La reflexividad del sujeto en la acción: dialéctica de la conciencia y habitus en Los días terrenales de José Revueltas

October 11, 2017 | Autor: Jesús Nieto | Categoría: Marxism, Pierre Bourdieu, Mexican Literature, Cultural Capital and Habitus Theory, Jose Revueltas
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Descripción

La reflexividad del sujeto en la acción: dialéctica de la conciencia y habitus en Los días terrenales de José Revueltas Jesús Nieto Rueda Ponencia para el coloquio “De los días terrenales al material de los sueños. Homenaje a José Revueltas”. Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Universidad Nacional Autónoma de México Abstract La obra de Revueltas se toma como punto de partida de una reflexión en torno a la acción del individuo frente al mundo social. Se usan ejemplos de la novela Los días terrenales para ilustrar el problema que plantea la apropiación de la conciencia por parte del sujeto, así como su relación con las estructuras sociales. De ese modo, la ponencia plantea un diálogo entre los textos literarios y teóricos de Revueltas, al tiempo que incorpora en el análisis la discusión con el concepto de habitus, desarrollado por el sociólogo Pierre Bourdieu, que se refiere, precisamente, a la complejidad dialéctica entre sujeto y estructura.

El verdadero escritor… tal como nosotros lo entendemos, vive entregado a su tiempo, es su vasallo y su esclavo, su siervo más humilde. Se halla atado a él con una cadena corta e irrompible, adherido a él en cuerpo y alma. Elías Canetti

En la escritura de José Revueltas, el cuerpo y el pensamiento son dos aspectos que se tratan de manera constante en una necesidad de diálogo muy propia de su concepción dialéctica de la realidad. Ateo por convicción, lector devoto de filosofía y de las “escrituras sagradas”, Revueltas se desdobla como un autor dispuesto a ensayar las más elevadas disquisiciones del espíritu, al tiempo que la realidad lo lleva una y otra vez a confrontar al ser humano con su animalidad más primitiva.

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El propósito de esta ponencia es plantear un diálogo entre el Revueltas narrador y el Revueltas filosófico, al tiempo que proponer algunos aportes de la sociología de Pierre Bourdieu como estrategia para reelaborar las reflexiones del escritor mexicano desde una perspectiva de conjunto. Tentativa de comprensión global del mundo social, la teoría de Pierre Bourdieu es una de las propuestas más ambiciosas en el ámbito sociológico. Así sintetiza este investigador el propósito de su quehacer en El sentido práctico: El objeto de la ciencia social es una realidad que engloba todas las luchas, individuales y colectivas, que apuntan a conservar o a transformar la realidad, y en particular aquellas cuyo asunto en juego es la imposición de la definición legítima de la realidad y cuya eficacia estrictamente simbólica puede contribuir a la conservación o a la subversión del orden establecido, es decir, la realidad. (2007: 227)

También en El sentido práctico Bourdieu establece algunas de las definiciones del concepto de habitus, y digo unas de ellas, pues nunca quiso establecer un término cerrado, estanco, debido a que dicho término se adecua a un contexto específico; es indisociable de la práctica. El habitus no es en esencia sino en acción. En Lección sobre la lección dice: El principio de la acción histórica […] no reside en la conciencia ni en las cosas, sino en una relación entre la historia objetivada en las cosas, bajo forma de instituciones, y la historia encarnada en los cuerpos bajo la forma de este sistema de disposiciones duraderas que yo llamo habitus. El cuerpo está en el mundo social, pero el mundo social está en el cuerpo. (Bourdieu, 2002: 40)

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Esto lleva a Bourdieu a afirmar en su análisis del sujeto como tomador de decisiones que la posibilidad de elegir entre distintas opciones se ve necesariamente afectada por las condiciones en las cuales se efectúan dichas decisiones. El sujeto estaría entonces inserto en una dinámica compleja de “libertad controlada”, que está “tan alejada de una creación de novedad imprevisible como de una simple reproducción mecánica de los condicionamientos iniciales.” (90) El habitus se establece así como una forma de capital acumulado, “pasado actuado y actuante”. (92) Lo cual nos lleva a observar que uno de los mayores aportes de Bourdieu al estudio de la sociología, y, concretamente, a la sociología de la cultura es la comprensión de la economía como un sistema mediante el cual se pueden comprender muchas otras prácticas sociales. Bourdieu se apropia de estrategias de análisis inherentes al estudio de la economía (y concretamente a partir del análisis del capitalismo en Marx). De ahí que el concepto de capital, así como muchos otros provenientes del campo de la economía, al igual que la lógica de las prácticas económicas, sean empleados por Bourdieu de maneras poco ortodoxas (aunque ahora bastante difundidas). Explica más adelante en El sentido práctico al hablar de los rituales y la dimensión “simbólica” de los intercambios en Argelia: el capital simbólico es ese capital negado, reconocido como legítimo, es decir desconocido como capital (pudiendo el reconocimiento, en el sentido de gratitud, suscitado por los favores ser uno de los fundamentos de ese reconocimiento) que constituye sin duda, con el capital religioso,

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la única forma posible de acumulación cuando el capital económico no es reconocido. (188)

Basten por ahora estos ejemplos del uso de una terminología económica para dejar clara la aportación del pensamiento económico a la sociología de Bourdieu. Él es, por otra parte, uno de los sociólogos que más se han dedicado a reflexionar sobre la tarea misma del intelectual dentro de la sociedad. Su propuesta de entender la disciplina sociológica como un socioanálisis, deja clara su herencia del pensamiento freudiano, mientras que por otra parte busca relacionar sistemas de pensamiento tan distantes como el de Marx, Durkheim o Weber, por mencionar tan solo los pilares de la disciplina. Bourdieu se propuso abarcar las perspectivas de distintas escuelas de sociología en su propia construcción de una visión general del mundo social. El desarrollo de su teoría y la metodología son, por tanto, complejos de asir. Para este investigador francés es fundamental considerar que las condiciones de producción de conocimiento inciden en la observación del objeto de estudio. Y que todas las estrategias de análisis que emplea el sociólogo le deben ser aplicadas a sí mismo. Ahora bien, ¿cómo se relaciona todo esto con José Revueltas, el novelista, el estudioso del marxismo, el militante político? Habitus y capital simbólico son dos elementos que podrían sugerirse casi de forma automática como categorías necesarias de tomar en cuenta para un análisis de la obra y la vida de este intelectual mexicano. ¿Cómo analizar las decisiones tomadas por Revueltas a lo largo de su vida y, concretamente, de su carrera como escritor y hombre político, sin preocuparse por comprender el contexto social en el cual 4

creció y que marcó su desempeño como figura pública? Individuo que construye sus propios signos a partir de una apropiación amplia del capital simbólico, Revueltas es uno de esos autores que formulan su propia concepción del mundo. Su novela Los días terrenales brinda una oportunidad de ponderar las distintas facetas de lo político que Revueltas pudo observar y describir con la minuciosidad del narrador experimentado, mientras que un libro como Dialéctica de la conciencia permite entrar de lleno en las elaboraciones teóricas que le eran tan caras para asir una ideología fundamentada en la reflexión sesuda. Pero de fondo existe, tanto en un texto como en el otro, una intención de búsqueda de verdades profundas que den sentido a la existencia humana. “Soportar la verdad pero también la carencia de cualquier verdad”. Con este pensamiento el personaje Gregorio Saldívar enfrenta la certeza de ser torturado, de ser crucificado, hacia el final de Los días terrenales. Se trata de la novela por la que Revueltas sería tan criticado por volverse contra el dogma, por asumir en voz alta sus cuestionamientos a una fe ciega hacia el Partido Comunista, como si la militancia no fuera más que una marcha de autómatas en dirección a consumar los beneficios de una repartición más equitativa de los recursos. Pero a Revueltas, aunque evidentemente le preocupan las masas y las acciones que se realizan en colectivo, le interesa de forma particular la actitud del individuo, como posibilidad de realización de las ideas de forma concreta. Asumir las responsabilidades de la conciencia, en un sentido amplio. El marxismo que siempre interesó a Revueltas fue un método de análisis que llevara a encontrar posibilidades de transformación de la realidad, pero no en la

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lógica de una utopía ingenua sino en la necesidad de buscar un sentido a la existencia del ser. En la novela, la discusión filosófica tiene peso en la relación entre los personajes Fidel y Gregorio, donde más allá de las circunstancias históricas peculiares de la obra, se trata de un debate eterno entre el idealista y el realista. Curiosamente, como lo presenta Revueltas, el materialista ortodoxo, marxista, resulta más idealizador que el heterodoxo (donde cabe suponer que se encontraba él mismo). Lo que da oportunidad de que la novela tenga sus momentos de burla irónica hacia personajes muy esquemáticos, como el dirigente Fidel que recuerda, aparentemente sin razón, la actitud de una beta que pone de lado la posibilidad de visitar a su hermano moribundo, debido a su devoción a Dios. El propio Fidel se halla en la disyuntiva entre redactar un informe para el partido o rendir luto a su hija muerta. “La que puede esperar es ella, porque ella está muerta”, dice Fidel. Y el narrador argumenta: “Decisión y palabras de un padre, de un Abraham que inmolase algo querido y doloroso ante quién sabe qué dioses horrendos.” (1975: 121) La justificación adquiere ese matiz de la fe religiosa para el personaje: “en efecto, la que podía estarse ahí quieta dentro de su cuna era Bandera; lo que no podía ni debía estarse ahí quieto en el periódico. El periódico era la voz del Partido, la voz del pueblo; en suma, la voz de Dios.” (1975: 123) La referencia al mundo religioso es sin duda una de las constantes a lo largo de la obra de Revueltas. Los títulos mismos de sus libros nos colocan en el camino de la reflexión en torno al cristianismo como una épica indisociable del

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pensamiento occidental. Los signos de la pasión de Cristo son una mención continua a lo largo de esta novela en concreto. Pero más allá de lo simbólico, incluso el propio escritor llega a referirse con cierta devoción a su propio trabajo dentro de la crujía de presos políticos en Lecumberri como el trabajo dentro de un convento. ¿Qué clase de monje podría ser Revueltas? Uno rebelde, sin duda, un sacerdote incapaz de plegarse al constreñimiento demandado por la institución. Una anécdota relatada por él mismo en una entrevista podría darnos la pista. En una ocasión se le había otorgado el título de hijo predilecto del estado de Durango. Después de la celebración oficial, el homenajeado se encuentra a todos los participantes en una cantina y ya en pleno arrebato celebratorio pregunta cuáles son las atribuciones de un “hijo predilecto”. Le responden que las que él quiera tomarse. ¿Qué decide hacer entonces Revueltas? Liberar a los presos de delitos menores. La parranda termina con los participantes despojados de carteras, plumas fuentes y relojes. (1977: 29) Ahí tenemos una postal del habitus impetuoso de un escritor imposible de ser capturado en una estatua o en un homenaje. Volviendo a Los días terrenales, otro caso de crítica a la ortodoxia es el de un personaje llamado Bordes, cuya manera de gesticular en sus discursos es parodiada por el narrador. –Es un hecho –aquí se iniciaba el avance de la mano de Bordes– que la burguesía ha traicionado –los dedos sueltos hacían más patentes las sacudidas (y la traición de la burguesía) y entonces el discurso penetraba en la conciencia con una extraña claridad, por superstición pura. Tal vez

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sin que se escuchasen las palabras, el solo ademán permitiría trazar el orden del discurso y de sus silogismos. Proposición mayor: la burguesía tiene en su poder a los campesinos (el pulgar se echa hacia atrás, increíblemente hacia atrás, como si estuviera roto, del ancho de una espátula, igual que los pulgares de esos empleados de banco a quienes se encarga la cremación de billetes y deben contar millares de millones hasta que se les deforman los dedos y el espíritu); proposición menor: la burguesía ha claudicado (la mano de Bordes traza un camino en el aire, desde orador hacia los interlocutores; se lanza por ese camino, vibra y se detiene); conclusión: luego, la tarea de nuestro partido es arrebatarle los campesinos a la burguesía (a la voz arrebatarle los dedos se contraen hacia dentro y la mano retrocede hacia el propio orador, elocuente, victoriosa, con toda la masa campesina en un puño). (1973: 186-187)

Aquí el reflejo de las ideas en las actitudes corporales cobra ese matiz caricaturesco. Se asumen de manera física y discursiva formas de asimilar la comprensión del mundo. El cuerpo, como recinto de las sensaciones, pero también como distintivo entre un individuo y otro, ocupa un lugar central en la novela. La enfermedad, el trabajo, la tortura, el encierro son todas circunstancias que recaen en el ámbito corpóreo y que Revueltas trabaja a lo largo de su narrativa. Aunque esto quizás sea más evidente en El apando, en Los días terrenales, la conciencia del cuerpo es fundamental para comprender a los distintos personajes que pertenecen a diferentes ámbitos sociales. (Jorge, el arquitecto burgués; Fidel, el líder esquemático; Gregorio, el intelectual perturbado por las dudas; Ventura, el 8

taumaturgo tuerto que recuerda a los oráculos griegos; Julia, Bautista y Rosendo, militantes también, cada uno con su particular manera de entender los acontecimientos que los rodean.) Se trata de una obra que está interpretando la naturaleza humana, pero se sitúa en un momento particular: el México de los cincuenta donde la influencia de corrientes de pensamiento europeas (del marxismo en particular) tenían mucha vigencia. Ahí, era fundamental el conflicto entre la voluntad individual y la colectiva o comunitaria. Así, la novela permite ver puntos de vista muy distintos sobre el amor y la vida. Pero el tono predominante es uno sórdido, lóbrego, donde se acaba siempre con el sabor de boca de una humanidad desgraciada. Si hay una tesis que se sostiene a lo largo de la escritura de Revueltas es la demostración de que la condición humana es insalvablemente atroz y los hombres han de aprender a amar su destino, la muerte. Sólo la conciencia del fin hace diferentes a los seres humanos del resto de los animales. ¿Se trataría del fin del alma o exclusivamente del cuerpo? La pregunta queda rondando, pues la exploración del autor se queda evidentemente en el plano de lo terrenal, aunque es tal la insistencia en las metáforas cristianas que siempre queda la duda de si existe en su concepción filosófica un más allá, aún de formas apenas sugeridas. Dice hacia el final de la novela: Fantástica oscuridad, amadas tinieblas. Eran la memoria del ser, la más remota memoria zoológica. El hombre había nacido de las tinieblas y comenzó a existir a causa de estar dentro de ellas, recibiéndolas como su primera percepción, su primera idea: todo es oscuro, todo es solitario, los eslabones de una cadena de infinita soledad… El círculo inacabable

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de la noche humana, desde la del vientre materno hasta la del cosmos; la incertidumbre, la desazón, la tristeza, la desesperanza del hombre, como fruto de ese origen terrible de tinieblas, de ese dardo primero con que lo hirió la vida consciente, y, después, esa insensata y torpe lucha, ese loco combate contra algo de que el hombre no podrá despojarse jamás, pues lo lleva dentro de sí como su signo y su definición: la muerte. ¿Por qué entonces no reconocerla, no amarla como parte que es nuestra, en lugar de engañarnos y mentirnos acerca de ella? ¿Por qué no aceptar la incertidumbre, el desasosiego eterno y sin fin como la verdadera e inalienable condición humana, la única heroica y valiente? ¿La única capaz de darnos la auténtica dignidad? (1973: 224)

Revueltas, como vemos, va y viene de las tareas más concretas del ser humano, de las decisiones inmediatas, a las digresiones sobre la trascendencia. En sus Apuntes para un ensayo sobre la dialéctica de la conciencia, el autor hace un trabajo concienzudo de su apropiación del marxismo, desde una postura crítica, en diálogo con otras posturas. Si bien está muy presente una actitud didáctica a lo largo del texto, es notoria la intención de explicarse a sí mismo de forma estructurada, sus propias reflexiones en torno al marxismo. Se trata de un Revueltas sexagenario que comienza a escribir el texto en la cárcel, con la carga del movimiento de 1968 a cuestas, en plena guerra fría. El compromiso de este personaje es una voluntad que trasciende las luchas concretas, aunque participa de ellas, extendiéndose hacia un combate en el terreno del espíritu.

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Mientras que la sociología se establece el objetivo científico de dar cuenta del mundo, la obra de Revueltas, narrativa que cabalga entre la filosofía y la literatura, tiene el claro propósito de incidir en la reflexión que conlleve una transformación del propio mundo, aún cuando se trate en un primer momento del universo de la conciencia individual. Pues aunque Revueltas busca alentar a la acción colectiva, se dirige en un primer plano a ese lector único en quien tiene la esperanza de propiciar una inquietud por su propia existencia, porque la posibilidad de despertar la conciencia de un ser en particular conlleva la esperanza de revelar algo ante el género humano. José Revueltas asume su papel como agente social dispuesto a reflexionar sobre la acción, pero también a actuar en función de la conciencia consolidada en el pensamiento. En sus escritos prevalece una imagen de habitus incorporado que arroja luz sobre las posibilidades de interacción del individuo en la sociedad. Memoria corpórea y voluntad transformadora, la palabra de Revueltas es una invitación constante al cuestionamiento, a la crítica, a la pasión por revelar y la necesidad de rebelarse. Es imposible leer a Revueltas y mantenerse quieto, incluso resulta contradictorio mantenerse físicamente inmóvil; la palabra de Revueltas convoca necesariamente a ponerse de pie, a alzarse en ademanes, sea para reverenciarlo o para abalanzarse en contra de él. Revueltas ha logrado ser uno de esos autores que Vasconcelos dice se niegan a mantenernos atados a la tierra, porque tienen la clara conciencia de que el movimiento del espíritu está más allá de una vana existencia en los días terrenales. Sin importar el signo

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de nuestra fe, el fuego de la zarza se incendia, sus llamas reclaman nuestra atención. La palabra de Revueltas ha logrado trascender un siglo y convoca hoy a ser escuchada.

Referencias: Bourdieu, Pierre. Lección sobre la lección. Barcelona: Anagrama, 2002. Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Taurus: Madrid, 2007. Canetti, Elías. La conciencia de las palabras. México: Fondo de Cultura Económica, 2005. Hernández, Ignacio en Conversaciones con José Revueltas. México: Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias. Universidad Veracruzana. 1977. Revueltas, José. Dialéctica de la conciencia. México: Era, 1986. Revueltas, José. Los días terrenales. México: Era, 1973.  

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