La relación diálogo – narración en el Quijote

July 23, 2017 | Autor: J. Martín Morán | Categoría: Dialogue, Miguel de Cervantes, Cervantes, Don Quijote, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha
Share Embed


Descripción

La relación diálogo­–narración en el Quijote José Manuel Martín Morán Università del Piemonte Orientale El diálogo en la novela no es un argumento que haya merecido el interés de los modernos teóricos de la literatura.1 Tampoco los preceptistas del XVI y XVII le dedicaron especial atención; claro que, por entonces, era recurso poco socorrido en los géneros narrativos. Dedicaron, en cambio, diferentes tratados al diálogo de ascendencia platónica, que tantos frutos diera en el Renacimiento y Barroco, pero, al ser género distante del de la novela, raramente se podrán hallar en los ensayos sobre el diálogo contemporáneos a Cervantes una falsilla teórica en la que plasmar los del Quijote. No creo, en suma, que las obras de Sigonio,2 Speroni,3 Tasso4 y Sforza Pallavicino5 puedan contribuir al entendimiento de la técnica dialógica de Cervantes; ni siquiera las breves alusiones del Pinciano6 nos ayudarán en esto. Los cervantistas, por su parte, se han ocupado del diálogo en la narrativa de Cervantes desde puntos de vista semánticos, tratando de comprender su función en la caracterización de los personajes y su relación, o poniendo de manifiesto su filiación con el género clásico y renacentista del diálogo. Raras son las contribuciones que analizan el diálogo desde un punto de vista funcional, que estudien, por ejemplo, la relación entre el diálogo y la narración. Hace excepción un trabajo de Morón Arroyo7 sobre el argumento, en que, tras subrayar el primitivismo del diálogo narrativo anterior al Quijote, a causa de la impericia de los autores en el manejo de la transición entre diálogo y narración, concluía que sólo con el Quijote se alcanza la combinación adecuada entre diálogo y narración, con una sociedad en el fondo.8 1. Se lamentaba en 1990 Gillian Lane-Mercier, «Pour une analyse du dialogue romanesque», Poétique, 81 (1990), pp.43-62. 2. Carlo Sigonio, Del dialogo, [1562], ed. de Franco Pignatti, Roma, Bulzoni, 1993. 3. Sperone Speroni, Apologia dei dialoghi (1574), en Trattatisti del Cinquecento, ed. de Mario Pozzi, MilanoNapoli, R. Ricciardi, 1978, pp. 683-724. 4. Torquato Tasso, Dell’arte del dialogo, [1585], ed. de Guido Baldassarri, Napoli, Liguori, 1998. 5. Pietro Sforza Pallavicino, Trattato dello stile e del dialogo, [1646], Reggio, Torreggiani e compagno, 1828. 6. Alonso López Pinciano, Philosophia Antigua Poé­tica, [1596], ed. de Alfredo Carballo Picazo, Madrid, CSIC, 1973, vol. III, pp. 58-74. 7. Ciriaco Morón Arroyo, «Sobre el diálogo y sus funciones literarias», Hispanic Review, 41 (1973), pp. 275-284. 8. También en las Novelas ejemplares, en opinión de Jean-Michel Laspéras («Estrategias del diálogo en las Novelas ejemplares», Criticón, 81-82 (2001), pp. 331-342, [p. 335]), Cervantes ha introducido una nueva

Ortodoxia4.indb 225

23/07/11 20:07

226

José Manuel Martín Morán

Como en seguida veremos, en realidad, los elementos de la amalgama no quedan aún bien separados; en la emulsión, el relato de acciones se infiltra en muchos casos en el diálogo y en otros es éste el que parece usurpar terrenos que corresponden a aquél. Con el presente trabajo pretendo evaluar la afirmación de Morón Arroyo, mediante el estudio de la relación entre las formas y las funciones del diálogo directo e indirecto, y entre ellos y la narración. Nuestro punto de partida será la Sierra Morena.

1. Diálogos en Sierra Morena Con lo que Cardenio dijo, se acabó de admirar Dorotea, y, por no saber qué gracias volver a tan grandes ofrecimientos, quiso tomarle los pies para besárselos; mas no lo consintió Cardenio, y el licenciado respondió por entrambos y aprobó el buen discurso de Cardenio y, sobre todo, les rogó, aconsejó y persuadió que se fuesen con él a su aldea, donde se podrían reparar de las cosas que les faltaban, y que allí se daría orden como buscar a don Fernando o como llevar a Dorotea a sus padres o hacer lo que más les pareciese conveniente. Cardenio y Dorotea se lo agradecieron, y acetaron la merced que se les ofrecía. El barbero, que a todo había estado suspenso y callado, hizo también su buena plática y se ofreció con no menos voluntad que el cura a todo aquello que fuese bueno para servirles. […] Contó luego [el cura] a Cardenio y a Dorotea lo que tenían pensado para remedio de don Quijote, a lo menos para llevarle a su casa. A lo cual dijo Dorotea que ella haría la doncella menesterosa mejor que el barbero, y más, que tenía allí vestidos con que hacerlo al natural, y que la dejasen el cargo de saber representar todo aquello que fuese menester para llevar adelante su intento, porque ella había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas cuando pedían sus dones a los andantes caballeros. [I,29,334]9

Ante todo salta a la vista que el narrador se limita a poco más que resumir las palabras de los personajes para narrar una situación estructuralmente complicada; hubiera podido gestionar él mismo, desde lo alto de su omnisciencia, el paso de un nivel narrativo a otro de los interpolados, el acuerdo sobre los papeles en la ficción de Micomicona, la llegada de Sancho; en cambio, opta por dejar que sea la voz de los personajes, aunque filtrada por la suya, la que cuente todo. Claro que, más que filtrar las palabras de los personajes, el narrador cuenta las acciones que éstos cumplen con ellas; es decir, reduce las palabras de los personajes a actos de habla y el diálogo a su dimensión ilocutiva.10 El cura aprueba, ruega, aconseja, persuade, combinación entre diálogo y narración que no existía en las narraciones anteriores, donde los personajes eran poco menos que vectores de la acción. 9. Con la numeración entre paréntesis haré referencia a la parte, el capítulo y la página correspondiente de la edición del Quijote del Instituto Cervantes, dirigida por F. Rico, Barcelona, Crítica, 1998. 10. El relato de palabras ha sido objeto de varias clasificaciones en la moderna narratología. Gérard Genette en su Figure III. Discorso del racconto, [1972], (Torino, Einaudi, 1976) distinguía 3 niveles: discurso directo, indirecto y narrativizado; y en Nuovo discorso del racconto, [1983], (Torino, Einaudi, 1987) vuelve sobre su clasificación y acoge la que hace McHale en 7 niveles, aunque empieza a considerarla una tipología escasamente operativa con aplicaciones más bien estadísticas. Yo aquí me limito a considerar la doble distinción clásica, porque una clasificación en más niveles hubiera complicado enormemente las cosas, sin acercarme al objetivo principal de este trabajo que es el de calibrar la combinación diálogo-narración en el Quijote.

Ortodoxia4.indb 226

23/07/11 20:07

La relación diálogo–narración en el Quijote

227

dará orden, consuela y promete («respondió que no tuviese pena, que ellos le sacarían de allí»); el barbero ofrece; Cardenio y Dorotea agradecen y aceptan; Dorotea anuncia («dijo […] que ella haría la doncella menesterosa») y pide («[dijo] que la dejasen el cargo de saber representar todo aquello que fuese menester»); Sancho pide («que mirasen lo que se había de hacer»). A partir de aquí podemos identificar la primera función del diálogo indirecto: I-1) Cervantes, al renunciar al diálogo directo a favor del indirecto, pone de relieve la dimensión performativa de las palabras de los personajes, anulando la separación entre diálogo y acción, y convirtiendo a las palabras en actos. En este caso, el indirecto perfila además un programa de acciones -tal vez porque está situado en una encrucijada del relato que, por cierto, está ayudando a resolver- que, aun confirmando el estrecho vínculo entre palabra y hecho, parece invertir la relación genética: ahora son los hechos los que nacen de las palabras de los personajes. Ampliando nuestro terreno de búsqueda a todo el relato, constatamos que cada vez que el narrador ha de referirse a una acción que reposa en la fuerza ilocutiva de las palabras suele recurrir al indirecto. Y así, por ejemplo, van en diálogo indirecto los consejos del padrino ventero al caballero sobre la necesidad de llevar siempre consigo dinero, camisas, ungüentos y escudero (I,3); la promesa contractual de don Quijote a Sancho (I,7); la promesa del cura a Sancho de que convencerá a don Quijote que se haga emperador y no arzobispo (I,26); la decisión compartida con Sansón Carrasco y Sancho Panza de salir por tercera vez (II,4; II,7). Van en indirecto también las despedidas y los planes previos al montaje de algún tipo de aventura, como los planes para la de Micomicona (I,26; I,29), o para el enjaulamiento de don Quijote (I,46); las disposiciones del duque para el duelo con Tosilos (II,56), o las del virrey de Barcelona para poner remedio a la historia de Ana Félix (II,63). Como se puede apreciar, son intervenciones que dan entrada o bien concluyen un episodio, o una serie de ellos. La prisa por dejar asentada la situación narrativa y poder entrar en materia justifica la rapidez del estilo indirecto. Confirma, por conversa, esta idea el hecho de que los actos ilocutivos que constituyen el núcleo de un episodio y que, por supuesto, no van colocados en los márgenes del mismo suelen ir en diálogo directo, como sucede con las imposiciones de don Quijote a su vencido vizcaíno (I,9), o a sus favorecidos galeotes (I,22), o los consejos de don Quijote a Sancho antes de salir para la isla (II,42-43), o las sentencias del gobernador de Barataria (II,45). I-2) la información sobre lo sucedido a otros personajes, cuando el lector ya está al corriente de los hechos

Pero volvamos a las estribaciones de Sierra Morena, donde habíamos dejado al grupo de confabulados contra la penitencia de don Quijote. En este fragmento de episodio a Cardenio, el cura, el barbero y Sancho, les hemos oído informar a los demás, a través del filtro del narrador, sobre hechos que les han ocurrido o a los que han asistido. Esta podría ser la segunda función del diálogo indirecto: I-2) la información sobre lo sucedido a otros personajes, cuando el lector ya está al corriente de los hechos. Con la ayuda de la voz filtrada de los personajes, el narrador capacita a los recién llegados para que puedan participar en la acción, sin repetir

Ortodoxia4.indb 227

23/07/11 20:07

228

José Manuel Martín Morán

por extenso en un eventual diálogo directo noticias en posesión del lector. El diálogo indirecto se convierte en instrumento de la cohesión estructural del relato, pues, gracias a esa participación en la trama principal, los personajes de la novela interpolada consiguen que su circunstancia diegética quede plenamente integrada en el relato. Además, ese modo informativo de cooptar para la acción maestra a los personajes de acarreo facilita enormemente las cosas al autor, el cual, en este caso y en otros análogos, no tiene por qué imaginar a priori un grupo muy numeroso de personajes centrípetos que ayuden al cura y el barbero en su intento de retrotraer a don Quijote a su casa y sus casillas; podrá ir agregando a la empresa los que considere necesarios, merced a la estrategia de la información compartida y la consiguiente creación de una comunidad de intereses. Algunas de estas comunidades de intereses vemos que se constituyen en torno a una información compartida en la venta de Palomeque, cuando el cura y el barbero, por un lado, y el ventero y su familia, por el otro, se dan cumplida cuenta de lo que saben sobre el loco descaminado en la preparación de la estratagema de la dama menesterosa (I,26); de nuevo en la venta, el cura cuenta a don Fernando y Luscinda los sucesos de don Quijote, para que todas puedan participar en el montaje que lo devolverá a su aldea (I,37); ya de camino hacia el pueblo, para que el canónigo de Toledo pueda discutir sobre libros de caballerías con el cura y don Quijote, primero ha sido informado de todo, en indirecto, por el cura (I,47); etc. Es de notar, en cambio, que en la segunda parte del Quijote esos momentos informativos entre los personajes están contados en directo en dos ocasiones y otras dos veces en indirecto. Es lógico pensar que las ocasiones de información a terceros sean menos abundantes en el Quijote de 1615, teniendo éste una estructura narrativa más lineal, sin interpolaciones, que el de 1605, lo que se traduce en menor necesidad de integrar a personajes secundarios en la trama principal; de hecho, las dos informaciones en indirecto corresponden a esa necesidad de integración, con el cierre del doble movimiento diegético alternativo abierto por la duquesa, en un caso, con el envío de una carta a Teresa Panza, de cuya respuesta y acciones le da noticia el paje cartero (II,52); y por el duque, en el otro, con la burla del gobierno de Barataria, cuya relación le hace el mayordomo en persona (II,56). La escasez de informaciones en estilo indirecto en la segunda parte se puede poner en relación, en suma, con la ausencia de narraciones interpoladas, pero hay que tener en cuenta que en la primera parte encontrábamos otra tipología de situaciones informativas entre personajes que respondía, en verdad, a una suerte de presentación del personaje de don Quijote y su curriculum; este tipo de situaciones no tienen carta de naturaleza en la segunda parte, habida cuenta de que la mayoría de los personajes que el caballero encuentra han leído la primera o tienen noticia de ella. Uno de los pocos que no ha leído el Quijote de 1605 es don Lorenzo, el hijo del Caballero del Verde Gabán, el cual es puesto al corriente por su padre de la identidad y calidad del huésped en un diálogo directo (II,18). La información sobre el encantamiento de Dulcinea se la transmite Sancho a la duquesa en diálogo directo (II,32). El uso del diálogo directo en la segunda parte para una función que en la primera le correspondía al indirecto se puede explicar, creo yo, con la necesidad de Cervantes de defender a sus personajes del ataque denigrante de Avellaneda, con la exposición

Ortodoxia4.indb 228

23/07/11 20:07

La relación diálogo–narración en el Quijote

229

continua de su fama, y de sus locuras y gracias, contrapesadas por su cordura y mayor inteligencia respecto al Quijote de 1605. I-3) énfasis narrativo en una cualidad de un personaje De nuevo en Sierra Morena, hemos de constatar que en todo el diálogo que estamos analizando sólo hay una intervención en directo, la conclusiva del cura, que pone en su punto la situación, concluye con fuerza epigráfica el intercambio en estilo indirecto y abre la puerta a la acción. Pero ¿qué acción? La del enmascaramiento repentino de Dorotea, la cual extrae los adminículos del disfraz y en un momento se transforma en Micomicona. En este punto, el narrador hubiera podido continuar con la descripción del vestido y el encarecimiento de la bella presencia de la dama menesterosa, pero, de nuevo, da un paso atrás y concede la palabra, en estilo indirecto, a los personajes: A todos contentó en estremo su mucha gracia, donaire y hermosura, y confirmaron a don Fernando por de poco conocimiento, pues tanta belleza desechaba. Pero el que más se admiró fue Sancho Panza, por parecerle, como era así verdad, que en todos los días de su vida había visto tan hermosa criatura. [I,29,335]

La voz de los personajes, en estilo indirecto, suplanta a la del narrador en el ejercicio de una de sus funciones, que pasa a ser la tercera del diálogo indirecto: I-3) énfasis narrativo en una cualidad de un personaje. Un rápido control de la presencia de esta función en el relato arroja datos reveladores de la presencia de tres diferentes modos de distribución del mismo en toda la obra, en correspondencia de cada una de las tres salidas. En la primera salida solo he hallado un uso de la función I-3, el momento en que los mercaderes de Toledo, en una especie de reflexión conjunta en estilo indirecto, comprenden que el que les acomete está loco. En cambio, en la segunda y la tercera el uso de I-3 es relativamente abundante, con una decena de casos por salida. Creo que los motivos de la desproporción se pueden hallar en el diferente papel del narrador en la primera salida respecto a las otras dos: en los primeros ocho capítulos el narrador alterna entre la distancia épica e irónica y la descalificación de su héroe; así pues, no necesita cómplices a la hora de poner en su punto las hazañas de don Quijote. En la segunda y tercera salidas el narrador ha aligerado la presión de su mano sobre el relato y, por tanto, le viene bien que los personajes contribuyan a la caracterización de los protagonistas: las instrucciones de interpretación al lector se las ofrecen los testigos directos de los hechos y no la autoridad del emisor del relato. En fin, los motivos del mayor uso de la función I-3), en estas dos zonas del relato parecen corresponder grosso modo a los indicados para la función I-2), o sea, la recaída estructural de una cualidad del personaje objeto de la reflexión, al que se le está capacitando o confirmando para que siga ejerciendo su papel en el relato. Los personajes objeto de las apreciaciones de los demás son, ante todo, don Quijote y, luego, Sancho, pero también Dorotea. En la segunda salida, la confirmación de sus características fundamentales en los ojos de los demás mantiene el tono paródico de la narración. En la tercera, el interés del narrador no es el de insistir en lo que ya saben todos los que encuentran a los dos amigos, sino ponerlos a actuar y ofrecerles una pasarela por un mundo en que se les reconocen sus méritos como

Ortodoxia4.indb 229

23/07/11 20:07

230

José Manuel Martín Morán

personajes literarios. De hecho, en la tercera salida se aprecia una modificación formal de la función con repercusiones estructurales. Algunos casos de diálogo interior son presentados en diálogo directo; el objeto de la apreciación en estos casos transciende la cualidad individual del personaje y se extiende al anuncio de nuevos episodios, en el diálogo interior del cura de II,1, donde parece resignarse a que el caballero vuelva a tentar la suerte; o la evaluación de la aventura de la cueva de Montesinos en el monólogo de Sancho de II,24, o del gobierno honrado de Sancho por un murmurador en II,55. El monólogo de Sancho, en estilo directo, a las puertas de El Toboso, confirma la tendencia del recurso hacia la evaluación de la situación y el acrisolado de nuevos episodios (II,10). En suma, la función de subrayado de la cualidad actancial del personaje va derivando hacia la de la contemplación de la situación con los ojos del corifeo de la tragedia griega.

2. Diálogo directo De nuevo en la Sierra, Sancho, tras sus consideraciones en indirecto sobre Dorotea, toma directamente la palabra para que el cura le informe de la identidad y misión de Micomicona. Diálogo innecesario desde el punto de vista de la acción, pues hubiera bastado recurrir, de nuevo, a la función informativa del indirecto, pero muy eficaz desde el punto de vista de la caracterización del personaje y de la comunicación con el lector: — Dichosa buscada y dichoso hallazgo —dijo a esta sazón Sancho Panza—, y más si mi amo es tan venturoso que desfaga ese agravio y enderece ese tuerto, matando a ese hideputa dese gigante que vuestra merced dice, que sí matará si él le encuentra, si ya no fuese fantasma, que contra las fantasmas no tiene mi señor poder alguno. [I,29,336]

Tradicionalmente al diálogo directo no se le reserva más funciones que las puramente semánticas, de caracterización de un personaje, también desde el punto de vista anímico, y de dinamización del relato. Esta podría ser la primera función del diálogo directo: D-1) caracterización del personaje. No sería difícil encontrarla en la mayor parte de los diálogos entre don Quijote y Sancho. Un rápido análisis de sus temas y sus tiempos queda hecho más arriba. Aquí tal vez corresponda subrayar que de esta caracterización del personaje por el diálogo surge un dispositivo dialéctico en el que se puede introducir cualquier nueva experiencia del mundo, con la garantía que el resultado será siempre de efecto. De ahí también que los dos compañeros vuelvan con las palabras al pasado, ensartando el recuerdo de varios episodios en el hilo de la solución común; así, por ejemplo, Sancho confecciona el collar de las aventuras con solución final violenta. De tal modo, lo que parecería una función tradicional del diálogo, pasa a ser un instrumento de organización del relato, a partir de una estructura paralela, basada en la forma de las aventuras. D-2): el diálogo directo determina el desarrollo de la acción Si la expresión de la personalidad del personaje se enfatiza ulteriormente en el diálogo puede llegar a determinar la elección o la renuncia de ciertas opciones de acción; es lo que Sigonio llama —lo hemos visto antes— el carácter del personaje,

Ortodoxia4.indb 230

23/07/11 20:07

La relación diálogo–narración en el Quijote

231

del que hace derivar su capacidad de incidir en la acción.11 Aquí tenemos la función D-2): el diálogo directo determina el desarrollo de la acción. El caso extremo lo tenemos en la renuncia a la sortija de Zaragoza, a favor de las justas de Barcelona (II,59); pero a la misma capacidad generativa se han de referir los diálogos previos a las varias agresiones a la realidad del caballero, sus invectivas contra pacíficos caminantes, los desafíos, las imposiciones, etc. Esta función D-2) podría verse como equivalente de la I-1) por la que el diálogo indirecto presenta palabras que son en sí mismas acciones; la diferencia está en que con el diálogo indirecto, cuando los personajes conciertan algún tipo de plan en daño de otro, el acuerdo mismo es la acción contenida en sus palabras, y luego, por lo general, los hechos se plasman al proyecto de los confabulados. En el caso de D-2) no estamos hablando de un acuerdo entre varios, sino de la expresión del carácter, en sentido aristotélico, de uno de los personajes, cuyo referente habrá que buscar en los hechos sucesivos, y no en la expresión misma; esos hechos pueden ser plasmados según el diseño del personaje, pero lo más habitual, sobre todo en el caso de don Quijote, es que no. D-3: función dramática De resultas del intercambio dialogal entre amo y escudero suele suceder que su relación sufra una modificación. El tema del salario, como alternativa al servicio a merced, es tratado con variados resultados en diferentes episodios; entre un modo de remuneración y otro hay la misma diferencia que entre el feudalismo y el capitalismo, si nos empeñamos en ver las cosas en un plano histórico-sociológico. Claro que sin necesidad de recurrir a los máximos sistemas conceptuales, limitándonos únicamente a la dimensión interpersonal, podemos decir que por una vía, la del servicio a merced, Sancho queda vinculado a su amo como un miembro de su cuerpo —esta es la fantasía recurrente de don Quijote—; por la otra, la del salario, se le concede implícitamente al escudero mayor autonomía de pensamiento y acción. Sea como fuere, su relación se presenta desde el principio, y así se mantendrá durante todo el relato, como una relación complementaria, con don Quijote en la posición dominante y Sancho en la sometida.12 Es lo que legitima que don Quijote prohíba a Sancho que hable tan seguido y sin ton ni son (I,20), o le imparta sus consejos antes de que salga para el gobierno de Barataria (II,42-43). A veces, la fuerza del lazo se debilita, como en los batanes (I,20), cuando Sancho remeda paródicamente el reciente altisonante discurso del caballero y obtiene un lanzazo en sus espaldas que le vuelve a poner en su sitio; o en la descompuesta reacción de su amo ante sus infundios en daño de Dorotea (I,37). Pero al final de cada episodio las aguas siempre vuelven a su cauce, con el dominante en su posición y el sometido en la suya. Hay momentos en que, por poco tiempo, uno de los dos consigue cambiar el tipo de relación. Don Quijote, en un impulso igualitario, pretende transformar su vínculo con el escudero de complementario en simétrico, cuando le invita a sen11. Op. cit., p. 211, 253 12. Cfr. Paul Watzlawick / Janet Helmick Beavin / Don D. Jackson, Pragmatica della comunicazione umana. Studio dei modelli interattivi delle patologie e dei paradossi, 1967, Roma, Astrolabio, 1971, pp. 60-63.

Ortodoxia4.indb 231

23/07/11 20:07

232

José Manuel Martín Morán

tarse a su lado y comer lo que él coma en la cena con los cabreros (I,10); Sancho rechaza el honor y don Quijote lo obliga con la fuerza a hacer lo que le dice. No ha conseguido lo que pretendía, puesto que ha impuesto un tipo de relación a su escudero, pero ha convertido la relación simétrica en pseudosimétrica.13 En compensación, cuando Sancho, después de derribar a don Quijote (II,60), invirtiendo, en cierto sentido, la dirección del nexo complementario, le consiente que siga comportándose como su amo, hace que su relación se convierta en metacomplementaria.14 En estos casos, dejando a un lado la recaída en términos de acción de los diálogos, las palabras mismas conforman la relación, condicionando su evolución; en este poder del diálogo directo se basa la resolución de las novelas interpoladas: la trama de las parejas itinerantes se resuelve por la confrontación dialéctica entre los cuatro en la venta de Palomeque; el final de las desdichas del capitán cautivo pasa por el diálogo con su hermano el oidor; doña Clara y don Luis hallarán solución para su amor contracorriente en el diálogo entre el padre de aquélla y los parroquianos de la venta. El diálogo directo parece haberse contaminado de una prerrogativa del diálogo dramático que es la de ser él mismo acción, por lo que podríamos denominar esta peculiaridad del estilo directo la función dramática (D-3). D-4: Efectismo del diálogo directo Hay escenas, sobre todo en la primera salida, en que la combinación de estilo indirecto y directo resulta casi estridente; así, por ejemplo, no se entiende, a primera vista, por qué en la primera venta solo las réplicas de don Quijote aparecen en directo, mientras las otras van en indirecto. He aquí la escena: le preguntaron si quería comer alguna cosa. —Cualquiera yantaría yo —respondió don Quijote—, porque, a lo que entiendo, me haría mucho al caso. A dicha, acertó a ser viernes aquel día, y no había en toda la venta sino unas raciones de un pescado que en Castilla llaman abadejo, y en Andalucía bacallao, y en otras partes curadillo, y en otras truchuela. Preguntáronle si por ventura comería su merced truchuela, que no había otro pescado que dalle a comer. —Como haya muchas truchuelas —respondió don Quijote—, podrán servir de una trucha, porque eso se me da que me den ocho reales en sencillos que en una pieza de a ocho. Cuanto más, que podría ser que fuesen estas truchuelas como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Pero, sea lo que fuere, venga luego, que el trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas. [I ,2, 53]

La respuesta al enigma de antes tal vez la hallemos en la segunda réplica de don Quijote, donde parece evidente que es el carácter efectista de la respuesta la que la hace merecedora del estilo directo. En la primera, en cambio, ese carácter efectista tal vez descanse en el uso de la fabla caballeresca, o mejor del arcaísmo «yantar», por don Quijote. El caso es que pocas líneas más abajo, en el capítulo sucesivo, una respuesta jocosa del ventero a don Quijote, en la que expone su curriculum de 13. Cfr. Ibídem, p. 62. 14. Ivi.

Ortodoxia4.indb 232

23/07/11 20:07

La relación diálogo–narración en el Quijote

233

pícaro redomado con estilemas caballerescos, no merece los honores del estilo directo. ¿Quiere esto decir que no estamos autorizados a individuar otra función del diálogo directo (D-4) en esta búsqueda del efectismo? En mi opinión, no, dado que a lo largo de todo el relato parece claro, en muchos casos, que esa función queda reservada para la reproducción literal de las palabras de los personajes. Estoy pensando en las chistosas réplicas de Alonso López, el bachiller de la pierna quebrada, el diálogo sobre los delitos de los galeotes, la polémica en torno al baciyelmo, etc. [referencias] Todas escenas en las que el intercambio efectista está presentado en directo, porque el indirecto no habría obtenido el mismo resultado en el lector. Lo que sucede es que en esta primera salida encontramos una distribución anómala de las funciones entre los dos estilos. Una distribución que reserva el directo casi exclusivamente para don Quijote en los tres primeros capítulos, porque el interés primordial del autor era el de situar en el primer plano de la atención los hechos y dichos del extravagante protagonista de la historia. El efectismo en el lector parece ser la clave de esta tercera función. Los diálogos están presentados mirando al efecto perlocutivo que pueden tener en el narratario. Esta preocupación llega a alterar el eje de la comunicación, haciendo que el segundo canal implícito, con el lector como destinatario, que este tipo de función establece, comience a cobrar más importancia en la economía de la escena. Las alusiones eróticas de la mujer de Palomeque no son captadas por el cura y el barbero (I,32), sus interlocutores del relato; parecen destinadas, por tanto, a comunicar solo en ese segundo canal solapado del que hablaba. Lo mismo cabría decir para la defensa de la exclusiva de Cervantes sobre los personajes que hacen en diferentes momentos don Quijote (II,69; II,72; II,74) y Altisidora (II,70); o la exposición del significado último de la obra por don Diego de Miranda, que ni siquiera la ha leído (II,16). Como se ve, esa función del diálogo directo (D-4) que busca el efectismo de las palabras del personaje, desplazando el énfasis comunicativo desde la dimensión locutiva del diálogo a la perlocutiva, resulta muy útil en la segunda parte del Quijote, cuando el autor sentirá amenazados sus intereses por la agresión de Avellaneda.

Conclusiones A partir de esta última consideración podemos tratar de extraer algunas conclusiones del razonamiento expuesto. Y la primera podría ser precisamente que en el diálogo directo se aprecia una tensión de la palabra cervantina hacia el lector, en la que se privilegia la fuerza perlocutiva; mientras que en el diálogo indirecto parece prevalecer la fuerza ilocutiva, la capacidad de las palabras de convertirse en actos. Hemos visto que en la distribución de los estilos el narrador tiende a asignar al diálogo indirecto los espacios externos de los episodios, el principio o el final, por ser el medio que usa para expresar las acciones que cumplen con palabras los personajes. El directo, en cambio, suele constituir la médula de la mayoría de los episodios. Como corolario conjunto hay que recordar un par de consideraciones iniciales en torno a la ausencia en el diálogo cervantino de las marcas distintivas del registro

Ortodoxia4.indb 233

23/07/11 20:07

234

José Manuel Martín Morán

conversacional y su excesiva dependencia de la acción. Además hay que señalar que el diálogo del Quijote usurpa muchas de las funciones que en otros relatos son propios del narrador; lo que, en cierto sentido, pone en tela de juicio la idea de que en el Quijote hallamos el modelo de combinación entre diálogo y narración15 que caracterizará a la novela moderna. Muchas acciones que hubieran podido ser presentadas directamente por el narrador lo son, en cambio, por medio del diálogo directo o indirecto entre los personajes. La llegada de un personaje o la presentación del mismo a los demás normalmente están confiados al intercambio dialógico entre los personajes, sin que el narrador intervenga más que lo necesario. El subrayado de una cualidad de un personaje o la evaluación de la situación narrativa, prerrogativas del narrador en la primera salida, dejan de serlo en la segunda y la tercera a favor del diálogo indirecto y en algunos casos del directo. La estructuración del relato, tanto en lo que respecta a la integración de los personajes de las novelas interpoladas, como en lo referente a la búsqueda de la cohesión de la trama, debe mucho al diálogo, siendo uno de los campos de intervención privilegiados del narrador. Según Bobes Naves16 los diálogos de la novela realista carecen, por lo general, de funcionalidad lingüística o literaria; son solamente una expansión o una ilustración de las palabras del narrador. Sobre ese telón de fondo, tal vez excesivamente nítido, hemos de concluir que la enorme carga de funciones del diálogo en el Quijote lo aleja del uso propio de la novela realista. Lo cual equivale a decir que si aún no encontramos en la obra maestra cervantina la combinación adecuada entre diálogo y narración, entre función diegética y reflejo del habla conversacional, no habrá que esperar mucho para que en su estela escritores de otros países den con la clave del nuevo género.

Bibliografía Bobes Naves, María del Carmen, El diálogo. Estudio pragmático, lingüístico y literario, Madrid, Gredos, 1992 Cervantes, Miguel de, Don Quijote de la Mancha, ed. de Francisco Rico, Barcelona, Crítica, 1998. Genette, Gérard, Figure III. Discorso del racconto, [1972], Torino, Einaudi, 1976. ____, Nuovo discorso del racconto, [1983], Torino, Einaudi, 1987. Lane-Mercier, Gillian, «Pour une analyse du dialogue romanesque», Poétique, 81 (1990), pp.43-62. Laspéras, Jean-Michel, «Estrategias del diálogo en las Novelas ejemplares», Criticón, 81-82 (2001), pp. 331-342. López Pinciano, Alonso, Philosophia Antigua Poé­tica, [1596], ed. de Alfredo Carballo Picazo, Madrid, CSIC, 1973.

15. Morón Arroyo, op. cit. 16. María del Carmen Bobes Naves, El diálogo. Estudio pragmático, lingüístico y literario, Madrid, Gredos, 1992, p. 199.

Ortodoxia4.indb 234

23/07/11 20:07

La relación diálogo–narración en el Quijote

235

Morón Arroyo, Ciriaco, «Sobre el diálogo y sus funciones literarias», Hispanic Review, 41 (1973), pp. 275-284. Sforza Pallavicino, Pietro, Trattato dello stile e del dialogo, [1646], Reggio, Torreggiani e compagno, 1828. Sigonio, Carlo, Del dialogo, [1562], ed. de Franco Pignatti, Roma, Bulzoni, 1993. Speroni, Sperone, Apologia dei dialoghi (1574), en Trattatisti del Cinquecento, ed. de Mario Pozzi, Milano-Napoli, R. Ricciardi, 1978, pp. 683-724. Tasso, Torquato, Dell’arte del dialogo, [1585], ed. de Guido Baldassarri, Napoli, Liguori, 1998. Watzlawick, Paul; Helmick Beavin, Janet y Jackson, Don D., Pragmatica della comunicazione umana. Studio dei modelli interattivi delle patologie e dei paradossi, [1967], Roma, Astrolabio, 1971.

Ortodoxia4.indb 235

23/07/11 20:07

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.