Le Corbusier y Juan José Lahuerta. \"Espagna\" Cahiers, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº. 48, diciembre 2002.

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INSTITUCIÓX LIBRE de

ENSEÑANZA

de

EI.{SEÑAI.{ZA

DIRECTOR Juan Marichal

CONSEJO DE REDACCIÓN Gonzalo Anes o Elías Dín o José García-Velasco Salvador Giner o Antonio Gómez Mendoza o Diego Gracia Francisco Javier Laporta o Emilio Lledó o José-Carlos Mainer Menéndez-Pidal José Antonio Martínez Soler o Gonzalo Roberto Mesa o Francisco Michavila r Javier Muguerza Elvira Ontañón r Teresa Rodríguez de Lecea o Francisco Ros Nicolás Sánchez Albornoz o José Manuel Sánchez Ron Vicente Alberto Serrano r Virgilio Zapatero SECRETARIO DE REDACCIÓN Carlos \flert

El Bol¿tín d¿ la Inüitucion Lihre de Enseñanz¿ es el órsano difusor de la Fundación Francisco Giner de los Ríos y no asume, necesariamente, los criteriós expxestos en los artículos firmados poisus respectivos autores; de esta. forma sigue Ia pauta del_B)ot¿tín que lo precedió y del espíriü que desde su fundación siemp,re deféndió la Institución Libie de Enséñanza (art. 15 de los Esratutos).

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Fuxo¡CIów Fn¡Ncrsco Gwnnon Los RÍos [INsrr:rucróN IJBRE DE ENSEñANzA]

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P{rtit" lf€ud

de Lnamuno

Esb revisa es miembro de ARCE As@iación de Revistas Culturales de España.

Artes Gráficas Luis Pérez, S. A. - Algorta, 3g - 28019 MADRID Depósito legal: M. 14.917-1987 ISSN:02141302 Todos los derechos re.ervados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por.un sistema de recuperaiión de información, en ninguna forma ni po| ningrin medio, sea mecánico, fotoqurmico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocópia, o cualquiler otrojin el permiso previo por escrito de los editores.

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de )Iiguel de Unamuno en la biograjía y la trayectoria tual de Juan Marichal .- ' ,r -]ulia Cela ." :.t'rt¡tiso de Juan Marichal

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Cruz t-, ltnuno.d_eJuan Marichal y rorJosé María Ridao

19 el pensamiento

liberal español 21

,''! ;,t,'l rle L'[namuno, europeo y liberal: implicaciones y reducciones por Elías Díaz

j'" ;inibolo del centauro. La condición nouecentista del liberalismo ,t!óttiro unamuniano por José García-Velasco L-iiatnttno en elBoletín de la Institución Libre de Enseña'za: Luatrct artículos de Miguel de Unamuno - -lcercn. de algunas costumbres económico-jurídicas infantiles (1895) - Sobre la enseñ,anza del clasicismo. Cómo enseño el Griego en mi cátedra (1908) - Comentario (1917) - Boycouts y footballistas (1921) En torno aPaz en la Guerra: LIna reseña de Rafaet Altamira y cuatro cartas entre Altamira y Unamuno Otra lectura de San Manuel Bueno, mártir, de Llnamuno por Laureano Robles

El sueño del Liberalismo español: Francisco Giner Leopoldo Alas y Miguel de Llnamuno por Adolfo Sotelo Yázquez E/ Unamuno de Ma,ría Zambrano por Mercedes Gómez Blesa

47 49 55 58

6l 65

8l

d,e los Ríos,

113 141

SEMBIÁ,NZAS Homenaje a Vicente

Sos

Baynat

por Luis Jordá Bordehore

151

Recuerdo de Isabel García Lorca

por Ana Gurruchaga

L54

CRÓNICA Proyecto educativo Edad de Plata

159

Homenaje a Vicente Cacho Viu

159

Exposición Rnfacl Akamira. Biografla d¿ un intel¿ctual (18661951) 161 en Oviedo

Presentación del libro El designio de Unamuno deJuan Marichal

161

Presentación del BILE 4+45 en Cádiz

762

Proyecto de recuperación y rehabilitación de la sede histórica de la Institución Libre de Enseñanza

762

Julián de Zulueta. Las perspectiuas al comi¿nzo dcl siglo xxt

de la sanidad

mundial 163

RESEIYAS

Pedro Ribas: Para l,eq a Unamuno por Fernando Hermida L,e

Corbusier yJuanJosé Lahu¿¡¡vl oEspagna>. Cahiers por Miguel Angel García Hernández

r67 169

RESEÑAS 169 pecto al problema de la ueuropeizaciónu de Espa_ ña, al intentar situarse en una posición intermedia

miento, tildándolo de conservador precisamente por no haber criticado lo suficiente la modernidad europea: cuestión de perspectiva...

entre los modernizadores na toda costa, (dema_ siado complacientes con la civilización y tá cien_ cia modernas) y los casticistas antimodárnos, ha propiciado interpretaciones inconectas

El libro se completa con un destacado apara_ to crítico que incluye nada menos que 257

notas,

de su pen_

samiento. Aunque quizá también las propias cunstancias históricas españolas han

una cronología sobre Unamuno, una extensa biblio_ grafía del escritor vasco y sobre é1, y un Índice ana_

cir_

favorecido

lítico, sin duda muy útil para encontrar las

estas incomprensiones, puesto que algunos auto_

referencias que más interesen a cada lector.

res europeos hicieron ya en su tiempo una lec_ tura bien distinta, incluso contraria, de su pensa-

Fernando Hermida de Blas

Le Corbusier, Juan José Lahuerta: . carnets. Editoriar Erecta Fundación Leoorbusier,

y

parís,2001.

hecho, er priegue no sería más que ra meráfora misma der'kaóulo olr red¡re.cion",. fuerra, haciéndoras surgir en ofo rado. como cuando

,rü

:ln:Ht',,'d:ltf;:::J;:tffj:ll?:T;

Hace años un humorisra carcuró que sise desplegara el territorio de suiza, ailanando sus mon- ción y nuesfos gorpes tañas y estirándolas sobre una superficie plana, éstán campanilleando las copas de vino. pequeño país sería diez veces ¡poderomás grande. so pliegue del mundo que transporta en remolinos humorista no sólo caricaturizaba al país áe los relotu"rr de nuestras manos hasta el cristal sin jes de cuco y su atormentada búsqueda de preci- tocarlo y nos es devuelta para embriagarnosl

el El

sión, que llega a querer hacer tabura raia

der

sentimos;;;.;;;rn

ti

rras

ver ese prooigio, y con dos copas de más, acaba_ mos creyendo que ras gotas de vino que escurren

paisaje, sino que además desveraba ese

paisaje

como una simpre sucesión de priegues. De

hech-0, por er borde són gota; o; rrng,., y er perrado iuoo, oe las manos, un destello cristalino. El crissu Lr se oa ra mano ; ., ;;;i;.. Así, enredando y

la montaña' cualquier montaña, sélo es un paisaje ptegado, no muy diferenre ar que ilevaba'en maleta Marcel Duchamp, do¡de se concentraba comprimía el paysage fautif de su vida. s¡ metiá sus obras ahí debió ser, entre otras cosas, para

y

dificuftad, ade-y 1.:*tr1i.|:-.aben mas-' que se pliegan y despliegan a_voluntad sin mucha

cambiando de tamaño prodigíosamente' Basta

esr

confundiendo, plegando sin cesar el mundo sobre sí'mismo, comienzá ,r rn.r*¡rroro trrbajo de hacer

visible el mundo a na-oie

contunoa.

trru.. ¿.i rrt.. pues, sin que ro,,orino..in gigantes, ¿cómo

artrtó;;;;;,

podría haber ¿cómo podríamos hablar? De viaje por ltalia, habiendo atravesaoo tos Atper, .r ,áiq,l¿r sade y Jean_Bap_

iiqrirr"

doblez en su obra para que sintamos er prodigio en que consiste el arte, como basta una hoja tiste Tiercé se oeo,.aron á-oúservar detenidamente papel arrugada en la mano para entender la inquie- la orografía y la botánica del terreno. Los maravi_ tud que nos provocan ros priegues, pues en esa itosos oiou¡os de Tiercé constituyen

de

l,

un desrum_

especie de sistema físico constituido por un 75

por

bánte catálogo de

la hoja va aumentando, sin embargo, er número

de

cion, po.. to grande y por

pliegues

los del mundo: tallos, ciento de aire, casi inmateriar, comprobamos nuJor, ,"rrr, montañas, piedras tiradas sobre mágicamente ya nuncá se nos olvidará- que oiras pieoras, templos tan portátiles -y como la malea medida que estrujamos con más y más fueiza ta de Duchamp. . L, ,nil;

pliegues que

of

recen resistencia. su fuerza

surge

así de ra que nosokos hacemos sobre ér.

óe

fo;;a

v ás qre

de prestar aten_

ro pequeño, a ro pregado.

ro pregado ahora sabemos que hasta ros ríquidos se priegan_ enreda ambas distincio_

-y

BILE n.,48. Diciembre 2002

170

RESEÑAS

nes. Juega y se entret¡ene sin cesar con las meta-

se ha ahorrado siquiera lo más asombroso: que de

morfosis, como demuestra el comentario sobre Suiza, donde pasa de ser uno de los países más pequeños de Europa a ser uno de los más grandes, o como demuestran a la perfección los viajes de Gulliver y las aventuras subterráneas de Alicia. Marcel Duchamp en el país de Brobdingnag...

las 156 páginas que tiene el cuaderno de Barcelona de 1931 las he contado minuciosamente-

Comencemos, pues, por el pliegue. Y ello por haberse publicado recientemente por la editorial Electa y la Fundación Le Corbusier, de París, bajo la dirección de Francesco Dal Co y con un estudio de Juan José Lahuerta, dos de los cuadernos de

dibujos de Le Corbusier de sus viajes españoles, "Espagne". Carnets. El proyecto editorial es asombroso, y más si colaboran en estrecho contacto dos personas como Francesco Dal Co y Juan

José Lahuerta, que no sólo no se han asustado a la hora de hacer una espléndida reedición facsímil en tres volúmenes, uno con un magnífico estudio de Juan José Lahuerta y dos dedicados a los cuadernos de Le Corbusier album de su visita a

-un

Barcelona en 1931 y otro de su estancia en Mallor-

ca y Barcelona en 1932, con dibujos también de su viaje a Argel en 1933-, sino, ante todo, por haberlo hecho con todo el lujo y elegancia que les caracleriza intelectualmente. A diferencia de algunas otras reediciones de revistas y libros de van-

a las que eslamos acostumbrados, y pienso ante todo en las de Jean-Michel Place, no se han ocultado en ésta las máculas y los defectos de los cuadernos. Se reproducen fielmente las arrugas y dobleces de la portada, la rotura de una de ellas y el celofán que pegaron por detrás, la guardia

magnífica espiral de acero, el borde curvado de las

páginas, la etiqueta amarilla de la Papeterie Souias con el precio, los defectos enquistados en el tosco cartón gris, la mancha que los dibujos han dejado en las páginas coniiguas y la transparen-

cia de esos mismos dibujos sobre el reverso del papel, la probable dirección de una prostituta en Barcelona; .Manolita/Calle 1 1 Guardia/2"'"/ 1"'" porte,, las leves manchas de humedad, la sombra bonosa que dejan los dedos manchados con carmás insidioboncillo en las hojas, la huella -aún sa- de lo que estuvo escrito y fue bonado... No

BILE n."48. Diciembre 2002

-y

, 1 6 de ellas aparecen con dibujos y 140 en blanco.

Esto es: hay una proporción de un 10,25 por ciento de páginas con algo y un 89,75 por ciento con nada. Evidentemente, gana por goleada el vací0. Espero que se me perdone tanta aritmética, pero si hemos de hablar del vacío y del blanco de

la página, habrá que empezar por contabilizar, única manera de manejarse con tan insidiosa representación. Lo mismo debieron pensar muchos

en los años veinte, arrojados frenéticamente

a

contar los ceros de una gigantesca inflación o los vacíos y naderías en que se habían convertido sus

vidas. Verdadero mal du sréc/e en medio de los años veinte, como recordaba John K. Galbraith al hablar del uataque de cerosu o nalaque de

ciphers", el nombre que dieron los médicos alemanes a una enfermedad nerviosa provocada por las fantásticas cifras presentes en los billetes. Se

registraron uataques, en hombres y mujeres de todas las clases, abatidos por los esfuerzos para pensar en miles de millones. Galbraith terminaba diciendo: nMuchas de estas personas son aparentemente normales, excepto por un deseo de escribir inacabables filas de ceros,. ¿Serán estos Carnets el diario de un enfermo atacado de ciphers o el esfuerzo de alguien por enfrentarse a su representación? Que nadie crea que es un problema sin importancia. Constituye,

más bien, la columna vertebral de los años veinte, como demostraron a la perfección, aunque de maneras diferentes, Proust al escribir sus maravillosas naderías sin fin y Ozenfant y Jeanneret en tEsprit Nouveau, al prestar atención por primera vez en una revista de vanguardia

vía las

había-

-si

es que toda-

a las innumerables naderías de la

vida moderna: boxeo, music-hall, science amusant,

industria, variétés... Mientras la revista defzara, Dada, terminaba agónicamente, ellos molían el chocolate de la vida moderna. Y todas esas naderías magnificadas e idolatradas, todo ese mundo de la técnica que pocos años antes Jünger había visto emerger como gusanos del barro de las trin-

RESEÑAS 171 cheras' surgían ahora del blanco de la página, lEsprit Nouveau,las élites oftalmológicas, dueños vacío y de ra ausencia, como desveró L. y amos de ras visiones der mundo, serán capaces sier en 1925 en una página de lJrbanisme,at situár á" u.,. ,urgi, Los tecnócratas _¿y un cuadrado en blanco con esta inscripción en quién podrá duoá, toáü que Le corbusier no o. para una obra de sentimiento nava sioo oá áriári- nl nan rrecho otra cosa

del

coi¡r-

,rñ ;;rh..

su

,r,

il:rJ:T.;:'*r

Lo moderno todavía no había,egado...

i'ii:ai'J;y::TJi*,iilH?::irTjlrl

Así

' que podríamos pensar que todo aquél discurso cia.ofreciendo estos poderosos ejercicios sobre la bendita vida moderna que

rii

oiscunra micamente en llEsprit No.uveau no .m mente una mirada a no rrábia llegado' sino cantos mágicos '" o mantras que propiciaban su llegada Pero una vez que

t:l:itjlolvia

pro¡.-

se ha

do la condición de existencia,det vacio, y oa que sea con magia que con raboratorios,

17g2, cuando los teónócratas pusieron unos compactos aniros de sordados átreoeoor der cadarso, mianoo hacia el exterior, para que ra multitud

crea- pudiera ver absolutamente nada. El sonido iguát iro ar caer, ra mirada nrru¡o* y asustada

¿acáso

de

vsión. Recordad el guillotinamiento de Luis XVI en

dado Írente

, ,rrü., ,

no

del hieder sor-

.isuoor oe ras sienes alguien puede frenar su invencible pu¡anzaicrece Íueron ros únicos signos por ros que mires de pery devora todo a su paso, como el desierto nietzs- sonas vieron .J.rn, inisiue. pero recordad cheano. No hay, probabremente, ninguna otra pubti- Jn po.o más, recordad conmigo, y ved ahora, por

..,

cación ni revista de arte donde

oet

tipresencia Jste sóro insiante, a pintura de 1789, er vacío, derbranco, sea ran como en de h R;;;tu.ó.. Áü'..,,o. rentamenre irimero igr-gililr prit Nouveauy en sus ribros a satérite; pues no sóro ius paredes y mirad con asomoro er cuadro que apareció allí la imagen de esta modernidad ausen- presentaba Jacques-Louis David: Bruto recibiente' sino en innumerables sitios más: en 'do Llart décoa tos lictores con los cuerpos de sus hijos.

érml*

lEs-

ratif d'aujourd'hur, también en 1 925; en 1928, Art' de ozenfant, dedicado a.Raoul Rochette y

en

con

Muad Jetenidamente s, ,roá Jái.io y esa cartera que nos oescri¡e nit,o.r.ni. .i .radro. Mirad y ale_ i.rirro, ar ver que der cuadro de David ro único

(qui aime res arts,; en las Éomicas historietas que dibujaba,Tópffersobre Mr pen qr" r.',r},.. ,r. cr7 a principios del siglo XtX, y que Ozenfant Jin.y,,, 0.." la tétrica leyenda;

V

,.r..-u..íi_.',,¡.,u

l,

obra es para

irr.i¡p.ü.. Jeanneret fueron los primeros en recordar y Así comienzan las aventuras de la vida moder_ car; refurge er branco, er vací0, en ra fotograiía na: abriendo hueco, vaciando. una vez abierto er un cuadro de Bauchant, er pintordomingu-ero oes- vácí0, sóro los,iol.tes sá¡Li u., ro que hay que cubierto por Baynar y ozenfant, invertiio y tindo vJr: er recto ver. sobre un campo; desrumbra en ros ¿Qué se puede ver y cuár es er recto ver de mientos de Le corbusier sobre España? si pasamos der ás,ii por "ra rey oe ta ciento oe no;as su obsesivo deseo por vaciar de coroiy de matede Le coóusier ria los muros de ra vivienda moderna; y óiega ,i j o,zs por ciento de hojas con argo,ro sabremos mente -arde en nuestros ojos- en sulnsórita enseguida; framencas, u¡stas ár¡oas de España, propuesta del uarmario

publide

pronunciacat,, tinal

de

t:,i{t::

téc-

;'bñ.;i;;;;;;;;;;,\,

prostñutas

dere"ttioóiino

dlslrcerona, bunitos... :lPliche nico que debía hacer er vacío en nuestras casas bi o. to qr, tr.tá á. una recta v¡s¡ón, para que no ruviéramos.il1^rl ras paredes ¿podríaseracasoJril;;;;"?¿Nosonesos todo, sin embargo, en los ós mismos temas de las taietas postales, uLugar para una obra,de de las sertimiento mo- grías o. viaje, de las representaciones estereotiderno": eso dice el blanco de la página. sólo p"o'.r o. España? De todo ello, de esa visibilidad dotados de buena vista, aqueilos capáces oe esta- liJ"oenaoa que surge der recto ver, poco tendrÍa

cajones.

y

,.

o.l.*

los

blecer direcciones en

ra

vida moderna, como

oecá

io qre oecir, pues .luán Ge Luñr.rt. riquha

prác_

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172

RESEÑAS

ticamente el tema en su magnífico estudio, donde repasa minuciosamente las sucesivas representaciones que de España se habían hecho en Francia en la primera mitad del siglo XX confrontándolas

con las expectativas de Le Corbusier en su viaie, no se podría así como con la planificación -pues llamar de otra manera- de su doctrina arquitectónica durante estos años. Mirando ese 89,75 por ciento de páginas en blanco, que nos dicen, sonoras y cristalinas, que poco, muy poco, tenía que ver

y dibujar Le Corbusier en España, es

imposible

hombre, de su inmutable permanencia sobre el tiempo, sólo buscaba la absoluta visibilidad de esas

otras consfantes plásticas que con tanto fervor habían defendido Ozenfant y Jeannerel desde Aprés le cubisme, en 1918, Pero ahora, a la luz negra de las prostitutas del Banio Chino, que supo-

nen realmente la materialización de esas constantes, y bajo los potentes focos del esludio de Lahuerta, creo que fue algo más que un simple viaje de retorno y de hundimiento en la Historia. Un viaje, posiblemente, a aquel lugar donde, por

imaginar su posible llenado, porque, de hecho, no están vacías, sino vaciadas. Algo ha sido evacuado de ellas, algo que ellas gritan desde su vacío y apenas llegarnos a ver en las otras páginas: una

plegado y estereotipado, Espagne, se podía recoger a cucharadas el trabajo ornamental del arte: su constante pensar en el desarrollo de figuras a

modernidad ausente que nos quema los ojos. Pero mirando ahora el 10,25 por ciento de páginas lle-

gues del arte. No voy a entrar ahora en ese tema, oscuro donde los haya, pero intuyo que las españolas de estos Carnefs debieron de ser su punto de partida. De cualquier manera, las españolas españoIizan lodo a su paso, y yo casi estoy tentado de resumir en bloque lo que el estudio de Lahuerta deja entrever con claridad: que en estos bocetos tomados á toute allure, a toda pastilla, como decía Le Corbusier, ya no late el ualma de España', y ni siquiera, a pesar de que, como dice Lahuerta

nas, las que se ofrecen con flamencas, prostitutas y rostros de españolas, ¿no pensamos acaso que la modernidad española es ésa y sólo ésa? ¡Bendito sea el recto ver que nos saca de dudas! AsÍ que lo que se hace visible en esios c/lchés de Espagne, verdaderas vistas en negativo, es la domesticación del vacío que las rodea. En otro lugar me ocupé del viaje de Le Corbusier a Madrid

en 1928 como de un viaie de regreso: una espe-

cie de máquina del tiempo por el que Le Corbusier intentaba crear en España las condiciones para plantear la retórica de un discurso sobre una

modernidad primitivista. uNo se tiende a,quí a la casa aislada sino a la reunión de viviendas, como los trogloditas,, dijo a bocajarro en la Residencia de Estudiantes en 1928, y en medio, además, de

una reunión de intelectuales que no

partir de una única figura. Un viaje, pues, a los plie-

tirando del ovillo de una frase de Maurice Barrés, España sea uune Afrique,; ni siquiera late, digo, aquel maravilloso.impulso que llevó a Delacroix a hacer su viaje a Africa para comprobar extasiado cómo el color se transformaba en calor; ni palpita siquiera lo que un joven Jeanneret escribió en su Viaje a Oriente a propósito de la ubelleza conso-

obviamente, ni rechistarle: todos ellos seguían con

ladora, de la cerámica popular, que los cántaros y vasos de su primera pintura purista volvería sin

fervor ese recto ver desde las páginas de LEsprit

embargo consuelo de una realidad abstracta. Aquí,

Nouveau. Pero cuando Le Corbusier dijo semejante

en esta Espagne sin cerámica, sin cachanos

barbaridad a nadie se le ocunió pensar en el lnmueble-Villao en el Pabellón de LEsprit Nouve' au: ¡la reunión de viviendas, como la que impone para nosotros diariamente Das Kapital, la que

Le Corbusier debió de verlos a ni. botijos miles-, en esta España donde unada ríe y nada consuela,, como había dicho su admirado Elie

impuso con alegría Le Corbusier en su reforma de

se frotan y calientan las prostitutas catalanas con el vacío que las rodea, en el corazón sin arterias de esla Afrique ya no late la luz y el aire, sino, a

osaron,

París, era, nada menos, que trogloditismo! ¡Bendito recto ver que nos hace ver las virtudes de un nuevo lsmol Esa búsqueda de las constanfes del

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-y

Faure en una frase tenible, en esta Fspagne donde

lo sumo, mudez; no hay propiamenle

secreto,

173

RESENAS como el que persiguiera Gautier en su Voyagey todavía obsesionaba a Maurice Barrés, sino repre-

siónj no hay emoción, pudor ni lágrimas, como las de Elie Faure en calzoncillos en un balcón de un hotel de la Gran Vía en Madrid al proclamarse la República, sino vergüenza. En estos dibujos de Le Corbusier, Espagne se averguenza de estar desnuda, aunque también es cierto que se avergüenza de estar vestida, de buno o de flamenca. O propiamente: se avergüenza de estar. ¿Acaso no dice eso el vacío que la rodea? Toda el .alma de

España,, todos aquellos clichés de opereta que contribuyeron, legendaria o mÍticamente, a forjar

siglo xlx, entre las ruinas de Roma... ¿No habrá fundido Le Corbusier en su viaje a España el viejo cliché del romanticismo francés con las primeras mitologías del surrealismo? O propiamente: ¿no será el viaje de Le Corbusier a España el primero de los viajes de .etnografía surrealista,? Un viaje donde se pliegan España y Átrica, el romanticismo y el surrealismo, las españolas con las máquinas, Gaudí con el Barrio Chino. España es aquí fuga de su representación, fuga sin fin: todo se ofrece tan perfecto y cristalino, tan evidente, que apenas reparamos en que todo, a su vez, no es más que nada, la forma plegada de oira forma que

más arte, como el de Delacroix, Décamps o Matis-

es a su vez nada ahuecada y aventada. O por

se, han dado ahora en forja del vací0. Aquí sólo

decirlo de otra manera: son a/goque surge al ahuecar o vaciar otro algo anterior, que se conv¡erte en

respiran los nombres y clichés de Das Kapital. Por decir brevemente lo que Lahuerta enreda y desen-

nada anle la llegada del nuevo. Esas españolas

reda sin cesar en su estudio, como Penélope en su telar, tejiendo una espesa masa de nudos que nos aprisionan, que casi tocamos con los dedos,

son prostitutas francesas decimonónicas, como las

como en la mayorÍa de sus asombrosos escritos,

las chicas de Argel que Le Corbusier copiaba detenidamente de tarjetas postales, que serán a su vez

que se dirían hechos de braille para uso de ciegos, yo diría que aquí, en esla Espagne, el capitalismo

se ha desbordado en exotismo.

.España es una África'... ¿Cabe mayor capitalización del viejo moffo del alma romántica? Viejo, ciertamente, como demuestra la continuidad entre las visiones de Gautier y las de Le Corbusier. El 1 de enero de 1875, la Gazette des Beaux-Arts publicaba un estupendo artÍculo de Albert Jacquemart sobre modas japonesas que venía ilus-

trado, entre otros grabados, con dos vistas de España y Egipto basadas en las pinturas de Paul Baudry. .¡¡5p¡NlAu, (AEGYPTUS), dicen amenazadoramente en mayúsculas y latín las extrañas cartelas bajo estas no menos extrañas vistas: un chico desnudo enseñando el culo para HISPANIA y otro de frente e igualmente desnudo (o quizás desnudado) para AEGYPTUS. Ya tenemos un buen montón de extrañezas, y comenzando además por la que reúne y transforma, como sobre una mesa de disección, a España en HISPANIA y a Egipto en AEGYPTUS por efecto de la sacrosanta lengua del

lmperio. Bello como el encuentro foriuito y accidental de un hispano y un egipcio perdidos, en el

que puso de moda Constantin Guys, y dejarán de serlo porque son a su vez --4 serán en breve-

odaliscas o las mujeres amándose de los años treinta, que se convertirán a su vez en las formas rotundas de las mujeres de la -¡españolas!serie dedicada a la Guena Civil en 1939: Earcelone Iy Barcelone //. Las españolas de estos cua-

dernos son como cáscaras de lrigo aventadas. Están ahí para echar a volar el significado de España. Son gases fugaces y volátiles, contaminantes. Siendo lo que no son, el rastro de una mirada, que

apenas tiene posibilidad de ser pues se evapora al detenerla, son sin embargo lo que permite dirigir la mirada, como el humo enante en el cielo. Ellas no son más que la forma detenida del humo, que redirecciona nuestra mirada en un paisaje: han salido del humo del cigarro que sostenían entre sus

labios las españolas de Picabia... Lo que vemos en estos cuadernos es, pues, la forma plegada de

todos esos viajes de la forma: su defensa más rotunda. EsIe Carnet de voyages apesta a patrones de origami. Más que un carnet de visiones-eso que cualquier artista llamaría ula tragedia de ver,-

semeja uno de aquellos catálogos de tipos y pro-

BILE n.'48. Diciembre 2002

174

RESENAS

totipos con que los artistas del siglo XVlll, y aun algunos del siglo xlx, entretenían sus tardes en el

veautuvieron con Picabia, con el rnvenforde ese prototipo de española que iba a hacer suyo ense-

taller, sacando y entresacando dibujos de álbumes, libros o grabados, como las láminas de D'Harcan-

guida Le Corbusier, es uno de los lugares más pliegue negros del arte contemporáneo

ville o los famosos cuadernos de ltalia de Louis

más

David, calcados con todo el esmero del mundo. En

fértiles que se desprenden al leer el estudio de Juan José Lahuerta, que siempre se las arregla para

España poco hay que ver, parece querer decir Le Corbusier, ¡pero qué montón de rectos y buenos

tenso-,

-su

y también uno de los jirones de dudas

abrirnos los ojos, y muchas veces en canal.

prototiposl Si el dibujo es la probidad del arte, como

Después de todo lo dicho sólo me queda reco-

decía lngres, estos cuadernos de Le Corbusier Pocos años antes de que Le Corbusier acabara

mendarte, lector, que compres este libro y lo sitúes en tu estantería en su justo sitio: enlre el Voyage á Orienty Une Maison-Un Palaisy rodeado de

pintando españolas en el banio Chino, Francis Pica-

las obras de Henry Ford. Cómpralo y tenlo ahícomo

demuestran que la probidad se ha vuelto misal.

bia había pintado las suyas, tan anodinas como

un bien preciado, pues sin duda lo es, acumulan-

máquinas o como el retrato de madame Aymon de

do polvo pero siempre presenle en tu memoria, como el Grandverre de Duchamp, pues esta ree-

lngres, la Belle Zélie, en el que estaban basadas. uA quien no le gusten las españolas Pica-decía bia- les pintaré máquinas. Si no les gustan las

máquinas, les pintaré francesas". Españolas, máquinas y francesas comparlen su temeraria y deslumbrante equivalencia. Con esos cuadros donde se pliegan y arrugan sus absurdas máqui-

dición facsímil, elegante y cruel a la vez, tan opaca

como ese vidrio tirado en el suelo que fotografió Man Ray, no guarda sólo el (secreto de España", sino otro aún mayor, desmesurado y excesivo, ciego, blanco, hueco: la trágica comicidad de la vanguardia, el pliegue de su risa. Y a quien estas pala-

daba igual, por nas dadá en grumos figurativos tanto, que fueran españolas o francesas-, Picabia

bras le parezcan excesivas le aconsejo que vuelva a echar ahora un vistazo al dibujo de sí mismo que

comienza el más duro asallo contra la modernolatría de las vanguardias: su creencia de que la repre-

dencia de Estudiantes en 1 928: sobre un burro, con

sentación de una máquina vale más que una

lanza

-y

española. Le Corbusier ha debido de aprender bien

la lección. A fin de cuentas es en su revista, LEsprit Nouveau, donde se había publicado el texto de ruptura de Picabia con Dada, donde Ribemont-Des-

saignes había publicado un importante artículo sobre Picabia y donde apareció su polémica con Marinetti a propósito de la invención del tactilisme. Ambos tuvieron además un destacado papel en la

hizo Le Corbusier en su visita en Madrid a la Resi-

y escudo, destruyendo molinos llamados uAcademias,, con las alforjas repletas de sus libros

y lanceando una guitana. ¿La guitarra y los molinos, símbolos de España, son por tanto el otro lado de la Academia? En el dibujo vemos que con la gui-

larra se rompe también una columna clásica. ¿España es por tanto lo clásico? ¿Quién es este Quiiote, un bárbaro o un moderno?... Hace algunos años quise explicarme esta caricatura tan insó-

celebración del Congreso de París, en 1921, que

lita, que enreda y anuda todo en su negro vórtice,

contribuyó a engrasar la maquinaria. Le Corbusier,

pero lo dejé por imposible. ¡Que alguien me lo

tan austero y burocrático por entonces, obsesio-

explique, demonios!

nado con poner orden en las vanguardias, podría

parecer la contrafigura del proteico y rabelesiano Picabia, pero sin duda sabía adónde y a quién mirar... La relación que Jeanneret y LEsprit Nou-

BILE n."48. Diciembre 2002

Miguel Ángel García Hernández

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