La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales

May 23, 2017 | Autor: József Böröcz | Categoría: Critical Theory, Intellectual History, Political Sociology, Political Economy, Rhetoric, Sociology of Knowledge, Political Science, Karl Mannheim, Politics, Socialisms, International Political Economy, Political communication, Political Rhetoric, Critical Discourse Analysis, Intellectuals, Sociology of Intellectuals, Socialism, Carl Schmitt, Análisis del Discurso, Sociologie, Economia, Comunicación Polìtica, Sociologia, Comunicacion Social, Economía, Comunicacion, Ciências Sociais, Retórica, Análise do Discurso, Socialismo, CIENCIAS ECONOMICAS, Hungary, Investigacion De Mercados, Sociología, Ciencias Sociales, Comunicación, Teoría crítica del derecho, Capitalismo, Capitalismo como religión, Teoría Crítica, Ideología, Discursos Y Dominación, Objetividad, Poder, Poder Político, Economia Política, Análise de Discurso, Conocimiento Político, Conocimiento, Ideologia, Mercado, Análisis Crítico Del Discurso, Teoria Crítica Social, Comunicación Para El Cambio Social, Comunicación para el desarrollo y el cambio social, Retorica, Economia Politica, Teoría del conocimiento, Discurso Politico, Estudios de Mercado, Economics and Politics, Albert O. Hirschman, Cultura Politica, Ideologia E Hegemonia, Socialisms and Postsocialisms, Albert Hirschman, Discurso, Sociología de la Ciencia, Comunicación Política, Objetividade, Saver, Teoria Crítica, Transición de la Dictadura a la Democracia, Politics and Economics, Progreso, Cambio social, Ciencia Y Objetividad, Sociologia del conocimiento, Sociología Del Conocimiento, La Religión Y Creencias Culturales, Socialismo S. XXI, Sociología Del Conocimiento, Economía y sociedad, Teoria Critica, Mannheim, Ideología Política, Ciencias Sociales Y Humanidades, Sociología Del Conocimiento Científico, Transiciones Políticas, Transición Política, Políticas De Conocimiento, Ideologias Politicas, Socialismo del siglo XXI, Knowing What Not to Know, La Reforma Socio-Económica, Hungria, Conocimientos Políticos, Reacción, Eonocimiento Economico, Poder y Cambio Social, Socialismos, Sociology of Knowledge, Political Science, Karl Mannheim, Politics, Socialisms, International Political Economy, Political communication, Political Rhetoric, Critical Discourse Analysis, Intellectuals, Sociology of Intellectuals, Socialism, Carl Schmitt, Análisis del Discurso, Sociologie, Economia, Comunicación Polìtica, Sociologia, Comunicacion Social, Economía, Comunicacion, Ciências Sociais, Retórica, Análise do Discurso, Socialismo, CIENCIAS ECONOMICAS, Hungary, Investigacion De Mercados, Sociología, Ciencias Sociales, Comunicación, Teoría crítica del derecho, Capitalismo, Capitalismo como religión, Teoría Crítica, Ideología, Discursos Y Dominación, Objetividad, Poder, Poder Político, Economia Política, Análise de Discurso, Conocimiento Político, Conocimiento, Ideologia, Mercado, Análisis Crítico Del Discurso, Teoria Crítica Social, Comunicación Para El Cambio Social, Comunicación para el desarrollo y el cambio social, Retorica, Economia Politica, Teoría del conocimiento, Discurso Politico, Estudios de Mercado, Economics and Politics, Albert O. Hirschman, Cultura Politica, Ideologia E Hegemonia, Socialisms and Postsocialisms, Albert Hirschman, Discurso, Sociología de la Ciencia, Comunicación Política, Objetividade, Saver, Teoria Crítica, Transición de la Dictadura a la Democracia, Politics and Economics, Progreso, Cambio social, Ciencia Y Objetividad, Sociologia del conocimiento, Sociología Del Conocimiento, La Religión Y Creencias Culturales, Socialismo S. XXI, Sociología Del Conocimiento, Economía y sociedad, Teoria Critica, Mannheim, Ideología Política, Ciencias Sociales Y Humanidades, Sociología Del Conocimiento Científico, Transiciones Políticas, Transición Política, Políticas De Conocimiento, Ideologias Politicas, Socialismo del siglo XXI, Knowing What Not to Know, La Reforma Socio-Económica, Hungria, Conocimientos Políticos, Reacción, Eonocimiento Economico, Poder y Cambio Social, Socialismos
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Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales, de József Böröcz. Por Desiderio Navarro | La pupila insomne

La pupila insomne …Oh,  la  pupila  insomne  y  el  párpado cerrado.  Rubén  Martínez  Villena

Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales, de József Böröcz. Por Desiderio Navarro Posted on 21 diciembre, 2016 by admin

Califica  este La   extrema   escasez   y   superficialidad   de   la   información   ofrecida   entre nosotros  sobre  los  procesos  de  desintegración  del  socialismo  y  transición  al capitalismo   en   la   Europa   del   Este,   propició,   y   a   menudo   también   generó,   una   serie   de   generalizaciones   homogeneizantes   que   no   reflejaban   las   grandes   diferencias   entre   esos   procesos   en   los   distintos   países   de   la región.  Significativamente  desde  el  punto  de  vista  ideológico,  al  tiempo  que se  pasaban  en  silencio  fenómenos  realmente  generales  como  el  importante papel   de   gran   parte   de   la   nomenklatura   partidista   y   estatal   (y   no   sólo   de dirigentes  aislados)  en  el  desmantelamiento  del  sistema  y  la  constitución  de Foto: Hubert Moreno

las  nuevas  élites,  a  menudo  se  elevaba  a  “regularidad”  general  el  papel  de  la intelectualidad  literaria  y  artística  como  factor  iniciador  y  hasta  lidereante de   esos   procesos,   haciendo   caso   omiso   de   que,   por   ejemplo,   en   un   país

como   Hungría,   era   otro   sector   de   la   intelectualidad   el   que   constituía   la   vanguardia   de   la intelectualidad  de  la  reforma:  los  economistas.  El  trabajo  del  destacado  sociólogo  húngaro  József Böröcz   que   hoy   presentamos,   es   precisamente   una   investigación   de   sociología   del   conocimiento económico   sobre   aquellos   que,   presentando   su   disciplina   como   una   ciencia   natural,   ajena   a   los condicionamientos   e   intereses   ideológicos   y   políticos,   como   “la   ciencia   objetiva   del   mercado”, fueron,   en   realidad,   “agentes   clave”   de   la   reforma   y   la   transición   al   capitalismo,     “no   como profesionales  fríos,  no  involucrados  (de  acuerdo  con  su  propia  imagen  de  sí),  sino  como  actores sociales  involucrados  profundamente  en  la  política”.   “Para  resumir,  cualquier  argumento  hecho  bajo  el  socialismo  de  estado  en  favor  de  abandonar ese   sistema   (y   muchos   de   los   argumentos   concernientes   a   su   reforma)   en   el   contexto   de   un mundo   bipolar,   estaba   obligado   a   ser   tanto   utópico   como   ideológico   en   el   sentido mannheimiano.   Era   utópico   en   su   concentración   de   la   atención   en   elementos   que   sustancian un  deseo  de  la  “destrucción  y  transformación  de  una  realidad  dada”  (Mannheim  1936,  40). Sin   embargo,   trabaja   para   la   “destrucción   y   transformación”   del   socialismo   de   estado http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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mediante   una   imagen   concreta   del   futuro   que   usa   como   su   contenido   utópico   un   reflejo convenientemente   idealizado   de   una   alternativa   “capitalista”   “realmente   existente”.   La   meta del   cambio   social,   político   y   económico   está   “siempre   ya”   allí,   y   es   esa   referencia   la   que determina  el  peculiar  patrón  de  hechos  revelados  y  encubiertos  por  ella.  En  este  respecto,  esta forma  de  saber  funciona  como  saber  desestabilizante,  o:  utopía. Al   poner   énfasis   en   los   problemas   estructurales   inaceptables,   y   hasta   intolerables,   de   la realidad  A,  y  afirmar  las  cualidades  deseables  de  la  realidad  B,  ella  encubre  tanto  los  aspectos deseables  de  la  primera  como  los  aspectos  repugnantes  de  la  segunda.  El  saber  utópico  ideado para   la   reforma   y   transformación   profundas   del   socialismo   de   estado   es,   a   la   vez,   una   forma poderosamente  apologética  de  conocimiento  con  respecto  a  la  alternativa,  el  capitalismo.”

La  reacción  como  progreso:  Los  economistas  como  intelectuales.    Por  József  Böröcz “Es  imposible  discutir  con  usted.  Usted  no  es  un  liberal.”1 “Por  una  cuestión  de  principio,  no  intento  decir  nombres  polacos.  Son  impronunciables.”2 Introducción El   propósito   de   este   capítulo   es   investigar,   en   gran   medida   in   abstracto,   la   postura   epistémica   del   grupo   de productores   de   conocimiento   comúnmente   —aunque   imprecisamente—   conocidos   como   los   economistas   de   la reforma   húngara.   Esos   pensadores   obtuvieron   aclamación   internacional   durante   el   período   del   socialismo   de estado  por  los  niveles  académicos  notablemente  altos  que  lograron  a  pesar  de  las  difíciles  circunstancias  en  que tuvieron  que  trabajar.  Para  los  propósitos  de  este  capítulo,  abordaré  la  escritura  económica  como  un  terreno  de teleología  política  y  social  sobre  un  fondo  de  cambio  social  profundo,  y  veré  a  los  economistas  como  agentes  clave en  el  proceso.  Esta  investigación  constituye  el  primer  paso  de  un  proyecto  de  investigación  mayor  en  el  campo  de la   sociología   del   conocimiento   económico,   y   mis   objetivos   son   correspondientemente   modestos:   después   de definir  de  manera  más  cuidadosa  mi  objeto  de  estudio  —los  economistas  de  la  reforma  húngara—  con  la  ayuda  de las  obras  de  Carl  Schmitt  y  Mannheim,  delineo  la  posición  epistémica  de  los  mismos  en  términos  de  la  sociología de  los  intelectuales  de  Mannheim  y  con  una  breve  referencia  a  la  obra  reciente  de  A.  O.  Hirschman.3 Consideremos,  como  punto  de  partida,  el  asunto  de  la  autorreflexión  de  los  economistas.  Está  claro  que  ellos  no  se consideran   a   sí   mismos   intelectuales   en   el   sentido   tradicional:   la   economía   (modelada   fielmente   a   imagen   de   la física)   es   vista   por   sus   practicantes   como   la   ciencia   objetiva   del   mercado   (modelado   fielmente   a   imagen   de   la naturaleza).4   Para   nuestros   propósitos,   la   consecuencia   más   importante   de   estas   notables   autoproclamadas objetividad   y   desvinculación   de   todas   las   preocupaciones   evaluativas,   culturales   y   políticas,   es   que   la   ciencia económica  no  ha  considerado  que  valga  la  pena  desarrollar  una  teoría  epistemológica  explícita.  Esta  carencia  de una  actitud  de  duda  [skepsis]  epistemológica    distingue  con  toda  claridad  a  la  economía  de  todas  las  otras  ramas de  la  ciencia  social. La  ciencia  económica  que  se  amoldara  a  esa  imagen  sería  una  actividad  inmanente:  producción  de  conocimiento no   afectada   por   preocupaciones   extrínsecas   y   relacionada   con   ellas   sólo   “en   último   análisis”.   Semejante   ciencia constituiría   un   cuerpo   de   conocimientos   y   un   modo   de   análisis   social   cuyas   principales   preocupaciones,   énfasis paradigmáticos   y   formulaciones   semejantes   a   leyes   cambiarían   o   muy   lentamente   (de   acuerdo   con   el   modelo estrictamente  acumulativo  de  la  ciencia  normal)  o  en  erupciones  repentinas,  con  consecuencias  importantes  (las http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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revoluciones  semejantes  a  rupturas  de  los  paradigmas  kuhnianos). Dos  conjuntos  de  observaciones  empíricas  proporcionan  un  sorprendente  contraste  con  el  enfoque  considerado. Conjunto  de  observaciones  Uno Cuando  les  preguntamos  a  cierto  número  de  destacados  economistas  húngaros  sobre  la  estructura  interna  de  su disciplina,  esperábamos  diversas  versiones  de  descripciones  de  linderos  disciplinarios  tales  como  “neoclásica  vs. institucionalista”,  “teórica  vs.  empirista”,  y  así  sucesivamente.  El  propósito  de  nuestra  indagación  era  determinar si  había,  además,  algunos  linderos  intradisciplinarios  peculiares. Para   nuestra   sorpresa,   los   veintiocho   economistas   entrevistados   respondieron,   todos,   sosteniendo   o   que   la disciplina   “no   tiene   estructura”   (el   primer   ejemplo   de   un   fenómeno   social   sin   estructura   que   este   autor   haya encontrado  alguna  vez)  o  que  tiene  una  estructura  política  en  algunos  respectos,  pero  no  enteramente.  La  idea  de que   pudiera   “no   tener   estructura”   puede   ser   entendida   como   el   producto   de   una   de   dos   posiciones:   1)   una resistencia   general   a   la   suposición   de   que   la   economía   puede   ser   descrita   en   términos   de   distinciones   nítidas (“escultura  mental”),  o  2)  una  resistencia  más  específica  a  la  aplicación  de  distinciones  rígidas  (Zerubavel  1995). En  la  medida  en  que  la  resistencia  más  general  pueda  ser  válida,  podríamos  aprovechar  la  idea  de  Carl  Schmitt  de que   la   esencia   de   la   política   es   la   distinción   entre   amigo   y   enemigo,   “la   distinción   política   específica   a   la   que   se pueden   reducir   las   acciones   y   motivos   políticos”   (Schmitt   1976   [1927],   25-­26).   En   un   ambiente   enteramente politizado,  un  enfoque  desde  afuera  —en  este  caso,  con  una  inocente  pregunta  relativa  a  las  estructuras  internas de   su   disciplina—   puede   ser   percibido   como   una   intrusión   o   incluso   como   una   franca   agresión.   “Sólo   existe   un enemigo   cuando,   al   menos   potencialmente,   una   colectividad   humana   que   lucha   se   enfrenta   a   una   colectividad similar”  (ibid.,  28).  En  las  circunstancias  de  la  lucha  política,  el  cuestionamiento  externo  puede  dar  origen  a  un cierre  de  filas  —en  este  caso,  de  la  falange  de  los  científicos  económicos.  “Lo  político  no  reside  en  la  batalla  misma, que  posee  sus  propias  leyes  técnicas,  psicológicas  y  militares,  sino  en  el  modo  de  conducta  que  es  determinado  por esta  posibilidad,  al  evaluar  claramente  la  situación  concreta  y,  así,  ser  capaz  de  distinguir  correctamente  al  amigo real  y  al  enemigo  real”  (ibíd..,  37).5  En  otras  palabras,  esta  lectura  de  la  réplica  “la  economía  no  tiene  estructura” describe   una   ciencia   que   opera   de   un   modo   altamente   politizado,   sumamente   combativo,   convirtiendo   a   los economistas  productores  de  conocimiento  en  especialistas  de  la  guerra  intelectual.  Esta  conclusión,  desde  luego, le  prestaría  un  fuerte  apoyo  a  nuestro  señalamiento  básico  relativo  a  la  naturaleza  inherentemente  política  de  los economistas  de  la  reforma  húngara.6 El   segundo   tipo   de   respuesta   —la   referencia   a   divisiones   explícitamente   políticas   en   el   sentido   de   la   política   de partidos   convencional—   incorpora   luchas   políticas   bastante   mundanas   en   las   estructuras   internas   de   la producción  de  conocimiento  económico.  Esto  constituiría  una  reducción  considerable  en  el  radio  de  acción  de  la economía,   puesto   que   equivale   a   sostener   que   la   economía   es   coextensiva   con   la   economía   política   (la   interfaz entre  ciencia  económica  y  las  actividades  de  los  políticos,  preocupados  con  el  comportamiento  óptimo  del  Estado, particularmente  con  respecto  a  la  economía).  Tomando  como  ejemplo  la  obra  clásica  de  Schumpeter,  la  economía política   es   una   actividad   productora   de   conocimento   fronteriza   que   combina   economía,   Staatswissenschaft   y práctica   política   y   está   encaminada   a   la   rectificación   del   problema   de   que   “la   teoría   económica   moderna…   está colgando  demasiado  en  el  aire  y  no  toma  en  cuenta  suficientemente  el  hecho  de  que  no  se  puede  hacer  ninguna aplicación   razonable   de   sus   resultados   a   cuestiones   prácticas   o   incluso   al   análisis   de   situaciones   dadas   de   una economía   sin   referencia   al   marco   político-­histórico   dentro   del   cual   esos   resultados   han   de   ser   válidos” (Schumpeter   1954,   22).   Sin   embargo,   la   igualación   de   economía   con   economía   política   es   poco   más   que   una http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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sinécdoque   burdamente   politizada,   que   deja   fuera   claramente   todos   los   otros   componentes   de   la   ciencia económica  de  Schumpeter:  historia  económica,  estadística,  teoría,  y  sociología  económica,  por  no  mencionar  los otros  campos  aplicados  (ibid,  12-­24). Una   ilustración   particularmente   clara   del   segundo   tipo   de   respuesta   la   proporciona   el   juego   de   herramientas contenido   en   una   figura   que   bosquejó   uno   de   los   economistas   entrevistados   cuando   se   le   preguntó   sobre   las estructuras   internas   de   su   campo   (Figura   1).   Los   dos   ejes   —mercado-­planificación   y   nacional-­internacional: dimensiones   definitorias   de   la   elaboración   de   la   política   económica—   se   usan   para   identificar   las   principales orientaciones  de  los  principales  partidos  políticos  de  Hungría  (en  el  caso  del  MSZP  o  Partido  Socialista  Húngaro, la  exactitud  requiere  que  se  lo  vea  como  compuesto  de  dos  facciones).  El  entrevistado  también  se  tomó  el  trabajo de  ubicarse  a  sí  mismo  en  el  campo  (“Yo”).

Figura 1: Autoubicación de un economista húngaro entrevistado por el autor.

SZDSZ:     Alianza   de   los   Demócratas   Libres.   MDF:   Foro   Democrático   Húngaro.   FIDESZ:   Unión   Cívica Húngara.MSZP:   Partido   Socialista   Húngaro.   KDNP:   Partido   Popular   Demócrata   Cristiano.   FKGP:   Partido Independiente  Cívico  de  los  Pequeños  Propietarios  y  de  los  Trabajadores  Agrarios.  MIÉP:  Partido  Húngaro  de  la Verdad  y  la  Vida.  MUNKÁSPÁRT:  Partido  de  los  Trabajadores. Conjunto  de  observaciones  Dos Los  escritos  económicos  sobre  las  relaciones  de  propiedad  producidos  en  los  últimos  siete  años  tienen  claramente una   dimensión   política.   Las   dramatis   personae   son   siempre   las   mismas   (los   “esquivadores   del   cambio” enfrentados   por   los   “fanáticos”),   mientras   que   el   debate   se   mueve   a   lo   largo   de   un   continuum   entre   apologías igualmente   obstinadas   del   socialismo   de   estado   y   del   capitalismo.   Durante   los   ocho   años   transcurridos   desde principios  de  1986  (socialismo  de  estado  tardío)  hasta  finales  de  1993  (la  crisis  del  primer  gobierno  húngaro  post-­ socialismo-­de-­estado),  el  debate  atravesó  las  siguientes  etapas: —  una  apología  casi  “catatónica”  del  socialismo  (según  la  cual  los  problemas  reconocidos  eran  fabricaciones  de los  imperialistas  y  así  sucesivamente);; —  una  defensa  retórica  del  socialismo  en  términos  de  su  potencial  para  “mejorar”  (quizás  los  problemas  son http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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reales,   pero   están   relacionados   con   los   actores   y   no   con   las   estructuras,   y,   por   ende,   no   es   necesaria   una reforma  de  gran  alcance);; —  una  crítica  del  socialismo  de  estado  (los  problemas  son  estructurales;;  por  lo  tanto,  las  soluciones  eficaces requieren  reformas  serias,  incluyendo  mecanismos  estructurales  tan  profundos  como  la  propiedad);; —  propuestas  de  transformar  las  economías  socialistas  en  economías  mixtas  y/o  pronunciamientos  relativos  al advenimiento   de   una   forma   compuesta   bautizada   como   “economía   social   de   mercado”   o   “socialismo   de mercado”;; —   llamados   en   favor   de   una   transición   atrevida   a   capitalismos   de   diversos   tipos,   de   los   cuales   los   dos   más característicos   eran:   (1)   el   “capitalismo   con   una   conciencia   social”   (modelado   a   imagen   de   los   sistemas   de estado   de   bienestar   de   Europa   del   Norte   y   del   Centro-­Oeste   de   los   años   60   y   70),   y   (2)   el   capitalismo   en   su forma  prístina  (“la  cosa  real”,  modelada  no  a  imagen  de  ejemplos  existentes,  sino  de  escritos  de  principios  del siglo   XIX   que   trataban   sobre   mercados   capitalistas   que   se   autorregulaban   mágicamente,   si   bien   a   veces   se hacían   referencias   oblicuas   a   características   “bien   conocidas”   de   la   economía   estadounidense,   aunque   sin ningún  análisis  específico);; —   una   apología   del   capitalismo   no   menos   catatónica   que   la   que   se   ofrecía   en   nombre   del   socialismo   (los problemas  advertidos  son  fabricaciones  de  los  comunistas,  y  así  sucesivamente). Dentro   de   este   marco   podemos   definir   nuestro   objeto   con   mayor   nitidez.   “Economía   de   la   reforma”   es   una denominación  errónea  que  se  aplica  solamente  a  un  momento  particular  de  la  historia  de  esos  debates:  el  punto en  que  las  disputas  se  caracterizaron  por  el  abanico  de  posiciones  caracterizadas  como  la  “apología  catatónica”,  el “mejoramiento  del  socialismo”  y  la  “crítica  del  socialismo”  (las  tres  primeras  posiciones  arriba  enumeradas).  En aquellas   circunstancias,   era   totalmente   posible   aislar   un   grupo   de   productores   de   conocimiento   que argumentaban  coherentemente  en  favor  del  cambio  social  en  la  esfera  económica  sin  abogar  por  la  destrucción  de las   propiedades   estructurales   básicas   del   socialismo   de   estado.   Ésa   es   una   caracterización   aproximada,   si   bien adecuada   para   mis   propósitos,   de   los   debates   económicos   en   Hungría   desde   principios   de   los   años   60   hasta principios  de  los  años  80.7 Sin   embargo,   la   historia   se   ha   movido   con   brío   más   allá   de   esa   conceptualización.   Los   “fanáticos”   han   corrido bastante   temerariamente   para   ocupar   nuevas   posiciones   que   van   desde   la   economía   mixta   hasta   una   calculada apología   del   capitalismo,   mientras   que   la   mayoría   de   los   “esquivadores   del   cambio”   —y,   ciertamente,   todos aquellos  que  tienen  voz  en  los  debates  de  hoy—  han  abandonado  toda  defensa  explícita  del  socialismo  de  estado, asumiendo   posiciones   más   moderadas.   De   hecho,   como   pueden   atestiguar   los   muy   pocos   marxistas   prácticos comprometidos,  la  presentación  de  una  apología  abierta  del  socialismo  en  cualquier  forma  sería  considerada  hoy un  acto  extraordinario  de  fanatismo  intelectual.  Puesto  que  los  antiguos  economistas  de  la  reforma  han  cubierto todo   el   espectro   de   posiciones   abiertas   durante   los   últimos   ocho   años,   es   más   apropiado   concebir   el   objeto   del presente  análisis  como  la  economía  “panglossiana  transformacionista  de  la  reforma”.8 Lo   más   conspicuo   con   respecto   a   estos   debates   es   el   grado   en   que   su   cambio   gradual   está   en   armonía   con   la apertura  de  las  posibilidades  políticas  de  la  época  (desde  1986  hasta  1993),  y  cuán  poco  se  asemejan  los  textos  que surgieron  de  ellos  a  los  productos  de  una  ciencia  inmanente.  No  hay  ninguna  referencia  a  alguna  puesta  a  prueba de  propuestas  teóricas  comparándolas  con  observaciones  empíricas  (o  sea,  no  hay  indicio  alguno  de  un  enfoque http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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científico  “normal”);;  no  se  invierte  ningún  esfuerzo  en  bosquejar  paradigmas  específicos  de  la  ciencia  económica. También   es   imposible   hallar   en   ellos   alguna   gran   revelación   o   nuevo   descubrimiento   que   reordene   la   lógica interna   del   campo   en   alguna   medida   importante.   En   términos   temporales,   el   cambio   en   los   debates   que conciernen  a  la  propiedad  en  la  economía  húngara  es  demasiado  rápido  para  la  ciencia  normal,  pero  demasiado lento  para  constituir  una  revolución  de  paradigma. Esta   vinculación   de   los   debates   económicos   sobre   la   propiedad   con   la   dinámica   de   la   política   establece   la   base sobre   la   que   suministraré   las   líneas   generales   de   un   análisis   de   los   economistas   centroeuropeos,   no   como profesionales   fríos,   no   involucrados   (de   acuerdo   con   su   propia   imagen   de   sí),   sino   como   actores   sociales involucrados   profundamente   en   la   política.   En   su   mayor   parte,   las   dinámicas   de   su   ciencia   económica   no   son inmanentes,  sino  extrínsecas:  tienen  mucho  más  que  ver  con  la  transformación  gradual  de  la  esfera  pública  —en  la que,   paso   a   paso,   se   amplió   el   radio   de   lo   que   era   considerado   discurso   político   permisible—   y   con   los   debates políticos  partidistas  de  la  época  que  con  las  necesidades  intrínsecas  de  una  ciencia  “natural”,  absorta  en  sí  misma, de  la  vida  económica.  Los  participantes  en  esos  debates  están,  pues,  empeñados  en  batallas  políticas  a  causa  de que  son  economistas,  y  no  a  pesar  de  que  lo  son:  son  actores  políticos  —articuladores  de  los  deseos  de  la  sociedad concernientes   al   cambio   social—   precisamente   como   economistas.   Ha   llegado   el   momento   de   analizarlos   en términos  de  la  teoría  de  los  intelectuales  de  Mannheim. Implotando  la  dicotomía  de  Mannheim Ideología  y  utopía  de  Karl  Mannheim  va  directamente  al  meollo  de  nuestro  tema,  por  entero  aparte  del  hecho  de que  Mannheim  vino  de  la  Europa  Central  y  del  papel  de  su  obra  en  la  definición  de  un  nicho  institucional  genérico para  la  sociología  del  conocimiento.  El  principal  interés  de  la  obra  de  Mannheim  reside  en  la  especificación  que  él hace   del   papel   del   conocimiento   y   sus   productores   socialmente   situados   en   la   gran   conexión   marxiana   entre estructura  social  y  cambio  social,  sin  reproducir  lo  que  a  menudo  se  ha  visto  como  las  tendencias  esencializantes, deterministas  y  mesianistas  de  una  parte  de  la  tradición  de  Marx.  Mannheim  bosquejó  un  modelo  dicotómico  para insertar  el  conocimiento  intelectual  en  el  cambio  social,  resumido  en  su  distinción  clásica  entre  ideología  y  utopía. La  idea  preliminar,  no-­evaluativa,  que  de  la  ideología  tiene  Mannheim  insiste  en  que, en   su   modo   de   pensar,   los   grupos   gobernantes   pueden   llegar   a   estar   tan   ligados   por   sus   intereses   a   una situación,   que   ya   simplemente   no   pueden   ver   ciertos   hechos.   En   la   palabra   “ideología”   está   implícita   la percepción  de  que  en  ciertas  situaciones  el  inconsciente  colectivo  de  ciertos  grupos  oculta  la  condición  real  de la  sociedad  tanto  de  sí  mismos  como  de  otros,  y,  con  ello,  la  estabiliza.  (Mannheim,  1936,40) Como   su   principal   interés   concierne   a   la   comprensión   de   la   relación   entre   estructura   social   y   cambio   social   a través   de   la   producción   de   conocimiento   por   los   intelectuales,   el   fondo   socio-­ontológico   que   la   lógica   de Mannheim   supone   es   una   “situación”,   una   constelación   estructural   dada,   discreta,   de   poder   y   privilegio.   Como resultado,  no  se  aborda  explícitamente  el  problema  de  si  el  cambio  ya  ha  sido  puesto  en  marcha  mediante  algún impulso   que   se   origina   fuera   de   la   esfera   de   los   productores   de   conocimiento,   y   de   los   posibles   efectos   de   tal cambio   social   sobre   las   actividades   productoras   de   conocimiento   de   los   intelectuales   —o   incluso   en   la   sociedad como   un   todo.   La   referencia   a   la   “estabilización”   de   la   situación   puede   ser   leída,   desde   luego,   como   algo   que implica  la  presencia  de  esa  dinámica  preexistente  y  exógena,  pero  eso  no  se  analiza  en  suficiente  detalle. De  hecho,  el  cambio  social  constituye  la  otra  parte  de  la  estructura  dicotómica  de  la  producción  de  conocimiento: http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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la  utopía.  Manheim  ideó  esta  noción  en  reconocimiento  del  hecho  de  que (c)iertos   grupos   oprimidos   están   intelectualmente   interesados   con   tanta   intensidad   en   la   destrucción   y transformación  de  una  determinada  condición  de  la  sociedad,  que,  sin  saberlo,  ven  sólo  aquellos  elementos  de la   situación   que   tienden   a   negarla.   Su   pensamiento   es   incapaz   de   diagnosticar   correctamente   una   condición existente   de   la   sociedad.   No   se   ocupan   en   absoluto   de   lo   que   existe   realmente;;   en   vez   de   eso,   en   su pensamiento   ya   procuran   cambiar   la   situación   que   existe.   Nunca   su   pensamiento   es   un   diagnóstico   de   la situación;;  sólo  puede  ser  usado  como  una  dirección  para  la  acción.  En  la  mentalidad  utópica,  el  inconsciente colectivo,  guiado  por  la  representación  deseosa  y  la  voluntad  de  acción,  oculta  ciertos  aspectos  de  la  realidad. Le   vuelve   la   espalda   a   todo   lo   que   debilitaría   su   creencia   o   paralizaría   su   deseo   de   cambiar   las   cosas. (Mannheim  36,  40) Reformulando   eso   para   nuestros   propósitos:   el   contraste   clásico   entre   ideología   y   utopía   está   basado   en   la distinción   entre   la   presencia   o   la   ausencia   de   una   orientación   hacia   una   voluntad   de   cambio   social   con   una particular   dirección.   Esto   supone   la   preexistencia   de   una   constelación,   dada,   estable,   de   características estructurales   (“una   condición   dada”)   de   modo   que   el   cambio   pueda   ser   presentado   analíticamente   como   un resultado   de   las   operaciones   de   la   mentalidad   utópica.   Por   consiguiente,   en   el   esquema   analítico   se   encubre cualquier  noción  de  cambio  social  preexistente  o  exógeno. La   aplicación   de   la   sociología   del   conocimiento   de   Mannheim   a   la   Europa   Central   actual   requiere,   pues,   alguna modificación.  Esto  implica  el  reconocimiento  del  hecho  de  que  los  actores  que  estamos  observando  están  —y  se puede   sostener   que   han   estado   por   varias   generaciones—   operando   sobre   un   fondo   de   cambio   social   de   gran escala,   a   menudo   planeado   centralmente,   y   siempre   abarcador.   Los   reordenamientos   arquitectónicos   de   las realidades   de   esas   sociedades   han   tenido   todo   que   ver   con   la   dinámica   imperial,   las   negociaciones   de superpotencias   y   cosas   parecidas,   y   así   han   sido   casi   completamente   exógenos   desde   la   perspectiva   de   los pensadores   de   la   Europa   Central.   Los   importantes   reordenamientos   de   la   realidad   social   se   han   vuelto   parte   y parcela   de   la   herencia   histórica   de   esta   parte   del   mundo,   abarcando   no   sólo   la   presente   transformación   de   la Europa  Central,  sino  también  gran  parte  de  su  historia  socialista  pre-­estatal  y  socialista  del  siglo  XX  (véanse,  por ejemplo,  Böröcz  1991a  y  1992).9  Parece  del  todo  razonable  esperar  que  las  actividades  intelectuales  productoras de  conocimiento  estén  profundamente  influidas  por  esta  condición. Una   segunda   característica   importante   del   aparato   conceptual   de   Mannheim   es   la   condición   incrustada [embeddedness]   de   su   análisis.   La   obra   de   Mannheim   supone   implícitamente   el   carácter   unitario   del   universo social:   para   su   esquema   es   axiomático   que,   en   el   presente   comparativo,   para   los   productores   de   conocimiento socialmente  trascendente  no  está  disponible  una  alternativa  sustantivamente  diferente,  y  tal  vez  radicalmente  más atractiva.   Como   consecuencia,   no   sólo   las   ideas   concernientes   a   la   implementación,   sino   también   los   diseños morfológicos  básicos  de  la  dirección  alternativa  para  el  cambio  social,  se  caracterizan  por  cierta  especulatividad. La  sociología  del  conocimiento  de  Mannheim  tiene  una  tendencia  codificada  hacia  el  deseo  histórico:  lo  político como  la  voluntad  de  un  futuro  específico  cuyos  contornos  son  establecidos  a  través  de  la  especulación  científica sin  una  realidad  social  alternativa  realmente  existente  como  punto  de  referencia.  El  deseo  histórico  descrito  en  la utopía  mannheimiana  es,  pues,  completamente  especulativo  en  su  base. La  experiencia  centroeuropea  del  socialismo  de  estado  ofrece  un  patrón  distinto.  Aquí,  los  que  tratan  de  bosquejar una  dirección  alternativa  para  la  sociedad  (para  usarla  como  una  brújula  para  el  cambio  social)  tienen  ante  ellos una  alternativa  “realmente  existente”  —llamada  comúnmente,  y  de  manera  imprecisa,  “capitalista  occidental”.  En http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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tales  circunstancias,  la  actividad  intelectual  en  el  modo  utópico  puede  ser  descrita  en  términos  del  proverbio  “La hierba   siempre   es   más   verde   del   otro   lado”.   Sin   embargo,   la   envidia   descrita   en   esta   actividad   productora   de conocimiento   es   totalmente   específica   cuando   se   la   pone   en   contraste   con   el   genérico   “impulso   que   está   en   el núcleo  de  la  vida  del  hombre  como  ser  social,  y  que  ocurre  tan  pronto  como  dos  individuos  se  vuelven  capaces  de comparación  mutua”  (Schoeck  1969  [1966],  1),  y  ello  en  dos  sentidos:  primero,  su  objeto  no  es  otro  individuo,  sino el   retrato   idealizado   de   una   grandiosa   experiencia   colectiva,   el   “capitalismo   occidental”;;   segundo,   este   tipo particular   de   envidia   no   se   deriva   de   experiencia   social   genérica   (una   necesidad   colectiva   de   control),   como   en Schoeck,  sino  de  la  herencia  cultural  colectiva  de  la  Europa  Centro-­Oriental  —  “la  longue  durée”—:  una  poderosa reflexión   simbólica   sobre   la   “aparición   demorada”,   por   varios   siglos,   de   la   industrialización   capitalista   de   la región.  El  saber  de  oposición  que  surgió  durante  la  experiencia  socialista  de  estado  no  inventó  esa  actitud  mental;; estaba  dada,  más  o  menos  ya  lista,  en  la  forma  de  una  herencia  intelectual  compartida,  específica  de  la  región.  Las culturas   centroeuropeas   por   lo   menos   desde   finales   del   siglo   XIX   han   sido   conformadas   profundamente   por   la presencia  a  la  vez  inspiradora  e  imponente  de  una  realidad  “occidental”  alternativa  —y  superior—,10  la  referencia implícita11   a   la   cual   es   en   la   región   un   marcador   común   y   corriente   de   competencia.12   Como   resultado,   a   los contornos   de   la   sociedad   imaginada,   deseable,   no   se   llega   especulativamente,   sino   por   la   vía   de   la   referencia empírica   a   una   alternativa   (para   los   críticos   del   socialismo   de   estado,   la   alternativa   es   una   selección   bastante arbitraria   de   ejemplos   “positivos”   del   capitalismo   euroccidental).   Huelga   decir   que   la   disponibilidad   de   una realidad   alternativa   no   hace   que   esa   construcción   de   utopías   sea   menos   idealizada   que   el   deseo   histórico especulativo  de  Mannheim;;  no  obstante,  las  utopías  críticas  que  se  desarrollaron  desde  el  socialismo  de  estado  sí tienen  a  su  disposición  una  referencia  de  la  vida  real  que  le  presta  considerable  legitimidad  a  su  argumentación. Una   vez   más,   la   producción   de   conocimiento   aquí   abordada   no   consiste   en   una   puesta   a   prueba   rigurosa   de hipótesis   alternativas   contra   material   empírico,   a   pesar   de   la   obvia   presencia   de   una   amplia   variedad   de economías  capitalistas  y  amplia  información  sobre  ellas.  En  todo  caso,  los  obstáculos  bien  conocidos  —aunque  del todo  diferenciados—  que  durante  el  período  socialista  de  estado  les  impedían  a  los  intelectuales  centroeuropeos discernir  las  realidades  sociales  de  las  sociedades  capitalistas,  no  hicieron  más  que  exacerbar  esa  idealización  —ya firmemente  establecida—  de  una  otredad  socio-­morfológica  de  un  tipo  específico. Para   resumir,   cualquier   argumento   hecho   bajo   el   socialismo   de   estado   en   favor   de   abandonar   ese   sistema   (y muchos  de  los  argumentos  concernientes  a  su  reforma)  en  el  contexto  de  un  mundo  bipolar,  estaba  obligado  a  ser tanto   utópico   como   ideológico   en   el   sentido   mannheimiano.   Era   utópico   en   su   concentración   de   la   atención   en elementos  que  sustancian  un  deseo  de  la  “destrucción  y  transformación  de  una  realidad  dada”  (Mannheim  1936, 40,  ya  citado).  Sin  embargo,  trabaja  para  la  “destrucción  y  transformación”  del  socialismo  de  estado  mediante  una imagen   concreta   del   futuro   que   usa   como   su   contenido   utópico   un   reflejo   convenientemente   idealizado   de   una alternativa  “capitalista”  “realmente  existente”.  La  meta  del  cambio  social,  político  y  económico  está  “siempre  ya” allí,   y   es   esa   referencia   la   que   determina   el   peculiar   patrón   de   hechos   revelados   y   encubiertos   por   ella.   En   este respecto,  esta  forma  de  saber  funciona  como  saber  desestabilizante,  o:  utopía. Al  poner  énfasis  en  los  problemas  estructurales  inaceptables,  y  hasta  intolerables,  de  la  realidad  A,  y  afirmar  las cualidades  deseables  de  la  realidad  B,  ella  encubre  tanto  los  aspectos  deseables  de  la  primera  como  los  aspectos repugnantes  de  la  segunda.  El  saber  utópico  ideado  para  la  reforma  y  transformación  profundas  del  socialismo  de estado   es,   a   la   vez,   una   forma   poderosamente   apologética   de   conocimiento   con   respecto   a   la   alternativa,   el capitalismo.13  Esta  dualidad  de  crítica  utópica  del  socialismo  y  afirmación  ideológica  del  capitalismo  fue  captada de   manera   excelente   por   uno   de   los   más   respetados   teóricos   políticos   entre   los   intelectuales   de   la   oposición democrática  húngara,  quien,  en  1989,  al  intervenir  en  el  debate  emergente  sobre  la  inminente  crisis  del  sistema http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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político,  observó  con  ingenio  burlón:  “Hay  una  salida.  Es  hacia  Hegyeshalom”  (un  punto  de  control  en  la  frontera austro-­húngara).   Parte   de   esta   actitud   mental   —la   economía   “panglossiana   transformacionista   de   la   reforma”— hace  que  efectivamente  la  dicotomía  mannheimiana  haga  implosión. “Sabiendo  qué  no  saber” Imagine  a  un  sociólogo  económico,  quizás  uno  con  un  sentido  ligeramente  exagerado  de  positivismo  ingenuo.  Él hallaría   por   lo   menos   seis   modos   fundamentales   en   los   que   el   saber   específico   producido   en   el   modo “panglossiano-­transformacionista-­de-­la-­reforma”   de   análisis   económico   es   “falso”,   incluyendo   las   siguientes falacias  analíticas: —  la  dependencia  exclusiva  respecto  del  marco  “estado-­nación”;; —   la   concentración   exclusiva   de   la   atención   en   las   economías   centrales   y   en   las   experiencias   de   beneficios sociales  bajo  el  capitalismo;; —  una  estrategia  comparativa  idealizada;; —  comparaciones  empíricas  ilegítimas;; —  la  selección  manipuladora  de  variables  dependientes;; —  una  parcialidad  formalista.14 Examinémoslas  sucesivamente. La  dependencia  exclusiva  respecto  del  marco  “estado-­nación” Gran  parte  de  la  economía  “panglossiana  transformacionista  de  la  reforma”  reproduce  el  encubrimiento  del  foco analítico,  tan  característico  de  las  viejas  ideologías  de  la  modernización:  el  fantasma  de  la  economía  del  estado-­ nación  desconectada.  Éste  aparece  en  tres  formas  principales. En  primer  lugar,  muchos  analistas  “panglossianos  transformacionistas  de  la  reforma”  hacen  total  caso  omiso  de las  características  estructurales  específicas  del  mundo  más  allá  de  las  fronteras  del  estado. En  segundo  lugar,  cuando  se  siente  que  eso  es  insostenible,  se  supone  que  el  contexto  internacional  es  similar  al ideal   finisecular   de   los   Juegos   Olímpicos,   en   el   cual   caballeros   distinguidos,   confiados   en   sí   mismos   y extremadamente   galantes   competían   para   exhibir   su   fuerza   y   habilidad,   gobernados   por   reglas   eminentemente limpias  a  las  que  se  apegaban  con  devoción.  Esta  visión  de  la  economía  global  ha  sido  despedazada  durante  las últimas   cuatro   décadas   por   un   importante   trabajo   analítico   sobre   el   subdesarrollo,   el   análisis   de   los   sistemas mundiales,   y   la   globalización.   De   éstos,   los   dos   primeros   son   bien   conocidos   en   Europa   Central   debido   a   sus afinidades  marxistas,  lo  que  significaba  que  su  importación  era  no  sólo  permitida,  sino  a  veces  incluso  alentada durante  el  período  socialista  de  estado.  Su  omisión  es,  pues,  todo  un  obvio  caso  de  olvido. Por   último,   si   se   introduce   en   el   análisis   para   la   crítica   el   asunto   de   los   constreñimientos   externos,   es   sólo   con vistas   a   deplorar   los   aspectos   irracionales   y   opresivos   del   así   llamado   “comercio”   dentro   del   Consejo   de   Ayuda Mutua   Económica   con   base   en   Moscú   y   las   concomitantes   políticas   del   mismo.   El   no   llevar   a   cabo   un   análisis http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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crítico   de   los   procesos   de   intercambio   global   hace   que   las   operaciones   del   mercado   mundial   sean   consideradas como   “necesarias”   y   que   se   equipare   su   así   llamada   “libertad”   con   la   “eficiencia”.   Esta   omisión   es   un   elemento integral   de   ese   tipo   de   razonamiento,   aparte   de   los   obvios   problemas   epistemológicos   que   resultan   de   su descripción  de  la  economía  mundial  como  “real”  y  “libre”. La   concentración   exclusiva   de   la   atención   en   las   economías   centrales   y   en   las   ubicaciones   de clases  aventajadas En  este  patrón  de  “falacia”  analítica,  las  referencias  al  capitalismo  generalmente  dependen  de  material  probatorio procedente   de   países   y   ubicaciones   de   clase   que   son   ampliamente   reconocidos   como   excepcionalmente aventajados;;   formulado   de   manera   simple:   la   experiencia   de   lo   excepcional   es   universalizada   por   la   vía   de   la imprecisión  teórica. Esto  tiene  dos  consecuencias  principales  para  el  saber  académico:  (1)  la  descripción  sinecdóquica  del  capitalismo que  surge  de  esa  retórica  está  marcada  por  una  “parcialidad”  clara  —y  del  todo  burda—  hacia  el  éxito.  Por  ejemplo, si  la  distribución  de  los  países  del  mundo  en  términos  de  ingreso  nacional  per  cápita  es  descrita  como  una  sola pirámide,   los   practicantes   de   la   economía   “panglossiana   transformacionista   de   la   reforma”   estarían   interesados solamente  en  los  que  están  en  la  cima,  dejando  una  enorme  porción  del  mundo  empírico  fuera  del  radio  de  acción de  su  análisis  comparativo.  En  la  medida  en  que  algunos  patrones  económico-­institucionales  fundamentales  están correlacionados   con   niveles   de   ingreso   nacional   —una   tesis   relativamente   trivial—,   este   enfoque   tiene   como resultado  serias  omisiones  analíticas.  De  manera  similar,  cuando  se  describen  las  operaciones  de  la  determinación del  ingreso  en  cualquier  sociedad  capitalista  “realmente  existente”,  se  concentra  la  atención  en  grupos  situados  en las  secciones  superiores,  privilegiadas  y  protegidas  del  mercado  laboral  dividido,  olvidando  convenientemente  la parte  no  protegida,  caracterizada  por  términos  adversos  de  empleo  —a  tiempo  parcial,  mal  pagado  y  carente  de interés—  con  una  buena  dosis  de  formas  diferentes  de  discriminación  por  añadidura.  Como  consecuencia  de  esa imprecisión  teórica,  no  es  posible  ni  una  descripción  adecuada  del  socialismo  de  estado  “existente”  ni  una  crítica sui  generis  eficaz  del  mismo.  Semejante  estado  de  cosas  pudiera  ser  aceptable  para  los  estudiosos  sólo  si  existiera un  acuerdo  tácito  concerniente  al  abandono  de  la  crítica  del  socialismo  de  estado  en  favor  de  algo  más  tentador,  la utopía  de  un  cambio  de  régimen. Las  estrategias  comparativas  idealizadas La   comparación   adversa   de   materiales   empíricos   procedentes   de   sociedades   socialistas   de   estado   y   modelos típico-­ideales   de   capitalismo   puede   ser   explicada   en   gran   parte   —aunque   un   tanto   condescendientemente—   en términos  de  la  continuada  ausencia  en  las  lenguas  y  bibliotecas  centroeuropeas  de  una  gran  cantidad  de  trabajo analítico  reciente  y  materiales  empíricos  detallados  procedentes  de  sociedades  capitalistas  “realmente  existentes”, un  estado  de  cosas  que  ha  forzado  a  los  interesados  en  el  tema  a  confiar  en  descripciones  de  tipo-­ideal,  muchos  de los  cuales  eran  traducidos  —u  obtenidos  por  bibliotecas  en  el  original—  antes  de  que  se  levantaran  los  controles estatales  de  la  libre  expresión.  Aunque  la  credibilidad  que  uno  le  dé  a  esa  explicación  puede  alterar  la  evaluación moral  de  uno,  eso  no  afecta  el  resultado  principal:  el  “resultado”  de  la  importantísima  comparación  “capitalismo vs.  socialismo  de  estado”  está  virtualmente  decretado  de  antemano. Cuando   se   usan   los   materiales   empíricos   tomados   tanto   de   las   experiencias   capitalistas   como   de   las   socialistas, con  demasiada  frecuencia  se  hacen  los  contrastes  sin  controles  adecuados.  Esto  es  particularmente  obvio  cuando se   hacen   comparaciones   entre   pares   o   grupos   de   países   con   estadísticas   de   ingreso   nacional   ampliamente http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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diferentes   que   conciernen   a   variables   dependientes   altamente   sensibles   a   variaciones   del   ingreso   nacional.   Esta falacia   totalmente   trivial   —descrita,   por   ejemplo,   en   cursos   sobre   metodología   sociológica   como   en   parte parcialidad   de   selección   y   en   parte   correlación   espúrea—   conduce   a   conclusiones   relativas   a   la   superioridad sistémica  del  capitalismo  “realmente  existente”  y  a  las  deplorables  realidades  del  socialismo  de  estado  sin  que  se desglosen  apropiadamente  los  efectos  de  los  niveles  de  ingreso  nacional  —así  como  muchos  otros  efectos  externos —  de  los  del  contraste  “socialismo  de  estado  versus  capitalismo”. La  selección  manipuladora  de  las  variables  dependientes Con  el  punto  anterior  está  íntimamente  relacionada  la  práctica  de  seleccionar  medidas  en  términos  de  las  cuales se  comparan  los  dos  sistemas  económicos  sin  tomar  en  cuenta  sus  lógicas  diferentes.  El  ejemplo  más  conspicuo  de esto  es  el  uso  del  indicador  “Nivel  de  acceso  a  bienes  de  consumo  final”  —por  ejemplo,  automóviles—,  lo  cual  bien puede   ser   una   buena   medida   del   éxito   económico   individual   en   un   tipo   de   sociedad   (especialmente   la   versión norteamericana  de  capitalismo,  en  la  que  la  crisis  o  la  franca  ausencia  de  transporte  público  hace  de  la  propiedad de  un  vehículo  privado  una  necesidad,  incluso  en  las  ciudades),  pero  es  considerablemente  menos  importante  (por ejemplo,  en  un  país  socialista  de  estado  centroeuropeo  desde  los  años  60  hasta  principios  de  los  años  80,  cuando el  transporte  público  barato,  confiable,  frecuente  y  seguro  hacía  de  la  propiedad  privada  de  automóviles  más  bien un  lujo).15 La  parcialidad  formalista En  este  modo  de  análisis,  el  enorme  material  acumulado  en  la  sociología  económica,  la  antropología  e  incluso  la economía   del   desarrollo,   relativo   a   la   profunda   significación   de   las   estructuras   informales   y   los   patrones   de conducta  para  los  resultados  económicos,  es  pasado  por  alto  sistemáticamente  en  favor  de  una  comparación  de  la lógica  formal  de  los  dos  sistemas.  Se  describe  el  capitalismo  como  una  interacción  sin  rostro  entre  autómatas  de mercado  maximizadores  de  la  ganancia  que  se  comunican  entre  sí  sólo  sobre  la  base  de  los  precios.  Los  procesos redistributivos   bajo   el   capitalismo   son   olvidados   sistemáticamente   o   se   los   trata   como   si   del   todo   no   estuvieran conectados   empíricamente   con   las   operaciones   del   mercado.   El   socialismo,   por   contraste,   es   tratado   como   una sola  jerarquía  redistributiva  en  la  que  las  órdenes  deducidas  del  “Plan”  autoritario  son  comunicadas  hacia  abajo,  y la  información  concerniente  a  la  implementación  es  transmitida  hacia  arriba,  por  autómatas  “apparatchiki  de  la economía   de   mando”   sin   rostro.   Los   diversos   arreglos   institucionales   complejos   conocidos   comúnmente   como mecanismos  de  intercambio  son  o  pasados  por  alto  o  tratados  como  si  no  estuvieran  conectados  conceptualmente en   absoluto   con   el   proceso   redistributivo.   Lo   que   es   más   importante:   ambas   visiones   cometen   el   grave   error   de pasar  por  alto  las  conexiones  en  red  densas,  rápidas  y  a  menudo  extremadamente  eficientes  entre  los  actores  en contextos  sociales  en  los  que  tales  redes  están  entre  los  indicadores  más  precisos  de  éxito  económico  y  de  otras formas   de   éxito.   Los   dos   modelos   económicos   que   surgen   de   tales   obras   tienden,   como   resultado,   a   ser especificados   de   manera   extremadamente   pobre   desde   el   punto   de   vista   empírico   y   a   no   ser   susceptibles   de ulterior  desarrollo. Sólo   es   posible   calificar   de   “falacias”   esas   características   si   adoptamos   la   perspectiva   de   un   crítico   externo imaginario.   Esas   características   nunca   son   reconocidas   como   falacias,   debilidades,   problemas   o   errores   en términos   de   los   criterios   profesionales   de   facto   de   la   economía   “panglosiana   transformacionista   de   la   reforma”: por  eso  su  representación  como  “errores”  sería  indebidamente  generosa. El  modelo  de  opinión  experta  que  surge  de  esos  textos  analíticos  es  un  modelo  cuyo  más  importante  componente http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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es  el  saber  de  un  tipo  extremadamente  específico:  “saber  qué  no  saber”.  La  opinión  experta  surge  en  este  caso  de los   silencios   cuidadosamente   orquestados,   los   gestos   no-­verbales   y   los   entendimientos   tácitos   que   codifican   y sancionan   la   no   pertinencia,   y   que   articulan   el   desaliento   frente   a   cualquier   intento   de   romper   esos   silencios, aunque  no  sea  de  modo  intencional.  La  manera  en  que  el  “saber  qué  no  saber”  es  producido  y  transmitido  —por no   mencionar   las   implicaciones   teóricas   de   los   muchos   enormes   silencios   que   componen   esta   retórica—   es   un asunto  para  una  elaboración  detallada  en  otra  parte. Conclusión En   su   brillante   libro   sobre   la   retórica   pública   contra   el   “involucramiento”   del   Estado   en   las   “operaciones   del mercado”   (The   Rhetoric   of   Reaction,   1991),   Albert   O.   Hirschman   analiza   tres   tipos   característicos   de   tal argumentación   “anti-­estado”:   perversidad,   futilidad   y   peligro.   Según   el   argumento   de   la   perversidad,   “cualquier acción   intencionada   para   mejorar   alguna   característica   del   orden   político,   social   o   económico   sólo   sirve   para exacerbar  la  condición  que  se  desea  remediar”  (ibid.,  7).  Según  el  de  la  futilidad,  “los  intentos  de  transformación social  serán  inútiles…  simplemente  no  ‘harán  mella’”  (ibid.).  Por  último,  los  teóricos  del  peligro  sugieren  que  “el costo   del   cambio   o   reforma   propuesto   es   demasiado   alto,   pues   pone   en   peligro   algún   logro   previo,   precioso” (ibid.).   La   producción   de   conocimiento   en   la   economía   “panglosiana   transformista   de   la   reforma”   parece   no encajar   en   ninguno   de   esos   argumentos.   Por   lo   tanto,   sugiero   que   se   la   trate   como   un   tipo   distinto   (cuarto):   la “reacción   como   progreso”.   Operando   desde   dentro   de   la   visión   del   mundo   modernizacionista   de   una   visión teleológico-­prescriptiva  de  la  historia,  esta  postura  declara  inválido  el  contenido  de  la  utopía  socialista  de  estado (y,  si  es  necesario,  invoca  con  toda  libertad  diversas  versiones  de  los  tres  tipos  de  Hirschman  como  argumentos auxiliares).   Al   remplazar   el   contenido   de   la   utopía   socialista   con   su   contrario,   la   “reacción   como   progreso”,   uno continúa   adhiriéndose   a   un   importante   aspecto   de   la   herencia   de   la   Ilustración,   preservado   tanto   en   la   versión capitalista   de   estado   de   la   modernidad   como   en   la   socialista:   en   vez   de   abandonar   su   ambición   teleológico-­ prescriptiva,   la   reproduce   y   refuerza   deslizando   rápidamente   otro   telos   en   su   contenedor   utópico.   La   “reacción como  progreso”  es,  por  lo  tanto,  un  saber  profesional  con  una  “visión”  política,  producido  y  diseminado  desde  la posición   del   intelectual   de   vanguardia   —y   que,   por   consiguiente,   contribuye   a   la   reproducción   extendida   de   esa posición.16 Traducción  del  inglés:  Desiderio  Navarro *     “Reaction   as   Progress:   Economists   as   Intellectuals”,   en:   András   Bozóki   (ed.),   Intellectuals   and   Politics   in Central  Europe,  Budapest,  Central  European  University  Press,  1999,  pp.  245-­262. Notas 1            Dicho  por  un  joven  economista  húngaro  al  autor  a  fines  de  1989.  (Sin  embargo,  de  esto  no  se  debieran  sacar conclusiones  relativas  a  la  posición  política  de  este  último). 2        Dicho  por  una  distinguida  profesora  estadounidense  mientras  charlaba  con  un  colega  en  una  conferencia  sobre “Ideas  europeas”  en  1996  (en  la  que  se  presentó  la  primera  versión  del  presente  capítulo).  Al  mencionar  a  modo  de prefacio  a  mi  charla  esa  conversación  oída  sin  querer,  noté  que  la  dama  en  cuestión  estaba  sentada  en  el  auditorio. En  ese  punto,  me  interrumpió  y  exclamó:  “¡Sí,  es  verdad!  ¡Lo  oí  de  un  polaco!” 3         A   fin   de   mantener   una   economía   de   enfoque   y   presentación,   me   abstendré   de   (pospondré   para   otra   fecha) entrar  en  varios  campos  teóricos  (por  ejemplo,  Scheler,  Gramsci,  Foucault,  Habermas,  y  así  sucesivamente). http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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4        Véase  la  última  década  de  trabajo  sobre  el  análisis  retórico  —por  ejemplo,  McCloskey  (1985,  1994)  y  Lebovics (1992)—  y  el  histórico  —Mirowski  (1989,  1991)—  de  la  economía,  así  como  también  el  impresionante  gran  número de   estudios   incluido   en   Mirowski   (1994).   La   economía,   a   lo   largo   de   su   historia,   se   ha   descrito   a   sí   misma, efectivamente,  como  la  ciencia  desapasionada,  transparente,  de  la  “sociedad-­como-­naturaleza”.  Entre  las  muchas consecuencias   interesantes   de   esto   está   que   la   economía   preserve   características   de   la   física   decimonónica   que fueron  abandonadas  hace  mucho  tiempo  por  la  propia  física. 5             La   comparación,   desde   luego,   termina   aquí   a   causa   de   la   frecuente   insistencia   de   Schmitt   en   el   “sentido existencial   original”   no-­metafórico   (Schmitt   1976   [1927]   33)   de   violencia,   un   uso   que   no   halla   aplicación   en relación  con  la  economía. 6            “Toda  antítesis  religiosa,  moral,  económica,  ética  o  de  otra  índole  se  transforma  en  una  antítesis  política  si  es lo  suficientemente  fuerte  para  agrupar  a  los  seres  humanos  efectivamente  en  amigos  y  enemigos”  (Schmitt  1976 [1927]  37). 7             Deseo   enfatizar   de   nuevo   que   mi   principal   preocupación   en   este   punto   es   describir   las   amplias   líneas generales   del   campo   epistémico   de   los   debates   sobre   la   reforma.   El   análisis   detallado   de   los   textos,   con   toda   la multidimensionalidad,  complejidades  e  ironías  de  éstos,  corresponde  a  otra  parte. 8            Con  particular  referencia  a  la  opinión  del  Dr.  Pangloss  de  que  vivimos  en  el  mejor  de  los  mundos  posibles (véase  Cándido  de  Voltaire). 9             Eso   probablemente   es   cierto   a   propósito   de   gran   parte   del   resto   de   la   parte   “no   privilegiada”   del   mundo, aunque  consideraciones  de  espacio  impiden  explorar  más  este  asunto. 10      De  ahí  la  posibilidad  —en  realidad,  la  probabilidad—  de  que  un  polaco  sostuviera  que  los  nombres  polacos  son impronunciables. 11      O  incluso  la  referencia  explícita,  como  en  gran  parte  de  la  ciencia  social  húngara  a  todo  lo  largo  del  siglo  XX, sin   tomar   en   consideración   en   absoluto   —como   muestra   Attila   Melegh   (1996)—   el   contexto   político   de   la orientación  política  del  teórico. 12       Considérense   algunos   ejemplos   del   todo   obvios   para   los   centroeuropeos.   La   modernidad   literaria   nacional húngara   de   comienzos   del   siglo   XIX   fue   definida   por   la   sentencia:   “Vigyázó   szemetek   Párizsra   vessétek!”   — “¡Pongan  su  mirada  observadora  en  París!”  Este  topos  es  reproducido  más  o  menos  en  toda  la  región,  yendo  desde el  nombre  de  la  mejor  revista  literaria  húngara  publicada  entre  guerras,  Occidente  (Nyugat),  a  la  insistencia  del escritor  checo  Milan  Kundera  en  que  La  vida  está  en  otra  parte. 13      Eso  es  también  una  característica  de  cualquier  argumento  revolucionario  que,  llamando  a  la  destrucción  del capitalismo   en   el   contexto   del   mundo   bipolar,   no   contenga   una   crítica   explícita,   sistemática,   del   socialismo   de estado   “existente”.   El   paralelismo   especular   se   torna   borroso,   desde   luego,   en   el   caso   de   la   economía “panglossiana   transformacionista   de   la   reforma”   por   obra   de   la   sucinta   referencia   de   sus   practicantes   al   saber experto   y   el   marco   modernizacionista   subyacente   de   gran   parte   de   la   tradición   de   la   ciencia   social   “occidental” desde  el  siglo  XIX. 14       Esas   características,   desde   luego,   no   son   únicas   de   la   economía   “panglossiana   transformacionista   de   la http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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reforma”:  ellas  caracterizan  también  otros  cuerpos  de  saber  académico  dentro  de  la  economía  y  más  allá  de  ella. Sin  embargo,  delinear  de  manera  más  precisa  el  área  de  acción  de  las  disciplinas  involucradas  está  más  allá  del alcance  del  presente  capítulo. 15          Véase  Bodnár  (1996). 16      Acerca  del  camino  que  condujo  a  eso,  véase  Böröcz  (1991b). Referencias Bodnár,  Judith.  1996.  “The  Post-­State-­Socialist  City:  Urban  Change  in  Budapest”,  Disertación,  Departamento  de Sociología,  The  Johns  Hopkins  University,  Baltimore. Böröcz,  József.  1991a.  “Tetszettek  volna  forradalmat  csinálni”,  en  Csendes?  Forradalom?  Volt?,  ed.  András  Bozóki, Tamás  Csapody,  Ervin  Csizmadia  y  Miklós  Sükösd,  pp.  26-­29,  Budapest,  T-­Twins. ——————.   1991b.   “Vanguard   of   the   Construction   of   Capitalism:   The   Hungarian   Intellectuals’   Trip   to   Power”, Critical  Sociology,  18  (1),  pp.  111-­116. ——————.  1992.  “Dual  Dependency  and  Property  Vacuum:  Social  Change  on  the  State  Socialist  Semiperiphery”, Theory  and  Society,  21,  pp.  77-­104. Hirschman,  Albert  O.  1991.  The  Rhetoric  of  Reaction:  Perversity,  Futility,  Jeopardy,  Cambridge,  MA,  The  Belknap Press  of  Harvard  University  Press. Lebovics,  Herman.  1992.  “Economic  Positivism  as  Rhetoric”,  International  Review  of  Social  History,  27,  pp.  244-­ 251. McCloskey,  Donald  N.  1985.  The  Rhetoric  of  Economics,  Madison,  University  of  Wisconsin  Press. —————————.  1994.  Knowledge  and  Persuasion  In  Economics.  Cambridge,  Cambridge  University  Press. Mannheim,  Karl.  1936.  Ideology  and  Utopia,  Londres,  Routledge  and  Kegan  Paul. Melegh,   Attila.   1996.   “Ideas   of   “The   West”:   Twentieth-­Century   Intellectual   Politics   in   Hungary”,   conferencia pública  en  la  Universidad  Rutgers,  Institute  for  Hungarian  Studies,  New  Brunswick,  8  October. Mirowski,   Philip.   1989.   More   Heat   than   Light.   Economics   as   Social   Physics,Physics   as   Nature’s   Economics, Cambridge,  Cambridge  University  Press. ——————–.  1991.  “The  When,  the  How,  and  the  Why  of  Mathematical  Expression  in  the  History  of  Economic Analysis”,  Journal  of  Economic  Perspectives,5  (1),  pp.  145-­157. Mirowski,  Philip,  ed.  1994.  Natural  Images  in  Economic  Thought.  ‘Markets  Red  in  Tooth  and  Claw’,  Cambridge, Cambridge  University  Press. Schmitt,   Carl.   1976   [1927].   The   Concept   of   the   Political,   trad.,   introd.   y   notas   por   George   Schwab.   Con http://lapupilainsomne.jovenclub.cu/?p=57254

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comentarios  de  Leo  Strauss  sobre  el  ensayo  de  Schmitt,  New  Brunswick,  Rutgers  University  Press. Schoeck,  Helmut.  1969  [1966].  Envy.  A  Theory  of  Social  Behavior,  New  York,  Harcourt,  Brace,  Jovanovich. Schumpeter,  Joseph.  1954.  History  of  Economic  Analysis,  Nueva  York,  Oxford  University  Press. Zerubavel,   Eviatar.   1995.   “The   Rigid,   the   Fuzzy,   and   the   Flexible:   Notes   on   the   Mental   Sculpting   of   Academic Identity”,  Social  Research,  62  (  4),  pp.  1093-­1106. József  Böröcz.  Sociólogo  húngaro,  profesor  de  sociología  de  la  Universidad  de  Rutgers,  EUA. Es  autor  de  los  libros  La  migración  del  ocio:  Un  estudio  sociológico  sobre  el  turismo  (1996)  y La   Unión   Europea   y   el   cambio   social   global:   Un   análisis   geopolítico-­económico crítico  (2009).  Ha  sido  coeditor  de  ¿Un  nuevo  orden  mundial?  La  transformación  global    a finales  delsiglo  XX  (con  David  A.  Smith,  1995)  y  Las  nuevas  ropas  del  Imperio:  Develando  la ampliación  de  la  UE  (con  Melinda  Kovács,  2001).  Fue  Presidente  fundador  del  Instituto  Karl Polányi   para   el   Análisis   Social   Global,   de   la   Universidad   Corvinus   de   Budapest   (2013)   y     Director   fundador   del Instituto   de   Estudios   Húngaros   de   la   Universidad   Rutgers   (1995-­2007).   Es   miembro   del   Consejo   Editorial   de varias   importantes   revistas   estadounidenses   y   húngaras   de   sociología   y   política.   Fue   distinguido   con   el otorgamiento   de   la   Cátedra   Immanuel   Wallerstein   de   Ética   Global   de   la   Universidad   de   Gante,   Bélgica   (2005-­ 2006).  En  2005  fue  laureado  por  el  Presidente  de  la  República  de  Hungría  con  la  “Cruz  de  Caballero  del  Mérito  de Honor  de  la  República  Húngara”  “en  reconocimiento  de  su  excelencia  académica”. This entry was posted in Cuba, Historia and tagged capitalismo, Cuba, Desiderio Navarro, Hungría, József Böröcz, socialismo. Bookmark the permalink.

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