Lamar 557 de Andrés Mignucci por Silvia Arango

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Descripción

LAMAR 557 DE ANDRÉS MIGNUCCI Silvia Arango

1997

LAMAR 557 DE ANDRÉS MIGNUCCI Silvia Arango

Todo proyecto construido es la punta de un iceberg. Es la parte tangible de una gran cantidad de procesos que permanecen ocultos, invisibles, pero que subyacen y dan sentido a lo que llamamos el edificio ‘real’. Obviamente, esa construcción que vemos y tocamos no es la única ni la total ‘realidad’ de un proyecto de arquitectura. Desentrañar lo oculto, sacar a la luz lo implícito, es sumergirnos en la maravillosa aventura de comprender. El edificio de la calle Lamar 557 en Hato Rey, San Juan de Puerto Rico, es un resultado parcial de procesos de reflexión acerca de la arquitectura - y de la arquitectura latinoamericana hoy - en los cuales vale la pena sumergirse para tratar de comprender. Un primer embate hacia la masa exterior - fotografiable - nos muestra un sobrio cubo verde del cual se ha extraído una esquina; dentro de este vacío retroceden (y se extienden), en voladizo, otros volúmenes ortogonales que sugieren cubos metidos dentro de cubos. No se puede evitar la asociación con los juegos de nueve cubos con que no hace muchos años se jugaba en el Cooper Unión de Hejduk. Pero, ¿se trata aquí de los mismo? ¿Esta masa ha sido verdaderamente tratada como un juego geométrico, abstracto, de cubos? Para contestar la pregunta, la mirada se dirige entonces a los alrededores y emergen, como en su marco natural, las construcciones vecinas, esas casas - años 50’s, años 60’s - del barrio de clase media de un San Juan caribeño. San Juan, el San Juan no de los turistas sino el de sus habitantes, se compone en una alta medida de un contexto moderno y discreto que con-forma algo así como una tradición natural arquitectónica. Este edificio, con su sobriedad decorativa, las ventanas a ras y los aleros horizontales en su remate, podría leerse como la recuperación del lenguaje de esa modernidad racionalista. Sin embargo, dejémoslo a un lado, intocado, porque este edificio, en honor a la verdad, no parece dejarse atrapar tan fácilmente en esta etiqueta.

Iniciemos entonces un segundo embate, un recorrido por su interior, para penetrar en una experiencia arquitectónica, más elusiva y menos fotografiable. Lo primero que llama la atención es la ambigüedad de su destinación, o de su uso. Por el momento, el edificio sirve como bodega y áreas de exhibición de una tienda de muebles anexa (por el que efectivamente se entra) pero en el futuro podría convertirse en un edificio más convencional de apartamentos. En su estado actual es, pues, un mutante, Asistimos a uno de los estadios, edades o situaciones de un edificio. En el diseño se ha hecho consiente este constitutivo estado de transformación que, en últimas, es la condición de todo hecho arquitectónico vivo puesto en el tiempo. Se entra por un gran espacio, cortado en dos por una rajadura central iluminada cenitalmente; a el asoman otros espacios, a distintos niveles, que insinúan prolongaciones hacia arriba. El gran gesto de la escisión, dominante en el esquema, tiene una doble lectura. Como está totalmente abierto en un costado, no se ‘lee’ internamente como una escisión de un espacio único, sino más bien como el lugar que separa dos lógicas espaciales, de distinta escala y de distinto tratamiento. Es como asistir a un corte transversal del edificio donde el muro sustentante se convierte en la viga que une los planos de los pisos, convirtiéndolos en muros. En otras palabras, la lógica constructiva vira 90 grados, haciendo que los elementos verticales -los muros- se comporten como horizontales (pisos) y los horizontales - las placas de los entre-pisos - se comporten como si fueran verticales. El mismo propósito general se revela en otros aspectos. El pesado muro que conforma un costado de la caja básica no llega cómodamente al suelo, porque una larga ventana a ras de tierra se lo impide; el muro, en voladizo, está sostenido desde un costado, repitiendo así en el plano lo que la gran masa cúbica hace en el cuerpo general del edificio. Los aleros del techo están separados de su soporte natural y

flotan como un plano independiente. También los escalones de la escalera se separan de la pared, que serían su soporte ‘natural’. Por todas partes, ranuras, intersticios. Esta manera de trastocar la lógica tectónica convencional, solo puede hacerse en hormigón. Una multisecular tradición que deriva de la construcción en piedra o en mampostería, nos ha llevado a leer la arquitectura a partir de paredes verticales sobre las que se apoyan vigas y planos horizontales. Pero el concreto armado abre alternativas diferentes. Desde los años 50 se exploraron cascaras curvas o plegadas que posibilitan efectos especiales novedosos. Basta citar a Félix Candela, por ejemplo, para ilustrar este recorrido. Pero, ya pasadas varias décadas desde estos experimentos, se han hecho evidentes no sólo las posibilidades, sino también las limitaciones de esta vertiente. Entre las limitaciones, no es la menor la dificultad para insertarse en contextos pre-existentes por su vocación de aislarse en escultórica soledad. Nos parece vislumbrar en este edificio, una interesante búsqueda en una nueva dirección tectónica. No es una exploración solitaria. En un sentido similar se enrumban las intenciones de otros arquitectos jóvenes latinoamericanos, como Pablo Tomás Beitía de Argentina en su ‘Museo Xul Solar’ de Buenos Aires. Del discreto edificio de la calle Lamar se expiden señales de un proceso de exploración que espero continúe evolucionado y aclarándose. No es un retorno nostálgico ni un historicismo neo-moderno. Se trata de una exploración que carga sobre su espalda las experiencias colectivas del movimiento moderno en el siglo XX y a la vez, el sentido común de saber que es con las raíces bien ancladas en una calle de un barrio de San Juan como la arquitectura adquiere sentido. Silvia Arango Bogotá Febrero de 1997

Originalmente publicado en Archivos de Arquitectura Antillana Año 2, Nº 5, septiembre 1997, págs. 70-75. CREDITOS Proyecto : LAMAR 557 Calle Lamar #557, Hato Rey, Puerto Rico Arquitectos: Andrés Mignucci Arquitectos Andrés Mignucci con Maribel Ortíz Romero y Enrique García Torres Consultores: Ing. Miguel Zapata (Estructuras) / Ing. Andrés Sánchez (Electricidad) Cliente: Zenobia Medina Contratista: Ing. Luis A. Márquez Fecha: 1995 Texto: Silvia Arango Fotografía: Andrés Mignucci

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