Aura Luz Duffé Montalván (ed.)
Estudios sobre el léxico
Puntos y contrapuntos
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PETER LANG Bern • Berlin • Bruxelles • Frankfurt am Main • New York • Oxford • Wien ISBN 978-3-0343-2011-5 © Peter Lang AG, International Academic Publishers, Bern 2016 Hochfeldstrasse 32, CH-3012 Bern, Switzerland
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Ángel Rodríguez Gallardo Universidade de Vigo, España y Universidade de Coimbra, Portugal
Léxico y retórica argumentativa de la crisis económica
Resumen: Partiendo del análisis crítico de los modelos retóricos que emplean los diferentes economistas para explicar la actual crisis económica, se incide especialmente en el uso de una serie de términos léxicos que se consideran claves en el proceso retórico argumentativo del discurso económico. En muchos casos, estos términos pierden su carácter especializado, adquieren un significado social y facilitan en ciertos casos el uso de mecanismos persuasivos para establecer una argumentación explicativa sobre la crisis económica. La utilización de una serie de términos léxicos clave forma parte de una serie de convenciones textuales y lingüísticas propias del lenguaje económico. En este trabajo analizamos las relaciones entre léxico y discurso económico, en concreto, la influencia que ciertos conceptos, ampliamente utilizados durante el periodo de la crisis económica, tienen en la construcción retórica y argumentativa de los textos económicos. Palabras claves: léxico, retórica argumentativa, crisis económica, nuevos discursos económicos, metáforas neoliberales
1. Introducción Una de las sorprendentes consecuencias discursivas de la crisis económica ha sido la desespecialización del discurso económico. Digamos que se ha producido una suerte de transferencia lingüístico-discursiva del mundo de los expertos al de los legos, de modo que la crisis económica ha conseguido que muchos términos técnicos o semitécnicos (agencia de calificación, prima de riesgo, banco malo, rescate) acaben incorporados en el vocabulario general de las comunidades afectadas por esa situación económica. Conviene no olvidar que esta transmisión se ha producido en un contexto de predominio del modelo neoliberal.
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En esta desespecialización de ciertos términos de la lengua de la crisis ha influido el carácter multidimensional de este léxico, es decir, su capacidad de transmigración en diferentes contextos o ámbitos. Casos como desaceleración o depresión, que, proceden respectivamente de ámbitos como el motor o la salud, adquieren sentidos especializados en el mundo de la economía. En otros casos, se ha optado por popularizar términos coloquiales como recorte (que recuerda la expresión coloquial hay que apretarse el cinturón) para ilustrar las políticas económicas de la crisis. Los objetivos de la política económica neoliberal han facilitado que se hayan introducido términos léxicos en forma de metáforas y eufemismos (burbuja inmobiliaria, corralito, quita, rescate, desahucio, bonos basura, marea blanca, volatilidad, chiringuito financiero, troika, hombres de negro, externalización) con la intención de uniformizar y homogeneizar el sentido de la crisis económica, en muchos casos para mitigar la comprensión social de la crisis y, por tanto, de alterar o maniobrar sobre la realidad. Este hecho demuestra que las lenguas no solo gestionan ciertos procesos de comunicación, sino que forman parte de un sistema colectivo ideológico y de retórica argumentativa. Como afirma Fairclough (1989), el componente ideológico está siempre presente en las lenguas. Lo que superficialmente parecen estructuras lingüísticas o términos propios del lenguaje económico se explican a partir de metáforas conceptuales, que suelen variar en función de hechos culturales. En el mundo hispanohablante acostumbramos a referirnos al tiempo con expresiones del tipo de perder el tiempo o tengo que aprender a aprovechar mi tiempo mejor, a invertirlo en cosas importantes o no tengo tiempo para eso. Estas expresiones lingüísticas esconden metáforas culturales propias del discurso managerial (Alonso y Fernández Rodríguez 2013: 55 y ss.) del tipo el tiempo es dinero o el tiempo es una mercancía. En una cultura neoliberal, el lenguaje contiene estas marcas ideológicas propias del neoliberalismo. Por tanto, este uso masivo de términos especializados de la economía —y de un tipo de economía determinado— por parte de los medios de comunicación de masas contiene una intencionalidad no solo comunicativa y/o lingüística, sino también ideológica y/o hegemónica. ¿Por qué muchos términos (semi)especializados del mundo de la economía se han difundido
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en un contexto de crisis? ¿Por qué han pasado a invadir los idiolectos y sociolectos de muchas sociedades? ¿Está en relación con el poder de lo económico en el modelo neoliberal? ¿Qué papel juegan las unidades léxicas especializadas dentro del discurso económico neoliberal? ¿Poseen un significado determinado en relación a su interpretación social y a su uso retórico dentro de los contextos persuasivos en los que se emplean? Laval y Dardot (2009) han dejado ver la importancia discursiva y léxica de la racionalidad neoliberal1. Tanto como para señalar que en la difusión masiva de un léxico homogéneo que funciona como una verdadera lengua franca de las élites modernizadoras, han sido sobre todo los expertos y administradores dóciles que, en los diferentes dominios donde tenían que intervenir, han sido los que han instaurado los nuevos dispositivos y modos de gestión propios del neoliberalismo, presentándolos como técnicas políticas nuevas guías tan solo por la búsqueda de resultados benéficos para todos (Laval / Dardot 2009: 233). La importancia de la estructuración de un léxico y de una retórica neoliberales se relaciona con la regulación de los comportamientos de los ciudadanos y de las ciudadanas. En muchos casos, tal regulación compone manifestaciones léxicas y discursivas relacionadas con aspectos claves como los comportamientos sociales (la competencia como paradigma del funcionamiento institucional y social) o los patrones de procesos subjetivos (propios básicamente de la empresa). No de otra manera puede entenderse la fertilidad discursiva de, por ejemplo, un término tan ubicuo como competitividad, empleado en contextos institucionales y empresariales de todo orden2. Tal ubicuidad se logra con 1
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Laval y Dardot siguen de cerca el concepto de racionalidad política que Foucault vinculó con el gubernamentalidad, es decir, con los procedimientos mediante los cuales se dirige, a través de una administración de Estado, la conducta de los hombres (Foucault 2004: 313). En una búsqueda de 0,17 segundos, Google arroja un primer resultado de 19 300 000 resultados del término competitividad. En términos generales, esta unidad léxica se asocia semántica y pragmáticamente a campos como la calidad y los precios, siempre en relación con la optimización de la satisfacción o el precio. En España, como en otros países, existe incluso un think tank denominado Consejo Empresarial para la Competitividad, autoresponsabilizado de presentar propuestas que mejoren la competitividad, que ayuden a la recuperación económica y que fortalezcan la confianza internacional en España. De
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diversos mecanismos como grupos de investigación, coloquios o actividades de formación para el control de lo público. Estas operaciones de propaganda logran imponer un discurso ortodoxo del management (Laval / Dardot 2009: 234). El neoliberalismo no es solo una actualización del histórico capitalismo contemporáneo, sino también una norma general de la vida. Por ello, en ese proceso de reajuste general y exhaustivo, se convierten en centrales los discursos, las prácticas y los mecanismos competitivos para ejercer el gobierno. El discurso neoliberal es fundamental para comprender cómo los individuos se someten a ciertas normas, independientemente de que en tal sumisión pueda influir también la disciplina. El discurso neoliberal ha conseguido que hablemos de algo tan incierto como los mercados, hasta considerarlos responsable de buena parte, sino de toda la crisis económica y de las decisiones económicas de los Estados. Tal percepción es en exceso reduccionista. En realidad, en nuestra opinión, al modo como lo han presentado Laval y Dardot, son los Estados los que se han encargado de introducir y universalizar la lógica de la competencia y empresarial en todos los sectores sociales. Estos procesos de introducción y de universalización de la lógica neoliberal implican el desembarco nada casual de etiquetas léxicas (nuevos términos léxicos) y de prácticas discursivas (en muchos casos, complejas textualidades) determinadas por el ritmo de las políticas deliberadas de los Estados, quienes son los responsables de la aplicación de la lógica normativa neoliberal, en especial de la competencia generalizada entre los sujetos. Desde hace cinco años, la crisis ha destapado una serie de términos y retóricas discursivas que tienen que ver con la crisis de la tal consejo son miembros los principales responsables de las grandes empresas españolas (ACS, Telefónica, Mango, Iberdrola, Entrecanales, La Caixa, Repsol, El Corte Inglés, Ferrovial, Inditex, Mapfre, Acciona, Banco de Santander, Mercadona, entre otras). Para una aplicación del concepto de competitividad —siempre ligado al de eficiencia— en ámbitos no estrictamente económicos, como el educativo, se puede ver un ejemplo muy simple en Comas Parra (2013). La generalización de los métodos de evaluación que se emplean en la enseñanza pública responde a la lógica de los mercados. El origen de la aplicación del principio de eficiencia en el sector público por presión de los expertos auditores privados se remonta a los gobiernos conservadores británicos de los años 80 del siglo pasado.
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gubernamentalidad neoliberal (Laval / Dardot, 2009) y con sus normas de generalización mercantil y competencia. Esta idea de la competitividad vertebra el léxico y la retórica discursiva de la crisis económica empleados por los medios de comunicación y por los medios de propaganda económica. McCloskey (1990) ha apuntado y analizado el carácter narrativo y retórico empleado de modo habitual por los especialistas en economía. En realidad, el discurso económico es una práctica social, donde el lenguaje no funciona como un elemento pasivo, sino que contiene reglas comunicativas y estrategias discursivas específicas, con presuposiciones, connotaciones y con usos metafóricos, que permiten comprender la construcción de la realidad, su influencia en la construcción de una subjetividad formada para aceptar el consenso, ciertas creencias o supuestas verdades y, sobre todo, admitir un horizonte cotidiano de expectativas que presiona para construir redes de socialización en la construcción de lo dicho (Austin 1990).
2. Modelo neoliberal y nuevas retóricas discursivas Uno de los elementos léxicos y conceptuales claves de la crisis del neoliberalismo ha sido una retórica discursiva basada en la idea de la inevitabilidad, de tal forma que la situación de colapso y ataque que padece el nuevo orden socioeconómico se convierte en algo inevitable, irreversible, desprovisto de agentes responsables, dentro de un proceso de anonimia permanente. La propia expresión los mercados3 remite a una 3
Esta expresión no admite muchas variaciones en forma de complementos (mercados de derivados, mercados financieros, mercados internacionales, mercados emergentes, mercados meta, mercados potenciales o, a veces, con presencia de genticilios: londinenses, europeos, etc.), porque el sintagma nominal los mercados, sin complementación alguna, ha sido dotado por el proyecto discursivo neoliberal de un componente ajeno al valor que asume con cualquier modificador. Se utiliza un proceso de metaforización individualizada que alude al carácter exclusivo y singularizador de la entidad no concretizada que representan tales mercados y de cuyo uso siempre se trata de incidir en el hecho de que no tienen nada que ver con los bancos, con los grupos inversores, con las
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especie de fuerza impersonal y aséptica, como si no existiesen, aunque en realidad sepamos que con ello nos referimos no solo a los bancos y a los grandes grupos inversores que compran su deuda (según Navarro / Torres y Garzón “la austeridad y las oscuras fuerzas del mercado son el único remedio contra la miseria social y económica”, (2011: 59, 65), sino también a los Estados y a las organizaciones económicas mundiales, en estrecha connivencia con los actores privados, los que forjaron las reglas favorables al presente auge del mercado financiero (Laval / Dardot, 2009: 17). En realidad, la inevitabilidad de la crisis económica se relaciona con la aceptación por parte de los ciudadanos y de las ciudadanas del contenido argumentativo del discurso económico (Balcones 1996: 60). En esa aceptación, se incluye la definición misma de la realidad y la fiabilidad del análisis técnico, que conducen a admitir una funcionalidad discursiva impositiva. El neoliberalismo contiene en su interior un discurso neoliberal, con medios de propaganda y difusión muy variados y de procedencia diversa. Los discursos se han sofisticado, se han multiplicado y se han diversificado de la mano de expertos comunicadores procedentes de los organismos institucionales, gobiernos nacionales, partidos políticos, sectores educativos y gobiernos locales. Las manifestaciones lingüísticas y el diseño de las mismas han adquirido una función central dentro de la retórica discursiva neoliberal. Se trata en suma de atribuir nuevas representaciones a las unidades léxicas, de imponer nuevos contenidos discursivos y de impulsar un proyecto lingüístico determinado que inocule las sociedades contemporáneas. Este modelo neoliberal hegemónico ha conseguido modificar, en primer lugar, las estructuras de difusión económica; en segundo lugar, organizaciones económicas y con los Estados. El contenido léxico de mercados está relacionado con su carácter necesario en las sociedades contemporáneas y con su vinculación al capital financiero, de modo que en sus usos discursivos siempre se trata de que aparezca desvinculado de referentes económicos concretos como los bancos, los grandes grupos inversores, los estados o las organizaciones económicas internacionales. Otro aspecto que singulariza el contenido léxico de ese término deliberadamente abstractizado que es los mercados tiene que ver con la obsesión que destilan por las matemáticas (Von Vallwitz 2013).
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ha alterado de modo absoluto las relaciones entre economía, política y sociedad. A estas modificaciones y alteraciones contribuyen las nuevas tecnologías, los patrones económicos y una serie de normas extraeconómicas focalizadas en que aumenten exclusivamente las rentas del capital. Es este proceso complejo de reestructuración del modelo neoliberal el que ha popularizado, difundido y estabilizado en los últimos años términos léxicos mundializados como globalización, economía de la información, economía-red, alianzas estratégicas, flexibilidad, economía del aprendizaje o cultura empresarial (Alonso y Fernández Rodríguez 2013). En el desarrollo semántico-discursivo de estos términos hay procesos cotidianos desplegados en todos los sectores institucionales (gestión de hospitales, educación, defensa nacional, actividad judicial, organización de centros educativos y de investigación, etc.), amparados en el fiable marchamo obtenido en consensos intergubernamentales, de modo que no existe ninguna posibilidad de enfrentarse a la retórica argumentativa de tales discursos institucionales plenamente hegemónicos (Fairclough 2000). En palabras de Bourdieu (1998) es un proyecto político sumamente ambicioso que tiene el objetivo de reformar y alterar las relaciones sociales en base a las exigencias del neoliberalismo. Lo ha explicado de este modo Bascones (1996: 58): En la democracia de la sociedad moderna el control practicado (la gobernabilidad para quien lo prefiera), pretende ser practicado, hasta donde es posible, a través del consenso, dejando la coerción para situaciones límite. Ello depende de las percepciones y actitudes de los gobernados ante la «realidad». El discurso económico ha permeado la visión del mundo que actualizan, estructuran y construyen los medios de comunicación cada día. La legitimidad del orden proyectado depende de mantener como comprensible, inexorable y sin alternativa, el proceso de desregulación del mercado: toda la seguridad para la actuación del capital (variable independiente), toda la precariedad para la población (variable dependiente). Cuando este proceso se vuelve razonable consigue disolver su violencia y cobra sentido para los dominados. En este contexto, ¿por qué procedimientos el discurso económico contribuye a la aceptabilidad del proyecto económico social?
En ese conjunto de reestructuraciones y cambios sociales, los códigos semióticos asumen una funcionalidad de carácter central (Chouliaraki / Fairclough 1999, Fairclough 2000a). Las prácticas productivas de nuestra vida cotidiana se llenan de elementos semióticos dentro de un orden
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del discurso compuesto de géneros o tradiciones diversas4. Dentro de ese orden actúan y se gestionan las unidades léxicas especializadas, como piezas de un complejo engranaje semántico. El neoliberalismo genera un nuevo orden del discurso sobre la base de modificaciones o procesos discursivos diversos: •
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Procesos de articulación, recontextualización y textualización de nuevos géneros o discursos en las redes prácticas económicas. La retórica discursiva neoliberal actual articula y recontextualiza el discurso económico clásico y/o neoclásico, pero también el discurso político liberal propiamente individualista5. Los procesos de recontextualización discursiva complementan los procesos iniciales de articulación. Ello implica el movimiento de los discursos, su presencia en nuevos contextos y la aparición de nuevas semánticas discursivas. Por ejemplo, los discursos de gestión y administración se han recontextualizado en ámbitos tan diversos como la educación, la sanidad o los gobiernos locales. Estos procesos de readaptación generan nuevas textualizaciones a partir de la creación de nuevos formatos discursivos. Una nueva semiosis: las articulaciones y recontextualizaciones se textualizan en formatos diversos, con el apoyo de diversos registros lingüísticos, de diferentes combinaciones lingüísticas y de otros códigos semióticos, en especial los visuales. El modelo económico neoliberal está asociado casi exclusivamente al inglés global, con presencia permanente de anglicismos, no solo con función divulgadora, sino también enmascaradora. El discurso neoliberal introduce muchas modificaciones en los medios de comunicación y en las tecnologías de la comunicación, sobre
Por ejemplo, los gráficos, las tablas y los datos estadísticos condicionan el grado de unanimidad sobre los discursos predominantes. No creemos que el discurso del neoliberalismo deba ser visto como una simple continuidad del discurso propio del liberalismo clásico nacido en el siglo XVIII, sino que su creación con la crisis de los años treinta del siglo XX obligará a establecer un proyecto discursivo con dos grandes corrientes económicas: la del ordoliberalismo alemán de W. Eucken y W. Röpke, y la austro-norteamericana de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek (Laval y Dardot, 2009).
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todo a través de lo que se conoce como multimodalidad6. Los textos se crean y se difunden en redes humanas comunicativas locales (ámbitos laborales) y globales (OMC, Banco Mundial, agencias de calificación, instituciones bancarias). El neoliberalismo ha modificado esas redes comunicativas, ha creado nuevas redes internacionales, regionales y globales y, finalmente, ha globalizado la semiosis, con procesos de estratificación discursiva a diferentes niveles y con nuevos órdenes discursivos. Los discursos o los nuevos formatos se recontextualizan en ámbitos comunicativos locales mediante una dialéctica colonizadora o apropiadora. Procesos dialécticos semióticos: los cambios económicos producen nuevos discursos relacionados con los diferentes aspectos de las nuevas prácticas sociales. Se han modificado las representaciones de los cambios en las actividades o en las relaciones sociales (sobre todo, a través de los medios de comunicación), articulando nuevas tecnologías, nuevas formas de innovar, de organizar los ámbitos de trabajo, los procesos educativos, los modos de gobernar, etc. Todo ello promueve la aparición de nuevos géneros.
3. Retórica discursiva económica El discurso y la retórica económica cuentan con una serie de convenciones textuales y lingüísticas que permiten el uso social y persuasivo de muchos términos especializados. En primer lugar, el hecho de que sea un discurso interdisciplinar (con saberes procedentes del comercio, de la política, de la producción, del sistema financiero, etc.) permite la entrada de una variada gama de términos especializados, cuyo empleo ha medrado con la crisis 6
Por ejemplo, las noticias sobre cuestiones económicas se acompañan de determinadas imágenes como gráficos, interiores de la Bolsa, reuniones de comisiones de expertos, etc. En las pancartas de los manifestantes anticrisis se dibujan unas tijeras que aluden a los recortes económicos.
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económica: fondos buitres u oportunistas, fondos core, colocaciones aceleradas de títulos, plataformas de servicios, austericidio, paraísos fiscales, quita, etc. En segundo lugar, los textos económicos están poco estandarizados. De hecho, en los suplementos económicos de los medios de comunicación se combina un modelo textual teórico junto con otro más aplicado. Esa difusa estandarización invita a incorporar o mezclar el discurso de los negocios, el discurso económico, el discurso organizacional, el discurso institucional, el discurso comercial, etc. Esa desigual estandarización invade otros formatos como los manuales divulgativos nacidos al calor de la crisis económica. Veamos este ejemplo de Juan, Uría y Barrón (2013) que ilustra bien la mezcla de formalización y divulgación con el uso de preguntas retóricas (¿Cómo es posible?), la secuencialización de las unidades léxicas especializadas (devengos financieros) y la coloquialización de procesos económicos complejos (el principal instrumento de camuflaje): (1)
Como resultado del maquillaje, los peores créditos nunca están contabilizados como morosos. ¿Cómo es posible? Mediante el uso de los resquicios que ofrece la normativa o por el incumplimiento de esta. Las refinanciaciones de operaciones inviables, en sus múltiples modalidades, constituyen el principal —aunque no el único— instrumento de camuflaje. Este sistema esconde la realidad, evita tener que dotar provisiones y, lo que es peor, permite contabilizar como ingresos devengos financieros.
Al ser el discurso económico un discurso técnico-científico, en ciertos casos muy formalizado, como por ejemplo el de las ciencias económicas y empresariales, el de la administración de empresas o el de la contabilidad, se producen una variada gama de conceptualizaciones —en muchos casos, en forma de metáforas (Lakoff / Johnson 1980)— y de prácticas discursivas, que revelan una manifestación textual transversal a todas las actividades económicas. De este modo, pueden existir coincidencias discursivas y estrategias comunicativas comunes en el discurso producido dentro del contexto de la contabilidad y la gestión empresarial de una tienda de ropa y en el discurso de la gestión bancaria. Son habitualmente discursos que se nutren de ámbitos como las ventas, el merchandising, las compras, las relaciones públicas o los negocios, entre otros ámbitos que influyen en los posibles formatos textuales.
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Una de las características de la retórica especializada, también de la retórica económica, es su dimensión vertical, de modo que es posible establecer un continuum de términos especializados, muchos de ellos rearticulados de la lengua general (piratería fiscal, derivados, banco malo, brotes verdes, chiringuito financiero). Dentro del modelo neoliberal, la terminología económica tiende al dinamismo (Cabré / Bach / Tebé 2008), a la polisemia especializada o semiespecializada. El término mercados ha asumido valores especializados y connotaciones muy diversas en los últimos cinco años. De hecho, los estados y las organizaciones económicas internacionales han empleado ese término con el fin de desligarse o separarse lo más posible del contenido semántico de tal unidad léxica. Los mecanismos morfológicos del discurso económico son los propios de los de las lenguas de especialidad: procedimientos morfológicos como la prefijación (refinanciaciones, descapitalización, desaceleración, desregulación, reajuste, desajuste), la sufijación (corralito, chiringuito financiero, comitología, mileurista, volatilidad)7, las diversas formas de composición (población-objetivo, armas de destrucción económica, casino financiero, cláusulas suelo), los préstamos innecesarios/necesarios/híbridos (clips, default, roads shows, lobby financiero, marketing mix, fondo de private equity, hedge funds, hipotecas prime,
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En algunos casos, la creación morfológica produce unidades léxicas anómalas, como el caso de austericidio: Cada vez son más las voces que animan a acabar con las políticas de austericidio: Como consecuencia del austericidio, la deuda pública se ha disparado; Las consecuencias del ‘austericido. La Eurozona cae en la recesión más prolongada de su historia (). El Fundeu, Fundación del Español Urgente, www.fundeu.es, señala que austericidio es matar la austeridad, por lo que no es adecuado emplearla con el sentido de matar por exceso de autoridad. El sufijo —cidio forma palabras con el sentido de acción de matar, pero, en las palabras que lo incluyen, se añade a aquello que se mata, de modo que infanticidio es dar muerte a niños y tiranicidio es dársela a los tiranos. El hecho de que por su formación tenga el sentido opuesto del que se pretende expresar hace aconsejable que se evite su uso y en su lugar se empleen alternativas como, por ejemplo, austeridazo, austeridad suicida, austeridad homicida, austeridad letal u otras similares, en función del sentido preciso que se le quiera dar.
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swaps), las adaptaciones (paraíso fiscal), las siglas (banco malo o Sareb) y las metáforas (fondos buitres u oportunistas, coeficiente de pánico). El vocabulario técnico se emplea en diferentes contextos discursivos con la finalidad comunicativa de enmascarar el contenido real de su significado (clips, comitología, garantías pignoraticias, flexiseguridad). Ese proceso complejo de enmascaramiento puede devenir en metaforización, eufemización o encapsulamiento significativo y se ha agudizado durante el contexto económico de la crisis mundial con nuevas estrategias de propaganda en los medios de comunicación. Veamos un ejemplo extremo con la combinación esquema de exención de deuda: (2)
Roy Tucker y Ron Plummer eran especialistas en ejercicios de ingeniería resumibles en anular beneficios fiscalizables con artificiales minusvalías foráneas o costos desgravables mediantes sofisticados “esquemas de exención de deuda”, activados en distintas triangulaciones, detalla Richard Brooks (en El País-Negocios 19 de mayo de 2013: 6).
Estas combinaciones o frasemas funcionan como cadenas transmisoras de conocimiento especializado, suelen mantener un sentido restringido por su carácter formulaico y se introducen en un subdominio altamente especializado: operaciones de financiación corporativa, financiación bilateral, inyecciones públicas de capital, emisión de deuda bancaria, inyección de capital, Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), grado de opacidad fiscal, centros offshore de asilo fiscal, intersticios transfronterizos, flujos de cajas de empresas o riesgo crediticio. Los medios de comunicación pueden optar por el empleo de unidades léxicas más o menos opacas. Es más oscura la expresión elusión fiscal que evasión fiscal, y ésta mucho más que huida de capitales, que resulta la más transparente de las tres expresiones sinonímicas. Cuando se ablandan las nociones originales, existe una mayor transparencia significativa. Una situación similar encontramos en la tríada búnkeres fiscales/refugios fiscales/paraísos fiscales. Los sustantivos empleados en estas combinaciones remiten a valores negativos y/o connotativos que tienen que ver con el ámbito de uso pero, sobre todo, con la periodización de la crisis. De este modo, al inicio de la crisis era más habitual la expresión paraísos fiscales, mientras que desde el inicio de la crisis se han hecho más presentes las otras dos expresiones, sobre todo, cuando ciertos medios de comunicación han considerado adecuado acentuar
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una cierta propaganda comunicativa estigmatizadora de aquellos países que no establecen ningún control sobre las operaciones que realizan los bancos y las empresas que se instalan allí para mover el dinero negro que sus clientes quieren ocultar al Fisco (Navarro / Torres / Garzón 2011: 29). En general, el empleo de xenismos del inglés favorece los mecanismos de encapsulamiento significativo (offshore, onshore, swaps, default). Apenas se emplea en algún caso el calco fondos oportunistas —mucho más transparente desde el punto de vista semántico—, en los medios de comunicación especializados se prefiere hedge funds o distressed funds para etiquetar la idea de un fondo de inversión cuyo objetivo es la máxima rentabilidad pero con un riesgo igual al del mercado, para lo cual se emplean técnicas de cobertura que básicamente consisten en cubrir las operaciones más arriesgadas y que realizan mediante otros productos financieros vinculados con ella (Navarro / Torres / Garzón 2011: 22). Del mismo modo que estos fondos están basados en una concepción de red multitudinaria y compleja en la que solo intervienen unos pocos inversores muy poderosos, el uso de un préstamo crudo o xenismo hiper especializado y sumamente encapsulado restringe su dimensión significativa8. En ciertos casos, la introducción de términos no anglosajones (como corralito, escrache, troika, hombres de negro, chiringuito financiero, pelotazo) tiene que ver con una lectura crítica de los efectos de la crisis. Esta lectura crítica de los efectos de la crisis conlleva la diversificación, pero, sobre todo, la polarización de las expresiones explicativas de sus consecuencias o de los factores coadyuvantes. Es lo que se suele ver en combinaciones como armas financieras de destrucción masiva, banco malo, casino financiero, chiringuito financiero, terrorismo financiero, contratos o hipotecas basura, basura financiera, crímenes económicos contra la humanidad, estrés financiero, productos tóxicos, operaciones financieras ficticias, piratería fiscal, arbitraje fiscal, nueva ola reguladoras, acreedor disidente, híbridos (participaciones 8
El uso de anglicismos en el mundo de la economía bascula entre lo innecesario (crack/quiebra, lobby/grupo de presión, lock out/cierre patronal), lo necesario (dumping, holding), las adaptaciones (inflación, paraíso fiscal) y lo híbrido (stock de seguridad).
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preferentes o deuda subordinada), austeridad expansiva, austeridad inteligente o consolidación fiscal, entre muchas otras. Otros procesos morfológicos apuntan en esa dirección de difuminación significativa a la que ya hemos aludido. Ciertos procedimientos de neología morfológica como la derivación (desfiscalización, ultraespeculativos), de composición por sinapsia (procesos de refinanciación, clientes no-santos, proceso de desapalancamiento, pasivos contingentes, línea de crédito, fondo de rescate) o de parasíntesis (apalancamiento, desapalancar) requieren una compleja paráfrasis para entender su significado real, en la mayoría de los casos alejado del conocimiento del receptor no especializado. Ciertos casos de composición por disyunción (crecimiento inclusivo, morosidad bancaria o Gran Depresión) han conseguido asumir valores connotativos de singularidad metafórica. Conviene reparar que algunos procedimientos morfológicos de prefijación están ligados al mantenimiento ideológico de una conciencia colectiva de pertenencia a Europa, como en el caso del rentable prefijo euro-: eurobanca, europesimismo, eurobono, eurofobia, eurobarómetro, eurocheque, eurocracia, mileurista, entre otros. Posiblemente los procesos de neología semántica sean los más fértiles en el campo de la propaganda comunicativa. En la mayoría de los casos, las metáforas se producen al cruzar referencias significativas a otros ámbitos alejados del original: El último pelotazo inmobiliario de Realia (ámbito económico), la primavera de los accionistas (ámbito estacional), armonización fiscal (ámbito de la música), activos tóxicos (ámbito de la química), proceso de reestructuración bancario (ámbito de la política). La retórica de la metáfora y de la metonimia permite la introducción de combinaciones, colocaciones o expresiones complejas que tienden a ocultar, a mitigar o transformar el verdadero significado de la expresión: brotes verdes, búnkeres fiscales, burbuja inmobiliaria, chiringuito financiero, clientes no-santos, instrumentos híbridos, ajuste del sistema financiero, etc. Según Navarro, Torres y Garzón: “Es verdad que gracias a los programas de gasto masivo de los gobiernos se pudo evitar un desastre y que se apreciaran los llamados “brotes verdes” […]” (2011: 63) y un artículo de El País (19 de mayo de 2013: 3) nos informa que:
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Las nuevas iniciativas de la Unión Europea, el G-20 y la OCDE contra los paraísos y otras permisivas jurisdicciones que pueden englobarse en el concepto de “búnkeres fiscales” constituyen un síntoma de vivacidad institucional, aunque ni mucho menos haya que tocar campanas todavía, dadas las frustrantes experiencias del pasado en este ámbito.
Para Navarro, Torres y Garzón “Se formó entonces lo que se conoce como una burbuja, en este caso, inmobiliaria. Es decir, una situación en la que los compradores creen que los precios de algún producto van a subir indefinidamente y que, por tanto, será muy rentable comprar pensando sólo en vender con mayor o menor rapidez”. (2011: 21, 72). Junto a la metáfora, los procesos de eufemización permiten que la percepción de los efectos de la crisis se diluya, recontextualizando sus efectos, mitigándolos o reconstruyéndolos en otra dirección. Funciona también como una figura de ocultación y enmascaramiento de la realidad. Los organismos de poder prefieren no referirse a unidades léxicas consideradas tabúes, empleando otras sustitutivas que organizan los nuevos campos semánticos del orden socioeconómicos: ayudas a los bancos/estabilización del sistema financiero, empobrecimiento/ pérdida de poder adquisitivo/desindexación, falta de liquidez/falta de viabilidad financiera, fuga de cerebros/movilidad exterior/impulso aventurero, impuestos a los de siempre/impacto asimétrico de la crisis, mercados/élite financiera/capitalismo financiero o especulativo, mini trabajo o minijob/empleo precario, participaciones preferentes/instrumentos híbridos de capital, privatización/externalización, problemas/ retos, rebaja salarial/devaluación competitiva, recesión/crecimiento negativo o decrecimiento, recortes/reformas estructurales para atajar el déficit público, regulación de empleo/reducción de plantilla o despidos, repago/copago, sacrificios/esfuerzos, subidas de impuestos/cambios en la ponderación fiscal o gravamen complementario o recargo temporal de la solidaridad o modulación del esfuerzo fiscal o novedad tributaria, subida de precios/reajuste de precios, suspensión de pagos/ expedientes de regulación de empleo. La crisis ha permitido que otro vocabulario semitécnico o general se incorpore al entramado discursivo de la propaganda mediática. A veces, no resulta fácil distinguirlo del puramente técnico. Quizá el caso
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más emblemático es el término austeridad. Su condición de nombre abstracto le ha permitido traspasar el valor de mortificación que provoca la crisis económica en muchos sectores sociales9.
4. Sobre la metáforas neoliberales La presencia de metáforas en la retórica económica tiene que ver con la conceptualización de la naturaleza ideológica de los hechos económicos. La economía es una ciencia que emplea metáforas para facilitar la comprensión de hechos y procesos. Las metáforas como facilitadores semánticos y pragmáticos contienen un papel ideológico (Fairclough 1989/1992, Dirven / Frank 2001, Mussolf 2004, Herrera / White 2000/2002/2005), que se hacen muy evidentes en el discurso de los medios de comunicación. Como ha señalado Richardt (2003: 281), el periodismo económico sirve al propósito de informar sobre los procesos económicos en marcha pero también vende una visión del mundo determinada, que de este modo sirve como mecanismo de sugestión y manipulación. En muchos casos, las metáforas simplifican la realidad, al escoger, ordenar y presentar la información de un modo determinado. Esos procesos formulativos reducen la complejidad de los procesos económicos —de una crisis económica—, ya que las metáforas tienden a focalizar ciertos aspectos y a ocultar otros (Cubo de Severino et al. 2001: 219). Lakoff y Johnson (1980) entendieron que las metáforas están en el origen de muchos cambios culturales. La metáfora de el tiempo es dinero es propia de las culturas occidentales y no, por ejemplo, de la cultura norfinlandensa Saami, para quienes el tiempo es naturaleza, 9
En general, es un buen ejercicio didáctico multinivel sobre el léxico especializado intentar establecer categorías en relación al continuum técnico / semitécnico / general, para tratar de delimitar con claridad lo monorreferencial, lo interdisciplinario y lo referencial / relacional, que suelen ser los rasgos básicos de ese continuum. A este respecto seguramente, tendríamos dudas en situar en un punto de ese continuum unidades léxicas tan habituales como agencia de calificación, banco malo, cláusulas suelo, quitas, solvencia crediticia, primas millonarias, productos tóxicos o acciones preferentes.
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porque su organización de la vida se relaciona con el ecosistema. Las metáforas conceptualizan el mundo, de modo que suponen un mecanismo de comprensión del mismo y de aceptación de los modelos sociopolíticos. Conceptualizar el tiempo en formato económico —como dinero— supone perpetuar y mantener de alguna forma el sistema neoliberal que fue capaz de crear esa metáfora. La crisis económica ha conseguido popularizar muchas metáforas en el discurso diario, a veces, sin reparar en el modo cómo se introducen en él y como se mueren lingüísticamente hasta convertirse en discurso literal (tener tiempo, perder tiempo, desperdiciar tiempo). Las metáforas relacionadas con el léxico de la crisis están intencionalmente construidas con uso retórico-político, con la intención de crear marcos políticos y económicos de los que no se puede salir. Las metáforas funcionan como una forma de conocimiento en base a criterios analógicos, que se aproximan de un modo más o menos evidente a la realidad, y que sirven en ciertos casos para explicar cuestiones ciertamente abstractas. En algunos casos, las metáforas se apoyan en su carácter visual; en otros, prefieren la simpleza cognitiva. Algunas metáforas se denominan orientacionales, como el caso de la expresión prima de riesgo o la unidad léxica intereses. Se llaman así porque implican una orientación, de modo que se espera que el nivel que indica el contenido de tales expresiones se sitúe en las zonas bajas de la escala antes de que lo haga en las zonas altas. Cuando ocurre este último caso, ocupa lugares preeminentes en los textos mediáticos. Las metáforas estructurales asocian realidades relativamente complejas. Al considerar que la economía funciona como un organismo vivo y que puede enfermar, la crisis se contempla como una enfermedad. Las secuencias textuales se estructuran alrededor de enunciaciones como la crisis es una enfermedad o las lacras del sistema económico o diagnóstico de la crisis o más liberalización como cura para salvar el capitalismo. Las metáforas pueden ser también ontológicas, de modo que corporeizan esquemas mentales básicos de los que tenemos una experiencia. La crisis se entiende como un espacio cerrado (el gobierno no saca al país de la crisis, el corralito10 español). 10
Corralito en el sentido de espacio cerrado.
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Existen metáforas constitutivas de los textos económicos, que suelen emplear los medios de comunicación de modo constante porque crean marcos de opinión conscientes o no, pero sobre todo crean marcos de interpretación. Algunas metáforas estructurales se han repetido hasta la saciedad durante los últimos años con el fin de igualar los rasgos de la economía a los de un ser humano, que sufre una crisis o enfermedad, de modo que puede resultar conveniente sanear la economía o inyectar fondos; sentirse preocupado por la parálisis de los mercados; o alegrarse de la recuperación del mercado financiero, con el contagio a los mercados españoles, etc. Relacionar metafóricamente la economía con la salud mental es un mecanismo asociativo muy cercano y próximo al usuario común. Metáforas como la preocupación de los mercados, la depresión económica, nervios en las bolsas, la economía es vulnerable a los vaivenes financieros, la bolsa teme una subida de los tipos de interés, etc. Estas metáforas revelan un uso retórico político predominante como explicación de la crisis, con la intención de crear marcos que formulen los tópicos discursivos de forma muy delimitada. Lakoff (2004: XV) considera que los marcos son, además de una estrategia retórica, un mecanismo para producir cambios sociales. No podemos evitar los marcos, que forman parte del inconsciente cognitivo, como estructuras en el cerebro que no cuentan con acceso consciente, pero que condicionan nuestra forma de razonar y nuestro sentido común. El lenguaje nos permite conocer marcos, ya que las unidades léxicas se definen en relación a marcos conceptuales. Al emplear una de ellas, se activa un marco o una colección de marcos en nuestro cerebro. De este modo, reformular un marco es cambiar el modo en que las personas contemplan el mundo, es modificar el sentido común. Los nuevos discursos requieren la activación de nuevos marcos. Pensar de modo diferente requiere un discurso distinto. El marco de la inevitabilidad de la crisis económica asocia los problemas económicos con fuerzas o desastres naturales, de modo que sirven para enmarcar expresiones metafóricas como tsunami financiero, tormenta financiera, terremoto en las bolsas o la sacudida de las bolsas. En muchos casos, el marco que se crea se relaciona con la dimensión física (la caída o la subida de los mercados, el derrumbe
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las bolsas). En otros, cuando la experiencia física es la que marca la conceptualización metafórica suele cruzar a varias culturas (el crack financiero, la Gran Crisis). En tales dimensiones físicas, asociadas a experiencias, lo que está arriba suele ser positivo, mientras que lo que está abajo se ve como negativo. Muchas metáforas de la crisis económica se han asociado a elementos naturales como el gas (la presión de los mercados, la volatilidad de los mercados, la evaporación de beneficios) o el agua (la nueva zambullida de los mercados, ahogados por la crisis, la tabla de salvación de la crisis, el naufragio financiero). Aunque las metáforas forman parte del discurso cotidiano, las que se suelen imponer son las que usan las élites políticas y económicas, especialmente si tal coerción supone marcar líneas de control político y económico. Los científicos denominan especies invasivas —con una metáfora asociada al mundo de la guerra— para referirse a las especies no nativas, agresivas, invasoras y capaces de desplazar a las nativas. Tal metáfora modela el marco de la explicación, de modo que todo el mundo comprende lo dañino de sus cualidades. Es el marco estudiado por el financiero Warren Buffet a quien citan Navarro, Torres y Garzón (2011: 70) y con quien comparten la idea de que al crear la metáfora compleja armas financieras de destrucción masiva, sobre un modelo asociado al mundo de la guerra11: […] Se trata de unos productos financieros muy sofisticados que se asimilan a los seguros pero que en realidad no lo son porque se establecen sobre algo que no es propiedad del asegurado y por eso producen resultados catastróficos: si por ejemplo alguien va a cobrar mediante este seguro en caso de que arda la casa del vecino, no solo no le va a importar que arda sino que incluso puede interesarle hacer lo posible para que se incendie cuanto antes.
Sobre ese modelo asociado al mundo de la guerra o de la violencia ciega, los medios de difusión anti neoliberales han creado metáforas sobre una base retórica similar, como terrorismo financiero o crímenes 11
La metáfora de la guerra está vinculada con la dinámica ordinaria del capitalismo financiero. En general, el modus operandi de los grandes agentes financieros se basa en una lógica de fuerza y menos en la idea más tradicional de competencia y libre mercado (Rodríguez López 2013: 370).
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económicos contra la humanidad. Navarro, Torres y Garzón afirman al respecto (2011: 19, 69): Así, muchos países, empezando por el todopoderoso Estados Unidos, tienen ahora, además de los problemas originales que dieron lugar a la crisis, otros muy graves como resultado de la deuda que han generado. En el momento de escribir estas líneas algunos, como Grecia, están siendo literalmente saqueados y han tenido que poner a la venta sus riquezas más preciadas; otros, como Irlanda y Portugal, han sido intervenidos, y España o Italia se encuentran bajo la amenaza y la extorsión constantes de los “mercados”, sufriendo lo que nada más y nada menos que el presidente de la Junta de Andalucía calificó hace unos meses como “terrorismo financiero”.
Para L. Benería y C. Sarasúa (2011: 156–159) situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su teoría del crimen a nivel microeconómico. En cualquier caso, como el lenguaje funciona como el primer estadio de dominio ideológico y la ideología es el primer mecanismo capaz de producir consentimiento, estas expresiones antineoliberales como crímenes económicos contra la humanidad o armas de destrucción financiera son claramente minoritarias en el discurso dominante. Los potentes medios de comunicación de las políticas económicas neoliberales impiden que estas expresiones calen socialmente. El proyecto neoliberal tiene muy claro que las metáforas juegan un papel básico en el proceso cognitivo de exponer las relaciones entre un dominio-fuente (la guerra, la salud, un organismo enfermo) y un dominio-objetivo (la crisis económica). El objetivo (la crisis) se describe siempre en términos de la fuente (la guerra, un desastre natural, la salud de un organismo, etc.). Las expresiones metafóricas muestran una tendencia —una estrategia discursiva— a través de expresiones lingüísticas convencionales que resultan coherentes con el dominio-fuente. Como señalan Lakoff y Turner (1989: 203), las metáforas no son expresiones lingüísticas, sino una forma de poner en relación un dominio conceptual con otro. Estas metáforas se ven condicionadas por hechos sociales no lingüísticos, de modo que reflejan la sociedad y la cultura en la que se emplean, porque la relación entre el lenguaje y la sociedad es una relación dialéctica interna
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(Fairclough 1989: 22–23). Si el modelo social neoliberal es el predominante, los fenómenos lingüísticos estarán condicionados por ese modelo. Las metáforas explicativas de la crisis económica están conformadas por esquemas culturales específicos. El neoliberalismo no es solo un modelo económico sino un sistema globalizador, que abarca también los hechos culturales o los procesos de conceptualización, que están absolutamente condicionadas por la ideología neoliberal. La conceptualización y la plasmación lingüística de las metáforas dentro del modelo neoliberal resultan coherentes con la ideología del propio sistema. Interesa no solo la determinación social del uso del lenguaje, sino la determinación lingüística de la sociedad (Fairclough 1989: 19). Las conexiones entre el lenguaje, el poder económico y la ideología neoliberal suelen ocultarse en metáforas que tienden a estabilizarse y normalizarse. La metáfora flexiseguridad refleja un modelo de relación laboral que no corresponde con su verdadero significado social y cultural. En el modelo danés, el empresario puede despedir con facilidad, pero también los trabajadores cuentan con una oferta de trabajo con servicios de formación incluidos (Navarro / Torres / Garzón, 2011: 96). Ese no es el caso español.
5. Retórica discursiva de las agencias de calificación El discurso de las agencias de calificación12 revela una marcada retórica persuasiva y argumentativa propia del discurso económico contemporáneo. Las sociedades actuales funcionan haciéndose cada vez 12
El término agencia parece vincular estos organismos con funciones de carácter (semi)estatal a pesar de su evidente carácter privado que las asimila lógicamente con empresas. De hecho, una perspectiva crítica de la crisis económica relaciona a estas agencias de calificación como uno de los actores/inductores de la situación económica actual sobre la base de que son empresas encargadas de crear los precios de las cosas a conveniencia de sus intereses o de los propietarios de estas empresas o de los clientes, “que pagan ingentes cantidades para obtener una calificación que permita una adecuada colocación de sus productos en el mercado” (Boye, 2013: 8).
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más permeables a los flujos del mercado, de modo que los discursos procedentes de estos ámbitos pueden sufrir recodificaciones y reformulaciones. En ocasiones, estas reformulaciones se producen teniendo en cuenta los conocimientos técnicos asumibles por los miembros de la comunidad, conocimientos técnicos que han ido aumentando en los últimos decenios: Yo me pregunto por qué ningún banco inversionista ni gobierno perjudicado denuncia y/o demanda a las agencias de calificación (rating) por negligencia dolosa (o no) y por daños y perjuicios, al final el reasegurador mundial es Lloyds, en manos del 0.01% del mundo, pero aunque no se haga creo que alguna figura pública debería decirlo. (< http://juantorreslopez.com/impertinenc ias/la-magnitud-impresionante-de-la-crisis/>)
En un contexto puramente neoliberal posmoderno, las agencias de calificación constituyen un formato de institución con características paraestatales13. Han alcanzado mucha influencia en las decisiones políticas que toman los estados y otras instituciones, sobre todo, en lo que tiene que ver con las decisiones de carácter económico. En general, sabemos poco del funcionamiento de estas agencias, porque durante muchos años han funcionado de modo secreto o poco conocido, hasta que su función se ha ido haciendo pública en relación con las calificaciones que obtenían y obtienen los estados y las instituciones14. En los últimos meses se está hablando mucho sobre la fiabilidad de las agencias de calificación crediticia a la hora de valorar una emisión, debido a su limitada transparencia sobre su metodología y a los problemas de incentivos. Esto último se debe a que los emisores de títulos deben solicitar estos ratings antes de la emisión del título, pagando la correspondiente comisión, y esto hace dudar sobre si en algunos casos se está comprando o no una mejor calificación. Por todo lo anterior, cada vez son más los Gobiernos que están planteándose 13
14
En la actualidad las agencias de calificación constituyen un oligopolio conformado por solo tres empresas: Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch. Durante las últimas décadas han conseguido un enorme control sobre el mercado liberal económico gracias al amparo de los grandes estados. Muchos fondos de inversión son propietarios de estas empresas de calificación, pero a la vez aquellos controlan o son accionistas de la mayor parte de los clientes de las calificadoras (Boye 2013: 14). Un buen análisis e interpretación sobre las agencias de calificación, lo encontramos en Rügemer (2013).
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mecanismos para regular la labor de estas agencias. ()
Durante la crisis, aquellos estados u organismos con mala calificación sufrían procesos de estigmatización socioeconómica en forma de presiones para modificar políticas internas o a través de propuestas diversas que implicaran procesos de intervención sobre los procesos de control y de gestión. El funcionamiento general de las agencias de calificación ha conseguido reducir la soberanía de los estados, aumentar su deuda e introducir aún más el poder de aquellas en la vida de las comunidades de estos estados (Gärtner et al. 2011, Rügemer 2013, Salazar 2014: 86): Esperemos hacernos ricos y retirarnos antes de que se derrumbe este castillo de naipes”, decía el email de un ejecutivo de la agencia de calificación de solvencia Standard & Poor’s, que pudieron leer los investigadores del Congreso de Estados Unidos en la indagación sobre causas y responsables de la crisis financiera. “Estamos vendiendo nuestra alma al diablo de los beneficios”, se podía leer en otro correo electrónico de un alto empleado de Moody’s. Ambos correos, muy reveladores. ()
Los informes producidos por las agencias de calificación se orientan a emitir dictámenes sobre quienes pueden pagar sus deudas a los inversores15. La presentación corporativa de las agencias de calificación se 15
Hasta 1971, las empresas de calificación cobraban a los inversores por emitirles dictámenes, informes o asesoramiento sobre empresas en las cuales pensaban invertir aquellos que contaban con capital. En los últimos cuarenta años, las agencias de calificación modificaron el cobro, de modo que son las instituciones u organismos evaluados quienes pagan a aquellas para conocer sus posibilidades de financiación. En general, las agencias de calificación asignan calificaciones a las acciones y a los certificados, a los créditos y a los bonos corporativos y soberanos, así como a una cantidad ingente de productos financieros estructurados actuales (Rügemer 2013: 109). La diversidad de estos productos revela la complejidad de la financiarización capitalista, pero también la metaforización del discurso económico dentro del ámbito de los mercados más profesional: créditos al consumo e hipotecas titularizados, alquiler de partenariados público-privados, obligaciones de deuda garantizada, permutas de incumplimiento crediticio, valores respaldados por activos, apuestas por los movimientos de las tasas de interés, etc.
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reformula en términos de responsabilidad (asumir el compromiso de proporcionar análisis, información y opiniones), de ausencia de arbitrariedad (independientes y con perspectiva de futuro) y de capacidad de gestión internacional (amplia presencia en más de 150 países): Fitch Ratings es una agencia de rating global que ha asumido el compromiso de proporcionar análisis, información y opiniones de crédito independientes y con perspectiva de futuro a los mercados crediticios mundiales. Las competencias globales de Fitch Ratings se complementan con una amplia presencia local, que abarca los mercados de capitales de más de 150 países a través de una red de 50 oficinas distribuidas por todo el mundo. Fitch Ratings goza de un reconocido prestigio entre inversores, emisores y banqueros gracias a su cobertura creíble, transparente y actualizada. ()
Un elemento clave en estas agencias es el término rating, empleado por las agencias de calificación, procedente del francés rate, y a su vez del verbo latino reor, cuyo sentido es el de calcular, se relaciona en latín con el término razón, porque como apunta Salazar, las agencias de calificación son órganos que supuestamente gestionan y calculan la razón política16: Fitch estima que los mayores bancos locales gozan de una sólida administración de liquidez y descalces, adecuada diversificación de fuentes de financiamiento y estable base de depósitos de clientes. La fuerte concentración del mercado en ellos demuestra una franquicia robusta y la confianza de los depositantes, incluso en períodos de stress de los mercados financieros. Adicionalmente, la 16
Esta combinación de cálculo y razón política explican la importancia que han tenido la divulgación y la publicidad de los informes de las agencias de calificación en los flujos anómalos del mercado. Pero también han facilitado de algún modo propuestas no exitosas de judicializar las decisiones y las dinámicas onerosas de las agencias de calificación, vid. la querella criminal en España contra Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch: . También se han producido querellas similares en Portugal, Grecia, Alemania y en algunos estados norteamericanos, entre otros. Las denuncias han estado amparadas por ATTAC. En el caso español, la denuncia fue rechazada por la fiscalía de la Audiencia Nacional. Un Informe de la Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera (FCIC en sus siglas en inglés: XXV), creada por el gobierno de los Estados Unidos para investigar las causas de la crisis, hecho público el 27 de enero de 2011 señalaba que las tres agencias de calificación crediticia fueron las herramientas clave de la crisis financiera.
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profundidad del mercado de capitales doméstico les da acceso a abundante financiamiento de largo plazo. En opinión de Fitch, avances hacia nuevas normas de capital bajo los lineamientos de Basilea III serían positivos y necesarios para la industria en la medida que éstos ayudarían a converger a los estándares internacionales más estrictos en términos de capital. Sin embargo, también se reconoce que el esfuerzo de posible sustitución de instrumentos de deuda subordinada por instrumentos que tengan características más cercanas a capital (Going concern triggers) será importante para la industria. ()
Las agencias de calificación emiten discursos económicos basados en los cálculos razonables y en la figura de las jerarquías, de modo que no es lo mismo contar con AAA que con Aaa, con AA, A+, Aa, etc., pasando por BBB, BB+, etc., hasta llegar a D (default, es decir, suspensión de pagos17). La clasificación basada en el rating —parece ser que en cierta relación con la clasificación de los buques de la Royal Navy en función de su tonelaje— se sustenta en la idea de competición, de modo que los organismos o instituciones evaluadas se vean organizadas o clasificadas en el contexto de las relaciones internacionales18: (3)
La calificación de fondos ‘AAA’ indica la mayor calidad crediticia de los activos de un portafolio (o el menor grado de vulnerabilidad a los incumplimientos). Se espera que los activos de un fondo con esta calificación mantengan un promedio ponderado de calificación del portafolio de ‘AAA’. ()
(4)
Fitch Ratings ha afirmado en AAA (col) la calificación de la emisión de Bonos Ordinarios por $250.000 millones con vencimiento entre 2019 – 2049 de Grupo de Inversiones Suramericana S.A. (GRUPO SURA). Igualmente, ha asignado AAA (col) y F1+ (col) al Programa de Emisión y Colocación de Bonos
17
Estas notas de la AAA hasta BBB significan investment grade o grado de inversión, es decir, si tales inversiones resultan solventes. Las obligaciones financieras con una calificación de BB, C y D se anotan como non investment grade o speculativ grade, es decir, no apropiadas para realizar inversiones especulativas o, incluso, podrían ser consideradas junk bonds (bonos basura). Las notas pueden estar acompañadas de observaciones como outlook stable (perspectiva estable) u outlook negative (posible downgrade —rebaja de la nota— próximo). Pueden así mismo incluir anotaciones como on watch (en observación, nueva calificación en un plazo de 90 días).
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Ángel Rodríguez Gallardo Ordinarios y Papeles Comerciales hasta por COP1, 3 billones. La perspectiva es estable. ()
Los informes de las agencias de calificación constituyen funcionalmente discursos de opinión (Fitch considera […]), modelizados como evaluaciones o interpretaciones sobre la información aportada por el organismo analizado (se mantendrá estable en el largo plazo, en línea con la actual categoría, lo cual es incorporado como positivo en el proceso de análisis). Estas modelizaciones están cargadas de elementos valorativos (fuerte orientación, alta estabilidad, un muy bajo riesgo de crédito promedio): (5)
Riesgo Crediticio A agosto de 2014 la cartera de inversiones de Market Dólar muestra una fuerte orientación a la inversión en instrumentos clasificados en categoría, N1+ (cl)ெ, (y equivalentes en el largo plazo), los que representan a la fecha el 84,6% del portfolio de inversiones (promedio últimos 12 meses) proporción que muestra una alta estabilidad y que ha permitido mantener una cartera de inversiones con un muy bajo riesgo de crédito promedio (WARF) dentro del rango de la categoría vigente. La cartera de inversiones se ha completado con la participación de instrumentos clasificados en N1 (cl), (y equivalentes de largo plazo), los que han promediado 15,4% durante los últimos 12 meses, aportando al bajo WARF mencionado. Sumado a lo anterior, el fondo no ha incorporado instrumentos con categoría crediticia inferior o equivalente a, N2 (cl), elemento considerado como positivo en la clasificación otorgada. Según lo anterior, y tomando en cuenta el comportamiento histórico de la cartera de inversiones, Fitch considera que el portfolio se mantendrá estable en el largo plazo, en línea con la actual categoría, lo cual es incorporado como positivo en el proceso de análisis. ()
Como señala Salazar, los inversores solicitan a las agencias de calificación una opinión sobre el riesgo que puede suponer “embarcar cierta carga que les pertenece en algunos de los navíos que se disponen a fletar” (2014: 87). Esta opinión es, en el fondo, una manifestación retórica argumentativa. Los inversores pagan informes millonarios a las agencias de calificación para calcular de modo privado el riesgo que asumen si deciden prestar dinero una vez leídas las recomendaciones o los pronósticos que recogen tales informes:
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La calificación de riesgo crediticio de Fitch Ratings Colombia S.A. Sociedad Calificadora de Valores constituye una opinión profesional y en ningún momento implica una recomendación para comprar, vender o mantener un valor, ni constituye garantía de cumplimiento de las obligaciones del calificado. ()
Los informes de las agencias de calificación tienen consecuencias y efectos distintos. Los responsables políticos consiguen transformar su consideración de la realidad, al convertir una opinión emitida en un informe en una verdad a la que se tienen que enfrentar con políticas concretas o contra la que tienen que luchar con mecanismos diversos (Salazar 2014: 88). No obstante, las agencias de calificación se excusan sobre cualquier responsabilidad en las decisiones políticas que puedan tomar las instituciones evaluadas, porque la emisión de opiniones, desde su perspectiva, no invade el carácter de recomendación, como lo demuestra este comunicado: (6)
La información contenida en este informe se proporciona «tal cual» sin ninguna representación o garantía de ningún tipo. Una calificación de Fitch es una opinión en cuanto a la calidad crediticia de una emisión. Esta opinión se basa en criterios establecidos y metodologías que Fitch evalúa y actualiza en forma continua. Por lo tanto, las calificaciones son un producto de trabajo colectivo de Fitch y ningún individuo, o grupo de individuos, es únicamente responsable por la calificación. La calificación no incorpora el riesgo de pérdida debido a los riesgos que no sean relacionados a riesgo de crédito, a menos que dichos riesgos sean mencionados específicamente. Fitch no está comprometido en la oferta o venta de ningún título. Todos los informes de Fitch son de autoría compartida. Los individuos identificados en un informe de Fitch estuvieron involucrados en, pero no son individualmente responsables por, las opiniones vertidas en él. Los individuos son nombrados solo con el propósito de ser contactos. Un informe con una calificación de Fitch no es un prospecto de emisión ni un substituto de la información elaborada, verificada y presentada a los inversores por el emisor y sus agentes en relación con la venta de los títulos. Las calificaciones pueden ser modificadas, suspendidas, o retiradas en cualquier momento por cualquier razón a sola discreción de Fitch. Fitch no proporciona asesoramiento de inversión de cualquier tipo. Las calificaciones no son una recomendación para comprar, vender o mantener cualquier título. Las calificaciones no hacen ningún comentario sobre la adecuación del precio de mercado, la conveniencia de cualquier título para un inversor particular, o la naturaleza impositiva o fiscal de los pagos efectuados en relación a los título. ()
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Pero además de introducir una opinión, los informes de las agencias de calificación establecen cálculos sobre los riesgos que asumen los inversores, que requieren de una cierta inteligencia económica. En cambio, para las comunidades sociales (gobiernos, instituciones, ciudadanía), los informes de las agencias de calificación son noticias, en forma de ganar o perder una calificación, aunque puede ocasionar que se tomen por obligación decisiones políticas. Los discursos de las agencias de calificación han llegado de un modo u otro al conjunto de la comunidad no experta en economía, aunque sea de modo parcial por el desconocimiento de los detalles explicativos y argumentativos de lo que esconden las calificaciones en forma de letras: (7)
Buenos días Siguiendo con el comentario de Carlos, creo que no se puede ser neutral cuando en el consejo de administración de una de las Big 3, se sienta la misma persona que horas más tarde estará en el consejo de una de las firmas analizadas. Es, por ejemplo, el caso de Robert Glauber (su perfil está disponible en Reuters ), que es director y miembro de Board en Moodys Corp. y a su vez Director en Freddie Mae (hipotecas) y Director en Northeast Bancorp (un banco pequeño que cotiza en Bolsa). Aunque todas son empresas privadas y puedes escoger a sus miembros libremente, es chocante que se permita esta duplicidad de cargos. Este hecho, debería inhabilitar a una empresa de rating para elaborar informes sobre las empresas con las que tiene vinculación. Por cierto, los grandes jugadores del mercado (véase Warren Buffet) también están presentes en las agencias de rating (Berkshire Hathaway, es la accionista mayoritaria de Moody’s). ¿Juegan con ventaja? ¿Influyen en las decisiones que toman estas empresas? Un saludo. ()
El género discursivo del informe de agencia de calificación se apoya en un conjunto de reglas argumentativas que prioriza cuestiones como las reglas de conducta, las normas éticas, los compartimentos internos, ideas y conceptos todos ellos centrados en estrategias de comunicación organizadas por parte de estas empresas19. En realidad, los discursos de las agencias de calificación se nutren del discurso de las instituciones 19
Pese a esos supuestos discursos cargados de ética y transparencia y su función de emitir informes de credibilidad presupuestaria sobre estados y organismos, estas empresas de calificación están localizadas legalmente en paraísos fiscales, caracterizados por su opacidad y por la exención de tributación por beneficios.
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que les pagan sus informes. En muchos casos, porque son las instituciones las que nutren de cuadros a tales de agencias de calificación al funcionar la movilidad estructural entre políticos y altos ejecutivos20. El informe de la Comisión de Investigación sobre la Crisis Financiera (FCIC en sus siglas en inglés) afirma: La influencia de los bancos sobre los empleados de las agencias se veía favorecida por la existencia de una “puerta giratoria” entre ambos tipos de negocios. De hecho, el 25% de los empleados que abandonaron Moody’s fueron contratados por bancos que eran “clientes” de la agencia. Podía así darse el caso de que un analista estuviera calificando los bonos de un banco en el mismo momento en que estaba negociando las condiciones para ser contratado por esa entidad. Se daba también frecuentemente la situación de que la persona del banco con la que el analista de Moody’s trabajaba fuera un antiguo compañero de éste. Todo esto pone de manifiesto que las agencias, más que actuar como organismos reguladores, lo que hacían era ejercer de asesores de los organismos que debían regular aconsejándoles cómo “empaquetar” sus productos fraudulentos para poderles conceder la máxima calificación. ()
Una de las características más llamativas del discurso de las agencias de calificación es su carácter interdisciplinar, de modo que recurren al componente científico duro (léxico financiero, comercial, etc.), al blando (ciencias sociales, políticas, etc.) y, claro está, al figurado-metafórico (véase el uso de estrés en el texto), siempre en función de las disponibilidades discursivas, que son casi siempre muy fértiles21: (8)
Las calificaciones de los títulos emitidos por la universalidad TIPS E-9 incorporan el desempeño de su cartera. Esta última garantiza el pago de intereses y principal, con indicadores de mora y prepago, en línea con las expectativas de Fitch Ratings. La estructura de la emisión ha permitido que el sobrecolateral (overcollateralization; OC) para cada una de las series haya incrementado en niveles superiores
20
En España, Luis de Guindos pasó de alto cargo en el banco de inversiones Lehman Brothers a otro en la consultora Pricewaterhouse Coopers para acabar siendo ministro de Economía, tras haber sido consejero en la eléctrica Endesa. La denominada alquimia de la calificación (Boye, 2013: 15) explican que las tres grandes agencias de calificación cuenten con más de 3500 analistas que pueden llegar a emitir casi 800 dictámenes por año, más de dos por día. Cada informe cuenta con una media de 300 páginas.
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Ángel Rodríguez Gallardo a 44,5%. Lo anterior considera a la cartera productiva con hasta 180 días de morosidad. Como resultado, la capacidad de pago de cada serie soporta los valores de estrés en incumplimiento y recuperación, relativos para cada nivel de calificación. La Perspectiva Estable, otorgada a la serie A-2, se basa en la expectativa de Fitch de que el desempeño del portafolio de créditos tenga un comportamiento similar al registrado. Por otro lado, la Perspectiva Positiva de las series B y MZ considera que el perfil crediticio de los títulos mejorará, si mantiene su desempeño. ()
Los informes de la agencia de calificación Moody’s reflejan la mayor o menor formalización técnica de sus discursos evaluativos sobre los organismos objeto de calificación. En un informe realizado sobre cinco comunidades autónomas españolas, los términos generales (fragilidad, perspectivas negativas) se connotan con valor especializado, ayudados además por la presencia del xenismo rating, término especializado pero comunicativamente asumible por un lector semiespecializado —y con un valor connotado mayor a calificación—, y por el valor reiterativo del carácter multidimensional del término perspectivas: “La revisión para bajada del rating del soberano español refleja la fragilidad de las perspectivas de recuperación económica del país medio plazo; este factor es capturado en las perspectivas negativas asignadas a todas las comunidades autónomas”. () En muchos de los discursos especializados de carácter evaluativo emitidos por las agencias de calificación se incorpora, lo que podríamos llamar una especie de semántica coactiva22, con expresiones lingüísticas que fomentan la dificultad de los procesos o de las evoluciones (será difícil), y con repeticiones que introducen esa significación puramente negativa (deterioro)23: 22
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Sobre el concepto de coacción ligado a las dinámicas de las agencias de calificación, E. Ekaizer (2012), quien afirma: “¿por qué le llaman calificación cuando es coacción?”. En general, Rügemer (2013) ha desarrollado este carácter coactivo con bastante detalle. En realidad, como han señalado varios autores podríamos hablar en estos casos de retórica de la calificación hostil que facilita la creación de un escenario propicio para beneficiar los propios intereses de las calificadoras, por ejemplo, a través de la subida disparatada de los intereses obligados que hay que pagar.
Léxico y retórica argumentativa de la crisis económica (9)
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Las medidas de rating adoptadas hoy ponen de manifiesto las previsiones de Moody’s en el duradero deterioro de los estados financieros de las comunidades autónomas. Dado el ritmo y la magnitud de este deterioro, la situación presupuestaria relativa de estas comunidades se está debilitando respecto a la de sus homólogos internacionales. La caída significativa de los ingresos fiscales prevista en 2010–2011 tendrá un impacto recurrente en sus déficits financieros de los próximos años. A nuestro juicio, será difícil corregir esta tendencia, así como el consiguiente rápido recurso a la deuda, dada la débil previsión de crecimiento económico para los próximos años. ()
Los informes de las agencias de calificación se difunden a través de los medios de comunicación (según la hipótesis principal de Moody’s)24. Emplean la terminología originaria del informe (deuda, subida de la ratio, eficiencia, medidas de ahorro, nuevas medidas de rating) y se cuidan de repetir ciertos elementos claves, como la voz del enunciador (Moody’s), que dota de autoridad a los datos y a los argumentos, y los verbos de proceso y relacionales (aumentar, provocar) y los modalizadores (evaluar, vigilar, ayudar): (10)
Según la hipótesis principal de Moody’s, las comunidades españolas calificadas aumentarán sus niveles de deuda en 2010 y en 2011, lo que provocará una subida de la ratio medio de deuda sobre ingresos corrientes hasta situarlo cerca del 100% en 2011 (a finales de 2008 se situaba en el 54%). Para evaluar la eficiencia de las medidas de ahorro, Moody’s vigilará la ejecución de los presupuestos autonómicos de 2010 y los proyectos de presupuestos para 2011 que se publicarán a finales de año; esto nos ayudará a valorar si es necesario tomar nuevas medidas de rating.
La construcción retórica de los informes de las agencias de calificación se sustenta en estrategias lingüísticas que reiteran una disposición fuerte (decisiones, medidas importantes) a la hora de incidir en los intereses 24
Los comunicados de prensa enviados por las propias agencias de calificación juegan con el discurso del miedo ante transformaciones políticas no deseadas desde los enclaves de poder en que las propias agencias se instalan. Ello explica el uso de verbos de temor (alertar) y colocaciones de contenido alarmista (anhelo independista): Fitch alerta fuga de capitales en España por anhelo independentista de Cataluña. .
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del neoliberalismo (recortes salariales y algunas medidas en el sector sanitario, reducción del déficit). Las unidades léxicas reflejan marcas connotativas de control (intensificar su vigilancia, autorizar planes de endeudamiento a largo plazo, límites de déficit, cumplimientos de objetivos de déficit) siempre en relación con medidas económicas inciertas (dependerá del repunte de la recaudación fiscal, dependerá de la eficiencia de los planes de recorte de gasto). Así mismo, la presencia de marcas lingüísticas de futuro (perspectivas, próximos años) sirve para incidir en la incertidumbre del escenario (un escenario muy incierto): (11)
Las decisiones del gobierno central de poner en marcha medidas importantes para reducir los déficits públicos (como recortes salariales y algunas medidas en el sector sanitario) también se aplicarán a las comunidades autónomas, lo que les ayudará a alcanzar en su conjunto el objetivo de reducción del déficit en 11.000 millones de euros entre 2010 y 2011. Además, a fin de intensificar su vigilancia, el gobierno central autorizará los planes de endeudamiento a largo plazo de las comunidades en concordancia con los límites de déficit. Moody’s cree que el cumplimiento de esos objetivos de déficit dependerá, en gran medida, del repunte de la recaudación fiscal en 2010–2011, un escenario muy incierto a la vista de las débiles perspectivas económicas para los próximos años; también dependerá de la eficiencia de los planes de recorte de gasto que han emprendido muchas comunidades autónomas últimamente. ()
La construcción de las calificaciones o los cambios de rating presenta una retórica más asertiva, con el predominio de estructuras nominalizadas, con una marcada presencia de elementos negativos (deterioro, negativa, déficit, desequilibrios presupuestarios), de elementos coactivos (perspectiva, rebaja, futuros análisis de solvencia, presiones financieras, medidas para abordar) y de muchos datos numéricos precisos que permiten situar la argumentación dentro del paradigma de la autoridad25:
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Cabría incidir en las denominadas modalidades comisivas de los informes de las agencias de calificación en forma de calificaciones indicativas, que suponen una forma de amparar los productos financieros que luego se van a encargar de calificar (Boye 2013: 15).
Léxico y retórica argumentativa de la crisis económica (12)
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COMUNIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Rebaja de Aa1 a Aa2 de rating de emisor a largo plazo; la perspectiva sigue siendo negativa. La rebaja obedece al deterioro de la ejecución del presupuesto corriente de esta autonomía previsto para 2010. Madrid es la única autonomía que ha cumplido con el objetivo de déficit sobre PIB en 2009. Se prevé que su ahorro bruto medido en relación con sus ingresos corrientes se sitúe en el -1% en 2010 y que su déficit financiero esté en torno al 9% (6% en 2009). Esto, a su vez, generará un rápido aumento de la ratio de deuda neta directa e indirecta sobre ingresos corrientes hasta el 80%, desde el 68% estimado para 2009. En los futuros análisis de solvencia de Madrid, Moody’s tendrá en cuenta la persistencia de las presiones financieras, así como, la celeridad con que se adopten medidas para abordar los actuales desequilibrios presupuestarios.
Los informes de las agencias de calificación adquieren un sentido performativo de modo que actúan, modificando las calificaciones de los organismos o de las instituciones evaluadas. Las secuencias lingüísticas asumen una retórica de calificación o valoración (de Aa1/negativo a Aa2/negativo, confirmación de los rating, cambio de perspectiva de estable a negativa, etc.), de modo que se nominalizan al máximo al desaparecer cualquier forma verbal que pueda introducir atisbo de modelizaciones o de procesos relacionales: (13)
Las últimas acciones de rating realizadas por Moody’s para las cinco regiones son las siguientes: Castilla-La Mancha: rebaja de los ratings de emisor y deuda a largo plazo de Aa1/negativo a Aa2/negativo el 17 de diciembre de 2009. Castilla y León: confirmación de los ratings Aa1 de emisor y deuda a largo plazo; cambio de perspectiva de estable a negativa el 17 de diciembre de 2009. Extremadura: confirmación de rating Aa1 de emisor a largo plazo; cambio de perspectiva de estable a negativa el 17 de diciembre de 2009. Madrid: confirmación de rating Aa1 de emisor a largo plazo; cambio de perspectiva de estable a negativa el 31 de julio de 2009. Murcia: confirmación de rating Aa1 de emisor a largo plazo; cambio de perspectiva de estable a negativa el 31 de julio de 2009. ()
Tales calificaciones se construyen con una estructura argumentativa de autoridad, de modo que los informes descubren el uso de las metodologías supuestamente empleadas, así como la forma de acceder a todas ellas o a todas las que posiblemente se podrían haber usado:
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Ángel Rodríguez Gallardo Las principales metodologías utilizadas en el rating de las comunidades autónomas españolas son «Regional and Local Governments Outside the US» y «The Application of Joint-Default Analysis to Regional and Local Governments», publicadas respectivamente en Mayo de 2008 y en Diciembre de 2008, y que pueden consultarse en www.moodys.com, en el subdirectorio de Rating Methodologies, en la pestaña Research & Ratings. En el subdirectorio Rating Methodologies de la web de Moody’s también se incluyen otras metodologías y factores que pueden haberse tenido en cuenta en el proceso de calificación de estos emisores. ()
Muchas calificaciones de las agencias resultan claramente hostiles, ya que funcionan como un medio de castigo o como una herramienta de extorsión. Estas calificaciones funcionan como informes no solicitados, se llenan de perspectivas negativas y pueden llegar a incluir otros discursos del tipo de anuncios, comentarios u observaciones especiales. Con ellos, suelen introducir actos amenazantes sobre posibles cambios en las calificaciones previas. Le ocurrió a Alemania en 2002 cuando fue amenazada con un aumento en sus préstamos para conseguir que se acabase con el bloqueo del proceso de reformas en el mercado de trabajo para imponer las denominadas leyes Hartz de expansión del trabajo temporal en forma de minijobs con salarios muy bajos (Rügemer 2013: 131–134). Y en la actualidad le está pasando a Argentina, cuya situación económica es descrita en términos siempre abiertamente negativos: La calificadora Fitch Ratings tampoco descartó un eventual default en la Argentina. Su analista principal estimó desde Nueva York que el modelo se vuelve «más vulnerable» en el actual ambiente internacional; en diálogo con lanacion.com, advirtió por la inflación, la intervención oficial y la falta de confianza; pronostican una fuerte desaceleración. ()
Las calificaciones de las agencias funcionan en realidad como opiniones, de modo que se llenan de estructuras modelizadoras propias de los textos de opinión que impiden un estricto control jurídico de sus consecuencias. En tales textos se naturaliza la posición de poder del inversor, de modo que se obtenga información fehaciente de si va a ser capaz de pagar las deudas. Todo ello está orientado a convertir a las agencias de calificación en armas políticas, cuya validación procede
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de la propia estructura de los estados y de las leyes que los regulan. Quizá sus discursos ocupan el espacio más opaco del neoliberalismo, porque generan consecuencias políticas, sociales y económicas, pero no responsabilidades jurídicas. Ese discurso está en contra del espíritu más recto de la democracia: Uno de los problemas más graves que plantea la actuación de las agencias es su impunidad. Tradicionalmente, estas entidades se han escudado tras la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que protege la libertad de expresión. Según este planteamiento, los ratings o calificaciones que emiten son “opiniones”, como las vertidas, por ejemplo, en la columna de opinión de un periódico. Por tanto, las agencias deben contar con una inmunidad parecida a la de los periodistas. ()
Según afirma en su estudio Rügemer (2013: 112–113): las calificaciones se apoyan en los balances y presupuestos de las instituciones durante los últimos años, pero también en las inversiones, en las facturaciones, en los gastos y en los ingresos pasados y futuros, en la evolución de la liquidez, etc. Además, se evalúan otros aspectos como la calidad de la gestión, la cantidad y cualificación del personal, la contabilidad, el controlling o política de control, los clientes y proveedores, el marketing y la distribución, el entorno del sector y la productividad.
En general, estos ítems no se suelen discutir, pero lo importante son siempre la perspectiva desde la que se interpreten los datos y qué peso se le da a cada uno de ellos. Por eso, reina la opacidad (Elkhoury 2008), como si los evaluados y sus evaluaciones fuesen secreto comercial (Rügemer 2013: 113): (15)
Marco Normativo en Desarrollo: En opinión de Fitch avances hacia nuevas normas de capital bajo los lineamientos de Basilea III serían positivos y necesarios para la industria en la medida que ayudaría a converger a los estándares internacionales más estrictos en términos de capital; sin embargo, también se reconoce que el esfuerzo de posible sustitución de instrumentos de deuda subordinada por instrumentos que tengan características más cercanas a capital (Going concern triggers) será importante para la industria. ()
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Las opiniones o consideraciones evaluativas de los informes de las agencias de calificación suelen estructurarse discursivamente a partir de ciertas cuestiones básicas (factores claves de clasificación, sensibilidad de clasificación, hechos recientes, perfil de financiero, etc.). En realidad, los informes emitidos responden a una pregunta crucial: ¿qué riesgo corre el prestamista de no recibir en el tiempo estipulado el dinero prestado con intereses y amortizaciones? Por tanto, el informe se redacta en función de los riesgos que asume el prestamista, sin importar lo que le pueda acontecer al prestatario. Como señala Rügemer (2013: 114), no interesa una propuesta discursiva que responda a cuestiones sobre las condiciones del préstamo o sobre si estas parten de una condición de desventaja en la relación entre prestamista y prestatario. Tampoco se contemplan las consecuencias laborales o económicas que los informes evaluadores y sus calificaciones puedan tener en las organizaciones evaluadas: (16)
Posición de Costos de Segundo Cuartil: La posición de la compañía como productor de cobre con un cash cost dentro del segundo cuartil ofrece una amortiguación a las volatilidades futuras de precio del cobre. El cash-cost de producción incluyendo sub productos para el primer semestre de 2014 fue USD1, 58 la libra, una mejoría con respecto a USD1, 71 la libra durante el primer semestre de 2013, principalmente, como resultado de ahorros de costos, energía, diferencias de tipo de cambio y los efectos de un incremento en los niveles de producción de molibdeno como subproducto. ()
La retórica discursiva de las agencias de calificación funciona como un diálogo activo y continuo entre el emisor (issuer) y los analistas () basado siempre en un principio conocido como adverse selection (selección adversa) que consiste en que los evaluados tienden a ensalzar lo positivo y a ocultar lo que resulta negativo, una estrategia discursiva empleada en diferentes ámbitos del conocimiento: (17)
La esperanza del Gobierno, que con otra mejoría de calificación vería refrendado su argumento de que la recuperación está en marcha, se apoya además en que Fitch ha sido la menos beligerante de las big three. Aunque todas ellas han rebajado con intensidad la nota durante la crisis, porque antes todas le daban a España una triple A —una matrícula de honor—, no todas han acometido el mismo número de rebajas: S&P ha recortado la nota en seis ocasiones; Moody’s,
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en cinco; y Fitch, en cuatro. ()
En cualquier caso, los informes evaluativos se sustentan en sobre un modelo o plantilla matemática, de modo que el carácter interdisciplinar de este tipo de discursos de calificación cobra una imagen de objetividad, neutralidad y cientificidad. Es más, existe una base total y aparentemente científica en muchas de las evaluaciones de los riesgos de los inversores que, apoyadas en teoremas matemáticos obsoletos, ocultan o desprecian la perspectiva de que las operaciones financieras están realizadas por seres humanos responsables y conscientes de lo que hacen26: (18)
Factores Clave de la Clasificación La Más Alta Calidad Crediticia: En línea con la estrategia y políticas de inversión de la administradora, Fondo Mutuo Corporativo BancoEstado (Corporativo) mantiene una cartera de inversiones con un bajo riesgo crediticio promedio y una adecuada estabilidad, con un portafolio de inversiones compuesto, durante los últimos 12 meses a agosto de 2014, en un 88,7% en instrumentos clasificados en „N1+ (cl) ெ/ெAAA (cl) ெ y el restante 11,3% en ‘N1 (cl)’. ()
En última instancia, la retórica calificativa y evaluativa de las agencias parte de un absoluto desprecio de la legislación. Este hecho les permite emplear el discurso como un mecanismo de ilusión profesional, de ausencia de culpa y de libertad absoluta de acción. Esta perspectiva les ayuda a introducir toda una panoplia de consideraciones evaluativas en función del organismo analizado. Dominan los actos de habla de calificación, pero no dejan de menudear los de aconsejar u otros similares: (19)
Sensibilidad de la Clasificación Tras alcanzar un peak de Deuda Neta/EBITDA en torno a 2,5x, se proyecta en adelante un deleverage a medida que maduren sus nuevas instalaciones. Si el
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Rügemer (2013) cita entre otros modelos matemáticos el de Black-Scholes, cuyos inventores lograron el Premio Nobel, de modo que su consideración es muy alta en el mundo financiero. Todo ello a pesar de que empresas vinculadas a este modelo, incluso a alguno de sus inventores, quebraron.
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Ángel Rodríguez Gallardo deleverage a niveles en torno a las 2,0x no se produce a partir de 2015, Fitch podría realizar una acción de clasificación negativa. Fitch no ve probable una acción de clasificación positiva en el corto plazo, debido al período de fuertes inversiones que está enfrentando CLC y a la mayor presión a la que están sometidos sus indicadores crediticios. ()
6. Consideraciones finales En definitiva, la retórica discursiva de las agencias de calificación y, con ellas, la construcción retórica y argumentativa de los textos económicos se revelan ser una fuente vasta de análisis del discurso neoliberal. Indagar en sus mecánicas argumentativas es revelador de la nueva construcción de la lógica neoliberal. Esta retórica argumentativa neoliberal se ha sofisticado durante la crisis económica, apelando a la hostilidad y al miedo discursivo. En el fondo, calificar supone emitir valores sobre cierta cuestión. Resulta fácil, pues, caer en los procesos de los discursos de la subjetividad sin que sean aparentes. En buena parte, la opacidad y supuesta objetividad del lenguaje económico favorece esas dinámicas.
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