“La Revolución Meiji; el inicio de un Japón moderno, el despertar de una potencia 1868-1912.”

July 27, 2017 | Autor: Silvio Godoy Argiz | Categoría: Japanese Studies, Modern Japanese History, Meiji Japan, Imperialism, Japanese Imperialism
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Descripción

“La Revolución Meiji; el inicio de un Japón moderno, el despertar de una potencia 1868-1912.”

Historia contemporánea de Asia y África. Proyecto de Investigación.

Alumno: Godoy Silvio Germán.

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La historia contemporánea de los diversos países del mundo está marcada, a lo largo de todo el siglo XIX, principalmente por la introducción del capitalismo como el nuevo sistema estructurador de las relaciones económicas y sociales de los mismos. En el caso particular de los países de Asia, medio oriente y África, el mismo fue impuesto a través de una serie de transformaciones profundas e irreversibles que modificaron las bases sobre las que se asentaban sus antiguas tradiciones y formas de organización. Durante el periodo confluyen en estas regiones, a grandes rasgos y exceptuando las particularidades pertinentes de las mismas, una serie de elementos tanto externos como internos, que entran en juego y permiten la incursión del capitalismo como el nuevo sistema económico. Vemos así como el capital se convierte en el elemento central, imponiéndose sobre la fuerza de trabajo y convirtiéndose en la base de la riqueza, integrando las economías regionales al mercado mundial. El momento de irrupción del capitalismo aparece en estas sociedades milenarias como periodos de crisis o ruptura, donde las antiguas sociedades de carácter agrario, manufacturero y comercial ven tambalear su organización interna ante la presencia del nuevo orden mundial. Este es un proceso que se repite de forma similar en todas aquellas regiones de la “periferia” sobre las cuales los tentáculos de las diversas potencias imperialistas buscan extenderse. Sin embargo, las respuestas ante esta situación de los diversos territorios no son iguales. En el presente proyecto y a lo largo de la futura investigación que el desarrollo del mismo implique, buscaré centrarme de forma particular en el caso de Japón y las respuestas que dentro de su sociedad se formularon ante el avance del capitalismo mundial y de las potencias imperialistas. Como en toda aproximación historiográfica, considero que es de vital importancia para poder contextualizar el periodo a analizar, realizar una breve referencia de los acontecimientos previos, en este caso particular, los que se suceden antes de la Revolución Meiji. Esto nos permitirá comprender de una mejor manera los diversos actores que entran en juego, así como también las posiciones sociales que los mismos ostentaban y cómo se estructuran en las relaciones de poder. También nos servirá para ampliar el panorama y los conocimientos sobre la historia nipona, logrando así ensanchar nuestra visión sobre la misma, para poder realizar un análisis lo más claro posible sobre el problema a investigar. 2

Alrededor del siglo XII, surge en Japón, un nuevo sistema de gobierno de tinte netamente militar a cargo de un Shogun, una nueva autoridad para-imperial, que era la que ostentaba el verdadero poder en Japón. De manera progresiva el sistema Shogunal va adquiriendo características cada vez más similares a las del feudalismo europeo, con la salvedad de que en Japón prevaleció el lazo personal entre el señor y su vasallo, sobre el lazo económico que este ostentaba con la tierra. A lo largo del periodo, existieron tres Shogunatos al frente del Japón. El Shogunato de Kamakura (1185-1333), el Ashikaga (1336-1573) y el Tokugawa (1603-1867). A lo largo del periodo comprendido por los últimos dos Shogunatos, es donde se produce la plena feudalizacíon de la sociedad nipona y del sistema político. Se abolió la autonomía de la corte imperial, se restringen las atribuciones de la administración civil, los shugo se convierten cada vez más en señores feudales, exigiendo prestaciones en trabajo y reteniendo parte de los ingresos. Periodo que finaliza cuando Tokugawa Ieyasu derrota a sus rivales y da inicio a un nuevo Shogunato. El mismo se extendió a lo largo de 250 años y uno de los principales pilares de su supervivencia y estabilidad fue el aislamiento y cierre del Japón ante cualquier contacto con el exterior. El gobierno Tokugawa se basó en un equilibrio entre el poder shogunal y los de los gobiernos autónomos de los Daimyo en sus feudos locales. Es decir, se da una combinación entre el gobierno ejercido por el Bakufu y el ejercido por los Han o casas señoriales. Por su parte, la población fue dividida en cuatro órdenes cerrados: nobles, campesinos, artesanos y comerciantes. Los bushi son separados de las aldeas y congregados en ciudades castillos de sus Daimyo, como hombres de armas especializados a los que se les prohíbe participar del comercio, los campesinos son despojados de armas, atados a sus tierras y obligados a entregar dos tercios de su producción al señor. A los comerciantes, por su parte, se les niega la posibilidad de adquirir tierras. En los siglos XVIII y XIX, el shogunato se vio inmerso en una fuerte crisis económica. Ante los altos costos que implicaban mantener el sistema, los señores se ven obligados a monetarizar las rentas que recibían, creando las condiciones para la expansión del comercio y el capital mercantil, provocando así un fuerte desgaste de la economía rural. Una vez integrados a la economía monetaria, los censos se incrementaron, provocando el empobrecimiento del campesinado. Ante la posibilidad de expandirse a través del

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comercio internacional, el capital se vio frenado por la dependencia parasitaria de la nobleza feudal, eliminando la posibilidad de una transición hacia el capitalismo. Podemos ver cómo el shogunato se vio inmerso en una fuerte crisis económica y un clima de descontento social. El aumento de la corrupción en su extensa burocracia, la debilidad fiscal que le imposibilitaba afrontar los importantes gastos que el sistema conllevaba, el descontento de la clase comerciante ante las confiscaciones sufridas y la falta de regularización de su actividad, etc., serían las principales causas de la crisis. El sistema feudal sobre el cual se asentaban las bases de la estabilidad económica y social entró en crisis, una crisis que se acentuará aun más a causa de las presiones externas de las potencias imperialistas, que buscan la apertura del Japón al mercado mundial. Ante la imposibilidad de hacer frente a la amenaza externa y de resolver los problemas internos, el Bakufu se ve sumido en una situación que no podrá revertir. La oposición de la corte y del emperador, sumada al descontento de los Daimyos, desencadena una revolución a la que el Shogunato no podrá hacer frente. En enero de 1868, el estado Tokugawa cae y el emperador Meiji toma el control del país, dando inicio a lo que se conoce como las reformas Meiji. Como mencionamos anteriormente, el proceso de transición hacia el sistema capitalista que afectó a las regiones de Asia y África, estuvo marcado desde el principio por ser procesos conflictivos y de crisis. Japón no fue la excepción. En el presente trabajo buscaré indagar y explicar de forma particular el caso nipón, viendo las características propias del mismo durante su etapa de modernización e integración a la economía mundial. Las reformas Meiji son el punto de arranque de este proceso, acaban con el antiguo régimen feudal e introducen a Japón en el sistema capitalista. Considero de vital importancia centrarme en ellas, los efectos que tienen sobre la sociedad y la economía y la nueva posición que pasa a ocupar Japón en el plano mundial. El trabajo se circunscribe espacialmente al territorio del actual Japón. Dará inicio con los últimos años del Shogunato Tokugawa e inicios del periodo Meiji, tomándolo como un punto de quiebre en la historia del Japón, que rompe con la antigua estructura feudal y se introduce en la economía capitalista mundial. Y concluirá cuarenta y cinco años después, en 1912, con la muerte del emperador Meiji, momento en que considero que

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este proceso modernizador ya fue concluido y Japón se encuentra reposicionado en un primer plano entre las potencias a nivel mundial. Para abordar el presente trabajo voy a centrarme en la bibliografía propuesta por la cátedra, tanto obligatoria como optativa. Los trabajos de Perry Anderson sobre el feudalismo japonés, los de Takahashi y Akamatsu, sobre la Revolución Meiji, son algunos de los que estructurarán el trabajo. La monografía se estructurará en tres partes principales; en la primera, de carácter introductorio, se expondrá la situación previa del Japón antes de la Revolución Meiji, la posición social ostentada por los diversos actores que posteriormente entrarán en juego y las características políticas y económicas del sistema. La segunda, por su parte, se centrará de forma particular en la Revolución Meiji y las reformas que esta impulsa, quiénes la llevan adelante y el proceso de modernización social, económica y política que implica. El tercer y último apartado estará ocupado por las conclusiones finales a las cuales haya arribado a lo largo de todo el trabajo.

Los últimos vestigios de un Japón feudal.

Luego de los 200 años de “la gran paz” Tokugawa, el Japón entra en el siglo XIX, con una clara conciencia de dos procesos que lo comenzarían a afectar de forma progresiva. La amenaza de los grandes imperios occidentales y su expansión se hace latente, a partir de la década del cuarenta, las expediciones de estas potencias en los alrededores del Japón se hicieron más frecuentes1, de aquí en adelante sería imposible pensar en el desarrollo de un Japón aislado de los intereses de las grandes potencias. Por otra lado las diversas tenciones y desajustes, políticos, sociales y económicos, surgidos a lo largo de todo el periodo Tokugawa, se acentúan aun mas, generando un fuerte descontento en 1

AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid,

1977. Pag 89.

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algunos sectores de la población. El sentimiento de crisis general se apodera de la nación, tomando las palabras textuales de Hall, “pocos japoneses podían escapar al doloroso sentimiento de una consumición dinástica”2. Siguiendo los planteos expuestos por Hall3, considero de vital importancia para poder desarrollar una explicación más clara y precisa del problema a analizar, distinguir dos procesos claramente diferenciados.

El autor reniega claramente del término

“occidentalización”, alegando que el mismo implica una connotación totalmente pasiva del Japón frente a las influencias extranjeras, desligándose literalmente de su cultura tradicional, la cual sería reemplazada por las exportadas desde occidente. En su lugar utiliza el término “modernización”, mirando así al Japón como un agente activo y participativo de dicho proceso. De esta forma se da una fusión, donde aparece una sociedad moderna que conserva su propia identidad. El proceso de modernización fue un proceso traumático y con fuertes consecuencias internas para todas las sociedades, mas aun para aquellos pueblos no europeos donde la misma era impuesta por una cultura totalmente ajena a la propia. Hall, ve a occidente como el impulsor del proceso modernizador en el Japón, alegando que sin su influencia, hubiese sido difícil imaginar que las reformas revolucionarias se hubieran desarrollado4. En este caso, la modernización comenzó con una occidentalización, agregando así un fuerte choque cultural que complejiza aun más el proceso. Europa y Estados Unidos, aparecen en este contexto como sociedades renovadas y en una constante expansión, influidas en todas sus dimensiones por la reforma protestante, el desarrollo del pensamiento racionalista, el impacto de la revolución industrial y la revolución francesa. Esta ultima seria el hito fundamental que desencadenaría una nueva oleada de expansión y colonización, la cual alcanzaría a Japón a mediados de siglo.

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HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 214. 3

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 223. 4

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 224.

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Ante esta nueva situación, Japón se ve inmerso en una “crisis de identidad”5, donde se ve obligado a tomar una serie de medidas de supervivencia como respuesta y forma de hacer frente a la presión occidental. Una revolución política contra el viejo régimen, sería la única salida para reposicionar a esta nación en el plano internacional, completando así el proceso de modernización en el cual estaba inmersa. La guerra del opio en 1839, fue un hito fundamental que pone en evidencia el gran poderío de las potencias occidentales. Las noticias que llegan al Shogun desde China, muestran las debilidades que su vecino presenta ante el ataque extranjero. Ante este nuevo panorama, el gobierno Shogunal busca obtener mayor información sobre los acontecimientos internacionales, así como también emprende un plan de modernización del ejército. Dicha renovación estuvo a cargo del único país extranjero que establecía contactos con Japón, Holanda, sin embargo esto género el descontento de los sectores más conservadores del consejo shogunal, quienes desconfiaban de las técnicas y tecnologías empleadas por los extranjeros.

Sin embargo, hasta 1844 el sistema

shogunal, no se vio amenazado, cualquier presencia extranjera era repelida con fuego. Ese mismo año se inauguro lo que se conoció como política de “misericordia”, donde no se respondía directamente con fuego antes de saber el motivo de la visita de las embarcaciones. Esta política escondía como trasfondo los temores del Bakufu a desencadenar un enfrentamiento bélico al cual no podría hacer frente. A partir de ese momento las expediciones se hacen más fuertes, en algunos casos reclamando la apertura del comercio que sin dudas le fue denegada6.

Los Estados Unidos, se

convirtieron en el país con mayores intereses por la apertura del Japón, ya sea por la necesidad de abastecimiento, de disponer nuevos puertos y refugio para sus marineros, así como también por negocios concernientes al comercio de ballenas. Dentro de este contexto, el presidente Filmore, manda una escuadra de cuatro barcos de guerra encabezadas por el comandante Perry, con la exclusiva tarea de romper con el asilamiento del Japón. Ante la imposibilidad de hacer frente a un posible conflicto armado, el Bakufu se ve obligado a firmar una serie de tratados, primero de paz y luego ya de carácter netamente comercial. Las posiciones encontradas, con respecto a la 5

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 225. 6

AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. pág. 89

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apertura comercial, dentro de las mismas esferas gubernamentales del shogunato así como también desde la nobleza de Kyoto y hasta del mismo emperador, provoco el surgimiento de un sentimiento xenófobo en algunas esferas de la población de total rechazo hacia lo extranjero. La firma del primer tratado comercial con Estados Unidos, en 1858, desencadeno una reacción en cadena, donde las demás potencias reclamaban el mismo trato intensificando su presencia y presión diplomática y militar. Ante esta situación, el Japón, en un periodo corto de meses, paso de ser un país totalmente aislado a una apertura comercial plena hacia el extranjero. Sin ninguna duda, el shogunato Tokugawa estaba condenado. Ante la imposibilidad de dar una respuesta concreta ante la amenaza extranjera, se crea un vacío de poder que intensifica aun más la crisis interna que atravesaba la sociedad nipona. Todos los intentos del Bakufu por afrontar la crisis fracasaron, mostrando así como, la antigua y formidable maquinaria de gobierno Tokugawa se había convertido en una burocracia engorrosa, ineficiente y rutinaria. Las reformas introducidas en el ejército, la marina y las defensas costeras no solo se implementaron de manera tardía, sino que endeudaron de sobre manera las arcas del estado7. El vacío de poder creado por esta situación dio origen a una dura lucha por el control de la nación, el descontento de los distintos Daimyos y en algunos casos sus violentos comportamientos xenófobos, se vuelve cada vez más notorios. En este contexto el emperador vuelve a adquirir importancia política y a convertirse en un actor determinante en las relaciones políticas.

En vano se llevan adelante desesperados

intentos por acercar la figura del Bakufu a la del emperador y con los Daimyos. El descontento ante la presencia extranjera se acrecienta y las rebeliones y levantamientos en los distintos feudos se extienden por todas las provincias. Los feudos del sudoeste querían vincularse de forma directa con el emperador, en julio de 1867 satsuma firmo un acuerdo con Tosa donde reclamaban que el poder político debía volver a la corte imperial. Comprometiéndose también en aunar esfuerzos para reformar el país, donde el poder recayera en el emperador y los Daimyos conservaran cierta 7

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 235.

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participación, poniéndolo en pie de igualdad con las potencias extranjeras. A este acuerdo adhirieron también Choshu e Hiroshima, el 8 de noviembre se firma el acta en la cual se entregaba el poder político al emperador8. Finalmente el 3 de enero de 1868, la reforma se lleva a cabo, en presencia de todos los Daimyos se solicita la dimisión del shogun y la entrega de todos su feudos al emperador, figura a la cual retornaba el poder político. El Shogunato Tokunawa llegaba a su ocaso, tanto política como militarmente, los pocos feudos aun fieles al Bakufu asi como también el ejercito Shogunal fueron vencidos y el dominio Shogunal conquistado. La falta del monopolio de las fuerzas armadas y la imposibilidad de hacer frente a la legitimidad imperial, hicieron imposible controlar la sublevación. La incapacidad de este régimen para hacer frente a los problemas surgidos por la abrupta irrupción de la modernidad, sepulto la centenaria fuerza moral que habían poseído los Tokunawa para mantener la paz por tanto tiempo9.

La Restauración Meiji y el paso a la modernidad. Podríamos afirmar que el Japón experimento los más dramáticos cambios políticos y culturales durante las décadas de 1860 y 187010. Durante el periodo, se rompe la aislades que lo había mantenido ajeno de todo contacto con occidente y de los importantes acontecimientos que allí se estaban dando, poniéndose en duda las bases sobre las que se asentaba la sociedad nipona. Las respuestas surgidas como forma de paliar la crisis que este contacto con occidente había introducido, permitirían el ingreso de Japón a la modernidad, constituyendo así uno de los acontecimientos más importantes de la historia japonesa.

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AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. pág. 206. 9

AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. pág. 141. 10

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 244.

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El movimiento reformista, se trato de una corriente desplegada desde arriba, por miembros de la aristocracia imperial, la corte y los daimyos del sudoeste que daría comienzo a un nuevo régimen suprimiendo él anterior. El Japón lleva adelante una nueva unidad nacional, destruyendo el doble sistema de gobierno que había existido desde los tiempos del shogunato Kamakura11. El termino restauración evoca un retorno al pasado, tras la caída del shogunato Tokugawa, el gobierno vuelve a depender de la suprema autoridad del emperador, quien se transforma en la nueva figura que debería unificar y conciliar las distintas esferas sociales asi como también hacer frente al impacto occidental. Siguiendo los planteos de Hall12, considero de vital importancia, para evitar confundir los conceptos, aclarar que al hablar de la restauración Meiji, no estamos hablando de un movimiento revolucionario en su acepción más clásica ya que difieren en gran medida en muchos de los aspectos fundamentales con las llamadas revoluciones modernas que se desarrollan en Europa. Podemos destacar la falta de un movimiento popular unificado, que promulgara lemas sociales o políticos que hayan trascendido a nivel mundial, sino mas bien, los diversos levantamientos e insurrecciones que se dieron fueron motivados en gran medida por fenómenos locales y estuvieron aislados entre sí. En ningún momento se genero un sentimiento de clase, que generara entre los líderes de la restauración, ideales surgidos con fines revolucionarios. También carece de los elementos clásicos de una revolución burguesa, ya que gran parte de los comerciantes habían encontrado un amplio campo de acción económica. Sin embargo no se puede pensar en la Restauración Meiji como un simple reajuste de influencias políticas, el impulso de este cambio, sumado a las profundas transformaciones sociales y económicas, sobrepasa de sobremanera el simple echo de un reemplazo de distintos regímenes de gobierno. Uno de los cambios más radicales que intenta llevar adelante el nuevo gobierno es el de la centralización. Una tarea por demás compleja, ya que el gobierno imperial se encontraba ante la difícil tarea de unificar los dispersos dominios de los Daimyos, los

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HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 243. 12

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 244.

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territorios de los Tokugawa y las propiedades imperiales. El 11 de diciembre de 1868, los feudos fueron asociados a la administración regional del gobierno, sin embargo los daimyos conservan su posición transformándose en gobernadores de provincias. Mientras que los consejos señoriales son relegados a asambleas de administradores, convirtiéndose así en funcionarios secundarios. Se buscaba con estas medidas erosionar de manera profunda la antigua organización feudal13. Por otro lado, como un esfuerzo por hacer más visible la figura del emperador y favorecer el desarrollo económico14, la capital imperial se traslada a la ciudad de Edo, rebautizándola como Tokyo. Además de la importancia economía y política de este acontecimiento, debemos resaltar el valor simbólico que en el radicaba, ya que el gobierno imperial toma como base de su administración la antigua capital shogunal, que aun se mantenía como la autentica capital política del país. Otro aspecto fundamental para la estabilidad del nuevo régimen, era lograr un equilibrio financiero. Es importante destacar que en 1868, el gobierno central carecía de ingresos independientes y se vio obligado a solicitar el apoyo de algunos Han y a recurrir a diversos agentes de préstamos. Tras una serie de reformas monetarias, el gobierno logra centralizar el sistema financiero, reorganizar la circulación de una moneda nacional, el yen, y desarrollar un sistema bancario que serviría de base para sustentar las diversas obligaciones del gobierno. Un hecho fundamental para alcanzar dicha estabilidad, fue la reforma del impuesto sobre la tierra15. Las motivaciones de la reforma agraria, fueron más bien económicas que sociales, la centralización y racionalización del impuesto agrícola fue el incentivo más importante. Las tres principales reformas que se implementan con respecto al régimen anterior fueron qué; desde ese momento, los impuestos debían ser pagados por el individuo, sobre la base trabajada de la tierra y no por su cosecha y que dichos impuestos no debían ser pagados a los daimyos sino al gobierno central. Esta reforma permitió la verificación de las propiedades y la

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AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. Pág. 227. 14

La cercanía de Edo con la ciudad de Yokohama, importante puerto comercial que había sido escasamente afectado por la guerra civil, permitiría mantener una mayor continuidad del comercio exterior. 15

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 256.

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derogación del antiguo veto de los Tokugawa a la venta de tierras, introduciendo nuevos certificados de propiedad16. De esta forma, el gobierno logro un uso más eficiente de la tierra, sin dejar vestigios de antiguas propiedad feudales y roturando también aquellas que aún conservaban un carácter comunal. De esta manera, Japón se introduce en un nuevo periodo de desarrollo nacional, con una base agrícola netamente modernizada17. Otra de las importantes reformas que lleva adelante la restauración, es la de volver a adueñarse, siguiendo los términos Weberianos18, del monopolio de la violencia, monopolio que como vimos anteriormente el gobierno shogunal había perdido. El nuevo gobierno Meiji vuelve a adueñarse del poder militar, lo que le da fuerza para imponer sus medidas reformistas y hablar en nombre de la nación y de su seguridad19. Como primer medida, a mediados de 1868, se ordeno a los feudos que proveyeran hombres y fondos para formar un ejército imperial central20. En 1869, se crea un Departamento de Guerra, donde se establecen las bases de un ejército nacional moderno, se fundan escuelas militares y arsenales, pero no se logra establecer aun un sistema de reclutamiento nacional. Hacia 1871 se logra conformar, con el aporte de los ejercito particulares de los han, puestos bajo un control central, un ejército imperial conformado por alrededor de 10.000 hombres. Con la abolición de los han más adelante, este ejercito pasa a depender directamente del gobierno Meiji sin ningún vinculo local. A principios de 1873 se promulga la ley de reclutamiento obligatorio, un acontecimiento de una relevancia histórica ya que calaba en el corazón de la tradicional organización social japonesa al establecer la igualdad entre los samurái y la gente común. Como consecuencia de esta medida, se desarrollan nuevas revueltas samuráis, provocadas por la suspensión de las pensiones y sus privilegios, levantamientos que ponen a prueba el proceso de modernización que estaba atravesando el ejercito Japonés, al hacerle frente a la forma tradicional y antagónica al modo de hacer la guerra. De esta 16

BEASLEY, W. G.; “Historia Moderna de Japón”, Ed. Sur, Buenos Aires, 1968. pág. 10, cap 4.

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HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 256. 18

Weber, Max; “The Theory of Social and Economic Organization” ,(1964). Pág. 154.

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HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. Pág. 257. 20

AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. Pág. 227.

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forma, se crea un sistema militar basado en el reclutamiento de los varones mayores de 23 años por un periodo de tres años, se divide al país en seis distritos militares, proyectando así un ejército que en tiempos de paz rondaría los 46.000 hombres. Cifra que se multiplicaría de forma exponencial en las décadas siguientes o en periodos de guerra. Este nuevo aparato militar, le serviría a Japón como una herramienta fundamental para desplegar su maquinaria imperialista sobre el resto del continente asiático. Si bien muchos de las medidas tomadas por los reformistas, afectaron a las políticas sociales de forma secundaria e indirecta21 , el gobierno Meiji también impulsa de forma consiente algunos cambios sociales de carácter revolucionario. El principal cambio que podríamos mencionar es el fin del sistema de las cuatro clases. La moderna sociedad japonesa comienza a tomar a la riqueza, la influencia política o los conocimientos como nuevas medidas de prestigio. Todos estos cambios en la sociedad japonesa, provocaron ciertas disconformidades en algunos sectores de la población, que vieron fuertemente afectados sus privilegios. Los agricultores, por su falta de participación política y exigencias tributarias de los funcionarios, y los samuráis, por la privación de sus derechos ancestrales fueron los sectores más disconformes. En un contexto donde, cierto descontento interno aun se mantenía en algunos sectores de la población y donde las presiones extranjeras siguieron estando presentes, se torno necesario la creación de una constitución que permitiera fiscalizar a los consejeros y alcanzar la unidad ante la amenaza externa. Siguiendo modelos occidentales, el gobierno comenzó a trabajar en la elaboración de la misma en el año 1886. Una vez promulgada el mecanismo de gobierno seguía siendo altamente burocrático, el Emperador seguía conservando gran parte de los poderes y estaba asistido por un Consejo Privado. Como forma de dar respuesta a los pedidos de participación popular se crea La Dieta y las asambleas locales, estructuradas en torno a un cuidadoso y limitado procedimiento electoral. Si bien estos organismos no tuvieron verdaderos 21

Muchos de los avances hacia la igualdad social, se consiguen de forma indirecta, al aplicarse reformas en otras áreas, en son de seguir el objetivo principal de fortalecer el Estado. Este es el caso por ejemplo de la abolición de la clase samurái, como consecuencia de la creación del reclutamiento obligatorio para el ejército. HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 259.

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poderes políticos de iniciativa, subieron explotar su capacidad de debate y crítica hacia las medidas tomadas por el gobierno22. Vemos así como la constitución fue proyectada como un elemento que si bien, otorgaba ciertas concesiones, mantuviera el status quo político de la sociedad nipona. Sin embargo, el hecho de promulgar un documento que regulase de alguna manera el accionar del gobierno, abría la posibilidad de pensar la existencia de una ley que actuara por encima del Emperador, la voluntad popular. La creación de La Dieta y su mecanismo electoral, facilito el marco de acción de los distintos partidos, que pronto tuvieron la capacidad para exigir al gobierno, suavizar el régimen oligárquico que predomino en los últimos años del periodo. Podemos ver entonces a la constitución Meiji, como el vehículo de un proceso estrictamente controlado de modernización política. Fue un documento innovador, que sentó las bases de un moderno estado de derecho, estableciéndolas instituciones políticas a través de las cuales el posterior desarrollo del pueblo japonés23.

Conclusiones. A modo de cierre, podemos afirmar que en un contexto de constantes presiones de las potencias extranjeras y de descontentos y revueltas dentro del mismo territorio, Japón vio en la Restauración Meiji, la forma de hacer frente a esta situación. Si bien las bases de dicho movimiento ya se encontraban presentes durante los últimos años del periodo Tokuwagua, la ineficiencia del sistema shogunal, hicieron imposible que dichos cambios se cristalizaran. La Restauracion Meiji, se caracterizo por ser iniciada desde arriba, los daimyos Tozama y la corte imperial, y por devolver el poder político a la figura del emperador. Los cambios administrativos, politos, económicos, militares y sociales, que la restauración llevo adelante, permitieron al Japón concluir su proceso de modernización. Este proceso de características particulares, supo combinar de manera adecuada la occidentalización de la sociedad en su conjunto con la conservación de 22

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 273 23

HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. pág. 274.

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tradiciones netamente japonesas, permitiendo asi reposicionar al país como una potencia mundial sin llegar a la dominación occidental de su territorio. La independencia política y el desarrollo de una economía netamente capitalista, fueron los principales resultados de la restauración. El Imperio Japonés se establecía en un plano de igualdad con las grandes potencias occidentales y tras las victorias ante China y Rusia, se erguía como la principal de Asia.

Bibliografía. - AKAMATSU, Paul; “Meiji – 1868. Revolución y contrarrevolución en Japón”, Siglo XXI, Madrid, 1977. -ANDERSON, Perry: “El Modo de Producción Asiático”, en El Estado Absolutista, Ed. Siglo XXI, México, 1980, pp. 476-568.

- ANDERSON, Perry; “El Feudalismo Japonés”, en El Estado Absolutista, Ed. Siglo XXI, México, 1980, pp. 447-475. -BEASLEY, W. G.; “Historia Moderna de Japón”, Ed. Sur, Buenos Aires, 1968, Capítulos VII-XVI (pp. 125-333). -HALL, John W.; “El Imperio Japonés”, Historia Universal Siglo XXI, Tomo 20, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1973. -TAKAHASHI, Hachiroemon Kohachiro: Capítulo II: “La Revolución Meiji dentro de la historia agraria del Japón”, en Del feudalismo al capitalismo. Problemas de la transición, Ed. Crítica, Barcelona, 1986, pp. 60-115.

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