La primera mitad del Holoceno en el territorio de Extremadura: datos arqueológicos y paleoambientales

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Descripción

La primera mitad del Holoceno en el territorio de Extremadura: datos arqueológicos y paleoambientales Enrique Cerrillo Cuenca, Antonio González Cordero, José Antonio López Sáez, Lourdes López Merino * * Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España).

ABSTRACT The recognition of Neolithic communities in the current region of Extremadura was traditionally based on the analysis of typological characteristics of vessels, which were often presented lacking stratigraphical context. Some of these proposals also considered that neolitization was a latter process, developed by a gradual human occupation of inhabited territories. The survey and excavations projects conducted in the interior drainage of Tagus during the last decade have overcome some of these suppositions, by considering an alternative point of view of neolitization, that is focused on the continuity of population and on interaction between communities as the starting point of Neolithic landscapes. To argue these hypothesis we discuss archaeological and palynological data.

1. INTRODUCCIÓN Aunque en la última década se ha impulsado el estudio del Neolítico en Extremadura, gracias a diversos trabajos realizados en las provincias de Cáceres y Badajoz, los resultados han descubierto un sesgo importante en cómo se presenta la información de la neolitización en este sector geográfico. El poblamiento reconocido en la cuenca del Tajo (Fig. 1), en la provincia de Cáceres, se sitúa a finales del VI milenio cal BC, según el panorama que van describiendo las dataciones absolutas, mientras que en la cuenca del Guadiana los hábitats identificados en los últimos años no remontan la barrera del 3500 cal BC que se fija para el Neolítico Final. Para explicar esa distribución desigual de los datos conviene resaltar las peculiaridades geográficas del territorio extremeño, además de la forma en que se presenta la información arqueológica. Para el Neolítico Antiguo del Guadiana, únicamente podríamos señalar con certeza el yacimiento de La Charneca (Enríquez 1986), aunque no por ello falten otros indicios de poblamiento que tal vez mejor documentados incrementarían la evidencia, si tenemos en cuenta que se ubican en un contexto geográfico, el Suroeste peninsular, que actualmente ofrece una concentración de sitios neolíticos de cierta densidad. El Neolítico Antiguo en el Guadiana sigue aún faltando, pese a las prospecciones intensivas que distintos equipos han realizado en sus márgenes y terrenos agrícolas como Tierra de Barros. Bien podría parecer que ese vacío se debe a un desinterés por ocupar estos terrenos, de vocación netamente agrícola, a favor de otros en los que es más factible desarrollar una explotación diversificada del medio, pero también debe tenerse en cuenta que son los terrenos más

modificados del conjunto de paisajes del Guadiana extremeño. Parece oportuno subrayar que hasta finales de la década de los 90, la evidencia conocida en este espacio no era mucho mayor que la del Tajo, y que previsiblemente el desarrollo de prospecciones en otras comarcas termine por ofrecer resultados a medio plazo, como la posición de algunos sitios en el cambio de divisoria entre ambas cuencas parece pronosticar. Por otra parte, la existencia de menhires, en distintos puntos de Badajoz, estaría justificando indirectamente la presencia de comunidades agrícolas desde los primeros momentos del Neolítico (Prada y Cerrillo 1996-2003). La provincia de Cáceres alberga el grueso de la documentación sobre el Neolítico Antiguo de Extremadura. En 2005 publicábamos una propuesta sobre el Neolítico de la cuenca interior del Tajo (Cerrillo 2005), en la que proponíamos una sistematización de este sector, al mismo tiempo que algunos planteamientos teóricos bajo los que considerábamos que debían interpretarse los resultados de los trabajos de campo. En 2006, aparecía la monografía de Los Barruecos (Cerrillo 2006), que ofrecía un marco cronológico y ambiental para un conjunto de ocupaciones neolíticas que hasta entonces sólo se habían reconocido de forma muy alterada en algunos yacimientos. En la fase I de este sitio identificamos un espacio destinado al procesado y almacenaje de excedentes de producción, posiblemente cereales y productos recolectados. El uso de este espacio fue datado en el tránsito del VI al V milenio cal BC. La acidez de los suelos fue probablemente un impedimento para la conservación de macrorrestos vegetales, aunque las evidencias de producción de cereal están aseguradas palinológicamente (López Sáez et al. 2005, López Sáez 2006) y por fitolitos (Juan y Matamala 2006).

Os últimos caçadores-recolectores e as primeiras comunidades produtoras do sul da Península Ibérica e do norte de Marrocos

En 2004 y 2005 sondeamos un conjunto de cavidades y pequeños abrigos localizados en uno de los afluentes del Tajo, el de la Garganta Canaleja, ubicado en el sector oriental de la provincia de Cáceres. En este cuadrante las ocupaciones neolíticas se habían incrementado en la última década gracias a los trabajos de prospección desarrollados por A. González, y parecía conveniente iniciar un proyecto que aportara información complementaria a la ya obtenida en Los Barruecos. Los trabajos se desarrollaron en tres localizaciones distintas: Canaleja 1, Canaleja 2 y Tío Republicano. Sólo en las dos primeras se localizaron cerámicas neolíticas, mientras que en la tercera documentamos un espacio sepulcral del III milenio cal BC. Canaleja 1 es la cueva de mayores dimensiones de este conjunto. Su planta describe una galería que finaliza en una pequeña cámara natural. La excavación de la cueva fue integral; sin embargo, a excepción de un silo de época romana, no se localizó ningún contexto estratigráfico conservado. Los materiales estaban compuestos por cerámicas impresas, con predominio de la decoración de Boquique, y algunos ejemplares incisos que se enmarcan en la mismas cronología de Los Barruecos. Canaleja 2 se sitúa a escasos metros de la anterior, aunque sus dimensiones son mucho más reducidas. El abrigo se ha formado en el contacto entre pizarras y calizas describiendo una pequeña oquedad de unos 4 m2, que difícilmente podría haberse empleado como un hábitat, sino más bien como un refugio ocasional. Los datos obtenidos tras la excavación revelaron hasta seis niveles estratigráficos, de los cuales dos (3 y 4) corresponden a una ocupación neolítica. La aparición de huesos seleccionados de hasta tres individuos, hace pensar que al final de su vida como hábitat el abrigo fue utilizado como lugar de enterramiento. La información paleoambiental proviene únicamente de la palinología, puesto que pese a que se flotó la mitad del sedimento de los niveles neolíticos no se recuperaron semillas. Uno de los datos más relevantes de Canaleja 2 es la presencia de un hogar en el nivel 5, que ha sido datado a mediados del VIII milenio cal BC. Aunque con una industria lítica muy escasa, éste es un contexto que da cohesión a una ocupación ya reflejada en las dataciones de una brecha caliza en la cueva de El Conejar (Canals et al. 2004), y posiblemente también a las representaciones de un ciclo artístico de raíces paleolíticas que es posible reconocer en cronologías ya holocenas (Bueno et al. 2007). A estos sitios podemos unir la publicación en los últimos años de los análisis palinológicos del Cerro de la Horca (López Sáez et al. 2007b), uno de los sitios más emblemáticos del Neolítico cacereño, donde las excavaciones realizadas en la década de los 80 (González et al. 1988) revelaron un nivel de Neolítico Antiguo sin estructuras reconocibles. Por otra parte, las dataciones que manejamos

(Tabla 1) son aún pocas en relación con las series que se han registrado en otros espacios del interior. Así, las fechas de la fase I de Los Barruecos y las de Canaleja 2 apuntan a un momento del tramo final del VI milenio cal BC para el desarrollo de las primeras prácticas agrícolas, dato que concuerda con los contextos geográficos más inmediatos. Por tanto resulta admisible considerar el margen de 5500 cal BC como una barrera prudente a partir de la cual ya sabemos que se están produciendo asentamientos de pequeñas comunidades que realizan prácticas agrícolas en el valle del Tajo. 2. LOS DATOS SOBRE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA Y SU DATACIÓN En Extremadura los datos sobre producción agrícola neolítica aún presentan carencias. Por ejemplo, desconocemos el tipo de cereales que se cultivaron, que entre otras cosas permitiría aclarar las relaciones con otros contextos peninsulares . De igual forma, tampoco se han podido identificar evidencias de cultivo en los análisis traceológicos que J. Gibaja ha realizado hasta ahora en piezas de Los Barruecos (Gibaja y Cerrillo 2007) y Canaleja (Gibaja 2007). Tan sólo el análisis de residuos de procesado de un molino de Los Barruecos, asociado a la datación de 6080±40 BP (Juan y Matamala 2006), proporcionó residuos de Hordeum vulgare, cereales no identificados y bellotas. Aunque es deseable que futuros trabajos superen esta situación, por ahora los análisis palinológicos son el único recurso para interpretar el contexto en que se inscriben las primeras ocupaciones productoras de la cuenca del Tajo. Éstos proceden de los yacimientos al aire libre de Los Barruecos y El Cerro de la Horca, y del abrigo de Canaleja 2. En todos estos yacimientos los indicadores palinológicos son los que han descrito mejor el impacto que las prácticas agrícolas más antiguas tuvieron sobre la cobertura vegetal. Los resultados de los análisis han sido publicados en extenso (López Sáez et al. 2005, 2007a, 2007b, López Sáez 2006, Cerrillo et al. 2007), por lo que únicamente quisiéramos hacer una breve valoración conjunta. Nos fijaremos en cinco indicadores esenciales para comprender la inserción de la agricultura y ganadería en el medio (Fig. 2): polen de cereal, hongos coprófilos, encinar, acebuche y especies mesófilas. Los indicadores de producción agro-ganadera están bien registrados en todos los sitios. El polen de cereal aparece en Canaleja 2 en el intervalo 5300-5043 cal BC (6,4%), y en menor medida en Los Barruecos (4%) o el Cerro de la Horca (2,5%). Cabe hacer dos apreciaciones. La primera es que Canaleja 2 parece el entorno menos fértil de los analizados, sin embargo muestra la concentración más alta de polen de cereal. Con suelos poco profundos sobre pizarras y calizas, con mucha pendiente, no parece el entorno ideal para este tipo de cultivos, que podrían haberse realizado en el 82

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epipaleolíticas asentadas en las zonas interiores (Diniz 2007). En este sentido, no debería extrañar que en los sectores más occidentales de la Península Ibérica, y de manera más notoria en la vertiente Sur, se esté considerando cada vez con más determinación el peso que las comunidades mesolíticas tuvieron en la neolitización. Las fechas neolíticas de Extremadura son coherentes con las de otras regiones interiores, con lo que parece probable que la adquisición de las técnicas agrícolas va a realizarse de una forma rápida en las zonas interiores, a juzgar por la homogeneidad de las dataciones absolutas de los primeros contextos neolíticos que empezamos a barajar. La rapidez de ese proceso sólo tiene sentido con la implicación directa un contingente demográfico previo que tiene la suficiente capacidad para asumir, reinterpretar y redistribuir las prácticas agrícolas dentro de redes de intercambio (Cruz y Vicent 2007: 687). Desde nuestro punto de vista, esta posición se puede fundamentar en la crítica de dos características del registro arqueológico. Como no podía ser de otra forma, la primera de ellas, es la puesta en entredicho del “desierto interior” de la Península durante el postglaciar. En el caso de Extremadura, conectada con dos realidades tan distintas como el interior portugués y las dos Mesetas, hemos defendido la continuidad del poblamiento desde los inicios del Holoceno (Cerrillo 2005). Ahora los datos de El Conejar y Canaleja 2 confirman plenamente esa posibilidad, justo en el momento en el que los datos obtenidos en el interior peninsular durante los últimos años comienzan a dibujar un interior peninsular más poblado de lo que las previsiones iniciales habían sugerido (Arias et al. 2009). El hecho de que exista este poblamiento, en el que podemos circunscribir además toda una serie de manifestaciones gráficas de las cuencas de los principales ríos del interior peninsular, permite concluir que se cumplen las condiciones idóneas para realizar proyectos de prospección adecuados a caracterizar mejor este tipo de ocupaciones. Es previsible que nuevos trabajos en Extremadura acaben por incrementar la resolución de una imagen de la neolitización muy desdibujada, en el que los primeros datos de producción documentados están aún alejados de los contextos epipaleolíticos por un intervalo inferior a 2000 años. En segundo lugar, se ha producido un diagnóstico de la neolitización, no a partir de los síntomas, sino de una valoración de ausencias y presencias de poblamiento previo. Es decir, aún tiene mucho qué ofrecer un análisis sobre la forma en que las comunidades agrícolas han explotado el medio para determinar su propio origen. En este sentido, los datos de los análisis palinológicos de la cuenca interior del Tajo, interpretados dentro del modelo de poblamiento que reconocemos en este sector geográfico, no podían ser más expresivos. La práctica de agricultura y ganadería en sectores como el complejo de cuevas de

fondo de valle por el que discurre el arroyo Canaleja. Este tipo de explotación encaja bien dentro de un modelo de poblamiento de ribero, sobre el que ya hemos escrito en otras ocasiones (González 1999), y donde ahora sabemos que se desarrollan estrategias de producción semejantes a la de los poblados al aire libre. Dichos porcentajes de polen de cereal permitirían admitir la existencia de cultivos agrícolas en el entorno inmediato de los yacimientos (López Sáez y López Merino 2005), salvo quizá en el Cerro de la Horca, donde su porcentaje está cercano al 3% considerado. Puede admitirse por tanto que la agricultura se practica en el entorno de todos los sitios enmarcados en la banda cronológica del 5300-4800 cal BC. Sobre los datos de ganadería pesan los mismos problemas que los del cultivo. Sólo se poseen datos de fauna para Los Barruecos (Morales 2006), que son muy ambiguos para el caso de las especies domésticas. El análisis de microfósiles no polínicos muestra la relativa abundancia en los tres sitios tanto de plantas antropozoógenas (Chenopodiaceae-Amaranthaceae, Plantago lanceolata, Urtica dioca) como de hongos coprófilos (Sordaria, Sporormiella) (López Sáez y López Merino 2007), revelando una mayor presión pastoral en Canaleja 2 que en Los Barruecos o Cerro de la Horca. De igual manera, los análisis palinológicos, de los tres yacimientos citados, ponen de manifiesto la importancia que durante el Neolítico Antiguo tuvo la maquía de acebuche en la cuenca extremeña del Tajo, ya que el porcentaje de este taxón (Olea europaea) en superior siempre al 20% e incluso en Los Barruecos alcanza el 35%. El paisaje, por tanto, que caracterizaría este periodo, en la comarca considerada (López Sáez et al. 2007a), sería el de un encinar relativamente denso, con un sotobosque de acebuche y otros elementos termófilos, mientras que en las zonas de ribera o en los piedemontes de las montañas circundantes se desarrollarían formaciones de mesófilos. 3. INTERPRETACIÓN Si algo ha probado la investigación reciente es que un programa de trabajo orientado a intervenir sobre los indicios de poblamiento disponibles arroja suficiente datos para una lectura más diversa de la neolitización de los espacios interiores de la península Ibérica. Los datos procedentes de los espacios interiores muestran mejor que nunca un mosaico de ocupaciones de muy distinto signo, que es difícil de valorar con la perspectiva de una explicación unívoca. En una escala peninsular, hay interpretaciones cada vez más proclives a admitir un proceso de adopción “autóctono”, superando así las propuestas iniciales que justificaban la presencia de agricultura y tecnologías neolíticas únicamente a partir de procesos de migración demográfica. Una difusión, que aunque no se haya descartado para las zonas costeras, no impide la interacción con las comunidades 83

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Canaleja confirma que las prácticas agrícolas y ganaderas se van a realizar en los mismos espacios en los que están documentados los contextos epipaleolíticos, que suelen ser poco productivos desde el punto de vista de una agricultura extensiva. Estos datos concuerdan con la imagen que se desprende de los sitios conocidos para las primeras fases de la neolitización: emplazamientos de poca superficie, que se reparten por distintas unidades geomorfológicas de la cuenca del Tajo, aunque con una preferencia bastante acusada por las áreas graníticas, que presentan además poca continuidad en su ocupación. Es la imagen propia de un modelo de subsistencia, no orientado de forma especial al desarrollo de una incipiente agricultura, sino una explotación diversificada de los recursos que, empleando la terminología más clásica, podríamos denominar como “de amplio espectro”. Ambas vías de interpretación, que apenas han quedado aquí desarrolladas, se unen a la diversidad de situaciones documentadas en el registro arqueológico del Neolítico de los espacios interiores, donde las vías de análisis son innumerables (Cerrillo 2008). Un mero análisis de ciertos indicadores como la cerámica, ya nos hace percibir el grado de heterogeneidad existente entre distintos espacios geográficos, lo que se desprende además de rasgos más específicos de producción como pueden ser los tipos de cultivo al uso (Zapata et al. 2004). En definitiva, admitir que existe una diversidad en los aspectos más básicos de la cultura material y de la explotación del medio, conlleva admitir también de forma consecuente que la fuente que proporciona estos recursos no tuvo por qué ser necesariamente la misma.

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Este trabajo se ha realizado dentro del Programa Consolider de Investigación en Tecnologías para la valoración y conservación del Patrimonio Cultural -TCPCSD2007-00058, y ha sido financiado también por el proyecto de investigación HAR2008-06477-C0303/HIST.

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Tabla 1. Dataciones epipaleolíticas y neolíticas de la cuenca interior del Tajo. Contexto arqueológico Carbón de hogar, Canaleja 2 UE 5 Carbón en brecha Conejar caliza Abrigo, Canaleja 2 carbón disperso UE 4 Hábitat al aire Los Barruecos libre, hogar UE 134, fase I Hábitat al aire Los Barruecos libre, silo (UE 117, fase I) Yacimiento

Código laboratorio

Tipo de muestra

Fecha BP

Fecha calibrada

Referencia

Beta-214600 Carbón

8740 ± 40

7940-7611

Cerrillo et al. 2007

Carbón

8220 ± 40

7350-7080

Canals et al. 2004

Carbón

6203 ± 44

5300-5043

Inédita

Beta-171124 Carbón

6080 ± 40

5208-4845

Cerrillo 2005

Beta-159899 Carbón

6060 ± 50

5207-4804

Cerrillo 2005

AA-78257

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Figura 1. Distribución de yacimientos de Neolítico Antiguo en Extremadura, con situación de los comentados en el texto.

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Figura 2. Planta de Canaleja 2 tras alcanzar el nivel 4 de excavación.

Figura 3. Gráfica comparativa de los distintos indicadores palinológicos comentados en el texto para Canaleja 2, Los Barruecos y Cerro de la Horca.

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„ Promontoria Monográfica

15 Promontoria Monográfica

Universidade do Algarve

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Os últimos caçadores-recolectores e as primeiras comunidades produtoras do sul da Península Ibérica e do norte de Marrocos Juan Francisco Gibaja António Faustino Carvalho (editores)

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