre de la guerre, les nerfs qui en tirent leur origine, & l’estomac qui a beaucoup de nerfs très-‐sensibles sont les parties qui souffrent ordinaiment le plutôt & les plus du travail excessif de l’esprit; mais il n’y en a presque aucune qui ne s’en ressente si la cause continue long-‐temps à agir. [...] Quant à l’action de l’ame sur l’estomac, elle se démontre tous les jours par des expériences que chacun peut vérifier soi-‐même. L’homme qui pense le plus, est celui qui digére le plus mal, 266
En su libro A Saúde dos Homens de Letras, Tissot enumera una gran cantidad de inconvenientes físicos derivados de la lectura. Todo el organismo parece sufrir, ya que la acción sobre él es doble, forzando continuamente el espíritu al mismo tiempo en que mantiene el cuerpo en reposo durante largos períodos. El autor dice haber diagnosticado en su práctica clínica los más graves disturbios de salud originados de la lectura y de la escritura. La “intemperie literaria” causa pérdida de apetito, dificultades digestivas, atrofia general, espasmos, convulsiones, irritabilidad, espanto, taquicardia, con posibilidades de conducir a la “privación de todos los sentidos”. La solución para tantos problemas es “leer poco” y “hacer ejercicios físicos”. Aunque fuente de inconvenientes físicos, hay lecturas que valen la pena mientras otras son únicamente perniciosas. Muchos incluyen la lectura de las novelas para ejemplificar, una actividad considerada peligrosa por provocar la pérdida de tiempo precioso, corromper el gusto y presentar situaciones moralmente condenables. La lectura de novelas hace surgir discusiones de carácter ético, religioso e intelectual, tanto más acaloradas cuanto más se percibe la diseminación del género y su influencia sobre los lectores. La más simple de las objeciones, la pérdida de tiempo, es una especie de consecuencia de los otros dos inconvenientes. Mientras la lectura de las bellas letras tiene como objetivo formar un estilo y ampliar la erudición, y las lecturas religiosas van a perfeccionar el espíritu e indicar el camino de la virtud y de la salvación, la lectura de las novelas parece sin propósito alguno. Del campo religioso parten los más vivos ataques. Masilon critica explícitamente las novelas por la competencia que hacen a los libros religiosos: toutes choses égales d’ailleurs; celui qui pense le moins, est celui qui digére le mieux.” TISSOT, Simon-‐Andre De la santé des gens de lettres. Lausane, chez Graset & Comp et à Lyon, chez Duplain, 1775, pp. 20 – 26. 267
Buen Dios! ¡Cuál no es nuestra ceguera y nuestra locura! Los libros falsos, mentirosos, corruptores, y los hombres que son sus autores, ocupan todos los instantes de nuestra diversión, nosotros sacrificamos a ellos incluso los deberes de nuestro estado, de nuestra posición, del cuidado de nuestros negocios: y casi no nos recordamos de abrir aquel libro divino que Vos tuvisteis el cuidado de inspirar, lejos de buscar en él los tesoros escondidos de vuestra palabra y los dones inefables de vuestra gracia.474 Desde el punto de vista de Massilon, los hombres deberían ocuparse en conocer la palabra de Dios, en meditar, rezar y hacer trabajos caritativos, para favorecer su entrada en el reino de los cielos. De todo eso se olvidaría aquel que gastara su tiempo con lecturas de novelas: De todos los dones de Dios, el tiempo es el más precioso, ya que su pérdida es irreparable y que ni las oraciones, los ayunos, las mortificaciones, ni los años enteros en luto y en las lágrimas no pueden traer de vuelta un único día que nos tengamos disipado.475
474 “Grand Dieu! quel est donc notre aveuglement et notre folie! des livres faux,
mensongers, corrupteurs, comme les hommes dont ils sont l’ouvrage, occupent tous les instans de notre loisir; nous leur sacrifions même les devoirs de notre état, de nos places, les soins de nos affaires: et à peine daignons-‐nous ouvrir ce livre divin que vous prîtes soin d’inspirer, loin d’y chercher les trésors cachés de votre parole, et les dons ineffables de votre grace.” MASSILON, Discours inédit de Massilon, sur le danger des mauvaises lectures, suivi de plusieurs pièces intéressantes. Paris: Beaucé, 1817, p. 1. 475 “ De tous les dons de Dieu, le temps est le plus précieux, parce que la perte en est irréparable, et que ni les prières, les jeûnes, les mortifications, ni des 268
En el juicio final, Dios pedirá cuentas de la forma con que utilizamos cada uno de nuestros días y será especialmente riguroso con los que se han dedicado a la lectura de "historias fabulosas, escritos pueriles, inútiles al hombre y a su felicidad". Para Massilon, el contacto continuo con las novelas lleva al olvido de Dios, hace que su ley parezca demasiado austera, hace la lectura de los Evangelios dura y poco atractiva, torna "sosas y aburridas" las obras “que requieren una gran atención, una solicitud continua y un estudio serio".476 La idea de un moralización de la lectura promovida por los religiosos parte de supuestos exactamente contrarios a los de las novelas. Los textos cristianos ofrecen modelos positivos de virtud a través de la narración de la vida de los santos y de los hechos bíblicos, en los cuales se puede conocer la historia de hombres y mujeres que no son pecadores, que cumplen con los mandamientos, que temen a Dios. Es a partir de la imitación del comportamiento de las personas que se puede alcanzar el ideal cristiano. Las novelas también se dicen preocupadas acerca de la moral, pero la logran por el camino opuesto, demostrando que las personas cometen errores, que se corrompen, que son débiles frente a la adicción. Narran estas historias desde la perspectiva de los que las condenan, pero cuando lo hacen ponen al lector en contacto con el pecado. Esto ya constituye un grave problema: narrar abiertamente situaciones de inmoralidad y pecado, permitiendo que el lector se imagine en la misma situación. La concurrencia de las novelas con las lecturas y actividades religiosas debería sonar aún más injusta puesto que su diseminación es consecuencia de los esfuerzos de alfabetización, patrocinados por el deseo de propagación del cristianismo y por la amplia distribución de annés même entières passées dans le deuil et les larmes ne peuvent rappeler un seul des jours que nous aurons dissipés.” MASSILON, idem, p. 2. 476 MASSILON, idem, pp, 3 – 4. 269
impresos religiosos. La disputa entre los dos géneros de escritura traspasó los años setecientos y ochocientos, pero a fines del siglo XIX, la novela ganaría, superando el volumen de publicación de los textos religiosos.477 Otros critican también la pérdida de tiempo que suponen las lecturas amenas que desvían, especialmente a los jóvenes, de las lecturas serias: Yo los veo como un divertimento inocente, desde que se les dedique sólo algunas horas cuando se desea relajar. Pero serán horas verdaderamente perdidas aquellas que les fueron dedicadas en detrimento de los estudios más sólidos. La pérdida de tiempo ni siempre es el mayor peligro oriundo de las malas Novelas. En ellos, estragamos el gusto, creamos falsas ideas de virtud, encontramos imágenes obscenas, nos sometemos sin percibir; y nos dejamos ablandar por el lenguaje seductor de las pasiones, sobre todo cuando el autor supo les prestar los colores más graciosos.478 477 Segundo Paul Hunter, la cantidad de títulos de novelas en circulación en Inglaterra era mayor, en 1886, que la de textos religiosos. (HUNTER, J. Paul. “The novel and social/cultural history”. In: RICHETTI, John (org.). The eighteenth century novel. Cambridge: Cambridge University Pres, 1996, pp. 9 – 40.) 478 “Je les regarde comme un amusement innocent, lorsqu’on ne leur donne que quelques heurs où l’on veut se délasser. Mas ce seroient des heures véritablement perdues que celles qu’on leur donneroit de plus au prejudice des études plus solides. La perte de temps n’est pas toûjours le plus grand danger qu’il y ait à craindre dans les mauvais Romans. On s’y gâte le goût, on y prend de fausses idées de la vertu, on y rencontre des images obscénes, on s’apprivoise insensiblement avec elles; & on se laisse amollir par le langage séduissant des passions, sur tout quand l’auteur a sû leur prêter les coulerus les plus gracieuses.” BRUZEN DE LA MARTINIÈRE. Introduction generale à l’étude des Sciences et des Belles Lettres, en faveur des personnes qui ne savent que le François. La Haye: chez Isaac Beauregard, 1731, pp. 189 -‐ 190.
270
Aunque Bruzen de la Martinière perciba las diferencias de calidad en todas las novelas en circulación y sea condescendiente con la lectura de algunas de ellas, teme que el contacto con ellas aleje los jóvenes de los estudios. Esta posición se repite en una serie de autores que distinguen las novelas buenas y las malas, perciben algún interés en ellas, pero temen que ocupen el lugar del trabajo serio en las vidas de los estudiantes. Otros autores tales como Charles Porée creen que existe un exceso de tolerancia con las novelas por parte de los que creían que el único problema era la pérdida de tiempo con cosas inútiles: Aun entre los Sabios, muchos piensan que las Novelas no son nocivas a la Literatura. Todo el efecto de las Novelas, segundo ellos, es de no ser absolutamente útiles: ya sería un grande defecto esa inutilidad. Pero yo advierto que las Novelas son perniciosas a la Literatura; 1o porque, por su contagio, ellas estragan parte de la Literatura con la cual ellas tienen relación; 2o. porque por su cantidad, ellas sofocan la inclinación por aquella parte de la Literatura con la cual ellas no tienen ninguna relación [...] Concluimos, por lo tanto, que las Novelas hacen mal a las Bellas Letras pues no popan ni la Historia, ni la Geografía, ni la Poesía, ni la Elocuencia; todas las especies de Literatura con las cuales ellas tienen alguna relación.479 479 “Plusieurs, même parmis le Sçavans, pensent que les Romans ne nuisent
point à la Littérature. Tout l’effet des Romans, suivant eux, c’est de n’être point utiles: ce seroit déja un grand défaut que cette inutilité. Mais j’avance que les Romans nuisent à la Littérature; Io. parce que par leur contagion, ils gâtent la partie de la Littérature à laquelle ils ont du rapport; 2o. parce que par leur multitude, ils étouffent l’inclination pour cette partie de la Littérature avec laquelle ils n’ont aucune liaison. [...]Concluons donc, que les Romans nuisent aux Belles-‐Lettres, puisqu’ils n’épargnent ni l’Histoire ni la Géographie, ni la Poésie, ni l’Eloquence; toutes espéces de Littérature avec lesquelles ils ont quelque liaison.” PORÉE, Charles. De Libris qui vulgo dicunter romanesses 271
La Historia sería perjudicada por las novelas, porque ellas crearían falsas narrativas acerca del pasado, de los orígenes de los pueblos, del comportamiento de los emperadores y reyes. La misma falta de preocupación por la verdad interferiría en la Geografía, ya que las novelas retratarían lugares y pueblos imaginarios, o eventos inventados ubicados en lugares reales, creando una mezcla de valores que conduciría a desvirtuar la Geografía y frente a las novelas de viaje. La Epopeya también sería afectada debido a la influencia de las novelas que tienen como tema principal el amor, dejando la narrativa de hechos heroicos en un según plano. Del mismo modo, la Tragedia sería "suavizada" ya que también tendría que tener el sentimiento amoroso como eje central. Por último, la Elocuencia sería dañada porque las historias abundaban en descripciones excesivamente detalladas, discursos rudos, conversaciones groseras. La lectura y los escritos legitimados estaban fuertemente vinculados a un grupo específico de textos y a un grupo específico de personas: las obras clásicas (o producidas según esta norma) leídas por personas cultivadas conforme a criterios establecidos en artes poéticas, retóricas y tratados sobre lectura. Representativa de la importancia de los protocolos de lectura concebidos para los textos clásicos, y de las dificultades introducidas por las novelas, es la polémica entre Valincour y Charnes a fines del siglo XVII, a propósito de la novela La Princese de Cleves, de Mme de Lafayette.480 Valincour se apoya en las oratio habita. Paris: Bordelet, 1736. Tradução francesa “Discours sur les Romans”, por BARDOU-‐DUHAMEL, In: Traité sur la manière de lire les auteurs avec utilité. Paris: 1751, vol. 3, p. 13, p. 21. 480 Sobre la polémica, ver las introducciones a las ediciones facsímiles de VALINCOURT, Jean-‐Baptiste-‐Henry du Trouset. Lettres a Madame la Marquise *** sur le sujet de la Princesse de Cleves. Paris: chez Sebastien Mabre-‐Cramoisy, 1678. Edición facssimile. Tours, Université François Rabelais, 1972 e de CHARNES, Abbé Jean Antoine de. Conversations sur la Critique de la Princesse 272
categorías y principios elaborados por Aristóteles y largamente difundidos en los años seiscientos para criticar la organización de la obra, atacando la falta de coherencia interna, de verosimilitud en la construcción de los personajes, los errores de estilo (entendido como forma de construcción de los períodos y frases), y, sobre todo, el uso equivocado de la Historia en la novela. Charnes, contrario a la heterodoxia de la época, condiciona la importancia de la referencia aristotélica. Si no rechaza los principios establecidos en la Poética, los reinterpreta para adecuarlos a la lectura de la novela, justificando la mixtura de géneros y argumentando en favor de un producto híbrido del que forman parte la historia y la ficción, el poema épico y la tragedia, la comedia y el cuento. Las ideas innovadoras de Charnes no tuvieron una buena recepción. Aunque desde el punto de vista moderno las quejas de Valincour parezcan inadecuadas, el procedimiento adoptado por él – leer un género nuevo segundo criterios antiguos – permaneció fuerte, logrando seguidores a lo largo del siglo XVIII. Esos seguidores no perdonaban la inadecuación de la novela a las normas de lectura y composición vigentes en los sectores eruditos. Los criterios a los cuales estaban acostumbrados no eran suficientes. ¿Cuál sería la idea de novela ideal con la cual cotejar el texto leído? ¿Cómo analizar las figuras de lenguaje, las subdivisiones del texto, la forma de presentación de la materia? Si ellas no estaban codificadas en artes poéticas y retóricas: ¿Cómo juzgar las obras si no había un canon para el género? ¿Cómo discutir tales obras con los hombres instruidos si esa era una lectura hecha por las masas? Todavía más grave parecía el hecho de que la lectura de novelas se hacía sin supervisión, sin la mediación de un padre o de un ministro, de Cleves. Paris: chez Claude Barbin, 1679. Edición fac-‐símile. Tours: Publication du groupe d’étude du XVIIe siècle de l’Université François-‐ Rabelais, 1973. 273
como ocurría con la lectura de textos religiosos; tampoco con la mediación de un profesor o de una tradición de interpretación, como sucedía con los textos de las Bellas Letras. No había dudas, por lo tanto, de que se trataba de una lectura peligrosa, ya que estaba fuera del control de las instancias que legitimaban la producción y lectura de textos. Si bien, esos eran peligros menores frente al riesgo que la virtud y la moral corrían con aquellos que se involucraban en las novelas: ¿podríamos nosotros tener esperanza de conservar nuestro corazón puro e intacto leyendo estos libros en los cuales todo despierta e inspira la voluptuosidad, en los cuales las pinturas impuras, las imágenes lúbricas inflaman los deseos, excitan los sentidos, subvierten la carne; en los cuales a infamia de las acciones responde a la infamia de las palabras; en los cuales frecuentemente el arte de las ilustraciones añaden aun más al escándalo de las aventuras? es allá que el crimen pasa por debilidad, la ley de las nupcias, por un vano escrúpulo, el pudor, por prejuicio; es allá que la mujer cristiana aprende a engañar los ojos de su marido, a violar la santidad del lecho conyugal; el esposo, a romper, como corrientes insoportables los castos lazos del matrimonio que incluso los Paganos respetaban. Es allá, frecuentemente, oh Dios mío, que una juventud sin experiencia estudia el crimen, aprende los secretos que ignoraba tal vez, y cuyo conocimiento la llevará a su pérdida. Sin duda que los efectos de estos libros no se hacen sentir instantáneamente; pero por ser tardíos, ellos son aún más terribles: es un veneno lento que corre en las venas, transita insensiblemente las entrañas y termina por devorar enteramente; es un fuego que duerme bajo las cenizas y que no tarda a se transformar en vasto incendio, cuyo furor nadie podrá contener. [...] Por demorar la mirada sobre imágenes 274
obscenas, el corazón acaba por estragarse, el pudor no combate más y cesa de intervenir. Entusiasmados por las máximas infames de sus libros, ustedes se abandonan al imperio de los sentidos; nada los detiene, ustedes no tienen otro freno además de un instinto brutal, otra regla que sus deseos, otra ocupación que atizar sus pasiones. Lo que torna el hombre entonces, oh Dios mío!, abandonado a la furia de sus inclinaciones, a las desordenes de su imaginación?481 Desde el punto de vista de la moral, los detractores de la novela hallaban varios problemas. Las narrativas enseñaban a hacer cosas reprobables: favorecían el contacto con escenas de adulterio, incesto, 481 “pourrions-‐nous espérer de conserver notre coeur pur et intact, en lisant
ces livres où tout réveille et inspire la volupté, où des peintures impures, des images lubriques enflamment les désirs, excitent les sens, révoltent la chair; où l’infamie des actions répond à l’infamie des paroles; où souvent l’art des gravures ajoute au scandale des aventures? c’est là que le crime passe pour foiblesse, la loi des noces pour un vain scrupule, la pudeur pour préjugé; c’est là que la femme chrétienne apprend à tromper les yeoux de son époux, à violer la sainteté du lit nuptial; l’époux, à rompre, comme des chaînes insupportables, les chastes liens du mariage que les Païens eux-‐mêmes respectoient. C’est là souvent, ô mon Dieu, qu’une jeunesse sans expérience vient étudier le crime et apprendre des secrets qu’elle ignoroit peut-‐être, et dont la connoissance entraînera bientôt sa perte. Sans doute que les effets de ces livres ne se font pas sentir à l’heure même; mais pour être tardifs, ils n’en sont que plus terribles: c’est un poison lent qui coule dans les veines, ronge insensiblement les entrailles, et finit par les dévorer entièrement; c’est un feu qui couve sous la cendre, et qui ne tarde pas à se transformer en un vaste incendie dont rien ne pourra arrêter la fureur. [...] A force d’arrêter vos regards sur des images obscènes, le coeur finit par se gâter, la pudeur ne combat plus, et cesse de s’effaroucher. Enhardis vous-‐mêmes par les maximes infames de vos livres, vous secouez le joug, vous vous abandonez à l’empire des sens; rien ne vous arrête, vous n’avez plus d’autre frein qu’un instinct brutal, d’autre règle que vos désirs, d’autre occupation que d’assouvir vos passions. Que devient l’homme alors, ô mon Dieu! livré à toute la fureur de ses penchans, à tous les désordres de son imagination?” MASSILON, op. cit., p. 8. 275
seducción, crímenes, haciendo que el lector aprendiera cómo llevar a cabo situaciones semejantes, cómo evitar riesgos, cómo burlar las leyes. Aunque no se practicaran los actos condenables representados en las novelas, su lectura provocaría sensaciones físicas poco recomendables en el lector, inflamando deseos, despertando la voluptuosidad, en definitiva, excitando los sentidos.482 Como si no bastara, ellas debilitarían los valores morales confiriendo un nuevo sentido a actos reprobables: en los textos, el crimen podría ser presentado como una debilidad, la castidad ser vista como una virtud innecesaria, la seducción un acto de amor. Los detractores de la novela imaginaban que el contacto con esas situaciones pecaminosas y con esas interpretaciones peculiares alteraría la percepción del mundo y el conjunto de valores por los cuales las personas deberían guiarse con el objetivo de no dar rienda suelta a sus peores impulsos. Las autoridades religiosas atacaron severamente el placer solitario (no sometido a las reglas de la lectura religiosa o escolar) que proporcionaba la lectura de novelas, por ser capaz de “corromper la inocencia y confundir a la virtud”483 o aún “inflamar las mentes y corromper los corazones de los lectores”.484 Un ejemplo bastante evidente es Moll Flanders, de Daniel Defoe: la historia de una ladrona, prostituta, adúltera e incestuosa.485 Los defensores de la novela dirían que la narrativa es presentada en el interior de una predicación moral bastante rígida, en la que el personaje relata sus errores para explícitamente mostrar al lector que su conducta no se debe imitar. Ya 482 Con relación a las respuestas físicas a la lectura de determinadas novelas ver el estudio de Jean-‐Marie Goulemot. GOULEMOT, Jean-‐Marie. Ces Livres qu'on ne lit que d'une main. Lectures et lecteurs des livres pornographiques du XVIIIe siècle. Aix-‐en-‐Provence: Alinéa, 1991. 483 MASSILON, op. cit., p. 9. 484 James Nelson, 1756. Apud: PROBYN, Clive. English Fiction of the Eighteenth Century (1700 -1789). Londres: Longman, 1994, p. 5. 485 DEFOE, Daniel. Moll Flanders. 1a edicción 1722.
276
los moralistas argumentarían que la victoria final de la protagonista, que logra un matrimonio estable y una posición financiera confortable, a pesar de la cantidad de “errores” cometidos, desequilibra esta predicación moral. Los lectores, además de entrar en contacto con hechos tan poco edificantes, percibirían que ella fue de alguna forma premiada al final del relato. El propio Defoe percibe esa contradicción, en el prefacio a Roxana dice haber tomado todo el cuidado posible para alejarse de indecencias y groserías, pero no podría garantizar los efectos que la lectura de la historia produciría: “si el lector utiliza de manera equivocada las figuras, la debilidad es solo de él.”486 Se imaginaba que este tipo de lectura sería aún más peligrosa cuando la realizan mujeres, ordinariamente regidas por la imaginación, inclinadas al placer y sin ocupaciones sólidas que las alejasen de las desórdenes del corazón. La lectura de novelas serviría solo para aumentar el imperio de los sentimientos y de la imaginación sobre su espíritu.487 Consideraciones de esta naturaleza son hechas, por ejemplo, en 1729, por Anne Therese Lambert, en su Avis d’une mère à son fils et à sa fille, en el que recomendaba lecturas a sus hijos e hijas. Mientras que a los jóvenes les aconsejaba solo la lectura de textos de Historia – para que conocieran los “grandes hombres” –, a ellas sugería el contacto con la Historia griega, latina y francesa, con “un poco de 486 “if the reader makes a wrong use of the figures, the wickednes is his own.”
DEFOE, Daniel, Roxana. Oxford: Oxford University Pres, 1991, p. 2. 1a edicción 1724. 487 Esas idéias correram o mundo. No México, no siglo XIX, o romancista Manuel Payno dizia que “una mulher que no sabe costurar y bordar es como un hombre que no sabe ler nem escribir.” Aunque a costura fose a atividad males importante, acreditaba haver algum proveito en los libros: “há mulheres a quem lhes causa tédio a mera visão de un libro – isto es mal –. Há outras que devoram quanta novela y papelucho cai en suas mãos – isto es pior –.” (Apud: STAPLES, Anne. “La lectura y los lectores en los primeros años de vida independiente”. In: Historia de le lectura en México. México, D.F.: Ediciones del Ermitaño, 1988, p. 105). 277
Filosofía”, con textos morales de Cicerón y Plinio y con Poesías. Las mujeres deberían ser lectoras, pero necesitaban huir de las novelas: La lectura de las novelas es más peligrosa: no me gustaría que se la utilizase mucho; ellas introducen el falso en el espíritu. La novela, no estando jamás asentada en la verdad, despierta la imaginación, debilita el pudor, pone en desorden el corazón; [...]No me gustaría, absolutamente, defenderlas; todas las defensas hieren la libertad y aumentan el deseo; pero es necesario acostumbrarse a las lecturas sólidas, que ornan el espíritu y fortifican el corazón: nunca es demás evitar aquellas que dejan impresiones difíciles de borrar.488 Criticando las novelas, Mme Lambert mostraba su eficacia, siendo las impresiones causadas durante la lectura “difíciles de borrar”. Casi 50 años después, la London Magazine insistía en la inadecuación de las mujeres con las novelas: Se debe tanto cuidar de los libros que una señora lee cuanto de sus compañías: pues si se concede que la audición frecuente de conversas licenciosas prepara naturalmente la mente para la aceptación de ideas corrompidas, no se puede negar que los libros en los cuales el amor es el único tema y las intrigas 488 “La lecture des Romans est plus dangereuse: je ne voudrois pas que l’on en
fit un grand usage; ils mettent du faux dans l’esprit. Le Roman n’étant jamais pris sur le vrai, allume l’imagination, affoiblit le pudeur, met le desordre dans le coeur; [...] Je ne voudrois point les défendre; toutes défenses blessent la liberté, & augmentent le désir; mais il faut autant qu’on peut s’accoûtumer à des lectures solides, qui ornenent l’esprit, & fortifient le coeur: on ne peut trop éviter celles qui laissent des impressions difficiles à effacer.” LAMBERT, Anne Therese M.C. Avis d’une mère à son fils et à sa fille. Paris: Ganeau, 1729, pp. 144-‐145. 278
amorosas la única ocupación de los atores sean más peligrosos incluso que las más compañías, ya que la narración de escenas lascivas podría chocar oídos aún no endurecidos por el vicio, cuando la representación ardiente pintada en una novela y leída en la privacidad del retiro, no puede dejar de excitar deseos y dejar vestigios impuros en la memoria.489 Con menos sutileza, pero en el mismo cuadro de referencias, el portugués Agostinho José de Macedo critica, en el ya comentado Motim Litterario, la lectura de novelas realizada por mujeres. El padre, siempre exasperado con las composiciones no religiosas, acredita que el mundo sería mejor sin libros. En un hombre con propuestas tan drásticas, nos admira su deseo de dejar subsistir dos novelas: Argenis, de Barclay y las Aventuras de Telémaco de Fénelon. En lugar de leer, las mujeres deberían ocuparse de actividades más elevadas: De que sirven, vuelvo a decir, tantas novelas, si no para ocupar ociosamente las mujeres, que se debían ocupar en barrer las casas y hacer medias y camisas para los tristes y pobres de los maridos, que les andan dejando el pan de los hijos? Aún los 489 “It is an incumbent a duty to attend to the books a lady reads, as to the
company she keeps; for if Itália is allowed, that frequent hearing of loose conversation naturally prepares the mind for the admittance of vicious ideas it cannot be denied but books in which love is the only theme, and intrigues the sole business of the actors, are more dangerous tran even bad company; since the recital of lascivious scenes might shock an ear not yet hardened in vice, when the warm representation painted in a novel, and read in the privacy of retirement, cannot fail in exciting desires, and leaving impure traces on the memory.” “Character and Effect of Modern Novels”, London Magazine, 1773. Apud VASCONCELOS, Sandra G. T. A formação do romance inglês: ensaios teóricos, Tese de Livre-‐Docência apresentada à Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo. São Paulo: 2000, pp. 92-‐93. Tradução de Sandra G. T. Vasconcelos. 279
hombres no advertirán de todo en el error que cometen, en consentir que las mujeres aprendan a leer y a escribir. Cuantas perturbaciones domesticas y públicas se hubiera evitado, como se conservaría la paz de las familias! Si las mujeres por si mismas, y con los huecos meollos, que les dio la naturaleza, se hacen tan intolerables, mucho más insoportables e impertinentes se vuelven con las letras, que aprenden, entonadas con las ciencias, se hacen unos de los mayores males de la sociedad humana.[...] Fuera para siempre con las novelas cortas y novelas, y queriendo la República mostrarse dócil, branda e indulgente les deje dos en pie por mucha misericordia: La Argenis de Barclay y el Telemaco de Fenelon, ambas llenas de grandes máximas políticas y de sublimes lecciones de moral.490 Todavía en el universo portugués, los peligros de la lectura femenina de novelas son ejemplarmente caracterizados en una novela escrita en el siglo XVIII, Viagens de Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e nas principais povoações dos Balinos, povos desconhecidos de todo o mundo, de Luis Caetano de Campos.491 Novela de gran acogida tanto en Portugal como en Brasil, que ocupaba, hasta 1807, el octavo lugar en la lista de las obras más referidas en los pedidos de autorización para enviar de libros a Río de Janeiro.492 La 490 MACEDO, Agostinho José de. Motim Litterario em forma de solilóquios. 3 a
edición emendada e accrescentada com a biografia do autor, hum catálogo das suas obras, e o juizo crítico d’ellas por Antonio Maria do Couto, professor de grego. Lisboa: Typ. de Antonio José da Rocha, 1841, tomo II, pp. 11-‐12. (1a edición em 1811, 4 tomos). 491 CAMPOS, Luis Caetano de. Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e nas principais povoações dos Balinos, povos desconhecidos de todo o mundo. Lisboa: 1790-‐93, 4 tomos. 492 Se registran 13 referencias en pedidos sometidos a la censura portuguesa até 1807 y 7 referencias en pedidos presentados entre 1808 y 1826. 280
historia, narrada en primera persona, presenta la vida, los viajes y aventuras de María Altina, desde el momento en que un cazador la encontró, todavía bebé, y la crió como su hija con una esmerada educación. Es particularmente interesante el pasaje en que Altina cuenta su formación como lectora. Aunque larga, la cita es exquisita: Para acostumbrarme a la lectura, mi Maestra [la madre] me dio algunos libros de Novelas. La Bella Maria, la Marianna, los Cuentos Morales de Marmontel y otras de este gusto, hicieron mi primera lección. El gusto con que yo devoraba estos libros, llenaba Maman de tanta satisfacción, que me dispensaba algunas veces de otras obligaciones, porque no conocía aún el paso falso que había dado, haciéndome leer libros de semejante naturaleza. Ella sabía que los enredos amorosos, de que estos libros abundan, no son peligrosos, cuando la naturaleza no entra también con alguna parte, lo que no había que temer en mi edad: el mal vino de donde ella menos lo esperaba. La semejanza, que yo juzgaba hallar entre yo y las heroínas de las historias que leía me hacía tomar tanto interés en sus éxitos, que era arrebatada con gusto, cuando las vía triunfantes y hijas de grandes Personajes. [...] La raridad del nombre Altina, que Mamá decía, no había oído aún; o ser hallada en un camino público, lo que también no era ordinario, el método de mi educación, que yo sabía ser diferente de lo de las otras chicas de Sevilla; y a mucha gente, que venía a casa, solo para me ver y admirar mi adelantamiento, eran otras tantas circunstancias que me hacían juzgar la heroína de alguna historia y por el menos hija de un “Catálogos: exame dos libros para saída do reino”, destino: Río de Janeiro, (RMC -‐ ANTT). 281
Duque, o de un Marques. Este delirio había entrado de tal modo en mi cabeza, que yo era ya menos atenta a las lecciones de Mamá y incluso parecía algunas veces inquieta y sobresaltada. Si golpeaban la puerta, yo iba como un rayo ver quien era, con la esperanza de que fuera un expreso buscándome. Un día, en que golpearon, en ocasión en que yo estaba dando lección, estremecí como una persona que se electriza; estremecimiento que confirmó a Mamá la desconfianza, en que ya estaba, de que yo tenía alguna cosa que me inquietaba [...] me lancé a sus abrazos, le contando con lágrimas en los ojos todo el efecto que las Novelas habían producido sobre mí; y mostrándome temerosa por no haber dicho luego una cosa que yo no quería ocultar, pero que una especie de vergüenza me había envergonzado de decir.493 En el periodo inicial de su formación lectora, Altina lee novelas con gusto y sufridamente, olvidada del mundo, dejando de hacer sus obligaciones. Aunque la narradora se presenta como una niña fascinada por los libros de su madre, se percibe entre línea la presencia de Luis Caetano de Campos, un intelectual de prestigio en Portugal en el siglo XIX. Así, los sufrimientos vividos por la niña ilustran una de las más recurrentes críticas a la lectura romanesca: su carácter escapista, alienador, su capacidad de transportar al lector a un mundo ingobernable porque es individual y fantasioso. La lectura extensiva y cotidiana de novelas es vista como un “paso falso”, que consiste en la identificación de la lectora con el destino de los personajes y en el placer propiciado por el éxito que tuvo el libro. El peligro de esta identificación es claramente presentado en el texto, ya que la niña no se contenta con soñar las historias de los protagonistas: se imagina como hija de un alto personaje y no se 493 CAMPOS, op. cit., pp. 36 -‐ 37.
282
acomoda más a su realidad. La narrativa de Altina sintetiza los más serios peligros percibidos por los detractores del género: la confusión entre realidad y ficción, favorecida por el hecho de que las novelas insistentemente se declaran verídicas; la frustración con relación a la propia vida, juzgada poco interesante cuando es comparada con las narradas; el deseo de hacer, en la vida real, lo mismo que hacen los personajes. En el caso de Altina, el peligro estaba en su deseo de pertenecer a la nobleza. En otros textos, de temática amorosa o sexual, el deseo de transponer para la vida lo que se lee en los textos torna la lectura aún menos recomendable. Es por ello que la chica refiera que: “Ella sabía que los enredos amorosos, de que estos libros se componen en abundancia, no son peligrosos, que no había que temer en mi edad.” Aunque se relacione con los detractores del género, Luis Caetano de Campos escribió una novela creando una curiosa situación de “auto-‐repudio”. Esa ambigua posición hace que, además de presentar los peligros de la lectura, defienda el género. Es lo que hace la madre de Altina al hacer sus ponderaciones sobre el carácter ficticio de las narrativas, intentando distinguir mentira y ficción: acostumbrada a mirar la mentira con el horror que ella merece, tú no debías suponer que los Autores de los libros que te di fueran capaces de mentir y tomando como reales las heroínas imaginarias de que ellos se sirven para inspirar la virtud, era natural que mirándote en circunstancias que tienen semejanzas con las de ellas, te juzgaras ya en el principio de una carrera que esperabas, terminara, con poca diferencia, del mismo modo. La Bella Maria, la Marianna y todas las otras, que tienen te interesado, nunca existieron. Como la mayor parte de la gente, principalmente a la Mocedad le gusta de leer historias, los Escritores buscan este medio, para conducir los que las leen la 283
virtud, les moviendo a sentimientos de compasión para las infelicidades de sus semejantes. El interés que la compasión nos hace tomar en la suerte de los infelices, produce en nosotros el deseo de saber como ella termina y conducidos de acontecimiento en acontecimiento, nosotros leemos regularmente cualquier de estas historias con tanto apetito, que parecemos sin sosiego mientras no llegamos al fin para saber el último éxito de las personas que nos interesan. Es por esta razón que ellas acaban siempre triunfantes porque el fin de los Autores que las imaginan quedaría iludido, si no nos mostraran el triunfo de la virtud sobre el vicio. En esos términos, supongo decir lo que no es, sea mentir, tomando las cosas según su verdadera significación, con todo, las mentiras de esta calidad dejan de ser miradas de esa forma por la misma razón de que se reputan generalmente conocidas de todo el Mundo; y por el buen final para que son imaginadas.494 La madre se confunde al intentar explicar por qué las mentiras narradas en novelas no son como las otras: “por la misma razón, de que se consideran generalmente conocidas de todo el Mundo”. Ella escapa de la confusión que el carácter moral de las historias propicia: el “buen fin en que son imaginadas” les perdona la ausencia de la verdad. En la misma situación se encuentra Mme Leprince de Beaumont, en Thesouros de Meninas, por querer, de una sola vez, condenar la falsedad y enseñar por medio de relatos de ficción. Como solución al problema creó un diálogo entre la preceptora Bonna y la niña Mary antes de contar la primera historia: Mary: -‐ ¿ Y qué diferencia hay entre cuento e historia? 494 CAMPOS, op. cit., pp. 38 -‐ 40.
284
Bonna: -‐ Mucha, chica, porque historia es una cosa verdadera y cuento es una cosa falsa, que se escribe o se cuenta para entretener a la gente moza. Mary: -‐ ¿ Así los que escriben esos cuentos, como dicen cosas falsas, son mentirosos? Bonna: -‐ No, chica; porque mentir es querer engañar; y como elles advierten que son cuentos, no quieren engañar a nadie.495 Tanto la preceptora como la madre de Altina tienen dificultades en justificar el hecho de que ellas mismas presenten narrativas de ficción a los niños, intentando de manera confusa alejar ideas falsas de las historias que narran lo que se propone como lectura. La forma de evitar los peligros propios del contacto con este tipo de narrativa es presentada en los dos textos. Bonna intenta controlar los sentimientos de las niñas: Bonna: -‐ Di, Sensata, a estas chicas lo que se debe hacer después que se aprende u oye alguna historia. Sensata: -‐ Vos me habéis dicho que se debe examinar los vicios y las virtudes de aquellos de quien se leen las historias, para evitar los mismos errores y practicar sus virtudes.496 La madre de Altina deja que la chica continúe leyendo, pero empieza a hacer supervisiones sobre su lectura, controlando su interpretación de los textos y mostrando el carácter fantasioso del enredo: “pidiéndome cuentas todos los días de lo que leí y haciéndome 495 BEAUMONT, Pauline de Montmorin, Mme Leprince de. Thesouro de Meninas, ou Dialogos entre huma sabia aia, e suas discipulas da primeira distinção,... Composto na lingua francesa por..., traduzido na lingua portugueza, e offerecido a Ill.ma e Exc.ma Senhora D. Leonor Ernestina Dhaum, marqueza de Pombal por Joaquim Ignacio de Frias. Nova Edición, Adornada com oito estampas. Río de Janeiro: Typogrphia de J.J. Barroso e Comp, 1838, pp. 13-‐14. 496 BEAUMONT, op. cit., pp. 48-‐49.
285
percibir la ficción en muchas partes donde no se puede ocultar.” Con eso, ella “cura el mal con el mismo veneno”, o sea, deshecho el pacto ficticio y quebrada la posibilidad de identificación, la novela pierde su eficacia y la chica puede pasar a “una lectura más instructiva”. La lectura de novela es presentada como actividad femenina, indicada de madre/maestra a hija/discípula. Eso queda aún más evidente cuando se comentan las lecturas del padre y la separación entre sus libros y los de la madre. Separación que no es metafórica sino concreta: los libros de la madre están encerrados en un baúl mientras los del padre son expuestos en estantes. Después de la muerte de la madre, la chica pierde acceso a las novelas, ya que su padre le recomienda otro tipo de lectura: Esa librería, que ahí ves, es pequeña, pero escogida, tú encontrarás en ella las obras de los mejores Escritores Españoles. Feijóo, Gracian, Solis y Cervantes, no ceden, cada un en su género, a los más célebres Escritores de la Europa. Después de esto, perdiendo toda la esperanza de leer los libros de Mamá, que yo juzgaba mejores de que los que él elogiaba, me acerqué a la estante y saqué un octavo, que sucedió ser el D. Quijote. Lo leí con grande gusto, no porque estuviera en estado de juzgar una obra que se reputa hoy la mejor de Europa en su género, pero porque los libros de este gusto son regularmente agradables a las personas de mi edad.497 Hay patrones de calificación de textos diferenciados en función del sexo, ya que el padre desprecia los libros de la madre, mientras la chica los “juzgaba mejores que los que él elogiaba”. Pero no se trata de universos completamente aislados, pues la niña transita por los dos y lo hace justamente a partir de D. Quijote, que, al satirizar las novelas de 497 CAMPOS, op. cit., pp. 45 -‐ 46.
286
caballería es considerado por algunos críticos como el iniciador de la novela moderna. Si la madre de Altina hubiese leído la London Magazine, seguramente evitaría muchos inconvenientes, ya que allí se aconsejaba que: Las novelas no solo corrompen las imaginaciones de las jóvenes, pero igualmente les dan falsas ideas sobre la vida, lo que muy frecuentemente las hace actuar de modo inadecuado, debido al cambio romántico en el modo de pensar que ellas asimilan de sus estudios favoritos. Leen sobre personajes que nunca existieron y nunca podrán existir; y cuando todo el ingenio e invención de una fantasía son usados para pintar un joven perfecto de cuerpo y mente, es casi imposible para una joven evitar enamorarse por un fantasma y quedar descontente con la porción de mortalidad de quien ella se casa después y descubre, para su gran desaliento y mortificación, no actuar como imagen que su afección había adornado para su visión.498 Aún más cautelosos fueron los redactores de los “Estatutos do Colegio de Educación de Meninas”499 de Bahía, que en el capítulo “Sobre las obligaciones de la segunda Maestra”, prohíben la lectura de novelas: Enseñará a las Chicas a leer, hablar y escribir en portugués según los principios de Gramática y Ortografía, cuyas lecciones las hará dar metódicamente, como también de Historia Profana 498 “Character and Effect of Modern Novels”, London Magazine, 1773. Apud: VASCONCELOS, op. cit., pp. 92 -‐ 93. Traducción de Sandra G. T. Vasconcelos. 499 Agradezco a Ana Virgínia Pinheiro la indicación y trascripción del documento.
287
principalmente las de los nuestros Reinos, y País, y además de estos libros le podrá permitir la lectura de los honestos, de preferencia los que trataren de educación y civilidad, nunca Novelas, anatomías y otros libros semejantes y para facilitar más el aprendizaje de esta Arte usará el compendio compuesto positivamente para uso de este Colegio.500 Los peligros provocados por la seducción de la novela – la incitación al vicio y el destierro de la virtud – fueron identificados y combatidos en muchos lugares del mundo con diferentes armas501, pero sin mucho éxito. A lo largo del siglo XVIII e inicios del XIX, el género se fue gradualmente afirmando, no sólo entre las preferencias del público sino también en la crítica autorizada.502 Las ventajas de la lectura de novelas Al mismo tiempo que mucha tinta se gastaba en escritos contra las novelas y contra sus lectores, textos tan apasionados, como los producidos por los detractores del género, son puestos en circulación con el objetivo de su defensa y promoción. Esta defensa consistió en contestar a las dos objeciones centrales levantadas por los críticos: el 500
“Estatutos do Collegio de Educação de Meninas, denominado de ‘Nossa Senhora dos Humildes’ fundado pela beneficencia de seus Devotos e Padre Ignacio dos Santos, e Araujo, e outros em honra do Desaggravo do Santissimo Sacramento na Villa de Santo Amaro da Purificação na Capitania da Cidade da Bahia no anno de 1813”. 34 f. mss. Provisão de D. João VI, de julho de 1817. Cópia autenticada, de 1817, fl. 17. 501 En Francia, la producción y circulación de novelas nacionales y extranjeras llegaron a ser prohibidas entre 1737 y 1750. El propositor y entusiasta de la prohibición fue el padre Charles Porée, autor de De Libris qui vulgo dicunter romaneses oratio habita. op. cit. 502 Los ataques a las novelas son también estudiados por Sandra Vasconcelos en “Un género de mala reputación”, op. cit. 288
atentado al gusto y el atentado a la moral. Es más, parte de los defensores percibió que algunos críticos se fijaban en el hecho de que la novela no estaba entre los géneros previstos en la Poética o en la Retórica. La solución imaginada por ellos fue encontrar su lugar en las preceptivas. Germain-‐Hyacinthe de Romance de Mesmon no tuvo dudas: Una Novela es un gran Drama y yo me asusto frecuentemente con el hecho de que no se aplique a él, con más frecuencia, la famosa división de Aristóteles que no se tenga comprendido que el terror y la piedad tienen más lugar en esas composiciones de que el amor.503 Esa idea conquistó menos adeptos que la que asociaba la novela a la épica. La voluntad de acercar los dos géneros parece que se difundió a partir de la formulación de Pierre-‐Daniel Huet que, aunque percibiera diferencias entre los dos, recuperó en Aristóteles una definición que haría fortuna: “el Poeta es más Poeta por las ficciones que inventa que por los Versos que compone, de modo que se puede incluir a los compositores de novelas entre los Poetas.”504 Por vías 40 “Un Roman est un grand Drame, & je me suis souvent étonné qu’on n’y ait
pas appliqué plutôt la fameuse division d’Aristote, qu’on n’ait pas compris que la terreur & la pitié entrent aussi bien & mieux que l’amour dans ces compositions.” ROMANCE DE MESMON, Germain-‐Hyacinthe de. De la lecture des romans, fragment d’un manuscrit sur la sensibilité. Paris: chez la Veuve Pion, 1785, 2a edición ampliada, p. 24. 1a edición en 1778. 504 “le Poëte est plus Poëtes par les fictions qu’il invente, que par les Vers qu’il compose, on puisse mettre les faiseurs de Romans au nombre des Poëtes.” HUET, Pierre-‐Daniel. Lettre de Monsieur Huet à Monsieur de Segrais sur l’origine des romans. Paris: s/d, p. 6. Primeira versão do texto publicada em HUET, Pierre-‐Daniel. “De l’origine des romans”, prefácio a Zaïde, de Madame de La Fayette, 1670. Según Antonio Candido, el primero crítico a defender la posibilidad de poesía sin verso fue el italiano Robortello, traductor y comentador de Aristóteles, en 289
indirectas encuentra un parentesco lejano entre la épica y la novela, suficientemente fuerte para enaltecer el nuevo género. Bruzen de la Martinière va más lejos al afirmar que “las reglas del poema épico deben ser observadas [en las novelas] pero considerando que los asuntos son muy distintos”, una vez que en los textos épicos el amor ocupa un lugar secundario, dejando en evidencia los comportamientos nobles, heroicos e instructivos. “Con relación a los otros aspectos, dice él, las novelas no son nada menos que poemas épicos, es decir, igualmente verdaderos para los antiguos y para los modernos.”505 La aproximación entre la epopeya y la novela también está presente en el famoso prefacio de Henry Fielding a Joseph Andrews, que reproduce a Huet y afirma que la diferencia reside en que la novela no es metrificada. Contiene además otros componentes del poema épico, como la fábula, la acción, los personajes, los sentimientos y la dicción, “parece, creo yo, razonable, tratarla como épico; al menos ningún crítico pensó ser apropiado ponerla bajo otra designación o halló un nombre particular a ese género.”506
texto publicado en Florenza en el año de 1548. (CANDIDO, Antonio. “O Patriarca” y “Timidez del Novela”. In: Educação pela Noite & outros ensaios. São Paulo: Ática, 1989, 2a edición, p. 72 a 82.) En Francia, durante el siglo XVII, se empleaba el término “poeta” para designar el autor de textos artísticos escritos sea en prosa, sea en verso. (VIALA, op. cit., pp. 273 -‐ 276). 505 “les régles du poéme épique devroient y être observées; mais avec cette différence que le sujet en doit étre très-‐différent. [...] Au reste les Romans ne sont rien moins que des poémes épiques à bien juger; & cela est également vrai des anciens & des modernes.” BRUZEN DE LA MARTINIÈRE. Introduction generale à l’étude des Sciences et des Belles Lettres, en faveur des personnes qui ne savent que le François. La Haye: chez Isaac Beauregard, 1731, pp. 178 -‐ 187. 506 “it seems, I think, reasonable to refer it to the epic; at least, as no critic hath thought proper to range it under any other head, nor to assign it a particular name to itself”. FIELDING, Henry. Joseph Andrews: London, Penguin Books, 1985, p. 24. En la primera edición el libro se intitula The History of the Adventures of Joseph Andrews, and his friend Mr Abraham Adams. Written in 290
El esfuerzo de los autores iba hacia la definición de un género nuevo (no mencionado en los tratados clásicos y aparentemente amorfo), para el que había que encontrar un modo de hacerlo partícipe de la tradición. Un objetivo semejante, buscado por vías distintas, animó a aquellos que intentaron distinguir la novela moderna de la novela antigua o romanesca (o, en términos ingleses, diferenciar novel de novela), dejando para el antiguo parte de las críticas recibidas por el moderno.507 Muchos asumen esa estrategia, pero Clara Reeves parece haber sido la que fijó los términos de la comparación. En su libro The Progress of Romance, publicado en 1785, crea un diálogo ficticio entre Euphrasia y Sophronia, en el que se discuten las diferencias entre novel y novela, conceptos que, según Euphrasia “son muy confundidos recientemente y son frecuentemente tomados uno por el otro”. Solicitada por Sophronia para “trazar una línea divisoria capaz de separarlos efectivamente, de modo que evitase errores futuros”, Euphrasia elabora una definición que contempla los puntos fundamentales de cada composición: El romance es una fábula heroica que trata de personas y cosas fabulosas. – La Novela es una pintura de las costumbres y de la vida real del tiempo en que estaba escrita. El romance describe, en lenguaje sublime y elevado, lo que nunca ocurrió ni podría haber ocurrido. – La Novela hace una narración familiar de las cosas que ocurren todos los días delante de nuestros ojos, de la forma como podrían ocurrir a un amigo nuestro o a nosotros mismos; y su perfección está en representar cada escena de una manera tan fácil y natural, haciendo con que ella parezca tan Imitation of The Manner of Cervantes, author of Don Quijote. London: Printed for A. Millar, 1742, 2 volumes. 507 Según Sandra Vasconcelos (op. cit.) la preocupación en distinguir novel y novela se inaugura con Congreve, en prefacio escrito en 1691 y publicado en 1713. 291
probable, a punto de nos engañar y persuadir (al menos mientras la estamos leyendo) de que todo es real, hasta que seamos afectados por las alegrías y tristezas de las personas de la historia, como si ellas fueran nuestras propias.508 Clara Reeves elaboró una definición para la novela que se repetirá hasta agotarse: una narrativa, centrada en la vida real, cercana al lector en el tiempo y en el espacio, que trata de cosas que pueden suceder a cualquiera en su vida cotidiana, escrita en lenguaje común, elaborada de forma que pueda convencer al lector de que la historia relatada realmente ocurrió, que puede provocar en los receptores la identificación con las con las conductas y emociones de los personajes si ocupasen su lugar en la vida. Reeve desterró la carga peyorativa asociada al término fabuloso (mentiroso) asociándola a los romances, así como había hecho Pierre-‐Daniel Huet al diferenciar novela de fábula recurriendo a las formulaciones aristotélicas, para distinguir “lo que podría haber sido pero no fue o pasó”.509 En la entrada del nuevo siglo, Mme de Staël recuperó la definición de Clara Reeve al dedicar algunas páginas de su libro De la
508
“The Romance is an heroic fable, which treats of fabulous persons and things. -‐ The Novel is a picture of real life and manners, and of the times in which it is written. The Romance in lofty and elevated language, describes what never happened nor is likely to happen. -‐ The Novel gives a familiar relation of such things, as pass every day before our eyes, such as may happen to our friend, or to ourselves; and the perfection of it, is to represent every scene, in so easy and natural a manner, and to make them appear so probable, as to deceive us into a persuasion (at least while are reading) that all is real, until we are affected by the joys or distresses, of the persons in the story, as if they were our own.” REEVE, Clara. The Progress of Romance. Colchester: W. Keymer, 1785, p. 111. 509 “les Romans sont des fictions de choses qui ont pû estre, & qui n’ont point esté : & les Fables sont des fictions de choses qui n’ont point esté, & n’ont pû estre.” HUET, op. cit., p. 11. 292
littérature, a la novela.510 Ella trató de la misma contraposición entre romance y novela presentada por Reeve, afirmando que los “romances medievales” se caracterizan por el recurso a lo maravilloso y alegórico, ocupándose de héroes de tiempos pasados, mientras las novelas modernas se fundaban exclusivamente en la invención de personajes y acontecimientos de la vida privada, dando especial relieve a las cuestiones amorosas. Los antiguos romances franceses, según ella, narraban aventuras de caballería que no tenían ninguna relación con los eventos de la vida cotidiana de los lectores, mientras las novelas modernas de inspiración inglesa presentaban como tramas los sentimientos privados y la fuerza del amor. En el tema y en su relación con el público estaría la mayor novedad de las novelas modernas: presentar situaciones familiares al lector. La comparación entre lo romance y la novela tenía una doble ventaja para aquellos que pretendían defender la novela moderna. Postulando que ella habría nacido de las entrañas del romancesco, era posible asociarla a un género antiguo y dejar de considerarla la recién llegada al mundo de las letras.511 Pero la comparación permitía también postular un perfeccionamiento del género que tendría superado los defectos que conducirían el romanesco a la inverosimilitud y a la prolijidad. Además de esta contraposición, Mme de Staël recuperó un nuevo término en la comparación, distinguiendo la novela francesa de la inglesa: La Nova Heloisa es un escrito elocuente y apasionado que caracteriza el genio de un hombre y no las costumbres de la nación. Todas las otras novelas francesas que amamos, las 510 STAËL-‐HOLSTEIN, Germaine Necker, Mme de. De la Littérature. Paris: Flammarion, 1991. 511 Con respecto a las discusiones sobre los orígenes de la novela, ver ROBERT, Marthe. “Porquoi le roman?”. Roman des origines et origines du roman. Paris: Gallimard, 1972.
293
debemos a la imitación de los Ingleses. Los asuntos no son los mismos, pero la manera de los tratar, el carácter general de este tipo de invención, pertenece exclusivamente a los escritores ingleses. Fueron ellos los primeros a creer que bastaría un cuadro das afecciones privadas para interesar el espíritu y el corazón del hombre; que ni el esclarecimiento de las personajes, ni la relevancia de los intereses, ni lo maravilloso de los eventos era necesario para cautivar la imaginación y que había en la fuerza de amar recursos para renovar sin cesar los cuadros y las situaciones, sin jamás perder la curiosidad. Son los Ingleses en fin que hicieron de las novelas obras morales, en las cuales las virtudes y los destinos obscuros pueden encontrar motivos de exaltación y criar un tipo de heroísmo.512 Ella no se limitó a comentar los temas propios de las novelas, sino también discutió algunas cuestiones formales. Al tratar la composición de las novelas inglesas, se quejaba del longueur de ciertos pasajes, refiriéndose ciertamente a las copiosas descripciones de 512
La Nouvelle Héloïse est un écrit éloquent et passioné, qui caractérise le génie d’un homme, et non les moeurs de la nation. Tous les autre romans français que nous aimons, nous les devons à l’imitation des Anglais. Les sujets ne sont pas les mêmes; mais la manière de les traiter, mais le caractère général de cette sorte d’invention appartiennent exclusivement aux écrivains anglais. Ce sont eux qui ont osé croire les premiers qu’il suffisait du tableau des affections privées, pour intéresser l’esprit et le coeur de l’homme; que ni l’illustration des personnages, ni l’importance des intérêts, ni le merveilleux des événements n’étaient nécessaires pour captiver l’imagination, et qu’il y avait dans la puissance d’aimer de quoi renouveler sans cesse et les tableaux et les situations, sans jamais lasser la curiosité. Ce sont les Anglais enfin qui ont fait des romans des ouvrages de morale, où les vertus et les destinées obscures peuvent trouver des motifs d’exaltation, et se créer un genre d’héroïsme.” STAËL-‐HOLSTEIN, op. cit., pp. 243 -‐ 245. 294
paisajes, cenas urbanas y estados de espíritu y también a las estrategias de repetición ya dichas. Esta prolijidad, algunas veces fatigosa, sería recompensada, según ella, por la dimensión moral de las novelas. Diderot, en su célebre Éloge de Richardson, trató de la misma cuestión, aunque discordara de Mme de Staël creyendo que la abundancia de detalles era esencial. Al reconocer que muchos lectores y críticos se aburrían con las minucias de las narrativas, él las justificaba con el recurso a argumentos más próximos a la realidad, haciendo que el lector conociera cabalmente los personajes y los escenarios. Decía que por medio de los detalles se logra la individualización de los personajes, la distinción de los tipos: Hay cuarenta [personajes] en Grandison, pero lo que es asombroso es ver que cada un tiene sus propias ideas, su expresión facial, su tono de voz y que esas ideas, expresiones y tonos cambian de acuerdo con las circunstancias, intereses y pasiones, como se ve, se suceden un después del otro, en un mismo rostro, las diferentes expresiones de las pasiones.513 La intimidad del lector con el personaje sería aún mayor, ya que las descripciones detalladas permitirían también que él conociera los lugares por dónde se movían. Diderot llegó a afirmar que “yo conozco la casa de los Harlow como conozco la mía; la casa de mi padre no me 513 “Il y en a jusqu’à quarente dans Grandisson; mais ce qui confond d’étonnement, c’est que chacun a ses idées, ses expressions, son ton, et que ces idées, ces expressions, ce ton varient selon les circonstances, les intérêts, les passions, comme on voit sur un même visage les physionomies diverses des passions se succéder.” DIDEROT, Denis. “Éloge de Richardson”. In: Oeuvres, Tomo IV. Paris: Édition Robert Laffon, 1996, p. 162, 1a edición: 1761. Diderot refere-‐se à obra de Richardson, Sir Charles Grandison, cuja primeira edición é de 1753-‐54.
295
es tan familiar cuanto la de Grandison.”514 De esta manera, las novelas harían a los lectores más próximos a los personajes. Los argumentos de Diderot no fueron suficientes para convencer a aquellos que se aburrían con las novelas de Richardson. Jean François La Harpe está entre los que se irritaron con “la multitud de personajes” “inútiles o indiferentes”, con la “multitud de agentes subalternos”. Menos paciencia aún demostraba tener con las minucias de la narrativa: Pero lo que él [Richardson] menos conoció fue la medida de los detalles. ¡Qué! llegamos a la mitad de su obra y la acción aún no dio un paso! ¡Que! ¿las persecuciones de la familia Harlowe y la resistencia de Clarisse ocupan tres grosos volúmenes sin que haya un hecho, un evento, una revolución? Todo ese inmenso espacio es rellenado por cartas de treinta personajes que repiten cien veces la misma cosa, cada segundo su manera de ver y de pensar y esta enorme prolijidad, este intolerable parloteo será tomada por fecundidad del genio! Yo pido más una vez disculpas a los que admiran eses arrastramientos, pero yo no puedo ni compartir de sus placeres ni comprender sus razones. Ellos suponen que esa multitud de detalles establece la verdad y aumenta el interés. Ni un ni otro. [...] Faltó, por lo tanto, a Richardson una condición esencial e indispensable para escribir bien y para hacer un buen libro: saber parar.515 514 “je connais la maison des Halove comme la mienne; la demeure de mon père ne m’est pas plus familière que celle de Grandisson.” DIDEROT, op. cit., p. 161. 515 “Mais ce qu’il a connu moins que tout le reste, c’est la mesure des détails. Quoi! l’on arrive à la moitié de son ouvrage, et l’action n’a pas encore fait un pas! Quoi! les persécutions de la famille Harlove et la résistance de Clarisse occupent trois gros volume sans qu’il y ait un fait, un evénement, une révolution? Tout cet immense espace est rempli par des lettres de trente
296
Las diferentes expectativas de cada un texto producía juicios totalmente opuestos. La Harpe se guiaba por los principios clásicos de composición y evaluaba los géneros modernos como forma de decadencia de las Bellas Letras. Diderot, un entusiasta de la novela y admirador de Richardson, buscaba las más variadas formas de justificar los longuers de las novelas. Además de hacer que personas y lugares fuesen familiares a los lectores. Los detalles parecían ser una forma de retardar la solución de los problemas. Si un personaje sufría, no puede sufrir poco; la situación tenía que ser largamente descrita y presentada, para incrementar la emoción del lector y posibilitar su identificación con la misma. Llevando la trama a su límite máximo, hasta su resolución, el efecto de liberación de emociones sería sentido con más fuerza por el lector, que se olvidaría – por el enlace de la situación – de que se trataba de ficción. No es sorprendente por lo tanto que Diderot considerara que esas narrativas minuciosas serían capaces de superar la realidad. En la vida entramos en contacto con una multitud de hechos y vemos un cúmulo de escenas sin que ellas en nos toquen especialmente, sin que las percibamos, a veces, en las novelas. Los detalles triviales son articulados para la consecución de un fin; por ello la novela persigue una representación organizada e interpretada de la realidad. El Marqués de Sade, en un texto publicado en 1800, llevó aún más lejos el personnages qui répètent cent fois la même chose, chacun suivant sa manière de voir et de penser, et cet énorme verbiage, cet intolérable babil passera pour la fécondité du génie! J’en demande pardon encore une fois à ceux qui admirent ces longuers; mais je ne puis ni partager leurs plaisirs ni goûter leurs raison. Ils prétent que cette multitude de détails établit la vérité, et ajoute à l’intérêt. Ni l’un ni l’autre. [...]Il a donc manqué à Richardson une condition essentielle et indispensable pour bien eçrire et pour faire un bon livre, de savoir s’arrêter.” LA HARPE, J. F. Lycée, ou cours de littérature ancienne et moderne. Paris: chez H. Agasse, 1799 (An VII), pp. 261 -‐ 262. 297
argumento proponiendo que la lectura de esas narrativas sería superior a la experiencia real, ya que en la vida “las máscaras” nos impedirían conocer efectivamente a las personas. Las novelas, al contrario, tratarían justamente del corazón humano, su función sería disecar y presentar lo que pasa en el interior de los hombres, lejos de las apariencias, haciendo un retrato “mucho más interesante y al mismo tiempo mucho más verdadero”.516 El compromiso con la verdad alejaría, según el marqués, la presencia de lo imposible, pero no la de la imaginación, que debería ser usada para “ornar y tornar maravilloso” lo real. Parecían tenues los límites entre veracidad y verosimilitud: el lector sería llevado a bucear en un mundo parecido al suyo, pero que se regía por reglas propias, tan bien articuladas que el contrapunto con el verdadero perdería sentido. No es sin motivo, por tanto, que algunos lectores no lograran distinguir realidad de ficción. Según Diderot, una amiga suya, señora “de un gusto y de una sensibilidad poco comunes”, se preocupó tanto con la historia de Grandison, que acababa de leer, que pidió a un conocido en viaje a Londres: “yo vos pido que busquéis, de mi parte, por miss Émile, M. Belford y sobretodo por miss Howe, si ella aún está viva.”517 En los Estados Unidos, en el inicio del siglo XIX, algunos lectores fueron más lejos y crearon un túmulo para Charlotte Temple, personaje del primero best seller americano: Charlotte, a tale of truth, escrito por Susanna Haswell Rowson en 1791. Según Cathy N. Davidson, hasta la mitad del siglo XX, “ese túmulo verdadero de un personaje ficticio 516 SADE, D. A. F. “Idée sur les romans”, In: Les crimes de l’amour, nouvelles héroïques et tragiques. Paris: 1800 (an VIII), vol I., pp. 30-‐31. 517 “Un jour, une femme d’un goût et d’une sensibilité peu commune, fortement préoccupée de l’histoire de Grandisson qu’elle venait de lire, dit à un de ses amis qui partait pour Londres: “Je vous prie de voir me part miss Émilie, M. Belford, et surtout miss Howe, si elle vit encore.” DIDEROT, op. cit., p. 164.
298
recibió mucho más visitantes de que los túmulos de Alexander Hamilton o Robert Fulton, allí vecinos.”518 Susanna Rowson nunca negó la autenticidad del túmulo, erigido mientras ella estaba viva, insistiendo que la historia por ella narrada era real. Otra preceptiva: escritura y lectura de novelas La dificultad en distinguir entre realidad y ficción puede ser acreditada por la ingenuidad de los lectores, pero también contribuían las estrategias empleadas por los romancistas para conferir veracidad a los enredos del relato. Incluso las más fantásticas historias sobrenaturales podrían ser presentadas como extraídas directamente de la realidad, como lo hizo Daniel Defoe en uno de los prefacios a sus “True Ghost Stories”: Este relato es verdadero y involucrado en tales circunstancias que pueden llevar a cualquier hombre sensato a creer en él. Un caballero, un juez de paz en Maidstone, en Kent, y persona muy inteligente, envió a un amigo suyo en Londres, tal como está aquí presentado; el texto es certificado por una señora muy sobria y esclarecida, pariente del infeliz caballero, la cual vive en Canterbury, a unas pocas puertas de la casa en que vive la Señora Bargrave, citada en el relato. El juez de paz cree que su pariente es de espíritu tan experto que nunca se dejaría engañar por cualquier fraude. Ela le garantizó positivamente que la historia toda, bien como está aquí relatada y escrita, es enteramente verdadera e igual a que ella misma oyó, aproximadamente en las mismas palabras, de la boca de la 518 DAVIDSON, Cathy N. “The life and times of Charlotte Temple – the biography of a book”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org) Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989, p.168.
299
propia Señora Bargrave, la cual, ella sabe, no tenía razón alguna para inventar y divulgar tal historia, ni deseo de forjar y contar una mentira, ya que es una mujer tan honesta y virtuosa y su vida un ejemplo, como lo es, de piedad.519 Para garantizar la veracidad de la narrativa, Defoe usaba procedimientos empleados por muchos de los romancistas: afirmar no ser él el autor sino un mero difusor de la historia, que le fue transmitida por un conocido; dar nombre, dirección y profesión (respetable) de los involucrados; reproducir el modo de circulación de las narrativas en lo cotidiano (uno se lo contó a él, que, a su vez, se lo contó a otro); certificar que el narrador inicial vivió la historia y conoció los personajes; garantizar la idoneidad del narrador. La manera simple de escribir las novelas también parecía contribuir para que el lector no se sintiera delante de un texto trabajado, pero en contacto con la realidad. Según Diderot, los mejores momentos de Richardson eran aquellos escritos “sin ninguna afectación, sin ningún esfuerzo evidente, con una apariencia de verdad 519 “The Preface. This relation is matter of fact, and attended with such circumstances, as may induce any reasonable man to believe it. It was sent by a gentleman, a justice of peace, at Maidstone, in Kent, and a very intelligent person, to his friend in London, as it is here worded; which discourse is attested by a very sober and understanding gentlewoman, a kinswoman of the said gentleman's, who lives in Canterbury, within a few doors of the house in which the within-‐named Mrs. Bargrave lives; who believes his kinswoman to be of so discerning a spirit, as not to be put upon by any fallacy; and who positively assured him that the whole matter, as it is related and laid down, is really true; and what she herself had in the same words, as near as may be, from Mrs. Bargrave's own mouth, who, she knows, had no reason to invent and publish such a story, or any design to forge and tell a lie, being a woman of much honesty and virtue, and her whole life a course, as it were, of piety.” DEFOE, Daniel. La Relation of the Apparition of Mrs. Veal. In: SCOTT, Walter (org.) The Novels and Miscellaneous Works of Daniel De Foe, vol. 5. Oxford: D.La. Talboys, 1840. 1a edicción: 1706.
300
que no se puede imaginar.”520 El mismo decía Rousseau en La Nova Heloisa cuando justificaba el estilo de las cartas cambiadas por Julie y Saint Preux alegando que ellas no tenían ningún refinamiento literario porque eran verdaderas – lo que le parecía una virtud, pues así ellas penetrarían directamente en el espíritu del lector.521 En los textos clásicos canónicos, el interés de los temas ocupaba un lugar secundario en relación a la construcción formal. Respecto a las novelas, la forma pretende ser translúcida sin oponer resistencia a la aproximación de los dos polos de interés: el real y el alma (o el corazón) del lector. Baculard D’Arnaud explicita su deseo como autor: Yo pretendí interesar por la simplicidad, por el sentimiento, persuadido que el lenguaje que lo exprime es de todos los tiempos y de todos los gustos. No se percibirá en mi estilo ninguno de estos matices delicados que no son percibidos sino por los ojos del espíritu. Yo quise decir a los corazones y no atraer elogios.522 La lectura ortodoxa prevista en este tiempo suponía, como vimos, un conjunto de reglas de bien escribir y un sistema de comparación de textos que colocaba cada obra en el interior de una red de escritos que permitían su justa evaluación. Nada podría ser más extraño que el universo de las novelas, en el cual el lector ocupaba el 520 DIDEROT, op. cit.
521 ROUSSEAU, Jean-‐ Jacques. Julie ou la nouvelle Héloïse. Paris: GF – Flamarion, 1967. 1a edición 1761. 522 J’ai aspiré à intéresser par la simplicité, par le sentiment, persuadé que le langage qui l’exprime est de tous les tems, et de tous les goûts. On n’appercevra dans mons style aucune de ces nuances délicates, qui ne sont saisies que par les yeoux de l’esprit. J’ai voulus parler au couers, et non m’attirer des éloges. D’ARNAUD, F. T. Baculard. Oeuvres de D’Arnaud. Paris: Chez Laporte, 1803, p. XVII.
301
centro – absoluto y solitario. Toda la preocupación del escritor debería ser agradarlo, emocionarlo, no dejarlo escapar. Esa es la instrucción central presentada por el marqués de Sade a los candidatos a romancista en su texto “Idea sobre las novelas”, en el cual cuestiona: “¿cuáles son las reglas del arte de escribir novelas?”: Yo no exijo de usted [autor de novela] más de lo que una cosa: mantener el interés hasta la última página; usted no atinge el objetivo si interrumpe su historia con incidentes muy repetidos o que no se relacionen al asunto; aquellos a que usted permitirse deberán ser aún más trabajados que el fondo: usted debe disculpas al lector cuando lo obliga a abandonar aquel que le interesa para inserir un incidente. Él bien puede permitir que usted lo interrumpa, pero él no lo perdonará si usted lo aburrir.523 Las “reglas del arte de escribir novelas” nada valían si no agradan al lector, manteniéndolo preso hasta la última página. El criterio de evaluación estaba, por tanto, fuera del texto y su medida eran los efectos causados en el lector. Lo más evidente, y frecuentemente mencionado por los defensores de la novela como forma segura de juzgar la cualidad de la obra, era la cantidad de lágrimas vertidas por el lector a lo largo de la lectura y, particularmente, al final de la historia: 523 “Je n’exige essentiellement de toi qu’une seule chose, c’est de soutenir l’intérêt jusqu’à la dernière page; tu manques le but, si tu coupes ton récit par des incidens, ou trop répétés, ou qui ne tiennent pas au sujet; que ceux que tu te permettras soient encore plus soignés que le fonds: tu dois des dédommagemens au lecteur quand tu le forces de quitter ce qui l’intéresse, pour entamer un incident. Il peut bien te permettre de l’interrompre, mais il ne te pardonnera pas de l’ennuyer”. SADE, op. cit., p. 36.
302
Que se conteste: ¿si después de doce o quince volúmenes, el inmortal Richardson tuviera virtuosamente terminado por convertir Lovelace, y por hacerlo pacificamente esposar Clarisse, tendríamos vertido durante la lectura de esa novela, tomada en el sentido contrario, las lágrimas deliciosas que él logra de todos los seres sensibles? [...] pues una vez que la virtud triunfa, las cosas sendo como deberían ser, nuestras lágrimas secan antes de correr; pero si después de las más rudas pruebas, vemos la virtud suprimida por el vicio, nuestras almas indispensablemente se rompen y la obra, por nos haber emocionado excesivamente, como decía Diderot, por haber virado nuestro ensangrentado corazón al avieso, debe indubitablemente producir el interés, que es la única cosa capaz de garantir los loros.524 La buena novela era aquella que hacía al lector “incapaz de contener las lágrimas que están a punto de correr”.525 La que lo hacía llorar “lágrimas deliciosas que traen al corazón consuelos desconocidos”.526 Aunque normalmente se piense que el público de las novelas eran las mujeres y se acredite que ellas sean más fácilmente 524 Que l’on réponde: si après douze ou quinze volumes, l’immortel Richardson
eût vertueusement fini par convertir Lovelace, et par lui faire paisiblement épouser Clarisse, eût-‐on versé à la lecture de ce roman, pris dans le sens contraire, les larmes délicieuses qu’il obtient de tous les êtres sensibles? [...]car lorsque la vertu triomphe, les choses étant ce qu’elles doivent être, nos larme sont taires avant que de couler; mais si après les plus rudes épreuves, nous voyons enfin la vertu terrassée par le vice, indispensablement nos âmes se déchirent, et l’ouvrage nous ayant excessivement émus, ayant, comme disait Diderot, ensanglanté nos coeurs au revers, doit indubitablement produire l’intérêt, qui seul assure des lauriers.” SADE, op. cit., pp. 23 – 24. 525 “vous n’aurez plus la force de retenir vos larmes prêtes à couler”. DIDEROT, op. cit., p. 160. 526 “vous pleurez, & ce sont des larmes délicieuses, vous trouvez dans votre coeur des consolations inconnues” ROMANCE DE MESMON, op. cit., p.17. 303
llevadas al llanto, los más entusiastas defensores del género eran hombres, muchas veces bastante intelectualizados, cuyas “almas” eran “corrompidas” y cuyas “lágrimas” no podrían ser contenidas; según sus propias declaraciones. Para que estos efectos fuesen llevados a cabo era necesario hacer que el lector se pusiera en el lugar de las personajes, lo que ocurriría por medio de las intervenciones del narrador y de la trama en las actitudes provocadas. Ellas deberían llevarlo a adherirse al sistema moral presentado, asociándose a los buenos y rechazando a los malos. El lector sería apresado por la trama y tomaría parte en el texto, actuando junto a los personajes, sintiendo en él mismo los efectos de sus acciones. Para que eso ocurriera, entretanto, el lector debería tener un correcto patrón moral que le impidiera imitar a los malvados. Así, solamente buenas personas podrían ser buenos lectores: Las minucias de Richardson disgustan y deben disgustar, un hombre frívolo y disipado; pero él no escribió para ese tipo de hombre; sino para el hombre tranquilo y solitario, que reconoció la vanidad del ruido y de las distracciones del mundo y que ama vivir en las sombras de un retiro y enternecerse útilmente en el silencio.527 La lectura de novelas presuponía un cierto modo de vida del lector, que, corrompido por las vanidades del mundo, busca el aislamiento y la soledad. Aquel que se sintiera confortable con la vida urbana no leería bien novelas. Puede haber aquí un reflejo de las ideas de Rousseau, para quien la sociedad moderna urbana corrompía lo que 527 “Les détails de Richardson déplaisent et doivent déplaire à un homme frivole et dissipé; mais ce n’est pas pour cet homme-‐là qu’il écrivait, c’est pour l’homme tranquille et solitaire, qui a connu la vanité du bruit et des amusements du monde, et qui aime à habiter l’ombre d’une retraite, et à s’attendrir utilement dans le silence.” DIDEROT, op. cit., 159.
304
hay de bueno en los hombres. En la Nova Heloisa, escribió cosas muy semejantes a las de Diderot: En materia de moral, no hay absolutamente, segundo pienso, una lectura útil a las personas del mundo [...] Cuanto más nos alejamos de los negocios de las grandes ciudades, de las sociedades numerosas, más los obstáculos disminuyen. Hay una situación en que eses libros pueden tener alguna utilidad. Cuando vivimos aislados, como no nos apresamos en leer para exhibir nuestras lecturas, las variamos menos, meditamos más; y como ellas no encuentran un gran contrapeso fuera, ellas hacen mucho más efecto dentro.528 Tal idea parecía correcta para muchos. Mme de Staël coincide con los dos filósofos y explica que las novelas inglesas “son hechas para ser leídas por hombres que tengan adoptado el género de vida que en ellos es pintado, en el campo, en familia, en placeres y ocupaciones regulares y domésticas.”529 Las novelas ayudarían a aquellos que rompiesen (concreta é ideológicamente) con el mundo corrompido de la sociedad moderna. Aunque esos fueran los lectores ideales, a los cuales se dirigirían prioritariamente las narrativas, los romancistas no podrían limitarse a 528 “En matière de morale, il n’y a point, selon moi, de lecture utile aux gens du
monde [...] Plus on s’éloigne des affaires des grandes villes, des nombreuses sociétés, plus les obstacles diminuent. Il est un terme où ces livres peuvent avoir quelque utilité. Quand on vit isolé, comme on ne se hâte pas de lire pour faire parade de ses lectures, on les varie moins, on les médite davantage; et comme elles ne trouvent pas un si grand contrepoids au-‐dehors, elles font beaucoup plus d’effet au-‐dedans”. ROUSSEAU, “Preface de Julie ou Entretiens sur les romans”, op. cit., p. 577. 529 “ces romans sont faits pour être lus par les hommes qui ont adopté le genre de vie qui y est peint, à la campagne, en famille, au milieu du loisir des occupations régulières et des affections domestiques”. STAËL, op. cit., p. 244. 305
ellos. Al contrario, gran parte del esfuerzo emprendido por los autores sería para moralizar a los lectores, hacerlos mejores personas transformándolos en el hombre virtuoso imaginado desde un modelo ideal. Esta modificación del comportamiento sería obtenida mediante una narrativa que presente una “moral en acción”, expresión utilizada por Diderot para designar la aplicación concreta de una idea moral y los resultados de esta aplicación.530 Él contraponía los libros de máximas, que pretendían moralizar por medio de la reflexión, a las novelas, que moralizarían recurriendo a la identificación del lector con la trayectoria de un conjunto de personajes, conocida a través de la exposición de sus sentimientos y actitudes. Henry Fielding decía claramente como tal efecto sería obtenido: “ejemplos actúan mejor sobre la mente que preceptos” especialmente cuando se trata de buenos ejemplos, que “inspiran nuestra imitación de manera irresistible”. Buenos hombres se encontrarían, por lo tanto, en lecciones de vida ambulantes. Entretanto, los buenos hombres, en general, serían poco conocidos, de modo que su ejemplo llegaría a pocas personas. Entraría ahí el papel del escritor: El escritor debe ser llamado para ayudar en el sentido de compartir sus historias y de presentar una agradable pintura a aquellos que no tuvieron la felicidad de conocer los originales; y así, comunicando eses modelos valiosos para el mundo, él 530 En el inicio del siglo XIX, la expresión “moral en acción” se volvió el título
de una obra considerada por su autor como “útil a los estudiantes de las escuelas centrales, militares, de los colegios y casas de educación de un y de otro sexo” pues era “propia para hacer amar la sabiduría, a formar el corazón de los jóvenes por el ejemplo de todas las virtudes y a ornar su espíritu con recordaciones de la historia”. Aunque sustituya la fabulación romanesca por episodios extraídos de la historia, de forma más o menos fidedigna, el autor apuesta en la narrativa como medio propio para “hacer amar y practicar la virtud”. La Morale en Action ou elite de faits mémorables et d’anecdotes instructives. Londres: 1802. 306
puede tal vez prestar un servicio más provechoso a la humanidad de lo que la persona cuya vida proporcionó el modelo.531 No bastaría, entretanto, una vida ejemplar, el estilo de la narrativa tenía también gran importancia. Según Fielding, desde la Antigüedad se hacen biografías de grandes y preciosas personas que casi nadie, en su época, leería debido a su “lenguaje ininteligible” y “obsoleto”. Aliando un lenguaje “tan fácil que es comprendido por personas de capacidad moderada” a enredos ejemplares, creía que la novela “provee excelente uso e instrucción, finamente calculados para plantar las semientes de la virtud en la juventud”. ¿Y cómo hacer para que esta magia funcionara? Pierre-‐Daniel Huet explicaba que La finalidad principal de las Novelas, o al menos la que debería ser, a que se deben proponer todos aquellos que las componen, es la instrucción de los Lectores, a quién es necesario hacer ver la virtud siempre coronada y el vicio castigado. Pero como el espíritu del hombre es naturalmente enemigo de los enseñamientos y su amor propio lo revuelta contra las instrucciones, es necesario engañarlo por los atractivos del placer, endulzar la severidad de los preceptos por los ejemplos agradables y corregir sus defectos los condenando en otra persona. Así, el divertimento del Lector, que el Novelista hábil parece tener por objetivo nada es además de una finalidad
531 “the writer may be called in aid to spread their history farther, and to present the amiable pictures to those who have not the happiness of knowing the originals; and so, by communicating such valuable patterns to the world, he may perhaps do a more extensive service to mankind than the person whose life originally afforded the pattern.” FIELDING. op. cit., p. 39.
307
subordinada a la principal, que es la instrucción del espíritu y la corrección de las costumbres.532 Aunque la novela sea distinta de la tradición clásica en la mayor parte de los aspectos, es clara la semejanza, en lo que respecta al deseo de moralización, con el principio horaciano de la mezcla entre deleite y utilidad (miscuit utile dulci). Esa forma de justificar la lectura de las Bellas Letras tuvo una vida larga y sin interrupciones. Una de las principales justificaciones encontradas para la defensa de la enseñanza regular de las Letras francesas, en el siglo XVII, fue afirmar la estrecha relación entre la formación del gusto y la educación moral.533 Píldora dorada para la corrección de los vicios, las novelas tendrían la ventaja de enseñar sin que el lector siquiera lo notara: Los hombres permanecen eternamente infantiles; tienen siempre necesidad de cuentos; apliquémonos entonces a tornar eses cuentos útiles a la verdad y a las costumbres. Decir a los nuestros Sibaritas que es un crimen horrible abusar de la inocencia y credulidad de una joven persona, parecerá a ellos una fría lección que ellos no oirán, lo que ellos transformarán en motivo de risa: pero captar su curiosidad en favor de una 532 “La fin principale des Romans, ou du moins celle qui le doit estre, & que se
doivent proposer ceux qui les composent, est l’instruction des Lecteurs, a qui il faut toûjours faire voir la vertu couronnée; & le vice chastié. Mais comme l’esprit de l’homme est naturellement ennemy des enseignemes, & que son amour propre le revolte contre les instructions, il le faut tromper par l’appas du plaisir, & addoucir la severité des preceptes par l’agrément des exemples, & corriger ses défauts en les condamnant dans un autre. Ainsi le divertissement du Lecteur, que le Romancier habile semble se proposer pour but, n’est qu’une fin subordonnée à la principale, qui est l’instruction de l’esprit, & la corretion des meurs” HUET, op. cit., pp. 5 -‐ 6. 533 Con relación a eso, ver el libro de Alain Viala, op. cit., especialmente el capítulo “La Formation des publics”. 308
bella joven que reúne la belleza a la virtud; representar Fanni [personaje título de una de sus historias: Fanni ou Paméla, histoire anglaise], la infeliz víctima de los artificios de un lord desnaturado por el espíritu del mundo y de la frecuentación de los perversos; colocar delante de sus ojos ese mismo lord, rendido a la verdad del sentimiento y arrasado por el arrepentimiento; probar por fin que la honestidad tiene placeres muy mayores de que los de la corrupción y del libertinaje: cuadros como eses podrán, así, retirar esas personas de su indiferente apatía y hacerlos oír al precepto animado del interés de la ficción: por ese medio, tal vez, el amor de la orden y de la sana moral entrarán en sus almas, sin que ellos perciban.534 Para Baculard D’Arnaud, autor de las líneas de arriba, los sentimientos y las emociones, derivados de la identificación con el destino de las personajes, serían los agentes transformadores. Mientras la vida en sociedad favorecería los vicios y enseñaría cómo disfrazarlos, la novela los pondría a los lectores en el camino de la virtud. Una vez 534
“Les hommes restent toujours enfans; il leur faut necessairement des contes; apliquons-‐nous don à rendre ces contes profitables à la vérité et aux moeurs. Dire à nos Sybarites que c’est un crime affreux d’abuser de l’innocence et de la crédulité d’une jeune personne, leur paroîtra une froide leçon qu’ils n’écouteront pas, ou qu’ils tourneront en dérision: mais attacher leur curiosité en faveur d’une fille charmante qui réunit la beauté à la vertu; représenter Fanni, la malheureuse victime des artifices d’un lord dénaturé par l’esprit du monde et la fréquentation des pervers; ramener sous les yoeux ce même lord rendu à la vérité du sentiment, et déchiré par le repentir; prouver enfin que l’honnêteté a ses plaisirs bien au-‐dessus de ceux de la corruption et du libertinage: de semblables tableaux pourront alors retires ces gens efféminés de leur indifférence léthargique, et les engager à prêter l’oreille au précepte animé de l’intérêt de la fiction; par ce moyen, peut-‐être, l’amour de l’ordre, et la saine morale rentreront-‐ils dans leurs ames, sans qu’ils s’en apperçoivent. D’ARNAUD, op. cit., pp. VII -‐ IX. 309
más, la finalidad del texto se explicitaría por el llanto: “arranquemos lágrimas de esos hombres corrompidos, dice D’Arnaud, y luego con el ablandamiento, el remordimiento entrará en sus corazones y ellos conocerán las virtudes, los placeres que siguen la sensibilidad.”535 La novela sería, por tanto, educativa y tendría un efecto moralizador, casi religioso. La dimensión religiosa de la lectura queda clara cuando Diderot decía que, gracias a Richardson, Yo amé más mis semejantes y amé más mis obligaciones; yo empecé a sentir solo piedad de los malos; yo desarrollé una mayor simpatía por los desafortunados y más veneración por los buenos, mayor circunspección al tratar de las cosas del presente, mayor indiferencia con las cosas del futuro, mayor desdén por la vida y más amor por la virtud.536 Por medio del retrato cuidadoso de los personajes, de la variedad de trazos de personalidad atribuidos a cada uno de ellos, de la proliferación de detalles realistas, Richardson crearía un mundo que el lector receptivo no podría resistir, restándole solo ser absorbido. Una vez dominado por la trama, aprendería a admirar la bondad y a descubrir el mal. Finalmente, el lector se tornaría más apto a practicar la virtud en su retorno al mundo real. La lectura intensiva y discutida de textos religiosos pretendía realzar patrones de conducta para la vida. Diderot parece sustituir el objeto de lectura – poniendo las 535 “Arrachons des larmes à ces hommes corrompus, et bientôt avec l’attendrissement, le remords entrera dans leurs coeurs; ils connoîtront les vertus, les plaisirs, qui suivent la sensibilité.” D’ARNAUD, op. cit., pp. XII – XIII. 536 “j’ai plus aimé mes semblables, plus aimé mes devoirs; si je não’ai eu pour les méchats que de la pitié; si j’ai conçu plus de commisération pour les malheureux, plus de vénération pour les bons, plus de circonspection dans l’usage des choses présentes, plus d’indifférence sur les choses futures, plus de mépris pour la vie et plus d’amour pour la vertu.” DIDEROT, op. cit., p. 161.
310
novelas en el lugar de los textos religiosos –, manteniendo, entretanto, el mismo tipo de lectura. La novela sería una especie de laboratorio de la existencia, donde el lector vería explícitamente de qué están hechas las personas, estudiaría su modo de actuar, aprendería cuáles son las actitudes recompensadas y las punitivas, o sea, entraría en contacto con un mundo organizado regido por reglas rígidas de justicia. Al salir de la lectura, solo le restaría transponer ese aprendizaje al mundo real. Como respuesta a los críticos que creían que la lectura de las novelas conducía al pecado, los defensores del género tomarán el problema tal como ellos lo formularon – las narrativas promueven la identificación del lector con las vidas de los personajes –, pero invirtieron el modo de evaluar tal situación. Mientras los detractores se atenían al pecado propio de imaginarse en el lugar de alguien al margen de la virtud, los entusiastas de las novelas vieron ahí un hecho positivo, ya que esa experiencia enseñaría como evitar el error, haciendo que los lectores no se equivocasen en sus propias vidas. Según Germain-‐Hyacinthe: Todo eso reunido compone la ciencia del hombre y la teoría de la vida; yo creo que las Novelas dan un tipo de práctica artificial: con un pequeño número de volúmenes ustedes vivirán varias vidas; ustedes entran en el mundo con la experiencia de los ancianos.537 ¿Cómo suponer que la lectura de novelas es una pérdida de tiempo si ella da a un joven la experiencia de un anciano? La misma idea es presentada por Diderot, que se sorprendía porque en algunas 537 Tout cela réuni compose la science de l’homme, et la théorie de la vie; je crois que les Romans en donnent une sorte de pratique artificielle: avec un petit nombre de volumes vous avez vécu plusieurs vies; vous entrez dans le monde avec l’expérience des veillards. ROMANCE DE MESMON, op. cit., p. 14.
311
pocas horas de lectura pasaba por una cantidad de situaciones que la más larga vida jamás proporcionaría.538 Sin correr ningún riesgo, los lectores podrían tener las más variadas experiencias (imaginativas), examinar las consecuencias de las actitudes tomadas, aprender el camino que conduciría a la felicidad. Como un laboratorio de la vida, la lectura de las novelas daría munición a los lectores para una “práctica artificial”, creando un código de conducta para la vida real. Las novelas generaron una nueva actitud ante el libro. La lectura no más se haría en el interior de una red de textos regida por una convención literaria, pero se pautaría por la vida: el comportamiento del lector sería regulado por el que recomiendan las novelas y las narrativas leídas, el patrón por el cual evaluar las personas y situaciones. Nada podría ser más útil, por tanto, a quien desease conocer el mundo y los hombres. Proponer una identificación entre vida vivida y vida leída fue una de las grandes novedades de las novelas. La lectura de novelas en Río de Janeiro Las discusiones críticas sobre la novela no parecen haber llegado a Brasil, al menos en lo que se refiere a los escritos involucrados en la polémica en favor y en contra del nuevo género, o en los pedidos de autorización para la entrada de libros en la ciudad. Tampoco hubo debates de esa naturaleza en los periódicos creados en la ciudad a partir de 1808.539 La única excepción parece ser el Correio 538 DIDEROT, op. cit. 539 Fueron consultados: O Patriota, jornal litterario, politico, mercantil, &c. do Río de Janeiro. Río de Janeiro: Na Impresão Régia. Enero 1813 a Diciembre 1814; O Amigo del Rei y de la Nación. Río de Janeiro: Typographia Real, 1821. 8 pág.; O Bem de la Ordem. en los 1, 3-‐9. Río de Janeiro: Typographia Real, 1821; O Conciliador del Reino Unido. en los 1-‐7 (Marco/Abril-‐21). Río de Janeiro: Impresão Regia, 1821; Despertador Brasiliense. Río de Janeiro: Typographia
312
Brasiliense o Armazém Literário, que publicó, en 1812, un comentario a propósito del lanzamiento de una traducción portuguesa de Atala u los Amantes do deserto, en la que se hacían consideraciones a propósito de la lectura de novelas: La inmensidad de novelas que se han publicado durante el siglo pasado, y en este, la insipidez, inutilidad y muchas veces depravación de estas publicaciones, han caracterizado esta suerte de composiciones, como una lectura solo propia de espíritus frívolos y como un empleo inútil, cuando no sea de consecuencias funestas a la moral del lector. No entra, no obstante, en esta clase, las novelas fundadas en principio de la Nacional, 1821; Sabatina Familiar de Amigos del Bem-Commum. Río de Janeiro: Imprensa Nacional, 1821-‐1822; Annaes Fluminenses de Sciencias, Artes y Litteratura, Publicados por huma Sociedad Philo-‐Technica. Río de Janeiro: Typographia de Santos y Souza o Officina de los Annaes Fluminenses, 1822; O Brasil. Río de Janeiro: Typographia de los Annaes, 1822; O Constitucional. en los 1-‐8. Río de Janeiro: Typographia del Diário, 1822; O Macaco Brasileiro. en los 1-‐10. Río de Janeiro: Impresão de Silva Porto y Cia, 1822; O Papagaio. en los 1-‐12 (Maio a Agosto). Río de Janeiro: Typographia de Moreira y Garcez, 1822; La Verdad Constitucional. Río de Janeiro: Typographia de Santos y Souza, 16 de marco de 1822; Genio Constitucional. Porto: Typographia de Viuva Alvarez Ribeiro & Filhos, 1820-‐21. (en los 1-‐77 (02 de outubro a 30 dezembro 1820) reimpresos Río de Janeiro: Typographia Real, 1821); Compilador Constitucional Politico, y Litterario Brasiliense. en los 1, 3-‐15 (05 Janeiro a 26 de Abril). Río de Janeiro: Typographia Nacional, 1822. Nos 14 y 15. Río de Janeiro: Typographia de Moreira, y Garcez; Reclamación del Brasil. Río de Janeiro: Imprensa Nacional, 1822; Gazeta del Río de Janeiro. en los 1 a 32 (10/set a 31 de dez de 1808). Río de Janeiro; 19 extras; O Regulador Brasilico- Luso. no 1-‐10 (Julh a Set de 1822). Río de Janeiro: Imprensa Nacional; Correio Brasiliense o Armazem Literario. Londres: W. Lewis Paternoster Row, 1808 – 1820 (a partir de 1812, “impreso por W. Lewis, Na Oficina del Correio Braziliense, St John Square, Clerkenwell.”); O Reverbero Consitucional Fluminense. Río de Janeiro: 1821-‐22; Correio del Río de Janeiro. no 1 a 158 (Abril a Outubro de 1822). Río de Janeiro: Na Officina de Silva Porto. 313
verdadera moral y tendentes a inspirar en el lector las máximas de prudencia y las reglas de conducta, que se incluyen en las paridades, y emblemas, que divirtiendo el espíritu, forman el entendimiento, y rigen el corazón. Tales son un Telemaco, un Feliz independiente del mundo y de la Fortuna; y tal es la Atala.540 El autor de la reseña sintetizó en un párrafo los argumentos de los detractores y defensores del género e indicó 3 novelas que le parecían adecuadas, 2 de las cuales estaban entre las más apreciadas en Río de Janeiro. Así, si los lectores no entraban en las polémicas, podían participar de lo fundamental: sentir en sí los efectos causados por la lectura de novelas, ya que ellas eran la lectura literaria más frecuente. El procedimiento empleado en el Correio Brasiliense – distinguiendo las buenas novelas (elaboradas dentro de una rígida moral y capaces de ofrecer correctos modelos de conducta) de aquellas que se dedicaban a meramente excitar la imaginación y a dar falsas ideas sobre la vida y sus valores – era común hasta entre los defensores del género. La difusión de las novelas hizo que surgieran publicaciones cuya intención era justamente distinguir lo que era bueno. Ese era el objetivo de colecciones publicadas a lo largo del siglo XVIII como De l’usage des romans,541 o como la Bibliothèque universelle des romans.542 540 “Portugal. Atala ou os Amantes do deserto, a armonia da religiaõ Christaã
com as scenas da natureza, e paixoens do coraçaõ humano. Lisboa. 1810. 1 vol. em 12. p. 157.” Correio Brasiliense ou Armazem Literario. Londres: W. Lewis, Na Oficina do Correio Braziliense, St John Square, Clerkenwell, outubro 1812, p. 590. 541 GORDON DE PERCEL, M. Le C. [pseud. Pierre Nicolas Lenglet du Fresnoy]. De l'Usage des Romans... Avec une bibliothèque des romans. Accompagnée de remarques critiques sur leur choix et leurs éditions. (Piéces curieuses sur ... Rousseau, suprimées en Hollande), 2 tom. Amsterdam: 1734. 542 Bibliothèque universelle des Romans; ouvrage périodique, dans lequel on donne l'analyse raisonnée des romans anciens et modernes, françois, ou traduits 314
Esas publicaciones formaron parte de un fenómeno editorial más amplio: la publicación de obras cuyo objetivo era orientar a “las personas que desean formar una pequeña biblioteca”. Dando muestras de la vitalidad de dichas publicaciones, en el inicio del siglo XIX, se publicó la Nouvelle Bibliothèque d’un Homme de Goût, refundiendo trabajos anteriores: La Bibliothèque d’un Homme de Goût (publicada en Avignon, en 1772, por el Abad Louis-‐Mayeul Chaudon), Nouvelle bibliothèque d'un homme de goût (revisión de la obra de Chaudon hecha por Joseph de la Porte y publicada en Paris en 1777) y La Bibliothèque d’un Homme de Goût, (elaborada por Desesarts entre 1798-‐99). Su título completo – Nova biblioteca de um homem de gosto, inteiramente refundida, corrigida e aumentada, contendo os julgamentos tirados dos jornais mais conhecidos e dos Criticos mais estimados, sobre as melhores obras que apareceram em todos os gêneros, tanto na França quanto no exterior até o dia de hoje -‐ indica la naturaleza de la publicación: una especie de enciclopedia con la crítica de las obras (de literatura o no) en circulación desde la Antigüedad, merecedoras de integrar la biblioteca de un hombre de buen gusto.543 El carácter extenso de la publicación no permitía excluir las novelas, aunque los autores la incluyeran solo en el último volumen y a disgusto: dans notre langue; avec des anecdotes et des notices historiques et critiques concernant les auteurs ou leurs ouvrages: ainsi que les mœurs, les usages du temps, etc. Organizada por A. R. Voyer d'Argenson, Marquis de Paulmy, L. E. de Lavergne, Marquis de Broussin and Count de Tressan, L. Poinsinet de Sivry, D. D. Cardonne, J. M. L. Coupé, C. J. Mayer, P. J. B. le Grand l'Assy, B. Imbert, J. F. de Bastide, Couchu, etc., 224 vol. Paris: 1775 -‐ 1789. 543 BARBIER, Antoine Alexandre e LE MOYNE DESESSARTS (Nicolas Toussaint). Nouvelle bibliothéque d'un homme de goût, entiérement refondue, corrigée et augmentée, contenant des jugemens tirés des journaux les plus connus et des critiques les plus estimés, sur les meilleurs ouvrages qui ont paru dans tous les genres, tant en France que chez l'étranger jusqu'à ce jour. 5 volumenes. Paris: chez Arthus Bertrand, 1808-‐10. 315
A nosotros nos gustaría poder excluir de esa obra toda esa parte de nuestra literatura; nosotros conocemos su inutilidad y aun su peligro. Pero la observación do nuestro plan nos obliga; y las reflexiones con las cuales acompañaremos las novelas que daremos a conocer, el mejor que todo mundo conoce, alertarán las almas virtuosas que no desean hacer lecturas propias para formar el espíritu sin corromper el corazón.544 Creyendo en la evaluación de los autores de la Nova biblioteca de um homem de gosto, almas virtuosas vivían en Río de Janeiro, ya que se incluyó la mayor parte de las novelas allí preferidas – y elogiadas – en la publicación. Se destacaban las Aventuras de Telémaco, indiscutiblemente la obra más leída en la ciudad y, posiblemente en todo el mundo occidental, entre la mitad del siglo XVIII e el inicio del XIX. Los autores de la Nouvelle Bibliothèque creían que se trataba de una “novela en forma de poesía” tan bien realizada que “es de esperar, para la consolación de los reyes y para la felicidad de los pueblos, que el Telémaco sea como el breviario de los soberanos”.545 El libro de Fénelon hizo de un curioso puente entre dos concepciones de las Bellas Letras. De un lado se asoció a la tradición clásica, sendo visto por muchos críticos del siglo XVIII como un bueno ejemplo de poema épico, aunque le faltaran versos y rimas. Algunos juzgaron que la obra podría hacer sombra a las más altas realizaciones 544 Nous voudrions bien pouvoir exclure de cet ouvrage, toute cette partie de
notre littérature; nous en connoissions l’inutilité et même le danger. Mais la suite de notre plan nous y entraîne; et les réflexions dont nous accompagnerons les romans que nous ferons connoître, ou plutôt que tout le monde connoît, tiendront en garde les âmes vertueuses, qui ne veulent faire que des lectures propres à former l’esprit sans corrompre le coeur. Nouvelle bibliothèque, op. cit., Tomo V, p. 1. 545 “il est à souhaiter, pour la consolation des rois et pour le bonheur des peuples, que le Télémaque soit comme le bréviaire des souverains.” Nouvelle bibliothèque, op. cit., Tomo V, pp. 98-‐99. 316
clásicas: “si Homero y Virgilio no lo hubieran precedido, deberíamos tomar su novela como modelo de las ficciones y él sería el primero de los poemas épicos.”546 Los más entusiasmados creían que la novela ultrapasó su modelo, superando defectos de la Odisea como la redundancia y la inutilidad de muchas escenas en las cuales Telémaco toma parte: “no es así que Fénelon lo hace viajar y hace mucho más arte en la imitación que en el original”.547 Por otro lado, era comprendido como guía de conducta en la vida cotidiana: “al mismo tiempo que el corazón recibe impresiones de virtud, el espíritu se torna más amable.”548 Algunos críticos atribuyeron un inmenso poder al texto: el ser más vicioso no necesita hacer nada además de leer atentamente esa fábula sublime y él sentirá un decidido el gusto de la virtud [...] todos sus lectores tienen por Mentor la afectuosa veneración de Telémaco, y cuando su admirable novela sale de nuestras manos, nosotros nos sentimos inflamados del amor por la verdad y del deseo dominante de la practicar.549 546 “Si Homère et Virgile ne l’avoient point précédé, on devroit regarder son
roman comme le modèle des fictions, et il seroit le premier des poëmes épiques.” D’ARNAUD, op. cit., p. IX. 547 “Ce n’est pas ainsi que Fénélon l’a fait voyager, et il y a beaucoup plus d’art dans l’imitation que dans l’original.” LA HARPE. op. cit., p. 252. 548 “En même tems que le coeur reçoit des impressions de vertu, l’esprit en devient plus aimable.” MONCRIF, M. de. “Réflexions sur quelques ouvrages fausement appelés ouvrages d’imagination”. In: Oeuvres mêlées, tant en prose qu’en vers. Paris: 1743, vol I, p. 17. 549 “l’être le plus vicieux n’a qu’à lire attentivement cette fable sublime, et il se sentira un goût décidé pour la vertu [...] tous ses lecteurs ont pour Mentor la tendre vénération de Télémaque, et quand son admirable roman est sorti de nos mains, nous nous sentons enflammés d’amour pour la vérité et du désir dominant de la pratiquer”. D’ARNAUD, op. cit., p. 9. Mentor, consejero de Telêmaco, lo acompaña durante sus viajes. 317
La buena fortuna de la obra tal vez pueda ser explicada por esa capacidad de unir los más caros propósitos de las obras de Bellas Letras: instruir (al familiarizar el lector a los escritos y referencias clásicas) y edificar (al conducir el lector a comportamientos virtuosos). No es absurdo, por lo tanto, que los otros escritores hayan intentado seguir el mismo camino, tomando la obra de Fénelon como modelo. Algunos de esos seguidores lograron éxito en Río de Janeiro: O Feliz independente do mundo e da fortuna, ou arte de viver contente em quaisquer trabalhos da vida do Pe. Theodoro de Almeida, Aventuras de Diófanes, de Theresa Margarida da Silva e Horta y Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce de Jean-‐Jacques Barthélemy. El oratoriano Pe. Theodoro de Almeida afirmaba explícitamente que “tomé por modelo al Grande Arzobispo de Cambray en su Telemaco, que con la suavidad del néctar encantador de la poesía, se dan las máximas más saludables a las costumbres.”550 Todavía en el Prólogo de la obra, se hacen interesantes consideraciones sobre la escritura poética. Después de una primera versión en versos rimados, pasó a los versos sueltos, pero aún así quedaba con la disparidad de la métrica y el ritmo, de modo que la preocupación por la forma imponía obstáculos a la expresión. Finalmente, rehizo el texto en prosa: Desistí entonces de la empresa; y semejante al que preparándose para el duelo de empeño y peligro, no quiere consentir ornamento algún, que le embarace los pies, las manos 550 ALMEIDA, Pe. Theodoro d’. O Feliz Independente do Mundo e da Fortuna ou Arte de viver contente em quaesquer trabalhos da vida, dedicado a Jesu Crucificado pelo..., da Congregação do Oratório, e da Academia Real das Sciencias de Lisboa, da Sociedade de Londres, e da de Biscaya. Lisboa: na Régia Officina Typografica, 1779. Con licencia de la misma Real Mesa y Privilegio Real. 3 Tomos. Reedicciones en 1786 (“segunda edicción, corregida por su autor e añadida de un discurso preliminar, y notas e con estampas”), 1835, 1844, 1861. El trecho citado está en el Tomo I, p.XV.
318
u los brazos, deseando estar ágil para herir, o rebatir los golpes del adversario; así hice últimamente: y sacrificando a la fuerza y energía de los argumentos, que deben herir y postrar, toda la belleza del metro, que solo podía recrear los sentidos, empecé de nuevo la Obra.551 Él cree que se mantuvo fiel a las “leyes de la poesía” escribiendo en prosa, asociándose por lo tanto a aquellos que juzgaban que la versificación no es un elemento definidor de la poesía. Si Fénelon tenía por objetivo ofrecer al lector conocimientos sobre la Antigüedad clásica mientras le instruía sobre el camino de la virtud, el Pe Almeida se preocupaba por llevar a conocer y abrazar los dogmas del Cristianismo, de modo que sustituyó lo maravilloso pagano por la historia cristiana. Tomó como personaje central al príncipe Ladislao V, rey de la Polonia en el siglo XIII, cuyas aventuras (y, principalmente, desventuras) lo llevaron a abrazar la sólida virtud. De la misma manera que los adeptos de los efectos edificantes de la lectura de novelas, el padre imaginaba que el género permitía acomodar “mil episodios, que podían ser útiles a la intriga; la cual sirve no solo para hacer las pasiones en toda su fuerza, pero para traer el alma del Lector el continuo, pero diferente y agradable movimiento de ver lo bueno o lo malo del éxito de los sucesos”.552 Aunque demuestre conocer la fórmula de elaboración de las novelas modernas, el oratoriano se excede en la cantidad de predicación moral, hecha por la boca del príncipe, por ello, en el siglo siguiente, el libro fue apodo de Feliz impertinente.553
551 ALMEIDA, op. cit., p. XVI, XVII. 552 ALMEIDA, op. cit., p. XXIV. 553 “Não agradou este romance aos apaixonados de fortes emoções e lances imprevistos, e quixotescas proezas; e por isso o appellidáram logo de Feliz impertinente.” PINHEIRO, Cônego Doutor Joaquim Caetano Fernandes. Curso
319
De naturaleza semejante es el libro de Thereza Margarida da Silva e Horta, Aventuras de Diófanes. Su historia editorial es bastante curiosa. Con ocasión de su primera publicación, en 1752, se intitulaba Maximas da virtude e formosura, com que Diofanes, Clymenea e Hemirena, principes de Thebas, venceram os mais apertados lances da desgraça, por Dorothea Engrasía Tavareda Dalmira, pseudónimo anagramático de Theresa Margarida da Silva y Horta. En la segunda edición, de 1777, se mantuvo el pseudónimo pero se cambió el título por Aventuras de Diofanes, imitando o sapientisimo Fenelon na sua viagem de Telemaco. La tercera edición conservó el título, aunque se presentó como “su verdadero autor Alexandre de Gusmão”. Finalmente, en la cuarta edición, de 1818, se alteraba una vez más: História de Diofanes, Clymenea e Hemirena Principes de Thebas. História moral escrita por huma Senhora Portugueza. Los cambios en el título, acompañados por alteraciones en el texto, indican una aguzada sensibilidad hacia las discusiones relativas a la ficción en el período. En su primera edición, la diagramación del libro es elaborada distribuyendo máximas (o proverbios) en columna lateral al texto principal. Estas máximas resumían el contenido de un o más párrafos a guisa de guión de la obra, que probablemente auxiliaba la lectura y la recuperación de los diversos pasajes. Como vimos, los defensores de la novela afirmaban la superioridad del género en comparación con las máximas, poco eficaces para proponer ideas abstractas con las cuales el lector podría identificarse o no. Creían que la novela era más apropiada como instrumento de moralización, pues presentaba la “moral en acción”, encarnada en los comportamientos y actitudes de personajes. Es probable que Theresa Margarida, o sus editores, hayan considerado estos argumentos al alterar el título de la primera edición, Elementar de Litteratura Nacional. Río de Janeiro: Livraria de B.L.Garnier, 1a edición 1862, p. 462. 320
de Máximas de... para Aventuras de..., alejando la obra de los libros exclusivamente moralizantes y aproximándola a las novelas que, en general, recibían el título de Aventuras o Historia (tercero título de la obra). El movimiento de acercamiento a las novelas no se agota en la nomenclatura, llevando también a la remodelación de la presentación gráfica del texto y a la supresión de la columna de las máximas. Los cambios parecen haber agradado a los lectores cariocas que hicieron 14 pedidos para remesa de las Aventuras de Diófanes, pero ninguno para las Maximas da virtud e formosura. Siguiendo los pasos de Fénelon, Theresa Margarida utilizó el calabozo romanesco como pretexto para la difusión de conocimientos sobre la Antigüedad clásica y de consejos virtuosos no solo sobre comportamientos cotidianos sino sobre el ejercicio del poder. La autora no abandonó la mitología pagana como hizo el padre oratoriano, sino que incluyó, en la segunda edición, una “Protesta”: Declaro que en esta Obra uso las palabras Dioses, Numes Fado, &c. En el sentido en que las tienen usado muchos Católicos, solo para imitar y fingir las fábulas y termos de los antiguos Gentíos, que no llegaron a conocer el verdadero Dios Trino y Uno, no los admirables efectos de nuestra Santa Ley, puesto que muchos supieron ejercitar algunas virtudes morales; y en esta forma quiero que sean entendidos estos mis escritos, que con la más profunda y rendida obediencia a los Decretos Pontificios sujeto humildemente a la corrección y censura de la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica Romana y sus Ministros. ¿Cómo conciliar la ortodoxia cristiana reinante en Portugal con una narrativa ambientada en la Antigüedad? Tal vez la solución encontrada por la autora haya sido inspirada por Luis de Camões, que enfrentando un dificultad semejante – conjugar personajes históricos 321
cristianos con la mitología requerida por un poema épico –, denunció en el final del poema el carácter fantasioso de los dioses paganos. Aún así, toda la historia es ambientada en un escenario clásico, sirviendo de pretexto para la difusión de conocimientos acerca del antiguo mundo griego. Aparentemente, los lectores no se cansaban de ese tipo de narrativa. Entre los libros más enviados a Río de Janeiro hay aun otro que se aprovecha de la misma fórmula y propósitos semejantes: Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce, novela del Abad Jean-‐Jacques Barthélemy.554 Menos preocupado con la cuestión moral, el autor tenía por finalidad instruir al lector a propósito de la historia, de la política y de las costumbres de los griegos en el cuarto siglo antes de Cristo. Para ello, tomó como personajes Platón y Aristóteles, entre otros, con los cuales el héroe se encuentra: él “frecuentó una cantidad de Atenienses que habían vivido con Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Tucídide, Sócrates, Zéuxis y Parrásio.”555 La época en la que transcurre narrativa era de grandes transformaciones políticas, de modo que Barthélemy utilizó la estructura de la ficción para enaltecer conocimientos sobre las Bellas Letras y sobre la Historia, conforme él mismo relata: Yo compuse un viaje más de lo que una historia, porque todo es acción en un viaje y porque ella permite detalles prohibidos a un historiador. [...] y yo advierto que [...] los hechos verdaderos, los trazos fabulosos igualmente necesarios de se conocer a la inteligencia de la religión, de los usos y de los monumentos de la Grecia, serán confundidos en mi narración, como ellos lo son en las tradiciones antiguas. Tal vez mismo mi estilo se resienta 554 BARTHÉLEMY, Jean-‐Jacques. Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce, dans le milieu du IVe siècle avant l’ère vulgaire. Paris: chez de Bure, 1788. 555 [il] “a fréquenté quantité d’Athéniens qui avait vécu avec Sophocle, Euripide, Aristophane, Thucydide, Socrate, Zeuxis et Parrhasius.” BARTHÉLEMY. op. cit., p. XXIX.
322
de la lectura de los autores que yo consulté. Cuando se está en el país de las ficciones, es difícil no tomar prestado, algunas veces, el lenguaje.556 La preferencia del público por estas obras indica algunas tendencias y permite elaborar hipótesis sobre sus competencias de lectura. Aunque solamente la obra de Fénelon sea explícitamente didáctica, las otras pueden también ser así consideradas porque tienen por finalidad instruir, divulgando contenidos de la Antigüedad griega o del mundo cristiano. Parte significativa de los lectores parece, por lo tanto, interesada en conocer la historia, la poesía y la mitología clásicas, aunque no dirija su interés a los originales griegos o latinos. Se puede suponer que esas personas percibieron la valorización cultural atribuida a la Antigüedad, pero no se sintieron a gusto con las obras clásicas originales ni con traducciones al portugués. Recurren, por tanto, a textos que conjugan informaciones sobre la alta cultura con la andadura de la novela. Las insistentes intervenciones de los narradores y de personajes en el sentido de comentar los hechos y explicar referencias del mundo antiguo así como las evidentes redundancias en el interior de estas narrativas, permiten levantar algunas suposiciones sobre su recepción. ¿Eran leídas por un lector poco hábil, que necesitaba encontrar repeticiones constantes que lo mantuvieran informado sobre 556 “J’ai composé un voyage plutôt qu’une histoire, parce que tout est en action
dans un voyage, et qu’on y permet des détails interdits à l’historien. [...] et j’avertis que [...] les faits véritables, les traits fabuleux, également nécessaires à connaître, pour l’intelligence de la religion, des usages et des monuments de la Grèce, seront confondus dans ma narration, comme ils le sont dans les traditions anciennes. Peut-‐être même mon style se ressentira de la lecture des auteurs que j’ai consultés. Quand on est dans le pays des fictions, il est difficile de n’en pas emprunter quelque fois le langage.” BARTHÉLEMY. op. cit., p. IX, 1 – 2. 323
los principales pasos del enredo? ¿O por un lector inconstante, que, abandonando el texto y a él retornando sucesivas veces, necesitaba de repeticiones que permitieran el recuerdo de los hechos centrales? ¿O por alguien que oía la lectura oral de los textos y se beneficiaba de las retomadas en segmentos mal comprendidos al ser oídos una primera vez? ¿O no se trataba de nada además de los famosos longuers de las novelas? Ese conjunto de obras es fronterizo con otro grupo bastante apreciado en Río de Janeiro: el de las narrativas de viajes. Se ve una preferencia por Le Voyageur Francois o la connoisance de l’ancien et du nouveau monde de Joseph de Laporte; Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e nas principais povoações dos Balinos, povos desconhecidos de todo o mundo de Luis Caetano de Campos; Delli viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite Australi ed al paese delle scimie, né quali si apiegono il carattere, li costumi, le scienze e la polizia di quegli straordinari abitanti de Zaccaría Seriman; Voyage de La Pérouse au tour du Monde, L.La.Milet Mureau. Si el tema del viaje los unifica, el compromiso con lo “real” los divide, porque hay desde los más preocupados con la veracidad de las informaciones presentadas – como la Voyage de La Pérouse au tour du Monde – hasta los más abiertamente ficticios – como las Delli viaggi di Enrico Wanton. El libro Voyage de La Pérouse au tour du Monde narra la expedición científica realizada por Jean-‐François Galaup de la Pérouse, iniciada en 1785, con el objetivo de, como indica el título, dar la vuelta al mundo, corrigiendo y completando indicaciones cartográficas y ampliando el conocimiento francés sobre los pueblos y la naturaleza del planeta.557 Durante los tres primeros años del viaje, él y sus compañeros enviaron relatos, cartas, anotaciones, diseños, pero a 557 MUREAU, L.A.Milet. Voyage de La Pérouse autour du Monde. Paris: Chez
Plassan Imprimeur-‐Libraire, 1798, 4 vol. 324
partir de 1788 perdieron contacto. Hubo mucha especulación, en la época, sobre el destino de los navíos bajo el mando de La Pérouse. En 1791, la Asamblea Nacional Francesa decretó que “las relaciones y cartas enviadas por M De La Pérouse, desde el inicio de su viaje hasta la Bahía de Botany serían impresas y grabadas a costas de la nación”.558 La tarea de reunir el material producido por diversos tripulantes, ordenarlo, complementar informaciones ausentes y dar una forma final al texto estaba a cargo de a L.-‐La. Milet-‐Mureau, que en el prólogo del libro, en el cual se autodenomina “redactor”, exprime sus preocupaciones con el papel que le encargaron. Una de sus inquietudes fue atender el deseo de La Pérouse que, en carta a uno de sus amigos, manifestó la voluntad de que, en caso que su diario fuera publicado antes de su regreso, se tomasen todas las providencias para que no fuera confiada “la redacción a un hombre de letras”, pues Él deseará sacrificar a una construcción de frase agradable, la palabra propia, que le parecerá dura y bárbara, la cual sería preferida por el marinero y por el sabio que ahí la buscarán sin éxito; o entonces poniendo al lado todos los detalles náuticos y astronómicos y intentando hacer una novela interesante, él cometerá errores, por la falta de conocimientos que su educación no le permitirá adquirir, que se volverán funestos a mis sucesores.559 558 “l' assemblée nationale décrète que les relations et cartes envoyées par M De La Pérouse, de la partie de son voyage jusqu' à Botany-‐Bay, seront imprimées et gravées aux dépens de la nation”. “Decret Assemblée Nationale du 22 avril 1791”, In: MUREAU, op. cit., Tomo 1, p. 3. 559 “il voudra sacrifier à une tournure de phrase agréable, le mot propre qui lui paraîtra dur et barbare, celui que le marin et le savant préféreraient et chercheront en vain ; ou bien, mettant de côté tous les détails nautiques et astronomiques, et cherchant à faire un roman intéressant, il commettra, par le
325
El navegante tenía en mente un redactor que conociera las ciencias exactas y que pudiera preparar un texto útil a otros viajantes, presentando detalles técnicos y cálculos precisos. Siguiendo los deseos de La Pérouse, Milet-‐Mureau garantiza haber respetado los escritos de la tripulación y “no dijo nada que ellos mismos no tendrían aprobado”: Tomando ese deseo como una regla constante, yo declaro a aquellos que, entre sus lectores, no tuvieron otro objeto que su divertimento, que ellos no deben ir adelante; yo no trabajé absolutamente por ellos, pero solamente por los marineros y por los sabios.560 Adoptando una narración en tercera persona, fundada en la apropiación de la palabra de otros, él encontró su lugar entre el lector y el navegante. Preparó una obra en la que alumbra los documentos oficiales relativos a la expedición; los textos del diario de viaje del navegador; las memorias, los documentos y los fragmentos de escritos de tripulantes y sabios; las rutas de las dos fragatas; observaciones astronómicas y meteorológicas; bien como un atlas, con imágenes y mapas, publicado en volumen separado in-folio. Todo eso parece hacer valer el deseo de La Pérouse de que su historia no se transformara en una novela. Pero el propio Milet-‐Mureau admite que las narrativas de viaje tenían un interés especial: défaut de connaissances que son éducation ne lui aura pas permis d' acquérir, des erreurs qui deviendront funestes à mes successeurs”. MUREAU, op. cit., p. V. 560 “Ce voeu m' ayant servi constamment de règle, je déclare à ceux qui, dans leurs lectures, n' ont d' autre objet que leur amusement, qu' ils ne doivent pas aller plus loin ; je n' ai point travaillé pour eux, mais seulement pour les marins et les savans.” MUREAU, op. cit., p. VI. 326
Las relaciones de viajes de descubrimientos pueden estar entre los libros más interesantes de la historia moderna: el hombre, naturalmente amigo del nuevo y del extraordinario, se transporta por el pensamiento para las regiones distantes; él se identifica con el navegador; él participa de sus peligros, sus penas, sus placeres, y él se vuelve el compañero inseparable por la diversidad de objetos que los conecta y que alimenta su curiosidad.561 Aunque Milet-‐Mureau asocie historia moderna y relación de viaje, la lectura imaginada por él se acerca de aquella prevista para las novelas: un lector identificado con los personajes y que, de esa manera, toma parte en su destino. Esa mezcla de los géneros y de las formas de lectura era aún más aguzada por la difusión de viajes imaginarios. En el extremo opuesto al Voyage de La Pérouse están las Viagens de Henrique Wanton.562 El libro narra las aventuras vividas por Henrique Wanton y su amigo Roberto que, después de un naufragio, llegan a un país habitado por monos. Los monos tienen el don del habla, andan vestidos, viven en casas y son mucho más virtuosos que el mejor europeo, de modo que el contacto con ellos permite el aprendizaje de la virtud y la percepción de la falsedad de la vida en las sociedades modernas. 561 “Les relations des voyages de découvertes peuvent être comptées parmi les
livres les plus intéressans de l' histoire moderne : l' homme, naturellement ami du nouveau et de l' extraordinaire, se transporte par la pensée dans les régions lointaines ; il s' identifie avec le navigateur ; il partage ses dangers, ses peines, ses plaisirs, et il en devient le compagnon inséparable par la diversité des objets qui l' attachent et qui alimentent sa curiosité.” MUREAU, op. cit., p. IX. 562 SERIMAN, Zaccaria. Delli viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite Australi ed al paese delle scimie, né quali si apiegono il carattere, li costumi, le scienze e la polizia di quegli straordinari abitanti. Tradetti da un manoscritto inglese. Veneza: 1749. Edición definitiva em Berna: 1764, 4 vols. 327
No obstante, por el carácter obviamente ficticio de la narrativa, en el prefacio “Del Autor al Lector”, el “autor” se esfuerza en el sentido de conferir veracidad al relato, diciendo que no indicará la localización exacta del país para no estimular a los intrépidos que quieran reproducir sus aventuras: La prueba de estas verdades sería muy peligrosa, además de que el curioso no aprovecharía más que lo que le suministra la lectura. Las acciones ridículas, las extravagancias y la maldad se encuentran sin excepción en todo el mundo; por el que abandonar la patria, experimentar grandes peligros y exponer la propia vida sobre un frágil leño a la descripción de los vientos, son tan graves accidentes, que no se deben desairar solo por la curiosidad de ser explorador de la general locura. Quien no se dignar de darme crédito, me tenga por impostor o visionario; que más contente estaré con tan indiscretos y no merecidos epítetos del que queriendo que cualquier de mis Conciudadanos se exponga a tantas incomodidades y peligros, para que estos sean un nuevo testigo de mis relaciones.563 Siguiendo estrategias convencionales en el período, hacía que la ficción se insinuase ya en el prefacio, en el que el papel de autor (y no narrador) da más fuerza a las declaraciones relativas a la veracidad del testigo. Curiosamente se hace en el prefacio un discurso muy semejante a aquel atribuido a La Pérouse:
563 Viagens de Henrique Wanton ás terras incógnitas austraes e ao Paiz das Monas, aonde se descrevem os Costumes, Caracter, Sciencias e Polícia destes extraordinários Habitantes. Composição inglesa, Lisboa: Na Typographia Regia Silviana, 1799-‐1800, 5 vol. Cita localizada en el 1o volumen, en el Prefacio, en páginas no numeradas.
328
Finalmente escribo, como un viajante y no como un literato; pues, aunque yo tal fuera, en las circunstancias pasadas no podía escribir una historia con elegante estilo, cuando semejante obra pide aquel ocio y continuación, que verdaderamente no pueden hallarse en un aventurero; y ahora en los últimos periodos de mi vida sería ciertamente digno de risa verme aplicado al estudio de frases delicadas: Creo con toda la seguridad no hallar entre mis lectores algún tan indiscreto, que me culpe por semejante falta; pero si lo haya, no me da cuidado; lo dejaré murmurar su satisfacción, porque yo escribí solo para referir y no para atraer con el adorno de palabras pomposas.564 Tanto el navegante como el romancista desdeñan de la escritura cuidadosa y trabajada, asociándola a la falsedad y buscando acercar su relato a lo real, valorando la información y la referencialidad. Propósitos semejantes en obras tan divergentes tal vez confundieran a los lectores, aun tratándose de un país de monos hablantes. A lo mejor así parece tenerlo pensado el traductor al portugués que juzgó conveniente hacer un aviso al lector en el sentido contrario a las declaraciones del autor: En esta obra se descubre por medio de la más agradable ficción una deleitable sátira, que satiriza los vicios en que ordinariamente reincidimos. [...] Estamos ciertos de que nadie habrá tan sincero, que crea por verdaderos los descubrimientos de esta historia; pero sí que es tanto más agradable la fábula, que parece que más se identifica con la realidad.565 564 Viagens de Henrique Wanton..., op. cit., “Prefácio”, páginas no numeradas. 565 Viagens de Henrique Wanton..., op. cit., “Prólogo”, páginas no numeradas.
329
Es difícil imaginar cómo los lectores leían las narrativas de viaje, especialmente cuando tenían delante de los ojos escritos que se situaban entre los dos extremos – relato científico de expediciones o relato ficticio de aventuras – como Le Voyageur François de Joseph de Laporte o Viagens de Altina de Luis Caetano de Campos. El Abad Joseph de Laporte pretende, por medio de cartas enviadas a una conocida, “comunicar a sus conciudadanos, todos los objetos hechos para excitar la curiosidad de un lector filósofo”, describiendo las costumbres, el gobierno y la historia de todos los países “y de todas las naciones del universo”.566 Buscando una narrativa objetiva, él no pretende hablar de sí, sino de los sitios por donde pasa: “no es de ningún modo la historia del viajante que importa conocer, pero aquella de los países por donde él viajó.”567 Entretanto, esa pretendida objetividad no llegaba al punto de evitar que el autor verificara que en determinado punto de la isla de Chipre está el lugar en el que Venus se escondió cuando salió de la ola en que vino al mundo; o que él había hecho excavaciones en los restos de la torre de Babel. El libro de Luis Caetano de Campos es aún más ambiguo, pues se mezclan informaciones sobre ciudades europeas con descripciones de las “poblaciones de los Balinos, pueblos desconocidos de todo el mundo”, como advierte el propio título.568 Al mismo tiempo en que narra las aventuras de Altina, ofrece explicaciones sobre agricultura, medicina, filosofía, física, señalando sus engaños y avanzos. No es por casualidad, por lo tanto, que Charles Porée recriminara a la narrativa de viajes imaginarios para confundir los límites entre lo real y lo fabuloso: 566 DE LAPORTE, Joseph. Le Voyageur François, ou la connoissance de l’ancien et du nouveau monde. Paris: chez Vincent, 1756. 8 vol. 567 “Ce n’est point l’histoire du voyageur qu’il importe de sçavoir ; c’est celles des pays où il a voyagé.” DE LAPORTE, op. cit., pp. VII – VIII. 568 CAMPOS.op. cit.
330
mezclando el falso con el verdadero, ella formó un caos de los más difíciles de desenredar, pues es más trabajoso destruir las mentiras que se traen de lejos o que se envían para lejos. ¿Qué resultado se saca de eso? Que casi no osamos más creer en lo que cuentan los Escritores sobre sus viajes; que recusamos nuestra creencia en las cosas verdaderas, por temor de ser engañados, y que desconfiamos que la Geografía sea más romanesca que histórica.569 Porée no estaba solo. Otros compartían su aprensión hacia las narrativas de viajes, como M. Moncrif, que se proponía a tratar, “con muy pocos elogios” las novelas “fundadas solo en el maravilloso y en el sobrenatural: los viajes imaginarios”.570 Su mayor objeción es respecto a la facilidad con que se elaborarían esas historias, que poco demandarían a la capacidad del escritor – hasta el menos fecundo de ellos podría escribir narrativas de ese tipo durante toda su vida, acumulando volumen sobre volumen –, ya que parten todas de ideas muy simples: invertir un principio básico y universal (como suponer, dice el sutil crítico, un “país en que se representan las mujeres gobernando a los hombres”571), alterar el tamaño común de las cosas 569 “en mêlant le faux avec la vérité, elle a formé un cahos d’autant plus difficile
à débrouiller, qu’il est plus difficille de détruire les mensonges qu’on rapporte de loin, ou que l’on envoie au loin; qu’est-‐il arrivé de-‐là? Que nous n’osons presque plus croire les Ecrivains sur leurs voyages; que nous refusons notre croyance aux choses vraies, par la crainte d’être trompés, & que nous soupçonnons la Géographie d’être plûtot romanesque qu’historique.” PORÉE, Charles. op. cit., p. 19. 570 “Je vais parler, avec bien peu d’éloges, des Romans qui ne sont fondés que sur le merveilleux & le surnaturel: Des voyages imaginaires.” MONCRIF, op. cit., p. 2 571 “Pays où l’on represente les femmes ayant l’empire sur les hommes”, MONCRIF, op. cit., p. 4. 331
(como ocurre con los liliputianos), o crear una situación extraordinaria con un personaje (como abandonar un hombre solo en una isla desierta). Moncrif desafía sus lectores: Si entre las personas que piensan diferentemente de mí sobre las Obras de que trato aquí, existir alguna que esté bien convencida de no tener ninguna imaginación: que ella gaste solo una hora pensando y escribiendo lo que se puede hacer de un Robinson; yo garantizo que, sin nada tomar de la Novela Inglesa, ella compondrá una que agradará a los amantes de las Obras de ese género.572 Otro recurso que facilitaba la elaboración de enredos sería el empleo de genios y hadas, como en los “Cuentos de Hadas y de Encantamientos”, tan depreciados por el crítico como las aventuras de Robinson Crusoé. Los lectores que vivían en Río de Janeiro no deberían estar de acuerdo con Moncrif, ya que entre sus predilecciones estaba justamente la narrativa The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, y Les Mille et Une Nuits, de Antoine Galland. Los mismos críticos europeos no entendían sus evaluaciones. Barbier y Desesarts, a quienes no les gustaban las novelas, elogiaban mucho las Mil y Una Noches, creyendo que no había novela “más ingeniosa, más variada, más agradable y más divertida que las Mil y
572 “Si parmi les personnes qui pensent différemment de moi sur les Ouvrages dont il est ici question, il s’en trouve quelqu’une qui soit bien convaincuë de n’avoir point du tout d’imagination: qu’elle donne une heure seulement, à penser & à écrire ce qu’on peut faire d’un Robinson; je lui suis garant que sans rien dérober au Roman Anglois, elle en composera un qui plaira aux amateurs des Ouvrages de ce genre.” MONCRIF, op. cit., p. 7.
332
Una Noches.”573 Contrariando sus objeciones en cuanto a la facilidad de composición y al inconveniente de la fantasía, afirmaban que las historias allí contenidas eran superiores a los relatos de viajantes: ellas agradan aun por el objetivo moral, por las costumbres y hábitos de los asiáticos, por las ceremonias de su religión, etc., que se hallan mejor descritas que en los relatos de viajantes.574 Así como los críticos tenían criterios divergentes sobre los textos, los lectores cariocas tenían un gusto suficientemente elástico para apreciar los más variados tipos de novela. Buscaban los más antiguos como la Historia del Emperador Carlos Magno y de los doce pares de Francia, que era considerada novela romanesca. Llena de acontecimientos fabulosos e intervenciones maravillosas, cuenta la historia del primer rey católico de Francia, narrando las batallas en que se envuelve junto a sus compañeros en el enfrentamiento de gigantes y moros y los auxilios e instrucciones que reciben de los cielos. Carlos Magno ve, por ejemplo, una aparición de S.antiago que explica al rey la localización de su cuerpo en Galicia y lo incita a erigir allí un templo, “adonde irán muchas personas de todas las partes de la Cristiandad ganar muchas Indulgencias y remisión de todos sus pecados.”575 Al
573 “Je ne connois point de romans plus ingénieux, plus variés, plus agréables
et plus amusans que les Mille et une Nuits”, BARBIER, A. A. et DESESSARTS, N. L. M., op. cit., Tomo V, p. 7. 574 “elles plaisent encore par le but moral, par les coutumes et les moeurs des asiatiques par les cérémonies de leur religion, etc., qu’on trouve mieux décrites que dans les relations des voyageurs.”, BARBIER, A. A. et DESESSARTS, N. L. M., op. cit., Tomo V, p. 7. 575 História do Imperador Carlos Magno, e dos doze pares de França, augmentada com a noticia circumstancial das estaturas, e fisionomias do imperador Carlos Magno, e dos doze pares de França. Dividida em tres partes. Traduzida do castelhano em portuguez, com mais elegância para a nossa 333
mismo tiempo, mostraban interés por la más demoledora sátira a ese tipo de novela: Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra.576 Apreciaban también novelas modernas como Paul et Virginie de Jacques-‐Henri Bernardin de Saint-‐Pierre. Si todo corriera como esperaban los entusiastas del nuevo género, muchas lágrimas correrían durante la lectura del relato de los sufrimientos de los jóvenes Paulo y Virginia, apasionados e impedidos en la concreción de su amor, tras haber pasado toda la vida juntos en contacto con la naturaleza y bajo la protección amable de sus madres y de sus esclavos. Pocos tal vez resistieran al trágico final en el que naufraga el navío en que Virginia regresaba de Europa a los brazos de su amado. 577 El mismo efecto probablemente experimentaría el lector de Caroline de Lichtfield de J.I.P. de Bottens – novela en la que se multiplican los sucesos y, claro, los problemas.578 La intrincada narrativa tiene como personajes principales al joven Lindorf que, a lo largo de la historia, se involucra con Luiza, se apasiona por Carolina y, lingua. Nova Edición. Lisboa: Na Typ. de Mathias Joze Marques da Silva, 1864, p. 154. 576 CERVANTES, Miguel de. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha..., Madrid: 1605-‐1615. Traduções para o português: O Fidalgo D. Quixote de la Mancha, traduzido em vulgar, com 24 estampas abertas ao buril, em 8. 5 vol. 1791; O engenhoso fidalgo Dom Quixote de la Mancha, por... Traduzido em vulgar. Lisboa: Tip. Rollandiana, 6 vols, 1794. 577 SAINT-‐PIERRE, Jacques-‐Henri Bernardin de. Paul et Virginie. Études de la nature, tomo IV. Paris: chez Didot le Jeune et Méquignon l’Aîné, 1788. Reedición isolada por Firmin Didot en 1789. Versão revista e acrescida de um “Preâmbulo” por Didot l’Aîné em 1806. Paulo e Virginia: História fundada em factos, traduzida em vulgar, 1807. Reedições portuguesas em 1818 (Paris, T. Barrois), 1823 (Rolland) e 1834 (Paris, Pillet). 578 Se intitula, en la primera edicción, Caroline. Par Madame de ***. Publiée par le traducteur de Werther. Londres. Paris: 1786. En ediciones subsecuentes pasó a intitularse Caroline de Lichtfield. Es de autoría de J.I.P. de Bottens, Baronesa Isabelle de Montolieu. 334
finalmente, se casa con Matilde. Carolina, también apasionada por Lindorf, es forzada a casarse con el conde de Walstein, amigo de Lindorf y hermano de Matilde. Ésta amaba a Lindorf pero no podía realizar su amor pues su tía, de quien recibiría una gran herencia, quería verla casada con Zastrow. Después de muchas cartas y billetes, noches sin dormir y enfermedades gravísimas, todo queda bien. Mme de Montolieu encontró una interesante solución para cuidar de tantos amores infelices, concentrándose en el triángulo Lindorf – Carolina – Walstein y conduciendo la narrativa a la feliz unión de la muchacha con el conde. La historia acaba, formalmente, con un “Fin”. Sigue, entretanto, una nota al lector: Hay tal vez lectores presos a las reglas estrictas, que piensan que un episodio cualquier debe ser puesto en el cuerpo de la obra antes del final y que no puede haber nada de interesante a ser dicho después que el héroe está feliz. Para esos, que yo puse la palabra fin después de la reunión del conde y de Carolina (aunque ellos mismos estuvieran lejos de suponer que su historia hubiera terminado, una vez que la de Lindorf y Matilde no estaba concluida). Sin duda, para eses lectores bastará saber, en dos palabras, que Lindorf y Matilde se unieron en la secuencia. La historia quedará dentro de las grandes reglas; ellos sabrán todo lo que quieran saber y no tendrán necesidad de ir adelante. Pero nos gusta pensar que hay lectores más curiosos, o más sensibles, que nos agradecerán por entrar en los detalles de un acontecimiento que no les puede ser indiferente, ya que él es tan necesario a la felicidad del conde y de Carolina que no se puede imaginarlos viviendo un instante de verdadera felicidad
335
mientras subsistir alguna inquietud sobre la suerte de Lindorf y de Matilde.579 Acusando a los que no se interesaron por el destino de Matilde y Lindorf, de no ser “dignos de ser amigos de la sensible Carolina”, Mme de Montolieu incluyó en el libro una “Secuencia de Carolina” en la que, a lo largo de más de 100 páginas, contó todo lo que ocurrió con los otros personajes. Concluidas las historias, surge un aviso “Del Editor al Lector” en el que la autora cuenta cómo conoció los personajes, vivió con ellos y recibió de las manos de Lindorf un manuscrito con la narrativa de sus vidas: “ese manuscrito no tiente ningún mérito además de la verdad exacta”, dijo Lindorf al entregarlo a aquella que lo tornaría un libro.580 579 “Il y a peut-‐être des lecteurs attachés aux règles strictes, qui pensent qu’un épisode quelconque doit être dans le corps de l’ouvrage avant le dénoûment, et qu’on ne peut plus rien avoir d’intéressant à leur dire lorsque le héros est heureux. C’est pour eux que j’ai mis le mot fin après la réunion du comte et de Caroline (quoiqu’ils fussent bien éloignés eux-‐mêmes de regarder leurs histoire comme finie, tant que celle de Lindorf et de Matilde ne l’était pas). Il suffira sans doute d’apprendre en deux mots à ces lecteurs-‐là que Lindorf et Matilde furent unis dans la suite. L’histoire sera dans le grands règles; ils sauront tout ce qu’ils veulent savoir, et n’auront pas besoin d’aller plus loin. Mais nous aimons à penser qu’il est des lecteurs plus curieux, ou plus sensibles, qui nous sauront gré d’entrer dans les détails d’un événement qui ne peut leur être indifférent, puisqu’il est si nécessaire au bonheur du comte et de Caroline, qu’on ne peut même imaginer qu’ils puissent jouir d’un instant de vrai bonheur, tant qu’il reste quelque inquiétude sur le sort de Lindorf et de Matilde.” MONTOLIEU, Mme Isabelle de. Caroline de Lichtfield ou mémoires d’une famille prussienne. Paris: chez Arthus Bertrand, 1821. 4a edición, tomo II, p. 196. 580 El traductor al portugués debe haber creído que esa estructura era excesivamente complicada, pues eliminó el primero final, presentando las informaciones contenidas en la “Secuencia de Carolina”, en el cuerpo de la narrativa, así como excluyó la nota “Del Editor al Lector”, sintetizando aquel texto en una “Conclusión”. Carolina de Lichtfield, ou o triunfo da virtud,
336
Mme de Montolieu utilizó un procedimiento bastante usual en las novelas, alegando no ser la autora de la historia, sino solamente una editora que hizo públicos hechos verídicos, lo que, como se vio, confundía a algunos lectores que tomaban la ficción como realidad. Temiendo eso, Alain René Lesage, el autor de Histoire de Gil Blas de Santillane, empieza su libro con una advertencia contraria a la que se hizo en Caroline: Como hay personas que son incapaces de leer, sin hacer identificaciones de los caracteres viciosos o ridículos que ellas encuentran en las obras, yo declaro a eses lectores maliciosos, que ellos se equivocarán si buscaren identificar los retratos que están en el presente libro. Yo hago una declaración pública: yo no me propuse a nada además de representar la vida de los hombres así como ella es. Dios no querrá que yo haya tenido el propósito de designar a alguien en particular.581 La novela narra las aventuras de Gil Blas que, cambiando continuamente de empleo y de situación social, conoce – y critica – publicado por el tradutor de Werther. Trasladado do francez para o portuguez. Lisboa: 1790, 2 vol. Reedicões em 1802, 1819. 581 “Comme il y a des personnes qui ne sçauroient lire, sans faire des applications des caractères vicieux ou ridicule qu’elles trouvent dans les ouvrages, je déclare à ces lecteurs malins, qu’ils auroient tort d’appliquer les portraits qui sont dans le présent livre. J’en fais um aveu public: je ne me suis proposé que de représenter la vie des hommes telle qu’elle est. A dieu ne plaise que j’aie eu dessein de désigner quelqu’un, en particulier.” LESAGE, Alain René. Histoire de Gil Blas de Santillane. Paris: Par les Libraires Associés, 1759, página não numerada. 1a edición: 1715. Traduções para o português Historia de Gil Braz de Santilhana, por Manuel Maria Barbosa du Bocage. Lisboa: 1797, 4 volumes. Historia de Gil Braz de Santilhana, traduzida em português (tomo I e II traduzidos por Bocage; III e IV por Luis Caetano de Campos). Lisboa: 1798-‐1801. Reedições: 1808, 1813, 1819 (Nova edición revista e emendada), 1821. 337
toda la sociedad española de su tiempo. Acostumbrados a las novelas que querían ser la más pura expresión de la “realidad”, los lectores de la historia podrían, efectivamente, sentirse tentados a descubrir quién era el médico incompetente o el noble arruinado a quien Gil Blas servía en ese o en aquel momento. Para los brasileños, posiblemente la tarea era un tanto complicada, por la distancia entre la situación narrada y aquella vivida por ellos, lo que, entretanto, no impidió el libro de ser uno de los más procurados en Río de Janeiro. La semejanza con la estructura de la Historia de Gil Blas y la mayor proximidad con los hechos narrados tal vez expliquen el éxito de O Piolho Viajante, de António Manuel Policarpo da Silva, en el que un piojo-‐narrador pasa de cabeza en cabeza, permitiéndole criticar las más variadas escalas sociales de Lisboa.582 Todas esas novelas tenían en común el deseo de moralizar a los lectores, de modo que en cualquiera de ellas podría caber el aviso de “Gil Blas al lector”, en que el narrador, antes de principiar su historia, advierte que, para bien entenderla, es necesario que el lector medite sobre el cuento que pasa a narrar. Dos estudiantes encuentran un túmulo en el que está escrito “aquí está encerrada el alma del licenciado Pedro Garcias.”583 El primero se ríe de la idea de un alma encerrada y, el segundo, percibiendo que allí hay algún misterio, retira la lápida y encuentra una bolsa de cuero con cien ducados y una carta en latín que decía: “sea mi heredero, tu que tuviste suficiente espíritu para desvendar el sentido de la inscripción y haga un mejor uso de mi
582 SILVA, António Manuel Policarpo da. O Piolho Viajante, cujas viagens são divididas em mil e uma carapuças. Lisboa: 1802 (data da edición dos cinco primeiros folhetos). Edições em volumes: 1821, 1837, 1846 e 1857. 583 “Aqui està encerrada el alma del licenciado Pedro Garcias. ICI EST ENFERMÉE L’AME DU LICENCIÉ PIERRE GARCIAS”. LESAGE, op. cit., p. 3.
338
dinero de lo que yo hice.”584 Tal vez temiendo que el lector no percibiera el sentido del cuento, explica: Sea quien sea usted, amigo lector, parecerá con un o con otro de eses dos estudiantes. Si usted lee mis aventuras, sin llevar en consideración las instrucciones morales que ellas guardan, usted no sacará ningún provecho de esa obra; pero, si la lee con atención, usted hallará en ella, según el precepto de Horacio, el útil mezclado al agradable.585 Además de pretender difundir la virtud y la moral por medio de la ficción, es bastante probable que tuvieran otra cosa en común: ninguno de los autores debe haber imaginado el éxito que tenían en las distantes tierras brasileñas. Si Isabelle de Montolieu se espantaba con la buena aceptación de su libro en París, ¿cómo no se sorprendería al saber que Carolina de Litchfield era la séptima obra más leída en Río de Janeiro en la virada del siglo XVIII para el XIX? Tal vez cambiara alguna cosa en los versos dedicados “al público”, en los que agradeciendo la benevolencia de los lectores, dijo imaginarlos con su libro en las manos cerca del fuego, en el invierno: Mi caro lector, no tuvo otro deseo Que divertir, en el invierno, en la vigilia El círculo estrecho de los indulgentes amigos 584 “SOIS MON HÉRITIER, TOI QUI AS EU ASSEZ D’ESPRIT POUR DÉMESLER LE SENS DE L’INSCRIPTION, ET FAIS UN MEILLEUR USAGE QUE MOI DE MON ARGENT”. LESAGE, op. cit., p. 4. 585 “Qui que tu sois, ami lecteur, tu vas ressembler à l’un ou à l’autre de ces deux écoliers. Si tu lis mes aventures, sans prendre garde aux instructions morales qu’elles renferment, tu ne tireras aucun fruit de cet ouvrage; mais, si tu le lis avec attention, tu y trouveras, suivant le précepte d’Horace, l’utile mêle avec l’agréable.” LESAGE, op. cit., p. 4.
339
Que quieren bien, cerca de un fuego reunidos Consagrarme su noche desocupada.586 Incluso Bernardin de Saint Pierre, tan apegado a las tierras tropicales, posiblemente las llenara, en su imaginación, de personajes, pero no de lectores. El lector carioca es difícil de imaginar. La constitución de un público europeo para las novelas es una costumbre explicada por la ascensión de la clase media, por la difusión de la alfabetización, por el aceleramiento del proceso de urbanización, o sea, por los cambios sociales ocurridos en Europa y, sobre todo en Inglaterra, en el proceso de instalación de una sociedad moderna e industrial.587 Sandra Vasconcelos comenta ese momento de cambio económico, político y social, asociándolo a las formas literarias: En una sociedad marcada por divisiones sociales muy rígidas, estratificadas y jerarquizadas, cada individuo nacía determinado por su origen, títulos, poses, raza. A ese mundo correspondía un modo literario predominantemente aristocrático, caracterizado por una alta carga de idealización, personajes estilizadas y polarizadas, casi arquetipos psicológicos y lenguaje elevado – una literatura de la 586 “Mon cher lecteur, je n’eus d’autre dessein / Que d’amuser, l’hiver, à la
veillée, / Le cercle étroit des indulgens amis / Qui veulent bien, près d’un feu réunis, / Me consacrer leur oisive soirée.”(MONTOLIEU. “Au Public”, op. cit., tomo I, p. XIII). 587 La asociación entre la sociedad moderna y la ascensión de la novela fue propuesta por Ian Watt (WATT, Ian. La Ascensão del Novela. São Paulo: Companhia das Letras, 1990), retomada y refinada por McKeon (MCKEON, Michael. The origins of the english novel (1600-1740). Baltimore: John Hopkins University Pres, 1988.) y por Paul Hunter (HUNTER, J. Paul. “The novel and social/cultural history”. In: RICHETTI, John (org.). The eighteenth century novel. Cambridge: Cambridge University Pres, 1996, pp. 9 – 40). 340
satisfacción del deseo. El nuevo orden socioeconómico, que iría se construir sobre las ruinas de la estructura feudal, traía en su centro una ruptura de nexos entre el hombre y la sociedad y lo ponía en situación de permanente movilidad, una vez que su posición en el mundo ya no estaba más predeterminada, lo que lo obligaba a buscar su lugar y abrir sus espacios. En esa búsqueda, marcada por limitaciones sociales, era de se esperar que las aspiraciones del individuo entrasen en conflicto con la realidad y ese empezara a ser el grande tema de la novela, que ganó profundidad en el análisis de los sentimientos de sus personajes.588 Casi nada de ese nuevo orden había en Brasil entre la mitad del siglo XVIII e inicio del XIX. Allá, predominaba una economía agrícola y exportadora, centrada en latifundios de monocultivos, cuya fuerza de producción era esencialmente esclava. Allá había una sociedad jerarquizada y basada en la esclavitud, en la cual las novelas eran la lectura preferida. Dos mundos bastante distintos, por tanto, pero para los cuales la novela parecía contribuir en el sentido de divertir, instruir y conferir sentido a la existencia, sea cual fuere.
588 VASCONCELOS, Sandra. op. cit., p. 34.
341
Conclusión Quien busca lo que no perdió 589
589 Parte de las ideas aquí desarrolladas aparecen en el artículo “O Rei e o sujeito – considerações sobre a leitura no Brasil colonial”, In: Brasil e Portugal: 500 anos de enlaces e desenlaces, Revista Convergência Lusíada no 17. Río de Janeiro: Real Gabinete Português de Leitura, 2000, pp. 189-‐201.
342
En los últimos años asistimos a los festejos de los 500 años de Brasil, en los cuales se promocionaron variadas actividades – desde eventos académicos hasta programas de televisión – que alimentaron una cierta idea de lo que era Brasil en el momento de su “descubrimiento” y, por extensión, en el período colonial. En clima de festejo, se recordaron (¿o crearon?) grupos indígenas y tradiciones culturales aborígenes, paisajes idílicos con vegetación y playas exuberantes, árboles frondosos y animales exóticos. A menudo se recurrió a los viajantes extranjeros que, en una especie de certificado de bautismo de la nueva tierra, registraron sus impresiones por escrito o pictóricamente. Se seleccionaron fragmentos de elogio a las buenas aguas, al aire saludable, a la belleza de las mujeres, al sabor de los frutos. Lo que empañó estos festejos parece haber sido la cultura letrada. No pudimos festejar, junto con los 500 años de Brasil, 500 años de prensa, 500 años de funcionamiento de bibliotecas públicas o 500 años de escolarización; faltan todavía siglos para eso. Desde los relatos de los viajantes se estableció una dicotomía – fecunda para el pensamiento sobre el país – entre naturaleza y cultura, con el enaltecimiento de la primera y la crítica a la ausencia de la segunda. Una buena parte de los intelectuales brasileños tendió a coincidir con los viajantes sobre la difícil implantación de la cultura erudita en el país, especialmente en el período colonial. Uniéndose al coro de los extranjeros, se lamentaron por la ausencia o escasez de libros, escuelas, tipografías, bibliotecas, librerías, culpando no pocas veces a la Corona portuguesa por el atraso brasileño. Sin embargo, ampliando las fuentes más allá de estos relatos, es posible, como se vio, llegar a resultados diferentes y vislumbrar señales de la presencia de la cultura letrada en el país. Señales que revelan, muchas veces, formas alternativas de acceso a la erudición, concebidas como estrategias para superar las dificultades impuestas por el 343
proceso de colonización implementado por Portugal. Es el caso, por ejemplo, de la instrucción escolar. Si la Corona portuguesa no parecía preocupada por promover la ampliación y mejoría del sistema de enseñanza, se encontraron caminos informales para la alfabetización y la instrucción de los niños. Uno de los más comunes era contratar maestros particulares, aunque no tuvieran formación específica. Así, adultos alfabetizados actuaban como maestros de primeras letras para los hijos de sus parientes, conocidos o patrones. Algunos se especializaban en esta función y publicaban “Avisos” en los diarios: Se halla residiendo en esta Corte un sujeto que se ofrece para enseñar en casas particulares a leer, escribir y contar, por ser para ello sumamente hábil: Quien necesite servirse de la prestación de dicho sujeto, podrá dejar su nombre, y el lugar de residencia en la oficina de la Gazeta. 590 Tal sistema no se restringía a los rudimentos de la instrucción – otros “sujetos” se ofrecían para transmitir los más complejos conocimientos: Un sujeto aprobado en Matemáticas, que explica las diferentes partes de esta Ciencia, y sus aplicaciones al Comercio, a la Marina, etc.: también se propone enseñar Elementos de Geografía, precedidos de una nueva Teoría general del Universo donde se explican las causas de los tres movimientos de la Tierra, de los Mares, de los Vientos y de otros fenómenos aún no explicados por principios simples: quien lo quiera acuda a la Rua do Sabão, n. 66. 591 590 Gazeta do Río de Janeiro, Número 44, sábado 11 de febrero de 1809. 591 Gazeta do Río de Janeiro, Número 25, miércoles 28 de marzo de 1810.
344
Sin universidades y con pocas escuelas públicas, una red de capellanes, sacerdotes, empleados de comercio, o simples “sujetos aprobados”, se encargaba de toda o de parte de la educación posible en la colonia. Informal y de forma privada muchos fueron alfabetizados y penetraron los misterios de las ciencias y de las letras. Sin embargo, este conocimiento sería de poca utilidad si no tuvieran libros para leer. La imposibilidad de imprimir en la colonia hasta 1808, y la exclusividad de la Imprenta Real a partir de ahí, parecieron, para muchos, obstáculos imposibles de transponer en el camino hacia la cultura. Sin embargo, como se vio, esta dificultad se superaba mediante la encomienda de libros a Europa. Si la constitución de mecanismos de censura indica el deseo de mantener bajo control a los súbditos y, especialmente, a aquellos que vivían en los territorios dominados, revela también un intenso comercio de libros y formas de colaboración entre personas de este y del otro lado del mar. La documentación producida por la censura, tanto en Lisboa como en Río de Janeiro, mostró sobradamente la presencia de libros en Brasil. El cuadro de las posibilidades de lectura queda, sin embargo, más nítido si se consideraran también formas alternativas de “libros”. En ocasión de la Inconfidência Baiana de 1798, fue detenido el teniente Hermógenes Francisco de Aguillar y fueron secuestrados sus libros, entre los cuales había algunas de las novelas en boga en ese momento: Aventures de Télémaque, de Fénelon, Le Diable boiteux, de Alain René Le Sage, Lettres d’une peruvienne, de Madame de Gravigné. Uno de los problemas encontrados en su biblioteca fue la existencia de una traducción prohibida de “Abelardo y Heloísa”, conservada en cuadernos manuscritos.592 Interrogado sobre el origen del texto, el teniente trató de explicarse: 592 La difusión de manuscritos también era común en Europa. En Francia, en el siglo XVIII, las nouvelles à la main – hojas manuscritas que contenían informaciones relativas a la actualidad – eran bastante utilizadas pues daban
345
Asimismo le presentó el dicho Ministro, otro cuaderno, que igualmente le fue hallado entre sus papeles, y va junto al anexo del no V con la inscripción siguiente = Helloize y Abeillard. Y le preguntó el mencionado ministro de dónde le había venido esta traducción, que en su original es del reprobado Jean Jacques Rousseau, si también había sido hecha por el declarante, y de quién es la letra en que se halla escrita Dijo que un joven del Reino, que no conoce, si no de vista, fue el que en cierta ocasión le dio dicho cuaderno, llamándolo, y por eso no sabe si es traducción, ni quién la hizo, ni de quién es la letra en que se halla escrito. 593 Considerar únicamente la posibilidad de imprimir en la colonia o tener en cuenta solo la presencia de libros limita el campo de la lectura, pues en Brasil circulaban soportes de textos variados, como cuadernos manuscritos en los que se traducían obras extranjeras y en los que posiblemente se copiaban textos de interés general, ya que en los procesos se mencionan varios manuscritos “que se conservaban en la casa de Luis Pires, y en las de otras muchas otras personas de esta ciudad”. Las declaraciones de los presos en ocasión de la Inconfidência Baiana muestran también la necesidad de considerar variadas formas de leer y no sólo la lectura individual y silenciosa. Los inquiridores, que mayor agilidad a la divulgación de noticias que las técnicas de impresión disponibles en la época permitirían. Algunos estudiosos creen que, en la misma época, la correspondencia privada y semi-‐privada en circulación en toda Europa cumplía el papel de un verdadero periódico. (MASSEAU, Didier. L’invention de l’intellectuel dans l’Europe du XVIII siècle, París, Puf, 1994, pág. 48) 593 ARQUEB, Seção Histórica, maço 575, apud ARAÚJO, Jorge de Souza. Perfil do Leitor Colonial, Ilhéus, Editus, Editora da UESC, 1999, p. 449-‐450. 346
conocían las prácticas de lectura comunes en la época, preguntaban a los presos si habían oído leer tales o cuales libros. Uno de los interrogados, el “pardo libre Jozé de Freitas Sacato”, confirmó el hecho de participar de sesiones de lectura oral de textos traducidos que circulaban en cuadernos manuscritos. Preguntado si el declarante vio ese libro que ha indicado, algunas veces y si sabe su configuración y su título Dijo que el declarante lo vio algunas veces en poder del mencionado Luis Pires, y se componía de cuatro cuadernos, que periódicamente pasaban de manos de los traductores al mencionado Luis Pires, que por orden los iba juntando y los leía en presencia del declarante y demás que allí concurrían, […] Preguntado específicamente sobre las personas que solían asistir, y asistieron efectivamente a la lectura de este libro Dijo que uno de los principales era el Teniente Hermógenes de Aguillar, por ser el que lo traducía, junto con el Padre Francisco Agostinho Gomes en la casa de éste…594 Hombres adultos e instruidos “asistían a la lectura de libros” de modo que su contacto con la cultura letrada pasaba en parte por la oralidad, en parte por la lectura de manuscritos y, en parte por el contacto con libros impresos guardados en sus bibliotecas. Si la inexistencia o la precariedad de las bibliotecas públicas fue uno más de los factores tomados como indicio de la precariedad de las instituciones letradas, el caso de los inconfidentes de Bahía muestra la importancia de los acervos particulares en la circulación de las ideas. El acceso a bibliotecas privadas no dependía del contar con amigos, pues hubo quienes ofrecieron su colección para consultas, publicando avisos en los diarios: 594 ARQUEB, v.35 Anaes, 1959, p.129-‐130, apud ARAUJO, op. cit. pág. 450-‐451.
347
En Casa de Mr. Izidor, Profesor de lengua Francesa en la Rua da Pedreira, esquina con Rua do Alecrim, se halla una biblioteca de Libros franceses muy bien escogidos, que se pueden ver de 3 a 5 de la tarde. Izidor, hace saber que él mismo continúa sus Estudios de Lengua Francesa y Geografía en las horas de costumbre, así como las lecciones particulares. 595 Existía, por lo tanto, la posibilidad de consultar obras en bibliotecas alternativas, así como era posible comprarlas en locales no convencionales – como vidrierías, farmacias, almacenes – o por medio de modos alternativos de venta – como la comercialización puerta a puerta que hacían personas contratadas para ese fin o, hasta incluso, por esclavos. Consideradas no sólo las categorías e instituciones convencionales en torno de las cuales se hace historia de la lectura – escuelas, bibliotecas, librerías, prensa, impresos, lectura silenciosa e individual, posesión de libros, alfabetización – es posible notar indicios de interés por la erudición en Brasil. No había desinterés por parte de los colonos sino un empeño de la metrópolis en controlar el acceso a la instrucción y a los libros, como forma de mantenerlos subordinados a ella. A pesar de las limitaciones impuestas, se encontraban brechas en el sistema: había pocas escuelas, pero profesores particulares se encargaban de la educación; no se podía imprimir, pero era posible importar libros y leer manuscritos; la presencia de libreros era restringida, pero se podía recurrir al comercio alternativo y a las relaciones con residentes en Europa que se ocuparan de la compra y del envío de libros; existían pocas bibliotecas públicas, pero
595 Jornal de Annuncios Número 4, Río de Janeiro, Typographia Regia, No 1.
Typographia Real, Nos 2-‐7 (05/Mayo a 16/Junio), 1821. 348
particulares abrían sus acervos; muchos eran los analfabetos, pero se podía oír lecturas en voz alta. Si la Corona portuguesa se ocupaba de que no existieran ideas emancipadoras fomentadas por la instrucción y por la lectura, los sujetos que vivían en Brasil eran capaces de tener iniciativas variadas en el sentido de tomar contacto con la cultura letrada. Uno de los “avisos” publicados en la Gazeta parece sintetizar la situación: Un sujeto que algunos años estudió en Francia, se ofrece a enseñar a traducir, escribir y hablar la lengua Francesa, entrando en el genio de la misma. [...] El estudiante sólo necesita un Telémaco, y un Diccionario Francés para comenzar [...] Terminados los seis meses, el estudiante sensato, habiendo trabajado, debe traducir, escribir y hablar el Francés, al punto de conocerle las principales elegancias. El precio es de 480 reis por mes. 596 Todo es informal. El profesor, que aparentemente no era diplomado pues solo decía que “algunos años estudió en Francia”, daba clases en casas particulares. Usaba libros importados – tanto las Aventuras de Telémaco como el Diccionario Francés jamás fueron impresos en Río de Janeiro en el período colonial. Estos libros se podían adquirir en las pocas librerías instaladas en la ciudad, pero podían llegar a manos de los alumnos sin la intermediación de libreros. No obstante, el maestro parece confiado: con un poco de sensatez y trabajo, garantiza resultados en seis meses. Tal vez éste tuviera razón en confiar en el éxito de esas formas alternativas. Gonçalves Dias, uno de los grandes intelectuales brasileños del siglo XIX, las conoció de cerca, aunque muchos años 596 Gazeta do Río de Janeiro, 2 de diciembre de 1815.
349
después. Manuel Bandeira cuenta que el poeta comenzó a alfabetizarse a los siete años, al principio en las clases del maestro José Joaquim de Abreu (durante un año) y después en casa, con el primo Antônio, empleado de comercio, el cual, a fuerza de golpes de palmeta y látigo, lo instruyó en la caligrafía y en la aritmética, de tal suerte que al cabo de dos años estaba el niño habilitado para hacerse cargo de la contabilidad del almacén paterno.[...] En las horas libres se deleitaba el niño con la lectura de la Historia del Emperador Carlomagno y de los Doce Pares de Francia, de Vasco Lobeira, y otros libros que llegaban a sus manos. Era este un placer consentido por el padre, que, austero y patriota, le regaló la Historia de Portugal, de Laclede, y la Vida de D. João de Castro, de Jacinto Freire de Andrade. 597 Leyendo libros poco considerados por la crítica, como la Historia del Emperador Carlomagno, y habiendo aprendido a leer con un empleado de comercio y con un profesor particular llegó a ser una de las más importantes referencias de la literatura erudita brasileña. Al cerrar los ojos a formas alternativas de instrucción, de lectura y de acceso a las obras, se deja de ver gran parte del retrato de la lectura en Brasil. O, como se dice en el Nordeste de Brasil, “quien busca lo que no perdió, cuando lo encuentra no lo conoce.”
597 BANDEIRA, Manuel. Poesia e Vida de Gonçalves Dias, São Paulo, Editora das
Américas, 1962, p.12 350
351
Bibliografía Algunos de los textos aquí referidos fueran explícitamente citados en el cuerpo del libro, otros no, pero todos participaran de las reflexiones a respecto de la lectura en Brasil colonial. Detractores e defensores do romance. ANTONIO, Nicolas. Censura de historias fabulosas. Valencia, A. Bordaz de Antàzu, 1742, Edição póstuma a cargo de Don Gregorio Mayans y Siscár. BARBIER, Antoine Alexandre e LE MOYNE DESESSARTS (Nicolas Toussaint). Nouvelle bibliothéque d'un homme de goût, entiérement refondue, corrigée et augmentée, contenant des jugemens tirés des journaux les plus connus et des critiques les plus estimés, sur les meilleurs ouvrages qui ont paru dans tous les genres, tant en France que chez l'étranger jusqu'à ce jour. 5 volumes. Paris: chez Arthus Bertrand, 1808-‐10. Bibliothèque universelle des Romans; ouvrage périodique, dans lequel on donne l'analyse raisonnée des romans anciens et modernes, françois, ou traduits dans notre langue; avec des anecdotes et des
352
notices historiques et critiques concernant les auteurs ou leurs ouvrages: ainsi que les mœurs, les usages du temps, etc. Organizada por A. R. Voyer d'Argenson, Marquis de Paulmy, L. E. de Lavergne, Marquis de Broussin and Count de Tressan, L. Poinsinet de Sivry, D. D. Cardonne, J. M. L. Coupé, C. J. Mayer, P. J. B. le Grand l'Assy, B. Imbert, J. F. de Bastide, Couchu, etc., 224 vol. Paris: 1775 -‐ 1789. BOILEAU, Dialogue sur les heros de Roman, 1664. In:Dialogues des Morts de Fénélon, suivis de quelques dialogues de Boileau, Fontenelle et D’Alembert. Paris: L. Hachette, 1847 BOUCHER DE LA RICHARDERIE, M. l’Abbé Gilles. Discours sur l’utilité des lettres. Paris, s/ed, 1753, 44p. BRUZEN DE LA MARTINIÈRE. Introduction generale à l’étude des Sciences et des Belles Lettres, en faveur des personnes qui ne savent que le François. La Haye: chez Isaac Beauregard, 1731. CHARNES, Abbé Jean Antoine de. Conversations sur la Critique de la Princesse de Cleves. Paris: chez Claude Barbin, 1679. Edição fac-‐ símile. Tours: Publication du groupe d’étude du XVIIe siècle de l’Université François-‐Rabelais, 1973. CHAUDON, Abée Louis-‐Mayeul. La Bibliothèque d’un Homme de Goût, Avignon, 1772. D’ARNAUD, F. T. Baculard. Oeuvres de D’Arnaud. Paris: Chez Laporte, 1803. D’ORVILLEQUI, Contant (sous la direction de). Bibliothèque de Campagne, Genève, 1761, 2a edição, 17 volumes. 1a edição, la Haye, chez Jean Neaulnespuis, 1738 a 1742. DEFOE, Daniel, Roxana. Oxford: Oxford University Press, 1991. 1a edição 1724. DIDEROT, Denis. “Éloge de Richardson”. In: Oeuvres, Tomo IV. Paris: Édition Robert Laffon, 1996, 1a edição: 1761.
353
DUFRESNOY, Abbée Lenglet (psedônimo de Gordon de Percel), De l’usage des romans, Amsterdam, 1734. FIELDING, Henry. Joseph Andrews: London, Penguin Books, 1985, p. 24. Na primeira edição o livro intitula-‐se The History of the Adventures of Joseph Andrews, and his friend Mr Abraham Adams. Written in Imitation of The Manner of Cervantes, author of Don Quixote. London: Printed for A. Millar, 1742, 2 volumes. GORDON DE PERCEL, M. Le C. [pseud. Pierre Nicolas Lenglet du Fresnoy]. De l'Usage des Romans... Avec une bibliothèque des romans. Accompagnée de remarques critiques sur leur choix et leurs éditions. (Piéces curieuses sur ... Rousseau, suprimées en Hollande), 2 tom. Amsterdam: 1734. GRANGE, J.-‐B.-‐A. “Essai sur les romans”, In: Essais littéraires. Paris: Impremerie de Lebel, 1824. HUET, Pierre-‐Daniel. Lettre de Monsieur Huet à Monsieur de Segrais sur l’origine des romans. Paris: s/d. Primeira versão do texto publicada em HUET, Pierre-‐Daniel. “De l’origine des romans”, prefácio a Zaïde, de Madame de La Fayette, 1670. LA HARPE, J. F. Lycée, ou cours de littérature ancienne et moderne. Paris: chez H. Agasse, 1799 (An VII). LAMBERT, Anne Therese M.C. Avis d’une mère à son fils et à sa fille. Paris: Ganeau, 1729. MACEDO, Agostinho José de. Motim Litterario em forma de solilóquios. 3 a edição emendada e accrescentada com a biografia do autor, hum catálogo das suas obras, e o juizo crítico d’ellas por Antonio Maria do Couto, professor de grego. Lisboa: Typ. de Antonio José da Rocha, 1841. MASSILON, Discours inédit de Massilon, sur le danger des mauvaises lectures, suivi de plusieurs pièces intéressantes. Paris: Beaucé, 1817.
354
MISTELET, De la sensibilité par rapport aux drames, aux romans et à l’éducation. Amsterdam, chez Mérigot jeune, 1777, 51 pág. MONCRIF, M. de. “Lettres à Madame de *** sur les Ames rivales” in: Oeuvres mêlées, tant en prose qu’en vers. Paris, 1743, vol I. MONCRIF, M. de. “Réflexions sur quelques ouvrages fausement appelés ouvrages d’imagination”. In: Oeuvres mêlées, tant en prose qu’en vers. Paris: 1743, vol I POIRIER, Roger. La Bibliothèque Universelle des Romans, rédacteurs, textes, public, Genève, Librairie Droz, 1976. PORÉE, Charles. De Libris qui vulgo dicunter romanesses oratio habita. Paris: Bordelet, 1736. Tradução francesa “Discours sur les Romans”, por BARDOU-‐DUHAMEL, In: Traité sur la manière de lire les auteurs avec utilité. Paris: 1751, vol. 3. REEVE, Clara. The Progress of Romance. Colchester: W. Keymer, 1785. ROMANCE DE MESMON, Germain-‐Hyacinthe de. De la lecture des romans, fragment d’un manuscrit sur la sensibilité. Paris: chez la Veuve Pion, 1785, 2a edição ampliada. 1a edição em 1778. ROUSSEAU, Jean-‐ Jacques. Julie ou la nouvelle Héloïse. Paris: GF – Flamarion, 1967. 1a edição 1761. SADE, D. A. F. “Idée sur les romans”, In: Les crimes de l’amour, nouvelles héroïques et tragiques. Paris: 1800 (an VIII), vol I.. SALLENGRE, Albert-‐Henri de. “Réflexions sur l’utilité de la littérature” in: Mémoires de Littérature, La Haye, Chez Henri du Sauzet, 1715, Tomo I, págs 211-‐22. STAËL-‐HOLSTEIN, Germaine Necker, Mme de. De la Littérature. Paris: Flammarion, 1991. TISSOT, Simon-‐Andre De la santé des gens de lettres. Laussane: chez Grasset & Comp et à Lyon, chez Duplain, 1775. VALINCOURT, Jean-‐Baptiste-‐Henry du Trousset. Lettres a Madame la Marquise *** sur le sujet de la Princesse de Cleves. Paris: chez
355
Sebastien Mabre-‐Cramoisy, 1678. Edição facssimile. Tours: Université François Rabelais, 1972. Diccionarios y obras de referencia. ANSELMO, António. Bibliografia das bibliografias portuguesas. Lisboa: Oficinas Gráficas da Biblioteca Nacional, 1923. ANTONIO, Nicolau. Biblioteca Hispana nova, sive Hispanorum scriptorum qui ab anno 1500 ad 1584 floruere notitia. Primeira edição 1672; Biblioteca Hispana vetus, sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi 1500 floruerunt. Primeira edição 1696. BACELLAR, Bernardo de Lima e Melo. Diccionario da Lingua Portugueza, em que se acharão dobradas palavras do que traz Bluteau, e todos os mais Diccionaristas juntos. Lisboa: Offic. de Jozé de Aquino Bulhoens, 1783. BEAUMARCHAIS, Jean-‐Pierre; COUTY, Daniel & REY, Alain. Dictionnaire des Littératures de Langue Française. Paris: Bordas, 1994. BLUTEAU, D. Raphael. Vocabulario Portuguez, & latino, aulico, anatomico, architectonico (...), authorizado com exemplos dos melhores escritores portuguezes & latinos (...)1a edição, 1698. Vol. I e II, Coimbra, No Collegio das Artes da Companhia de Jesu, 1712; vol. III, Coimbra, No Collegio das Artes da Companhia de Jesu, 1713; vol. V: Lisboa, Officina de pascoal da Sylva, 1716. Supplemento Tomo I. Lisboa: Off de Joseph Antonio da Sylva, 1727. CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Rio de Janeiro. São Paulo: EDUSP, Livraria Kosmos Editora, 1993, 2. Vol. Catálogos. Literatura de cordel. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 1952. 356
CHAGAS, Manoel Pinheiro Diccionario Popular: Lisboa, 1876-‐1890, 16 vol., in 8. CIORANESCU, Alexandre. Bibliographie de la Littérature Française du dix-septiemme siècle. Paris: Ed C.N.R.S., 1965. CIORANESCU, Alexandre. Bibliographie de la Littérature Française du dix-huitiemme siècle. Paris: Ed C.N.R.S. DEMOUGIN, Jacques. Dictionnaire historique, thématique et technique des Littératures (littératures française et étrangère, anciennes et moderne). Paris: Librairie Larousse, 1985. DIDEROT, Denis e D’ALEMBERT, Jean le Rond. Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, par une societé de gens de lettres. Paris: 1751 -‐ 1772. LAFFONT-‐BOMPIANI, Dictionnaire des Oeuvres de tous les temps et tous les pays. Paris: Société d’Édition de Dictionaires et Encyclopédies, 1962, 4a edição. MACHADO, Diogo Barbosa. Biblioteca Lusitana, historica, critica e cronologica. Na qual se comprehende a noticia dos authores portuguezes, e das Obras, que compuseraõ desde o tempo da promulgaçaõ da Ley da Graça até o tempo prezente. Offerecida à Augusta Magestade de D. Joaõ V. Nosso Senhor por D. B. M, Ulyssiponense Abbade da Parochial Igreja de Santo Adriaõ de Sever, e Academico do Numero da Academia Real. Lisboa Occidental, na Officina de Antonio Isidoro da Fonseca, 1741-‐ 1759, 4 vol. PONTUAL, Roberto. Dicionário das artes plásticas no Brasil. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1969. RODRIGUES, A Gonçalves -‐ A Novelística estrangeira em versão portuguesa no período pré-romântico. Coimbra: s/ed,1951. RODRIGUES, A Gonçalves -‐ A Tradução em Portugal. Lisboa: Imprensa Nacional, Casa da Moeda, 1992, 1o vol 1495 – 1834.
357
SERRÃO, Joel (org.) Dicionário de História de Portugal. Porto: Figueirinhas, 1985. SERRÃO, Joel et alii, Roteiro de Fontes da história Portuguesa Contemporânea, Instituto Nacional de Investigação Científica. Lisboa: 1984. SILVA, Antonio de Moraes. Diccionario da Lingua Portugueza composto pelo padre D. Rafael Bluteau, reformado e accrescentado por..., natural do Rio de Janeiro. Lisboa: Officina de Simão Thaddeo Ferreira, 1789, 1a edição. SILVA, Innocencio Francisco da. Diccionario Bibliographico Portuguez. Lisboa: Imprensa Nacional, 1858. SILVA, Maria Beatriz Nizza da (coord.). Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa: Verbo, 1994. Historia de la Lectura y del Libro. Teoría Literaria. Crítica Literaria. ABREU, Márcia. Histórias de Cordéis e Folhetos. Campinas: Editora Mercado de Letras/ALB, 1999. _____ . Leitura, História e História da Leitura (org). Campinas: Mercado de Letras/ALB, São Paulo: FAPESP, 2000. _____ . “Letras, belas-‐letras, boas-‐letras”. In: BOLOGNINI, Carmen Zink. História da literatura: o discurso fundador. Campinas: Mercado de Letras/FAPESP, 2003. _____ . Leituras no Brasil (org). Campinas: Mercado de Letras/ALB, 1995. ALENCAR, José de. Como e por que sou romancista. Campinas: Editora Pontes, 1990. ALENCAR, José de. Como e por que sou romancista. Rio de Janeiro: Tipografia Leuzinger, 1893.
358
ALMEIDA, Manuel Lopes de. “Livro, livreiros, impressores em documentos da Universidade”, Arquivo de bibliografia portuguesa, no 37-‐48, ano X-‐XII. Coimbra: Atlântida, 1964-‐66. Anais da Bibioteca Nacional - Cartas de Luiz Joaquim dos Santos Marrocos, escritas do Rio de Janeiro à sua família em Lisboa, de 1811 a 1821. Rio de Janeiro: Serviço Gráfico do Ministério da Educação, volume 56, 1934. ANDRADE, Antonio Alberto Banha de. A reforma pombalina dos estudos secundários no Brasil. São Paulo: Saraiva, Ed. da Universidade de São Paulo, 1978. _____ . Contributos para a historia da mentalidade pedagógica portuguesa. Lisboa: Nacional, 1981. ARAÚJO, Ana Cristina. “Com o nome na mão: aproximação ao universo dos alfabetizados na cidade de Lisboa (1700 – 1830), In: A Cidade e o campo. Colectânea de estudos. Coimbra: Centro de História da Sociedade e da Cultura, 2000, pp. 267 – 284. _____ . “Livros de uma vida. Critérios e modalidades de constituição de uma livraria particular no século XVIII”, Revista de História das Idéias, volume 20, Coimbra: Instituto de História e Teoria das Idéias, 1999, pp. 149 – 185. ARAÚJO, Jorge de Souza. Perfil do leitor colonial. Ilhéus: Editus, Editora da UESC, 1999. AZEVEDO, Moreira de. “Origem e desenvolvimento da imprensa no Rio de Janeiro”, Revista trimensal do Instituto Histórico, Geográfico, e Ethnographico do Brasil, 4o trimestre de 1865, Tomo XXVIII, 2a parte. BAKHTIN, Michail. Questões de literatura e estética (a teoria do romance). São Paulo: Hucitec, Editora da Unesp, 1993. BANDEIRA, Manuel. Poesia e vida de Gonçalves Dias. São Paulo, Editora das Américas, 1962.
359
BAY, André. “La littérature enfantine”. In: Histoire des littératures, Encyclopédie de la Pléiade. Paris: Gallimard, 1967, tomo III, p. 1608) BENJAMIN, Walter. “O que os alemães liam, enquanto seus clássicos escreviam”. In: Documentos de cultura, documentos de barbárie: escritos escolhidos. Seleção e apresentação Willi Bolle. São Paulo: Cultrix: Editora da Universidade de São Paulo, pp. 63 – 84. BENICHOU, Paul. Le sacre de l’écrivain – 1750-1830 – Essai sur l’avènement d’un pouvoir spirituel laïque dans la France moderne. Paris: Gallimard. 1996. BERMINGHAM, Ann & BREWER, John (org). The Consumption of culture 1600 – 1800. Image, object, text. Londres e Nova York: Routledge, 1997. BERNARDINO, Teresa. Sociedade e atitudes mentais em Portugal (1777- 1810). Lisboa: INCM, 1986. BOORSTIN, Daniel J. The Americans: the colonial experience. New York: Random House, s/d., 1a edição 1958. BOSCHI, Caio C. “A Comercialização dos livros da directoria geral dos estudos”, Revista Portuguesa de História, tomo XXXIII. Coimbra: Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra: Instituto de História Económica e Social, 1999, pp.601 – 629. BOURDIEU, Pierre. Les règles de l’art – genèse et structure du champ littéraire. Paris: Éditions du Seuil, 1992. CAEIRO, Francisco da Gama. Livros e livreiros franceses em Lisboa nos fins de setecentos e no primeiro quartel do século XIX, Separata do boletim Bibliográfico da Universidade de Coimbra, vol. 35, 1980. CANDIDO, Antonio. “O Patriarca” e “Timidez do Romance”. In: Educação pela Noite & outros ensaios. São Paulo: Ática, 1989, 2a edição. 360
CARADEC. François. Histoire de la littérature enfantine en France. Paris: Albin Michel, 1977. CARVALHO, Rómulo. História do ensino em Portugal, desde a fundação da nacionalidade até o fim do regime Salazar- Caetano. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 1986. CAVALCANTI, Nireu Oliveira. “A Livraria do Teixeira e a circulação de livros na cidade do Rio de Janeiro, em 1794”, Acervo: revista do Arquivo Nacional, vol. 8, no 1-‐2. Rio de Janeiro: Arquivo Nacional, jan/dez 1995. CÉSAR, Guilhermino (org.). Historiadores e críticos do romantismo -‐ a contribuição européia, crítica e história literária. Rio de Janeiro: Livros Técnicos e Científicos; São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1978. CHARTIER, Roger. “La révolution de la lecture au XVIII e siècle: mythe ou réalité?. In: LISBOA, João Luís. O Livro e a leitura, Cultura – revista de história e teoria das idéias, vol. IX, série II. Lisboa: Centro de História da Cultura, 1997, pp. 265 – 271. CHARTIER, Roger (org.). Práticas da Leitura, São Paulo: Estação Liberdade, 1996. _____ . A História Cultural, entre práticas e representações. Rio de Janeiro: DIFEL, Lisboa: Bertrand, 1985. _____ . A Ordem dos Livros, Brasília, Editora UnB, 1994. _____ . Le livre en révolutions, entretiens avec Jean Lebrun. Paris: Textuel, 1997. _____ . Lectures et lecteurs dans la France d’Ancien Régime. Paris: Éditions du Seuil, 1987. CHATEAUBRIAND, François-‐René. Génie du Christianisme, 2 volumes. Paris: GF Flammarion, 1966. COSTA, F.M., DOMINGUES F.C., MONTEIRO N.G. (org). Do Antigo Regime ao Liberalismo (1750-1850). Lisboa: Vega Editora, 1989.
361
COSTA, Maria Helena de Teves. “Livros escolares de latim e de grego adoptados pela Reforma Pombalina dos Estudos Menores”, Arquivos do Centro Cultural Portugues, Separata XIV. Paris: Fundação Calouste Gulbenkian, 1979. CRISTIN, Claude. Aux Origines de l’Histoire Littéraire. Grenoble, Presses Universitaires de Grenoble, 1972. CRISTÓVÃO. Fernando Alves. “Presença de Fénelon no espaço literário luso-‐brasileiro. Subsídios para um estudo”. Paris, Fondation Calouste Gulbenkian, Centre Culturel Portugais, 1983, pp.135 – 150. CULLER, Jonathan. Teoria Literária: uma introdução. São Paulo: Becca, 1999. CUNHA, Rui Vieira da. “A Vida do Rio de Janeiro através dos testamentos: 1815-‐1822”, Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro. Rio de Janeiro: Departamento de Imprensa Nacional, vol 282, jan-‐mar 1969. CURADO, Maria Alice Baptista Velho Melo Falcão de Almeida. “Legislação portuguesa sobre bibliotecas e arquivos”, Arquivo de bibliografia portuguesa, n o 57-‐58, ano XVI. Coimbra: Atlântida, 1969. DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs) A revolução impressa: a imprensa na França, 1775 – 1800. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1996. DARNTON, Robert. “A filosofia por baixo do pano”. In: DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs) A revolução impressa: a imprensa na França, 1775 – 1800. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1996. _____ . “A leitura rousseauista e um leitor ‘comum’ no século XVIII”. In: CHARTIER, Roger (org.). Práticas da Leitura, São Paulo: Estação Liberdade, 1996.
362
_____ . “História da Leitura”. In: BURKE, Peter (org.) A Escrita da História. São Paulo: EDUNESP, 1992. _____ . Boemia literária e revolução – o submundo das letras no Antigo Regime. São Paulo: Companhia das Letras, 1987. _____ . Gens de lettres, gens du livre. Paris: Odile Jacob, 1992. _____ . Edição e sedição – o universo da literatura clandestina no século XVIII. São Paulo: Companhia das Letras, 1992. _____ . O beijo de Lamourette – mídia, cultura e revolução. São Paulo: Companhia das Letras, 1990. _____ . Os best-‐sellers proibidos da França pré-‐revolucionária. São Paulo: Cia. das Letras, 1998. DAVIDSON, Cathy N. (org) Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989. DAVIDSON, Cathy N. “The life and times of Charlotte Temple – the biography of a book”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org) Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989. DESIRAT, Claude e HORDE, Tristan. “Les Écoles Normales: une liquidation de la Rhétorique? Littérature et grammaire dans les programmes de l’École normal de l’an III”. In: Littérature. Paris: Larousse, n o 18, 1975. DINES, Alberto. “Aventuras e desventuras de Antônio Isidoro da Fonseca – nova documentação sobre a malograda tipografia do Rio de Janeiro no século XVIII, com achegas aos 190 anos da imprensa brasileira”. In: FALBEL, Nachman; MILGRAM, Avraham e DINES, Alberto. Em Nome da Fé, estudos in memoriam de Elias Lipiner. São Paulo: Perspectiva, 1999, pp. 75 -‐ 89. DOMINGUES, Manuela D. “Os Catálogos de livreiros como fontes da história do livro: o caso dos Reycend”, Separata da Revista da
363
Biblioteca Nacional. Lisboa: – S. 2 – VOL. 4 (1) – 1989, pp. 99-‐ 102. EAGLETON, Terry. Teoria da literatura: uma introdução. São Paulo: Martins Fontes, 2001. ESCARPIT, Robert. “Histoire de l’histoire de la Littérature”. In: Histoire des littératures, tomo III, Encyclopédie de la Pléiade. Paris: Gallimard, 1967. ESTRADA, Dorothy Tanck de. “La enseñanza de la lectura y de la escritura en la Nueva España, 1700-‐1821”. In: Historia de le lectura en México. México, D.F.: Ediciones del Ermitaño, 1988. FARIA, Sheila de Castro. A Colônia em movimento. Fortuna e família no cotidiano colonial. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1998. FERREIRA, Tania Maria Tavares Bessone da Cruz. “Leitores do Rio de Janeiro: bibliotecas como jardins das delícias”, Acervo: revista do Arquivo Nacional, vol. 8, no 1-‐2. Rio de Janeiro: Arquivo Nacional, jan/dez 1995. FERREIRA, Tito Livio. História da Educação Lusobrasileira. São Paulo, Edição Saraiva, 1966. FOLKIERSKY, Wladyslaw. Entre le classicisme et le romantisme. Étude sur l’esthétique et les esthéticiens du XVIIIe siècle. Paris, Librairie Honoré Champion, 1969. FRAISE, Emmanuel (et allii) Representações e Imagens da Leitura. São Paulo: Ática, 1997. FRIEIRO, Eduardo. O Diabo na livraria do cônego. Como era Gonzaga? e Outros temas mineiros. 2a edição rev. e aum. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, Itatiaia: Belo Horizonte, 1981. GAMA, Angela Barcelos da. “Livreiros, editores e impressores em Lisboa no século XVIII”, Arquivo de bibliografia portuguesa, , n o 49-‐52, ano XIII. Coimbra: Atlântida, 1967-‐68.
364
GASKELL, Ivan. “História das imagens”. In: BURKE, Peter (org.) A escrita da história: novas perspectivas. São Paulo: UNESP, 1992, pp. 237-‐271. GENGEMBRE, Gérard e GOLDZINK, Jean. “Introduction”. De la Littérature de Madame de Staël. Paris: Flammarion, 1991. GOMES, João Batista de Magalhães. Documentário sobre Marília de Dirceu. Rio de Janeiro: Ministério da Educação e Cultura, 1966. GOULEMOT, Jean M. e OSTER, Daniel. Gens de lettres, écrivains et bohèmes – l’imaginaire littéraire (1630-1900). Paris: Minerve, 1992. GOULEMOT, Jean Marie. “Le Cours de littérature de La Harpe ou l’emergence du discours de l’histoire des idées” in: Littérature. Paris: Larousse, n o 24, 1976. _____ . Ces Livres qu'on ne lit que d'une main. Lectures et lecteurs des livres pornographiques du XVIIIe siècle. Aix-‐en-‐Provence: Alinéa, 1991. GRIECO, Agripino. Evolução da prosa brasileira. Rio de Janeiro: Ariel, 1933. GUEDES, Fernando. O Livro e a leitura em Portugal. Subsídios para sua história (século XVIII - XIX). Lisboa: Verbo, 1987. _____ . Os Livreiros em Portugal e as suas associações desde o século XVII. Lisboa: Verbo, 1993. HALLEWELL, Laurence. O Livro no Brasil. São Paulo: EDUSP, 1985 HÉBRARD, Jean. “Três figuras de jovens leitores: alfabetização e escolarização do ponto de vista da história cultural”. In: ABREU, Márcia (org). Leitura, História e História da Leitura. Campinas: Mercado de Letras: Associação de Leitura do Brasil; São Paulo: FAPESP, 2000, pp. 33-‐78. HOLANDA, Aurélio B. “O romance brasileiro de 1752 a 1930”. Rio de Janeiro: 1952 (1a ed: Revista do Brasil, maio de 1941).
365
HUNTER, J. Paul. “The novel and social/cultural history”. In: RICHETTI, John (org.). The eighteenth century novel. Cambridge: Cambridge University Press, 1996. LAJOLO, Marisa e ZILBERMAN, Regina. A formação da leitura no Brasil. São Paulo: Ática, 1996. _____ . A Leitura Rarefeita, livro e leitura no Brasil. São Paulo: Brasiliense, 1991. _____ . Literatura infantil brasileira: histórias & histórias. 2a edição. São Paulo: Ática, 1985. 190p. _____ . O Preço da leitura: leis e números por detrás das letras. São Paulo: Ática, 2001. _____ . Um Brasil para crianças: para conhecer a literatura infantil brasileira: histórias, autores e textos. São Paulo: Global Editora, 1986, 364p. LAJOLO, Marisa. Do Mundo da Leitura para a Leitura do Mundo. São Paulo: Ática, 1993. _____ . Literatura: leitores & leitura. São Paulo: Moderna, 2001. LAPA, M. Rodrigues. “Prefácio”. In: Marília de Dirceu e mais poesias, Tomás Antônio Gonzaga. Lisboa: Livraria Sá da Costa, 1937. LEONARD, Irving A. Los livros del Conquistador, México: Fondo de Cultura Economica, 1996, 1a edição: 1949. LINHARES, Temístocles. História Crítica do Romance no Brasil (1728 – 1981). Belo Horizonte: Itatiaia; São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1987. LISBOA, João Luis. “A leitura em Portugal: os finais do ‘Antigo Regime’”. In: F. M. Costa, F. C. Domingues, N. G. Monteiro (org.). Do Antigo Regime ao Liberalismo (1750-1850). Lisboa: Vega Editora, 1989. LOUREIRO, Olímpia. O Livro e a leitura no Porto no século XVIII. Porto: Editora do Porto, 1994. LUKACS, Georg. Teoria do romance. Lisboa: Editorial Presença, s/d.
366
LYONS, Martyn. “Les nouveaux lecteurs au XIXe siècle – femmes, enfants, ouvriers”. In: CHARTIER, Roger e CAVALLO, Guglielmo. (org). Histoire de la lecture dans le monde occidental. Paris: Seuil, 1997. MARQUES, M. Adelaide Salvador. A Real Mesa Censória e a Cultura Nacional, aspectos da geografia cultural portuguesa no sec XVIII. Coimbra, s/ed, 1963. MARTIN, Henri-‐Jean. Histoire et pouvoirs de l’écrit, Paris : Éditions Albin Michel, 1996. MASSEAU, Didier. L’invention de l’intellectuel dans l’Europe du XVIII siècle. Paris: PUF, 1994. MATOS, Marina M. Freitas de. “Impressores, editores e livreiros no Porto do século XV ao século XVIII”, Arquivo de bibliografia portuguesa, n o 61-‐62, ano XVI. Coimbra: Atlântida, 1970. MCKEON, Michael. The origins of the english novel (1600-1740). Baltimore: John Hopkins University Press, 1988. MONTENEGRO, Olívio. O romance brasileiro. Rio de Janeiro: José Olympio, 1938. MORAES, Rubens Borba de. “A Impressão Régia do Rio de Janeiro: origens e produção”. In: CAMARGO, Ana Maria de Almeida e MORAES, Rubens Borba de. Bibliografia da Impressão Régia do Rio de Janeiro. São Paulo: EDUSP, Livraria Kosmos Editora, 1993. _____ . Livros e Bibliotecas no Brasil Colonial. Rio de Janeiro: Livros Técnicos e Científicos; São Paulo: Secretaria da Cultura, Ciência e Tecnologia, 1979. MORTGAT, Emmanuelle & MÉCHOULAN, Eric (org). Écrire au XVIIe siècle – une antohologie. Paris: Presses Pocket, 1992. NEUBURG, Victor. “Chapbooks in Amercia. Reconstructing the popular reading of Early America”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org)
367
Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989. NEVES, Guilherme Pereira das. “Entre o Trono e o altar: a mesa da Consciência e Ordens e o Papel da Religião no Brasil (1808-‐ 1828)”. In: SILVA, Maria Beatriz Nizza da. Cultura e Portuguesa na Terra de Santa Cruz. Lisboa: Editorial Estampa, 1995. NEVES, Lúcia Maria Bastos Pereira & FERREIRA, Tania Maria T. Bessone da C. “O medo dos ‘abomináveis princípios franceses’: a censura dos livros nos inícios do século XIX no Brasil”, Acervo, Revista do Arquivo Nacional. Rio de Janeiro: 4 (1): 113-‐119, jan-‐ jun 1989. NEVES, Lúcia Maria Bastos Pereira. “Comércio de livros e censura de ideias: a actividade dos livreiros franceses no Brasil e a vigilância da Mesa do Desembargo do Paço (1795-‐1822)”, Ler História, n.23. Lisboa: 1992, pp. 61-‐78. _____ . “Livreiros”, Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa/São Paulo: Verbo, 1994. _____ . “Censura”, Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa/São Paulo: Verbo, 1994. NORD, David Paul. “A Republican literature. Magazine reading and readers in late-‐eighteenth century New York”. In: DAVIDSON, Cathy N. (org). Reading in America, Londres e Baltimore: The John Hopkins University Press, 1989. NORTON, Manuel Artur. D. Pedro Miguel de Almeida Portugal. Lisboa: Agencia Geral do Ultramar, 1967 NORTON. Luiz. A Corte de Portugal no Brasil (notas, alguns documentos diplomáticos e cartas da Imperatriz Leopoldina). São Paulo: Cia Editora Nacional, 1938. NUNES, José Horta. Formação do Leitor Brasileiro, imaginário da leitura no Brasil Colônia. Campinas: Editora da UNICAMP, 1994.
368
ORLANDI, Eni. Discurso e leitura. São Paulo: Cortez; Campinas – São Paulo: Editora da Unicamp, 2001, 6a edição. PEIXOTO, Jorge. “História do livro impresso em Portugal”, Arquivo de bibliografia portuguesa, no 37-‐48, ano X-‐XII. Coimbra: Atlântida, 1964-‐66. PELÁEZ, Carlos Manuel & SUZIGAN, Wilson. História Monetária do Brasil, 2a ed. Brasília, Editora da Universidade de Brasília, 1981. PENTEADO, Pedro. Real Mesa Censória, inventário preliminar. Lisboa: Arquivos Nacionais – Torre do Tombo, Direcção de Serviços de Arquivística e Inventário, Março de 1994. PÉREZ, Pedro Guibovich. La Inquisición y la censura de libros en el Perú virreinal (1570 – 1813). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2000. PINHEIRO, Joaquim Caetano Fernandes. Curso elementar de litteratura nacional. Rio de Janeiro, Livraria de B.L.Garnier, 1862, 1a edição. PIRES, Maria Laura Bettencourt. História da Literatura Infantil Portuguesa. Lisboa: Vega, s/d. PIWNIK, Marie Hélène. “Lectures des élites portugaises au XVIIIème siècle d’aprés les annonces de librairie”. In: Actes du colloque histoire du Portugal - histoire européene, 1986. Paris: Fundação Calouste Gulbenkian, 1987. _____ . “Lectures des élites portugaises au XVIIIème siècle d’aprés les annonces de librairie”, Actes du Colloque Histoire du Portugal - Histoire Européene, 1986. Paris: Fundação Calouste Gulbenkian, 1987. _____ . “Libraires français et espagnols à Lisbonne au XVIIIe. siècle”. In: Livres et Libraires en Espagne et au Portugal (XVI e.. -XX e. siècles). Paris: Ed. C.N.R.S., 1989. PORTUGAL, D. José Miguel João de (Conde de Vimioso) Vida do Infante D. Luiz. Lisboa: 1735. 369
PRIORE, Mary del. “Ritos da vida privada”. In: SOUZA, Laura de Melo e (org.) História da Vida Privada, vol. I. São Paulo: Companhia das Letras, 1997. PROBYN, Clive. English Fiction of the Eighteenth Century (1700 -1789). Londres: Longman, 1994. RAMOS, Luis A. de Oliveira. “Da Aquisição de Livros Proibidos nos Fins do Século XVIII (Casos Portugueses)”, Revista da Faculdade de Letras da Universidade do Porto. Porto: 1974. REBOUL, Pierre. “Introduction”. In: CHATEAUBRIAND, François-‐René. Génie du Christianisme. Paris: GF Flammarion, 1966. RENAULT, Delso. O Rio antigo nos anúncios de jornal 1800-1850. Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1984. REVAH, I. S. La Censure Inquisitoriale Portugaise au XVIe. Siècle. Lisboa: Instituto de Alta Cultura, 1960, vol. I. RIBEIRO, José Silvestre (org). “Apontamentos Históricos sobre as bibliotecas Portuguesas”. In: Boletim Bibliográfico da Academia das Sciências de Lisboa, , vol. 1, Primeira Série. Coimbra: Imprensa da Universidade, 1910-‐14, p. 493. RIZZINI, Carlos. O Jornalismo antes da tipografia. São Paulo: Cia Editora Nacional, 1977. ROBERT, Marthe. “Porquoi le roman?”. Roman des origines et origines du roman. Paris: Gallimard, 1972. ROCHA, Natércia. Breve História da Literatura para Crianças em Portugal. Lisboa: Instituto de Cultura e Língua Portuguesa, 1984. ROCHE, Daniel. “A censura e a indústria editorial”. In: DARNTON, Robert & ROCHE, Daniel (orgs) A revolução impressa: a imprensa na França, 1775 – 1800. São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1996. SARAIVA, António José -‐ Bertrand - história de uma editora. Lisboa: Bertrand, 1979. 370
SCHWARCZ, Lilia. A longa viagem da biblioteca dos reis. São Paulo: Companhia das Letras, 2003. SILVA, Maria Beatriz Nizza da. “Aulas de Comércio”, “Aulas Régias”. In: SILVA, Maria Beatriz Nizza da (coord.). Dicionário da História da Colonização Portuguesa no Brasil. Lisboa: Verbo, 1994. _____ . “Livro e sociedade no Rio de Janeiro (1808-‐1821)”, Revista de História, n. 94. São Paulo: 1973. _____ . “Produção, distribuição e consumo de livros no Brasil colonial”, Colóquio - Letras, n. 50. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 1979. _____ . Cultura e Sociedade no Rio de Janeiro (1808-1821). São Paulo: Cia Editora Nacional, 1978. _____ . Cultura no Brasil Colônia. Petrópolis: Vozes, 1981. _____ . Cultura Portuguesa na Terra de Santa Cruz. Lisboa: Editorial Estampa, 1995. _____ . O Império Luso-brasileiro (1750-1822). Lisboa: Editorial Estampa, 1986. SILVA, Mário Camarinha da. Introdução ao estudo das origens do romance brasileiro. Rio de Janeiro: Casa do Livro Ltda, 1941. SORIANO, Marc. Guide de Littérature pour la jeunesse. Paris: Flammarion, 1975. SPUFFORD, Margareth. “First steps in literacy: the reading and writing experiences of the humblest seventeenth century aytobiographers”, Social History, no 4, 1979, pp. 407-‐435. STAËL-‐HOLSTEIN, Germaine Necker, Mme de. De la Littérature considerée dans ses rapports avec les institutions sociales. Paris: Flammarion, 1991, 1a edição: 1800. STAPLES, Anne. “La lectura y los lectores en los primeros años de vida independiente”. In: Historia de le lectura en México. México, D.F.: Ediciones del Ermitaño, 1988.
371
TEIXEIRA, Ivan. Mecenato Pombalino e poesia neoclássica – Basílio da Gama e a poética do encômio. São Paulo: Edusp/ FAPESP, 1999. TENGARRINHA, José Manuel. História da imprensa periódica portuguesa. Lisboa: Caminho, 1989, 2a. edição revista e aumentada. VASCONCELOS, Sandra G. T. A formação do romance inglês: ensaios teóricos, Tese de Livre-‐Docência apresentada à Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo. São Paulo: 2000. VIAL, Francisque et DENISE, Louis. Idées et doctrines littéraires du XVIIIe siècle (extrait de préfaces, traités et autres écrits théoriques. Paris: Librairie Ch. Delagrave, 1909. VIALA, Alain. Naissance de l’écrivain – sociologie de la littérature à l’âge classique. Paris: Les Éditions de Minuit, 1985. VIANNA, Hélio. Estudos de História Colonial. São Paulo: Cia Editora Nacional, 1948. VILLALTA, Luiz Carlos. “O que se fala e o que se lê: língua, instrução e cultura”. In: SOUZA, Laura de Melo e (org.) História da Vida Privada, vol I. São Paulo: Companhia das Letras, 1997. VILLALTA. Luiz Carlos. “Os leitores e os usos dos livros na América Portuguesa”. In: ABREU, Márcia (org.) Leitura, História e História da Leitura, Campinas: Mercado de Letras: Associação de Leitura do Brasil; São Paulo: FAPESP, 2000, pp. 183-‐212. WATT, Ian. A Ascensão do Romance. São Paulo: Companhia das Letras, 1990. WILLIAMS, Raymond. Keywords: a vocabulary of culture and society. New York: Oxford University Press, 1983. WILLIAMS, Raymond. Marxism and literature. Oxford: Oxford University Press, 1977.
372
WINSHIP, Michael. “Afterword”. In: CHARVAT, William. Literary publishing in America (1790 – 1850). Boston: University of Massachusetts Press, 1993, pp. 91 – 97. WOODMANSEE, Martha. The author, art, and the market – rereading the history of aesthetics. New York: Columbia University Press, 1994. ZILBERMAN, Regina e MOREIRA, Maria Eunice. O Berço do Cânone: Porto Alegre: Mercado Aberto, 1998. ZILBERMAN, Regina. Fim do livro, fim dos leitores? São Paulo: Editora Senac, 2001. Libros de éxito. ALMEIDA, Pe. Theodoro d’. O Feliz Independente do Mundo e da Fortuna ou Arte de viver contente em quaesquer trabalhos da vida, dedicado a Jesu Crucificado pelo..., da Congregação do Oratório, e da Academia Real das Sciencias de Lisboa, da Sociedade de Londres, e da de Biscaya. Lisboa: na Régia Officina Typografica, 1779. Com licença da mesma Real Meza, e Privilégio Real. 3 Tomos. As mil e huma noites. Contos arabicos. Traduzido do francês por Luiz Caetano de Campos, 8 volumes. Lisboa: 1801. As mil e uma noites. Contos arábicos traduzidos do francês. Lisboa: 1801-‐1803. BARTHÉLEMY, Jean-‐Jacques. Voyage du Jeune Anacharsis en Grèce, dans le milieu du IVe siècle avant l’ère vulgaire. Paris: chez de Bure, 1788. BEAUMONT, Madama Leprince de. Thesouro de Meninas, ou Dialogos entre huma sabia aia, e suas discipulas da primeira distinção, nos quaes reflectem, fallaõ, e obraõ as Meninas, segundo o genio, 373
temperamento, e inclinações de cada huma: e representando-se os defeitos da sua idade, mostra-se de que modo se podem emendar: comprehendendo-se tambem nelles hum Compendio de Historia Sagrada, da Fabula, da Geographia; e isto tudo cheio de reflexões uteis, e de contos moraes, para as entreter agradavelmente, e escrito em estilo simples e proporcionado aos seus tenros annos. Composto na lingua francesa por ..., traduzido na lingua portugueza, e offerecido a Ill.ma e Exc.ma Senhora D. Leonor Ernestina Dhaum, marqueza de Pombal por Joaquim Ignacio de Frias. Nova Edição, Adornada com oito estampas. Rio de Janeiro, Typogrphia de J.J. Barroso e Comp, 1838. BLANCHARD, Pedro. Thesouro de meninos, resumo de historia natural, para uso da mocidade de ambos os sexos, e instrucção das pessoas, que desejão ter noções da Historia dos tres Reinos da Natureza. Obra elementar, compilada, e ordenada por..., Traduzida do Francez, e offerecida á Mocidade Portugueza, por Matheus José da Costa, Beneficiado, e Mestre de Cerimonias da Santa Igreja Patriarcal de Lisboa. 6 Tomos. Lisboa: na Impressão Régia, Anno 1813. BOCAGE, Manuel Maria Barbosa du. Obras poeticas de M.M. de B du Bocage, precedidas de um discurso sobre a vida e escriptos d’este poeta, por José Maria da Costa e Silva, Tomo IV. Lisboa: 1812. _____ . Obras poeticas de M.M. de B du Bocage, etc, tomo V, Lisboa 1813. _____ . Verdadeiras ineditas, obras poeticas de M.M. de B du Bocage, tomo IV e 1o de suas obras postumas. Lisboa: 1813. _____ . Verdadeiras ineditas, obras poeticas de M.M. de B du Bocage, tomo V e 2o de suas obras postumas. Lisboa: 1814. CAMÕES, Luis de. Obras de Luis de Camões, principe dos poetas de Hespanha: nova edição, a mais completa e emendada, etc. Lisboa: 1779-‐1780.
374
_____ . Obras de Luis de Camões, principe dos poetas portugueses, novamente reeimpressas, etc. Lisboa: 1772. _____ . Obras de Luis de Camões. Nova edição. Lisboa: 1759. _____ . Obras do grande Luis de Camões etc. Lisboa: 1720. CAMPOS, Luis Caetano de. Viagens de Altina nas cidades mais cultas da Europa e nas principais povoações dos Balinos, povos desconhecidos de todo o mundo. Lisboa: 1790-‐93, 4 tomos. CERVANTES, Miguel de. O engenhoso fidalgo Dom Quixote de la Mancha, por... Traduzido em vulgar. Lisboa: Tip. Rollandiana, 6 vols, 1794. _____ . O Fidalgo D. Quixote de la Mancha, traduzido em vulgar, com 24 estampas abertas ao buril, em 8. 5 vol. 1791 _____ . El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha..., Madrid: 1605-‐ 1615. CHOMPRÉ, Pierre. Selecta Latini Sermonis exemplaria e Scriptoribus probatissimis, ad Christianae Juventutis usum collecta, Editio Novissima, 7 volume. Lutetiae Parisiorum: Nyon, 1779. _____ . Selecta Latini Sermonis exemplaria e Scriptoribus probatissimis, ad Christianae Juventutis usum collecta, Editio Novissima, 8 volumes. Lutetiae Parisiorum: Nyon, 1778. CORNEILLE, Oeuvres. 1654. _____ . Théâtre, textes revus avec des Examens et les trois Discours. Édition essentielle, 3 vol. 1660. _____ . Théâtre. Dernière édition, revue par Corneille, 4 volumes. 1682. DE LAPORTE, Joseph. Le Voyageur François, ou la connoissance de l’ancien et du nouveau monde. Paris: chez Vincent, 1756. 8 vol. DEFOE, Daniel. The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe of York, Mariner. 1719. _____ . Vida e aventuras admiráveis de Robinson Crusoé, que contêm a sua tornada à sua ilha, as suas novas viagens e as suas reflexões.
375
Traduzidas da língua francesa por Henrique Leitão de Sousa Mascarenhas, 4 vol. Lisboa: 1785. EDGEWORTH, Maria. Scènes de la vie du grand monde... Émilie de Coulanges. Traduit de l’anglais par le traducteur d’Ida [i.e. Dubuc]. Paris: 1813. ESOPO. Dictames da Prudencia. Em várias e agradaveis Fábulas formadas sobre as de Esopo e Fedro. Acrescentam-‐se os versos de ouro de Pitágoras. Lisboa: 1788. _____ . Esopete Redivivo, ou, vida & fabulas do insigne, prudente, & gracioso fabulador Esopo Frigio, de Grecia. Recolhidas, acrecentadas, traduzidas &, com breves applicações moraes illustradas, por Manuel Mendes da Vidigueira. Impressas em Lisboa em 1643. E agora de novo, nesta ultima impressão diligentemente revistas & emendadas, para uso proveitoso & honesta recreação de todos, pelo P. João Ferreira A. D’Almeida. Primeira Parte. Em Batavia, com todas as licenças necessarias. Por Pedro Walberger impressor. Lisboa: 1672. _____ . Fabulas de Esopo, reduzidas a rima portugueza, com explicações acommodadas á moral christã, tradução de Miguel do Couto Guerreiro. Lisboa: 1788. _____ . Fabulas de Esopo, reduzidas a rima portugueza, com explicações acommodadas á moral christã, tradução de Miguel do Couto Guerreiro. Lisboa: Off Francisco Luis Ameno, 2a edição correcta e emendada, 1791. _____ . Fábulas de Esopo, traduzidas da Lingua Grega com applicações moraes a cada fábula por Manoel Mendes da Vidigueira, segunda edição correta e emendada. Lisboa: Typografia Rollandiana, 1791. _____ . Vida e fabulas do insigne fabulador grego Esopo. Trad. de novo, e acrescentadas com breves applicaçoens morais a cada fabula. Tradução de Manuel Mendes Vidigueira. Lisboa: 1673. 376
_____ . Vida e fabulas do insigne fabulador grego Esopo; de novo juntas e traduzidas, com breves applicações moraes a cada fabula. Lisboa: 1603. FÉNELON, Francisco Salignac de la Mothe. Aventuras de Telemaco traduzidas do Francez de..., pelo Capitão Manoel de Sousa, em 8. 2 vol. 1770. _____ . Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses, traduzidas do francez em portuguez: com um discurso sobre a poesia épica e excellencia do poema Telemaco; e muitas notas geográficas, e mythologicas para intelligencia do mesmo poema: edição executada com caracteres novos e adornada com o retrato do mesmo Fénélon. Lisboa: 1785. _____ . Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses; traduzido do original francez na lingua portugueza por José Manuel Ribeiro Pereira. Lisboa, 1765. 2 volumes. _____ . Aventuras de Telemaco, traduzidas em verso portuguez, a que se ajuntam algumas notas mythologicas e allegoricas para inteligencia do poema. Dedicadas ao Ser. Principe do Brasil. Lisboa, 1788, 2 tomos. _____ . Aventuras de Telémaco. Traduzido em verso portugues. por Joaquim José Caetano Pereira e Sousa, Lisboa, 1768, 2 volumes. _____ . O Telémaco. Traduzido pelo capitão Manoel de Sousa, Lisboa, 1770, 2 volumes. _____ . Aventuras de Telemaco, filho de Ulysses, traducção do Capitão Manuel de Sousa, e de Francisco Manuel do Nascimento, retocada e correcta por José da Fonseca. Paris: na Livraria Europea de Baudry, 1842, 1a edição: 1837. FONSECA, José da. Aventuras de Telemaco, filho d’Ulysses, compendiada para uso dos meninos: seguidas das de Aristonoo e de Ulysses. Paris: Va.J.P. Aillaud, Monlon e Ca, Livreiros de Suas Magestades
377
o Imperador do Brasil e El Rei de Portugal, 47, Rua Saint-‐André-‐ des-‐Artes, 1854. GONZAGA, Tomás Antônio. Marilia de Dirceo. Nova edição. Rio de Janeiro: Na Impressão Regia, Com licença de S.A.R, 1810, 3 partes. HERVEY, James. Meditaçoens (sic) do Doutor James Hervey sobre as sepulturas, e sobre vários objectos, compostas na lingua ingleza, e traduzidas em vulgar. Por Jozé Freire da Ponte, a que se ajunta a vida do mesmo Hervey, e outras peças curiozas como Cartas, Elegias, Exequias de Araberto, etc. Lisboa: 1787. _____ . Les Tombeaux et les méditations d’Hervey, précédés de sa vie; traduit de l’Anglais par M. Le Tourneur. Paris: Chez Cailleau, Imprimeur-‐Libraire, 1800. História do Imperador Carlos Magno, e dos doze pares de França, augmentada com a noticia circumstancial das estaturas, e fisionomias do imperador Carlos Magno, e dos doze pares de França. Dividida em tres partes. Traduzida do castelhano em portuguez, com mais elegância para a nossa lingua. Nova Edição. Lisboa: Na Typ. de Mathias Joze Marques da Silva. 1864. LA FONTAINE, Jean de. Fabula de J. de La Fontaine. O doudo que vende siso. Paris: 1817. _____ . Fables de La Fontaine. 1668 (vol 1 a 6), 1678 (vol 7, 8), 1679 (vol 9, 10, 11), 1694 (vol 12). _____ . Fabulas escolhidas entre as de J. Lafontaine, traduzidas em verso, etc. Tradutor Francisco Manuel Nascimento. Londres: 1814. _____ . Fabulas escolhidas entre as de... Traduzidas em verso port., emendadas sobre a edição feita em Londres, e accrescentadas com a vida e elogio de La Fontaine por Francisco Manoel do Nascimento. Paris, 2 vols, 1815.
378
_____ . Traducção livre das melhores fabulas de La Fontaine por B. M. S. entre os Arcades Belmiro Transtagano. Tradução de Belchior Manuel Curvo Semedo Torres de Sequeira. Lisboa: 1820. LESAGE, Alain René. O Diabo Coxo, verdades sonhadas e novellas da outra vida traduzidas a esta. Por &c. Nova Edição. Tomo Primeiro. Rio de Janeiro: Na Impressão Regia, 1810. Com licença de S.A.R. Tomo segundo. Rio de Janeiro: Na Impressão Regia, 1810. Com licença de S.A.R. _____ . O diabo coxo, verdades sonhadas e novellas da outra vida. Lisboa, T. Lacerdina, 1806. _____ . Historia de Gil Braz de Santilhana, traduzido por Manuel Maria Barbosa du Bocage. Lisboa: 1797, 4 volumes. _____ . Historia de Gil Braz de Santilhana, traduzida em português (tomo I e II traduzidos por Bocage; III e IV por Luis Caetano de Campos). Lisboa: 1798-‐1801. _____ . Histoire de Gil Blas de Santillane. Paris: Par les Libraires Associés, 1759. 1a edição: 1715. _____ . Oeuvres choisies. Amsterdam: 1783. MATTOS, João Xavier de. Rimas. Lisboa: 1770 MILTON, J. Paraiso perdido, poema heróico de ... traduzido em vulgar pelo Padre José Amaro da Silva, presbitero Vimaranense. Com o Paraiso Restaurado, Poema do mesmo Author; Notas Historicas, Mythologicas, &c. de M. Racine; e as Observações de M. Addisson sobre o Paraiso Perdido. Lisboa: Na Typographia Rollandiana, 1789. Com licença da Real Meza da Comissão Geral sobre o Exame, e Censura dos Livros. MOLIÈRE. Molière les Oeuvres (de Theatre). Nouvelle edition enrichie des figures en taille douce. Amsterdam /Paris: 1766. _____ . Moliere. Oeuvres dramatiques. Paris: 1753. _____ . Œuvres. par La Grange et Vivot: 1682.
379
MONROY Y ROS, D. Felix Moreno de. Lances da Ventura, acasos da desgraça e heroísmos da virtude. Novelas oferecidas à nação portuguesa para seu divertimento. 6 tomos. Lisboa: 1793-‐94. MONTOLIEU, J.I.P. de Bottens, Baronesa Isabelle de. Caroline de Lichtfield ou mémoires d’une famille prussienne. Paris: chez Arthus Bertrand, 1821. 4a edição. _____ . Carolina de Lichtfield, ou o triunfo da virtude, publicado pelo tradutor de Werther. Trasladado do francez para o portuguez. Lisboa: 1790, 2 vol. Reedições em 1802, 1819. _____ . Caroline. Par Madame de ***. Publiée par le traducteur de Werther. Londres. Paris: 1786. MUREAU, L.A.Milet. Voyage de La Pérouse autour du Monde. Paris: Chez Plassan Imprimeur-‐Libraire, 1798, 4 vol. ORTA, Teresa Margarida da Silva e. Maximas da virtude e formosura, com que Diofanes, Clymenea e Hemirena, principes de Thebas, vencerão os mais apertados lances da desgraça. Offerecidos á Princeza Nossa Senhora a Senhora D. Maria Francisca Isabel Josefa Antonia Gertrudes Rita Joanna por Dorothea Engrassia Tavareda Dalmira, Lisboa, Na Officina de Miguel Menescal da Costa, Impressor do Santo Ofício, 1752. ________. Aventuras de Diofanes, imitando o sapientissimo Fenelon na sua viagem de Telemaco, por Dorothea Engracia Tavareda Dalmira. Lisboa, Na Regia Officina Typografica, 1777. ________ . Aventuras de Diofanes, imitando o sapientissimo Fenelon na sua viagem de Telemaco, por Dorothea Engracia Tavareda Dalmira. Seu verdadeiro author Alexandre de Gusmão. Lisboa, Na Regia Officina Typografica, 1790. ________ . História de Diófanes, Clymenea, e Hemirena Príncipes de Thebas. Historia Moral, escrita por uma Senhora Portugueza. Lisboa, Na Typographia Rollandiana, 1818.
380
RACINE. Louis A Religião. Poema de Mr. Racine (Louis Racine), vertido do francês, tradução de José Anastacio da Costa e Sá. Lisboa: 1791. _____ . Oeuvres de Racine, 1676. _____ . Oeuvres de Racine, edição ampliada 1687. _____ . A existencia de Deos. Ode extrahida do Poema da Religião de Racine. In Bocage, Rimas. Lisboa: 1799. _____ . La Religion. 1743. RIBEIRO, Joseph Manoel. Aventuras finaes de Telemaco, filho de Ulysses, novamente compostas pelo bacharel ... Lisboa, 1765. SAINT-‐PIERRE, Jacques-‐Henri Bernardin de. Paul et Virginie. Études de la nature, tomo IV. Paris: chez Didot le Jeune et Méquignon l’Aîné, 1788. _____ . Paulo e Virginia. História fundada em factos. 1807. Selecta Latini sermons exemplaria e scriptoribus probatissimis ad christianae juventutis usum olim collecta, nunc verso jussu regis fidelissimi Josephi I, instauratis bonarum artium studiis, ad lusitanorum adolescentium bonum denuo in lucem edita. Olisipone: Ex Tipographia Regia, Anno 1817. SERIMAN, Zaccaria. Delli viaggi di Enrico Wanton alle terre incognite Australi ed al paese delle scimie, né quali si apiegono il carattere, li costumi, le scienze e la polizia di quegli straordinari abitanti. Tradetti da un manoscritto inglese. Veneza: 1749. Edição definitiva em Berna: 1764, 4 vols. _____ . Viagens de Henrique Wanton ás terras incógnitas austraes e ao Paiz das Monas, aonde se descrevem os Costumes, Caracter, Sciencias e Polícia destes extraordinários Habitantes. Composição inglesa, Lisboa: Na Typographia Regia Silviana, 1799-‐1800, 5 vol. SILVA, António Manuel Policarpo da. O Piolho Viajante, cujas viagens são divididas em mil e uma carapuças. Lisboa: 1802. 381
TASSO, Torquato. Godofredo ou Jerusalem libertada. Poema heroico reduzido da lingua toscana á port. e dividida em duas partes ... E agora seu novo, verdadeiro e rigoroso interprete, tanto á fidelidade do original, como observancia dos preceytos da Poezia, Pedro de Azevedo Tojal ... Primeira parte ... Lisboa, 1738. _____ . Jerusalem Libertada, composta por Torquato Tasso e traduzida em portugues por André Rodrigues Matos. Lisboa: Miguel Deslandes, 1688. _____ . O Godofredo, ou Hhiervsalem libertada. Poema heroyco. Composto no idioma toscano, por Torcato Tasso. Principe dos poetas italianos ... Traduzida na lingua portuguesa e offerecido ao Serenissimo senr. Cosme ... Gram Duque de Toscana por Andre Rodrigves de Matos. Lisboa: 1682. _____ . Traducçam port. do Poema Heroico Toscano Godofredo, ou Jerusalem libertada, por Pedro de Azevedo Tojal. Lisboa: 1733. YOUNG, Edward e HERVEY, James. Les Nuits de Young, suivies des tombeaux et des méditations d’Hervey, etc. traduction de Le Tourneur. Paris: Chez Étienne Ledoux, 1827. 1a edição: 1769. YOUNG, Edward. Noites d’Young, traduzidas em vulgar por Vicente Carlos de Oliveira e addicionadas com as notas de Mr. Le Tourneur com os poemas do Juizo Final e do Triunfo da Religião contra o Amor, e outros opusculos do mesmo Young, 2 volumes. Segunda edição correcta e emendada pelo traductor dos Seculos Christãos e da Historia de Portugal por La Clède. 1791. Lisboa. _____ . Noites de Young, a que se ajuntam muitas notas importantes, e varios opusculos do mesmo Young. Traduzidas em portuguez. Vicente Carlos de Oliveira. Lisboa: 1785, 2 tomos. _____ . Noites selectas de Young, traduzidas do inglez em port. por Joseph Manoel Ribeiro Pereira. Lisboa: 1781. 382
_____ . Noites Seletas, 2 volumes, Tradução Vicente Carlos d’Oliveira. Lisboa: 1791. Preceptiva ALORNA, Marquesa de. Poética de Horatio, e o Ensaio sobre a Crítica de Alexandre Pope. Londres: 1812. ANDRADE, D. Ritta Clara Freyre de. Arte Poética de Q. Horacio Flacco. Traduzida em verso rimado e dedicada à memória do grande Augusto, por... Coimbra: Regia Officina da Universidade,1781. AQUINO, Pe. José de. A Epistola I. do Livro segundo de Q. Horacio Flacco a Augusto, com a interpretação em verso portuguez por... : acresce A Poetica do mesmo Horacio restituida a sua ordem, e traduzida em verso vulgar. Lisboa: Na Regia Officina Typographica, 1796. _____ . A Poetica restituida à sua ordem: com a interpretação parafrastica em portuguez, e huma carta do editor a certo amigo sobre este mesmo assumpto. Lisboa: Na Regia Officina Typographica, 1793. BARBOSA, Jerônimo Soares. Instituições Oratórias de M. Fábio Quintiliano, escolhidas dos seus XII Livros, traduzidas em linguagem e ilustradas com notas críticas, históricas e retóricas, para uso dos que aprendem. Ajuntam-se no fim as Peças originais de Eloqüência, citadas por Quintiliano no corpo destas Instituições por... Coimbra: Imprensa Real da Universidade. Tomo primeiro, 1788. Tomo segundo, 1790. _____ . Poetica de Horacio. Traduzida, e explicada methodicamente para uso dos que aprendem por... Coimbra: Regis Officina Typographica, 1791. BARDOU-‐DUHAMEL, Traité sur la manière de lire les auteurs avec utilité, 3 volumes. Paris: 1747-‐51. 383
BATTEUX, M. l’Abbé. Principes de la Littérature, Gottingue et Leide: Elias Luzac, Paris: Desaint & Saillant, 1764. BIRON, Discours sur la manière d’utiliser ses lectures. Paris: chez J. Charles, Imprimeur, 1802, 40 pág. BOLLIOUD-‐MERMET, Louis. Essai sur la lecture. Amsterdam-‐Lyon, chez Pierre Duplain, 1765, 125 pág. BRUZEN DE LA MARTINIÈRE. Introduction generale à l’étude des Sciences et des Belles Lettres, en faveur des personnes qui ne savent que le François. La Haye, chez Isaac Beauregard, 1731. COSTA E SÁ, Joaquim José da. Arte Poética ou Epistola de Q. Horacio Flacco aos Pisões, vertida e ornada no idioma vulgar com ilustrações e notas para uso e instrucção da mocidade portuguesa por... Lisboa: Officina de Simão Thaddeo Ferreira, 1794. CREVIER, J.B.L. Preceitos de Rhetorica tirados de Aristoteles, Cicero e Quintiliano por J.B.L.C., professor de Rhetorica da Universidade de Pariz. Paris: Na Off. Patr. de Francisco Luiz Ameno, 1786. _____ . Rhéthorique Française. Paris: 1765. FERREIRA, Silvestre Pinheiro. Prelecções Philosophicas sobre a Theórica do Discurso da Linguagem, a Esthética, a Diceósyma, e a Cosmologia. Rio de Janeiro. Na Impressão Regia. -‐14. Com licença de S.A.R. Inclui uma tradução do grego das Categorias de Aristoteles para uso das Prelecções Philosophicas do mesmo Traductor por Silvestre Pinheiro Ferreira. Rio de Janeiro: na Impressão Regia, 1814. FONSECA, Pedro José da. Arte Poética de Q. Horacio Flacco. Epistola aos Pisões. Traduzida em portuguez e illustrada com escolhidas notas dos antigos e modernos interpretes e com hum commentario critico sobre os preceitos poeticos, lições varias, e intelligencia dos lugares difficultosos por... Lisboa: Officina de Simão Thadeo Ferreira, 1790. 384
_____ . Diccionario abreviado da Fábula, para inteligencia dos poetas, dos paineis e das estatuas, cujos argumentos são tirados da historia poetica: por Mr. Chompré, licenciado em direito. Agora traduzido do francez em portuguez por... Lisboa: 1785. _____ . Elementos da Poetica, tirados de Aristoteles, de Horacio, e dos mais celebres modernos. Lisboa: Na Off de Miguel Manescal da Costa, 1765. _____ . Institutionum Rhetoricarum de Quintiliano. Lisboa: Antonio Rodrigues Galhardo, 1802 FREIRE, Francisco José (Candido Lusitano). Arte Poética ou Regras da Verdadeira Poesia em geral, e de todas as suas especies principaes, tratadas com juizo critico; composta por.... Lisboa: na Officina Patriarcal de Francisco Luiz Ameno, 1748. _____ . Arte Poética de Q. Horacio Flacco, traduzida e illustrada em Portuguez por.... Lisboa: Na Off Patriarcal de Francisco Luiz Ameno, 1758. _____ . Diccionario Poetico para uso dos que principiam a exercitar-se na Poesia portugueza. Obra egualmente util ao orador principiante. Lisboa: 1765. GIBERT, Pe. Balthasar. Jugements des savants sur les auteurs qui ont traité de rhétorique, 1713-‐1719. _____ . Réflexions sur la rhétorique. Paris: 1702 _____ . Retórica ou Regras da eloqüência. Traduzida do francês, na oficina de Antônio Alvarez Ribeiro. Porto: 2 volumes, 1789. GOBINET, Charles. Instruction sur la manière de bien étudier. Paris: chez Herissant, 1742, 316 pág. Gradus ad Parnassum, ou Nouveau dictionnaire poétique latin-français fait sur le plan du “Magnum dicionarium poeticum” du P. Vanière par M. Noël [François-‐Joseph-‐Michel Noël], 3 ed. rev. et corr. Paris: Lenormant, 1818.
385
Gradus ad Parnassum, sive novus synonymorum, epithetorum, phrasium poeticarum, ac versuum thesaurus. Parisiis: J. Barbou, 1763. Gradus ad Parnassum, sive novus synonymorum, epithetorum, phrasium poeticarum, ac versuum thesaurus. Rothomagi: Ex Typographia Privilegio Distincta, 1788. GUERREIRO, Miguel do Couto. Arte Poética de Horacio, traduzida em rima vulgar por..., Lisboa: Regia Officina Typographica, 1772. LA HARPE, Jean François. “Cours de Littérature”. In: Cours de Sciences et Arts, par des professeurs célèbres, suivi de Discussions, Entretiens et Conférences en forme de Dialogues entre les Professeus et les Élèves sur les points les plus essentiels de ces diverses sciences, et enrichi d’un volume de planches. Édition Révue par Mm les Professeurs. Paris: chez Testu, imprimeur de l’Empereur, 1808. _____ . Le Lycée ou Cours de Litterature ancienne et moderne. Paris: chez H. Agasse, 1799-‐1805. LE TEXIER. Petit Cours de Littérature, à l’usage de la jeunesse de l’un et l’autre sexe. Contenant une dissertation sur l’art de bien lire, sur chaque genre de style, et un Recueil de morceaux choisis de poëtes et des Orateurs français. Paris, chez Michel, 1801. LONGINO. Tratado do Sublime. Lisboa: Impressão Régia de Lisboa, 1804. MACEDO, Agostinho José de. Motim Litterario em forma de solilóquios, 4 tomos. Lisboa, na Imprensa Régia, 1811. Notícia da Mithologia onde se contém, em forma de diálogo a estoria do paganismo para a intelligencia dos antigos poetas, pinturas e esculturas traduzida do francês por A.J.T.. Lisboa: na Typographia Rollandiana, 1780. 2a edição: 1803. Obras de Horacio, principe dos poetas latinos lyricos, com entendimento literal & construição portugueza, ornadas de hum index copioso
386
das historias, e fabulas conteudas nellas. Emendadas nesta última impressão. Coimbra: Off de J. Antunes de Sylva. Obras de Horacio, traduzida em verso portuguez, por José Agostinho de Macedo. Lisboa: Impr. Régia, 1806. OLIVEIRA, Padre Custódio José de. Tratado do Sublime, traduzido da lingua grega na portuguesa por.... Lisboa: Impresso na Regia Officina, 1771. OLIVEIRA, Pedro Freire de. Collecção das Instrucções, que dá aos seus discipulos no exercicio da latinidade... Professor de Grammatica Latina na Villa de Fronteira. Tiradas dos bons Authores, que sobre estas materias escrevêrão, e accommodadas á capacidade dos que aprendem. Lisboa, Na Impressão Regia, anno 1819. PALAIRET, Jean. Compendio sobre as artes, e sciencias em portuguez, e francez, por perguntas, e respostas. Obra muito util para aquelles, que se querem aperfeiçoar no Francez por cauza da multidaõ de materias, que abraça. Por Jean Palairet e traduzido por Jozé Vicente Rodrigues. Porto, Off. de Antonio Alvarez Ribeiro, anno de 1788. QUINTILIANO. Institutionis Oratoriae, edição abreviada por Jeronimo Soares Barbosa, Coimbra: 1794, 3a edição. _____ . Oeuvres Complètes de. Tradução M. C. V. Ouizille, revista por M. Charpentier. Paris: Garneir Frères, s/d. ROLLIN, Charles. De la manière d’enseigner et d’étudier les Belles- Lettres, par raport à l’esprit et au coeur, 4 volumes. Paris: Freres Estienne, 1765-‐1770, nouvelle édition. SACCHINI. Moyens de lire avec fruit, traduit du latin. La Haye. Paris: chez Guillot, 1786. 184 pág. VERNEY, Luis Antonio. Verdadeiro Método de Estudar, para ser util à Republica, e à Igreja: porporcionado ao estilo, e necessidade de Portugal. Exposto em varias cartas, escritas polo R.P. *** Barbadinho da Congresam de Italia, ao R.P. *** Doutor da 387
Universidade de Coimbra. 2 tomos. Valensa: na Oficina de Antonio Balle, 1746.
388
Lihat lebih banyak...
Comentarios