La población de Roma de la Antigüedad Tardía al Alto Medievo (ss. III-X)

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Descripción

COLECCIÓN OBRAS COLECTIVAS UAH HUMANIDADES

38. Cartas – Lettres – Lettere. Discursos, prácticas y representaciones epistolares (siglos XIV-XX) Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas (dirs.) 39. (Re)considerando ética e ideología en situaciones de conflicto/(Re)visiting ethics and ideology in situations of conflict Carmen Valero Garcés (Coordina y Edita) 40. España y la Segunda Guerra Mundial. Antonio Manuel Moral Roncal, y Francisco Javier González Martín 41. Discursos Legitimadores de la conquista y la colonización de América. Francisco Castilla Urbano (Ed.)

42. Acciones en investigación aplicada a la Cooperación para el Desarrollo: pasado, presente y futuro. Consuelo Giménez Pardo y Luis F. Rebollo Ferreiro (dirs.)

www.uah.es

Este grupo de estudiantes, junto con Francisco Sánchez Salas y Rosario Ortega Gutiérrez, se embarcaron en la aventura de organizar el I Congreso de Jóvenes Investigadores de Ciencias de la Antigüedad de la UAH, logrando con esta iniciativa un éxito total que ha llegado a ser imitado con posterioridad por otros grupos de jóvenes investigadores de otras universidades.

UAH

37. Linguistic Insights: Studies on Languages. Isabel de la Cruz Cabanillas y Cristina Tejedor Martínez (eds.)

Roma y el Mundo Mediterráneo La edición de este volumen está encabezada por Noelia Vicent Ramírez y Jaime de Miguel López, dos alumnos de doctorado en Historia Antigua en la Universidad de Alcalá. También han colaborado en la edición del mismo Aitor Fernández Delgado y Cristina Jiménez Cano, también doctorandos de la UAH en Historia Antigua.

OBRAS COLECTIVAS HUMANIDADES 43

36. Construyendo identidades. Del protonacionalismo a la nación. José Ignacio Ruiz Rodríguez e Igor Sosa Mayor (dirs.)

oma y el Mundo Mediterráneo es el título que reciben las actas del I Congreso de Jóvenes Investigadores en Ciencias de la Antigüedad de la UAH, celebrado en el Colegio de San Idelfonso y el Museo Arqueológico Regional los días 5, 6 y 7 de marzo de 2014 en Alcalá de Henares. En estas actas se reúnen una selección de los mejores artículos científicos resultantes de las comunicaciones presentadas en este congreso, dejando así, la huella escrita de las interesantes sesiones que en el mismo se vivieron y aportando una visión novedosa y multidisciplinar al conocimiento histórico del mundo romano y su contexto mediterráneo, abordando de forma concreta numerosos y diversos aspectos de la Historia antigua romana.

Noelia Vicent Ramírez y Jaime de Miguel López (Eds.)

35. Cuartas Jornadas de Jóvenes Investigadores de la Universidad de Alcalá. Cristina Tejedor et al. (eds.)

R

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34. La comunicación en el ámbito médico-sanitario. Communcating in the healthcare setting. Carmen Valero Garcés y Carmen Cedillo Corrochano (eds.)

Noelia Vicent Ramírez & Jaime de Miguel López (Editores)

UAH

33. Identidades confesionales y construcciones nacionales en Europa (ss. XV-XIX) José Ignacio Ruiz Rodríguez e Igor Sosa Mayor (dirs.)

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OBRAS COLECTIVAS HUMANIDADES 43

32. Escrituras silenciadas. El paisaje como historiografía José F. Forniés Casals, Paulina Numhauser (eds.)

Noelia Vicent Ramírez Jaime de Miguel López Editores

Índice

Jaime de Miguel López Presentación.............................................................................................................11

Las visiones de Roma David Sevillano Mitos y realidad en las descripciones del Imperio Romano en las fuentes chinas.......................................................................................................................15 José Manuel Ortega Jiménez La presencia de Roma en el Palacio del Buen Retiro...............................................43

Roma republicana y alto imperial en su contexto mediterráneo Javier Salido Domínguez Estrategia y logística militar: El aprovisionamiento de alimentos al ejército romano................................................................................59 José Ortiz Córdoba El problema de la piratería en el mundo romano: una aproximación a su estudio......................................................................................................................83 Alberto Mazquiarán Plaza Legio VI Victrix. Balance de su asentamiento en Hispania a través de las fuentes arqueológicas y epigráficas........................................................................107 Alberto Barrón Ruiz de la Cuesta Entre dos imperios: el escenario siciliano en la Segunda Guerra Púnica...............119

Índice

Víctor Sánchez López El uso del terror en la política exterior: mecanismos de disuasión en la dinámica imperialista Julio-Claudia.......................................................................143 Marco Almansa Fernández Religiones en combate: una aproximación al culto religioso romano en contextos de lucha..............................................................................................161 Rosario Ortega Gutiérrez La medicina griega en Roma. Del esclavo medico al médico ciudadano..............181 Natalia Teja Reglero Mujer y magia en el mundo romano.......................................................................193 Aroa Molina Cabanas El protagonismo de las mujeres sirias en la dinastía Severa: control político y sincretismo religioso...............................................................................................211

El mundo romano y su realidad mediterránea tardoantigua Raúl Serrano Madroñal Los vándalos y el ocaso del «lago romano»...........................................................231 Silvia Berrica El desarrollo de la Iglesia copta durante los siglos IV-VI.....................................251 Alberto González García La población de Roma de la Antigüedad Tardía al Alto Medievo (ss. III-X).......269 Aitor Fernández Delgado Verbae ex Columnarum Herculem: el Chronicon de Juan de Bíclaro a propósito de la penetración ávaro-eslava en los Balcanes......................................281 Daniel Hernández San José Urbem fecisti quod prius orbis erat: el crisol romano en los albores de la Edad Media.............................................................................................................305

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Índice

Roma a través de la arqueología Noelia Vicent Rámirez Deportatio ad Insulam. Córcega y Cerdeña contextos de exilio............................327 Gabriel Aroca Castillejos y Adolfo Moreno Márquez Introducción a la minería y la metalurgia romana en el término municipal de Belmez...................................................................................................................357 Verónica del Río Canedo Roma más allá del Mediterráneo. Primeros contactos atlánticos. El caso del Noroeste peninsular: un estado de la cuestión.......................................................369 Irene Salinero Sánchez El Castillón, Las Delicias y Villanueva de Mesía: un intento de adscripción cultural...................................................................................................................389 Isabel Busquets Porcell y José Miguel Rosselló Esteve Ciudades, iglesias y castillos. La traslación del poder en las Baleares del siglo III al IX................................................................................401 Ignacio Hernández Ataz La iconografía del caballo y el jinete en la numismática prerromana....................413 Helena Gozalbes García Dacia y Parthia capta: propaganda monetaria imperial bajo el imperio de Trajano................................................................................................................431

Pósters Helena Gozalbes García & José Ortiz Córdoba El motivo restitvtorem las monedas de la dinastía Severa. Leyendas e imágenes................................................................................................................453

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LA POBLACIÓN DE ROMA DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA AL ALTO MEDIEVO (SS. III-X) Alberto González García Universidad Complutense de Madrid RESUMEN Este trabajo pretende repasar las distintas propuestas sobre la población de la Roma Tardoimperial, situar en sus justos términos las cifras, y analizar su evolución demográfica entre la Antigüedad Tardía y el Alto Medievo. ABSTRACT This paper aims to review the various proposals on the population of Late Imperial Rome, placing the figures in their proper terms and analyzing the demographic trends between Late Antiquity and Early Middle Ages. Palabras clave: Roma Tardoantigua; población. Key-Words: Late Antique Rome; population. Roma quanta fuit, ipsa ruina docet!, reza un célebre y recurrente dicho. El problema que pretendemos plantear con la presente investigación es, precisamente, que Roma nunca fue tanto. Desde hace siglos, es común afirmar alegre y equivocadamente que su población alcanzó el millón o millón y medio de habitantes en la era Julio-Claudia. Lejos de tratarse de una mera disquisición anticuarista, la cuantificación de la población de la Roma Imperial y su hundimiento demográfico en época tardoantigua es una vieja cuestión historiográfica que posee notoria enjundia. No se trata de caer en la numerolatría, fetichismo impropio de las Humanidades1. Sin embargo, el establecimiento de cifras absolutas y relativas es fundamental para poder analizar y comprender determinados procesos históricos, en este caso la evolución de la Urbe en el turbulento tránsito de la Antigüedad al Medievo. La cifra mágica, redonda, del millón de habitantes, procede invariablemente de la pretensión de Augusto de haber alimentado a 320.000 varones plebeyos en 5 a.C., según consta en sus Res Gestae. Refinando el cálculo, Karl Julius Beloch (1854-1929) esti    1 Sobre cliometría, números e Historia, cf. Rothbard, M. N., 2002, pp. 7-26. N. Vicent Ramírez & J. de Miguel López (eds.), Roma y el Mundo Mediterráneo, Universidad de Alcalá, Obras Colectivas Humanidades 43, Alcalá de Henares, 2015 [ISBN: 978-84-16133-66-6].

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maba que esos 320.000 varones libres (el 86% mayores de 10 años) debían constituir el 56% de la plebe romana, que elevaba a 574.000, a los que sumaba patricios, esclavos, viajeros y guarnición para alcanzar los 870.000 habitantes2. Peter Brunt (1917-2005) establecía el porcentaje en el 35%, elevando la población total a 914.0003. Richard Duncan-Jones prefirió una cifra algo inferior, el 28’6%, situando el total en 1.220.0004. El grueso de la historiografía estima una población cercana al millón, sin entrar en mayor detalle5. Sin embargo, empleando esta misma fuente, y no sin razón Justo Lipsio elevaba la población romana a 4 millones de habitantes, cifra que nada tiene de alocada si creemos realmente que la población de varones libres ascendió a 320.000 individuos6. El problema estriba en la terminología empleada en las Res Gestae. En una línea se afirma que en 5 a.C. Augusto repartió dinero entre 320.000 varones libres de la plebe urbana (trecentís et viginti millibus plebis urbanae sexagenos denarios viritim dedi). Pero unas líneas más abajo, se menciona que en 11 a.C. distribuyó dinero entre los 200.000 plebeyos que recibían grano gratis, sin distinción de edad o sexo (sexagenos denarios plebei, quae tum frumentum publicum accipiebat, dedi; ea millia hominum paullo plura quam ducenta fuerunt)7. Las propias Res Gestae indican que Augusto, siguiendo el testamento de Julio César, donó 300 sestercios a todos los plebeyos romanos, sin distinguir sexos, en 44 a.C.; nuevos repartos se produjeron en su quinto y su décimo consulados (29 y 24 a.C.). Sin embargo, todas esas liberalidades sólo beneficiaron a unas 250.000 personas (Quae mea congiaria pervenerunt ad hominum millia nunquam minus quinquaginta et ducenta)8. Otros autores indican que, al fallecer en 14 d.C., sus mandas testamentarias sólo recayeron en 150.000 plebeyos9. Si las distribuciones entre el total de la plebe urbana se realizaron siempre en un rango de 150 a 250.000 personas entre 44 y 11 a.C., y en 14 d.C., es ridículo suponer que, de repente, su número se multiplicó de tal modo que, en 5 a.C., sólo los varones ascendían a 320.000. En realidad, es más lógico concluir que el reparto de 5 a.C. se produjo entre 320.000 plebeyos de todas las edades y sexos (ya de por sí un más que considerable incremento), aunque esa distribución realizara a través de los varones libres, o incluso pensar que, en este caso, viritim quería decir «por persona», no exclusivamente     2 Beloch, K. J., 1886, pp. 392-412.     3 Brunt, P., 1971, pp. 376-388.     4 Duncan-Jones, R. P., 1974, p. 264.     5 E.g. Homo, L., 1951, pp. 98-99; Rickman, G., 1980, pp. 8-9 y 176; Krautheimer, R., 1999, pp. 831-832. Maier, F. G., 1953, pp. 321-2, recoge los juicios y cifras de diversos autores a tal respecto.     6 Lipsio, J., 1598, pp. 125-132.     7 Brunt, P. et Moore, J.M. ,1967, pp. 24-7.     8 Id., 1967, pp. 24-5.     9 Suet., Aug. 101; Tac., Ann. I, 8; Dio. Cass., LVII, 14, 2.

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por varón. Josiah Cox Russell (1900-1996) estimaba, además, que las 254 panaderías de Roma no podrían haber producido pan para más gente10. Otra línea de aproximación es la realizada por Jean Durliat, quien se hace eco de una noticia de Amiano Marcelino, según la cual había en la Urbe 200.000 incisi para cargos electos, que representarían el 30% de la población libre, 600.000, y el total con esclavos 900.00011, cifra recientemente aceptada por Bernard Lançon12. Lo cierto es que podemos afirmar, sin temor alguno a equivocarnos, que la idea de una Roma capaz de albergar más de un millón de habitantes es una fantasía completamente ridícula, algo demostrado hace más de 150 años. La realidad física se impone a todas las cábalas basadas en las fuentes documentales, ya que es sencillamente imposible que Roma albergara esas imponentes poblaciones. La superficie delimitada por los Muros Aurelianos es de 1370 hectáreas. Si en esa superficie hubiera morado sólo la cifra redonda de un millón de personas, ello supondría una densidad de población de 73.000 hab/km2, superior a la de los distritos más poblados de las modernas Nueva York y Hong Kong, metrópolis de rascacielos, cuya naturaleza ciertamente se aleja de las características de una ciudad preindustrial como la Roma imperial. Es evidente que tales concentraciones de población eran sencillamente imposibles en época antigua. La semilegendaria Roma del millón de habitantes es insostenible. A mediados del siglo XIX, el historiador francés Adolphe Dureau de la Malle (17771857) ya llamó la atención sobre el hecho de que Roma no pudo jamás albergar tan exagerado número de personas. Suponiendo que toda Roma tuviera una densidad de población similar a la del centro de París en 1818, el máximo posible dentro los Muros Aurelianos sería de tan sólo 576.783 habitantes. Con una densidad parecida a la de la ciudad entera, la cifra se quedaría reducida a 267.00013. La comparación con el París decimonónico es de gran interés, pues se trata de un buen ejemplo de una ciudad amurallada que realmente alcanzó el millón y medio de habitantes, en los albores de la industrialización: 1’538 millones, según el censo de 1860. Sus murallas de 33 km, construidas por el primer ministro Adolphe Thiers (1797-1877) entre 1841 y 1844, acotaban una superficie de 7.802 hectáreas, también con amplios espacios abiertos. Su densidad de población era de 19.712 hab/km2, menos de la tercera parte de la que hubiera tenido la Roma Imperial si nos empeñáramos en comprimir a un millón de infortunados entre sus muros. Más recientemente Glenn Storey ha investigado el urbanismo de Ostia y Pompeya para concluir que, de acuerdo con el registro arqueológico, su densidad de población     10 Russell, J. C., 1958, pp. 64-5.     11 Durliat, J., 1990, pp. 110ss.     12 Lançon, B., 2000, p. 14.     13 Dureau de la Malle, A., 1849, v. I, pp. 340-387.

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debió situarse en unos 32.000 hab/km2, equivalente a la de la contemporánea ciudad de Calcuta, cuya aglomeración se ha considerado a menudo paradigmática de lo que debió ser la ciudad antigua. Atribuyendo estas cifras a los 13’7 km2 de la Urbe, tendríamos una población de 438.400 habitantes14. Naturalmente, se trata de un máximo teórico, ya que no toda la superficie de Roma estaba poblada con igual densidad. Muy a la contra, intramuros abundaban los grandes edificios y espacios abiertos, tanto públicos como privados, que ocupaban más de un tercio de la Urbe: los Foros, la Villa Pública del Campo Marcio con sus monumentales espacios de ocio, los grandes complejos termales de Trajano, Caracalla, Diocleciano y Constantino, los teatros de Balbo, Pompeyo y Marcelo, el Coliseo y el Circo Máximo, los grandes templos del Capitolino y el Celio, y los complejos palaciegos del Palatino, así como los Horti Luculliani, Salustiani, Liciniani, Lamiani, Pallantiani y Variani (Palacio Sessoriano). Teniendo esto en cuenta, aplicando la densidad de población estimada por Glenn Storey a algo más de dos tercios de la superficie intramuros (1000 ha), obtenemos unos 320.000 habitantes15. Jerôme Carcopino (1881-1970) criticaba a los defensores de la «Pequeña Roma» privada de su gloria, con menos de medio millón de habitantes, en la idea de que la Urbe se extendía mucho más allá de su territorio intramuros16. En realidad, los Muros Aurelianos fortificaron justo las 14 regiones comprendidas dentro del Pomerium. Plinio indicaba en 74 d.C. que el perímetro de Roma era de 19.500 metros17, casi idéntico a la longitud de la muralla del s. III. Cuantos sabemos sobre la Forma Urbis indica que la ciudad severiana no podía ir mucho más allá de esos límites18. Inmediatamente fuera de la Urbe no había populosos suburbios, sino cementerios, como demuestra la proliferación, durante los siglos IV y V, de basílicas martiriales (San Pedro, San Pablo, San Lorenzo, San Sebastián, Santa Inés, etc), así como la incorporación de algún que otro sepulcro monumental -como la célebre Pirámide de Cayo Cestio, sobre la Vía Apia- al recinto amurallado. Es bien conocida la dicotomía de la civitas clásica entre la ciudad de los vivos y la necrópolis. En todo caso, contamos con otras dos fuentes documentales que, hasta cierto punto, nos permiten verificar la validez de esa cifra aproximada, 320.000 habitantes. En primer lugar tenemos una ley promulgada por Valentiniano I en 367, documentando que el abastecimiento anual de carne en Roma ascendía a 7.933.333 libras; dado que la ración individual anual era de 25 libras, resulta sencillo calcular el número de     14 Storey, G. R., 1997.     15 Una cifra similar fue teorizada de forma independiente por Russell, J. C., 1958, p. 65-66.     16 Carcopino, J., 1968, pp. 10-21.     17 Plin., Nat. Hist., III, 5, 66.     18 Carettoni, G. et al. 1960.

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beneficiarios: 317.33319. En segundo lugar, el Regionario de Roma, un catálogo inmobiliario de mediados del s. IV20, registraba que en la Urbe había un total de 46.602 ínsulas y 1.790 domus21. Resulta evidente que las ínsulas de apartamentos eran el lugar de habitación preeminente de la ciudad de Roma. Guido Calza (1888-1946) creía que el término insula se refería a los bloques de apartamentos. Estimando una media de 40 habitantes por cada bloque, elevaba la población de Roma a 1.864.000 personas22. En realidad, diversos autores ya postularon que es materialmente imposible que el término insula se refiriera a todo un edificio, ya que, por ejemplo, la limitada superficie de la región correspondiente al Foro Romano contenía nada menos que 4.000 insulae; debemos entenderlo, por tanto, como un simple apartamento23. El registro arqueológico muestra que los apartamentos de Ostia y Delos, similares a los de Roma no podían acoger más de 4 ó 5 personas24. Édouard Cuq (1850-1934), al igual que James E. Packer más recientemente, reconocieron la imposibilidad de la Roma millonaria e interpretaron correctamente estas evidencias, pero consideraron vano tratar de aproximar la población de la Urbe a través de este Regionario25. Sin embargo, Ferdinand Lot (1866-1952), sí se atrevió a dar un paso adelante y explicitar el cálculo: una media de 5 personas para cada uno de los 46.602 apartamentos significa una población bastante más modesta y realista: 233.010 personas26. Para completar ese cálculo, se hace preciso sumar a esa cifra otros 53.700, correspondientes a las 1.790 grandes casas, a las cuales es posible atribuir una media de 30 moradores. Añadiendo un 10% de población callejera a esos 286.710, alcanzamos un total de 315.381 habitantes, incluyendo esclavos. La cifra se aproxima llamativamente a las distribuciones de Augusto y Valentiniano, lo que permite creer que no se halla muy alejada de la realidad, y hace suponer que los repartos de alimentos se realizaban entre toda la población de derecho, sin distingos de edad, sexo o condición27. J. C. Russell estimaba, adicionalmente, que las 254 panaderías recogidas en el Regionario de Roma no podrían haber producido     19 CTh VIII, 4, 6, cf. Mazzarino, S., 1951, pp. 230-238, quien, siguiendo a las Res Gestae, creía que se refería a varones libres, y una población libre de 613.000 personas, y un total de 800.000-1.000.000 entre esclavos y residentes transitorios.     20 García-Toraño Martínez, A., 2002, pp. 335-346.     21 Id., 2002, p. 345.     22 Calza, G., 1916.     23 Cuq, E., 1916, pp. 279-328; Gerkan, A., von 1940, p. 159.     24 Id., 1916, pp. 309-316; Packer, J. E., 1967, pp. 83-86.     25 Id., 1916, p. 335; Id., 1967, p. 87.     26 Lot, F., 1927, p. 80.     27 Russell, J. C., 1958, pp. 64-5, hace una estimación incluso menor, con 3'5 habitantes por ínsula y 10 por domus, para sumar 172.600.

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pan para más gente28. Una noticia de la Historia Augusta menciona que las distribuciones de grano ascendían a 27.375.000 modios en el año 211, lo que, a razón de 60 modios anuales por persona, representaría 465.250 beneficiarios (incluyendo, quizá, a los habitantes de Portus y Ostia)29. Esta cifra representaría, por tanto, la máxima población alcanzada por la Urbe en época imperial. La disminución con respecto al s. IV queda explicada por los desastres del s. III, incluyendo la grave revuelta de los monederos del año 271, reprimida con dureza por Aureliano, que tomó la Urbe al asalto30. Perdida su condición de sede imperial, no por ello cabe creer que Roma dejó de ser el corazón político del Imperio Romano. Muy a la contra, durante el siglo IV, tanto la aristocracia senatorial como la ciudad experimentaron un vigoroso renacimiento31. En el siglo V contamos con dos fuentes que nos permiten establecer la población de Roma tras los desastrosos asedios visigodos de 408 y 410. Se trata de sendas leyes de distribución de alimentos, correspondientes a los años 419 y 452, declarando que la anonna se distribuirá entre 120.000 y 141.120 beneficiarios, respectivamente32. Si admitimos que los beneficiarios eran equivalentes a la población de derecho, deducimos que, en vísperas del asalto vándalo de 455, la población de la Urbe aproximadamente la mitad que a comienzos del siglo. Roma recibió especiales atenciones por parte de las administraciones de Honorio (395-423) y Valentiniano III (425-455), siendo muy frecuentes las estancias imperiales durante sus reinados y gastándose grandes sumas en la restauración de edificios33. A partir de 452, los cálculos de la población romana son casi totalmente especulativos. Puede suponerse que los saqueos de Genserico y Ricimero, en 455 y 472, respectivamente, tuvieron graves consecuencias. Desde luego, no interrumpieron una floreciente vida urbana que perduró hasta la Guerra Gótica. No obstante, Casiodoro y Procopio destacan que buena parte de la ciudad estaba en ruinas a comienzos del s. VI, y, en general, todo apunta a una población poco dinámica34. Teodorico el Grande (493-526) ordenó la distribución de 120.000 modios de grano anuales en 500, que apenas darían para alimentar a 12.000 personas, probablemente como complemento a las donaciones frumentarias preexistentes, lo que hace pensar en un modesto crecimiento, y una población que no excedería las 80 ó 90.000 personas35.     28 Id., 1958, p. 65.     29 SHA, Severo 23, 2; Packer, J. E., 1967, pp. 87-89.     30 Homo, L., 1904, pp. 155-175; Cubelli, V., 1992, pp. 8-52.     31 Curran, J. R., 2000; Marazzi, F., 2000; Ensoli, S. et La Rocca, E., (Eds.) 2001; Chenault. R. R., 2008;     32 Mazzarino, S., 1951, pp. 223-231.     33 Gregorovius, F., 1859-1872, v. I, pp. 162-192; Humphries, M., 2012.     34 Id., 1859-1872, v. I, pp. 210-349.     35 Russell, J. C., 1958, p. 73; Arnold, J. J., 2014, pp. 212-213.

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Durante las siguientes décadas se sucedieron las catástrofes: tres asedios ostrogodos sucesivos entre 537 y 549, combinados con la gran peste de Justiniano, inundaciones y la irrupción de los lombardos. A pesar de los esfuerzos restauradores de Justiniano, la Roma bizantina fue una mera sombra de su antiguo ser, incluso en comparación con la ciudad decaída de comienzos del VI. Para tiempos de Gregorio Magno (590-604), Roma se ha transformado ya en una ciudad dominada por el clero, en la que la Iglesia domina tanto la vida civil como la administración local, con un orden senatorial prácticamente extinguido y una débil presencia de la autoridad imperial, limitada a un funcionario civil con sede en el Palatino y un comandante militar instalado en los antiguos Mercados de Trajano36. Para los ss. VI-X, se calculan unos 30.000 habitantes, ocupando unas 300 hectáreas, centradas en el Campo Marcio, con una densidad de población de 100 habitantes por hectárea37. No creemos que variara gran cosa a lo largo de esos cinco siglos, moviéndose en un rango de 20 a 30 mil dependiendo de las épocas de mayor o menor prosperidad y seguridad. Roma quedó reducida a capital regional, pero, a pesar de ello, siguió siendo la capital político-religiosa de la Cristiandad y la mayor ciudad de Europa Occidental38. Entre 772 y 795, el papa Adriano I restauró diversos acueductos, lo cual nos permite vislumbrar qué áreas concretas seguían habitadas; se repararon el Aqua Alexandrina, el Aqua Marcia y Aqua Virgo (que abastecían el Campo Marcio), el Aqua Traiana (el Trastevere), y el Aqua Claudia (el Laterano)39, con un volumen teórico de agua de 614.000 metros cúbicos, la mitad de los 1’2 millones que los once acueductos de Roma suministraron en mejores tiempos40. De modo que cabe suponer a la disminuida población altomedieval de la Urbe más que bien abastecida de agua. Si antaño la conexión con el Mare Nostrum constituía la delicada yugular de una megalópolis incapaz de alimentarse a sí misma, para el siglo VIII, la Roma de los papas ya no dependía de las seculares importaciones de grano de Egipto y el Norte de África, interrumpidas de forma definitiva en el s. VII41, sino que se bastaba con sus tierras agrícolas en el Lacio para abastecerse42. A fin de tener una imagen visual de la caída demográfica de la Urbe a lo largo del período, hemos trazado la siguiente gráfica. Es, en buena medida, inevitablemente especulativa. Pero no por ello renunciamos a un rigor mínimo, ya que nos ceñimos a los     36 Gregorovius, F., 1859-1872, v. II, pp. 3-145; Noble, T. F. X., 1984; Acerbi, S., 2006.; Vauchez, A., 2010, pp. 3-70.     37 Id., 1859-1872, v. III, pp. 509ss; Russell, J.C., 1958, p. 93; Krautheimer, R., 1999, pp. 832-834.     38 Id., 1859-1872, v. II; Noble, T. F. X., 1984 y 2001; Delogu, P., 2007.     39 Bauer, F. A., 2003.     40 Cf. Bruun, C., 1991; Trevor Hodge, A., 2002.     41 Rickman, R., 1980.     42 Gregorovius, F., 1859-1872, v. II, pp. 381-90; Marazzi, F., 2003.

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escasos datos más o menos seguros de que disponemos hasta 45243, considerando probable una tendencia bajista a finales del s. IV y comienzos del V, debido a la inseguridad y las guerras civiles44, y basándonos en una serie de supuestos sobre el impacto de las grandes catástrofes del siglo V: el asedio de 408, y la toma de 410 provocarían unas pérdidas aproximadas de 60.000 y 130.000 habitantes, respectivamente; el saqueo vándalo de 455 tuvo un impacto en torno a un tercio de la población, unas 50.000 personas; y el asalto de 472 comparativamente menor, con apenas 15.000 bajas. Para finales del V y comienzos de VI, consideramos que el panorama de estancamiento se traduce en estabilidad demográfica, en torno a los 90.000, y los desastres de la segunda mitad del s. VI dejan a población reducida a los 30.000, en torno a los cuales se moverá durante los siguientes siglos. El resultado es el siguiente:

Recapitulando lo expuesto, en conclusión, es físicamente imposible que la Roma Imperial superara los 500.000 habitantes, y las fuentes nos permiten suponer que rondaría los 320.000 hacia los siglos I y IV, con un máximo probable de 400.000, a comienzos del s. III. Más allá de esta leve disminución, el hundimiento demográfico de la Urbe no fue resultado de una decadencia gradual, sino que fue causado por factores exógenos     43 320.000 habitantes del último tercio del siglo IV, 120.000 en 419 y 140.000 en 452.     44 Sobre las condiciones de la época, cf. Gregorovius, F., 1859-1872, v. I, pp. 108-140.

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(guerras, plagas, climatología adversa) que impactaron de forma decisiva en una ciudad preindustrial con poca flexibilidad para encajar tales golpes. A pesar de los esfuerzos restauradores de las sucesivas autoridades imperiales, traducidos en períodos de recuperación, la cadena de desastres del s. V dejó a Roma convertida en una ciudad de segunda fila, que daría paso a un simple centro regional tras una nueva oleada de catástrofes en el s. VI. Es interesante observar que las mayores caídas poblacionales se produjeron mientras Roma aún formaba parte efectiva del Imperio, mientras que las grandes transformaciones estructurales que convirtieron Roma en centro de la Cristiandad Occidental se produjeron a lo largo de unos siglos de relativa y aparente estabilidad demográfica. Bibliografía Acerbi, S., Entre Roma y Bizancio: la Italia de Gregorio Magno a través de su Registum Epistularum, Madrid, 2005. Arnold, J. J., Theoderic and the Roman Imperial Restoration, Cambridge, 2014. Bauer, F. A., «Il rinnovamento di Roma sotto Adriano I alla luce del Liber Pontificalis. Immagine e realtà», Papers of the Netherlands Institute in Rome 60/61, 2003, pp. 189-203. Beloch, K. J., Die Bevölkerung der griechisch-romischen Welt, Leipzig, 1886. Brunt, P., Italian Manpower, 225 BC-AD 14, Oxford, 1971. Brunt, P. et Moore, J. M. (eds.), Res Gestae Divi Augusti. The Achievements of the Divine Augustus, Oxford, 1967. Bruun, C., The Water Supply of Ancient Rome, Helsinki, 1991. Calza, C., «La preminenza dell’insula nella edilizia romana», Monumenti Antichi dei Lincei 23, 1916, pp. 541-608. Carcopino, J., Daily Life in Ancient Rome, London, 1968. Carettoni, G., Colini, A., Cozza, L. et Gatti, G. (eds.), La pianta marmorea di Roma antica. Forma urbis Romae, Roma, 1960. Chenault, R. R., Rome without Emperors, the Revival of a Senatorial City in the Fourth Century, Ann Arbor, 2008. Cubelli, V., Aureliano Imperatore: la rivolta dei monetieri e la cosiddetta riforma monetaria, Firenze, 1992. Cuq, E., «Une statistique des locaux affectés à l’habitation dans la Rome impériale», Mémoires de l’Academie des inscriptions et Belles Lettres 40, 1916, pp. 279-336. Curran, J. R., Pagan City and Christian Capital. Rome in the Fourth Century, Oxford, 2000. Delogu, P., «Rome in the Ninth Century: the Economic System», en Henning, J. (ed.), Post-Roman Towns. Trade and Settlement in Europe and Byzantium, Berlin, 2007,

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