La serpiente en la iconografía vascular griega del siglo VI a.c

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LA SERPIENTE EN LA I CONOGRAFÍA VASCULAR GRIEGA DEL SIGLO VI A.C. Diana Rodríguez Pérez Universidad de Edimburgo (fecyt) [email protected]

Resumen — La representación de serpientes en los vasos griegos alcanzó su punto álgido en el periodo arcaico. Aunque el ofidio, animal de muchos significados, aparece virtualmente en cualquier época y espacio dentro del mundo griego antiguo, es en el siglo VI a.C. cuando emergen algunos de sus significados más característicos y duraderos, predominando las escenas agonísticas en las que se enfatiza el aspecto más demónico, siniestro e inquietante del animal. Se esbozan las líneas maestras de los significados simbólicos de la serpiente en el siglo VI a.C., significados que, a su vez, son muy expresivos y característicos de la mente arcaica que los creó, especialmente cuando se analiza la evolución de la iconografía de este animal a lo largo de toda la historia griega antigua. Palabras clave — serpiente, cerámica griega, iconografía SERPENTINE ICONOGRAPHY IN ARCHAIC GREEK VASE PAINTING Abstract — Serpentine motifs in Greek vase painting were at their peak during the Archaic period. Although the snake virtually appears at all times and places within the ancient Greek world, it was in the 6th century bc when its most characteristic and lasting features arose. There is an emphasis on agonistic scenes, highlighting the most dreadful, daemonic and uncanny aspect of the animal. We outline here very briefly some of the meanings of the serpent in the 6th century Bc, meanings that speak loud of the archaic mind that forged them. Keywords — snake, Greek vase painting, iconography

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1 Introducción La serpiente es un símbolo polivalente1. Es un animal con múltiples comportamientos y rico en significados potenciales derivados de su modo de actuar y de sus características biológicas elementales. Estas características fueron objeto de especulación por parte de enciclopedistas como Plinio, que tratan de las distintas especies de serpientes y de las propiedades mágicas a ellas asociadas, al mismo tiempo que consignan algunas de las creencias o supersticiones derivadas de esas mismas cualidades naturales. Básicamente, éstas son: el veneno que poseen muchos tipos de ofidios, el hecho de que sus presas no advierten el peligro que se cierne sobre ellas, la lengua bífida, la posibilidad de sobrevivir sin alimento un tiempo extremadamente largo, la muda cada seis semanas y el letargo invernal, el peculiar modo de reproducción de las víboras, el hecho de que las serpientes se enroscan sobre sí mismas formando círculos y parece que se muerden la cola, su cuerpo cilíndrico y alargado, su prudencia, su forma ondulante, su silbido, su relación con el agua, su modo de caminar, con espontáneas apariciones y desapariciones en la tierra, sus grandes ojos carentes de párpados, su hábitat en sombras, fallas y grietas o forestas, desiertos, mares, lagos y estaques, pozos y fuentes… Sobre estas características naturales reposan variadas creencias como que la serpiente se despoja de la vejez renaciendo, su relación con la sanación y su capacidad para devolver la vida, su relación con el falo masculino y con la fertilidad femenina, con la eternidad y su configuración tardía como símbolo del tiempo que retorna sobre sí mismo, su papel de custodia de las fuentes de la vida y la inmortalidad; las creencias sobre su androginia, omnisciencia, agresividad, insomnio, vigilia, así como su unión con las fuerzas oscuras y la consideración como ser que realiza, facilita o dificulta la transición entre niveles. En definitiva, la creencia en una fuerza especial residente, emanada, inherente o simbolizada en la serpiente, una fuerza, una energía que se alinea en el lado de lo primordial, la fuerza pura y sola: la vida, con todas sus paradojas y complejidades. Estas características naturales están presentes siempre en la serpiente, son ahistóricas, biológicas; no obstante, el énfasis que unas culturas hagan en 1  A este animal hemos dedicado nuestra tesis doctoral, con mención europea, titulada: The Snake in the Ancient Greek World: Myth, Rite and Image (León, 30 de junio de 2010).

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unos determinados rasgos o el protagonismo que ciertos aspectos de esta biología natural adquieran en el discurso simbólico de un determinado pueblo está intrínsecamente ligado y es dependiente de la propia Weltanschauung del pueblo a analizar. Así pues, estudiando los significados simbólicos de la serpiente e intentando explicarlos, no sólo ganamos consciencia acerca del particular que se plantea como objeto de la investigación, sino que contribuimos a iluminar la propia idiosincrasia que lo alumbra y en la que se asienta. 2 El siglo VI a.C. La representación de serpientes en la cerámica griega no se inicia en el siglo VI – baste recordar los ofidios de los grandes vasos del periodo geométrico y protoático –, pero es en esta centuria cuando se configuran muchos de los significados característicos de este animal en la cultura griega. A la luz del amplio catálogo de imágenes conservado, podemos distinguir someramente tres tipos de representaciones2: aquellas en las que la sierpe aparece como un animal real (las serpientes guardianas del mito, la serpiente pareada con el águila…), las que la representan como atributo de otras divinidades (por ejemplo Océano, la serpiente en el entorno dionisiaco) o como parte constitutiva de monstruos como Cerbero, la Hidra de Lerna, Medusa etc. y, finalmente, las que presentan al animal como una imagen dentro de la imagen (por ejemplo, como episema de escudo o en fuentes arquitectónicas). En este estudio vamos a dejar a un lado el segundo tipo de representaciones ya que este grupo es el que ha recibido más atención en la historiografía moderna sobre el tema y nos vamos a centrar en los otros dos, que arrojan más luz en cuanto al significado de este animal se refiere. 2.1 Grupo águila-serpiente Uno de los grupos que más se repite en la cerámica del siglo VI es el formado por la serpiente y el águila. El comienzo de la representación de este topos en Grecia se ha situado a finales del siglo VII a.C., más de un siglo después 2  F. Díez, «Imaginando el agua: Reflexiones acerca del significado iconográfico de la serpiente en algunas escenas de la cerámica griega arcaica», Fronteras e identidad en el mundo griego antiguo, Santiago de Compostela 2001, 287.

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de la primera aparición del grupo águila-serpiente en la literatura griega, en la obra de Homero. Aparece coetáneamente tanto en piezas corintias como áticas y se representa inicialmente con dos esquemas distintos: la serpiente capturada por el águila como única figuración en el vaso o, de manera simétrica, dos águilas flanqueando a una serpiente. Los ejemplos de la primera disposición son levemente anteriores a los segundos y son un buen ejemplo del conocido espíritu agonal de los griegos: el mensaje de estos vasos3 tiene mucho que ver con la idea de que la lucha y el enfrentamiento existen tanto entre humanos como en el mundo animal, un mensaje especialmente evidente en la copa de Heidelberg S99. De este modo, la competición en la que sólo el más fuerte será el ganador se plasma en imágenes mediante dos animales con una extraordinaria fuerza simbólica. En los siglos VII y VI también se representa este grupo con un esquema diferente: dos águilas flanqueando a la serpiente. Un ejemplo temprano de este particular es una cratera de columnas ática de figuras negras del Pintor de la Quimera encontrada en Vari4. La ubicación del grupo en un exáliptro referido por Eva Grabow5 – entre agones deportivos – apunta igualmente en la misma dirección que en el caso anterior, pues todas las imágenes comparten una unidad temática como expresión de la rivalidad y la confrontación. Posteriormente, este esquema va adquiriendo un carácter más «heráldico» y no hay apenas interacción entre las águilas y la serpiente6; el motivo se convierte en «pura formalidad», si bien debemos desconfiar siempre de este concepto. 2.1.1 Serpiente y águila en escenas de jinetes Transcurridos unos decenios desde las primeras representaciones del grupo aislado, el pintor de vasos comienza a incluirlo en la acción, tanto en escenas de hoplitas y jinetes como en las representaciones de los escudos, como  Aríbalo del Museo de Gela: E. Grabow, Schlangenbilder in der griechischen schwarzfigurigen Vasenkunst, Paderborn 1998, n.8; aríbalo corintio temprano del templo de Apolo Maleatas; copa laconia de Basilea, colección H. A. Cahn 358. 3

 Atenas, Museo Arqueológico Nacional 16388.  E. Grabow, op.cit. n.64. 6  Alabastrón de Heidelberg, Antikenmuseum 161 o ánfora del Louvre, E826, 10632. 4 5

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divisa de los mismos. Las ánforas de jinetes comienzan a aparecer en el segundo cuarto del siglo VI en el Ática y parece que hay que relacionar su existencia con la clase de los hippeis, de los caballeros. En ellas se representan jinetes al paso, al trote o al galope. En muchas ocasiones, se acompañan de un águila que, a veces, sostiene una serpiente en su pico. También es común que aparezcan perros o liebres. La representación de la serpiente y el águila en estas obras tiene un carácter de portento cuya interpretación positiva o negativa no es fácil, dificultad interpretativa que se explica por el propio carácter arbitrario del fenómeno mántico griego, carente de las regulaciones características del mundo romano, y que hace depender el significado de cada omen del contexto en el que se inserta. Son signos que se expresan sobre el destino del guerrero aunque su mensaje, en la mayoría de ocasiones, es apenas descifrable7. El movimiento del jinete no parece llevarnos a conclusiones tampoco, pues si, en algunas ocasiones, vemos obras en las que se representa un carro claramente victorioso marchando hacia la derecha8, en esta época, el jinete suele representarse casi invariablemente en esta posición – en especial, en la obra del Pintor Afectado –, quizá expresando un deseo de suerte en la empresa que va a emprender y a la que alude nuestro grupo. Así, pues debemos concluir que el águila y la serpiente funcionan en la iconografía como un signo que nos alerta sobre algo, un signo de interrogación o, mejor, de exclamación cuyo significado es precisamente ese: «signo», «señal», aviso de que algo va a pasar, el qué, en muchos casos lo podemos suponer, una batalla, el cómo, generalmente lo desconocemos. Este grupo aparece también en las divisas de escudo aunque no fue muy común y no se representa en su función mántica – aunque en algunas piezas posteriores sí se puede constatar este significado – sino como un signo de poder para acobardar al enemigo. Especialmente característico en los años 575-525 a.C. es el prótomo barbado de serpiente que se proyecta amenazante del escudo del guerrero hacia el enemigo en un acto de ostentación y afirmación del poder de su dueño.

7   Este particular lo analizamos en D. Rodríguez, «Contextualizing Symbols: ‘the Eagle and the Snake’ in the Ancient Greek World», Boreas: Münstersche Beiträgezur Archaeologie, 33, 1-18. 8  Ánfora de figuras negras de Andócides, Nueva York, col. privada.

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2.2 Serpiente y fuente También características del siglo VI son las escenas que representan a la serpiente en relación con la fuente. La asociación del ofidio con las aguas en el mundo griego es muy común y emerge en múltiples mitos e imágenes, aunque no podemos profundizar en ello aquí9, y explica la elección de este animal como decoración en las fuentes arquitectónicas, en el caso ático, o cerca de la fuente, en el caso laconio. Hemos localizado más de una docena de vasos en los que la sierpe aparece en este contexto. Se trata, casi siempre, de representaciones de mujeres atenienses en la fuente, tema que se implanta hacia el año 530 a.C. y que se encuentra sobre todo en hidrias  – forma cerámica utilizada para coger agua – del último cuarto de siglo. Los vasos laconios con este tema salen del entorno del Pintor del Jinete y representan el mito de Troilo y la emboscada de Aquiles10. En ellos, a diferencia de los áticos, la serpiente no es un elemento decorativo sino un animal real que sale de la fuente o que se enrosca en una de las columnas del pórtico: es la serpiente guardiana del manantial de agua, una serpiente que, con los años, acaba identificándose con el agua misma y convirtiéndose en el elemento identificador de la fuente11. En el mundo ático abundan las representaciones de fuentes en hidrias de finales del siglo VI salidas de la mano del Pintor de Antímenes y en ellas el ofidio es un elemento decorativo, no por ello no significativo12, que se figura normalmente en el pedimento de las fuentes arquitectónicas de las que se ofrece una visión frontal13.  Sobre este particular véase D. Rodríguez, Serpientes, dioses y héroes. El combate contra el monstruo en el arte y la literatura griega antigua, León 2008. 10  Copa de Samos, perdida; copa laconia de Cerveteri, Museo de Villa Giulia; copa del Museo del Louvre E669; copa de figuras negras del Museo Nacional de Tarquinia II/7762; fragmento de copa laconia Dídima Ke00-32ª. 11  Copa laconia de figuras negras de Bonn, colección privada. 12  Su significado deriva del que emerge en muchos mitos de combate entre héroes y serpientes que sitúan a esta última como custodia de las aguas, como un elemento iniciático al que debe enfrentarse el héroe para poder adquirir la aletheia una vez vencido  – mejor, asimilado –  el animal. 13  Londres, BM B330; Leiden, Rijksmuseum van Oudheden PC63; Atenas, Museo del Ágora P2642; Florencia, Museo Archeologico 947754; Vaticano, Museo Gregoriano Etrusco 417, Boulogne, Musée des Beaux-Arts 406; Berlín, Antikensammlung F4027. 9

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2.3 Serpiente y tumba Otro grupo de imágenes del siglo VI nos conduce de lleno a la relación de la serpiente con el mundo funerario, tema rico y complejo del que sólo podemos apuntar unas líneas muy breves aquí. Dentro de este contexto se distinguen dos grupos, uno más homogéneo, compuesto por vasos salidos del Grupo de Leagros en los que se representa el arrastre del cadáver de Héctor ante la tumba de Aquiles, y un conjunto de vasos muy heterogéneo sin relación entre ellos en los que se figura a la serpiente en un contexto funerario, de muerte violenta en ocasiones. La sierpe del primer grupo se ha relacionado con el alma del difunto  – interpretación con la que discrepamos –  y en el segundo caso, con las Erinias. En las obras del primer grupo, el animal se figura sobre el túmulo funerario pintado de blanco sobre el que se cierne el alma del difunto, de Aquiles, en forma de eidolon, que observa la escena que está teniendo lugar en su honor. Tradicionalmente se han analizado estas piezas desde un punto de vista estrictamente filológico y literario, sin atender a la especificidad del lenguaje iconográfico y, por ello, no se ha entendido la presencia de la psyche al lado de la tumba y se ha visto en la serpiente un símbolo del alma del difunto, idea que se repite tan común como acríticamente en la historiografía moderna. Si bien la serpiente estuvo relacionada, indudablemente, con el mundo de los muertos, no creemos posible proponerla como símbolo del alma del difunto. Por evidentes cuestiones de espacio no podemos entrar aquí ni siquiera a esbozar toda la problemática sobre este particular, que ya hemos analizado en otro lugar, sino que, tras analizar varias posibilidades significativas del animal en estos vasos – serpiente como alma del difunto, serpiente como imagen de esculturas o pinturas del paisaje funerario –, creemos que el pintor utiliza al ofidio como un signo visual para clarificar que lo que se está representando en el vaso es una tumba o por una sensación de idoneidad decorativa. El alma del difunto no se representó como serpiente y cuando esta alma aparece en los vasos está claramente identificada con el eidolon, que normalmente se acompaña de una inscripción. El segundo grupo de representaciones está formado por unos pocos vasos muy heterogéneos en los que la serpiente se figura cerca de un cuerpo muerto o en los aledaños de una tumba y cuyo análisis y comparación con otras piezas permiten proponer la identificación del ofidio con la Erinia

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zoomórfica. No obstante, en otros vasos, la ausencia de una situación reconocible de asesinato, ocasión en la que la Erinia se vería sin duda involucrada, nos impide identificar el animal con este agente de venganza. Preferimos ver a la serpiente en estos casos como un demon de la tumba, una serpiente sagrada similar al oikouros ophis ateniense o al ofidio que terminó con la vida de Filóctetes cuando profanó un territorio sagrado. La serpiente es un animal sagrado y por ello, convierte en sacer el territorio que ella protege, separándolo de la normalidad y convirtiéndolo en tabú. 3 Conclusiones La serpiente desempeñó un papel protagonista en la imaginería del siglo VI a.C., época en la que las representaciones teriomórficas alcanzaron su máximo apogeo. El mundo arcaico está habitado por animales híbridos y seres fantásticos que se disponen en frisos y animales del mundo real. Ya desde el siglo VII a.C., bajo los influjos orientalizantes, la serpiente se inserta en estas composiciones, en las que se destaca su peligrosidad. En el siglo VI alcanza un papel muy importante con valor sígnico y simbólico, en imágenes de acción y de estado. En esta época se concentran las representaciones con carácter más agonal y en las que el ofidio adquiere un sentido más terrible y se resaltan ciertos caracteres de la serpiente más ligados con lo primitivo, aspectos que tienen que ver con lo demónico, lo siniestro e inquietante. Las serpientes aparecen con exuberantes barbas, protuberancias en la cabeza y grandes dientes. Aunque no se puede trazar una línea de evolución estilística de las mismas en dicha época, se percibe, en general, un carácter más amable según nos aproximamos al clasicismo. La serpiente se representa especialmente en su papel de custodia de fuentes, de tumbas y de santuarios, como aspecto relacionado con el más allá, así como en una configuración típicamente griega: como signo portentoso, en conjunción con el águila. Este animal fue, pues, un elemento principal de la imaginería del siglo VI a.C. No obstante, la multitud de significaciones con que fue investido, su polivalente morfología y capacidad de adaptación, así como la larga lista de mitos y situaciones religiosas a las que estaba ligado, le garantizaron una larga supervivencia mucho después de que las quimeras arcaicas hubieran desaparecido e incluso allí donde no había espacio para fantasías: la Atenas más racional de la época clásica.

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