Las Españas del siglo XX: en torno a la dispersión de una noción de nación

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Descripción

Universitat Rovira i Virgili Master en Sociedades Históricas y Formas Políticas Los nacionalismos contemporáneos Prof. Xavier Casals Lic. Ysrrael Camero

17 de diciembre de 2011

Las Españas del siglo XX: en torno a la dispersión de una noción de nación La construcción de cualquier Estado Nacional es un proceso histórico pleno de conflictos de poder, tensiones identitarias, discursos en competencia y sentidos de pertenencia no del todo coherentes, uniformes y acompasados. La noción de las naciones como entidades sociopolíticas identitariamente homogéneas, uniformes, con un sentido de pertenencia colectivo armónico y unánime es una construcción artificiosa. En este sentido España no es diferente a otros Estados nacionales construidos en el mundo contemporáneo. ¿Cuál es la dinámica que forma la especificidad de España en su construcción “nacional”? ¿De qué manera los procesos de transformación autoritaria del siglo XX transformaron la imagen que se tiene de una “nación española”? ¿Es posible la existencia de una “identidad española” separada de la cultura autoritaria del siglo XX? Varias son las ideas fundamentales que recorren éste ensayo. Primero, que la imposición autoritaria y dogmática del nacional–catolicismo como único discurso identitario desde los regímenes de Miguel Primo de Rivera (1923– 1930) y de Francisco Franco (1939–1975), contribuyó a la desnacionalización de la sociedad española. La hegemonía ideológica del nacional–catolicismo tradicionalista y conservador bajo la dictadura franquista arrinconó, prácticamente hasta hacer desaparecer, nociones alternativas de la “nación española”, vulnerando especialmente la idea liberal 1. Segundo, la identificación del discurso de la “identidad española”, del “nacionalismo español” y de la misma idea de “nación española” con el régimen franquista, con las prácticas dictatoriales, dificultó la construcción y aceptación de un “nacionalismo constitucional” que se articulara legítimamente con el nuevo estado democrático luego de 1978, y que se construyera como una continuidad con el discurso liberal decimonónico, intentando reivindicar un nuevo vínculo entre la construcción de la ciudadanía y la democracia con una idea democrática de España. Como señala Sebastián Balfour: “Las dos dictaduras de España en el siglo XX serían (entre otras cosas) intentos de imponer un único discurso nacionalista autoritario nacionalcatólico por medio de lo que se ha denominado la “integración negativa” de los enemigos internos y externos a la España tradicional, un discurso que va a desafiar abiertamente el paradigma liberal de los doceañistas, de Cánovas y de la Segunda República”, Sebastián Balfour, “Nació i identitat e Espanya. Algunes reflexions”, p. 16 [traducción propia]. 1

Y tercero, que, en el marco del proceso de transición a la democracia, y extendiéndose hasta principios del siglo XXI, el discurso de los nacionalismos periféricos, especialmente de los nacionalismos vasco, catalán y gallego, se articuló y se potenció con una construcción institucional, vinculada con la España de las Autonomías, y con una política cultural, diseñada desde los sectores nacionalistas y desde los nuevos poderes autonómicos, fortaleciendo la idea de España como un Estado plurinacional, donde conviven distintas nacionalidades, la menos identificable de las cuales es justamente la “española”. Para empezar, a lo largo del siglo XIX se fueron configurando fundamentalmente dos grandes discursos que definían a la nación española. Por un lado el nacionalismo liberal, emergente con fuerza luego de los eventos de 1808, articulados alrededor de la constitución gaditana de 1812, y reivindicador de una tradición de resistencia local contra el autoritarismo y de unas instituciones de participación comunitaria, que concibe a España como “una gran comunidad de ciudadanos, aglutinada en la defensa de un orden de derechos y libertades”2. Por otro lado se configuró una noción conservadora y tradicionalista de España, que vincula la identidad española con la institución monárquica, como elemento unitario, con las Cortes que “representan la libertad”3 y con la religión católica. A fines del siglo XIX emerge un conjunto de nacionalismos periféricos que compite como discurso identitario con el de la “identidad” española. El discurso del nacionalismo catalán, del nacionalismo vasco y del nacionalismo gallego se desarrollan vinculados a las burguesías de dichas regiones, a una recuperación cultural de antiguas tradiciones, a la recuperación de una memoria histórica confrontada con Castilla y a la reivindicación de antiguos fueros y libertades locales, convirtiéndose en un programa de reivindicaciones políticas de autonomía frente a España. La crisis de 1898, la desaparición final de los últimos restos del Imperio con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, será un catalizador político de una evolución ideológica, contribuyendo no sólo a debilitar el régimen de la Restauración sino también a replantear desde las bases la idea misma de España. El Regenaracionismo, que es una respuesta cultural y política a la crisis del 98, intenta definir la denominada “Crisis de España”, pretendiendo enfrentar, entre otras cosas a los nacionalismos periféricos, vistos como síntomas de una disolución de la nación. De esta manera, el Regeneracionismo, especialmente identificado en la obra de Joaquín Costa, “dio pie a una refundación del

Andrés de Blas Guerrero y Pedro Carlos González Cuevas, “Nación” en en Diccionario político y social del siglo XX español, p. 838. 3 Andrés de Blas Guerrero y Pedro Carlos González Cuevas, p. 839. 2

nacionalismo español”4, haciendo una crítica particularmente implacable tanto al liberalismo como a los nacionalismos periféricos. La búsqueda de una esencia del carácter nacional español desembocó en la construcción de un discurso que concebía a la nación como una entidad orgánica viva, que necesitaba, siguiendo el discurso de Costa, poner fin al sistema oligárquico, a los cacicazgos, a las viejas estructuras del Estado liberal de la Restauración, incluso a través de la acción contundente de un cirujano de hierro. En la búsqueda de la esencia nacional el discurso regeneracionista resaltará el carácter central de Castilla. La debilidad en el proceso de nacionalización de los españoles, que parece haber caracterizado el siglo XIX, tuvo un marcado contraste en las dos décadas posteriores al desastre del 98, siguiendo lo señalado por Quiroga Fernández de Soto, “la profundización de las transformaciones socioeconómicas y la politización de amplios sectores de la sociedad (…) aceleraron el proceso nacionalizador (…) lo que hizo que muchas personas de clase media y baja comenzaran a ser más receptivas a los mensajes nacionalistas”5

El discurso regeneracionista es uno de los tres elementos de cambio en el discurso nacionalista español que Quiroga Fernández identifica durante las primeras décadas del siglo XX. El segundo es el nacionalismo militar, que reivindica la necesidad de un gobierno fuerte e identifica al Ejército como intérprete de una forma abstracta de la voluntad popular. El fortalecimiento de éste nacionalismo militar es una respuesta conservadora tanto frente al crecimiento de los nacionalismos periféricos como contra la aparición de nuevos movimientos sociales, como es el caso del movimiento obrero. La aparición de una nueva derecha radical es el tercer elemento, que se articula con los otros dos, pretendiendo “‘regenerar’ a la nación desde una perspectiva autoritaria”6. La confluencia de estos tres elementos haría emerger una novedosa formulación del nacionalismo tradicionalista español, el nacionalcatolicismo, que se convertiría en la doctrina oficial del régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera entre 1923 y 1930 y, con mucha más fuerza y hegemonía total, durante el franquismo desde 1939. Para Blas Guerrero y González Cuevas la ideología de la Dictadura primoriverista integraría la antigua tradición menendezpelayista, católica y maurista, que se proyectaría con el franquismo hasta 1975. En resumen, y enlazando ideológicamente a ambos regímenes autoritarios Quiroga sintetiza de la siguiente manera:

Andrés de Blas Guerrero y Pedro Carlos González Cuevas, p. 839. Alejandro Quiroga Fernández de Soto, Haciendo españoles. La nacionalización de las masas en la Dictadura de Primo de Rivera (1923 – 1930), p. 45. 6 Alejandro Quiroga Fernández de Soto, p. 52. 4 5

“El concepto orgánico de nación como valor político supremo y sagrado, la idea de España como consustancial al catolicismo, el hispanismo conservador, el Estado corporativo, la idealización del líder militar como salvador de la patria y el mito de Antiespaña fueron todos elementos esenciales de un discurso franquista empapado de términos religiosos y seudocientíficos, cuyo objetivo final era la nacionalización de las masas en valores autoritarios y militaristas. (…) el Nacionalcatolicismo franquista nació durante la Dictadura de Primo de Rivera”7

La caída de Primo trajo consigo el derrumbe de todo lo que quedaba del andamiaje de la Restauración, incluyendo a la misma Monarquía. La proclamación de la Segunda República en 1931 contribuiría a crear un nuevo escenario político para poner en juego la idea de la nación española, problematizada, en tenso diálogo con los nacionalismos gallego, vasco y catalán. En los años que median entre la proclamación de la República y el estallido de la Guerra Civil en 1936 tanto izquierdas como derechas madurarían en el debate distintas visiones de la nación española. En la Constitución de 1931 los constituyentes emplearon en su artículo 1º el término del “Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones”; como organización propugnaba, en su artículo 8º que estaría integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía”. Las derechas españolas conservadoras, ya organizadas en partidos de masas, como la CEDA, le darán forma política a la idea de nación vinculada con la influencia católica. Distinto caso será la concepción nacional duramente crítica contra el tradicionalismo católico, empleada por el fascismo español, representada por la JONS y la Falange Española, sin tener una idea homogénea de nación, recorrerían conceptos que los llevarían desde la noción de nación como empresa hasta la reivindicación de la voluntad de ser nación8. Durante la Guerra Civil el discurso nacionalista fue empleado tanto por los republicanos como por los sublevados. Pero tenía un peso distinto en cada bando. Entre los Republicanos la apelación a la nación era un discurso entre los muchos empleados, teniendo que convivir también conflictivamente con los otros discursos nacionalistas periféricos de vascos, catalanes y gallegos, con discursos clasistas e internacionalistas. Mientras entre los rebeldes el discurso del nacionalismo español se hizo hegemónico hasta adueñarse finalmente de toda su identidad política, único capaz de unificar toda su amalgama de apoyos alrededor de un discurso radicalmente conservador. La reivindicación y la defensa de la nación agredida por el otro, por el extranjero, será un discurso empleado asimismo por ambos lados de la contienda, para los republicanos la otredad eran los alemanes y los italianos, así 7 8

Alejandro Quiroga Fernández de Soto, p. 329. Ver Andrés de Blas Guerrero y Pedro Carlos González Cuevas, p. 839.

como los moros que invadieron la República desde África; en el caso de los rebeldes los otros eran justamente “los rojos”, “los comunistas”, los “rusos”, del discurso de la otredad empleado por los sublevados se construirá la lucha contra la Anti España, reminiscencia del tradicionalismo de Menéndez Pelayo, metiendo en un mismo concepto a comunistas, socialistas, republicanos, liberales, demócratas, etc.9. Para Ismael Saz, “la Guerra Civil vino a suponer en uno de sus aspectos la culminación de un largo proceso de nacionalización que se había caracterizado precisamente por el enfrentamiento entre dos dinámicas nacionalizadores antagónicas: la de la tradición liberal y republicana y la antiliberal”10

El triunfo de los rebeldes, ya convertidos discursivamente en “los nacionales” contra los denominados “rojos” en 1939 planteó la más importantes ruptura del siglo XX español. Siguiendo el artículo de Ismael Saz “Las Españas del Franquismo: ascenso y declive del discurso de nación” el concepto de nación de los vencedores estaba lejos de ser resuelto. La derrota de los republicanos expulsó la ideal liberal de nación del debate político público11, el conflicto se generará entre la concepción tradicionalista nacionalcatólica y las concepciones fascistas del falangismo. El debate entre ambas visiones, en el seno del “régimen” débilmente institucionalizado daría pie a un discurso rápidamente esclerotizado y dogmático, que sentenciaría la vinculación de la idea nacional española con el autoritarismo. En los primeros años del franquismo se enfrentarán entonces dos proyectos ideológicos, que tendrán su correspondiente visión de la nación española. Para la Falange España era una realidad eterna, un absoluto, cuyas esencias había que buscar en Castilla pero cuya proyección, dentro de la noción orteguiana de empresa, se enlaza con la idea de una “unidad de destino universal”. El proyecto político falangista fundía las nociones de Imperio, como oferta de un proyecto común para la España plural, y la noción de revolución nacionalsindicalista, como oferta de integración para la España “roja y democrática” por su contenido social. La promesa política del falangismo buscaba finalmente construir una síntesis de la sociedad española, superando la fractura de la guerra.

Ver Xóse Manoel Núñez Seixas, “Naciones en armas contra el invasor: acerca de los discursos nacionalistas durante la Guerra Civil española”, en Chris Ealham y Michael Richards (eds.), España fragmentada. Historia cultural y Guerra Civil española (Comares, Granada, 2010), pp. 55-89. 10 Ismael Saz, “Las Españas del franquismo: ascenso y declive del discurso de nación”, p. 150. 11 Todas las referencias del discurso del nacionalismo liberal pasaron a ser parte de la demonizada “Anti-España”, como bien lo señala Ismael Saz: “los valores de la Ilustración y de la revolución liberal, la masonería, la Institución Libre de Enseñanza, además de, por supuesto, los frutos inevitables de todos ellos, la revolución, el socialismo, el comunismo, el anarquismo, el separatismo”, p 151. 9

El discurso nacional-católico era igualmente antiliberal, pero centraba su ideal tradicionalista en el carácter católico de la nación española, no tenía un proyecto para superar la fractura española dejada por la guerra, ya que la derrota de la Anti-España era consustancial con su proyecto, que fundía la Monarquía como horizonte con el dominio autoritario de la Iglesia sobre la sociedad. El conflicto pasó a definirse en términos bastante nítidos: “la España centralista, castellanista y universal de los falangistas, frente a la España descentralizada de sus oponentes; la España católica a machamartillo de los nacionalcatólicos frente al intento de recuperación-apropiación de la cultura secular española de sus rivales. La idea de revolución de los segundos frente a la de región de los primeros.”12

Luego de varias escaramuzas ideológicas la Falange pierde la batalla y el nacionalcatolicismo se afianza como la ideología central del régimen franquista. Pero su victoria tuvo un alto costo, se impuso una noción dogmatizada, autoritaria, rápidamente esclerotizada al ser convertida en una idea canónica rígida e inconmovible. Ismael Saz saca una conclusión drástica de la manera en que el franquismo quebró los extremos del discurso de la nación española: “Por un lado, a través de su apropiación de España y de la patria, había terminado por convencer a sus enemigos que ése era definitivamente el discurso de la derecha; (…) además franquista (…) Había destruido a sangre y fuego el discurso patriótico liberal y sus sucesivos desarrollos en la izquierda democrática y obrera. Finalmente, aburrido y a la vez temeroso de las posibles implicaciones de sus propios discursos nacionalistas, había terminado, además, por reducirlos a su dimensión más banal y roma.”13

Al momento de morir Franco el vínculo entre el discurso del nacionalismo español y el autoritarismo franquista se había convertido en una seña de identidad. Las fuerzas que desarrollaron el proceso de transformación institucional que abrió paso a la democracia tuvieron dificultades para apelar a una idea nacional vinculada al nuevo ideal democrático. En la Constitución de 1978 se intentó dar una nueva resolución al problema de los nacionalismos periféricos, el “Estado de las Autonomías” se convirtió en el nuevo artefacto político. Sobre éste diseño institucional Sebastián Balfour señala que “La Constitución de 1978, obra maestra del consenso racional y pragmático, acordada fundamentalmente entre UCD y el PSOE, reconoció formalmente las diferencias existentes entre comunidades con “derechos históricos” y las otras comunidades”14

El problema no es tanto que la arquitectura institucional de la España de las Autonomías genere una dinámica de comunidades en competencia por los Ismael Saz, p. 155. Ismael Saz, p. 163. 14Sebastián Balfour, p. 17 [traducción propia] 12 13

recursos que puede hacerse insostenible en escenarios de escasez, sino que la competencia por recursos se articula con un discurso de nacionalismos esencialistas étnicos en pugna. El concepto de “nación española” no ha logrado articularse, con legitimidad social, alrededor de los derechos y garantías ciudadanas y sobre el régimen de libertades públicas presentes en la Constitución. La construcción de un sentido de pertenencia común en torno a un proyecto constitucional democrático que acepte la diversidad cultural de la sociedad se tropieza aún hoy con el legado histórico del autoritarismo. Este “sentido de pertenencia” se enfrenta internamente a una historia autoritaria que divide el terreno identitario en un juego de víctimas y victimarios, del cual difícilmente puede escapar. La crisis puede terminar agudizando éstos procesos. Bibliografía Balfour, Sebastian. “Nació i identitat a Espanya. Algunes reflexions”, Segle XX. Revista catalana d'història, 2 (2009), 13-23. De Blas Guerrero, Andrés y Pedro Carlos González Cuevas, “Nación” en Diccionario político y social del siglo XX español, Madrid, Alianza Editorial, 2008, 838–853. Núñez Seixas, Xosé Manoel. “Naciones en armas contra el invasor: acerca de los discursos nacionalistas durante la Guerra Civil española”, en Chris Ealham y Michael Richards (eds.), España fragmentada. Historia cultural y Guerra Civil española (Comares, Granada, 2010), pp. 55-89. Quiroga Fernández de Soto, Alejandro, Haciendo españoles. La nacionalización de las masas en la Dictadura de Primo de Rivera (1923–1930), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008. Saz, Ismael. “Las Españas del franquismo: ascenso y declive del discurso de nación”, en Carlos Forcadell, Ismael Saz y Pilar Salomón (eds.), Discursos de España en el siglo XX (Valencia, Universitat de València, 2009), pp. 147-164.

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