La otra cara de la Cumbre de las Américas

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Descripción

Los buenos, los malos y los perdedores
Andrés Serbin* y Andrei Serbin Pont**

La realización de la VII Cumbre de las Américas deparó pocas sorpresas aunque no siguió el guión previsto.
Si bien el tema central de la Cumbre fue "Equidad con prosperidad", la agenda fue acaparada por un tema eminentemente político - el restablecimiento del diálogo entre los Estados Unidos y Cuba, y la multiplicación de mensajes por parte del Presidente Obama y de sus funcionarios sobre el inicio de una nueva relación con América Latina y el Caribe. La intervención del Presidente Raúl Castro, pese a los señalamientos sobre el enfrentamiento histórico entre los dos países y la persistencia del embargo económico, siguió una línea conciliadora que resaltó la "honestidad" de Obama en su compromiso con el diálogo. La foto del saludo entre ambos mandatarios y la posterior reunión bilateral marcó un hito en las relaciones entre los dos países y un primer paso hacia una renovada y proactiva presencia estadounidense en América Latina y el Caribe, después de más de una década de distanciamiento entre los EEUU y la región.
Durante la sesión plenaria el discurso más conciliador de entre los países "bolivarianos" fue el de Raúl Castro quien reconoció bondades y cualidades de su contraparte norteamericana. Obama se aseguró de dejar claro, por otra parte, que los Estados Unidos están en "el principio de una nueva relación" y que las relaciones Washington-La Habana están en un "punto de inflexión". Fue evidente asimismo que tanto Castro como Obama compartieron lo que expresó el presidente de los EEUU en términos de no "ser prisioneros del pasado y mirar al futuro".
Sin embargo, otros mandatarios como Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales y Nicolás Maduro no captaron el cambio de clima político y no entendieron la consigna de una mejora en las relaciones hemisféricas, al repetir los reclamos y denuncias del pasado, desplegando un discurso agresivo frente a los EEUU.
La Cumbre culminó cuando Obama y Castro se estrecharon la mano formalmente, dieron una conferencia de prensa conjunta y se mostraron dispuestos a avanzar el dialogo a pesar de reconocer las diferencias existentes entre sus respectivos países. Esta fue la imagen que marcó en primer plano a la Cumbre, sobre un fondo borroso donde otros líderes como Kirchner, Correa, Morales y Maduro apenas resaltaban.
Sin embargo, como trasfondo, para Barack Obama y Raúl Castro no dejó de ser una preocupación que Venezuela estropeara una cumbre crucial para los dos mandatarios y para la región.
Días antes de la Cumbre Thomas Shannon visitó Venezuela, donde buscó apaciguar las tensiones con el gobierno de Maduro, no sin recibir, antes de partir de Caracas, a los líderes de la oposición. No obstante, el gobierno de Venezuela tenía preocupaciones mayores que las relaciones con los Estados Unidos y la Cumbre en sí. Desde Brasil, en una entrevista en CNN en Español la Presidente Dilma Rousseff, expresó su "absoluto interés" (y el de UNASUR) en que se dé una "mayor liberación" de presos políticos en Venezuela, y afirmó que no pensaba que "la mejor relación con la oposición sea encarcelar a quienquiera que sea, si la persona no cometió un crimen, no puede ser encarcelada".
A pesar de algunas ambigüedades en las declaraciones de la Presidenta de Brasil en boca de uno de los países que asume tradicionalmente el liderazgo en Suramerica, resonaron significativamente en Venezuela, y se sumaron a las declaraciones previas del Canciller de Uruguay Rodolfo Nin Novoa quien declaró que "la prisión de opositores es preocupante" y criticó la resolución del Ministerio de Defensa de Venezuela que autoriza el uso de armas de fuego contra manifestantes. En este marco, la reunión, durante la Cumbre, de los presidentes Tabaré Vásquez, Barrack Obama y Luis Guillermo Solís, con los disidentes cubanos y los opositores venezolanos fue otro elemento que pesó en el creciente aislamiento y condena del gobierno de Maduro.
Por otra parte, en otro episodio que muestra la corrosión de la diplomacia venezolana, la CARICOM apoyó a Guyana en sus reclamos en torno al Esequibo a pesar de que buena parte de sus países se han beneficiado durante años de petróleo subsidiado proveniente de Venezuela. La visita previa de Obama a Jamaica y los avances de acuerdos energéticos de los EEUU con los países de la CARICOM, fue un ingrediente más en el creciente aislamiento regional del gobierno de Maduro.
La breve reunión bilateral entre Obama y Maduro pareció no afectar esta cuadro negativo para la diplomacia venezolana. La ausencia de una declaración final de la Cumbre debido a las presiones venezolanas para incluir una condena a los Estados Unidos, fue un indicador más de las dificultades por las que atraviesa esta diplomacia, y el principio del fin de una arquitectura regional de solidaridad y apoyo regional al proceso bolivariano que había construido en años previos el presidente Chávez, con los abundantes recursos petroleros que fluían hacia el país y con un mensaje ideológico revolucionario y anti-estadounidense.
En suma, la Cumbre puso en relieve los alcances positivos del diálogo iniciado entre los Estados Unidos y el gobierno de Cuba, tanto para la isla como para la región y marcó el desplazamiento a un segundo lugar del protagonismo habitual del gobierno venezolano y de las críticas de sus aliados, en el marco del inicio de una nueva relación entre la administración Obama y la región.


*Presidente de CRIES y consejero del CARI
**Coordinador de Investigaciones de CRIES



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