\"La Ruta Argárica y el Proyecto Bastida\"

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Descripción

I Jomadas de Arqueoturismo y Ecoturismo

El patrimonio como generador de estrategias e ideas para el desarrollo territorial

I Jornadas deflrqueoturism oy Ecoturismo Tierra de Iberos El patrim onio como generador de estrategias e ideas para el desarrollo territorial

La Ruta Argárica y el Proyecto Bastida Lull, V., Mico, R., Rihuete Herrada, C., Risch, R., Celdrán, E„ Fregeiro Ma. I., Oliart, C. yVelasco Felipe, C.

La Ruta Argárica

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as investigaciones llevadas a cabo por un equipo m ultidisciplinar coordinado por la Universidad A u­ tónom a de Barcelona(1) han logrado dar una visibilidad insospechada a tres yacim ientos m urcianos, dos de Totana, La Bastida y Tira del Lienzo y uno de Pliego, La Almoloya. Los dos m unicipios están situados en vertien­ tes opuestas, al norte y al sur de Sierra Espuña, y se han convertido gracias a estos yacim ientos prehistóricos en referentes internacionales para la estudio de la Edad del Bronce europea, así como en puntos de paso obligado para un turism o cultural de alta calidad. La labor desarrollada nos ha perm itido diseñar un plan que tiene com o objetivo que la sociedad de la Edad del Bronce de El Argar sea, por un lado, recono­ cida en el contexto europeo como se merece y, por otro, que dicho reconocim iento aporte un beneficio público que potencie el turism o cultural de la Región de Murcia, com o desean las directrices de la UE para los próximos años. 1) La C o n se je ría de C u ltu ra , g racias al e n to n c es C o n se je ro de C u ltu ra , P e d ro A. C ru z y al D ire c to r G e n eral d e B ienes C u ltu ra le s, José M iguel N og u era, estableció con la U n iv e rsid ad A u tó n o m a d e B arcelona (UAB) u n c o nvenio de co la b o ra ció n p lu rian u a l (2009-2012) q u e d io el p isto letazo de salida a la inv estig ació n d e La B astida. U n e q u i­ p o d e p ro feso res de la UAB y a lgunas em p resas m u rc ia n a s, co m o F irm a -e , y v a le n ­ cian as, c o m o S inergia, in v in ie ro n las su bvenciones c o n ce d id a s p o r el p la n A vanza del M in iste rio d e In d u s tria y p o r el M in isterio de C ien cia e In n o v a c ió n en h a ce r de La B astida u n referen te in te rn a c io n a l de las n u e v as tecn o lo g ías d e la in fo rm a ció n y la c o m u n ic a c ió n ap licad as a la arqueología. El “Proyecto B astida” ha su sc ita d o el in te ré s de in stitu c io n e s p u n te ra s en la inv estig ació n p a trim o n ia l y a rq ueológica, h asta el p u n to d e q u e c o la b o ra n en d istin ta s líneas de investigación. D estacam o s e n tre ellas las siguientes: U n iv e rsid ad de M ag u n c ia (A D N y análisis isotópicos d e restos h u m a ­ no s), U n iv e rsid ad de H a rv a rd (A D N ), U niv ersid ad d e B radford (resid u o s cerám icos), U n iv ersid ad d e C am b rid g e (m icro m o rfo lo g ía ), U n iv e rsid ad d e S lu ltg art (c a rp o lo ­ gía), U n iv e rsid ad d e In n sb rü c k , M useo del I.ouvre y U niv ersid ad de H eid elb erg (arq u e o m e talu rg ia ), C E Z M an n h e im , U niv ersid ad de Kiel e IRPA d e B ruselas (C a rb o n o 14) y U n iv e rsid ad d e N u ev o M éxico (análisis an tro p o ló g ic o s). O tra s in stitu c io n e s de á m b ito n a cio n al ta m b ié n co la b o ra n en el proyecto, c o m o la U niversidad de B arcelona (an álisis cerám ico s), la U n iv e rsid ad de Lleida (análisis isotó p ico s de sem illas) y la U n iv e rsid ad de M u rcia (In d u stria lítica tallada).

La Ruta Argárica de Sierra Espuña

La Ruta Argárica que planificamos se circunscri­ be en estos m om entos al entorno de Sierra Espuña, pero a ella podrán unirse otros yacimientos argáricos que cuenten con condiciones similares; es decir, que posean una investigación científica avalada por publicaciones relevantes y estructuras excavadas y consolidadas o res­ tauradas, visibles y visitables. Con este últim o punto nos referimos a lo que, en térm inos económ icos no dem a­ siado apropiados, se conoce como yacimientos “puestos en valor”. A este respecto, consideram os que cualquier “puesta en valor” que se precie debe estar avalada por intervenciones científicas de calidad. No se trata de res­ tituir ruinas que nos arruinen desde la ignorancia de sus restos, sino estructuras edilicias y otros m ateriales ar­ queológicos que cuentan con investigaciones e inform a­ ción relevantes sobre las sociedades que los produjeron. Un últim o objetivo de esta Ruta Argárica, au n ­ que no de m enor im portancia, consiste en potenciar el empleo rural enfocado a las tareas de restitución, conso­ lidación y conservación que requieren los restos arqueo­ lógicos y que, indirectam ente, incluyen tam bién labores de acondicionam iento y rem odelación de los alrededores de los yacimientos, protección del perím etro de seguri­ dad, construcción de accesos e itinerarios, etc. Se trata de un objetivo de apertura laboral que no solo focaliza un objetivo cultural, sino que tam bién desearía paliar, hasta donde sea posible, las necesidades sociales locales. El Proyecto Bastida viene desarrollándose in in te­ rrum pidam ente desde 2009. Bien es sabido que La Bas­ tida es uno de los yacim ientos em blemáticos de la Pre­ historia de M urcia y uno de los más im portantes para el conocim iento de la Edad del Bronce en Europa. Posee una dilatada historia de excavaciones que se rem onta a 1869, cuando el estudio de la Prehistoria apenas contaba con un puñado de referentes. Gracias a los trabajos em ­ prendidos por el Proyecto Bastida, así como a las actua­ ciones que puntualm ente salpicaron los siglos XIX y XX,

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contam os con un enorm e potencial docum ental para el avance y difusión del conocim iento sobre las prim eras sociedades estatales en la cuenca m editerránea. El Proyecto Bastida 110 sólo se dedica a llevar a cabo la investigación del yacim iento del que tom a su nombre; tam bién está em peñado en potenciar su cono­ cim iento público y contribuir a desarrollar un turism o sostenible, de carácter cultural, ofreciendo inform ación histórica y científica de prim er orden con estándares de calidad y rigor. El Proyecto, como hem os dejado traslucir, trasciende el yacim iento que le da nom bre y ha abordado la investigación de otros asentam ientos que han propor­ cionado resultados sorprendentes y espectaculares. En prim er lugar, los tres yacim ientos investigados han elevado la sociedad de El Argar a una nueva dim en­ sión. Obviam ente, no es que no se conocieran enclaves argáricos con anterioridad, pero lo cierto es que fueron pasto del m altrato social al que contribuyeron expolios clandestinos y la dejadez de las instituciones públicas hasta hace bien poco. La com unidad científica y los afi­ cionados a la historia conocían El Argar exclusivamente por sus instrum entos, arm as y adornos disem inados por m uchos m useos europeos. Estructuras arquitectónicas argáricas, dispersas y maltrechas, solo podían visitarse en algunas localidades. Los tres yacim ientos de las inm e­ diaciones de Sierra Espuña ofrecen, en cambio, una im a­ gen deslum brante de lo que las gentes argáricas fueron capaces de hacer. Repasémoslos.

La Bastida (Totana) La relevancia científica y patrim onial de La Bastida vie­ ne reforzada por la docum entación generada a lo largo de 140 años de diversas actuaciones arqueológicas, de distinto orden y calidad. En la actualidad, se está con­ cluyendo el volum en inicial de una serie de m onografías

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dedicadas a todos los estudios, presentes y futuros, que se realicen en el seno del Proyecto{2). En el prim er volum en(3) se recogen y analizan críticam ente los docum entos correspondientes a las d i­ versas excavaciones y análisis especializados que tuvie­ ron lugar antes de nuestras intervenciones. Se trata de un trabajo muy amplio y am bicioso(4) que abarca más de un siglo de actuaciones. Este volum en inicial perm itirá increm entar el conocim iento de uno de los yacim ientos más im pactantes de la prehistoria europea, y, además, subrayará su incidencia en el desarrollo de la arqueología en España desde m ediados del s. XIX. Parte del yacim iento es visitable desde 2012 (F ig.l) y recibe cada fin de sem ana una gran afluencia de público que es atendido m ediante visitas guiadas rea­ lizadas por investigadores del “Proyecto Bastida”, que

Fig. 1. La superficie excavada hasta el momento alcanza los 5.000 m2. En primer término, la fortificación. A la izquierda el sector de piedemonte musealizado.

2) El n o m b re de la serie es Arqueología Argárica. Proyecto Rustida 3) V. Lull, R. M icó, C. R ih u ete H e rra d a y R. R isch. Prim eras Investigaciones en La Bastida (1869-2005), (en p ren sa). 4) C o n estu d io s y d o c u m e n ta c ió n en an ex o s a carg o de: L o u rd es A n d ú g a r M artín e z, Eva C e ld rá n B eltrán, Juan C u a d ra d o Rui/., M ag d alen a Escalas Vallespir, John D avies Evans, P e d ro Flores G arcía, M aría In és Fregeiro M o ra d o r, Francisco Jordá C erd a, Ig­ nacio M a rtín L erm a, A n d ré s M a rtín e z R o d ríg u ez, C o n su elo M artín e z Sánchez, C a ­ m ila O lia rl C arav atti, Selina D elg ad o R aack, Juana P once G arcía, C arlos Posac M on, M ariló Posac, S alv ad o r R ovira L lorens, H e rm a n frid S ch u b art, Louis Siret y Cels, E d u a rd o del Val C atu rla y C arlo s V elasco Felipe

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Fig. 2. Vistas del sector musealizado del piedemonte del cerro. Destaca la am plia área que ocupa la gran balsa, capaz de recoger 400.000 litros de agua.

tam bién son m iem bros de la Asociación de Amigos del Yacimiento Arqueológico La Bastida (ASBA). En La Bastida se ha logrado hacer visitable una am plia área de la ladera baja suroriental del cerro, donde se han excavado más de 6.000 m2. Las labores de resti­ tución, consolidación y restauración incluyeron el salva­ mento, hasta donde fue posible, de los edificios en ruinas excavados a m ediados del siglo XX. Entre 2008 y 2012 nuestras excavaciones sacaron a la luz grandes residen­ cias de hasta 60-80 m2 que se distribuyen por toda la ciu­ dad. Estas grandes viviendas y edificios públicos alternan con otras construcciones de m enor tam año separadas por estrechos corredores y, en su subsuelo, contenían un cem enterio del que hem os excavado 80 tum bas. Una gran balsa cerrada por un dique de 21 m de longitud y unos 4 m de anchura capaz de alm acenar más de 300.000 litros de agua tam bién expresa una com plejidad y unas necesidades sociales sin parangón en aquel tiempo. La ciudad llegó a alcanzar los mil habitantes, una cifra tam ­ bién insólita (Fig. 2). No ha ocurrido lo m ism o con los novísimos y sorprendentes descubrim ientos que todavía esperan

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LA FORTIFICACIÓN

Fig. 3. Vistas de la Fortificación de La Bastida con sus torres cu a d ra n g la ­ res macizas.

com pletar las labores de salvamento necesarias. Las úl­ timas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en La Bastida se rem ontan a finales de 2012 y, esporádicam en­ te, durante 2013 con motivo de ciertas tareas de consoli­ dación preventiva. Las excavaciones sacaron a la luz un im ponente sistema de fortificación único en su época(5) (Fig. 3). Constaba de una m uralla de 2 a 3 m de grosor, construida con grandes piedras trabadas con argamasa y reforzada por torres macizas tronco-piram idales dis­ tribuidas a escasa distancia entre sí y de entre 3 y 4 m de lado. La altura original del complejo defensivo pudo al­ canzar los 6 o incluso 7 m. Por ahora se han descubierto cinco torres a lo largo de un tram o de 45 m, aunque el perím etro de la fortificación habría superado los 300 m. La entrada al recinto se realizaba a través de un pasillo flanqueado por potentes muros, que quedaría cerrado con portones encajados entre gruesos postes de madera. 5) Esta m u ra lla , la ú n ica d e c a rá c te r m o n u m e n ta l co n o cid a de la E dad del B ronce A n tig u o en E u ro p a c o n tin e n tal, aú n n o h a p o d id o se r co n so lid ad a en los tra m o s d e s­ cu b ierto s. Los trab ajo s de c o n so lid ac ió n se in ic ia ro n en 2013, p ero tu v ie ro n q u e ser pa ra liz ad o s p o rq u e su fra g a r in v estig ació n , c o n so lid ac ió n y re stau rac ió n excedía las obligacio n es de la UAB, so b re to d o en lo q u e re sp ec ta a las do s ú ltim a s líneas de a c ­ tu ació n , q u e d e b en se r a su m id as p o r las in stitu c io n e s locales y a u to n ó m ic as. R ecien­ tem en te, se h an re to m a d o las co n v ersacio n es o p o rtu n a s p a ra q u e los entes público s asu m a n las fu n cio n es c o rre sp o n d ien tes.

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Las fortificaciones de La Bastida nos im presionan por su m onum entalidad, por los conocim ientos de ar­ quitectura e ingeniería que exhiben, por su antigüedad y porque nos ayudan a conocer un pasado tan lejano en el tiem po como reconocible en nuestro presente. Esta enorm e y m onum ental construcción es síntom a de una ru p tu ra radical en térm inos tecnológicos, militares y tam bién sociales con respecto al m odo de vida preceden­ te. La construcción de murallas con torres macizas cuadrangulares fue un hecho novedoso en el occidente euro­ peo, donde los ejemplos previos contaban a lo sum o con bastiones huecos de contorno curvo que acogían usos diversos (dom éstico-artesanales). La Bastida, en cambio, testim onia una nueva poliorcética específicamente m ili­ tar, una obra pensada en exclusiva por y para el combate, a cargo de gentes bregadas en unas lides desconocidas hasta entonces en Occidente. La Bastida inform a sobre conceptos inéditos en Occidente en arquitectura y poliorcética militar, vigen­ tes hacia el 2200 antes de nuestra era. Sus precedentes podrían localizarse en el M editerráneo oriental, en una franja que va desde los Dardanelos hasta el Sinaí, con la segunda ciudad de Troya como m odelo más em blem á­ tico. No creemos que la presencia de elementos ajenos a la tradición occidental (torres cuadradas macizas, p o ­ liorcética militar, etc), pero presentes en el M editerrá­ neo oriental, im pliquen la llegada de grupos de aquellas latitudes, pero abren espacios para la duda y el cuestionam iento. Aquella crisis general de 2300-2200 antes de nuestra era puso fin a un m undo previo (Im perio A n­ tiguo egipcio, civilización urbana en Palestina, Israel y Jordania, Bronce Antiguo en el Egeo) y probablem ente produjo una diáspora insospechada de ideas y quizá tam bién de personas. Nuevas excavaciones en La Bastida podrían aportar luz a esta cuestión. La inversión com unal y descom unal en obras m i­ litares de las gentes de La Bastida en un m om ento tan

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temprano, revela una estructura de poder lo suficiente­ mente sólida como para movilizar una gran cantidad de trabajo y recursos, y lo suficientem ente am enazada como para requerir tam aña inversión para su supervivencia.

Tira del Lienzo (Totana) El poblado se com enzó a excavar por dos motivos bási­ cos. Dado que La Bastida se manifestaba como una gran capital argárica, creimos que se necesitaba un co n trapun­ to doméstico que ilustrara la vida cotidiana en un asen­ tam iento “norm al”. En otras palabras, buscábam os un yacimiento que se ajustara al patrón habitual de los p o ­ blados argáricos (sobre un pequeño cerro, cerca de fuen­ tes alim entarias básicas y cursos de agua, y con buenas condiciones para el control visual del territorio). Aunque el cerro carecía de recursos adecuados de cantería para la construcción, estos tam poco escaseaban en sus inm edia­ ciones. Esa fue nuestra prim era motivación. Y veamos la segunda. Por aquel entonces ya h a­ bíamos inaugurado en La Bastida, con gran éxito, lo que denom inam os “M useo Vivo”. Consistía en abrir todos los jueves los laboratorios a grupos de personas intere­ sadas. Cada especialista que se dedicaba a una ram a de la investigación explicaba su com etido en el proyecto. Después se visitaban “en directo” las excavaciones que tenían lugar ininterrum pidam ente. Igualmente, recorri­ mos los colegios públicos y privados de Totana y S U S dos institutos dando conferencias para sensibilizar a los más r

Fig. 4a y 4b. Estudiantes de los IES Mayor en plena tarea de excavación.

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jóvenes de la im portancia de “su” patrim onio (Fig. 4a y 4b). De ahí surgió la idea de ir más allá y, junto a José A n­ tonio González Guerao, profesor de Geografía e Historia de Totana, arm am os un ambicioso plan que consistía en que los alum nos de bachillerato de los dos Institutos de Totana, Juan de la Cierva y Prado Mayor, que estuvieran interesados, participaran en las excavaciones®.

Fig. 5. Tira del Lienzo. Vista aérea del estado de las excavaciones en 2011.

Paralelamente, unas sem anas antes de los trab a­ jos de campo, cada uno de los técnicos que trabajaba en La Bastida “inició” a alum nas y alum nos en una ram a de la arqueología que cada cual había escogido previam en­ te. Todo salió como teníam os previsto, con una pequeña e insoslayable dificultad: sólo pudim os contar con alum ­ nos durante los prim eros quince días de la excavación. Ya se sabe, im ponderables adm inistrativos, vacaciones 6) U n re la to del p la n p u e d e c o n su ltarse e n G o n zález G u e ra o (2010) “La T ira del L ien­ zo. u n a e x p erie n cia d id á c tica d e investigación a rq u eo ló g ica”. C um íenlos de La Sonta, 12 .

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de verano, entre otros factores. Sin embargo, dado que el yacimiento estaba abierto y com enzaban a aflorar cons­ trucciones nada habituales, la Universidad A utónom a de Barcelona decidió seguir con las mismas y sufragar el gasto en la m edida de sus posibilidades. Bajo estas co n ­ diciones seguimos excavando en Tira del Lienzo el resto de 2010 (prim era cam paña), volvimos en el verano de 2011 (segunda cam paña) y repetim os desde noviembre de 2011 a abril de 2012 (tercera cam paña). Nos equivoca­ mos de una m anera palm aria, aunque gratam ente, pues el poblado no era para nada un asentam iento argárico “norm al” (Fig. 5). Tira del Lienzo se localiza en una elevación junto a la rambla Sisquilla. Si La Bastida fue una “ciudad es­ condida”, ahora nos encontrábam os ante una concepción muy distinta, puesto que el yacimiento dispone de m ag­ níficas vistas sobre el valle del G uadalentín y las estri­ baciones m eridionales de sierra Espuña. Desde Tira del Lienzo se controla una am plia extensión de terreno y, a la inversa, éste es bien visible desde m uchos lugares. La mayor parte de la loma original desapareció en 2004 debido a la extracción de áridos. Por suerte, el extremo suroccidental, justo donde se ubica el yacim ien­ to, no se vio afectado. Aquí, a unos 35 m por encim a del llano adyacente, hallam os un complejo arquitectónico de unos 865 m.2, cuyas construcciones y organización espa­ cial constituyen una auténtica novedad en la arqueología argárica. Los edificios m ás significativos están siendo res­ taurados y pronto podrán ser visitados. Se trata de cons­ trucciones datadas en la fase de apogeo del poblado, hace casi 4000 años. Un gran edificio rectangular ocupa una posición dom inante en el punto central y más alto de la cima. A su alrededor por el este y el norte, separado por un callejón y un patio, se abre un abanico de habi­ taciones adosadas, de planta alargada y m enor tamaño. Al sur, tam bién separadas por accesos, se distribuyen va­

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rias estancias más. Todo este conjunto está rodeado por una m uralla o m uro perim etral que configura un recinto rectangular de unos 40 m de largo por 23 m de ancho. A diferencia de lo habitual en los yacim ientos argáricos, en Tira del Lienzo sólo se han hallado dos tum bas, pertene­ cientes a individuos infantiles. Además, a principios de 2012 se descubrió un grupo de construcciones al pie del cerro, m uy cerca del cauce de la rambla Sisquilla. ló d a s habían sido excava­ das parcialm ente en la roca natural y tendrían la función de almacenes. Se recogieron en las inm ediaciones nu m e­ rosas semillas de cebada carbonizadas. A varias decenas de m etros, en una zona llana, se encuentran los restos de dos cistas funerarias, desafortunadam ente expoliadas. Sin duda, el hallazgo más destacado de Tira del Lienzo se localiza en la habitación que corona el cerro (Fig. 6). Aparte de un conjunto destacado de artefactos, se docum entaron yunques y m artillos utilizados en la forja de metales. Los análisis realizados sobre los mism os dem ostraron que alguno de ellos había sido utilizados para elaborar láminas de plata(7), brindándonos un p re­ ciso indicio para alguno de los extraordinarios hallazgos que deparó La Almoloya. Las prim eras investigaciones que hem os realiza­ do de Tira del Lienzo apuntan a que era un complejo de­ dicado a elaborar, alm acenar y adm inistrar un volumen im portante de bienes, de los cuales solo una pequeña parte fue consum ida allí. Si capitales com o La Bastida se abastecían gracias a la recepción de tributos, no sorpren­ de encontrar centros interm edios de control y gestión de los mism os. Tira del Lienzo es el yacim iento de mayor extensión dedicado a estos fines adm inistrativos, aunque probablem ente otros como Barranco de la Viuda (Lorca, 7)S elina D elg ad o -R aack , V icen te Lull, K atja M artin , R afael M ico, C ris tin a R ihuete H e rra d a y R o b e rto R isch (2014). “D ie S ilb ersc h m ie d e v on T ira d el Lienzo, T otana, Prov. M u rcia, im K ontexl d e r El A rg a r M elallurgie”. E n H a ra ld M eller, R o b erto Risch y E rn st P ern ick a, eds. M etals o fp o w e r - E a rlyg o ld a n d silver. 6 th A rch aeo lo g ical C onference o f C e n tra l G e rm a n y O c to b e r 17-19, 2 o l3 in H alle (Saale).

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La Tira del Lienzo H1

M urcia)(8) y Cabezo Pardo (San Isidro, Alicante)(9) des- F¡g-6. Planta del edificio central (H 1 ) r . i y 1 hp* j i t • i de Tira del Lienzo. em penaran funciones parecidas. Jbn I ira del Lienzo los bienes eran acum ulados, gestionados y, a veces, elabora­ dos por un pequeño grupo de guerreros, especialistas y personal de adm inistración, antes de ser enviados hacia centros de poder com o La Bastida. Tira del Lienzo nos ofrece una oportunidad ú n i­ ca para observar el nacim iento de la burocracia y con­ tem plar el tipo de dependencias de que se nutría. En la sociedad argárica, las cosas se movían más que las perso­ nas, siguiendo un flujo ordenado que beneficiaba a unos grupos en detrim ento de otros. Creemos que la adm inis­ tración se erigió aquí com o el m ediador necesario de este movimiento.

La Almoloya (Pliego) En térm inos coloquiales y metafóricos, podríam os suge­ rir literalmente que La Almoloya es la joya de la corona 8) M ed in a , J. y S án ch ez G onzález, M" J. (1999), “E xcavación en el p o b la d o a rgárico del B arran co d e la V iuda (El H in o jar, Lorca), X Jornadas de Arqueología Regional, pp. 17-18. 9) López Padilla, J. A. (ed.) (2014), C abezo Pardo (San Isidro, Alicante). Excavaciones arqueológicas en el ya cim ien to de la Hilad del Bronce. M u seo A rq u eo ló g ico de A lic a n ­ te, A licante.

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de la Ruta Argárica (Fig. 7a y 7b). Esa literalidad se refie­ re m ás a los hallazgos que ha brindado que a la extensión del asentam iento, porque frente a La Bastida parece un pequeño poblado que poco tiene que hacer ante la gran capital. Sin embargo, los hallazgos que ha ofrecido su­ gieren que la im portancia de este pequeño enclave fue decisiva para el conjunto de la sociedad argárica, y en alguna de las fases de su desarrollo, concretam ente entre 1750 y 1550 antes de nuestra era, de im portancia capital. Fig. 7a. La Almoloya al comienzo de las excavaciones de 2013. Al fondo la majestuosidad de Sierra Espuña. Fig. 7b. La Almoloya en septiembre de 2015.

La Almoloya tiene, además, un carácter m o n u ­ m ental único. Hemos excavado casi el 80% del asenta-

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miento y podem os decir que es el yacimiento argárico % 8. La trama urbanística de La que muestra, casi en su totalidad y por prim era vez, una Almoloya retícula urbana perfectam ente planificada que ubica n í­ tidam ente sus accesos, calles y complejos habitacionales, con sus talleres y almacenes, edificios y construcciones públicas (Fig. 8). En esta red urbanística destacan a prim era vis­ ta dos construcciones: una cisterna con capacidad para entre 10.000 y 12.000 litros de agua y, sobre todo, una gran sala de reuniones (Fig. 9) que ya es conocida como el prim er edificio de Europa continental dedicado en ex­ clusiva a la política (Fig. 10).

Fig. 9. La Gran Sala de reuniones despejada de los sedimentos y derrumbes que la cubrían, desde el suroeste.

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Fig. 1 0 . Eco internacional de los hallazgos de La Almoloya.

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secuencia estratigráfica de La Almoloya revela disr , tintas tases de ocupacion prehistórica. Las prim eras dataciones de C arbono 14 indican que la fundación tuvo lugar alrededor de 2200 antes de nuestra era, m ientras que el abandono se produjo 650 años después, en torno a 1550. Los prim eros habitantes no se asentaron sobre un cerro am esetado, porque la topografía de La Almoloya presentaba un aspecto bien distinto hace más de 4.000 años. En su flanco occidental se elevaba un escarpe ro ­ coso que descendía hacia la ladera este en un gradiente cercano al 10% sobre la que construyeron viviendas aterrazadas que com pensaban ese desnivel. Los restos de las prim eras ocupaciones se conocen de form a incompleta, pero revelan ya viviendas con zócalos de piedra y techos de barro y elementos vegetales, sustentados por postes de m adera. Hacia 1750 antes de nuestra era se planificó la gran tram a urbanística que ocupa toda la superficie del cerro. Hasta el m om ento, hem os excavado, y no total­ mente, seis de los nueve complejos arquitectónicos habitacionales que se vislum bran en superficie. O nce estrechísim as calles, p o r donde apenas pasa una persona, separan unos complejos de otros. Además L a

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de facilitar el tránsito, estas vías posibilitaban el drenaje y evacuación de aguas. Las islas urbanísticas que consti­ tuyen estos agregados arquitectónicos varían en exten­ sión y núm ero de habitaciones. La superficie urbanizada aprovecha al máximo casi todos los 3.100 m2 disponibles en la meseta. De las poco más de 50 estancias excavadas hasta el m om ento, de todas las fases del poblado, más de 40 corresponden a la más reciente. Un gran edificio destaca sobrem anera. Situado en el Complejo 1, es la construcción más relevante desde un punto de vista arquitectónico y en cuanto a su función social. Tal es su significado que sin ella costaría entender el resto del poblado. No es extraño que esta estructura insólita en el ámbito argárico y tam bién en el Bronce Antiguo de Eu­ ropa continental se haya docum entado en el m om ento más destacado y relevante de La Almoloya y de El Argar, a partir del siglo XVIII antes de nuestra era. Fue en to n ­ ces cuando se produjo la m áxim a expansión argárica, se afirmó el poder estatal en las distintas com unidades y au ­ m entaron exponencialm ente las contradicciones socia­ les que desem bocaron en el colapso de un m odo de vida inaugurado 650 años antes y que dom inó el sureste de la península ibérica. El gran edificio, cubierto gracias a un original juego de sustentación de pilastras en zigzag y una hilera de colum nas que lo atraviesa longitudinalm ente, ocupa 126 m 2 de superficie total y se divide en dos estancias. Sus m uros, de casi un m etro de espesor medio, están com puestos por dos param entos muy sólidos de piedras m edianas colocadas en hiladas más o m enos paralelas. La superficie de las paredes estaba revestida con revo­ ques enlucidos de arcilla y cal, de los que se han podido docum entar hasta 10 capas. Alguna de ellas estaban, sor­ prendentem ente, ¡pintadas! lo cual atestigua la prim era decoración arquitectónica conocida en El Argar. El p a­ vim ento del edificio era de una fábrica sim ilar al de las

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paredes. Tenía un espesor de casi 30 era en algunos sec­ tores, debido a las diversas reparaciones y capas que se añadieron para conservarlo en buen estado. Tres elementos sobresalen en este edificio: un p o ­ dio que se eleva sobre todos los com plem entos arquitec­ tónicos, un banco que recorre todas las paredes del edifi­ cio y que podía acoger en torno a 50 personas sentadas y un gran hogar de poco más de 4m2. ¿Qué podrían estar haciendo 50 personas reu n i­ das en una m ism a sala? No lo sabemos con seguridad, pero gracias a unas pocas pruebas positivas, y sobre todo a pruebas negativas cruciales, podem os proponer que estam os ante la prim era arquitectura política de Europa continental. Los m otivos por lo que sugerim os esta interpre­ tación son varios. En prim er lugar, no se docum entaron elem entos cultuales o religiosos y, a diferencia de lo h a­ bitual en los recintos de habitación argáricos, tam poco aparecieron restos de consum o alim entario ni de proce­ sos productivos relacionados con la subsistencia o con alguna otra actividad económ ica; es decir, allí no se rea­ lizó ninguna actividad alim entaria o artesanal. Solo han aparecido unos pocos y exquisitos vasos. Las actividades que tendrían lugar podrían ser tildadas de “inútiles” desde el punto de vista económ i­ co, aunque evidentem ente no m erecieran este calificativo desde un punto de vista organizativo y social. Quizá estemos contem plando el prim er eslabón que conduce a los edificios o dependencias dedicadas a hacer política, lugares de debate, acuerdo o decisiones, como en nuestras asambleas o parlam entos. La A lm o­ loya docum enta esa posibilidad. La evidencia arqueoló­ gica que ha brindado este gran edificio está totalm ente en desacuerdo con la que ofrecen las demás estancias y apunta, junto al porte y relevancia del mismo, a una fu n ­ ción de orden político-social.

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No debe de ser casual que en un rincón de este magnífico edificio se descubriera, en agosto de 2014, una sepultura extraordinaria. En el interior de una gran urna funeraria sellada con una losa y num erosos bloques de piedra, reposaban los restos de dos individuos: un h o m ­ bre fallecido entre los 35 y 40 años de edad, enterrado primero, y una m ujer de entre 25 y 27 años. La mayoría de los objetos de ofrenda eran de plata, unos pocos de oro y otros varios de metal de base cobre, junto a colla­ res, vasijas cerámicas y ofrendas de carne de vacuno. Una riqueza material así corresponde a las sepulturas princi­ pescas. Los adornos eran m uy llamativos y algunos del gusto actual, como los cuatro dilatadores de oreja, dos de plata de los que pendían diferentes pendientes de plata y bronce, y dos más de oro. En total se docum entaron 10 pendientes, 8 de los cuales eran de plata (algunos de ellos, espiraliformes con 4 y 5 vueltas) y 2 de base cobre. También se hallaron tres brazaletes, dos de plata y uno probablemente de bronce, dos anillos de plata y collares con cuentas hechas de ámbar, hueso, concha, marfil y piedras semipreciosas. Sobre el pecho de la m ujer encon­ tram os dos cintas de plata con perforaciones y, ciñendo su cabeza, el objeto más valioso de todos, un em blema distintivo que describirem os más adelante. Las restantes piezas no iban a la zaga. Un puñal de metal de base cobre tenía cuatro remaches de plata para fijar la em puñadura. Estos remaches no aportaban ninguna ventaja técnica o funcional, pero resaltan de m anera evidente la im portancia de quienes los poseían. En el Bronce Antiguo de la península ibérica tan solo se han docum entado treinta y cinco casos de armas rem a­ chadas con plata (veinticinco de las cuales proceden del territorio argárico). Más extraordinario nos parece un punzón de cobre con un mango de plata que reviste un ánim a de m adera de encina. La tecnología aplicada es im presionante. Se trata de una obra m aestra de la orfe-

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Fig. 11. Parte de las ofrendas de la tumba principesca.

brería argárica, fruto de un taller al servicio de las élites en el poder. Por último, se docum entaron dos ofrendas de carne que consistían en los cuartos delanteros de un b o ­ vino y otros alim entos indeterm inados, por el m om ento, dentro de tres recipientes: un cuenco y dos vasos carena­ dos. De los tres, el más sofisticado es el vasito más peque­ ño. Se trata de una pieza insólita provista de una cinta de plata que revestía la carena, y de otra que hacía lo propio con el cuello y el borde, dando la im presión de que las m anos y la boca de quien se sirviera de él no podían to ­ car nada que no fuese de plata. Hemos dejado para el final la pieza más em ble­ mática: una diadem a de plata con un apéndice en forma de disco que coronaba la cabeza de la mujer. Se conocían con anterioridad cuatro ejemplares de este tipo y m ate­ rial, todos procedentes del yacim iento que da nom bre a esta sociedad, El Argar, situado a más de 100 km al sur en Antas (Almería). N inguna de ellas se conserva en Es­ paña. Las ofrendas de esta sepultura la sitúan a la cabe­ za de las cinco más ricas del m undo argárico, por lo que sin duda corresponde a m iem bros destacados de la clase dirigente.

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A hora bien, los detalles nos llevan más allá. La diadema de plata es un símbolo de poder y distinción reservado a unas pocas mujeres. El ejemplar de La A lm o­ loya es prácticam ente idéntico a los otros cuatro conoci­ dos del yacimiento de El Argar. No sería atrevido afirm ar que estas piezas fueron producidas por un único taller especializado, bajo cuya tradición pudo tam bién fabri­ carse la célebre diadem a de oro de la Placica de Arm as (Caravaca), expuesta en el M useo Arqueológico N acio­ nal de M adrid. La semejanza morfológica, tecnológica y

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Fiq. 12. Alqunas publicaciones del

simbólica que com parten todas ellas, nos lleva a pensar ¡mpa(;t0científicodei Proyecto que hubo una estrecha relación entre los grupos aristo- Bastida, cráticos argáricos a partir de 1750 antes de nuestra era. Solo así se puede entender que com unidades tan alejadas com partieran las mism as directrices sociales y simbóli-

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cas que hacen de La Almoloya un centro capital en la tom a de decisiones políticas (Fig. 11). En la actualidad las investigaciones en La Bas­ tida y Tira del Lienzo siguen desarrollándose, aunque más despacio que durante los prim eros años, m ientras que apenas hem os iniciado los estudios en La Almoloya. Por ello, las conclusiones que adelantam os aquí deben ser consideradas provisionales, aunque alguna de ellas resulte casi una evidencia incontestable. En los tres últi­ mos años, el ritm o de la investigación ha descendido al m ism o com pás que el país entero. Esperem os que los sig­ nos de recuperación, que tanto se publicitan actualm en­ te, tam bién alcancen a la ciencia y la cultura y podam os seguir descubriendo las huellas de los m om entos en los que, estam os seguros, M urcia y el sureste protagonizaron la historia de Europa (Fig. 12). Agradecimientos Los resultados resum idos en este texto h an sido posibles gracias a investigaciones respaldadas y financiadas p o r la C onsejería de C u l­ tura y T urism o de la Región de M urcia (BO RM 57, 2009, n° 3986), los m inisterios de C iencia e Innovación / E conom ía y C om petitividad (proyectos H U M 2006-04610, H A R 2011-25280 y HAR201453860-P) y de Industria, T urism o y C om ercio (Plan AVANZA: TSI070100-2008-133), los ayuntam ientos de Totana y Pliego, el grupo em presarial CEFU, S.A., y la U niversidad A utónom a de Barcelona. A gradecem os tam bién la colaboración de to d o el personal científico y técnico del “Proyecto La Bastida” entre 2009 y 2015, así com o a los trabajadores y operarios que han p articip ad o en los trabajos de campo.

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