La tragedia de la identidad humana: del Edipo Rey de Sófocles a Incendies de Denis Villeneuve

October 3, 2017 | Autor: L. Jiménez Justicia | Categoría: Greek Tragedy, Literature and cinema, Classical Reception Studies
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Descripción

La tragedia de la identidad humana: del Edipo Rey de Sófocles a Incendies de Denis Villeneuve Lorena Jiménez Justicia (Universidad de Almería) Sófocles, Edipo Rey, vv. 1076-1085: Ὁποῖα χρῄζει ῥηγνύτω· τοὐμὸν δ' ἐγώ, κεἰ σμικρόν ἐστι, σπέρμ' ἰδεῖν βουλήσομαι. Αὕτη δ' ἴσως, φρονεῖ γὰρ ὡς γυνὴ μέγα, τὴν δυσγένειαν τὴν ἐμὴν αἰσχύνεται. Ἐγὼ δ' ἐμαυτὸν παῖδα τῆς Τύχης νέμων τῆς εὖ διδούσης, οὐκ ἀτιμασθήσομαι. Τῆς γὰρ πέφυκα μητρός· οἱ δὲ συγγενεῖς μῆνές με μικρὸν καὶ μέγαν διώρισαν. Τοιόσδε δ' ἐκφὺς οὐκ ἂν ἐξέλθοιμ' ἔτι ποτ' ἄλλος, ὥστε μὴ 'κμαθεῖν τοὐμὸν γένος. ¡Qué estalle lo que quiera! Yo, aunque sea baja, seguiré queriendo conocer mi estirpe. Ella quizá, pues es orgullosa, como mujer, de mi bajo origen se avergüenza. Pero yo, que me tengo a mí mismo por hijo de la Fortuna, la que da el bien, no seré deshonrado. Pues de esta madre he nacido; y los meses, mis hermanos, me han distinguido como insignificante y poderoso. Siendo tal mi parentela no podría probar después ser otro, de modo que no hay razón para no averiguar mi origen1.

“Hijo de la Fortuna”, no hay palabras que designen mejor al personaje inmortal que es Edipo y también, por qué no decirlo, al ser humano en general. Estos versos se insertan en el tercer episodio del Edipo Rey de Sófocles. Pronunciados por su protagonista, constituyen, como ha señalado Kamerbeek2, la culminación de su engaño y de la ironía trágica, elemento estructural más importante de la obra3, pero también nos muestran la dignidad de un héroe que no cae ante los embates del destino. En efecto, a petición de los ciudadanos tebanos, acosados por la plaga que asola la ciudad, Edipo inicia una pesquisa en que la búsqueda del asesino de Layo se tornará en la investigación y reconocimiento de su propia identidad. Para averiguar la verdad, en primer lugar, Edipo hace llamar, a instancias de su cuñado Creonte, al adivino Tiresias que, muy a su pesar, acabará confesándole de forma enigmática que el criminal es el propio Edipo y que mantiene una relación antinatural con los seres que le son más cercanos. Desdeñando el arte adivinatorio, Edipo, fiado en su razón, acusa a Tiresias de haber tramado un complot con Creonte para arrebatarle el poder. Tras una discusión con su cuñado, Yocasta trata de tranquilizarlo diciéndole que no debe temer los oráculos, pues los servidores de Apolo dijeron una vez a Layo que sería asesinado por su hijo en 1

Nos basamos en la edición de Jebb (1966). Kamerbeek (1967: 21). 3 Para la ironía trágica en la obra, puede verse también Vernant (2002b). 2

un cruce de caminos y, sin embargo, lo mataron unos bandidos. Este cruce de caminos hace saltar la primera alarma en la mente de Edipo, al recordar que antes de llegar a Tebas tuvo una trifulca en un lugar similar al que describe Yocasta que acabó con la muerte de su adversario. Sin embargo, aún conserva la esperanza: el único superviviente de aquella escaramuza, un sirviente, al volver a Tebas aseguró que habían sido asaltados por varios hombres. En su examen incansable de la verdad, Edipo lo manda llamar. Entretanto llega un mensajero procedente de Corinto que anuncia la muerte de Pólibo, aquel al que Edipo cree su padre. A pesar de ello, el héroe sigue temeroso por el oráculo que le fue dado en Delfos, según el cual mataría a su padre y se casaría con su madre. Uno de los peligros ha sido superado, pero su madre sigue viva. El mensajero, que ha oído sus razones, le confiesa que no es hijo de los reyes corintios y que él mismo lo recibió, procedente de la casa de Layo, de manos de otro pastor en el monte Citerón. Yocasta, sabedora ya de la terrible verdad, sale de escena con el deseo de que Edipo nunca llegue a descubrir quién es. Aquí se insertan los versos que citamos. El héroe imagina ser hijo de algún esclavo de la casa real, lo que lo situaría, por su estirpe, muy lejos de la noble Yocasta. No es capaz de comprender que su situación es justamente la contraria: se encuentra demasiado cercano a ella. El veredicto de Edipo sobre su destino es verdadero, pero solo se centra en un aspecto de la verdad: está en la naturaleza de las cosas y en la de la condición humana que lo pequeño y lo grande sean intercambiables4, pero al final de la tragedia se descubrirá que lo son en un sentido contrario al que Edipo imagina: él no nació esclavo y llegó a ser rey, sino que, habiendo nacido de reyes, llegó a ser grande y ahora su condición es “vivir una vida igual a la nada”, tal como afirma el coro en el verso 1187. En efecto, el tiempo hace inteligible la esfera divina y pone a cada cual en su sitio, como recuerda, de nuevo, el coro un poco más adelante: “Te ha descubierto, a tu pesar, el tiempo que todo lo ve” (1213)5. En nuestra opinión, estos versos esconden el significado más profundo de la tragedia que analizamos. Edipo Rey versa sobre la identidad, no solo sobre la del héroe que vemos en escena, sino sobre la identidad del ser humano en general. Así lo han señalado varios estudiosos. Por poner solo algunos ejemplos, Dodds afirma que si cada hombre pudiese rasgar todos los velos de la ilusión, si pudiese ver la vida humana como la ve un dios, su vida resultaría, en efecto, “igual a la nada”6. Vernant, por su parte, dice: “Cuando, a la manera de Edipo, quiere llevar hasta el final la investigación sobre lo que es, el hombre se descubre a sí mismo como enigmático, sin consistencia ni dominio que le sea propio, sin punto de engarce fijo, sin esencia definida, oscilando entre igual a un dios e igual a nada. Su verdadera grandeza consiste en eso mismo que expresa su naturaleza de enigma: la interrogación”7. Sin embargo, la tragedia griega era una obra de arte compleja, que también tenía un matiz religioso y, sobre todo, político. El Edipo Rey fue representado, probablemente, en el 425 a. C8. En estos años tenía lugar la guerra arquidámica. Delfos 4

Kamerbeek (1967: 207). Tal como señala Vidal-Naquet (2002: 156). 6 Dodds (1966: 48). 7 Vernant (2002b: 134). 8 La fecha no es segura. Vid. Kamerbeek (1967: 28). 5

era proespartana, lo que estaba minando la fe de los atenienses en el oráculo. Sófocles hace así un llamamiento a sus conciudadanos: si no se puede creer en el oráculo de Delfos, toda la fe tradicional puede venirse abajo9. Además, nos encontramos en un momento cultural en que razón mítica y razón positiva se estaban enfrentando, lo cual el dramaturgo lleva a escena a través del famoso agón entre Tiresias y Edipo10. En más de una ocasión se ha dicho que la tragedia versa sobre la inexorabilidad del destino siendo Edipo una especie de títere en manos de los dioses. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que los dioses conocen el futuro de los hombres. Apolo le revela a Edipo su destino, pero en ningún momento guía sus pasos. Todo lo que hace sobre la escena lo lleva a cabo como un agente libre, por voluntad propia. En los versos 1329-1330 el héroe reconoce que Apolo ha sido artífice de sus infortunios, pero en ningún momento ni él ni ningún otro de los personajes culpa al dios. Con ello, el dramaturgo pone en evidencia que la justicia divina es muy diferente de la humana; el hombre no puede entenderla, pero debe acatarla11. Por otra parte, la obra indaga en el concepto de ἁμαρτία (error). En la Poética, Aristóteles recomienda que, para que la tragedia cause temor y compasión, los personajes deben ser tales que ni sobresalgan en virtud y justicia ni caigan en la desdicha por su bajeza y maldad, sino por algún error. Lo ideal es pasar de la dicha a la desdicha no por maldad, sino por un gran error (ἁμαρτίαν μεγάλην)12. Como ha señalado Dodds, el uso del término ἁμαρτία es ambiguo: a veces se aplica a juicios morales falsos, otras veces, al puro error intelectual. Aristóteles usa aquí ἁμαρτία como ἁμάρτημα en la Ética a Nicómaco (1135b 12) y la Retórica (1374b 6). Se trata de una ofensa cometida por ignorancia de algún hecho material y, por tanto, libre de πονηρία o κακία. Edipo ha violado las leyes más sagradas de la naturaleza y ha incurrido en la más horrible de las poluciones; pero lo ha hecho sin πονηρία porque no sabía lo que hacía. Es por ello que sentimos compasión, por el frágil estado del hombre, y terror, por un mundo cuyas leyes no comprendemos13. Así, desde el punto de vista del derecho humano Edipo es inocente, pero desde una perspectiva religiosa es culpable, pues lo que ha realizado sin saberlo supone el golpe más terrible contra el orden sagrado que gobierna la vida humana, de ahí que acabe arrancándose los ojos14. En cuanto a su carácter político, el Edipo Rey nos muestra los excesos de la tiranía. En efecto, el tirano15, creyéndose casi un dios, comete actos que solo a los celestiales están permitidos tales como el incesto o el parricidio. Ello pone a nuestro personaje en un plano a la vez infrahumano y sobrehumano, pues Edipo es ante todo un ser ambiguo: rey divino y pharmakós (chivo expiatorio), sabio e ignorante, ciudadano y marginado, etc16.

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Dodds (1966: 47). Bettini-Guidorizzi (2008: 148). 11 Dodds (1966: 42-43). 12 Arist., Po., 1453a 5-15. 13 Dodds (1966: 38-39). 14 Dodds (1966: 43), Vernant (2002b: 113). 15 Sobre el tema de la tiranía cf. Vernant (2002c), Bettini-Guidorizzi (2008: 103-106). 16 Vernant (2002b). 10

Todos estos elementos hacen de Edipo un personaje inolvidable. Es el hombre que en su incansable búsqueda de la verdad se conoce a sí mismo y descubre con horror la identidad del ser humano, sujeto a los embates del destino y a sufrimientos inexplicables. Sin embargo, su fuerza e inteligencia son admirables y se convierte en un ejemplo del hombre que acepta su Fortuna con entereza. Por esta razón la obra de Sófocles fue alabada ya desde la antigüedad. Aristóteles señaló en su Poética que la anagnórisis que se produce en el Edipo Rey es la más perfecta, pues va acompañada de la peripecia17. Desde la Edad Media hasta la era contemporánea han sido muchos los dramaturgos, novelistas y artistas plásticos que se han inspirado en ella para sus creaciones. Asimismo, ha llamado la atención de filósofos como Nietzsche que en el noveno capítulo del Nacimiento de la Tragedia ve en Edipo el ejemplo de la sabiduría dionisíaca. En el siglo XX, la interpretación más influyente ha sido la de Freud para quien el héroe ejemplifica una patología, “el complejo de Edipo”, según el cual algunos individuos sienten un deseo inconsciente de matar al padre para poseer totalmente a la madre. Como han señalado varios helenistas, esto no se puede colegir de la tragedia sofoclea18. Sin embargo, hemos de recordar que estamos ante un mito y los mitos no son rígidos ni unívocos, sino totalmente maleables y a nuestra disposición para jugar con ellos y crear nuevos significados. A pesar de su fama, han sido pocas las adaptaciones a la pantalla grande del drama de Sófocles. La primera es la de Tyrone Guthrie, que filmó en 1965 un Edipo Rey en que mantiene las convenciones teatrales, por tanto, no podemos hablar de una adaptación puramente cinematográfica. Lo mismo cabe decir de la película de Philip Shaville, de 1967, rodada en el teatro de Dodona. La primera versión cinematográfica es la de Pier Paolo Pasolini (Edipo re, 1967), que siguiendo casi el pie de la letra el texto de Sófocles, interpreta el mito desde un punto de vista psicoanalítico19. Por último, Jorge Alí Triana se basó en el texto de Sófocles para su Edipo alcalde (1996), en que la historia se inserta en una Colombia asediada por las guerrillas. Cabe destacar que el denominado “complejo de Edipo” ha influido más en la cultura popular que la obra de Sófocles. Así, lo encontramos tratado en largometrajes, como Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock, o en su precuela en forma de serie televisiva Bates Motel, donde Norman Bates, como Edipo, mata inconscientemente a su padre y mantiene una relación cuasi incestuosa con su madre. Woody Allen trató el tema de forma satírica en “Edipo reprimido”, inserto en la película coral Historias de Nueva York (1989). El complejo aparece en clave de humor en la exitosa serie de animación Los Simpson (1989-actualidad), en los personajes del director Skinner y su madre, y en The Big Bang Theory (2007-actualidad) a través de Howard Wolowitz, por poner sólo los ejemplos más significativos. Sin embargo, en 2010 se estrenó una película que mantiene el espíritu de la tragedia de Sófocles, si bien sólo está inspirada en ella por vía indirecta. Se trata de Incendies, del director canadiense Denis Villeneuve. La producción es una adaptación 17

Arist., Po. 1452a 30, 1455a 20. En contra de la interpretación freudiana Vernant (2002a), Ruipérez (2006: 29-34), Bettini-Guidorizzi (2008: 152-169). 19 Sobre estas adaptaciones, vid. García Romero (1998: 194-202). 18

de la obra teatral homónima, basada en el Edipo Rey, del dramaturgo libanés, afincado en Quebec, Wajdi Mouawad20, gran admirador de la tragedia griega y de Sófocles, a quien ha llevado a escena en más de una ocasión21. El largometraje tiene una estructura compleja. No se trata de una adaptación fiel de las palabras y los personajes de Sófocles, pero el director juega con los temas más significativos de la tragedia adaptándolos a un contexto más cercano a nuestro entorno cultural. Como el mismo Villeneuve afirma, Incendies trata de la búsqueda de identidad de dos jóvenes adultos22. El film comienza con una escena en que vemos a un niño en un orfanato. La cámara nos muestra su talón donde se encuentra un tatuaje en forma de tres puntos verticales. La anomalía en los pies aparece también en el Edipo Rey (v. 1034), donde se trata de un acto de crueldad por parte de sus padres para asegurar la muerte del recién nacido, pero también de una marca que lo señala como marginado y elegido al mismo tiempo23. A continuación nos encontramos en el despacho del notario Jean Lebel donde los mellizos Jeanne y Simon Marwan asisten a la lectura del testamento de su madre, que les pide que no coloquen una lápida sobre su tumba hasta que averigüen la identidad de su padre y de su hermano. Mediante un flash-back nos situamos en un país de Oriente Medio (cuyo nombre nunca se menciona, pero que representa El Líbano) y descubrimos que la madre de los mellizos, Nawall Marwan, de confesión cristiana, mantenía relaciones con un refugiado musulmán. Sus hermanos la descubren y matan a su amante. Nawall confiesa a su abuela que está embarazada. Esta la ayuda a dar a luz y tatúa el talón del niño, que va a entregar a un orfanato, para que sirva como signo de reconocimiento. El tema del niño expósito es de gran importancia en el Edipo Rey. La película lo retoma eliminando aquellos detalles que resultan ajenos a nuestra mentalidad. En la tragedia de Sófocles, Edipo es abandonado porque un oráculo había predicho a Layo que su hijo sería su asesino. En el sentimiento religioso actual, la creencia en los oráculos ha sido plenamente desechada, por lo que el director busca un pretexto más cercano a nuestra sensibilidad y mejor adaptado a lo que su película explora: el niño es dado en adopción porque supone una vergüenza para una familia cristiana. Indaga así en los conflictos familiares que surgen de los enfrentamientos bélicos. Si Edipo vuelve con sus padres por casualidad, Nawall tiene la esperanza de poder reencontrarse con su hijo. Tras el parto, Nawall promete a su abuela irse a vivir a Daresh (ciudad ficticia) con su tío y comenzar una carrera. En la nueva ciudad, Nawall se inserta en un movimiento estudiantil contra el Partido Nacionalista Cristiano que pretende expulsar del país a los refugiados musulmanes. El Partido toma el campus universitario y Nawall se separa de su familia para ir en busca de su hijo, pero, cuando llega al orfanato, es demasiado tarde, pues este ha sido destruido. Un hombre le dice que muchos de los niños han sido trasladados a Deressa. Nawall se hace pasar por

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La obra teatral forma parte de una trilogía. Puede verse una reseña de la misma en El País (4 de julio de 2009). 21 Tal como él mismo afirma en una entrevista concedida al diario El País el 8 de febrero de 2014. 22 En una entrevista concedida a El Mundo el 17 de enero de 2011. 23 Sobre el significado del “pie hinchado” vid. Vernant (2002c), Ruipérez (2006: 66-89), BettiniGuidorizzi (2008: 94-111)

musulmana y se sube a un autobús que traslada a refugiados. En el camino son atacados por cristianos. Nawall se salva mostrando una cruz, prueba de su verdadera identidad. Simon no quiere cumplir la última voluntad de su madre. Jeanne, sin embargo, inicia una investigación que la lleva hasta el pueblo natal de Nawall. Jeanne representa la racionalidad, profesora de matemáticas en la universidad, no cesa en la búsqueda de la verdad, tal como Edipo en el drama de Sófocles. Sin embargo, Edipo es un hombre que en la pesquisa de un asesinato acaba descubriendo su propia identidad, mientras que Jeanne es consciente de que va a averiguar quiénes eran su madre, su padre, su hermano y, por tanto, ella misma. Se trata de un misterio, el de la identidad propia, pero no de una especie de “intriga policial” que acaba resultando algo muy distinto, como en la magistral obra de Sófocles. Ello se debe a que Villeneuve ha eliminado el tema del parricidio, tan importante en el mito edípico griego inserto en una cultura fuertemente patriarcal en que no se podía imaginar un crimen peor24. En su lugar, el director canadiense ha decidido mostrarnos el drama de una mujer en un pueblo asediado por enfrentamientos de índole religiosa. Así, el mito se actualiza para reflexionar acerca de la situación de las mujeres en zonas en conflicto. Un tema muy en boga en la actualidad mediante el que se despierta la simpatía del espectador. Además, al dejar de lado el motivo del crimen, la película se centra de lleno en el problema de la identidad. Jeanne descubre que su madre estuvo condenada en la prisión de Kfar Ryat. Para averiguar el porqué se dirige al pueblo natal de su progenitora donde habla con unas señoras que, al descubrir que es hija de Nawall, la expulsan diciéndole que su madre es una vergüenza para la comunidad. De nuevo, viajamos hacia atrás en el tiempo para descubrir que Nawall se unió a los insurrectos musulmanes y mató al jefe de las milicias cristianas, de ahí su condena. Cabe destacar que los continuos flash-backs funcionan a modo de ironía trágica, pues anticipan al espectador los sucesos que los protagonistas descubrirán más tarde. Jeanne no se da por vencida. Se dirige a ver a uno de los antiguos funcionarios de la prisión de Kfar Ryat. Este le dice que su madre estuvo quince años en la cárcel, que la llamaban “la mujer que canta” y que nunca se doblegaba, pero no quiere hablar más y advierte a la muchacha de que “a veces es mejor no saberlo todo”. Esta reticencia a contar lo que saben aquellos que tienen la solución al misterio, como las mujeres libanesas o este personaje, aparece también en el Edipo Rey. Cuando Tiresias es interrogado, se niega a hablar quejándose de lo penoso que es el saber cuando no aprovecha al que sabe (vv. 316-317). Tampoco el pastor que entregó a Edipo en lugar de abandonarlo quiere revelarle la verdad (vv. 1146 ss.). Tanto en la película como en la tragedia el descubrimiento de la verdad, de la identidad propia, se revelan así como algo doloroso. Pero Jeanne, al igual que Edipo, no ceja en su empeño, por lo que al final el ex-funcionario le confiesa que su madre quedó embarazada de su torturador, Abu Tarek, que la violó en varias ocasiones con el fin de doblegar su voluntad; cuando dio a luz, fue puesta en libertad. El funcionario le da la dirección de la enfermera que la asistió en el parto, afincada ahora en Daresh. Ante estos nuevos acontecimientos, Jeanne llama a su hermano para que la ayude. Simon se dirige al país acompañado de Jean Lebel. 24

Vid. Dodds (1966: 44).

Mediante un nuevo flash-back vemos que Nawall dio a luz a mellizos y quiso abandonarlos, pero la enfermera decidió recogerlos. Simon y Jeanne van en busca de la matrona y esta les confirma que Nawall dio a luz mellizos después de ser violada. Los hermanos saben ya una parte de la terrible historia: son los hijos del verdugo de su madre, pero, como en el caso de Edipo, están solo ante una pequeña parte de la verdad. Con ayuda de un notario libanés amigo de Jean Lebel, los hermanos descubren que el hijo que tuvo su madre fue entregado al orfanato con el nombre de Nihad de mayo, pues era común poner por apellido el mes en que los niños entraban en la institución. Tras varias pesquisas Simon se reúne con Chamseddine, jefe de las milicias musulmanas. Este le cuenta que Nihad de mayo trabajó para él. Intentó buscar a su madre infructuosamente y quiso hacerse mártir, pero Chamseddine se lo impidió; en su lugar, decidió mandarlo a la prisión de Kfar Ryat como verdugo, donde tomó el nombre de Abu Tarek. En la siguiente escena, Nawall nada más salir de la cárcel, entra en un coche para hablar con su jefe, que le promete ayuda para tener un futuro mejor. Debe irse a Canadá y llevarse a sus mellizos. Ella no quiere saber nada de sus hijos, pero, finalmente, acepta. Simon se encuentra con su hermana y le pregunta si uno más uno puede ser igual a uno; entonces, Jeanne comprende la verdad. Los problemas matemáticos, a los que se hace referencia en varias ocasiones, funcionan en la película de forma análoga al enigma de la Esfinge en el mito de Edipo, aparentemente irresoluble, pero que esconde una verdad más allá de lo que formula. Si el enigma de la Esfinge, cuya respuesta era “el hombre” escondía en realidad la pregunta “¿quién es Edipo?”, la conjetura de Siracusa, a la que se alude al inicio del film, dice que mediante una serie de operaciones matemáticas un número entero siempre puede llevar al uno. Nadie sabe por qué ni se ha resuelto nunca el problema. Sin embargo, en él está la clave de la vida de los mellizos: su hermano es a la vez su padre: uno más uno no es dos, sino uno. Volvemos, de nuevo, al pasado. Nawall se encuentra en la piscina pública con su hija Jeanne y se da cuenta de que uno de los socorristas tiene en el talón el tatuaje de reconocimiento que su abuela hiciera a su hijo abandonado. Se acerca a él y descubre, horrorizada, que se trata de Abu Tarek. Se sume en un estado de shock por el cual enferma y, finalmente, muere. Gracias a Chamssedine, los mellizos descubren que su hermano-padre vive ahora en Canadá bajo el nombre de Nihad Harmaní. Lo encuentran y le dan dos cartas de Nawall, una dirigida al hijo, otra al padre. Nihad descubre entonces su verdadera identidad. Jeanne y Simon pueden ya colocar la lápida en la tumba de su madre. La película finaliza con Nihad meditabundo ante la tumba de su madre y víctima. Este film es un claro ejemplo de la perdurabilidad y adaptabilidad de los mitos y la literatura griegos. Sin seguir al pie de la letra el texto de Sófocles, toma los temas claves del Edipo Rey y los sitúa en un contexto que nos hace reflexionar sobre problemas de gran importancia. El aspecto religioso, tan presente en la tragedia griega, se adapta al ambiente actual en que las dos grandes religiones monoteístas son protagonistas de conflictos incesantes en Oriente Medio. El odio engendrado por tales

enfrentamientos, destruye las familias, de modo que los lazos se diluyen y uno puede acabar siendo el verdugo de su propia madre. Esto nos puede resultar mucho más cercano que la historia de un hombre guiado por el destino y separado de los suyos por el poder de un oráculo. Otro aspecto importante es el del exilio. Edipo es un exiliado en Tebas. Nadie conoce su pasado. Él mismo le cuenta a Yocasta su origen y las razones por las que llegó a Tebas, por primera vez, en el momento en que tiene lugar la tragedia, después de haber vivido con ella largos años y engendrado cuatro hijos (vv. 775 ss.) Asimismo, Nawall Marwan es una desconocida para quienes la rodean, ni sus hijos ni sus amigos conocen su pasado hasta después de su muerte. El exiliado es, a la vez, de dos mundos y de ninguno. Aquel que haya tenido que huir de su país debido a enfrentamientos bélicos, probablemente, esconde una historia marcada por actos de violencia. Desgraciadamente, esta situación persiste hoy en día. Pero, sobre todo, tanto el film como el drama sofocleo giran en torno al tema de la identidad humana. Si recordamos los versos que hemos citado como inicio de este estudio, Jeanne, al igual que Edipo, quiere conocer su origen, aunque ambos intuyen que este es oscuro en algún sentido. Esta búsqueda llevará a los personajes a saber no solo quiénes son ellos, sino también su familiares más cercanos: padre, madre y hermanos. Conocida la verdad, pueden llamarse a sí mismos “hijos de la Fortuna”, pues por una serie de circunstancias vitales incontrolables descubren que su familia está manchada por el crimen y el incesto. Y la reflexión sobre la identidad individual nos lleva a pensar en la identidad de la humanidad, que “vive una vida igual a la nada”, marcada por un sufrimiento inexplicable. Sin embargo, el protagonista de la película no es Edipo, sino su madre y hermanos. Este cambio en el punto de vista desde el que se cuenta la historia permite a Villeneuve mostrarnos a un personaje femenino, Nawall Marwan, fuerte, que lucha contra la situación que le ha tocado vivir, pero no puede controlar las terribles consecuencias de sus actos y su entorno. Además, el Edipo de Villeneuve es bien distinto de aquel de Sófocles. Este último aparece como una persona inocente, víctima de una gran ἁμαρτία, pero, a la vez, elegido de los dioses. Lo miramos con compasión y terror, pero también con comprensión e incluso veneración por su búsqueda incansable de la verdad y por la aceptación de su propia identidad. El Edipo de la película se parece al sofocleo por ser violento. Recordemos que a lo largo de la obra amenaza sucesivamente a Tiresias, a Creonte y al pastor de Layo. Nihad es un francotirador y verdugo, pero no podemos sentir compasión por él. Su error no es un error inocente, infligir daños físicos y violaciones atenta contra los derechos humanos. Así, el largometraje se convierte en un alegato contra el odio. El valor pedagógico de esta historia es innegable. Dada la extensa duración del largometraje (130 minutos) podemos invitar a los alumnos a verla en casa. Ya en clase, con el texto que proponemos en la mano, iniciaremos un debate. ¿Qué parecidos y diferencias encuentran entre Incendies y Edipo Rey? ¿En qué reside la identidad humana: en la familia, en el lugar de nacimiento...? ¿Les llevan ambas historias a reflexionar sobre sí mismos? ¿Por qué en pleno siglo XXI se sigue recurriendo a los mitos griegos para expresar ideas de forma artística? Tendremos así la oportunidad de

realizar una actividad innovadora en que los alumnos podrán pensar por sí mismos y admirar la fuerza y grandeza del legado clásico. Bibliografía -Bettini, M. y Guidorizzi, G., El mito de Edipo: imágenes y relatos de Grecia a nuestros días, Madrid, 2008. -Dodds, E.R., “On misunderstanding the Oedipus rex”, G&R 13.1 (1966), pp. 37-49. -García Romero, F., “Adaptaciones cinematográficas de la tragedia griega”, en E. García Novo e I. Rodríguez Alfageme (eds.), Dramaturgia y puesta en escena en el teatro griego, Madrid, 1998. -García Yebra, V., Poética de Aristóteles, edición trilingüe, Madrid, 1974. -Jebb, R., The Oedipus Tyrannus of Sophocles, Cambridge, 1966. -Kamerbeek, J.C., The plays of Sophocles, Comentaries, Part IV, The Oedipus tyrannus, Leiden, 1967. -Ruipérez, M.S., El mito de Edipo: lingüística, psicoanálisis y folklore, Madrid, 2006. -Vernant, J.P., “Edipo sin complejo”, en J.P. Vernant y P. Vidal-Naquet, Mito y tragedia en la Grecia antigua, vol.I, Barcelona, 2002a, pp. 79-101. -Vernant, J.P., “Ambigüedad e inversión: sobre la estructura enigmática del Edipo rey”, en J.P. Vernant y P. Vidal-Naquet, Mito y tragedia en la Grecia antigua, vol.I, Barcelona, 2002b, pp. 103-135. -Vernant, J.P., “De Edipo a Periandro: el tirano cojo”, en J.P. Vernant y P. VidalNaquet, Mito y tragedia en la Grecia antigua, vol.II, Barcelona, 2002c, pp. 47-69. -Vidal-Naquet, P., “Edipo en Atenas”, en J.P. Vernant y P. Vidal-Naquet, Mito y tragedia en la Grecia antigua, vol.II, Barcelona, 2002, pp.142-164.

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