Lombroso en Chicago. Presencias europeas en la Modern Criminal Science americana

July 18, 2017 | Autor: Carlos Petit | Categoría: Criminal Law, Jurisprudence, United States History, Translation
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QUADERNI FIORENTINI per la storia del pensiero giuridico moderno

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Principio di legalità e diritto penale (per Mario Sbriccoli)

TOMO II

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LOMBROSO EN CHICAGO. PRESENCIAS EUROPEAS EN LA MODERN CRIMINAL SCIENCE AMERICANA (1) Where frequent beauties strike the reader’s view, We must not quarrel for a blot or two; But pardon equally to books or men, The slips of human nature, and the pen (Lord Byron, Hints from Horace, 1811, vv. 557-560)

I. El crimen, la ciencia y la Law School. — II. El congreso y Europa. — III. Traducciones y ‘lectures’ de ‘Modern Criminal Science’. — IV. « A missionary tone »: paratextos americanos para textos europeos. — V. La biblioteca y la crı´tica.

« How the Inventor of Scientific Criminology Who Died at the Beginning of the Twentieth Century Continues to Haunt American Crime Control at the Beginning of the Twenty-First » puede ser precisamente el tı´tulo de un reciente estudio sobre la tradicio´n criminolo´gica norteamericana, donde se concluye, no sin perplejidades, que el viejo proyecto lombrosiano (« linking the institutions of incarceration with science-infused cultural assumptions about dangerousness through the resources of an expensive administrative state ») a pesar de crı´ticas circunstanciales informarı´a au´n la pra´ctica criminal de los Estados Unidos (2). El incremento de la poblacio´n carcelaria desde los an˜os 1970, combinado con el olvido de la (reto´rica en pro de la) rehabilitacio´n a beneficio de las ma´s crudas (1) Proyecto de Investigacio´n « Vidas por el Derecho », SEJ 2004-01919 (Ministerio espan˜ol de Educacio´n y Ciencia). (2) JONATHAN SIMON, Positively Punitive: How the Inventor of Scientific Criminology Who Died at the Beginning of the Twentieth Century Continues to Haunt American Crime Control at the Beginning of the Twenty-first, en « Texas Law Review » 84 (June 2006), 2135-2172.

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propuestas retribucionistas (3), quiere verse como el resultado de un sencillo, casi ‘natural’ acomodo del rule of law a una intervencio´n punitiva de pretensiones ‘cientı´ficas’: a sus efectos, los delitos serı´an meras acciones antisociales cometidas por cierto grupo de personas inclinadas a quebrantar la ley, de modo que el objetivo final de cualquier estrategia en la lucha contra la delincuencia pasarı´a por la identificacio´n y la represio´n de clases definidas como peligrosas; ciertamente, una herencia de vieja estirpe lombrosiana. Ası´ las cosas, las doctrinas positivistas, ma´s o menos explı´citas en el seno de la especialidad, se encontrarı´an subsumidas entre los elementos que todavı´a caracterizan el horizonte penal norteamericano: triunfo indiscutido de la pena capital (frente a los riesgos de la incapacitacio´n so´lo temporal que conllevan las penas privativas de libertad), generalizacio´n de la prisio´n preventiva (a despecho de derechos constitucionales), endurecimiento del castigo en casos de delitos sexuales (ma´s alla´ incluso de la penalidad en estricto sentido), debates sobre la rehabilitacio´n y la indeterminacio´n de la condena (funcionales a la delimitacio´n — meramente administrativa — de la peligrosidad individual y de su control). Y no estarı´a en juego tan so´lo la presencia latente del credo positivo. A juzgar por las citas que realizo´ en su momento la doctrina, una criminologı´a a` la Lombroso, con neta preferencia sobre autoridades locales (William Healy, Ernest Burgess, Sheldon Glueck…), serı´a dominante hasta los an˜os Cincuenta, esto es, mucho tiempo despue´s de la oleada de trabajos dedicados a esa ilustre figura y de su asidua presencia en aquellas publicaciones (3) Del criminal como vı´ctima de la sociedad a la sociedad como vı´ctima del primero serı´a el recorrido efectuado por un famoso informe, au´n eficaz: Douglas LIPTON, Robert MARTINS and Judith WILKS, The Effectiveness of Correctional Treatment. A Survey of Treatment Evaluation Studies, New York, Praeger, 1975; cf. en general Lawrence W. SHERMAN, The Uses and Usefulness of Criminology, 1751-2005: Enleightened Justice and Its Failures, en « The Annals of the American Academy of Political and Social Science » 600 (July 2005), 115-135. Por supuesto, no entro aquı´ en la abundante literatura que relaciona el fundamentalismo ‘neocon’ y el rigor de la represio´n penal (cf. Harold G. GRASMICK et al., Protestant Fundamentalism and the Retributive Doctrine of Punishment en « Criminology » 30 [1992], 21 ss), ni tampoco en las llamadas ca´rceles de la fe (« faith-based prisons »), su consecuencia ma´s directa: Marc O. DE GIROLAMI, The New Religious Prisons and Their Retributivist Commitments, en « Arkansas Law Review » 59 (2006), 1-41.

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donde el me´dico de Turı´n supo analizar ante sus lectores americanos la influencia de la drogadiccio´n en el crimen, la tasa elevada de homicidios, la criminalidad femenina o la nocividad del anarquismo… entre otras cuestiones de e´poca que le otorgaron autoridad reconocida. Recı´proca admiracio´n: « his frequent appearance in popular American periodicals », se opina hoy en relacio´n a Lombroso, « speaks to his personal interest in intervening in the construction of the American state as well (where he correctly believed that his ideas were receiving a warmer welcome than on the Continent) » (Simon, p. 2164). Aunque las conexiones entre la Italia del risorgimento y la Ame´rica posterior a la guerra civil, propuestas por el autor que consultamos como la base histo´rica de tan admirable fortuna, me resulten fracamente forzadas (4), a favor de estos ana´lisis habları´a una aute´ntica resurreccio´n de la obra lombrosiana en los Estados Unidos, donde u´ltimamente se estudia y colecciona e incluso se aumenta con nuevas traducciones (5). En el fondo, una criminologı´a (4) Ası´ SIMON cit. (n. 2), p. 2165: « Both Italy and the United States were experiencing the direct aftershocks of major new efforts in nation building and civil wars. Both were dealing with the challenge of integrating regions of vastly different social and economic conditions into a theoretically free market and liberal political system. In both societies, criminal violence was becoming a major focus for moral panics about this governmental crisis. Lombroso saw himself as a patriot coming to the defense of the floundering project of Italy, and he saw criminology as a state project that, broadly conceived, involved a thorough reform of administrative capacities along with scientific expertise able to identify and isolate the dangerous residues of primitivism within modern society that threatened to wreck its delicate passage to freedom ». Desde luego, desde perspectiva europea el lector se pregunta por el parecido (si alguno remotamente existiera) de la Scarlett O’Hara de Margaret Mitchell (1936) con el prı´ncipe de Salina de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1957)… o con cualquiera de los terribles Uzeda de Federico De Roberto (1884). Por eso me siento inclinado a suscribir la conclusio´n de James Q. WHITMAN, Harsh Justice. Criminal Punishment and the Widening Divide Between America and Europe, Oxford-New York, Oxford University Press, 2003, donde se explican diferencias de actitud y de pra´cticas ante el castigo a tenor del pasado, estamental-aristocra´tico y popular-democra´tico, de las respectivas sociedades europea y norteamericana. (5) Cf. David M. HORTON - Katherine E. RICH (eds.), The Criminal Anthropological Articles of Cesare Lombroso Published in the English Language Periodical Literature During the Late 19th and Early 20th Centurie. With Bibliographic Appendices of Books and Periodical Literature Pertaining to Lombroso and Criminal Anthropology, Lewiston

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‘cientı´fica’ destinada a controlar las constantes amenazas que acechan al estado liberal — un saber metajurı´dico que actu´a en tanto ‘ciencia polı´tica’ quintaesenciada, si se prefiere — habrı´a sido la principal contribucio´n del ce´lebre me´dico positivista a la pra´ctica punitiva americana. Tras realizar un diverso recorrido obtenemos similares ensen˜anzas de otro estudio actual sobre la determinacio´n estadı´stica del ‘criminal profiling’: su tesis afirma que los modelos matema´ticos empleados por los crimino´logos modernos, en lugar de reflejar descarnadamente la realidad social y la presencia del crimen, ma´s bien llegarı´an a inventarse las cotas de incidencia criminal y los segmentos de poblacio´n considerados peligrosos, en una suerte de prono´stico autocumplido (6). Segu´n esta interpretacio´n, desde el vuelco experimentado por la polı´tica criminal americana en los an˜os 1970 ha triunfado un ‘actuarial paradigm’, quiere decirse, un « nonjugdmental, managerial approach to criminal populations » ma´s interesado en regular niveles probables de desviacio´n que en la bu´squeda de soluciones adecuadas a la conducta de singulares desviados o a las malformaciones sociales que tendrı´an en su base (Hardcourt, pp. 113-114). La conclusio´n es desoladora: « criminal profiling generally, in a world of finite law enforcement resources, is likely to reshape perceived offender distributions along the specific trait that is being profiled […]. Criminal profiling has a multiplier effect that, in all likelihood, gradually reinforces the perceived crime correlations — particularly where we do not have a good measure of natural offending rates » (id., pp. 126-127). Y es que, ma´s alla´ de una evolucio´n aparente que arrancarı´a de la individualizacio´n de la pena hasta terminar en las propuestas retribucionistas (7), la discreta (N.Y.), Edwin Mellen Press, 2004; tambie´n, Cesare LOMBROSO & Guglielmo FERRERO, Criminal Woman. The Prostitute and the Normal Woman. Translated with a new Introduction by Nicole Hahn Rafter and Mary Gibson, Durham (N. C.), Duke University Press, 2004, obra de la que hubo versio´n en ingle´s, resumida, en su momento (1895). (6) Bernard E. HARDCOURT, The Shaping of Chance. Actuarial Mode and Criminal Profiling at the Turn of the Twenty-First Century, en « University of Chicago Law Review » 70 (Winter 2003), 105-128. (7) No puedo entretenerme a discutir la exactitud de este movimiento evolutivo, va´lido en tanto representacio´n de tendencias mas de obligado contraste mediante investigaciones de campo; una de ellas, conducida sobre la justicia de menores, demues-

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eficacia de la criminologı´a positiva parece garantizada: sin grandes cambios de sustancia (8) , la polı´tica criminal del siglo XX atestigua simplemente un continuo perfeccionamiento de las herramientas estadı´sticas, ahora como en tiempos de Cesare Lombroso aplicadas al disen˜o de las estrategias punitivas de prevencio´n y control. ‘We/us — they/them’. Seguramente la permeabilidad del derecho penal en los Estados Unidos a una ‘ciencia criminal’ que construye empı´ricamente la normalidad y no sabe desprenderse de sus orı´genes constituye un rasgo sobresaliente que puede diferenciar ese derecho en relacio´n a la experiencia jurı´dica ‘continental’: entre nosotros, una elaboradı´sima teorı´a dogma´tica ancla la represio´n penal en el terreno firme del derecho (9), « while […] American law, courts, and lawyers embraced the central tenets of the Lombrosian project » (Simon, p. 2141). La analogı´a entre sistemas falları´a desde el momento mismo de definir una dada accio´n humana como delito (10). Y algo de ello tendra´ que ver, entiendo, con el desarrollo discreto del Criminal Law en tanto especialidad acade´mica: « we tra que la reto´rica de la rehabilitacio´n — individualizacio´n fue pacı´ficamente compatible con una pra´ctica judicial de rigor retributivo: Salomon J. GREENE, Vicious Streets. The Crisis of the Industrial City and the Invention of Juvenile Justice, en « Yale Journal of Law and Humanities » 15 (Winter 2003), 135-171. (8) Pero los modelos actuariales aplicados al derecho penal se habrı´an alterado tambie´n de una forma cualitativa: a medida que se abandona el fin de la rehabilitacio´n las estadı´sticas estrechan su enfoque y recogen solamente las variables relativas a las caracterı´sticas de la ofensa y del previo historial del delincuente; se ha perdido por el camino cualquier indicador del background social, familiar y local del ‘peligroso’ — una informacio´n que, a su modo, siempre preocupo´ a la encuesta (‘etiolo´gica’, ‘resocializadora’) de la criminologı´a positiva: cf. HARDCOURT cit. (n. 6), pp. 106-107. (9) Cf. Richard F. WETZELL, Inventing the Criminal. A History of German Criminology, 1880-1945, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2000. La u´ltima, importante literatura sobre el argumento en Peter-Alexis ALBRECHT, Kriminologie und Kriminalistik im Zugriff der Geschichtswissenschaft, en « Rechtsgeschichte » 10 (2007), 194-202. (10) Cf. L. A. ZEIBERT, The Model Penal Code Revisited. Philosophical Analysis and the Criminal Law, en « Buffalo Criminal Law Review » 4 (2000), 101-138. Los recursos electro´nicos nos permiten realizar fa´cilmente ciertas comparaciones: por ejemplo, si buscamos (escribo esta nota en mayo de 2007) en la seccio´n de revistas, categorı´a « Criminal Law », del banco de datos Lexis-Nexis, la entrada ‘Lombroso’ remite a 125 artı´culos (‘Cesare Lombroso’ en 84 casos); por el contrario ‘Edmund Metzger’ arroja solamente cinco remisiones, de las cuales dos corresponden por cierto a trabajos (publicados en espan˜ol) de la « Revista Jurı´dica de la Universidad de Puerto Rico ».

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[…] have all but left the field to charlatans » — llego´ a decir uno de los personajes que ocupara´n pronto estas pa´ginas (11). Tal juicio, formulado en 1926, no debe mantenerse, pero resulta significativo el desplazamiento del derecho penal a beneficio de la criminologı´a en la principal revista americana de la disciplina (12). En cualquier caso, dando por va´lido el diagno´stico de Jonathan Simon, con su amargo saldo final (13), aquı´ debo limitarme a presentar unos cuantos datos e informaciones ine´ditas sobre los textos y las circunstancias que contribuyeron a la proclamada conmixtio´n de la ‘ciencia criminal’ moderna con el derecho penal made in USA — o, si se quiere, al relativo desplazamiento del segundo por el protagonismo que au´n tendrı´a la primera. Se trata de otro caso de ‘importacio´n’ de doctrinas jurı´dicas europeas durante la llamada ‘era progresista’; un argumento al que no suelen atender los colegas americanos (tan peligrosamente autorreferenciales: se dirı´an ciegos ante un pasado que no pueden siquiera concebir desde sus presentes modos profesionales) (14) — sin ser tampoco un terreno habitual de (11) Me refiero a Roscoe Pound (1926), segu´n recoge Gerhard O.W. MUELLER, Crime, Law and the Scholars. A History of Scholarship in American Criminal Law, Seattle (Wash.), University of Washington Press, 1969, p. 111, en capı´tulo sobre « The Criminal Law Scholars ». (12) Se trata del « Journal of the American Institute of Criminal Law and Criminology » (1910), desde 1931 y hasta la fecha publicado como Journal of Criminal Law and Criminology (con un segundo, menos duradero [1951-1972] cambio de tı´tulo: « Journal of Criminal Law, Criminology and Police Science » tras la absorcio´n del « American Journal of Police Science ») — otro protagonista de estas pa´ginas; cf. MUELLER cit. (n. 11), pp. 82 ss, correspondientes al capı´tulo (v) de « Criminology Takes the Head ». Tampoco en Inglaterra la posicio´n acade´mica del derecho penal (« as a discrete undergraduate subject ») parece muy so´lida antes de los an˜os Treinta: cf. K. J. M. SMITH, Lawyers, Legislators and Theorists. Developments in English Criminal Jurisprudence, 1800-1957, Oxford, Clarendon Press, 1998, p. 362. (13) Pues no bastarı´a con la crı´tica del retribucionismo dominante para reformar la pra´ctica penal y penitenciaria americana y sus escandalosos datos sobre la poblacio´n carcelaria y la pena de muerte; serı´a necesario un nuevo paradigma criminolo´gico post-positivista, lo que no se advina au´n en el panorama de la especialidad: SIMON cit. (n. 2), p. 2172. (14) Y es la crı´tica que merece la obra, por lo dema´s de indudable calidad, de N. E. H. HULL, Roscoe Pound and Karl Llewellyn. Searching for an American Jurisprudence, Chicago and London, Chicago University Press, 1997, donde la bu´squeda de la American Jurisprudence parece olvidar por completo la dimensio´n internacional de los

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los historiadores de este lado del oce´ano (15). Afortunadamente, la consulta de los papeles profesionales de John Henry Wigmore, el principal protagonista de aquellos flujos doctrinales, me permite avanzar un poco ma´s en una senda de trabajo iniciada hace quince an˜os… I.

El crimen, la ciencia y la Law School.

Nos encontramos ahora en Chicago, el 28 de diciembre de 1908, en los locales acogedores — fuego en las chimeneas, sillones de cuero y madera de excelente calidad recubriendo las paredes — del University Club. Una importante institucio´n local, la School of Law de Northwestern University, que celebra el cincuentenario de su fundacio´n, propone a las autoridades acade´micas y a los ma´s notables exponentes de la vida jurı´dica, policial y penitenciaria del estado de Illinois (del presidente de la universidad mencionada Abram Winegardner Harris y el vicepresidente del Board of Trustees Humphreys H.C. Miller, al capita´n de Policı´a de West Park Frank P. Tyrrell, al superintendente de la Central Horward Association F. Emory Lyon, al juez de circuito, antes juez del tribunal de menores, Julian W. Mack... por mencionar so´lo unos cuantos nombres y ejemplos) (16) la convocatoria de un congreso nacional de derecho dos autores en estudio, seguramente los juristas americanos ma´s versados en cosas europeas. (15) Pero cf. Mathias REIMANN, Historische Schule und common law. Die deutsche Rechtswissenschaft des 19. Jahrhunderts im amerikanischen Rechtsdenken, Berlin, Duncker & Humblot, 1993; del mismo (ed.), The Reception of Continental Ideas in the Common Law World, 1820-1920, ibd. 1993. (16) Pues el lector puede encontrar muchos ma´s en las actas del congreso que nos interesa: cf. Proceedings of the First National Conference on Criminal Law and Criminology. Called in celebration of the Fiftieth Anniversary of the Founding of the Northwestern University School of Law (Union College of Law). Held in Northwestern University Building, Chicago, Illinois, June 7 and 8, 1909. Chicago (Ill.), Northwestern University (for the American Institute of Criminal Law and Criminology), 1910, pp. i-iii. Me limito a subrayar la presencia de universitarios relevantes: profesores de Derecho (Ernst Freund, Harry A. Bigelow, G. Frank Lydston, Juliam W. Mack, Roscoe Pound), expertos en Psicologı´a (James R. Angell, Walter D. Scott) y Medicina (Archibald Church, Henry E. Favill, James G. Kirnan), socio´logos (John F. Geeting, Grahan Taylor), economistas (Willard E. Hotchkiss).

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penal y criminologı´a (1909). Los encuentros profesionales dedicados a la materia presentaban por entonces alguna continuidad: fue muy importante — tambie´n para la nueva generacio´n ‘progresista’ que disfruta ahora del Club — la National Conference of Penitentiary and Reformatory Discipline (1870) celebrada en Cincinnati (Ohio), a instancias de Enoch C. Wines (1806-1879), notable reformador del sistema carcelario y autor del primer informe general sobre la condicio´n de las prisiones en los Estados Unidos (1867) (17). Mas los reunidos en el University Club nos resultan a su modo innovadores. Se encuentran tambie´n presentes las transformaciones sufridas por la educacio´n de los juristas en las de´cadas siguientes a la guerra civil — pero el extremo no puede interesarnos todavı´a (18). La iniciativa del congreso ha partido del californiano John Henry Wigmore (1863-1943), figura indiscutida del momento, hecho en el Harvard de Christopher C. Langdell y apo´stol del case method en Northwestern; un aute´ntico legal scholar de inagotable energı´a y enciclope´dica educacio´n que orientara´ su larga existencia en absoluta fidelidad a los motivos del fin de sie`cle: dimensio´n internacional de los saberes (una dimensio´n rayana en el exotismo: las primeras experiencias del personaje como profesor habı´an tenido lugar... en el Japo´n de los Meiji), compromiso con la reforma social, prolı´fica produccio´n literaria (au´n circula su enorme tratado sobre Evidence, 1904-1905), vocacio´n comparativa (cf. A Panorama of the World’s Legal Systems, 1928), creacio´n de revistas y colecciones, organizacio´n de redes intelectuales de todo tipo (19). Por entonces Wigmore (17) En esa ocasio´n Zebulon R. Brockway (1827-1920), a quien el lector recordara´ como superintendente general (1877) del reformatorio de Elmira (New York), presente tambie´n entre los congresistas de 1909 (cf. Proceedings cit. [n. 16], p. iv; pero no asiste: p. xxiii), lanzo´ a la discusio´n dos de los grandes to´picos del debate criminolo´gico: el tratamiento individualizado del penado y la sentencia indeterminada. Cf. Kermit HALL, The Magic Mirror. Law in American History, New York-Oxford, Oxford University Press, 1989, p. 179. (18) Permı´taseme al menos llamar la atencio´n sobre William P. LAPIANa, Logic & Experience. The Origin of Modern Legal Education, New York-Oxford, Oxford University Press, 1994. (19) La biografı´a/hagiografı´a fue cosa de William R. ROALFE, John Henry Wigmore. Scholar and Reformer, Evanston (Ill.), North Western University, 1977. U´ltimamente, Annelise RILES, Encoutering Amateurism: John Henry Wigmore and the Uses of American Formalism, en id. (ed.), Rethinking the Masters of Comparative Law, Oxford-

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lleva quince an˜os en Northwestern y los u´ltimos seis o siete al frente, como decano, de su escuela jurı´dica. Durante el perı´odo ha producido varios y notables trabajos — sin cultivar, en rigor, el derecho penal: vieja aficio´n, objeto de futuras intervenciones (20), pues la modernizacio´n de la School of Law, el reclutamiento de profesores y la mejora financiera de esa institucio´n, pronto dotada de una extraordinaria biblioteca (la famosa ‘Gary Library’), absorben por completo sus actividades. Adema´s, bajo las leyes implacables del mercado y la libre competencia, el nacimiento (1902) de otra escuela a dos pasos de Northwestern — la University of Chicago School of Law, bien provista de cabezas y fondos — aconseja reforzar la imagen pu´blica de la vieja facultad; establecida hace cincuenta an˜os en una ‘tierra de misio´n’, la institucio´n de Wigmore rivaliza en fama e influencia con los mejores establecimientos universitarios de Nueva Inglaterra y lucha para convertirse en el centro ma´s sensible a las discusiones de una sociedad sometida a continua ebullicio´n (21). Son debates referidos especialmente a la justicia criminal. No so´lo se trata de un reto universal que tiene alcance particular en paı´s de composicio´n social compleja como son los Estados Unidos (lo que agudiza una inemigracio´n rampante), abierto desde sus orı´genes a toda clase de experimentos penales y penitenciarios (22); no so´lo la Portland (Oregon), Hart Publishing, 2001, 94-126, de intere´s general aunque centrada en el Wigmore comparatista: « a man who belonged to every club and society, and who meticulously clipped every reference to his activities in the most trivial of newsletters » (p. 95). De tan meticulosa manı´a, con su inevitable prolongacio´n como archivo, me servire´ de inmediato; quede constancia de mi gratitud a Mr. Kevin B. Leonard (Northwestern University Library) y al colega Stephen B. Presser (Roul Berger Professor of Legal History, Northwestern University), por su eficaz asistencia en el acceso a los papeles de Wigmore. (20) En efecto, una de sus primeras publicaciones, premiada por la Sociedad de Medicina Legal en 1888, fue el speech « Circumstancial Evidence in Poisoning cases » (ROALFE cit. [n. 19], pp. 15 ss). Pasado el tiempo, junto a Arthur V. Lashly, Wigmore sera´ responsable del enorme The Illinois Crime Survey, Chicago, Illinois Association for Criminal Justice etc., 1929, sobre el que disponemos de Leigh B. BIENEN-Brandon ROTTINGHAUS, Learning from the Past, Living the Present: Understanding Homicide in Chicago, 1870-1930, en « Journal of Criminal Law and Criminology » 92 (SpringSummer 2002), 437-534, pp. 478 ss. (21) Paul D. CARRINGTON, The Missionary Diocese of Chicago, en Journal of Legal Education 44 (1994), 467-518; cf. p. 500 ss. para los argumentos que tocan estas pa´ginas. (22) Tiene que ver con lo nuestro Craig HANEY, Criminal Justice and the Ninete-

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porosidad triunfante en el derecho penal tras la revolucio´n positiva — su consabida apertura a la antropologı´a, la psicologı´a, la medicina, la sociologı´a — hacen de esta rama del saber, ya no simplemente jurı´dica, un o´ptimo terreno para ensayar el paradigma moderno de las ciencias sociales (23). En la consideracio´n cientı´fica del derecho penal por parte de Wigmore y sus amigos confluye, de un lado (un lado que parece, aunque no lo sea, algo secundario), el modelo de estudios surgido en Harvard, ahora en ra´pida expansio´n: un sistema universitario de (re)produccio´n de las clases profesionales, a base de candidatos con grados en artes liberales introducidos en el ana´lisis de los principios del derecho mediante ana´lisis inductivo a partir de precedentes judiciales — experiencia hasta entonces ine´dita en la tradicio´n ‘artesanal’ del common law. Desde esta perspectiva, la figura nueva del law professor, un intelectual que se mira en Alemania y que se propone (con menor e´xito que allı´, dicho sea de paso) como encarnacio´n aute´ntica del lawyer americano, abraza el compromiso con la ciencia propio de la universidad y comparte con otros colegas, todos accesibles full time en el mismo campus universitario, modos de seleccio´n, aspiraciones, resultados. Y claro esta´, el apertı´simo derecho penal del 1900 se presta como pocas especialidades para entablar un dia´logo con terceros — en el que vemos continuamente confundidas la causa de la epistemologı´a con las pretensiones de status (24). enth Century Paradigm: The Triumph of Psychological Individualism in the Formative Era, en « Law and Human Behavior » 6 (1982), 191 ss., ahora consultado en Stephen B. PRESSER-Jamil S. ZAINALDIN, Law and Jurisprudence in American History. Cases and Materials, St. Paul (Minn.), West Pub. Co., 31995, pp. 479 ss. (23) Un cuadro general se obtiene a partir de Ruth HARRIS, Murders and Madness. Medicine, Law, and Society in the Fin de Sie`cle, Oxford, Clarendon Press, 1989; tambie´n, Laurent MUCCHIELLI (dir.), Histoire de la criminologie franc¸aise, Paris, l’Harmattan, 1994; del mismo, La de´couverte du social. Naissance de la sociologie en France (1870-1914), Paris, La De´couverte, 1998. Para los Estados Unidos, cf. MUELLER cit. (n. 11), especialmente su parte segunda (« The Middle Ages: Nineteenth to Twentieth Centuries », pp. 65 ss). (24) A la obra de LAPIANA cit. (n. 18), an˜a´dase Robert STEVENS, Law School. Legal Education in America from the 1850’s to the 1980’s, Chapel Hill and London, University of North Carolina Press, 1983 (reimp. 1987); cf. Mathias REIMANN, A Career in Itself. The German Professiorate as a Model for American Legal Academia, en Mathias REIMANN (ed.), The Reception of Continental Ideas cit. (n. 15), 165-202.

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De otro lado, la historia mı´nima de la legal education apenas trazada se encuentra detra´s de la presencia en Northwestern de un autor destinado a ocupar una posicio´n dominante en el pensamiento jurı´dico contempora´neo. Me refiero a Roscoe Pound (1879-1964), brillante aunque fugaz incorporacio´n (1907-1909) a la facultad de Wigmore y como e´ste otro lawyer de saber enciclope´dico y vastı´sima erudicio´n, individuo de la ‘especie’ positiva (se habı´a doctorado en Bota´nica, 1897) que ha sido responsable del rumbo sociological seguido por la American jurisprudence. Al considerar aquı´, ciertamente con injusta parquedad, este nombre no nos desviaremos un a´pice de nuestro asunto actual, pues gracias a Roscoe Pound se explica derechamente la apuesta ‘cientı´fica’ de Wigmore. A estas alturas del siglo Pound es un activo reformista capaz de educar a una generacio´n entera de ‘social engineers’. Sin cumplir au´n los treinta an˜os ha logrado fama nacional (ma´s la llamada de Wigmore para ensen˜ar en Northwestern) con una influyente conferencia sobre « The Causes of Popular Dissatisfaction with the Administration of Justice » (1906); objeto de repetida publicacio´n, algunos de los to´picos abordados en an˜os sucesivos (vale decir, los dogmas del credo ‘progresista’: respeto a las normas jurı´dicas con atencio´n a sus implicaciones sociales; relevancia de los expertos en la aplicacio´n del derecho; reforma del aparato judicial y del procedimiento — incluı´das las crı´ticas al rumbo ‘ortodoxo’ y rabiosamente individualista de la jurisprudencia posterior al caso Lochner [1905] y una ma´s que prudente distancia en relacio´n al jurado), todos esos grandes to´picos han hecho su aparicio´n en aquellas pa´ginas fundacionales (25). Ciertamente, el Pound de 1906 no ha profundizado todavı´a en el ana´lisis de la justicia criminal, pero la cuestio´n se adivina en el transfondo y, en efecto, recie´n llegado a Chicago el novel profesor relanza sus anteriores denuncias, ahora en el terreno de la pra´ctica penal (cf. « Inherent and Acquired Difficulties in the Administration of Punitive Justice », 1907; « Enforcement of Law », 1908) (26). (25) Las consulto ahora en Sheldon GLUECK (ed.), Roscoe Pound and Criminal Justice, Dobbs Ferry (N. Y.), Oceana Publications, 1965, 57-73. (26) Cf. HULL cit. (n. 14), pp. 63 ss.; en relacio´n al derecho penal, ibd. pp. 151 ss. Ya antes, GLUECK cit. (n. 25), recopilacio´n de trabajos penalı´sticos (‘a selected antho-

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Y gracias a tales crı´ticas, que son obra de universitario profesional, descubrimos los fermentos del congreso disen˜ado en los esple´ndidos salones del University Club. No se trata solamente de una sucesio´n oportuna de textos y acontecimientos. Que Roscoe Pound se encuentre entre los socios del club, que John H. Wigmore le confı´e adema´s la presidencia del comite´ organizador del encuentro (cf. Proceedings, p. ii) y la responsabilidad de pronunciar uno de los discursos inaugurales (ibd. pp. 1-4) nos parecen movimientos estrate´gicos plenamente justificados. Por vez primera en Norteame´rica los acade´micos se colocan por delante de los pra´cticos (abogados, jueces, policı´as, funcionarios de prisiones, hombres de religio´n, fila´ntropos…) a la hora de abordar el ana´lisis del delito, la pena y los delincuentes con el objetivo, primero, de llevar a las aulas universitarias una especialidad antes dejada a las intervenciones ma´s variadas, y, segundo, para ejecutar — en un a´mbito tema´tico adecuadı´simo — el ambicioso programa interdisciplinar de las nuevas ciencias sociales. Y finalmente: en absoluto nos resulta indiferente que ese programa y aquel ana´lisis preocupen precisamente en la ciudad de Chicago. Aparte la incipiente rivalidad entre sus escuelas jurı´dicas, presente entre las inquietudes de Wigmore como sabemos, la metro´polis del Midwest ha experimentado el mayor crecimiento demogra´fico en los Estados Unidos: apenas un pueblo de cinco mil residentes en 1840, se ha convertido hacia 1900 en una capital floreciente que cuenta con millo´n y medio. Una inmigracio´n incesante, potencialmente conflictiva, parece ser la causa de tanto crecimiento; por entonces so´lo un tercio de chicagoans son americanos de naturaleza. La evolucio´n social quiere ası´ que estos pocos nativos acaparen los recursos econo´micos y protagonicen la vida polı´tica estatal y local. No es casual que el movimiento obrero viva en Chicago alguna de sus acciones ma´s sonadas, ni que el problema acuciante del pauperismo en un espacio con enorme desarrollo industrial (eran responsables las ce´lebres industrias ca´rnicas) y desbordado urbanismo provoque el experimento pionero de una justicia especial para menores (Juvenile Court Act, 1899). logy’) con larga y afectuosa presentacio´n (pp. 1-54); en esta coleccio´n, cf. « Inherent and Adquired Difficulties… », 100-116.

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II.

El congreso y Europa.

Si recordamos ahora que esa forma nueva de justicia bordea las barreras tradicionales que separaban el derecho punitivo y la organizacio´n de la familia; si la peligrosidad potencial del nin˜o que malvive en las calles de Chicago termina por desbancar cualquier propo´sito tuitivo que alentase la reforma (27), ha sido, nada ma´s, para evocar desde este a´ngulo peculiar una historia aute´nticamente americana. Desde 1886 se suceden en Europa los encuentros internacionales de antropologı´a criminal; la actividad ordinaria de las ca´tedras ha engendrado por allı´ tratados ce´lebres como el Programma (1859; 10a ed. 1907) de Francesco Carrara (1805-1888), el Lehrbuch (1881; 14a ed. 1905) de Franz von Liszt (1851-1919), el Derecho Penal de Luis Silvela (m. 1903) (1874, 2a ed. 1903), el Pre´cis (1881; 8a ed. 1903-1904) de Rene´ Garraud (1849-1930); se vienen publicando, en fin, revistas especializadas que logran resonancia y conocen continuidad (28). Mientras tanto, la situacio´n de estos estudios en los Estados Unidos « lagged far behind. While there was no dearth of ideas, especially as to criminological matters, America lacked the apparatus, the men and the intellectual-emotional readiness to put these ideas to work » (29). En las de´cadas siguientes a la guerra civil el intere´s por el derecho penal se ha cen˜ido a un pun˜ado voluntarioso de ‘artesanos’ sin mucha formacio´n: ha sido el caso de (27) Solomon J. GREENE cit. (n. 8), p. 135. Sobre Chicago, cf. Donald L. MILLER, City of the Century. The Epic of Chicago and the Making of America, New York, Simon & Schuster, 1996. (28) Frente a la so´lida tradicio´n continental (« Revue pe´nitentiaire et du droit pe´nal », 1876; « Archives d’anthropologie criminelle », 1886; « Rivista Penale », 1874; « Zeitschrift fu¨r die gesamte Strafrechtswissenchaft », 1881…) so´lo conozco en Norteame´rica un « Criminal Law Magazine and Reporter » (1880-1896), mencionado ma´s abajo; en realidad, hay que esperar a nuestro congreso de 1909 para hallar un tı´tulo de envergadura similar a los arriba recordados, alguno de ellos objeto de atencio´n monogra´fica: Christian GUEHO, Les Archives de l’Anthropologie Criminelle, de 1886 a` 1900, Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 1998. Peor es la situacio´n brita´nica, pues, con anterioridad al Journal of Criminal Law (1937) apenas se registra otra cosa que unas pocas colecciones de causas: cf. Stefan VOGENAUER, …to take up the ground hitherto unoccupied in the periodical literature. Die ersten juristische Fachzeitschriften Englands im 19. Jahrhundert, en Michael STOLLEIS-Thomas SIMON (Hg.), Juristische Zeitschriften in Europa, Frankfurt/Main, Vittorio Klostermann, 2006, 533-564. (29) MUELLER cit. (n. 11), pp. 69 ss.

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J. M. Sullivan, un activista preocupado por la delincuencia juvenil desde perspectivas sociolo´gicas que, en rigor, le superan; ası´ tambie´n V. V. Anderson, director del « Psychopathic Laboratory » del tribunal municipal de Boston, esforzado pionero de la psicologı´a criminal con uso de me´todos empı´ricos y estadı´sticos; ası´, en fin, Gino C. Speranza y Robert Ferrari, abogados de origen italiano radicados en Nueva York que combinan el motivo de la reforma legislativa (cf. Gino C. Speranza, « The Proposal Penal Code of the United States », 1901) con una sensibilidad conductista de obligado credo positivo (30). La dispersio´n de iniciativas y la corta presencia en ellas del gremio de los juristas contrasta con la originalidad de las pra´cticas americanas relativas a la ejecucio´n penal. Los sistemas penitenciarios y el reformatorio, la sentencia indeterminada, la libertad condicional, la referida justicia de menores… son aute´nticos hallazgos del common law que comienzan a interesar en Europa — no en u´ltimo lugar por sembrar serias dudas sobre la concepcio´n utilitaria y el legalismo de los Beccaria, Bentham y compan˜ı´a. Ahora bien, el cruce de esas nuevas instituciones con los viejos principios reclama un esfuerzo teo´rico en la fundamentacio´n del derecho penal que so´lo puede realizar una red de estudiosos dotada de autoridades y textos, de momentos de encuentro, de o´rganos de propaganda y opinio´n. Un espacio — sometido desde luego a control acade´mico — localmente nuevo, donde resulte posible cuestionar (valga un ejemplo de la e´poca) el valor reconocido a la libertad individual, con su secuela de un proceso acaso demasiado garantista, desde la tendencia popular favorable a una justicia pronta, por eso ma´s eficaz: de « friction between ethical and sociological theory and legal theory », como « temporary phenomenon » que lastrarı´a « the judicial machine », nos habla constantemente Pound por estos an˜os (31). Y entonces, si revisamos las listas de invitados y asistentes al coloquio de Chicago no extran˜ara´ comprobar que los anteriores protagonistas (30) Ibd. pp. 71-73. Sobre Gino C. Speranza, cf. Thomas A. GREEN, Freedom and Criminal Responsability in the Age of Pound: An Essay on Criminal Justice, en « Michigan Law Review » 93 (June 1995), 1915-2053, pp. 1919-1949. (31) GREEN cit. (n. 30), p. 1969.

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del debate criminolo´gico (32) ocupen en Northwestern una posicio´n ma´s bien secundaria. « It is perhaps unusual for a University to take up a practical movement of the sort you are to consider », puede finalmente anunciar el presidente Abram W. Harris (1858-1935) ante los delegados presentes en el congreso (Proceedings, pp. 10-12). La novedad lleva a justificar la aportacio´n universitaria a la resolucio´n de los conflictos sociales: « political and social questions are now recognized as proper subjects of study and research in universities », pero el asunto criminal constituye, entre otras materias de similar tratamiento, un supuesto particular. Si la tradicio´n romana ha favorecido el florecimiento de doctrinas de derecho privado ensen˜adas en el seno de las universidades histo´ricas (« Bologna and […] other Italian universities […] parents of academic study »), esa misma tradicio´n, tan de´bil para el derecho penal, explicarı´a el corto desarrollo de la especialidad: « our own jurisprudence has made little advance in criminal law ». La cuestio´n carecı´a de importancia mientras se trataba, nada ma´s, de corregir con la pena una libre voluntad desviada (« the problem seemed to be the narrow one of […] imposing a penalty on one who, able to do right if he would, yet freely choose to do wrong »), pero « science has changed the problem »; sera´ cosa entonces de la ciencia (un recurrente vocablo, mejor si declinado en plural: « Psychology, Sociology, Anthropology, Medicine, Jurisprudence […] all academic possessions ») el proceder a su planteamiento y buscar la solucio´n. Los modernos saberes vendrı´an a ser, en relacio´n al derecho punitivo, el equivalente perfecto de la aportacio´n romana al derecho privado, mas esta aguda consideracio´n del presidente Harris no puede detener nuestra lectura (33). Pues la actualidad de la ciencia penal americana — la conveniencia de cultivarla tambie´n por parte (32) Pienso de nuevo en Speranza, pero igual consideracio´n cabe a propo´sito de Zebulon R. Borckway. (33) « As the possession of a body of learning, the classical text of Roman law, enabled the universities of the twelfth century to do a practical service of enduring value to the every-day administration of civil justice, so, we may hope, will the possession of a body of learning in Science, Sociology, Politics and Jurisprudence enable the modern university to do a like work for the administration of criminal justice », en Proceedings cit. (n. 16), p. 11.

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de los profesores — incluirı´a au´n un general consenso en torno a los defectos de un ‘sistema’ que todos entienden desfasado: « the feeling, perhaps the belief, is very general in this country that our criminal laws are antiquated, our methods of criminal procedure cumbersome and inadequate, and our criminal courts so conducted that justice cannot be administered » (34). Acaso podrı´a explicarlo la tradicio´n del common law, una experiencia poco sensible al principio de legalidad (conocido sin embargo por Thomas Jefferson, pater patriae y entusiasta lector de Beccaria: fuente principal de su proyecto reformista para Virginia); como se sabe, en el seno de esa cultura la codificacio´n del derecho penal — apenas un desideratum para Jeremy Bentham y los suyos — so´lo se ha realizado en los casos, marginales, de Louisiana (proyecto de Livingston, 1826) y de la India brita´nica (co´digo de Macauley, 1860). Y aunque David D. Field, campeo´n de la causa codificatoria, haya conocido un e´xito tardı´o con la aprobacio´n (1881) de su disen˜o de co´digo (1865) para el estado de Nueva York (35), en la mayor parte de Ame´rica los derechos estatales presentan una imagen te´cnica deplorable (36). Ciertamente el auge del derecho federal desde comienzos de siglo se entrecruza con la relegacio´n creciente de los « common law crimes » en una manifestacio´n clara de la legalidad penal, pero el coste de la operacio´n ha sido elevado. Por un lado, mezclando prevencio´n y cientificismo entre 1907 y 1917 un conjunto de estados han promulgado leyes — terribles — de esterilizacio´n de delicuentes y anormales (37). Por otro, la justicia juvenil (1899), las leyes de suspensio´n de la condena (probation) en Massachusetts (1878), Missouri, Rhode Island, New Jersey y Vermont, los establecimientos (34) Ası´ arranca otro de los discursos inaugurales, en este caso pronunciado por Orrin N. CARTER, magistrado de la Supreme Court de Illinois: cf. Proceedings cit. (n. 16), p. 4. (35) Desde 1872 ese texto, adicionado con pe´simas enmiendas, era ley en California, de donde irradia, con todos sus defectos, a otros estados: cf. Sanford H. KADISH, The Model Penal Code’s Historical Antecedents, en « Rutgers Law Journal » 19 (19871988), 521-538. (36) Cf. Lawrence M. FRIEDMAN, A History of American Law, New York, Touchstone Books, 21985, pp. 572 ss. Del mismo, Crime and Punishment in American History, New York, BasicBooks, 1993, cf. pp. 264 ss. de « Federal Crimes ». (37) GREEN cit. (n. 39), p. 1942, n. 62.

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carcelarios para mujeres (Indiana, 1873; Massachusetts, 1877; New York, 1881), las sentencias indeterminadas y, en general, otras medidas legales de remisio´n de la pena son nuevas realidades del fin de siglo, responsables de que el derecho penal « like the dollar, became markedley inflated » (Friedman). En los casos peores, tal inflacio´n legislativa ha sido el efecto pero tambie´n la causa de numerosos problemas de definicio´n normativa y de casuismo; por ejemplo en el supuesto de Indiana, un estado cuyos revised statutes (1881) sancionan separadamente el dan˜o en los postes telegra´ficos (sec. 1956), el despacho de carbo´n con pesas trucadas (sec. 2202) o el despliegue de redes para la pesca en los afluentes del Ohio (sec. 2118) … entre otras previsiones de naturaleza similar (38). De modo que el presidente Harris, el decano Wigmore o el profesor Pound no se preocupan simplemente del prestigio de Northwestern ni de la deseable presencia de universitarios en un terreno reservado a los pra´cticos. La pole´mica sobre la codificacio´n del derecho, mal que bien encarrilada en el derecho privado mediante las primeras leyes uniformes (cf. Uniform Negotiable Instruments Law, 1896), la mejora de la te´cnica legislativa y una definicio´n ma´s sinte´tica y racional de los delitos figuran tambie´n en la agenda del congreso: « here is a great work for the advocates of a criminal code. This Conference would prove its right to immortality if, as the result of its deliberations, there should be developed from its membership, the genius for codification which marked Napoleon. Already, in many of the States, there are no common law crimes; nothing is punished as a crime unless it is declared a crime and made punishable by statute ». « Ought not this to be the rule everywhere under our American Jurisprudence? ». Son expresiones del abogado James Hagerman (St. Louis, Missouri), presidente en 1903 de la American Bar Association y ahora elegido ‘permanent chairman’ de las sesiones (cf. Proceedings cit. 12 ss). Tendrı´a intere´s conocer esta clase de perso(38) Siempre en relacio´n a Indiana, FRIEDMAN (cf. History cit. [n. 36], p. 82) se pregunta por las razones que llevaron al legislador local a multiplicar los preceptos (secciones 1942-1952, Statutes de 1881) en condena de la malversacio´n segu´n la condicio´n personal del delincuente (oficiales pu´blicos, abogados, empleados, agentes del ferrocarril, tesoreros, fiduciarios…) Tambie´n, en general, HALL cit. (n. 17), pp. 178 ss. de « Criminal Justice System after the Civil War ».

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najes y sus obras, pero la economı´a del escrito presente impone limitaciones infranqueables (39). Adema´s, no es difı´cil suponer — lo confirman de inmediato nuestras fuentes — que aque´llos han cubierto los campos ma´s variados del saber y la profesio´n: junto a los convocantes y sus colegas universitarios (40), se encuentran en Chicago, precisamente los dı´as 7 y 8 de junio de 1909, abogados, me´dicos, jueces, personal de prisiones, socio´logos, polito´logos, economistas, acusadores pu´blicos, psico´logos, policı´as. De tan abigarrado espectro de especialidades destaco, en te´rminos negativos, la ausencia de invitados europeos; en positivo, el protagonismo de los expertos procedentes del mundo del derecho, pero tambie´n de los profesionales de la medicina (41). No hace falta que fatigue a mi lector con los detalles de una conclusio´n previsible. Ha sido un me´dico celebe´rrimo, el italiano Cesare Lombroso, quien ha sacudido desde las tesis positivas — el criminal como un ser biolo´gicamente ata´vico, llevado por su tosca naturaleza a la comisio´n del delito — el a´mbito cla´sico (‘free will’, mens rea) del derecho penal. Y pocos pueden escapar a la proyec(39) Por ejemplo, convendrı´a abordar la escasa repercusio´n de las quejas de Hagerman a tenor de los debates del congreso, en los que nadie ma´s se preocupa por la cuestio´n no 29: « Unification of the criminal laws for the various States of the Union », cf. Proceedings cit. (n. 16), pp. xiii ss. Tal vez ahı´ este´n las claves que explicarı´an la torturada historia del Model Penal Code americano: Sanford H. KADISH, Codifiers of the Criminal Law: Wechsler’s Predecessors, en « Columbia Law Review » 78 (1978), 10981144, especialmente pp. 1138 ss. (40) Que, lo´gicamente (es la lo´gica de Wigmore), asumen las presidencias interinas de las diversas secciones: « on Treatment (Penal and Remedial) of Offenders » (Dr. E. T. Divine, titular de economı´a social en Columbia University, Nueva York; impedido por enfermedad, le sustituye el psico´logo Lightner Witmer, de Filadelfia, University of Pennsylvania), « on Organization, Appointment and Training of Offcials » (Dr. Edward A. Ross, profesor de sociologı´a en Madison, University of Wisconsin), « on Criminal Law and Procedure » (Wiliam E. Mikell, law professor en Filadelfia, University of Pennsylvania). Desde luego, es coherente con la ´ındole transversal de las discusiones el triunvirato formado por un economista (con un psico´logo de sustituto), un socio´logo y un jurista. (41) Los profesores son mayorı´a (unos cuarenta, de ellos veintitre´s juristas), seguidos de los abogados y attorneys (ca. treinta), el personal de prisiones y de institutos bene´ficos (veinticuatro), los jueces (veinte) y los me´dicos (doce). No faltan polı´ticos en ejercicio (el gobernador Deneen de Illinois, el congresista Mann, el senador estatal Manny) ni cle´rigos, pedagogos, psico´logos…

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cio´n de su sombra: como sabemos, la criminologı´a positiva ha sido y au´n es la base del « American penal law throughout the twentieth century and into the beginning of the twenty-first » (42). Ası´ nos explicamos el sentido general y el estilo del discurso de Roscoe Pound, una breve intervencio´n que utiliza el motivo del « crime as a disease » para contraponer los lı´mites inherentes al pensamiento tradicional (el libre arbitrio como base de la responsabilidad; la igualdad como tratamiento uniforme de los delincuentes; el fin retributivo todavı´a presente en la justicia; la abstraccio´n de una ley ciega ante las circunstancias irrepetibles del caso y del reo) frente a los descubrimientos de la sociologı´a criminal moderna (castigos individuales; crı´tica de la libre voluntad; proteccio´n colectiva como fin de la pena). Por supuesto, un sistema punitivo concebido en esos te´rminos no cabe limitarse a contenidos exclusivamente jurı´dicos. A partir de la imagen de la enfermedad — desde el pronunciamiento sobre la condicio´n morbosa del delincuente, si se prefiere (43) — el speech que consultamos invita al ana´lisis de un objeto que se quiere comu´n (« our system of punitive justice »), sin realizar concesiones al espı´ritu de especialidad (« the alienist, the psychologist and the sociologist and the jurist and the economist »): puesto que « the point of view of each should be broadened by a comprehension of the point of view of all ». En el supuesto peor, si no resultara posible concentrar en un solo rayo las luces propias del especialista, al menos la reunio´n de todos ellos debe servir para trazar el cata´logo unitario de los problemas pendientes (cf. Proceedings cit. pp. 1-4). Y ha de servir, en particular, al reconocimiento recı´proco de (42) SIMON cit. (n. 2), p. 2136. (43) Para seguir la pista de este ubicuo motivo, que tiene desarrollo cientı´fico en la Medicina Legal, es de gran utilidad la investigacio´n de HARRIS cit. (n. 23). Por su parte, Robert MIGHALL, The Brigand in the Laboratory: The Strange Haunting of NineteenthCentury Medico-Legal Discourse, en « The Cambrian Law Review » 24 (1993), 45-58, sabe unir Lombroso o Nordau con Stevenson y Walpole; no hace falta an˜adir que el cruce de la creacio´n literaria de signo realista (predominante todavı´a entre los congresistas reunidos en Chicago) con la criminologı´a positiva ha interesado a los seguidores del ‘law & literature movement’: cf. Jeanne GAAKEER, Faliure of the Word: ‘The Art to Find the Mind’s Construction in the Face’. Lombroso’s Criminal Anthropology and Literature: the Example of Zola, Dostoevsky, and Tolstoy, en « Cardozo Law Review » 26 (May 2005), 2345-2377, con la debida atencion a un Lombroso, cultivador avant la lettre del referido ‘movement’.

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esos expertos que venı´an trabajando aislados, me´dicos y juristas en su mayorı´a. A cien an˜os de distancia conviene precisar algo ma´s y an˜adir que el congreso criminolo´gico de 1909 — una pensada operacio´n que interesarı´a a historiadores y socio´logos del conocimiento (44) — ha conseguido levantar las fronteras de un campo intelectual-profesional y dotar de instrumentos eficaces a una disciplina que antes yacı´a disgregada. La pasio´n institucional del convocante, « a man who belonged to every club and society » (Riles), hacı´a previsible esa otra, importante dimensio´n. Anunciada desde el principio por Pound (« we might start some propaganda for the advancement of punitive justice in this country, resulting either in a national society or in future conferences », cf. Proceedings cit., p. 3) encuentra oportuno reflejo en tres resoluciones coincidentes, ampliamente secundadas: primero, la creacio´n de una asociacio´n estable, un American Institute of Criminal Law and Criminology, al objeto de promover el estudio cientı´fico del crimen y el derecho y el proceso penales, disen˜ar las oportunas reformas y coordinar los esfuerzos de personas y organismos preocupados por la mejora de la justicia criminal; segundo, la traduccio´n de tratados europeos de criminologı´a, a cuyo fin ha de designarse un comite´ de cinco que seleccionen tı´tulos, curadores y casa editorial; tercero, el nombramiento de otro comite´ encargado de poner en marcha, tras las pertinentes deliberaciones, una revista cientı´fica consagrada por entero a la materia: pues parece clamoroso que, frente a los veinticinco tı´tulos que se saben publicados en Austria, Be´lgica, Francia, Italia... incluso en Sudame´rica, Rusia o Espan˜a, el pu´blico de lengua inglesa carezca todavı´a de un o´rgano equivalente (45). (44) Algo puedo citar, precisamente sobre la materia criminolo´gica: Martine WALUSZYUSKI, Les congre`s internationaux d’anthropologie criminelle, en « Mil Neuf Cent. Revue d’histoire intellectuelle », 7 (1989), 59-70, en volumen monogra´fico dedicado a « Les congre`s, lieux de l’e´change intellectuel, 1850-1914 »; tambie´n, para las ciencias naturales, Umberto BOTTAZZINI-Giuliano PANCALDI (curs.), I congressi degli scienziati italiani nell’eta` del positivismo, Bologna, Clueb, 1983. Desde un punto de vista general, Norbert ELIAS et al. (ed.), Scientific Establishments and Hierarchies, Dordrecht etc., D. REIDEL (= Sociology of Sciences, 6), 1982. (45) Las mociones ‘on permanent organization’, ‘on translation of treatises’, en fin, ‘on periodical of criminology’ se adoptan en el curso de la segunda y u´ltima sesio´n,

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Un centro con su propia revista y una coleccio´n de textos europeos, en resumen, para construir la criminologı´a americana desde el compromiso con la ciencia que alimentan los universitarios. Como no pretendo analizar la ge´nesis de aquella especialidad, interesa´ndome tan so´lo las presencias de juristas europeos, paso por alto la existencia de asociaciones filantro´picas anteriores al neonato Institute que sirvieran de antecedente — pienso, en particular, en la National Prison Association (1870) y en la National Conference of Charities and Corrections (1874) (46); tampoco me detengo en la lectura de los trabajos de contenido penal y criminolo´gico de la prensa americana antes de salir el Journal of the American Institute of Criminal Law and Criminology — la revista que ahora se lanza en cumplimiento del acuerdo corporativo (47). Por el contrario, las traducciones de penalistas y crimino´logos — la extensa web profesional que alienta el amigo americano — reclaman nuestra atencio´n; se tratarı´a, entiendo, de una excelente ilustracio´n de aquellos intercambios (entre) intelectuales (48) que alcanzaron tanta intensidad a propuesta del ‘Committee on Resolutions’ - del que forman parte WIGMORE y POUND (Proceedings cit. [n.16], pp. 16-17, con sus debates: pp. 206 ss.). Cf. MUELLER cit. (n. 11), pp. 78 ss de « Wigmore at Northwestern: scholarship on the Frontier ». (46) Dos o´rganos venerables, que habrı´an de estar presentes en un segundo congreso: cf. Proceedings cit. (n. 16), p. 198. Pero estas y otras asociaciones carecı´an del sello universitario que marca la nueva entidad: bajo la presidencia del inevitable Wigmore y con cuatro profesores en las cinco vicepresidencias (Roscoe Pound; Adolf Meyer, psiquiatra, Johns Hopkins University; Edward A. Ross, socio´logo, University of Wisconsin; Lightner Witmer, psico´logo, University of Pennsylvania), contaba con varios ma´s al frente de la secretarı´a (Edwin R. Keedy, Northwestern University School of Law) y en el comite´ ejecutivo. La voluntad de reservar un terreno especı´fico para la nueva agrupacio´n palpita en las discusiones sobre el nombre que tendrı´a la empresa: se quiere un institute (ası´ James W. Garner: « the word ‘Institute’ seems to be more commonly used in Europe, as for example the Institute of International Law »), que no una academy y au´n menos una society o association, « for the reason they are so common », ibd. pp. 207-208. (47) Entre 1880 y 1896 se publico´ el citado « The Criminal Law Magazine and Reporter », de Jersey City (N.J.), una revista que, a juzgar por el subtı´tulo (« a bi-monthly periodical devoted to the interests of bench and bar in criminal cases. Containing original articles on timely topics, full reports of important cases, and a digest of all recent criminal cases, American and English »), carecı´a del empen˜o cientı´fico de nuestros congresistas. (48) Adema´s del caso de Ge´ny (cf. Carlos PETIT, ‘A Contributor to the Method of

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hace ahora un siglo: la misma idea de celebrar una national conference en Chicago, « new to America it is an old one in Europe, where congresses of criminologists have frequently been held for the promotion of criminological science and the consideration of practical problems with the administration of criminal justice » (49). Coherente con el ana´lisis recogido, la cro´nica ‘oficial’ del congreso que difunde el primer nu´mero del Journal subraya la originalidad del momento: « in character and purpose the conference was entirely without precedent in the history of the United States ». La iniciativa de John H. Wigmore — vale decir, sus secuelas bajo forma de revista y traducciones — abrirı´a una fase concurrida de « importaciones » doctrinales desde el viejo continente. Ası´ se justifica adema´s la discreta colaboracio´n de europeos a este primer congreso. El encuentro ha sido una apuesta national, dirigida a sentar sobre bases so´lidas (libros, autoridades, instituciones) la criminal science en los Estados Unidos. Se abordan cuestiones universales… pero siempre en perspectiva americana; de modo sintoma´tico, las preferencias de los congresistas — a juzgar por el elenco, casi interminable, de asuntos a tratar y los debates — recaen en problemas como « Procedure after conviction » (tema n. 102), « Progressively increasing sentences for habitual offenders » (n. 7), « The indeterminate sentence law » (n. 40) (50). Con los Investigation’. Sobre la fortuna de Ge´ny en Ame´rica, en estos « Quaderni » 20 [1991], 201-269) he estudiado un supuesto ma´s relevante: Harvard en Lyon. Lecturas de Roscoe Pound en el Institut de Lambert, en Bernard Durand & Laurent Mayali (eds.), Excerptiones iuris: Studies in Honor of Andre´ Gouron, Berkeley (Ca.), The Robbins Collection, 2000, 503-554. La serie criminolo´gica ofrece un terreno de observacio´n tal vez demasiado obvio; parado´jicamente, con la excepcio´n de GREEN cit. (n. 30), pp 1955 ss, apenas ha merecido mencio´n (cf. Leon RADZINOWICZ, Appreciation: Herbert Wechsler’s Role in the Development of American Criminal Law and Penal Policy, en « Virginia Law Review » 69 [Februry 1983], 1-10, p. 3; Edward M. WISE, The International Association of Penal law and the Problem of Organized Crime, en « Wayne Law Review » 44 [Fall 1998], 1281-1304, p. 1296), llega´ndose incluso al ma´s completo olvido: Lawrence W. SHERMAN cit. (n. 3). (49) Cf. J. W. G. [h.e. James W. GARNER], The American Institute of Criminal Law and Criminology, en « Journal… » 1 (1910-1911), 2-5. (50) Tambie´n interesan asuntos de tanto sabor local como « The Alien in Relation of the Administration of the criminal law » (n. 109) o « Education of Attorneys » (n. 59); por contra (no obstante ciertas manifestaciones, antes recogidas) nadie quiere abordar el asunto de la « International co-operation » (n. 96) ni la « Unification of the criminal laws for the various States of the Union » (n. 29). Cf. Proceedings cit. (n. 16), pp. xiii ss.

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congresos internacionales de antropologı´a criminal en la mente de todos, la cita de Chicago no parece otra cosa, en conclusio´n, que el estudio colectivo de los retos que plantea la justicia penal americana… con uso y recurso de las maneras europeas. Y Wigmore acude a Europa — una vez ma´s (51) — en busca de sugerencias, contactos, textos. Un anuncio del congreso, con la relacio´n bibliogra´fica preparada para la mejor marcha de sus sesiones y la lista provisional de materias circula entre colegas extranjeros (« mainly those who where personally known to members of the Organizing Committe ») (52), cuyo parecer (¡y un retrato fotogra´fico!) siempre se requiere. Las cartas correspondientes son enviadas a comienzos de abril (hacia los dı´as del 5 al 9, ma´s exactamente) y el congreso ha de celebrarse en el giro de dos meses; se dirı´a que la extempora´nea peticio´n de sugerencias, por una evidente razo´n cronolo´gica, parece una simple excusa para dar publicidad — de modo ‘cientı´ficamente’ irreprochable — al novedoso encuentro americano. Permite adema´s alimentar las redes colegiales que el decano de Northwestern cultiva con indudable celo. Las respuestas que llegan a Chicago (ma´s de veinte, de algunos grandes nombres del momento) (53) pueden contener un mero acuse de recibo, con ma´s o menos ca´lida expresio´n de votos por el e´xito de la empresa. Es el caso del alema´n Josef Kohler (1 de mayo de 1909), quien alude apresuradamente a un « Gefa¨ngniskongress »; de tenor parecido son las notas del ruso Poustoroslef (4 de mayo) y del espan˜ol Dorado Montero (1 de mayo), en tanto el finlande´s Wilhelm Chidenius, interesado por la experiencia americana de los tribunales juveniles, an˜ade una elegante felicitacio´n latina (14 de mayo). Tristemente breve, pues comunica la muerte repentina del padre (el profesor Emilio Brussa, literalmente fallecido en acto de servicio: « avvenuta a Roma mentre portava la parola in una seduta della R. Commissione (51) Vı´ctima de incorregible Wandernlust, Wigmore recorre el continente, muchas veces a lo largo de su vida, para adquirir fondos bibliogra´ficos, participar en reuniones cientı´ficas, mantener en pie sus infinitos contactos: cf. ROALFE cit. (n. 19), p. 74. (52) Es decir, entre los conocidos de Wigmore: cf. POUND, Proceedings cit. (n. 16), p. 3. La lista de consultados que respondieron, ibd. pp. xi-xii. (53) Se encuentran en Northwestern University Archives, coleccio´n Wigmore Papers, box 27, folder 3. Una muestra significativa se transcribe al final de estas pa´ginas.

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pella statistica giudiziaria »), resulta la carta enviada por Alfredo Brussa el dı´a 5 del mismo mes. De otros amigos llegan respuestas ma´s elaboradas. Tal vez sea la de Chicago una ocasio´n demasiado ambiciosa, escribe por ejemplo Enrico Ferri (3 de mayo), aunque debe reconocerse que « essa rappresenta percio` come una specie di sinfonia di tutta l’opera, che poi sara` svolta, progressivamente, per portare nell’opinione pubblica, nell’opinione dei giuristi e quindi nelle leggi penali, una orientazione in accordo colle conclusioni della scienza positiva ». Positiva o no, la feliz iniciativa no debe limitarse a ser una celebracio´n aislada: conviene organizar Vereinigungen « in deren Juristen und Aerzte, Anstalsleiter und Pa¨dagogen etwa einmal im Vierteljahr zusammenkommen, um im Anschluss an Referate ihre Erfahrungen auszutauschen », sugiere desde Colonia (6 de mayo) Gustav Asschaffenburg, profesor de psiquiatrı´a. Tambie´n en tierra germa´nica el penalista Ludwig von Bahr (Gotinga) propone (1 de mayo), con un esforzado ingle´s, varios puntos para discusio´n (« in what measure shall the behaviour of the prisoner influence the time of his punishment? »; « general principles for the treatment of prisoner in respect to health and instruction »), en tanto Karl von Lilienthal, de Heidelberg, insiste en la conveniencia de impulsar la estadı´stica criminal (2 de mayo). Dimitri Drill (San Petersburgo) relaciona el necesario estudio de las causas fisio-psicolo´gicas del crimen con « la grande et douloureuse question dite sociale » (12 de mayo), en tanto un conocedor de la justicia de menores, J. M. Baernreither de Viena, puede llamar la atencio´n precisamente sobre ese extremo: objeto de discusiones en el parlamento imperial y real, a partir de una proposicio´n de ley que el autor dice haber elaborado (2 de mayo). Como en Chicago interesa la formacio´n jurı´dica, tiene perfecto sentido que Georges Vidal, profesor en Toulouse y autor de prestigiosos manuales, narre sus estrategias docentes en relacio´n al derecho penal y la ciencia penitenciaria (21 de mayo); por desgracia, so´lo dispone de una foto — adema´s, « pas retouche´e ». Henri Prudhomme, director de la Socie´te´ ge´ne´rale des prisons, ofrece a su vez la Revue pe´nitentiaire para dar a conocer en Europa las conclusiones del simposio americano (5 de mayo). Finalmente, otros insisten en la lucha internacional contra el crimen y la consiguiente revisio´n del re´gimen de la extradicio´n (Hans Schneikert, Berlı´n, 6 de mayo; Friedrich

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Meili, Zurich, 28 de abril; Gustave Le Poittevin, Parı´s, 24 de mayo), en tanto el derecho federal que esta´ a punto de nacer y la suerte de las reformas penales alemanas recibidas en algunos estados de la Unio´n constituyen los asuntos que propone desde Viena el magistrado-fiscal Hugo Hoegel, « gewu¨nschte Photographie angeschlossen » (31 de mayo). Entre los papeles de Wigmore hay todavı´a dos cartas que merecen una mencio´n especial. Adolf Hartmann, Amtsgerichtsrat en Berlı´n, envı´a una de ellas, no se´ si acompan˜ada de la foto pero, en cualquier caso, con una extensa comunicacio´n (20 de mayo) sobre las materias a tratar (cf. ape´ndice documental, no 7). La asociacio´n americana resultante del encuentro habrı´a de analizar, primero, la legislacio´n de los diferentes estados a la busca de previsiones de puro intere´s histo´rico que, contempladas a la luz de la ciencia criminal moderna (« suggesting for instance concerning murder to do away with certain legal presum[p]tions as to the intent »), deberı´an ser objeto de modificacio´n o supresio´n. Segundo, en lo tocante a los formalismos garantistas del proceso penal (« not seldom apt to protect the defendant too much »), los expertos valorara´n la conveniencia de adoptar soluciones restrictivas para el « American problem of criminal appeal »; si apareciesen tras el fallo nuevas pruebas bastarı´a un recurso de revisio´n (el autor tiene presente la ‘Wiederaufnahme des Verfahrens’ de la legislacio´n procesal del Reich). La formacio´n te´cnica de los magistrados de common law, « by reason of the very free and high position of American judges [...] [pues] in America judges have part on the state sovereignty », lo mismo que la ilustracio´n necesaria, en un re´gimen polı´tico que es democra´tico, de la « public opinion in matters of criminal cases » serı´an, en tercer lugar, otros grandes retos para los congresistas de Chicago: cada cual a su manera y segu´n especialidad, « ought to know well and fully all what the sciences of the epoch brought on in respect to those classes [h.e. categorı´as de criminales: « whether he is an habitual offender or a casual one, defectiv or not defectiv, etc. »], to the different degrees of responsibility ». Una cumplida respuesta la de Hartmann, como vemos, todavı´a entretenida en ciertos detalles te´cnicos (reformatorio, sentencia indeterminada, esterilizacio´n de incorregibles...) segu´n corresponde

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a un estudioso de la justicia americana (54). Las diferencias entre las dos familias jurı´dicas occidentales resultan demasiado obvias, pero « there me [sic, may] be already, nevertheless, a mutual understanding of the different sciences, even across the Ocean, and, by the international intercourse of now, sciences may be helpful by going on to each other ». Si no cuesta ningu´n esfuerzo imaginar la simpatı´a de John H. Wigmore con estas declaraciones finales de Hartmann, tampoco se nos escapa su contento al recibir una ene´sima respuesta, procedente de Turı´n y remitida por el famoso antropo-crimino´logo Cesare Lombroso (3 de mayo). Un viejo profesor cercano a la muerte (9 de octubre, 1909) que apenas puede aponer su firma venerable en escrito de mano amiga, pero todo un profesional au´n con la fuerza suficiente para dirigir al colega americano algo ma´s que fo´rmulas corteses: Via Legnano 26 Torino Illustre Collega! Ricevete illustre professore la mia piu` calda adesione al vostro prossimo congresso nazionale di criminologia, che avra` luogo in Giugno a Chicago, e che segnera` un’era nuova per le riforme penali. Se io potessi dare un consiglio a gente che e` ben piu` dotta di me sarebbe che si variassero le gradazioni delle pene non solamente secondo il delitto, ma piu` ancora secondo il delinquente. Anche su quel Probation Sistem [sic], che e` cosı` grande gloria dell’America d’aver introdotto, dovrebbero proporsi modificazioni, in base all’indole speciale, e alla specie del delinquente. Inutile fissare un’epoca pel delinquente nato, necessarissimo invece abbreviarla al minimo pel delinquente per passione e diminuirla anche per quello d’occasione, e nell’infrazione di questo, sottoporlo di nuovo ad un giudice e non farne dipendere solo la sorte dal suo sorvegliante, di cui puo` diventare una specie di schiavo bianco. Mi permetto di aggiungere una serie di bibliografie alle moltissime colte da Lei con straordinaria diligenza. Vostro ammirato Cesare Lombroso Torino 3 Maggio 1909

El entusiasmo de Lombroso ante las iniciativas de Wigmore, (54) Cf. Adolf HARTMANN, Die Strafrechtspflege in Amerika. Mit Ausfu¨hrungen zur deutschen Strafprozessreform, Berlin, F. Vahlen, 1906.

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heredado por la hija Gina, reaparece en un raro ensayo que publica el Journal, pero esta pieza po´stuma de horizontes visionarios apenas nos concierne. Baste saber que el famoso crimino´logo profetiza para nuestro presente un ´ındice de locura quintuplicado; la coca sudamericana, el opio y el hachı´s orientales, los aguardientes y las cervezas europeas, aneste´sicos como la morfina y la codeı´na... todas esas sustancias estupefacientes serı´an causas de la demencia, aunque la mejora del re´gimen individualizado y reeducativo de las penas y la difusio´n de estrategias preventivas traerı´an consigo una disminucio´n general del nu´mero y la ferocidad de los delitos. Nuevo serı´a, en cambio, el auge de la criminalidad femenina y el uso de los avances te´cnicos por los delincuentes: « we have already seen in our day new crimes committed with the help of the bycicle, the automobile, and, in the United States, with railroad trains », precisa Lombroso; un genuino supuesto a` la Buster Keaton en que « pursuit can only be undertaken with the help of another train, full of guards » (55). Tampoco merece la pena insistir sobre la fortuna del criminalista italiano, una complicada historia que se inicia en el momento de su muerte (lo sabemos por la revista corporativa) (56) y culmina — por ahora — con la edicio´n (2004) de su obra miscela´nea en ingle´s (57); durante el perı´odo intermedio, en tiempos marcados por la crı´tica (55) Cesare LOMBROSO, Crime and Insanity in the Twenty-First Century, en « Journal… » 3 (1912-1913), 57-61 (trans. Dr. Victor von Borosini). Cf. Wigmore Papers, box 204, folder 20, con la carta de Gina Lombroso-Ferrero a Wigmore, 21 de abril de 1912, sobre este artı´culo: unas pa´ginas ine´ditas destinadas al pu´blico americano que Gina encuentra tras la muerte de su padre y envı´a a Wigmore para prestigiar el Journal; poco despue´s, Wigmore le participa el e´xito resonante de esta u´ltima intervencio´n lombrosiana: « you will be interested in the attention which your father’s article has caused throught this country. I enclose you one of the numerous clippings which have been sent to me from the newspapers. Never has any one statement by a foreigner created so much attention in recent years » (Wigmore a Gina Lombroso-Ferrero, 21 de mayo de 1912). (56) En efecto, en el primer tomo del « Journal » (1910-1911) encontramos la resen˜a de Adalbert Albrecht a Hans KURELLA, Cesare Lombroso als Mensch und Denker, pp. 830 ss; el mismo Albrecht publica por su cuenta la nota « Cesare Lombroso: A Glance at His Life Work », pp. 71 ss. Y todavı´a los redactores del Journal airean la iniciativa de un « Monument to Lombroso », p. 786. Tampoco paso´ desapercibida la pe´rdida en la prensa brita´nica: cf. Courtney KENNY, The Death of Lombroso, en « Journal of the Society of Comparative Legislation » (new series) 10 (1909), 220-228. (57) David M. HORTON-KATHERINE E. RICH (eds.) cit. (n. 5).

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feroz de Charles Goring (cf. The English Convict, 1913), el profesor de Turı´n « forgotten […] among the general public as well as legal and criminological experts », a pesar de las apariencias terminarı´a por triunfar; como sabemos, « his project […] remains deeply embedded on all sides of the crime debate in America » (Simon, p. 2172). III.

Traducciones y ‘lectures’ de ‘Modern Criminal Science’.

Conclusio´n inquietante, que nos deja a la espera de un nuevo paradigma criminolo´gico, como se decı´a. Sea de ello lo que se quiera, para el objetivo que persiguen estas pa´ginas Lombroso nos resulta simplemente un o´ptimo ejemplo — acaso el ma´s llamativo: « a discursive event », ha podido observarse (58) — de la atencio´n ‘progresista’ a la ‘ciencia’ elaborada en tierras del civil law. En ejecucio´n de la encuesta enunciada podrı´amos recorrer la pista que nos brinda el « Journal » y buscar artı´culos sobre doctrinas y derechos europeos (59), pero creo que la coleccio´n de traducciones, aprobada en el mismo congreso (cf. Proceedings, pp. 204-205) y documentada gracias a los papeles de Wigmore, nos reserva las mejores ensen˜anzas: no resulta frecuente que el historiador del pensamiento jurı´dico disponga de la oportunidad de conocer desde ‘dentro’ el conjunto de circunstancias pragma´ticas, personales tanto como materiales, de una determinada empresa intelectual. Que tal suerte de estudios, improbables para Europa (60), sean de factura posible trata´ndose de Norteame´rica encierra adema´s una importante leccio´n (sobre el modelo universitario, sobre la relacio´n entre la (58) Marie Christine LEPS, Apprehending the Criminal. The Production of Deviance in Nineteenth-Century Discourse, Durham-London, Duke University Press, 1992, pp. 35 ss. Cf. tambie´n p. 132, conclusiva: « one of the primary function of discourses on ‘criminal man’ was to authorize repressive measures against the ‘lower orders’ in time of organized protest against established power-knowledge relations ». (59) Por ejemplo, Robert FERRARI, Professor Ferri’s Comment on the Seventh International Congress at Cologne, en « Journal » 3 (1912-1913), 49-56; del mismo, « French and American Criminal Law. Three Points of Resemblance », ibd. 8 (1917-1918), 33 ss. (60) Al menos contamos con notables trabajos sobre la Escuela Histo´rica que aprovechan de modo ejemplar el estado favorable de los archivos alemanes: cf. Aldo MAZZACANE (Hg.,), Friedrich Carl von Savigny: Vorlesungen u¨ber juristische Methodologie, 1802-1842, Frankfurt/Main, Vittorio Klostermann, 22004.

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academia y la memoria de las disciplinas, sobre la concepcio´n acaso ‘heroica’ del investigador singular…) que algu´n dı´a convendra´ abordar. Y ası´, nuestra pequen˜a historia de la coleccio´n criminalı´sitica arranca de un episodio ‘pre-histo´rico’, precisamente datado en mayo de 1908, cuando el viajero Wigmore visita a Cesare Lombroso en su casa de Turı´n y le invita a impartir unas lecciones como profesor visitante en Chicago — las famosas Harris Lectures, dotadas y designadas por el banquero Norman W. Harris: un benefactor del decano por estos an˜os. La intencio´n se explicita en un escrito algo posterior (25 de septiembre de 1908) donde Wigmore expone las razones que aconsejarı´an fomentar, gracias al generoso lectureship de Harris, la causa del derecho criminal: « our object is to stimulate throughout this country a broader interest in the scientific study of criminal justice »; como vemos, sera´n las razones alegadas ma´s tarde cuando se convoque el congreso (61). Y claro esta´, exhibir en Chicago a un especialista de reputacio´n internacional, ofrecer al conocidı´simo sabio italiano una tribuna acade´mica pero tambie´n una gira de intervenciones militantes ante los abogados de varios estados, sin duda contribuye al desarrollo de la nueva ciencia criminal; ese gran proyecto de Wigmore tras su acceso al decanato (62). (61) De la necesidad de aplicar criterios de ‘ciencia’ a la justicia penal (« criminal justice in this country is in serious need of immediate systematic attention from the scientific point of view ») a una reforma imperiosa en la legislacio´n (« everybody agree, including the populace at large, that there are many abuses, and are also many traditional rules, doctrines, and institutions which have long seen their best days »), introduciendo a los juristas — tanto abogados como law makers — en el cuerpo creciente de conocimientos (reformismo penal, sociologı´a, psicologı´a, medicina…) cuyas importantes aportaciones au´n se pierden de una forma irresponsable (« for example, yesterday there called on me Congressman David K. Watson of Ohio, who has worked as one of a Federal Commission for the last seven years on the revision of the Federal criminal law… He spoke to me about the details of his work, and I am sure that he would have laughed if I had mentioned such a matter as the study of what han been done in any of those four branches, nor would he have known the name of a single man of note in any of those departments »). Cf. John H. Wigmore a W. A. Locy, presidente del comite´ de las ‘Harris Lectures’, Chicago, 25 de septiembre, 1908 (Wigmore Papers, box 204, folder 10). (62) Recordemos que Chicago acogera´ la seccio´n americana de la Unio´n Internacional de Derecho Penal; aunque la primera guerra mundial quiebre ese ambiente

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El anciano Lombroso rechaza amablemente la propuesta, mas sugiere un nombre capaz de evacuar el encargo. Y la indicacio´n prospera. Una carta de Enrico Ferri, escrita en agosto desde Buenos Aires, comenta la posible invitacio´n, que conocı´a por el maestro, declara´ndose disponible a partir de 1909, « car je veux aussi prendre la pratique de la langue anglaise » (63). Wigmore se dirige al comite´ de seleccio´n de las Harris Lectures mediante el escrito de septiembre antes citado, presentando elogiosamente al candidato favorito de la Scuola Positiva: « a pupil of the great Lombroso […] his leading representative in Italy ». Se trata de un profesor con ca´tedra en Roma pero tambie´n de un abogado en ejercicio, discı´pulo de un experto en medicina, acostumbrado a la investigacio´n sociolo´gica y miembro del Partido Socialista con escan˜o en el Parlamento: exactamente el tipo de estudioso moderno del feno´meno criminal que convendrı´a fomentar en los Estados Unidos. A favor de Ferri jugarı´a tambie´n su probada capacidad de exposicio´n: « I had already attended a lecture of his at the University of Rome and was much impressed with his effective and interesting method of speaking, for he combined eloquence and humor with science in a way which I fancy is rather unusual in the Continent ». Pero estamos en el oton˜o de 1908, cuando el pole´mico Eugene V. Debs (1855-1926) concurre a las elecciones presidenciales como candidato del Socialist Party of America. Un momento nada oportuno — precisamente en Chicago: au´n se recuerda por allı´ la terrible Pullman Strike de 1894 — para invitar a un orador que profesa tal ideologı´a: aunque Italia no sea Ame´rica (« we know, of course, that Socialism in Italy and Socialism in the United States are on a very different footing »), conviene averiguar primero si este irreprochable cientı´fico sabe tambie´n actuar como « a man of mental poise and tact, who could be relied upon not to embarrass the University in any way by promulgation of the Socialists’ doctrine (as, for example, we have it represented by Debbs [sic] and his followers) ». Y es que cosmopolita — con el resultado de lastrar durante de´cadas la criminalı´stica americana — al menos en el a´mbito nacional el Institute y su revista mantienen a la ciudad de Illinois como principal foco de los estudios penales. Cf. MUELLER cit. (n. 11), pp. 78 ss; tambie´n, WISE cit. (n. 48), pp. 1285 ss. (63) Cf. ape´ndice documental, n. 1.

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se comprometerı´a la dignidad de la escuela « if one of the Harris Lecturers gave occasion for undesirable newspaper comment » (64). De toda la informacio´n allegada, siempre apreciativa en lo profesional (« a magnetic man […] one of the best orators in Europe »: Arthur MacDonald; « one of the most if not the most distinguished representative of new science of criminology in the world »: Maurice Parmelee), el mayor peso se otorga a una carta de Lloyd C. Griscom, embajador norteamericano en Roma. Gran expositor y reputado hombre de ciencia, Enrico Ferri serı´a, con todo, « a hot-headed socialist »; si se le invitara a Chicago desde luego se atendrı´a a las condiciones impuestas … siempre y cuando « he was well paid by the Harris Lectures » (65). No cuesta mucho esfuerzo imaginar la decisio´n final del comite´ de seleccio´n. Si la prudencia polı´tica del profesor italiano depende de una estricta vigilancia pagada a peso de oro, entonces mejor invitar a otro conferenciante que no genere problemas: por ejemplo el famoso matema´tico Karl Pearson, del University College de Londres (66). « The whole committee regretted this conclusion », escribe el presidente de Northwestern a su decano de Derecho (67), « but felt the risk too great ». Ahora bien, la causa de la criminologı´a en Norteame´rica aconseja a Wigmore aprovechar el contacto establecido: nada le impide dotar las conferencias de Ferri con fondos de la propia facultad y mantener ası´ la invitacio´n ya cursada. El 16 de enero (estamos en 1909) se propone a Ferri un contrato a tı´tulo de « International Lecturer on Criminology for 1909-10 » (cf. ape´ndice documental, n. 3), el positivista italiano iniciarı´a una experiencia au´n ine´dita, no so´lo entre los colegas y estudiantes del mundo universitario americano: « you would be the first one to fill that place in our (64) El secretario del comite´ del Harris Lecturship a John H. Wigmore, 17 de octtubre de 1908 (Wigmore Papers, box 204, folder 10). (65) Lloyd C. Griscom a Wigmore, 21 de diciembre, en el ape´ndice documental, n. 2. Y sobre las relaciones entre ‘scuola positiva’ y socialismo, con atencio´n a Ferri (acade´mico y hombre de partido), cf. Mario SBRICCOLI, Il diritto penale sociale, 18831912, en « Quaderni Fiorentini… » 3-4 (1974-1975), 556-642. (66) Acta del comite´ Harris, 13 de enero de 1909 (Wigmore Papers, box 204, folder 10). (67) Nota del presidente A. W. Harris a Wigmore, 18 de enero (Wigmore Papers, ibd.).

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University […] it is with pleasure that I report that our Faculty unanimously believe that you are its first choice, among European jurists, for presenting the subject to the American Bar […] the propaganda of the Science of Criminology among the American legal profession, who are hitherto quiete deaf to its appeals ». Con la vista siempre puesta en estos ‘sordos’ abogados la estrate´gica visita serı´a una pieza ma´s, colocada en posicio´n central (« as to the precise time for the lectures, I would suggest November, January [1910], or February as the best month »), de un vasto plan de accio´n que arranca con el congreso de junio y se cierra con otro encuentro, el « International Penitentiary Congress at Washington » previsto para el oton˜o de 1910. La eficacia de las lecciones (« six in number […] written and spoken in English », por supuesto en re´gimen de exclusiva: « no other lectures to be given in any place in the United States before the lectures at Northwestern University ») se hace depender, por una parte, de la capacidad de Ferri para disertar en ingle´s: que no le suceda como a Ferrero, otro visitante italiano (h.e. el historiador Guglielmo Ferrero, colaborador y yerno de Lombroso), cuyas charlas sobre Roma resultaron incomprensibles « because of his deficient pronunciation ». Por otra parte, habrı´a que evitar cualquier relacio´n con socialistas locales, sobre todo el temible Debs (« the man who led the horrible riots in Chicago, in 1894, which caused the destruction of many lives and $10,000,000 worth of property […] people have not forgotten his bad record »); la ma´s inocente concesio´n a esos falsos camaradas « would only injure your influence with the classes of persons whom we desire you to persuade to our great scientific purposes, and especially lawyers ». La labor de propaganda incluye finalmente la circulacio´n de textos selectos, en una inteligente operacio´n que ofrece el antecedente ma´s directo de la Modern Criminal Science Series que aquı´ nos interesa. Por supuesto, « the lectures [are] to be printed at the expense of this University », pero adema´s, si quiere asegurarse el e´xito de la tourne´e sucesiva, serı´a de la mayor importancia traducir al ingle´s la Sociologia criminale, cuya versio´n francesa (1905) se conoce y se envidia. La traduccio´n americana del libro principal de Ferri destruirı´a ciertamente barreras de lengua, pero sobre todo harı´a posible disponer de ejemplares en nu´mero suficiente para

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abastecer el ingente mercado angloparlante: « our great object would be to supply our 80,000 lawyers with the means of becoming familiar with the best European book on the subject […] Our National Conference next June will open the eyes of our lawyers everywhere to the subject. They will be searching for information. Your book, if in English, will be just the right one ». Y desde luego, « the translated book and your lectures will help each other ». Esta u´ltima precisio´n no carece de importancia pues en los Estados Unidos, a tenor de las confesiones de Wigmore, no se publicarı´an libros extranjeros « and publishers are usually afraid to try them ». El caso de Enrico Ferri parece con todo singular. Una edicio´n de la Sociologia criminale, a partir de la francesa de 1893, existe en ingle´s desde hace unos cuantos an˜os, pero ha sido un experimento fallido: sacrificadas las notas y condensado el texto, la casa editorial que lo produjo ni siquiera resultarı´a conocida en los medios profesionales (68). Tan urgente se considera una nueva publicacio´n que la negativa final de Ferri a pronunciar las lecciones (cf. ape´ndice documental, no 4) al no ver satisfechas sus exigencias econo´micas (dando la razo´n al embajador Griscom: « he likes notoriety, and also likes to make money »), no tendrı´a por que´ frustrar una traduccio´n ı´ntegra de la Sociologia. En un intento desesperado por servir a la causa de la criminologı´a moderna, tras el rechazo de una segunda oferta (marzo de 1909) que incorpora mejora sustancial de honorarios (69), Wigmore se dirige a Hans Gross (1847-1915), un antiguo (68) Enrico FERRI, Criminal Sociology, New York, D. Appleton and Co., 1897 (que no 1895, como aventura Wigmore — lo escribe con un interrogante — en la carta que consultamos; otra nota a Ferri datada a 25 de enero, donde el de Chicago pregunta por la titularidad de los derechos, desliza nuevamente una fecha equivocada: 1896), 284 pa´ginas. Cf. « Preface » (de un W.D.M., esto es: William Douglas Morrison, autor de Juvenile Offenders, 1896): el libro contiene aquella porcio´n de la Sociologia « which is inmediately concerned with the practical problems of criminality »; no hay mencio´n de traductor (¿el mismo Morrison?) y carece (casi) de notas. En lo que hace a la casa editorial, de sus publicaciones de contenido jurı´dico so´lo conozco James HADELY, Introduction to Roman Law. In Twelve Academical Lectures (1873); tambie´n, Gilbert Thomas STEPHENSON, Race Distinctions in American Law (1910). (69) Podı´an pagar hasta 1500 do´lares y reducir el nu´mero de charlas a tres o cuatro; esa suma era ma´s elevada que la prevista para seis lectures en la ca´tedra Harris (1200$) y mucho ma´s que lo recibido por sir Frederick Pollock, « the most famous English lawyer, who came over and lectured at five Universities, a thousand miles

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magistrado y ahora titular de ca´tedra en Graz; la invitacio´n otra vez fracasa, en este caso por dificultades lingu¨ı´sticas (70). Tampoco cuajara´ la ene´sima gestio´n cerca de Enrico Ferri, aprovechando su probable viaje oficial como delegado italiano al congreso penitenciario de Washington (71). Al menos — le ruega Wigmore — que el profesor de Roma se avenga a una presencia literaria: si el amable colega diera su visto bueno, se podrı´a anunciar en la asamblea de apart »; si « the Italian opera-singers receive $2000 or more each night », los teatros cobran la entrada, lo que no es el caso trata´ndose de un acto acade´mico. En resumen, escribe el resignado Wigmore, « we are anxious to do all that is possible to advance the principles of modern Criminology. But I must frankly say that the sum mentioned by you, $500 per lecture, above expenses, is quite impossible for us, or any other American university ». Carta de John H. Wigmore a Enrico Ferri, 1 de marzo de 1909 (Wigmore Papers, box 204, folder 10). (70) La carta de Wigmore a Gross (24 de mayo de 1909) es una adaptacio´n de la enviada en enero a Ferri, con cambio de Italia por Austria y de la condicio´n forense del segundo por la judicial del primero; desaparecen por supuesto las largas consideraciones en torno al socialismo. Supongo que Wigmore no conocı´a personalmente a Hans Gross, y de ahı´ los informes solicitados (siempre positivos) a varias autoridades (cf. carta de Sigmund Zeisler a Wigmore, 3 de mayo; Wigmore a Hugo Silvestri, Viena, 7 de mayo; Silvestri a Wigmore, 8 de junio). Conservamos aun el plan de las lecciones (cf. ape´ndice documental, no 12). A la vuelta del verano todo parece ir viento en popa (carta de Wigmore a Gross, 4 de octubre de 1909), pero pronto llega el desengan˜o: aunque Gross ha tomado desde mayo dos horas diarias de ingle´s, no se ve en condiciones de disertar en esta lengua… ¿serı´a posible, al menos, publicar las lecciones, que ya esta´n redactadas y traducidas? (Gross a Wigmore, 7 de octubre). Los textos citados obran en Wigmore Papers, box 204, folder 10; cf. ibd. box 204, folder 1, Wigmore a Gross (28 de diciembre), esce´ptico sobre la posibilidad de editar las ‘lectures’ y, en cualquier caso, rechazando, segu´n peticio´n de Gross, los costos de traduccio´n. El asunto todavı´a coletea un an˜o ma´s tarde: cf. Wigmore a Gross (6 de febrero de 1911), donde se condiciona esa poco probable publicacio´n al e´xito de la Modern Criminal Science Series, para la que se prepara entonces la Criminal Psychology (1911) de Hans Gross (Wigmore Papers, box 204, folder 13). (71) Y es que la asistencia a ese congreso librarı´a a Ferri de gastos (« you would doubtless be appointed a delegate from Italy, and your expenses of attendence paid »), aunque entones la retribucio´n u´ltimamente propuesta no podrı´a mantenerse (Wigmore a Ferri, 24 de marzo de 1909); acaso por tal motivo el criminalista declina por tercera vez la insistente solicitacio´n: « i molti impegni che ho gia`, anche per l’anno venturo, mi renderanno impossibile di recarmi nel Nord America per il Congresso Penitenziario del 910 » (Ferri a Wigmore, 4 de noviembre de 1909). Ambos textos en Wigmore Papers, box 204, folder 10. Cf. au´n Wigmore a Ferri, 9 de febrero de 1910 (ibd.), pidiendo confirmacio´n de una noticia de prensa que anunciarı´a un viaje del italiano a los Estados Unidos, lo que desmiente de inmediato el interesado (carta a Wigmore, 27 de febrero).

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Chicago la inmediata aparicio´n de la versio´n inglesa nueva y completa de la Sociologia criminale; el autor so´lo tendrı´a que poner al dı´a las citas, escribir un pro´logo para el lector americano y entregar un apunte biogra´fico y fotos en nu´mero suficiente para las resen˜as de la prensa generalista (cf. ape´ndice documental, n. 5). A su modo — extran˜o y casual modo — la historia se repite con Gross, cuya Criminal Investigation, mal que bien publicada (1906) en la remota ciudad de Madra´s, apenas resulta conocida en los Estados Unidos: de visitar el autor este paı´s sin duda aumentara´ la demanda de un texto poco accesible (72). Otro buen propo´sito fracasado, pero la ane´cdota del Gross se suma al deseo de contar con la Sociologia criminale para convencer finalmente a Wigmore de la necesidad de superar estas dificultades mediante la creacio´n de una coleccio´n nacional de criminalistas europeos. « We have a contract with a publisher to translate the last (fourth) edition of Ferri’ s Criminal Sociology », anuncia contento el decano en las sesiones del congreso, « why cannot that be made a nucleous for the larger idea, to publish a series on criminology? Are we to expect all our lawyers and all our physicians and all our other scientists to worry through a French, German or Italian treatise in the original […]? Is there no way to give them the results of the greatest foreing scientists? » (cf. Proceedings, p. 204). Y todavı´a: « if you stepped into our Gary library of criminology which has just been started, you would see about a thousand volumes. To me it is very depressing to think that, though they have now had thirty years or more of criminal work in that direction, yet even Lombroso’s chief work has not been translated into the English language. You or I may not agree with Lombroso, but I would take the opportunity to read him in two Sunday afternoons if he were put into English […] We could easily pick out a dozen authors who are the foundation writers on the (72) Por eso Wigmore pide ayuda para financiar las ‘lectures’ a The Lawyers’ Co-operative Publishing Company, de Rochester (N.Y.), los agentes locales de la traduccio´n angloindia (cf. Wigmore a Frederick W. Platt, 28 de mayo de 1909, en Wigmore Papers, box 204, folder 10). Cf. Hans GROSS, Criminal Investigation. A Practical Handbook for Magistrates, Police Officers and Lawyers. Trans. and Adapted to Indian and Colonial Practice… by John Adam… and J. Collyer Adam. Madras, A. Krishnamachari, 1906, xxviii-889-xlvii pp.

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subject and who ought to be printed in English » (cf. Proceedings, pp. 204-205). La cita anterior es algo larga, pero la rareza de la fuente aconsejaba su reproduccio´n. Tambie´n me resulta, en su practicidad a la americana, una propuesta plausible y convincente; nada tiene de extran˜o, siendo por dema´s cosa del influyente John H. Wigmore, que los reunidos en Chicago la secunden de inmediato: « Whereas, It is exceedingly desirable that important tratises on criminology in foreing languages be made readily accesible in the English language; Resolved, That the President appoint a committee of five, with power to select such treatises as in their judgment should be translated, and to arrange for their publication, without expense to the Institute » (cf. Proceedings cit. p. 210). Si dejamos por ahora la complicada aventura editorial del Ferri — libro primero en intenciones mas sometido a constantes sobresaltos — estaremos en condiciones de conocer los nueve elegantes tomos de la Modern Criminal Science Series, publicados (entre 1911 y 1917) por la prestigiosa casa Little, Brown and Company de Boston. Ya sabemos que estos libros han supuesto un esfuerzo pionero en el campo de la criminologı´a (73). Conviene an˜adir que Wigmore, siempre fe´rtil en ocurrencias, no se ha limitado a introducir unos cuantos nombres extranjeros en las bibliotecas americanas: si se invierten esfuerzos en lograr las traducciones, se trata de fomentar la aparicio´n de una literatura auto´ctona de calidad semejante. Por eso entiendo que la idea de un « Harris Prize for Methods of Education and Reform in Criminal Science », concebida por nuestro decano en 1911 ca. (cf. Wigmore Papers, box 25, folder 14), se encuentra en estrecha relacio´n con la coleccio´n criminolo´gica. En (73) Ciertamente, antes de Chicago algo habı´a de Scuola Positiva disponible en ingle´s: por ejemplo, la introduccio´n de Cesare Lombroso al libro de Arthur MacDonald, Criminology (1893), o la sı´ntesis de Enrico Ferri, The Positive School of Criminology (1908) — sin contar los abundantes trabajos menores publicados por el primero: cf. Why Homicide Has Increased in the United States, en « North American Review » 165 (1897), 641 ss.; Anarchistic Crimes and Their Causes, en « Independent » 50 (1898), 1670 ss.; Some Aspects of Crime, en « Humanitarian » 19 (1901), 316 ss.; The Status of Anarchism To-Day in Europe and the United States, en « Everybody’s Magazine » 6 (1902), 6 ss. Y hemos visto que una versio´n amputada de la Sociologia Criminale habı´a sacado en 1897 William Douglas Morrison.

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efecto, el nonnato premio estarı´a reservado a los ciudadanos de los Estados Unidos de reciente formacio´n (el lı´mite de edad de los aspirantes se cifraba en cuarenta an˜os), autores de monografı´as originales (de 40 a 200 pa´ginas, sin contar las notas) sobre cualquiera de los siguientes argumentos: « The Best Method of Educating Law Students, Lawyers, and Judges, in the Principles of Modern Criminal Science » y « The Reconstruction of American Criminal Law and Procedure (including courts, police and penal methods) in the Light of Modern Criminal Science ». A la vista de tales enunciados me resulta patente la convergencia del empen˜o universitario de Wigmore, quien quisiera consolidar en las escuelas el derecho penal y la moderna criminologı´a como disciplinas de cultivo habitual, con el programa reformista del credo ‘progresista’ suscrito por Pound, e´l mismo y tantos otros colegas, acade´micos o pra´cticos, presentes en el congreso de Chicago. Por otra parte, la composicio´n del jurado calificador (el citado banquero Norman W. Harris, el presidente del Institute Nathan W. MacChesney y, por supuesto, el decano de Northwestern) responde a los mismos propo´sitos de propaganda criminolo´gica desarrollados por Wigmore en este giro de an˜os. Esfuerzos ene´rgicos, que no se encuentran limitados al asunto criminal. Siempre a instancias de Wigmore y casi siempre gracias al apoyo de una institucio´n que le secunda con encomiable puntualidad (me refiero a la American Association of Law Schools), al iniciarse la de´cada de 1910 asistimos a una recepcio´n estrate´gica de doctrinas jurı´dicas europeas que interesa a varias especialidades de relevancia. La resolucio´n favorable a la criminal science se adopta como sabemos en junio de 1909; pues bien, en agosto de ese an˜o nuestro activo decano presenta una mocio´n en el meeting de la asociacio´n mencionada: se propone crear una Continental Legal History Series (con traducciones de Rudolf Hu¨bner, Adhe´mar Esmein, Ludwig v. Bahr, Arthur Engelmann, Carlo Calisse, Jean Brissaud...), como condicio´n necesaria para el despegue en Ame´rica del me´todo comparativo (74). Un an˜o despue´s, ante el mismo foro (74) La serie, igualmente a cargo de Little, Brown, and Co. (1912-1928), habrı´a de incluir once volu´menes, de los que so´lo fallo´, por muerte de su autor (Paul Huvelin, Lyon), el reservado a la historia del derecho mercantil. Los otros diez combinan — es el estilo Wigmore — tradiciones nacionales (con insistencia sobre Francia, Alemania e

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corporativo, el decano de Northwestern saca adelante la Modern Legal Philosophy Series: otra biblioteca de cla´sicos ‘continentales’ (Rudolf von Jhering, Giorgio Del Vecchio, Rudolf Stammler, Josef Kohler, Fritz Berolzheimer, Pierre de Tortoulon...) destinada a combatir el de´ficit teo´rico que arrastrarı´a la reflexio´n de los juristas americanos (75). Por u´ltimo hay que mencionar, como cuarto experimento, la serie titulada Evolution of Law. Select Readings on the Origin and Development of Legal Institutions: tres gruesos tomos, publicados entre 1915 y 1918, de contenido miscela´neo (76). La teorı´a y la historia jurı´dicas, especialmente concebida la segunda en los te´rminos de la evolucio´n positiva del derecho, han sido, en conclusio´n, las consecuencias de la apertura a Europa que inicia la serie criminolo´gica (77). Y claro esta´, la factura de aquellas series se beneficia de la experiencia lograda con la primera: los colaboradores ma´s cercanos de Wigmore (Pound, Freund…), el elenco de traductores (Husik, Jastrow, Horwell, Albrecht, Lisle…), sobre todo la composicio´n formal de los libros (generalmente dotaItalia) con el tratamiento de los grandes sectores del ordenamiento (derecho privado, penal y procesal). (75) Con trece tı´tulos segu´n el proyecto inical, se publican doce (falla el italiano Icilio Vanni) entre 1911 y 1925, pero la serie incluyo´ al ruso Nikolai M. KORKUNOV, General Theory of Law, una traduccio´n de 1909. Cf. PETIT, Ge´ny en Ame´rica cit. (n. 48), pp. 216 ss; tambie´n, N. E. HULL, « Vital School of Jurisprudence: Roscoe Pound, Wesley N. Hohfeld, and the Promotion of an Academic Jurisprudential Agenda, 1910-1919 », en « Journal of Legal Education » 45 (1995), 235-281, pp. 243 ss. (76) Sin expreso apoyo institucional, la serie evolutiva parece un empen˜o personal de Wigmore, secundado por el fiel amigo Albert Kocourek (1875-1952), un filo´sofo del derecho de vocacio´n analı´tica, colega en Northwestern. Aquı´, ma´s que en series anteriores, predomina la intencio´n compilatoria: los readings que anuncia el subtı´tulo, presentando el feno´meno jurı´dico « as a great anthropological document » (una expresio´n del juez Oliver W. Holmes que toman los editores), incluyen las leyes de Manu´, la Ilı´ada, las XII Tablas e inscripciones egipcias y babilo´nicas, ası´ como muchos autores (Henry S. Maine, Albert H. Post, Gabriel Tarde, Numa Foustel de Coulanges, Josef Kohler, Giuseppe Mazzarella, Edmond Picard...) de variada e´poca, especialidad y nacio´n. (77) En rigor, las experiencias de Wigmore en la produccio´n seriada de obras ba´sicas para una biblioteca iuscientı´fica habrı´a que adelantarla al momento de su participacio´n, bajo la habitual condicio´n de presidente-editor, en los Select Essays in Anglo-American Legal History, I-III (1907-1909). Cf. ROALFE cit. (n. 19), p. 87; en general, ibd. pp. 85 ss.

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dos de tres principales paratextos: una introduccio´n general, un pro´logo a cargo de algu´n especialista norteamericano y un prefacio original del propio autor) y aun la casa de ediciones (los conocidos libreros de Boston, que adoptan ide´nticos criterios de impresio´n en todas las series) recorren las colecciones, ofreciendo ası´ la imagen unitaria que merece un proyecto efectivamente compartido (78). De manera que los Lombroso, los Gross, los Ferri y compan˜ı´a, aparte sus estrictas aportaciones al terreno de la criminologı´a cientı´fica, desempen˜an au´n la misio´n de reforzar el paradigma ‘moderno’ de la ciencia social del derecho en la ‘era progresista’; los autores de la biblioteca iushisto´rica o de aque´lla otra filoso´fico-jurı´dica suministran simplemente nuevos argumentos y textos a beneficio de ese modo (justamente cientı´fico) de concebir el derecho, que salta por encima de visiones demasiado locales y apresuradas ‘familias’ jurı´dicas (79). Aquı´ es suficiente concluir, primero, sobre la existencia de un compromiso intelectual que excede las circunstancias propias del saber criminolo´gico y, segundo, sobre el admirable empen˜o de unos cuantos ‘cientı´ficos’ conversos — principal entre ellos el decano Wigmore — capaces de arrastrar voluntades... que se dirı´an dispersas a la espera de una ocasio´n oportuna.

(78) Por supuesto, resulta inevitable que la proximidad de tareas y de los brazos ejecutores causen algunas dificultades Ası´, una carta-informe de Wigmore a Nathan W. MacChesney, presidente del Institute (24 de mayo de 1911), justifica la ausencia de libros histo´ricos en la serie de ciencia criminal: esta materia se reserva para la biblioteca de historia jurı´dica; en sentido similar, Wigmore a Maurice Parmelee (8 de octubre de 1912). Tambie´n provoca interferencias la identidad de traductores: serı´a el caso de Rapelje Howell, traductor de la Philosophie Pe´nale de Tarde y de otros dos volu´menes de la Continental Legal History Series, lo que causa retrasos: cf. Wigmore al comite´ de traducciones (6 de marzo de 1912). En alguna ocasio´n la experiencia labrada en una serie puede aprovechar a otra: por ejemplo, la revisio´n del lenguaje te´cnico que usa un traductor de criminologı´a a cargo de alguien activo en la serie iusfiloso´fica (cf. Pound a Wigmore, 11 de marzo de 1912). Todos estos textos en Wigmore Papers, box 204, folder 1. (79) Y que lleva ası´ a los protagonistas de estas pa´ginas a improvisar velozmente un derecho comparado more americano: cf. Laurent MAYALI, ‘Comparative law’ et Droit compare´: le mode`le ame´ricain (de´but XIXe`me-premie`re moitie´ du XXe`me sie`cle), en Antonio PADOA-SCHIOPPA (cur.), La comparazione giuridica tra Ottocento e Novecento, Milano, Istituto Lombardo, 2001, 131-151.

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IV. « A missionary tone »: paratextos americanos para textos europeos. A la cabeza de propo´sitos semejantes, por tanto banco de pruebas y de estilo, los tratados de derecho penal y criminologı´a reclaman por fin nuestra atencio´n. La atrae de inmediato una « General Introduction », manifiesto inaugural de la serie presente en todos sus tomos. Suscrita por los editores ha sido, sobra advertirlo, cosa personal de Wigmore (80). Su lectura nos recuerda el discurso de Roscoe Pound en el congreso de Chicago, pero la comunidad de ideas no impide adoptar aquı´ una expresio´n ma´s rotunda: el pro´logo habrı´a de transmitir — advierte Wigmore a sus colegas — « a missionary tone ». Y en efecto, si la vieja meta´fora del crimen como enfermedad recorre el speech de Pound sera´ en la versio´n de nuestro autor cuando este gastado tropo (81) exprese toda su potencia. Los avances de la medicina consistirı´an en la determinacio´n del origen de las enfermedades, simples hechos naturales que identifica el diagno´stico. Ciertamente cabe la prevencio´n pero, una vez ha llegado el mal, el experto debe combatirlo con un tratamiento especı´fico, esto es: escogido de manera singular segu´n sea la causa de la enfermedad. La individualizacio´n del padecimiento, tanto en sus orı´genes como en sus remedios, resume por tanto las grandes verdades de la ciencia me´dica. Y la misma explicacio´n servirı´a para comprender el delito. Si la medicina pre-cientı´fica atribuye a la accio´n de fuerzas misteriosas los males del hombre, el derecho tradicional especula, a su vez, con « el libre albedrı´o inescrutable del ser humano » en busca de las razones del comportamiento criminal. Y este paralelo se lleva al terreno de los remedios. El penalista cla´sico dispone so´lo de dos, por eso objeto de una continua aplica(80) Wigmore a William W. Smithers, 28 de diciembre de 1909, sobre el borrador de la introduccio´n (cf. ape´ndice documental, n. 14). Por eso falla la u´til hipo´tesis de GREEN cit. (n. 30), p. 1981: « Pound had signed and quite possibly written the potentially far-reaching General Introduction to the Modern Criminal Series ». (81) Y es que, segu´n ha escrito HARRIS cit. (n. 23), « criminology was partially conceived of as a kind of public hygiene, with its rhetoric marked by the contemporary enthusiasm for bacteriology… The adoption of such ideas was neither total nor concerted but rather helped to clarify ideas about the relationship between individual and social pathology and to justifiy new programmes of criminal identification and containment » (pp. 98-99).

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cio´n que, a la postre, resulta harto forzada: caida en desuso la pena capital, las multas y la prisio´n desempen˜arı´an en el terreno punitivo la misma funcio´n de las sangrı´as y los calomelos usados por los fı´sicos antiguos contra cualquier malestar orga´nico… y, por supuesto, con el mismo, inu´til, resultado. Porque si aceptamos que el crimen es una efermedad social, entonces hay que proceder con las reglas de la medicina moderna: se hace necesario determinar con me´todos objetivos (observacio´n de hechos, empleo de instrumentos estadı´sticos, ana´lisis de conductas…) sus aute´nticas causas y utilizar despue´s el castigo ma´s adecuado a la naturaleza irrepetible del enfermo/delincuente. Curiosamente, en la carrera por definir y aplicar la ansiada ‘ciencia criminal’ la vieja Europa llevarı´a la delantera (« a generation of European thought »), pues los Estados Unidos, este gran paı´s donde los saberes ma´s u´tiles para el desarrollo de la ciencia mencionada (ya lo sabemos: antropologı´a, medicina, psicologı´a, economı´a, sociologı´a, penologı´a...) presentan un excelente nivel, parado´jicamente « the law alone has absteined ». Y en esta inexplicable reserva — el lector comprende que el decano se duele otra vez del fra´gil arraigo que sufren los estudios universitarios de derecho — residirı´a el bloqueo actual que paraliza la administracio´n de justicia. « Our country has started late. There is much to catch up ». Los ana´lisis parecen tan claros, tan urgente se presenta ası´ la obra disen˜ada que no extran˜a sorprender a Wigmore dedicado a su logro pocos dı´as despue´s de terminarse el congreso (82). El comite´ de traducciones reu´ne, bajo la estrecha tutela de Wigmore, a dos universitarios de Chicago (Ernst Freund, Roscoe Pound) y dos abogados de Nueva Inglaterra (Edward Lindsey, William W. Smithers) (83); contra toda lo´gica, los primeros — profesores polı´glotas y escritores relevantes de reconocida competencia (84) — apenas (82) Salvo otra advertencia, los documentos que ahora utilizo corresponden a Wigmore Papers, box 204, folder 1, por lo que ha de bastar con esta mencio´n. (83) Pronto se suma un sexto miembro: el socio´logo criminalista, profesor por entonces en la State University of Kansas, Maurice Parmelee (1882-1969). Por otra parte, Edward Lindsey deja paso ocasionalmente a Robert Scott, un profesor de ciencia polı´tica (Wisconsin). (84) No hace falta presentar a Pound; sobre Ernst Freund (1864-1932), autor de origen alema´n (doctorado en Heidelberg, 1884), profesor en Chicago (University of

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contribuyen a las tareas ingratas de seleccio´n y revisio´n. Y mejor no exigirles esfuerzos: en tanto « Mr. Pound is perfectly useless as an editor » (Wigmore a Lindsey, 17 de septiembre de 1914) (85), el atareado Ernst Freund — continuamente protesta su incompetencia en materia de criminologı´a — habrı´a entrado en el comite´ editorial poco menos que a rastras (Wigmore a Freund, 14 de diciembre de 1909). Ma´s resultado le dan a Wigmore los dos colegas abogados, hombres pra´cticos al fin (86). El 10 de septiembre de 1909, cuando la intervencio´n de la casa Little, Brown, and Co. todavı´a es pura hipo´tesis, Wigmore pergen˜a una lista de once tı´tulos, sobre los que recaba opinio´n. Hay que partir de la traduccio´n del Ferri, que se estima erro´neamente a punto de finalizar; tambie´n parece indiscutible la Kriminal Psychologie de Hans Gross: por entonces todavı´a se espera la visita del autor, ocasio´n de o´ptima propaganda para el libro y la serie. Dos libros se rechazan de inmediato (Julius Vargha, Abschaffung der Strafknechtschaft, 1896; Joseph Van Kan, Causes e´conomiques de la criminalite´, 1903); tampoco parece posible traducir al completo el Uomo delinquente… de Cesare Lombroso — texto en continuo crecimiento desde su primera publicacio´n (1876). En principio, Maurice Parmelee apoya (por este orden) la traduccio´n de Lombroso, Ferri, Garofalo, Gross, Bonger y Aschaffenburg; Wigmore sostiene la causa de todos los anteriores, pero an˜ade a Bernaldo de Quiro´s, Saleilles, Tarde, Van Kan y Bonger; William Smithers se inclina (tambie´n expresando un orden de preferencia) por Ferri, Lombroso, Gross, Bonger, Tarde y Bernaldo de Quiro´s (87). Scott se limita a seguir el criterio de Wigmore, en tanto un Chicago) y competente publicista de rara vocacio´n dogma´tica, cf. ahora Oliver LEPSIUS, Verwaltungsrecht unter dem Common Law. Amerikanischen Entwicklungen bis zum New Deal, Tu¨bingen, Mohr Siebeck, 1997. (85) Pero Pound alega ante Wigmore que figuraba en otros siete comite´s, tres o cuatro de ellos bajo su directa responsabilidad. Cf. Pound a Wigmore, 8 de marzo de 1910. (86) Sobre todo Smithers, secretario del Comparative Law Bureau de la American Bar Association y responsable en esa condicio´n del Annual Bulletin… comparatı´stico. (87) Ape´ndice documental n. 13, de donde tomo las votaciones indicadas. Cf. William W. Smithers a Wigmore, 27 de octubre de 1909, con la lista de sus votos y los de Parmelee y expresio´n de dudas sobre la inclusio´n del Garofalo; tambie´n propone a

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inco´modo Ernst Freund, que protesta su poca familiaridad con la materia criminal (« I am absolutely unacquainted with modern criminal literature and I have not at present the time to go into that field »), acepta dar salida a los dos libros ma´s o menos comprometidos (esto es, el Ferri y el Gross) pero no suscribe el nombre de Garofalo, y se inhibe ante los restantes (88). Alguna propuesta sobrevenida (las lectures de Gross, quien finalmente tampoco va a Chicago; los Ethnologische Studien… de Steinmetz) no llegan a prosperar (89). Se cierra ası´ un elenco de nueve autores y tı´tulos que rezan, en ingle´s, como sigue: [1] Constancio Bernaldo de Quiro´s (1873-1959), Modern Theories of Criminality (1911) [2] Hans Gross (1847-1915), Criminal Psychology (1911) [3] Cesare Lombroso (1835-1909), Crime. Its Causes and Remedies (1911) [4] Raymond Saleilles (1865-1912), The Individualization of Punishment (1911) [5] Enrico Ferri (1856-1929), Criminal Sociology (1917) [6] Gabriel Tarde (1843-1904), Penal Philosophy (1912) [7] W. A. Bonger (1876-1940), Criminality and Economic Conditions (1916) [8] Raffaele Garofalo (1851-1934), Criminology (1914) [9] Gustav Aschaffenburg (1866-1944), Crime and Its Repression (1913) No me atrevo siquiera a realizar un ra´pido, inicial comentario. Estos nombres y libros son, en general, suficientemente conocidos; al presentarlos en una lista exenta de valoraciones es fa´cil apreciar Robert P. Shick y John F.C. Waldo, del Bulletin… de derecho comparado, para labores de traduccio´n. (88) Ernst Freund a Wigmore, 12 de octubre de 1909. Cf. au´n memorandum de 9 de diciembre de 1909, con la relacio´n de acuerdos del comite´; Parmelee reitera su oposicio´n a los dos autores franceses e insiste en la conveniencia de traducir L’Uomo delinquente en versio´n completa. (89) Cf. Maurice Parmalee a Wigmore, 29 de septiembre de 1912, para incluir STEINMETZ, Ethnologische Studien zur ersten Entwicklung der Strafe (1894); Wigmore razona su oposicio´n alegando la publicacio´n de la serie histo´rico-jurı´dica, donde el Steinmetz tendrı´a mejor sede (Wigmore a Parmelee, 8 de octubre, antes cit. [n. 78]).

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hasta que´ punto Wigmore y los suyos han cumplido sus propo´sitos al realizar la seleccio´n. Por una parte, el dominio de la Scuola Positiva — el lanzamiento de obras con clara orientacio´n determinista — resulta algo inevitable a tenor de la e´poca y de las intenciones confesadas por los editores. Y el inicio con Bernaldo de Quiro´s obedece, por otra parte, a un obvio criterio de utilidad: este autor ofrecerı´a una sı´ntesis de las tendencias principales en el a´mbito de la criminologı´a (« it gives a great deal of bibliographical information about the entire European field ») (90). Los franceses Tarde y Saleilles, portavoces de orientaciones ma´s bien desfasadas, levantan en el cı´rculo de Wigmore las u´nicas voces de protesta: au´n con sus reconocidos servicios Gabriel Tarde serı´a « a failure » y su obra, « out of date »; el cato´lico Saleilles, « involved in a metaphisical discussion of penal responsability which is of little value », parece cosa inu´til, al menos en sus dos tercios (91); pero Wigmore no renuncia a prestar el reconocimiento debido a la ciencia jurı´dica de Francia y consigue mantener a ambos autores (92). La monografı´a de Raymond Saleilles sobre la individualizacio´n de la pena se impone, adema´s, por ser el u´nico texto de contenido exclusivamente jurı´dico con que cuenta la serie (93) — lo que no deja (90) Nota de Wigmore a los miembros del comite´, 9 de diciembre de 1909, donde se comunica el compromiso asumido con Brown, Little & Company y con varios traductores; aunque nadie se ha pronunciado por el Bernaldo de Quiro´s — seguramente desconocido para todos, a excepcio´n de Wigmore — el decano apoya decididamente esta obra, dotada del referido valor introductorio. Cf. tambie´n la carta cit. (n. 80) a William W. Smithers, 28 de diciembre de 1909 (ape´ndice documental, no 14). (91) Maurice Parmelee a Wigmore, 26 de noviembre de 1909. (92) El Saleilles fue precisamente un libro recomendado a Wigmore para la Modern Legal Philosophy Series (Charles Gide a Wigmore, 15 de diciembre, 1910); por otra parte, Wigmore logra, gracias al profesor parisino, los contactos necesarios para obtener los derechos de traduccio´n de los herederos de Tarde (Wigmore a Smithers, 11 de abril, 1910). Tras la primera guerra, en un clima explicablemente antigermano, Wigmore fomentara´ la marcha de americanos a las universidades francesas: cf. Science and Learning in France, with a Survey of Opportunities for American Students in French Universities. An Appreciation by American Scholars, Chicago, R.R. Donnelly & Sons Co., 1917. (93) Cf. Memorandum dirigido a los miembros del comite´, 9 de diciembre de 1909: « In regard to Saleilles, it should be explained that one member of the Committee is decidedly of opinion against the utility of that book, but that two other members… are strongly of the opinion that it is a most valuable one for lawyers, and is essential to the scheme ».

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de argumentarse en el pro´logo de la edicio´n americana: Saleilles se presenta allı´ como « primary a lawyer, writing from a lawyer’s standpoint and appreciating […] the purely legal problems of which the lawyer is so acutely aware » (94). Y es que la ambigua presencia del derecho en una biblioteca de juristas que no ha privilegiado precisamente la perspectiva dogma´tica en el ana´lisis del feno´meno criminal (se acude mejor a la economı´a: Bonger; a la sociologı´a: Ferri; a la filosofı´a: Tarde; a la psicologı´a: Gross; a la criminologı´a: Garofalo) explica, no so´lo la ausencia de penalistas alemanes, pero tambie´n la inclusio´n de me´dicos, como el inevitable Cesare Lombroso y el psiquiatra Gustav Aschaffenburg. De otro lado, la lista completa de autores, recogidos segu´n el orden ideal que marcaron los editores, expresa desajustes evidentes en las fechas de publicacio´n. El libro que deberı´a abrir la serie es, como sabemos, la Criminal Sociology de Ferri; sin embargo, al disen˜arse la coleccio´n el original se encuentra tan parado que parece ma´s prudente relegarlo al quinto puesto. Prudencia vana: contra todo prono´stico el Ferri (su contrato se ha firmado en marzo de 1909) sera´ el u´ltimo volumen (1917) que vea la luz; inciden en la produccio´n de este tı´tulo tantas y tan adversas circunstancias que el lector aceptara´ que recoja seguidamente, en sus detalles, la informacio´n custodiada en los archivos de Northwestern. Ya sabemos que los tratos con Enrico Ferri se remontan a los inicios de 1909; dos meses despue´s, el 15 de marzo, se envı´a a Roma el contrato con la previsio´n de sacar el libro en oton˜o. En 1911 la traduccio´n esta´ atascada: el encargado de la tarea, Joseph J. Kelly, se comprometio´ a entregar el original en junio del an˜o anterior pero arrastra una grave enfermedad y no sera´ posible publicar la obra antes de 1912 (Wigmore a Ferri, 28 de marzo de 1911, en Wigmore Papers, box 204, folder 10, de donde tomo estas informaciones salvo otra advertencia). Un par de meses ma´s tarde Ferri propone a Wigmore traducir la quinta edicio´n actualizada de su tratado, que (94) Roscoe POUND, Introduction to the English Version, xi-xix, p. xviii, en Raymond SALEILLES, Individualization of Punishment… with an Introduction by Gabriel Tarde… Translated from the second French edition by Rachel Solzd Jastrow. With an Introduction… by Roscoe Pound… Boston, Little, Brown, and Company, 1911. 322 pp. ma´s ı´ndice.

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dice a punto de publicarse en Italia (28 de mayo de 1911, en Wigmore Papers, box 204, folder 4); meses ma´s tarde el autor positivista sigue anunciando esa edicio´n, prevista en dos tomos: si ya no pudiera realizarse sobre ella la deseada versio´n americana, lo que seguramente desaconseja la ejecucio´n de unos trabajos conducidos sobre la edicio´n francesa de 1905, serı´a posible aprovecharla para una segunda edicio´n en ingle´s (Ferri a Wigmore, 30 de diciembre); en realidad, pronto se aclara que el ritmo de la Sociologia criminale en dos tomos marcha tan lento como la propia traduccio´n. Todo nos indica que Ferri ha contribuido a los retrasos, no so´lo por sacar de modo intempestivo la cuestio´n de esa nueva edicio´n italiana: en las cartas solicita una y otra vez la fecha lı´mite de la actualizacio´n bibliogra´fica y estadı´stica que exige Wigmore (la excusa le permite pedir cierta bibliografı´a americana) y de entrega del pro´logo (« j’ai espere´ jusqu’ ici de pouvoir vous envoyer les donne´es statistiques que vous m’avez demande´es […] mais j’ai e´te´ si occupe´ qu’ il m’a e´te´ impossible. Si vous voulez, je pourrai faire une pre´face a` l’e´dition ame´ricaine de ma Sociologie criminelle pour expliquer que le livre a toute son importance meˆme avec des statistiques non re´centes, car l’essentiel est dans les conclusions the´oriques et dans les propositions de re´formes pratiques », carta postal a Wigmore, 26 de junio de 1913); finalmente, con el pretexto de sus ocupaciones polı´ticas (« nous aurions en octobre les elections ge´ne´rales, avec le suffrage universel (pour la premie`re fois), et je suis dans l’impossibilite´ de m’occuper […] du travail scientifique »), deja la tarea sin hacer (Ferri a Wigmore, carta postal de 4 de agosto), lo que obliga a pedir ayuda urgente (Wigmore a Arthur MacDonald, 6 de noviembre de 1913: « the fact is that Ferri ought to do it himself, but pleads that he is too busy »). Las minuciosas revisiones del editor William W. Smithers sobre una traduccio´n deficiente (« the text is not such as I am willing to back up without much correction »: Smithers a Wigmore, 29 de julio de 1914; tambien, del mismo, 21 de septiembre de 1915: « a most unsatisfactory translation ») consumen tiempo, a su vez (cf. Wigmore Papers, box 204, folder 1). En 1915 Wigmore razona ante el autor que, tras la muerte de Kelly, su traductor primitivo, ha caido enfermo el segundo (John Lisle), de modo que el original no esta´ au´n terminado (carta a Ferri, 18 de febrero de 1915); para ma´s desgracias Lisle muere a u´ltimos de an˜o

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(cf. Wigmore a Charles A. Ellwood, 10 de diciembre, en Wigmore Papers, box 204, folder 1). A comienzos de 1916 el autor felicita a Wigmore y se congratula ante la inminente aparicio´n de su tratado, pidiendo doce ejemplares (carta a Wigmore, 11 de enero), pero la Criminal Sociology au´n se encuentra maldita: por entonces fallece Ralston, un juez que habı´a aceptado escribir un prefacio, lo que obliga a realizar ma´s gestiones (Wigmore a Smithers, 24 de enero de 1916, ibd. folder 1; cuando esta´ listo se pierde un envı´o remitido al impresor de Boston: Smithers a Wigmore, 27 de octubre de 1916, ibd.). Por fin la obra de Ferri vera´ la luz… en 1917. A partir de tanto retraso se provocan otros, que afectan especialmente — lo veremos dentro de un momento — al libro Criminality and Economic Conditions del holande´s Willem A. Bonger. Se entreve´ un complejo proceso de traduccio´n y revisio´n, de amputaciones en textos demasiado extensos, de pro´logos y notas de presentacio´n que llegan tarde, si finalmente llegan (95)… que la meticulosidad de Wigmore con sus papeles nos permite hoy conocer. Como no resulta posible recoger las mil y una particularidades de una empresa que se prolonga durante una de´cada y compromete a un elevado nu´mero de participantes (96) sera´ bastante alegar unos (95) Entre esos papeles se encuentra un cuadro sino´ptico (ms.) que recoge los particulares del proceso editorial: fechas de los contratos, direcciones postales de los autores, relacio´n de traductores, estado del original (por ejemplo, junio de 1910 se preve´ como fecha de recepcio´n del Ferri), responsables de los pro´logos, honorarios por la versio´n inglesa (sumas que oscilan entre los 300 do´lares por el Bernaldo de Quiro´s o el Aschaffenburg y los 500 del Ferri o el Bonger), etc. (96) A los autores, prologuistas, traductores, revisores… hay que an˜adir au´n un nutrido grupo de consultores — en general, miembros del Institute — a los que acude Wigmore en solicitud de nombres aptos para traducir o de cualquier otro particular editorial: cf. por ejemplo Joseph Jastrow a Wigmore (2 de octubre de 1909), con la propuesta de su mujer, capaz de traducir alema´n, france´s e italiano, comprometie´ndose e´l mismo a revisar el trabajo (Mrs. Jastrow se encargara´ del Saleilles); Charles Ellwood a Wigmore (6 de octubre), presentando al rev. Horton como ha´bil traductor (lo sera´ en efecto del Bonger y del Lombroso); ve´ase, en general, un « Memorandum of Negotiation for contracts of Translation Committee » (sin fecha, probablemente de inicios de noviembre), donde Wigmore comunica a sus colegas el trato cerrado con Little, Brown, and Company, que pide aprobar, ası´ como los borradores de acuerdos que deben suscribir autores y traductores (Horton, Kallen, Husik, Mrs. Jastrow, Veditz, Webster, Shick, Waldo, Kelly…).

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cuantos documentos al objeto de comprender la magnitud del empen˜o. Un empen˜o que nace y termina con nuestro John H. Wigmore. El decano de Chicago ha impuesto su criterio al hacer aprobar la serie entre las conclusiones del congreso. Ha negociado en persona con la editorial de Boston y utiliza su extenso cuaderno de direcciones para encontrar traductores competentes y comprometer la factura de los pro´logos. Se ha votado un comite´ editorial que cuenta con William Smithers a tı´tulo de presidente, pero hemos comprobado que Wigmore disputa continuamente ese terreno: « your colleagues on the Committee », le escribira´ Roscoe Pound, « are not only under a great debt to you for doing all the work of the Committee so well, but we all ought to be ashamed of ourselves heartly for leaving it to you to do » (97). La lista de obras traducidas tambie´n corresponde al profesor de Northwestern; en realidad, ha sido su visita a Lombroso la circunstancia remota que esta´ detra´s de tantos esfuerzos. Y por supuesto, a Wigmore le tocara´ acudir a los autores — a veces tambie´n u´tiles para aviar las dema´s series (98) — solicitando un acuerdo, proponiendo ajustes, urgiendo prefacios. Las cartas de los meses siguientes documentan una actividad frene´tica en la gestio´n de permisos y suscripcio´n de contratos (99). Con el (97) Roscoe Pound a Wigmore, 8 de marzo de 1910, cit. (n. 85). (98) Por ejemplo, Raymond Saleilles es consultado (carta a ¿Albert Kocourek?, 2 de diciembre de 1910) sobre los autores a traducir en las series histo´rica (Glasson, Esmein, Fustel de Coulanges…) y iusfiloso´fica (Duguit, Ge´ny, Demogue…). Observemos que esta serie nace oficialmente en agosto de 1911, lo que ilustra perfectamente sobre el modo de trabajar de Wigmore; cf. Wigmore Papers, box 204, folder 1. Tambie´n se pide opinio´n a Constancio Bernaldo de Quiro´s (« a committee of the Association of American Law School is endeavoring to make a book for translation, which shall cover the legal sources and literature of Europe… we desire to cover, first, the medieval sources; second, the jurists of the 1600, 1700 y 1800’s, and third, the progress of national codification in 1800’s »), aprovechando la carta donde se comunica el buen e´xito de la edicio´n de su obra y se anuncia el envı´o de copias (Wigmore a C. Bernaldo de Quiro´s, 30 de enero de 1911, en Wigmore Papers, box 204, folder 8). (99) Las condiciones econo´micas pactadas con Little, Brown, and Co. (la resolucio´n que aprueba la coleccio´n precisa que e´sta debe salir sin coste alguno para el Institute) preve´n la retribucio´n del autor con el cinco por ciento sobre las ventas; otro cinco por ciento irı´a al traductor. Por supuesto se dan variantes: ası´, en el contrato con Raffaele Garofalo, 20 de marzo de 1911, se saldan esos derechos mediante un pago u´nico de cien do´lares, lo que sin embargo se niega a Bernaldo de Quiro´s; Ferri recibe un diez

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‘modelo Ferri’ a la vista se pide al autor un pro´logo para la edicio´n americana y la puesta al dı´a de referencias estadı´sticas y bibliogra´ficas. En la mayorı´a de los casos la autorizacio´n se recibe de inmediato y el trabajo editorial procede con toda normalidad (100). Pero otras misivas adquieren un tono menos agradable, lo que suele acontecer si se discuten recortes. Ha sido el caso del crimino´logo holande´s de nuestra biblioteca, el doctor Willem A. Bonger (Amsterdam), honradı´simo al conocer la oferta de traduccio´n (carta a Wigmore, 14 de agosto de 1910); las cosas se complican cuando recibe (febrero de 1911) la peticio´n de recortar ciento cincuenta pa´ginas de Criminalite´ et conditions e´conomiques (« too long for the size of the volume permitted in our series, and also too long for the price which we are able to pay for translation »), con ruego de remitir el texto en unas pocas semanas. Inaceptable solicitud: si resulta « absolutely impossible » tocar la segunda parte (donde Bonger diserta sobre el sistema econo´mico, en particular sobre las manifestaciones criminales del capitalismo), la primera (« Critical exposition of the literature dealing with the relation between criminality and economic conditions ») podrı´a perder unas veinte pa´ginas; algo ma´s el capı´tulo histo´rico… pero estos sacrificios exigen una labor de meses; adema´s, la extempora´nea propuesta no esta´ contemplada en el contrato y, au´n peor, otros tomos de la serie (la Sociologia de Ferri) tienen similar o mayor extensio´n. En fin, que estas cosas sucedan en Ame´rica resulta algo increı´ble: « it seems incredible to me that in the country of the unlimited posibilities a book should have to be published in incomplete form, either for financial reasons […] or for reasons of form » (3 de marzo). Parece que los argumentos son convincentes, pero Bonger vuelve a molestarse al conocer por terceros la identidad del traductor y el estado que llevan los trabajos (Bonger a Wigmore, 2 de agosto de 1912). por ciento, pues ha contratado antes de constituirse la coleccio´n; se entregan adema´s cinco ejemplares gratuitos de autor. Para las referencias de archivo, cf. n. siguiente. (100) Ası´, Constancio Bernaldo de Quiro´s (Wigmore Papers, box 204, folder 8), Gustav Aschaffenburg (ibd. folder 4), Saleilles-Tarde (ibd. folder 28), Garofalo (ibd. folder 11), Gross (ibd. folder 13). Pero la normalidad incluye, claro esta´, algu´n que otro sobresalto: por ejemplo, la enfermedad del traductor del Aschaffenburg, Adalbert Albrecht, seguida de la de su mujer, que actu´a de mecano´grafa (Wigmore a los miembros del comite´ editorial, 5 de marzo de 1912, en Wigmore Papers, box 204, folder 1).

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Entre unas y otras discusiones (hay algu´n desencuentro con Henry P. Horton, responsable de la versio´n inglesa de esta obra) el libro de Bonger marcha con gran lentitud; la revisio´n final a cargo de Edward Lindsey y la espera de un nuevo pro´logo terminan por atrasar su aparicio´n hasta 1916 (cf. Bonger a Wigmore, 4 de junio) (101). Algo similar sucede con Lombroso, cuya descomunal obra cientı´fica, que Maurice Parmelee ha querido publicar ´ıntegramente como sabemos, provoca tensiones con la celosa hija Gina, inflexible vigilante de la suerte de Crime. Its Causes and Remedies. Sus intentos por imponer el famoso tı´tulo paterno — si no pueden traducirse los tres volu´mes de L’Uomo delinquente, que la edicio´n americana incluya al menos un amplio resumen del contenido; si tampoco es posible incluir ese resumen, que a la traduccio´n acompan˜e la bibliografı´a lombrosiana y una noticia de los artı´culos aparecidos en su revista, el « Archivio di Psichiatria » — se estrellan siempre contra la dificultad insuperable de sacar adelante un tratado aluvional de extensio´n poco comu´n (102). Y las relaciones del comite´ editorial con los traductores (Lisle, Kelly, Solzd-Jastrow, Horton, Millar, De Salvo…) se encuentran sometidas tambie´n a continuos avatares. Al conocimiento de un idioma que no siempre ha sido la lengua materna del autor — se trata de traducir la edicio´n ma´s actual — se an˜aden las dificultades derivadas de la terminologı´a te´cnica y el control de los detalles de impresio´n: si se desea obtener un buen resultado « experience has shown us that the editorial member of the committee should go over the MS very carefully and catch all those trivialities of error which involve punctuation, typography and citation. Also that he should colate the MS, to see that all the front matter is in shape according (101) Cf. Wigmore Papers, box 204, folder 5. Tambie´n ibd. folder 1, con abundantes materiales; por ejemplo carta de Lindsey a Wigmore (29 de noviembre de 1915), pidiendo noticias del Ferri para actualizar las referencias a la Sociologia contenidas en este otro libro; Wigmore contesta que « it is now too late to attempt to insert the citations in the BONGER to the pages of the English translation of the FERRI », pues habrı´a acarreado mayores retrasos (carta a Lindsey, 9 de diciembre). Lo malo es que estos intentos de perfeccio´n, aun rechazados, siempre terminan por perturbar: Wigmore ha incluido por error galeradas del Ferri (¡ma´s retrasos!) en el sobre destinado a Lindsey (carta a Wigmore, 11 de diciembre). (102) Cf. ape´ndice documental, nn. 15-21.

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the former usage » (103); algo por completo diferente sera´ la eficacia con que los colaboradores de Wigmore (Lindsay asume el Bonger; el propio Wigmore, el Lombroso; Parmelee se dedica al Aschaffenburg; Smithers brega con el Ferri…) desempen˜en esta inco´moda tarea (104). Hay que buscar adema´s especialistas de prestigio que elaboren notas sobre la vida y obras de personajes que son, ma´s alla´ de las fronteras de Europa, so´lo remotamente conocidos: hace reir la ane´cdota de Garo´falo, quien debe explicar a Wigmore, cuando acepta la oferta de traduccio´n, que no le escribe un fantasma: falsamente tenido por muerto, todavı´a espera vivir lo suficiente para ver en ingle´s la Criminologia (105). Cuando los esfuerzos comienzan a dar resultado (106) y la publicacio´n definitiva se toca con la punta de los dedos todavı´a fluyen las cartas en busca de revisores con experiencia, de juristas capaces de escribir los pro´logos (mejor si se trata de jueces conocidos: E. Ray Stevens, Quincy A. Myers), de soluciones pra´cticas para los accidentes menores que dificultan la empresa (107). Algunos de (103) Carta de Wigmore a Smithers, 17 de septiembre de 1913. En Wigmore Papers, box 204, folder 1. (104) En una carta cruzada entre Wigmore y Lindsey (17 de septiembre de 1914) antes citada, el de Chicago reprocha la indulgencia de algu´n editor con los dislates del traductor: « Mr. Parmelee nearly ruined the reputation of the Committee by passing the Aschaffenburg without doing much more than untying the string on the express package » (cf. Parmelee a Wigmore, 6 de noviembre de 1912, con su ofrecimiento para corregir la traduccio´n). Ambos escritos en Wigmore Papers, box 204, folder 1, donde se contienen, en general, copiosas noticias sobre el proceso de las traducciones. (105) Raffaele Garofalo a Wigmore (21 de marzo de 1911), ape´ndice documental, n. 22. (106) No siempre con continuidad, como hemos visto. Si Kelly y Lisle mueren con las manos en el Ferri, un Victor von Borosini, propuesto por Harry E. Smooth, secretario del Institute, a Wigmore (24 de marzo de 1911) para traducir del alema´n, france´s o italiano, se encarga del Bonger, pero falla (William W. Smithers a Wigmore, 4 de abril de 1912). Cf. Wigmore Papers, box 25, folder 14. (107) Revisores: hacı´an falta para el Ferri, pero nadie sabe pagar su inevitable intervencio´n (William W. Smithers a Wigmore, 27 de octubre, 1916: « I am sorry the translation is so unsatisfactory, but I suppose we shall have to let it go »). Pro´logos: ası´ Wigmore al socio´logo (University of Missouri) Charles E. Ellwood (28 de diciembre, 1909), solicitando a este pionero en la ensen˜anza de la sociologı´a criminal (« in fact, I believe it is your duty as the first man to lecture in this country on Criminal Sociology ») cinco o seis pa´ginas sobre Enrico Ferri « to help launch this book ». Incidencias: las

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esos documentos nos avisan de la severa adaptacio´n que sufren las versiones originales en su conversio´n al ingle´s: sabemos, por ejemplo, que las notas del Ferri dan muchı´simo que hacer, especialmente « certain portions of the text which in this edition are intended to appear as notes » (108). A ese libro se suma el Bernaldo de Quiro´s, pero ahora es el mismo interesado quien ha modificado el texto para la edicio´n americana (109). La obra de Bonger, amenazada en su integridad como vimos, al final sufre profundas alteraciones (« note[s] to the American Edition », an˜adidos bibliogra´ficos, supresio´n de partes y resumen de otras… tambie´n a iniciativa del traductor) (110). Una « Translator’s Note » al frente de la Criminal Psychology de Hans Gross advierte au´n de la amputacio´n de referencias « not readily accessible to English readers », « not of general psychological or criminological interest », ame´n del corte de otros pasajes (« the chief omission is a portion of the section on dialects ») (111). Decididamente creadora, aunque menos intensa en sus efectos, se anuncia la adaptacio´n del Garofalo: « the aim has been to say what peores se dieron en el tan citado caso del Ferri: el colmo llega con la muerte del segundo traductor — que ha conseguido superar una enfermedad — en un noble acto de heroı´smo: William W. SMITHERS, Editorial Preface, en Enrico FERRI, Criminal Sociology, Translated by Joseph I. Kelly… and John Lisle… Edited by William W. Smithers, with an Introduction by Charles A. Ellwood and Quincy A. Myers. Boston, Little, Brown and Co., 1917, xxi-xxv, p. xxiv. En Wigmore Papers, box 204, folder 1. (108) William Smithers a Wigmore, 24 de enero de 1916 (Wigmore Papers, box 204, folder 1). (109) C. BERNALDO de QUIROu S, Modern Theories of Criminality. Translated from the Spanish by Alfonso De Salvo… with an Introduction by Wm. W. Smithers, Esq. Boston, Little, Brown, and Company, 1911. 249 pp. ma´s ı´ndice. Cf. p. xxiii: « the entire contents of the book have been recast in a new mold, which the author considers preferable »; serı´a completamente nuevo el u´ltimo capı´tulo (« The Scientific Investigation of Crime »). (110) W.A. BONGER, Criminality and Economic Conditions. Trans. By Henry P. Horton, with an Editorial Preface by Edward Lindsey… and with an Introduction by Frank H. Norcross. Boston, Little, Brown, and Company, 1916. xxxi-716 pp. ma´s ı´ndice. Cf. en particular BONGER, Preface to the American edition, xxvii-xxviii: ha condensado su texto « as much as possible », eliminando las partes sobre raza y delito y pasajes sobre el medio fı´sico y el crimen; tambie´n « Translator’s Note », xxiii: condensacio´n de pa´rrafos y notas « of a parenthetical nature ». (111) Cf. Translator’s Note en Hans GROSS, Criminal Psychology. A Manual for Judges, Practitioners, and Students… trans. by Horace M. Kallen… With an Introduction by Joseph Jastrow… Boston, Little, Brown, and Company, 1911, p. [ix].

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Garofalo has said, but to say it as an Englishman or American would have said it » (112). En fin, en el caso del Saleilles — sobre el que apenas informan los documentos — un cotejo entre las dos versiones nos sirve para situar los cambios: caı´da del subtı´tulo (sin duda equı´voco en el ambiente general de la serie: « e´tude de criminalite´ sociale », recordemos) y de la dedicatoria (« a` la me´moire de M. C. Bufnoir […] et a` celle de M. Gabriel Tarde […] ») y silencio sobre Gaston Morin (« docteur en Droit, charge´ de Confe´rences a` la Faculte´ de Paris »), colaborador de Saleilles en la edicio´n que se traduce (113)… Y las novedades introducidas en la traduccio´n condicionan el ı´ndice, pues los ocho capı´tulos de la fuente se convierten en diez (114) y un sistema de pa´ragrafos (titulados y numerados, noventa y siete en total) fragmenta el contenido, ası´ ma´s accesible a sus nuevos lectores. Una comprobacio´n minuciosa podra´ determinar el alcance de todas estas intervenciones, en general violentas; creo que so´lo se salva la Philosophie pe´nale (115) de Gabriel Tarde, seguramente por contar con subdivisiones y epı´grafes que respeta la edicio´n de Boston — con la simple innovacio´n de introducir una numeracio´n corrida. Y sin embargo ¿podemos seguir interesados en el autor empı´(112) Cf. Translator’s Preface, xi-xv, en Raffaele GAROFALO, Criminology, trans. by Robert Wyness Millar… With an Introduction by E. Ray Stevens… Boston, Little, Brown, and Company, 1914, p. xiii. Por lo dema´s, « pursuant to the ideas of the Editorial Committee », el traductor habrı´a introducido tı´tulos de seccio´n y de pa´rrafos. (113) Raymond SALEILLES, L’individualisation de la peine. E´tude de criminalite´ sociale, Paris, Fe´lix Alcan, 1909. 2e. e´d. revue et mise au point. (114) Los editores del Saleilles cortan el capı´tulo VI (« Responsabilite´ et individualisation ») en el u´ltimo pa´rrafo de la p. 167, creando un nuevo cap. VI (« The Doctrine of Responsibility ») y otro VII, para el que mantienen el tı´tulo primitivo (« Responsibility and Individualization »); el capı´tulo VII original (« L’individualisation le´gale et l’individualisation judiciaire ») gemina en los capı´tulos VIII (« Legal Individualization ») y XI (« Judicial Individualization »). Allı´ donde Saleilles introducı´a un salto lo´gico mediante tres asteriscos en a´ngulo (cf. por ejemplo p. 169) el editor americano abre para´grafo. (115) Gabriel TARDE, La philosophie pe´nale (1890), Paris, Maloine, 1903, 4a. e´d. revue et corrige´e. Los capı´tulos (nueve) se dividen en partes, a veces subdivididas; la edicio´n americana simplifica el esquema, con respeto a los capı´tulos y disposicio´n del texto en (cien) para´grafos correlativos; cf. Penal Philosophy… trans. by Repelje Howell… With an Editorial Preface by Edward Lindsey… and an Introduction by Robert H. Gault. Boston, Little, Brown, and Company, 1912.

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rico de un texto? Situados en el ‘After Babel’ (Steiner) la pregunta sagaz de Umberto Eco — que obviamente recibe una respuesta negativa — me resulta oportunı´sima, no en u´ltimo lugar por delatar las perplejidades que encierra cualquier operacio´n de lectura o traduccio´n. Parece posible avanzar un paso ma´s y entender, gracias al semio´logo de Bolonia, que « toda traduccio´n es producto del marco conceptual que le da lugar […] desde [tal] perspectiva, se hace muy difı´cil reducir el feno´meno de la traduccio´n a la cuestio´n de la fidelidad o de la equivalencia ». Es ma´s, « traduccio´n es lo que en el contexto de destino se considera traduccio´n », de modo que el traductor « habra´ de reconocer que esa consideracio´n, esas normas que determinan que´ se traduce y co´mo se traduce […] esta´n muy lejos de ser imparciales y objetivas ». Si leemos correctamente estas observaciones antes de proyectarlas sobre la experiencia singular que nos interesa se habra´ de concluir que la traduccio´n inventa un texto ‘original’ en la medida necesaria a la cultura (tiempo, lugar, lengua, estilo) del futuro texto ‘traducido’. Ası´ las cosas, si el proceso de ‘recepcio´n’ del texto nos permite identificarlo en cuanto tal, si el cambio de lengua empapa con referentes desconocidos el discurso ajeno, entonces la traduccio´n abandona su (aparente) posicio´n degradada para ocupar el terreno reservado a la creacio´n intelectual (116). De manera que los Gross, Garofalo, Bonger, Lombroso… serı´an una pura invencio´n de John H. Wigmore. Probablemente una encuesta conducida en general sobre las traducciones jurı´dicas — otro feno´meno datado en el cambio de siglo — conseguira´ demostrar que esta radical afirmacio´n no carece de medida: a ver quie´n se atreve a distinguir entre ‘originales’ y ‘copias’ (o ‘traducciones’) si un librero cualquiera, por ejemplo el espan˜ol Jose´ La´zaro (1862-1947), solicita de sus autores « ma´s que una traduccio´n rigurosa una (116) Tengo a la vista Interpretacio´n y sobreinterpretacio´n (1992), trad. Juan Gabriel Lo´pez Guix, Cambridge (U.K.), Cambridge University Press, 1995, pero son argumentos recurrentes en toda su obra. Tambie´n, Natalia ARREGUI BARRAGAu N, Estado de la investigacio´n en el a´mbito de la teorı´a de la traduccio´n literaria, en C¸edille. Revista de estudios franceses, 1 (2005), 2-27, u´til regesto: por eso me maravilla la ausencia en esas pa´ginas del aludido George STEINER, Despue´s de Babel. Aspectos del lenguaje y la traduccio´n (1975), trad. Adolfo Castan˜o´n y Amelio Major, Madrid, Fondo de Cultura Econo´mica, 2001 (reimp. de la ed.21995).

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adaptacio´n, un plagio como si dige´remos (aunque poniendo el nombre del autor, claro esta´), algo como lo que harı´a uno que se propusiera copiar un Derecho penal sin que se conociese. Yo no quiero un Derecho alema´n traducido, sino un Derecho espan˜ol siguiendo el me´todo del autor alema´n y utilizando todo lo que de su pensamiento, de sus palabras, etc. se pueda utilizar. No se´ si lograre´ explicar bien mi pensamiento. Lo primero que quiero es que no se cite ningu´n artı´culo del Co´digo alema´n, porque esto confunde mucho ». Aunque los modos literarios de Jose´ La´zaro Galdiano, propietario de la La Espan˜a Moderna, a quien pertenecen las frases anteriores (117), fueran (si lo fueron) ma´s expeditos que aque´llos de John H. Wigmore, debemos admitir que los nueve libros de Northwestern adquieren una insospechada dimensio´n al juntarse y componer una serie. Me refiero al ‘efecto biblioteca’ — un curioso feno´meno (118) que nunca se darı´a con la simple agrupacio´n de varios libros de fechas distintas y escritos en france´s, espan˜ol y alema´n. 1. De una parte — la parte del ‘efecto’ que llamarı´a uniformizacio´n — esos libros obtienen, al salir en ingle´s, una lengua comu´n. Cuanto representaba ante ojos americanos la babe´lica experiencia del continente europeo se reduce por fin a un co´digo inteligible y ası´ de fa´cil acceso: « toda traduccio´n », ensen˜a Steiner (p. 244), « se empen˜a en abolir la multiplicidad y en reunir las distintas visiones (117) Archivo Universitario de Salamanca, Fondo Dorado Montero IV, 13 (31), carta de La´zaro a Dorado, 24 de octubre de 1894; tambie´n id. (31), a propo´sito de una obra del italiano Sighele: « ma´s que traduccio´n ha de ser adaptacio´n ». Sobre el importante personaje, coleccionista de arte y productor de textos (entre ellos, traducciones de autores de la Series: Lombroso, Ferri, Garofalo, Tarde…) cf. Juan Antonio YEVES ANDREu S, Jose´ La´zaro Galdiano, biblio´filo y editor, y Goya, en « Goya. Revista de Arte » 252 (1996), 331-340. (118) Uso analo´gicamente el ‘efecto libro’ (« conservation », « difussion », « cristalisation et amplification », « autorite´ », « re´cit ») del que trata Robert DARNTON, La France, ton cafe´ fout le camp! De l’histoire du livre a` l’histoire de la communication, en « Actes de la recherche en sciences sociales » 100 (1993), 16-26, en combinacio´n con Robert CHARTIER, L’Ordre des livres. Lecteurs, auteurs, bibliothe`ques en Europe entre XIVe et XVIIIe sie`cle, Aix-en-Provence, Aline´a, 1992, en particular pp. 69 ss. de « Bibliothe`ques sans murs ».

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del mundo en una congruencia u´nica y perfecta » (119). No supone entonces una pe´rdida de estilo, no parece una manifestacio´n de mal gusto yankee aquella sincera frase de Wigmore al presentar su propuesta al congreso de Chicago: « You or I may not agree with Lombroso, but I would take the opportunity to read him in two Sunday afternoons if he were put into English ». Dos tardes de domingo, amenizadas con L’Uomo delinquente… La torre de Babel es meta´fora que expresa la imposibilidad de lograr una mutua comprensio´n, pero tambie´n simboliza la riqueza inagotable del pensamiento humano. La torre se convierte entonces en biblioteca y puede atesorar, entre todas las combinaciones posibles de los veinticinco signos alfabe´ticos, la globalidad del universo: desde luego contiene una versio´n de cada libro realizada en cada lengua (120). Despue´s de Babel y despue´s de Borges el historiador de la Modern Criminal Science Series observara´ perplejo los tomos que ya conocemos. Se ha ganado en facilidad de lectura, pero pagando el precio de una saludable complejidad: se dirı´a que el proyecto de Wigmore hace suya la imagen de una Babel-maldicio´n a medida en que se aleja de la biblioteca de Babel. Y es que la traduccio´n inglesa de la criminologı´a europea encierra un acto de poder indiscutible (« el dominio creciente de un esperanto angloamericano en todo el planeta », se lamenta Steiner, p. 18) que anuncia la irrelevancia acade´mica de otras lenguas, en especial la francesa: ese viejo idioma de uso internacional que au´n utilizaban el holande´s Bonger y el triunvirato positivista italiano (tambie´n directamente: Garofalo). Tenga o no que ver con el asunto que tratamos, no resisto la tentacio´n de recordar au´n que la exigencia del ingle´s como requisito legal para la naturalizacio´n del inmigrante se introduce en los (119) Y nada ma´s expresivo de tal anhelo que el propo´sito de Edward Lindsey, editor del Bonger, de disponer de un Ferri traducido, al objeto de convertir a esa versio´n las citas de Ferri contenidas en Criminalite´ et conditions e´conomiques; cf. supra (n. 101). Por su parte Smithers, en el Editorial Preface que compone para Ferri cit. no deja de sen˜alar (p. xxiii) que « in ‘Modern Theories of Criminality’ by De Quiro´s, translated as Vol. I of the Modern Criminal Science Series, will be found an appreciation of Ferri’s place in modern criminal science ». (120) Jorge Luis BORGES, La biblioteca de Babel, en El jardı´n de los senderos que se bifurcan (1941), ahora en Obras completas, I (1923-1949), Buenos Aires, Emece´, 1989, 465-471. Cf. Steiner cit. (n. 116), pp. 89 ss.

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Estados Unidos apenas dos an˜os antes de nacer la serie de John H. Wigmore (cf. Naturalization Act, 1906) (121). Casualidad o no, se dirı´a que la serie y la ley ejecutan de modo inexorable un aute´ntico plan de « americanizacio´n » (de libros, de personas, de valores) que anuncia el advenimiento de una e´poca nueva. 2. Identificacio´n. La lectura siempre es re-escritura. La intuicio´n de Borges ciertamente vale para la especie particular de lectura que acarrea la traduccio´n: en el fondo, nunca sabremos si el llorado Pierre Menard lee, escribe, re-escribe o traduce el Quijote de Cervantes, un libro del siglo XVII del que Menard (« los capı´tulos noveno y trige´simo octavo de la primera parte […] y un fragmento del capı´tulo veintido´s »: la traduccio´n, el laberinto, la ca´bala) tambie´n serı´a autor… a comienzos del siglo XX. Ahora bien, « reescribir un texto […] implica dos momentos: la apropiacio´n de un discurso ajeno y el cambio de su sentido original mediante la reinsercio´n de dicho discurso en un contexto nuevo ». Si aceptamos la opinio´n de un crı´tico autorizado del imprescindible poeta argentino (122) estaremos a un paso de descifrar el alcance del tı´tulo general que John H. Wigmore concede a su coleccio´n: como sabemos, son nueve textos de Modern Criminal Science. He ahı´ tres palabras que no han empleado ninguno de los autores traducidos; te´rminos cargados de sentido que otorgan a los volu´menes de la biblioteca criminolo´gica una identidad precisa: desde esta perspectiva, la traduccio´n « representa un intento de dotar a la significacio´n de una nueva forma, un ensayo concebido para encontrar y justificar otro enunciado posible. El arte del (121) Para esto u´ltimo, contexto de lo primero (o al reve´s), cf. W. SCHROTH, Language and Law, en « American Journal of Comparative Law » 46 (1998 Supp.), 17-39. Tambie´n, Michael DICHIARA, A Modern Myth. The Necessity of English as the Official Language, en « Boston College Third World Journal » 17 (Winter 1997), 101-131: el motivo del ‘English-only’ tendrı´a esta suerte de antecedentes (y au´n peores: prohibicio´n de usar lenguas auto´ctonas, apartamiento del sufragio, siempre por razones lingu¨ı´sticas, de la poblacio´n neoyorquina yiddish y de los chinos californianos, etc.). (122) Vı´ctor G. ZONANA, Varia fortuna de Pierre Menard: proyecciones del concepto borgiano de re-escritura en la teorı´a literaria, en « Anales de literatura hispanoamericana », 21 (1992), 357-364; asimismo, STEINER cit. (n. 116), pp. 91 ss, sobre este relato (1939), « el ma´s agudo y denso comentario que se haya dedicado al tema de la traduccio´n ».

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traductor », concluye Steiner (p. 244), es « profundamente ambivalente: se inscribe en un juego encontrado de fuerzas, entre la necesidad de producir facsı´miles y la de hacer recreaciones ». Y me parece que el ‘efecto biblioteca’, en cuanto tiene de identificacio´n, responde a este segundo momento. Con independencia de fecha, tradicio´n intelectual, lengua y materia los libros de Wigmore se nos presentan, en primer lugar, identificados como aportaciones ‘modernas’. Y ya se sabe: « [m]odern, at the time, meant opposition to the tenets of classical criminal law […] the ‘modern’ view emphasized the biological and social determinants of human behavior, the need to consider the causes and conditions of crime, and the futility of insisting on a strict equivalence between crime and punishment if the object is to reduce the incidence of criminality ». A la oportuna precisio´n de Edward M. Wise (123) so´lo cabe agregar que el campo sema´ntico de la modernidad implica en nuestro contexto un juicio de valor, al tiempo que un desideratum en relacio´n a la justicia penal. Pues lo moderno ofrece, en primer lugar, un me´todo que se entiende mejor que el cla´sico (ma´s realista y ma´s efectivo) para combatir la criminalidad; es ma´s: el momento del ‘combate’ pasa a ser secundario ante el protagonismo que logra ahora el momento ‘cognitivo’: pues so´lo con la ‘etiologı´a’ del comportamiento criminal (« it does have natural causes, — that is, circumstances which work to produce it in a given case »: cf. « General Introduction to the Series », p. vii) puede prevenirse su comisio´n… o castigarse de un modo pra´ctico (h.e. proporcional, individual, adecuado). Ahora bien, este paradigma ‘moderno’ que quiere sorprender al crimen en sus mismas raı´ces (« the man’s heredity, the man’s physical and moral make-up, his emotional temperament, the surroundings of his youth, his present home, and other conditions, — all the influencing circumstances », ibd.) alberga, en segundo lugar, un desideratum irrenunciable bajo la especie de un programa de reformas, tanto del derecho sustantivo como del proceso penal (incluida en especial la ejecucio´n de la condena): a la luz de las investigaciones actuales la justicia criminal resultarı´a una herramienta envejecida para evitar el crimen (« this ignorance or indiffe(123)

Cit. (n. 48), pp. 1287-1288.

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rence has blocked the way to progress in administration », ibd.), por eso reformable de inmediato. Los modernos crimino´logos son ‘naturalmente’ reformers: la libertad condicional, la remisio´n de la pena, los tribunales de menores, la negociacio´n con el acusador pu´blico (plea bargaining) son novedades que se suceden desde los an˜os 1870; ahora se colocan por fin en un cuadro coherente que responde a la ma´xima del « individualized treatment » (124). Sobre tal principio se hace posible un empen˜o de ciencia: otra clave identitaria de la serie o biblioteca. Por lo dema´s, esta ciencia nueva, que es justamente positiva, tiene que ver con el derecho (acaso son los restos de la ‘escuela cla´sica’) pero va ma´s alla´ de la dogma´tica habitual: en los te´rminos de uno de los libros de la Series, « criminal science, while remaining a juridical science in its results must nevertheless in its basis and its means of research become a branch of sociology » (Ferri, p. 555). El proyecto ‘cientı´fico’ de la biblioteca (125) se abre entonces a expertos que no son juristas de formacio´n — tanto los autores (Lombroso, Aschaffenburg) como, sobre todo, el cı´rculo de usuarios — y propone adema´s un saber universal — apto para ser elaborado (aplicado, demostrado) por cualquiera que este´ preparado y opere en cualquier a´mbito social o geogra´fico — frente a la experiencia provinciana de los textos cla´sicos de derecho. Expresado de otro modo, la criminal science no es, nunca llegara´ a convertirse en Landesjurisprudenz. Sobre tales convicciones se hace posible el plan de las traducciones, pero la cuestio´n todavı´a no nos interesa. Ciertamente, considerados de una forma aislada, los libros europeos han asumido el modelo ‘cientı´fico’ descrito — demasiado habitual en el cambio de siglo — pero nuestra serie en cuanto tal lo utiliza como referente de la misma coleccio´n: la ciencia deja de ser una condicio´n textual que dirı´amos ‘ı´ntima’, un elemento epistemolo´gico del texto para con(124) Con referencia a Enrico Ferri y la ‘scuola positiva’ ha estudiado — de modo excelente — la vocacio´n reformadora SBRICCOLI cit. (n. 65), pp. 632 ss. (125) Cf. au´n el prospecto de la serie cit. (n. 128) pues los libreros an˜aden una pa´gina con notas de prensa entre las que destacan — expresa muy bien el valor identitario que atribuyo a la coleccio´n — las frases siguientes, tomadas de una resen˜a del New York Herald: « Spain, Germany, Italy, France, and Holland have been called upon to teach the United States something about ‘criminal science’ … the result promises to be one of the most valuable and important contributions to the literature of sociology ».

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vertirse desde el titulo de aque´lla en reclamo de futuros lectores. Y ası´, aunque el libro de Saleilles desprecie los apoyos empı´ricos y no se entretenga con estadı´sticas criminales, recuento de tatuajes o mediciones craneanas su mera inclusio´n en la biblioteca le acerca de manera inexorable al determinismo que el autor pretendı´a refutar: al fin y al cabo se ha ocupado tan extensamente de la ‘escuela italiana’ (cf. « The Italian School and Individualization Based upon Formidability », pp. 99 ss) que sus propo´sitos crı´ticos contra esos « reformers, ready, in their disregard of the judicial attitude, to replace law by sociology » (p. xxii) tambie´n pueden servir como fuente de informacio´n. Lo mismo podrı´a predicarse de la filosofı´a penal de Tarde, un corpulento volumen que « est un examen des ide´es mises en circulation et en faveur […] par l’e´cole d’anthropologie criminelle » (« Avant-propos », sin paginar), « an examination of ideas put in circulation and brought into favor […] by the school of criminal anthropology » (« Author’s Foreword », p. [xviii]); uno y otro libro (las u´nicas piezas discutidas al instante de formar la coleccio´n, segu´n vimos) (126) sufrirı´an — colocados dentro de ella — aquella especie de ‘transfiguracio´n’ de la que nos habla Steiner (p. 17), « en la que el peso y el brillo intrı´nseco de la traduccio´n eclipsa los de la fuente ». 3. Inclusio´n. Sin duda la manifestacio´n ma´s obvia del llamado ‘efecto biblioteca’ se produce por el modus operandi que exige toda coleccio´n: unos pocos libros entran en la misma y otros, mucho otros, sencillamente no son tenidos en cuenta. Las obras seleccionadas constituyen entonces un conjunto auto´nomo donde los lazos recı´procos y ciertos elementos comunes (lengua, impresio´n, formato, tı´tulo colectivo, comite´ editorial) se afirman sobre la singularidad de (126) Por parte del socio´logo Maurice Parmelee, Ph. D. (« Associate Professor of Sociology in the University of Missouri »), autor — recuerda nuestra serie — de Principles of Anthropology and Sociology in their Relations to Criminal Procedure: cf. Gustav ASCHAFFENBURG, Crime and Its Repression… trans. by Adalbert Albrecht… With an Editorial Preface by Maurice Parmelee… And an Introduction by Arthur C. Train… Boston, Little, Brown, and Company, 1913, p. [xi], n. 1. En Cesare LOMBROSO, Crime. Its Causes and Remedies… trans. by Henry P. Horton… With an Introduction by Maurice Parmelee… ibd. 1911, a Parmelee se le atribuyen unos Principles of Criminal Anthropology: mera abreviacio´n del tı´tulo primero (New York, Macmillan, ca. 1908).

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cada tı´tulo en concreto. Si la biblioteca les ofrece de este modo un contexto nuevo (en el caso que estudiamos se describe fa´cilmente como ‘europeo’, ‘cientı´fico’, ‘moderno’, ‘positivo’, ‘reformista’, etc.) tambie´n es cierto que cualquiera de los libros de la serie ‘contextualiza’ a los restantes, en beneficio final de la uniformidad. Por otra parte, al dejar fuera un panorama literario vastı´simo, parece que la biblioteca no se explicarı´a por aquella « confianza inicial » descrita por George Steiner (« concedamos, de entrada, que ‘hay algo allı´’ que debe comprenderse; que el traslado no sera´ vacuo ») como el primer elemento del « desplazamiento hermene´utico » que encierra el acto de traduccio´n (pp. 303 ss): a mi entender, la ‘confianza’ exige tambie´n una previa atribucio´n de sentido, se encuentra tambie´n apoyada en la extensio´n del contexto propio del ‘bibliotecario’ (valores, intereses, conocimientos) hacia la obra fuente, lo que hace plausible al final la seleccio´n. Algo de eso veo en la nada inocente afirmacio´n de William Smithers, deslizada en su pro´logo al Ferri: a pesar de una tradicio´n local que ahora se recuerda (« the announced but undeveloped theories of Lieber […] and Dra¨hms »), « no American writer […] has devoted such untiring energy to the problem as a whole as Gross of Austria, Tarde of France, Garofalo of Italy or Bonger of Holland » (p. [xxi]). Desde luego, no resulta facil conocer el proceso en sus detalles ni, au´n menos, justificarlo en su vertiente negativa; por citar un supuesto cercano, son bastante opacas las razones de Wigmore al excluir un Joseph Van Kan, Causes e´conomiques de la criminalite´ (1903) a favor de un Willem A. Bonger, Criminalite´ et conditions e´conomiques (1905) (127). En cualquier caso, la coleccio´n de esta obra en la biblioteca sin muros que aquı´ analizamos — cualquier inclusio´n, en general — emite ciertos « ecos », desencadena feno´(127) Una hoja de mano de Wigmore (cf. Wigmore Papers, box 204, folder 2) recoge un « Mem. of desirable volumes to add as a Supplementary Series », con tres tı´tulos: Ladislaus v. Thot [h.e. La´szlo THOu T], History of the Literature of Criminal Law in Countries other than Germany, 1912; Hans GROSS, Criminal Police Science, « being 7th. ed. 1912 of Hans’ Gross Handbuch der Untersuchungsrichter » y una Psychology of Crime. Tambie´n estaba pendiente la publicacio´n de las fracasadas lectures de Gross, como recordaremos; su ausencia entre estos ‘suplementos’ — de los que nada ma´s puedo decir — revela el escaso entusiasmo que causa en Wigmore la propuesta editorial del penalista austrı´aco.

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menos especulares (pues la biblioteca actu´a a modo de « espejo, que no so´lo refleja, sino que tambie´n genera luz ») que amplifican los significados: « incluir un texto fuente en la categorı´a de las obras que merecen traducirse equivale a conferirle una dignidad inmediata y a involucrarlo en una dina´mica de magnificacio´n (sujeta, por supuesto, a posterior revisio´n y, quiza´, hasta a destitucio´n) » (Steiner, p. 307). 4. « The Modern Criminal Science Series », proclaman los folletos de propaganda que anuncian la coleccio´n de Wigmore, « comprising works by eminent European authorities ». Las ‘autoridades’ lo son por designio de un editor que no escatima los elogios: Bernaldo de Quiro´s serı´a « the most eminent of modern Spanish criminologists » (a pesar de Dorado y de Salillas); Hans Gross, « one of the half-dozen most eminent European students of Criminal Science » (como si no existiera von Liszt); el famoso Lombroso « is already universally known to Americans » (¿tambie´n lo era Carrara, Ellero, Pessina?); Enrico Ferri, « a pupil of Lombroso […] is a recognized leader of his school of thought, which has exercised an important influence throughout Europe », etce´tera (128). Las alabanzas expresan perfectamente la ‘magnificacio´n’ (los ecos, los espejos) de que hablaba Steiner y nos ponen sobre la pista de una u´ltima vertiente del ‘efecto biblioteca’. Me refiero a la expansio´n, esto es, el aumento del nu´mero de lectores de una obra gracias a la simple circunstancia de su publicacio´n seriada. Esta caracterı´stica, inevitable en cierta clase de textos (enciclopedias, revistas), facilita la lectura de libros que ganan por la contigu¨idad establecida con otros: en pocas palabras, el estudioso que acude a Lombroso bien puede terminar cogiendo adema´s un Saleilles. Y es que la coleccio´n genera un a´mbito de consulta ma´s concurrido que cuanto harı´a prever la suma aritme´tica de los usuarios potenciales de cada pieza aislada. Las estrategias comercia(128) Sigo con Wigmore Papers, box 204, folder 2. Aquı´ se contiene el prospecto de la serie (ca. 1913) con lista de sus nueve tomos (se indica el traductor) y a) presentacio´n general (que depende de la « General Introduction » escrita por Wigmore), b) descripcio´n de autores y contenidos con indicacio´n del precio, c) boletı´n para suscripciones, d) fragmentos de resen˜as elogiosas. Hay otro prospecto de fecha anterior, con noticia de « Officers of the American Institute of Criminal Law and Criminology », Wigmore por supuesto en cabeza.

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les a favor de la serie se an˜adirı´an sencillamente a la magnificacio´n o eco que provocarı´a el esfuerzo del traducir. V.

La biblioteca y la crı´tica.

Las (cuatro) anteriores manifestaciones del ‘efecto’ convergen, en resumen, hacia una auteuntica (5) americanizacio´n de nueve libros europeos. Los paratextos an˜adidos a la obra traducida han sido los principales reponsables del feno´meno; llegados a este punto procede exponer las lı´neas maestras que les han otorgado sentido. Los paratextos americanos han servido, en primer lugar, para presentar velozmente a los autores ante su pu´blico nuevo: « the Editorial Preface has for its main function to give some account of the reputation and works of the author », advierte en general Wigmore (129). Con la excepcio´n de Lombroso y, tal vez, Enrico Ferri (130) el resto de los nombres de europeos remite a celebridades puramente locales que conviene hacer visibles: el cursus honorum (tı´tulos, cargos, ca´tedras), los me´ritos particulares (« Ferri proved himself a born teacher; from the first his lecture rooms were crowded, and his popularity among students was very great », p. xxii), los libros ma´s importantes (en especial, revistas: como el Archiv fu¨r Kriminalanthropologie de Hans Gross), las tesis y escuelas principales […]. todo vale para explicar a los lectores la seleccio´n del texto exo´tico y el esfuerzo gastado en traducirlo: por eso tambie´n hay que relatar las peripecias del proceso de traduccio´n cuando sus muchos accidentes — sucedio´ con el maldito Ferri (pp. xxiii-xxv) — han sido tan peturbadores que se teme por el resultado final (131). (129) Carta de Wigmore a Smithers, 29 de noviembre de 1915 (Wigmore Papers, box 204, folder 1). La circunstancia de esta misiva esta´ en un malentendido a propo´sito de la presentacio´n del Ferri: el socio´logo Charles A. Ellwood habrı´a enviado un prefacio sin noticias bio-bibliogra´ficas; los datos recopilados a ese fin se envı´an ahora a Smithers para su nota editorial. (130) Y la Introduction to the Volume de Ellwood cit. (n. 107), p. [xvii], puede recordar la reciente publicacio´n americana de Socialism and Modern Sciences (1909) y The Positive School of Criminology (1912). (131) Los pa´rrafos sobre traductores y revisores son cosa de Wigmore, que los an˜ade por su cuenta en el pro´logo de Smithers: « but I do not believe that I have said anything to which you would not agree » (Wigmore a Smithers, 31 de octubre de 1916, cit. n. 129).

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En segundo lugar, los pro´logos y notas editoriales pretenden colocar la obra que viene de fuera dentro del espacio de recepcio´n. Se trata, ensen˜a Steiner, de la ‘incorporacio´n’ del libro fuente a su nueva lengua, un momento « capaz de dislocar o de reacomodar toda la estructura del original […] aquı´ se presentan dos familias de meta´foras, probablemente emparentadas: la de la comunio´n sacramental o encarnacio´n y la de la infeccio´n » (p. 305). Y entonces los tı´tulos que traduce Wigmore pueden enlazar, merced a los pro´logos, con referencias americanas (William Smithers sobre Ferri, p. [xxi]), descubrir en un extranjero lı´neas de pensamiento anglosajonas (132), dispensar aplausos al tiempo que crı´ticas (133), arrastrar las conclusiones ajenas hacia los problemas propios (134), en fin, exponer la literatura nacional a propo´sito de la recibida (135). Nada tiene de raro que los pro´logos disciplinen la posterior lectura y sean valor que se an˜ade al libro: « [t]he editorial preface », observa sobre el Ferri un crı´tico especializado, « enhance its value » (136). Por esta u´ltima razo´n la incorporacio´n pasa adema´s por la presencia de firmas ilustres al pie de los paratextos: un magistrado conocido, un famoso profesor americano que escriben sobre Saleilles o Bonger convocan ‘naturalmente’ a sus colegas hacia las pa´ginas que ası´ avalan; secundariamente, los pro´logos dialogan con el autor y refutan, llegado el momento, escru´pulos demasiado europeos sobre la recepcio´n del (132) Cf. MILLAR cit. (n. 112), p. xi: “Anglo-Saxon influences have not been without their part in the ground work of his system. Here Darwin, Spencer, and Bagehot have all contributed to shape his thought and color his ideas”. La nota prosigue con las informaciones biogra´ficas y bibliogra´ficas de rigor, so´lo en este caso confiadas al traductor. (133) Y ası´, el autor de la Criminal Sociology « eminently deserves… to be called a criminal sociologist in the true sense, even though one may have to criticize the sociology upon which he builds his general view of the problem of crime »; ELLWOOD cit. (n. 107), p. xxviii. (134) Por ejemplo, la prostitucio´n o la relacio´n entre el alcoholismo y la delincuencia: cf. Maurice PARMELEE, Editorial Preface to this Volume cit. (n. 126), [xi]-xv. (135) Cf. Charles A. ELLWOOD, The Classification of Criminals, en « Journal »… 1 (1910-1911), 536-648, en relacio´n la compleja clasificacio´n de Ferri. Por otra parte, Maurice PARMELEE toma de sus Principles of Anthropology and Sociology… (1908) lo que le hace falta para exponer sinte´ticamente las doctrinas lombrosianas: cf. Introduction to the English Version, en LOMBROSO cit. (n. 126), [xi]-xxxii, pp. xiii ss. (136) Cf. FERRI, Criminal Sociology (1917) en « Journal of the American Institute of Criminal Law and Criminology » 8 (1917-1918), 629-635 (Arthur J. Todd), p. 634.

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« diritto penale sociale » (Sbriccoli) en tierras capitalistas: « the distinguished author [h.e. Bonger] may be agreebly disappointed in the number of American readers who will agree in a large measure with his conclusions as to the causes of crime generally » (137). La incorporacio´n se intensifica, en tercer lugar, cuando el autor traducido interpreta la nueva versio´n de su obra como la mejor confirmacio´n de las tesis mantenidas: « the work of scientific germination, which is an inevitable phase for every new doctrine », por decirlo con Ferri (cf. « Author’s Preface to the American Edition », p. xxxix). La sentencia condicional, la justicia de menores, etc. se alegan ahora como reformas de sentido pra´ctico pero dotadas de rigor cientı´fico que demostrarı´an el acierto de la criminologı´a moderna. De este modo nuestros pro´logos insinu´an aquel otro elemento del desplazamiento hermene´utico que Steiner define con el te´rmino ‘reciprocidad’, a saber: « la aute´ntica traduccio´n tendera´ a igualar, aunque las etapas de la mediacio´n sean largas y oblicuas […] el traductor, el exe´geta, el lector so´lo es fiel a su texto, so´lo tiene reacciones fidedignas y responsables cuando se empen˜a en establecer el equilibrio de las fuerzas, de la presencia integral que su comprensio´n apropiativa ha desquiciado […] Las flechas de la significacio´n, del enriquecimiento cultural y psicolo´gico, apuntan en ambas direcciones » (pp. 308-309). El atinado juicio de Steiner nos viene como anillo al dedo para presentar una derivacio´n de nuestro argumento sobre la que apenas (137) Cf. Frank H. NORCROSS (‘Chief Justice of the Nevada Supreme Court’), Introduction to the Volume, xix-xxii, en BONGER cit. (n. 110), p. xix; tambie´n p. xxii: « the value… does not depend upon an agreement with the views of the author. The book will bring to the American reader a depth and breadth of view most valuable to the administrator of criminal law and those interested in the wider field of social progress ». El contrapunto lo ofrece BONGER, Preface to the American Edition cit., p. xxvii: “I am fully convinced that my ideas about the etiology of crime will not be shared by a great many readers of the American edition”, pues desde su posicio´n socialista defiende que la mejora de condiciones vitales de la clase proletaria serı´a la u´nica medida eficaz para erradicar la delicuencia. Cf. au´n NORCROSS, p. xx, refutando las razones del autor contra la esterilizacio´n: « we Americans have been so busy developing a new country », por lo que habrı´a faltado en los Estados Unidos el tiempo necesario para orientar el derecho penal segu´n las ensen˜anzas de la ciencia; menos mal que se han producido las iniciativas de Wigmore: « the quickest way for Americans to become abreast of the best modern thought on criminal law and criminology ».

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poseo informacio´n. Me refiero a las dificultades que encierra cualquier traduccio´n te´cnica (uso el adjetivo con alcance equivalente a ‘no literaria’, ‘no creativa’), pues parece que, en estos supuestos, la fidelidad al texto fuente es la condicio´n necesaria de aceptacio´n del nuevo discurso. Gracias a Babel comprobamos que un viejo poema chino se traduce esple´ndidamente (quiere decirse: con ma´s empatı´a, sentido este´tico, economı´a de recursos lingu¨ı´sticos) aun sin saber una palabra de esa lengua, pero un libro de derecho extranjero plantea, en principio, un problema por completo diferente. O tal vez no. Ya hemos comprobado que los editores (espan˜oles o americanos) de hace un siglo no tuvieron demasiados escru´pulos a la hora de manipular los textos. Se dirı´a que el ideal de ‘fidelidad’ a la fuente te´cnica — si es que este valor figuraba entre sus propo´sitos — ha sido inmolado en el altar de la ‘utilidad’ inmediata: antes que respetar citas en un idioma incomprensible (Gross), antes que castigar al lector con un co´digo penal desconocido (La´zaro — Dorado Montero), en fin, antes que abandonarlo en medio de capı´tulos interminables (Saleilles) cua´nto mejor no sera´ prescindir de lo accesorio, alegar la ley nacional o trocear el texto segu´n el estilo al uso. Los responsables de estas operaciones no aceptarı´an probablemente reproches por su alegre proceder (la fidelidad al mensaje expulsarı´a la fidelidad a las palabras); con toda seguridad alegarı´an que las nuevas divisiones o las notas abreviadas han dejado inco´lume la sustancia del original: es ma´s, en defecto de su decidida intervencio´n la obra ajena nunca habrı´a llegado a las manos del pu´blico americano (« translated into the English: a language so different in idiomatic expression », por expresarlo en los te´rminos — traducidos — de Bernaldo de Quiro´s). Y es que « todo acto de comprensio´n debe apropiarse de otra entidad ». La regla enunciada (se trata de la ‘agresio´n’, una ma´s de las etapas del desplazamiento hermene´utico de Steiner, p. 304) conoce un cumplimiento fatal con independencia de la naturaleza poe´tica o te´cnica (jurı´dica) del discurso traducido y nos demuestra que la ‘fidelidad’ es, aparte de un (mal) suen˜o, poco menos que una variable independiente de los deseos del traductor y de la aceptacio´n que lograra´n sus trabajos. Antes y despue´s de Wigmore: es suficiente recordar que la intervencio´n editorial de Luther S. Cushing al publicar (hacia 1850) la versio´n inglesa del tratado de Jean Domat ha

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seguido exactamente los mismos pasos (reduccio´n del texto, eliminacio´n de notas y referencias superfluas al derecho romano… (¡incluso la impresio´n de la obra a cargo de Little y Brown, de Boston!) que recorre nuestra serie criminolo´gica al cabo de dos generaciones (138). De aceptar los ana´lisis ma´s solventes, el e´nfasis en el receptor o lector del libro sigue guiando la empresa de legal translation en nuestros dı´as: mejor « liberal » que « literal » — afirman los profesionales del ramo (139). Ahora bien, la liberalidad ‘agresiva’ que permite comprender, al convertirlo en objeto de apropiacio´n, el texto fuente acarrea un segundo y complejo problema referido, no so´lo a la exigencia de conocimientos previos por parte de los traductores (sepamos que en la serie de Chicago la mayorı´a no tiene formacio´n jurı´dica: Kallen, De Salvio, Jastrow, Horton, Albrecht), pero tambie´n al salto de ‘familia’ o ‘cultura’ que se produce al importar los libros jurı´dicos del continente europeo hasta Norteame´rica — con la cascada de dificultades derivadas que hacen imposible una adecuada transposicio´n institucional. Si la labor editorial de Wigmore y los suyos, reforzada mediante revisores que tambie´n controlan la terminologı´a, ha intentado compensar los deslices de traductores legos, el que podrı´amos llamar ‘foso comparativo’ no ha preocupado en absoluto al « committee on translations ». Desde luego la traduccio´n llega a complicarse cuando el texto de referencia es, a su vez, otra traduccio´n (Lombroso, Ferri). En relacio´n al Garofalo se trabaja con una versio´n francesa realizada por el propio autor, pero nuestros paratextos — que conocen perfectamente, se dirı´a, la Babel de George Steiner — advierten que tampoco entonces hay garantı´as con una auto-traduccio´n: parece prudente tener a la vista una versio´n italiana de la obra, lo que el traductor (Millar) « has found […] of much service » (p. xiii). Por ejemplo ¿co´mo traducir probite´, un vocablo usado por Garofalo para designar el segundo de los instintos altruistas primarios, pre(138) Cf. M. H. HOEFLICH, Translation and Reception of Foreign Law in the Antebellum United States, en « American Journal of Comparative Law » 50 (2000), 753-776, pp. 767 ss. (139) Susan SARCEVIC, New Approach to Legal Translation, The Hague-Boston, Kluwer Law International, 1997.

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sente en los sentimientos de respeto a la propiedad ajena? El te´rmino ‘honesty’ se acercarı´a al sentido buscado pero no termina de ofrecerlo, al ser ma´s amplio o ambiguo; tal vez valga ‘probity’…. si no fuera porque esta palabra denota un maximum de compromiso moral ausente de la ‘probite´’ francesa (p. xiv). Pero esta´ claro que la criminologı´a ‘cientı´fica’, esta amalgama de derecho, economı´a, medicina, estadı´stica… escapa con cierto decoro de los lı´mites inherentes al ensayo de comparacio´n (140). « La traduccio´n esta´ implicada formal y pragma´ticamente en cada acto de comunicacio´n, en la emisio´n y en la recepcio´n de todas y cada una de las modalidades del significado », en una palabra: « entender es descifrar » (Steiner, p. 13). Ahora bien, la descodificacio´n del texto nunca supone — aclaremos de inmediato — una sola posibilidad de entenderlo. La lectura de los editores, la fatigosa tarea del traductor, el compromiso que asume el revisor especialista o el corrector de las galeradas han descifrado en cada caso un mensaje por completo diferente: entre la admiracio´n inicial de Wigmore y la comprensio´n rutinaria del que caza las erratas coexiste en el proceso editorial una gama riquı´sima de interpretaciones. Todas presentan, empero, una caracterı´stica comu´n: son lecturas, previas y necesarias, para producir un texto… que se encuentra destinado a provocar muchas otras lecturas. Tocamos ası´ el problema de la ‘fortuna’ de nuestra coleccio´n, una cuestio´n en absoluto sencilla que queda para mejor ocasio´n. Apenas dispongo de indicios, informaciones limitadas que nos permiten aventurar que la serie criminolo´gica de Wigmore tiene o´ptimos comienzos — aunque no exactamente entre la clase profesoral de las escuelas juridı´cas: « the salesmen of the house which published the Series are eager for a new volume to offer the Bar; they regard that Series as one of their favorite morsels; the Bar, those who buy books at all, are their best patrons for this Series. And yet in the law faculties it gets practically no recognition at all. One or two schools at most offer a course which takes any notice of these (140) Cf. au´n el locuaz pro´logo de MILLAR: « Some notes have been added by the translator, chiefly with reference to the meaning of legal terms. In this regard (as well as for guidance to specific rendering) Sir James Fitzjames Stephen’s ‘History of the Criminal Law of England’ has been repeatedly drawn upon », cit. (n. 112), p. xv.

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principles of modern criminal science which dominate in the world of practical penology, of lay studies, and of literature except the law » (141). Y es que « the law [school] alone has absteined », se dirı´a, jugando con los lamentos de Wigmore en la « General Introduction to the Series ». Ese acusado contraste entre chair y bar en punto al consumo de libros criminolo´gicos permite derivaciones (ediciones sucesivas, historia de la ensen˜anza de materias penalı´sticas…) en las que apenas he de entretenerme. Es suficiente recordar que algu´n volumen de la serie ha sido objeto — al parecer (142) — de inmediatas reimpresiones (el Saleilles, publicado en 1911, impreso tambie´n dos an˜os despue´s; el Gross, otro de los tı´tulos pioneros de ese an˜o, vuelto a salir en 1918; acaso el Lombroso, publicado en 1911 y 1912), sin contar los facsı´miles (Tarde, 1968; Bonger, 1967, 1969, 1972; Ferri, 1967, 1976; Bernaldo de Quiro´s, 1967, 1987; Lombroso, 1968, 1994) producidos en nuestros dı´as… A lo que se ve, en el panorama literario nacional la serie de Wigmore ha recibido un cierto marchamo de clasicidad y ası´, al sacar la casa Patterson Smith (Montclair, New Jersey), una coleccio´n de « Criminology, Law Enforcement, and Social Problems » (desde 1967 en adelante) no faltan las traducciones de Chicago entre sus primeros reprints (no 11, Aschaffenburg; no 12, Garofalo; no 13, Gross; no 14, Lombroso; no 15, Saleilles; no 16, Tarde). Tampoco estoy en condiciones de analizar la suerte acade´mica del derecho penal como disciplina universitaria — en sı´ y en relacio´n a la criminologı´a. Otra vez me limito a unas pocas impresiones, que nos indican, nada casualmente, la importancia de esta ensen˜anza en el curriculum de Northwestern: gracias a una fuente autorizada (143), (141) Cf. [Ernest G.] LORENZEN, [Report from the Committee on Publication] en American Association of Law Schools-Proceedings 15 (1915), 54 ss, p. 55. Lorenzen informa ahı´ de las ventas de las series histo´rica y filoso´fica, comparadas con la criminolo´gica. (142) Esto es, de juzgar por los cata´logos de grandes bibliotecas jurı´dicas americanas (Yale, Berkeley, Northwestern… ma´s la Library of Congress), que ahora consulto on-line. Quede para otra ocasio´n una aute´ntica investigacio´n bibliogra´fica. (143) Roscoe POUND-Felix FRANKFURTER (eds.), Criminal Justice in Cleveland. Reports of the Cleveland Foundation Survey of the Administration of Criminal Justice in Cleveland, Ohio, Clevaland, The Cleveland Foundation, 1922 (rep. 1968), en especial

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sabemos que diez an˜os despue´s de nacer la Series la presencia de un « Criminal Law and Procedure » ha sido muy desigual: si la facultad de Wigmore y la escuela jurı´dica de la University of Pennsylvania dispensan ide´ntica atencio´n (108 horas de ensen˜anza) al derecho penal y a ‘Contracts’ (aunque siempre por debajo de ‘Real Property’: 162 h., Northwestern; 144 h., Pennsylvania), en una mayorı´a de establecimientos (Indiana, Minnesota, Yale, Cleveland) la atencio´n a los contratos duplica — quando menos — la presencia acade´mica del derecho penal. Datos demasiado episo´dicos, que no permiten sacar conclusiones terminantes sobre la difusio´n de nuestra Series. Poca o mucha se admitira´, en todo caso, que habra´ tenido que ver con una clase muy especial de lecturas, destinadas en sı´ mismas a condicionar la vida del texto entre sus usuarios futuros. Me refiero, por supuesto, a las resen˜as. Desconozco la recepcio´n de la serie en las revistas europeas, aunque debe ser extraordinario encontrar notas a su propo´sito o cualquier otro acuse de recibo; la ‘identificacio´n’ que produce el ‘efecto biblioteca’, entendida como ‘americanizacio´n’, limitarı´a su circulacio´n a los Estados Unidos. En ese a´mbito inmenso no faltan, pero tampoco abundan, las resen˜as de los volu´menes cuya historia editorial hemos reconstruido. Las hubo en la prensa generalista, segu´n comprobamos gracias al prospecto de la coleccio´n que saca Little, Brown, and Company (cit. n. 128); recortes breves, por fuerza laudatorios, que anuncian la serie (por ejemplo: « [t]he need of a thorough study of criminal science is recognized, not only by those engaged in the practice of criminal law, but by judges, professors, sociologists, penalogists, physicians, police officials, and by other classes, and the present Series should be of inestimable value », The New York Herald) o alguna novedad publicada en la misma (del tipo siguiente: « [n]o better work could possibly have been found to open the series than Sen˜or de Quiros’ masterly survey of the whole Albert M. KALES, Legal Education in Cleveland, pp. 487 ss., cuadro comparativo de p. 503. Me permito an˜adir que el ‘capital simbo´lico’ derivado de sus trabajos en la Series asegura a Pound un papel relevante en esta gran investigacio´n socio-criminolo´gica sobre la delincuencia en Cleveland; cf. Roscoe POUND, Criminal Justice in the American City, caps. 1 a 5 del Survey, recogidos en GLUECK cit. (n. 25), 117-168. Y lo mismo hay que apuntar en relacio´n a Wigmore: cf. (n. 20).

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body of European literature on criminal science published during the last half century », The New York Tribune; « Criminal Psychology, by Hans Gross, deals with the whole psychology of the criminal trial — including that of the judges, the witnesses, the lawyers, and the jury. It has an interest, and perhaps an importance, transcending that of any of the admirable Modern Criminal Science Series », Chicago Post), etc. En el prospecto propagandı´stico se recogen adema´s un par de frases tomadas de otra clase de publicacio´n. Se trata de las revistas jurı´dicas, un ge´nero floreciente — al compa´s del modelo universitario de Harvard — en estos mismos an˜os en que sale la serie que analizamos (144). El decano de Northwestern ha participado en el movimiento con una aportacio´n original: en efecto, tras poner en marcha el o´rgano jurı´dico de su escuela (y del estado: la Illinois Law Review, 1906, ma´s tarde convertida [1969] en Northwestern University Law Review), convence al Institute para lanzar el Journal… of Criminal Law and Criminology. Ma´s arriba recorde´ que el Journal fue revista pionera en el a´mbito del common law por su atencio´n exclusiva a la ‘ciencia criminal’; conviene an˜adir que la vocacio´n monogra´fica, en sı´ misma considerada, ha sido el rasgo ma´s original de ese otro tı´tulo de Wigmore (145). Hijo intelectual del personaje y obra de ide´ntico impulso, no sorprende desde luego la atencio´n que el Journal presta a la serie: si el largo artı´culo de Charles A. Ellwood sobre « Lombroso’s Theory of Crime » funge de comentario de Crime. Its Causes and Remedies (cf. Journal 2 [1911-1912], 716-723), la traduccio´n del Saleilles (cf. ibd. 949-952, Edward Lindsey) y la Criminal Sociology de Ferri (cf. « Journal » 8 [1917-1918], 629-635, Arthur J. Todd) han sido objeto de resen˜as en un sentido estricto. (144) Cf. Michael I. SWYGERT-John W. BRUCE, The Historical Origins, Founding, and Early Development of Student-Edited Law Reviews, en « Hastings Law Review », 36 (1985), 739-791 (145) Cf. Michael L. CLOSEN-Robert J. DZIELAK, The History and Influence of the Law Review Institution, en « Akron Law Review » 30 (Fall 1996), 15-53; pp. 37 ss sobre « Illinois Law Review »; pp. 16 ss sobre revistas especializadas: una pra´ctica que so´lo sera´ habitual despue´s de la Segunda Guerra. De modo significativo (significa el predominio de las revistas generalistas sobre las revistas de especialidad) los autores advierten que « law reviews, as discussed in this chapter, are limited principally to student-edited periodicals » (p. 16), esto es, a la primera categorı´a.

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Probablemente la cuasi-identidad de la Series y el Journal haya aconsejado que sean otras las revistas que asuman la labor de crı´tica — la propaganda — de la coleccio´n; al menos, los tres mayores perio´dicos universitarios del momento (Harvard, Yale, Columbia) y la veterana American Law Review son los tı´tulos que, entre otros, han acogido con preferencia los primeros lectores de la biblioteca criminolo´gica. No todos sus libros suscitan el mismo intere´s. Bonger, Aschaffenburg, Gross, Bernaldo de Quiro´s, Saleilles, a su modo el Lombroso… en una palabra, la mayorı´a de tı´tulos publicados, so´lo han recibido una corte´s atencio´n: elogios a la obra y a la serie, felicitacio´n a traductores y prologuistas, e´nfasis en la ‘americanizacio´n’ producida... son, entre otras alegaciones (por ejemplo, en el caso del Bonger: « [i]t is a partisan statement, but is a much-needed corrective to the numerous individualistic interpretations of crime recently published. It may be that lawyers especially need to consider these Socialist views of crime »), las piezas que componen estas notas (146). Se destacan en buena lo´gica ciertos puntos de intere´s para el pu´blico de los Estados Unidos: sucede ası´ con la institucio´n del jurado, puesta en cuestio´n por Roscoe Pound, quien podrı´a ahora esgrimir las duras consideraciones de un Garofalo o un Tarde (147). El mismo Garofalo documenta el fracaso de la intencio´n correcionalista, uto´pico ideal au´n suscrito por tantos fila´ntropos americanos (148). Como digo, son resen˜as informativas, so´lo ocasionalmente crı´ticas, con (146) Cf. C. BERNALDO DE QUIROu S, Modern Theories of Criminality (1911), en « Harvard Law Review » 25 81911-1912), 398-399 (E. R. K.); Hans GROSS, Criminal Psychology (1911), en « Columbia Law Review » 12 (1912), 90-91 (E. R. K.); Gustav ASCHAFFENBURG, Crime and Its Represssion (1913), en « American Law Review » 47 (1913), 799-200; W.A. BONGER, Criminality and Economic Conditions (1916), en « Harvard Law Review » 30 (1916-1917), 405-406 (G. P. Wyckoff). (147) Gabriel TARDE, Penal Philosophy (1912), en « Harvard Law Review » 27 (1913-1914), 100-102 (O. S. R.); Raffaele GAROFALO, Criminology (1914), en « University of Pennsylvania Law Review and American Law Register » 63 (1914-1915), 149-150 (P. N. S.); uno y otro, los autores que han recibido mayor nu´mero de comentarios. Abajo cito algunos sobre Garofalo; sobre Tarde cf. adema´s « American Law Review » 47 (1913), 470-472; « The American Political Sience Review » 7 (1913), 513-514 (John Edward Oster); « Yale Law Journal » 22 (1912-1913), 563-565 (F. R. S.). (148) GAROFALO cit. en « Columbia Law Review » 14 (1914), 545-547 (Joseph E. Corrigan), p. 546.

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agradecimiento a la iniciativa que da origen a la serie y reconocimiento a la labor de traductores y prologuistas. Ma´s alla´ de esas observaciones en las resen˜as palpita un argumento que afecta a la serie toda y se refiere, precisamente, a la fortuna universal de Lombroso. Y ello con independencia de su concreta formulacio´n: si la obra lombrosiana esta´ presente a contraluz en la resen˜a del Bernaldo de Quiro´s (« the theories of modern school of criminology are as yet unproved », p. 399, lo que adema´s permite rebajar las expectativas expresadas por un prologuista), Lombroso tambie´n comparece de modo positivo: « without him criminal psychology would never have made the advance the fruitful results of which we are now gathering » (Aschaffenburg en su resen˜a, p. 800). Las palabras son muy sentidas, pues el psiquiatra alema´n se ha empen˜ado denodadamente en refutar las tesis del me´dico italiano. Pero Cesare Lombroso, con sus toscos hallazgos anato´micos, ha impuesto otra forma de observacio´n, un acercamiento inso´lito al momento criminal que definitivamente crea escuela. La encuesta ‘etiolo´gica’ y la consideracio´n del delincuente constituyen, al margen del e´nfasis colocado en esta u otra causa del delito, en esta o aquella medida preventiva, una de esas « tradiciones particularmente coherentes de investigacio´n cientı´fica » segu´n teoriza Kuhn, con todas sus consecuencias (produccio´n de ‘ciencia normal’, intento desesperado de convertir la naturaleza al paradigma, reduccio´n del campo de visio´n en el seno de la ciencia normal, etc.); a partir de Lombroso la orientacio´n determinista ofrecerı´a « un criterio para seleccionar problemas », tomando aque´llos que encuentran solucio´n en el seno del paradigma y rechazando otros, aun tradicionales, « como metafı´sicos, como correspondientes a la competencia de otra disciplina o, a veces, como demasiado problema´ticos para justificar el tiempo empleado en ellos » (149). En este sentido, todos los autores de la serie, todos los comentaristas, todos los lectores serı´an lombrosianos en diverso grado: « [w]e now realize that each criminal should be studied in the light of his heredity, his envi(149) Thomas KUHN, La estructura de las revoluciones cientı´ficas (1962), trad. Agustı´n Contı´n, Madrid, Fondo de Cultura Econo´mica, 1975, p. 34, p. 71.

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ronment and the peculiar conditions accompanying the crime », observa en general uno de los crı´ticos de Ferri (150). Y ahı´ se encuentran entonces los lı´mites de la serie y su doctrina. El triunfo del positivismo esta´ a un paso de la divulgacio´n, quiere decirse de lo vulgarizador y aun de lo vulgar. « Many of Garofalo’s ideas », advierte una de sus resen˜as (151), « and the best of them, have passed over into the main body of modern Criminological tought and whether under his name or not they are familiar to students of the subject. This makes the reading of this book […] have a flavor of the familiar. This, however, is the greatest compliment that can be paid to Garofalo, and society will always be grateful to him for these ideas ». El e´xito es silencio, se dirı´a. Podrı´amos solicitar la ayuda de Steiner (152), que sabe tambie´n de estas cosas, mas ası´ nos alejarı´amos demasiado del asunto actual: en u´ltima instancia, nos llevarı´a hasta la pregunta de Jonathan Simon que abre estas pa´ginas. Adema´s, siempre quedara´n los crı´ticos irredentos, los lectores menos contaminados o ma´s esce´pticos con la flamante criminologı´a. « I went the other day to hear an address by a learned Frenchman on the future of the criminal law. I listened carefully and gathered: (I) that punishment ought to be adjusted to the offense; (II) that each criminal must be considered uniquely; (III) that evidence must be sifted with extreme care; (IV) that psychology may do much for criminology; (V) that the rule in McNaughton’s is obsolete. I felt that it was all in Gilbert and Sullivan’s old rhyme and very much better (150) Enrico FERRI, Criminal Sociology (1917), en « The American Political Science Review » 11 (1917), 770-772 (Wm. B. Bailey), p. 772. Por supuesto, la lectura del Ferri provoca particulares reacciones sobre Lombroso: « [t]he whole atmosphere of the book shows a marked tendency to admit the tentative character of the earlier evidence upon which the Lombrosian theories were based » (« Harvard Law Review » 31 [1917-1918], 316 [Arthur D. Hill]), « since the death of Lombroso is perhaps the chief representative of the Italian school (« American Law Review » 51 [1917], 636-637). Tambie´n vale al efecto la Criminology de Garofalo: « [i]ts moderate tone and practical nature make it good preparation for the audacious theorizing of Lombroso and the brilliant ingenuity of Tarde », cf. « Harvard » 28 (1914-1915), 221-222 (H. B. E.), p. 222. (151) Precisamente la aparecida en « American Law Review » 48 (1914), 945-946. Otra resen˜a, de mera rutina, en « Yale Law Journal » 23 (1913-1914), 554-555. (152) George STEINER, Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano (1967), trad. Miguel Ultorio, Barcelona, Gedisa, 1994.

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stated there ». La precisio´n iro´nica de Harold Laski, al describir desde Londres (24 de febrero de 1924) al juez Holmes sus experiencias con la materia criminal (153), exhibe de forma descarnada la tesis de la serie lombrosiana. No han pasado muchos an˜os del congreso de Chicago, todavı´a el u´ltimo volumen — la Criminal Sociology de Ferri — conserva una novedad relativa, pero el empen˜o ‘cientı´fico’ de analizar las causas del delito y dispensar al delincuente el mejor tratamiento punitivo es una obviedad que puede repetir cualquiera… sin estadı´sticas, cra´neos, tatuajes o conductas desviadas de la poblacio´n reclusa. Con la sencilla mu´sica de Sullivan y la chispa co´mica de Gilbert, con los alegres cantabili de su vieja opereta Trial by Jury (1875), la obra ma´s aparente del American Institute of Criminal Law and Criminology puede por fin ocupar un discreto, segundo plano.

(153) Cf. Mark DEWOLFE HOWE (ed.), Holmes — Laski Lettres. The Correspondence of Mr. Justice Holmes and Harold J. Laski, 1916-1935, I, Cambridge (Mass.), Harvad University Press, 1953, 587-590, p. 589. La referencia es al M’Naghten’s Case, 10 Cl. & Fin 200 (1843).

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APE u NDICE DOCUMENTAL 1. 1908, agosto 19. Buenos Aires. (Wigmore Papers, box 204, folder 10) Enrico Ferri escribe a Wigmore en relacio´n a una posible invitacio´n como conferenciante en Chicago Buenos Aires, 19 aouˆt 908 Monsieur, Mon maitre et ami, le prof. Lombroso m’e´crit que vous avez bien voulu lui e´crire de m‘inviter a` donner des confe´rences a` l’Universite´ de Chicago sur les doctrines de l’anthropologie et sociologie criminelle. Je vous remercie beaucoup de l’honneur que vous me faites. Mais cela ne sera possible qu’ne novembre 1909, car je veux aussi prendre la pratique de la langue anglaise et donner mes confe´rences en anglais. Nous avons donc le temps pour arranger cela. A la fin de de´cembre prochain je serai a` Roma (via Montebello, 2) et vous pouvez m’e´crire la`. Cordialement a` vous Enrico Ferri 2. 1908, diciembre 21. Roma (Wigmore Papers, box 204, folder 10) El embajador americano en Roma, Lloyd C. Griscom, dirige a Wigmore una carta (‘confidential’) sobre las actividades de Enrico Ferri, en vistas a su contratacio´n para las Harris Lectures en Chicago. Dr. John H. Wigmore Dean of the Law School Northwestern University Chicago, Ills. My Dear Dr. Wigmore, I have held your letter of October 19, without replying for some weeks, in order to make some satisfactory inquiries about Professor Enrico Ferri. I am informed as follows: Professor Ferri is undoubtedly one of, if not the greatest authority in Italy on criminal law. He is also noted as a very eloquent orator and his lectures in the Italian language are a great success. As to his personal characteristics, I may state at once that the answers I received depended upon whether my informant was a political enemy or a political friend

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of Ferri. He is a rather hot-headed socialist. He likes notoriety, and also likes to make money. My best informant told me that if he was well paid by the Harris Lectures, he will strictly comply with whatever conditions are imposed, but friend intimates that he thinks conditions ought to be strictly imposed, otherwise he is sure to be tempted to hold many Socialistic meetings among the Italians in the United States. It might not occur to him that Socialistic lectures or Conferences in the United States would embarrass the University which invites him to lecture, since he himself is a University Professor, and in Italy his Socialistic doctrines do not bother the University in the slightest. It would therefore seem to me that the course for the Committee of the Harris Lectures to pursue should they desire to tender an invitation to Professor Ferri, is to specify exactly what the University would permit him to do, and what they would consider objectionable. There does not seem to be any question as to his qualifications as a lecturer of great ability. I hope this information will satisfactorily cover the questions you have put to me. I return herewith Mr. Locy’s letter to you. I am, Dear Professor Wigmore, Very truly yours, Lloyd C. Griscom P.S. I enclose a characteristic article about Prof. Ferri’ s recent tour in South America, which appeared written a week [sic] in the Avanti, the leading Socialist paper in Italy

3. 1909, enero 16. Chicago. (Wigmore Papers, box 204, folder 10) John H. Wigmore invita a Enrico Ferri a dictar unas conferencias en Chicago a fines de 1909, extendie´ndose, entre otros extremoss, sobre la militancia socialista del colega italiano. Chmo. Sign. Enrico Ferri Via Montebello 2, Roma, Italy Dear Signor Ferri, I beg to present my respects, and to say that we are at last ready to make a proposal on the subject of the lecture-tour, which I already wrote briefly to you in November. The terms of the proposed appointment as International Lecturer on Criminology for 1909-10 are stated on a separate paper enclosed. You would be the first one to fill that place in our University. And it is with pleasure that I report that our Faculty unanimously believe that you are its first choice, among European jurists, for presenting the subject to the American Bar. Let me now explain how important our general plan is, and how necessary a part you play in it. The Faculty of Law is especially anxious that you should be the lecturer, because of the great assistance that would thereby be given to a cause which it now has very much at heart, namely, the propaganda of the Science of Criminology among the American legal profession, who are hitherto quite deaf to its appeals. The present plan is to encourage that propaganda in three ways, first by calling a National Conference on Criminology next June, 1909, secondly, by your lectures in the winter of 1909-10, and thirdly by exciting interest in the International Penitentiary Congress at Washington in October 1910. By the aid of these three things three great blows can be struck in favor of that important and pressing object, — the reform of our criminal law. At the National Conference next June, the American sociologists, anthropologists, psychologists, psychiatrists, and penologists will

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be caused to meet the American judges, attorneys, and prosecuting officers, and a society will be organized, with local branches in each State. The path would thus be prepared for your lectures in the ensuing winter. After delivering your courses of six lectures here, arrangements could be rule for you to address the Bar Association of ten or twelve large cities on your way back to New York City; also for a lecture or two at the leading Universities and Law Schools. The international fame of your eloquence and your scientific leadership would attract attention, and would help to emphasize the work already begun by our National Conference. The fact that you are a member of the Bar and a practitioner in the criminal courts would obtain for your speeches an attendance by our lawyers which they would never give to a mere professor of sociology or anthropology. In fact, it is the lawyers who with us mainly have to be converted to the reform, and that is a chief reason why we rest so much hope on the influence of your lectures and speeches; for they will have special confidance in you, as a lawyer speaking to lawyers. I cannot too strongly state, therefore, how important you are to our purpose; because it is your status as a lawyer that will do so much for us, and the known eminence of Italy in criminology. As to the precise time of the lectures, I would suggest November, January, or February as the best month. Inasmuch as the terms of the appointment require the lecturer to give first the lectures at this University, you would not find December a good month, because after your departure from this University you would find people too busied with Christmas preparation. Of the above-mentioned four months, one would be as suitable to us as another; though I believe that January or February would be best. Now I wish to speak of two matters which would have to be seriously considered by you before accepting, - the English language, and Socialist propaganda. As to English, we desire to ask you to make special preparation for reading the written lectures in comprehensible English. Naturally, you would do this, - indeed in your letter from Buenos Aires you so stated. But in the case of Sig. Ferrero, he also made such preparations, and yet his earlier lectures could hardly be understood by the audience because of his deficient pronunciation of English. I therefore deem it wise to warn you that the lectures would totally fail of their usefulness unless you had taken special pains to prepare in the pronunciation of the English language. As to Socialist propaganda, I ought to explain that the personnel of the Socialist party in this country is entirely different from its composition in Italy, for not only is its voting membership chiefly the ignorant and discontented proletariat, including the groups allied to the anarchists, but its leaders (instead of being university professors, lawyers, etc.) are almost entirely demagogues and opponents of law and order. For this reason the party (which is quite small) not only lacks popular confidence, but is regarded with positive distrust and repulsion by the leaders of all other parties, by the commercial classes, by the learned professions and the universities, and by the intelligent classes generally. One reason for this is that the man who led the horrible riots in Chicago in 1894, which caused the destruction of many lives and $10,000,000 worth of property, was recently the Presidential candidate of the Socialist party, and people have not forgotten his bad record. We are aware that your notable services to the cause of ideal Socialism would cause the leaders of the Socialist party to seek, on your arrival, to use your eminent name to give respectability to their party unworthy of the honorable name of Socialism, and it would be natural for you, not knowing the wide difference between the two parties of that name in your country and ours, to yield them that oportunity. But such an affiliation with them would only injure your influence with the classes of persons whom we desire you to persuade to our great scientific purposes, and especially the lawyers. Now our sole object is to assist the propaganda of Criminology, and we know that such would be your purpose also. We therefore desire to warn you that you could not wisely expect to lecture at all to the Socialists nor to attend any public meetings of theirs nor to assist their cause publicly. Our sole object is thereby to conserve your influence with those other classes who possess the legislative power to make reforms in criminal law and whose persuasion is necessary for that end.

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We hope you will therefore understand the sincere and honorable motive of this unusual request, which is prompted, not by any lack of sympathy for true Socialism (of which we have indeed plenty, under other names), nor of disrepect to yourself, but rather by the desire to conserve the exalted esteem and honor in which your name is now here held amd which might be endangered by your misunderstanding of the true nature of the men who have unjustly appropriated to themselves the name Socialist in this country. Pray credit us with the sole desire herein to do what is best for yourself, and for the great cause of Criminal Sociology, which needs so much the help which you alone can give. If you know how obstinately conservative our lawyers have been in this subject, you would not hesitate to hasten to our assistance. There is one more matter of which I must speak fully, and which requires a speedy reply; and that is a translation of your 1905 French edition of « La Criminologie Sociologique » into English. Would you consent that we should arrange to have such a translation made and published, by next November? Our great object would be to supply our 80,000 lawyers with the means of becoming familiar with the best European book on the subject. There is no book yet in English which compares with it; Ellis’ « The Criminal » is our best, but it is not as good as yours, first because it lacks the emphasis on sociological causes, and secondly because it lacks the direct proposals for legal reforms which are given in your book. Our National Conference next June will open the eyes of our lawyers everywhere to the subject. They will be searching for information. Your book, if in English, will be just the right one. You also perceive that the translated book and your lectures will help each other. The lectures will advertise the book, and vice versa. As a financial matter, this would be very important, because it would induce the publishers to undertake it more easily. In our country, almost no foreign books are translated, and publishers are usaully afraid to try them. But if your lectures and yourself come here shortly after the book’s publication, this would be a very important thing to persuade the publisher. We have considerable influence with some important publishing houses, and on our reccommendation I believe one of them would undertake it, paying you some suitable royalty to be agreed on. We could, I think, obtain a good translator, — Professor Kelly, dean of the State Law School of Louisiana, a fine French scholar. Will you not give us the authority to make the necessary arrangements, so that no time may be lost? I ought to add that the English translation in 1896 (?) of your French 1893 edition was not satisfactory. All the citations and bibliography were omitted; the text was condensed; moreover, the publisher was not the right one. I believe that if the right publisher is obtained, you could surely have an annual sales royalty of about $200. a year for the next five years and probably a higher sum than that. I trust that you will favorably consider this plan. As to the emolument attached to the lectureship, $ 1,200., I think this would be found not unworthy. The expenses of the trip by steamer and railroad Naples-Chicago would be not more than $150. each way; to which add not more than $100. for expenses of the two weeks staying in Chicago, leaving $800. In visiting the other cities, to address Bar Associations, etc., we could make arrangements that those who invite you should at least pay your expenses. So that there would remain $800. net. I close with assuring you that the mere hope of your coming has already inspired us with efforts to prepare for it, particularly by this National Conference on Criminology, and that you will have, if you come, the satisfaction of considering yourself as much the leader and inspirer of modern criminal sociology in this country as well as in Europe. With sincere assurances of esteem and consideration, and of the cordial personal welcome which will be given to you by the fraternity of the American bar, I remain, Faithfully yours, JHW Dean of the Faculty of Law

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4. 1909, febrero 10. Roma. (Wigmore Papers, box 204, folder 10) Enrico Ferri agradece a Wigmore la invitacio´n pero alega varias razones en su rechazo; so´lo una elevada compensacio´n econo´mica le permitirı´a aceptar. Da su visto bueno a una edicio´n americana de la ‘Sociologia criminale’. Roma, via Montebello, 2 10 febbraio 909 Illustre e caro collega, La sono vivamente grato per la sua lettera e la prego di gradire l’espressione sincera della mia gratitudine, insieme ai suoi colleghi. Sono lisungatissimo dell’onore fattomi, scegliendomi come conferenziere. Sono persuaso che le mie conferenze sarebbero utili, perche´ il Nordamerica, per fortuna sua, non ha il misoneismo accademico della vecchia Europa ed ha maggior senso pratico. Se venissi in America escluderei certamente (come ho gia` fatto in Argentina e Brasile) qualsiasi azione socialista da parte mia. Ma io temo molto di non poter venire! Ritornato in Italia, dopo sei mesi, sono stato preso da infiniti impegni. Ed io non verrei nel Nord America se non potendo parlare bene (e non soltanto leggere) in inglese. Ma per questo io temo di non avere da oggi al gennaio 910 i tre, quattro mesi necessari per perfezionare il mio inglese! Di piu`, io debbo dirla sinceramente che dovrei venire nel Nord America con la mia signora, che e` la mia bussola nella vita. E quindi le spese sarebbero il doppio. E d’altra parte venendo nel Nord America io avrei necessita` di fare un guadagno (netto da spese) molto grande, per compensarmi delle perdite che farei in Italia con mia assenza. Io, in sostanza, se dovessi venire nel Nord America vorrei avere assicurati 500 dollari per ogni conferenza o lezione di criminologia — netti d’ogni spesa. E temo che le Universita` Americane non abbiano la possibilita` di farlo. Nel Sudamerica ho fatto 84 conferenze (scientifiche), ma quasi tutte nei teatri, ad un pubblico molto numeroso. Sinche´ l’unica cosa possibile mi pare che sia l’edizione americana della mia Sociologia Criminale (edizione francese del 1905). Io non ricordo di avere mai dato il mio consenso all’editore Appleton per l’edizione di cui lei mi scrive e che io non conoscevo neppure! Sicche´ io do a lei ogni facolta` per trovare il traduttore e l’editore, assicurandomi i diritti d’autore, poiche´ io non sono ricco e vivo del mio lavoro intellettuale. Se io avessi prima del settembre 909 l’assicurazione del guadagno (che ho indicato sopra) per un giro di conferenze nel Nord America, dall’ottobre al dicembre mi perfezionerei nell’inglese abbastanza. Ma temo che sara` impossibile. Ad ogni modo, sono riconoscente a Lei per la benevolenza dimostratami e attendo notizie per l’edizione inglese di Sociologia Criminale. Cordialmente suo Enrico Ferri

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5. 1909, marzo 15. Chicago. (Wigmore Papers, box 204, folder 10) John H. Wigmore escribe a Enrico Ferri con varios particulares sobre la traduccio´n de la ‘Sociologia criminale’ y su publicacio´n en Norteame´rica. 15 March 1909 Professor Enrico Ferri 2 Via Montebello. Roma, Italy. Dear Signor Ferri, I enclose herewith a contract for publication of the translation of your edition of 1905, Criminal Sociology. These publishers are an old and reputable firm, who could be relied upon to publish in good style and to push the sale. They would also pay for the translation, so that you would have nothing to do but receive the royalty provided in the contract. I recommend, however, that you furnish to us the list of current articles since 1893 as an appendix to supplement the bibliography printed in your edition in 1893. You might also write a special preface for this edition, as it would very much help the sale of the book. Please also send me a short biographical sketch of your life, and about one dozen photographs; in this country it is customary to send around a photograph of the author to the literary agents who review a book for a magazine or newspaper, and the photograph so published in the newspaper or the magazine. The translation will be begun as soon as possible, and it is hoped that the printing would be finished by next September or October. Yours very truly JHW

6. Mayo 3, 1909. Roma. (Wigmore Papers, box 27, folder 3) Enrico Ferri escribe a John H. Wigmore en respuesta a su carta circular de 9 de abril, con varias consideraciones y buenos deseos sobre el congreso de derecho penal y criminologı´a, a celebrarse en Chicago. Roma, 3 maggio 1909 Illustre Collega, Le sono vivamente grato dell’invio fattomi del programma preliminare per la National Conference on Criminal Law and Criminology, indotta dalla Northwestern University. Ho letto, con molto interesse, l’elenco delle questioni che saranno discusse nella Conferenza. Esse sono tutte molto importanti, cosı` teoricamente come praticamente. Forse sono troppo numerose per poter essere tutte egualmente discusse con profondita` dai convenuti nella Conferenza. Ma questo e` effetto inevitabile dall’essere questa Conferenza la prima che si tiene agli Stati Uniti con eguali intendimenti. Essa rappresenta percio` come una specie di sinfonia di tutta l’opera, che poi sara` svolta, progressivamente, per portare nell’opinione pubblica, nell’opinione dei giuristi e quindi nelle leggi penali, una orientazione in accordo colle conclussioni della scienza positiva.

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Ed io credo che la iniziativa della Northwestern University sara` molto utile, perche´ l’atmosfera intellettuale e sociale degli Stati Uniti e` la piu` adatta per divolgare le conclussioni della criminologia scientifica, come io ho spiegato nella prefazione all’edizione americana dalla mia Sociologia criminale. Auguro quindi che questa Nazionale Conferenza e poi il ciclo di conferenze scientifiche che si terranno nell’inverno 1910 e poi il congresso penitenziario internazionale che si terra` a Washington nell’autunno 1910 portino negli Stati Uniti un tale movimento di opinione intorno al problema della criminalita` da metterli, anche su questo terreno, all’avanguardia della civilta`. Coi piu` cordiali saluti di fraternita` intelletuale a lei ed ai suoi colleghi della Northwestern University ed ai convenuti alla National Conference, mi e` caro dirmi Suo devmo. Enrico Ferri al Prof. John H. Wigmore Chicago

7. 1909, mayo 20. Berlı´n. (Wigmore Papers, box 27, folder 3) Adolf Hartmann, Amtsgerichsrat en Berlin, agradece a Wigmore la noticia del pro´ximo congreso y la interesante bibliografı´a que acompan˜a su carta. Envı´a una ‘communication’ para sus actas, rogando separatas y un ejemplar del volumen completo. Dear Sir! I thank You for Your kind letter, from April 7. which I did get on April 29. and I send You herewith my communication to the committee of the Conference, asked for. Please, let me have some special copies when printed, and a copy of the proceedings too. I hope that my paper is what You did wish to have. I must say that I don’t agree so very much with the methods of the « Vergleichende Darstellung ». But to this I must hint in my communication very cautiously. The interesting Bibliography gave me much interest indeed. Let me express my best wishes for Your great undertaking. Yours very truly Adolf Hartmann Professor John H. Wigmore *** Gentlemen! The committee of organization of a National Conference on Criminal Law and Criminology did honor me by asking me to send a communication expressing my views as to the methods of work to be undertaken, both during and after the Conference. I thank the committee very much, and full of good will and interest in the work of the Conference, I am willing to do my best, well aware that You did throw on my shoulders a very hevy burden, likely to break me down. Beforehand, let me say this. If a Society be founded, the Society will be likely to appoint a committee the task of which it would be to go systematically through the

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laws of the single states to the end to find out what provisions and rules of a mere historical character, not amounting to the wisdom of now, might be thrown out. Such committee would have so to say, a retrospective character. I don’t want to say, that in the laws of a country, by themselves, there is no magic power to bestow good justice and command order. Deterring disorder depends on the energy and assiduity of prosecuting crimes. On the other hand, as laws amounting to the very spirit of the epoch are useful to promote good justice, the work of such committee, suggesting for instance concerning murder to do away with certain legal presumtions as to the intent, might be very useful. I guess, a Society of learned American men would elect a committee to investigate the American problem of criminal appeal. As the remedy of American criminal appeal is not seldom apt to protect the defendant too much by formalism and by mere technicalities, learned men in America did propose that all criminal appeal should be abolished. With us, our german code provides that after verdict and sentence and even after punishment at any time the same indictment may be retried when new important evidence by chance got to be found. This new trial is only admitted under certain restricting conditions, pointed out very accurately by the law. Its legal name is: « Wiederaufnahme des Verfahrens ». In America it would be given to the defendant only. Perhaps, public opinion would allow dispensing by general laws with criminal appeal in certain cases, and perhaps the higher courts might often times be more likely to dismiss an appeal when this extraordinary remedy would remain reserved for the defendant. This proposition, I don’t believe to be worth so very much, but it might be worthwile being considered. I am well aware that rules or institutions of a certain country mostly don’t suit the conditions of an other country. I am to say more about this. But this might be a curious exception. But now, I mean that perhaps, by reason of the very free and high position of American judges, in no other country judges in criminal cases need so much a thorough scientific training as in America. In continental Europe the single judge is, to say so, protected very more by all the institutions of state and thrown by laws in a certain directions. In America judges have part on the state sovereignty by the tripartition of power, but at the same time want that firm hold on the institution of a almost allmighty state power. The American judge is standing very more on his own feet. All what the Conference may do to promote furtheron teaching and studying of criminal law and criminology, the Conference should do. Winning the public opinion and promoting true light of science, will allways be the most important matters in the United States to promote protection of society. In a country where public opinion reigns, public opinion must be won, and if need must be enlightened, as state governments must be won and must be enlightened in continental Europe. To come to the end to win public opinion in matters of criminal cases, sicence will help the more, the more it does push on and expand through the rank and file of the legal profession. All scientists in Europe engaged in criminal law and criminology will give the utmost interest to the Conference, as America did advance very far in developing general principles of criminal law, which european scientists, and even european nations too, realize to be the correct principles the more and more. Making use very carefully of what those sciences brought on in recent years in other countries, American scientists will do good work to promote those sciences everywhere. While saying this, I feel fully obliged to suggest that American science of criminal law and criminology will show, so to say, quite an other face than in continental Europe for a long time yet, and that there would work some danger when the sciences of both countries would mingle together, the character of everyone not being cared for. What I mean is this. I feel obliged to say that in America there was

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made a great step forward in the development of criminal law by the reformatory system and the various kinds of indeterminate sentence and all what is connected with these matters. As indeterminate sentence of any kind does deal with the special character of a certain offender, as to wether he is an habitual offender or a casual one, defectiv or not defective etc. there is where indeterminate sentence is lawful, not so much need to point out accurately by substantiv law what these different classes are. « Omnis definitio in jure civili periculosa », these words proved true in criminal law too by a good deal of continental experiences. As indeterminate sentence in continental laws is almost unknown as yet, judges, not so free as in America, want to be given certain directions and allowances by provisions very carefully shaped out as to what those classes accurately are, all the dangers lurking in acute definitions nothwistanding. In America this would be a step backwards. It is quite the same in respect to the different degrees of responsibility. Judges ought to know well and fully all what the sciences of the epoch brought on in respect to those classes, to the different degrees of responsibility. But knowing all this he ought to deal individually with the single offender considering the total of his character and the total of circumstances of deed. This seems to me to be in line with the historical development and very spirit of American law, and will prove to be possible furtheron by the advantages You have. When a Society should be founded by the Conference, I should propose a committee whose task it would be to survey all the field of very modern American legislation, such laws included as the law of Indiana making it lawful for surgeons to prevent under certain conditions insane people by bodily operation from getting to have children; a law that, besides, is very contrary to the feelings of the European public, I believe. Such committee should have contact with the great organizations of Prison Associations, National Congresses on Prison Discipline etc. the nearest contact as may [ms my] ever be possible, as the very spirit of American prison reforms should imbue all the proceedings of the committee, and there should be cooperation of both. Now, Gentlemen, I did lay before You, or hintet at almost all I have to say. Let my add only this. As any idiom has its own genius, and there may not by a good translation of a work written in an other language when the translator don’t [sic] master the very genius of both idioms, so the legal sciences of different countries have their different character and their different ways to go on. In the continental system, by historical reason much stress is laid on the substantive laws, so on definitions of various crimes, while with You the law of procedure is very more the centre of the whole. One may say, all legal thoughts, with You, are in a sense thoughts arisen out of the proceedings before a jury. So the shaping out of definitions of forbidden acts would not seem to be so very important. While this is so, there may [ms me] be already, nevertheless, a mutual understanding of the different sciences, even across the ocean, and, by the international intercourse of now, sciences may be helpful by going on to each other. Many people will follow attentively the proceedings of the Conference, and those who might travel through the United States will give to the proceedings a special personal interest. As one of these I express my best wishes. Yours very respectfully Adolf Hartmann Berlin, May 1909

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8. 1909, mayo 21. Toulouse. (Wigmore Papers, box 27, folder 3 Georges Vidal agradece la carta de Wigmore relativa al congreso de Chicago y da cuenta de los trabajos pra´cticos y de la actividad corporativa desarrolladas en Francia y en su ca´tedra de Derecho Penal. Toulouse, le 21 Mai 1909 12, rue Saint Re´mezy Cher Monsieur et tre`s honore´ colle`gue, Je vous remercie de la communication que vous avez bien voulu me faire du prochain Congre`s de loi pe´nale et de criminologie qui va se tenir prochainement a` Chicago pour la ce´le´bration du cinquantie`me anniversaire de l’Ecole de Droit de votre Universite´, et suis tre`s honore´ que vous ayiez pense´ a` me demander mon sentiment relativement a` vos travaux. Je commence par vous assurer de toute na sympathie et de l’inte´reˆt tout particulier que je porterai a` ces travaux, lorsque, apre`s leur publication, vous voudrez bien me fournir l’occasion de les lire. Je regrette que le caracte`re tout National de votre Congre`s, mon eloignement si grand de votre beau pays, mon ignorance de votre langage que je ne sais ni parler ni e´crire et que je sais toute juste assez pour lire vos publications, ne me permettent pas de prendre une part active et une collaboration effective a` votre confe´rence. Mais j’espe`re vous fournir quelques de´tails interessants en vous faisant connaitre ce que j’ai fait a` Toulouse pour de´velopper l’enseignement de droit pe´nal que je professe depuis 1881. Au cours de droit criminel ou Droit pe´nal ge´ne´ral comportant, suivant les programmes officiels impose´s a` toutes nos Ecoles de Droit de France, l’enseignement de la partie ge´ne´rale du Code pe´nal et les principes e´le´mentaires de la proce´dure pe´nale, j’ai depuis 1895 ajoute´ un Cours de Science pe´nitentiaire destine´ a` vulgariser parmi nos jeunes gens les principes et la pratique de cette science et que je comple`te au point de vue pratique par des visites aux diverses prisons de notre re´gion, prison en commun de Toulouse, prisons cellulaires de Montauban, Foix, Carcassone, colonie pe´nitentiaire de jeunes de´tenus d’Auiane pre`s de Montpellier, Colonie correctionnelle pour les jeunes de´tenus indiscipline´s et incorregibles d’Eysses pre`s de Villeneuve sur Lot, Maison Centrale de longues peines de Nıˆmes. — Je vous envoie le programme de ce Cours de science pe´nitentiaire. — J’ai e´galement cre´e a` Toulouse une oeuvre de patronage des libe´re´s et d’assistance par le travail et un Comite´ de de´fense des enfants traduits en Justice, auxquels mes e´le`ves s’interessent et collaborent avec moi, apprenant ainsi sous ma direction la pratique de ces moyens pre´ventifs de la criminalite´ et de la re´cidive. — Je vous envoie les documents relatifs au fonctionnement de ces oeuvres. Enfin depuis 1906, j’ai obtenu la cre´ation par notre Universite´ a` notre Ecole de Droit d’un diploˆme spe´cial qui, sous le nom de Certificat d’e´tudes pe´nales comporte l’enseignement de la science pe´nale, de la science pe´nitentiaire, du droit pe´nal spe´cial (e´tude des de´lits spe´ciaux et de leurs peines) et des sciences auxiliaires de la science pe´nale, me´dicine le´gale et me´dicine mentale. — J’y joins, pendant mes visites a` la prison, des notions pratiques d’anthropome´trie et de photographie judiciaires suivant la me´thode de M. Bertillon. Je joins a` ma lettre les conditions et le programme de ce certificat d’e´tudes pe´nales cre´e´ en 1905 a` Paris et en 1906 a` Toulouse. Nous avons aussi en France des Congre`s nationaux de Droit pe´nal et des Congre`s de patronage des libe´re´s et de de´fense des enfants traduits en Justice. — Les Congre`s nationaux de droit pe´nal ont e´te´ organise´s en 1905 par la branche franc¸aise de l’Union internationale de Droit pe´nal; le premier s’est tenu a` Paris en Juillet 1905, le second a` Toulouse en Mai 1907. Je regrette de ne pouvoir vous envoyer le compte-rendu du Congre`s de Toulouse; je n’en ai pas d’exemplaire disponible; les travaux de ces deux

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congre`s ont e´te´ publie´s par le Bulletin de l’Union internationale de Droit pe´nal. — En Mai 1907 nous avons eu aussi a` Toulouse un important Congre`s de Patronage dont je me fais un plaisir de vous envoyer le volume des travaux que je viens de publier. — Vous y verrez qu’ on s’y est occupe´ avec beaucoup d’activite´ de la question des Tribunaux d’enfants et de la mise en liberte´ surveille´e sur le mode`le de vos Juveniles Courts et de votre Probation System. — Nous n’avons pas encore des tribunaux d’enfants; mais nos Comite´s de de´fense des enfants traduits en Justice sugge`rent a` nos magistrats les solutions qui paraissent les meilleures pour sauvegarder l’avenir des mineurs et nous pratiquons a` Toulouse depuis 1907, la mise en liberte´ surveille´e dont la socie´te´ de patronage que je pre´side assume la responsabilite´ et la direction. J’ai lu avec inte´reˆt le volume de Biobliographie de Criminologie que vous avez bien voulu m’envoyer et je vous remercie de cette communication. Je me tiens avec beaucoup d’inte´reˆt au courant de votre le´gislation et des progre`s de votre pratique pe´nitentiaire, graˆce a` l’obligeance de M. Samuel Barrows de NewYork, qui est assez aimable pour m’envoyer tous les documents et tous les rapports qu’ il publie et graˆce aussi aux publications de l’Association Howard de Londres, que son e´minent et regrette´ secre´taire, M. William Tallack me faisait parvenir re´gulie`rement avec ses ouvrages personnels. Aussi, je vous suis particulierment oblige´, cher Monsieur et Colle`gue, de m’avoir fait part de votre prochaine re´union dont le programme est tre`s vaste et tre`s important. J’en lirai avec grand plaisir et profit le compte-rendu avec tous les ouvrages dont vous voudrez bien me faire hommage pour me permettre de completer mes connaissances relatives a` votre le´gislation pe´nale et a` votre pratique pe´nitentiaire. Il m’est bien difficile de formuler un avis quelconque sur les questions que vous devez e´tudier et discuter, ainsi que sur les me´thodes de travail de cette premie`re confe´rence. J’aurai certainement, a` la lecture de vos travaux beaucoup plus a` m’instruire moi-meˆme que je ne pourrai en ce moment vous donner d’utiles renseignements sur des sujets et des me´thodes que vous connaissez certainement mieux que moi. J’espe`re que ma lettre retarde´e par des circonstances inde´pendants de ma volonte´ et notamment par la gre`ve des employe´s des Postes, aujourd’hui termine´e, vous arrivera avant la re´union de votre confe´rence. Recevez, cher Monsieur et colle`gue, avec l’assurance du plaisir que j’ai d’entrer en relation personnelles avec vous et les honorables membres de votre Comite´, l’expression de mes sentiments de´voue´s. Georges Vidal Vous me faites l’honneur de me demander ma photographie. Je n’ai qu’ une photographie toute re´cente d’amateur, que je vous envoie, pour re´pondre a` votre de´sir, mais qui, bien que ressemblante, a tous les de´fauts d’une e´preuve non retouche´e. Georges Vidal

9. 1909, mayo 24. Versailles. (Wigmore Papers, box 27, folder 3) Gustave Le Poittevin, juez del tribunal del Sena, presenta a Wigmore sus puntos de vista sobre el congreso de Chicago, con insistencia en el re´gimen de la extradicio´n. Versailles, le 24 Mai 1909 Monsieur Gustave Le Poittevin, Directeur du Journal du Parquet

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Juge au Tribunal de la Seine 15, rue de la Bonne Aventure Versailles (S. & O.) Cher Monsieur J’ai l’honneur de vous faire connaıˆtre que j’ai rec¸u votre aimable lettre et que je m’inte´resse tre`s-vivement a` l’oeuvre de la Confe´rence Nationale qui doit avoir lieu prochainement a` Chicago. Je serai extre´mement heure´ux si a` un moment quelconque je puis aider le Congre`s dans l’accomplissement de la taˆche conside´rable qu’ il entreprend: mon concours le plus complet lui est acquis. Vous pourrez donc, si vous avez besoin de documents ou d’indications sur les lois pe´nales ou les lois de proce´dure criminelle franc¸aise, vous adresser a` moi et je ferai tout mon possible pour vous les fournir le plus promptement possible. En ce qui concerne les travaux du Congre´s, il me semble qu’ il y aurait lieu qu’ il s’occupaˆt tout spe´cialement des mesures internationales a` prendre pour permettre 1o de rechercer a` l’e´tranger les malfaiteurs internationaux; 2o de constater leur identite´ et leurs ante´ce´dents. 1o Il faudrait donc e´tudier les bases d’une le´gislation internationale de l’extradition. — Au lieu d’une se´rie de traite´s conclus d’Etat a` Etat qui diffe`rent sur les points eesentiels, il faudrait une acte, posant des bases fixes et des principes ge´ne´reaux, auquel finiraient par adherer tous les pays d’Europe et d’Ame´rique. Comme question de de´tail, il y aurait lieu d’examiner la question de « l’extradition des nationaux ». — En Europe, il est de re´gle aujourd’hui que l’on ne peut extrader les nationaux: c’est du moins ce qui re´sulte de presque tous les traite´s. Or cette re`gle que l’Ame´rique, a` juste tıˆtre, s’est refuse´e a` admettre, est une entrave a` la re´pression et devient, en pratique, la source de difficulte´s inextricables. Il faut qu’ elle disparaıˆsse. D’ailleurs, jusqu’ en 1830, environ, la France avait admis et pratique´ l’extradition de ses nationaux; il existe meˆme encore un de´cret impe´rial qui est toujours en vigeur — bien qu’ en fait il ne soit pas applique´ — et qui re`gle les formalite´s d’extradition des nationaux. 2o Il y a lieu d’e´tudier les mesures internationales relatives a` l’e´change des bulletins du Casier Judiciaire. — Je me permets, pour le cas au` le Congre`s s’inte´resserait a` cette question, de vous adresser un exemplaire d’un livre que j’ai publie´ re´cemment sur le Casier judiciaire et ou` j’ai spe´cialement e´tudie´ les questions de droit international qui s’y rattachent. J’insiste sur l’inte´reˆt tout spe´cial qu’ il y aurait a` provoquer un mouvement en ce sens, car des modifications profondes se sont produites dans la criminalite´. Au lieu de se confiner dans un pays, les malfaiteurs les plus habiles et les plus redoutables tendent a` s’internationaliser; par suite, les mesures d’instruction et de recherche jusqu’ ici admises deviennent insuffisantes et il importe d’y reme´dier au plus tot. Or, pour qu’ un ensemble de dispositives internationales puisse eˆtre e´tudie´ et adopte´, il faut qu’ un mouvement scientifique se produise et fasse naitre un courant d’opinion asse fort pour que les Gouvernements soient ne´cessairement amene´s a` s’y conformer et a` re´unir une Conference internationale. Je vous adresse le portrait que vous avez bien voulu me demander; je l’envoie par le meˆme paquet que le livre sur le Casier Judiciaire. Veillez agre´er, cher Monsieur, l’expression de mes sentiments les meilleurs et les plus de´voue´s. G. Le Poittevin

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10. 1909, Mayo 31. Viena. (Wigmore Papers, box 27, folder 3) Hugo Hoegel, ‘Oberstaatsanwalt’ en Viena, propone argumentos para el congreso, con el acento colocado en el derecho penal federal; advierte tambie´n contra las recepcio´n precipitada de leyes extranjeras. Wien 21. Mai 1909 Sehr geehrter Herr! Vor Allem danke ich Ihnen fu¨r die mich ehrende Aufforderung und bitte Sie die Verspa¨tung meiner Antwort auf den Umstand zuru¨ckzufu¨hren, dass ich verreist war und nach meine Ru¨ckkher dringende Arbeiten zu erleidigen hatte. Zur Beantwortung bediene ich mich der deutschen Sprache, da ich die englischen nicht in dem Masse beherrsche, um mich ihrer fu¨r ein fachwissenschaftliches Thema bedienen zu ko¨nnen. Meine Antwort aus Ihre 2 Fragen wird u¨brigens, wie Sie sehen werden, sehr kurz ausfallen. 1) Wir verfolgen in Europa die Rechtsentwicklung in den Vereinigten Staaten mit grossen Interesse. Es gilt dies insbesondere von den Staaten, deren Recht auf deutscher Grundlage aufgebaut ist. Die eigenartige Entwicklung des englischen Rechtes und die selbsta¨ndige Fortbildung desselben auf amerikanischen Boden geben uns reiche Anregung. Es ist daher begreiflich, dass wie einer « National Conference on Criminal Law and Criminology », wie sie von Ihnen in Aussicht genommen ist, lebhaftes Interesse entgegenbringen. Fu¨r meine Person wu¨nsche ich Ihnen positive Ergebnisse und besten Erfolg. 2) Was die Arbeitsmethode anbelangt, so meine ich, dass eine Ero¨rterung der grossen Streitfragen auf dem Gebiete des Strafrechtes Sie kaum zu greifbaren Ergebnissen fu¨hren wird. Meiner Ansicht nach sollte das Bestreben der nordamerikanischen Kriminalisten dahin gehen der Rechtszersplitterung, die auf diesem Gebiete bei Ihnen herrscht, durch Schaffung eines einheitlichen Bundensstrafrechtes ein Ende zu bereiten. Es geht nicht an, dass in einem zu hoch entwickelten Staatenbunde mit einem ausgebildeten Verkehrswesen eine derartige Rechtsverschiedenheit weiter bestehe, wie sie dermalen herrscht. Bei der Verwandschaft des Strafrechtes der einzelnen Bundesstaaten mu¨sste die Durchfu¨hrung dieses Gedankens dann keiner allzugrossen Schwierigkeiten unterliegen, wenn Sie Sich bemu¨hen wu¨rden, zuna¨chts ohne durchgreifende A¨nderungen oder modern scheinende Reformen das geltende Recht einheitlich zu kodifizieren, und es der Zukunft u¨berlassen dieses auf nationalen Grundlage geschaffene Recht auf gleicher Grundlage fortzubilden. Bei Vorbereitung dieser Arbeit werden Sie erkennen, welche Einzelheiten auf dem Gebiete des materiellen Strafrechtes, der Strafverfahrens und des Strafvollzuges der Gesetzgebung der Bundesstaaten zu u¨berlassen sei. Vor Allem wu¨rde ich Sie warnen fremde Einrichtungen auf Ihren Boden zu u¨bertragen, bevor Sie nichts die Gewa¨hr besitzen, dass sie fu¨r Ihre Verha¨ltnisse passen. Es ist ein Fehler, der bei uns nur zu ha¨ufig begangen wird, das wir solche fremde Einrichtungen, die auf fremdem Boden wu¨rzeln, ihrer Neuheit wegen u¨bernehmen. Die Aufgabe, die Sie Sich damit stellen wu¨rden, wa¨re so gross, dass fu¨r andere Aufgaben kaum Platz wa¨re. Die Zeit nach der Konferenz wa¨re der Ausfu¨hrung dieses Gedankens zu widmen. Mit der Versicherung meiner besonderen Hochachtung, zeichne ich Ihr ergebener Dr. Hoegel (Gewu¨nschte Photographie angeschlossen) Herrn Professor John Wigmore

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11. 1909, junio 15. Chicago (Wigmore Papers, box 204, folder 1) John H. Wigmore se dirije al presidente del comite´ de traducciones, William W. Smithers, y le comunica sus ideas acerca de la seleccio´n de tı´tulos, casa de publicaciones y otros particulares de la ‘Modern Criminal Science Series’. 15 June 1909 William W. Smithers, Esq., 1100 Land Title Bldg., Philadelphia, Pa., Dear Mr. Smithers:This is to remind you that you were appointed Chairman at the Conference on Criminal Law and of a Committee of Five on Translation; of which the other members are Mssrs. Freund, Pound, R. F. Scott, and Wigmore. It is not my province to offer anything but a few suggestions as to the possibilities of this Committee’ s work. As to beginning its work, I suggest that the Chairman call for a straw ballot of the five titles first preferred by each member of the Committee. In my Preliminary Bibliography a reminder of the scope of the field can be found. In choosing these titles we should directly [cancelado] desire to see reported the different aspects of the subject. The treatises need not be the very latest because we could presumably procure the author’s leave to revise his book to date; Ferri, for example, has written an American Preface for the translation now under way of his 1905 French edition of his book on Criminal Sociology. I would further suggest that as a working rule we have the understanding that the book finally suggested shall have been looked over in person by at least three members of the Committee; for this purpose the Gary Library will place itself at the service of the Committee, by circulating such designated books as it already possesses and by ordering such designated books as it does not already possess. As to a publisher, it is probable that a firm having an English and American headquarters would be most likely to possess the best marketing facilities and therefore would be most ready to undertake the series, for example, MacMillan or the Oxford Press. Nevertheless I also suggest that for the purpose of reaching the lawyers, a law publishing house would be very servicable [sic], for example, Callahan of Chicago, Baker-Voorhed of New York, or Little-Brown of Boston; moreover Messrs. Little-Brown have undertaken to publish for a local Committee here a translation of Ferri’s « Criminal Sociology », now under way by Professor Kelly, recently Dean of the Law School of Louisiana University. It may therefore be worth while to propose to Little-Brown to incorporate the Ferri book as one of the series. As to financing, I have no doubt that one of these houses would be willing to undertake the financing. I would think likely that a share of 10% to the translator and 5% to the Continental author would be a fair and practical proposal, or perhaps a lump sum of $300 to $500 per volume for the translator, with 5% to the author. As to the translator, doubtless the Chairman of this Committee has an ample source upon which to draw. Nevertheless I suggest that since his staff is composed mainly of lawyers, we might venture to discuss [?] the matter among the younger men in the Universities in the department of Sociology, etc.; because for the majority of the books arranged [cancelado] a legal vocabulary would not be necessary. As to the detail of translation, there is at least one thing which your Committee could and ought to do for the translator, and that is to agree upon a uniform scheme

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of vocabulary for inserting technical words likely to recur such as Paine, Verbrechen, etc. Trusting that these reflections will not seem impertinent, I am Yours truly, John H. Wigmore President Resolution B: « Whereas, it is exceedingly desirable that important treatises on Criminology in foreign languages be made readily accessible in the English Language. Resolved that the President appoint a committee of five with power to select such treatises as in their judgement should be translated and to arrange for their publication, without expense to the Institute ». Copy of this letter is sent to each member of the Committee

12. 1909, agosto 19. Graz. (Wigmore Papers, box 204, folder 1) Hans Gross agradece a Wigmore varios envı´os y propone fechas para su viaje a Chicago. Alude tambie´n al proyecto de traducir la ‘Kriminal Psychologie’, oponie´ndose a la posible amputacio´n del texto; finalmente, envı´a en nota adjunta el plan de sus lecciones. Dear Professor Wigmore, with the best thanks for Your aimable letter and the bulletin, I take the liberty of answering the single questions, as follows. With reference to the time, I agree with pleasure to Your proposal, selecting february or march. It is suitable to the vacations between the first ad the second semester, and except that, it is also the better time for travelling to and in America. Also to the translation of my « Kriminalpsychology » [sic] I agree with great pleasure and would I only beg, that, if possible, if You undertake this large labour, nothing should be shortened; I am shure [sic], that the whole work would lose very much on value, especially on perspicacity, if it would be abriged. It isn’t a condition, but I would be glad, if this desire could be performed. If the translator wishes my help in any way, of course I would willingly give it, but I am afraid, that it couldn’t be possible in request as every answer would require a month of time. What belongs to the subject of the lectures, I send You a list of the topics, as I think, that it would suit. You and our proposal; I hope, You will be kind enough to tell me withal, if You agree to the topics. The most of them are ready, but only in german. Important to me is also the question about the lectures at the other universities and if it would be possible to form a straight programm [sic], how I have to absolve it; of course it would not be possible to fix such a programm during the vacation but — You understand, that it is very important to me to know what form the question of this programm would take. With many regards Yours very sincerely H. Gross Graz 19/ 8 09

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Introductory discourse 1. The nature of crime the historical moment [the] psychological [moment] [the] physical [moment] [the] logical [moment] 2. The fundaments of modern Crim. law the question of free will the transvalueation [sic] of the values (the new values) the importance of Crim. Anthropologie A principel in the Crim. law The crime as a pathological phenom. [The crime as a] socialpolitical [phenomena] 3. Degeneration and Crim. law 4. The matters of fact of the crime (certain chapters according to my Krim. Investigation) 5. Crim. Psychologie (certain chapters according to my « Crim. Psych ». with new matters) 6. « Criminal institutes » (lectures about matters of the ‘criminalistic’, crim. museums, ‘library’, publications and a ‘crim. station’).

13. 1909, septiembre 10 (Wigmore Papers, box 204, folder 1) John H. Wigmore escribe nuevamente a William W. Smithers, presidente del comite´ de traducciones, con una propuesta de seleccio´n de originales para la ‘Modern Criminal Science Series’. W. W. Smithers, Esq. Philadelphia, Pennsylvania Dear Mr. Chairman:As the work of translating any foreign book will take a considerable time, I beg to make some suggestions as to the books to be selected. Several considerations or aspects ought to be conceded in the final selection, if possible. (1) The three principal countries, France, Italy and Germany, and if possible, the countries next in importance, Spain and Netherlands, should have a representative author on the list. (2) The works selected should be reference books which make a distinct contribution of permanent value to the theory of the subject, with the addition, however, of one or two books summarizing all the literature to date, and thus serving as hand-book for teacher and students. (3) The various aspects of the criminology emphasized differently by different investigators should be represented, if possible. This moans that seven or eight aspects have a claim upon us:

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the Anthropological (such as #1) the sociological (such as #2) the psychological (such as #3) the statistical (such as #5 and #9) the ethico-metaphisycal (such as #8) the economic (such as #10) the juristic (such as #7 and the Germans Binding and Liszt) and the historic (such as #11) and books summarizing all theories to date and bibliographies are represented by #6 and #10. Of all these (1), I dare say, we can plan at present for not more than five or six. I propose that all of our Committee mark the annexed list with their first choice of five, six, or seven, and that the votes be then collected and considered. It is very important that they make their selection shortly. If, while we are making this selection, we could at least agree upon translating #4 (Gross on Criminal Psychology) it would particularly useful; for the reason that we are planning to invite Professor Gross to make a tour in this country next Spring, and if the translation of this book is ready then, both book and lectures would help each other. Would it be possible to agree upon this book? I may add that the Ferri book is already being translated. I also suggest that the proposition be made to some publisher to take these in a series; this would make it easier for him to dispose of them on the market. With a view to finding the possibilities in that reference, I corresponded with Little, Brown & Company, and I have from them an offer to consider such a series at an arrangement of 5% fot the author and 5% for the translator, or some equivalent arrangement. Hoping that will rush this matter rapidly, so that we can find the translators and set them to work, I am Yours sincerely

(1) La nota se acompan˜a de una lista, con copia, de obras de posible traduccio´n, con casillas anejas para registrar la votacio´n de cada miembro del comite´; allı´ compruebo la presencia del socio´logo Maurice Parmelee, probablemente sumado al board de editores — ma´s o menos de facto — ante la escasa actividad de Roscoe Pound y Enrst Freund. La lista incluye, por este mismo orden (el orden en que los menciona la carta transcrita): 1) LOMBROSO, C. L’Uomo delinquente, 5a ed., 4 vols., 1897. Le Crime, causes et reme`des, 1 vol., 1899.- 2) FERRI, E. La sociologie criminelle, 3a ed., 1905.- 3) GAROFALO, R. Criminologia, 1890 (4a ed. francesa, 1895).- 4) GROSS, H. Handbuch fu¨r Untersuchungensrichter, 4a ed. 1904 (Eng. trans. Criminal Investigation, 1907); Criminal-pysichologie, 2a ed. 1905.- 5) ASCHAFFENBURG, G. Das Verbrechen und ihre Beka¨mpfung, 2a ed. 1906.6) QUIROu S, B. de [sic], Las nuevas teorı´as de la criminalidad, 2a ed. 1908.- 7) SALEILLES, R. L’individualisation de la peine, 2a ed. 1908.- 8) TARDE, G. La philosophie pe´nale. 4a ed. 1903.- 9) KAN, J. van. Les causes e´conomiques de la criminalite´. Paris, 1903.- 10) BONGER, W. A. Criminalite´ et conditions e´conomiques. Amsterdam, 1905.- 11) VARGHA, J. Die Abschaffung der Strafknechtschaft. 2 vols., Graz, 1896.

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14. 1909, diciembre 28. Chicago (Wigmore Papers, box 204, folder 1) Wigmore traslada a Smithers, presidente del comite´ de traducciones, el borrador del prefacio general de la serie, con otras sugerencias sobre la edicio´n de los textos. Le ruega adema´s que realice un pro´logo al libro de Bernaldo de Quiro´s. W. W. Smithers, Esq. Land Title building, Philadelphia Dear Mr. Smithers:I send herewith a draft of the general preface or introduction for the books in our series on criminology. My suggestion is that each book be preceded by the necessary material to give the reader a correct understanding of its place in the whole series, and of the object of the series, and of the significance of the particular author; such materials are often lacking in translations. There would thus be three documents: (1) a general introduction to the series, uniform for all the books, and signed by the committee; (2) a special preface fot the particular book by a specialist in the field, giving the orientation of that book and that author, and introducing him to the American public; (3) and American preface, short, by the author himself, for the American edition. In pursuance of this plan I want to ask you if you will consent to write the preface to De Quiros’s MODERN THEORIES OF CRIMINOLOGY. As you know, the plan as thus far worked out by the Committee, has started three books, — i.e. Ferri’s CRIMINAL SOCIOLOGY, Gross’s CRIMINAL PSYCHOLOGY and De Quiros’s book. The translation of Ferri is already well under way, but I do not know whether it will be finished by June. The translation of Gross will be finished in January and it must begin printing inmediately. The translation of De Quiros, in my opinion, should be hastened, so as to be ready by June, because that book gives a survey of all the modern authors, and enables one to find something out about the place of every one of them; it is, therefore, the very best introduction or hand-book. If this and the Gross come out about the same time we shall be beautifully started. Then, the Ferri will come next: and I should think that the Saleilles ought to follow; this would represent Germany, Italy and France, and wouls also give the psychological and sociological and the semi-legal aspects, and would thus be properly variegated, so as not to cumulate material of the same sort together. Now, you as chairman of the committee, and as one of the first and foremost exponents of modern criminology, are destined to be the writer of the preface to De Quiros. The preface ought to be ready by June 1 or earlier. I confess that I cannot put my hand on any data about him, but I will look in some of the recent numbers of criminology journals and find some material. I have already written to him at Madrid, to ask his consent to the translation, and when I hear from him I could doubtless get the biographical data also. I could find no information regarding him on the Minerva year-book, and he is therefore presumably not connected with any University. The general preface is perhaps not the kind of thing that you would agree to. If so, please write another. I have an idea, though, that it must have a missionary tone. My idea would be that on the fly leaf of the book, opposite the title page, should be a list of the books now under translation, and of those which are provisionally selected by the committee. This would excite interest and lead to expectation. Yours sincerely,

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15. 1910, marzo 7. Turı´n. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) Gina Lombroso-Ferrero propone ciertas condiciones para autorizar la traduccio´n de las obras de su padre, el crimino´logo Cesare Lombroso (2). 7 Mars. 1910 Via Legnano 96 Torino (Italia) Cher Mr. J’ai rec¸u votre lettre du 24 Fevrier, a` la quelle je m’empresse de repondre tout de suite. Le volume franc¸ais de mon pe`re, « Crime, causes et remedes », est la traduction franc¸aise du troisie`me volume de « L’Uomo delinquente » dernie`re edition italienne, dont une e´dition parue justement comme sous titre « Cause e rimedi ». Le volume franc¸ais e´tant quelque peu reduit et posterieure a` la edition italienne serait pourtant preferable pour une traduction a` l’edition italienne. Mon mari et moi qui avons ete´ charge´ par le testament de mon pe`re de nous occuper de ces editions nous serions tre`s dispose´s a conceder les droits de traductions aux conditions propose´s. Seulement nous vous faisons remarquer, que ce volume ne contient qu’une partie de la theorie de mon pe`re, c’est a dire l’etude des causes naturelles et sociales du crime et les reme`des juridiques et penales, qu’ il n’est en somme que le troisie`me volume de son oeuvre, non un oeuvre a` part. Or nous craignons que publie´ seul ce livre pourrait e´garer beaucoups de lecteurs qui le prendraient pour toute la theorie, d’autant plus que les deux premiers volumes ne sont meˆme pas traduits en anglais. Pourquoi donc ne pas publier les trois volumes de l’Uomo delinquente, ou` ce qui vaudrait mieux encore les deux volumes franc¸ais de l’Homme Criminel et le Crime. Causes et remedes qui en est le troisie`me, qui ont deja ete´s reduits par mon pe`re a des proportions moindres et plus faciles? Vous donneriez au public Americain et anglais l’oeuvre monumentale de la Criminologie moderne dont les autres que vous alle´ publier ne sont plus au moins que de derivations. Dans le cas ou vous seriez decide a ne traduire que ce volume il faudrait le fair preceder d’une introduction re´sumant les deux premiers volumes et avertissam tre`s clairement le lecteur que le livre qu’ il a sous les yeux est un troisie`me volume, non un oeuvre a part. Je serai dispose´ a la fair, ou a` la fair fair par le Prof. Carrara mon beau fre`re qui a e´te´ longtemps aide de mon pe`re, mais j’ai peur que c¸a ne puisse amener a` des complications car je dois publier cette anne´e meˆme chez Putname le resume´ de l’Uomo Delinquente qui a cette heur doit etre deja sous presse ou sous revision. Je ne pourrai pourtant rien fair ou fair fair sans le consentement de Mr Putname editeur de la reduction, don’t le resume se serait plus au moins forcement un duplicatum Voudriez vous pourtant reflechir sur cette question et me repondre? Nous attendons a signer le contrat d’avoir votre decision definitive. En vous priant cher monsieur d’agreer l’assurance de mes sentiments les plus distingues croyez moi Votre devoue´e Gina Lombroso Ferrero (2) Respeto la expresio´n, frecuentemente incorrecta aunque siempre comprensible, del aproximativo france´s de Gina Lombroso.

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16. 1910, abril 19. Chicago. (Wigmore Papers, box 294, folder 20) John H. Wigmore explica las razones de la seleccio´n del volumen de Lombroso que quiere hacer traducir, solicita la pertinente autorizacio´n y hace votos por la futura publicacio´n ´ıntegra de la obra lombrosiana en ingle´s. 19 April 1910 Illma Signa Gina Lombroso Ferrero Torino, Italy Dear Madame Ferrero:I received with satisfaction your letter of March 8. I will explain that we were very anxious to plan for translating completely Professor Lombroso’s entire book. But no publisher in this country would undertake it at present. Possibly later we could hope to see it done. In the meantime, it was impossible that we should ignore him in making up our list of translations. We, therefore, selected this short woulume, which would at least give an opportunity to read some of his latest views in his own words. We shall threfore accept with gratitude your consent to the translation of this third volume; hoping that at some later date we can pursuade the publishers to undertake the whole. Will you, therefore, fill out the documents of consent accordingly? As to the preface, we can arrange for it ourselves, instead of asking you to do it. We are anxious that the book by Professor Lombroso should come out promptly next year. Already the series has three books in press, or almost ready, as you will see by the circular I send herewith. This circular was printed before the death of your lamented father. It certainly makes reflections of great emotion, when I think that within two years, after enjoying the privilege of your hospitality, I am now endeavoring to give wide circulation to the doctrines and books of your lamented father. I thank you particularly for your kind interest in our enterprise, and I beg that you will present our regards to your distinguished husband, and will accept my assurances of the most sincere devotion and gratutude for your courtesy to Yours faithfully JHW

17. 1910, mayo 10. Turı´n. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) Gina Lombroso expone a Wigmore sus dudas sobre la traduccio´n parcial de la obra paterna, autorizando sin embargo la de los dos primeros tomos de L’Uomo delinquente, que ella y su esposo se encargara´n de resumir. Via Legnano 26 Torino Cher Monsieur, J’ai rec¸u votre lettre, et j’ai rec¸u aussi le « Report of Committee on translation of American Institute of Criminal Law » que vous avez eu la bonte´ de m’envoyer. Mais

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apre`s avoir longuement medite´ votre lettre et votre relation je ne peux vraiment me decider a` vous donner l’autorisation de traduire le livre de mon pe´re « Crime. Causes et reme`des » qui comme je vous ai deja dit n’est que le troisie`me volume du livre « L’Homme Criminel » de mon pe`re. Je comprends tre`s bien les raisons e´ditoriales que vous me donnez — mais ne pouvant traduire qu’un volume d’un oeuvre bien plus logiquement on doit traduire le premier et non le dernier. Je vous donne pourtant l’autorisation de traduire les deux premiers volumes de l’oeuvre de mon pe`re que nous nous chargerions de reduire a` un seul volume de 650 pages, soit sur l’e´dition italienne que sur l’e´dition franc¸aise. Vous qui connaissez si bien l’oeuvre de mon pe`re vous ne pourrez pas ne pas me donner raison. La traduction de ce troisie`me volume isole´ serait deja grave si elle sortait des mains d’un e´diteru quelconque, mais plus grave encore sortant du « Committee on translation of American Institute etc. » qui a pour but « to circulate the study of modrn criminal science as a pressing duty » et qui a deja publie´ ou doit publier des livres de toutes les e´coles de criminologie de l’Europe — car ce livre passerait aux yeux du public comme contenant tout a` fait la theorie de mon pe`re — malgre´ qu’ il n’en soit au contrair qu’un complement. J’espe`re que ous accepterez cette modification. Croyez moi cher Monsieur Votre devoue´e Gina Lombroso Ferrero 10 Maggio 910

18. 1910, noviembre 11. Turı´n. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) Gina Lombroso Ferrero solicita a Wigmore nueva copia del contrato de traduccio´n, que dice hacer extraviado; le pide adema´s cincuenta pa´ginas para incluir en el libro la bibliografı´a lombrosiana y un resumen del contenido del Archivio di Psichiatria. 11 Novembre 1910 Via Legnano 26 Torino Cher Mr., Votre dernie`re lettre avec le contrat relatif a` la publication du « Crime. Causes et reme`des » de mon pe`re m’est arrive´e il y a quinze jours — juste au moment ou j’etais en train de partir pour Florence. J’ai signe´ le contrat et apres je ne me rappelle plus si je l’ai envoye´ ou non — Le fait est qu’ au retour je n’ai plus pu trouver trace ni de la lettre ni du contrat ni de la copie du contrat, pourtant je vous e´crie pour vous prier mille fois de m’en excuser du retard… et de m’envoyer encore un autre contrat. Je profite de l’occasion pour vous demander de publier dans le meˆme volume la liste des oeuvres de mon pe`re e le resume´ des index de l’Archivio di Psichiatria de mon pe`re qui contient surement les plus precieuse documents de toutes l’e´cole anthropologique fonde´e par mon pe`re. Comme l’Archivio est arrive´ a` sa XXXI anne´e il me faudrait pour cela une cinquantaine de pages que vous devriez fair traduir de l’Italien — et qui servira a quiconque voulait e´tudier l’anthropologie criminelle pour connaitre son histoire. Je vous prierai aussi de annoncer dans la cuverture du livre le resume´ que j’ai fait des trois volumes de mon pe`re — et qui va paraıˆtre prochainement chez Putnam avec

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le totre The Criminal Man according Cesare Lombroso, summarized by his daughter Gina Lombroso Ferrero ». Vous remerciant de tout croyez moi Mr. le Professeur Votre devoue´e Gino Lombroso Ferrero Permettez moi — apre`s la lettre d’affair de vous ecrire deux mots amicales pour vous demander a` Mme. Wigmore et a` vous le pourquoi vous eˆtes partis d’Italie sans nous faire la visite que vous nous avez promise et pour envoyer a` vous et a` Mme. Wigmore les souvenirs plus reconnaissant pour la touchante amitie´ dont vous nous avez donnez maintes preuves.

19. 1910, diciembre 3. Chicago. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) John H. Wigmore agradece la carta anterior, avisa que el manuscrito de Lombroso obra en poder del impresor y que por tanto es poco probable realizar las adiciones solicitadas. 3 December 1910 Madame Gina Lombroso-Ferrero Torino, Italy Dear Madame Ferrero, I thank you for your very kind letter of November 11. I send herewith a copy of the contract, which is the same that made the other authors. The MS has already been sent to the printer, and I am afraid that it will not be possible now to make the additions which you request. A preface has given a full account of the life of your father, and of his principal works. I will find out from the publishers whether it can be done. I thank you very much for your kind expressions of regret that we were unable to turn aside to make a visit at Turin. It was impossible for us to do so, or otherwise we should have taken the opportunity to exercise the privilege which you so kindly extended to us. With sincere regard, and with the expressions of esteem and admiration for your distinguished husband, I am Yours faithfully JHW

20. 1910, diciembre 27. Turı´n. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) Gina Lombroso transmite a Wigmore la gran contrariedad que le ha producido la carta del 3 de diciembre y exige la inclusio´n en la edicio´n americana de las piezas que antes ha sugerido y ahora incluye junto a su respuesta.

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QUADERNI FIORENTINI XXXVI

(2007)

27 Dec. 910 Via Leganano 26 Torino Cher Mr. Votre lettre m’a beaucoups e´tonne´. Vous m’envoye´ avec la lettre le contrat dans lequel je dois m’engager a` fournir une preface et une bibliographie — et vous m’e´crivez en meˆme temps que le livre est pret — que la preface est pre`te — et que vous tacherez de voir si on pourra ajouter quelque chose. Tout cela est evidemment contrair au texte du traite´. Comme je n’aime pas les chicanes je veux bien passer outre a` quelque chose — mais j’exige au moins 1) qu’ elle me soit envoye´e et que je puisse y ajouter sous une forme ou sous une autre ce que je crois essentiel s’il y manquait, 2) que vous ajoutez en appendix la bibliographie des oeuvres de criminologie de mon pe`re et l’index de l’Archivio (de mon pe`re — que a e´te´ et continue a` eˆtre le journal officiel de la Nouvelle e´cole) que je vous envoye par le meˆme courrier. Il est aussi necessaire que dans la preface ou ailleurs on dise que je vais publier chez l’editeur Putnam le resume´ des trois volumes de l’oeuvre capitale de mon pe`re. J’espe`re que vous pourrez m’arranger cela et je vous souhaite une fois encore la bonne anne´e. Gina Lombroso Ferrero Je vous avertie que dans la bibliographie de mon pe`re j’ai signe´ avec une petite croix en marge les livres d’Anthropologie, et j’ai couvert d’un trait les autres — pour vous e´pargner la peine de faire vous meˆme le choix dans une langue e´trange`re. 21. 1911, febrero 18. Chicago. (Wigmore Papers, box 204, folder 20) 18 February 1911 Madame Gene Lombroso Lerrero [sic] Torino, Italy Dear Madame Ferrero, I am glad to say that the bibliography of your lamented father’s works will be inserted in our translation of « Crime and ist Causes », which is now in press; also there will be a mention of your Summary coming out trough Putnam. I trust that this will be satisfactory to you, and I beg to express my thanks for your kindness in forwarding the bibliography, and my hope that on the next occasion of my visit to Italy, I may have the honor of seeing you, and your learned husbund. Most sincerely JHW 22. 1911, marzo 21. Roma (Wigmore Papers, box 204, folder 11) Raffaele Garofalo acusa recibo de la carta que envio´ Wigmore a sus editores de Turı´n y sen˜ala ciertas condiciones para aceptar la propuesta de traducir su Criminologia en Ame´rica.

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CARLOS PETIT

Napoli. Largo Garofalo 29 (Italie) Rome, le 21 Mars 1911 Monsieur, Je re´ponds en franc¸ais a` la lettre que vous m’avez envoye´e par le moyen des Fre`res Bocca, Editeurs a` Turin, n’ayant pas assez d’habitude a` e´crire l’anglais pour pouvoir le faire sans trop de retard. Ne craignez pas d’abord, en lisant la signature, qu’ elle soit celle d’un revenant (a ghost). Il ne m’est pas encore arrive´ de mourir, comme votre e´diteur a` Boston l’a cru. Je pense que la nouvelle de ma mort a e´te´ re´pandue, il y a quelques anne´es, par l’effet d’une homonymie. Il s’agissait d’un professeur d’histoire ancienne, Francesco Garofalo, qui a succombe´ a` la suite d’un accident de voiture. Quant a` moi, il n’est pas impossible que j’aie encore quelques anne´es a` vivre, et que je puisse avoir ainsi le plaisir de lire la traduction anglaise de ma Criominologie. En tout cas, je suis tre`s content de pouvoir vous e´pargner l’ennui de chercher mes he´ritiers ou leur repre´sentants. Il faut pourtant pre´ciser dans le contrat, que la traduction doit eˆtre faite uniquement sur la 5e e´dition franc¸aise (Fe´lix Alcan, Editeur, 1905, Paris, 108 Boulevard St. Germain), parce que mon ouvrage a e´te´e´tentie`rement refondu dans cette e`dition, et il a ete` organise´ d’une manie`re tre`s differente de la 1re et 2e e´dition italienne; toute la partie statistique a e´te´ renouvele´e, quelques chapıˆtres ont e´te´ ajoute´s, et d’autres, supprime´s. D’ailleurs, c’est moi-meˆme qui ai fait cette traduction franc¸aise de mon livre. Je ne peux pas m’engager a` vous fournir une nouvelle pre´face, mais seulement quelques notes biographiques et quelques lignes d’avant propos. Quant aux droit qui me seraient assure´s par votre e´diteur, j’accepte qu’il soient re´gle´s sur la base du 5%, mais je de´sire que la somme qui me reviendrait me soit envoye´ dans le meˆme mois de la publication de l’ouvrage. Je de´sire encore en avoir cinq exemplaires gratis. Si vous aurez la bonte´ de m’assurer que vous acceptez ces conditions, je vous renverrai le contrat signe par moi. Veuillez m’ecrire a` l’adresse suivante: Rome (Italie) Senato del Regno. Veuillez agre´er, Monsieur, l’assurance de ma haute conside´ration. Raffaele Garofalo. 23. 1911, abril 20. Chicago. (Wigmore Papers, box 204, folder 11) Wigmore contesta a Garofalo, le agradece su disposicio´n y le sen˜ala las condiciones econo´micas del contrato, segu´n los te´rminos sugeridos por el propio autor. 20 April 1911 On. Barone Raffaele Garofalo Rome, Italy Dear Barone Garofalo, I am very grateful for your kind letter of 21 March, and am glad to hear that you have forgiven me my absurd error in regard to yourself. It is also pleasant to learn that you are ready to consent to our undertaking and to permit the translation of your work. I have already notified the translator that he is to follow your fifth French edition, (1905) which indeed he was already doing.

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QUADERNI FIORENTINI XXXVI

(2007)

We shall not insist upon an entirely new preface; but we should be very glad to have a statement to be added to the preface of 1905, so as to exhibit the state of your opinion at this moment as to the progress of your doctrine in public acceptance, and as to any opposing views that may have been advanced. Of course, we should also desire the bibliographical notes. As to the honorarium, I understand from you that you would accept our proposal of 5% royalty, — but you say that the sum should be paid to you at the time of publication. But, what we mean by royalty is 5% of the annual amount received from sales of the book, which 5% would be annually sent to you. If, however, you prefer certain single payment in exchange for all rights, the publishers have authorized me to offer you, as we offer others, $100 payable 30 days from the date of publication. This is the amount that has been accepted by the other authors. If you should prefer this arrangement, kindly make the change in the form of contract now in your hands. Please also insert in the form contract that the publisher will send you five copies gratis. With assurance of my sincere esteem and distinguished consideration, I am Yours faithfully JHW

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