La potencia decadente. Un análisis proyectivo de la agonía institucional moderna
Descripción
Por Fernando Peirone
LA POTENCIA DECADENTE Un análisis proyectivo de la agonía institucional moderna
LA POTENCIA DECADENTE Un análisis proyectivo de la agonía institucional moderna
Fernando Peirone *
“La historia se detiene cuando un pueblo pretende eternizar sus instituciones” Dardo Scavino
In order to change an existing paradigm you do not struggle to try and change the problematic model. Richard Buckminster Fuller
Antes de la famosa mañana del año 212 aC, en que Arquímedes se dirigiera a los baños públicos de Siracusa para lavarse las partes, si alguien ingresaba un cuerpo sólido en un recipiente con líquido, provocaba un crecimiento en el volumen del líquido igual al del volumen del cuerpo que se sumergía. Es más, al propio Arquímedes le había ocurrido la misma cantidad de veces que había ingresado su cuerpo en una bañera para desmugrarse. Pero sólo pudo advertirlo y gritar ¡Eureka! cuando relacionó ese fenómeno cotidiano con una necesidad concreta, que en su caso era medir el volumen de cuerpos irregulares, y así poder saber si la corona del rey Hierón II estaba hecha de oro o si había sido alterada con algún otro metal. Algunos cuantos años después, más precisamente en la primavera de 1507, Nicolás Copérnico sentía que ya no tenía fuerzas para enfrentar la magnitud del problema que lo desvelaba. Era un dilema que le producía pánico porque implicaba desestimar teorías respaldadas por importantes justificaciones, pero que él veía irreconciliable con los hechos. Implicaba, además, y esto es lo que más lo atormentaba, la pérdida de un orden que fantasiosamente habíamos identificado con lo humano para someterlo a un dominio impropio. Implicaba, en suma, la imposición de la ciencia por sobre el dogma; de la razón por sobre la fe (siendo que él, no nos olvidemos, era un canónigo de la Iglesia Católica). Pero una mañana, tras haber sido vencido por el sueños de varios días sin dormir, se despertó por la luz del sol que, ya en lo alto del cielo, le daba en la cara. Se le antojó que era una señal y bajo los claros efectos del agotamiento, pero con valentía y lucidez, decidió que ese era el día en que se iba a dar a conocer por primera vez una teoría heliocéntrica. Hasta ese momento, el sol había sido el centro de las órbitas planetarias. Lo había sido desde el comienzo de los tiempos, y lo sería para siempre. Pero sólo a partir de ese día la Tierra se descentró del teocentrismo medieval y comenzó a flotar Texto leído en la apertura de la I Jornadas de Psicología Institucional Cátedra II “Interrogando el campo institucional” el 18 de octubre de 2014, Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires
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alrededor del Sol, subordinada a las leyes del universo como un astro más, sin ninguna jerarquía. Fue el primer paso hacia el renacimiento. Pasarían sin embargo varios siglos para que la teocracia y las monarquías cedieran paso a los estados nacionales modernos, como su expresión institucional por excelencia. Estas dos historias trasuntan enseñanzas que hoy, después de muchas centurias, sin ser novedosas, siguen resultando reveladoras. La de Arquímedes nos Página | 2 demuestra que no podemos percibir un fenómeno desconocido si antes no nos habita como saber latente, como el tránsito hacia la solución de un problema real; en otras palabras: no hay conocimiento si ese conocimiento no tiene una aplicación práctica respaldada en la experiencia. La de Copérnico no sólo confirma que la ciencia es portadora de una cosmovisión, también nos dice que un cambio de paradigmas adquiere forma institucional sólo cuando logra estar respaldado por una experiencia intersubjetiva que habilite su objetivación. En la intersección de estas dos experiencias me propongo reflexionar con ustedes sobre el devenir de la institucionalidad actual. Sobre conversiones La historia ha puesto de manifiesto la correspondencia analógica que existe entre la matriz institucional y los procesos de subjetivación. Lo hemos visto en el delicado mecanismo introyectivo que sostenía a la sociedad disciplinaria, asegurando la secuencia transferencial entre familia, escuela y fábrica, y la cadena de dispositivos satelitales que reforzaban y completaban la operatoria a través de los espacios de encierro: hospitales, cuarteles, prisiones, etc.1 Lo comprobamos, más de cerca, en la correspondencia que se produjo entre las variaciones institucionales de la sociedad de control y el modo en que la dinámica individual quedó vinculada a la vigilancia voluntaria a través de las tecnologías móviles, los dispositivos de control a cielo abierto, el endeudamiento financiero inducido, la sujeción mediática de la agenda pública, etc. Pero el análisis de los procesos históricos nos ha permitido observar esta dinámica en perspectiva, a partir de lo cual también hemos podido observar el modo en que esa correspondencia se desajusta. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando un diagrama de poder se convierte en otro. Fue lo que ocurrió en la conversión de las sociedades de soberanía a las sociedades disciplinarias, y de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control. No se trata de cortes abruptos, ni siquiera en aquellos casos donde se producen estallidos revolucionarios. Por el contrario, son transiciones que se caracterizan por un doble juego de continuidades y discontinuidades, en el que se van generando dispositivos de administración social acordes a las nuevas relaciones de fuerza y en la misma medida que se discontinúan los dispositivos que se vuelven progresivamente inactuales en la renovada articulación entre saber y poder. En cada una de estas transiciones se vive un período inercial en donde la sociedad es lo que su gente ya no es. Una suerte de vacío nominal y conceptual en el que las prácticas sociales se vuelven infieles, en tanto que dejan de asegurar la relación transferencial con las instituciones y se interrumpe la 1
Corea, Cristina y Lewcowicz, Ignacio, “Escuela y ciudadanía”, en Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas, Ed. Paidós, Buenos Aires, 20011, p. 19
dinámica de los campos que estructuran el espacio social. Digamos que se trata de un acontecimiento plural, extenso, y sincrónico que, antes de hacerse evidente, se anuncia en los siguientes pre-efectos: 1. Una crisis disciplinar que se manifiesta en la dificultad para administrar la Página | 3 complejización en curso y para dar cuenta de su presente 2. El surgimiento de nuevas fuerzas que van ganando presencia de un modo progresivo y van reconfigurando el espacio social 3. Una paulatina disfuncionalidad de la constelación institucional Hoy, tal como lo advierte buena parte de las ciencias sociales y humanas, pero también como lo experimentamos en nuestra vida cotidiana, participamos de un momento análogo. Los mayores lo percibimos cuando registramos que gran parte de los saberes que manejábamos dejaron de ser referencias efectivas en la estructuración de nuestros vínculos con el mundo. Los más jóvenes, por su parte, lo perciben a partir del manejo de un saber que les resulta sumamente vital para la interacción con la cultura emergente, pero sin un correlato institucional. Según los resultados de un trabajo de investigación que inicié en 2010, este proceso se puede desagregar en tres situaciones que nos permiten observar la dinámica transicional de nuestro presente. Es bueno aclarar, sin embargo, que ninguna de estas situaciones se desarrolla de manera autónoma ni pura, sino que confluyen en áreas de intersección y potenciación centrífuga. La primera de estas situaciones corresponde a una etapa de desplazamientos. La segunda situación se caracteriza por una serie de desconexiones cruzadas. Y la tercera, por una progresiva y constante senilización institucional. Primera situación: Desplazamientos Desde mediados del siglo XIX, como parte del proceso que fue desestructurando las percepciones naturalizadas de la historia y la política (Marx), la moral (Nietzsche), la conciencia de sí (Freud), la ontología (Heidegger) y las posibilidades del saber (Foucault), se fue produciendo una retahíla de cortes epistemológicos que rubricaron las postrimerías de la modernidad tanto como el declive del orden simbólico que estructuraba el pensamiento occidental. Fue un período arduo y cismático en el que varias generaciones, muchas veces con sangrías masivas, libraron obscuras batallas contra demonios atávicos que signaron nuestra historia. Pero en los últimos veinte años, mientras se consolidaba la versión más salvaje del capitalismo financiero subordinando a la política, paradójicamente, se produjo una fuerte desafectación de la modernidad. Una serie de desplazamientos combinados, permanentes, multidireccionales, espontáneos y simultáneos (Figura 1) que fueron de lo real concreto a lo virtual ubicuo; de lo sólido a lo líquido, de lo seguro a lo ambiguo, de lo estable a lo relativo, de lo profundo a lo extenso, de lo nacional a lo global.
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Figura 1
Se genera así una creciente fuga de sentido y un desfasaje cognitivo respecto del mundo de la vida, entendido como el universo de certezas y significados compartidos en que se funda toda interacción. Esto reveló las dificultades acumuladas para prever, administrar y dar cuenta de la complejización social en curso; pero también expuso el retraso del repertorio teórico y conceptual que manejaba la teoría social para dar cuenta de su presente. Es justo decir que no era una traza fácil de reconocer desde la contemporaneidad debido a que sobrevenía gradualmente, mientras la inercia cultural mantenía vigente y efectiva la episteme que históricamente había organizado la lógica del sentido, y mientras el Estado Nación seguía funcionando como “meta-institución” y continente de todas las categorías sociales. Pero no menos cierto es que en las postrimerías del siglo XX y comienzos del XXI, había indicios suficientes para advertir: 1. Que las ciencias sociales se enfrentaban a un vacío in-significado2 2. Que presentábamos un creciente déficit en la captación y aprehensión de nuestro entorno 3. Que se agotaban las narrativas que durante más de diez generaciones ofrecieron a] un relato convincente de la naturaleza humana, b] una ontología que fundamentó el derrotero capitalista, y c] una estructuralidad que proporcionó organización social, comercial y política. 4. Que perdíamos el timing para interactuar con emergentes epocales que comenzaban a producir un nuevo sentido social 5. Que se estaba produciendo una disrupción tecno-social que modificaba la cognición 6. Que se discontinuaban los procesos de subjetivación política tal como los conocíamos y se iniciaban otros con carácter fundante 7. Que participábamos de un proceso colectivo de desclasificación de lo sociológicamente identificable 2
Gatti, Gabriel, “La teoría sociológica visita el vacío social (o de las tensas relaciones entre la sociología y un objeto que le rehúye”, en Las encrucijadas de la diversidad cultural. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 2005
8. Que se abría un incierto ser-por-venir que hacía de la inasibilidad una estrategia social Sin desmedro de una caracterización más pormenorizada de estos signos, y sin dejar de reconocer a los autores que advirtieron esta situación y trabajaron decididamente sobre ella, podríamos convenir en que la índole de estos Página | 5 desplazamientos alcanza para percibir que nuestro horizonte conceptual y la teoría social demandan una reformulación más decisiva que la que hemos conseguido hasta el momento. Segunda situación: Desconexiones El vacío interpretativo, sumado a la incapacidad de proveer estructuras de contención y orientación social, componen una segunda situación que se caracteriza por una desconexión múltiple. Pequeñas y constantes alteraciones de sentido que, si bien no alcanzan a desconectarse del sentido dominante, reflejan las dificultades que tiene la estructuralidad para mantener su vigencia epistémica, y por lo tanto su dominio. (Figura 2) Hablamos de una dis-continuidad experiencial, una dis-yunción epistémica, una dis-locación subjetiva, y una dis-funcionalidad institucional. Todas estas desconexiones, precedidas por el prefijo dis 3 , denotan las anomalías de los paradigmas que establecen los criterios estándares de interpretación, organización y funcionamiento social.
Figura 2
Dis-continuidad experiencial porque se interrumpió una dinámica social y surgió otra que, a diferencia de sismas culturales anteriores, no disputa un lugar en la estructura hegemónica, no plantea una ruptura crítica, ni se presenta como una oposición. Sin embargo, producto de su carácter tecno-social, se desarrolla en el mismo tiempo y espacio donde la estructura hegemónica —tal como observamos— está defeccionando. Esto confecciona un presente, no exento de esquizofrenia social, en el que ambas lógicas se mantienen igualmente vigentes y efectivas. Con un 3
Proveniente del griego dys, que significa anomalía, dificultad, separación.
agravante en ciernes: por tratarse de dos lógicas que abrevan en concepciones divergentes y por ser igualmente expansivas, cada vez tienen menos posibilidades de convivir “armoniosamente”. Dis-yunción epistémica porque la masificación de las tecnologías interactivas ha desarrollado procesos cognitivos diferenciados y sin antecedentes que estimulan Página | 6 otras neuronas y otras zonas corticales, como en su momento ocurrió con la lectoescritura. Esta alteración cognitiva afectó los hábitos de producción, elaboración y asimilación del conocimiento. Es decir, modificó los procesos de subjetivación y socialización, pero también impactó en los dispositivos de verdad y los códigos culturales que rigen los esquemas perceptivos y explicativos del orden social; quedando expuesto un desfasaje múltiple. A modo de ejemplo: desfasaje de la norma jurídica respecto de la socialización del excedente cognitivo, de las redes de intercambio y de las licencias Creative Commons; desfasaje de los modelos pedagógicos respecto de la producción de conocimiento asociativo, fragmentario, paralelo y no secuencial; desfasaje de la economía neoclásica respecto de las condiciones de producción colaborativa. Pero también desfasaje de la univocidad del logos respecto de una racionalidad de lo visible (imago) que no se subordina a lo verbal y que sin embargo porta una gran potencia comunicativa y deliberativa, abriendo una instancia de inter-comprensión anómala, por fuera de la sujeción gramatical dominante. Dis-locación subjetiva porque la interacción tecno-social ha construido un nuevo sujeto, basado en otros vínculos interpersonales y otra lógica relacional, pero sobre todo a partir de las líneas de fuga que se produjeron en torno al sujeto moderno. (Figura 3)
Figura 3
Como dice Martín Barbero en un trabajo sobre el saber actual: “estamos ante un sujeto cuya autoconciencia es muy problemática, porque el mapa de referencia de su identidad ya no es uno solo, pues los referentes de sus modos de pertenencia son múltiples, y, por tanto, es un sujeto que se identifica desde diferentes ámbitos, con diferentes espacios, oficios y roles. Hoy día una mujer no es sólo la madre de sus hijos ni la esposa de su marido; es, además, una profesional que
tiene su propia visión del mundo, su propia posición en términos políticos, ideológicos y estéticos, y cada una de esas afiliaciones significa una desestabilización del sujeto desde el que hablaba un yo de ama de casa-madre de familia”4. Se trastocaron las referencias orientadoras y subjetivantes que remitían al origen, el tiempo y el espacio. Esto hizo que cambiaran los vínculos con: Página | 7
a) la procedencia social, el linaje personal y la tradición cultural b) el patrón temporal secuenciado y progresivo que se desagregaba en un pasado entendible, un presente justificable, y un futuro proyectable c) los gentilicios y los condicionantes biológicos Este sujeto multitudinario, como lo llaman algunos autores, ha mutado en un ciudadano del mundo que combina lo particular-local con lo común-global, buscando nuevas formas de organización y ensayando nuevas formas de acción política a partir de la coalición de voluntades des-localizadas. Todo esto ocurre, hay que decirlo, al margen de las interpretaciones, todavía erráticas, de las ciencias humanas y sociales. La Dis-funcionalidad institucional coincide con la tercera situación y se refleja en el desajuste entre la matriz institucional y los procesos de subjetivación. El afianzamiento del dominio de la estructura hegemónica llevó a pensar que se podía elevar una forma de vida particular y contingente -la de la modernidad-, a la categoría de modelo universal y necesario 5 . En este contexto de apogeo, las instituciones consolidaron un régimen imitativo que obstaculizó la innovación; inficionó los mecanismos delegativos; desvió la atención de los reclamos sociales; dejó de percibir las nuevas demandas epocales. Es decir, se confundió una construcción cultural con un orden natural. ¿El resultado? Se favoreció el manejo corporativo y personalista de los dispositivos de poder, adoptando el simulacro como principio de representación; lo cual terminaría licuando el mandato social, desacreditando a sus dirigentes, desdibujando el valor organizador de las instituciones, y descomponiendo la membresía comunitaria. ¿Dónde se observa esta crisis institucional? (Figura 4) En el desencuentro del Estado con sus ciudadanos, de la escuela con sus alumnos, de la empresa con el Management, de los partidos políticos con la militancia, de la universidad con los estudiantes y las “profesiones invisibles”, en los sindicatos con los delegados gremiales, de los Medios de Comunicación con la audiencia prosumidora, de la cultura con el espectadorprotagonista, de la familia con antiguos roles reificados6. 4
Barbero, Martín, “Saberes hoy. Diseminaciones, competencias y transversalidades”, Revista Iberoamericana de Educación Nº 32. Disponible en línea: http://www.rieoei.org/rie32a01.htm 5 Esta lectura es deudora de una muy interesante revisión de José Enrique Rodó hecha por Dardo Scavino, en donde analiza las dificultades modélicas —y por lo tanto institucionales— que el autor uruguayo encontró en su intento de pensar un modelo alternativo de modernidad. Ver Scavino, Dardo, El Mesías de Rodó, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXXIX, Nº 77. Lima-Boston, 2013, pp. 1-20 6 En esta conferencia no tenemos margen para un mayor desarrollo de este tema. En Mundo extenso (FCE, 2012) realizo un análisis más pormenorizado de estas tensiones, en particular en el capítulo XXVII, “Luminosidad sin iluminismo”
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Figura 4
Esto no quiere decir que estas instituciones no tengan vigencia ni que hayan perdido importancia, pero es innegable que se han desestabilizado producto de los movimientos tectónicos que sacuden los cimientos de la modernidad tardía y que ha obligado a todos los actores sociales a revisar sus prácticas. Situaciones intercambiables La intercambiavilidad y la interconexión de cada una de estas variables complejiza aún más el escenario social y subjetivo, malogrando la administración de la mutación cultural, debido al cambio de régimen, de referencias y de saberes. (Figuras 5, 6, 7, 8 y 9)
Figura 5
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Figura 6
Figura 7
Figura 8
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Figura 9
Esta suma de desconexiones-relaciones, podríamos decir con cierto conocimiento empírico, forma parte de una cosmovisión emergente que, de manera colaborativa y en un sentido amplio, revalúa la idea de trabajo, futuro, familia, amistad, aprendizaje, dinero, sexo, intimidad, política, autor, ocio, educación, conocimiento, contrato social, profesión, etc. En términos del filósofo Ernesto Laclau, sería la administración fáctica de significantes que, en tanto que imposibilitados de realizar aquello que estaba en su interior, han quedado vaciados de sentido; lo cual hizo que, sin solución de continuidad, otras prácticas y otros contextos comenzaran a resignificarlos llenándolos de nuevos sentidos. Breves apuntes para una nueva institucionalidad El carácter irregular y embrionario de las situaciones que acabamos de repasar nos impide realizar proyecciones. Esto es, no podemos deducir un patrón cultural en una transición donde lo que está dejando de ser todavía está y donde lo que está llegando todavía no es. En otras palabras, no podemos realizar especulaciones concluyentes sobre los modos de representación, historicidad, relaciones de poder, y modelos educativos de una cultura pre-figurativa (entendida como una cultura que aún no ha desarrollado una conceptualización y una teorización). Menos aún —si pretendemos ser responsables— declararnos optimistas o pesimistas sobre el desenlace del porvenir, ya que vamos a encontrar argumentos para defender ambas posiciones, pero no sin incurrir en una lectura caprichosa. No obstante eso, de los sucesivos escarceos entre lo instituido y lo instituyente, podemos realizar algunas derivaciones procedimentales de las acciones innovadoras y de algo que en la cultura emergente adquiere un carácter cada vez más decisivo, me refiero a la relevancia que tienen los trayectos en la definición de valor7. 7
Ver la idea de trayectoria en “Respirar con las branquias de Google”, en Alessando Baricco, Los Bárbaros, Ensayo sobre la mutación, Madrid, Anagrama, 2008, p. 93. La emergencia de la forma-trayecto en el arte contemporáneo, en Nicholas Bourriaud, Radicante, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2009, p. 123. Y la idea de “nomadismo” en Pierre Lévy, Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio, Washington, Organización Panamericana de la Salud, 2004, p. 9
Valor de una idea, que —como dice Alessandro Baricco— ya no está definida por sus características intrínsecas, sino por una composición de materiales diversos, muchos de ellos exógenos, que le dan significado y la resignifican permanentemente. Valor de un sentido que ya no está convalidado por la intermediación del logos ni legitimado por la intervención de la docta, sino por relaciones efectivas y posibles que revelan su carácter convergente, dinámico y común. Valor de un ethos epocal que Página | 11 actúa en sociedad de un modo rizomático, sin subordinarse a la lógica de los recorridos que se realizan en la superficie terrestre, sino atravesando universos de problemas, mundos vividos, paisajes de sentido 8 . Trayectos, entonces, como “espacios invisibles de conocimientos, de saber, de potencias de pensamiento en cuyo seno nacen y se transforman cualidades de ser, maneras de actuar en sociedad”9. En este sentido, hay trayectos que se disocian de la institucionalidad moderna y que, de un modo incipiente, insinúan los rasgos de una nueva institucionalidad. Por un lado, prácticas asociadas a la activación de un excedente cognitivo sin precedentes; y por otro, el surgimiento de actores colectivos que consagran hábitos con arreglo a fines. Es el caso, por ejemplo, y sin ir muy lejos, de Wikipedia, de la Peer-to-Peer University, y de la comunidad de servidores Apache10. Estos tres emprendimientos, ligados a la producción de conocimiento, se caracterizan por su espíritu colaborativo. Tienen fundadores con nombre y apellido que en el momento de crearlos les dieron su propia impronta, pero luego fueron echados a andar y en el trayecto fueron apropiados socialmente por una concurrencia indiscriminada de amateurs y expertos que los mejoraron, les dieron un enorme impulso y desdibujaron las marcas de origen. Ahora ya son bienes comunes y el activo más importante de estos proyectos, como dice Clay Shirky, es el acceso de los unos a los otros11. Estas “comunidades de prácticas”12 son asociaciones muy vivas, con un importante espíritu de cuerpo y un alto intercambio de argumentos, que tienen como base funcional los siguientes presupuestos: a) el reconocimiento de interlocutores y agregaciones allí donde la modernidad sólo concebía distancia, individualismo, y extrañamiento b) prácticas tendientes al entendimiento y la inter-comprensión de intereses, contextos, y pareceres
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Pierre Lévy, Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio, Washington, Organización Panamericana de la Salud, 2004, p. 10 9 Ibid., p. 9. 10 Clay Shirky realiza un análisis pormenorizado del significado y las implicancias de la Comunidad Apache en Excedente cognitivo. Creatividad y generosidad en la era conectada (Deusto, 2012) Por mi parte, en Mundo extenso. Ensayo sobre la mutación política global (FCE, 2012), analizo los casos de Peer-to-Peer University y la Wikipedia, sobre todo el de la enciclopedia fundada por Jimmy Wales. 11 Shirky, Clay (2012). Excedente cognitivo. Creatividad y generosidad en la era conectada, Barcelona. Ed. Deusto, p. 25 12
El concepto pertenece a Jean Lave y Etienne Wenger, lo utilizan para designar a quienes se juntan para compartir conocimiento con el objeto de mejorar en lo que hacen. Ver Wenger, Etienne (2001), Comunidades de prácticas: aprendizaje, significado e identidad. Madrid. Ed. Paidós
c) una pedagogía emancipadora que, bajo el signo de la igualdad, le confiere voz y autoridad a cualquiera que desee participar de la experiencia13. El carácter autopoiético de estas prácticas colectivas no sólo está redefiniendo lo real-posible a partir de acciones y objetivaciones incontestables, sino que además está componiendo las bases de un nueva institucionalidad: fructuosa, flexible, Página | 12 dinámica, descentralizada, multinodal, colaborativa y asequible. En este sentido, en la medida que estos modelos asociativos se afirmen y perfeccionen, es de esperar que su aplicación se extienda y se aplique en otros campos de interés. La paulatina asimilación social de los intercambios horizontales habla, como en el caso de Arquímedes, de un saber latente en tránsito de ser reconocido; es decir, de la correspondencia que esta incipiente matriz institucional guarda con los actuales procesos de subjetivación. Correspondencia, recordemos, inversamente proporcional a los desajustes que mantenemos con la institucionalidad moderna y, por lo tanto, con su complejo y omnipotente diagrama de poder, que devino irreconciliable con los hechos cotidianos, como lo fue la teoría geocéntrica tras los pronunciamientos científicos de Copérnico. Habitamos, pues, un período en el que dirigentes competentes y bien intencionados tratan de administrar la agonía institucional con reformas y renovaciones, mientras otros rehúyen y niegan lo indisimulable para defender sus efímeros privilegios, pero como suele ocurrir con los desamores, son reformas y resistencias que se producen a destiempo, en el desacompasamiento de dos experiencias que siendo contemporáneas se vuelven extrañas porque han perdido la concordancia.
(*) Fernando Peirone: Director del Programa de Saber Juvenil Aplicado, de la Universidad Nacional de San Martín. Autor de Mundo extenso. Ensayo sobre la mutación política global (FCE, 2012)
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Ranciére, Jacques (2007), El maestro ignorante, Buenos Aires. Ed. Del Zorzal
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