La transformación de las villas romanas y la implantación de un nuevo modelo rural en la meseta central

July 15, 2017 | Autor: Isabel Burgos Ávila | Categoría: Roman History, Roman social and economic history, Roman Archaeology
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Descripción



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BARRESI, P., Le ville tardoantiche nel bacino del Mediterraneo: sguardo d´insieme e studio di un caso singolo, disponible en:
http://w3.uniroma1.it/cisem/risorsebibliografiche/pdf/villetarde.html, última consulta el 2 de mayo de 2015.
LÓPEZ QUIROGA-FRANCISCO, J., RODRÍGUEZ MARTÍN, G., "El "final" de las villae en Hispania (ss. V-VIII d. C.): I. La pars urbana de las villae y sus transformaciones", disponible en
https://www.academia.edu/1068583/Jorge_L%C3%B3pez_Quiroga-Francisco_Germ%C3%A1n_Rodr%C3%ADguez_Mart%C3%ADn_El_final_de_las_villae_en_Hispania_ss._V-VIII_d._C._I._La_pars_urbana_de_las_villae_y_sus_transformaciones_, última consulta el 2 de mayo de 2015.
ARCE, El último siglo de la España romana, 284-409, Alianza Editorial, Madrid, 2009, pág. 136.
ARIÑO GIL, E., RUZ DÍAZ MARTÍNEZ, P., "La economía agraria de la Hispania Romana: colonización y territorio", Studia histórica, págs. 153-192.
COLUMELA, Los doce libros de agricultura, Iberia, España, 1960. Libro I, capítulo I.
ARCE, El último siglo de la España romana, 284-409. Op. Cit., pág. 3. Pág. 140
CHAVARRÍA, A., "Interpreting the transformation of late roman villas: the case of Hispania", en CHRISTIE, N., Landscapes of Change, Ashgate Scholar, 2004, pp. 67-102.
LÓPEZ QUIROGA-FRANCISCO, J., RODRÍGUEZ MARTÍN, G., "El 'final' de las villae en Hispania (ss. V-VIII d. C.): I. La pars urbana de las villae y sus transformaciones", Op. cit. pág. 2.
CHAVARRÍA, A., "Interpreting the transformation of late roman villas: the case of Hispania". Op. cit. pág. 4.
RIPOLL, G., ARCE, J. "Transformación y final de las villae en occidente (siglos IV-VIII): problemas y perspectivas", disponible en
http://www.ujaen.es/revista/arqytm/PDF/R8/R8_2_Ripoll.pdf, última consulta el 2 de mayo de 2015.
BARRESI, P., Le ville tardoantiche nel bacino del Mediterraneo: sguardo d´insieme e studio di un caso singolo. Op. cit. pág. 2.
ARCE, El último siglo de la España romana, 284-409. Op. Cit. Pág. 3. Véase pág. 136
CHAVARRÍA, A., "Interpreting the transformation of late roman villas: the case of Hispania". Op. cit. pág. 4.
"(Durante el reinado de Galieno) los Germanos penetraron en Hispania y conquistaron la noble ciudad de Tarragona". EUTROPIO, Breviarium historiae Romanae. Disponible en: http://www.thelatinlibrary.com/eutropius.html, última consulta el 16 de mayo de 2015.
Aunque, en líneas generales, los datos se han obtenido en el norte peninsular, en la zona central encontramos la villa de Villaverde Bajo abandonada y destruida también por esta época. Véase: BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M., La crisis del siglo III en Hispania y Mauritania Tingitana, Real Academia de la Historia, Madrid y BARROSO, R., ESCOLÁ, M., LÓPEZ, M., MORÍN, J., SÁNCHEZ, F., El hábitat rural durante la época romana en la Comunidad de Madrid. Disponible en: http://www.academia.edu/2901916/El_habitat_rural_durante_la_epoca_romana_en_la_Comunidad_de_Madrid última consulta el 2 de mayo de 2015.
Como pasó con el aceite, sobre todo el de la bética, que se enviaba a Roma. Esta relación continuó pero las ánforas disminuyeron en volumen. Fuente: SAYAS ABENGOCHEA, J. J., HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA II: De la antigüedad tardía al ocaso visigodo, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2001.
Una inscripción del 339 ilustra esta función de las turres: en ella se especifica que un esclavo construye una torre en el territorio de sus señores a fin de dar seguridad a estas posesiones. ARCE, El último siglo de la España romana, 284-409. Op. Cit. pág. 3. Véase pág. 99
SANZ SERRANO, R. Mª., "Aproximación al estudio de los ejércitos privados en Hispania durante la antigüedad tardía", Gerión, nº 4, 1986, págs. 225-264.
CHAVARRÍA ARNAU, A., Villas en Hispania durante la antigüedad tardía, disponible en http://w3.uniroma1.it/cisem/risorsebibliografiche/pdf/2007-Ville.Archivo.pdf, última consulta el 2 de mayo de 2015.
ARCE, El último siglo de la España romana, 284-409. Op. Cit. pág. 3. Pág. 136
Ibid.
ARIÑO GIL, E., RUZ DÍAZ MARTÍNEZ, P., "La economía agraria de la Hispania Romana: colonización y territorio", Studia histórica, págs. 153-192. Basándose en los trabajos de T. Lewit, llega a afirmar "hoy parece claro que aunque no se debe descartar de manera absoluta el fenómeno de las invasiones de francos y alamanes en torno al 260 no tuvo un gran alcance".
CHAVARRÍA ARNAU, A., "Interpreting the transformation of late roman villas: the case of Hispania". Op. cit. pág. 4.
BROGIOLO, G. P., CHAVARRÍA ARNAU, A., "El final de las villas y las transformaciones del territorio rural en Occidente (siglo V-VIII)" en FERNÁNDEZ OCHOA, C., GARCÍA- ENTERO, V., GIL SENDINO, F., Las villae tardorromanas en el occidente del Imperio: arquitectura y función, IV Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón, Gijón, 2008, pp. 193-213.
BARRESI, P., Le ville tardoantiche nel bacino del Mediterraneo: sguardo d´insieme e studio di un caso singolo. Op. cit. pág. 2.
BROGIOLO, G. P., CHAVARRÍA ARNAU, A., "El final de las villas y las transformaciones del territorio rural en Occidente (siglo V-VIII)", op. cit. pág. 9.
MORENO MARTÍN, F. J., "Clausura espiritual, defensa y delimitación del territorio. Los complejos monásticos fortificados en el paso de la Tardoantigüedad a la Alta Edad Media", Congreso Internacional "Ciudades Amuralladas", Pamplona, 24-26 noviembre 2005, Vol. 1, 2007.
BROGIOLO, G. P., CHAVARRÍA ARNAU, A., "El final de las villas y las transformaciones del territorio rural en Occidente (siglo V-VIII)", op. cit. pág. 9.
CHAVARRÍA ARNAU, Villas en Hispania durante la antigüedad tardía, op. cit. pág. 8.
BROGIOLO, G. P., CHAVARRÍA ARNAU, A., "El final de las villas y las transformaciones del territorio rural en Occidente (siglo V-VIII)", op. cit. pág. 9.
LÓPEZ QUIROGA, J., RODRÍGUEZ MARTÍN, F. G., "El "final" de las villae en Hispania: la transformación de la pars urbana de las villae durante la antigüedad tardía", op. cit. pág. 4.
CHAVARRÍA ARNAU, Villas en Hispania durante la antigüedad tardía, op. cit. pág. 8.
Ibid.
LÓPEZ QUIROGA-FRANCISCO, J., RODRÍGUEZ MARTÍN, G., "El "final" de las villae en Hispania (ss. V-VIII d. C.): I. La pars urbana de las villae y sus transformaciones", disponible en https://www.academia.edu/1068583/Jorge_L%C3%B3pez_Quiroga-Francisco_Germ%C3%A1n_Rodr%C3%ADguez_Mart%C3%ADn_El_final_de_las_villae_en_Hispania_ss._V-VIII_d._C._I._La_pars_urbana_de_las_villae_y_sus_transformaciones_, última consulta el 2 de mayo de 2015.

LÓPEZ QUIROGA-FRANCISCO, J., RODRÍGUEZ MARTÍN, G., "El "final" de las villae en Hispania (ss. V-VIII d. C.): I. La pars urbana de las villae y sus transformaciones", op. cit. pág. 13.
La mayoría de estas hipótesis están sintetizadas en CHAVARRÍA ARNAU, Villas en Hispania durante la antigüedad tardía, op. cit. pág. 8.
AZKÁRATE, A. Y otros. Arquitectura Doméstica Altomedieval en la Península Ibérica. Reflexiones a partir de las Excavaciones Arqueológicas de la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz. Disponible en http://www.ehu.eus/gpac/portal/index.php/publicaciones/117-catlibros/279-azkarate-a-quiros-j-a-2001-arquitectura-domestica-altomedieval-en-la-peninsula-iberica-reflexiones-a-partir-de-las-excavaciones-arqueologicas-de-la-catedral-de-santa-maria-de-vitoria-gasteiz-pais-vasco-archeologia-medievale-xxviii-pp-25-60.html. Última consulta el 3 de mayo de 2015.
Ibid.
LEWIT. T., "Vanishing Villas: What happened to elite rural habitation in the West in the 5th and 6th centuries A.D.?", disponible en https://www.academia.edu/392242/_Vanishing_Villas_What_happened_to_elite_rural_habitation_in_the_West_in_the_5th_and_6th_centuries_A.D._, última consulta el 2 de mayo de 2015.
CHAVARRÍA, A., "Interpreting the transformation of late roman villas: the case of Hispania". Op. cit. pág. 4.
Ibid.
VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A. (2000): "Cabañas de época visigoda: evidencias arqueológicas del sur de Madrid. Tipología, elementos de datación y discusión". Archivo Español de Arqueología, 73, p. 223-252.
LEWIT, T., Foorprints in the later Roman countryside: a response, disponible en
http://www.journalofromanarch.com/v19_first%20pages/lo-res%20PDFs/v19_23.pdf, última consulta el 2 de mayo de 2015.
BROGIOLO, G. P., CHAVARRÍA ARNAU, A., "El final de las villas y las transformaciones del territorio rural en Occidente (siglo V-VIII)", op. cit. pág. 8.
Ibid.
AVELINO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, J., "Las villae y la génesis del poblamiento medieval", en FERNÁNDEZ OCHOA, C., GARCÍA-ENTERO, V., GIL SENDINO, F., Las villae tardorromanas en el occidente del imperio: arquitectura y función. IV coloquio Internacional de Arqueología en Gijón, Gijón, 2008, pp. 215-238.

LA TRANSFORMACIÓN DE LAS VILLAE ROMANAS Y LA IMPLANTACIÓN DE UN NUEVO MODELO RURAL EN LA MESETA CENTRAL

Isabel Burgos, 25 de mayo de 2015







ÍNDICE


Abstract…………………………………………………………………………………. 2

Palabras clave……………………………………………………………………….….. 2

Descripción de la villa romana …………………………………...…………………. 2- 5

La crisis del siglo III y la monumentalización de las villae durante el siglo IV……. 5-10

El final de las villae y la implantación de un nuevo modelo de explotación rural durante los siglos V, VI y VII…………….…………………………………………..…..... 10-20

Conclusión……………………………………………………………………….......... 20

Bibliografía…………………………………………………………..……………. 21-26
















Abstract

El objeto de este trabajo es el estudio de las transformaciones de las villae de la zona occidental de la meseta central de la península ibérica en los periodos de los siglos III y IV y de los siglos V, VI y VII que da lugar a la estructura poblacional y al sistema socio-económico de la Alta Edad Media. Para realizarlo comenzaremos con un análisis descriptivo de la villa romana.

Palabras clave
Villa, tardoantigüedad, transformaciones en los asentamientos rurales, Hispania, modelo rural visigodo.

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Descripción de la villa romana

Para comprender la transformación de las villae en la zona occidental de la meseta central de la península ibérica en los periodos de los siglos III y IV y de los siglos V, VI y VII, que es el objeto específico de este trabajo, es preciso comenzar por delimitar en qué consiste este tipo de asentamiento.

No es fácil encontrar una definición precisa, en particular debido a la evolución que la villa ha ido teniendo con el transcurso de los siglos. En una primera aproximación villa designa los asentamientos rurales, es una explotación agrícola, y por lo tanto un término económico. Un segundo planteamiento es el de Arce que la define como urbs in rure, como una ciudad en medio del campo, puesto que aunque siempre tuvo carácter económico, también fue el lugar donde vivía el propietario con su familia, con todas las prestaciones propias de una ciudad.

Este doble carácter de la villa se advierte en su estructura y en los objetos que se han encontrado en ellas, algunos aptos para el trabajo de campo como los torcularium y otros más propios de la vida de recreo, tales como triclinios, mosaicos, termas y conjuntos escultóricos.

Todo esto nos lleva a entender que las villae respondían a un patrón cultural que en el que se aunaban la producción agrícola y la construcción de grandes residencias. El propietario residía en ellas de modo temporal y durante su estancia en la ciudad eran administradas por medio de actores u otro tipo de encargados.

Estos conjuntos estaban divididos en tres zonas separadas entre sí: la pars urbana, la pars rustica y la pars fructuaria.

La pars urbana era la zona donde se levantaba la residencia monumental que estaba organizada en torno a un peristilo central. Solía tener baños privados y salas de recepción, con colecciones de estatuas, como las de El Ruedo, y mosaicos geométricos o figurativos, en los que se representaban escenas de caza, circenses o mitológicas. Se podría decir que la villa era un lugar de otium en oposición al negotium de la ciudad.

Sin embargo, la pars rustica, en donde se localizaban las dependencias de los coloni y los esclavos, junto a la pars fructuaria, destinada a la producción y almacenamiento de los productos agrícolas, eran la parte más extensa y específica del asentamiento.

Este doble carácter de la villa, como lugar de asentamiento rural y de otium, la ha ido definiendo a lo largo de los siglos, con especial incidencia de uno u otro aspecto, según los casos.

Así, Columela en el siglo I y Palladio en el siglo IV se refieren ambos a las villae y a sus producciones agrícolas y ganaderas mostrándonos que apenas variaron durante estos siglos. De los estudios paleobotánicos y zoológicos realizados (como los del Saucedo) sabemos que predominaba la producción del cereal y que la caza, además de su importancia económica, era uno de las actividades preeminentes del otium propio del medio rural.

Sin embargo, las escenas de los mosaicos que en ellas encontramos no son representativas de su actividad, pues estas escenas de caza, de las estaciones del año o de temas báquicos, aunque incorporen elementos agrícolas y ganaderos, en realidad responden a patrones culturales, de gustos ampliamente tipificados.

Pero además de por el doble aspecto señalado de las villae como lugar de producción agrícola y de otium, son relevantes porque tuvieron un impacto muy significativo en la articulación social del territorio. Aparte de la población que vivía propiamente en ella, en los alrededores de algunas de la villae se han documentado estructuras habitacionales, en muchos casos con la forma de asentamientos nucleares. Quizás se corresponden a las tuguriae, casae, pagi o uici que mencionan algunos textos, pero en cualquier caso estaban habitadas por una parte de la población rústica que dependía de la propiedad.

En este sentido de articulación del territorio, es significativo que a mediados del siglo VI la palabra villa se identifica ya claramente tanto con el edificio residencial como con el conjunto de propiedades, casas de servicio, tierras de labor, etc., que dependían de ella. Y así las villae pasaron a ser consideradas como el centro de un latifundio formado por numerosas posesiones. La agrupación de varias villae daba lugar al fundus, que a la vez se agrupaban formando las masae.

La crisis del siglo III y la monumentalización de las villae durante el siglo IV

En este trabajo vamos a estudiar las villas de la meseta central de la península ibérica, que debido a sus amplias planicies dieron lugar a grandes propiedades, como El Val, Rielves, Carranque,...

Podemos comenzar señalando que aunque estas villae tienen su origen en la época republicana, su difusión tendrá lugar en el siglo I. En lo que atañe a este trabajo, nos vamos a centrar en las vicisitudes por las que atraviesan, que tuvieron lugar fundamentalmente a partir de la crisis que sufrieron en el siglo III.

Reconstrucción virtual de la Casa de Materno en CarranqueReconstrucción virtual de la Casa de Materno en CarranqueComo es conocido, en este siglo III Hispania sufrió dos invasiones germánicas que afectaron a las relaciones entre las ciudades y el poder imperial, que no las había repelido. La primera invasión, en torno al año 262 d.C., está bien documentada en fuentes posteriores; pero las evidencias de la segunda, situada hacia el 275 d.C., son menos seguras ya que se basan exclusivamente en datos arqueológicos y numismáticos.
Reconstrucción virtual de la Casa de Materno en Carranque
Reconstrucción virtual de la Casa de Materno en Carranque

Estos doce años de invasiones destruyeron parte de los cultivos y además la inflación general del Imperio conllevó una reducción muy drástica de las ventas al exterior. Como el ámbito agrícola era la base de la economía de Hispania, las ciudades empezaron a tener problemas de abastecimiento y, ante el deterioro de las condiciones de vida, parte de la población se vio obligada a emigrar a las zonas rurales, donde se convirtieron en colonus, es decir en ciudadanos, que a cambio de alimentos y de protección, estaban atados a la tierra. Con las reformas imperiales posteriores esta condición se volvió hereditaria, de manera que se consolidó un modelo temprano de servidumbre que formaría la base de la sociedad medieval feudal.

Además, amparados en que la legislación permitía armar a civiles, los grandes propietarios del Bajo Imperio reunieron ejércitos privados. Aunque se crearon para protegerse de los bandoleros y de cualquier otro peligro, para lo cual también se fortificaron algunas villae y se construyeron sistemas de defensa como las turres y los castella, aumentaron la inseguridad de algunas provincias del Imperio. Algunos autores han considerado que su creación es otro de los orígenes del régimen feudal. De hecho en el año 409 Teodosio II promulgó una ley en la que suprimió los irenarcas (policía rural) y dejó la defensa rural en manos de los propietarios.

En esta época, las villae del este y del sur peninsular experimentaron cambios funcionales, que desarrollaron su carácter agrícola y productivo en detrimento de su carácter residencial.

Sin embargo, en las villae del centro de Hispania, que son las que se estudian en este trabajo, durante el siglo IV la zona residencial se agranda y se embellece, articulándose en torno a un peristilo al que se abrían las diferentes estancias. Se construyeron conjuntos termales y se desarrollaron importantes programas decorativos, como la colección de esculturas de Valdetorres del Jarama (Madrid). También aumentó el número de salas absiadiadas, lo que podría significar que se desarrollaron espacios de culto cristianos o bien estar relacionado con la aparición de un tipo de mueble semicircular, llamado sigma o stibadium, que sustituyó a las camas rectangulares (klinai) que hasta ese momento se situaban en tres de los cuatro lados de los comedores. Esta segunda hipótesis se basa en los hallazgos de la villa de El Prado (Valladolid) .

Tradicionalmente estos cambios se interpretaron como una consecuencia de la decadencia de las ciudades, que permitió que las villae se consolidasen como una alternativa más viable. Sin embargo, aunque es cierto que las ciudades estaban en declive desde el siglo II, porque se deterioraron los elementos en los que se fundamentaba su prosperidad (evergentismo espontáneo, capacidad más autóctona de las curias), las principales urbes continuaron siendo centros activos de comercio y de redistribución de los productos durante el siglo IV. Además, las fuentes que nos han llegado, como la correspondencia literaria entre Ausonio y Paulino, no dan una imagen de desolación y decadencia de las ciudades hispanas del siglo IV. El abandono de la ciudad y la huida al campo sólo está atestiguado en Hispania, en el momento de la "invasión" del 409 d. C. cuando una ley, que no es seguro que se refiera a la península, ordena a los miembros de los collegia que hayan huido al campo o que hayan abandonado sus municipios que vuelvan a las ciudades. La arqueología ha matizado muchas de las supuestas destrucciones de la segunda mitad del siglo III, y no hay indicios de abandonos masivos. A mayores, las ciudades constituían la mejor forma de protegerse frente a los bárbaros, que no eran especialmente hábiles en sitiarlas.

Por eso no podemos explicar las transformaciones que tienen lugar en las villae hispanas ya desde finales del siglo III basándonos en la ruralización de la sociedad y en la huida de la aristocracia de las ciudades, es decir como una forma de aislamiento y autarquía. De hecho, muchas villas (como Pax Iulia y Complutum) que estaban construidas cerca de los centros urbanos eran probablemente la residencia de una élite urbana administrativa que cubría las necesidades de la ciudad, como atestiguan los productos rurales documentados en las ciudades. Además la presencia de materiales importados y de monedas del siglo IV en la mayoría de las villas de la península (como las que han aparecido en Carranque y en el Saucedo) no se corresponden a la idea de autarquía.

Es más plausible interpretar estos cambios como las consecuencias de un proceso de concentración de la propiedad rural. Este proceso está documentado en los textos de Higinio que explica como los dueños de varias propiedades sólo conservaban algunas villas en funcionamiento, abandonando el resto, tal y como había defendido Plinio, que sostenía que era más conveniente administrar varios fundi mediante una única villa. De manera que cabría entender que se monumentalizaron las villas que los propietarios eligieron como centro de sus propiedades y que los edificios que se abandonaron en otras villae fueron reutilizados, de manera progresiva, por los campesinos.

En consecuencia, parece que habría que rechazar la hipótesis tradicional de que fueron abandonadas como consecuencia de las invasiones de los pueblos germánicos, puesto que además se ha demostrado que en muchos casos las destrucciones (estratos de cenizas y transformaciones arquitectónicas) se corresponden con una época más tardía

Es decir los cambios que se producen en esta primera fase de trasformación de las villas se deben a una relativa desaparición de la pequeña y mediana propiedad. La concentración de las propiedades rurales también afectó al modo de trabajo, puesto que los cultivos intensivos se fueron viendo sustituidos por zonas de pasto. Además como casi no había negotium en la ciudad, el otium de la villa era cada vez más importante en el siglo IV.

El final de las villae y la implantación de un nuevo modelo de explotación rural durante los siglos V, VI y VII

La segunda fase de la trasformación de la villa tuvo lugar en el siglo V, en el que las villae del centro peninsular fueron abandonando la monumentalidad del espacio residencial y adoptando formas de vida más propias de un núcleo habitacional complejo.

En primer lugar señalaremos que el contexto de las villae en esta época es el siguiente:

Desde el siglo V se desarrolló una red de iglesias rurales, que estaba vinculada a la red viaria y a los centros de población aglomerada. En algunos casos, estas iglesias adoptaron el papel de las villae, ya que se convirtieron en centros administrativos de las propiedades rurales y en puntos de recaudación de rentas e impuestos. En este sentido cabe señalar que, tras la caída del Imperio Romano, el monasterio remplazó a la villa y se convirtió en un núcleo de explotación del territorio, aunque introdujo nuevos métodos de producción para adaptarse a la nueva realidad social y económica. Es significativo que tanto las villae como los monasterios estuviesen delimitados por un foso o muralla, que ambos se explotasen de manera directa (en el caso del monasterio a través de la congregación y los siervos) y que contasen con trabajadores especializados en labores agrícolas, ganaderas e industriales.

Además, a medida que las villas desaparecían, se consolidaron los castra, que en la península ibérica están documentados fundamentalmente por los textos ya que todavía son escasas las intervenciones arqueológicas en estos yacimientos. Existían cuatro tipos de castra: las fortalezas militares que buscaban el control de las fronteras o de las vías de comunicación; las fortificaciones de dimensiones medias y estatus incierto a veces asociadas a un hábitat; los asentamientos rurales en altura que gracias a la intervención privada estaban provistos de sistemas de defensa; y las grandes aglomeraciones protegidas por murallas.

Las aldeas, que ofrecían residencia a un centenar de personas y producían recursos suficientes, también se desarrollan a partir del siglo V. Las villae de Madrid muchas veces son ocupadas por aglomeraciones de tipo aldea o granjas de carácter disperso. La principal causa de la reutilización de estas villae no fueron los edificios, sino el espacio agrícola.

En lo que se refiere de modo específico a las villae nos encontramos con lo siguiente:

Desde el siglo V las inversiones en la pars urbana de las villae se reducen de manera significativa. Es más, se alteran los elementos que habían caracterizado los espacios residenciales (mosaicos, termas, sistemas de calefacción), lo que indica un cambio en la organización y funcionalidad de las villae de la meseta y una ruptura con el sistema de vida del siglo IV en el que el otium había tenido una especial relevancia. Sin embargo el fin de las villas no significó el abandono definitivo de estos edificios, ni de la explotación del fundus.

Es significativo que la gran mayoría de las villae que fueron dotadas de pavimentos musivos en el siglo V, estuviesen en el valle del Ebro y del Duero, una zona que según los investigadores pudo hacer permanecido bajo el control romano tras la instalación de suevos, vándalos y alanos y donde los textos ubican a los últimos propietarios hispanorromanos. Aunque la estratificación social se mantuvo en el siglo VI, como atestiguan los ajuares funerarios, y en el VII, como atestiguan las iglesias privadas y el evergentismo.

Villa de El Val Villa de El Val Las reformas que tuvieron lugar en las villae del siglo V se pueden diferenciar en cuatro categorías: la reutilización de la villa como espacio productivo, la reutilización como espacio habitacional, la reutilización como espacio funerario o la reutilización de parte de una villa como edificio de culto cristiano. Estas transformaciones pueden ser en cada villa coetáneas o sucesivas.
Villa de El Val
Villa de El Val

La reutilización productiva afectó a las villae medianas y pequeñas. Aunque, en líneas generales, suele estar documentada en las zonas costeras y en el este y el sur peninsular, también se encuentran ejemplos en la Meseta Occidental, por ejemplo en La Torrecilla (Madrid), donde de todas formas algunas habitaciones mantuvieron su función original. Salvando las distancias esta reutilización productiva se puede comparar a lo que sucede en los espacios urbanos, donde tienen lugar cambios de funcionalidad, remodelaciones, privatización de los espacios públicos, etc.

La reutilización de la villa como espacio habitacional acompañó en muchas ocasiones a la reutilización productiva. Conllevó la desarticulación de la planimetría de las villae y la compartimentación de sus espacios más característicos, donde también encontramos hogares o nuevas estructuras (que conocemos gracias a los fondos de cabaña) construidas con técnicas mucho más rudimentarias y materiales (fundamentalmente madera y adobe) mucho más pobres. Un ejemplo muy significativo es la villa de El Val (Alcalá de Henares) donde, en una fecha posterior al siglo IV, se construyó una cabaña de madera en una de las estancias de recepción y también se documentó la presencia de un hogar y de un horno. Encontramos otro exponente en la villa de El Tinto (Madrid), donde después de un incendio, que tuvo lugar a mediados del siglo V, se reocuparon los edificios, se construyó una cabaña en el sector residencial y otra en una torre de almacenamiento con muros de compartimentación, hogares, silos y basureros. Otro caso es la villa de la Torrecilla en Getafe (Madrid) donde se levantaron muros de Reconstrucción de un edificio de fondo de cabañaReconstrucción de un edificio de fondo de cabañacompartimentación sin cimentación y sobre niveles de derrumbe.


Reconstrucción de un edificio de fondo de cabaña
Reconstrucción de un edificio de fondo de cabaña

En tercer lugar algunas villae tuvieron una reutilización funeraria, en la mayor parte de los casos durante el siglo VI. Es difícil estudiarlas porque en muchas ocasiones han sido destruidas por los trabajos agrícolas o por los propios arqueólogos, que estaban más interesados en las estructuras propiamente romanas. Es líneas generales no contienen ni ajuares ni depósitos funerarios y su tipología abarca una cronología muy amplia. Se suele considerar que las inhumaciones, sobre todo cuando el número es elevado, se realizaron en establecimientos abandonados, pero es posible que las zonas de hábitat y las áreas funerarias conviviesen en estrecha proximidad. En el interior peninsular lo más frecuente es que haya una "invasión" de todo el complejo dando lugar a grandes necrópolis. Lo podemos ver en El Tinto y El Val. No está claro si este espacio funerario partía de un edificio cultual o si este espacio de culto se construyó en relación a sepulturas preexistentes. En cualquier caso, aunque en muchas ocasiones estas áreas funerarias continúan o prolongan la necrópolis tardo-romana ubicada en un sector concreto de la villa, cuando existe un espacio cultual suele hacer un desplazamiento del área funeraria hacia la iglesia, como consecuencia de la atracción que ejerce el edificio de culto que satisface las necesidades espirituales, el edificio bautismal y la búsqueda de la "inhumación privilegiada", es decir de ser enterrado en el interior de los martiria o en el ábside de la iglesia, como podemos ver en Vegas de Pueblanueva (Toledo). De esta manera se constituye un complejo cultual que es precedente de la estructura de la parroquia medieval.

Por último en el Imperio romano de Occidente y en Hispania fue muy frecuente la reutilización cultual de parte de la villa. El estudio de estos complejos cultuales da información sobre el cristianismo rural, el crecimiento del patrimonio eclesiástico y la organización parroquial. El cristianismo había entrado en Hispania durante el siglo III y se había propagado al ámbito rural durante el siglo IV y, especialmente, durante el V. Esto impulsó a los possesores a construir complejos cultuales en algún sector de la pars urbana, dando lugar a una nueva forma de evergentismo. Esta reutilización de parte de la villa se desarrolló en dos fases. La primera se sitúa durante la segunda mitad del siglo IV y los primeros años del V, en líneas generales se construyeron oratorios privados para los possesores, tenían también un carácter funerario que podía estar relacionado a la presencia de reliquias. Los principales motivos que llevaron a la construcción de edificios cristianos durante los últimos años del siglo IV y los primeros del V fueron la presencia de una construcción funeraria o de una sepultura privilegiada o la existencia previa de un lugar destinado al culto pagano. La segunda fase tuvo lugar entre los siglos VI y VII, época en la que se construyeron edificios de culto anexos (baptisterios y espacios funerarios). Esta trasformación de los espacios áulicos en espacios cultuales fue un proceso lento y heterogéneo, que coincidió con la construcción de los grupos episcopales en las ciudades. De manera que se configuran ya verdaderos complejos cultuales que convierten a las villae en un polo de atracción.

En conjunto, lo que encontramos es un abandono o reutilización de la zona residencial en beneficio de otras funciones. Y esta transformación nos suministra datos para conocer no solo el devenir de la población hispanorromana y el asentamiento de los pueblos bárbaros, sino las nuevas formas de estructuración del territorio y de explotación de la tierra. Sobre estos puntos se han formulado gran número de hipótesis. Algunas se basan en los cambios ideológicos y culturales. Las características del mundo romano se vieron sustituidas por otras formas de vida menos ostentosa y por lo tanto menos visible en el registro arqueológico. Los edificios fueron habitados por personas de estatus similar a los antiguos dueños, pero los nuevos valores sociales y culturales introducidos por las poblaciones bárbaras, el creciente militarismo y el cristianismo, impulsaron una forma de vida más austera que buscaba la ostentación social a través de los edificios de culto cristianos y de las ceremonias funerarias. Así Sidonio Apolinar, en una epístola del siglo V, muestra la impresión que le causó la austeridad de un antiguo miembro de la administración, describe la villa de Avitacus que carecía mármoles exóticos y también las propiedades de Ferreolus y Apollinaris que no tenían balneum y utilizaban una estructura provisional construida junto a un curso de agua. Esta interpretación entiende que las transformaciones de las villae responde a la asunción de una nueva mentalidad en la que la estética grecorromana se volvió irrelevante, y no al declive de la villa en sí misma.

Otra hipótesis, más tradicional, considera que los bárbaros fueron los que desencadenaron una crisis en el sistema de organización y explotación del territorio, que repercutió en el ámbito económico y cultural. Tomando como base los textos de Orosio e Hidacio, que describen las revueltas de bagaudae y las incursiones bárbaras, el siglo V parece un momento de destrucciones constantes en las villas y ciudades. Pero la documentación arqueológica más reciente no corrobora esta hipótesis y no está claro como fueron datadas las capas de cenizas y las reconstrucciones publicadas en las excavaciones de 1960 y 1980. De hecho los vándalos, suevos y alanos casi no dejaron evidencias arqueológicas, lo que refuerza la teoría de que estuvieron muy romanizados y que se asentaron en estructuras precedentes, como las villas, en lugar de destruirlas. A mayores hay constancia de que a lo largo del siglo V seguían existiendo terratenientes. Por ejemplo varios parientes del emperador Honorio reclutaron un ejército desde sus fincas para luchar contra Constantino III, Isidoro de Sevilla relata la oposición de los terratenientes de Tarraconensis a los visigodos, el obispo de Roma Hilario se refiere a los honorati et possessores de las diferentes áreas del valle del Ebro… Existen cementerios del siglo IV y V de comunidades rurales vinculados a grandes villas y, ya en el siglo VI, de población visigoda (probablemente porque con la caída del Imperio romano se apropiaron de las propiedades senatoriales e imperiales). En resumen, no hubo un abandono súbito de las villae ni se registra una destrucción en las últimas fases de ocupación.

A. Azkárate y J. A. Quirós han planteado que estos edificios pudieron ser reocupados por una nueva clase de pequeños propietarios libres que, tras la desaparición del imperio romano y la llegada de los bárbaros, no estaban sujetos a rentas de carácter señorial y tampoco se veían obligados a pagar impuestos. Por lo que tenían más autonomía en los procesos productivos y en las formas de ocupación del espacio. El problema de esta hipótesis es que el pago de rentas y de impuestos está documentado en los textos de los siglos VI y VII (concilios, legislación y pizarras visigodas), donde también hay alusiones a la existencia de enormes propiedades trabajadas por agricultores dependientes.

A. Azkárate y J. A. Quirós también sugieren que el uso de materiales pobres y la sustitución de la piedra por la madera se debe a una reducción en el comercio y en la extracción y producción de materiales productivos.

Es más probable que con la desarticulación del comercio y la disminución de la producción los propietarios se fuesen empobreciendo de manera paulatina. Es decir que la desintegración de las estructuras administrativas y económicas del Imperio provocaron a partir del siglo V un empobrecimiento generalizado de las élites romanas, cuyas propiedades fueron absorbidas de manera gradual por la iglesia y pos las nuevas élites bárbaras. De manera que las nuevas condiciones económicas, sociales y políticas de la época visigoda favorecieron nuevas formas de explotación del territorio y nuevos tipos de asentamiento que terminaron haciendo desaparecer a las villae.

También se ha planteado que fuese la acumulación masiva de fundi, en manos de la iglesia y de las élites visigodas, lo que provocó el abandono de numerosos edificios rurales y su reocupación por parte de las comunidades campesinas, hispanorromanas y visigodas. Pero no se ha documentado ninguna residencia rural con un nivel de vida similar al de las villas de los siglos IV y V. Aunque pudo haber un proceso de concentración de la propiedad en el siglo V que conllevase un abandono de las residencias que pasarían a convertirse en viviendas campesinas ignorando la vieja distribución en función de nuevas necesidades prácticas. Llegado el caso se pudieron utilizar como almacenes o como lugares de transformación y funcionalidad agrícola (esto explicaría la aparición de hogares en estancias con mosaicos, la instalación de industrias y pequeños talleres, el aprovechamiento del peristilo,…) incluso antes de las invasiones. Además aparecen otras formas de residencia y de explotación del territorio. Las invasiones pudieron precipitar estos procesos debido al impacto inmediato de la sensación de inseguridad. Así pudo acelerarse el fenómeno de concentración propietaria en torno a los más poderosos, aquellos capaces de organizar algún tipo de defensa, de ofrecer protección o de replegarse a estructuras fácilmente defendibles (ciudades, castra, castella), incluso se crearon poblados de nueva planta que pudieron ser los lugares en los que los propietarios fijaron un nuevo modelo de residencia. Además en el nuevo contexto político las grandes estructuras residenciales destinadas a la recepción y representación perdieron sentido.

Las tesis tradicionales se basan en la despoblación y J. Mª Gurt, llega a proponer un abandono generalizado del campo. Pero la arqueología no apoya estas tesis. En primer lugar el uso de las villae para motivos utilitarios, entierros o culto cristiano muestra que hay población rural cercana. Y con respecto a que se abandonen y sean recuperadas de manera efímera por las clases más pobres, cabría señalar que parte de estos cambios se realiza antes de que sean abandonadas y además la riqueza de algunas tumbas indica que siguen existiendo personas de alto estatus.

Existen procesos similares en otros lugares del Imperio romano de occidente, como Gran Bretaña, Gaul e Italia. Se han propuesto distintas interpretaciones, que se parecen a las que acabamos de exponer, para explicar estos cambios: el asentamiento de los barbaros en los yacimientos, una militarización de la sociedad que conllevó un menor interés en el mantenimiento de residencias monumentales, razones económicas y tecnológicas y trasformaciones en la mentalidad y en los valores culturales de las élites que prefirieron un estilo de vida no romano.

De todas maneras los datos arqueológicos que tenemos hasta el momento de Hispania nos permiten formular otras hipótesis.

Teniendo en cuenta que el uso de materiales pobres coexiste con las edificaciones de piedra, algunos autores ha postulado un cambio de tradición en las técnicas constructivas que habría incorporado modelos constructivos de tipo "germánico" o podrían ser reformas o remodelaciones constructivas de estancias o edificios en estado semi-ruinoso (como sería el caso de la villa de El Val).

Además la economía no es suficiente para explicar un cambio tan radical en la costumbre, que queda patente en los enterramientos, que en ocasiones coexistieron con espacios de hábitat, algo impensable según la mentalidad romana.

Por ultimo, aunque no hay una ruptura radical ni una interrupción en la secuencia ocupacional de las villae, pero estos espacios que se consagran al culto cristiano conducen a una fragmentación de las villas en el siglo VII, desaparecen como tales y se transforman en un asentamiento estructurado y jerarquizado por el edificio de culto que da homogeneidad y unidad a las edificaciones y a los habitantes.

Todavía durante los siglos VII y VIII encontramos referencias en los textos que indican la existencia de aristocracias y de residencias rurales. En la Península Ibérica no están documentadas arqueológicamente, pero pueden estar cerca de algunas de las iglesias monumentales rurales de época altomedieval y que se podrían interpretar como capillas privadas de estas propiedades.

Conclusión

El estudio de las transformaciones de las villae romanas nos muestra de modo específico las diferentes funcionalidades de la tierra y las transformaciones de los núcleos de población a lo largo de los siglos.

Si en un primer momento, las villae tuvieron el carácter predominante de explotación agraria al que se unió de modo incidental el del otium de su propietario, posteriormente estas villae se van a agrupar dando lugar a fundus y a massae, de los que resulta una primera configuración del territorio en la que en cierta medida se apoyó posteriormente la estructuración económica y social visigoda.

Como señala Brogiolo, la transformación de la villa desde sus orígenes en la época republicana hasta su transformación en el mundo visigodo manifiesta que la originaria unidad entre la ciudad y el campo se rompió y el territorio rural se independizó del control político de la ciudad. El poder económico y militar se movió a las zonas rurales, originando así un primer paisaje feudal donde castella y turres presiden la nueva ordenación territorial .



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