La puesta en valor de las calzadas romanas: estudio y recuperación social del patrimonio arqueológico inmueble

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Descripción

La puesta en valor de las calzadas romanas Estudio, excavación y recuperación social del patrimonio arqueológico inmueble Introducción

Imagen de la Vía del Pórtico, en el museo de la Morería (Sagunto), desde la pasarela de acceso al área musealizada. Fotografía: Higueras. Ayuntamiento de Sagunto.

Identificando las calzadas Hay diversas técnicas que, combinadas, nos permiten localizar e identificar el trazado de las viae: • Fuentes antiguas: Las más importantes para las vías peninsulares son los Vasos de Vicarello, el Itinerarium Provinciarum Antonini Augusti y la Cosmografía del Anónimo de Rávena. Además, hemos de destacar la importancia de los hallazgos epigráficos; además de los miliarios, podemos encontrar aras votivas, inscripciones laudatorias y monumentos funerarios, elementos que nos permitirían adscribir una calzada a época romana. • Teledetección y prospección superficial: permiten reconocer las vías y, además, las evidencias de su abandono, como cunetas laterales colmatadas o esparcimiento de los materiales constructivos. El uso de cartografía histórica también puede ser de utilidad. • Análisis estructural: Las viae atendían a unas características definitorias. Un trazado longitudinal o el mantenimiento de pendientes de menos del 8% son rasgos característicos, pero, sobre todo, es importante considerar la estructura interna de la calzada: las vías interurbanas se componían en su mayoría por capas inferiores de piedras gruesas y capas superiores de áridos de granulometría fina que funcionan como superficie de rodadura. Aunque en el mundo romano existían vías enlosadas, éstas correspondían básicamente a algunas viae urbicae (vías urbanas) o a tramos donde la pendiente provocaría la erosión de una capa de rodadura de tierra o grava. Una de las fuentes epigráficas más conocidas en el estudio de las viae son los Vasos de Vicarello. Son cuatro pequeños vasos de plata realizados en época augustea, en cuya superficie se encuentran grabadas las 104 estaciones de la ruta entre Gades y Roma, sumando un total de 1840 millas romanas.

La construcción de vías romanas se inicia en la península ibérica a finales del siglo III a.C., aprovechando algunos caminos indígenas preexistentes y, además, mediante la construcción de rutas antes inaccesibles. A partir del siglo II a.C. las principales calzadas se amplían por cuatro razones: optimizar el desplazamiento de tropas, facilitar la administración de los territorios conquistados, recaudar impuestos y acceder a los yacimientos mineros peninsulares. A partir del siglo III d.C., se produce un progresivo abandono de las viae, aunque probablemente se siguieron utilizando algunas calzadas y puentes debido a su excelente calidad. Diferenciamos tres tipos de vías Las viae se realizaban con una planificación envidiable, según su tipología: viae terrenae, usando mecanismos como la pavimentadas con tierra apisonada, groma, la dioptra o el corobate. que constituían la gran mayoría de Un aspecto fundamental en la construcción de calzadas era la vías interurbanas; silice stratae, vías medición de distancias, misión cuya superficie estaba enlosada; y que cumplía el odómetro. Este glarea stratae, cuya capa de mecanismo, descrito por rodadura estaba compuesta por Vitrubio, estaba diseñado de tal modo que, cuando el perímetro grava. Esta diferencia es importante de sus ruedas daba 400 vueltas, porque uno de los problemas en la dejaba caer un pequeño divulgación de las calzadas es la Reproducción de un guijarro, que significaba que se odómetro. Imagen: asociación errónea entre vía había recorrido una milla Museu d’Arqueologia de romana (1478 metros). romana y superficie enlosada. Catalunya

Proceso de excavación y puesta en valor El punto de partida común para la puesta en valor de cualquier elemento patrimonial es la redacción de un Plan Director que establezca equipos de trabajo y actividades a realizar, configurando un marco de trabajo común e implicando a las administraciones en el proyecto. Dentro del proceso, el primer paso debería ser la correcta localización de la vía, proceso que será más fácil cuantas más evidencias tengamos sobre ellas. A continuación se debería realizar una excavación con el objetivo de determinar su adscripción a época romana, sobre todo en tramos de montaña no mencionados en las fuentes, donde muchas veces se confunde una via con un camino de mulas. Dibujo de la intervención en un tramo de la Vía de Clunia a Segisamo (Burgos) mediante una sección transversal de la estructura. Fuente: Palomino y Martínez, 2010: 56.

Las viae no atienden a los criterios arqueológicos normales, ya que su estructura es una estratificación artificial y funcional, con lo que la excavación arqueológica únicamente consigue la destrucción de la calzada capa a capa. Pero existen dos técnicas de excavación aconsejables: la primera sería la obtención de secciones transversales o longitudinales, que permitieran identificar la secuencia constructiva de forma sencilla y visual. La segunda sería la excavación parcial de las capas por medio de un escalonado que permitiera diferenciarlas y además, reconocer en ellas información sobre el proceso constructivo. En cuanto a las vías urbanas, su hallazgo coincide con actuaciones ‹‹de salvamento››, normalmente realizadas en área abierta. A la hora de ponerlas en valor, se debería integrar el espacio arqueológico con la edificación prevista, al tiempo que se exhibe la vía de forma adecuada. En áreas montañosas, debemos tener en cuenta que la puesta en valor no altere el entorno natural.

Las opciones de puesta en valor son: • En viae urbanas: musealización de los restos en un espacio expositivo cerrado, con recursos museográficos y personal dedicado a la interpretación de los restos. El resultado es una nueva área cultural que favorece el turismo y la cultura de la ciudad donde se ubica. • En viae interurbanas: creación de un Itinerario Cultural que combine atractivos etnológicos, naturales y patrimoniales. En esta puesta en valor es imprescindible la colaboración entre instituciones locales y regionales. • En viae de montaña: acondicionamiento de una ruta que potencie el turismo rural local, aprovechando la actividad senderista e integrando la calzada y los elementos informativos en el espacio natural.

Conclusiones • El estudio previo de las viae debe combinar las fuentes históricas, epigráficas y arqueológicas, ya que tomando datos de una sola fuente podemos caer fácilmente en errores interpretativos. • La excavación no sigue las reglas del método estratigráfico, por lo que debemos buscar la información arqueológica mediante secciones de la vía o mediante una excavación parcial escalonada. • El objetivo final de los procesos de puesta en valor es dar información fiable sobre las calzadas. La mejor manera de proteger el patrimonio es haciendo que la población lo conozca y se preocupe por su cuidado.

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Fotografía y transcripción del primero de los Vasos de Vicarello (CIL XI 3281). Fuente: Schmidt, 2011: 73.

Proceso de reparación del enlosado de la calzada en la zona arqueológica del Molinete (Cartagena) en mayo de 2014. Fotografía: J. Albaladejo. Ayuntamiento de Cartagena

Antonio Sánchez Verdú ([email protected]) Universidad de Alicante / Museo Arqueológico de Alicante (MARQ)

SOLANA, José María y SAGREDO, Luis, (2006), La red viaria romana en Hispania. Siglos I-IV d.C. Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, Universidad de Valladolid.

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