La política de los medios chiles

October 16, 2017 | Autor: Gustavo Cano | Categoría: Migration Studies, Barack Obama, United States
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Descripción

La política de los medios chiles Por Gustavo Cano *

22 noviembre, 2014

El presidente Obama más o menos cumplió su parte. Mediante una orden ejecutiva implementará una especie de reforma migratoria que medio deja contentos a unos y bastante molestos a otros. La política de los medios chiles, diríamos en el bajío. Aunque esto no quiere decir que Obama tenga la brújula descompuesta, al contrario, hace lo que puede con quien puede y con lo que medio tiene. En su proyección original, el nuevo plan contribuye a regularizar temporalmente y evitar la deportación de entre 3.5 y 5 millones de migrantes indocumentados. La cifra varía dependiendo de quién haga el análisis. Ayudaría básicamente a aquellos migrantes indocumentados que sean padres cuyos hijos sean estadounidenses o cuenten con la residencia legal. Esta medida tendría una validez de tres años e incluye permiso para trabajar. Al final de los tres años los migrantes que la adoptaron tendrían que revalidar el permiso de estadía en los Estados Unidos bajo condiciones poco o nada claras. Esta acción ha puesto a hervir el cerebro y nervios a la mayoría de los republicanos. Además de un alud de gritos y sombrerazos, algunos gobernadores republicanos ya están listos para llevar ante las cortes la medida de Obama y se espera que los nuevos congreso y senado estadounidenses, controlados por los republicanos a partir del próximo enero, le hagan la vida de cuadritos al presidente por su cara osadía. Obama juega sus cartas con el legislativo de manera brillante. En sus dos últimos años en el cargo tiene poco que perder. Con esta jugada pone contra la pared a los políticos republicanos al tratar de exhibir su falta de determinación y acción legislativa ante un sistema migratorio disfuncional. Bajo la consideración de que la mayor parte de los inmigrantes indocumentados son de origen hispano, los legisladores republicanos deben pensar muy bien sus acciones si no quieren perder en buena medida el apoyo electoral hispano en las próximas elecciones presidenciales. ¿A nivel nacional se requiere el voto hispano para llegar a la presidencia estadounidense? Depende. Si las elecciones son cerradas, con un margen menor al 5% de diferencia de voto entre los contrincantes líderes, la respuesta es un contundente “sí”. Aunque con elecciones cerradas o no, a nivel estatal y local, la influencia hispana en las urnas en el 2016 se sentirá más fuerte en California, Texas, Illinois, Nevada, Arizona, Florida, North Carolina, Nueva York y New Jersey. El voto de electores ligados a la migración indocumentada se hará también sentir en Washington, Colorado, Michigan, Georgia, South Carolina, Virginia, Pennsylvania, Massachusetts, Maryland y Connecticut, aunque en menor medida a comparación de los estados primeramente mencionados. Por otra parte, Obama también juega hábil con los hispanos, tanto con los que votan como con los que aspiran a legalizar su estadía de manera permanente. Entre más inmigrantes acudan a legalizar su estadía por tres años, será más difícil para los legisladores y ejecutivo en turno revocar las estadías y los permisos para trabajar. Si pocos inmigrantes acuden a regularizarse, serán presa

fácil de un gobierno estadounidense anti inmigrante y no se descarta deportaciones grandes de ex legalizados. En pocas palabras, si millones se acogen a la medida, nada les pasaría; si unos cuantos miles lo hacen, se estarían jugando su estadía de manera peligrosa, ya que sus datos podrían ser usados por las propias autoridades migratorias para que se les inicie un proceso de deportación. Todo esto dentro de tres años. Y aquí viene la gran pregunta: ¿Cuántos indocumentados le van a entrar a la propuesta de Obama? Para el caso de los hispanos (porque también hay indocumentados europeos, asiáticos y africanos) la pregunta está en la sobremesa de una buena parte de sus hogares. La mayoría de los indocumentados con hijos de 16 años para arriba, y teniendo en cuenta que la última amnistía se dio en 1986, ya han formado su vida sin mayor dificultad en territorio estadounidense. Ya han trabajado por años y en la mayoría de los casos han contribuido puntualmente al fondo de pensiones del Social Security. Han resuelto sus problemas de salud como han podido y algunos hasta son dueños de joyerías, de taquerías, de mueblerías, de dulcerías, de cuadrillas en los negocios de la construcción y jardinería, y hasta de mini supermercados. A tal grado les ha ido bien, que hasta han procreado ciudadanos estadounidenses. Para estos casos arriesgarse a ser deportados por tres años de legalidad sería completamente irracional. Ciertamente no todos comparten esta historia de éxito, pero el resto no cantan mal las rancheras. Algunos de ellos ya son dependen económicamente de los hijos, otros pueden esperar sin problema alguno a que se cumplan los tres años a ver qué tal les fue a los que sí le entraron al programa de Obama. Bajo esta perspectiva difícilmente acudirían millones a legalizar su estadía. Finalmente, hay que considerar el talón de Aquiles de los hispanos en la realidad política estadounidense: el hispano tiende a ser la más grande minoría que tiene la fea costumbre de votar en bajos números. Mientras la segunda generación de migrantes hispanos no acuda a las urnas para darse a entender, la primera generación seguirá en el limbo migratorio, ya “abueleando”, pero sin peso político alguno. Después de todo Obama ha logrado involucrar en términos reales a las partes en conflicto para que hagan sus respectivas tareas y se resuelva el conflicto. Él se va en enero del 2017, los republicanos y los indocumentados se quedan. Y de estos dos últimos depende principalmente que los medios chiles se queden o no sobre la mesa.

* Gustavo Cano, Ph.D. in Political Science, Columbia University in the City of New York. Director of the Transnationalism Research Project at Mexico Research Network. www.mexre.org

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