Las exequias de Reinas e Infantas en los reinos cristianos de la Península Ibérica (siglos XI-XIII)

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Descripción

Reginae Iberiae

El poder regio femenino en los reinos medievales peninsulares

Coordinadores Miguel García-Fernández Silvia Cernadas Martínez

Universidade de Santiago de Compostela

Reginae Iberiae

El poder regio femenino en los reinos medievales peninsulares

Coordinadores Miguel García-Fernández Silvia Cernadas Martínez

2015 UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

© Universidade de Santiago de Compostela, 2015 A edición deste volume contou cunha subvención da Consellería de Educación e Ordenación Universitaria e de FEDER a través da Rede de Estudos Medievais (R2014-012).

Ilustración de cuberta Montaxe sobre a fotografía do cadro Berenguela I de Castela, retrato imaxinario por José María Rodríguez de Losada

Edita Servizo de Publicacións e Intercambio Científico da Universidade de Santiago de Compostela Campus Vida 15782 Santiago de Compostela usc.es/publicacions Maquetación Marcial Martínez Imprenta Universitaria Imprime Imprenta Universitaria Pavillón de Servizos Campus Vida Depósito legal: C 0000-2014 ISBN: 000-00-00000-00-0

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Índice 7 Prólogo Miguel García-Fernández & Silvia Cernadas Martínez 11 31 61 89

Daughters, wives, widows, lords: Dynastic identity and affective bonds among infantas in twelfth-century León-Castile Janna Bianchini Las exequias de Reinas e Infantas en los reinos cristianos de la Península Ibérica (siglos XI-XIII) Sonsoles García González Ser rainha e ser presente, ser mulher e ser potente: o suposto primeiro jacente régio português e as dúvidas geradas em torno da pertença a D. Urraca (1187-1220) ou D. Beatriz Afonso (1244-1300) Joana Ramôa Melo A imagem do poder no feminino: selos de rainhas portuguesas da Idade Média Maria do Rosário Barbosa Morujão

111 La espiritualidad de las reinas de la casa real de Mallorca Gabriel Ensenyat Pujol 131

Il protagonismo d’Isabel d’Aragona, regina del Portogallo, nella guerra civile alla luce delle fonti portoghesi, aragonesi e dei Regesta Vaticana (1321-1322) Giulia Rossi Vairo

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María de Portugal, infanta de Aragón (1342 – c. 1373), una rehén en tiempo de guerra Elena Cantarell Barella 193

El mecenazgo femenino en los monasterios y conventos de Castilla (1350-1474): poder y espiritualidad Juan Antonio Prieto Sayagués

223 Juego de tronos: las infantas de Lancaster y Aragón y su encaje político y cultural en la Península Ibérica entre los siglos XIV y XV Francisco José Díaz Marcilla 245 Mujeres aristocráticas y el poder del linaje en la Castilla bajomedieval: la reina viuda Leonor de Alburquerque y la defensa de la casa real de Aragón (1416-1435) Víctor Muñoz Gómez 277

Tejiendo redes, estrechando lazos. Amistad femenina, protección y promoción social en la Casa de la Reina de Castilla (1406-1454) Diana Pelaz Flores 301 Bibliofilia y poder: el mecenazgo librario femenino en las cortes hispanas medievales Helena Carvajal González

Las exequias de Reinas e Infantas en los reinos cristianos de la Península Ibérica (siglos XI-XIII) Sonsoles GARCÍA GONZÁLEZ Universidad de Oviedo

Resumen: Si gracias a la documentación conservada, tanto en costumarios, como crónicas, testamentos y documentos legislativos, la liturgia de funerales de reyes, príncipes y altos dignatarios de la iglesia es un elemento relativamente bien conocido en los estudios funerarios medievales, no lo es tanto en lo que a las mujeres se refiere. En esta ocasión, se utilizarán las fuentes legislativas, cronísticas e iconográficas, para tratar de esclarecer el papel de las reinas e infantas, tanto en sus propios funerales como en los ajenos. Palabras clave: liturgia, funerales, sarcófagos, crónicas, concilios. Abstract: Medieval costumaries, chronicles, wills and ecclesiastical laws, have preserved the funerary liturgy for kings, princes and other rulers through the Middle Ages; meanwhile women are not so easily found. In this study we will use different kinds of sources: laws, chronicles and iconography in order to find out about the role that queens and princesses had in Medieval funerals. Keywords: liturgy, funerals, tombs, chronicles, councils.

El estudio de la liturgia funeraria tiene un carácter relativamente reciente en la historiografía, si bien, documentos como los concilios, sínodos y otras producciones religiosas como las consuetas constituyen una importante fuente de información para la historia y la historia del arte. En el ámbito de la arquitectura, en ocasiones desaparecida o muy reformada, los documentos litúrgicos permiten acercarse a la realidad física de los espacios funerarios que han dejado de existir. En cuanto a la escultura, las tumbas se convierten tanto en el objeto a estudiar como en la fuente en sí misma cuando incluyen una iconografía vinculada a aspectos funerarios, por ejemplo, la representación de los funerales. Hasta ahora esta iconografía se ha utilizado como base para el estudio de los funerales de gobernantes, eclesiásticos y caballeros, quedando al margen el estudio de las exequias dedicadas a mujeres1: en esta ocasión se pretende conocer cual era la 1 No se han desarrollado estudios concretos sobre funerales femeninos, aunque los sarcófagos que utilizaremos como base y objeto artístico en este estudio sí han sido documentados e investigados

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función de las mujeres en estos rituales, si se les asignó un papel concreto como sucedía en época antigua, y si es posible, conocer como sus funerales se diferenciaban de los masculinos. En la primera parte del artículo se tratará de responder a estas preguntas a través del estudio de las fuentes escritas, mientras en la segunda parte se utilizará un punto de vista iconográfico.

1. La liturgia de funerales: origen y desarrollo La muerte, como momento destacado en la vida de los creyentes, se ritualizó desde época temprana; prueba de ello son los diversos documentos conservados que describen la liturgia funeraria y que incluyen desde ceremonias de penitencia hasta la celebración de aniversarios2. El origen de los distintos elementos que conformaron los funerales debe buscarse en la Antigüedad, esencialmente romana, sobre la que se asentó el cristianismo, y que ya incluía gran parte de los rituales que serán propios de la Edad Media europea adaptados al nuevo orden monoteista. El papel funerario de las mujeres fue diferenciado del masculino3: ellas eran las responsables de la preparación del cadáver con todo lo que esto conllevaba (deposición, lavado, ornamentación), sin embargo, su función se reducía cuando el difunto abandonaba el hogar y comenzaba la procesión fúnebre4. El recorrido hasta la tumba o pira funeraria y sus manifestaciones en el espacio público eran terreno principalmente masculino, ellos portaban las máscaras funerarias de la por sí mismos, por su iconografía y calidad artística. La bibliografía referente a cada uno de ellos aparecerá en su respectivo apartado. 2 Si bien existen otros ejemplos, destaca el Sacramentario de Warmundus de Ivrea, fechado a principios del siglo XI cuenta con un apartado dedicado al Ordo in agenda mortuorum, que dedica diez miniaturas a la representación de los diversos momentos propios de la liturgia funeraria. Luigi MAGNANI, “Le miniature del sacramentario d’Ivrea e di altri codici Warmondiani”, en Luigi Betazzi (dir.), Sacramentario del Vescovo Warmondo di Ivrea: fine secolo X, Ivrea, Biblioteca Capitolare, Ms. 31 LXXXVI, edición facsímil, Ivrea, Priuli & Verlucca, 1990, pp. 119-142; Jean-Claude SCHMITT, Le raison des gestes dans l’occident médiéval, Mayenne, Editions Gallimard, 1990, pág. 211. Para un estudio del papel de las mujeres en las miniaturas del sacramentario, Patrick J. GEARY, Phantoms of Remembrance. Memory and oblivion at the end of the first millenium, New Jersey, Princeton University Press, 1994, pág. 54. 3 Aunque los datos proporcionados en relación a la muerte y los funerales son muy escasos en el Antiguo Testamento, parece latente una división de las funciones en relación a los géneros. Recoge estas menciones Pepa GASULL VILELLA, “La muerte en el Antiguo Testamento”, en María Dolors Molas Font y Sonia Guerra López (eds.), Morir en femenino, Barcelona, Ediciones de la Universidad de Barcelona, 2003, pp. 83-97. 4 Emma-Jayne GRAHAM, “Memory and materiality: re-embodying the Roman Funeral”, en Valerie M. Hope, y Janet Huskinson (eds.), Memory and mourning. Studies on Roman Death, Oxford, Oxbow Books, 2011, pp. 21-39; Darja STERBENC ERKER, “Gender and Roman Funeral Ritual”, Valerie M. Hope, y Janet Huskinson (eds.), Memory and..., pp. 40-60.

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familia5, y llegado el punto, eran los responsables de la laudatio funebris, mientras las mujeres se ocupaban del planctus6. Una de las leyes de las Doce Tablas, que aunque de época griega rigieron la sociedad romana, se refería exclusivamente a las mujeres: “Las mujeres no se arañen las mejillas, ni tengan lessum por causa del funeral”7, además de prohibir el lastimarse deliberadamente, los poemas lúgubres y llorar en los entierros de extraños8. La tradición funeraria romana perduró de forma cristianizada: a pesar de los cambios en las creencias se mantuvieron costumbres como la forma de disponer el difunto y de trasladarlo hasta su depósito final, reemplazando otras como la laudatio pagana por el oficio de difuntos y la moneda de Caronte por el viático9. Sobre la muerte desde un punto de vista estrictamente cristiano, la primera fuente que desarrolla el proceso funerario es el Nuevo Testamento, con las diferentes versiones de los Evangelistas sobre la muerte de Jesucristo10: en ellas el papel de las mujeres queda relegado a asistir al sepulcro con sustancias aromáticas para 5 Javier ARCE, Memoria de los Antepasados, Madrid, Editorial Electa, 2000, pp. 25-41. Para Javier Arce, esta utilización de las máscaras de los antepasados en el funeral conformaba una verdadera parafernalia memorial, con la recitación de los grandes hechos del difunto y de sus antepasados, una especie de representación histórica de carácter didáctico para los jóvenes presentes en las exequias. 6 Sobre el origen del planctus, su versión medieval y continuidad hasta la actualidad ver Margaret ALEXIOU, The ritual lament in greek tradition, Maryland, Rowman and Littlefield, 2002; Ernesto DE MARTINO, Morte e pianto rituale. Del lamento funebre antico al pianto di Maria, Torino, Editorial Bollati Boringhieri, 2005; Raquel ALONSO ÁLVAREZ, “Plorauerunt lapides et manauerunt aquam. El planto por el rey según las crónicas de los reinos occidentales hispánicos”, en Damien Boquet et Piroska Nagy (eds.), Politiques des émotions au Moyen Âge, Firenze, SISMEL. Edizioni del Galluzzo, Coll. Micrologus, 2010, pp. 115-148. 7 Roger LABROUSSE (ed.), Cicerón. Las Leyes, Madrid, Alianza Editorial, 1989, pág. 222. Dedica un párrafo a la aclaración del término “lessus”, Cicerón cree que alude a una especie de quejido fúnebre. 8 José ALSINA (ed.) y Antonio RANZ ROMANILLOS (trad.), Plutarco. Vidas Paralelas, Barcelona, Editorial Planeta, 1990, pp. 105-107. El propio Plutarco llama la atención sobre como las leyes de Solón más inconsecuentes son aquellas relativas a las mujeres. 9 Según Frederick Paxton, la palabra latina viaticum se correspondía con epodion, que en griego se utilizaba para refererirse a la moneda que se colocaba en los ojos o boca de los difuntos como pago a Caronte, el barquero de la laguna Estigia. Frederick S. PAXTON, Christianizing Death. The creation of a ritual process in Early Medieval Europe, New York, Cornell Paperbacks, 1996, pág.33. La necesidad que se genera respecto a este ritual llega a ser tal, que se introducía el viático en la boca de la persona ya difunta, como puede comprobarse en disposiciones conciliares como la de Auxerre en 585, “Non licet mortuis nec eucharistia nec usculum tradi nec de vela vel pallas corpora eorum involvi”, en MGH, Concilia Aevi Merovingici, tomus I, Hannover,1893, pág. 181. La aparición de monedas en contextos funerarios continúa produciéndose a lo largo de toda la Edad Media, en las islas británicas a menudo se tratan de monedas anteriores a los enterramientos, lo que les aporta un valor añadido, según Gilchrist y Sloane. Roberta GILCHRIST y Barney SLOANE, Requiem. The Medieval Monastic cemetery in Britain, London, Ed. Museum of Archaeology Service, 2005, pp. 101-102. 10 Mateo, 27, 57-65, 28, 1-10; Marcos, 15, 42-47, 16, 1-8; Lucas, 23, 50-56, 24, 1-12; Juan, 19, 3842, 20, 1-10.

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ungir el cuerpo11. Con la expansión del cristianismo por el antiguo Imperio romano empezaron a proliferar los concilios y sínodos, cuya función no era otra que tratar de organizar y legislar a los fieles cristianos como antes lo habían hecho las leyes civiles.

2. Las fuentes Legislativas El análisis de este tipo de fuentes suscita una imagen a veces negativa de los centros religiosos, ya que se tratan, especialmente en el caso de los sínodos, de verdaderas críticas a los abusos que tenían lugar en las diócesis. Sin embargo, como ya advirtió Antonio García y García, se convierten en fuentes muy útiles ya que esta clase de información no trasciende en otro tipo de documentos12. En lo que a los concilios se refiere, solo dos de ellos, hacen una referencia específica al comportamiento de las mujeres en relación a aspectos funerarios13. En el primero de los concilios peninsulares, celebrado en Elvira en algún momento entre 300 y 306, el canon XXXV prohibió a las mujeres velar en los cementerios, alegando que se aprovechaban estas vigilias para cometer delitos14. Hay que esperar hasta 1280 para que otro concilio señale explícitamente a las mujeres, en este caso, aquellas que fallecían por causas relacionadas con su embarazo. En ese año el canon IV del concilio de Colonia insiste en permitir sepultura eclesiástica a los niños no bautizados, y también a la madre que falleciera en el parto. Su insistencia demuestra la existencia de casos en los que se habría negado la sepultura en terreno sagrado a mujeres e hijos que no sobrevivieran al alumbramiento15. 11 Lucas, 24, 1-2. “El primer día de la semana, muy de madrugada, fueron ellas al sepulcro, llevando las sustancias aromáticas que habían preparado” 12 Antonio GARCÍA Y GARCÍA, “Religiosidad popular y festividades en el Occidente peninsular (siglos XIII-XIV)”, en VVAA, Fêtes et liturgie, Madrid, Casa de Velázquez, 1988, pp. 35-51. 13 Se han consultado los concilios europeos entre el año 300 y 1473, en diversas publicaciones: los visigóticos e Hispanorromanos en José VIVES, Concilios visigóticos e hispanorromanos, Madrid, CSIC, 1963; los correspondientes a época carolingia en Monumenta Germaniae Historica: MGH, Capitularia Regum Francorum.Tomus I, Hannover, 1883; MGH, Concilia Aevi Merovingici. tomus I, Hannover, 1893; MGH, Capitularia Regum Francorum, tomus II, Hannover, 1897; MGH, Concilia Aevi Karolini (742-842). Tomus II, Pars I, Hannover, 1906; MGH, Concilia Aevi Karolini (843-859), Hannover 1984. Los restantes concilios entre el de Bourges en 1031 y el de Toledo en 1473 en los volúmenes 19-32 de J.D. MANSI, Sacrorum conciliorum nova amplissima collectio, Venecia, 1780-1802. 14 “XXXV. Ne feminae in cimiteriis pervigilent. Placuit prohiberi ne feminae in cimiterio pervigilent, eo quod saepe sub obtentu orationis latenter scelera conmittant.”, en José VIVES, Concilios visigóticos..., pp. 7-8. Esta prohibición a las vigilias se repitió en Buda en 1279, reemplazando su dedicación exclusiva a mujeres por laicis en general, J.D. MANSI, Sacrorum conciliorum vol. 24..., col. 290-293. 15 “Item mulieri in partus mortum nullate nut negentur jura Christianitatis, nec ecclesiastica sepultura. Et si certum sit quod mulier praegnans moriatur, teneatur os ejus apertur: & cum magna

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En cuanto a los Sínodos hispánicos destacan tres disposiciones que se repiten a lo largo del tiempo, y en todas las provincias eclesiásticas consultadas, en relación a comportamientos funerarios en los que participaban las mujeres16: la prohibición de las comidas rituales, restricción de vigilias y limitación de comportamientos respecto al excesivo duelo. Las comidas rituales tenían su origen en época antigua, y parece que, a pesar de las continuas prohibiciones eclesiásticas, estas perduraron hasta bien entrada la Edad Moderna. Por un lado, existían comidas funerarias que tendrían lugar en la casa del difunto después del funeral y en los aniversarios, tal como se solicita en varios testamentos17; o bien funcionar como donación a los pobres18. Otro tipo de comida funeraria es la que tenía lugar en varios templos peninsulares con ocasión de la celebración de la fiesta de Todos los Santos: la consueta del siglo XVI de la catedral de Oviedo describe pormenorizadamente como el día de Todos los Difuntos, una vez acabada la misa el preste, el diácono y el subdiácono bajaban las escaleras del altar mayor para recibir las ofrendas de las mujeres de la parroquia, que aportaban pan y vino sobre las sepulturas19. Mientras los libros de costumbres cautela uterus ejus aperiatur: & si infans vivus fuerit, educatu & baptizetur. Si autem inventus fuerit mortuus, ipse puer extra coemeterium tumuletur”, J.D. MANSI, Sacrorum conciliorum..., vol. 24, col. 348-362. Según Roberta Gilchrist y Barney Sloane, este tipo de prohibiciones, al igual que aquellas que no permitían enterrar una mujer hasta que el feto hubiera sido sustraido de su cuerpo (Concilio de Canterbury, 1236 y de Trèves, 1310) se relaciona con la noción de impureza relacionada con el parto. Estos autores señalan varios ejemplos de enterramientos relacionados pero separados de mujeres y fetos de pocos meses de desarrollo. Roberta GILCHRIST y Barney SLOANE, Requiem..., pág. 72. 16 Han sido consultados los volúmenes del Synodicon Hyspanum correspondientes a Galicia, Astorga, León, Oviedo, Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora: VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo I. Galicia, Madrid, Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, 1981; VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo II. Astorga, León y Oviedo, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1984; VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo IV. Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1987. 17 Susana ROYER DE CARDINAL, Morir en España (Castilla Baja Edad Media), Buenos Aires, Universidad Católica Argentina, 1992, pp. 154-156. 18 A pesar de lo interesante del tema sería imposible abordarlo en el espacio que nos brinda este artículo, sobre las donaciones a pobres en relación al funeral ver, entre otros, Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Dos ejemplos de patronazgo en la iconografía de la escultura funeraria gótica leonesa”, Patronos, promotores, mecenas y clientes: VII CEHA, Murcia, 1988 : actas, mesa I, 1992, Universidad de Murcia, pp. 81-86; “Monumenta et memoriae: the thirteenth-century episcopal pantheon of León Cathedral”, en Elizabeth Valdez del Alamo y Carol Stamatis Pendergast, Memory and the medieval tomb, Aldershot, Ashgate, 2000, pp. 269-293; Barbara HARVEY, Living and dying in England, 11001540. The Monastic Experience, Oxford, Oxford University Press, 1993. 19 Alfonso MARAÑÓN DE ESPINOSA, Libro de los estatutos y constituciones de la Sancta Iglesia de Oviedo, con el ceremonial y kalendario de sus fiestas antiguas, Salamanca, 1588, ed. facsímil: Luarca, Heredera de Ramiro P. del Río, 1974; Sonsoles GARCÍA GONZÁLEZ, “La liturgia funeraria en la Catedral de Oviedo. El libro de los estatutos y constituciones de la Sancta Iglesia de Oviedo, con el ceremonial y kalendario de sus fiestas antiguas”, en De Arte, 12 (2013), pp. 119-136; una celebración similar, en torno a una tumba regia en Antoni PONS CORTES, “La tomba de Jaume II a la Seu de Palma i el seu cerimonial de la festivitat del dia de les morts”, en Sebastiana Sabater Rebassa

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catedralicios documentan estas actividades, diversos sínodos contemporáneos las prohíben20: el de Mondoñedo en 1541 y el de Astorga en 1553 vetaban las comidas funerarias en Todos los Difuntos21; en el mismo año, en Oviedo no se permite dar de comer a los legos que vayan al entierro y en León en 1526 se regula el gasto de estas comidas rituales22. Las disposiciones sobre como debían tener lugar los funerales comienzan en el III Concilio de Toledo (589)23 y continuaron repitiéndose hasta el siglo XVI, al parecer sin demasiado éxito24. En Marsiac, en 1326 se solicitan unas exequias modestas25, en Oviedo en 1382 Gutierre Gómez de Toledo dedica una constitu-

y Eduardo Carrero Santamaría (coords.), La Ciutat de Mallorca i els segles del gòtic: XXVIII Jornades d’Estudis Històrics Locals : Palma, del 3 al 5 de novembre de 2009, Palma de Mallorca, Institut d’Estudis Baleárics, 2010, pp. 245-266. 20 Lo permitía el concilio de Coyac en 1050, considerándolo bueno para el alma del difunto. Canon V. “Clerici & laici, qui ad convivia defunctorum venerit, sic panem defuncti comedant, ut aliquid boni pro ejus anima faciant: ad quae tamen convivia vocentus pauperes & debiles pro anima defuncti”, en J.D.MANSI, Sacrorum conciliorum..., vol. 19, col. 788. 21 En el Sínodo de Antonio de Guevara (3 de mayo de 1541), celebraban Todos los Santos utilizando como comedor la propia iglesia, en VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo I, pp. 73-74. El mismo tipo de celebración debía tener lugar en Astorga el día de todos los Difuntos, donde se celebraba la comida sobre las sepulturas, a la manera pagana. Sínodo de Pedro de Acuña y Avellaneda (16-20 de julio de 1553), en VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo III, pág. 116. 22 En el caso de estas dos últimas regulaciones, se trata de una prohibición que parece relacionarse, más bien con un intento de limitar las celebraciones memoriales que mermaban notablemente las herencias. Sínodo de Cristobal de Rojas y Sandoval (mayo de 1553), en VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo III, pp. 527-528 y Sínodo de Pedro Manuel (11 de junio de 1526), en VVAA, Synodicon Hyspanum, Tomo III, pp. 345-346. 23 “Canon XXII. Que los cuerpos de los religiosos se lleven a enterar cantando salmos solamente. [...] prohibimos terminantemente las caniones fúnebres que ordinariamente suelen cantarse a los difuntos y que los familiares y los siervos los acompañen entre golpes de pecho”, en J. VIVES, Concilios visigóticos..., pp. 132-133. 24 En ese mismo siglo VI Gregorio de Tours describe un funeral en Zaragoza que incluye todos los elementos prohibidos por la iglesia: “femmes vêtues de mantes noires, le chevelure éparse, couverte de cendres, (qui) suivaient en se lamentant, de sorte qu’on pouvait croire qu’elles assistaient aux funérailles de leurs maris”, citado por Cécile TREFFORT, “Le spectacle de la mort dans l’iconographie du haut moyen age”, en Cécile Treffort y Danièle Alexandre-Bidon (coords.), A reveiller les morts, La mort au quotidien dans l’Occident médiéval, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1993, pp. 67-82, en la página 77. 25 “Canon XXIII. “De modestia in exequiis adhibenda. Firmiter duximus statuendum, popter multos clamores, qui ad nos saepe et saepius proveniunt, quod in exequiis in ecclesia mortuis impendendis, impedimenta complura proveniuntper amicos, cognatos, aliosve domesticos in ecclesia funere existentes; cantilenas, lamentationes, ululatus, et altos clamores, vociferando, emittendo, et faciendo sonitus cum.....et aliis instrumentis, vel quidquid Divinum officium alias impediendo: idcirco ut non sint in ecclesia lamentatrices, lugentes magnis et altis clamoribus, vel quidquid aliud non faciendo, propter hoc quod Divinum officium perturbetur, etsi contrarium acceptetur, cessetur a Divinis in dictis obsequiis quamdiu duraverit impedimentum praedictum: et nihilo minus praedicta impedientes per ordinarios alias legitime puniantur”, en J.D.MANSI, Sacrorum Conciliorum..., vol. 25, col. 783-786.

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ción “contra aquellos que fazen lantos e se lannan por los finados”26, que tuvo que reiterar apenas ochenta años después Íñigo Manriquez de Lara27 y que volvió a repetir en 1553 Cristóbal de Rojas y Sandoval28. Aunque las fuentes conciliares informan sobre diversos aspectos del ámbito funerario, como las comidas rituales, las procesiones funerarias o las vigilias en cementerios, la conclusión al respecto es que son pocos los datos que se refieren a las mujeres de forma explícita. Quedan englobadas en la generalidad, sin que pueda establecerse algún elemento específico de sus funerales, aunque quedan claros los elementos que la legislación eclesiastica relacionaba con ellas: la profanación de iglesias durante las vigilias y su participación en los grandes duelos y lamentos fúnebres.

3. Las fuentes cronísticas La segunda fuente estudiada en relación con el papel de las mujeres en los funerales son las crónicas castellanas redactadas entre los siglos VIII y XIII. En ellas destaca habitualmente la figura del rey, así como las revueltas internas y las batallas contra los musulmanes, mientras las descripciones de funerales y espacios de enterramiento se mantienen en un discreto segundo plano, hasta bien entrado el siglo XIII cuando crónicas como la Primera Crónica General incluyen largas descripciones del cortejo funerario regio29. 26 El propio concilio identifica esos comportamientos de duelo exacerbado como propios de los gentiles, “Los santos padres, llienos de graçia et de Spiritu Sancto, ordenaron en los decretos que ningun fiel christiano non feziese lanto nin se lannase por los parientes muertos, por quanto este lanto et lannamiento non lo fazen otros sino las gentes gentiles, que non han esperança en la resurreçion, mas non los fieles christianos que creemos verdaderamente que, aunque muera el cuerp en este mundo, muere a tienpo fasta el dia del juyzio, et que despues que ha de resurgir el cuerpo et el alma en uno para la gloria perdurable (...)”, en VVAA, Synodicon Hyspanum..., tomo III, pp. 446-447. 27 Además de tratar de limitar la parte del duelo que incluía mesar los rostros de los asistentes y los grandes llantos, incluye un castigo para aquellos miembros de órdenes religiosas que se sumara a estos comportamientos, en VVAA, Synodicon Hyspanum..., tomo III, pp. 453-454. 28 “Que no se hagan llantos ni clamores por los defuntos. Comoquiera que por afficion o piedad se pueden llorar los muertos, pero el llanto desordenado y clamoroso es defendido, por ende, sancta synodo approbante, stablescemos y mandamos no se hagan tales clamores, lloros y llantos, ni rasguen las caras ni mesen los cabellos, ni quiebren escudos, ni hagan otras estranezas de duelos por ellos, porque esto hazian los gentiles que no tenian esperança de la resurrecion, e no solo dan pena y escandalo a los corazones de los fieles, mas aun offenden a la divina magestad e impiden los divinos officios. Y que los clerigos en los lugares e iglesias que esto acaesciere, si dello no quisieren cessar, cessen los divinos officios por los tales cuerpos, so pena de cada cient mr. para el juez que lo ejecutare.”, en VVAA, Synodicon Hyspanum..., tomo III, pp. 526-527. 29 Si bien no es el tema que nos ocupa, no está de más recordar como existen dos líneas historiográficas en lo que a la muerte del rey en los reinos hispánicos se refiere. Por un lado, José Manuel Nieto Soria y sus discípulos, que se vincularon con las teorías europeas de Kantorowicz, y por otro,

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En estas crónicas la aparición de las mujeres se circunscribe principalmente a los cortejos funerarios, con el mismo papel que tenían en la Antigüedad: se mesaban los rostros30, se mostraban repletas de dolor31, y se ocupaban de los cuidados funerarios32. Son contadas las ocasiones que alguna de las crónicas transmiten la elección de sepultura de una mujer: es el caso de Sancha (†1067), quien aparece convenciendo a su marido para la utilización de un espacio funerario que además se ocupa de reformar33, de forma similar a lo que había hecho la infanta Elvira (c.†986)34. Según la Historia Compostelana, Gelmírez consiguió revisando esas hipótesis, en un estudio sobre la muerte de los monarcas desde Alfonso X (†1285) al final de la Edad Media, Denis Menjot, que planteó la inexistencia de ritos específicos en torno a la muerte de los reyes. Una tercera línea de investigación trata de explicar la dispersión funeraria de los restos de monarcas hispanos a través de la función simbólica que suponen sus enterramientos en el contexto de la Reconquista, defendida por investigadores como Adeline Rucquoi, Ariel Guiance y Raquel Alonso. A continuación una pequeña selección de obras de los autores citados ordenados cronológicamente: José Manuel NIETO SORIA, Fundamentos ideológicos del poder real en Castilla, siglos XII-XVI, Madrid, Eudema, 1988; Denis MENJOT, “Un chrétien qui meurt toujours. Les funérailles royales en Castille à la fin du Moyen Âge”, en Manuel Núñez y Ermelindo Portela (coords.), La idea y el sentimiento de la muerte en la historia y en el arte de la edad media, (Ciclo de conferencias celebrado del 1 al 5 de diciembre de 1986), Santiago de Compostela, Servicio de Publiaciones de la Universidade de Santiago de Compostela, 1988, pp. 127-138; Adeline RUCQUOI, “De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la realeza en España”, Temas Medievales, 5, (1995), pp. 163186; Ariel GUIANCE, Los discursos sobre la muerte en la Castilla Medieval (siglos VII-XV), Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998, pp. 281-289; Raquel ALONSO ÁLVAREZ, “Los enterramientos de los reyes de León y Castilla hasta Sancho IV. Continuidad dinástica”, E-Spania. Revue électronique d’études hispaniques médiévales, 3 (2007) [en la red]. Disponible en http://e-spania.revues.org/109 [Consulta: 22/10/14]. 30 Benito SÁNCHEZ ALONSO (ed.), Crónica del obispo Pelayo, Madrid, Imprenta de los sucesores de Hernando, 1924, pp. 87-88. Durante el funeral de Alfonso VI, “rupte facus mulierum”. 31 “(...) ruptis faciebus mulierum”, Luis SÁNCHEZ BELDA (ed.), Chronica Adefonsi Imperatoris, Madrid, 1950, pág. 49. 32 Tras el asesinato de Munio Alfonso por los musulmanes, este fue enterrado en el cementerio de Santa María de Toledo, donde acudían las viudas durante días, es allí donde realizan el planto: “Sed per multos dies mulier Munionis Adefonsi cum amicis suis et caeterae viduae veniebant super sepulchrum Munionis Adefonsi et plangebant planctum huiusce modi: ‹‹O Munio Adefonsi, nos dolemus super te: Sicut mulier unicum amat maritum, ita Toletana civitas te diligebat. Clipeus tuus nunquam rediit retrorsum; ensis tuus non est reversus inanis. Nolite annuntiare mortem Munionis Adefonsi in Corduba et in Sibilia, neque annuntietis in domo regis Texufini, ne forte laetentur filiae Morabitarum et exultent filiae Agarenorum et contristentur filiae Toletanum”, Luis SÁNCHEZ BELDA (ed.), Chronica...., pp. 143-144. 33 Justo PÉREZ DE URBEL y Atilano GONZÁLEZ RUIZ-ZORRILLA (eds.), Historia Silense, Madrid, CSIC, 1959, pp. 197-198; Juan A. ESTÉVEZ SOLA (ed.), Chronica Hispana Saecvli XII. Pars II. Chronica Naiarensis, Turnhoult, Brepols, 1995, pp. 162-163 y 170-171; Emma FALQUE REY (ed.), Lvcae Tvdensis. Chronicon Mvndi, Turnhout, Brepols, 2003, pág. 296. Sobre la arquitectura de San Isidoro de León y su relación con el Infantado ver Therese MARTIN, Queen as king: politics and architectural propaganda in twelfth-century Spain, Leiden, Brill, 2006. 34 La crónica de Sampiro le atribuye la fundación del cementerio regio de San Salvador de Palat del Rey, al hablar de Ramiro II, padre de Elvira, “quiescit in sarchofago iuxta ecclesiam sancti Saluatoris, ad cimiterium quod construxit filie sue regine domne Geluire”, en Justo PÉREZ DE URBEL

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que prometieran enterrarse en la catedral la infanta Sancha (†1159) y la reina de Portugal Teresa Alfónsez (†1130)35, si bien ni ellas ni Alfonso VII (†1157) acabaron por enterrarse en la sede compostelana36. Ocasionalmente se señala el lugar de enterramiento: es el caso de Elvira (†1017), esposa de Vermudo II (†999)37, y su hija Teresa (†1039)38, las esposas de Alfonso VI (†1109), sepultadas en Sahagún39, y Beatriz de Suabia (†1235)40. Finalmente, una de las referencias más interesantes que hacen las crónicas a mujeres de la realeza hispánica es el caso de Berenguela (†1246), hija de Alfonso VIII (†1214) y Leonor Plantagênet (†1214), presentada en las crónicas de Rodrigo Jiménez de Rada y la Crónica de los Reyes de Castilla como cabeza del linaje y responsable de la memoria familiar. Después de su separación de Alfonso IX, de vuelta a la corte castellana, Berenguela presidió y se encargó personalmente de todos los funerales de la familia, en el monasterio de las Huelgas de Burgos que había fundado su padre41. (ed.),  Sampiro y su crónica de la monarquía leonesa en el siglo  x, Madrid, CSIC, 1952, pág. 332. Sobre el papel de las infantas en la memoria regia en el reino de León ver Rose WALKER, “Images of Royal and Aristocratic Burial in Northern Spain, c. 950-1250”, en Elizabeth Van Houts (ed.), Medieval Memories: men, women and the past, 700-1300, Essex, Longman, 2001, pp. 150-172. 35 Emma FALQUE REY (ed.), Historia Compostellana, Turnhoult, Brepols, 1988, pp. 409-410. 36 Sobre las fundaciones funerarias de Alfonso VII en la catedral compostelana ver Rocio SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Sobre las modalidades y funciones de las imágenes en el tumbo A”, en Manuel C. Díaz y Díaz, Fernando López Alsina y Rocío Sánchez Ameijeiras, Tumbo A. Índice de los privilegios reales, que contiene el libro intitulado de la letra A, Madrid, Testimonio Compañía Editorial, 2008, pp. 145-216; Sonsoles GARCÍA GONZÁLEZ, “EL panteón regio compostelano. La pérdida de la memoria”, en VVAA, Los lugares de la Historia. Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 3, Salamanca, Hergar ediciones, 2013, pp. 973-994. 37 Emma FALQUE REY (ed.), Lvcae Tvdensis..., pp. 275-276. Alfonso V trasladó los restos de sus padres al monasterio de San Isidoro de León una vez restaurada la capital tras la invasión musulmana: “Deinde transtulit ossa patris sui Veremudi regis, qui sepultus fuerat in Berizo in Villabona, et sepeliuit ea in occidentali parte ipsius ecclesie in sepulchro marmoreo una cum matre sua regina dompna Geloyra”. 38 Juan A. ESTÉVEZ SOLA (ed.), Chronica Hispana..., pág. 141. Esta hija, a la que Vermudo II había casado con un jefe musulmán, según algunas fuentes el propio Almanzor, ante la muerte de este regresó a Oviedo donde falleció, y fue enterrada en el monasterio de San Pelayo. Laura CAYROL BERNARDO, “El monasterio de San Pelayo de Oviedo: Infantado y memoria regia”, en Territorio, sociedad y poder, 8 (2013), pp. 53-66. 39 Antonio UBIETO ARTETA (ed.), Crónicas Anónimas de Sahagún, Zaragoza, Textos medievales, 71, 1987, pp. 16-17; Emma FALQUE REY (ed.), Lvcas Tvdensis..., pág. 309. 40 Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Roderici Ximenii de Rada. Historia de Rebvs Hispanie sive Historia Gothica, Turnhoult, Brepols, 1987, pág. 297. “Era MCCLXXII obiit regina Beatriz in oppido quod Taurum dicitur, et ducta ad regale monasterium prope Burgis iuxta regem Henricum regaliter est sepulta”. 41 Entre 1211 y 1246, se enterarron en las Huelgas, Infante Fernando (†1211), los reyes Alfonso y Leonor (†1214), Enrique I (†1217), Beatriz de Suabia (†1235), María (hija de Fernando III y Beatriz), Constanza (hija de Berenguela, †1242), Constanza (hermana de Berenguela, †1243), Urraca (hermana de Berenguela, †1244) y la propia Berenguela en 1246. Georges Martín plantea la posibilidad de que

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Cuando a finales del verano de 1211 el infante Fernando, heredero a la corona de Castilla, falleció de unas fiebres en Madrid, el dolor de su familia era tal, que su madre Leonor se lanzó sobre el lecho del difunto tratando de vivificarlo o bien morir con él42. A pesar de estas exorbitadas manifestaciones de dolor ante la muerte del heredero, fue su hermana Berenguela quien se encargó de las exequias: desde Madrid a Burgos, la infanta presidió el cortejo fúnebre en compañía del obispo de Toledo, y actuó como representante de la familia real en el funeral que tuvo lugar en las Huelgas43. Apenas tres años después, en presencia de su mujer, hija y nietos falleció Alfonso VIII (†1214). En el traslado desde la villa de Gutierre Muñoz con la reina enferma de cuartana, Berenguela fue de nuevo la encargada de presidir un funeral en las Huelgas44, papel que repetiría pocos días después ante la muerte de su madre45. sus intenciones no eran otras que fundar en las Huelgas una necrópolis regia castellana que rivalizara con el cementerio leonés de San Isidoro de León. Georges MARTIN, “Sobre mujeres y tumbas. Aproximación a una política femenina de las necrópolis regias y condales (León y Castilla, siglos X al XIII)”, en E-Spania. Revue électronique d’études hispaniques médiévales, 17 (2014) [en la red]. Disponible en http://e-spania.revues.org/23273 [Consulta: 22/10/14]. 42 Luis CHARLO BREA, Juan A. ESTÉVEZ SOLA y Rocío CARANDE HERRERO (eds.), Chronica Hispana Saecvli XIII, Turnhoult, Brepols, 1997, pp. 55-56. 43 Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Roderici Ximenii de Rada..., pp. 257-258. 44 Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Roderici Ximenii de Rada..., pp. 279-280; Luis CHARLO BREA, Juan A. ESTÉVEZ SOLA y Rocío CARANDE HERRERO (eds.), Chronica Hispana Saecvli XIII..., pp. 67-69; Salvador MARTÍNEZ, Berenguela la Grande y su época (1180-1246), Madrid, editorial Polifemo, 2012, pp. 434-435. 45 Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Roderici Ximenii de Rada..., pág. 281; Luis CHARLO BREA, Juan A. ESTÉVEZ SOLA y Rocío CARANDE HERRERO (eds.), Chronica Hispana Saecvli XIII..., pág. 73. Sobre el enterramiento original de los reyes y sus hijos, antes de que se acabaran de construir las naves de la iglesia durante el reinado de Fernando III, existen varias hipótesis. En 1279 se fecha la consagración de los cementerios en el coro y las naves según el documento del monasterio burgalés, transcrito en José Manuel LIZOAIN GARRIDO, Documentación del monasterio de las Huelgas de Burgos (1263-1283). Índices (1116-1283), Burgos, 1987, pp. 112-113. Parece lógico que las tumbas de Alfonso VIII y Leonor fueran colocadas en el coro de monjas en ese momento tal como propone Raquel ALONSO ÁLVAREZ, “Los enterramientos de los reyes de Castilla y León hasta Sancho IV. Continuidad dinástica y memoria regia”, E-Spania, 3 (2007), pp. 1-15; “Enterramientos regios y panteones dinásticos en los monasterios medievales castellano-leoneses”, en Monasterios y monarcas: fundación, presencia y memoria regia en monasterios hispanos medievales, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2012, pp. 201-223; “La memoria de Alfonso VIII de Castilla en las Huelgas de Burgos: arquitectura y liturgia funeraria”, en Esther López Ojeda (coord.), 1212, un año, un reinado, un tiempo de despegue. XXIII Semana de Estudios Medievales, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2013, pp.349-376. Retrasa la cronología de los sepulcros al reinado de Alfonso XI, Rocío Sánchez Ameijeiras en sus estudios Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS “La memoria de un rey victorioso: Los sepulcros de Alfonso VIII y la fiesta del triunfo de la Santa Cruz”, en Barbara Borngässer, Henrik Karge, y Bruno Klein, Grabkunst und Sepulkralkultur in Spanien und Portugal |Arte funerario y cultura sepulcral en España y Portugal, Editorial Iberoamericana, Madrid, 2006, pp. 289-315; “Crisis, ¿qué crisis? Sobre la escultura castellana de la primera mitad del siglo XIV”, en Rosa Alcoy Pedrós (ed.), El Trecento en obres. Art de Catalunya i art d’Europa al segle XIV, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2009, pp. 199-228.

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Las crónicas aún hacen alusión a un último funeral encabezado por la entonces reina de Castilla, el de su hermano Enrique I (†1217), fallecido a raíz de un golpe en la cabeza. Después de diversas disputas, Berenguela consiguió recuperar el cuerpo de su hermano, depositado por el conde Álvaro en una torre del castillo de Tariego, lo trasladó a las Huelgas y allí fue sepultado cerca de su hermano Fernando (†1211)46. Si bien se escapa al espacio geográfico seleccionado, es conveniente recordar la figura de Blanca de Castilla (†1252) cuya vida transcurrió de manera casi paralela a la de su hermana Berenguela, ambas madres de reyes posteriormente canonizados, y con papeles muy similares como reinas, regentes, promotoras de las artes y legitimizadoras de la memoria47.

4. La Representación de las Exequias: origen y desarrollo El primer estudio que se dedicó específicamente a la representación de la liturgia de funerales en los sarcófagos hispanos fue el de María Jesús Gómez Bárcena en el encuentro que tuvo lugar en Santiago de Compostela en 1986 y que planteaba como objetivo una reflexión en torno a la muerte48. Si bien, se trataba de un repertorio iconográfico que ya había llamado la atención de otros investigadores: a nivel europeo Viollet-le-Duc en la amplia entrada que dedicó a tombeau en su diccionario arquitectónico, señaló esta tipología y puso de ella varios ejemplos49. Ya entrado el siglo XX, Erwin Panofsky denominó este tipo de representaciones en contextos funerarios tombeaux de grande cérémonie50. A pesar de esto, tanto en los territorios medievales de la actual Francia como en los de Inglaterra, este tipo de iconografía no destacó especialmente hasta la aparición de los grandes cortejos funerarios borgoñones de finales del XV, al contrario de que sucedió en 46 Juan FERNÁNDEZ VALVERDE (ed.), Roderici Ximenii de Rada..., pp. 76 y 79-80; Luis CHARLO BREA, Juan A. ESTÉVEZ SOLA y Rocío CARANDE HERRERO (eds.), Chronica Hispana Saecvli XIII..., pp.284 y 287. 47 Regine PERNOUD, La reina Blanca de Castilla, Barcelona, Acantilado, 2013; María PELLÓN GÓMEZ-CALCERRADA, Las reinas y el arte: el patronazgo artístico de Blanca de Castilla, Tesis doctoral de la Universidad de León, 2012 [En la red]. Disponibles: http://www.royaumont-archiveset-bibliotheque.fr/opacwebaloes/images/paragraphes/BHIG/Th%C3%A8se_Blanche_de_Castille. pdf [Consulta: 22/10/14]. 48 María Jesús GÓMEZ BÁRCENA, “La liturgia de los funerales y su repercusión en la escultura gótica funeraria en Castilla”, en Manuel Núñez y Ermelindo Portela (coords.), La idea y el sentimiento de la muerte en la historia y en el arte de la Edad Media, Santiago de Compostela, Servicio de publicaciones de la Universidade de Santiago de Compostela, 1988, pp. 31-50. 49 Eugène-Emmanuel VIOLLET-LE-DUC, Dictionnaire raisonné de l’architecture française du XIe au XVIe siècle, Tomo IX, París, Editeur A. Morel, 1875, pp. 21-67. 50 Erwin PANOFSKY, La sculpture funéraire de l’ancienne Égypte au Bernini, París, Flammarion, 1995, pp. 72-73.

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la Península Ibérica, donde las exequias decoraron los frentes de numerosos sepulcros desde el siglo XII al XIV51. En la Península Ibérica los primeros estudios de escultura funeraria se dividieron por provincias: Ángela Franco Mata estudió los leoneses52; Clementina Julia Ara Gil se ocupó de la provincia de Valladolid, en concreto de los monasterios de Palazuelos y Matallana53; y María Jesús Gómez Bárcena de Burgos54. En el caso de Salamanca, con el foco catedralicio, se han realizado pequeños estudios como el de Margarita Ruiz Maldonado respecto a algunas de las tumbas55, mientras otras, únicamente aparecen señaladas por Manuel Gómez Moreno en su catálogo monumental56. Paralelamente se realizaron estudios más amplios que se ocupaban del reino de Castilla y León, tratando de ver la relación de las obras entre los diversos centros artísticos: es el caso de los trabajos de Joaquín Yarza57, Rocío Sánchez Ameijeiras58, Clementina Julia Ara Gil59 y Javier Martínez Aguirre60, entre otros. 51 Se conocen pocos ejemplos ingleses, parece que el equivalente que tendría éxito en las islas en los años en los que en la Península Ibérica se extiende el uso de la representación de funerales serían las llamadas tumbas de kinship, donde aparece el difunto yacente en la tapa del sarcófago y en la caja los miembros de su familia, habitualmente con función de legitimación del linaje. En este aspecto destacan los estudios de Anne MCGEE MORGANSTERN, Gothic tombs of kinship in France, the low countries, and England, Pennsylvania, Pennsylvania State University Press, 2000; “Liturgical and honorific implications of the placement of Gothic Wall Tombs”, Hortus Artium Medievalium, vol. 10 (2004). pp. 81-96. Algunos ejemplos más se han conservado en Francia, de los que destacan la tumba de Dagoberto en Saint-Denis, o los de los príncipes en la abadía de Royaumont. 52 Ángela FRANCO MATA, Escultura Gótica en León, León, Institución Fray Bernardino de Sahagún, 1976; “Iconografía funeraria gótica en Castilla y León (siglos XIII-XIV)”, en De Arte, 2, 2003, pp. 47-86; “Iconografía de sepulcros góticos en Castilla y León”, en Barbara BORNGÄSSER, Henrik KARGE y Bruno KLEIN, Grabkunst und sepulkralkultur in Spanien und Portugal / Arte funerario y cultura sepulcral en España y Portugal, Madrid, Editorial Iberoamericana, 2006, pp. 65-86. 53 Clementina Julia ARA GIL, Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1977; “Monasterio de Santa María de Matallana”, Revista Argaya, nº 39 (Septiembre 2009) (Número monográfico de los monasterios de la provincia de Valladolid), pp. 7-24. 54 María Jesus GÓMEZ BÁRCENA, Escultura gótica funeraria en Burgos, Burgos, Diputación provincial de Burgos, 1988. 55 Margarita RUIZ MALDONADO, “La dama, el caballero y el eclesiástico en tres sepulcros salmantinos”, en VVAA, Imágenes y promotores en el arte medieval. Miscelánea en homenaje a Joaquín Yarza Luaces, Bellaterra, 2001, pp. 599-608. 56 Manuel GÓMEZ MORENO, Catálogo monumental de España. Provincia de Salamanca, Madrid, Dirección General de Bellas Artes, Servicio Nacional de Información Artística, 1967. 57 Joaquín YARZA LUACES, “Despesas fazen los omnes de muchas guisas en soterrar a los muertos”, en Joaquín YARZA LUACES, Formas artísticas de lo imaginario, Barcelona, Anthropos, 1987, pp. 260-292. 58 Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, Investigaciones iconográficas sobre la escultura funeraria del siglo XIII en Castilla y León, Tesis Doctoral en microficha, Universidade de Santiago de Compostela, 1993.

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Para este estudio han sido seleccionados los sarcófagos correspondientes a reinas e infantas que incluyen en su iconografía la representación de alguna de las etapas de la celebración de las exequias, comenzando por la primera fase de desarrollo iconográfico con el sarcófago de Sancha (†1096), hasta su plenitud en el de Santa María de Villasirga. 4.1. El sarcófago de Sancha en santa cruz de la Serós (†1097) (Imagen 1) El sarcófago de Sancha (†1096) ha sido uno de los ejemplares más estudiados del románico hispano: ya alude a él Valentín Carderera a mediados del siglo XIX61, y a principios del siglo siguiente se convirtió en uno de los focos de discusión en relación al origen del arte románico62. Sancha era hija de Ramiro I (†1063), rey de Aragón63, casada con Ermengol III de Urgell (†1065), a su muerte se vinculó al monasterio de Santa Cruz de la Serós donde fue enterrada con sus hermanas64. 59 Clementina Julia ARA GIL, “Monjes y frailes en la iconografía de los sepulcros románicos y góticos”, en José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR, Vida y muerte en el monasterio románico, Aguilar del Campoo, Fundación Santa María la Real, 2004, pp. 161-199. 60 Javier MARTÍNEZ AGUIRRE, “La memoria de la piedra: sepulturas en espacios románicos hispanos”, en José Ángel García de Cortázar, Monasterios románicos y producción artística, Aguilar del Campoo, Fundación Santa María la Real, 2003, pp. 133-159. 61 Valentín CARDERERA Y SOLANO, Iconografía española. Colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás monumentos inéditos de reyes, reinas, grandes capitanes, escritores, etc. desde el siglo XI hasta el XVII, Madrid, Imprenta de Ramón Campuzano, 1855 y 1864, cuadernillo IV. 62 Janice MANN, Romanesque architecture and its sculptural decoration in Christian Spain, 1100-1120, Toronto, University of Toronto Press, 2009, pp. 7-45. Dedica el primer capítulo a los historiadores del arte medieval procedentes de universidades americanas que disputaron el origen de la escultura románica entre Jaca y Toulouse, destaca entre los primeros Arthur Kingsley PORTER, “La tumba de doña Sancha y el arte románico en Aragón”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 89, 1926, pp. 119-133. Posteriormente se han ocupado de este ejemplar, principalmente David L. SIMON, “Le sarcophague de Doña Sancha a Jaca”, Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 10 (1979), pp. 107-124; “Sarcophagus of Doña Sancha”, en VVAA, The art of Medieval Spain, A.D. 500-1200, New York, The Metropolitan Museum of Art, 1993, pp. 229-232; Lucrecia HERRERO ROMERO, “Notas iconográficas sobre el tránsito del alma en el Románico español” en Joaquín Yarza Luaces (coord), Estudios de iconografía Medieval Española, Bellatera, 1984, pp. 13-51; María Lluïsa QUETGLES, “Les deux sculpteurs du sarcophague de Doña Sancha”, Cahiers de Cuxa, 42 (2011), pp. 209-214; “Una nova lectura iconogràfica del sarcòfag de doña Sancha”, Porticvm. Revista d’Estudis Medievals, 2 (2011), pp.16-24. 63 Algunos autores, como Labaña y D.L. Simon han discutido que se trate de esta Sancha, debido a que se trata de un nombre común, María Gloria CAMPO BETRAN, “El sarcófago de doña Sancha y la escultura románica del Altoaragón”, en VVAA, Homenaje a Don Federico Balaguer Sánchez, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1987, pp. 257-278. 64 Se conoce uno de los otros dos sepulcros que estaban en la capilla con el de Sancha, salió a subasta en 2011 en la casa Balclis, y fue comprado por el Ministerio de Cultura español; desde diciembre de 2013 está expuesto en el museo de Huesca. Se trata de una pieza pequeña en piedra caliza, con decoración de grifos afrontados en tres de sus caras, que se ha relacionado con una infanta por su pequeño tamaño o bien un osario. Al igual que el de Sancha, después de que en 1555 la comunidad

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Imagen 1. Dibujo de las cuatro caras del sarcófago de Sancha (†1096). Originalmente en Santa Cruz de la Serós. Imagen procedente de Valentín CARDERERA Y SOLANO, Iconografía española. Colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás monumentos inéditos de reyes, reinas, grandes capitanes, escritores, etc. desde el siglo XI hasta el XVII, Madrid, Imprenta de Ramón Campuzano, 1855 y 1864.

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Se trata de un sarcófago decorado por sus cuatro caras, del que se ha adscrito su realización a dos talleres65. En los pies y la cabecera se representan dos grifos rodeados de vegetación y un crismón gemado66, y en uno de los lados largos, una lucha de caballeros67. Mientras, el frente principal dividido en tres escenas, se ha relacionado tradicionalmente con una representación del oficio de difuntos: tres eclesiásticos escenifican la misa68, el alma de Sancha es elevada a los cielos, y por último, una mujer aparece sentada en una silla de tijera con un libro en las manos acompañada por otras dos damas. La mujer sentada suele identificarse con Sancha, e incluso con la representación de su vida piadosa que la dirige a la elevación69, sin embargo, este tipo de identificaciones de las que no tenemos ninguna prueba deben tomarse siempre con precaución. En cuanto a la elevatio animae, es el elemento de esta iconografía que más éxito tuvo en otras representaciones, en manuscritos miniados70, sarcófagos y otro tipo de esculturas. En el sarcófago de Sancha su alma aparece desnuda, rodeada por una mandorla, en lo que Erwin Panofsky denominó la imago clipeata medieval71, una adaptación de los retratos que en los sarcófagos romanos representaban a los difuntos que habían triunfado sobre la muerte. Lucrecia Herrero planteó la posibilidad de que, en relación a la posición de los dos ángeles que sostienen la mandorla, y al ejemplo que Serafín Moralejo encontró para un capitel de la catedral de Jaca, el autor se hubiera inspirado en un sarcófago romano por ahora desconocido72. Esta elevatio animae es una de las escenas que se desarrollarán en los dos siglos siguientes en este tipo de

abandonara el monasterio, estos sarcófagos fueron trasladados a su nuevo convento en Jaca donde permaneció desde 1622 hasta su venta, presumiblemente c. 1940 a la colección Moragas. Para más información la ficha de subasta, realizada por Javier Barrachina y Manuel Castiñeiras, en www. balclis.com/el-sepulcro-de-una-infanta-de-aragon (consultado el 11 de febrero de 2014) y la compra por parte del estado, www.heraldo.es/noticias/huesca/el_estado_compra_por_000_euros_ sepulcro_una_hija_ramiro_para_museo_oscense.html (consultado el 11 de febrero de 2014). 65 David L. SIMON “Le sarcophague...”; María Lluïsa QUETGLES, “Les deux sculpteurs...”. 66 María Lluisa QUETGLES ROCA llama la atención sobre como se trata de la misma decoración que el otro sarcófago conocido de la Serós, “Una nova lectura...”, pág. 23. 67 Sobre la problemática interpretación de esta escena, ver David L. SIMON, “Sarcophagus...”, pág. 232. 68 Esta es la identificación tradicional, Quetgles Roca plantea en su nueva lectura iconográfica una posible relación con la intervención de la infanta en la instauración del rito romano en Aragón. 69 Lucrecia HERRERO ROMERO, “Notas iconográficas...”, pág. 27. 70 La elevatio animae aparece en numerosas miniaturas, ente otras, el sacramentario de Warmundus de Ivrea (siglo XI), la vida Saint Amand de Valenciennes (siglo XI), la muerte de Guthlac en el Harley Roll Y.6 de la British Library (finales del XII-principios del XIII). Incluye numerosos ejemplos de este tipo Barbara ABOU-EL-HAJ, The medieval cult of saints. Formations and transformations, Cambridge, Cambridge University Press, 1997. 71 Erwin PANOFSKY, La sculpture...pág. 71. 72 Lucrecia HERRERO ROMERO, “Notas iconográficas...”, pág.32.

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sarcófagos, con el paso del tiempo se colocó en la parte superior de la escena de defunción, normalmente en una cama y rodeado de eclesiásticos73. 4.2. El sarcófago de Blanca de Navarra (†1156) (Imágenes 2 y 374) Blanca Garcés, infanta de Navarra, se casó en 1151 con Sancho III el Deseado (†1158), por entonces heredero a la corona castellana. Tras su muerte, tradicionalmente relacionada con el nacimiento del que sería Alfonso VIII75, sus restos se

Imagen 2. Sarcófago de Blanca de Navarra (†1156), Santa María la Real de Nájera. Fotografía de Raquel Alonso Álvarez.

73 Uno de los ejemplos más tempranos de esta tipología después del de Blanca de Navarra, identificado por Rocío Sánchez Ameijeiras como cabeza de serie (ver nota 82), es el sepulcro conservado en la iglesia de la Magdalena de Zamora, fechado en el siglo XII y de ocupante desconocido. Margarita RUIZ MALDONADO, “Dos obras maestras del románico de transición: ‹‹la portada del obispo y el sepulcro de la Magdalena››”, en VVAA, Studia Zamorensia, Anejos I. Arte Medieval en Zamora, Zamora, 1988, pp. 33-59. Entre las diversas atribuciones del sepulcro se ha planteado que perteneciera a la reina Urraca (c.†1209), madre de Alfonso IX. Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “La memoria...”, pág. 306. 74 Quisiera expresar mi agradecimiento a Raquel Alonso Álvarez y Flora Ward que me permitieron usar sus fotografías de los sarcófagos de Blanca de Navarra y los de Alfonso VIII y Leonor Plantagênet para ilustrar este artículo. 75 Para una intepretación de la iconografía en relación con el parto, Elizabeth VALDEZ DEL ALAMO, “60. Lauda sepulcral de Doña Blanca”, en Isidro Bango Torviso (dir.), Maravillas de la España Medieval: tesoro sagrado y monarquía, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 138-139.

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Imagen 3. Dibujo de detalle del duelo de los personajes identificados como Sancho III (†1158) y Sancha Garcés. Sarcófago de Blanca de Navarra (†1156), Santa María la Real de Nájera. Imagen procedente de Valentín CARDERERA Y SOLANO, Iconografía española. Colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás monumentos inéditos de reyes, reinas, grandes capitanes, escritores, etc. desde el siglo XI hasta el XVII, Madrid, Imprenta de Ramón Campuzano, 1855 y 1864.

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trasladaron al monasterio de Santa María la Real en Nájera donde se había establecido el panteón real navarro76. Esta pieza no estuvo siempre a la vista, a mediados del XV fue incrustada en un nicho de la cueva donde se localiza el panteón de manera que únicamente se conocía el frente con la representación del duelo, hasta que a mediados del siglo XX Francisco Iñiguez Almech lo trasladó la interior de la iglesia77. Incrustado en la cueva lo verían Yepes, Sandoval y Carderera, quienes copiaron un epitafio localizado en el zócalo inferior que ya estaba en muy mal estado en época de este último78. La lauda aparece decorada con escenas del Evangelio, así como un Cristo en majestad; mientras, en la caja se representan escenas de la muerte de Blanca de Navarra. El frente se distribuye en tres espacios, separados unos de otros por la presencia de dos árboles a cuyos flancos se reproduce el duelo79. A la izquierda, las mujeres asistentes entrelazan sus manos y se echan las manos a la cabeza, entre ellas una mujer identificada con la hermana de Blanca, Sancha Garcés; mientras, de forma simétrica al personaje identificado con el rey Sancho80, es sostenido por dos figuras acompañado por hombres que se tiran de la barba. En el centro, la elevación del alma que vimos en el sarcófago de Sancha ha evolucionado: bajo la representación del alma de Blanca como una niña sustentada por ángeles se muestra a la reina en una escena de defunción81. Esta escena, que ya aparecía en otros soportes, se traslada aquí por primera vez a la escultura funeraria convir76 El panteón de Nájera había sido fundado por García III en 1052, y pasó más tarde a formar aprte de la propiedad de la realeza castellano-leonesa de manera que Alfonso VI lo donó a Cluny en 1079. En época moderna sufrió una remodelación, los restos fueron trasladados a nuevas urnas realizadas para la ocasión con representación de yacentes, que llevan en los pies una cartela identificadora del mismo. Elizabeth VALDEZ DEL ALAMO, “Lament for a lost Queen: the sacophagus of Doña Blanca in Najera”, en Elizabeth Valdez del Alamo y Carol Stamatis Pendergast, Memory and...pp. 43-75. 77 Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Ecos de la Chanson de Roland en la iconografía del sepulcro de doña Blanca (†1156) en Santa María la Real de Nájera”, Lecturas de Historia del Arte, vol. II (1990), pp. 206-214, en concreto, sobre el traslado, pág. 209. 78 “NOBILIS HIC REGINA JACET, QUAE BLANCA VOCARI / PROMERUIT : PULCHERRIMA SPECIA, CANDIDIO NIVE / CANDORIS PRAETUM FESTINANS, GRATIA MOUM / FOEMINEI SEXUS HANC DABAT ESSE DECUS. / IMPERATORIS NATUS REX SANCIUS ILLI / VIR FUIT, ET TANTO LAUS ERAT IPSA VIRO / PARTU PRESSA RUIT, ET PIGNUS NOBILE FUDIT: / VENTRIS VIRGINEI FILIUS ASSIT ETI. / ERA MILLENA, CENTENA NONAGESIMA QUARTA, / REGINAM CONSTANT OBISSE PIAM”. Valentín CARDERERA Y SOLANO, Iconografía española..., cuadernillo III. 79 Seguimos en la interpretación iconográfica de la escena a Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Ecos de la Chanson...”, pp. 206-214. 80 Sánchez Ameijeiras relaciona los gestos de la figura identificada como Sancho III con los de Carlomagno en la Chanson de Roland, Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Ecos de la Chanson...”, pp. 208-209. 81 Rose Walker considera que la escena no solo representa la muerte de la difunta durante el parto, sino que la Elevatio Animae tendría un doble significado mediante el cual identifica el alma con un Alfonso VIII recién nacido. Rose Walker, “Images of royal...”, pp. 160-162. Es una explicación proble-

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tiéndose en la cabeza de serie del grupo82. Así, la iconografía presenta a la reina como madre, que provoca en su esposo y su hermana el duelo, pero que no añade ninguna información sobre cómo sería su funeral, o por ejemplo, el papel de su hermana en él: se concentra en la muerte de la reina. 4.3. Urraca López De Haro (c.†1230) Urraca López de Haro (c.†1230)83, se convirtió en reina consorte de León gracias a su matrimonio con Fernando II. A la muerte de este, después de algún intento para colocar a su propio hijo en el trono en detrimento de Alfonso IX, fundó el monasterio de Santa María la Real de Vileña, adscrito a la orden del Císter en 1222, donde profesó y terminó sus días. Su sarcófago fue trasladado en 1970 de su emplazamiento original en medio de la capilla mayor, y se conserva actualmente en el Museo del Retablo de Burgos84. Dos veces se representa la efigie de la reina: primero en la lauda como yacente y de nuevo en el cortejo que aparece en la caja del sarcófago, donde se está produciendo el enterramiento. Esa escena se acompaña de un cortejo funerario, que incluye hacia uno de los lados monjes franciscanos, así como dignidades eclesiásticas que celebran el oficio en torno al sarcófago, mientras al otro un contingente laico manifiesta su dolor a través de los acostumbrados gestos de duelo, acompañados por las propias hermanas de Vileña en los lados menores85. En los pies se grabó la siguiente inscripción que ha sido fechada en el siglo XV: “doña hurraca hyja del code don lope diaz / muger del rey do fernado de leon”86. 4.4. Elevación del Alma y Liturgia de funerales en las Huelgas Entre los numerosos sarcófagos que se han conservado en las Huelgas87, nos interesan en esta ocasión aquellos que incluyen la representación de la elevatio mática ya que según fuentes documentales, entre el nacimiento del futuro rey y la muerte de Blanca habrían pasado varios meses. 82 Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Ecos de la Chanson...”, pág. 207. 83 Se desconoce la fecha exacta de la muerte, la bibliografía señala entre 1226-1230 (Clementina Julia ARA GIL, “Monjes y frailes...”, pág. 175); el sarcófago ha sido fechado en el entorno de 12701280, en relación con el de Urraca Díaz de Haro (†1262), su sobrina, conocida como la Beata de Cañas, y cuyo sarcófago está decorado también con una espectacular liturgia de funerales. 84 Clementina Julia ARA GIL, “Monjes y frailes...”, pág. 174. 85 Clementina Julia ARA GIL, “Monjes y frailes...”, pág. 173. La otra cara del sarcófago incluye imagenes del Nuevo Testamento. 86 Alejandro GARCÍA MORILLA, Las inscripciones medievales de la provincia de Burgos: siglos VIII-XIII, Tesis doctoral de la Universidad Complutense, Madrid, 2013, pp. 436-437 [en la red]. Disponible: http://eprints.ucm.es/21465/1/T34473.pdf [Consulta: 22/10/14] 87 Sobre los cementerios y espacios funerarios de las Huelgas, ver el estudio pionero de Manuel GÓMEZ MORENO, El panteón real de las Huelgas de Burgos, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Diego Velázquez, 1946.

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animae o bien las exequias. La elevación del alma localizada en el tímpano del arcosolio de situado en las Claustrillas, donde dos ángeles llevan al alma a los cielos dentro de una sábana se ha identificado con el emplazamiento original del Infante Fernando (†1211); escena que se repite en el sarcófago del coro donde descansa la reina Leonor (†1214, imagen 4), cuya alma se eleva coronada, como señaló Rose Walker, con una iconografía que más bien recuerda a la representación de la Virgen como reina de los cielos88. Por otro lado, la liturgia de funerales se representó en el problemático sarcófago atribuido a la Infanta Leonor o al Infante Sancho (†1181), localizado en la nave de Santa Catalina89. Sus medidas son reducidas y aunque en su interior aparecieron restos muy deteriorados de un individuo infantil, tanto el epitafio y la fecha (1194), como una decoración que incluye la liturgia de funerales enmarcada por arquerías con castillos, la muerte del infante y la elevatio animae, acompañado

Imagen 4. Sarcófagos de Alfonso VIII y Leonor Plantagênet (†1214). Monasterio de Santa María Real de las Huelgas de Burgos. Fotografía de Flora Ward. 88 89

Rose WALKER, “Images...”, pág. 164. Manuel GÓMEZ MORENO, El panteón real..., pp. 9-10.

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por una imagen del cordero con la cruz, hicieron dudar a Manuel Gómez Moreno de que se tratara del sarcófago de uno de los hijos de Alfonso VIII y Leonor90. Uno de los últimos estudios referentes a este sepulcro, llevado a cabo por Alicia Miguélez Cavero, vuelve sobre la identificación del mismo con el Infante Sancho relacionándolo con el planto conservado en el códice musical de las Huelgas91. Por último, la Infanta Berenguela (†1279), ocupó un sarcófago del coro donde predominan las escenas religiosas; si bien en la zona de los pies aparece la representación de la defunción y elevación del alma de la hija de Fernando III y Beatriz de Suabia, cuya heráldica decora uno de los vertientes de la tapa. Los gestos de duelo desmesurado empiezan a ser sustituidos por representaciones heráldicas, han desaparecido las largas procesiones funerales, pero perdura el momento de una muerte rodeada por eclesiásticos que recitan el oficio de difuntos92. 4.5. Beatriz Fernández en Santa María de Villasirga El sepulcro conservado en la iglesia de Santa María de Villasirga, junto al del infante Felipe de Castilla (†1274), se ha vinculado tradicionalmente a su tercera esposa, Leonor Rodríguez de Castro. Sin embargo, Rocío Sánchez Ameijeiras ya en 2004, planteó una hipótesis, a mi juicio más acertada sobre la identidad de la difunta que se correspondería con Beatriz Fernández, hija del Infante93. Ambos sepulcros se complementan, en sus urnas tiene lugar una procesión funeraria, que según Joaquín Yarza se ha desacralizado, convirtiéndose en una ceremonia pública de duelo94. En este conjunto la tipología ha llegado a su punto álgido, el funeral recorre toda la caja, y la iconografía representa algunos de los papeles que las fuentes escritas otorgaban a las mujeres: el de las plañideras, mesándose los cabellos y arañándose los rostros, pero sobre todo, y por primera vez en los

90 QVIS QVIS ADES QVI MORTE CADES NRA / PLEGE PLORA SVM QVOD ERIS QVOD ES TRE / TVI PRO ME PRECOR ORA E M CC XXX II P.M.F.” Manuel GÓMEZ MORENO, El panteón real..., pág. 10; Clementina Julia ARA GIL, Escultura gótica..., pág. 247; María Jesus GÓMEZ BÁRCENA, Escultura gótica..., pág. 18. 91 Alicia MIGUELEZ CAVERO, “Texto, imagen y música: el dolor ante la muerte del infante Don Sancho en el Panteón Real de las Huelgas” en María Encarnación Martín López y Vicente García Lobo (coords), Las inscripciones góticas: II coloquio internacional de epigrafía medieval. León, del 11 al 15 de septiembre, 2006, León, Corpus Inscriptionum Hispaniae Medievalium, 2010, pp. 455-467. 92 Manuel GÓMEZ MORENO, El panteón real..., pág. 14. 93 Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Mui de coraçon rogava a Santa María: culpas irredentas y reivindicación política en Villasirga”, en Ángela Franco Mata, Ángela (coord.), Patrimonio artístico de Galicia y otros estudios. Homenaje al Prof. Serafín Moralejo Álvarez, Tomo II, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2004, pp. 241-252. 94 Joaquín YARZA LUACES, “Despesas fazen...”, pp. 279-282.

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ejemplos que hemos visto se presenta a Beatriz como la equivalente de Berenguela, la encargada de la memoria familiar, como parte del cortejo funerario de su padre95.

Conclusiones La conclusión principal de este análisis es que, en términos generales desconocemos si durante la Edad Media los funerales de las mujeres, y en concreto de las mujeres de la realeza, tenían alguna característica específica como sucedía con los de los caballeros. Según las fuentes iconográficas sus funerales se desarrollarían de manera semejante a los masculinos, con largas procesiones fúnebres y representaciones de duelo. En cuanto a las fuentes legislativas únicamente se refieren a ellas en casos muy concretos, y vinculados a comportamientos que se deseaba erradicar. Mientras, las crónicas castellano-leonesas, destacan por la parquedad de su información: son escasas las menciones a reinas e infantas, no describen sus funerales ni sus muertes como lo hacen ocasionalmente con los reyes, y cuando aparecen lo hacen como Berenguela, en relación a su padre, a sus hermanos y a su hijo, y no como una gobernante cuyo funeral mereciera la misma atención que los de los hombres de su familia. Lo que nos transmiten las imágenes representadas en los sarcófagos son escenas de la muerte, el oficio de difuntos, la elevación del alma y el cortejo fúnebre, contradiciendo todas las prohibiciones que aparecían en la legislación eclesiástica. Aunque las crónicas no lo describan, la muerte y posteriores funerales de las reinas e infantas de los reinos castellano-leonés suscitaría las mismas ceremonias y duelos que los de sus esposos, padres y hermanos, en lo que a términos generales se refiere. En esta ocasión nos hemos ocupado exclusivamente de aquellas sepulturas de reinas e infantas, pero ellas fueron solo una parte de las mujeres castellanoleonesas que eran lloradas en sus funerales, y cuyas representaciones se han 95 Resulta muy sugerente la hipótesis de Rocío Sánchez, quien plantea como habría sido Beatriz, a principios ya del siglo XIV la encargada de ocuparse del sepulcro de su padre y de reivindicar la memoria de un infante que se había rebelado contra su rey y hermano Alfonso X, y que permite explicar las referencias heráldicas de manera que era imposible con las otras identificaciones del sepulcro. Rocío SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, “Mui de coraçon....”, pp. 243-250. Por otro lado, esta reivindicación memorial se enmarca en otra serie de actuaciones llevadas a cabo por Sancho IV (†1295) que aparece monumentalizando tumbas de otros caballeros que se habían rebelado contra su padre, como es el caso de Fadrique. Sobre las actividades reorganizadoras de Sancho IV, ver Fernando GUTIÉRREZ BAÑOS, Las Empresas artísticas de Sancho IV el Bravo, Burgos, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1997, pp. 145-195.

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conservado hasta nuestros días: en el sarcófago vinculado a María de Almenara en las Huelgas, en los desaparecidos sepulcros de Constanza de León y Beatriz Fadrique en Sahagún, el de la iglesia de la Magdalena en Zamora, el de doña Elena en la catedral de Salamanca, el de Inés Rodríguez de Villalobos actualmente conservado en el Museo Arqueológico Nacional, y el de la Beata de Cañas, por señalar algunos.

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