La «vida moderna» en la literatura sefardí en judeoespañol (siglos XIX-XX)

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Descripción

Copyright bueno

17/6/10

09:05

Página 5

ÁLVARO BARAIBAR, TAPSIR BA, RUTH FINE Y CARLOS MATA (Editores)

MARTÍN MARTÍNEZ DE AMPIÉS

TEXTOS SIN FRONTERAS LITERATURA Y SOCIEDAD Edición e introducción de

Juan Cruz Cruz

Anejos de RILCE, N.º 31

EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA

Copyright bueno

23/6/10

Comité Editorial:

11:57

Página 6

Director: Dr. Ignacio Arellano Ayuso Vocal:

Dr. Kurt Spang

Secretario: Dr. Miguel Zugasti Zugasti

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con autorización escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).

Primera edición: Julio 2010 © 2010. Álvaro Baraibar, Tapsir Ba, Ruth Fine y Carlos Mata (Eds.) © Ediciones Universidad de Navarra, S. A. (EUNSA) ISBN: 978-84-313-2715-6 Depósito legal: NA 1.951-2010 Ilustración cubierta: Queralt Blanch Imprime: ULZAMA DIGITAL, S.L. Arre (Navarra) Printed in Spain - Impreso en España

Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) Plaza de los Sauces, 1 y 2. 31010 Barañáin (Navarra) - España Teléfono: +34 948 25 68 50 - Fax: +34 948 25 68 54 e-mail: [email protected]

LA «VIDA MODERNA» EN LA LITERATURA SEFARDÍ EN JUDEOESPAÑOL (SIGLOS XIX-XX)1

Aldina Quintana CSIC, Madrid 1. INTRODUCCIÓN Lo español y lo judío estaba siempre presente en la lengua y la cultura de los sefardíes, por lo que estas dos constantes tampoco podían faltar en su literatura en judeoespañol, en la que se cultivaron géneros netamente judíos, como toda la literatura rabínica, junto a otros de origen hispano, tales como los tradicionales de transmisión oral y, por último, las coplas, un género de gran personalidad entre los sefardíes, en el que se conjugan ambas herencias 2. A mediados del siglo XIX se introdujeron otros, a los que se ha denominado «adoptados»3 por tratarse de géneros importados que entonces estaban de moda en la sociedad europea occidental. Los géneros adoptados comenzaron a cultivarse con un claro afán de imitar a las literaturas occidentales: se escribieron novelas y poesía de autor, y en todas las comunidades surgieron grupos de teatro de aficionados que produjeron algunos textos teatrales para su propio consumo o adaptaron y tradujeron obras de otras literaturas. Tanto en la novela como en el teatro destaca la escasez de textos originales sefardíes. En especial la novelística, cuyo catálogo comprende más de quinientos títulos4, se nutrió fundamentalmente de imitaciones, adaptaciones, resúmenes y, sobre todo, traducciones de otras lenguas, en especial del francés, aunque también del hebreo, del italiano, del griego y del ruso5. 1

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Este trabajo ha sido realizado con la ayuda núm. SB2006-0005 del Ministerio de Educación y Ciencia de España, dentro del Proyecto de Investigación del Plan Nacional I+D+I (MEC, DGS, núm. de referencia HUM2006-03050/FILO). Díaz Mas, 2006, p. 155. Se trata de géneros seculares, adoptados mayoritariamente de la literatura francesa en su inspiración (Romero, 1992, pp. 22-23). Romero, 1992, p. 223. Romero, 1992, p. 233.

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Similar resulta el panorama del mundo teatral sefardí: de las 578 obras representadas de un repertorio total de 6846, pocas eran originales. Por lo general, la atención de los sefardíes se centró en las obras de los prerrománticos, románticos y postrománticos franceses. De los naturalistas y realistas, fue Emilio Zola la única figura que gozó de cierto éxito entre los judeoespañoles, debido a su intervención en el caso Dreyfus 7. Los grandes autores rusos, como Tolstoi, Dostoievsky o Gorki, también llegaron al conocimiento del público sefardí a través del francés. El interés de los promotores de la cultura sefardí por obras de la literatura universal resultó bastante excepcional, puesto que lo más común fue que se tradujesen o adaptasen piezas mediocres y simplonas que se podían leer en los periódicos sefardíes o adquirir independientemente. Si esta serie de conferencias no hubiera estado dedicada al tema «Literatura y sociedad», hablar de la literatura sefardí resultaría más que problemático, puesto que ni se llegó a desarrollar una literatura moderna propiamente sefardí, ni fue precisamente por la calidad por lo que destacó la literatura moderna en judeoespañol. Más bien todo lo contrario, el escaso valor literario caracteriza tanto a la novela como al teatro. Cuando un autor sefardí se proponía superar lo meramente popular, el judeoespañol dejaba de ser el código de expresión. Evidentemente, los autores sefardíes de renombre universal escribieron en otras lenguas8. Sin embargo, no se puede negar el importante papel que los géneros adoptados desempeñaron en el seno de la sociedad sefardí hasta constituir un verdadero fenómeno sociológico, precisamente en una época de grandes transformaciones políticas y sociales que se inició a mediados del siglo XIX. Este es el tema del presente artículo, en el que me limitaré a evocar la representación de la vida moderna en la novela y en el teatro en judeoespañol, géneros en los que la mujer y los cambios en los que ésta se vio involucrada, así como sus repercusiones en la sociedad sefardí, ocuparon un lugar prominente.

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Romero, 1992, p. 268. Alfred Dreyfus (1859-1935), oficial de la armada francesa, de origen judío, que en 1894 fue acusado por otros militares de espiar para los alemanes. Después de dos procesos judiciales que se prolongaron más de una década, la culpabilidad de Dreyfus no pudo ser probada. El caso tuvo enormes repercusiones políticas en Francia y en el mundo judío, por ser considerado como la más evidente manifestación de antisemitismo en «la patria de la libertad y de la gran revolución» (ver EJ, 6, 2007, pp. 18-19, s. v. Dreyfus, Alfred). Yehuda Burla (1886-1969) escribió toda su obra narrativa en hebreo, Hayim S. Davio (1845-1918) y Oscar Davio (1909-1989) en lengua serbia, y el más universal de todos, el búlgaro Elías Canetti (1905-1994), Premio Nobel en 1981, en alemán.

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2. LAS COMUNIDADES SEFARDÍES: UNA SOCIEDAD EN PLENO CAMBIO La apertura de las comunidades judías hacia el mundo exterior que tuvo lugar en paralelo al creciente desarrollo de las sociedades nacionales de los Balcanes, y su relación con la sociedad occidental, así como la oportunidad, al menos en teoría, de educación para todos, ocasionaron que la segunda mitad del siglo XIX fuera un período de profundos cambios en la forma de vida de los sefardíes9. En estas circunstancias comenzó la traducción de obras literarias europeas, sobre todo francesas, al judeoespañol, y el mundo sefardí otomano abrió sus puertas a la cultura occidental, tanto judía como no judía, lo cual ocasionó casi una revolución que hacía tambalearse el modo de vida tradicional que durante siglos se había mantenido en las comunidades. La burguesía sefardí sentía una gran fascinación por lo que llegaba de Europa, y la modernización consistía en su adopción, por lo que la occidentalización y la secularización de la sociedad judía emergían ya como los elementos básicos del progreso 10. No es casualidad que los temas de una buena parte de las novelas y obras de teatro que los sefardíes difundían para su propio consumo no tuvieran nada que ver ni con el mundo judío ni con su propio entorno. En general, se puede afirmar que en un primer momento el interés de la burguesía sefardí por esta literatura como signo de modernidad fue esencial, por lo que sus propios miembros se impusieron como meta transmitirla al mayor número posible de sus correligionarios. Las elites intelectuales eran particularmente sensibles y permeables, y a través de sus actividades culturales y literarias, contribuían a la difusión de su fascinación por Europa en el seno de diversos grupos sociales. Los autores que escribían sobre la vida moderna, por lo general periodistas, se proponían ofrecer textos de lectura fácil a un público poco ilustrado en una lengua simple, destinada a tentar a los lectores y demostrarles que leer no era solamente asunto de rabinos y personas ilustradas11. Una serie de factores influyó en la occidentalización o modernización de la sociedad sefardí, pero la implantación de escuelas europeas en los centros de población sefardí, sobre todo a partir de los años sesenta del siglo XIX, resultó fundamental. Otro factor no menos relevante fue la escolarización de las niñas, a pesar de las reticencias de los sectores más conservadores. Las escuelas europeas en especial incentivaron la educación de las jóvenes, cuyo objetivo era hacer de ellas buenas esposas y madres, propósito que coincidía con el que se perseguía en 9 10 11

Una descripción de las transformaciones por las que pasó la sociedad sefardí desde mediados del siglo XIX se puede leer en Benbassa y Rodrigue, 2004, pp. 173-252. Barquín, 1997, p. 167; 2005, p. 83. Barquín, 1997, pp. 161-166; 2005, p. 85.

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las sociedades europeas 12. Las escuelas se convirtieron así en un vector esencial de la penetración de la cultura y de los valores de Europa occidental. Ello, sumado al hecho de que la lectura de los sefardíes, que hasta entonces había tenido naturaleza religiosa y patrimonial y el carácter de cumplimiento de un deber religioso, adquirió la dimensión de distracción y ocio con el desarrollo de los géneros literarios modernos 13, algo que ocasionó que un aspecto muy importante de la literatura moderna sefardí fuera el elemental lugar ocupado por las mujeres como sus consumidoras. Estas tenían entonces la oportunidad de acceder a una literatura novelesca en la que aparecían personajes femeninos con los que ellas se podían identificar y que podían influir como un factor más en la transformación de mentalidades y comportamientos. Los personajes femeninos eran, por lo general, mujeres independientes que tomaban grandes decisiones, afrontaban solas las aventuras y el peligro arriesgando su propia vida14, mientras que los protagonistas masculinos adoptaban actitudes pasivas15. Se trataba, en general, de personajes con una conducta bastante alejada de las normas morales de la vida judía, y los problemas que protagonizaban solían ser desconocidos entre los sefardíes del Imperio Otomano 16. Periódicos, novelas, obras de teatro impresas pasaban de mano en mano. Esta recepción potencialmente amplia se veía favorecida por el hecho de que estos géneros literarios no tenían solamente un consumo privado, sino que podían ser objeto de una lectura en voz alta en pequeños grupos17, hecho que era habitual en la sociedad tradicional sefardí18, por lo que personas que no sabían leer también podía acceder a ellos.

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Rodrigue (1983, p. 272) afirma que debido a la oposición mostrada por las instancias más conservadoras de las comunidades, la ideología de la escuela más importante, la Alianza Israelita Universal, tuvo un carácter bastante conservador en lo concerniente a la chicas, siendo su objetivo hacer de ellas buenas esposas y madres. Sin embargo, esta afirmación parece poco convincente, puesto que el ideal que entonces predominaba en Europa era precisamente el de la mujer como «reina del interior» (Martin-Fugier, 1980, pp. 117-118), es decir, del hogar. Barquín, 2005, p. 86. Barquín, 1997, pp. 178; 2005, p. 89. Cimeli, 2007, p. 61. Barquín, 1997, p. 175; Cimeli, 2007, pp. 61-62. Barquín, 1997, pp. 147-150. Quintana, 2004, pp. 70-72.

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3. TEMAS CENTRALES DE LA «VIDA MODERNA» Los temas centrales sobre la vida moderna o vida «a la franca» en los géneros adoptados, fueron los cambios externos de la sociedad sefardí oriental que se manifestaban, por ejemplo, en la moda y en la ropa de ambos sexos 19, en las generaciones de jóvenes que dominaban un amplio vocabulario francés, en particular los hombres20, o también en los cafés, el teatro, los salones de baile que en ese momento se encontraban en cada núcleo urbano. Pero se observan además cambios más profundos y más decisivos en la misma estructura, como por ejemplo la relación entre hombre y mujer. O también la descripción romántica de sentimientos como amor, pasión, deseo 21. Los autores judeoespañoles adoptaron también la manera de exponer la «vida moderna» de la literatura europea, especialmente de la vida cotidiana de la burguesía francesa. Los protagonistas de las obras solían ser guapos, amables y jóvenes. A menudo, la descripción de su apariencia física era un cúmulo de detalles y, en la descripción de la vida cotidiana, muchos de ellos no necesitan trabajar y llevaban una vida fácil, llena de acontecimientos y pasatiempos agradables, hasta dar la impresión de que sus años transcurrían en el puro placer. Precisamente esto es lo que parece que estas novelas pretendían transmitir a los lectores sefardíes. Interesantes resultan también las frecuentes alusiones al club, pues un aspecto social de la vida moderna era que «los ricos y famosos fueran socios de un club o un círculo, en los que sus miembros intercambiaban las últimas novedades del país y del mundo»22. Otro aspecto importante era la movilidad de estos personajes que se desplazaban rápidamente de un lugar a otro en los medios de entonces: el tren, la nave, los coches de caballos23. Hubo naturalmente grupos defensores de la tradición judía que con firmeza intentaron combatir precisamente este tipo de literatura que ejercía una fuerte influencia sobre el público, sustituyéndola por temas inspirados en la historia del judaísmo.

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Sobre la imposición de la forma de vestir de la clase burguesa como modelo a copiar por el resto de la sociedad, y su posterior evolución en Francia, se puede consultar el trabajo de Perrot (1980). Valentín, 2008, pp. 261-262. Cimeli, 2007, p. 57. Barquín, 2005, p. 849. Cimeli, 2007, p. 58.

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4. REPRESENTACIÓN DE LA «VIDA MODERNA» EN LA NOVELA SEFARDÍ La novela disponía de un público potencialmente numeroso, formado por las clases menos favorecidas de la población (artesanos, mujeres de clases modestas, personas menos ilustradas, aquellos que no habían tenido una formación en las escuelas occidentales). Igualmente este público comprendía a los adultos que independientemente de su situación económica, habían tenido tardíamente acceso a la educación moderna y, por tanto, a la lectura en francés 24. En general, se puede decir que fue la novela popular francesa, y particularmente la novela folletinesca que se publicaba en la prensa, la que sirvió como modelo para la judeoespañola25, que alcanzó su momento de mayor productividad entre 1900 y 1933, con un paréntesis entre 1914 y 1920 a causa de la I Guerra Mundial. Esta novela poseía dos funciones esenciales: era un medio para entretener al público lector, y servía también para la divulgación ideológica26. Las novelas que más éxito tuvieron fueron las de carácter truculento, sentimental y lacrimógeno, aunque con frecuencia también se publicaron novelas policíacas, de intrigas o de viajes, y algunas de vivencias judías27. La forma de publicación fue la de ediciones por entregas, ya en coleccionables o en folletones incluidos en los periódicos, aunque también aparecieron en el mercado un buen número de ediciones independientes28. Como muestra de lo que era esta narrativa, presentaré con brevedad dos novelitas, ambas de autores sefardíes, en las que se ponen de manifiesto cuestiones relacionadas con las comunidades sefardíes, pero que no por ello se alejan de los tópicos de la novela sensiblera francesa que servía de modelo a toda esta literatura destinada a transformar las mentalidades y costumbres de las jóvenes sefardíes. 4.1. Un bravo tulumbadjí [Un bombero valiente], de Moïse Levi, Salónica 1912 Esta novela corta se publicó en el folletón del periódico de Salónica El Kirbach [El látigo] y fue reeditada en 1923 en el volumen Las novelas del Kirbach, junto a otras trece de características similares 29. 24 25 26 27

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Barquín, 1997, pp. 176-182. Cimeli, 2007, p. 55. Cimeli, 2007, p. 55. Ver lo que Romero (1992, pp. 252-254) llama la «novela sensiblera» destinada «a excitar la sensiblería del lector» (p. 252) y que fue el grupo más numeroso de las publicadas en judeoespañol. Romero, 1992, pp. 224-231.

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ARGUMENTO: La familia de Luna Menaé, hija de un banquero, se reúne para consultar a la hija sobre una oferta de matrimonio que acaba de recibir. El pretendiente es Albert Sión, un joven rico. Pese a la opinión positiva de los padres, Luna rechaza la proposición. Por la noche hay un incendio en el barrio judío y la casa de los Menaé se quema. Un bombero valiente salva a Luna de la muerte. A los pocos días, el bombero recibe la visita de Luna y de su padre para reconocerle su acción. León, el bombero sefardí, rechaza dignamente la oferta de recompensa que le hace el banquero. Pero Luna se enamora de él y consigue finalmente que su familia acepte pedirle la mano al bombero. Sin embargo, cuando los tíos de Luna van a visitarlo con esta proposición, él les explica que ya se ha comprometido con otra joven llamada Esterina. Después de algún tiempo, León, el bombero, se casa con su prometida. Luna acepta casarse con Albert Sión. La joven vive feliz con su marido y sus hijos, incluso si cada vez que hay un incendio se acuerda del valiente bombero. El argumento, por simple que parezca, refleja ciertas costumbres de la sociedad sefardí, como la de la dote: la suma que tenía que aportar la familia de la novia al matrimonio y que causaba enormes problemas sociales en el mundo tradicional sefardí, que motivaba que el nacimiento de hijas fuera visto como una desgracia familiar. El bombero indica a los familiares de Luna que él no puede acceder a su petición porque ya está comprometido y si no se ha casado todavía con su prometida, es debido a las dificultades que a ella le supone reunir la dote. Sin embargo, la propia novia estaba ahorrando para ayudar a reunir la suma estipulada. Los padres de Luna juzgan loable este comportamiento. Aunque no desarrolla una tesis de ruptura, la novelita refleja los pequeños cambios que se producían en ciertos sectores de la sociedad sefardí: algunas jóvenes de extracción social determinada eran ya consultadas y hacían valer su opinión, en lugar de que, como ocurría en la sociedad judía tradicional, los padres decidieran sobre su matrimonio. Y ello es visto dentro de la novela como un hecho aceptable. Al mismo tiempo, la actitud de los protagonistas puede suscitar la identificación de los lectores, en este caso de las lectoras, e influir en sus propios comportamientos30. 4.2 La novia aguná [La novia abandonada], de Elia Carmona, Estambul 1921/1922 Hubo también creaciones costumbristas que, siguiendo las técnicas del folletón francés, pusieron de relieve problemas muy particulares de la sociedad sefardí. Este fue el caso de La novia aguná, que se cuenta entre las mejores novelas 29 30

Barquín, 2005, p. 91. Barquín, 2005, p. 96.

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sefardíes 31. En ella se presentaba al lector una pintura de la vida de dos familias judeoespañolas de Estambul, las repercusiones que el problema de las mujeres agunot tenía en la prensa judeoespañola a principios del siglo XX y cómo era percibido por aquella sociedad sefardí en proceso de modernización. Aunque el problema que el estado de la aguná supone para la mujer judía y su familia se encuentra ampliamente documentado en la literatura rabínica, especialmente en los llamados responsa, ciertos aspectos del argumento de La novia aguná parecen guardar relación con acontecimientos de los años 20 en los que Carmona se habría inspirado, especialmente el caso de una mujer aguná, después de la desaparición de su marido en el naufragio de un barco turco el 7 de febrero de 1919, del que se informó con amplitud en la prensa sefardí de 192132. ARGUMENTO: Después de organizar ebi Yaacov el Gevir el compromiso de su hija Hana con el rabino imón, hijo del rabino Arón, los esponsales tienen lugar y el joven matrimonio pasa la luna de miel en la isla del Prinsipo (Büyükada) en el mar de Marmara. Unos días más tarde imón se embarca para Francia. El barco naufraga cerca de la costa de Córcega y allí se instala durante diez años sin dar señales de vida ni a sus padres ni a su esposa. La noticia del naufragio del barco y de la desaparición de los viajeros desencadena un verdadero drama para Hana y su familia, porque la joven no se puede volver a casar hasta que no sean aportadas pruebas evidentes de que imón está muerto. Un joven ladrón griego, que viajaba en el mismo barco que imón y que ha sobrevivido a la tragedia y luego se ha enriquecido en Francia, vuelve a Estambul. Cuando el padre de Hana tiene noticias de su estancia en la capital, hace interrogar al griego por el tribunal rabínico, ante el que afirma haber visto morir a imón en el naufragio del barco. Hana es declarada viuda con lo cual queda libre para poder casarse. En la novela se informa al lector de que el griego recibió dinero del padre de Hana por ir a declarar, lo cual, según la ley judía, sería motivo para anular la validez de su testimonio, pero ello no llega a suceder y este hecho queda sin relevancia en la trama. Los casos de mujeres agunot fueron muy frecuente en todas las comunidades judías, pero afectó de manera muy especial a Estambul, debido a que allí era suficiente que una niña o muchacha aceptara un regalo ofrecido por un chico para que el compromiso de matrimonio tuviera validez legal33, con lo cual la joven no 31 32 33

La novia aguná fue reeditada en grafía latina por Collin (2002). Collin, 2002, p. 28. Los refugiados de España que se instalaron en Estambul (Constantinopla) en 1492 se encontraron con una importante comunidad judía de origen bizantino que, a veces, influyó en las tradiciones de los judíos de origen hispano. Este es uno de

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podía casarse con otro hombre sin la previa anulación del compromiso por un tribunal rabínico34. Como decíamos arriba, esta novela es una de las pocas que ofrece al lector un cuadro de la vida sefardí que incluye la denuncia de algunas de las anomalías que se daban en las comunidades, como el recurso al soborno por parte de las clases pudientes, para solucionar problemas legales que afectaban a algún miembro de la familia, y la actitud de los rabinos que aquí hacen oídos sordos ante el delito. Todo ello se puede interpretar como una especie de relajación en la aplicación de las leyes judías a favor de la solución de problemas sociales, problemas que los miembros del grupo ya no percibían con la mentalidad tradicional judía, sino con la europea. En la década de los 30 del siglo pasado, cuando la novela sefardí comenzaba a adquirir mayor grado de madurez, algunos autores empezaron a interesarse por las consecuencias negativas que la vida moderna había tenido en el seno de las comunidades sefardíes dando lugar a la aparición de los marginados en la narrativa. Tal fue el caso del saloniciense . Révah, quien en Sochetá podrida. Chenas de la vida reela de Salonico, publicada en Salónica primero en entregas coleccionables y luego en un volumen independiente (1931), describe en tono naturalista el ambiente de los bajos fondos de la ciudad portuaria de Salónica y el tema central de la novela es el proceso de degradación de una joven, miembro de una familia judía pobre, que se ve abocada a la prostitución. Esta novela representa un caso excepcional en la temática de novela urbana referida a esta ciudad, generalmente presentada como una ciudad celestial. 5. REPRESENTACIÓN DE LA «VIDA MODERNA» EN EL TEATRO SEFARDÍ También el teatro fue un medio difusor de la vida moderna entre los sefardíes, aunque la tendencia era representar obras ambientadas en el mundo cultural judío35, con lo cual el espectador se sentía identificado y atraído por la temática. A pesar de que tenemos noticias de escenificaciones de las historias de Ester y José en la fiesta de Purim del siglo XVIII36, se considera al teatro como uno de los géneros adoptados por los sefardíes a mediados del siglo XIX, que fue cuando alumnos y alumnas de las escuelas judías realizaron las primeras representaciones

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esos casos, puesto que entre los judíos españoles las condiciones exigidas para que el compromiso de matrimonio adquiriera validez legal eran mayores. Collin, 2002, p. 34. Barquín, 1997, p. 175. Romero, 1992, p. 267.

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modernas. Las funciones teatrales escolares continuaron hasta la II Guerra Mundial, por lo que se puede afirmar que el teatro tenía un carácter eminentemente pedagógico entre los sefardíes37. Este medio fue aprovechado también para acercar la cultura francesa y, sin duda, el afán imitador de ésta fue decisivo para que el teatro saliera del marco puramente escolar e invadiera otros escenarios de la vida sefardí; los grupos políticos lo fomentaron como instrumento propagandístico, y los clubes y las sociedades benéficas como medio para recaudar fondos. Como es lógico el medio y los fines determinaron en gran medida el contenido de las obras llevadas a los escenarios. El teatro específicamente sefardí exploró una gran variedad de temas: desde obras que abordaban los problemas cotidianos y comunitarios hasta otras que trataban de las experiencias de los sefardíes en los países en los que habían vivido, pasando por lo que ha venido en llamarse la «comedia nueva»38 que refleja los cambios de vida y mentalidad derivados de los tiempos modernos. Dentro de este último grupo abundaron las represtaciones tipo sainete en las que temas como la desdicha de matrimonios modernos, peleas conyugales, discusiones sobre la conveniencia, devaneos amorosos y situaciones similares ocuparon un lugar preferente. Según Carmen Valentín, quien ha examinado diecinueve obras de teatro de temática específicamente sefardí que pertenecen a los subgrupos clasificados por Romero como de a) contenido costumbrista y b) comedia nueva39, publicadas entre 1900 y 1930 en periódicos sefardíes, en todas ellas se presentaba al tipo de mujer moderna que quería romper con las normas tradicionales, pero que a la hora de la verdad no encontraba el camino adecuado. Para sus autores, tal ruptura no reportaba ningún beneficio ni a la sociedad en general ni tampoco a la propia mujer en particular40. Como resultado de la nueva mentalidad femenina surgió en el teatro un personaje femenino obstinado por buscar un marido rico y a la moda, en lugar de aceptar como esposo a un hombre tradicional de su misma clase social. Como tipo masculino destacó el del joven «a la franca», al que se le asignaba la falta de escrúpulos al aprovecharse de las ilusiones y el dinero de las jóvenes, bien durante el noviazgo o tras el matrimonio41, en oposición al resto de los personajes masculinos que encarnaban el estilo de vida tradicional, al que pertenecían los mejores partidos para las jóvenes, ya que, por humildes que fueran en su forma 37 38 39 40 41

Romero, 1992, pp. 268-270. Romero, 1992, p. 285. Romero, 1992, pp. 283-286. Valentín, 2008, p. 255. Valentín, 2008, p. 255.

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de hablar, vestir o vivir, lo importante era su honradez y su oficio próspero. Los cambios del mundo moderno eran explorados en todos sus aspectos: apariencia física, obligaciones religiosas, obligaciones conyugales y familiares, vida afectiva, entretenimiento y ocio. En todas estas obras se insistía en el cambio de mentalidad a la hora de elegir marido. Estas jóvenes que habían ido a la escuela y ahora trabajaban, dejaban muy claro que su marido habría de ser a su gusto antes que al de sus padres. Sin embargo, su elección casi siempre conducía al fracaso, porque el joven franquito nunca respondía a las expectativas de la mujer: si la joven no se casaba era porque su padre le había abierto los ojos para que no cayera en manos de un holgazán, o porque el novio moderno la había abandonado al enterarse de que no tenía dote. Si se casaba, la mujer siempre se arrepentía y acababa maldiciendo la moda y la vida moderna al tener que mantener a un hombre que dilapidaba su fortuna o vivía a cuenta de su trabajo42. Además, se muestra a una mujer moderna caprichosa y pendiente de las apariencias, que no entiende por qué la ropa de moda, los viajes de vacaciones o los bailes y las partidas de cartas son exclusivos de las mujeres de clases privilegiadas. La mujer moderna quiere disfrutar de los placeres de la vida y tiene claro que la vida doméstica y el cuidado de los hijos no colman esas necesidades 43. Entre ese gusto de estas mujeres por la apariencia, destaca su preocupación exagerada por el físico, especialmente entre las solteras que aparecen ocupadas en tareas relacionadas con la estética personal al tiempo que sus madres realizan las labores del hogar. Estar bellas era especialmente importante para las jóvenes pobres, sin dote que ofrecer a sus pretendientes, porque significaba la única posibilidad de enamorar a un joven capaz de casarse por amor y renunciar a la dote44. Sin embargo, en esta ficción no se daba un solo caso en el que un joven cambiara su beneficio económico por una mujer hermosa, pero pobre. También las demandas de las mujeres modernas casadas con hombres tradicionales ocasionaban conflictos matrimoniales: ellas se mostraban poco respetuosas con sus maridos, derrochaban su dinero, no se ocupaban de los hijos, etc. Y lo más grave era que su comportamiento tenía también implicaciones religiosas, porque reducía drásticamente todo el ritual de la sociedad judía tradicional, actitud que contrastaba con la de los cónyuges, siempre buenos y cumplidores judíos y esposos fieles, trabajadores y productores del bienestar

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Valentín, 2008, p. 256. Valentín, 2008, pp. 256-257. Valentín, 2008, p. 257.

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familiar45. Por último, se caracterizaba de forma estereotipada la manera de hablar de estas mujeres al presentarlas como burdas e ignorantes. Las protagonistas de estas obras eran, en definitiva, mujeres que se querían liberar de la tradición cultural, social y religiosa de entonces y vivir una vida moderna, de claro influjo occidental, pero que se convertían en actoras de las formas más radicales de occidentalización, actitudes que al final eran duramente condenadas al mostrar repetidamente que tal modo de vida no beneficiaba ni a la sociedad ni a las propias mujeres. Ello reflejaba también la postura general adoptada por los intelectuales sefardíes en el discurso periodístico sefardí, y que se volvió uno de los temas predilectos de la poesía de autor en judeoespañol46 y de las coplas compuestas desde mediados del siglo XIX47. 6. LA AUTORÍA MASCULINA Hasta la II Guerra Mundial todos los autores de esta literatura fueron hombres, como también lo habían sido sus predecesores, y hombres fueron los traductores y adaptadores de obras de otras literaturas. Ello influyó, sin duda, en la temática literaria y en la postura adoptada por los hombres ante los cambios sociales que afectaban a las comunidades sefardíes y, muy en especial, a la mujer. Este tipo de literatura sefardí pone de relieve exclusivamente las mentalidades masculinas, mientras que la voz femenina está ausente, excepto en la única autora con la que contó la literatura judeoespañola hasta el Holocausto: Laura Papo «Bohoreta» (Sarajevo, 1891-1942), representante del movimiento sefardista48, autora de tres novelas (Morena, Linda y Dulce de rozas) publicadas en periódicos judíos de Serbia, tres dramas sociales (Esterka, Renado mi nuera grande y Hermandat), una obra costumbrista (Oos mios) y tres estampas costumbristas (Avia de ser, La pasensia vale muo y Tiempos pasados), además de poemas y retratos de personajes de la comunidad sefardí de Sarajevo. Aunque desde el punto de vista estético la calidad de su obra no es superior a la de otros autores sefardíes, lo que más destaca en ella es el equilibrio entre la atmósfera 45 46

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Valentín, 2008, p. 258. Como muestra basta el poema de Abraham A. Cappón (1852-1930) titulado La moda y la culebra (ver Elazar, 1987, pp. 174-177), una sátira contra el culto a la moda de la mujer moderna, capaz de provocar la ruina de su marido, igual que se produjo la ruina de Adán, al no poder soportar Eva la tentación de la culebra, que ahora está simbolizada en la moda. Para comprobarlo, será suficiente echar un rápido vistazo a la temática de las coplas sefardíes recién editadas por Romero (2008, pp. 65-106). Sobre el sefardismo ver Benbassa y Rodrigue, 2004, pp. 292-301.

LA «VIDA MODERNA» EN LA LITERATURA SEFARDÍ…

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creada, siempre la comunidad judía de Sarajevo, y la expresión de posturas sociales; se pretende perpetuar el ambiente judeoespañol tradicional corrigiendo lo que se venía criticando, pero sin apologizar por el tipo de sociedad europea. 7. DESPUÉS DEL HOLOCAUSTO No hace falta decir que la literatura judeoespañola murió con el Holocausto, lo mismo que la discusión en torno a la modernización. La desaparición de más del cincuenta por ciento de los hablantes de judeoespañol a manos de los nazis y sus colaboradores, los consiguientes desplazamientos de gran parte del resto de la población sefardí a Israel tras su creación como Estado en 1948 y la asimilación de aquellos que eligieron permanecer en sus países de nacimiento pusieron fin a la creación en judeoespañol. Desde 1945 se publicó alguna que otra novela y en contadas ocasiones se llevaron a la escena piezas teatrales. El siglo XX se cerró con la aparición de La megila de Saray de Eliezer Papo (Jerusalén, 1999), la única novela en judeoespañol que por sus características se puede llamar «moderna». En el tiempo abarca desde 1564, año en el que se crea la comunidad judía de Sarajevo, hasta la víspera de la guerra civil de Yugoslavia en 1990, pero precisamente deja vacío el espacio temporal en el que se desarrolló la modernización de la sociedad sefardí. BIBLIOGRAFÍA Barquín López, A., Edición y estudio de doce novelas aljamiadas sefardíes de principios del siglo XX, San Sebastián, Universidad del País Vasco, 1997. — «La vie moderne dans le roman sépharade du XXe siècle», en Les Sépharades en littérature. Un parcours millénare, dir. E. Benbassa, Paris, PUPS, 2005, pp. 81-105. Benbassa, E. y A. Rodrigue, Historia de los judíos sefardíes. De Toledo a Salónica, Madrid, Abada Editores, 2004. Cimeli, M., «La nueva vida “a la franca” – algunas observaciones acerca de la novela judeoespañola de principios del siglo XX», en Actas del VII Encuentro Hispano-Suizo de Filólogos Noveles (Basilea, 27 y 28 de abril de 2007), ARBA, 19, 2007, pp. 55-62. Collin, G., La Novia Aguna. Présentation, translittération et édition d’un roman judéo-espagnol d’Eliya Karmona, en Judenspanish VI (Neue Romania 26), 2002.

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ALDINA QUINTANA

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