La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM): últimas producciones béticas de imitación para la mesa

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Descripción

COMER A LA MODA: IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Col·lecció INSTRUMENTA Barcelona 2014

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COMER A LA MODA

IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Francisco José García Fernández Enrique García Vargas (Eds.)

© PUBLICACIONS I EDICIONS DE LA UNIVERSITAT DE BARCELONA, 2014 Adolf Florensa, 2/n; 08028 Barcelona; Tel. 934 035 442; Fax 934 035 446. [email protected] 1ª edición: Barcelona, 2014 Director de la colección: JOSÉ REMESAL. Secretario de la colección: ANTONIO AGUILERA. Diseño de la cubierta: CESCA SIMÓN. Composición y maquetación: SERGI CALZADA. CEIPAC - http://ceipac.ub.edu Unión Europea: ERC Advanced Grant 2013 EPNet 401195. Gobierno de España: DGICYT: PB89-244; PB96-218; APC 1998-119; APC 1999-0033; APC 1999-034; BHA 2000-0731; PGC 2000-2409-E; BHA 2001-5046E; BHA2002-11006E; HUM2004-01662/HIST; HUM200421129E; HUM2005-23853E; HUM2006-27988E; HP2005-0016; HUM2007-30842-E/HIST; HAR2008-00210; HAR2011-24593. MAEX: AECI29/04/P/E; AECI.A/2589/05; AECI.A/4772/06; AECI.A/01437/07; AECI.A/017285/08. Generalitat de Catalunya : Grup de Recerca de Qualitat: SGR 95/200; SGR 99/00426; 2001 SGR 00010; 2005 SGR 01010; 2009 SGR 480; 2014 SGR 218; ACES 98-22/3; ACES 99/00006; 2002ACES 00092; 2006-EXCAV0006; 2006ACD 00069. Esta edición ha contado con la colaboración financiera de los Proyectos de Investigación: “La construcción y evolución de las entidades étnicas en Andalucía en la Antigüedad (siglos VII a.C.-II d.C.)” (HUM-03482), “Identidades étnicas e identidades cívico-políticas en la Hispania romana: el caso de la Turdetania-Betica” (HAR2012-32588) y “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en Turdetania-Bética (Siglos VIII a.C. – II d. C.)” (HAR2011-25708/Hist), integrándose dentro de sus objetivos y difusión. Portada: Fotografía de plato de pescado de figuras rojas procedente de Apulia (ca. 350-325 a.C.) y conservado en el Museo del Louvre (Bibi Saint-Pol). Fotografía de plato de pescado en cerámica tipo Kuass procedente de la c/ Arellano 3 de Carmona (Sevilla) y conservado en el Museo de la Ciudad de Carmona (Violeta Moreno Megías). Composición original de Blanca del Espino Hidalgo. Impresión: Gráficas Rey, S.L. Depósito legal: ISBN: Impreso en España / Printed in Spain.

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada mediante ningún tipo de medio o sistema, sin la autorización previa por escrito del editor.

Índice General

Presentación (F.J. García Fernández, E. García Vargas)

9

Nomenclatura y taxonomía de las cerámicas de imitación hispanorromanas. A modo de psicoanálisis (D. Bernal Casasola)

13

Imitaciones en las vajillas de mesa en la Bahía de Cádiz desde la transición tardoarcaica hasta la época tardopúnica. Actualización de los datos y nuevas propuestas (A. Sáez Romero)

33

Oculto bajo el barniz. Aproximación inicial a las producciones grises de Gadir de época tardoclásica-helenística (siglos -IV/-III) (A. Sáez Romero)

79

El éxito de la vajilla helenística “tipo Kuass” ¿Resultado de la adopción de una moda estética o reflejo de transformaciones culinarias y comensales? (A.Mª Niveau de Villedary y Mariñas)

119

Formas que cambian, engobes que permanecen. Una visión diacrónica de las imitaciones de vajilla de tipo Kuass en el valle del Guadalquivir (V. Moreno Megías)

175

El peso de la tradición: imitación y adaptación de formas helenísticas en la cerámica común turdetana (siglos V-I a.C.) (F.J. García Fernández)

205

Las imitaciones de vajilla de barniz negro en el valle del Guadalquivir (Mª J. Ramos Suárez, E. García Vargas)

239

Las imitaciones locales de Terra Sigillata en la bahía de Cádiz (M. Bustamante Álvarez; E. López Rosendo)

271

Imitaciones béticas de sigillata: contextos del s. I a.C.-II d.C. en la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

301

Imitaciones béticas de African Red Slip Ware: una sucinta aproximación a los contextos de Hispalis (J. Vázquez Paz)

323

7

La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM): últimas producciones béticas de imitación para la mesa (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

333

Epílogo. Mil años de imitaciones: gusto, cultura e identidad (E. García Vargas, F.J. García Fernández)

353

Índices analíticos Índice topográfico Índice de materias Índice de formas cerámicas

371

Láminas

385

8

375 379

La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM): últimas producciones béticas de imitación para la mesa

Jacobo Vázquez Paz Enrique García Vargas Universidad de Sevilla1 1. Introducción y objetivos La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional2 es un grupo cerámico característico del sur peninsular ibérico, ámbito geográfico en el que debieron localizarse los talleres, aunque aún se desconoce la ubicación concreta del centro, o centros alfareros que lo produjo3. En este sentido, el análisis y estudio de las distintas pastas, acabados y formas presentes en la TSHTM no permiten, con los datos disponibles, concretar si nos encontramos ante uno, o varios alfares de producción que comercializaron principalmente estas cerámicas para la mesa por la geografía sudhispana entre fines del s. III y el s. VII d. C. (Blázquez 1979; Orfila 1993; 1995; 2007), estando el grueso de la producción bien definida entre el s. IV y el s. VI d. C. (Orfila 2009, 549; Vázquez 2009).

Este trabajo se ha realizado en el marco de los Grupos de Investigación PAI “De la Turdetania a la Bética” (HUM-152) y “Religio Antiqua. Historia y Arqueología de las Religiones Antiguas del sur de la Península Ibérica” (HUM-650), ambos de la Universidad de Sevilla, y dentro del Proyecto “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en TurdetaniaBética (Siglos VIII a.C.-II d.C.)” (HAR2011-25708/Hist). 1

2

A partir de ahora TSHTM.

La presencia de fragmentos de TSHTM pasados de cocción en Cercadilla podrían estar indicando la existencia de un taller en Córdoba (Moreno y Alarcón 1996b, 89; Vargas et al. 2007, 167). 3

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A su vez la información compilada sobre los distintos acabados y formas presentes en estas cerámicas, ha llevado a la mayoría de los estudiosos que se han acercado a este grupo cerámico, a relacionar directamente el comienzo y recorrido de la producción de TSHTM, con un fenómeno de imitación de otros productos coetáneos para la mesa que estaban siendo importados desde otros lugares de la geografía peninsular y mediterránea. Sin embargo con los mismos datos se puede argumentar y sostener una interpretación distinta sobre el fenómeno de formalización de la TSHTM (Vázquez 2009, 223-224). En esta ocasión nos ponemos como objetivo no exponer meramente el estado actual de la investigación, y las características técnicas, formales y decorativas de este grupo cerámico, sino, además, reflexionar sobre esta producción desde un nuevo punto de vista, con el fin de poder exponer una aproximación interpretativa sobre este fenómeno, matizando algunos de los postulados vigentes. 2. Caracterización formal, técnica y decorativa4 La TSHTM presenta una serie de características formales y técnicas que ha hecho que se la interprete como un fenómeno de imitación de productos foráneos coetáneos (Terra Sigillata Hispánica Tardía5, Derivées des Sigillées Paléocrétiennes6, o African Red Slip7) formalizado a partir de una antigua tradición alfarera local. Tecnológicamente, se trata de piezas realizadas a la rueda, con líneas de torno en la mayoría de los casos muy marcadas. Las arcillas empleadas y sus aditivos dan lugar, una vez cocidas, a pastas predominantemente duras de compacidad alta-media y que muestran en la fractura un aspecto laminar con desgrasantes generalmente identificables a simple vista. En la mayoría de los casos, las piezas fueron decoradas a ruedecilla o buril antes de la cocción y luego secadas y recubiertas de una capa de engobe interior y exterior. El sistema de cochura empleado creó en las piezas cocidas unas tonalidades de pastas variables, que muestran gamas oxidantes (rojiza, anaranjada, ocre o marrón), y en algunos casos reductora (gris) y mixtas con nervio central gris8. A su vez el paso por el horno produjo la fijación del engobe, con densidades variables, adquiriendo éste unas propiedades mates o satinadas, conociéndose ejemplares sin engobe, particularidad que ha sido atribuida a la pérdida del mismo por condiciones post-deposicionales (Orfila 2009, 542). En algunos tipos, el alfarero buscó intencionalmente obtener en el tercio superior una zona, junto al borde, de distinta tonalidad a la del resto de la pieza, a modo de franja “cenicienta”. Esta técnica otorga a determinadas piezas una tonalidad bícroma que las asemeja a las cerámicas de cocina

La descripción de las pastas, barnices, acabados y decoraciones presentes en esta producción la encontramos en Orfila 1993; 1995; 2009; Hidalgo et al. 1996, siendo plenamente válida para los ejemplares inéditos que presentamos en este trabajo, y que han sido documentados en las provincias de Sevilla, Cádiz y Córdoba. 4

5

A partir de ahora TSHT.

6

También denominadas como Sigillées Paléocrétiennes Grises et Oranges o paleocristianas galas; a partir de ahora DSP.

7

Sigillata africana; a partir de ahora ARS.

El sistema de horneado que ha sido propuesto para la elaboración de TSHTM difiere del empleado para la fabricación de sigillata, ya que en la TSHTM se alternaría una cocción reductora de las piezas, con un enfriamiento en ambiente oxidante lo que le conferiría el acabado final (Orfila 2009, 542-543). 8

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africanas y que, muy especialmente, las emparenta con las imitaciones regionales de estas formas africanas de cocina. Puede decirse que esto las aleja técnicamente de la esfera de las sigillatae, en la cual, no obstante, encuentran su ámbito prioritario de inspiración formal. La diversidad de pastas y acabados presentes en el grupo cerámico de la TSHTM, ha justificado la división de estos materiales en distintos grupos técnicos (Ramallo 1984), o productivos (Molina et al. 1980). Por su parte, la decoración de la TSHTM se basa principalmente en las técnicas de burilado y ruedecilla, presentándose mayoritariamente al exterior, aunque no falten decoraciones interiores. En ningún caso se desarrollan esquemas decorativos complejos. Solamente en algunos ejemplares encontramos la técnica del estampillado (Orfila 1993; Orfila 2009). Los motivos que encontramos en los ejemplares decorados a ruedecilla o a buril, se ciñen a formas simples de pequeño tamaño, predominando los triángulos y rombos. Estos motivos decorativos se reducen en muchos casos a simples muescas repetitivas que se plasman en paredes y bordes, desarrollándose de manera general en horizontal a modo de franjas, y en algunos casos en vertical, o bien de manera concéntrica cuando se sitúan sobre los fondos internos de las piezas (Orfila 2009). 3. Antecedentes Recientemente ha sido publicada una nueva síntesis sobre la TSHTM (Orfila 2009), en la que se hace evidente la escasa incidencia que ha tenido este grupo cerámico en trabajos generales y monográficos sobre cerámicas romanas, siendo una producción a la que, con excepciones, todavía no se le ha prestado la misma atención que a otras producciones coetáneas (ej. ARSD) o anteriores (ej. Sigillata hispánica). Esto no significa, sin embargo, que la TSHTM haya sido un grupo cerámico obviado sistemáticamente por la investigación como veremos. De hecho, en los estudios de contextos arqueológicos, la TSHTM aparece normalmente tratada y presentada junto al resto de repertorios cerámicos coetáneos; pese a todo está aún pendiente la realización de trabajos más amplios que incidan sobre estas producciones meridionales superando el marco de la simple mención en contextos específicos o que sean algo más que breves síntesis de referencia, cuestión que hacemos extensible a este mismo trabajo nuestro. Se hace necesaria, además, la realización de analíticas arqueométricas y de estudios monográficos que aporten la suficiente información técnica y contextual para profundizar en la caracterización y definición de estas producciones peninsulares. En los inicios de la investigación sobre la TSHTM, este grupo cerámico fue identificado por primera vez en la provincia de Jaén en el yacimiento de Cástulo (Molina 1975; Blázquez 1979), y en la provincia de Granada en el yacimiento Cerro del Cortijo del Molino del Tercio (Molina 1975; Molina et al. 1980), definiéndose como una vajilla de producción local a la que se denominó “Cerámica Paleocristiana de Cástulo” (Molina 1975). A mediados de la década de los 80 del pasado siglo estas cerámicas “tardías” fueron documentadas en otros puntos geográficos (ej. Begastri en Murcia: Ramallo 1984), así como en la misma provincia de Jaén (ej. Cerro Maquiz: Arteaga y Blech 1985, 170, donde fue identificada en los cortes 9, 10 y 11, siendo descrita como cerámicas “…que presentan un aspecto parecido al de la sigillata clara, siendo probablemente producciones locales”. A partir de estas primeras caracterizaciones, la denominada como cerámica paleocristiana de Cástulo empezó a ser identificada y referida su presencia en otros enclaves.

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Posteriormente el Dr. Caballero, al tratar las “cerámicas de época visigoda y postvisigoda” (Caballero 1989), las incluyó dentro de las Sigillatas Tardías Locales. Este autor se refiere a esta clase cerámica que estaba siendo hallada en Jaén, Granada o Murcia como una posible subproducción “meridional”, caracterizada por la técnica decorativa del burilado, técnica que las diferenciaría como subgrupo independiente respecto de otra subproducción coetánea, “septentrional” de similares características pero que se caracteriza por el empleo de punzones (Caballero 1989, 86). El hallazgo de estas producciones meridionales en cada vez más localizaciones del sur peninsular ibérico, su inclusión y referencia en distintos trabajos, y el interés suscitado por estas producciones locales en la Dra. Orfila, favoreció pocos años después su revisión, poniéndose así las bases (Orfila 1993) para posteriores estudios (Orfila 1995; Orfila y Muñoz 1999), sobre bases que siguen aún vigentes9. Es en estos primeros años de la década de los noventa del siglo pasado cuando el grupo de “cerámica paleocristiana de Cástulo” pasa a denominarse definitivamente tal y como hoy la conocemos “terra sigillata hispánica tardía meridional” (Orfila 1993; Orfila 1995), nomenclatura aceptada por la comunidad científica, pero que no está exenta de controversia10. A su vez, en estos años, se trabaja a partir de hallazgos en las provincias de Jaén y Granada en la relación entre la TSHTM y las producciones de mesa coetáneas del norte de África (Orfila y Casado 1996), relación ya indicada en los estudios anteriores mencionados de 1993 y 1995, reflexionándose sobre las causas que pudieron incidir en la creación, formalización y distribución de la TSHTM. Paralelamente, se habían desarrollado campañas de excavaciones en la provincia de Córdoba en las que habían sido hallados numerosos ejemplares cerámicos en TSHTM. No mucho tiempo después, los resultados de estas excavaciones comenzaron a ser divulgados (Moreno y Alarcón 1996a), siendo significativa la publicación de las excavaciones en el criptopórtico de Cercadilla en Córdoba (Hidalgo et al. 1996). En esta monografía arqueológica, en los apartados referidos a la cerámica, se vuelve a recapitular sobre las producciones de TSHTM (Moreno y Alarcón 1996b), planteándose la posibilidad de que la TSHTM se encontrara vinculada, en lo que a la formalización de su producción se refiere, con la continuación de una artesanía que hundiría sus raíces en la producción cerámica altoimperial de la que sería heredera ya que, “existen particularidades que no se explican de manera plenamente satisfactoria si no es recurriendo a una larga tradición en la producción de cerámica altoimperial,…” (Moreno y Alarcón 1996b, 81). Dos años después (Moreno 1998), a partir de las características formales y tecnológicas definidas para los materiales hallados en Córdoba se formula, para referirse a la TSHTM, una nueva

En estos primeros estudios se propuso la existencia de una relación directa con las producciones de cerámicas DSP (Molina 1975), sosteniéndose a su vez su relación con la ARSD, y la sigillata hispánica tardía (Molina et al. 1980; Caballero 1989; Orfila 1993; 1995; Orfila y Casado 1996). La similitud entre la TSHTM y producciones cerámicas foráneas, aunque ha sido matizada en lo que respecta a la influencia de la DSP (Orfila 1993), permite seguir sosteniendo la existencia de una influencia directa de la african red slip D y la sigillata hispánica tardía. 9

Esta nomenclatura, TSHTM, evoca varias realidades; “terra sigillata”: que hace referencia a unas producciones cerámicas concretas que comparten características tecnológicas y de producción entre sí; “hispánica”, término referido a un espacio geográfico determinado; “tardía”: que indica una cronología específica; y “meridional”: término de nuevo referido a un espacio geográfico que complementa al término “hispánica” con lo que podría parecer más adecuado cambiar el orden por “terra sigillata hispánica meridional tardía” agrupando con ello los dos términos con implicaciones geográficas. 10

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denominación, “Imitaciones Béticas Tardorromanas de Mesa” (Moreno 1998, 264), que no ha tenido la misma aceptación entre los estudiosos de este grupo cerámico11. Desde este momento, en Córdoba ha sido una constante el hallazgo y publicación de fragmentos de TSHTM (Vargas 2000; Moreno 2003; Hidalgo y Fuertes 2003), así como otros lugares del sur peninsular (ej. Tolmo de Minateda, en Hellín, Albacete: Gutiérrez 2003), lo que ha incrementado el número de localizaciones (ej. Elche, Alicante: Espinosa y Lara 2005; Sevilla: Vázquez 2009), y de publicaciones en las que se recogen estas producciones (Orfila 2009). 4. Propuesta tipológica y funcional12 (Fig. 1 y 2) El repertorio formal de la TSHTM se compone de una escasa variedad de tipos. Esta circunstancia puede ser atribuida a la propia dinámica de producción de los alfares, ya que con los datos disponibles parece que no debieron desarrollar un amplio elenco de tipos diferentes; sin embargo también puede ser debida al relativo desconocimiento que se tiene de estas cerámicas entre los profesionales que realizan inventarios de materiales procedentes de actividades arqueológicas, inventarios que la mayoría de las veces no superan el marco administrativo. Forma 1 de Orfila 2009 (Forma II de Molina 1975; Grupo IV de Ramallo 1984). La Forma 1 (Fig. 1) se ha relacionado con la copa Ritt. 8 y con la Rigoir 5b. En algunos aspectos su morfología evoca al grupo de las formas en ARS Hayes 26-27 en A2 de la primera mitad del s. III d. C. y a la Ostia I, fig. 16 en A/D del s. III-inicios del IV d. C., mientras que la forma y el tratamiento lo asemejan al plato Lamboglia 9A en cerámica africana de cocina y a las imitaciones béticas de africanas para la cocina datadas genéricamente entre finales del s. II d. C. y el s. V d. C. A su vez la Forma 1 de la TSHTM guarda muchas similitudes con las formas de Late Roman C Hayes 1A y B que se datan desde finales del s. IV al tercer cuarto del V d. C. La Forma 1 es una forma que se encuentra documentada a partir del s. IV d. C., aunque se indica que podría estar ya presente en el s. III d. C. (Orfila 2009, 543). En las provincias de Córdoba y Sevilla, la Forma 1 se encuentra bien documentada en contextos con materiales de importación del s. V e inicios del s. VI d. C. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, existiendo ejemplares de perfil bajo y alto. El labio se desarrolla de manera circular, pudiendo ser apuntado, formando un borde curvo entrante. El cuerpo presenta el punto de mayor diámetro de la pieza llegando a ser en algunos ejemplares carenado. La parte inferior del cuerpo se formaliza de manera curva, enlazando con un pequeño pie a partir del cual se desarrolla el fondo de la pieza. La gran mayoría de los ejemplares conocidos llevan decoración de ruedecilla/burilada al exterior disponiéndose sobre el borde, la zona media del cuerpo, o en distintas partes del cuerpo de la pieza. En gran número de piezas se observa al exterior una banda, generalmente en el tercio superior, de tonos más claros que recuerdan a los ejemplares ahumados de Lamboglia 9A en africana de cocina y a sus imitaciones béticas. Funcionalmente, la morfología de la gran mayoría de ejemplares de la

En este caso, la nomenclatura se basó en el tipo de producción: “imitaciones”; ámbito geográfico: “béticas”; cronología: “tardorromanas”; y función: “de mesa”, eliminando de la nomenclatura la alusión directa al ámbito de la “terra sigillata”. 11

Se debe indicar que la tabla tipológica general de estas producciones no ha sufrido variación desde que fue establecida (Orfila 1993), existiendo formas indefinidas (Orfila 2009, 545). Recientemente se han vuelto a describir y actualizar los datos conocidos y han vuelto a quedar fijados los tipos básicos (Orfila 2009, 541-551). Es en esta tabla tipológica y en sus observaciones en la que basamos en gran parte este apartado por lo que los tipos indicados en el texto hacen referencia a los tipos recogidos en Molina 1975; Molina et al. 1980; Ramallo 1984 y Orfila 2009. 12

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Forma 1 apunta a su empleo como cuenco destinado en la mesa para recibir líquidos o semi-líquidos, sin que se deban descartar otros usos. Forma 2 de Orfila 2009 (Forma 30 de Molina et al. 1980; Grupo III de Ramallo 1984). La Forma 2 (Fig. 1) se ha relacionado con el cuenco Rigoir 5b y con la Forma 37B en TSHT con la que guarda una gran similitud tipológica, aunque las piezas en TSHTM se asemejan a las pastas y tratamientos empleados en la confección de imitaciones béticas de africanas de cocina de finales del s. II d. C.-V d. C. La Forma 2 es un tipo que se encuentra documentado a partir del s. IV d. C. (Orfila 2009, 543). En las provincias de Córdoba y Sevilla, se encuentra bien documentada en contextos con materiales de importación del s. V avanzado-inicios del s. VI d. C. Formalmente estamos ante una forma que presenta mayor diámetro de borde que altura, siendo todos los ejemplares de perfil alto. El labio se desarrolla de manera circular formando un borde exvasado al exterior de pared recta o ligeramente curva que es de mayor diámetro que el cuerpo o la base. El borde termina en un punto de inflexión, a modo de carena, desde el que se desarrolla un cuerpo curvo que enlaza con un pequeño pie. La gran mayoría de los ejemplares conocidos presentan al exterior decoración a la ruedecilla/ burilada disponiéndose sobre el borde, la zona media del cuerpo, o en distintas partes del cuerpo de la pieza, existiendo ejemplares con decoración al interior. En el exterior, el cuerpo puede presentar acanaladuras paralelas. Funcionalmente, la morfología de la gran mayoría de ejemplares de la Forma 2 apunta a su empleo como cuenco destinado en la mesa a recibir líquidos o sólidos. Forma 3 de Orfila 2009 (Forma I de Molina 1975; Formas 20, 21 y 32 de Molina et al. 1980). La Forma 3 (Fig. 1) se ha relacionado formalmente con el plato en ARS Forma Hayes 80/Lamboglia 58. Como sucede en el resto de tipos, su tratamiento y acabados recuerdan a las imitaciones béticas de africanas de cocina datadas genéricamente entre finales del s. II d. C.-V d. C. Se trata de un tipo con una cronología asignada de la segunda mitad del s. IV d. C.-V d. C. (Orfila 2009, 545). Formalmente estamos ante un recipiente que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, existiendo ejemplares de perfil medio. El labio se desarrolla de manera circular, levemente apuntado, formando un borde sinuoso exvasado al exterior, punto en el que las piezas presentan su mayor diámetro. El cuerpo, de perfil en S puede presentar una carena en la zona media. La parte inferior del cuerpo se desarrolla de manera curva, enlazando en unos caso con un pie insinuado, y en otros de manera continua con el fondo. En esta forma se documentan las mismas características de técnicas y decoraciones expuestas para las Formas 1 y 2 de la TSHTM. Funcionalmente, la morfología de la Forma 3 apunta a su empleo como plato destinado en la mesa para recibir líquidos o sólidos, sin que se deban descartar otros usos. Forma 4 de Orfila 2009. La Forma 4 (Fig. 1) se ha relacionado con el plato Rigoir 1, así como con los platos en ARSD Hayes 59 y Hayes 67 (Orfila 2009, 545). Ciertamente, los perfiles asignados a este tipo parecen asimilar ambos modelos, Hayes 59 y Hayes 67, por lo que se podría diferenciar entre Forma variante 4A, basada en modelos de la Hayes 59, y Forma variante 4B basada en modelos de la Hayes 67, siempre entre el s. IV y el V avanzado d. C. Sin embargo, se debe indicar que la variante 4A de esta forma, guarda a su vez una gran similitud formal con los perfiles de Late Roman C Hayes 2A que se datan desde el último cuarto del s. IV a mediados del s. V d. C. Los acabados y tratamientos son los característicos de los tipos precedentes, debiendo indicarse que se conocen ejemplares con decoración impresa. Formalmente, estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, siendo en todos los casos ejemplares de perfil bajo cuyo punto máximo de diámetro lo marca el labio. Este difiere de una variante a otra, siendo en el caso de la Forma 4A redondeado al exterior formando un borde exvasado conto y ancho, que termina al interior en un punto de inflexión marcado desde el que se desarrolla la pared interior del cuerpo. Al exterior el borde puede ser engrosado y enlaza con un cuerpo curvo que se desarrolla de manera continua para formar el fondo. La parte inferior del

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cuerpo se formaliza de manera curva, enlazando con un pequeño pie a partir del cual se desarrolla el fondo de la pieza. En el caso de la variante Forma 4B, el labio es redondeado, pudiendo presentar un resalte en su parte alta, formando un borde sinuso que, mediante una suave carena genera dos planos a modo de terrazas, de manera similar a la Forma en ARSD Hayes 67. El cuerpo se desarrolla de manera curva enlazando con el fondo de manera continua. En esta variante se han documentado decoraciones impresas. El diámetro de la Forma 4B se ha desarrollado a partir de los dibujos de Orfila (2009). Funcionalmente, la morfología de la Forma 4A y B apunta a su empleo como plato destinado en la mesa para recibir líquidos o sólidos, sin que se deban descartar otros usos. Forma 5 de Orfila 2009. La Forma 5 (Fig. 1) se ha relacionado con la copa en ARSC Hayes 73 del s. V d. C. (Orfila 2009, 545), a la que claramente imita, aunque la morfología de algún ejemplar en TSHTM recuerda en algunos aspectos a los perfiles de la Hayes 74 de la misma datación. Los acabados y tratamientos son los característicos de los tipos precedentes. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, siendo ejemplares de perfil alto con el máximo punto de diámetro en el labio. El labio se desarrolla de forma engrosada siendo el borde en forma de T tumbada, a partir de la cual se desarrolla un cuerpo curvo y hondo que enlaza con un pie anular. Funcionalmente, la morfología de la Forma 5 apunta a su empleo como cuenco destinado en la mesa para recibir líquidos, sin que se deba descartar su uso como copa. Forma 6 de Orfila 2009. La Forma 6 (Fig. 2) se ha relacionado con la Forma Rigoir 3b, y con la Forma en ARS Hayes 44 en ARS C del s. III d. C. (Orfila 2009, 545), con la que guarda alguna similitud, parecido que también comparte con algunos perfiles de borde y cuerpo de la Hayes 78 en D del s. IV-V d. C. Los tratamientos y acabados se asemejan a los presentes en las imitaciones béticas de africanas para la cocina datadas genéricamente entre finales del s. II d. C.-V d. C. La Forma 6 es un tipo que por su semejanza con otras producciones se ha datado entre mediados del s. III-finales del s. IV d. C. En la ciudad de Sevilla, esta forma se encuentra documentada en contextos con materiales de importación del s. V avanzado y primera mitad del s. VI d. C. Formalmente, estamos ante un tipo que presentaría mayor diámetro de borde que altura, siendo ejemplares de perfil alto con el máximo punto de diámetro en el labio. El borde se desarrollaría de manera saliente siendo corto y curvado, a partir del cual se formalizaría un cuerpo de paredes curvas, que suelen presentar decoraciones al exterior a la ruedecilla/burilada. Funcionalmente, la morfología de la Forma 6 apunta a su empleo como copa destinada en la mesa para recibir líquidos, sin que se deba descartar su uso como cuenco. Forma 7 de Orfila 2009. Forma mal conocida (Fig. 2). Se la ha relacionado con dudas a las formas 27 y 44 de la TSH (Orfila 2009, 545), con las que aparentemente podría no tener relación alguna. Puede tratarse de una forma propia de los talleres de TSHTM. Formalmente, estamos ante un tipo del que se desconocen prácticamente sus características formales con la excepción del borde y el arranque del cuerpo. El borde se presenta de forma cóncava con pared corta y curva muy pronunciada, a partir del cual se desarrollaría un cuerpo de tendencia oblicua levemente curvilíneo. El borde al interior presenta decoración a la ruedecilla/burilado. El diámetro propuesto se ha desarrollado a partir de los dibujos de Orfila (2009). Se desconoce su funcionalidad en la mesa, pudiendo tratarse tanto de una copa, un cuenco o un plato. Forma 8 de Orfila 2009 (Forma III de Molina 1975; Forma 1 de Molina et al. 1980; Forma B.1B.2 de Caballero 1989). Forma escasamente definida (Fig. 2). Puede tratarse de una forma propia de los talleres de TSHTM. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, presentando un cuerpo carenado en su zona media, siendo en la carena donde alcanza la pieza mayor diámetro. La parte inferior del cuerpo se formaliza de manera

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curva. Al exterior presentan decoración de ruedecilla/burilada. Funcionalmente, la morfología de la Forma 8 apunta a su empleo como cuenco. Forma 9 de Orfila 2009 (Forma 5B de Molina et al. 1980; Grupo II de Ramallo 1984). La Forma 9 (Fig. 2) se ha relacionado con el plato Rigoir 8, siendo asimilada a la Forma en ARSD plato Hayes 61A y B (Orfila 2009, 545), aunque se conocen bordes que podrían estar relacionados con el plato Hayes 103A del s. V avanzado-VI d. C. y con el cuenco Hayes 99A-B de finales del s. V-primera mitad del s. VI d. C. De esta manera se podría diferenciar entre Forma variante 9A, basada en modelos de la Hayes 61A con borde inclinado al interior; Forma variante 9B basada en modelos de la Hayes 61B con borde inclinado al interior y marcado al exterior, y Forma variante 9C con bordes evolucionados de sección almendrada similares a los de la Hayes 103 y Hayes 99. Las Formas variante 9A y B se datan de manera genérica entre el s. IV y la primera mitad del s. V d. C. por los paralelos con las formas africanas en ARSD Hayes 61A y B (Orfila 2009, 545). En las provincias de Córdoba y Sevilla la Forma 9A-C se encuentra documentada en contextos con materiales de importación del s. V avanzado e inicios del s. VI d. C. Formalmente estamos ante un tipo que presenta siempre mayor diámetro de borde que altura, existiendo ejemplares de perfil bajo y medio. En la Forma variante 9A se documentan al exterior decoraciones a la ruedecilla-burilada. En la Forma variante 9B, se conocen decoraciones a ruedecilla/buril que se dan también en el fondo interno. En el caso de la variante 9C el cuerpo es similar a las Formas variante 9A-B, aunque en algunos ejemplares se desarrolla más como cuenco que como plato, siendo el borde el que los diferencia al ser almendrado al exterior, presentando las mismas decoraciones a la ruedecilla/burilado al exterior. Funcionalmente, la morfología del tipo Orfila 9A-B apunta a su empleo como plato destinado en la mesa para recibir líquidos o sólidos, sin que se deban descartar otros usos, mientras que en el caso de la variante Forma 9C se dan tanto perfiles que funcionarían como plato y como cuenco. 5. Contextos de uso y cronología Los materiales que traemos a colación proceden de la Bética Occidental (provincias de Cádiz, Córdoba y Sevilla). En todos los casos las piezas han sido documentadas en excavaciones o prospecciones arqueológicas, por lo que para la definición de los contextos de hallazgo se han tienen en cuenta los materiales que acompañaban a los ejemplares de TSHTM. 5.1. Cádiz Término Municipal de Espera. Forma 2 (Fig. 3, 3): En el yacimiento arqueológico Los Guijos I se documenta en prospección un fragmento de la Forma 2 con decoración de ruedecilla al exterior (inédito). En el mismo ámbito delimitado se localizan las formas en ARSC plato Hayes 50A del s. III d. C., así como las formas en ARSD plato Hayes 59A, plato Hayes 61A, cuenco Hayes 91A, plato Hayes 104A y plato indeterminado con decoración de palma y círculos asimilable al Estilo AIIII, con cronologías que van desde el s. IV a la primera mitad del s. VI d. C. 5.2. Córdoba En la provincia de Córdoba la presencia de TSHTM es bastante significativa siendo el área geográfica de Andalucía occidental con mayor número de hallazgos tanto en lugares de hábitat como en necrópolis formando parte de los ajuares.

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Término Municipal de Córdoba. Forma 1: Es una de las formas más frecuentes en el yacimiento de Córdoba estando representada en los niveles tardíos (ss. IV-VI d. C.) de Cercadilla (Moreno y Alarcón 1996a), en los contextos del s. V d. C. del vicus occidental de Colonia Patricia (Vargas 2000, 194-195), así como en un solar junto al puente de Córdoba, en un contexto datado en el s. V avanzado-VI d. C. caracterizado por la presencia de cerámica tosca tardía, DSP formas Rigoir 1 y Rigoir 8, y ARSD formas Hayes 91A y B, y Hayes 93B (Vargas et al. 2007, 167) Forma 2: Es también una de las formas más frecuentes en el yacimiento de Córdoba estando representada en los niveles tardíos del s. V-VI d. C. (Moreno y Alarcón 1996a; Vargas et al. 2007, 167). Forma 9: Forma frecuente en los niveles tardíos de Córdoba al igual que los tipos 1 y 2 (Moreno y Alarcón 1996a; Vargas et al. 2007, 167). Término municipal de Belalcázar. Forma 9 (Fig. 4, 9): En el yacimiento arqueológico de Lagares de Mari Miguel se documenta en prospección un fragmento de la Forma variante 9C (inédito). En el mismo ámbito delimitado se localizan escasos fragmentos indeterminados en ARSD con una datación genérica centrada entre el s. IV y el s. VI d. C. 5.3. Sevilla En la provincia de Sevilla la presencia de TSHTM empieza a ser significativa, aunque la mayoría de los ejemplares se encuentran aún inéditos o en fase de estudio. Es el caso de los ejemplares hallados en las excavaciones desarrolladas en el yacimiento arqueológico de Lagunillas (Sanlúcar la Mayor, Sevilla) en contextos del s. V-VI d. C.; o los hallados en el yacimiento Riopudio (Coria del Río, Sevilla) en contextos del s. IV-VI d. C. Término municipal de Écija. Forma 1: En el yacimiento arqueológico Las Delicias se ha documentado en la campaña de excavaciones de 2014 un fragmento de la Forma 1 con decoración de ruedecilla (inédito). El estrato en el que se halló se encuentra relacionado con el uso y abandono de un edificio datado por la presencia de ARSD entre el s. IV avanzado-V d. C. Término municipal de Sevilla. En las excavaciones efectuadas en la ciudad de Sevilla la presencia de TSHTM en contextos tardíos es significativa, aunque sus porcentajes son bastante bajos en relación a otras producciones coetáneas, caso de la ARS. Forma 1 (Fig. 3, 1-2): Con los datos que disponemos, se puede decir que esta forma de TSHTM con decoración a ruedecilla exterior es la más abundante en los contextos de Sevilla capital. Su presencia está constatada en la Plaza de la Encarnación y en el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla. El contexto más antiguo lo hallamos en la Plaza de la Encarnación, en donde se documenta la Forma 1 de TSHTM (Lám. XVI.1) compartiendo estrato con un fragmento de fondo de plato en ARSD con decoración estampillada indefinida y un borde de plato de la Forma Delgado 1968, Tav. III, n. I en ARSD, junto a un fragmento de tapadera africana de cocina de la Forma Ostia I, fig. 262. Este conjunto de materiales arrojan una cronología centrada entre la segunda mitad del s. IV-V d. C. La continuidad de esta forma en contextos más tardíos del yacimiento la hallamos en la propia Plaza de la Encarnación, en donde se documenta formando conjunto con ARS Forma Hayes 76 y Hayes 96, así como un fragmento de disco de lucerna con decoración de rosetas de seis pétalos en ARSD y un fragmento de borde de la Forma 3 en Late Roman C con una cronología centrada entre finales del s.

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V y la primera mitad del s. VI d. C. Estos escasos datos permiten fechar en el yacimiento de Sevilla la presencia de la Forma 1 en TSHTM entre la segunda mitad del s. IV y finales del s. V/primera mitad del s. VI d. C. Forma 2 (Fig. 3, 4-7): Esta forma con decoración de ruedecilla se encuentra, al igual que la Forma 1, bien representada en el yacimiento de Sevilla, estando presente en la Plaza de la Encarnación (Lám. XVI.2) formando conjunto con las formas en ARS Hayes 50B, Hayes 59A, Hayes 73, Hayes 80A, Hayes 91A y el Estilo A(ii-iii), y la Forma 3B en Late Roman C. Este conjunto de materiales y en especial la documentación de las formas Hayes 80A, 91A y LRC 3B arrojan una cronología centrada entre la segunda mitad avanzada del s. V y los inicios del s. VI d. C. Con cronología similar, aunque algo más reciente, se halla la Forma 2 en TSHTM en la misma Plaza de la Encarnación junto a las formas en ARSD plato Hayes 59B, cuenco Hayes 99A y copa Hayes 12.13 Este conjunto de materiales y en especial la documentación de las formas Hayes 99A y Hayes 12 arrojan una cronología centrada entre finales del s. V y la primera mitad del s. VI d. C. En el Colegio San Francisco de Paula de Sevilla también se documenta la Forma 2 con decoración a ruedecilla en TSHTM formando conjunto con abundantes fragmentos cerámicos indeterminados en ARSD y un fondo de plato en D2 con decoración vegetal impresa vinculado al Estilo A(III)/E(I). Este conjunto de materiales arrojan una cronología centrada entre el último cuarto del s. V y la primera mitad del s. VI d. C. En el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla se documenta un fragmento de la Forma 2 junto a un fragmento de plato en ARSD Forma Hayes 61B y escasas comunes datadas en el s. V-VI d. C. Estos escasos datos permiten fechar en el yacimiento de Sevilla la presencia de la Forma 2 en TSHTM entre la segunda mitad del s. V y finales del s. V/primera mitad del s. VI d. C. Forma 6 (Fig. 4, 1-3): Se trata de una forma escasamente representada en el yacimiento de Sevilla, pero presente en dos puntos diferentes de la ciudad. De una parte se encuentra registrada en la Plaza de la Encarnación14 junto a un fragmento de galbo en ARSD con una datación genérica centrada entre el s. V y la primera mitad del s. VI d. C., así como formando conjunto con las formas en ARS Hayes 59B, Hayes 61B, Hayes 73, Hayes 87A, Hayes 91 y Hayes 104A, y la Forma 3B en Late Roman C. Este conjunto de materiales y en especial la documentación de la Forma Hayes 104A y LRC 3B arrojan una cronología centrada en la primera mitad del s. VI d. C. De otra parte la Forma 6 en TSHTM se documenta en el Patio de Banderas de los Reales Alcázares de Sevilla junto a cerámica Narbonense Forma Lamboglia 2; ARS formas Hayes 67, Hayes 76, Hayes 91, Imitación ARSD Hayes 76; y ánforas tipo Keay 23, Keay 19, Keay 25 ó 26 con una datación del s. V d. C. Estos escasos datos permiten fechar en el yacimiento de Sevilla la presencia de la Forma 6 en TSHTM entre la segunda mitad del s. V y la primera mitad del s. VI d. C.

La presencia de la Forma Hayes 99A indica que el conjunto no puede ser anterior a finales del V d. C. (Tortorella 1998; Bonifay 2004) 13

Uno de los ejemplares es morfológicamente muy próximo al documentado en Begastri (Murcia), siendo vinculado a las formas Rig. 2 y 3 en Derivada de la Sigillata Paleocristiana (Ramallo 1984, 128, fig. 2.31) 14

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Forma 9 (Fig. 4, 4-9): Se trata de una forma con una presencia significativa en la ciudad de Sevilla, estando representada en la Plaza de la Encarnación (Lám. XVI.3) en contextos de mediados del s. V-primera mitad del s. VI d. C. En dicha localización se documenta la Forma variante 9A-C formando conjunto con las formas en ARS Hayes 59A, Hayes 73, Hayes 91 y Sétif 1970, fig. 28, n. 47, y la Forma 3 en Late Roman C. Igualmente se documenta también en la Plaza de la Encarnación en una unidad estratigráfica junto a las formas ARSD Hayes 99 y Hayes 104A. Este conjunto de materiales y en especial la documentación de la Forma Hayes 104A arrojan una cronología centrada en la primera mitad del s. VI d. C. Estos escasos datos permiten fechar en el yacimiento de Sevilla la presencia de la Forma variante 9A-C en TSHTM entre mediados del s. V y la primera mitad del s. VI d. C. 6. Implicaciones económicas, sociales y culturales En conjunto, presentamos una reducida muestra, tanto numérica como formal, en TSHTM documentadas en la Bética occidental, que sin embargo permite extraer importantes datos en lo tocante a los momentos de uso y amortización de esta vajilla, principalmente entre el s. V d. C. avanzado y la primera mitad del s. VI d. C. La TSHTM es un grupo cerámico que para la Bética permite definir y datar bien niveles y contextos propios de un momento en el que el poder romano ha dejado de ser efectivo, y son las aristocracias locales las que se reorganizan y administran las ciudades y el territorio. En este momento los contactos comerciales, según nos indica la cerámica, parecen no sufrir un descenso en el tránsito de mercancías sino más bien una pervivencia de las rutas del comercio, vajillas africanas y una importante aparición de vajillas orientales, que muestran la estabilidad e intensificación del comercio durante el s. V y mediados del s. VI d. C. La vinculación de la TSHTM al ámbito de la “terra sigillata” parece que ha sido desde su enunciado un problema a nuestro entender mal resuelto. La controversia sobre la idoneidad de este término, a la hora de referirnos a este grupo cerámico en cuestión, viene emanada de la propia argumentación dada para su empleo, argumentación que de manera recurrente se va repitiendo en los distintos estudios de síntesis sobre la producción a modo de justificación. Por ello, se ha argüido que al ser cerámicas locales producto de “intentos de imitar a formas básicamente representadas en terra sigillata clásica, queda justificada esa denominación” (Orfila 2009, 541). Igualmente, se justifica esta denominación de terra sigillata al entenderse que el término sigillata lleva implícito entre los estudiosos de la cerámica el concepto de “vajilla de mesa” (Orfila 2009, 541). Ambos argumentos podrían parecen al menos matizables15. De facto la TSHTM no comparte, salvo en la similitud de sus formas, ninguna característica específica con la sigillata “verdadera” (Orfila 1993; Orfila 1995). Esta realidad ha sido enunciada en distintas ocasiones, indicándose que ambas producciones, sigillata y TSHTM, presentan técnicas de elaboración diferentes, no constatándose en la TSHTM el uso de moldes lisos o decorados, el uso de sellos para marcar la producción, o el empleo de barnices al modo de la sigillata, “de ahí que en algunos casos se pueda pensar en producciones de cerámicas comunes” (Orfila 2009, 542).

Que la sigillata, al igual que la campaniense de barniz negro, esté destinada principalmente para la mesa no implica que ese término esté aceptado entre los investigadores como sinónimo o sinécdoque de “vajilla de mesa”, aunque todos asociemos el término sigillata básicamente a una producción para la mesa. 15

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La falta de unanimidad a la hora de denominar a este grupo cerámico se hizo evidente ya a finales de la década de los 90 del siglo pasado, cuando se propuso una nueva denominación para definir a la TSHTM, “imitaciones béticas tardorromanas de mesa”, que no ha tenido la misma aceptación16 (Moreno 1998, 264). La existencia de talleres de sigillata hispánica tardía, la importación de ARS, pero sobre todo la producción durante los ss. III-IV d. C. en la Bética de imitaciones locales basadas en los productos africanos, principalmente de cocina (aunque también de mesa), favoreció la aparición en los talleres tardíos (s. IV-VI d. C.) de la TSHTM17. Es decir, que puede argumentarse, con los datos conocidos, que se trata de una producción que no pretende imitar formas y técnicas de la sigillata clásica, sino más bien formas (y no técnicas) de la sigillata media-tardía comercializada en la Bética durante los ss. IV-VI d. C. De esta manera no consideramos esta producción de mesa como “la última cerámica fina romana y de su tradición en el centro de la Península y en la Bética, dentro de un proceso de decadencia técnica, morfológica y decorativa que le hace perder su condición de “sigillata” acercándola paulatinamente a la cerámica común.” (Hidalgo et al. 1996, 83 citando a Caballero 1989, 86), ya que el proceso podría ser perfectamente el inverso. La TSHTM podría ser el reflejo entonces no de una “decadencia”, sino de un perfeccionamiento en las técnicas de confección de cerámicas comunes y de imitación de africanas de cocina, que adoptaría y modificaría formas coetáneas de mesa18 tomando modelos hispanos, africanos, galos y quizás orientales. De esta forma, la TSHTM acabaría configurándose definitivamente como la última vajilla fina de mesa bética, aunque sin ser propiamente una sigillata, como su aspecto, tratamiento, morfología y función nos puede haber hecho creer. 7. Bibliografía O. Arteaga Matute; M. Blech, Excavaciones en el Cerro de Máquiz (Mengibar, Jaén). Campaña de 1985, Anuario Arqueológico de Andalucía/1985, vol. II, 1987, 169-172 J.M. Blázquez Martínez, Cástulo II (EAE 105), Madrid 1979. M. Bonifay, Études sur la céramique tardive d’Afrique (BAR International Series, 1301), Oxford 2004. L. Caballero Zoreda, Cerámicas de época visigoda y postvisigoda de las provincias de Cáceres, Madrid y Segovia, Boletín de Arqueología Medieval 3, 1989, 75-108. A. Espinosa Ruiz; G. Lara Vives, Manual Pràctic de ceràmica romana. La ceràmica fina vernissada, Alicante 2005.

En este caso la nomenclatura se basó en el tipo de producción: “imitaciones”; ámbito geográfico: “béticas”; cronología: “tardorromanas”; y función: “de mesa”. 16

El tratamiento que de esta producción hacen Moreno Almenara y Alarcón Castellano parece en gran medida acertado (Moreno y alarcón 1996, 81-83), aunque no creemos que sea necesario rastrear el origen de la TSHTM desde las producciones e imitaciones altoimperiales de terra sigillata, y sí, como ellos mismos también indican, desde las producciones coetáneas y los talleres locales en los que se confeccionaban imitaciones de africanas de cocina (Moreno y Alarcón 1996, 94). Las similitudes encontradas entre las imitaciones locales de cocina y mesa africana del s. III d. C. de la villa suburbana de Cercadilla y la TSHTM (Moreno y Alarcón 1996, 94) ha sido también constatada en la provincia de Sevilla y en otros puntos de Córdoba en niveles de los s. III y IV d. C. en lo que se refiere a las imitaciones locales de cocina, presentando unos acabados y tratamientos que, ciertamente, los emparentan directamente con la posterior vajilla de mesa en TSHTM. 17

Es el caso por ejemplo de la Forma 9 en TSHTM, que morfológicamente se acerca a modelos en Sigillata africana D como son la Hayes 61B y Hayes 99, o la Forma 37 en Sigillata hispánica tardía como indicó S. Ramallo acerca de los materiales documentados en Begastri, Murcia (Ramallo 1984, 119-124), o de los bordes con pátina cenicienta tan típicos de los platos, cazuelas y tapaderas africanas de cocina así como de sus imitaciones locales. 18

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Figura 1. Tabla de tipos de la Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM). A partir de Orfila 2009.

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Figura 2. Tabla de tipos de la Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM). A partir de Orfila 2009.

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Figura 3. Formas documentadas de la Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM). 1 y 2: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 3: Los Guijos (Espera, Cádiz); 4: Colegio San Francisco de Paula (Sevilla); 5 y 6: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 7: Patio de Banderas (Sevilla).

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Figura 4. Formas documentadas de la Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM). 1 y 2: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 3: Patio de Banderas (Sevilla); 4-8: Plaza de la Encarnación (Sevilla); 9: Lagares de Mari Miguel (Belalcázar, Córdoba).

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