LA REALIDAD INGLESA DEL S. XVI, TRAS EL ESPEJO UTÓPICO DE TOMÁS MORO. LUCES Y SOMBRAS DE UNA REALIDAD IDEALIZADA
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H. MODERNA UNIVERSAL I
LA REALIDAD INGLESA DEL S. XVI, TRAS EL ESPEJO UTÓPICO DE TOMÁS MORO LUCES Y SOMBRAS DE UNA REALIDAD IDEALIZADA JUAN Fº BERMÚDEZ CALLE 27/05/2014
Un viaje por la imprescindible obra Utopía de Tomás Moro, desde la comparativa de esta con la realidad que le toco vivir en Inglaterra, a través de una conjunción comparativa de aspectos muy interesantes y que nos harán reflexionar sobre el legado moriano hasta nuestros días.
JUAN FRANCISCO BERMÚDEZ CALLE
ÍNDICE
I. II.
INTRODUCCIÓN TOMÁS MORO. RETRATO DEL HUMANISTA PROFUNDO
III.
LA INGLATERRA DEL S. XVI, LA VISIÓN DE UN REALIDAD PALPABLE
IV.
NACIMIENTO DE LA UTOPÍA MORIANA
V. VI. VII. VIII.
CONJUNCIÓN Y COMPARATIVA DE AMBOS MUNDOS EL LEGADO UTÓPICO DE MORO CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA
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LA REALIDAD INGLESA DEL S. XVI, TRAS EL ESPEJO UTÓPICO DE TOMÁS MORO.
INTRODUCCIÓN El objetivo de este trabajo es hacer una conjunción comparativa de algunos aspectos de la obra Utopía de Tomás Moro, seleccionados por un interés particular e importancia, con la realidad histórica de los mismos en la Inglaterra del siglo XVI. Esta ardua tarea nos llevará por un viaje tanto por la Inglaterra de los Túdor como por la Utopía moriana, de la mano de uno de los personajes más relevantes de la Historia, haciendo incidencia en los aspectos más destacables del mismo, a la par que veremos cómo era en grosso modo la Inglaterra moderna que pudo palpar y que tan necesaria es para comprender el objetivo final del trabajo, que no es otro que ver esa relación y como se enfoca desde la obra moriana. Otra parada obligada es la obra en sí de Utopía, que nos ayudara mediante su esencia a abordar mejor los aspectos analizados. Antes de empezar a leer este trabajo, sería bueno reflexionar sobre el conocimiento de los aspectos señalados, los cuales son: la nobleza, el clero, la movilidad estamental y la política exterior, a menester que una vez inmiscuidos en el trabajo, se pueda apreciar los nexos y peculiaridades de la conjunción comparativa realizada, la cual está plagada de citas en extenso para facilitar la comprensión idónea. Detrás de este trabajo, hay una dura y apasionante labor reflexiva y documentativa, que ha hecho posible la gestación de este ambicioso proyecto, el cual intuyo que no quedara aquí, ya que lo retomare más adelante con más tiempo, porque bajo mi criterio, me parece una mina por explotar, con prometedores resultados. TOMÁS MORO. RETRATO DEL HUMANISTA PROFUNDO Tomás Moro es sin lugar a dudas un personaje clave para entender el humanismo inglés del s. XVI. Para mi objetivo en este apasionante trabajo es necesario aproximarnos a Tomás Moro desde todas las perspectivas posibles, para entender su vida y su obra, la profundidad humana y la grandeza intelectual de este gran humanista, de este ejemplo de modernidad y coherencia, de este hombre plenamente libre que decidió arriesgar y perder su vida antes que traicionar a su conciencia. El Humanismo surgió como una reacción contra el teocentrismo medieval pero también como una profundización de la cultura clásica que aunque parecía incompatible con las ideas cristianas, Tomás Moro se encargó de demostrar con sus estudios y con su vida, que entre el verdadero humanismo y el cristianismo existía una estrecha relación. Había, además, una segunda corriente, en Francia y centro Europa, una corriente biblista que al interpretar a su manera la Biblia, se oponían a la Iglesia jerárquica, para ellos, excesivamente burocrática, por
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eso se oponían al papa y a la doctrina invariable de la tradición de la Iglesia 1. Muchos de los humanistas, entre ellos Erasmo de Rotterdam, gran amigo de Tomás Moro con el que se intercambiaban cartas frecuentes, deseaban un renacimiento religioso y acabar con los defectos heredados de la Edad Media; eran muy críticos, pero no llegaron al odio que manifestaba Lutero en sus escritos y manifestaciones. Los humanistas no eran pro-católicos pero tampoco se pasaron a la Reforma luterana; no iban a Dios por el camino de la desesperación como Lutero, pero predicaban el libre albedrío, el antidogmatismo y la tolerancia, allanando el camino de la Reforma luterana; con su filosofía adogmática condujeron la teología a su desintegración y dieron paso en Alemania al liberalismo religioso, corriente que por contagio se extendió por los Países Bajos, el Norte de Europa y en menor medida en la Europa meridional, tradicionalmente católica2. Como gran humanista, era gran Tomas conocedor de la cultura de su tiempo, cursado en latín, también se inclinó, adquiriendo notables conocimientos en griego, además fue amigo de insignes e influyentes personajes del ambiente cultural de la época como Erasmo de Rotterdam (amigo ya mencionado, pero es importante reseñarlo, además compañero de estudios y labores literarias) o Juan Luis Vives. Estuvo por tanto familiarizado con los autores clásicos que tanto se estudiaron en el siglo XVI. No estamos hablando de un fanático religioso, sino de una persona de gran cultura en la cual estaban presentes diversos puntos de la humanitas clásica3, en la que la cultura y la educación van unidas. Así mismo, para hacernos una pequeña idea, posiblemente no completa, del conocimiento que este hombre tenía de la cultura de su tiempo y de sus propios gustos en materia de literatura, me parecen sumamente reveladores estos dos pasajes de Utopía, ya que sitúa en ese lugar de ninguna parte algunas obras literarias: Cuando estos recibieron de nosotros los escritos y del pensamiento de los griegos, pues en la literatura latina excepto los historiadores y los poetas no había nada que pareciera que ellos apreciarían con mucho interés, fue admirable con cuanto afán intentaron aprenderlos perfectamente con nuestra interpretación, de modo que estos saberes les estuvieran permitidos4. Tienen de mi (pues en mi cuarto viaje puse en la nave una considerable carga de libros en lugar de mercaderías ya que había decidido claramente no volver nunca antes que pronto) la mayoría de las obras de Platón, de Aristóteles muchas, también el Tratado de las plantas de Teofrasto […]. De entre los gramáticos solo a Lascaris, pues no lleve conmigo a Teodoro, ni diccionario alguno, excepto Hesiquio y Dioscórides; tienen en un pedestal los libros de Plutarco, y las agudezas y la gracia de Luciano también los cautiva. De los poetas tienen a Aristófanes, a Homero y a Eurípides, además a Sófocles en la edición de Aldo Manucio. De los historiadores a Tucídides y a Herodoto, así como a Herodiano. Es más, en el arte de la
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Tomás Moro, Santo 1478-1535. Utopía: la mejor forma de comunidad política y la nueva isla de Utopía; introducción, traducción y notas de Pedro Rodríguez Santidrián Madrid: Alianza Editorial, 2008, págs 14-15. 2 Ruggiero Romano y Alberto Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno. Edad media tardía, reforma, renacimiento, Historia Universal siglo XXI, vol. 12, editorial siglo XXI, Madrid, 1970, pág. 212. 3 Ibor Blázquez Robledo, Meditaciones sobre un humanista mártir, Universidad de Salamanca, 2012, pág. 53. 4 Lou Burnard, Utopia of St. Thomas More, Oxford, 1995, pág. 52.
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medicina un compañero mío, Tircio Arpinato había llevado consigo algunos opúsculos de Hipócrates, y la Microtecné de Galeno, libros que aprecian mucho 5.
Este contacto con los autores clásicos nos lleva a comentar que Moro llevo a cabo algunos pinitos en el mundo de la traducción, pues vertió al latín algunos epigramas de la Antología griega6 y en colaboración con Erasmo (algo anteriormente mencionado y muy común entre estos dos personajes) la traducción de los diálogos de Luciano. También tradujo del italiano la Vida de Giovanni Pico Della Mirándola, uno de los humanistas italianos más influyentes, integrante de la nueva Academia Platónica de Florencia y gran propulsor del Neoplatonismo 7. Llega a tal punto este amor por el estudio y la cultura, que cuando le retiraron sus materiales de escritura y sus libros, cerró las contraventanas de la celda dejándola a oscuras. Al preguntarle el guardia porque hacia eso dijo que no valía la pena seguir con el negocio abierto 8. También da cuenta de esta característica Erasmo en una carta escrita a Guillaume Bude, el famoso editor francés de textos clásicos. En la figura de Moro podemos ver el espíritu de un hombre movido por el humanismo más puro, como dice Álvaro Silva, “no hay viaje ni negocio por difícil o prolijo que sea que pueda arrancar los libros de las manos de Moro” 9, ya que en sus numerosos viajes o incluso en su encierro en la Torre de Londres, muestra como única necesidad, la del estudio para seguir subsistiendo, para seguir siendo humano, en resumen, homo studiosus y homo rationalis. Un punto igual de importante que el anterior es cumplir con la pietas10, que es el respeto y el deber que se tiene para con los padres, los dioses y la patria, en el sentido romano de la palabra. Podemos ver como Tomas Moro es un hombre que cumple con esa perspectiva. El primer aspecto se nos escapa un poco, pues no aparece la relación de nuestro humanista con sus progenitores, pero si con su esposa e hija, actuando de verdadero pater familias que se preocupa de la estabilidad de su casa. En el Sir Thomas histórico, según algunos biógrafos, pero no Roper11, su padre, John More, al percatarse del gusto un tanto excesivo por la literatura de su hijo, le llamo de Oxford a Londres para que siguiera la tradición familiar, el derecho. He ahí también la pietas en cuanto al deber para con la familia. El respeto para con los dioses se cumple si hacemos una transmutación de los dioses paganos al Dios cristiano, aspecto que entonces cumple a la perfección. Por último, el deber para con la patria es un aspecto del que se podría dudar mas, pero si reflexionamos veremos que Tomas Moro cumple los servicios que le debe a la patria, pues cuando ejerce de juez, lo hace impecablemente y luego cuando es nombrado Lord Canciller y las circunstancias le desbordan, produciéndose un choque entre su deber como político y sus principios, dimite del cargo. De esta manera, Tomas Moro, en la Inglaterra de finales del siglo XV y principios del XVI, no pertenece a la nobleza, como reza su autógrafo epitafio, emprende la carrera política, entra en el Parlamento, y consigue la cadena de Lord Canciller12.
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Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 52-53. La Antología griega, Antología palatina o Anthologia Graeca en latín es una colección de poemas griegos de época clásica a época bizantina compilada en el Codex palatinus (siglo X). 7 S. Castellote Cubells, Reformas y contrarreformas en la Europa del siglo XVI. Ediciones AKAL, 1997, págs. 113-114. 8 Hernán Corral Talciani, “El proceso contra Tomas Moro”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos. Valparaíso, 2010, pág. 250. 9 Álvaro Silva, Tomás Moro. Un hombre para todas las horas. Madrid. 2007, pág. 11. 10 I. Blázquez Robledo, Meditaciones sobre..., op. cit., pág. 56. 11 Williams Roper, La vida de Tomás Moro, Pamplona 2001, pág. 78-83. 12 Álvaro Silva, Tomás Moro. Un hombre para..., op. cit., pág. 215-250. 6
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LA INGLATERRA DEL S. XVI, LA VISIÓN DE UN REALIDAD PALPABLE Para entender la importancia, la estatura de Tomás Moro, y la razón de que se venere su memoria como la de un hombre de extraordinario valor e integridad, es necesario entender algunas de las circunstancias políticas e históricas de su época. Durante gran parte del siglo XV, Inglaterra estuvo sumida en una constante agitación política como consecuencia del enfrentamiento entre las casas de York y de Lancaster, apoyadas cada una por una fracción de la nobleza, para obtener la supremacía política. Enrique IV (1399-1413) depuso al rey Ricardo II y fue el primer soberano de la Casa de Lancaster. Su hijo Enrique V (1413-1422), inmortalizado por Shakespeare en la obra del mismo nombre, derrotó a los franceses en la batalla de Azincourt (1415) y fue nombrado regente de Francia y heredero de la corona francesa. Por desgracia, su hijo Enrique VI (1422-1461) estaba más interesado por la religión y el ascetismo que por las luchas políticas y militares. Fundó el Eton College y el King's College, en Cambridge, pero su legado político fue menos prestigioso: perdió las posesiones francesas y, finalmente, la Guerra de las Dos Rosas13, Las Guerras de las Dos Rosas fueron llamadas así porque el emblema de la Casa de Lancaster era una rosa roja y el de la Casa de York una rosa blanca, cediendo el trono a Eduardo IV14, de la Casa de York (1461-1483). Aunque su hijo, Eduardo V, fue proclamado rey, su tío Ricardo, duque de York, le desposeyó de la corona y se hizo proclamar rey con el nombre de Ricardo III (1483-1485). Sin embargo, la posición del usurpador distaba mucho de ser segura, debido en parte al destino incierto de los jóvenes príncipes, Eduardo V y su hermano Ricardo15. Ricardo III fue derrotado en la batalla de Bosworth, en 1485, por Enrique Tudor (Enrique VII, 1485-1509), cuyos derechos a la corona inglesa eran también bastante inciertos, abriéndose así una nueva era en la historia de Inglaterra. Enrique VII afianzó su posición suprimiendo despiadadamente a todos sus rivales potenciales, concertando hábiles tratados con los países europeos vecinos y practicando una política de austeridad fiscal. Se casó con Elizabeth de York, para acabar con los problemas entre las dos familias. Mientras tanto, los centros culturales de Oxford y Cambridge, asistieron a la fundación de importantes colegios gracias a las donaciones del duque de Gloucester. Creó una importante biblioteca en Oxford, donando su colección de libros manuscritos, con versiones latinas de Platón y Aristóteles, poesía de Dante y obras en prosa latina de Petrarca y de Boccaccio. Siguiendo estas directrices, Enrique VII se convirtió en un entusiasta constructor, destacando las obras de la capilla del King College de Cambridge, un hospicio en Westminster, el hospital de los Savoy y su famosa capilla conmemorativa en la Abadía de Westminster. Empezó además un programa de construcción de edificios seculares. La familia real reorganizó el escritorio real, dando un fuerte impulso al desarrollo de las miniaturas. Los eruditos ingleses hicieron una importante contribución a las letras humanistas, con la publicación de textos, concentrada en la imprenta de Manutius, y la traducción de la Biblia, corrigiendo los errores cometidos, llevada a cabo por John Colet, maestro de Tomás Moro. 13
Paul Kendall, Richard III, Londres, Book Club Associates, 1955. Charles Ross, Edward IV , Londres, Book Club Associates, 1975. 15 Se ha dicho que los príncipes fueron asesinados en la Torre de Londres por orden de Ricardo III. Lo dice Paul Kendall en su “Introducción” a: Richard III..., op. cit. 14
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En la última década del reinado de Enrique VII asistimos a numerosos avances en la difusión del Humanismo: en 1498 Erasmo de Rotterdam visitó Oxford. Intentó crear las condiciones necesarias para una cultura cortesana, aunque tuvo que enfrentarse a un gran número de sublevaciones. Su hijo Enrique VIII (1509-1545) no sólo consolidó la dinastía Tudor mediante alianzas matrimoniales y otros convenios y eliminando brutalmente a sus opositores, sino que además emprendió una serie de guerras en el extranjero que dejaron maltrecho al erario público, siguió esta fuerte línea expansionista que se vio apoyada por una importante red cultural, dedicada a crear una imagen imperial que lo igualara al emperador Carlos V de España y al rey Francisco I de Francia. Ello dio lugar a una enorme inflación y a graves disturbios sociales, y el Parlamento debía recurrir periódicamente a la imposición de nuevos tributos 16. En 1509, Enrique se casó con Catalina de Aragón, viuda de su hermano mayor Arturo. Por desgracia, Catalina no pudo dar a Enrique el hijo que tan desesperadamente necesitaba para asegurar la dinastía con un heredero varón17. Al no poder obtener un divorcio del Papa, a quien lo solicitó alegando que el matrimonio con la mujer de su hermano era un caso de adulterio, (Levítico, XX,10), Enrique VIII entró en conflicto con la Iglesia Católica Romana. Su secretario de la época, Tomás Cromwell (1485-1540) sugirió una solución: si Enrique se proclamaba cabeza de la Iglesia en Inglaterra, en vez del Papa, le sería fácil concederse a sí mismo el divorcio. Así pues, en 1531 se adoptaba, con esta finalidad, la Ley de Supremacía. Otras leyes confirmarían la Reforma de la Iglesia en Inglaterra, que acabó consolidándose bajo el reino de una de las hijas de Enrique VIII, Isabel I (1558-1603). Fue precisamente la cuestión del divorcio del rey y la pretensión de Enrique de ser cabeza suprema de la Iglesia lo que causó el conflicto entre Enrique y Moro, conflicto que acabaría en la ejecución de este último en 1535. Sin embargo, Moro no fue decapitado por su actitud respecto de las cuestiones religiosas, sino por el delito de traición. La negativa a aceptar la Ley de Supremacía constituía en efecto delito de traición, como trataría de explicar después Enrique VIII al Papa y al Emperador Habsburgo, Carlos V, el cual, según el yerno de Moro, William Roper, le dijo al embajador inglés, Sir Tomás Eliot: “Señor Embajador, tenemos entendido que el Rey vuestro Señor ha ejecutado a su fiel servidor y sabio consejero Sir Tomás Moro”. A lo que Sir Tomás Eliot respondió que no sabía nada al respecto. “Bien”, dijo el Emperador, “es muy cierto, y no diremos más que si hubiésemos sido señores de tal servidor, de cuyas obras hemos tenido sobrado conocimiento en estos últimos años, habríamos preferido perder la Mejor ciudad de nuestros dominios antes que un consejero tan valioso” 18. Si Enrique fue capaz de hacer aprobar tantas leyes anticlericales en los decenios de 1530 y 1540, incluida la de disolución de los grandes monasterios y abadías, ello fue debido a la presión de los altos funcionarios frente a la corrupción predominante en la Iglesia a comienzos del siglo XVI. Las prácticas corruptas del clero habían suscitado muchas críticas: con frecuencia tenían amantes; explotaban a los pobres y a los crédulos; su influencia en la educación era estéril y negativa. Hombres como Erasmo (1466-1536) y Moro figuraban entre los más señalados críticos de aquel estado de cosas. Sin embargo, si los dos reclamaban una reforma de la Iglesia, a diferencia de Lutero en Alemania y de Zwinglio en Suiza, ellos no querían romper con la Iglesia Católica, sino que preferían reformarla desde dentro. Además, Moro temía que los excesos de Lutero condujeran a la agitación social y la guerra civil.
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Alison Weir, Enrique VIII: El Rey Y La Corte De Los Tudor. Barcelona: Ariel, 2010, págs. 67. Hasta el reinado de María Tudor (María I, 1553-1558) sólo los herederos varones podían ser coronados reyes. 18 Williams Roper, La vida d..., op. cit., pág. 70. 17
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En lo referente a la economía, la situación de Inglaterra se consolidó después de la guerra de las Dos Rosas, y en tiempos de Isabel pasó a ser una gran potencia protestante. Renunciando a las conquistas continentales, ya que la reina hubo de acoplar todas sus fuerzas para imponer su autoridad a sus enemigos, tanto interiores como exteriores. Como Holanda, Inglaterra rompió las hostilidades contra España, y en 1588 la flota inglesa obtuvo sobre la española una victoria decisiva. Th. Gresham, el fundador de la Bolsa de Londres (1567) 19, logró emancipar a Inglaterra del mercado de Amberes en cuanto a necesidades monetarias, sustentándola sobre la potencialidad capitalista del propio país. Con la reforma de la moneda de 1560 habíase dado una sólida base al sistema monetario de Inglaterra. Fueron retiradas las antiguas monedas de escaso valor, y aunque las nuevas no pudieron sustraerse a los efectos de la desvalorización, el hecho es que Inglaterra dispuso, en adelante, de un módulo fijo de valores. Pero a lo referente estrictamente a economía, tendremos que decir que esta estaba constituida por el sector primario, el cual se encontraba revuelto, por un movimiento de los propietarios a cercar sus posesiones agrarias para dedicarlas a la ganadería ovina, la cual empezaba a ganar fuerza por el tema de la lana, tan preciada en esta época; este acontecimiento tuvo que ser de importante relevancia porque en un pasaje precioso de Utopía, Moro nos hace esta alusión: Las ovejas (contesté) vuestras ovejas. Tan mansas y tan acostumbradas a alimentarse con sobriedad, son ahora, según dicen, tan voraces y asilvestradas que devoran hasta a los mismos hombres, devastando campos y asolando casas y aldeas. Vemos, en efecto, a los nobles, los ricos y hasta a los mismos abades, santos varones, en todos los lugares del reino donde se cría la lana más fina y más cara. No contentos con los beneficios y rentas anuales de sus posesiones, y no bastándoles lo que tenían para vivir con lujo y ociosidad, a cuenta del bien común (cuando no en su perjuicio) ahora no dejan nada para cultivos. Lo cercan todo, y para ello, si es necesario derribar casas, destruyen las aldeas no dejando en pie más que las iglesias que dedican a establo de las ovejas. No satisfechos con los espacios reservados a caza y viveros, estos piadosos varones convierten en pastizales desiertos todos los cultivos y granjas20.
En este interesante y sin desperdicio fragmento, nos refleja uno de los problemas, tanto económicos como sociales de la Inglaterra, el cual puede advertirse desde la perspectiva de Moro como un gran problema que condiciona el trabajo, y como tal, obliga a parte de la población más desfavorecida a tener que ganarse la vida de maneras poco honrosas como robar o la mendicidad. Además de disminuir el número de tierra cultivable y con ello el abastecimiento de alimentos para parte de la población. Un grave problema denunciado por moro de una manera preciosa y aguda. Es un tema apasionante, pero el cual no entra dentro del objetivo del trabajo, así que solo con la mención, nos hará hacernos una idea de la realidad económica de Inglaterra en el s. XVI. Un aspecto importante que hace que una persona se plantee muchas cosas en la vida, es el estar en un ambiente de muerte y temor provocado por las epidemias, las cuales castigaron Inglaterra durante el s. XVI. Estas epidemias son en algunos casos las extendidas por Europa, es decir, la Peste, fiebres, pero en algún caso en particular, hablamos de epidemias muy extrañas. Entre los años 1485 y 1551 se sucedieron en Inglaterra unos brotes de una enfermedad llamada por lo médicos de aquel entonces sudor anglicus (“sudor inglés” en latín). Todo comenzó poco después del ascenso al trono de Enrique VII de Inglaterra, cuando desembarcó en el puerto galés
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J. W. Burgon, The life and times of Sir Thomas Gresham, 1519-79 (1839), págs. 37-39. Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 10.
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de Mildford Haven el día 7 de Agosto de 148521. Pocos días después del desembarco real comenzó una epidemia que fue mermando de manera sumamente rápida la población masculina de la zona. Aunque curiosamente tan sólo morían hombres adultos prácticamente; entre niños la mortalidad era casi inexistente y no se conocen casos de mujeres (de cualquier edad) muertas por esta enfermedad. A finales de ese mes, el 22 de Agosto, cuando el séquito real llegó a Londres se desató en la capital británica la plaga; comenzaron de manera inmediata a morir hombres de todas las clases sociales, algo nunca visto anteriormente. Por una vez había una causa de muerte que hacía los mismos estragos entre pobres y ricos, al igual que la Peste Negra que había asolado el país y Europa entera un siglo antes. Pronto se apodó entre la comunidad médica a esta enfermedad como la “enfermedad del sudor”, ya que los síntomas se iniciaban con una copiosa sudoración acompañada de escalofríos, pánico y un agotamiento que duraba de promedio entre tres y cuatro horas y media. Posteriormente el cuadro derivaba hacia hemorragias nasales y una profunda somnolencia que en ocasiones estaba acompañada de convulsiones. Finalmente, la víctima fallecía a causa de una altísima fiebre. Por suerte o por desgracia, según se mire, los pacientes no sufrían gran cosa ya que la muerte sobrevenía entre las cuatro y las doce horas siguientes a la aparición de los primeros síntomas. Según se recoge en escritos de médicos de aquella época, los afortunados que resistían 24 horas desde los primeros síntomas no sólo sobrevivían, que ya era bastante, si no que presentaban una mejoría tildada en la época de “milagrosa”. Al parecer el paciente se recuperaba en cuestión una hora o de dos como mucho. Tras causar decenas de miles de muertos, en Octubre dejaron de registrarse casos de repente. No hubo (que se sepa) ningún caso más hasta nial del verano de 1502, cuando el sudor inglés volvió a golpear a la población masculina 22. Nuevamente se trató de una plaga que duró cosa de dos meses y volvió a desaparecer. Volvería a atacar a los ingleses nuevamente en 1507, 1516, 1528 y 1551. En el ámbito social, nos encontramos a una sociedad estamentada, en la que el estamento superior es de factura nueva, es decir, que se ha creado prácticamente con el ascenso de los Tudor al trono de Inglaterra, lo cual se fue gestando básicamente durante el s. XVI, algo que sí está claro es que esta era muy escasa y selecta. Otro aspecto a tener en cuenta de este estamento superior, es su crecimiento y configuración con la ruptura con Roma, de donde el rey se pudo ganar nuevos y fieles cortesanos al darles propiedades confiscadas a la iglesia católica, ya no reconocida como la principal y como tal, excluida de cualquier tipo de consideración por parte del Estado. El estamento más bajo, y por lo tanto, el pueblo llano, centraba sus esfuerzos en la agricultura y en la creciente vida urbana, la cual se desarrolla aunque con aspectos semejantes al resto de Europa, ya empieza a denotar una exclusividad que la llevara a ser el referente de Europa 23 en los siglos venideros, aunque ahora mismo se diluye entre la mayoría de los países europeos 24.
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Édouard Monneret, Louis Fleury, Tratado completo de patología interna, Volumen 9, Imprenta Vda. de Jordán é Hijos, 1850, págs. 117-121. 22 Durante el brote de 1502 murió Arturo, príncipe de Gales, el hermano mayor de Enrique VIII y primer marido de Catalina de Aragón. 23 A comienzos del siglo XVI una excepción se constata la fábrica textil de John Winchcombe de Inglaterra. 200 cardadoras, 150 niños, 200 hilanderas, 200 tejedores, tintoreros, bataneros… 24 Apuntes de clase, de la asignatura Historia Moderna Universal I.
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La fragilidad de la que dependía la subsistencia, debido a una agricultura todavía atrasada, aunque pronto sufrirá un impulso crucial; unido a la Guerra de las Dos Rosas, a lo que habría que sumar los brotes epidémicos antes comentados, nos configuran una realidad que tanto en el ámbito rural, la cual es algo más favorable, pero especialmente en las ciudades, se empezaban a ver concepciones muy distintas dentro de la población, ya que podemos encontrar un movimiento humanista muy potente y por otro lado, lo cual no es excluyente, una sociedad con un tremor y unas necesidades apremiantes, atosigada por una monarquía preocupada por sus intereses, ya sean bélicos o políticos; todo ello crea una realidad de la que Moro, aunque fuera por muchos conceptos, un hombre del Renacimiento, ávido de nuevas ideas y favorable a los horizontes que abría el estudio de los clásicos griegos y latinos, en muchos aspectos seguía apegado a la concepción tradicional del poder espiritual e incluso político. Pero ante todo era un hombre de máxima honradez e integridad. Pudiendo concluir este epígrafe, diciendo que la Inglaterra del s. XVI, constituyo para Tomás Moro, una visión de una realidad palpable. NACIMIENTO DE LA UTOPÍA MORIANA La educación de Moro estuvo muy influida por sus amigos y colegas y los debates que sostenían, así como por sus lecturas, observaciones y convicciones políticas. Tenía una firme confianza en la capacidad del ser humano de realizarse y de superar la adversidad, de interesarse por las artes, la literatura, la música y la filosofía, y de mantenerse al corriente de las novedades científicas. Aunque gran parte de sus opiniones, expresadas verbalmente, influyeron en futuros escritores, y aunque sabemos lo que pensaba y lo que sentía gracias a algunas de sus cartas y a las observaciones de Erasmo, ningún perfil de Moro sería completo sin hacer referencia a dos de sus obras que contribuyeron a su fama, la Utopía (1516) y la Historia de Ricardo III (1543). La primera versión de Utopía se publicó en latín en 1516. La traducción al inglés no se publicó hasta 1556, pero para entonces sus principales argumentos eran bien conocidos y habían sido ampliamente debatidos. Utopía hizo de Moro uno de los pensadores y visionarios humanistas más eminentes del Renacimiento. Aún hoy suscita vivas discusiones. Según Turner 25, dos escuelas de pensamiento se oponen sobre su contenido y objetivos. Unos creen que Utopía es principalmente una obra católica, en la que el autor expone sus opiniones, y donde todo lo que pueda parecer propaganda comunista es simple alegoría. Según otros, se trata de un manifiesto político en el cual todas las referencias a la religión deben pasarse por alto. Ambas interpretaciones son sólo parcialmente ciertas. Utopía es una sátira política, pero también una obra alegórica y romántica. Pretende, como las sátiras de Horacio, “decir la verdad a través de la risa”, o, al igual que “la Historia verdadera” de Luciano, “no solamente ser ingeniosa y entretenida, sino también decir algo interesante” 26. La historia se sitúa en una isla imaginaria donde no hay guerras, miseria, delitos, injusticias ni ningún otro de los males que aquejaban a la Europa contemporánea. Todos reciben por igual riqueza, alimentos y pobreza. Nadie tiene más que otro. El Estado supervisa y garantiza una justa distribución de los recursos, incluidos los cuidados de la salud. La jornada de trabajo se limita a seis horas, y el tiempo libre se dedica al estudio de las artes, la literatura y la ciencia. Como la enseñanza técnica y profesional está abierta a todos, cada uno puede aprender al menos un oficio. Sólo se permite el combate en defensa propia, y los que infringen la ley son condenados a la esclavitud. La religión es un teísmo sin confesión particular y los sacerdotes 25 26
Utopía por Paul Turner, Harmondsworth, Reino Unido, Penguin Books, 1965, pág. 7. Paul Turner, op. cit., Pág. 7.
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son elegidos por su santidad. Cada niño y niña tiene derecho a una educación completa, entendiendo por esto el estudio de la literatura, los clásicos, el arte, la ciencia y las matemáticas, lo que hoy día llamaríamos un “programa equilibrado”. A los niños se les despierta la conciencia política en clases de instrucción cívica. El Estado es responsable de la educación y de garantizar una plantilla de maestros capacitados. Las niñas no deben recibir un trato distinto del de los niños. El propósito evidente de Moro cuando escribió Utopía era abrir los ojos del pueblo a los males sociales y políticos del mundo circundante, como la inflación, la corrupción, los malos tratos a los pobres, las guerras sin finalidad alguna, la ostentación de la corte, el abuso del poder por los monarcas absolutos, etc. Moro empleaba palabras derivadas del griego para recalcar sus argumentos. Así pues, Hytlodeo significa “narrador de cuentos vanos”; “utopía” quiere decir “ninguna parte”; el río se llama “Anhidros” (sin agua), y el magistrado supremo, “Ademos” (sin pueblo)27. De la carta a Pedro Egidio se desprende claramente que Moro esperaba que los lectores instruidos entendiesen el significado de los nombres griegos que había dado a los lugares y los títulos oficiales, y también porque quería que los lectores se diesen cuenta de que eran imaginarios. Muchos lectores no admiten que Moro, devoto católico romano, propugnara la eutanasia, el matrimonio de los sacerdotes y el divorcio por consentimiento mutuo por razones de incompatibilidad, o que propusiera que los futuros esposos se viesen desnudos antes de tomar la decisión de casarse. Muchos lectores creen que las ideas básicas expuestas en Utopía son comunistas. Incluso hoy día, Utopía sigue siendo un libro de fácil lectura, pero hay que tener en cuenta que no representa un ideal positivo, sino que es una crítica de la perversidad europea tal como la veía Moro. Su objetivo era avergonzar a los cristianos para que no se comportasen peor que los pobres paganos de Utopía, como ocurría entonces, sino mucho mejor. “La obra utiliza un medio de expresión intemporal que la saca de la época particular en que surgió, impidiendo que parezca lingüísticamente anticuada o difícil” 28. Si bien hay referencias a Platón, y algunas de las ideas de Moro proceden claramente de La república y Las Leyes, su planteamiento básico es muy distinto. Los dos creían que el Estado debía desempeñar un papel predominante en la educación, pero mientras que Platón apenas se refiere al comunismo, para Moro es la base de la sociedad. A Platón le interesaba principalmente la educación de las clases dirigentes, mientras que para Moro había que tener muy en cuenta a los productores, y especialmente a agricultores: “Pues aunque muy pocos en cada ciudad que se hallan exentos de los trabajos para dedicarse únicamente al estudio –los que dan pruebas desde la infancia de dotes particulares, una notable inteligencia y aptitudes para los conocimientos superiores–, todos, desde muchachos, reciben una educación literaria, y buena parte de la población, hombres y mujeres, durante toda su vida, dedican al estudio aquellas horas que, como hemos dicho, les deja libres el trabajo. Aprenden todas las disciplinas en su propia lengua, que es rica en vocabulario”29.
“Es una crítica clara contra el uso del latín en vez del inglés en la escuela”
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Mientras que Platón alentaba la guerra y admiraba las virtudes militares, Moro trató de defender los valores pacifistas. En lugar de perder el tiempo, “la mayoría (de la población de Utopía) dedica sus ratos de ocio al cultivo de las letras, y suelen asistir en las primeras horas de 27
Paul Turner, op. cit., pág. 8. Ibidem, pág. 22. 29 Tomás Moro, Utopía, op. cit., pág. 89. 28
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la mañana a unos cursos públicos, que sólo siguen por obligación los que se dedican particularmente a las letras. No obstante, numerosos hombres y mujeres asisten, según sus aficiones, a alguno de aquellos cursos” 30. Platón ignora en gran parte la vida familiar, mientras que para Moro la familia es la base de la sociedad; reserva lugar preferente a las mujeres en el hogar y fomenta sus aptitudes intelectuales, aunque Moro nunca reconoció que fueran iguales en todas las cosas. Mientras que Platón es serio, Moro es satírico; Platón prohíbe el arte, la poesía y la música, Moro las apoya. En Utopía se exponen otras tres ideas pedagógicas. La primera es la siguiente: “Los magistrados... no quieren obligar a los ciudadanos a realizar contra su voluntad trabajos superfluos, ya que las instituciones de aquella república tienden esencialmente a liberar a todos los ciudadanos de las servidumbres materiales en cuanto lo permiten las necesidades de la comunidad, y a favorecer la libertad y el cultivo de la inteligencia. Para ellos, ése es el secreto de la felicidad humana”31. La segunda idea es que los niños y los adultos deben relacionarse libremente entre sí y aprender mutuamente, idea que sólo se ha empezado a aplicar de verdad a finales del siglo XX. La tercera idea es que toda educación debe tener un fuerte componente moral, enseñado por sacerdotes que son “los responsables de la educación de los niños y los adolescentes”. Si (esas ideas) “penetran en el alma de los niños, permanecerán en ella a lo largo de toda la vida de adultos y contribuirán sobremanera a conservar el Estado, que nunca se ve tan amenazado como por los vicios que se derivan de doctrinas erróneas”32. Si bien Utopía gozó de un éxito considerable y aseguró la reputación de Moro en toda Europa, hasta después de su muerte no se apreció otra faceta de su actividad: la de historiador. Su Historia de Ricardo III se publicó por primera vez en forma completa en 1543, como continuación de la Crónica de Hardyrig y de la Anglicae historia de Polidoro Virgilio. En la Historia de Ricardo III se presenta a este rey como un malvado, y esa imagen influyó en la idea que tuvieron de Ricardo las generaciones posteriores; la obra teatral de Shakespeare Ricardo III se basa en gran medida en la interpretación de Moro y da una imagen vívida, aunque inexacta, del rey. Hay dos aspectos de la Historia que nos dicen mucho acerca de Moro. “El Ricardo III de Moro es la primera gran obra en prosa de la literatura inglesa y con ella se inicia la historiografía moderna. Pese al esplendor de la era isabelina, nada en ella se le puede comparar hasta el Enrique VII de Bacon (1622), y como narrativa bilingüe es única” 33. No solamente fue el primer trabajo histórico de valor literario publicado en inglés, sino que además se escribió simultáneamente en inglés y en latín, lo que supone un toque de genio. Moro era capaz de “describir acontecimientos recientes en el estilo que su formación humanista y sus amigos eruditos apreciaban: la del relato dramático audaz que se eleva por encima de los hechos para convertirse en arte, y buscaba más la verosimilitud psicológica que la exactitud fáctica” 34. Escribiendo así, Moro inspiró a la generaciones posteriores de historiadores e impuso la imagen histórica de Ricardo III hasta el siglo XVIII, cuando se inició una revalorización de la figura del rey con la obra de Horace Walpole Historic doubt on the life and reign of King Richard III, en
30
Tomás Moro, Utopía, op. cit. pág. 76. Ibidem, pág. 78-79. 32 Ibidem, pág. 123. 33 Paul Kendall, Richard III: the great debate, Londres, Folio Sociery, 1965, pág. 24. 34 Paul Kendall, Richard III: the great…, op. cit., pág. 25. 31
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la que cuestiona la historia de Moro. Desde entonces, se han creado numerosas sociedades de “Amigos de Ricardo III” a ambos lados del Atlántico. Para ser justos hemos de decir que Moro estuvo fuertemente influido por las opiniones del arzobispo Morton y de otros contemporáneos. Su actividad de historiador apuntaba en parte a criticar la brutalidad de la monarquía de los Tudor, pero no la llevó hasta su término por miedo de acabar tildando a Enrique VII y a Enrique VIII de tiranos. En su lugar, recurrió al relato satírico de Utopía para dar a conocer su mensaje. CONJUNCIÓN Y COMPARATIVA DE AMBOS MUNDOS Para empezar esta ardua labor, hay que tener presente en todo momento la realidad histórica de tiempos de Tomás Moro y el mundo que nos dibuja en su Utopía, ya que la comparativa de estos dos mundos puede darnos una información crucial para entender esta magnífica y esencial obra desde una perspectiva más profunda, que desde su origen, consiga transcender su realidad histórica y su contexto espacial; traspasar la línea de lo ideológico y utópico, hacia una realidad palpable, la cual choca y también se mezcla, constituyendo una conjunción de realidades que no son más que la construcción de un estado imaginario, desde el destello de una existencia real. Para ello me centrare en cuatro aspectos, los cuales me parecen cruciales para poder elaborar esa conjunción comparativa que me propongo en este trabajo, siendo estos muy destacables tanto dentro de la obra de Tomás Moro, como en la realidad que puede palpar en su entorno. Estos aspectos, no son otros que la nobleza, el clero, la movilidad estamental, algo particularmente interesante desde el punto de vista de que partimos de la base de estar en una sociedad moderna y como tal, fuertemente estamentaria; y por último, y relevante desde el punto de vista estatal, es el aspecto de la política exterior, ya que según la política exterior de un Estado, podemos conocer bastante bien, como se articula y que pretensiones, necesidades, madurez, cuáles son sus excedentes y déficits, y como hacen juego dentro del mismo. Empezare por la nobleza, cabeza visible de cualquier Estado europeo en el s. XVI, y que en el caso de Inglaterra es especialmente interesante, debido a las modificaciones relacionadas con las Guerra de las Dos Rosas crearon una nueva nobleza en sustitución de la anterior, ya que todo aquel noble que hubiera apoyado al bando perdedor, ahora sufrirá las consecuencias, las cuales eran en la mayoría de las ocasiones, la muerte y la confiscación de sus propiedades por parte del rey, que las utilizaría como herramienta en su estrategia de ganarse una nobleza alidada y fiel. Las consecuencias de la guerra de las dos rosas fueron importantes. Arruinó a la aristocracia inglesa en provecho de los reyes; millares de señores perecieron en los campos de batalla, y familias enteras desaparecieron. Las tierras que poseían, casi la quinta parte del suelo de Inglaterra, pasaron a ser dominios del rey que por ser entonces dueño de cuantiosos bienes raíces y poseer bastante dinero, apenas tuvo necesidad de recurrir al parlamento. De aquí que los soberanos de la dinastía de los Túdor pudieran gobernar, durante el siglo XVI, casi como los reyes de Francia, sin cuidarse de la opinión dé su pueblo, y casi como monarcas absolutos35. En el caso de la obra de Tomás Moro, nos encontramos ante una inexistencia explicita de la nobleza, de la cual hace esta declaración:
35
R. Blanco Martínez, La ciudad ausente. Ediciones AKAL, 2000, págs 32.
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Ahí están los nobles cuyo número exorbitado vive como zánganos a cuenta de los demás. Con tal de aumentar sus rentas no dudan en explotar a los colonos de sus tierras, desollándolos vivos. Derrochadores hasta la prodigalidad y mendacidad, es el único tipo de administración que conocen. Pero además, se rodean de hombres haraganes que nunca se han preocupado de saber ni aprender ningún modo de vivir y trabajar36.
Algo muy representativo del convencimiento de Tomás Moro, del grave problema que suponía para un Estado tener que acarrear con una carga tan pesada, además de impedir el funcionamiento de la sociedad, algo muy interesante, ya que se contrapone al pensamiento extendido en Inglaterra y Europa para ese siglo. Pero no se queda ahí, si no que nos presenta en su obra a una serie de magistrados, los cuales son los responsables del gobierno y legislación de las distintas ciudades de Utopía, configurando un sistema de dignatarios atemporal si lo vemos desde la óptica contemporánea, ya que nos lo relata tal que así: Todos los años cada grupo de treinta familias eligen un Magistrado, que en su idioma antiguo llamaban Sifogranto, y en el moderno Filarco. Cada diez de estos Sifograntos, de acuerdo con las familias, eligen otro Magistrado superior, que antes llamaron Traniboro, y actualmente denominan Protofilarco. Finalmente, todos los Sifograntos (que son en número de doscientos) hacen juramento de que elegirán por Príncipe, con voto secreto, a uno de los cuatro propuestos por mayoría de votos por el pueblo. Cada cuarta parte de la Ciudad elige un Senador. La dignidad de Príncipe es vitalicia, a no ser que se venga en sospecha de que trata de tiranizar el Estado. Los Traniboros se eligen por un año, y no los deponen sin causa justificada. Todos los demás Ministros y Oficiales también los eligen por un año. Los Traniboros se reúnen con el Príncipe cada tres días, aunque si hay asuntos urgentes se reúnen con mayor frecuencia. En dichas reuniones tratan los negocios de la República, procurando resolver las disensiones entre particulares, si las hay, que siempre son pocas. Cada reunión del Senado viene presidida por dos Sifograntos, que se turnan por orden; no consintiéndose que se acuerde ningún asunto de importancia para la República, sin haberse planteado tres días antes de tomarse la resolución37.
Sistema complejo, pero en el cual todo tiene su sentido y no se deja nada al derecho sanguíneo, es decir, que para alcanzar un puesto entesta elite, hay que trabajar para ser útil para el resto y solo así poder llegar a la cumbre, o incluso a ser el príncipe. Un aspecto muy curioso, es como se prohíbe tomar ninguna alguna decisión de importancia sin dejar tres días para la resolución, una medida que denota resentimiento por la política interesada y supeditada a un estado de ánimo, típica de un gobierno tiránico. Esta anti-nobleza constituida por los magistrados, son lo contrario a lo que se tiene y espera en Inglaterra, donde una guerra promovida por los intereses dinásticos, han acabado con una aristocracia depredadora y ha impuesto otra semejante acorde a los intereses de la nueva dinastía, es decir, elegidos a dedo, con paquetes de tierras, que conforman la propiedad privada, algo a lo que Moro le achaca casi todos los males y de ahí el apego socialista posterior a este humanista del siglo XVI. El hecho de que sean elegidos por las familias que componen las ciudades, hacen de estos magistrados los representantes del pueblo, procedentes del mismo y encargados a servirlo, lo más honesta y eficientemente posible. Algo que ya de entrada se opone frontalmente con la 36 37
Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág. 8. Ibidem, págs. 31-32.
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realidad de la nobleza moderna y rompe una visión de sociedad basada en estamentos, la cual maraca una base diferenciadora como es el privilegio, algo que debemos de tener presente y en eo caso de Utopía no se da, aquí no hay gente privilegiada, ni propiedad privada, aquí cada uno desarrolla un trabajo u otro, pero todos contribuyen al buen funcionamiento. Se podría considerar una visión mucho más justa de sociedad, lo que hace que desaparezcan los linajes aristocráticos, los privilegios, los abusos de ambos y el peso de la sociedad cae por igual sobre todos los componentes de la misma. Para un noble cualquiera del la Inglaterra contemporánea a Moro, la sociedad rompe el equilibrio divino, algo que Dios quiere y que el hombre debe de asumir, algo que no tiene cabida en la sociedad, ya que esta no se entenderían sin ellos mismos, sin sus privilegios y sin sus grandes propiedades. Algo descabellado seria pensar en un mundo sin propiedades privadas, símbolo de su condición noble y método perseguido también por grandes burgueses, los cuales tímidamente empiezan a emerger, ya sean banqueros, pero que muchos mediante las grandes propiedades y los acuerdos matrimoniales ansían esa posición privilegiada. Tomás Moro acaba con eso de un plumazo, atendiendo al detalle, que acabando con la propiedad privada, acabaría con los nobles y otros personajes funestos, los cuales desangran a la sociedad a costa de los más desfavorecidos; algo totalmente actual en los tiempos en los que vivimos, de ahí la importancia de Moro a lo largo de la Historia. Enganchando con lo anteriormente mencionado, referente al equilibrio divino, es el momento de hablar del clero. Probablemente igual de importante para la sociedad inglesa del siglo XVI que la nobleza, e incluso más transcendental ya que de ella dependía la salvación de cualquier ser humano, palabras mayores para la sociedad de la época, la cual lidiaba con tiempos infaustos y con la muerte detrás de cualquier esquina, por lo tanto, esta institución religiosa y estamento fundamental en la sociedad moderna; algo a tener en cuenta, eran los excesos llevados por los miembros, la incultura de los clérigos más bajos y como la religión radicalizaba y sometía a él antojo de la Iglesia y del Estado; también eran grandes propietarios y como tales, señores de campesinos en la mayoría de los casos. Tomás Moro, como religioso profundo, pero a su vez gran humanista y pensador, ansiaba una reforma dentro de la Iglesia, lo cual se puede ver en su Utopía, ya que denota unos propósitos sinceros y entre líneas se puede entender esta premisa, la de un cristianismo más cercano al padre fundador. En su obra, se ve claro lo que espera del clero y respetando algunas cosas del mismo, da sus propuestas mediante este pseudoclero el cual paralelo a la Iglesia católica, es una versión propia e idealizada tal que así: Los hay de dos clases: unos que viven en castidad y no comen carne, dejando de lado todo trato sexual, puesta su mirada en la vida futura viven sanos y contentos; la otra clase de los que se dan al trabajo servir se casan para tener sucesión que sea útil a la República, y no huyen de aquellos entretenimientos que no les estorban en su servicio a los demás; comen carne por creer que este alimento les hace más fuertes y robustos para realizar sus duros trabajos. El pueblo tiene a estos últimos por más prudentes y a los otros por más sabios. Tienen solamente 30 Sacerdotes, de vida muy ordenada, para todas las Ciudades, según el número de sus Templos. Cuando van a la guerra no llevan consigo más que a siete de ellos, y no crean otros en su lugar hasta terminada la guerra, según el número de los que hayan muerto.
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Los Sacerdotes, como los Magistrados, se eligen por el Pueblo por votos secretos, para no fomentar rivalidades. Se dedican únicamente al servicio divino y al cuidado de la Religión. Son los censores de las costumbres, y es vituperado aquel a quien ellos reprenden. Su oficio es amonestar a los delincuentes, así como el de los Magistrados es el de castigarlos. Solamente excomulgan a los obstinados, y es una gran tacha el estarlo. Si los excomulgados no se enmiendan, pasan a la jurisdicción de los Magistrados. Estos Sacerdotes educan a la juventud especialmente en las buenas costumbres y en que tengan buenos criterios sobre todo en el deseo de ser útiles a la causa pública, para que cuando sean adultos estén dispuestos a defender la ordenación de su República, por lo cual no solamente los apartan de los vicios, sino también de las opiniones perversas. Los Sacerdotes reciben por esposas a las mujeres más selectas del Pueblo, y nombran Sacerdotisas a las matronas, aunque solamente a las viudas, o de edad madura. Los Sacerdotes son muy venerados, más que cualquier Magistrado. Si se hacen reos de algún delito nadie tiene autoridad para juzgarlos, sino que los dejan al juicio divino y a la propia conciencia, ya que no les parece justo que nadie ponga sus manos mortales en los que se consagran a Dios. Esta costumbre pueden observarla porque eligen como Sacerdotes a hombres de vida muy probada, con lo que es rarísimo que caigan en vicios. Y si sucede que pequen, porque la naturaleza humana es flaca, como son pocos y sin potestad de mandar, no se teme que puedan infestar la República. Nombran pocos Sacerdotes para que su dignidad sea más reverenciada; además de que creen que es difícil que pueda haber muchos que puedan merecer tal dignidad. No solamente son muy respetados en Utopía, sino también en los países vecinos, lo cual (a mi entender) proviene de que cuando se producen hechos de armas, los Sacerdotes están separados de los que luchan, revestidos con sus ornamentos, de rodillas y con las manos en alto ruegan primeramente por la paz y después para que su pueblo pueda alcanzar la victoria sin derramamiento de sangre; y al vencer los suyos corren hacia los luchadores impidiendo que se remate a los vencidos, y nadie les hace daño alguno 38.
Esta cita en extenso me parece crucial, ya que no solo nos deja ver las pretensiones religiosas de Moro, sino que adquiere una dimensión muy especial, cuando entramos en el campo de la valía espiritual, de la fe más pura y el sentimiento cristiano en su enésima potencia, es decir, como critica la iglesia de su tiempo desde una relación descriptiva del clero utópico. Empezando por la parte de la evangelización, la cual no he incluido por que es mas religión como tal, hasta la aceptación del cristianismo, volviendo al origen idealizado que tiene Moro, de los primeros cristianos, de cómo la decisión del celibato es personal y respetable, y como en el caso de no elegirla, se actúa en bien del Estado, no en mal de Cristo. Como el número de estos sacerdotes es muy reducido, ya que al elegirse democráticamente por la comunidad, poniendo en valor el potencial espiritual y cristiano del elegido, se entiende que ha ese nivel, solo pueden llegar unos pocos. Es una clara protesta a la bajeza del clero en el siglo XVI, como estaba corrompida y su alto número a veces actuaba mas como un cáncer que como la herramienta en pos de la salvación y espiritualidad al servicio de los cristianos. Como la Iglesia está más preocupada en llenar sus arcas y estómagos que en ayudar a los demás, en hincar las rodillas en el barro y reventarse los brazos a trabajar, para que a ningún desvalido le falte un bocado que llevarse al estómago. Como en parte reafirma lo que pretende la Iglesia, y es que nadie le juzgue excepto Dios, pero con unas prerrogativas que no son las que cumple la Iglesia Católica. Este fragmento de la obra, es un ejercicio de depuración, el cual considera moro necesario para evitar los conflictos 38
Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 69-71.
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religioso que están llamando a la puerta no solo de la Iglesia, si no de Europa entera, los cuales la sumirán en guerras, disputas y costaran miles de muertes. Tomas Moro antepone su sentido cristiano y aboga por un catolicismo renovado, a modo que sea respetado por todos, algo que de haberse escuchado por parte de una Iglesia más consciente, hubiera convocado antes el concilio y evitado presumiblemente la Reforma (probablemente la anglicana no, ya que en esa apremiaban intereses de otra índole) y las Guerras de Religión. La paradoja es que se le santificaran por su firmeza ante el anglicanismo 39 y no por su búsqueda de la fe cristiana primigenia, algo trabajado desde Utopía y que tanto provecho puede dar en el ámbito socio-teológico, para entender los problemas de la Iglesia católica de su tiempo. El tercer aspecto que he decido tratar en este trabajo, es el relacionado con la movilidad estamental, tabú y prácticamente inexistente en la realidad palpable de la Inglaterra habitada por moro, aunque él pueda ser la excepción que confirme la regla; y la increíble visión del aprovechamiento del potencial humano en pos de su República, incidiendo en que no hay estamentos como tales, sino que cada uno debe de estar donde es más útil y eficiente, pudiendo elegir, siempre y cuando lo demuestre desde el trabajo y no desde su cuna. Hay que tener presente que los estamentos se establecen por cuna, es decir, dependiendo de donde se nazca, se será el resto de la vida, tanto el individuo como su descendencia, lo que se define como inmovilidad estamental, ya que los estamentos son impermeables y no hay movimientos de unos a otros. Esto es sobre la teorías, ya que se dan casos como los Médici, Sforza…en los que una familia de comerciantes, acaban erigiéndose príncipes y como tal nobles que asientan dinastías en Europa. Se labraran autenticas estrategias familiares para poder llegar a la nobleza, algo buscado y ansiado por la primera burguesía, muy común a lo largo de los siglos XVI y XVII. Se compraran grandes propiedades para intentar conseguirlo, a lo cual se le sumaran estrategias matrimoniales, presión económica y en algunos casos, llegaran a comprar los títulos, aunque nunca será reconocido por parte de los mismos. Estos serán muy mal vistos por los nobles antiguos40, algo que pasara en Inglaterra bajo los Túdor y que escenifica muy bien lo anteriormente mencionado. Esta nueva nobleza, en algunos casos, serán familias recompensadas por su fidelidad, ayuda económica y bélica, a las cuales se les darán tierras, títulos y privilegios, en deprimento de la nobleza antigua. A todo este conflicto, y mínimo movimiento estamental, producido por un interés estatal, el cual rompe la tradición por iniciativa y motivación real; me vienen la cabeza, las palabras pronunciadas por el emperador romano Claudio, en su discurso al Senado, defendiendo la entrada al mismo de las elites indígenas galas con las siguientes palabras: “Todo aquello que hoy es antiguo, alguna vez fue nuevo”41.
39
Ibor Blázquez Robledo, Meditaciones sobre…, op. cit., pág. 52. Término utilizado para nombrar a los nobles ya existentes y que hunden sus raíces en el pasado inglés. 41 Palabras exactas y cita en extenso: “Todas las cosas, senadores, que ahora se consideran muy antiguas fueron nuevas: los magistrados plebeyos tras los patricios, los latinos tras los plebeyos, los de los restantes pueblos de Italia tras los latinos. También esto se hará viejo, y lo que hoy apoyamos en precedentes, entre los precedentes estará algún día”. Tácito, Anales, XI 23-25, traducción de José Luis Moralejo, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1980. 40
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Desde la obra de Moro, podemos ver como ese inmovilismo no existe, básicamente porque no existen los estamentos, ya que desde la masa poblacional se eligen los cargos, los cuales están durante un tiempo establecido como vimos anteriormente y durante el cual deben de hacer valía de su preparación. Respecto a esto nos encontramos con estas palabras: En los países en que casi todas las mujeres (que son la mitad del pueblo) trabajan y los hombres se dan al reposo, además del gran número de sacerdotes y religiosos que no producen nada con sus manos, ni los señores ricos y herederos (a los que el vulgo llama nobles y caballeros), incluyéndose en esta cuenta a toda la caterva de los que sirven a estos últimos de espadachines y truhanes, y a los mendigos que teniendo salud fingen enfermedad por holgazanería, hallaréis que son muchos, los que no producen nada; y entre los que trabajan hay una gran parte que no se ocupan en cosas necesarias, ya que donde todo se consigue con dinero es forzoso que haya muchas artes totalmente vanas, que sólo sirven al antojo y al exceso. Si los pocos que trabajan se aplicaran todos en los menesteres necesarios a la vida humana, sin duda que bajarían los precios de las cosas, de manera que la vida resultaría mucho más fácil. Y si se juntaran a éstos todos los que viven en el ocio y en la holganza, y se ocuparan en trabajos provechosos para todos (contando con que los artífices de las manufacturas de lujo y los holgazanes consumen cada uno tanto como dos oficiales de trabajos útiles y necesarios) aquellas seis horas diarias bastarían y sobrarían para estar abastecidos abundantemente de todas las cosas necesarias para la vida y su comodidad" incluso para los, deleites verdaderos y naturales. La experiencia nos da verdadero testimonio de ello en Utopía, donde en cada Ciudad y las aldeas de sus contornos apenas si se permite holgar (entre hombres y mujeres) con a quinientas personas fuerza y edad aptas para el trabajo. Entre éstos, los Sifograntes, que si bien las leyes les declaran exentos, no se excusan de trabajar, para estimular con su ejemplo a los demás. Del mismo privilegio gozan los estudiantes, a quienes por acuerdo de los Sacerdotes y de los Magistrados el pueblo les concede por votos secretos, que solamente se ocupan en sus estudios; y si alguno no corresponde a las esperanzas que en él se pusieron, se le saca de los estudio, y se le dedica a trabajos manuales. Y por el contrario, sucede muchas veces que, un trabajador manual que aprovechó sus horas libres para el estudio, le sacan de su trabajo para que se aplique solamente a estudiar. De los estudiosos proceden los Embajadores, los Eclesiásticos, los Magistrados Traniboros, y el mismo Príncipe, al que en la antigua lengua llamaban Barzanes, y en la moderna Ademo. La demás muchedumbre que siempre trabaja y está ocupada en labores útiles, cuesta poco comprender cuánto llegarán a producir en pocas horas42.
En esta cita en extenso podemos ver el espíritu claro de romper con la sociedad estamentaria, ya que promueve una movilidad entre oficios y dedicaciones, haciendo un pequeño privilegio, el cual no se entiende desde el tema económico o fiscal, solamente a nivel de trabajo, ya que aquellos que necesiten tiempo para dedicarlo al estudio a sus obligaciones para la República, quedara exento, pero esto no será inmovible, ya que se irá modificando según se muestren las competencias dentro de cada uno a la hora de desarrollar los trabajos, siendo el puesto perfecto para cada uno, el que mejor responda a las cualidades del individuo. De una manera sutil, Moro nos conduce mediante esta sociedad utópica, hacia una especie de aristocracia, pero en el sentido platónico, dando un paso más allá y regulándola de una manera más democrática, es decir una mezcla moriana para una sociedad más provechosa y móvil. Algo impensable desde el punto de vista del gobierno inglés en el s. XVI, lo cual ni siquiera será 42
Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 34-35.
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tomado como una crítica, la cual subyace, y una declaración de intenciones, es una oposición idealizada al sistema estamentario, que aunque sea una concepción actual, ello lo traducían desde la tiranía de la cuna, algo que para Moro traía más inconvenientes que la imposibilidad de ascenso y mejora, sino la condenación a la ruina del Estado, algo que unos siglos en adelante será un problema. La nobleza se opone a trabajar, mas bien, ni se lo plantea, la mentalidad social colectiva está configurada de esa manera, es decir, Moro al poner sobre la mesa, la oportunidad de ascenso mediante los meritos y la capacidad, siendo la comunidad la que te libera de los trabajos más duros, para que puedas dedicarte al o que verdad estas capacitado, sin importar tu procedencia, básicamente porque en Utopía, todos tienen la misma. Para finalizar con esta conjunción comparativa de cuatro aspectos extraídos de la obra de Moro y de la Inglaterra de su tiempo, emprenderemos el sendero de la política exterior, un aspecto poco llamativo de la obra de Moro, pero que a mi parecer es una clara advertencia y presunción de lo que unos años adelante va a ocurrir en toda Europa. Gracias al estudio de la política exterior de la Inglaterra del s. XVI, podemos ver sus pretensiones, sus puntos débiles, sus necesidades y un trasfondo de lo que realmente está ocurriendo en su interior. El tiempo que le toco vivir a Moro, fue convulso y condicionado tanto por la Guerra de las Dos Rosas y el posterior asiento de la dinastía Túdor, como la hegemonía española, la cual se catapultó aun más a partir de la primera década del siglo XVI, entre otros factores muy importantes para esta dinastía entrante como eran sus pretensiones territoriales y de legitimidad, buscada mediante acuerdos diplomáticos, matrimoniales, religiosos, etc. Cualquier cosa para conseguir fortaleza en el marco Europeo y un despegue económico y estabilidad en el interior. Un ejemplo gráfico de esta política exterior llevada a cabo por Inglaterra es el tratado de Londres de 1518, también llamado tratado de paz universal, fue un pacto de no agresión y defensa mutua firmado por las principales potencias europeas 43. El tratado fue ideado para unir a los países europeos de religión cristiana contra el avance amenazador del Imperio otomano, el mismo establecía una liga defensiva basada en los siguientes términos: compromiso de no agresión entre los firmantes; compromiso de defensa mutua ante ataques de terceros; todas las disputas entre los países firmantes serían resueltas por la vía pacífica; la violación del acuerdo por alguna de las potencias firmantes sería enfrentada con la unión de la fuerza de todas las demás; el Papa presidiría la liga formada. Aunque en la práctica la paz establecida en el acuerdo se rompería al año siguiente de su firma 44. En la primera mitad del siglo XVI, podemos ver a una Inglaterra protegida por su situación insular, que opto por mantenerse a la defensiva, ya que no hay que olvidar, que después de la Guerra de la Dos Rosas, el ejercito quedo tan debilitado, que desapareció e Inglaterra carecía de ejército regular, algo que por lo mencionado anteriormente, no fue de emergencia por su situación geográfica. Esta política tuvo una consecuencia muy importante en la sociedad inglesa: una parte de los nobles ingleses abandonaron la actividad guerrera y se dedicaron a
43
Acordado por Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia fueron invitados el rey de España Carlos I y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I, uniéndose así los dirigentes de las principales potencias europeas en esa fecha. Los restantes países del continente, con menor peso político y militar en el contexto europeo, serían posteriormente llamados a unirse al acuerdo. Rusia, que en la época no se consideraba parte de Europa, sino de Asia, quedó excluida de la invitación. 44 John Galt, The life and administration of Cardinal Wolsey, Oliver & Boyd, Universidad de Harvard, 1824, pág. 54.
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actividades comerciales mucho antes que en cualquier otra región del continente; donde podemos ver las repercusiones de una política exterior determinada en el interior de un país. Cuando en la segunda mitad del siglo XVI, se cambió la postura, Inglaterra participó de las guerras de religión que originaron nuevos conflictos entre los países europeos, La monarquía inglesa impulsó la modernización de la flota real equipándola con barcos de guerra muy superiores a los españoles y portugueses. Después de la destrucción de la Armada Invencible española en 1588, quedaron establecidas las condiciones para el dominio inglés de los mares. Algo a que escapa del marco cronológico en que nos movemos pero que considero a tener en cuenta. El punto de inflexión lo vemos en la obra de Moro, y lo constituye el examen de la política exterior de Utopía, de su concepción de la guerra, de su expansión colonial, aspectos que la interpretación usual ha descuidado por completo o relega a un papel secundario. Es en buena parte comprensible que leyendo a Moro, se subraye en la interpretación de Utopía ciertos pasajes que parecían anticipar algunas de las líneas de acción que se han atribuido a la política inglesa. Los utopianos practican una política de inversiones en el exterior que les permite obtener créditos cuantiosos y cada vez más altos y comprenden la guerra según una ideología asombrosamente actual: la actitud pacifista se compensa por una preparación militar muy cuidada y no obsta a una política de «liberación » de los pueblos oprimidos bajo el yugo de un tirano: Nunca emprenden la guerra inconsideradamente, sino sólo para defender sus fronteras o para ahuyentar a los enemigos de sus territorios, o para liberar de la servidumbre a algún país amigo y ponerles en libertad, haciendo esto movidos por la compasión, sin otro fin que la fidelidad a su sentido humanitario. Aunque por agradecimiento socorren a sus amigos, no siempre se trata de guerras defensivas, sino que algunas veces quieren satisfacer y vengar injurias. Para que esto ocurra, antes de llegar a las armas se ha de proponer satisfacción, y si no la dan, hacen la guerra a los autores del agravio. No solamente se deciden a hacer la guerra a los que invaden su territorio y saquean el país, sino también, y con más furor, cuando países ávidos y con pretexto de leyes injustas, quieren someter a otras naciones para despojarlas y reducirlas a servidumbre, con pretexto de que hacen una obra justa 45.
Su estrategia se edifica sobre principios tan refinados como el de la superioridad de la astucia sobre la fuerza, pues sólo el hombre, entre todos los animales, es capaz de imponerse a una fuerza superior con el ingenio, lo cual justifica la apología de medios de lucha que buscan la corrupción sistemática del enemigo, poniendo precio a la cabeza de los jefes adversarios 46, y aun ofreciendo doblar la recompensa ofrecida para el que los entregue con vida, lo que da lugar a sembrar la desconfianza y el recelo recíproco en las filas47. Esta política es posible por la superioridad moral del pueblo que no conoce el dinero y que puede ofrecer inmensas cantidades del oro que en el interior se aplica a los usos más viles, y las tierras de su propiedad en el exterior. Una estrategia como el sembrar la discordia en el adversario, animando en el hermano del príncipe enemigo o en cualquiera de los nobles la esperanza de apoderarse del poder 48, y
45
Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 59. Ibidem, pág 60. “ingentia pollicentur præmia, si quis principem aduersarium sustulerit (…)” 47 Ibidem, pág 61. “Itaque fit celeriter, ut & cæteros mortales suspectos habeant, & sibi inuicem ipsi, neque fidentes 46
satis, neque fidi sint, maximoque in metu & non minore periculo uersentur(…)” 48 Ibidem, pág 61. “Si res hoc pacto non procedat, dissidiorum semina iaciunt, aluntque fratre principis, aut aliquo e nobilibus in spem potiundi regni perducto”.
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excitar a los pueblos vecinos a entrar en la guerra exhumando alguno de esos viejos títulos49, con lo que procuran no quedarse solos frente al enemigo aun a costa de hacer correr el dinero a raudales. No hay precio que les parezca demasiado elevado para conseguir enviar al campo de batalla los mayores contingentes aliados y el menor número posible de utopianos50. Los términos en que se describe el empleo en masa de mercenarios, a los que nadie puede ofrecer mayor soldada que Utopía, y hasta el deje cínico con que se observa que cabe hacerles, impunemente, las mayores promesas, pues rara vez les cabe la oportunidad de reclamar su cumplimiento expresan bien claramente un amoralismo metódico en el arte de hacer la guerra: Estos guerreros acuden ávidamente a Utopía contra cualquier otro país, ya que les dan mejor paga que en parte alguna. Por su parte, los de Utopía buscan a los mejores como amigos para todas las tareas humanitarias, y a los peores para una cosa tan criminal como es la guerra. No consideran como una pérdida el que mueran muchos de éstos, pensando que la humanidad habría de agradecérselo si fuesen poderosos para limpiar el mundo de aquella hez51.
Su táctica se rige por los mismos principios. Los jóvenes guerreros utopianos están conjurados para liquidar la contienda por el procedimiento expeditivo del asesinato del jefe enemigo; se procura a toda costa evitar las hostilidades sobre el suelo propio, y para el peor de los casos, cuando ha sido adversa la suerte de las armas, se tiene preparada una tropa de reserva para asestar un golpe decisivo al invasor entregado a la embriaguez de la victoria. El examen de la política exterior de Utopía permite ver que Moro, teniendo a la vista la seguridad insular del espacio político inglés, traza las líneas de acción de una política imperialista que es obligado encubrir mediante la pantalla de una ideología de corte humanitarista52. Por eso considero importante tener en cuenta, la reflexión y critica por las conductas de Inglaterra en tema de política exterior por parte de Moro, el cual considera a esta superior que España, por ejemplo, mas intelectual y astuta, aún sabiendo su inferioridad militar, es consciente que deben estar preparados, luchar fuera de su territorio, intentar hacerlos caer desde dentro, llevar una política comercial afable y mantenerse como símbolo de libertad y cúspide del humanismo, estandarte del cristianismo y del buen gobierno; unas pretensiones que le quedan muy grande a la Inglaterra de principios del s. XVI, la cual ira desarrollándose, adquiriendo poder y efectuando una política expansionista que la convertirá en la mayor potencia del planeta.
EL LEGADO UTÓPICO DE MORO El lugar de Moro en la historia de Inglaterra y de Europa está asegurado, no sólo por Utopía sino también por su oposición de principio a la tiranía y el claro ejemplo que dio que la conciencia y la moral pueden triunfar sobre el mal. Moro podía retrasar, pero no impedir el movimiento de Reforma en Inglaterra.
49 50
Ibidem, pág 61. Ibidem, pág 61. “Ciues parcissime, quos tam unice habent charos, tantique sese mutuo faciunt, ut neminem sint e
suis cum aduerso principe libenter commutaturi.” 51 52
Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 62. J.F. Álvarez, Tomás Moro y el utopismo político
1956, págs. 74-78.
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Por ello y por la influencia que ejerció su visión de Ricardo III, por la inspiración que supuso para los parlamentarios del siglo XVII y siguientes que lucharon en favor de la libertad de expresión y del derecho consuetudinario inglés, y por su obra, que sirvió para designar un mundo ideal del futuro, Utopía. Sin embargo, sus dos mayores legados son su obra escrita y sus concepciones educativas. Moro inspiró todo un género literario de narraciones idealistas y futuristas y relatos de viajes fantásticos. Se puede contar que el libro de Moro era muy popular y trabajado por los estudiantes a lo largo de toda la Edad Moderna, y estos aplicaban algunas de sus ideas donde mejor les convenía. Por ejemplo, el licenciado Andrés de Poza hablaba en un libro de historia sobre “la peculiar manera de vestir de las jóvenes vizcaínas, que van “en cuerpo” y con faldas tan cortas que descubren la garganta del pie”. Si bien era poco decente según las costumbres de su época, lo aceptaba porque se podía justificar citando el pasaje de la Utopía en el que se cuenta cómo, para elegir cónyuge, ambos jóvenes debían verse desnudos. Esto ilustra cómo la obra era ya valorada a la altura de los textos políticos de Platón y unos pocos otros clásicos. Francisco López comenta que “fue leída siempre con calor, y los lectores dejaron señal de la conmoción que les producía la lectura, con rasgos de pluma y notas en los márgenes” 53. Se ha publicado bastante más de un centenar de libros de este tipo, entre los que podríamos citar Another world and yet the same [Un mundo distinto y sin embargo igual] de Joseph Hale (1600); Christianopolis de Andrae (1619); New Atlantis [La nueva Atlántida] de Bacon (1626); Oceania de Harrington (1656); Los viajes de Gulliver de Swift (1726); Cándido de Voltalre (1759); News from nowhere [Noticias de ninguna parte] de William Morris (1890); La máquina del tiempo de H.G. Wells (1895); Un mundo feliz de Huxley (1932); Horizontes perdidos de James Hilltop (1933); 1984 de George Orwell (1949), etc54. A lo largo de la historia contemporánea a acompañado a los socialistas, en un camino en el cual no me parece oportuno entrar, debido a que el objetivo del trabajo es otro, pero al respecto solo añadir que el concepto Utopía, caló muy pronto y profundo en el subconsciente humano, el cual dio lugar a numeroso trabajos como he apuntado anteriormente, y el nacimiento por parte de la historiografía de los llamados socialistas utópicos, tan criticados por Marx, el cual a su vez, se puede considerar en gran parte influido. En cuanto a sus ideas sobre la educación, muchas de ellas parecen hoy triviales: la responsabilidad del Estado; la educación mixta y la educación de adultos; los programas equilibrados; la educación moral al mismo tiempo que la académica; el uso de la lengua nacional en la educación, etc., cuyos orígenes, especialmente en la tradición pedagógica inglesa, se remontan a Utopía y a las descripciones hechas por Erasmo de la “academia” de Moro. No es poco que los socialistas puedan hacer suyas las ideas de Moro respecto del control del Estado sobre la educación, y que los liberales puedan afirmar que la idea de un programa de estudios amplio y equilibrado proviene de él. Tomás Moro fue verdaderamente “un hombre para toda ocasión”55.
53
Ibor Blázquez Robledo, Meditaciones sobre…, op. cit., pág. 70. Paul Kendall, Richard III: the great…, op. cit., pág. 15. 55 Keith Watson, UNESCO: Oficina Internacional de Educación, vol. XXIV, nos 1-2, “TOMAS MORO”, París, 1994, pág. 199. 54
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CONCLUSIONES No puedo más que reconocer la capacidad de Moro para exceder mediante su obra su contexto cronológico, su realidad histórica y geográfica, ya que no hay apenas unas líneas de su Utopía que no se pueda extraer y poner en valor, tanto hoy, como hace doscientos años; a esta capacidad de crítica a su realidad palpable, esa sutileza y buen criterio al plasmarlo de una manera tan bella y acertada, queda solo decir que a lo largo de la Historia hay personajes que son pilares fundamentales, ya no solo en su momento, que también, sino para las generaciones posteriores, las cuales, al leer y interpretar su obra pueden enriquecer su intelecto, adquirir concepciones morales que están más allá de las nacionalidades y el tiempo, es decir, una forma perenne de mantener vivo el espíritu del humanismo. La importancia de los aspectos señalados en el trabajo, forman parte de los pilares actuales de la sociedad occidental, enmascarados o en algunos casos con protagonistas diferentes, ya que la iglesia se mantiene, o se sustituye por la ciencia o la tecnología, la nobleza es sustituida por una burguesía insaciable, que mantiene una política depredadora, la cual, a la forma de esas ovejas morianas, devoran nuestra sociedad, destruyen países para el bien de otros, o más bien de unos pocos, y lo que es peor, el estado controla todo, por medio de políticas que favorecen a los más ricos y potentados, haciendo que esa supuesta movilidad social, sea eso, algo supuesto y abstracto, ya que hay pobres reconocidos, pobres irreconocibles y pobres que no saben que lo son. Con esto quiero decir que mi trabajo, no solo pretende hacer una conjunción comparativa de Utopía con la Inglaterra del s. XVI, sino que al leerlo, entendamos el legado de esta sociedad moderna en la actual y como hace falta mantener viva la memoria utópica moriana, la cual nos mantendrá probablemente aun en esa pobreza relativa, pero sin lugar a dudas, seremos ricos en moralidad y cultura. Por eso Tomas Moro es un clásico, porque es capaz de conciliar paganismo con cristianismo; porque todo el mundo en algún aspecto se siente atraído por su figura: ya sea al estudioso o al filosofo por ahondar en su pensamiento y en su vida, que al socialista utópico por el modelo de estado que propone en su obra cumbre; o al que lo considera el arquetipo de jurista integérrimo, de juez incorruptible, defensor y héroe de la libertad de conciencia, santo y mártir para el católico; en resumen, un hombre para todas las horas.
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NOTAS 1. Epígrafe II, nota nº 4, pág. 4, Lou Burnard, Utopia of St. Thomas More, Oxford, 1995, pág. 52. “Qui quum a nobis accepissent de litteris et disciplina Graecorum (nam in latinis praeter historias ac poetas nihil erat quod uidebantur magnopere probaturi) mirum quanto studio contenderunt, ut eas liceret ipsis, nostra interpretatione perdiscere”. 2. Epígrafe II, nota nº 5, pág. 5, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 52-53.“Habent ex me, (nam librorum sarcinam mediocrem loco mercium quarto nauigaturus in nauem conieci quod mecum plane decreueram nunquam potius redire quam cito) Platonis opera pleraque, Aristotelis plura, Theophrastum item de plantis […]. Ex hiis qui scripsere grammaticam, Lascarem habent tantum, Theodorum enim non aduexi mecum, nec dictionarium aliquem praeter Hesychium, ac Dioscoridem; Plutarchi libellos habent charissimos, et Luciani quoque facetiis ac lepore capiuntur. Ex poetis habent Aristophanem, Homerum, atque Euripidem; tum Sophoclem minusculis Aldi formulis. Ex historicis Thucydidem atque Herodotum; necnon Herodianum. Quin in re medica quoque sodalis meus Tricius Apinatus aduexerat secum parua quaedam Hippocratis opuscula, ac Microtechnen Galeni, quos libros magno in precio habent”. 3. Epígrafe III, nota nº 20, pág. 8, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 10. “oues Cardinalis. inquam uestrae, quae tam mites esse, tamque exiguo solent ali, nunc—uti fertur—tam edaces atque indomitae esse coeperunt, ut homines deuorent ipsos, agros, domos, oppida uastent ac depopulentur. nempe quibuscumque regni partibus nascitur lana tenuior, atque ideo pretiosior, ibi nobiles et generosi, atque adeo Abbates aliquot sancti uiri, non his contenti reditibus, fructibusque annuis, qui maioribus suis solebant ex praediis crescere, nec habentes satis, quod otiose ac laute uiuentes, nihil in publicum prosint, nisi etiam obsint, aruo nihil relinquunt, onmia claudunt pascuis, demoliuntur domos, diruunt oppida, templo dumtaxat stabulandis ouibus relicto, et tamquam parum soli perderent apud uos ferarum saltus, ac uiuaria, illi boni uiri habitationes omnes, et quicquid usquam est culti, uertunt in solitudinem”. 4. Epígrafe V, nota nº 36, pág 14, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág. 8. “Tantus est ergo nobilium numerus, qui non ipsi modo degant ociosi tanquam fuci laboribus aliorum, quos puta suorum prædiorum colonos augendis reditibus ad uiuum usque radunt. Nam eam solam frugalitatem nouere, homines alioquin ad mendicitatem usqueprodigi; uerum immensam quoque ociosorum stipatorum turbam circumferunt, qui nullam unquam quærendi uictus artem didicere”. 5. Epígrafe V, nota nº 37, pág 14, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 31-32. “Triginta quæque familiæ magistratum sibi quotannis eligunt, quem sua prisca lingua Syphograntum uocant, recentiore phylarchum, Syphograntis decem cum suis familiis Traniborus olim, nunc protophylarchus dictus præficitur. Demum Syphogranti omnes, qui sunt ducenti, iurati lecturos sese, quem maxime censent utilem, suffragiis occultis renunciant principem unum uidelicet ex his quatuor, quos eis populus nominauit. Nam a quaque urbis quarta parte, selectus unus commendatur senatui. Principis magistratus perpetuus est in omnem illius uitam, nisi tyrannidis affectatæ suspicio impediat. Traniboros quotannis eligunt. Cæterum haud temere commutant. Reliqui magistratus omnes annui. Tranibori tertio quoque die, interdum si res postulat sæpius, in consilium cum principe ueniunt. De republica consultant. Controuersias priuatorum (si quæ sunt) quæ perquam paucæ sunt, mature dirimunt. Syphograntos semper in senatum duos adsciscunt, atque omni die diuersos. Cautumque ut ne quid ratum sit quod ad rempublicam pertineat, de quo non tribus in senatu diebus ante agitatum, quam decretum sit”. 6. Epígrafe V, nota nº 38, pág 16, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 69-71. “Eorum tamen hæreses duæ sunt, Altera cælibum, qui non Uenere modo in totum abstinent, sed carnium esu quoque. Quidam animalium etiam omnium, reiectisque penitus tamquam noxiis uitæ præsentis uoluptatibus, futuræ duntaxat, per uigilias ac sudores inhiant, eius propediem obtinendæ spe. Alacres interim, uegetique. Altera laboris haud minus appetens, coniugium præfert, ut cuius nec aspernantur solatium, & opus, naturæ debere se, & patriæ liberos putant. Nullam uoluptatem refugiunt, quæ nihil eos ab labore demoretur. Carnes quadrupedum uel eo nomine diligunt, quod tali cibo se ualidiores ad opus quodque censeant. Hos Utopiani prudentiores, at illos sanctiores reputant.
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Quos quod cælibatum anteferunt matrimonio, asperamque uitam placidæ anteponunt, si rationibus niterentur irriderent, nunc uero quum se fateantur religione duci suspiciunt ac reuerentur. Nihil enim sollicitius obseruant, quam ne temere quicquam ulla de religione pronuncient. Huiusmodi ergo sunt, quos illi peculiari nomine sua lingua Buthrescas uocant, quod uerbum latine religiosos licet interpretari. Sacerdotes habent eximia sanctitate, eoque admodum paucos. Neque enim plus quam tredecim in singulis habent urbibus pari templorum umero, nisi quum itur ad bellum. Tunc enim septem ex illis cum exercitu profectis totidem sufficiuntur interim, sed illi reuersi, suum quisque locum recuperat, qui supersunt, hii quoad decedentibus illis ordine succedant, comites interea sunt Nam Pontificis. Unus reliquis præficitur. Eliguntur a populo, idque cæterorum ritu magistratuum, occultis, ad studia uitanda, suffragiis. Electi a suo collegio consecrantur. Hii rebus diuinis præsunt, religiones curant, ac morum ueluti censores sunt, magnoque pudori ducitur ab hiis quenquam tanquam uitæ parum probatæ accersi, compellariue. Cæterum ut hortari atque admonere illorum est, ita coercere atque in facinorosos animaduertere principis, atque aliorum est magistratuum, nisi quod sacris interdicunt, quos improbe malos comperiunt. Nec ullum fere supplicium est quod horreant magis. Nam & summa percelluntur infamia, & occulto religionis metu lacerantur, ne corporibus quidem diu futuris in tuto. Quippe ni properampoenitentiamsacerdotibus approbent, comprehensi impietatis poenam Senatui persoluunt. Pueritia iuuentusque ab illis eruditur, nec prior literarum cura, quam morum ac uirtutis habetur, namque summam adhibent industriam, ut bonas protenus opiniones, & conseruandæ ipsorum reipublicæ utiles, teneris adhuc, & sequacibus puerorum animis instillent, quæ ubi pueris penitus insederint, uiros per totam uitam comitantur, magnamque ad tuendum publicæ rei statum (qui non nisi uitiis dilabitur, quæ ex peruersis nascuntur opinionibus) afferunt utilitatem. Sacerdotibus (ni foeminæ sint. Nam neque ille sexus excluditur, sed rarius, & non nisi uidua, natuque grandis eligitur) uxores sunt popularium selectissimæ. Neque enim ulli apud Utopienses magistratui maior habetur honos usque adeo, ut si quid etiam flagitii admiserint, nulli publico iudicio subsint, deo tantum, ac sibi relinquuntur. Neque enim fas putant illum, quantumuis scelestum, mortali manu contingere, qui Deo tam singulari modo uelut anathema dedicatus est. Qui mos illis facilior est obseruatu, quod sacerdotes & tam pauci, & tanta cum cura deliguntur. Nam neque temere accidit, ut qui ex bonis optimus ad tantam dignitatem, solius respectu uirtutis euehitur, in corruptelam & uitium degeneret, & si iam maxime contingeret, ut est mortalium natura mutabilis, tamen qua sunt paucitate, nec ulla præter honorem potestate præditi, ad publicam certe perniciem nihil magni ab his moment pertimescendum sit. Quos ideo tam raros atque infrequentes habent, ne dignitas ordinis, quem nunc tanta ueneratione prosequuntur, communicato cum multis honore uilesceret, præsertim quum difficile putent frequentes inuenire tam bonos, ut ei sint dignitati pares, ad quam gerendam non sufficit mediocribus esse uirtutibus. Nec eorum æstimatio apud suos magis, quam apud exteras etiam gentes habetur, quod inde facile patet, unde etiam natum puto. Nempe decernentibus prælio copiis, seorsum illi non admodum procul considunt in genibus, sacras induti uestes, tensis ad cælum palmis, primum omnium pacem, proxime, suis uictoriam, sed neutri cruentam parti comprecantur, uincentibus suis decurrunt in aciem, sæuientesque in profligatos inhibent, uidisse tantum atque appellasse præsentes ad uitam satis, diffluentium contactus uestium, reliquas quoque fortunas ab omni bellorum iniuria defendit”. 7. Epígrafe V, nota nº 42, pág. 18, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., págs. 34-35. “Quod tam longe abest ut accidat, ut id temporis ad omnium rerum copiam quæ quidem ad uitæ uel necessitatem requirantur uel commoditatem non sufficiat modo, sed supersit etiam, id quod uos quoque intelligetis si uobiscum reputetis apud alias gentes, quam magna populi pars iners degit. Primum mulieres fere omnes, totius summæ dimidium, aut sicubi mulieres negociosæ sunt, ibi ut plurimum, earum uice, uiri stertunt. Ad hæc, sacerdotum ac religiosorum, quos uocant, quanta quamque ociosa turba, adiice diuites omnes maxime prædiorum dominos, quos uulgo generosos appellant ac nobiles, his adnumera ipsorum famulitium, totam uidelicet illam cetratorum nebulonum colluuiem. Robustos denique ac ualentes mendicos adiunge, morbum quempiam prætexentes inertiæ, multo certe pauciores esse quam putaras inuenies eos, quorum labore constant hæc omnia quibus mortales utuntur.
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Expende nunc tecum ex his ipsis quam pauci in necessariis opificiis uersantur. Siquidem ubi omnia pecuniis metimur, multas artes necesse est exerceri inanes prorsus ac superfluas, luxus tantum ac libidinis ministras. Nam hæc ipsa multitudo quæ nunc operatur, si partiretur in tam paucas artes, quam paucas commodus naturæ usus postulat; in tanta rerum abundantia; quantam nunc esse necesse sit, precia nimirum uiliora forent, quam ut artifices inde uitam tueri suam possent. At si isti omnes quos nunc inertes artes distringunt; ac tota insuper ocio ac desidia languescens turba, quorum unus quiuis earum rerum quæ aliorum laboribus suppeditantur; quantum duo earundem operatores consumit; in opera uniuersi atque eadem utilia collocarentur, facile animaduertis; quantulum temporis ad suppeditanda omnia; quæ uel necessitatis ratio; uel commoditatis efflagitet (adde uoluptatis etiam quæ quidem uera sit ac naturalis) abunde satis superque foret. Atque id ipsum in Utopia res ipsa perspicuum facit. Nam illic in tota urbe cum adiacente uicinia uix homines quingenti ex omni uirorum ac mulierum numero, quorum ætas ac robur operi sufficit, uacatio permittitur. In hiis syphogranti (quamquam leges eos labore soluerunt) ipsi tamen sese non eximunt; quo facilius exemplo suo reliquos ad labores inuitent. Eadem immunitate gaudent hi; quos commendatione sacerdotum, persuasus populus occultis syphograntorum suffragiis ad perdiscendas disciplinas perpetuam uacationem indulget. Quorum si quis conceptam de se spem fefellerit; ad opifices retruditur, contraque non rarenter usu uenit; ut mechanicus quispiam, subcisiuas illas horas tam gnauiter impendat literis, tantum diligentia proficiat, ut opificio suo exemptus, in literatorum classem prouehatur. Ex hoc literatorum ordine legati, sacerdotes, Tranibori ac ipse denique deligitur princeps, quem illi prisca ipsorum lingua Barzanem, recentiore Ademum appellant. Reliqua fere multitudo omnis; quum neque ociosa sit; nec inutilibus opificiis occupata, procliuis æstimatio est, quam paucæ horæ quantum boni operis pariant. Ad ea quæ commemoraui, hoc præterea facilitatis accedit quod in necessariis plerisque artibus, minore opera quam aliæ gentes, opus habent”. 8. Epígrafe V, nota nº 45, pág. 20, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 59. “Quanquam auxilium gratificantur amicis non semper quidem, quo se defendant, sed interdum quoque illatas retalient, atque ulciscantur iniurias. Uerum id ita demum faciunt, si re adhuc integra consulantur ipsi, & probata causa, repetitis ac non redditis rebus belli autores inferendi sint, quod non tunc solum decernunt, quoties hostili incursu abacta est præda, uerum tum quoque multo infestius, quum eorum negotiatores usquam gentium, uel iniquarum prætextu legum, uel sinistra deriuatione bonarum, iniustam subeunt, iustitiæ colore, calumniam”. 9. Epígrafe V, nota nº 49, pág. 21, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 61. “Si factiones internæ languerint, finitimas hostibus gentes excitant, committuntque,eruto uetusto quopiam titulo, quales nunquam regibus desunt, suas ad bellum opes polliciti, pecuniam affluenter suggerunt”. 10. Epígrafe V, nota nº 51, pág. 21, Lou Burnard, Utopia of..., op. cit., pág 62. “Hic populus Utopiensibus aduersus quosuis mortales militat, quod tanti ab hiis eorum conducatur opera quanti nusquam alibi. Utopienses siquidem ut bonos quærunt quibus utantur ita hos quoque homines pessimos quibus abutantur. Quos quum usus postulat, magnis impulsos pollicitationibus, maximis obiiciunt periculis, unde plerunque magna pars nunquam ad exigenda promissa reuertitur, superstitibus, quæ sunt polliciti bona fide, persoluunt, quo ad similes ausus incendantur. Neque enim pensi quicquam habent, quam multos ex eis perdant. Rati de genere humano maximam merituros gratiam se, si tota illa colluuie populi tam tetri, ac nepharii orbem terrarum purgare possent”.
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