La Quinta Angustia o Piedad en el entorno isabelino como reflejo de una nueva religiosidad. Fuentes literarias e iconográficas, Los reinos peninsulares en el siglo XV. De lo vivido a lo narrado, Asociación cultural Enrique Toral y Pilar Soler, Andújar.

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La Quinta Angustia o Piedad en el entorno isabelino como reflejo de una nueva religiosidad. Fuentes literarias e iconográficas Cristina Pérez Pérez1

Reforma religiosa y Devotio moderna: el sentimiento espiritual de finales de la Edad Media A lo largo de la Edad Media se dan numerosas denuncias ante crisis surgidas en la Iglesia debidas a la relajación de costumbres en su seno, puesto que se abandona la actitud combativa ante el pecado y la tentación. A principios del siglo XIII se dio respuesta a las reclamaciones de una mayor comprensión y participación en la liturgia con el IV Concilio de Letrán, en el que se estableció la predicación en lenguas vernáculas, lo que facilitaba la comprensión de los dogmas de fe2. A finales de la Edad Media la prédica se había convertido en un mero ejercicio retórico y las órdenes regulares habían relajado sus costumbres, por lo que la Iglesia observa la necesidad de una nueva orientación de su labor pastoral y desde las élites eclesiásticas y nobiliares se dan movimientos de reforma. Los movimientos reformistas religiosos tuvieron su reflejo en el auge de ciertos cultos y devociones, entre los que cabe destacar la Devotio moderna, nacida en el ámbito nórdico. Esta corriente, influida por el Humanismo cristiano, promovía una espiritualidad cristocéntrica, en la que la naturaleza humana de Cristo era utilizada como modelo de conducta de una vida recta y espiritual como vía de Salvación. Los medios para alcanzar este fin consistían en la meditación, la observancia, la oración y la interiorización de los preceptos cristianos, favoreciendo la práctica de devociones privadas e individuales, que iban más allá de las prácticas litúrgicas y se desarrollaban en la intimidad del domicilio3. Otras devociones vinculadas al establecimiento de modelos de conducta alcanzaron una gran relevancia en las postrimerías de la Edad Media. Así, el culto a la Virgen María obtuvo un gran protagonismo, pero al mismo tiempo se ha de destacar la importancia de diversas religiosidades vinculadas a los santos de las órdenes mendicantes, los Padres de la Iglesia o figuras bíblicas como San Juan Bautista o María Magdalena. Las nuevas corrientes devocionales alcanzaron una gran difusión gracias a la reformada labor de predicación ejercida por las órdenes mendicantes4 y la plasmación de los preceptos en numerosos textos como las Vitae y los Libros de Horas5. La circulación de 1 Grado en Historia del Arte, UCM; Máster en Conservación y Restauración del Patrimonio Arquitectónico, ETSAM, UPM; Máster en Estudios Medievales Europeos: Imágenes, Textos y Contextos, USC. 2 Vauchez, André, La espiritualidad en el Occidente medieval: siglos VIII – XII, Madrid, Cátedra, 1985, p. 75. 3 González García, Juan Luis, “Imágenes empáticas y diálogos pintados: arte y devoción en el reinado de Isabel la Católica”, en Hueso Sandoval, María José (Coord.), Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado. Quinto centenario de Isabel la Católica, 1504 – 2004, Salamanca, Sociedad estatal de conmemoración es culturales, 2004, pp. 99 – 114, p. 99. 4 Fraga Sampedro, Mª Dolores, “Predicación e imágenes en los siglos finales de la Edad Media”, en Pérez López, Segundo (Coord.), Plenitudo veritatis: homenaje a Mons. Romero Pose, Santiago de Compostela, Instituto teológico compostelano, 2008, pp. 829 – 847, p. 836 - 7, así como Ladero Quesada, Miguel Ángel, La España de los Reyes Católicos, Madrid, Alianza, 2014, p. 345. 5 Sobre los Libros de Horas vid. López Montilla, María Jesús, El Libro de Horas. Un libro selecto de devoción privada, Madrid, Ediciones La Ergástula, 2012.

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estos escritos vino favorecida por la imprenta. Las prédicas y los textos iban encaminados a enfatizar la humanidad y el sufrimiento de las figuras santas con la pretensión de que el fiel empatizara con los hechos narrados como medio de Salvación. En esta línea se desarrollaron temas alusivos al patetismo y la humanidad sufriente de la divinidad, multiplicándose las representaciones de la Pasión de Cristo y apareciendo escenas que recalcaban dichas características como la Misa de San Gregorio, el Varón de Dolores, la Ostentatio Vulnerum, la Verónica o aquellos temas relacionados con la Virgen, como la Quinta Angustia. Estos temas enlazan con el concepto de la muerte a finales del siglo XV. En palabras de Huizinga: No hay época que haya impreso a todo el mundo la imagen de la muerte con tan continuada insistencia como el siglo XV6. Las crisis, las epidemias y las guerras crearon una idea terrible de la muerte como un ente que acechaba constantemente, pero al mismo tiempo se dio una visión más amable de la misma como tránsito hacia la Salvación. En esta línea temas como los mencionados fueron utilizados para difundir la devoción a Cristo y animar al fiel a la conversión a través de la concesión de indulgencias y de la promesa de la vida eterna, exponiendo la religión cristiana como el único medio para alcanzar una buena muerte y con ella, lograr la Salvación7. El contexto castellano y la influencia de Isabel la Católica La Devotio moderna encontró en el ámbito castellano una gran aceptación y difusión. La situación de tensión con la comunidad judía favoreció el asiento de esta religiosidad, puesto que insistía en aquello que diferenciaba al cristianismo del judaísmo: la figura de Cristo8. Por otro lado, el culto mariano alcanzó gran relevancia en dicho ámbito. En este contexto se ha de destacar la figura de Isabel la Católica, cuya devoción, su gusto coleccionista, su cultura y sus intereses político–propagandísticos9, propiciaron que la monarca adquiriera y patrocinara gran cantidad de obras literarias de diversa índole, entre las que destacan los textos de temática religiosa adquiridos gracias al consejo de los eruditos religiosos de su entorno10. El promotorado de edificios de carácter religioso, así como la promoción y adquisición de obras artísticas de índole religiosa son, igualmente, reflejo de sus devociones11. Además, su religiosidad se reflejó también en una serie de reformas de índole religiosa, estrechamente vinculadas a sus intereses políticos, cuya intención fue renovar la institución eclesiástica en línea con las corrientes reformistas de la época, que 6 Huizinga, Johan, El otoño de la Edad Media. Estudios sobre la forma de vida y del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y los Países Bajos, Madrid, Alianza, 2005, p. 195. 7 Camille, Michelle, Arte gótico. Visiones gloriosas, Madrid, Akal, 2005, p. 92.; Martínez Gil, Fernando, La Muerte vivida. Muerte y sociedad en Castilla durante la Baja Edad Media, Madrid, Diputación de Toledo, 1996, p. 132. 8 Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía, Madrid, Nerea, 1993, p. 146. 9 López Montilla, María Jesús, Op. cit., p. 112, Yarza Luaces, Joaquín, “Isabel la Católica coleccionista ¿sensibilidad estética o devoción?”, en Valdeón Baruque, Julio (Coord.), Arte y cultura en época de Isabel la Católica, Valladolid, Ámbito, 2003, pp. 219 – 248, p. 245. 10 González García, Juan Luis, Op. cit, p. 114. La reina formó una vasta biblioteca, vid., Ruiz García, Elisa, Los libros de Isabel la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, Madrid, Instituto de Historia del Libros y de la Lectura, 2004. 11 La colección de las obras artísticas y literarias de Isabel I no solo pertenecen al ámbito religioso, sino también objetos de carácter profano: Torre y del Cerro, Antonio de la, Testamentaria de Isabel la Católica, Valladolid, Instituto “Isabel la Católica” de Historia Eclesiástica, 1968.

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propugnaban la práctica de una vida honesta vinculada a los ideales del cristianismo12. Se establecieron los Patronatos Regios, se favoreció una mejor formación del clero, se establecieron las Regulas de Observancia, que preconizaban una vuelta a las normas monásticas primitivas y se dio gran relevancia a las órdenes mendicantes para la prédica de los nuevos preceptos de fe. En lo referente a los laicos, se buscó una estricta ortodoxia de fe mediante una renovada Santa Inquisición inaugurada en 147813 que vigilase la apostasía en un contexto complejo en cuanto a las relaciones entre las tres religiones, que desembocó en la expulsión de judíos y musulmanes14. La reforma religiosa llevada a cabo por los Reyes católicos se encuentra intrincada en un programa político y al mismo tiempo se encuentra influenciada por la profunda religiosidad de Isabel I de Castilla, siendo la plasmación de los cambios en la mentalidad religiosa de la época. La Quinta Angustia La Quinta Angustia es un tema religioso centrado en el momento en el que la Virgen toma a Cristo muerto en sus brazos tras el Descendimiento de la cruz15. Tanto en las representaciones figurativas como en las escritas se expresa un gran dramatismo y patetismo, con el que se pretende transmitir el dolor de María ante la pérdida de su hijo. La Quinta Angustia o Piedad forma parte de los Siete dolores o angustias de la Virgen recogidos por numerosos escritos religiosos anteriores al siglo XV, como es el caso de la Leyenda dorada16 de Jacobo de la Vorágine, alcanzando una gran relevancia a finales de la Edad Media. La irrupción de la devoción hacia la Quinta Angustia en Castilla se remonta a finales del siglo XIV y comienzos de la siguiente centuria. Su introducción en el contexto hispano está muy relacionada con la figura del arzobispo de Toledo Sancho de Rojas y su participación en distintas embajadas y en el concilio de Constanza, con el que se pretendía acabar con la división de la Iglesia y reformar dicha institución17. La llegada de embajadas procedentes de Centroeuropa, donde el tema de la Piedad estaba completamente asentado, se relaciona con la presencia de dicho tema en distintos lugares como la Cartuja de Aniago, la Catedral de Santa María de Toledo, el Real Monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes, el Monasterio de San Benito de Valladolid o el Convento de Santo Domingo en Toledo, donde encontramos dicha representación tanto en piezas escultóricas relacionadas con el ámbito alemán como en retablos formando parte de ciclos mayores. La vinculación de las élites cortesanas, tanto laicas como Sobre la reforma religiosa vid. Ladero Quesada, Miguel Ángel, Op. cit., pp. 304 en adelante. Edwards, John, Isabel y Fernando. Constructores de un régimen, Madrid, Encuentros, 2007, p. 103. 14 Hay diversas teorías sobre las motivaciones que llevaron a los Reyes Católicos a expulsar a los judíos mediante la Pragmática de 1492, desde las que sostienen que los monarcas cedieron a las presiones de la nobleza ante el gran poder de los judíos, pero la fuerza con la que se ejerció el poder real parece contradecirla. También se ha comentado la tradición antisemita, pero la convivencia durante largo tiempo tampoco lo apoya. Por otro lado, se ha apuntado a motivos económicos, pero la expulsión de los judíos no favorecía económicamente a la Corona. Parece que uno de los motivos clave fue la unificación de la fe como medio para lograr la cohesión social. Por su parte, los moriscos no se integraron en la población y se sucedieron las revueltas, dándose su expulsión definitiva en 1571. 15 Ambos momentos pueden identificarse en algunas obras como el mismo, puesto que son consecutivas. 16 Vorágine, Jacobo de la, La leyenda dorada, Madrid, Alianza, 1987,p. 961. 17 Herráez Ortega, María Victoria, “Castilla, el Concilio de Constanza y la promoción artística de don Sancho de Rojas”, en Goya Revista de arte, nº 334, 2011, pp. 5–19, pp. 5, 10. 12

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eclesiásticas, con patronazgos relacionados con la devoción a la Virgen son numerosos ya que es considerada como intercesora y protectora, así como utilizada como medio de legitimación18. Isabel la Católica profesó una intensa devoción hacia la Quinta Angustia, posiblemente debido a su infancia en Arévalo, donde se veneraba a la Virgen de las Angustias19. La vinculación de la monarca con este motivo religioso se aprecia al analizar su testamentaria, en la que encontramos varios tapices y lienzos en los que se utiliza esta iconografía20. Además, tal y como se verá más adelante, la reina fue protectora de escritores que desarrollaron obras en las que se trata el tema de la Piedad mariana, ya sea de manera única o incluido en una temática mayor, como Diego de San Pedro, Isabel de Villena, Ambrosio de Montesinos o Fray Íñigo de Mendoza, entre otros. Los textos y el teatro litúrgico también tienen gran relevancia en el desarrollo de este tema, con autores como Lucas Fernández21. Por otro lado, numerosos patrocinios artísticos relacionados con la Corona poseen representaciones de la Quinta Angustia, como puede ser el Retablo de la Eucaristía de la Cartuja de Santa María de Miraflores, vinculado estrechamente con la reina Isabel. (Fig. 1) Fuentes textuales Tal y como se ha mencionado anteriormente, los escritos vinculados a personajes pertenecientes a las órdenes mendicantes tuvieron una gran relevancia en la conformación de un imaginario literario centrado en determinadas figuras santas, sobre todo la de Cristo. Desde el seno franciscano se difundió la obra falsamente atribuida a San Buenaventura22, las Meditaciones sobre la Pasión de Cristo, que destaca Fig. 1. Gil de Siloé y taller, Quinta algunos pasajes evangélicos y desarrolla momentos Angustia del Retablo de la Eucaris- no explicitados en los mismos, como es el caso del tía de la Cartuja de Santa María de tema que nos ocupa, la Quinta Angustia23. Miraflores. Gracias a la gran difusión de este texto se desarrollaron otros en los que se destacaba la figura de María y su participación en la Pasión de Cristo, adquiriendo este tema una gran relevancia. De esta manera aparecieron una serie de textos en los que se narraban las Angustias de la Virgen, en contraposición con los Gozos. En el contexto castellano muchas de estas obras surgieron en el entorno cortesano estrechamente vinculadas al patrocinio de Isabel la Católica Entre esta producción devocional destaca la obra de Fray Íñigo de Mendoza Lamentaciones a la Quinta Angustia24. Este franciscano trabajó al servicio de Isabel I, Ibíd., p. 13. Manso Porto, Carmen, Suárez Fernández, Luis (Dir.), Isabel la Católica en la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 2004, p. 196. 20 Torre y del Cerro, Antonio de la, Op. cit. pp. 330 ss., pp. 375 ss. 21 Fraga Sampedro, Mª Dolores, Op. cit, p. 839. 22 Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos…Op.cit., p. 148. 23 Los evangelios canónicos narran la muerte de Cristo e inmediatamente el pasaje del sepulcro, sin detenerse en el dolor de la Virgen, por lo que hay que tener en cuenta que la Piedad es un tema popular. 24 Mendoza, Fray Íñigo de, Lamentación a la Quinta Angustia, quando Nuestra Señora tenía a Nuestro Señor en braços, Edición digital de la Biblioteca Virtual Cervantes. 18 19

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siendo su confesor y dedicándole diversos textos25. En su obra dedicada a la Piedad recrea un monólogo de la Virgen sobre el dolor que le causa la muerte de su hijo e implicándose en el dolor sufrido por Cristo, con el que intenta mantener un dialogo imposible, y al mismo tiempo hace un llamamiento al entorno para que participe de este dolor. Se introduce así al fiel en la Pasión de Cristo y se subraya la relevancia de su sacrificio, “contemplando” el dolor de la divinidad a partir de la lectura devocional. A la hora de analizar estos textos hemos de tener en cuenta la importancia de las oraciones penitenciales con contenido soteriológico vinculadas con la Cuaresma, por un lado el Salmo 50, es decir, el Miserere Mei del Rey David que es interpretado como un texto penitencial tras haber cometido pecado con Betsabé26; así como las Lamentaciones de Jeremías y su celebérrimo O vos omnes, quitransitis per viam, attendite, et videte si est dolor sicut dolor meus27; llegando a incluirse parte de ellas en algunos textos, relacionado la expresión de dolor del profeta con el sufrido por la Virgen28. En el Sermón sobre las siete angustias redactado por Diego de San Pedro e incluido su Tractado de amores de Arnalte a Luçenda escrito hacia 1481 y publicado diez años después, donde se recoge un panegírico dedicado a Isabel I, en el que la reina se introduce en paralelo con la figura de la Virgen29. El autor relaciona el momento de la Quinta Angustia con las Lamentaciones de Jeremías30, al igual que Lucas Fernández en su Auto de la Pasión (1514), que demuestra la importancia del teatro litúrgico. Numerosos son los autores que desarrollaron obras relacionadas con la Vida de Cristo, y su Pasión, en las que cobra un gran protagonismo y relevancia la figura de la Virgen, fundamental en el culto hispano. Además de los autores mencionados cabe destacar los escritos de Fray Ambrosio de Montesino, que traduce la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia por petición explícita de Isabel la Católica31; Isabel de Villena, que en su obra del mismo título exalta la importancia de la figura de la Virgen32, así como Juan Padilla y su Retablo de la Vida de Cristo, datado hacia 1500. Mediante estos textos se pretende conmover al lector, acercándole al dolor divino y haciéndole partícipe de la Pasión de Cristo y la Piedad mariana en un intento por favorecer la meditación y la contemplación, estableciendo a las figuras santas como modelos de conducta: la lamentación por la muerte de Cristo, así como su aceptación y comprensión como vía hacia la Salvación divina33. Fuentes iconográficas A pesar de que el momento de mayor auge de esta representación se inserta en las postrimerías del periodo medieval, su origen se encuentra en el siglo XII en el ámbito bizantino, con las representaciones del Treno sobre el cuerpo muerto de Cristo, pasando en el Trecento al ámbito italiano, desde donde se extendió por el resto de Europa34. Gerli, Michael (Ed.), Poesía cancioneril castellana, Torrejón de Ardoz, Akal, 1994, p. 231. Esta referencia se hace más evidente en las artes plásticas como se observará más adelante. 27 Jeremías, Lamentaciones, 1, 12, en Marín Nieto, Evaristo (Ed.), La Santa Biblia, Madrid, San Pablo, 1989. 28 Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos… Op.cit., p. 150. 29 Ladero Quesada, Miguel Ángel, “Isabel la católica vista por sus contemporáneos”, en En la España Medieval, Nº 29, 2006, pp. 225 – 286, pp. 237 y 240. 30 Manso Porto, Carmen, Suárez Fernández, Luis (Dir.), Op.cit., p. 193. 31 Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos… Op.cit., p. 147. 32 Villena, Isabel de, Vita Christi, Versión digitalizada de la Biblioteca Virtual Cervantes. 33 González García, Juan Luis, Op.cit., p. 108. 34 Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano, Iconografía de la Biblia. Nuevo Testamento, Barcelona, Serbal, 1996, p. 538. 25 26

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El Llanto sobre el Cristo muerto es un tema fundamentalmente oriental en el que el cuerpo inerte del Mesías es acompañado por la Virgen María, San Juan, Magdalena, las Santas Mujeres, Nicodemo y José de Arimatea35. En occidente primó la representación únicamente de la Virgen con Cristo. Se desarrolló en contextos alemanes y flamencos, desde donde se extendió al resto de Europa desde el siglo XIV. Numerosas representaciones siguen la tipología procedentes del ámbito imperial, lo que sugiere que su compra o donación era utilizada como medio para aumentar el prestigio de sus promotores, e incluso para señalar la fidelidad de los mismos al Imperio36. En la representación de la Piedad se expresa el dolor de María, poniendo en paralelo la imagen de ésta sosteniendo el cuerpo sin vida de Jesús con las representaciones de la Virgen con el Niño37. Es un tema de un gran patetismo, que invita a la compasión, contemplación y meditación sobre el dolor divino, sirviendo como modelo a imitar38. La importancia de la Quinta Angustia en el entorno castellano se refleja en el gran número de obras de diverso soporte en las que se utiliza dicho tema, así como su vinculación con las élites sociales, incluida la monarquía. El patrocinio de obras centradas en la Piedad se relaciona con la devoción de sus promotores, que muchas veces aparecen representados como donantes, en línea con la Devotio Moderna. Su presencia les hace participes del dolor de María y Cristo como medio para asumir el propio dolor individual tal y como lo hicieron las figuras santas, puesto que de esta manera el fiel se encuentra con la divinidad en la esperanza de la vida eterna. Este carácter soteriológico propició el uso de esta temática en ámbitos funerarios39. La asociación de la Quinta Angustia a ámbitos funerarios se aprecia en la inclusión de su representación en sepulcros, donde la escena suele componerse de la Piedad, Juan y María Magdalena. Son numerosos los monumentos fúnebres que utilizan este motivo y entre ellos, cabe destacar el sepulcro de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal en la Cartuja de Miraflores o bien el de Juan de Padilla, siendo ambos obra de Gil de Siloé, pero al segundo se le añade una Piedad atribuida al entorno de Virgarny40 (Fig. 2) En la escultura monumental de las grandes portadas el tema suele aparecer acompañado de otros asuntos iconográficos vinculados a la Pasión de Cristo. La portada de la Iglesia del Monasterio dominico de la Santa Cruz de Segovia presenta a los Reyes Católicos como donantes flanqueando a una Quinta Angustia y el conjunto se completa con una Crucifixión adorada por dominicos, además de heráldica y santos41 (Fig. 3). Otros ejemplos son la Cartuja de Miraflores o la Iglesia de Santa María de El Paular. La pintura es el soporte en el que mejor se aprecian los rasgos mencionados a lo largo del presente texto: el contenido soteriológico, la vinculación con los textos bíblicos o la importancia de la inclusión de donantes, siendo además el soporte en el Ibíd, p. 538. Herráez Ortega, María Victoria, Op.cit., p. 8. 37 González García, Juan Luis, Op.cit., p. 101, así como Rubin, Miri, “Imágenes de la Virgen María”, en Anales de la Historia del Arte, Volumen extraordinario, 2010, pp. 109 – 124, p. 124. 38 Ibíd., p. 102. 39 Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos…Op.cit., p. 153. 40 Gómez Bárcena, María Jesús, Escultura gótica funeraria en Burgos, Madrid, Diputación Provincial de Burgos, 1988, p. 163. 41 La presencia de Fernando e Isabel en este conjunto se cree proyectada por Torquemada como medio de involucrarles con la orden conventual de la que formaba parte. Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos…Op. cit., p. 154. 35 36

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Fig. 2. Gil de Siloé y seguidor de Virgarny, Sepulcro de Juan de Padilla

Fig. 3. Fachada del Monasterio de Santa Cruz de Segovia (detalle) María de Miraflores.

que se plasma con mayor crudeza el dolor descrito por los textos. Muchas de las obras aparecen descontextualizadas actualmente, pero el carácter penitencial de la iconografía de la Piedad permite plantear un probable destino funerario42, así como en contextos devocionales para la interiorización espiritual43. La vinculación de la Quinta Angustia con el Salmo 50 queda plasmada en la Piedad de Fernando Gallego, datada hacia 1470, puesto que aparecen dos donantes entonando el Miserere Mei, de manera que posee un fuerte sentido penitencial (Fig. 4). Por su parte, la Quinta Angustia de Francisco Chacón, recoge las Lamentaciones de Jeremías en una filacteria. Además la escena puede hallarse inserta en un ciclo pictórico mayor o asociada a otros temas como es el caso del Tríptico del Descendimiento custodiado en la Capilla Real de Granada, obra de Dierick Bouts. La Quinta Angustia se representó además en grupos escultóricos, ya sea de gran formato o de un tamaño acorde a las devociones privadas (Fig. 5). Por otro lado, los Libros de Horas fueron otro de los soportes en los que el tema quedó plasmado. Es evidente la gran aceptación y difusión que experimentó el tema de la Quinta Angustia en el siglo XV, vinculándose a las obras de grandes promotores que hallaron en este motivo religioso un modo de implicarse en el sufrimiento de la divinidad como medio para encontrar en dicha figura la intercesión en su salvación Entre las fuentes textuales y las iconográficas se dan coincidencias y estrechos vínculos: las obras literarias incluyen glosas del Miserere Mei o las Lamentaciones de Jeremías, cuya presencia en las obras de arte se realiza mediante cartelas. Ambos soportes expresan un gran dramatismo y dolor. El llamamiento directo que se hace a los fieles para que sean participes de la Piedad mariana en los textos, se explicita en las obras de arte con la inclusión de las figuras de los donantes. Es evidente que la influencia entre ambos soportes es recíproca y es el reflejo de la devoción religiosa que en este periodo se desarrolla en torno a la Quinta Angustia y que al mismo tiempo es una muestra de la Devotio moderna y sus ideales, complacidos en la observación y participación de los dolores divinos como medio para alcanzar la salvación.

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Ibíd., 152. González García, Juan Luis, Op.cit, p. 108. 261

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Fig. 4. Fernando Gallego, Piedad, Museo del Prado

Fig. 5. Piedad, Museo Nacional de Escultura de Valladolid

A modo de conclusión: la Quinta Angustia del Retablo de la Eucaristía de la Cartuja de Santa María de Miraflores Podría decirse que la Quinta Angustia del Retablo de la Eucaristía de la Cartuja de Santa María de Miraflores es la plasmación de los conceptos desarrollados en el presente texto. Esta pieza se encuentra inserta dentro del programa funerario y político–propagandístico patrocinado por Isabel la Católica como lugar para el descanso eterno de sus progenitores, Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, así como de su hermano, Alfonso44. La obra, iniciada en 1493 incluye la realización de los sepulcros de los mencionados personajes por parte de Gil de Siloé, que junto a Diego de la Cruz realizó también el gran retablo, cuya conclusión se fecha en 149945. La Quinta Angustia del retablo de Miraflores sigue los prototipos asentados a lo largo del siglo XV: la Virgen sostiene el cuerpo inerte de Cristo y levanta las manos en señal de dolor. A uno de sus lados San Juan se sostiene el rostro como muestra de aflicción y al otro, Magdalena besa las manos de Jesús. Tras ellos, las Santas Mujeres participan de la escena en actitud orante. Se mantiene el dramatismo de los textos y otras obras. La estrecha vinculación de Isabel I con el patrocinio de la obra queda reflejada en numerosos aspectos de la misma46: la Quinta Angustia ocupa un lugar privilegiado dentro del conjunto iconográfico del retablo, acompañada de la Oración en el Huerto, la Flagelación y el Camino al Calvario. Generalmente en su lugar junto a estas escenas suele aparecer el Ecce Homo47, pero su sustitución por la Piedad confirma la devoción de la reina 44 Mediante el patrocinio de esta obra se pretendía afirmar su legitimidad, puesta en cuestión con la Guerra de Sucesión Castellana. Yarza Luaces, Joaquín, Los Reyes Católicos…Op.cit., p.55. 45 Vid., Yarza Luaces, Joaquín, “El retablo Mayor de la Cartuja de Miraflores”, en Yarza Luaces, Joaquín, Ibáñez Pérez, Alberto (Dir.), Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloé y la Escultura de su época, Burgos 13 – 16 de Octubre de 1999, Burgos, Institución Fernán González Academia burguense de Historia y Bellas Artes, 2001, pp. 207 – 238. 46 La implicación de la monarca con la realización de las obras fue intensa, incluso ordena en su testamento la demanda de que si las obras no se habían concluido a su muerte, estas fueran terminadas, vid. Vázquez de Parga, Luis (Ed.), Testamento y codicilo de la reina Isabel la Católica, 12 de octubre y 23 de noviembre de 1504, Madrid, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1969. 47 Yarza Luaces, Joaquín, “El retablo Mayor…”. Op.cit., p. 219.

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castellana hacia este tema religioso y su relevancia. El contexto funerario en el que se encuentra la obra y la presencia del mismo tema en el sepulcro, insisten en su carácter penitencial y soteriológico. La devoción de la promotora y el mensaje político quedan plasmados en la inclusión de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal en el retablo en actitud orante, así como su heráldica. Su presencia les hace participes del dolor divino, y al mismo tiempo, se proclama el carácter ejemplar de sus actos, ya que su situación junto a imágenes devocionales que sirven como modelo de conducta propicia que empáticamente la figura de los monarcas representados se convierta en un ejemplo de virtud48. Es por lo tanto la Quinta Angustia de Miraflores un ejemplo que aúna todas las consideraciones y atribuciones dadas en el periodo bajomedieval a dicha escena. Es el reflejo de una nueva religiosidad, la Devotio moderna, profundamente arraigada en la sociedad de la época, cuyas élites practicaron. El testimonio más expresivo de esta adhesión a la nueva corriente espiritual es, sin duda, su promotorado artístico que persigue mostrar su devoción y es un medio visual para entrar en oración. La contemplación de las escenas facilita la interiorización de los conceptos religiosos, en el camino de la salvación.

48 Pérez Monzón, Olga, “Imágenes sagradas. Imágenes sacralizadas. Antropología y devoción en la Baja Edad Media”, en Hispania Sacra, vol. 64, nº 130, 2012, pp. 449 – 495, p. 481.

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