“Las sociedades femíneas de temperancia”: su lucha contra el alcohol y por la participación política, XI Simposio de Historia y género, UIA Recinto Metro, 26 de septiembre de 2014.

October 10, 2017 | Autor: M. Rosario-Urrutia | Categoría: History, Temperance/Prohibition
Share Embed


Descripción

“Las sociedades femíneas de temperancia”: su lucha contra el alcohol y por la participación política

Mayra Rosario Urrutia, PhD Departamento de Historia Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras Introducción: Al momento del cambio de soberanía de 1898, la posibilidad de una prohibición nacional de alcohol no era una agenda del pueblo y mucho menos de los nuevos funcionarios coloniales. No obstante, sectores que se legitimaban públicamente, como: las iglesias protestantes históricas, la Federación Libre de Trabajadores, masones, teosofistas, espiritistas y librepensadores en general, fortalecieron una discusión anti alcohol que ya había iniciado una elite intelectual a partir de 1874. Me refiero tanto a médicos como escritores que desde foros como El Ateneo, a través de sus escritos y de su poder de persuasión articulaban y vinculaban la virtud de la temperancia con la modernidad y el progreso social. En ese período, donde la mujer en Puerto Rico contaba con escasas oportunidades educativas, no se detectan de su parte comparecencias en dichas discusiones temperancistas.1 Entre 1898 y 1915 el rechazo al consumo desmedido de alcohol como una forma de reordenar la sociedad, se discutía ocasionalmente en la Isla y la bebida se catalogaba como un estorbo socioeconómico, una afrenta moral y un problema de los “desheredados de la fortuna”. Esas tímidas exposiciones de moderación se transformarían en reclamos de supresión de alcohol cuando los misioneros y misioneras estadounidenses comenzaron a plantear a través de los medios de difusión la posibilidad de implantar una medida prohibicionista. 1

Véase parte de esta presentación en, Mayra Rosario Urrutia, “Reconstruyendo la nación: la idea del progreso en el discurso anti-alcohol; 1898-1917”, en Consuelo Naranjo, Miguel A. Puig Samper y Luis Miguel García Mora, La Nación soñada, Cuba, Puerto Rico y las Filipinas en 1898, Ediciones Doce Calles, España, 1996, 585-594.

1

Una cosecha de ministros protestantes puertorriqueños despuntaría como los líderes de esta propuesta a través de su prédica en los campos y en las centrales azucareras, la publicación de artículos en el Puerto Rico Evangélico y sus escritos en la prensa socialista.2 Para esa época, la opinión pública estaba muy dividida entre los que defendían la temperancia puertorriqueña y los que señalaban la generalización del alcoholismo. A pesar de las discrepancias, las versiones coinciden en que en la Isla se bebía, en lo que diferían era en la cantidad y en el contexto en que se hacía. A partir de 1915, las poderosas organizaciones protestantes estadounidenses con el apoyo de las iglesias evangélicas radicadas en Puerto Rico, la Federación Libre de Trabajadores y algunas logias masónicas promovieron ante el Congreso que se adoptara localmente una medida prohibicionista.3 Para esa misma época, un sector de mujeres protestantes se dio a la tarea de establecer en 1916 una serie de Ligas de Temperancia bajo el auspicio foráneo de la “Women Christian Temperance Union” y el liderazgo de Miss Annie Robbins, quien era su representante oficial. Su membresía, estimada en unas 315, consistía de dos uniones compuestas por damas estadounidenses y diez compuestas por damas de la Isla.

4

Los hombres podían ser miembros

honorarios de esas Ligas.5 Cabe señalar que aunque Edith W. Hildreth fue nombrada Presidenta de la Liga de Temperancia protestante en Puerto Rico, no existía un organismo que las uniera, ni ella había

2

El Puerto Rico Evangélico fue el órgano oficial en Puerto Rico de las Iglesias: Bautista, Discípulos de Cristo, Evangélica Unida de Puerto Rico, Metodista, Presbiterana y Luterana. 3 La primera solicitud fue suscrita por dos misioneras estadounidenses radicadas en Arecibo. Ambas eran representantes de la influyente Oficina de Reforma Internacional presidida por el Reverendo William Crafts. La mayoría de las resoluciones que solicitaban la Prohibición procedían de Iglesias evangélicas radicadas en Estados Unidos. Véase, National Archives, Record Group 350, File 468, Part One, 7-60, Doc. 468-7, 7 de diciembre de 1915. 4 Véase “Liga Temperancia de Puerto Rico”, octubre 31 a noviembre 2, 1968, Jubileo de Oro Liga de Temperancia. 5 “Las mujeres y la Temperancia”, Puerto Rico Evangélico, Año 4, Núm. 17, p. 17, 10 de marzo de 1916.

2

sido electa por la fluctuante membresía. De hecho, no sería hasta 1918 que se celebraría la primera Convención Insular y que se organiza una Liga Insular de Temperancia protestante. Mas la coyuntura de un clima congresional favorable a la prohibición en una época de guerra facilitó su inclusión en el artículo dos de la Ley Jones de 2 de marzo de 1917. Esto, a pesar de la tenaz oposición de los principales funcionarios coloniales estadounidenses y puertorriqueños como el Gobernador Arthur Yager y el entonces Comisionado Residente, Luis Muñoz Rivera.6 La misma disponía que: Un año después de la aprobación de esta Ley y en lo sucesivo será ilegal importar, fabricar, vender, o ceder, o exponer para la venta o regalo cualquiera bebida o droga embriagante; Disponiéndose, que la Asamblea Legislativa podrá autorizar y reglamentar la importación, fabricación y venta de dichos licores y drogas para usos medicinales, sacramentales, industriales y científicos únicamente…7 A esos efectos y tras su aprobación comenzó la planificación del primer referéndum a celebrarse en la Isla en julio de ese año. El mismo se insertó en una época de profundas transformaciones sociales, políticas y económicas derivadas de las nuevas relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos. Los defensores de esa medida canalizaron a través de esa lucha su descontento con el precario estado político y socioeconómico que mantuvo por siglos el régimen hispánico. La defensa de la prohibición simbólicamente se asociaría con las expectativas de mejoramiento socio económico de los nuevos ciudadanos estadounidenses. En ese contexto, y silenciada entre siglos de anulación en su participación política, sobresale un sector de mujeres de la elite criolla, que ya disfrutaba de más oportunidades 6

Mayra Rosario Urrutia, “La cláusula prohibicionista de la Ley Jones, ficha del tranque a las aspiraciones autonomistas, 1915-1917”, en Centenario de la Carta Autonómica de Puerto Rico 1897-1997, Fundación Puertorriqueña de las Humanidades y Círculo de Recreo de San Germán, 1998, pp. 71-84. 7 Véase, http://www.lexjuris.com/lexlex/lexotras/lexactajones.htm, accesado el 15 de septiembre de 2014.

3

educativas y se profesionalizaba. Ese grupo no se identificaba abiertamente con corrientes político partidistas ni religiosas (aunque la mayoría era católica) y para efectos organizativos no se integraron con las mujeres protestantes temperancistas que se iban estableciendo localmente. Lo componían las mujeres organizadas en las Sociedades Femíneas de Temperancia quienes se lanzaron a la arena pública y dejaron sentir su voz enérgicamente en el combate anti alcohol. A esos efectos, mi propuesta con relación a esas sociedades femíneas consiste en que su formación y defensa de una campaña prohibicionista les brindó la oportunidad de consolidar una estrategia organizativa por separado de los hombres quienes se agruparían en Ligas de Temperancia masculinas. Sobre todo, la temperancia les brindó la oportunidad de efectuar una crítica transición de la llamada esfera doméstica a la pública sin alejarse muy violentamente de la concepción tradicional del llamado “decoro femenino” y el culto a la domesticidad en una sociedad con visibles cánones machistas. Las Sociedades Femíneas de Temperancia Estas sociedades comenzaron a organizarse en marzo de 1917. Su agrupación respondió directamente a la inclusión de la enmienda prohibicionista en la Ley Jones. En mayo de ese mismo año, identifiqué 19 pueblos que contaban con esas agrupaciones. Los comités de Ponce y de Yauco fueron considerados

como “verdaderos baluartes de la causa redentora del

prohibicionismo”.8 Las sociedades formaron parte vital de un movimiento de protesta social que fue respaldado por los sectores que mencioné anteriormente y además, por el Partido Socialista fundado en 1915, la Asociación de Maestros, personas independientes que pertenecían tanto al 8

“Comités prohibicionistas femeninos”, El Combate, San Juan, Año 1, Núm. 1, 8 de junio de 1917, p. 2.

4

partido Unión como al Republicano y hombres que organizaron sus ligas prohibicionistas en casi todos los pueblos de la isla. Las Sociedades Femíneas de Temperancia agruparon a féminas alfabetizadas mayores de 21 años que quisieran unirse a la campaña. Contaban con una directiva y un registro de miembros con voto decisional. Sobresale la participación de mujeres de sectores acomodados, de profesionales o de esposas de éstos. Un sector de ese liderazgo femenino vislumbró y canalizó simultánea y posteriormente a la campaña prohibicionista la lucha por el sufragio femenino. Muchas de ellas, desde antes, ya se identificaban con la defensa de la causa sufragista.9 Para 1908 ya se había efectuado un reclamo formal por tres mujeres obreras durante el Quinto Congreso de la Federación Libre de Trabajadores para solicitar a la Legislatura el derecho al voto femenino. Igualmente, el Partido socialista incluía como parte de su programa una “política de sufragio universal para hombres y mujeres”.10 Hay que recordar que en la Ley Jones se incorpora el artículo 35 que como explica María de Fátima Barceló Miller, el mismo “facultaba a la Asamblea Legislativa de Puerto Rico para imponer restricciones, por sexo y otras razones, a los ciudadanos en su derecho al voto”. Por tanto, el mismo se prestó a la interpretación de que si la Ley Jones les confería el voto a los ciudadanos estadounidenses, mayores de 21 años, esto debía incluir a las mujeres.11

9

“Sociedad femínea de temperancia en Ponce”, El Águila de Ponce, 21 de mayo de 1917, p. 6. María del Carmen Baerga y Marcia Rivera, 8 de marzo: luchas cotidianas en favor del bienestar y la igualdad, Centro de Investigaciones Académicas, USC, Centro de Estudios de la realidad puertorriqueña, marzo de 1988, p. 16. 11 María de Fátima Barceló Miller, La Lucha por el sufragio femenino, 1896-1935, Centro de Investigaciones Sociales, Ediciones Huracán, 1997, p. 73-74. 10

5

Esta discusión en torno al sufragio cobraría auge para el año 1919 en Puerto Rico. El 26 de agosto de 1920, y luego de aproximadamente cien años de lucha, la Enmienda 19 a la Constitución de Estados Unidos se convierte en ley y las mujeres estadounidenses votan colectivamente ese otoño, incluso en la elección presidencial. 12 En Puerto Rico Ángela Negrón de Vivas,

quien fue una propulsora del sufragio

femenino, inició la Sociedad Femínea de Temperancia y presidió la Liga Femínea de Ponce desde sus comienzos. Se le unió a la cruzada de temperancia como vicepresidenta de la Liga de Ponce,

Lola Pérez Marchand de Goico, una de las primeras doctoras puertorriqueñas en

medicina identificada con actividades cívicas y la causa sufragista. Rosa Báez de Silva (Secretaria) y Amina Tió de Malaret, (miembro de honor) igualmente se identificaban con la causa sufragista y también se unieron a la causa. Sobresale la participación de otras sufragistas en las Sociedades Femíneas de Temperancia como Ana Roque de Duprey en el Comité de Humacao, Trina Padilla de Sanz, “La Hija del Caribe”, en el de Arecibo, Carlota Matienzo en Río Piedras y Grace de Lugo Viñas en San Juan. Algunas de las esposas de profesionales fueron: en San Juan, Rafaela de Matanzo, esposa del Dr. Francisco Matanzo quien había sido Director del periódico librepensador El Combate. Otras participantes fueron la esposa del ensayista y lingüista Augusto Malaret y María S. De Gutiérrez Igaravidez, esposa del Dr. Pedro Gutiérrez Igaravidez, Presidente de la Asociación de Anemia y la Asociación Médica. Aunque para efectos organizativos las Ligas Femíneas se fragmentaron en defensa de sus relaciones de clase y género, buscaron aliados masculinos de su clase para apoyarlas desde la 12

http://www.history.com/topics/womens-history/the-fight-for-womens-suffrage, accesado el 21 de septiembre de 2014.

6

tribuna. El liderazgo de las Ligas se alió con el médico Francisco del Valle Atiles, Francisco Matanzo, Ramón Negrón Flores, Celedonio Carbonell y Herminio Rodríguez quienes fueron los organizadores del Comité Prohibicionista de San Juan. Las argumentaciones En Estados Unidos la lucha prohibicionista cobró auge dentro del movimiento progresista.13 Las portavoces de las Sociedades Femíneas locales también manifestaban ideas progresistas y fomentaban la idea de utilizar el poder del gobierno como un instrumento positivo de reforma y orden. Al convocar a más mujeres para que se siguieran uniendo a las Ligas enfatizaban en que las mismas eran una forma de adoptar medidas para evitar que se cometieran más crímenes, y salvar vidas.

Muy curiosamente, enarbolaron argumentos eugenistas sobre la necesidad de

evitar la degeneración de la raza debido al alcoholismo.14 Fue por eso que la causa les abrió la participación en actividades y tribunas públicas a través de las cuales exhibieron sus dotes intelectuales y su poder de oratoria y persuasión. Al articular un discurso benefactor, extendieron sus roles domésticos fuera del hogar y así evitaron chocar violentamente con la fuerza ideológica de una sociedad patriarcal que las miraba con recelo. Es por eso, que como estrategia, no se distanciarán por completo de sus roles tradicionales. Lo que hacen es que los capitalizan en la arena pública y de esa forma logran más apoyo de sectores masculinos para sus pedidos posteriores.

13

Véase a James H. Timberlake, Prohibition and the Progressive Movement, 1900-1920, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1963, p. 1. 14 “Sociedad Femenina de Temperancia de Ponce, a las adheridas”, El Águila de Puerto Rico, 21 de mayo de 1917, p. 6.

7

Además, las Ligas, al presentarse como salvaguardas del futuro de las nuevas generaciones y de la paz familiar, elaboraron argumentos en contra del alcohol que se dirigen principalmente a los sectores obreros. Propusieron la reivindicación de esas mujeres a las cuales consideraban víctimas sufridas debido al consumo de alcohol de sus maridos y a los efectos que tenía el alcoholismo en la economía del hogar.

En su discurso denunciaron el estado de

desasosiego que causaba la presencia de un padre borracho. Las profesionales de las Ligas harían suya la causa de la reivindicación de este sector con una actitud maternal y de evidente distancia social. En el caso de las mujeres militantes en el partido socialista, no se les permitió formar Ligas por separado de los hombres. Las combatientes también planteaban que el alcohol era uno de los principales causantes del estado de pobreza y estancamiento del jíbaro. Este estado, según ellas, lo mantenían los grandes intereses a costa de la desgracia ajena.

El campesino, al igual que los obreros,

ejemplificaba la condición de una clase oprimida por los intereses licoreros y a la vez representaba los valores de la sociedad tradicional donde el alcohol había sido un factor importante en la vida cotidiana y figuraba incluso, como parte de la alimentación. ¿Habrá cuadro más desgarrador que el que se ofrece en el desmantelado bohío el “día de la paga”? El día anterior todo es unión; pero llega el momento del cobro, el pobre hombre se dirige a la tienda a pagar el semanal anterior y a surtir su miserable dispensa para la semana que va a empezar…Y…no termina de hacerlo porque entre una semana y la otra, media la empuñada, la babosa copa que uno por uno de sus compadres fueron empinando desde temprano.15 Las solicitudes al Ayuntamiento de Ponce para celebrar reuniones prohibicionistas ponen de manifiesto la movilización del liderato femenino.

La celebración de las veladas de

temperancia fue una estrategia para compartir y discutir el impacto social que podría tener la

15

“Nuestras mujeres y nuestros jíbaros”, El Águila de Puerto Rico, 2 de julio de 1917, p. 3.

8

prohibición. Entre el 21 y el 23 de mayo se celebraron tres de estas actividades en el teatro “La Perla” de Ponce. Las mismas consistían en discursos, música, himnos, denuncias hacia los daños del alcohol y el reconocimiento a las mujeres de Ponce por haber comenzado la campaña prohibicionista.16 Los hombres prohibicionistas, exhortaban a las mujeres de las “Ligas” a defender la causa exaltando sus roles de madres, esposas, hermanas y “matronas de almas nobles” al servicio del bien social.17 Su deber, muy convenientemente para ellos, era que convencieran a los electores masculinos a votar por la prohibición en un momento en que ellas no podían hacerlo. Y después, ¿qué? El 16 de julio de 1917, los resultados del referéndum avalados por los electores masculinos mayores de 21 años fueron devastadores para los anti prohibicionistas.

El sí ganó

con un 61.5% de los votos. (Fueron 102,423 favor y 64,227. en contra.) Luego del triunfo, en la fase de implantación de la medida, cuando la prohibición comienza a resultar un anacronismo social, las mujeres de la elite criolla abandonan la causa y se concentran en la lucha por el sufragio fortalecidas por su participación en las Ligas Femíneas. Además, una interesante transición ocurría en los hábitos de consumo de alcohol de ese sector femenino acomodado sin implicar que las temperancistas fueran parte de esa transición. Durante la década de 1920, nuevos estilos hacían su aparición. El alcohol, encarecido por la Prohibición se convertía en un símbolo de estatus. Beber ya no era cosa de hombres, y mucho 16

“Tres grandes conferencias para reforma social”, Puerto Rico Evangélico, 25 de mayo de 1917, Año 5, Núm. 22, p. 8. “La velada de anoche en La Perla, El Águila de Puerto Rico, 23 de mayo de 1917, p. 1. “Tercera Conferencia en La Perla”, El Águila de Puerto Rico, 24 de mayo, p. 1. Una de las situaciones que agitó el debate en esos momentos fue la discusión con el entonces joven Luis Muñoz Marín quien defendió a brazo partido la causa anti prohibicionista. 17 “Mensaje a la mujer puertorriqueña”, La Correspondencia, 12 de junio de 1917, p. 3.

9

menos de hombres pobres. Su consumo por mujeres era sintomático de un nuevo estilo de vida, de la nueva presencia femenina en los exclusivos centros de reunión. Con trago en mano provocaban la alarma social. Nuestras mujeres toman hoy licores que jamás hubiesen probado antes de la prohibición; suele decirse ya en nuestras reuniones sociales a las jóvenes elegantes “que no están de moda” sino se dan un par de “palos” de “whiskey o “coñac”. Esta es una desgraciada imitación de la vida poco correcta de la “flapper” americana o de su congénere francesa. En ese entonces, serían las abstemias y consistentes mujeres protestantes las que cargarían prácticamente solas con la organización de nuevas Ligas de Temperancia. Es cuando la causa se va perdiendo y los discursos se van agotando, que la temperancia comenzaría a perfilarse y fortalecerse bajo un liderazgo protestante y femenino, quien único siguió defendiendo la causa. Reflexiones Por tanto, la organización de las Sociedades Femíneas de Temperancia les ofreció a las participantes la oportunidad de consolidar una transición hacia su participación pública en ciertos aspectos. A la altura de 1917, en lo que respecta a las obras de beneficencia social y religiosas, y de su participación en la Cruz Roja en tiempos de guerra se habían destacado “llevando mucho bien a los necesitados”. Al poner en práctica sus roles maternales y domésticos al servicio de la sociedad, se insertaban y las reconocían en actividades públicas sin alejarse de lo que se esperaba de ellas en términos de género. De esa activa participación en organizaciones caritativas y religiosas, tan asociadas con la esfera doméstica, se desplazó hacia una campaña secular que aunque también contaba con matices morales y sociales, les abría la oportunidad de discutir de frente con los hombres anti prohibicionistas.

Incluso, opinaban en asuntos que habían sido considerados básicamente 10

masculinos como el impacto de la prohibición en el presupuesto insular y los remedios a proponerse. La discusión temperancista logró traer a la luz una serie de preocupaciones en torno a la prostitución, el bar, la familia, el control, el orden social y el sufragio femenino. Sin embargo, el análisis de esas feministas de la elite criolla como un movimiento “conservador” en la historiografía puertorriqueña opaca el hecho de que fueron las que tuvieron más presencia y reconocimiento público por sus estrategias. Para ellas, fue vital organizarse dentro de una lucha que las podía aglutinar. 18 Es por eso, que la lucha por la temperancia fue un provechoso camino para que ese sector lograra un impacto social y ampliara su agenda para otras reformas sociales. La lucha temperancista y prohibicionista les ofreció la oportunidad de hacerse conocer y respetar en la tribuna pública y de ir a la vez rearticulando sus relaciones de género. Sabemos que el sufragio no lo conseguirían de inmediato, pero la negativa a otorgárselo las tornó más combativas. 26 de septiembre de 2014 UIA

18

Participación de la mujer en la historia de Puerto Rico, (las primeras décadas del siglo veinte), Centro de Investigaciones Sociales, UPRRP, Centro Coordinador de Estudios, Recursos y Servicios a la Mujer (CERES), 1986, p. 1.

11

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.