Las Huertas urbanas de Zacatecas

October 12, 2017 | Autor: Adriana Macías | Categoría: Urban Planning, Etnohistoria, HORTICULTURA
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Descripción

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Las huertas urbanas de Zacatecas

M. en Arqlogía. Adriana Macías Madero

Resumen
Estudiar la conformación de las ciudades es fundamental para comprender sus características morfológicas y distintivas, por lo que sin duda es necesario contemplar varios procesos desde su origen hasta su consolidación, como serían las estrategias de asentamiento y apropiación del entorno, que a su vez determinan la conformación espacial.
La ciudad de Zacatecas, por ser una ciudad minera presentó características específicas en lo que refiere a su asentamiento, muchas de las cuales tienen que ver con las particularidades ambientales y geográficas, así como la presencia de recursos, específicamente minerales. Pero sin duda, debido a que se volvió una zona de interés para colonizar debieron contemplarse estrategias para un poblamiento optimo, entre las que destacan el abasto de recursos alimentarios. El conocimiento de las actividades agrícolas y hortícolas, permitió a los pobladores de la naciente ciudad de Zacatecas reconocer elementos favorables para la instauración de unidades de producción, las cuales mayormente fueron de autoconsumo, aunque algunas veces se fomentó la presencia de espacios para producciones a mediana y gran escala.
Debido a que la arqueología y la historia parten de la observación del hombre en dos dimensiones básicas, espacio y tiempo, para entender el proceso de consolidación de las huertas urbanas, en lo que refiere al primero se considerará la ciudad de Zacatecas (primer, segundo y tercer cuadro), y como referente temporal se considerará desde el surgimiento del proceso urbano hasta el siglo XIX.
Para lograr lo anterior, se realizará una revisión cartográfica relacionada con el proceso de transformación del entorno, así como revisión y análisis de la cultura material (documentos y artefactos) que evidencien los procesos de apropiación y transformación del entorno a partir del establecimiento de huertas.

Introducción
Aprender a labrar la tierra fue una estrategia para la subsistencia y adaptación al espacio que todas las sociedades del mundo implementaron, sin embargo, fue a partir de las particularidades del entorno y las necesidades de cada grupo que se generaron rasgos distintivos tanto en técnicas como productos cultivados.
Un hecho fundamental del que parte la presente investigación es la conquista española del Nuevo Mundo, puesto que implicó grandes transformaciones desde las ambientales y espaciales como las cotidianas dentro de las que se incluyen la alimentación, la organización y sobre todo la disposición y trabajo de la tierra. En Zacatecas, las huertas fueron una innovación adaptativa con la que se introdujeron nuevos cultivos a la par que tecnologías y normas culturales.
El trabajo de la tierra significó la organización del espacio, y con ello la creación de paisajes culturales. Estos representaban no sólo la preferencia de algunos productos o cultivos también implicaban la pervivencia de estructuras sociales e ideológicas consolidadas por la continua interacción entre hombre y ambiente.
Las huertas suelen verse como espacios relacionados con la transformación económica de las sociedades, aunque su origen se relaciona con actividades meramente para la subsistencia o complementarias, con el paso del tiempo y la mejora en técnicas del trabajo se vuelven parte de la producción intensiva que deriva en actividades comerciales. De tal manera que, en las primeras fases comúnmente están asociadas a unidades domésticas, donde las actividades correspondientes a la horticultura recaían en la familia e incluso en pequeños grupos asignados para la actividad.
Otra aportación importante que resulta de la llegada de los españoles es una diversidad amplia de infraestructura para el riego; si bien se tiene registro de que los grupos prehispánicos conocían el manejo de las aguas a través de canales y drenajes, es con la conquista que se habla de construcción hidráulica formal, la cual estuvo directamente asociada al desarrollo del trabajo del campo, sin dejar de lado las herramientas e implementos.
Dicha importación se derivó de la tradición española en el regadío, la cual resultó como herencia de los diferentes procesos sociales que se vivieron en este país a lo largo de su historia previo a la llegada a América, como la intervención romana, visigoda y árabe, así como de la adaptación de los múltiples elementos resultantes de cada conquista y postconquista.
España heredó de la intervención romana, que a su vez se influenció por Grecia y Egipto, el énfasis en la construcción de obras públicas necesarias para el riego tanto de huertas como de jardines, lo que permite no sólo ver la tradición en la obra ingenieril sino en el trabajo de la tierra en espacios alternativos o domésticos.
Cabe destacar que, los regadíos de las huertas han estado condicionados a los elementos geográficos, especialmente a los caudales de los ríos, a su vez de las variables de tipo estacional –niveles de humedad en el entorno y precipitación pluvial, puesto que esto busca optimizar lo que se dispone en el entorno e impulsar la economía doméstica.
Con la llegada de los españoles a las indias occidentales muchas fueron las estrategias que implementaron para proveerse de recursos básicos para la subsistencia, algunas de ellas adaptarse al consumo de productos locales y crear espacios para el cultivo de especies propias de su tierra, las cuales procuraban el control y acceso inmediato, como hortalizas y frutas, tales espacios fueron las huertas.
En el caso específico de la ciudad de Zacatecas, la historia de fundación y asentamiento se relaciona con el interés por explotar las minas, razón por la cual las primeras construcciones en la zona fueron los presidios y las misiones. El primer presidio y el reguardo de Zacatecas estuvo a cargo de Diego de Ibarra, pero debido a las particularidades del entorno decidió establecerse y comenzó a levantar la ciudad en 1548, desde entonces tras múltiples estrategias para adaptarse al entorno socio espacial se logró impulsar el desarrollo económico y cultural, de esta forma la ciudad se convirtió en un asentamiento fuerte y rico.
El asentamiento de esta ciudad minera se consolidó gracias a la movilización de indígenas aliados como los tlaxcaltecas, tarascos y mexicas, los cuales contribuyeron a fortalecer aspectos de organización y convivencia fundamentales para la naciente sociedad novohispana.
Derivado de esto, las huertas surgieron como una intervención adaptativa tanto para proveerse de sustento como apoyo al trabajo minero, éstas fueron unidades esenciales de trabajo y aprovechamiento de recursos, además de ser un claro reflejo de la identidad cultural de un grupo, por tal razón es necesario enfatizar la importancia de la pervivencia cultural de estos espacios y de la práctica del tradicional del modo de vida hortícola.
Las huertas que formaron parte de la traza de la ciudad y sus alrededores estuvieron seguramente relacionadas con la presencia de las minas cercanas y el establecimiento de haciendas. La presencia de estas haciendas y de las capillas asociadas al trabajo de la minería es importante, ya que parte de la introducción tanto de técnicas como de aspectos culturales estuvo a cargo de los religiosos, y el trabajo de la tierra no fue la excepción.
Las huertas y los campos se convirtieron en unidades agrícolas de producción, difusión y experimentación, éstas ayudaron a proveer a propietarios y a trabajadores de las minas, así como a la población en general, de los recursos básicos para el sustento, los cuales consistían en derivados de cereales y hortalizas.



Las huertas estrategia de adaptación y apropiación socio ambiental
De acuerdo a Gispert (1993) los huertos son un reflejo de la identidad cultural de un grupo humano, la cual se consolida a través de procesos de adaptación y arraigo relacionados con la naturaleza y la unidad económica. Su origen se relaciona con las primeras etapas de domesticación de las plantas y se asocia al núcleo doméstico o familiar, generalmente se le considera una estrategia de producción complementaria o comercio a nivel medio. La implementación de estrategias para la adaptación del medio le permite al hombre hacer una extensión de sí mismo, plasmando en el espacio elementos propios de su identidad, dicho de manera clara creando paisajes culturales en los que establece códigos y dinámicas que le dan sentido a la interacción cotidiana.
A la llegada de los españoles al territorio que se convertiría en la ciudad de Zacatecas lo primero que debieron contemplar fue el reconocimiento del entorno con el fin de registrar los recursos de los que disponían para la subsistencia para después poder generar estrategias de asentamiento. El proveerse de sustento implica un conjunto de actividades económicas, tecnológicas, sociales y políticas, que se expresa a partir de la cultura alimentaria.
Si bien el fin de la fundación de la ciudad fue la regulación del trabajo de las minas, se debe tener claro que esto no hubiera sido posible si estas actividades no se soportaran por otras de las que se obtuviera el abasto, en este caso las agropecuarias. Pese lo anterior, debido a lo desértico del ambiente y a las fluctuaciones climáticas, la mayoría de las mercancías derivadas al sustento se obtenían de regiones aledañas, entre ellas el Bajío, los cañones de Jalpa y Juchipila, por mencionar algunas.
Cabe destacar que, aunque el sustento mayoritario de la población dependía de la importación de productos de otras regiones, en la ciudad de Zacatecas y alrededores se contaba con crías de ganado y unidades de trabajo agrícola, dentro de las cuales debieron estar las huertas (familiares, religiosas y rurales). Estas últimas cubriendo necesidades muy básicas de algunos sectores de la población.
Es por lo anterior, que las huertas no deben verse como un simple reflejo de una necesidad biológica, al ser la alimentación un hecho social total, es claro que también fueron estrategias para conservar elementos culturales propios que identificaban a los grupos que poblaron la región (indígenas y peninsulares), por lo que en torno a ellas quedan registros de las etapas de adaptación de la tierra y de diferentes cultivos. Debido a la relevancia simbólica del apego a la tierra y a las tradiciones que se heredaron con el trabajo de las huertas, es seguro que debieron ser un elemento constante dentro de todo paisaje cultural novohispano, pues no sólo generaba una fuente de ricos y variados recursos durante todo el año, también permitieron que se consolidaran las relaciones entre los diferentes grupos sociales y de éstos con el ambiente.
En el caso específico de Zacatecas, desde su fundación se registraron sequías anuales que iban de mayo a agosto, lo que generaba una escasez en el abasto de grano, además que se encontraba lejos de las principales zonas de abasto como el Bajío y el Altiplano, por lo que las huertas debieron ser una fuente extra de alimento, para quienes las trabajaban, ante dichas situaciones la carencia alimenticia no fue tan dura, lo que probablemente impulsó el surgimiento de más unidades domésticas.
Ante los beneficios que implicaba la presencia de unidades domésticas de trabajo como las huertas puede inferirse que tanto en la ciudad de Zacatecas como en los alrededores se establecieron diversos tipos de ellas, desde las familiares (urbanas) hasta las productivas (rurales), de las cuales deben encontrarse evidencias materiales y registros documentales.
Además de los beneficios alimenticios que significó la presencia de huertas, con ellas también se promovió el arraigo y la pervivencia de aspectos ideológicos e identitarios, como las preferencias alimenticias que consolidarían la dieta de la sociedad zacatecana, la organización jerárquica del trabajo doméstico, la realización de rituales litúrgicos para la petición de buen temporal, entre otros aspectos que distinguirían a la sociedad zacatecana de otras, algunos de los cuales perviven en la actualidad.
Debido a la particularidad del entorno, como a la pervivencia de algunas unidades domésticas para el trabajo hortícola es probable que en Zacatecas se consolidara un modo de vida hortícola, complementario a la actividad minera, el cual tuvo un proceso de adaptación y transformación relacionado con su forma de organización (autoempleo, asalariado y especializado), estas etapas son visibles tanto en la transformación espacial de la ciudad y sus alrededores como en la estructura socio económica de Zacatecas.

Las huertas en la ciudad de Zacatecas
El origen de la ciudad de Zacatecas, se relaciona con los procesos de reconocimiento y colonización del norte, pese a que ésto tuvo un marcado carácter urbano planificado, fueron las condiciones ambientales las que influyeron sobre las estrategias de adaptación, las cuales marcaron diferencias entre las ciudades coloniales. En esta región, la existencia de vetas y recursos para la subsistencia fueron el incentivo de los españoles para asentarse, aunque significará arriesgar la vida por la presencia de los chichimecas.
En relación a lo anterior, las necesidades para establecerse fueron el resguardo y protección de las minas y la población, así como lograr condiciones idóneas para abastecerse de recursos básicos como agua y alimento. De tal manera que, un aspecto sin duda determinante para el asentamiento de la ciudad y para el desarrollo de las instituciones novohispanas (minas, haciendas y huertas) fue la presencia del "Arroyo de La Plata" que corría a lo largo de la cañada, gracias a este recurso, y considerando aspectos morfológicos característicos de estas unidades de producción en otras regiones, se puede pensar que, específicamente el trabajo de las huertas debió contar con una compleja organización de las actividades, así como infraestructura hidráulica incipiente para llevar a cabo los procesos implícitos en el modo de vida hortícola.
Como se dijo antes, otro factor fundamental en el establecimiento y desarrollo de la ciudad de Zacatecas fue la movilización de indígenas, con los cuales se fomentó el trabajo de las minas y la producción de insumos para el sustento, surgieron los barrios de trabajadores indígenas de La Pinta, Mexicapan (mexicas), Tlacuitalpan (tlaxcaltecas) cercanos a las minas de Bracho, San Bernabé y La Mala Noche, así como algunas haciendas de beneficio en lo que refiere a la parte Norte de la ciudad, pero también estaban los barrios del Niño (texcocanos), San José (tlaxcaltecas y tarascos), Chepinque (tarascos), ubicados en otras zonas de la ciudad, cada uno aportó elementos destacados en la consolidación de la ciudad y la identidad zacatecana.
Es en relación a lo anterior, que la distribución y formación de la ciudad se derivó de las posibilidades geográficas y ambientales, la cañada formada por los cerros de la Virgen, Las Antenas y la Bufa que garantizaba una protección natural, así como el paso del Arroyo de La Plata contribuyeron a la ubicación de edificios administrativos, iglesias y las casonas de los mineros más importantes de la ciudad, desde donde se ejercían acciones políticas, económicas y defensivas para resguardar la integridad de la sociedad zacatecana e impulsar su desarrollo. La parte funcional se dispuso en lo que fueran las orillas, aunque siempre cercanas al arroyo, del asentamiento, los barrios indígenas y otras instancias complementarias como las haciendas, las huertas y los conventos relacionados con las necesidades primarias de muchas ciudades novohispanas alimentación, explotación minera y conversión espiritual.
La sociedad establece y adapta ciertos patrones de organización y aprovechamiento socio ambiental para beneficiarse al máximo de la práctica constante de una determinada actividad, lo que genera rasgos distintivos en modos y estilos de vida que consolidan la identidad de un grupo o región, a partir de la construcción de paisajes y espacios simbólicos, como fueron las huertas urbanas de Zacatecas.
Con el tiempo, las actividades de las minas de la ciudad, el trabajo de las huertas y el crecimiento demográfico provocaron tanto la sobreexplotación del "Arroyo de La Plata" como la modificación de su cauce, esta última debió relacionarse con las obras de mantenimiento, drenaje y sanidad derivadas de la transformación urbana y de los requerimientos de la población. Por su parte, los antiguos barrios de "trabajadores indígenas" quedaron inmersos dentro de la dinámica urbana actual, no obstante, en su entorno inmediato permanecen los rasgos que definen su identidad, tal es el caso de la Iglesia de Mexicapan y la "Huerta de La Pinta".
Debido a los procesos de conquista y colonización, el establecimiento de las ciudades mineras coloniales no partió de un diseño urbano previo, por tal razón no contó con rasgos uniformes ni características reguladas. Es así, que el patrón urbano zacatecano se caracteriza por su distribución irregular relacionado con el estilo barroco, que fue resultado del proceso de adaptación al entorno de los primeros pobladores de la ciudad. Por tal razón, al ser las primeras construcciones las casas de la "elite", los edificios administrativos y algunas unidades de producción se ubicaron sobre la cañada (actualmente centro histórico de la ciudad), y en torno al arroyo las viviendas de los trabajadores de las minas, el resto de la población se situó en los alrededores sobre las laderas de los cerros de forma arbitraria, respetando la topografía del lugar, pero siempre permaneciendo cerca de las unidades de producción y los edificios públicos administrativos.
Las huertas de la ciudad, relacionadas directamente con economía de auto abasto o de soporte, estaban asociadas a espacios domésticos o religiosos, pues implicaban una posibilidad más de sobrevivencia, éstas se vieron beneficiadas de la infraestructura o adecuaciones que se hicieron para abastecer a las viviendas de agua, por lo que regularmente aparecen distribuidas en toda la ciudad, cercanas al arroyo y manantiales.
Dicho patrón se mantiene en la actualidad, los edificios públicos y administrativos, así como algunas casas de familias con linaje minero, se encuentran en el centro de la ciudad; las casas de la población se distribuyen sobre calles empinadas que se cortan o se cruzan azarosamente. Algo que debe destacarse es que no se han hecho intervenciones que afecten la trama urbana colonial, aunque debido a las necesidades de la población local se han realizado obras de infraestructura relacionadas con el sector de servicios, lo que ha derivado en la exclusión de las huertas o áreas de producción urbanas para garantizar la sanidad del espacio.
La disposición del espacio relacionada con la presencia de huertas en la ciudad de Zacatecas puede observarse a partir de diversos elementos, entre los que destacan los restos de infraestructura relacionados con la irrigación, la concentración de árboles frutales y florales en los sectores que correspondían a los primeras fases de la ciudad y los barrios de indígenas, dentro de los cuales también se visualiza un patrón aparente como es la presencia de pórticos para el cultivo, así como los traspatios. Pero sin duda, la transformación más visible es la concentración de unidades en la traza urbana, la cual se observa en su cartografía.
Desafortunadamente, para la ciudad de Zacatecas no existen registros cartográficos o documentos previos al siglo XVIII, que muestren detalles sobre su disposición urbana, por lo que se parte de la idea mencionada anteriormente de que todo asentamiento novohispano disponía de huertas en casas y espacios religiosos. De esta manera se tienen que, la primera imagen de la concentración de huertas urbanas, la tomamos del croquis hecho por Joaquín de Sotomayor en 1732 y que nombra Descripción de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad De Zacatecas (imagen 1).

Imagen 1: los círculos indican los pueblos de indios en los que sin duda se implementaron las huertas domésticas como alternativa de abasto; los cuadros conventos y espacios religiosos en los que aún existen huellas de presencia de huertos; el triángulo refiere la presencia de minas y haciendas de beneficio, áreas donde aún existen huertas actualmente, y la flecha indica lo que en la imagen se señala como camino a las huertas.

Otra imagen importante para el siglo XVIII es la de Bernardo de Portugal de 1795, en donde se resaltan las particularidades topográficas de la ciudad, además aparecen áreas oscurecidas las que puede inferirse la concentración de vegetación dentro del espacio urbano con un patrón de uso de terrazas, en ésta se sigue mencionando el camino a las huertas y la presencia de los barrios indígenas, los cuales fungían como un cinturón de abasto inmediato para la ciudad pues lo que se producía en estos espacios se vendía en los mercados o tianguis cotidianos (imagen 2).

Imagen 2: Además de los barrios de indios, en los lomeríos se habilitaron espacios para el cultivo doméstico asociados a pequeños manantiales (señalados con los puntos negros) que permitían la irrigación.

Del mismo siglo el plano de Bernardo de Portugal de 1799, muestra una serie de canales que servían para dirigir el agua tanto para el abasto, funciones domesticas como sin duda para el riego de huertas y jardines urbanos, de tal manera que, en dicha representación destacan las importancia de la ubicación de habitaciones con cercanía al río (imagen 3).

Imagen 3: Se distinguen varios tipos de canales o líneas para manejo y distribución del agua, la cual se asocia directamente a la concentración de unidades habitacionales.

Entrando el siglo XIX, ante las políticas de tecnificación y saneamiento de los espacios urbanos, las unidades de producción dentro de la ciudad empezaron a restringirse y sacarse a las orillas, razón por la cual en algunas viviendas de la periferia del centro histórico aún se conservaron pequeñas áreas para frutales y cría de animales pequeños, también se modificó la infraestructura el basto de agua y drenaje, construyéndose presas y acueductos, como lo fuera la Presa de los Olivos.

Imagen 4: El área más productiva de la ciudad en cuanto a metales y cultivos urbanos fue el Norte, aunque aún se perciben registros de presencia de huertas en antiguas casas del centro y periferias de lo que fuera la ciudad colonial.

Las áreas anteriormente dedicadas al soporte de minas, relacionadas a lo que fuera el sector más fuerte de la población en cuanto al cultivo doméstico (barrios de Mexicapan y Tlacuitalpan actualmente La Pinta) permanecen ocupadas por huertas donde se cultivan alternadamente frutas, flores y otras hortalizas. Sin dejar de lado que hasta comienzos del siglo XIX, las huertas del Sur, señaladas en los planos de Soto y Portugal siguieron trabajándose y contribuyendo al abasto de algunos sectores de la ciudad (imagen 4).

Consideraciones finales
El asentamiento y consolidación de la ciudad de Zacatecas implicó la puesta en práctica del conocimiento que los pobladores (peninsulares e indígenas) tenían sobre el trabajo del campo, así como del apego a ciertos patrones de consumo, específicamente alimenticio. El entorno geográfico y ambiental ofrecía posibilidades de desarrollo económico, pero para la subsistencia era necesario implementar estrategias inmediatas, pues aunque el abasto de la ciudad dependía de lo que se importaba de zonas como el Bajío y el Altiplano, los tiempos y los costos que implicaba la movilización provocarían carencia y hambruna.
Es por lo anterior, que las huertas urbanas estuvieron presentes desde la formación de la ciudad hasta la actualidad, por ser unidades sencillas, en las cuales no se requerían grandes inversiones y de las que se obtenían las suficientes ganancias para sobrevivir.
Al modernizarse las ciudades, se buscó aplicar medidas de sanidad y estética, por lo que se buscaba que olores, desechos y paisajes desordenados se eliminaran de los centros principales, con lo que se expulsaron las huertas a las periferias, aun relacionadas con espacios domésticos pero de menores dimensiones e impacto.
No obstante, las medidas higiénicas y de reestructuración urbana, las huertas siguen siendo parte del paisaje urbano de Zacatecas, en algunas casas se conservan grandes patios traseros con algunos árboles frutales y aromáticos, así como pórticos con macetones de flores y hierbas de olor.
Incluso, las áreas de recreación y esparcimiento como jardines y alamedas reflejan el espíritu hortícola de la población zacatecana, pues en ellos se observa la disposición de frutales y presencia de elementos para el manejo del agua.

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Se dice que la ubicación de huertas fue parte de las estrategias de poblamiento y urbanización coloniales, véase Goméz Serrano, Jesús. "Remansos de ensueño. Las huertas y la gestión del agua en Aguascalientes, 1855 – 1914" en Historia Mexicana, No. 255, 2015. Universidad Autónoma de Aguascalientes.



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