La producción alfarera extremo-occidental entre los siglos III y I a.C. Balance historiográfico y estado de la cuestión (2011)

Aunque no existen por el momento evidencias de hornos u otras estructuras pertenecientes a instalaciones alfareras que se puedan fechar en los primeros momentos de la colonización, la fabricación de cerámica hubo de ser sin duda una de las principales actividades artesanales desarrolladas por las poblaciones semitas desde los mismos inicios de su presencia en el Extremo-Occidente. Así lo indican tanto la creación temprana de series propias de ánforas, ya diferenciadas de las orientales, como la adopción de formas y decoraciones de la tradición local, de la que la llamada “cerámica gris de occidente” resulta una de las producciones más paradigmáticas. La rápida introducción de las innovaciones tecnológicas, entre las que destaca el uso del torno de alfarero, provocó un cambio paulatino pero sin vuelta atrás en la producción cerámica extremo-occidental. Estos rasgos propios se acentúan conforme pasa el tiempo pudiéndose hablar desde el punto de vista de la producción alfarera de un círculo productivo extremo-occidental que abarca las dos orillas atlánticas del estrecho, tanto la costa marroquí como la de Andalucía y Portugal, lo que en la literatura científica se conoce como “Círculo del Estrecho”. El descubrimiento y la excavación pionera del alfar norteafricano de Kuass (Arcila, Marruecos) a finales de los años sesenta propició que en los inicios de la investigación cobrara un mayor protagonismo historiográfico la orilla marroquí, circunstancia del todo comprensible si tenemos en cuenta que es en este yacimiento donde se constata por primera vez la fabricación tanto de los tipos anfóricos propios del Círculo del Estrecho como de la que en adelante se conocerá como cerámica de Kuass o “de tipo Kuass”, que supuso el reconocimiento de una vajilla de corte helenístico extremo-occidental parangonable a las producidas por un buen número de talleres mediterráneos y, por tanto, la plena participación de las comunidades semitas del Círculo del Estrecho de la koiné estilística y cultural que tiene lugar en estos momentos en el Mediterráneo. Durante años y hasta el descubrimiento del alfar de Torre Alta en la población de San Fernando, municipio cercano a Cádiz situado en el antiguo archipiélago gaditano, los hallazgos cada vez más frecuentes y numerosos de materiales similares a los de Kuass a esta orilla del estrecho se explicaron por una posible corriente de influencia norteafricana, una tendencia que se invertiría décadas después cuando la nómina de alfares isleños se incremente considerablemente como consecuencia de la intensa labor investigadora que ha tenido lugar en los últimos años, hasta el punto de identificar la Antípolis de las fuentes clásicas con el barrio alfarero de Gadir, de acuerdo a los nuevos planteamientos que proponen la especialización funcional de las distintas zonas de la bahía de Cádiz. La amplia secuencia documentada se extiende, sin interrupción temporal, desde los primeros vestigios del s. VI a.C. documentados en el Sector 3 de Camposoto hasta los ejemplos más modernos como el conjunto industrial de Pery Junquera, en los que conviven, sin solución de continuidad, las tradiciones artesanales locales con las innovaciones tecnológicas y productivas itálicas. Aunque no cabe dudar de la estrecha relación entre la industria alfarera y la salazonera como motor de la economía de Gadir en época púnica, el análisis de la situación espacial de los alfares ha mostrado la complementariedad y exclusividad en los patrones de implantación territorial de ambas industrias, lo que nos lleva, en un paso más adelante a plantearnos cuestiones de más amplio calado en relación a la responsabilidad de la iniciativa económica, la titularidad de los medios de producción, la explotación de los mismos, etc. En cuanto a la estructuración interna de las propias instalaciones fabriles y aunque los estudios son aún incipientes, a partir de su estudio es posible aventurar cuestiones relativas, desde una óptica estrictamente económica, a la especialización de la producción y a la organización de la misma y desde un punto de vista social preguntarnos sobre la condición de los trabajadores.Por último, el estudio de los materiales recuperados ha permitido el reconocimiento y definición de las producciones cerámicas extremo-occidentales. En los alfares se combina la fabricación de los envases anfóricos encargados de contener la producción salazonera gaditana para su exportación, la cerámica común y de mesa que se destina a los mercados locales y a un uso doméstico y, en menor medida, algunos elementos de uso religioso y ritual.