Las éticas del exemplum: Los castigos del rey don Sancho IV, El conde Lucanor y el Libro de buen amor

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Descripción

Los Castigos del uey don Sancho IV,

El conde Lucanor y el Libro de buen amo?

Publicaciones de ~edievalid,18

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS DEL PERSONAL ACADÉMICO

LAS ÉTICAS DEL EXEMPLUM Los Castigos del vey don Sancho M, El conde Lucanor y el Libro de buen amor

ELOISA PALAFOX

UNIVERSIDAD NACIONAL A U T ~ N O M ADE ~ MÉxrco, 1998

6x1~0

Primera edición: 1998

D.R. @ 1998. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS DIREcCIÓN

GENERAL DE ASUNTOS DEL PERSOXAL ACADÉMICO

Impreso y hecho a México ISBN 968-36-6796-1

1. 'Para mientes en la estoria': reconquista, mesianismo y escritura en los Castigos e documentos del rey don SanchoIV. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2. 'Et avn que ellos non lo deseen...': voz, saber y poder en el libro de El conde Lucanor . . . . . . . . . . 3. 'Por muchos males e daiios': 'coplas pintadas', saber y seducción en el Libro de buen amor . . . . . . . 4. Comparaciones y conclusiones

. . . . .

A mispadres

Carlos y Elotja

AGRADECIMIENTOS

Quisiera expresar mi más profundo agradecimiento a quienes de distintas maneras me apoyaron en la preparación de este libro. A la profesora Beatriz Mariscal que no sólo me inició en los estudios de la oralidad, sino que además me asesoró paciente y optimistamente para llevar a buen término una primera versión con la que obtuve el doctorado en literatura hispánica de El Colegio de México. Al ~rofesorAurelio González por sus valiosas sugerencias y por su continuado interés en el desarrollo de mi trabajo. A los profesores Luis Astey y Tatiana Bubnova quienes con sus comentarios útiles y generosos también me ayudaron a preparar esa primera versión. A Dime Wright y Connie Scarborough que, en 1995, me invitaron a participar en una mesa sobre don Sancho IV,en el Congreso Internacional de Cultura Medieval en Leeds (Inglaterra), donde leí una parte del capítulo sobre los Castzgos que aquí se presenta. A todos mis profesores y compañeros del Colegio de México, particularmente a Rebeca Barriga, Rafael Olea, Martha Elena Vernier, Lillian von der Walde, Bmce Swansey y Enrique Flores, a mis colegas y estudiantes de Washington University, en especial a Juan José Daneri por su ayuda diligente en la revisión de las pmebas de imprenta. A los profesores Aníbd González, Robert Fiore y Mano Valdés por todos sus ánimos y consejos a lo largo de estos últimos años. A mis padres y hermanas cuya presencia insustituible me ha dado la fuerza y el ejemplo necesarios para seguir adelante. Al profesor Joseph T. Snow, siempre cercano a pesar de la distancia y con quien ramas y ran entretenidas discusiones hemos tenido a propósito de los enigmáticos "fablares fermososn del Arcipreste.

México D.F., mayo de 1997.

INTRODUCCI~N

EXEMPL UM

Entre técnicas de sabery estrategasde POder no existe exterioridad dguna, induso si poseen su propio papel específicoy se aniculan unacon otra a pmir de su &fe M;&

Fouuult

Cada individuo, cada civilización y cada época tienen su manera de relacionarse con el legado que les llega, en forma de canciones o de textos, de pinturas, de estatuas o de monumentos arquitectónicos, de aquellos a quienes consideran sus ancestros: 1aEdadMediaeligió el exemplum.Más que un género en sí, más que un conjunto finito de historias y de motivos, el exempfumfue,para la sociedad medievai, una manera particular de pensar el pasado y de utilizarlo, de distintos modos, para influir en su propio presente. Como explica Maravall: La alegorización y moralización de cuanto se ve en el mundo constituye el procedimiento para penetrar en el saber de éste, porque todo saber es, fundamentalmente, un saber de símbolos. Todo el arte medieval se conviene, por ello, en expresión alegórica de una realidad moral que, en cualquier caso, afecta al hombre. Las representaciones en tímpanos, capiteles, vidrieras, etc., tienen ese valor y ese sentido adoctrinante ("Concepción", 239). Pero esta manera particular de leer e integrar el pasado al presente, y de volverlo "útil" para lograr ciertos propósitos, sufrió con el tiempo tantas transformaciones que terminó volviéndose un tanto ajena para la

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misma sociedad occidental que la heredó de la retórica clásica y que la llevó, durante la Edad Media, a su máxima expresión. Por eso, el primer problema al que se enfrentaron los estudiosos que a finales del siglo XK y principios del xx emprendieron el estudio del exemplum fue el de encontrar una definición adecuada para el concepto mismo.' La palabra exemplum, explica Welter en la introducción a su estudio clásico sobre el tema, fue usada en la Edad Media para referirse a un relato, una historia, una fábula, una parábola, una moralidad o una descripción que pudiera servir de prueba para apoyar una exposición doctrinal, religiosa o moral. Los exempla, añade este autor, podían ser historias o leyendas de origen sagrado o profano, occidental u oriental, anécdotas, fábulas o cuentos extraídos de la antigüedad clásica o de la Edad Media misma, de los bestiarios, de los tratados de historia natural, de la tradición popular o de la experiencia del compilador o predicador.

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Lo que a continuación se presenta es una breve síntesis de las ideas en torno a1 exemplum que se utilizarán a lo largo de esre libro. Dada la calidad de los trabajos publicados hasta la fecha que proporcionan excelentes bibliografías y visiones panorámimicasde lo que fue y es el memplum para quienes lo han utilizado y estudiado, resultaría repetitivo volver sobre lo mismo. Una revisión de la historia del concepto desde Cicerón hasta Valerio Masrimo puede versc rn: Bnttaglia CL'csempio mcdiev&", 45-64); Brémond, Lr (;off v Schmitt orolonean 27-36). " estd revisinn basta nuestros días (L"mem~1uai'. ,. ,v oresentan además una bibliografía sumamente útil. Otras dos referencias indispensables a este respecto son: el libro de Ma. Jesús Lacarrl: Cuentbtica Medieval en EsparM: los onkmk(39-46)y su introducciOn 2 (7uenror dpla EdddMdia, el libro dc ~arry'~can1on: Ndrrarive. Authoriru. andPowr. Thr MedievalExemolum and rhe C h a u c h n Traditwn y el d e ~ á r t Haro a cortés: ~orcompmdiosdecari~o;ddrig[o xru(78-106). La ventaja de los trabajos de Lacarra y de Haro CortCs es que no sólo presentan un panorama $eneral de los estudios sobre el exemplum, sino que lo enfocan además al contexto de IaPenínsula Ibérica. Como explica Lacarra, y más adelante también Haro Cortés, en la Península se da allí, sobre todo a partir del sido mi,u i a confluencia de tradiciones occidentales y orientales. Scanlon, por su parte, establece una división fundamental entre lo que él considera como dos tiadiciokes netamente diferenciables: el exemplum religioso relacionado con In homilética v el exemolum de t i ~ ~olÍtico. o cuvos ~rincioalcs cxoonenres . > . ' serían los Espejos de príncipes (para una visión panorámica de lo que fue en Europa esta tradición de los Espejos ver Sunlon (Narrative, 81-134). y. H u o Cortés (Ln imgen, . 203C). c,uicn prrrrntn además u m m u y útil revisión de los Espejos árabes o que fueron venidos a1 árabe a raíz del advenimiento del Islam. Tanto Lacarra como Haro Cortis se centran en el estudio de textos que, en términos generales, podrían considerarse como Espejos de príncipes, sin embargo, a lo largo de sus respectivas revisiones de la historia del concepto de exemplum, ninguna de ellas esrablece una división entre la tradición política y la religiosa tan tajante como la planteada por Scadon. ~

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En suma, observa Welter, todo el fondo narrativo y descriptivo del pasado y del presente podía ser leído, entendido y usado como exemplum (L' "Exemplum", 1-2).2 Según Tubach (Y en esto coincide con Maravall), tal divergencia en cuanto a la naturaleza de los materiales a los que se aplicó el término de exemplum se debe a que los autores, compiladores y predicadores medievales no sólo lo usaban para referirse a una forma de relato, sino también, en un sentido más amplio, para aludir a la manera como interpretaban y utilizaban la información, y al espíritu con que esperaban que sus lectores e interlocutores la recibieran: the exemplum is an attempt to discover in each narrative event, character, situation or act a paradigmatic sign that would either substantiate religious beliefs and Church dogma or delineate social ills and human foibles (Index, 523). Battaglia propone también algo semejante: Sull'impasto di queste varie forme lerrerarie, originariamente distinte mavia via convergenti, il Medioevo ha regolato l'espressione della propria saggezza e della propria esperienza. Non si tratta soltanto d'un gusto letierario e stilistico, benri d k n metodo che la mentalir2 medievale ha applicato alla sua cognizione della real& etica e pratica ("L'esempio", 71; el énfasis es mío). D e acuerdo con Maravall, la importancia que tuvo este "método" para la sociedad medieval se debió al carácter doctrina de su concepción del saber: Dos son las fuentes de toda doctrina -y el saber para el hombre medieval es, ante todo, eso: doctrina-, y estas dos fuentes son: "proeceptis scilicet et exemplis". Y aún se puede decir que las dos se reducen a una sola, puesto que el ejemplo es el hecho cuya observación nos dará la ciencia, y el precepto es la sentencia en que, tras la observación del ejemplo, se destila el saber que de él se saca. Ejemplo y precepto son las dos caras de un mismo saber (Concepción, 239). Jolles (Formes Simples)y, en épocas mis recientes, Zumthor (Esrai de poéripe médihle,339-404), incluyen asimismo en la categoría de oremplum toda una variedad de temas y formas narrativas y no narrativas.

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Las écicas del exemplum

La mente medieval, señala Battaglia (en la misma línea que Maravall y Tubach), concibe la historia humana como una cadena inmutable y finita de sucesos que se reiteran una y otra vez. Es por eso que las colecciones de exempla podían ser presentadas como depositarias de un "código" hasta cieno punto exhaustivo de conducta, que para cada hecho y para cada experiencia vital ofrecía una norma y alegaba un testimonio ("L'esempio", 68). Bajo esta luz, su valor de conjunto y el de cada uno de sus exempla, se elevaba enormemente: Nella tela dell'esempio l'esistenza degli uomini si colloca in una sua costanza paradigmatica. L'aneddoto 'esemplare' presuppone una visione dell'esperienza che non ammete impensati sviluppi o precarie soluzioni. Tutto preciso, stabilito, perpetuo ("L'esempio", 76). Además, debido a la brevedad de la existencia humana era posible creer que cada persona tenía Únicamente que enfrentarse, a lo largo de su vida, a un número limitado de alternativas y, por lo tanto, una buena colección podría bastarle y sobrarle para resolver sus problemas individuales. La autoridad del exemplum emana de lo que se presenta y se percibe como su pertenencia a la tradición, es decir, al conjunto global de experiencias vitales de la comunidad, que han sido probadas y transmitidas de generación en generación. Los exempla, observa Battaglia, "erano stati eredati perché gli uomini vi si spechiassero e vi si riconoscessero. Ciascuno d'esii era un mito dell' esperienza, un emblema della realti" ("L'esempio", 71). De ahí precisamente la insistencia en su calidad de "pmeba", y la tendencia de quienes lo utilizaban en sus sermones a introducirlo como cosa leída (de preferencia en una obra antigua y respetada) o escuchada de boca de una persona digna de crédit0.j 3 A lo largode este libro, el concepto de "tradición" y de "saber tradicional" se usará, siguiendo la línea de pensamiento de Battaglia y de Maravall, para aludir al carácter ancestral asociado por quienes lo manejan con ese saber "ejemplar"(tanto oral como escrito) al que se adjudica la capacidadde servir como clave para entender y resolver los problemasvitales y las preocupaciones religiosas y morales. En su Romancero Hispánico (Cap. iiI del vol. 1, 58-80), Menéndez Pida1 utiliza el término de "tradicionalizición" para referirse al proceso de transformación por el que suele pasar el 'saber tradicional" que re transmite en forma oral. Este proceso tiene un carácter comunitario y da como resultado lo que este crítico español designó con el término de 'estilo tradicional". En

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Siguiendo a Crane (The 'éxempla~y en un intento por delimitar su campo de estudio, Brémond, Le Gnff y Schmitt establecen una diferencia entre lo que consideran como dos acepciones distintas del término: la que, en el campo más general de la lógica y de la filosofía ve en el exemplum un arquetipo o modelo y la que, en el marco más restringido de la gramática y de la retórica, lo entiende como un argumento de carácter narrativo "au meme titre que d'autres tnoncés" (L' 'Exemplum", 28). Basados en esta segunda acepción, estos críticos incluyen el exemplum en el conjunto de los géneros y formas narrativas de la E d ~ dMedia.4 Además del ya mencionado carácter narrativo, el resto de las características que Brémond, LeGoff y Schmitt consideran como propias de este "género" son las siguientes: su brevedad, su veracidad o autenticidad, su dependencia relativa con respecto a iin discurso globalizante, su relai ción con l~ homilética, su finalidad pcrsuasiva, el hecho de qiir ~ i auditorio está compuesto por fieles o discípulos, su calidad didáctica y su origen en una preocupación por el bienestar espiritual del receptor (L' "Exemplum",36-37). Pero, como puede verse por el contenido de esta lista, a pesar de la advertencia de estos tres críticos con respecto a su intención de limitarse al estudio "retórico" del exemplum, en la práctica, les resulta imposible delinear con precisión las fronteras entre el ámbito de lo "retórico" y el de lo "filosófico". Lo cual, en el fondo, resulta bastante comprensible, sobre todo si se piensa que para la sociedad medieval, que tenía una concepción tradicional, estática y acabada del saber, la filosofía y la retórica no eran en absoluto dos disciplinas excluyentes. Según Maravall, tal coincidencia tuvo que ver con el hecho de que (salvo en casos excepcionales) las preocupaciones básicas del hombre medieval con respecto al saber eran: su obtención, su conservación y su transmisión; todas encaminadas a perpetuar los modelos y las normas heredadas de los antepasados, lo cual, de una forma u otra, las relacionaba con el manejo de los signos: sociedades como la medieval. los textos escritos suelen oasar también oor un oroceso semejante, debido a la necesidad de los usuarios de adaptarla iniormaciin a susbropios contextos. Sin embargo, los resultados a nivel estilística no son los mismos que en el caso de las tradiciones orales, pues cada forma de almacenamientodel saber tiene sus propios medios de conservación y reproducción. En esto concuerdan con Scholes y Kellog (Naturr) y con Jauss ("Litrérature").

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La ciencia de la razón, en el sentido medieval de esa razón, es la retórica, es decir, un cultivo de los medios de expresión más elevados y propios del hombre, con los que se transmite y hace asimilable el saber, lo que da lugar a que, a su vez, ese cultivo aparezca como el saber principal y aun como el saber que los abarca todos ("Concepción", 235). E n este contexto, el hombre "sabio" es aquel que conoce las claves necesarias para adquirir el saber (descifrando el universo de los signos inscritos tanto en los textos como e n la naturaleza), que gracias a eso posee una parte respetable de dicho saber (al que la mente medieval imagina como un todo acabado, definitivo y delimitado) y que maneja además las técnicas necesarias para transmitirlo adecuadamente. El problema de una definición como la intentada p o r Brémond, LeGoff y Schmitt radicaría por l o tanto e n el hecho de que aquello que están tratando de definir de manera exhaustiva n o es en realidad u n "género" propiamente dicho, y tampoco necesariamente una forma narrativa, sino a u n mismo tiempo, y de manera inseparable, u n a estrategia .~ como se verá más adediscursiva y u n método de c o n ~ c i m i e n t oPero, lante, esto de ninguna manera quiere decir que la descripción que proponen esros críticos deba ser desechada por completo, pues el resto de las caracteristicas que mencionan como propias del exemplum resultan sumamente útiles para su estudia6 A los problemas relacionados con u n intento de definición del exemplum, vienen a añadirse además los que se refieren a su trayectoria histórica. A este respecto, nadie niega que sus orígenes se remontan a la antigüedad grecolatina, pero sí hay, entre los críticos, quienes han trataDe hecho, hay abundantes muestras de que los escritores medievales también llamaban arempla a descripciones no narrativas de distintas cosas, animales y fenómenos naturales, cuando las usaban con fines ejemplares. Una discusión en torno a la variedad de términos uciliz*dos por los autot.es mediiv~lerpara referirre a sus propios exemph puede verse en: Paredes Nuiiez ( F o w narrarivnr bwwr). "0 único que hasta cierto punto podría cuenionarx es el asunto de la 'brevedad", pues, aun cuando la mayoría de los estudiosos la aceptan sin reparos, cabría preguntarse si no se trata de una cualidad material demasiado subjetiva como para incluirla en la descripción& una estra.tegiadiiursivo.de tan amplio alcance y con can variadas manifes tlciones como es el exemplurn. Como observa Susnn Suleiman, en un sentido amplio, prácticamente se podría comparar el srmplirm medieval con el romana th&e: "le lecteur d'un roman 1thise se trouve dans une position analogue A celle du public d'un orateur, d'un professeur ou d'un prtdicateur" CRécit", 469).

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do de señalar las diferencias entre lo que fue el exemplum para los griegos 7 los romanos, y l o que fue luego para la sociedad europea, a partir del advenimiento del cristianismo. Battaglia, por ejemplo, considera la obra de Valerio Massimo (Facta e dicta) como un punto clave en la hisroria del exemplum cristiano.' Pero, como observa Stierle, lo que vino a marcar la diferencia fue e n realidad el gran cambio e n la concepción del tiempo y de la historia humana que trajo consigo la nueva religión: Toutefois, l'exemple change de caractere en passant dans le Moyen Age chr¿tien. [...]De meme que l'histoire est a la fois rrragisrra vilae et histoire de la Rédemption, l'exemple se réfere a la Iois . i sa classification pa~adigmati~ue dans le contexte du systeme philosophico-moral, et, en tant que figura, 1 la Rédemption qui s'annonce et s'accomplit ("L'Histoire*, 185)8 Otros dos puntos clave e n la historia del exemplum fueron los decretos del cuarto Concilio de Letrán de 1215, en los que se aconsejaba el mejoramiento de la educación de los religiosos y de la instrucción de las masas, y la aparición contemporánea de las órdenes d e dominicos y franciscanos destinadas a la predicación.9 Por eso mismo, éste fue el período e n el que se desarrolló y se difundió la forma popular del serm ó n medieval, destinada a influir e n un público más numeroso y menos letrado, conocida con el nombre de dzvrcto extra, que hizo del exemplum uno de sus principales recursos. Como explica Deyermond: this is the form in which the majority of Christians in the closing centuries of the Middle Ages most often, and most memorably, encountered theprea~hin~function of the Church ("The Sermon", 127).10

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"L'insegnamenro di Valerio Massirno andava al di Ii delie sue stesse intenzioni. Egli, invero. tentava di riordinare i fatti della storia sullo schermo eeuale dell'emerienza etica: " cioe, paniva da un processo di astrazione, per cui i casi del passato diventano tutti concemporancie vengono a formare una teoria di modelli perenni" ("i'e~mpio",63). Stierle utiliza aquí el concepto defptra tal y como lo presenta Auerbach en su conocido ensayo del mismo nombre ("Figura"), publicado en alemán en 1938 (la versión inglesa aparece como primer capítulo de su libro: Scewsfrom the Dvama of Europenn Literature). El estudio clásico de los efectos que tuvieron los decretos de dicho Concilio en la Península Ibérica es el deLomax í"Laterannl. 'O Aunque el estudio del sermón medieval excede los objetivos del presente libro, es necesario aludir por lo menos a otros dos trabajos indispensables sobre el tema para los

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No resulta extraño que haya sido precisamente entonces cuando dio inicio la época más importante en la historia del exemplum y cuando, a raíz de la importancia que éste adquirió para la predicación, empezaron a surgir las grandes colecciones destinadas a auxiliar a los clérigos en sus tareas de adoctrinamiento. Otro asunto que ha provocado bastante controversia es el de su decadencia: para Tubach, ésta empieza ya alrededor del siglo xm ("Exempla"), en cambio Welter (L' "Exemplum",3 4 , y también Brémohd, LeGoff y Schmitt (L' "Exemplum",27 y 57) la sitúan en el siglo xv. Pero vale la pena hacer notar que cuando estos críticos hablan de la decadencia del exemplum a lo que se refieren ante todo es a la disminución en el número de recopilaciones elaboradas y en la originalidad de los relatos incluidos en éstas, y no a la concepción del saber que propiciaba su utilización, pues algo en lo que casi todos los críticos están de acuerdo es en el hecho de que su uso está relacionado con unas estructuras mentales, culturales y sociales que subsisten por un período de tiempo mucho más largo. Según LeGoff, Brémond y Schmitt: "L'exemplum,lié A un type de parole (orale ou écrite) qui cntrc dans un ensemble didactique fonement marqué par le christianisme pré-industriel, ne recule qu'avec la desaparition progressive & cet ensemble A partir du XIXe siecle" (L' "Exemplum", 57). Sin embargo, ya en el siglo xvn (1624) hubo otro evento clave que contribuyó a la desaparición del exemplum de los púlpitos católicos: el decreto del Concilio de Burgos que prohibía utilizarlo para la predicación, a raíz de las quejas de quienes consideraban que las preocupaciones estéticas y el factor del entretenimiento habían llegado a desplazar su componente didáctico-doctrinal." Antes de seguir adelante con la discusión sobre el concepto de exemplum que servirá de punto de partida a este trabajo, es necesario aclarar que los intentos de definir el exemplum de una manera restrictiva, es decir, utilizando parámetros formales y temáticos que lo convierespecialistas en la literarura peninsuiar: el de Rico (Predicacióny literatura) y el de Cátedra (Dos estudios). En el libro de LeGoff, Brémoud y Schmitt (L'"Exemp1um: 24-25) y en el libro de Haro Cortés (Compendaos,81, n. 9), pueden encontrarse además dos buenas bibliografías en las que se mencionan los principales estudios sobre la retórica del sermón medieval europeo. " Aunque, como demuestra Ricard, este decreto no consiguió que el exemplum desapareciera por completo de la litenrun religiosa europea ('Tour une hirtoire").

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ten en parte de una clasificación mucho más amplia, han sido múltiples y variados. Uno de los más interesantes es el de Ma. Jesús Lacarra, cyien después de dar cuenta de las divergencias que existieron y aún existen entre lo que tanto los autores medievales como los críricos actuales entienden por exemplum (Libro, 25-29), llega a la conclusión de que el término abarca, en un sentido amplio, "toda forma breve, narrativa o no, susceptible de servir de prueba para un argumento religioso" (Libro, 34).12 Pero, según Lacarra, también es posible definir el exemplum, en un sentido restringido, considerándolo como elemento integrante de un conjunto más amplio que abarcaría lo que ella misma designa con el nombre de "formas breves" (dando por entendido que todas ellas poseen un carácter ejemplar). Para su clasificación, utiliza como base cinco categorías tomadas de la preceptiva retórica vigente en la Edad Media y, para ilustrar cada una de ellas, se sirve de los enxienplos del L i b r o d e los gatos. Estas categorías son las siguientes: exemplum, fábula, allegorh, desuiptio o descripción d e costumbres d e animales y similitudo. Dentro de esta clasificación Lacarra define el exemplum como una "narración breve de un acontecimiento, presentado como verdadero y sucedido una sola vez a personajes humanosn, del que se extrae una enseñanza cuya finalidad Última es la salvación eterna y que puede tener distintos orígenes, tanto cultos como populares (Libro, 26).13 lZ En esta misma línea vale la pena citar el trabajo de Haro Cortés quien, para describir el exmplum en un sentido amplio, retoma la propuesta de Lacarra y le añade algunos puntos de los señalados por Brémond, LeGoff y Schmitt: "una forma breve (generalmente narrativa, aunque puede no serlo), que versa sobre materia de índole bien diversa y procedente de multitud de fuentes con carácter intratextual y que, a modo de pmeba comparativa, transmite una enseñanza [...], el carácter autónomo y plenario de esta forma breve aumenta su adaptabilidad a diversos tipos de contextos. Esto traerá consigo el establecimiento de unas relaciones entre el exemplum y el espacio oral/textual que lo acoge" (Compendios, 105). Dicho sea de paso, al estudio de las formas que adquiere este "rspacio" (que, como ella misma indica, puede ser narrativo o enunciativa) dedica esta autora un interesante apartado (Compendio, 150-216). " La categoría de lafibula vendría a comprender en cambio todos los relatos protagonizados por animales (con o sin humanos), los cuales, como observa Lacarra, han pasado ya por iin proceso de ripificación que ayuda 11 recepror a asimilar l i ~nseñanza.El caso de la allego& es algo más complicado pues, segúnesta autora, tanto lafábula como el exemplum pueden funcionar como allegorías. Aunque lo distintivo, en este caso, seria la importancia que adquiere la interpretación que se le proporciona punto por punto al lector (se recuerda aquí que el pensamiento medieval distinguía cuatro niveles de lectura:

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Sin ánimo ninguno de restar importancia a éste y otros estudios de carácter tipológico que, indudablemente, pueden resultar sobremanera útiles para profundizar en cienos aspectos relacionados con la práctica medieval de la retórica, a lo largo de este trabajo se usará un concepto de exemplum en un sentido todavía más amplio que el propuesto por Lacarra y por Haro Conés, considerándolo como una estrategia discursiva que consiste en la utilización analógica de cierta información para defender una idea o un conjunto de ideas." En tanto que "estrategia", el exemplum funcionó, desde los comienzos del cristianismo y de manera especial durante la Edad Media, como un de discurso, al elemento clave en la configuración de un tipo que llamaremos aquí discurso ejemplar, que contribuyó al establecimient o de una serie de relaciones de poder que sirvieron para consolidar las dos más imponantes instituciones medievales: la Iglesia y el Estado. Estas "relaciones de poder", tal y como las entiende Foucault en el marco de su concepción del discurso (que sirve de base al concepto de exemplum el narrativo, el in~er~retativo, el pragmático y el ercatológico o anagógico). En la catego ría de la dermdtio se incluven todas las descri~cionesde costumbres de inimles. en las cuales ya no se usa el pretérito de la narración sino el presente durativo (esta es la forma típica de los bestiarios). Por último, estaría la rimilitirdo que es, a grandes rasgos, la descripciónde realidadesestáticas (Libro,21-34).En suestudio, Haro Conés retornaesta clasificación propuesta por Lacarra y la utiliza para clasificar las 'formas breves' que encuentra en los textos didácticos castellanosdel sido 98-105). " xiii (Comumdior. . . '4 El concepto de "estrategia" . es usado aquí de acuerdo con la explicación que de él da Michel Foucault en su Arqueologh del saber: como una 'manera regulada" de poner en obra cierrzs oosibilidades del discurso (211. Podría dccirsc cnronccs ouc cl excm~íurnes una swategia dkcurriva que consiste en la reactualización de enunciados pertenecientes a otros dominios del discurso (para este crítico francés, la "reactualización" es el acto de "reinserción de un discurso en un dominio de generalización, de aplicación o de transformación nuevo para éi. [221). Dicha reactualización. en el caso del exemplum, estaría apoyada en lo que Foucault designa con el término de "mecanismo o episteme de la semejanza": el cual, según explica en Las palabras y las cosas, tiene que ver con la idea de que el mundo es como un gran texto acabado y escrito en distintos planos que se relacionan unos con otros. Esto hace que las similitudes entre los elementos de un plano y otro adquirir el valor de signos (o indicios) útiles en la develación de los secretos del cosmos. La concepción del mundo como texto o como libro es de hecho un lugar común para los estudiosos del pensamiento medieval, entre quienes cabe destacar -por la iirilidad. en un rrahalo como isre. de sus alusiones a rexroi pro di ir ido^ o rradiicidos en 12 Peninsiil.1 Ihérica- al mismo M A ~ ~ v (ACI IO I I C ~245.252,. D C ~ ~..quien ~., sc aoova . , a su vez en García Pelayo ("Las culturas del libro?. ~ e s i l t kdipensable a mencionar también el estudio más extenso y más reciente de J. M. Gellrich (The Idea of the Book). \

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que aquí se maneja), desempeñan un papel productor y no represor, funcionan en el interior de todo lo que ordena y, dado que son inmanentes, participan de modo fundamental en las codificaciones de toda cultura. Es precisaniente este caricter dc rstra~rgiadiscursiva, inherente a la existencia misma del exemplum, el que permite estudiar, bajo un mismo mbro, tipos de discurso aparentemente tan disímiles como son: las vidas de santos, los milagros, las leyendas, los castigos, los mitos, los apólogos, los cuentos folclóricos, los Irris, las fabielias, las fábulas, losfabliaux, las descripciones de los bestiarios, etc. Partiendo de la concepción foucaultiana del discurso, como el espacio privilegiado en el que se registran las relaciones de poder, es posible añadir dos característicasmás a las definición del exemplum: 1)su teatraldad y 2) su autoconciencia. 1) La teatrdlddd. La aparición tcdual del &&plum suele estar marcada por lo que Zumthor explicaría como un "alto grado de teatralidad", es decir, por una serie de indicios textuales que remiten al momento de la enunciación (y a veces también de la recepciÓn).l5Una de las razones por las que estos indicios se conservaron fue que, como explica Zumthor, "Hasta el siglo xv, y existen casos también en el siglo m,la palabra [se refiere a la pdabra oral] seguió siendo, si no la fuente última, al menos la manifestación más convincente de autoridadn y, por lo mismo, el instmmento privilegiado para la aplicación del derecho y el ejercicio del poder (La letra y la voz, 103). Pero esta "teatralidad", que Zumthor estudia en las transcripciones de poemas épico-narrativas, atribuyéndole un carácter básicamente residual, en el caso del exemplum tiende a ser mucho más un recurso que una marca incidental. Y es precisamente su calidad de recurso usado de manera consciente lo que la convierte en un elemento clave para entender el funcionamiento de los mecanismos de adoctrinamiento inherentes a todo discurso ejemplar.16 l5 El concepto de "teatralidad"es parte integral de las tesis desarrolladas por Zumthor en La lettreet la vok. Para las citas a este texto utilizaré aquí la traducción española (La letra y la voz). N O me parece que estos indicios textuales puedan identificarse con lo que Ong define como "oralidad secundaria", un fenómeno relacionado por este autor con los avances de la tecnología electrónica (Ornlidadyexritura, 134-135): "E1 contraste entre 1.1

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Las éticas del exemplum

El exemplum medieval se desarrolló en estrecha relación con las prácticas de la retórica, la disciplina heredada de los clásicos que sirvió para dar forma a los discursos por medio de los cuales se ejerció el poder, desde un principio, en la civilización occidental. Aun cuando solían transmitirse de viva voz, estos discursos, que contribuyeron a la consolidación de las instituciones medievales, eran fundamentalmente de carácter letrado. Pero, como observan Brémond, LeGoff y Schmitt, dado que el objetivo de su "pedagogía ejemplar" era suscitar una identificación por parte del público con el material presentado, el predicador y el compilador solían recurrir a la tradición oral, "pour y puiser des récits (audivjl et les réintroduire sous forme d'exempla, dits en langue wlgaire et appuyés par la gestualité propre 1 assurer leur réception" (L' "Exemplum", 86). Sin embargo, como apuntan estos críticos, los m p l a no siempre eran tomados directamente de sus fuentes orales y muchos de ellos habían pasado ya desde antiguo a formar parte de la tradición escrita, en colecciones, cróni. cas, sermones, etc.: L'auteur d'exempla n'est pas un ethnologue moderne observant et racuillant directement les 'traditions populairea', mak un clerc lisant o u écouranr d'autrer clero dont le nom et le renom garantissent i'autenticité du récit partir duque1 est forgé l'exemplum (L' "Exemplum", 87).

Quienes copiaban o registraban, en prosa o en verso, los relatos y descripciones escritos o contados por otros lo hacían pensando en su valor pedadógico y en su capacidad para servir de prueba o de soporte a una determinada "verdad" de orden religioso o moral, y no en su calidad de testimonios antropológicos. Por eso, fueran de origen folclórico o letrado, una vez en manos de los autores, compiladores y predicadores, estos relatos pasaban siempre por un proceso de apropiación y de reescritura encaminado a convertirlos en instrumentos útiles para la transmisión de determinados moldes ideológi~os.'~ y en el mundo anual pone claramente de relieve la diferencia entre oratoriaen el 11 oralidad primaria y la secundaria [...] en cierto sentido la ordidad ha alcanzado un remnocimiento del que nunca antes había Sin embargo no se trata de la antigua oralidad. La oraroria al =tilo antiguo, provrnkre de la oralUprirnarLa,ha desaparecido para s i e r.n p ~ ~(Oralidnd, 135; el énfasis es d o ) . ." lf Y no sólo eso, rina que, como sugiere ~acarra,es probable que al ser puestos por escrito para su empleo con fines didácticos, estos relatos hayan sufrido también un pro-

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Pero, aun cuando no todos los exempla hubieran sido tomandos directamente de la tradición oral, como ésta podía prestar veracidad y autoridad a lo dicho, quienes impartían sus discursos de viva voz solían optar además por la utilización de fórmulas introductorias y giros de lenguaje que servían para dar a sus relatos la apariencia de cuentos folclóricos o, por lo menos, de noticias escuchadas de boca de personas dignas de crédito. La teatralidad, en los textos en que se recurre al uso de exempla, tiene por lo tanto mucho que ver con un intento de relacionar la información manejada con la tradición oral o, por lo menos, con la palabra hablada. Además de conferir autoridad y veracidad al discurso ejemplar, que las representaciones textuales de la voz y sus imágenes suelen responder también a otros objetivos, a menudo relacionados con el problema de la recepción. En términos puede decirse entonces que todas las formas de representar y de aludir a la voz, a las maneras de usarla, a su importancia para lograr ciertos propósitos y a las consecuencias que trae consigo su presencia en una determinada situación, constituyen distintas formas de teatraliddd. Su contraparte vendría a ser en cambio la tendencia, también muy difundida, a utiiizar el respaldo de fuentes letradas y librescas (la más importante de las cuales era la Biblia), y de imágenes, sentencias, narraciones y disquisiciones relacionadas, abierta o implícitamente, con la escntura. Muestras de ésto son: el exenplo XLVI del Conde Lucanor sobre lo que -"contesgioa vn philosopho que por ocasion entro en vna calle do morauan malas mugeres", y que para aclarar el malentendido y exculparse ante sus alumnos decide encerrarse a escribir un pequeño "librete" (una de cuyas partes es citada literalmente en el curso del relato). Y las canas de don Carnal que aparecen en el Libro de buen amor: aquella en que hace una confesión escrita de sus pecados (que, como ahí mismo se explica, no puede ser válida precisamente porque es escrita), y las de desafío que manda a Doña Cuaresma, con nota a todos los cristianos, moros y judíos invitándolos a que se le unan en la bataiia liberadora. A veces, cuando la escritura aparece formando parte de una trama o de una descripción, los personajes, y a menudc también los lectores, cero de selección y de dddptdción, en vinud del cual los m L manvillosos, cómicos, erc., fueron desechado9 (Cuentor dr la EdddMcdiz, 10). Apoyada en la idea de que todos los cuentos medievales que conocemos llegaron hasta nosotros en calidad de exempla, esta autora utiliza indistintamente los términos "cuentomedieval"y exemphm.

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pueden incluso leer lo que en ésta se dice, o escucharlo de boca de otros lectores (como en el caso del "librete" del filósofo). Y, como sucede con los relatos contados oralmente, también los trozos de escritura pueden aparecer acompañados de uno o más comentarios interpretativos. En el caso de las cartas de desafío de don Carnal, los lectores tenemos a la vista una "transcripción" completa del texto, seguida de una descripción de los efectos que provoca su lectura en los personajes. En cambio, en el caso de la carta-confesional, como el escrito es enviado al fraile confesor con un "sello de paridad", a los lectores no se nos da a conocer directamente el contenido, sino que el narrador se limita a comentar lo improcedente de este tipo de confesión (no oral). En suma, las diversas manifestaciones de teatralidad y la manera como se usan las imágenes relacionadas con lo libresco y con la escritura, dependen de las intenciones de cada autor, compilador o predicador, de la tradición en que se inserta su discurso y del tipo de auditorio al que va dirigido. 2) La autoconciencia. Dado que el exemplum es en sí un instrumento de persuasión, no es raro que quienes decidieron servirse de él hayan dejado inscritas en sus textos, de distiitas formas, sus ideas e inquietudes con respecto al problema de la que habría de ser su recepción o de lo que es el proceso de recepción del discurso ejemplar en general. En ocasiones, estas ideas e inquietudes toman la forma de una discusión más o menos explícita del asunto, otras, en cambio -y éstas son quizás las más interesantes-, la (o mejor aún la "representación") de dicho problema llega a convertirse en parte integral de los relatos y descripciones incluidos en el texto con propósitos ejemplares. Se ha dicho que, con el tiempo, los dos elementos presentes en el exemplum medieval: su calidad de abstracción moral y su concreción narrativa (poducto de su relación particular con la experiencia presente), tienden a separarse. Esta evolución del elemento narrativo hacia la "autonomía", definida por López Estrada como el mayor o menor grado de "aprovechamiento novelístico" e identificada con la aparición de un "sentido literario" (frosa narrativa, 19-20), es la que ha servido con frecuencia de criterio clasificatorio para decidir si un cierto discurso ejemplar merece o no ser incluido en el co~pusde lo que se designa con el nombre de "relato breve" o "narrativa de ficción".'" Para López Estrada "lo más impomanfe consiste en que la parte narrativa sederpren. da de ate servicio (es decir del "propósito moralizador") y que llegue a valer por si misma:

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Pero cabría preguntarse si esto que se percibe como una evolución hacia la autonomía es efectivamente en todos los casos un abandono de lo que hace al exemplum ser lo que es: es decir, su calidad de estrategia persuasiva. Al utilizar estos conceptos como el de "autonondan o el de "grado de aprovechamiento novelístico" para evaluar la medida en que los o t e m p l a se convierten en "relatos breves", se corre el riesgo de establecer una línea divisoria (entre lo "didáctico" y lo "narrativo") que es totalmente ajena al modo de pensamiento que propició la existencia del exemplum. Ya que, a pesar de que los lectores del siglo xx encontremos en cienos exempla un mayor "sentido literario" (o tal vez sería mejor decir, una mayor preocupación estética), esto no necesariamente excluye la posibilidad de que su autor los haya utilizado con un propósito ejemplar. Pues este propósito, que fue el resultado de una manera particular de concebir y usar el saber, no desapareció cuando el exemplum se separó del discurso homiliético, ni tampoco cuando empezó a adquirir ciertas cualidades estéticas que nosotros, por nuestro modo de ver el arte, tendemos a privilegiar. Lo que cambió, en ciertos casos, no fue el propósito moralizador o la "función pastoraln, como le llama Zumthor, sino el hecho de que ésta se inregri>a los relatos mismos.19 Como veremos a lo largo de este trabajo, por lo menos se trata de que no sea una mera prueba o antecedente de la intención moralizante. Los límites entre estas fronteras resultan imprecisos, pero su consideración permite orientar la obrd en h que se encr de don Sancho, apoyándose sobre todo en los interpolados que proceden de la glosa de Fray Juan Garúa de Castrojeriz, escrita aproximadamente hacia 1355. Hay edición moderna de esta 'Glosa' (publicada por Beneyto Pérez). Como observa Kinkade, en la primera mirad del segundo libro del Terom, que es una traducción parcial, can comentario,de la E t k a Nicómco de Arisróteles "se pueden encontrar cada uno de los temas que encabezan los capítulos de los Castigos aun cuando no hay ninguna correspondencia en cuanto a1 orden de la materia" ("El reinado", 1042). Hay edición crítica del Libm del Tesom. Vmión castellana deLi L i m dou Treror, prep.rada por Spugeon Baldwiri.

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otras obras que pudieron haber influido en la composición de los Cmrigos son el Lucidario, atribuido también a la pluma del monarca, y la Grand Conquista de Ultramar, traducida gracias al patrocinio de don Sancho IV (Historia mítica, 17-25y 30-34). A la lista de posibles influencias podrían añadirse además los Facta e dicta de Valerio Maximo (mencionados por Menéndez Pelayo, Origenes, lxxii), los Bocados de oro y el Libro de los cien capítulos (sugeridos por Kinkade, "El reinado", 1039). Aunque, según A. Rey, también es muy posible que las obras alfonsinas sean en realidad "las fuentes directas citadas con más insistencia" (19) en el teM0 de los Castigos, y que a ellas se deban las alusiones (de segunda mano) a muchas otras obras, como la Disciplina escolástica de Boecio, las Sentencias de Pedro Lombardo y las Decretales del papa Gregorio (1819).36Pero, en términos generales, el problema de las fuentes radica en el hecho de que, aun cuando todos estos textos compartan diversas ideas, sentencias y exempla, esto no constituye necesariamente una prueba contundente de que entre ellos haya existido una relación directa, ya que mucho del material que contienen también pudo haber sido tomado de ciertas fuentes comunes bastante difundidas como la Biblia, los relatos hagiográficos, las crónicas, los cantares de gesta y la tradición oral en general. En cuanto a la influencia oriental, Angel Palencia observó la semejanza entre los Castigos y el Collar de Perlrts del granadino Muza 11, rey de Tremencén, que es a su vez imitación del Solowan o Consdacionespoliticm, escrito hacia mediados del siglo xüi por el siciliano Ibn Záfer (Litera. tura arábigo-española, 333-334). Pero, como ahora se sabe, la redacción del Collar de Perlas (siglo XIV) fue bastante posterior a la de los Castigos (1292 Ó 1293). Además, el hecho es que no hace falta adentrarse demasiado en la lectura para constatar lo que ya hace años señalaba Menéndez Pelayo: "aunque no pueda negarse que este libro pertenece á la didáctica oriental por su forma, el contenido tiene mucho más de latino que de árabe" (Orígenes, lxxii)?'

Las páginas citadas en esta frase se refieren a la Introducción de Rey a su edición de los Clrtigos. " En la introducción a sus Cuentos de la Edad Media Lacarra acepta asimismo la idea de que el libro sigue la doble influencia: occidental y oriental. Sin embargo, tampoco ella deja de reconocer que en el texto "predominanlos relatos hagiográficos [...], bíblicos,

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No resulta difícil pensar que la idea de componer una obra de este tipo le haya podido venir al autor (o autores) de los Castigos inspirada, por lo menos en parte, por el telón de fondo de las obras didácticas orientales traducidas en épocas más o menos contemporáneas al castellano. Pero, precisamente por eso, esta marcada ausencia de elementos orientales, que contrasta con un predominio casi absoluto de materiales de origen obviamente occidental y cristiano, no puede menos que suscitar ciertas interrogantes, con respecto a los motivos que pudieron haber llevado a don Sancho y a sus colaboradores a obliterar la presencia de las fuentes orientales que influyeron en la elaboración de la obra. Los textos orientales habían sido traducidos y leídos en el marco de una concepción del mundo que se remontaba a los primeros tiempos del cristianismo y que otorgaba al saber tradicional un valor ejemplar, en razón de su capacidad para transmitir vicariamente las experiencias acumuladas con el paso del tiempo. Esta apreciación pragmática del saber explica, en gran parte, la atracción que sintieron los letrados de la península hacia las colecciones orientales de proverbios y relatos, pues éstas venían a acrecentar el acervo disponible de motivos aplicables a la práctica de la predicaciÚn (destinada a influir en el modo de vivir y ver el mundo de aquellos a quienes iba dirigida). Poco a poco, el material de origen oriental se mezcló y confundió con la información proveniente de fuentes occidentales, al grado de que muchas veces resulta imposible hablar de "pureza" para referirse a la presencia de elementos orientales en un determinado t e n 0 occidental. Pero, aun cuando en un primer momento la ausencia casi absoluta de contenidos de origen oriental en los Castigos parecería poder explicarse de este modo (con base en esta dificultad para definir las fronteras entre lo oriental y lo occidental), una lectura detenida de los Castigos lleva efectivamente a sospechar de la clásicos o milagrosos"y que sólo en un par de ocasiones se utilizan narraciones que hacen pensar en un posible origen orienral: la fábula 'de lo que c o n t e s ~ óa un omne con un león" y el cuento de "ei medio amigo", vinculado probablementecon IaDlsciplim clericalis (Cuentos,60). Esta ausencia de fuentes orientales ha sido notada también por Beltrán ("El valor", 111)y por Ordu~a,para quien los Catigor es: "unlibro sentencioso, regimiento de príncipes, fundadoen el saber y en el pensamiento cristiano medieval. La ortodoxia es gala del libro,que si bien usacl repertorio tradicional de exempla y referencias bíblicas y neotestamentarias,acude frecuentemente a sucesos contemporáneos o a hisrorias tomadas de La gran C O ~ ~ U UdeU Ultramar, libro indudablemente corriente en tiempos de SanchoIV"("Laélite", 58).

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existencia de un proceso deliberado de selección de materiales occidentales, muchos de elios de origen francamente cristiano. Se piensa que el texto de los Castigos fue elaborado en el scriptorirrm de Sancho IV (que todavía conservaba algo del esplendor que alcanzó en la época de Alfonso X). En la primera frase del texto introductorio que aparece en los manuscritos C y B se dice que "Este libro fizo el muy alto sennor rey don Sancho, onrrado, poderoso, sabido [...y (29). En cambio, hacia el final del último párrafo de la introducción en primera persona con que comienzan los manuscritos E y A, es el mismo rey Sancho quien habla de la "ayuda de cientificos sabios" con que ordenó "fazer este libro" (33). Pero, como señala Weaver ("La fechan, 298), a pesar de que a lo largo de ambas versiones manuscritas del texto es el rey mismo quien aparece como narrador-autor, dirigiéndose a su hijo el príncipe don Fernando (quien funciona como interlocutor totalmente pasivo), hasta la fecha todavía no hay datos que demuestren de manera concluyente el papel que desempeñó don Sancho en su c~mposición.'~ De acuerdo con Kinkade, los Castigos ocupan un punto intermedio entre la obra del padre de don Sancho, Alfonso X y la de su primo don Juan Manuel y se caracterizan "por un deseo de definir y poner límites a los conocimientos transmitidos, o sea, concebir un sistema didáctico pero controlado de divulgar o presentar la información" ("El reinado", 1041). Esta intención didáctica aparece expresada al comienzo de todos los manuscritos conservados. En la introducción a C y B, que es de carácter más general, se dice lo siguiente: "Los quales enxenplos e castigos son muy aprouados e muy prouechosos a toda pressona de qualquier (29). Por otro lado, en la introducción a estado o condicion que sea [...y los manuscritos E y A, mucho más desarrollada que la anterior, es el propio rey narrador quien explica cómo: acatando que todo omne es obligado de castigar, regir e aministrar sus fijos e dalles e dexalles costunbres e regimiento de buenos castigos, [...1 Con ayuda de cientijicos sabios ordenefazer este libro pura mifijo, e dende Siguiendo a Gayangos, A. Rey piensa que uno de estos sabios, e incluso el verdadero autor de los Castigos,pudo haber sido alguno de los capellanes de don Sancho, o bien su tutor, el franciscano Fray Gil de Zamora, autor de otro Espejo de príncipes en latín: el Depreconiu HUpaniae (15). Pero como tampoco a este problema de la autoría ha podido dársele una solución definitiva, en el marco de esta lectura utilizaré los términos de "autor-narrador",de "rey-narrador" y de "autores o colaboradores", para referirme

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para todos aquellos que del algund bien quisieren tomar e aprender [...] (32, el énfasis es mío).'9

Pero, más allá d e estos propósitos didácticos explícitos, la o b r a parece t e n e r también, e n el fondo, un objetivo implícito: q u e es e l de func i o n a r c o m o una especie d e "guía d e lecturan, destinada a formar e n el i n t e r l o c u t o r u n a imagen positiva del propio r e y narrador, quien, con el apoyo del discurso ejemplar y del m o d e l o del espejo de príncipes, es presentado c o m o prototipo del buen monarca y elevado, de u n a rnanera discreta pero insistente, a una dimensión f r a n c a m e n t e r n e ~ i á n i c a . ~ ~ Como aquí veremos, esta interpretación d e l a e j e m ~ l a r i d a dpropia d e los CdZtigos c o m o u n a ejemplaridad d e tipo mesiánico permite explicar, e n t r e otras cosas (y d e m a n e r a bastante coherente), el porqué del silenc i o e n torno a lo que muy p r o b a b l e m e n t e f u e r o n sus fuentes orientales de i n ~ p i r a c i ó n . ~ ~ estrictamenre a h s figuras textuales del rey don Sancho y de los "fientíficos sabios" con ayuda de los cuales dice haber escrito su libro (32-33). l9 Esta aluri6ii a Ir obligación dc aconsejar a los hijos, que sólo aparece en la itroducci¿n a E v A. Darcce ~rovcnirdel C~uiiulo1. donde se le da un desarrollo muv, amvlio. Como observa Beltrán, "El cierre del libro será coherente con esta apertura", ya que también ahí se defiende la importancia de los buenos castigos, haciendo referencia a las cosas buenas y malas que hicieron los hijos de hombres ilustres a nÍz de sus buenas o malas enseñuizas. Se& Belrrán, eae paralelismo temático entre el primero y el Último capítulo de los Custigor viene a reemplaza lo que enotros textos didácticos es el "marco narrativo" ("El valor", 117, n. 28). En h conclusión a su lectura Beltrán subraya nuevamente el valor que se le da en la obra al buen consejo: *La ética (que nos enseña a diferenciar el Bien el auxilio de la - - - - del -~ Mal) no es suficiente vara conocer la Verdad:. se ~recisa lógica (que nos enseiia a distinguir h Verdad de IaMentin), y éste se concreta en el apoyo del buen consejo" ("El valor", 120). M Aunque sin llegar a sugerir esta idea del mesianismo, Haro Cortés señala ya algo que, en cierto modo, podría apuntar en la misma dirección: "De hecho, el gran castigo político, la enseñanza esencial que se desprende de los Custigor de Sancho IV es la sacralización de la monarquía. Esto se consigue partiendo del presupuesto del origen divino del rey [...y (La imagen, 50). Sin embargo, cabría apuntar aquí que lo interesante de los Castigos es precisamente que ese origen divino no parece haber bastado por si sólo para "sacralizar' la figura del monarca. De ahí la imporruicia que adquiere la toma de Tarifa, en tanto que viene 1 servir de confirmación material de la voluntad divina y a legitimar, por lo mismo, el derecho de don Sancho a ejercer el poder, haciéndolo aparecer como un* figuro.no sólo sagrada, sino también, y sobre todo, mesiániu. " Como se observa en la Introducción a este trabaio. lo que se entiende aquí por ejemplandad es algo distinto al concepto de didnctumo implícito en las observacionesde Kikade, cuando dice que lo que don Sancho se propone es "emplear la historia no con

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D a d a la m a n e r a un t a n t o escabrosa como don S a n c h o ascendió al a s u padre a ú n e n vida, y negándose a reconocer los derechos d e los infantes d e la Cerda), no sería n a d a r a r o que l a idea q u c dio lugar a la creación d e esta ejemplaridad mesiánica haya t e n i d o q u e v e r por parte del m o n a r c a y de sus colaboradores, con u n a por p o n e r de manifiesto no sólo su derecho divino al poder, sino t a m bién las aptitudes mundanas y espirituales que lo señalaban como "el elegido" para ocupar el trono.42U n a prueba d e que el a s u n t o d e l a legitimidad d e la sucesión no estaba d e l todo resuelto es el h e c h o d e que necesite s e r recordado y defendido abiertamente en el texto:

trono (desplazando

E nos el rey don Sancho, que fezimos este libro, heredamos los regnos que auie nuestro padre el rey don Alfonso, porque el infante d o n Fernand o era mayor que nos, seyendo el casado e auiendo fijos rnurio grand tienpo ante que el rey nuestro padre finase, casi el un dia visquiera mas que nuestro padre non ouieramos non ningund derecho al regno. Mas ordenamiento fue de Dios que fuere mi.E d lo que el ordem non puede nin deuepasar ninguno contra ello, ca el es aquel que sabe lo quefaz (100101, el énfasis es mío)." un fin intelectual -el espíritu ecuménico de las escuelas alfonsinas- sino con unu inren-

ción moral. No quiere ordenar los sucesos históricos como espléndido recuerdo de la grandeza humana, sino que los empleará como espejo de la rectitud o aviso de las malas costumbres en los hombres, siempre con unfin dKLíctico y ético" ("El reinado", 1046). Mientras que esta "intención moral" y este "fin didáctico y ético" tienen que ver con los objetivos explícitos del texto, bastante comunes a todas las obras didácticas de la época, la idea de "ejemplaridad" que aquí se maneja tiene que ver más bien con lo que vendrían a ser SUS objetivos implúitos (los cuales varían, por el contrario, de texto a texto). La posibilidad de que el remordimiento hava sido uno de los orincbales móviles que impdsaron la esui;un de la obra fue sugerida ya por ~ m a d o r d e1o;~íos: "El no aplacado remordimiento de una usurpación injusta, la dolorosa convicción de que sólo la oráctica de las virtudes oodría leeitimarh. el amor oaternal v la costosa exoerienciade los v escollos, á que estaba expuesta su diasda en aquel piélago de sórdidas pasiones, agitado indiscretamente por su propia diestra, movíanle con fuerza inusitada á reflejar en su libro aquel ardiente anhelo de no gozada felicidad, atento sólo á libertar á su hijo de los grandes peligros, que por todas panes le rodeaban" (Hito& crítica, 37). 4%n este sentido vale la pensa citar los famosospasajes del Libm de los tres razones en los que don JuanManuel describe la entrevista que tuvo con el rey donSancho cuando éste se encontrabaen sulecho de muerte: 'Agora, don Johan, yo vos he a dezir tres razones. La orimera,. rroear vos -lhel que vos mienbrddesl - .et vos dolades de la mi alma. CP.d o mío pecado, en tal guisapassó la mi fazienda, que tengo que la mi llrm está en grandvergüenca contra Dios t...] Ca bien cred que esta muerte que yo muero non es muerte de dolen+a,

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Las indicaciones con respecto a la fecha en que fue compuesta la obra, que aparecen en los textos introductorios de todos los manuscritos, nos proporcionan una de las claves más importantes para entender sus móviles ideológicos. A este respecto, en C y B se lee lo siguiente: El qual libro acabó e fizo el noble rey el anno que ganó lavilla de Tarifa, que estaua en poder de los enemigos de la ley de Ihesu Cristo, que auia mas de seysgientosannos que la tenian en su poder desde que la perdió el rey don Rodrigo, que fué el postrimero rqr de los godos, por nuestros pecados. E dicho sennor rey ganandola, entregola a la santa fe catolica de Ihesu Cristo e de la su bendita madre Santa Maria, nuestra abogada (29). La misma observación aparece, aunque con algunas modificaciones, en el Prólogo de los manuscritos A y E: E fizelo en el anno que con ayuda de Dios gane a Tarifa de los moros, cuya era, que auia mas de seysgientos amos que la tenian en su poder desque la perdio el rey Rodrigo, que fue el postrimero rey de los godos, por la maldat e traycion abominable del malo del conde don Jullan, e la di a la fe de Jesu Cristo (33, en ambos párrafos los énfasis son míos).

Como aquí puede verse, mientras que los manuscritos C y B dan a la legendaria pérdida territoriai una causa de carácter más general ("por nuestros pecados"), los manuscritos E y A la adjudican en cambio a "la maldat e traycion abominable del maio del conde don Jullann. Junto con el cambio a la la. persona, esta idea, que corresponde a las versiones más modernas de los Castigos,contribuye a reforzar el contraste entre la figura de un líder despreciable (el conde don Julián) y la muy meritoria de ese otro gobernante que es el propio don Sancho, cuya victoria acaba de poner fin a lo que fue un largo período de "exilio", y quien ahora se presenta además a sí mismo como autor de un texto ejemplar (lo cual redobla sin duda sus méritos A esto dos detalles viene a añadirse además el contenido de una serie de párrafos que sólo aparecen en los manuscritos E y A, situados, significativamente,justo ai inicio del texto, antes incluso de las alusiones a don Sancho, a Tarifa y a los motivos que dieron lugar a la composiet sedadmnente por la maldifión que me mas eset,,,que m e dan dieron mío[s] ~adre[s] por muchos meregimientos que les yo merec;"(105)

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ción de la obra. Dichos párrafos contienen una reflexión a propósito del primer capítulo del Génesis. En ellos se habla de la naturaleza de los primeros padres, de su estado anterior al ~ e c a d oy de la desobediencia que dio lugar a la pérdida del Paraíso que afectó a todos sus descendiente^.^^ El estado actual de las invcstigaciones sobre la composición y la tradición maiiuscrita de la obra lleva a pensar que esta alusión a la pérdida del Paraíso constituye una especie de amplificación en t o r n o a dos de los temas que ocupan gran parte del quincuagésimo y Último capítulo de los Castigos. que son: e n primer lugar, la desobediencia y las consecuencias fatales (es decir, la expulsión) que ésta trae consigo y, en segundo, la necesidad de los bucnos consejos @ara conseguir tanto la reinrcgracióii territorial como la redención espiritual). E n este capítulo L se lee, p o r ejemplo, lo siguiente: Los otros angeles que fueron malos e desobedientes e mal castigados e desconoscientes cayeron de los cielos, e de angeles que eran se torrnarnn a seer diablos e a fazer las malas ohrai que fazen. Otrori, mio fijo, mete mientes en commo Adam e Eua, su muger, porque fueron desobedientes e non guardaron el mandamiento del castigo que Dios les fiziera e lo quebrantaron, cayeron por ello en pecado mortal e perdieron por ello el parayso en que Dios les metiera (211). Desde Geroboam e n adelante, observa el narrador al final de la lista de expulsados ilustres que aquí aparece, nunca la casa de Juda fue ayuntada con los reyes de lsrrahel asi commo lo eran ante en tienpo de Dauid e de Salamon. Otrosi para mientes, mio fijo, quanto mal veno a los fijos (yes) de Isrrahel porque desconosgieron a Dios e quebrantaron los sus mandamientos e non tomaron los sus castigos nin se menbraron de lo primero que era pasado (213).

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Resulta interesante observar que en el uno introductoriodel Libm ddconwo ede los conseimsaue copiadoallado de 1osCmtizar . . aparece . - .iiino en estos dos muiuscritor (A . VE) . .de los Cütigos se menciona tambiéneltemade la caída que aparece eneaeprimer~a~ído, sólo que de manera mucho más cona y únicamente se habla de Adán, sin aludir a la parte de culpa que tuvo Eva en el asunto: "E estos dos embargamienrospostrimeros acaeyen por el pecado en que . cavo . Adam, nuestro padre, casi fincara en su estado p rimero non ouiera mengua en si nin cayera en pecado''(213) (los dos "embargamiento.? a que se refiere el narrador del Libro del consejo son "la gran premia de la carne" y "la mengua de las cosas ten~orales").Para un comentario en torno a la aoarición de la fima de EA v. ,. en "ceneral. de las mujeres en los Cusrigar vale la pena consultar el aniculo de Yyer ("El decoro").

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Las éticas del exemplum En consonancia con su situación al comienzo del texto (semejante a la

del GénesW bíblico), el Prólogo de E y A empieza con una reflexión sobre la naturaleza de la creación y sobre el estado de bienaventuranza en el que vivían Adán y Eva antes de la caída, para luego contrastarla con los sufrimientos por los que tuvieron que pasar a raíz de su expulsión del Paraíso, provocada por su desobediencia. Todo para desembocar en una apología de los buenos castigos, gracias a los cuales es posible recuperar el estado de bienaventuranza perdido por los primeros padres: auemos de buscar carrera derecha e verdadera, que es Dios Nuestro Sennor e los sus buenos dichos e castigos por do naturalmente obrando por ellos seremos puestos con los santos en la gloria $elestial do son todos los sus amados (32).

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A pesar de la serie de polémicas en torno a la autoría y a la fecha de composición de la obra que suscitaron los artículos de Groussac y de Foulché-Delbosc (publicados en 1906) parece ser, como explica Weaver en un artículo mucho más reciente (298), que el manuscrito original, ahora perdido, fue efectivamente terminado en 1292.45Pero lo que más nos importa, para los fines de esta lectura, no es tanto la precisión de la fecha histórica en que fue compuesta la obra, como el hecho en sí de que don Sancho y sus colaboradores hayan decidido ponerla bajo el signo de la toma de Tarifa (1292): una hazaña militar que se presenta como un momento clave en la historia de España, en tanto que viene a restaurar un estado de cosas anterior a otro episodio de expulsión que también es tratado en el texto como una "caída" de orden moral (semejante a la de los primeros padres).46 ' 5 La conclusión de Weaver es k siguiente:"if we disco-t the extensive interpolations of MS A, there are two distinct manwcript traditions of Castigos edocumentos, that of A and E, associated with the name of Gómez Borroso, and stemminrr from a 1293 manuscript containing both Castigos and El libro del con+, and that of c G B, ~ associated with the Niño family and stemmingfrom the original manuscript of Castigos[copied in 13531. 1292 is the correct date of com~ositionof the work" í"TheDate'. . 298)., Para un

estudio m á s reciente de la datación de la obra puede verse tamhién el articulo de Derek Lomax ("Lafecha"),que precisa y pone a1 día la conclusión de Weaver, basándose en el modo de funciouv de la cancilleriiregia. q6 Según Beltrán, esta fecha de composicion es una prueba de que, tanto explícita como implíciramenrc,lo quc rc inrcnra hacer por medio de los Carrignr es evitar el caos poli~icoque la obra misma parece (116).

Para mientes en la estoria: Castigos e documentos

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Esta alusión introductoria a la toma de Tarifa, que confiere a los Castigos un carácter conmemorativo (y a don Sancho un statm mesiánico), serán las únicas ocasiones en que se aluda explícitamente al triunfo militar recién alcazado. Sin embargo, a lo largo del texto, tanto los consejos del narrador como los exempla que los acompañan llevarán indirectamente al lector a rccordar, por distintos caminos, esta hazaña guerrera, bajo cuyo signo no sólo se coloca sino que se contruye también el texto de don Sancho." A diferencia del episodio de Tarifa, que sólo se menciona al inicio del texto, el episodio de la pérdida de España, con el que se hace contrastar el triunfo de don Sancho, reaparecerá luego varias veces en distintos lugares de la obra. El narrador lo trae a colación, por ejcmplo, al final del Capítulo VI titulado: "De commo non deue omne dar soltura a la su carrne por conplir los sabores de la su voluntad". A pesar de que las recomendaciones en tomo a tal tema podrían aplicarse a cualquier ser humano, hacia el final del capítulo la reflexión se concentra en la persona real: "Tal es la verguenca en el rey commo el panno blanco en que non ha manziiia ninguna" (60), observa don Sancho, y más adelante añade: Para miente quanto mal vino a Espannapor lo que fizo el rey don Rodriga con la Caba, fija del conde don Jullm. E clrsro podriamos traher aqui otros nueuos enxemplos de reyes luxoriosos ( 6 0 ) : '

El pecado de don Rodrigo, según explica don Sancho en el curso de una breve síntesis de la Historia de la humanidad que concluye con su propio reinado, provocó el fin de la dominación de los godos en España, al comienzo de la sexta edad: " La historia mds complera del reinado de don Sancho es la de Mercedes C.ail~rli~uuiu~Louidr rinplio. Rrmoua Rcy, poi su purr, rr quizás la Única que vr endon luan hhnucl una intención básicamente "exhihicionirra" Mi lenwa dr la ohra mc Ilcva a pensar que, aun cuando los relatos podían ser disfrutados y aprovechados (en un sentido didáctico) por casi cualquier persona debida a su calidid de saber rradicianal y a la claridad del estilo del autor, muy pocos lectores eran capaces de verlos además como armas de lucha política, en el marco de un proyecto global dc corte letradc. &.

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alto rango, sino que ocupaba incluso un lugar bastante cercano en la línea de sucesión al trono.61Asimismo, resulta imposible pasar por alto el hecho de quc el libro de El conde Lucanor (terminado en 1335) fue escrito en el período más conflictivo de sus relaciones con Alfonso XI, quien en 1327 cancela el compromiso de bodas con su hija y la encierra como rehén en el castillo de Toro.6ZDon Juan Manuel le declara entonces la guerra y se alía con el rey de Granada para luchar en su contra. Con este rompimiento de hostilidades dio a comienzo una época de desgracias y humillaciones políticas que no concluyó sino hasta 1337, con la capitulación incondicional de don Juan Manuel ante el monarca ~astellano.~~ orKnust Y Birch-Hiischfrld.el libro de Guhra (Sobrelos o & m s ) , el anículode ~ a l l h l a d('~hreéTales"),e l ~ r ó l o ~ i Lacvra de asu ari~ología~ m ~ o r d é l a ~ d u d ~ e d i a y sus notas a propósito de los cuentos de El conde Lucanor que aparecen en la selección.

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su tiempo y que pasó efectivamente gran parte de su vida tratando de recobrarlo. Pero esto no debe oscurecer el hecho de que, por lo menos en El conde Lucanor, la nobleza de sangre aparece subordinada a la posesión de la sabiduría. Lo que aquí se propone es que tal inversión es el producto de una estrategia discursiva de lucha por el poder que parece estar en los orígenes del texto y que de ninguna manera va en contradicción con la ideología estamental de su autor. Es esta misma estrategia la que da su razón de ser a los exemplos elegidos por don Juan Manuel y la que en realidad los hacía necesarios. De otro modo, una exposición sin tantos exemplos como la que se hace en El libro de los estados (compuesto más o menos en la misma época y bajo las mismas circunstancias históricas que El conde Lucanor), tal vez habría bastado. Es probable que el deseo de defender su derecho al ~ o d e yr la necesidad de hacerlo encubiertamente hayan sido los móviles que llevaron al autor de El conde L u c a n o r a recurrir al uso del relato ejemplar y a presentarlo además como la transcripción de una voz que se autoriza por medio de la experiencia, pues esto le permitía diluir convenientemente su responsabilidad por todo lo que de "subversivo" podía haber en su texto, mucho más tal vez, en el fondo, de lo que a menudo tendemos a creer y podemos incluso entender.65 De hecho, como él mismo se encarga de insinuar primero en su Prólogo y luego al comienzo de la Segunda parte, el libro de El condeLucanor ha sido escrito teniendo en mente dos tipos distintos de lectores: los que aprecian y desean el saber (lo cual para el autor parece ser un indicio de 65 Uno de los beneficios indireaos de esa interpretsciÓn del discurso ejemplar de El conde Lucanores que con ella viene a resolverse la aparente contradicción observada por

Germán O r d w entre la 'fisonomía humana" de don Juan Manuel, documentada históricamente, y L. 'personalidad moral" que se induce de sus obras ("La autobiografía", 247). Sin llegar al extremo de pensar que este libro pudiera ser un 'roman i clé' en el sentido moderno del término, valdría la pena preguntarse si algunos de sus relatos o de los personajes que en ellos aparecen, no habrán servido al autor y a su círculo de amigos y colaboradores para aludir veladamente o en tono paródico a ciertas situaciones de la política o bien a ciertas personas que se movían en las esferas del poder. De ser así, más que tratar de revelar a sus lectores "the necessity of learning to judge the media so t h t one does not m k e terrible mistakes", como sugiere Burke ("Counrerfeit", 210), lo que estaría haciendo don Juan Manuel cs utilizar él mismo esos "media" (es de& el lenguaje -y en particular el 'lenguaje" ejemplar) como instrumento para emitir encubiertamente un juicio moral.

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su calidad moral), y los que no pueden o no desean aprender (indicio éste, en el marco de la ética juanmanuelina, de su carencia de valores morales). El primer gmpo, el de los lectores morales, aparece representado en el texto, en primer lugar, por Lucanor y, en segundo, por don Jaime de Xérica, amigo personal del autor, a quien se menciona al comienzo de la segunda parte. Tal y como los describe don Juan Manuel, ambos pertenecen al tipo de lectores a los se refiere cuando dice: "et los que lo leyeren si por su voluntad tomaren plazer de las cosas prouechosas que y fallaren, sera bien" (Pról. a CL 49-50). Estos lectores "modelo" tienen pocos émulos al nivel de los exemplos, pues los únicos tres personajes poderosos que piden y aprovechan los consejos de un personaje cuya sabiduría respetan constituyen en cierto modo tres excepciones a la regla: el privado del primer exemplo, que está en un puesto de relativa subordinación con respecto al rey y que sabe además rechazar la tentación del poder, y tomar el consejo del filósofo cautivo que tiene en su casa, el sultán Saladino del exemplo L, que gracias a su amor por el saber se salva de incurrir en un abuso de poder y el conde de Provenza (exemplo XXV) que reconoce y pone en práctica oportunamente un buen consejo. La ironía, en este Último caso, consiste en que quien aconseja al conde es un poderoso -Saladino- que acaba sufriendo las consecuencias de sus &as acciones en aras desu propio buen consejo. A todos estos interlocutores 'escogidos" que aparecen al nivel de los exemplos, así como a los lectores bienintencionados que describe don Juan Manuel en su prólogo, sus cualidades morales y sus buenas intenciones los hacen merecedores del respeto de la figura autorid y los libran además de convertirse en objetos de crítica. En el segundo grupo, el de los lectores inmorales, estarían por el contrario aquellos a quienes su "ceguera moral" les impide reconocer, apreciar y aplicarse voluntariamente las recomendaciones y las críticas implícitas en los distintos relatos de la obra. De ellos parece hablar don Juan Manuel cuando dice: et avn los que lo tan bien non entendieren, non podran escusar que, en leyendo el libro,por las plabras fllagueras et apuestas que en el fallaran, que non ayan a leer las cosas aprouechosas que son y mezcladas, et aun que ellos non lo deseen, aplouecharse an dellus [...] (Pról. a CL 51-55; el

énfasis es mío).

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Esta idea de obligar a los receptores a aprender la lección, aun en contra de su voluntad, que se repetirá más tarde en el Prólogo del Liho de buen amor," está en la línea de pensamiento de quienes impulsaron, en occidenre, la difusión del sermón popular, en el marco del cual el exemplum debía servir para atraer la atención del público y ayudarle a entender conceptos difíciles. Hay en cambio otros discursos ejemplares (sobre todo de origen oriental) en los que el saber es presentado como algo difícil de merecer y de obtener. En el Calila e dimna, por cjcmplo, se dice lo siguiente: Et por ende, si el entendido alguna cosa leyere deste libro, es menester que lo afirme bien, et que entienda lo que leyere, et que sepa que ha otro seso encobierto; ca si non lo sopiere, non le terná pro lo que leyere, así como si omne levase nuezes sanas con sus cascas et non se puede dellas aprovechar fasta que las parta et saque dellas lo que en ellas yaze (92). Como más adelante se verá, don Juan Manuel no sólo no era ajeno a esta otra forma de pensar, sino que también le simpatizaba y la consideraba bastante acertada: las partes 2a., 3a., y 4a. de este mismo libro de El conde Lucanor son buena muestra de esto.67 El grupo de los "malos" lectores de El conde Lucanor (en los dos sentidos del término), tiene sus émulos en la serie de personajes necios e inmorales de los relatos, que son incapaces de valorar el saber y de apreciar a sus portadores, y que poseen, en la mayoría de los casos, algún tipo de poder o están por lo menos en vías de obtenerlo. Esta asvciaciln entre la actitud de los "malos lectores" y la de los personajes poderosos de los exemplos que presentan conductas reprobables es la que posibilita la lectura del texto como un ataque encubierto a los enemigos políticos de don Juan Manuel, entre quienes se encontraba, en primer lugar, el

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En este Prólogo, que sólo aparece en el manuscrito de Salamanca (en el que se subraya el contenido doctrinaldel Librodebiren amor), se leelo siguiente: "Otrosílos de poco entendimiento non se perderán [...l. E desecharán e aborresgerán las maneras e maestrías malas del loco amor que faze perder las almas [...y(líneas 101-115 de la ed. de A. Blecua). "Otra obra de don Juan Manuel donde se puede ver, encarnada,esta misma idea del saber como ako - que . sólo se obtiene a base de méritos. intelieencia e insistencia. es el Libro del caballero et del escudero, en el que éste último tiene que demostrar su valía y su interks por elsaber antesde obtener del caballero anciano todaslas respuestas que busca.

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rey de Castilla. Por eso, bien podría pensarse que la razón de fondo que estuvo detrás de la decisión del autor de utilizar en su texto las palabras más dulces y "falagueras" posibles fue el deseo de evitarse problemas con sus enemigos políticos, ya que el "mal saborn de su medicina textual no sólo se debía a su contenido moral sino también a su carácter de crítica. De la disolución de la responsabilidad autoriai en la voz de Patronio y en el carácter tradicional de sus ensenanzas, se deriva además otra estrategia que aparece formando parte de la trama de numerosos relatos en el texto: el ocultamiento del estatuto mismo de la ficción por medio de la actuación. Ésta, al igual que las máscaras de la voz y de la tradición, permite a quienes la utilizan imponer el mensaje de su saber sobre quienes se muestran renuentes o incluso impedidos para escucharlo. De entre todos los personajes que se sirven de algún modo de la ficción a lo largo de la primera parte de El conde Lucanor, Patronio es el único que puede sentarse tranquilamente a narrar una serie de historias que su interlocutor, el conde mismo, reconoce desde un principio como tales. La buena voluntad de su discípulo le facilita además la tarea de establecer, al final de cada exemplo, las anaiogías entre la narración recién contada y el problema planteado. En cambio, los demás "fabuladores" que aparecen en los relatos del consejero difícilmente pueden ser identificados como narradores en el sentido más convencional del término, puesto que, dada la escasa calidad moral de sus distintos interlocutores, sus posibilidades de provocar en ellos un efecto ejemplar dependen enteramente de su habilidad para ocultar, por medio de la actuación, la presentación de sus f i c ~ i o n e s . ~ ~ Es por lo tanto la incapacidad de reconocer una necesidad moral (o incluso la negativa a aceptarla), la que convierte a los interlocutores que aparecen en los distintos exemplos en 'víctimas' de la ficción, la cual, en la mayoría de estos casos, funciona como una especie de castigo o de trampa para poner fin a una forma reprobable de ejercer o de ambicionar algún tipo de poder. Se trata de un proceso muy semejante a aquél De acuerdo con Diz. estas 'ficciones secundas"aue aoarecen en el interior de los t .

exemplos funcionan a manera de 'lecciones infencionales" en las que, a semejanza de lo aue sucede en el diáloeo " de Lucanor con Patronio. sc "asiena al discíoulo cl oaoel de protagonista o de lector" (Patmnio,47). &

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por el que han de pasar los "malos" lectores de don Juan Manuel, puesto que, al igual que los personajes fabuladores de sus relatos, también él, según dice en su prólogo, tiene la intención de obligarlos ("avn que ellos non lo deseen") a recibir una lección moral. El poder que poseen, en acto o en potencia, la mayoría de esos personajes de los exemplos que son "víctimas" de la ficción hace que el éxito que tienen los sabios al tratar de llevar a cabo su labor didáctica sea la máxima prucba de su superioridad, y del "derecho" que tienen a ejercer, o por lo menos compartir, el poder. "Derecho" éste que, a su vez, se apoya por supuesto en el argumento de la conveniencia, pues ¿qué puede 'convenir' más a un reino que tener a un sabio a cargo del poder? No sería raro que en el origen de esta idea de utilizar el tópico de la subordinación del linaje al saber haya estado la tormentosa relación de don Juan Manuel con Alfonso Xi, pues sólo así, en tanto que sabio y no en tanto que aristócrata, podía el autor de El conde Lucanor situarse por encima del único hombre que lo superaba en linaje en todo el reino y que había provocado su exilio de las esfera^ más altas del poder politico. Pero lo conveniente de esta idea de privilegiar la posesión del saber por sobre la nobleza de sangre es que no sólo lo situaba por encima del monarca enemigo, sino que le permitía además criticarlo veladamente, tanto a él como al resto de las personas que se habían interpuesto en el camino de sus ambiciones. De este modo, el libro de El conde Lucanor -al igual las ficciones con que los sabios de sus oremplos aleccionan a los poderosos-, funciona simultáneamente de dos modos distintos: en primer lugar, como una herramienta pedagógica útil en la transmisión de una serie de enseñanzas morales que han de ser bien recibidas y aplicadas, y, en segundo, como un recurso discursivo destinado a criticar y "aleccionar" a los enemigos políticos de su autor, y a reivindicar lo que éste consideraba como su "derechon legítimo al poder. Esta segunda función es la que mejor explica la decisión de don Juan Manuel de utilizar el saber tradicional, las máscaras de la voz y (en algunos exemplos) la actuación como medio para imponer ciertas enseñanzas que de otro modo no serían recibidas. Además, gracias a estas tres estrategias, los lectores enemigos contra los reprocharle el haber que se perfilaba su condena difícilmente usado una información que, por lo menos en términos generales, "no era obra suya".

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Para demostrar cómo funciona en el texto esta ejemplaridad que se presenta bajo la apariencia de una "ética del saber" pero que es también, en el fondo, una crítica al poder, analizaremos aquí cuatro exemplos: el 1, el XI, el XXI y el LI. Hay otros muchos a lo largo del libro en los que un personaje que posee el saber supera a otro que posee el poder, pero lo interesante es que, en estos cuatro, los personajes sabios aleccionan a los poderosos sirviéndose precisamente de una ficción. Esto hace que la idea misma del texto, estructurado a panir del diálogo de un poderoso (Lucanor) con un sabio (Patronio) que lo alecciona por medio de ficciones, pueda verse reflejada en ellos como en una especie de mire en abtme. La diferencia es que estos poderosos (al igual que casi todos los que aparecen en los exemplos) son inmorales y no aprecian (como sí hace Lucanor) las ventajas del saber, por lo que sus maestros tienen que obligarlos a recibir sus 'lecciones', envolviéndolas en el engaño de la actuación. Esto a su vez los convierte en émulos de los que el autor de la obra pensó que serían sus 'malos lectores': aquellos que aun sin desearlo tendrían que sacar algún provecho de sus exemplos y a los que parece identificar veladamente con sus propios enemigos políticos. El exemplo número XXI, ("De lo que contesgio a vn rey moFo con vn muy grant philosopho a qui lo acomendara su padren) es quizás aquél en el que la utilidad del arte de fabular, como arma de lucha por el poder, se presenta de una manera más explícita. Patronio lo cuenta para explicar al conde lo que debe hacer para educar con éxito a un joven protegido suyo, por lo que constituye prácticamente una declaración de principios. Según el consejero, cuando el discípulo no se encuentra en disposición de apreciar el saber, es necesario servirse estratégicamente de "exiemplos"o de "palabras maestradas et falagueras" (98) capaces de comunicarle lo que de otra manera se negaría a escuchar. Salta a la vista aquí la semejanza entre estas recomendaciones de Patronio y las palabras introductorias de don Juan Manuel quien, como explica en su Prólogo, también cree que sus lectores, incluso los más renuentes, pueden ser educados encubiertamente, por medio de "palabras falagueras et apuestas" (52). El hecho de que este exemplo XXI, con el que se ilustra la utilidad secreta de la ficción, tenga como personaje a un mal gobernante, constituye otra clave importante para entender la naturaleza de la ejemplaridad de este libro, en el que los

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personajes más victimados por la ficción suelen ser los poderosos soberbios e ignorantes.69 El personaje que desempeña aquí el papel de "maestro" es un filósofo a quien un rey confía la crianza de su hijo, el príncipe heredero. El rey muere y el filósofo se mantiene al lado del joven hasta que éste alcanza la edad de quince años. Pero, a partir de entonces, el mancebo empieza a despreciar a su maestro y se rodea de un grupo de malos consejeros: "de los que non avian tan gran debdo con el por que m u d o fiziessen por le guardar de danno" (29-31). Poco a poco, el mancebo va perdiendo "el cuerpo et la fazienda" (35), ante la desesperación del filósofo que trata inútilmente de regresarlo al buen camino con megos, con halagos e incluso con regaños. Finalmente, el maestro se decide a echar mano de una estrategia distinta, y hace correr la voz de que él es "el mayor agorero del mundon (44, para que su fama llegue a oídos del rey, quien, picado por la curiosidad, le pide que le haga una demostración de su saber. Este es el umbral de una primera ficción, en la que el filósofo fabulador asume el papel de agorero, en ~ r e ~ a r a c i ódel n acto que le asegurará el éxito de la recepción de su segunda fábula.'O Sólo después de hacerse del rogar por algún tiempo, el fingido agorero acepta salir muy secretamente una mañana a catar agüeros con el rey. 69 Tanto Devoto (Inrroducción) como Gubern (Ongens) asignan a este exemplo un origen indio, y Devoro cita zdcuús una transcripción de Chauvin del Libro de los 40 virims en la que un denriche que dice haber escuchado de unos búhos una conver. aparece . sación semejante. De acuerdo con Devoto, "el motivo central de este ejemplo es el no. J. 816.1 R e v devuelto a sus deberes eracias Iuna eonveri~ciónfineida " entre ~áizros). , ,. relacionado con otros dos, el B. 216 (Conocimiento del lenguaje de los animales) y J. 1675 (Inteligentes relaciones con el rey); cf. rambién el J. 152 (cordura dimanada de un sabio consejero)' (Introducción,406). Devoto presenta además una explicauónpormenorizada de las fuentes. paralelismos e influencia de este exemplo de El conde Lucanor en textos posteriores (Introducción, 406-408). Para las referencias a los motivos tradicionales que aparecen en los exemplos de El CondeLucanor que analizo a lo largo de este capítulo, me en el estudio de Devoto, quien utiliza a su vez el Index apoyo aquí Exemplomrn de Tubach y el MohfIndex de Thompson, en cuya segunda edición (1966) se recogen también los datos que aportan los índices de Boggs (1930), de Rotunda (1942) y de Keller (1949). 'O Esta téulica de "uco lobulado" (dos ficciones secundarias encabalgadas) ha sido considerada por Marín como una de las muestras del orientalismo de los cuentos de El condzLucanor ("El elemenro", 3). \

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Para esto, elige un camino que los conduce a ambos hacia "vn valle en que avia pieca de aldeas yermas" (56-57) que deben su estado de desolación a la administración descuidada del monarca. De pronto, maestro y discípulo empiezan a escuchar los graznidos de dos cornejas que parecen dar al supuesto agorero un gran motivo de tristeza: "comencó a llorar muy fiera mente et ronpio sus pannos et fazia el mayor duelo del mundo" (62-64). El joven rey le pregunta qué es lo que le pasa, y él finge repetidamente su intención de ocultarle el contenido fatal del mal agüero. El rey sospecha su propia relación con la desgracia predicha por las aves e insiste en saber a toda costa de qué se trata. Por fin, el maestro termina explicándole el porqué de su pena: dixol que mas queria seer muerto que biuo, ca non tan sola mente los omnes, mas que avn las aues, entendivl ya commo, por su mal recabdo, erq perdida toda su tierra et toda su fazienda et su cuerpo despreciado (67-71).

Estas palabras introductorias, que sirven de corolario a la actuación del falso agorero, terminan de preparar el terreno para la presentación de la segunda ficción, cuyo objetivo es el de obligar al discípulo a notar las consecuencias de su conducta irresponsable. Según cuenta el filósofo, las cornejas en cuestión están arreglando el matrimonio de SUS hijos, pero no acaban de ponerse de acuerdo, porque la corneja que habita en el valle de las aldeas yermas se queja de las condiciones de desigualdad en que ha de realizarse el matrimonio. Resulta que ahora, gracias al lamentable estado de la región, ella es mucho más rica que la otra en alimentos, ~culuebraset lagartos et sapos et otras tales cosas que se crian en los lugares yermosn (80-81). Pero, muy quitada de la pena, la corneja "pobre" observa en seguida que en poco tiempo ella también será rica, ya que de seguir vivo el rey de esas regiones, muy pronto "seria yermo aquel valle otro do ella moraba" (161). El gobernante irresponsable es obligado así a escuchar una crítica a su mal desempeiio en el poder, a raíz de la cual, se decide por fin a enderezar los destinos de su cuerpo y de su "fazienda". El éxito del maestro radica en que, gracias a sus dotes histriónicas, el joven rey no llega a darse cuenta del carácter ficticio de los dos episodios con que se le lleva a cambiar su conducta (la excursión a catar agüeros y la historia de las cornejas).

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Una vez acabado su relato, Patronio mismo se encarga de explicar al conde las razones por las cuales conviene disfrazar estratégicamente el saber que se imparte: Et vos, sennor conde, pues criastes este mogo, et querriades que se enderegassesu fazienda, catad dlgum manerd que por mienplor o porpala&rasmaestradas etfalaguerus le fagades entender su fazienda, mas por cosa del mundo non derrangedes con el castigando1 nin maltrayendol, cuydandol enderegar; ca la manera de los mas de los mocos es kzl, que luego aborrqen al que los castiga (96-102;los énfasis son míos).

Como beneficio adicional por el éxito de su empresa, el filósofo actor y fabulador del exemplo XXI recupera además su posición de poder al lado del rey, quien lo vuelve a utilizar como consejero para restaurar el orden en el reino. Pero sus dotes histriónicas y su manejo del arte de la ficción no sólo le permiten recuperar el poder que conlleva su puesto de primer consejero, sino que lo sitúan además, en términos absolutos, por encima de la figura del rey, pues éste termina aprendiendo la lección aun en contra de su voluntad Esta forma como el filósofo se sirve de la ficción y de la actuación para incrementar su influencia sobre el rey constituye un indicio clave para entender el papel estratégico que se le da al saber en el texto de El conde Lucanor: como instmmento de un proceso secreto de manipulación que permite a quienes lo utilizan proteger o recuperar su situación de poder. Sin embargo, el hecho de que este saber constituye en el fondo un arma de lucha por el poder, queda convenientemente eclipsado por las cualidades restauradoras que constantemente se le atribuyen. Tanto Patronio, como el filósofo 'agorero' y el resto de los sabios moralmente loables que aparecen en los exemplos son presentados como personajes cuya intervención es necesaria para salvar y ordenar un mundo que los poderosos no pueden gobernar por sí solos. En cambio, poco se dice a propósito del poder y de los privilegios que esta "tarea salvadoran trae consigo. Esto puede verse de manera especialmente clara en este exemplo XXI, en el que el rey, con su actitud descuidada e inmoral, "justifica" y hace necesaria la intervención del filósofo que lo convierte solapadamente en personaje de sus fábulas: primero como buscador de augurios y luego como el monarca al que mencionan las cornejas en su diálogo. Cuando, al final del relato, el filósofo recupera su posición privilegiada, más

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que un triunfo para él, su retorno se presenta como un beneficio para el rey y para el reino efi desgracia. Sin ánimo de f o ~ ademasiado r las cosas, vale la pena observar que el número 21 que se ie asigna a este exemplo clave de El conde Lucanor coincide con la ?dad que c.mía tl rey Alfonso XI (nacido en 1312) en 1333, uno de los años en que, muy probablemente, don Juan Manuel estaba escribiendo su texto (acabado en 1335). Aun cuando ésta podría ser una simple coincidencia, ;ampoco puede rlescartarse del todo la posibilidad de que el número 21 asignado al exemplo tenga que ver con una secreta intención de dedicatoria. En tal caso, a pesar de su pequeñez, éste vendría a ser un argumento más a favor de la lectura de El conde Lucanor como un intento, por parte de don Juan Manuel, de aleccionar y criticar, por medio de la ficción ejemplar, al antiguo "pupilo" que decidió volverle las espaldas. En ocasiones, el enfrentamiento de un poderoso con una ficción, a la que no reconoce como tal, trae consigo un cambio positivo de actitud, que de alguna manera lo beneficia y que también forma parte de la trama del relato: casos de este tipo son los exemplos 1, XXI, XXXV y LI. Otras veces, en cambio, dicho enfrentamiento no se resuelve, por lo menos abiertamente, a favor de la víctima de la ficción (así sucede por ejemplo en XI,XXII y XXXII). Estos relatos, en los que todo termina para el poderoso en una burla, una pérdida o un obligado cambio de status, vienen en cieno modo a aumentar el carácter 'subversivo' de este discurso ejemplar, y a demostrar que su autor no estaba en realidad cien por ciento dispuesto a cooperar con esos 'malos' lectores (sus poderosos enemigos) a los que decidió hacer objeto de sus críticas. Los que casi siempre resultan beneficiados de algún modo son los dueños del saber, que por haber engañado a un poderoso terminan en general consiguiendo algún tipo de poder. Los únicos exemplos que aparentemente se salen de este patrón son el XXV y el XLVI, en los que se presentan dos situaciones un tanto paradójicas. En el exemplo XXV el rey Saladino, famoso por su sabiduría, sale perdiendo delante de alguien menos sabio que él (el conde de Provenza), pero que tiene el buen tino de aprovechar una recomendación que le hace el propio monarca. El saber del poderoso termina así volviéndose en su contra, cuando él mismo se comporta de una manera inmoral. En el exemplo XLVI, un sabio filósofo pierde su prestigio sin haber hecho nada para merecerlo y sólo

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porque "por ocasion entro en vna calle do morauan malas mugeres'', para "fazer aquello que non pudie escusar" (3, por lo que en su caso no liay un verdadero enfrentainiento con el poder. Lo tiiás interesante de este eremplo es que, con el fin de defenderse de la infamia que cae injustamente sobre su persona, el sabio compone "vn librete pequeno er muy bueno et muy aprouechoson (69-70). La descripción de este 'librete' que también forma parte del relato, lo hace aparecer como un escrito de carácter ejemplar. Lo cual lo convierte en un reflejo metafórico más del libro de El conde Lucanor, obra de ese viro sabio rn drgracia qur rs ;1 propio don Juan Manuel. En contraste con la gran cantidad de poderosos que son manipulados mediante la ficción, sólo tres personajes que poseen algún poder aparecen utilizando sabiamente la estrategia de la fabulación: el rey del exemplo IV que tiene que decidir a cuál de sus hijos dejará el poder, el emperador del exemplo XXVII que quiere librarse del yugo de su esposa y don Alvar Faüez (en ese mismo exemplo), que quiere escoger a la mejor esposa y luego, más adelante, probar sus bondades. Pero incluso estos tres casos vienen a ser excepciones que confirman la regla, ya que las ficciones de que se sirven estos poderosos son usadas para probar y aleccionar a otras tantas figuras relacionadas a su vez con el poder. La estructura de El conde Lucanor también se refleja, como en una especie de miseen abime, en el primer exemplo de la colección, cuya trama es un tanto más complicada que la del exemplo XXL" Este relato introduaorio surge a raíz del siguiente problema de L,ucanor: un gran hombre 'mucho onrado, et muy poderoson (5-6) le ha manifestado sus deseos de partir para siempre y de dejarle a él toda su tierra. La respuesta ejemplar de Patronio tiene como protagonistas a un rey y a su privado." Pero, en este primer exemplo de la obra, tanto el número de personajes " El primero en notar la importancia de este primer exemplo, como pauta para descifrar el significado del texto fue Varvaro ("La cornice", 187-189).Algo semejante propone también Sturm ("The CondeLucunor:The First Ejemplo"). Burke ("Fnmeand Stmcture") y Dunn ("DJM: The World") le atribuyen asimismo una íunción clave como pane de lo que cada uno de ellos considera el "marco" de la obra. Devoto relaciona con este exemplo los siguientes motivos tradicionales: "J. 152 (sabiduría o conocimiento dimanados de un cuerdo consejero, como en los ex. 2 y 50),J. 1634 (acompañar al rey en su retiro), H. 1556 (prueba de la fidelidad), J. 818 (precauciones que impone el trato de los grandes)" y refiere a Keller y a Thompson para más información bibliográfica y sobre otros relatas (Introducción, 357). En cuanto

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que utilizan la ficción y la actuación con el fin de manipular a sus interlocutores como la complejidad de las ficciones utilizadas son mucho mayores que en el exemplo XXI: están, por una parte, los malos consejeros que inventan una historia para suscitar las sospechas del rey y otra para que éste pruebe a su privado. Y, por otra parte, están el cautivo que reconoce y modifica la ficción del rey, y el privado que es quien devuelve al monarca, por medio de la actuación, esta ficción modificada. Es como si, mientras más complicada fuera la lucha por el poder; mayor fuera también la necesidad de la ficción y la tendencia a presentarla más encubiertamente, con la ayuda de mejores y más elaboradas actuaciones. La confianza que deposita el rey de este exemplo en uno de sus privados le atrae las envidias del resto sus compañeros, quienes inventan una historia faisa para hacerlo caer en desgracia: fizieron entender al rey que aquel su priuado que se trabaiaua de guisar por que el muriese, et que vn fijo pequenno que el rey avia, que fincase en su poder, et de que el fuese apoderado de la tierra, que guissaria commo muriese el mozo et que fincaria el sennor de la tierra (32-36).

A pesar de que hasta ese momento no había habido manera de enemistar al rey con su favorito, esta primera ficción, inventada por los malos consejeros, por fin lo hace dudar. Pero como no acaba de decidirse a castigar a su privado sin poseer en tomo al caso "alguna verdat" (44), los mismos consejeros envidiosos le sugieren 'una manera engannosan de ponerlo a prueba, que será la segunda ficción inserta en el relato. Siguiendo sus inst~cciones,y al cabo de una serie de alusiones a lo que hace pasar por una especie de tedio vital, el monarca comunica ai privado su deseo de abandonar el reino: dixol vn dia que avia pensado dexar el mundo et yrse desterrar a tierra do non fuesse conoqido, et catar aigun lugar extranno et muy apartado en que fiziese penitenjia de sus pecados. Et que, por aquella manera, pensaua que le avria Dios merced del et podria aver la su gracia por que ganase la gloria del Parayso (63-69). a la tradición letrada, tanto Devoto (Introducción, 357-359) como Ayerbe-Chaux ("El condeLucanor; 2-7)y Gubern (Sobrelos odgms, 100) concuerdan en señalar la relación de este exemplo con la leyenda de Bnrbarn y Josaft (que también aparece adaptada en la Leyenda ávrea y en la Patm1ogr;i de San Juan Damasceno).

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Ante el disgusto que muestra el privado al oír la noticia, el rey le explica que su intención es dejarlo a cargo de todo para que, si él llega a morir, asegure la transición del poder a su hijo. Tal proyecto trac implícita, para el privado, la posibilidad de quedarse con el poder, pero aun sin sospechar que todo es una trampa para que con sus muestras de alegría respalde las acusaciones que los malos consejeros han esgrimido en su contra, el privado tiene el buen tino de no reaccionar efusivamente cuando escucha las prometedoras palabras del monarca. Este buen privado, según explica Patronio, tenía en su casa a un sabio cautivo y "todas las cosas que aquel avia de fazer, et los consejos quel avia a dar, todo lo fazia por consejo de aquel su catiuon (105-107). Por eso, lo primero que hace el privado al llegar a su casa es contarle lo que considera la buena nueva. Apenas oída la historia, el sabio cautivo reconoce la falsedad de las palabras del rey, que no son sino una "ficción" bien actuada: dixol que fuese ~iertoque era en muy grant peligro del cuerpo et de toda su fazienda, ca todo aquello quel rey le dixiera, non fuera por que el rey oviese voluntad de lo fazer, sinon que algunos que1 quwidn m J avian puerto al rey quel dcxiese aquellas razonespor leprouar (117-121; cl Enfasis es mío). El sensato respeto que muestra el privado por el saber de su filósofo cautivo le permite recibir oportunamente esta advertencia de que está a punto de ser atrapado por medio de una ficción, y tomar a tiempo las medidas gracias a las cuales puede conservar su vida y su situación de poder como favorito al lado del rey. Para salvarse, como le aconseja el filósofo, lo que hace es revertir los efectos de esa ficción engañosa ideada por sus enemigos, actuando ante el rey coino si creyera en la sinceridad de lo que éste le ha dicho, pero cambiando el papel de villano que le ha sido asignado, por el del más fiel de los servidores, dispuesto a dejarlo todo para ir en romería con su señor. Gracias a que desempeña tan convincentemente su papel, el rey acaba creyendo en su lealtad y desechando las falsas acusaciones de los demás consejeros: "et gradecio gelo mucho, et contol toda la manera en commo oviera a seer engannado et que todo aquello fiziera el rey por le prouar" (157-159). Como en el exemplo XXI, el requisito para que este relato tenga un final feliz es la ignorancia del monarca, que nunca sospecha que él fue

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quien cayó en la trampa de su propia ficción modificada. Por lo que también aquí el saber y la actuación son utilizados como recursos para engañar a un poderoso. Pero, mientras que el primer intento (el de los malos consejeros), moralmente condenable, fracasa, el segundo (el del privado y el filósofo), moralmente aceptable, termina logrando su propósito. Con esto no sólo se consigue evitar que el monarca cometa un grave error, sino que la lucha por el poder se resuelve además a favor de los 'buenos fabuladores', que son el privado y su sabio cautivo, émulos a su vez de la pareja de Patronio y Lucanor, y también, por extensión, del mismo don Juan Manuel y de aquellos a quienes considera sus 'buenos' lectore~.'~ El rey de este exemplo inaugural no sólo es incapaz de percatarse (como el monarca del exemplo XXI) de la ficción modificada con la que se le devuelve su propia trampa, sino que desconoce además al personaje (el filósofo cautivo) que la ha diseñado. El contraste entre la cautividad de este filósofo del exemplo 1 y su habilidad de controlar al monarca es otra muestra de la tendencia a situar a los poseedores del saber (aun a los más humildes) por encima de los poderosos inmorales, observada ya en el exemplo XXI. Esta idea básica, que se establece claramente desde un principio, se repetirá luego en otros lugares del texto: los hombres que poseen el poder suelen ser ajenos al manejo del saber y, por lo tanto, son incapaces de sobrevivir sin la ayuda de los sabios que los aconsejan. Pero, como a menudo se niegan a reconocer esta deficiencia, se hace necesaria la utilización de ficciones que se hacen pasar por situaciones verdaderas por medio de la actuación. En el mejor de los casos, estas ficciones funcionan como elementos salvadores (como sucede en los exemplos 1 y XXI), pero tampoco es raro que el mismo acto de fabular, que a veces termina beneficiando a sus víctimas, sea usado, por el contrario, de modo inmoral, simplemente con el fin de aprovecharse y " Para Devoto, el mensaje Último de este primer exemplo "tal vez sea que todo Lucanor debe ser su Patronio sin fiarse nunca de los otros consejeros;el cautivo y filósofo encerrado en casa no es otra cosa, diría la psicología profunda, que la imagen de ese Patronio interior que es el único en quien debemos confiar" (Inrmducción, 359). Por otra parte, según Caldera, la pareja de Patronio y Lucanor parece ser el producto de un desdoblamiento de la figura del autor: "JuanManuel poteva duque identificarsi o, per meglio dire, sdoppiarsi nell'uno e nell'altro, visto &e entrambi riífictevano vari aspetti che si trovano uniti neUa rua perronzliti"("Retorica,narrztivae didattica",74).

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burlarse de alguien (que es generalmente un poderoso). Quienes así lo utilizan son otro tipo de personajes: los astutos carentes de escrúpulos que se distinguen bastante de los sabios consejeros. Sin embargo aun en estos casos el énfasis está puesto más en el problema de la ignorancia del poderoso (que tiene por lo general consecuencias morales) que en la malicia de quienes lo engañan. El deán de Santiago del exemplo XI y el rey del exemplo LI son (al igual que los monarcas de los exemplos 1y XXI) otras tantas "víctimas" de la ficción. Pero la diferencia, en estos dos casos, es que a ambos, por distintas razones, sí les es revelado el engaño del que han sido objeto a causa de su inmoralidad. El exemplo XI es quizás el que mejor ilustra la tendencia a subrayar la superioridad de los sabios con respecto a los poderosos, tan característica de este texto, pues la caída ejemplar del deán, que es despojado completamente de su poder ilusorio por medio de la ficción, permite que la supremacía del sabio, al final del exemplo, pueda ser absoluta.74Cabría preguntarse si este final tan categórico es "posiblew (en el contexto del discurso juanmanuelino) gracias a que el deán de Santiago no es un monarca verdadero y, por lo tanto, su expulsión de los dominios del saber no perjudica el orden de un reino, ni va en contra de la ideología estamental de don Juan Manuel. Deseoso de aprender el arte de la necromancia, el deán de Santiago se dirige a Toledo en busca del mejor maestro: "Et el dia que llego a Toledo adereco luego a casa de don Yllan et f d o l o que estaua lleyendo a vna camara muy a p a d a " (27-29; el énfasis es mío). Este es el primero de una serie de indicios que duden al estado de "apartamiento" en que estudia y practica su saber el gran maestro. Su situación, opuesta al poder, es muy semejante a la del filósofo cautivo que aparece en el exemplo 1: sólo que, en este caso, la oposición se resuelve más bien en "Como explica Devoto en su extensa revisión del material bibliográfico relacionado con este exemplo (Introducción, 382-393). el motivo central aparece dos veces en la clasificación de Thompson: con el no. H.1565.1 @ m b a de gratitud: mago que hace que su discípulo se crea superior a él) y con el no. D. 2031.5 (hombre que se hace creer mágicamente obispo, arzobispo papa). Pero, como él mismo observa, ambos motivos . y .. fueroti origiiialuie"ie romados d e ~ i c o n d t ~ u c a n por o r Kellcr y por Chauvin. Dcvoro hacc notar ademis 11 preseucia JClus rnuiivos D. 201 1 (años que pareccn días) y D. 2ClZ (momentos que parecen años).

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términos físicos, pues es la profundidad geográfica de la cámara secreta de don Illán, situada en un lugar que parece más profundo que el río Tajo, la que se opone a las alturas cada vez más prominentes del poder por las que irá escalando (imaginariamente) el deán de Santiago. Este aislamiento físico de la cámara del mago podría considerarse además como el correlato material de la lejanía espiritual y de la distancia moral que lo mantienen apartado de los centros de poder (como la corte o la sede ~ontificia),gracias a las cuales puede tener la perspectiva necesaria para cultivar adecuadamente su saber. Cuando el deán le pide que le enseñe su ciencia, la primera objeción que pone don Mlán tiene que ver con el problema de la ingratitud (otro asunto relacionado a menudo con el ejercicio del poder y que también se encuentra entretejido en la trama de los exemplos 1y XXI): dixol que el era dean et omne de grand guisa et que podia llegar a grand errado -et los omnes que grant estado tienen, de que todo lo suyo an librado a su voluntad, olbidan mucho ayna lo que otrie a fecho por elloset el que se recelaua que de que el ovierse aprendido del aquello que el queria saber, que non lefária tanto bien commo el le pmmetia (37-42; los énfasis son míos). Según cuenta Patronio, el deán trata de desmentir enfáticamente las sospechas de don Yllán, en el curso de una conversación que va del final de la comida hasta la hora de cenar (45), cuando sus promesas parecen convencer al maestro, que decide conducirlo a su estudio. Antes de partir, el mago pide que se le preparen perdices para la cena, "mas que non las pusiesen a assar fasta que el gel0 mandasse" (53-54). Luego, ya en el lugar "mucho apartado" donde don Yllán practica su ciencia, cuando ambos están, por así decirlo, en el umbral del saber, seleccionando los libros que utilizarán para comenzar, son interrumpidos por la llegada de dos hombres que traen al deán la noticia de la enfermedad de su tío el arzobispo. Esta intermpción marca el inicio de una cadena de ascensos en la carrera eclesiástica del deán, y de una serie igualmente larga de pedidos de favores por parte del maestro, que su discípulo se niega repetidamente a complacer. La carrera del deán llega a la cumbre con la obtención del papado, y en ese momento llega también al colmo la manifestación de su ingratitud, ya que no sólo sigue negándose a satisfacer las demandas de su maes-

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tro, sino que amenaza además con acusarlo de practicar nada menos que la necromancia que de él ha aprendido. Don Yllán no tiene más remedio que abandonar al discípulo ingrato, quien se niega incluso a darle de comer para el camino. Pero entonces ocurre algo sorpresivo que no se esperan ni el deán ni el lector: "don Yllan &o al papa que pues al non tenia de comer, que se avria de tornar a las perdizes que mandara assar aquella noche, et llamo a la muger et dixol que assase las perdizes" (137140). En ese momento el 'papa' cae en la cuenta de que en realidad siguen en Toledo y de que es todavía el deán de Santiago. Así, con la ayuda de la magia, que se identifica en este exemplo con el saber y, en especial, con el arte de la fabulación, don Mlán también ejerce el poder, "destituyendo" por adelantado a alguien que promete convertirse a la larga en un poderoso reprobable. Pero aun cuando el mago no lograra evitar, por medio de su magia, que el deán, "omne de gran guisa" (37-38) ascendiera algíin día por la escala del poder, sí puede poner por lo menos fuera de su alcance los secretos de un saber que no merecía poseer y que le ayudada a llegar a la cima. Por lo tanto, al igual que los reyes de los exemplos 1 y XXI, este poderoso en ciernes también es atrapado y obligado a participar como actor en una trama inventada por un personaje que lo supera en sabiduría.75Sólo que, a diferencia de lo que sucede en esos dos exemplos, en éste el producto de la lección se vuelve en contra del discípulo, que termina siendo expulsado de la casa de don Yllán, y quien sale beneficiado cs cl propio maestro que logra desenmascararlo y deshacerse oportunamente de él. Para comunicarle su expulsión de los dominios del saber, el mago narrador termina revelándole al discípulo la naturaleza ficticia de la "historia" en la que lo ha obligado a participar. Y en esto también se distingue el exemplo del deán de los exemplos 1y XXI, pues los reyes que aparecen en ellos desconocen hasta el final la existencia de las trampas que les tienden sus interlocutores. Es como si, puestos ante un hecho consumado -que es la presencia de un poderoso inmoral en una situación de poder-, lo Único que los sabios de los exemplos 1 y XXI pudie75 Hay además por lo menos otros diez m p l o s ( I I XN, , XIX, XXlI, XVI, XXXV, XLII, XLüi, XLV, XLVm) en los que aun cuando los personajes aleccionados no ostenran títulos nobiliarios ni poseen cargos públicos sí se encueiirran, al igual que el deán, en posiciones o situaciones que les permiten ejercer aigGn tipo de poder.

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ran hacer es tratar de arreglar las cosas, para bien del reino, de la mejor manera posible. En cambio, al gran maestro de Toledo la carencia de estatura política del deán le permite evitar incluso este tipo de servidumbre: que es la de los sabios que tienen que poner su saber en manos de los poderosos. Irónicamente, el efecto de sorpresa provocado por la narración de Patronio, de la que están ausentes los indicios de que el ascenso del deán es sólo una ficción, se transmite también al lector, quien, al igual que el discípulo ingrato, tiene la sensación de quedarse a las puertas de la biblioteca del necromante, con las manos vacías, habiendo perdido la oportunidad de acercarse a los libros y a los secretos de la ciencia de don Yllán. Este sentimiento de expulsión, provocado por el discurso mismo, lo obliga a compartir, por lo menos momentáneamente, la culpa y el castigo del deán de Santiago. Ante esta lección de primera mano sólo le quedan dos alternativas: o se identifica con el deán y se resigna a ser expulsado de los dominios del saber, o bien se identifica con Lucanor, el poderoso modelo que gracias a sus cualidades morales puede establecer una 'sociedad» ideal con Patronio, ese otro fabulista cuya "magian (que es la ficción ejemplar) le permite "organizar" el mundo de su señor. N o es éste el único exemplo de la colección en donde la inmoralidad de los personajes es castigada con la ignorancia y la expulsión o el exilio. La idea del exilio como consecuencia de un comportamiento inmoral también puede verse, entre otros, en los enemplos L y LI, que hncionan como epílogos de la primera parte de El conde Lucanor. En cierto modo, puede decirse que estos "exilios" aleccionadores vienen a solucionar, en el plano ejemplar, el problema de los malos gobernantes, pues la pérdida temporal del poder suele servirles a éstos para obtener ese saber que necesitan para desempeñar sus tareas.76 7b Cabría preguntvse si estos dos relatos, puestos a manera de conclusión de laprimera parte de E¡ cede Lucanor, no e& telaci&ados con la experiencia vital de don luan Manuel... auien.. a ~artirdel ascenso de Alfonso XI al trono. se convirtió él mismo en un exiliado de la cone y de los círculos del poder. Desde tal perspectiva, esta forma fayorable de presentar el exilio, como una oportunidad de regeneración moral y de aprendizaje, po&a también ser leída como una instancia más de autolegitimaciónenc&hada a favorecer su k e e n oolíuca. Aun mando el ~robiemade la auroria del sremalo LI todavía no ha sido resuelto de manera concluyente, resulra interesante observar que, en cierto modo, este relato viene a revear un asunto que ya ba sido tratado en el exemplo L.

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Er avn que non lo deseex El cunde Lucaiior

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Por obra de la ficción, los personajes inmorales de estos tres exemplos (I XI ,y XXl) son objeto de un prorem de mdnipulación cuyos móviles

ignoran y cuyas técnicas desconocen. En cambio, para quienes como el privado del primer exemplo y el mismo conde Lucanor sí poseen una mora aceptable, el proceso de aprendizaje ejemplar se lleva a cabo sin necesidad de actuaciones, ni de engaños. Algo semejante ha de suceder con los dos tipos de lectores de los que habla el autor en su Prólogo: mientras que los 'buenos' y 'bienintencionados' aprenderAn gozosa y conscientemente, los 'malos' en cambio no tendrán m á s remedio que caer, aun a su pesar, en las redes del saber ejemplar. Resulta entonces que esa 'claridad', en la que tanto insiste don Juan Manuel al hablar de sus exemplos, funciona en el fondo como una especie de recompensa, que no sólo tiene que ver con el estilo sino también con la calidad moral del receptor. Según esta lógica, únicamente quienes se identifiquen con ese interlocutor moralmente ideal que es el conde Lucanor y quizás también, en Última instancia, con el propio autor de la obra, serán capaces de 'ver', por si mismos, más allá de lo que el contenido de los exemplos parece mostrar. La primera parte de El conde Lucrrnor no está, por lo tanto, exenta de oscuridades. Sólo que, en lugar de asociarse con el uso del lenguaje, estas oscuridades se relacionan más bien con la naturaleza misma de la ejemplaridad juanrnanuelina. Como en el relato "De lo que contescio a vn rey con los burladores que fizieron el panno" (XXXQ,el único capaz de "ver daron, es decir, de identificar la ficción como tal, es aquel que se encuentra 'libre de ~ u l p a " . ~ Para apoyar la validez del orden mora que defiende en su texto, don Juan Manuel se sirve a menudo de exemplos que rebasan el mundo de lo visible. En este sentido, el enemplo Xí, que gira en torno a un acto de magia merced al cual la moral del sabio logra imponerse a la inmoralidad del poderoso, no es una excepción, sino una muestra de cierto tipo de relatos que se emplean insistentemente en esta colección y que pueden ser clasificados en dos categorías: aquellos en los que la tarea de administrar justicia y de restaurar el orden del mundo es dejada a cargo de Dios, que de este modo aparece como 'el sabio' por excelencia (exemplos iJi, XIV, XViii, XL y LI), y aquellos en los que el triunfo de Este es además otro de los relatos en que un poderoso inmoral termina siendo víctima de la ficción.

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los valores morales se logra e n u n plano alegórico p u e s los personajes

son e n t e s abstractos (como los exemplos XXVI y XLIII -en donde aparecen personificados el Bien, el Mal, la V e r d a d y l a Mentira). De t o d o s estos relatos, e l exemplo LI constituye quizás e l caso más interesante, por la posición de epílogo q u e o c u p a e n el t e x t o y, sobre todo, a causa d e las polémicas q u e el p r o b l e m a de su "legitimidad" h a suscitado (ya q u e sólo aparece e n el m a n u s c r i t o S -6376 d e l a BNM).78 Aun sin e n t r a r en esta polémica, valga decir que los puntos e n común q u e c o m p a r t e este exemplo con el primero d e l a serie p o d r í a n aducirse c o m o un argumento a favor de la autoría d e don Juan Manuel: q u i e n p r o b a b l e m e n t e en l a Última, o e n u n a de las últimas revisiones d e su obra, lo incluyó e n l a colección, c o m o u n a especie d e epílogo de l a prim e r a parte. Pero, incluso de h a b e r sido su a u t o r algún copista (en cuyo caso este exemplo LI vendría a s e r el p r o d u c t o d e u n a lectura ajena), vale l a p e n a v e r la maestría c o n q u e en él se r e t o m a n , se llevan al e x t r e m o y luego se resuelven positivamente los p r o b l e m a s con los que da comienzo el libro p r i m e r o de El conde Lucdnor, y que l u e g o aparecen recreados de diversos modos a lo largo del En relación con el problema de la autorh: Floty ("A Suggesred Emendation") e England ("Exemplo 51") defienden la hipótesis de que este aemplo es efectivamente obra de don Juan Manuel. Con una lecmra distinta de la que aquí se propone, Burke llega también a la conclusión de aue el exmtulo L1 forma arte esencial del coniumo de relatos que él considera como "marco" de la óbra y que son el 1, el L y el LI. Para este crítico, el "mensaie central" de la obra tiene aue ver conla intención de demostrar aue "the noble must, while maintaininghis proper statns, levn humility which i s d e f i d as bemg humble bur not humiliated" ("Frame ind Stmcture", 265). Lo cual lo lleva a ver el LI exemplo como 'a most effectivemeans of completingrhe stnicuue of (che book's) frame" ("Frame and Stmcture", 269). En esto concuerda con England quien sugiere que probablemente, al releer su manuscrito, don Juan Manuel "became aware of &e a b w u of one of the basic Christian vittues, humility, and so added E*olpio 51 to reduce the disparity bctween worldly and spiritual matters in the book as a whole" ("Exemplo 51", 25). A. Blecua se niega en cambio a aceptar la autoría de don Juan Manuel y, al parecer, Dunn compane también esta opinión, porque para él los aremplos que dan su coherencia a la estruaura de la colección son ell, el XXV, el XXVI y el L. J. M. Blecua, por su parte, sin adherirse a ninguna de las dos opiniones extremas, decide colocarlo como apéndice en su propia edición de la obra (después del quinto libro). Como explica Devoto (Introducción, 462-464), el motivo central de este exemplo LI es el del 'rey orgulloso desplazado por un ángel" (no. L. 411 de Thompson), cuyo protagonista, en muchas versiones antiguas,L e el rey Roberto de Siciiia (aunque . - el nombre de~ovinilnoes el más frecuente enlas versione; españolas). Se trata probablemente de un reiato de origen oriental, que aparece con el número 59 (51) de la Gesta romanorum.

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Como en los exemplos 1, XI y XXI,8O aquí también hay un poderoso al que se le aplica una lección moral: sólo que, en este Último relato, quien se encarga de idear la ficción moralizante es Dios mismo, que sirviéndose de un ángel mensajero pone en su lugar al rey soberbio que se atrevió a cambiar la letra del Magn13czat. La gravedad de la ofensa cometida radica en su intención dc alterar nada menos que el texto de una oración en la que se alude al defecto de la soberbia: un problema que tiene que ver directamente con el ejercicio del poder. Don Juan Manuel (o quien haya sido el autor de este relato) se preocupó por enfatizar la naturaleza de la ofensa, "citando" textualmente en latín tanto el texto original como el fragmento modificado, seguidos de sus respectivas traducciones: et atanto llego la su sobemia, que vnavez, oyendo aquel cantico de sancta Maria que diie: 'Magn$cat anima med dominum,' oyo en el vn viesso que dize: 'Deposirir potentes de sede et ernlrauit humiles;' que quier decir 'Nuestro sennor Dios tiro et abaxo los poderosos soberuios del su podeno er ensaico los omildosos.' Quando esto oyo, peso1 mucho et mando por todo su regno que rayessen este viesso de los libros, et que pusiessen en aquel lugar: 'Et exaítauit potentes in sede et humiler posuit in mtus;' que quiere dezir: 'Dios ensal$o las siellas de los soberuios poderosos et derribo los omildosos' (22-32).

Como para probarle al monarca soberbio lo verdadero de las palabras que mandó cambiar, la ficción ideada por Dios para darle una lección consiste nada menos que en una literalización del contenido original del texto afectado. Así, al igual que en los exemplos 1, XI y XXI, también aquí el poderoso inmoral es forzado a convenirse, sin darse cuenta, en víctima y en actor de una ficción. La cual, en este caso, lo lleva a perder su lugar en la cima de la jerarquía terrena y a vivir en la más grande humillación. Uno de los detalles más importantes de este exemplo LI es el hecho de que aquí el orden moral contra el que atenta este rey impío es presentado explícitamente como una manifestación directa de la voluntad divina, de la cual hay además un testimonio material, que es Las lecciones de estos exemplos tienen que ver, respectivamente, con el valor de la fidelidad O,de la gratitud (Xi) y de la madurez (XXI).

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el propio texto del Magnificat. El lugar de Epílogo que ocupa este relato con respecto al resto de la colección hace que este detalle se convierta en una especie de confirmación, en tono mayor, de las ideas desarrolladas en el resto de la obra. El hecho de que la lección ejemplar esté aquí directamente a cargo de Alguien que no sólo es más sabio, sino también infinitamente más poderoso que el infractor, contribuye a legitimar la estrategia de lucha por el poder que está en el origen del libro de El conde Lucanor. Todos los sabios bienintencionados que aparecen en la obra -padres, filósofos, privados, reyes y también, por supuesto, Patronio- pero de manera especial el propio don Juan Manuel, se benefician por esta relación con lo que se presenta como un quehacer divino, necesario para asegurar el buen comportamiento de los poderosos del mundo. Esta "relectura" del texto que es en sí el e x e o LI ilumina también con una luz mucho más clara la función introductoria que desempeña el primer exemplo de la serie, en el que aparecen ya varias pautas que luego se recrean y se desarrollan en el resto de la obra. En términos jerárquicos, los personajes creadores de la ficción, en uno y otro relato (el filósofo cautivo en 1 y Dios en LI), no podrían ocupar escaños más opuestos. Sin embargo, hay un punto en que tales extremos se tocan, y que tiene que ver con la posesión y el manejo estratégico del saber, en virtud del cual el filósofo cautivo emparenta con Dios y participa, en cierto modo, de su omnipotencia. A estos personajes fabuladores que son Dios y el filósofo cautivo, vienen a sumarse, en ambos relatos, los dos personajes transmisores: el privado caído en desgracia, en el exemplo 1, y el ángel enviado en el exemplo LI, lo cual hace la simetría entre ambos relatos todavía más completa. A partir de la segunda parte del libro, los exemplos desaparecen y el afán didáctico de don Juan Manuel asume la forma "letrada" y cada vez más oscura de los proverbios emitidos por Patronio (en la 2a., 3a. y 4a. partes)." Con el pretexto de querer complacer a don Jayme de Xerica, 81Deacuerdo conTaylor, de hs sentenciasque aparecen enlas puresii, Di y N sólo seis son refranes de tipo tndiciond y, según la n&cnción dc ~ ~ e r b ; - ~ h ason u xlos , siguicnres: m. . 15.49.94: , , . iü. . 1.48: . .IV..4 ("Donlaime de lkrica"..54..n. 6n., La rehd(>udel wxtu de donJuanManuelcan otras cukccionesescritasdc proverbioses por el contrariomucho más extensa. En d apéndice de ni citado artículo, Taylor revisa detalladamentela rehción de los proverbios de El conde Lucanor con el libro de los Bocndor de oro. \

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el autor nos comunica su decisión de abandonar esas a las que llama sus "llanas et declaradas razones":

Et por que don Jayrne, sennor de Xerica, que es vno de los omnes del mundo que yo mas amo et por ventura non amo a otro tanto commo a.el, me dixo que querria que.los mis libros fablassen mas oscuro, et me rogo que si dgund libro feziesse, que non fuesse tan declarado. Et so cierto que esto me dixo por que el es tan sotil et tan de buen entendimiento, que tiene por mengua de sabiduM fablar en lar cosar muy Mam y dedarada mente (17-23; los énfasis son míos). Esta oscuridad estilística, que contrasta con la claridad de toda la primera parte, no puede menos que poner en entredicho las observaciones del autor con respecto a su propia 'falta de letras", porque el tipo d e "fablan oscura y "sotil" que empieza a utilizar a partir de entonces sólo puede deberse a un m u y refinado dominio de las mismas. Desde esta perspectiva, sus insistentes observaciones en tomo a la facilidad c o n que sus exemplos habrán de ser leídos y aprovechados, acaban también por teñirse de u n cierto grado de ironía.82 Además, al llegar a este punto, y debido sobre todo a las declaraciones del autor con respecto a su decisión de cambiar de estilo, su imagen textual se identsca mucho más de cerca con de la Patronio. D e modo semejante, la imagen de don Jaime de Xérica se funde prácticamente con la de Lucanor, como puede verse en este comentario de Patronio con el que introduce sus primeros proverbios, usando palabras m u y parecidas a las que usa don Juan Manuel para referirse a la petiaón que le hizo don Jaime: -Sennor conde Lucanor -dixo Patronio-, yo vos fable fasta a agora lo mas dedarada mente que yo pude, et por que se que lo queredes, fablv vos he daqui adelante essa misma manera, mas non por e s a manera que en el otro libro ante deste (2a. p., 3-6)?

" Al inick esta segunda parte, don Juan Manuel observa lo siguiente, refuiéndose a la primera parte de ni obm "fu lo en la manera que entendi que seria mas ligero de entender. Et esto fi DOI que yo non so muy letrado et queriendo que non dexassen de sse aprouechar del íos q& ion fuesxn muy letrados, ash commo yo, por mengua de en el libro se contienen assaz llanas et declamlo sccr. fiz las razones et eoxiemolos aue a das" (2.. p., 11-16). Comentarios parecidos pueden enconrnnc tanto en el Prólogo gened como en el Prólogo a El mnde Lucanor. " M. Goyri Menéndez Pida1 explica el desorden sinránico de las senrencias de la 51. parte como el producto de un "procedimiento verdaderamente infantil que empleó don

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Según explica Patronio en los comentarios con que comienza cada una de las partes 2a., 3a. y 4a., sólo el amor del conde por el saber y la insistencia con que le pide que siga hablando lo han hecho sobreponerse a su deseo de callar y a su cansancio cada vez más pronunciado: "por affincamiento que me feziestes", dice Patronio a Lucanor al principio de la 5a. parte, y refiriéndose a los proverbios de la 4a. parte: oue de poner en estos postrerneros treynta prouerbios algunos tan oscur a mente que sera marabilla si bien los pudierdes entender, si y o o alguno de aquellos a qui los y o mostre non vos lo declarare; pero seet bien cierto Juan Manuel para hacer oscuros estos proverbios, pues tienen fuente conocida y su oscuridad consiste sólo en tener barajadas y revueltas las palabras" ("Reseña", 39). En cambio, para Chrrrhi. e9 la necesidad anisticade expcrimcnraciónla quc provoca "surh a pcrversc wav cstr critico.. la r,r n c h u ~es ,of formulinre rmnnrme" ('Brevedad". . 362). , Como cx~lica un hioérbaton aue ha sido llevado a sn más alto crado de compleiidad, debido a la alteraiión exagriada del orden sinticrico dc los clc&ntosde la fraie. ¡o cual produce un marrado efectodc extrahamiento xmlnrico. C. Micbaclisde Vasconcelos fnc la primera en proponer una versión "ordenada" de las sentencias de la cuarta parte (reeditada por Devoto en la entrada 96.3 de su Introducción). Lo cual, sin embargo, sólo "resuelve" una parte del problema, ya que estas renuncias, puestas casi a manera de epílogo del texto, desempeñan uril función que tiene que ver justamente con su carácter desordenado, producto de un proceso encaminado a restringir cada vez más el acceso al saber, hasta el punto de volver indis~ensablela presencia del sabio que ha de transmitirlo. Cabría además oreeuntarse si al desarticular el orden sintáctico de estas sentencias lo que el autor hacenoes abrir la puena a la posibilidad no de uma sino de vaias re~r~anizlciones (este asumo roor si mismo merecería un estudio esoeciall. De acuerdo con Orduna. todo ~~~~~-~~ este "Libro de losprouerbios -integrado por las Partes ii, üi y IV,donde la expresión es sistemáticamente concentrada y enrevesada- revela no sólo 'una consciente avidez de experimentación estilística nada común en la literatura medieval castellana, que delata a voces .... al .. letrado .... . ducho en la retórica medieval' - c o m o auiere Lida de Malkiel-: sino además al intelectual deseoso de revestir su obra, destinada a un público selecto, con el ropaje p o p i o del decir del hombre sabio, de -en tal que no ;confundiera ei 'fablar declarado' y. 'pziadino' (que usa el autor en la primera parte) con el de los . del pueblo), y se advirtiera que era capaz de asumir procedimientos acordes con su estado y conocimientos" (" 'Fablar complido' ", 145). Pero cabe también preguntarse si al abrigo de tal despliegue de sofisticación estilística, no se manejan además una serie de ideas destinadas a ser entendidas por una fracción selecta de ese mismo 'público selecto'. En este sentido, el uso del saber que hace don JuanManuel en sus sentencias vendría a insenvse enunavieja tradición que comparten tanto Oriente como Occidente, de acuerdo con la cual no todos los hombres son dignos de conocer todas las verdades. Como explica Lacarra: 'La existencia de un sentid; oculto tras las apariencias es algo común la mentilidad oriental y a la occidental, acostumbrada esta última desde siglos a la exégesis judeo-cristiana de las Escrituras" (Cirentktica, 109). ~

Et avn que non lo desem El conde Lucanor

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que aquellos que parescen mas oscuros o mas sin razon que, desque los entendieredes, que fallaredes que non son menos a prouechosos que quales quier de los otros que son ligeros de entender (5a. p., 7-14). Como lo muestra la lectura aquí presentada de la primera parte, en el contexto de El conde Lucanor, el término "no muy letrado" se asocia muy de cerca al ~roblemade la inmoralidad, y, en especial, a la inmoralidad relacionada con los desórdenes de los poderosos. En este orden de cosas, esos "letrados" a los que se dirigen los proverbios bien podrían ser aquellos cuya moral merece toda la aprobación don Juan Manuel, entre quienes se encuentra don Jaime de Xérica. Ellos serían los únicos a quienes no se les niega el acceso a los secretos más recónditos del saber, como no se le niega tampoco a Lucanor, paradigma textual del "buen receptor", ávido de escuchar y deseoso de aplicar los consejos de los sabios, para mejorar su ejercicio del poder.s4 N o cabe duda de que el autor de El conde Lucanor se veía a sí mismo como parte de una élite priviiegiada no sólo en términos de nobleza sino también en términos intelectuales. Pero, por aparecer asociada con una calidad moral superior a la del resto de los hombres ("no muy letrados", ni demasiado "sabios"), esta superioridad intelectual funciona en el fondo como una estrategia textual, que no sólo permite al autor exhibir sus habilidades en el manejo de las letras, sino que le sirve además encubiertamente para legitimar su propia lucha por el poder. Prueba de esto es el hecho de que don Jaime de Xérica, el personaje a quien don Juan Manuel dedica la Segunda parte de su libro, además de ser alguien que le inspiraba respeto por su manejo de las letras, era uno de sus más importantes aliados poiíticos.85 Pero, independientemente de lo que se sabe a propósito de la relación que existió en realidad entre don Juan Manuel y don Jaime, podría Al inicio de la Poridat de larporidader (versióncastellana del Smrtwm ricretonrm), Aristóteles escribe a Aleiandro uaí nou en Iaaue . .oresenta un razonamiento muv semejante: "~ensaden sus palabrasencerrada con la manera que sabedes de mi et entender lo edes ligera miente, pero non serre tanto sus poridades si non por miedo que non caya my libro en manos de ommes de mal sen er desmesurados,que sepan de lo que non merescen nin quiso Dios que lo entendiessen [...y (32). 85 En su citado artículo Taylor describe e interpreta pormenorizadamente las fuentes y los estudios que aluden a la existencia histórica de don Jaime de Xérica. A este respeao, pueden también consultarse los trabajos de Giménez Soler (DonJuanManuel, 107) y de Snircken (DonluanManuel, 44-45).

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pensarse además en la posibilidad de que el apellido del amigo haya servido al autor como una palabra clave para aludir cifradamente a su propio texto. Xérica, en tal caso, podría leerse como una variante de la palabra "xerga" (Corominas, s. v. "xerga"), cuyas dos acepciones vienen curiosamente al caso: la primera, en tanto que "tela gruesa y tosca", sobre todo si aceptamos el hecho de que la aparición de don Jaime sirve entre otras cosas como pretexto para introducir el topos de modestia, y la segunda, todavía más pertinente, en tanto que "lenguaje especial, difícil de comprender".86 Según don Juan Manuel, la nueva dificultad formal tiene como f i i compensar la 'simpleza' de los temas que se dispone a tratar. Pero, paradójicamente, no hace falta demasiado análisis para notar que muchos de estos 'nuevos' temas son exactamente los mismos que se tratan, con toda 'simpleza', en los exemplos de la primera parte de la obra, que versan sobre: "las cosas [...] que los omnes se pueden aprouechar para saluamiento de las almas et aprouechamiento de sus cuerpos et mantenimiento de sus onras et de sus estados" (2a. p., 26-29). Estas afirmaciones, en apariencia contradictorias, no pueden menos que despertar en el lector una serie de interrogantes con respecto a las funciones que desempeña en el texto este brusco cambio de tono y de discurso, pues si no son los temas, jcuáles son entonces las nuevas ideas que se manejan con respecto a esos temas a lo largo de estas tres series de proverbios? Además de repetir, de manera críptica y sintética, muchos de los consejos que se dan en los relatos, ?qué otros consejos, que sólo debían estar al alcance de un grupo selecto de lectores, encierran estas frases? ¿Qué tipo de información es la que se trata de ocultar a todos esos lectores "no muy letrados" destinados a aprovechar, aun a su pesar, las enseñanzas de la primera parte? Es probable que, tanto el cambio de discurso (de exemplos a proverbios) como la adopción de una nueva estética formal que privilegia la oscuridad por sobre la claridad de corte tradicional propia de los relatos de la primera parte, constituyan dos claves fundamentales para entender De acuerdo con Taylor, es muy probable que el autor se haya semido del topos de modestia a1 principio de la 21. parte, "para demostrar de una manera dinámica que su cambio estilisrico no es una respuesta al pedido de un amigo, sino una decisión artística bien meditada por pane de un autor muy consciente de las relaciones que deben mediar entre él, sus lectores y su obra" ("Don Jaime de Jéricz",51).

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la otra cara, la más agresiva, e incluso tal vez un poco escéptica, de esa lucha por el poder que se desarrolla a lo largo del texto. Pues, a medida que aumentan las complicaciones formales, se recmdecen también las expresiones de advertencia, que vienen a poner en guardia a los lectores selectos, a propósito de lo engañosas que son las actitudes de los hornbres y de lo equivocado que resulta dejarse guiar por los lugares comunes que intentan describirlas. Ejemplos de esto son, en la segunda parte, frases del tipo de las siguientes: -¡O Dios, sennor criado et conplido!, jcommo me marabillo por que

pusiestes vuestra semeiansa en omne nesqio, ca quando fabla, yerra, quando calla, muestra su mengua; quando es rico, es orgulloso, quando pobre, non lo presia nada [...] En los fechos et en los dichos, en todo yerra; e lo demas, en su vista pareqe que es nesso, et muchos son nes~ios que non lo parescen, mas el que lo paresge nunca yerra de lo seer (2a. p., 19-44).87 "-En grant cuyta et periglo biue qui reqela que sus consejeros queman mas su pro que la suya" (2a. p., 69-70). "-Mas danno recibe omne del estomador que prouecho del que1 ayuda" (2a. p., 108-109). "Del fablar biene mucho bien; del fablar biene mucho mal. -Del cailar biene mucho bien; del callar biene mucho mal" (2a. p., 173-174). En la tercera parte: "Los cauderos et el auer son ligeros de nonbtar et de perder, et graues de ayuntar et mas de mantener" (3a. p., 129-130). "El cuerdo tiene los contrarios et el su poder por mas de quanto es, et los ayudadores et el su poder por menos de quanto es" (3a. p., 131-132). En la cuarta parte: "Aponen que todo omne deue alongar de si el sabio, ca los faze con el mal los malos omnesn (4a. p., 72-73). "Assi es locura si el de muy grand seso se quier mostrar por non lo secr, commo es poco seso si el cuerdo se muestra cuerdo algunas vezesn (4a. p., 98-100). Por contraste con este oscurecimiento estiüstico y con esta aceptación de lo complejo que es el trato con los hombres, el mundo 'claro' y maleable de la primera parte, marcado por los triunfos del saber ejemEsta sentencia, de la que sólo aparecen aquí el principio y el final, es una &las más largas que emite Patronio. Puesta en sexto lugar, casi a1 comienzo de la 2a. pam (después de sólo otras cinco mucho más breves),desempeña en cieno modo unpapelintroductorio con respecto ai resto de la colección.

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plar, en el que el bien suele superar al mal y en el que los poderosos siempre reciben el castigo que merecen, adquiere las proporciones de una utopía. Estos y otros muchos proverbios de los que aquí aparecen hacen pensar que, después de todo, las cosas en el mundo de los hombres no son tan simples como se presentan en los ewemplos de la primera parte. Pero tal 'revelación', precisamente porque se desprende de un lenguaje menos 'claro' y más erudito, está destinada a quedar fuera del alcance de todos esos lectores (inmorales y 'no muy letrados") que ya sea por las buenas o por las malas deben verse obligados (como se dice en el Prólogo a Elconde Lucanor) a recibir las enseñanzas morales de los exemplos y, sobre todo, a percibir únicamente el universo ordenado que a través de ellos se presenta, en el que el saber ocupa siempre un lugar privilegiado y donde los necios que abusan del poder nunca se quedan sin recibir su merecido. La "claridad" de los relatos de la la. parte resurge de pronto en la 5a. y Última parte, en el marco de un discurso teológico. Puesta después de las partes 2a., 3a. y 4a., que son los pasajes más oscuros del texto, esta claridad aparece como un intento postrero de asegurar, ya no por medio de exemplos sino de argumentos teológicos, la existencia de un orden universal que sobrepasa esa situación caótica del mundo que se ha ido dejando entrever gradualmente en el contenido de los proverbios. En este sentido, esta 5a. parte constituye una especie de remate triunfal en ese proceso de defensa del saber y de la moral que es el libro de El conde Lucanor. En términos generales su función es semejante a la del ewemplo LI; ya que ambos vienen a confirmar las ideas expuestas a lo largo de la primera parte: tanto en uno como en otra, una de las principales ideas que se manejan es la de que el orden moral tiene como autor a ese Dios cristiano que, con el apoyo de su saber infinito, se encarga de imponer sus designios y su justicia sobre todos los desórdenes de este mundo. Es quizás la necesidad de demostrar por Última vez los alcances de esa justicia y de ese saber divinos la que hace surgir aquí un Último exemplo, que viene a complementar el del senescal de Carcasona, contado en la primera parte (XL) y en el que vuelve a tratarse de manera complementaria, el tema de la intención: pues mientras que el senescal hace algo que parece bueno (al donar muchos bienes a la Iglesia) y no lo es tanto (pues ordena que la donación sólo se haga efectiva si él llega a morir), el caballero de este nuevo exemplo hace algo que parece muy maio (pues

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mata a su padre) pero que en el fondo es bneno (debido a que lo hace en defensa de su señor, a quien, por accidente, también termina matando). Lo que importa, según la lógica de estos dos exemplos, es quc Dios lo sabe todo y puede juzgar rectamente a pesar de las apariencias, para premiar y castigar a cada cual según lo merece. Por eso, aun cuando a menudo el mundo parece un lugar desordenado (como lo muestran las sentencias oscuras de las partes antecedentes), a fin de cuentas todo tiene una razón de ser y nadie se queda sin recibir su merecido. Puede decirse entonces que Don Juan Manuel, al igual que don Sancho, también concibe la Historia como producto de la voluntad divina. Pero, lejos de conformarse con una exégesis de las cosas como son y como han sido, lo que hace en su texto es demostrar que las cosas no siempre son como deberían ser. Quizás porque partía de una situación histórica adversa, el autor de El conde Lucanor necesitaba dar forma a un orden de cosas que le favoreciera. Es por eso que, valiéndose del saber ejemplar y de la teología, procura acumular una serie de argumentos para probar que los desórdenes del mundo son sólo una cara (la cara visible) de la moneda y de ninguna manera se deben a la voluntad divina. De ahí que, en el curso de sus exemplos, el bien siempre supere claramente al mal y el saber estratégicamente usado consiga contrarrestar (o por lo menos castigar y ridiculizar) los abusos del poder mal encaminado. De este modo, mientras que don Sancho logra su triunfo más importante en el terreno militar, y luego lo aprovecha para autorizar un t e n 0 ejemplar que viene a enaltecer doblemente su figura como monarca, don Juan Manuel parte en cambio de un triunfo textual (el del saber sobre el poder) que Ira de servirle de apoyo para librar sus batallas en el campo de la política.

3. 'POR MUCHOS MALES E DAÑOS?:

'COPLAS PINTADAS', SABER Y SEDUCCION EN EL LIBRO DE BUENAMOR

Que sobre cada fabla se entiende otra cosa sin la que se alega en la razón fermosa. Libro de buen amor 1631~-d fue conpuesto el romance por muchos males e danos que fazen muchos e muchas a otros con sus engaños. Libro de buen amor 1634b-cg8

A pesar de que tanto el Libro de buen amor como El conde Lucanor y los Czstigos e documentos del rey don Sancho resultan impensables sin sus altas dosis de saber ejemplar, las diferencias saltan a la vista cuando se examinan las funciones específicas que éste desempeña en cada texto. Como vimos en el Capítuio 1, la importancia que el narrador de los Czstigos da a la escritura, como fuente de autoridad incuestionable, lo lleva a subrayar el carácter letrado de sus exempla y a convertirlos en "pruebas" a favor de su propia inclusión como figura mesiánica en la Historia de la Salvación. En cambio, en El conde Lucanor (Cap. 2), los relatos ejemplares de la primera parte son re sentados como producto de un diálogo en el que la voz y la experiencia funcionan como fuentes principaies de autoridad. Estos relatos sirven para dar forma a una ética de las relaciones entre el saber y el poder que es en el fondo una estrategia textual encaminada a legitimar la lucha de su autor por el poder. En este capítulo se explicará cómo, en el Todas las citas textuales, que remiten a la numeración por estrofas, son de la edición de A. Blccua (Madrid: Cátedra, 1992). Al firialdesuInrroducción a esta edicióii,A. Blecua presenta. una tabla muy útil de correspondencias entre los manuscritos SSalamanca, G- Gayoso y T- Toledo.

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Libro de buen amor, la aparición del discurso ejemplar da lugar a un problema todavía más complejo, debido a que el carácter ejemplar de este texto le viene precisamente de su iuncionamiento como demostración multifacética y hasta cierto punto condenatoria de lo que es en sí el saber que se usa con fines ejemplares, sus condiciones de existencia y su calidad de estrategia de manipulación, de la que el receptor difícilmente puede e~capar.~' Es sólo a partir de esta "puesta en cuestión" de los mecanismos inherentes al discurso ejemplar, como puede entenderse el tipo de ejemplaridad que se maneja a lo largo del Para 1. Michael, el hecho de que los cuentos populares que aparecen en el Libro se encuentren agmpados en momentos de argumento o debate es un síntoma de que su función "to some extent resembles that of the exempla of the medievalpreachers" ("The Function of the Popular Tale", 216). Lo que aquí se propone es que estos cuentos no sjlo funcionan como exempla desde el momento en que entran a formar pane del texto del arcipreste, sino que también sirven de innnunento de crítica al uso "ejemplar* que se hacíaen generalde esos relatos. La ventaja del concepto de "ejemplaridad" que aquí se utiliza, en lugar del de "didactismo", es que mientras el primero se refiere a un principio general de organización que rige sobre ua cieno discurso que se propone como "ejemplar", el segundo alude más bien a las cualidades de orden moral que sus aukores adjudican explícitamente a un texto determinado. Entre los principales defensores del didactismo del Libm de buen amor están: Spitzer uien define la obra como una 'biografía humorístico alegórica" y ,q,. como un "tratado ascetico-moral" (Cap. üi de su Lingüírtica e historia literaria, 139 y 142),y Lidade Malkiel ("Nu~Msnotas", 28-60). Con distintos argukntos, Catalán (" 'Aunque omne' 3,Walker (" 'Con miedo' "), Guzmán (Unaconstdnte), Gybbon-Monypemy ("Autobiography"), Han (La a l e g o 4 y Phillips (7be imagev) llegan también a la conclusión de que la obra es de carácter didáctico. A pesar de que en The A n ofJuan Ruiz Zahareas enfatiza la idea de que la deformación del material didáctico en el Libro de &m amor tiene ante todo un propósito estético (20.28). en un estudio posterior, este mismo crítico hace una observación que apunta más hacia el tipo de ideas que se proponen en esta lectura: "Thc Archpriest's sinful experiences with women, and his reliance on a bawd for success, became exemplary cases of a fraudulent priesthood; what appeared inauthentic and even amusing in priestly activity was a t the sume time, authentic as exciiiplary ficiionn ("~rnicrurirnd ~dco~ogy-, 9 5 ) iiay arimirino quienrs piensan quc no es nosiblc cxrrarr de Ir ubia uii ,iruiíi~a7 Para Read, la conciencia de la imposibilidad de encontrar un significado fijo en aquello que se Ice, es la razón por la cual, en el Libro de buen amor: "A lingering nsion of the mythical nature of the word ir replaced by a playful exploration of the gap which separates the sipifier form &e signified.This exploration lea&, in turn, toa consideration of the profounder implications of man's alienntion from language" CMan agiinst Language", 260). Tal considención está, de acuerdo con Rend, anclada en las discusiones dc la época en torno al problema de la naturaleza del lenguaje. Mi lectura me lleva a creer que la exploración lúdica de orden lingüístico de la que habla este crítico podría ser producto no sólo del sentimiento de alienación del hombre con respecto al lenguaje, sino también de una actitud crítica de su parte con respecto al discurso ejemplar. De ser así, además de hablar de un "sujeto alienado por el lenguaje" que se enfrenta al problema abstracto de la brecha insalvable entre significante y significado, habría que pensar, de manera mis específica, en un 'sujeto alienado por el discurso ejemplar3, un discurso atractivo y engañoso, cuyos objetivos no siempre son fáciles de vislumbrar. En tal caso, habría que considerar además la existencia de su contraparte: un "emisor alienante" que ticnc una idea bastante clara de los mensajes que quiere transmitir, y que les da intcnuonalmentc una apariencia atractiva y asimilable. Este "riuisur alienante" se encuentra muy bien representado en el Libm de bsen amor por varios personajes emisores de discurso ejemplar como don Amor, Trotaconventos y el propio arciprcstc.

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nal 'cuento de cuentos', aunque el autor, novedosamente, haya sustituido el hilo cuentístico en que se engarzan los varios elementos, por una argamasa que traba más eficazmente las piezas disparesn (75)?* De haber sido así, cabe suponer que estas pautas e ideas básicas del texto primitivo fueron respetadas (e incluso subrayadas) en las versiones posteriores de la obra, tanto por el autor inicial (si es que fue él quien hizo algunas de las reelaboraciones e interpolauones posteriores), como por quienes más adelante intervinieron en la reescritura del texto.99 De entre tales pautas las más obvias son, sin lugar a dudas, el uso del "yo" narrador y su tono paródico,'Oopero los resultados de la lectura que aquí se presenta indican la existencia de una tercera pauta bastante generalizada a todo lo largo del texto, que es precisamente la idea de criticar y "revelar", de todas las maneras posibles, el carácter inherentemente manipulativo del discurso ejemplar. Esta idea bien pudo haber tenido sus orígenes en ciertas observaciones que, en el siglo XN, no era difícil hacer, especialmente entre quienes estaban familiarizados con las técnicas de la predi~ación.'~' 98 En esto estoy también totalmente de acuerdo con Dagemis, quien observa cómo el modo de existencia "oral" de la información se transfiere miméticamente al modo m*nuscrito de reproducción y transmisión textual: 'The handwritten text as product resembles the mecbanically reproduced book; the process of its creation mimics the un;que, ociasional nature of ora rndition uid 0-1 performmee. The rhetorical nature of orality, too, carries over into the reaimof themanuscript t e n , always conditioned by and elaborated according to its circumstanrlle* (TheEthics ofReading, 17). Sin embargo, como indica Lawruice, estas semejanzas con el proceso oral de transmisión del saber no deben hacernos perder de vista el hecho de que, por lo menos en primera instancia, el Libro de bnm amor iba dirigido a un pGblico culto, que es el que más tarde se encargaria de difundirlo oralmente, ya fuera por medio de la lectura en voz alta o de la repetición de fragmentos memorizados ("The Audience"). 99 En su Historia de H ita y su arcípreste (113-120) Criado de Val presenta una explicación sobre lo que él considera que fue el proceso de creación del Libro de buen amor. N o es por supuesto h única, aunque si una de las mis convincentes. Como señala Alan Deyermond, este tono paródico "[is] not merely a convenient device, but a way of looking at the warld" ("Some Aspects', 77). '0 ESmuy como explica Daeenais, , probable, . " .que . este texto fuera leído por lo eenerd de manera fragmentaria y que sirviera a menudo como obra de referencia para obtener material que m á s adelante podía ser aplicado in bono a otros discursos ejemplares (Ethicr, 168.169). Pero esto no excluve , la oosibilidad de aue la mente o las mentes aue concibieron y reescribieron esta colección de material que es en sí el Libro de buen amor hayan tenido una opinión bastante coherente con respecto a la naturaleza del discurso ejemplar

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Por muchos males e danos: Libro de buen amor

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La ironía del asunto es que los lectores más capacitados para captar esta crítica eran precisamente las mismas personas (clérigos, en especial), que se servían a su vez del saber tradicional (oral y escrito) con fines ejemplares (sobre todo en la construcción de sus sermones). Estos lectores eran los únicos a quienes en realidad "fablaba la escripturan y, por lo mismo, los que mejor podían captar las sutilezas de esta "ejemplaridad autocrítica" característica del Libro de buen a m o r que ~arodiabasus propios quehaceres, y reírse (o indignarse) con el elenco de personajes y situaciones en los cuales seguramente se verían retratados. Todos estos clérigos lectores habían estudiado en mayor o menor medida las técnicas de la retórica, estrechamente relacionadas con el uso & la ejemplaridad, y sabían que ésta ser empleada para apoyar todo tipo de argumentaciones, por lo que el éxito de su tarea no dependía tanto de la calidad de su saber, ni de la bondad o maldad de sus intenciones, como de su habilidad para manipular y presentar la información de que disponían, por mínima que ésta fuera. La mayoría había visto, por ejemplo, cómo un predicador bien entrenado podía convencer con más éxito a su auditorio que un sabio que hubiera pasado la mayor parte de su vida entre libros. Y por eso seguramente no les resultaría extraño que un emienplo como el de la disputa entre griegos y romanos desempeñara, precisamente en este texto anti-ejemplar, una función introductoria, como un recordatorio de que, por más sabios que sean, los oradores poco hábiles suelen fracasar (como el sabio griego) ante los más astutos (como el ribaldo Es romano), para quienes la ignorancia no constituye un impediment~.'~~ obvio que la forma en que el ribaldo romano obtiene el saber de los griegos es la garantía menos fiable que podemos tener en cuanto al buen uso que de él habrá de hacer, pero el hecho es que logra obtenerlo y que en cambio el sabio griego, a pesar de su superioridad intelectual (que de algún modo se identifica con una más alta moral), termina perdiendo y al papel que éste desempeñaba en su sociedid. Esta opinión, que parece haber sido 12 base de uno de sus criterios de selección mis importantes,es la que nos permite hablar de un tipo especial de ejemplaridad que x mancjn a lo largo del rixro. 'O' Así comoen los Caoírulos 1 v 2 utilicéir. ~aiabra exemvlo. aue es cl término usado por los narradores de las obras que enellosse an&an,utilizarC aquíla palabra enxienplo, tal y como aparece en el manuscrito S-Salamanca (aunque también se usa insienpío en el manuscrito G-Gayoso). Para una discusión de las distintas opiniones de la crítica en torno al episodio de los griegos y romanos puede verse la nota 92.

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la batalla. Irónicamente, su sabiduría y su calidad moral parecen ser las que lo incapacitan para interpretar los mensajes del romano, producto de unas intenciones que le son ajenas. Estos serán dos de los grandes problemas que se recrearán de distintos modos a lo largo del texto: la dificultad para captar las intenciones que vienen envueltas en lo que se presenta como un discurso "ejemplar", y el hecho de que ni éste ni sus usuarios se apegan necesariamente a las reglas de la más alta moral. Lo interesante es que estos problemas; inherentes a todo proceso de recepción de este tipo de discurso, no sólo se les presentan aquí a los personajes, sino también, y de primera mano, al lector mismo, desde el momento en que tiene que enfrentarse a un relato emitido por un narrador de cuya moral nunca puede estar cien por ciento seguro, a pesar de que una y otra vez él mismo insiste en la bondad de sus intenciones (como hacen también, engañosamente, el resto de los transmisores de discursos ejemplares que aparecen en el texto). Esta acti~ u hipócrita d es justamente la que lo lleva a idcntificarse con el "doctor de Grecia" de su primer enxienplo y a poner a los lectores en el lugar del "ribaldo romano": "Entiende bien mis dichos e piensa la sentencia;/ non me contesca contigo como al doctor de Grecia/ con el ribal romano e su poca sabien~ia"(46a-c). Tanto en este enxienplo de la disputa entre griegos y romanos, como en muchas otras ocasiones, el arci~restenarrador descarga sobre el lector todo el peso de la responsabilidad por las malas interpretaciones que su obra pueda suscitar. Y es claro que, idealmente, este enfrentamiento directo con la naturaleza peligrosa, proteica, imprevisible e indescifrable del discurso ejemplar (de que está hecho gran parte del Libro) debería servir de lección al lector, llevándolo a sospechar de todos los discursos que se le presentan con propósitos ejemplares y en particular del texto que tiene ante sí. Pero esta insistencia del arcipreste @rincipal sospechoso él mismo en tanto que emisor de un discurso ejemplar) en descargar en el lector toda la responsablilidad por el resultado de la recepción, no es sino una estrategia para obliterar el problema de las intenciones: porque el hecho es que todos los mensajes llevan impresa la huella de una intención, especialmente aquellos con los que se trata de transmitir una enseñanza. Tal intención es responsabilidad total del emisor y está destinada a influir, en beneficio de este emisor, sobre el comportamiento del receptor. Y, si de algo está lleno el relato del arcipreste y, por añadidu-

Por muchos males e daños: Libro de buen

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ra, las palabras del resto de los emisores de discurso ejemplar que él mismo hace aparecer en su relato, es de tntenczones: siempre ocultas bajo las apariencias de ese "fablar fermoso" que es el discurso ejemplar. Este problema de la intención, que se ccrea de distintos modos en el Lzbro de buen amor, está por lo mismo íntimamente ligado al problema de la comprensión. Lo paradójico es que, como sucede en el enxienplo inaugural de la disputa entre griegos y romanos, el éxito del emisor (en ese caso el ribaldo romano) depende justamente de que el receptor no comprenda cuáles son sus verdaderas intenciones. Mientras que los narradores de los Castigos y de El conde Lucanor pueden servirse de sus fuentes textuales y de su posición social (don Sancho) o del carácter tradicional y del éxito probado de lo que predican (Patronio y los sabios que aparecen en sus historias) para autorizar sus respectivos discursos, el narrador del Libro de buen amor no hace sino despertar, con su dudosa posición social y con la inmoralidad (e incluso el fracaso) de sus propios actos, las niás !grandes sospechas en cuanto a su "credibilidad" como transmisor fiable de consejos ejemplares. Lo importante de estas sospechas es que, además de modificar la manera como el lector recibe sus consejos, suscitan una reflexión de carácter general en torno al hecho de que los emisores de un determinado discurso ejemplar, no sólo pueden predicar lo que no practican, sino que no siempre se proponen los objetivos que dicen que se proponen. Este efecto "desautorizador" del discurso ejemplar manejado por el arcipreste se logra a partir de dos estrategias distintas: poniendo, en primer lugar, un énfasis especial en sus peripecias biográficas y convirtiéndolas en una fuente de desconfianza y, mostrando, en segundo lugar, el papel que el discurso ejemplar desempeña en la vida de ese narrador, como medio para tratar de conseguir solapadamente a las dueñas con las que intenta satisfacer sus deseos carnales. Como la transmisión del discurso ejemplar se llevaba a cabo por lo general en el marco de una presentación oral (ya fuera una lectura en voz alta o un sermón), el hahlante poda ayudarse con la voz, e incluso con el resto del cuerpo, para dar a sus palabras un determinado sentido en el momento en que las transmitía a su auditorio. Esto le permitía conducir muy de cerca a sus oyentes hacia el fin deseado, y disminuía las posibilidades de que éstos esbozaran su propia interpretación en torno a la información recibida. De ahí el que la voz, y las imágenes relaciona-

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das con ella, ocupen un lugar primordial en la construcción de este texto que gira en torno al problema mismo de la ejemplaridad (a partir de la cual se construye y, paradójicamente, también se "deconstruye"). Debido a los poderes de convencimiento que posee el discurso ejemplar, especialmente cuando es transmitido oralmente, la libertad de elección de los receptores no es tan grande como a primera vista podría parecer.lO' Esto explica el elevado número de personajes persuadidos por el discurso ejemplar que aparecen en el relato del arcipreste, y que contrasta en cambio con un número extremadamente reducido de per'ol Gerli encuentra en De magistro de San Agustin h teoría retórico-pedagógica que estáen elorigen del Libro de buen amor: Comoexplica Gerli, uno de los rasgosprincipales de esta teoría es su escepticismo en cuanto a la posibilidad de transmitir conocimiento, pues de acuerdo con San Agustín no se puede enseñar al alumno, sólo guiarlo, y es él, merced a su rectitud moral, el que debe entender y elegii el bien (' 'Recta volunras' "). Brownlee y u e comparte con Gerli esta idea del agustinianismo del Libro de br: la ambivdencia de un Arcipreste concubinarioplanteada por la autobiografíaparódiu es, históricamente,dara y no vaga y misteriosa; las controversias religiosas sobre el amor de Dios y del mundo se proyecnron adaicamenre, por medio de la parodi, a través de conflictosirónicos y soluciones ambiguas" (TheArt o f k n Ruiz, 497).

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conventos y luego el arcipreste (y en esto se asemeja al cuervo y al ladrón de sus enxienplos, quienes perdieron, respectivamente, el sustento y la vida). No importa si esta "caídan fue más psicológica que física o más física que psicológica: el hecho es que la monja no huyó como la zorra de su fábula que cazaba gallinas en la aldea sino que se quedó a entregar el corazón y terminó dedicándose, por lo menos en parte, al amor mundano, por lo que su "buen amor" a Dios se confundió de alguna forma con el "buen amorn que le profesó al arcipreste. Éste fue su error y su "pecado", independientemente del carácter más o menos físico de la relación que ambos hayan podido tener. El punto más importante sobre el que puede apoyarse esta interpretación del episodio es la inesperada muerte de la monja, tan sólo dos meses después de haber aceptado las "fablas" amorosas del arcipreste: pues si todo de verdad era tan "limpio" y "buemuere tan repentinamente la piadosa dueña, haciendo no", (por realidad con su muerte todos los temores que de distintos modos ella misma había ido expresando en sus fábulas? Esta idea de que la muerte de la monja no es un suceso fortuito viene a ser subrayada en el manuscrito de Salamanca con la introducción de dos nuevos episodios, que se sitúan antes del episodio de Garoca: el de la monja (166-180) y el de la "niña de pocos días" (910-944).'24El arcipreste describe a la primera de ellas como una: Dueña de buen linaje e de mucha nobleza, todo saber de dueña sabe con sotileza, cuerda e de buen seso, non sabe de vil.leza, muchas dueñas e otras, de buen saber las veza. (168)

A diferencia de Garosa, esta "dueña encerrada" sí rechaza sus regalos y sus cantigas y, para explicar su negativa, cuenta Ia historia del mastín que se niega a escuchar los halagos y a aceptar el pan que le ofrece el '24 El manuscrito de Salamanca, como ya la crítica ha observado, contiene ciertos pasajes (ausentes en los ovos muiu~~~itor) que le danun tono moralizante. El más conocido de estospasajeses elPrálogo en prosa. Las presencia de los dos episodios aquí discutidos lleva también a la confumación de esta misma idea, ya que, coloc~dos como "antecedentes" textuales, ambos parecen apuntar hacia la posibilidad de ver una relación fatal entre la muerte de Garop y su entrega amorosa al arcipreste.

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ladrón que quiere robar la casa de su amo: "Por poca vyanda que esta noche cenaría,/ non perderé los manjares nin el pan de cada día;/ si yo tu mal pan comiese, con ello me afogaría" (176aectivism in the Libro de buen amor, Berkeley: University of California Press, 1981 (University of California Publications in Modern Philology, 112). , "On 'Dios y el mundo': Author and Reader Response in Juan Ruiz and Juan Manuel", Romance Philology, 42, 1988-1989,251-266. -, "Readers, Response, andRepertoires: Reuptimstbmne and the Archpriest's Textn, La Corónica, 19, 1990-91,96-111. SERRANO Y SANZ,MANUEL, "Fragmentos de un códice de los G t i g o s e documenEspaMla, 17, 1930, 688-95. tos del rey Sancho IV,Boletín de [aReal A&# SPITZER, LEO,#Entorno d ane del Arcipreste de Hita-, en Lingüística e historia literaria, Madrid: Gredos, 1955, 103-60. STEEANO, LUCIANA DE, "Don Juan Manuel y el pensamiento medieval", en Don Juan Mdnuel: VII Centetidrio, Murcia: Universida¿ de Murcia y Academia Alfonso X el Sabio, 1982,337-351. STURCKEN, H. TRACY, Don Juan Manuel, New York: Twayne, 1974 (Twayne's World Authors Series, 303). STURM, HARLAN, =The Conde Lucanor the Fim Ejemplo", M& Language Notes, 84,1969,286292. STURM, SARA,=TheGreeks and the Romans: The Archpriesr's Warning LO His Reader", Romance Notes, 10, 1969, 404-412. SULEIMAN, SUSAN, "Le récit exemplaire. Parabole, fable, roman A these", Poérique, 32,1977,468-489. TATE,R. B., u D ~Juan n Manuel and his sources: Ejemplos 48,28, l", en Studia Hispanica i n Honorem R. Lapesa, t. 1, Madrid: Seminario Menéndez PidalGredos, 1972, 549-561.

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Lar éticas del exemplum, editado por el Instituto de Investigaciones Filológicas, siendo jefe del depanamento de publicaciones Sergio Reyes Caria, se terminó de imprimir en agosto de 1998, en los talleres de Impresos ENACH. La composición tipográfica estuvo a cargo de Dalia Fabiola Hernández Reyes y se realizó en tipos Garamond de 12:14.4, 11:13.4, 10:12 y 9:10.8 La edición, al cuidado de la autora, consta de 500 ejemplares.

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