Las Perspectivas de la Ecología-mundo y Postcolonial: Buscando una Alternativa al Dualismo Cartesiano

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Descripción

III congreso latinoamericano y caribeño de ciencias sociales Quito, Flacso Ecuador 26-28 de agosto 2015

ESAM- 5 - Debates epistemológicos

Las perspectivas de la ecología-mundo y postcolonial: buscando una alternativa al dualismo cartesiano

Gennaro Avallone (Università di Salerno/FLACSO-Espana)

Desde hace más de 30 años un amplio movimiento científico, político y cultural está buscando alternativas a las relaciones entre humanidad y naturaleza fundadas en el dualismo cartesiano. Este dualismo caracteriza el sentido común y la parte mayoritaria del pensamiento de las disciplinas sociales, que se han basado en la clasificación distinta de la sociedad y de la naturaleza, cada una colocada en un específico y apartado lugar. De manera paralela a la separación entre cuerpo y mente postulada por Descartes, se ha construido una separación entre la realidad humana y la de la naturaleza, como si fuera posible trazar un confín preciso entre lo que pertenece a la humanidad y lo que no es humano. La importancia histórica del dualismo cartesiano en la construcción de la naturaleza se pone en evidencia en el primer apartado del artículo. En el segundo apartado se argumenta que la critica al dualismo cartesiano se ha desarrollado en parte en el marco de los análisis que han redescubierto presupuestos epistemológicos y contenidos de la critica de Karl Marx al primado ciego de la humanidad y a la construcción de la naturaleza alienada realizada en el capitalismo. En particular, se presentan algunos elementos teóricos fundamentales de la perspectiva de la ecología-mundo, que conecta la superación de la perspectiva cartesiana con la critica del concepto de medio ambiente pensado como objeto de la acción y del pensamiento de la humanidad. En el tercero apartado, se muestra que la misma crítica a la separación interior/exterior y sujeto/objeto, y a sus significados en términos de poder, ha sido desarrollada por una parte del pensamiento postcolonial y decolonial. Estas perspectivas han ido contra este tipo de dualismo jerárquico y jerarquizante que, históricamente, ha penalizado las colonias y sus naturalezas, humana y extra-humana. En el cuarto apartado se propone de verificar si la comunicación entre las perspectivas 1

teóricas presentadas puede favorecer una visión de la realidad que ya no esté fundada en los principios cartesianos de separación y clasificación jerárquica sino en el reconocimiento de la común pertenencia, de los humanos y de los no humanos, al mismo ambiente de vida.

1. Dualismo cartesiano y naturaleza La larga historia del capitalismo ha sido caracterizada por el principio de separación, que ha abarcado diferentes aspectos, en particular lo relativo a la relación entre la sociedad humana y la naturaleza. Esta relación ha sido construida según el dualismo cartesiano alma (mente) – cuerpo: la mente es sustancia pensante o res cogitans, mientras el cuerpo es sustancia extensa o res extensa. A un nivel general, de manera análoga a la distinción mente-cuerpo, de un lado se ha puesto la humanidad, con sus reglas, y de otro lado se ha puesto la naturaleza, con otras reglas y modalidades de funcionamiento. La idea que se ha desarrollado y compartido a lo largo de la modernidad cartesiana es que humanidad y naturaleza son dos mundos completamente separados, fingiendo definir una línea que separa perfectamente lo humano del resto de la naturaleza. En este sentido, humanidad y naturaleza han sido construidas como dos realidades totalmente separadas, caracterizadas por reglas, mecanismos y modalidades de funcionamiento radicalmente distintas. La dualidad cartesiana de mente (alma) y cuerpo ha sido constitutiva del mundo moderno y de su proyecto de civilización. La construcción de la naturaleza ha dependido a lo largo de toda la modernidad del dualismo cartesiano, que no ha sido simplemente una construcción teórica de Descartes, sino que ha sido una construcción profunda que ha afectado tanto a las relaciones de poder que se han desarrollado tanto al nivel del sistema-mundo como a las maneras de pensar en lo cotidiano. La relevancia de este dualismo es una cuestión teórica y política que influencia las epistemologías socioambientales, es decir la manera de entender y estudiar las relaciones socio-ecológicas en cada escala espacial. El punto de partida del análisis es que naturaleza y humanidad están separados completamente en nuestro modo de pensar. A pesar de la existencia de propuestas y análisis teóricos y empíricos diferentes, como las desarrolladas por Marx y Engels en la Ideología Alemana que han evidenciado que el ser humano es parte de la naturaleza, la construcción de la modernidad ha estado, y sigue estando, completamente fundada en la idea de la naturaleza como un hecho externo. Lo que es determinante en esta construcción es el hecho de que si se construye algo como externo se puede ejercitar 2

potencialmente un poder sin limites sobre ello. Lo que se define como externo se convierte en una cosa, y, entonces, en cuanto cosa, no tiene subjetividad, no tiene realidad propia, es completamente dependiente por la voluntad del sujeto que la define. La construcción de la relación entre humanidad y naturaleza tiene esta característica: es la relación de un sujeto sobre un objeto. En este sentido, se puede ver que la separación entre lo humano y lo natural, que reproduce la existente entre lo que se ha construido como sujeto e interno y lo que se ha construido como objeto y externo, tiene un carácter de orden jerárquico, que establece lo que está definido como interno (la humanidad) arriba de lo que se piensa como externo (la naturaleza). En esta larga construcción dualista jerarquizante, la humanidad, aunque no de manera homogénea sino a través de especificas relaciones de clase y de poder territorial, se ha puesto en una posición de dominación hacia la naturaleza no humana, legitimada a utilizar por los propios intereses lo que ha definido y representado como externo, independientemente de las consecuencias de sus acciones.

2. La propuesta de la ecología-mundo El dualismo cartesiano y su lógica de separación han sido constitutivos del capitalismo, un proyecto de civilización y no simplemente una manera de organizar la vida económica, y se han difundido a lo largo del tiempo en toda la sociedad, reproduciendo una manera consolidada de pensar la naturaleza y la humanidad, que ha sido funcional a la reproducción de las mismas relaciones capitalistas de producción y de poder. El reconocimiento de la pertenencia de la humanidad a la naturaleza y el hecho de que el ser humano es parte de la naturaleza han favorecido el desarrollo en parte del ámbito marxista de una línea de investigación fundada en la crítica, por un lado, de la separación entre lo humano y lo no humano, y, por el otro lado, de la naturaleza como objeto convirtiéndola en producto de un proceso de reificación. Las propuestas que van más allá del dualismo y de la idea de contraposición entre humanidad y no humanidad y que, contemporáneamente, rechazan la idea de pensar el ser humano y la humanidad fuera de la naturaleza han sido desarrolladas particularmente por David Harvey (1996, 2014), Paul Burkett (2014), John Bellamy Foster (1999) y Foster, Clark e York (2010). Sin embargo, más recientemente, todas han sido innovadas por la perspectiva de la ecologíamundo, elaborada de manera particular por Jason W. Moore (2011; 2015a; 2015b), que ha introducido nuevos conceptos para producir una diferente mirada sobre la relación entre la naturaleza y la humanidad o, en palabras diferentes, entre la naturaleza humana y la 3

naturaleza extra-humana. A través de la propuesta de la ecología-mundo se reconoce que “nunca antes la naturaleza como objeto externo se había convertido en un principio de organización de una civilización” (Moore, 2014a) y se propone ir más allá de la separación humano/no-humano introduciendo la referencia al concepto de las relaciones socioecológicas: es decir, relaciones no exclusivamente sociales pero tampoco exclusivamente ecológicas. En el corazón de esta propuesta están dos conceptos preliminares. Por un lado, está el concepto de naturaleza barata, es decir que, a lo largo de la historia del capitalismo, la construcción y la producción de la naturaleza como hecho externo y subalterno a la humanidad han sido funcionales a las necesidades humanas y, sobre todo, a las necesidades de la apropiación capitalista para reducir los costes de reproducción de la mano de obra y favorecer la acumulación del capital. Por el otro lado, está la referencia al concepto de oikeios, que indica la relación entre una planta y su ambiente y, entonces, más en general, “la relación creativa, histórica y dialéctica entre, y también siempre al interior de, naturalezas humana y extra-humana” (Moore, 2014b, 91). Este concepto permite ir más allá de la concepción de la sociedad y de la naturaleza como dimensiones distintas y jerárquicamente separadas - para ver la sociedad-en-la naturaleza y reconocer la naturaleza extra-humana como parte de una red de relaciones en común con la naturaleza humana y no como un objeto. En síntesis, se reconoce que la naturaleza extra-humana y la naturaleza humana son partes de un mismo ambiente y forman dialécticamente una relación de interpenetración. Si se reconoce la vigencia de una red de relaciones y no de un sujeto (la humanidad) y un objeto (la naturaleza) es consecuente que no haya una dimensión interna a la sociedad y una externa, sino una ecología, un ambiente-en-común en el que, y a través del cual, se desarrollan y transforman las relaciones socio-ecológicas. La referencia al concepto de oikeios puede significar un cambio epistemológico que abre a la posibilidad de cuestionar la separación entre naturaleza y humanidad desde el punto de vista teórico por lo que permite cuestionar entonces la separación entre sujeto y objeto y el principio jerárquico implícito en ella.

3. El otro y la colonialidad A lo largo de toda la modernidad, la misma construcción de la pareja interno/externo, y de las consecuentes relaciones de poder entre lo que es interno y lo que es externo, se encuentra en todo el pensamiento que ha sido construido sobre la colonia. Las narraciones sobre las 4

relaciones entre Europa y el resto del mundo han sido construidas sobre la idea de que los europeos pudieran ejercer su poder sobre un objeto externo, convirtiendo la colonia en un mundo disponible para su aprovechamiento. De esta manera, ha sido posible pensar y gobernar la colonia como una frontera externa, la frontera del desarrollo de los países centrales. No es casual que ya Marx (1975, 940) haya reconocido la estricta relación entre colonia y acumulación, escribiendo en el capitulo 24 del primer libro de El Capital que:

El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos constituyen factores fundamentales de la acumulación originaria.

A pesar de la siguiente tradición marxista, que ha privilegiado el enclosures act en el análisis de la acumulación originaria, la colonia ha sido definida como la frontera central de la acumulación capitalista por una parte de los teóricos del mismo campo analítico, que han reconocido la centralidad histórica de las colonias españolas y portuguesas del siglo XVI. Ejemplos claros han sido la historia de la producción del azúcar y la extracción de la plata en la minas de Potosí, “el excelso monte de plata” que, en el siglo XVI, “para el sabio Rey [...] conquistará al mundo entero” (Moore, 2010, 64). Como evidenciado por analistas decoloniales, la colonia ha sido un hecho constitutivo del capitalismo: “la 'otra cara', la alteridad de la modernidad” (Dussel, 2001: 68). La apropiación de sus recursos naturales humanos y no humanos ha sido fundamental para la acumulación originaria. Este proceso de conquista y apropiación de la naturaleza barata se ha realizado a través de una construcción de las características de la colonia y de sus poblaciones humanas y no humanas. Las críticas postcolonial y decolonial de las relaciones de poder que se han construido entre las sociedades occidentales y las otras sociedades a lo largo del tiempo han reconocido en la epistemología fundada en la clasificación y separación (racial, étnica, espacial, social, económica) el fundamento simbólico y cultural de dicho patrón de poder. En otras palabras, ha sido producida una epistemología colonial fundada en la clasificación de las relaciones en las áreas coloniales y entre las colonias y las áreas europeas, que ha sostenido los procesos, simbólicos y materiales, de separación jerárquica. El análisis de esta epistemología evidencia que cada proceso de colonización implica normalmente una relación de dominación estructural y de supresión o, al menos, de subordinación del otro: el otro 5

humano, así como el otro extra-humano. Ambos, el otro humano y el otro no humano, han sido centrales en todo los procesos coloniales desde el origen, como ha sido emblemático en el caso de las colonias españolas hacia los indígenas (Mora, 2012; Dussel, 1993) y en general hacia la naturaleza no humana. En este segundo caso, se puede ver que: la “naturaleza” sigue siendo un concepto colonial porque la palabra “naturaleza” sigue inscrita en un proyecto moderno. Por ejemplo, en otras cosmogonías la palabra naturaleza no aparece, no existe porque la llamada “naturaleza” no es objeto sino sujeto y forma parte de la vida. Entonces, la noción naturaleza ya es de suyo eurocéntrica, occidentalo-céntrica, muy problemática porque implica la división entre sujeto y objeto, donde el sujeto es el que tiene vida y es humano, y todo lo que es naturaleza son objetos inertes y, por consiguiente, sus formas de vida son inferiores a la humana y están inscritas en una lógica de medios-fines de racionalidad occidental donde la naturaleza se convierte en un medio para un fin (Grosfoguel, 2013, 41).

Está claro que la construcción del otro como inferior ha sido central en el proyecto europeo moderno. Este proyecto ha afectado a todas las formas de vida: la representación de la naturaleza como algo extraño a los contextos humanos es funcional a este modelo, corresponde a la actitud colonial de la cultura europea y al principio de la explotación ilimitada de la economía capitalista (Torre, 2013, 10).

La colonia ha constituido otra manifestación de la separación entre sociedad y naturaleza, a través de su producción y representación como realidad humana y socio-ecológica diferente de la europea, como mundo de la naturaleza, entonces como mundo-objeto, como mundo que no tiene derechos propio: en términos cartesianos, como mundo cercano al cuerpo más que al alma (Castro Gómez, 2000; Machado, 2010). Una parte de la literatura sobre el proceso de colonización, sobre la construcción de la colonialidad y sobre la postcolonialidad converge en el reconocimiento de la característica fundamental de la colonia en la modernidad capitalista. Esta característica es la de la separación jerárquica de la sociedad y de los territorios basada en un principio de compartimentación y de pertenencia homogénea a grupos sociales, raciales y espaciales, articulado políticamente a través de diferentes modalidades de reclusión y confinamiento (Quijano, 1993, 1998).

4. Mas allá del principio de separación: hacia nuevas perspectivas epistemológicas Las perspectivas de la ecología-mundo y de la critica postcolonial y decolonial comparten la

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visión de que un conjunto de relaciones ha sido organizado en el capitalismo por el principio de separación, evidenciando que las ideas no son superestructuras, es decir simples reflejos de las relaciones de producción, sino fuerzas materiales, inscritas en la definición de las relaciones sociales y de poder. La teoría de la ecología-mundo reconoce la relación recíprocamente interpenetrante de las naturalezas humana y extra-humana en la producción-de-ambiente, pasando del concepto del medio ambiente como un conjunto de objetos al concepto de la naturaleza como proceso socio-ecológico: da los hechos ambientales a la producción-de-ambiente. La teoría de la ecología-mundo, como las postcoloniales y decoloniales, propone ir más allá de la separación cartesiana entre humanidad y naturaleza, añadiendo la posibilidad de estudiar los cambios a través del concepto de oikeios - “la relación creativa y generativa de las especies y el ambiente ” (Moore, 2014b, 91). Esta perspectiva se combina con el asunto del pensamiento decolonial, reconociendo la necesidad de ir más allá de la separación entre sujeto y objeto y, con ella, de la contraposición jerárquica entre lo interno y externo. En esta superación se encuentra la posibilidad de nuevas perspectivas epistemológicas hacia las relaciones socio-ecológicas que se pueden también traducir en nuevas relaciones en la sociedad humana, como ya evidenciado por una parte del pensamiento decolonial feminista, que, por ejemplo a través del concepto de conciencia mestiza de Gloria Anzaldúa (1999, 102), ha marcado la necesidad de “romper con la dualidad sujeto-objeto”, con “lo dividido que se origina en la exacta fundación de nuestras vidas, nuestra cultura, nuesta lengua, nuestros pensamientos”:

un masivo desenraizamiento del pensamiento dualístico en la conciencia individual y colectiva es el inicio de una fuerte lucha, pero una que puede, en nuestra mejor esperanza, traernos el fin del rapto, la violencia, la guerra.

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