Colección ESTUDIOS PROFESIONALES ■ 02
El archivo de los sonidos: la gestión de fondos musicales
Colección Estudios Profesionales 02 Dirección: Luis Hernández Olivera
EDICIÓN DE PEDRO JOSÉ GÓMEZ GONZÁLEZ / LUIS HERNÁNDEZ OLIVERA / JOSEFA MONTERO GARCÍA / RAÚL VICENTE BAZ
El archivo de los sonidos: la gestión de fondos musicales Prologo de Emilio Casares Rodicio Catedrático y director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Y la colaboración del Archivo Catedral de Salamanca
Primera edición 2008 © Asociación de Archiveros de Castilla y León (A C AL) Pozo Amarillo 1, 2º B. 37001 Salamanca Teléfono 650 336 756.
[email protected] w w w.acal.es © Pedro José Gómez González, Josefa Montero García, Raúl Vicente Baz y Luis Hernández Olivera, 2008 © Raúl Vicente Baz, Jon Bagüés, Josefa Montero García, Pedro José Gómez González, Patricia Burgueño Rioja, Reynaldo Fernández Manzano, Carmen Hidalgo Brinquis, Pilar Diaz Boj, Ana Jiménez Colmenar, Silvia Rodríguez Sánchez, Andrés Serrano Rivas; Pedro Hidalgo Brinquis, Fernando Carbajo Cascón, Vanessa Jiménez Serranía, José López Calo, Juan José Alonso Martín, Isabel Lozano Martínez, José Carlos Gosálvez Lara, Margarida Ullate i Estanyol, Miguel Manzano Alonso, Antonio Álvarez Cañibano y María José González Ribot, 2008. © Ampudia Fotografía para la fotografía de cubierta, 2008. © Manuel Lorenzo González Gómez para las fotografías de interior, 2008. Revisión de textos: Juan Giráldez Jiménez Diseño y maqueta: Helvética edición y diseño w w w.helvetica.es Impresión: Europa Artes Graficas Impreso en España ISBN: Depósito Legal: S Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicación no puede ser reproducido, ni en todo ni en parte, ni transmitido, ni registrado por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sin el permiso previo, por escrito de la Asociación de Archiveros de Castilla y León (A C AL).
ÍNDICE DE CONTENIDOS
PRÓLOGO ............................................................................................................................................................................. 7 PRESENTACIÓN ..................................................................................................................................................... 13
A. LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL .................................................................................... 21 A.1. Los archivos musicales: estado de la cuestión ............................................................................................... 21 A.2. Archivos musicales: un acercamiento a la historia y tipos de archivos musicales en el entorno hispánico ........................................................................................................................................... 57 A.5. La documentación musical: fuentes para su estudio ................................................................................. 91 B. EL TRATAMIENTO DE LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL ......... 123 B.1. La organización de archivos musicales ........................................................................................................... 123 B.2. Pautas para el tratamiento de archivos musicales. El Archivo Catedral de Salamanca ............. 155 B.3. Normas de descripción de fondos musicales ............................................................................................... 177 B.4. Catalogación, microfilmación, estudio, edición y difusión del patrimonio musical de la Iglesia Católica en Andalucía por el Centro de Documentación Musical de Andalucía (1987-2007) .......... 211 B.5. La conservación y restauración de cantorales y partituras musicales ................................................ 231 B.6. Conservación de los documentos sonoros ................................................................................................... 261 B.7. Legislación en materia de archivos musicales ............................................................................................. 279 C. LOS CENTROS DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL ........................... 311 C.1. Los archivos musicales de las catedrales españolas .................................................................................. 311 C.2. Fondos musicales en el Archivo General de Palacio ................................................................................ 339 C.3. La documentación musical en la Biblioteca Nacional. Historia, estructura y tipos de documentos ................................................................................................. 353 C.4. El Archivo y la Biblioteca del Real Conservatorio de Música de Madrid ......................................... 377 C.5. Los archivos musicales familiares y personales ........................................................................................... 389 C.6. Archivos sonoros: la voz callada de la documentación musical .......................................................... 413 C.7. Los archivos de música popular de tradición oral (folklore musical) ................................................. 437 C.8. Los centros de documentación musical en España: difusión del patrimonio y proyectos internacionales ................................................................................ 459 C.9. El Centro de Investigación de Música Religiosa Española (CIMRE) ................................................... 479
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE ARCHIVOS MUSICALES .......... 501
19
B. EL TRATAMIENTO DE LA DOCUMENTACIÓN MUSICAL
Pedro José Gómez González Archivo Catedral de Salamanca
La organización de archivos musicales
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
1. INTRODUCCIÓN Cuando hablamos de archivo de música (o musical) tal vez nos estamos circunscribiendo a una realidad que no obedezca plenamente a la ortodoxia de la ciencia archivística, pues más bien este concepto se ve impregnado de connotaciones de tipo temático, técnico, de formato... Un archivo, para ser tal, deberá agrupar un conjunto orgánico de documentos, en cualquier tipo de soporte1, producidos por una institución o persona en el desempeño de las funciones o actividades que le son propias. El matiz orgánico de esta definición será inherente al concepto de archivo y nos marcará las características del fondo musical dentro del archivo de la entidad o administración que sea2. El archivo de una institución o autor musical contendrá los documentos musicales (partituras, grabaciones sonoras, libros de facistol, etc.), pero también el resto de documentos producidos durante el tiempo de su actividad, como correspondencia, justificantes de pagos, contratos, expedientes de provisión, etc. La generalidad de los fondos resultará un todo. No podremos separar a nuestro gusto unas partes u otras según unos parámetros más o menos subjetivos. Como base para considerar la organización de estos archivos, debemos tener claro a qué tipos de fondos nos referiremos para su tratamiento. Podremos entender por archivos musicales aquellos generados por instituciones que tengan como función principal la creación y utilización de obras musicales para el desarrollo de sus actividades. Aun así el archivo de estas instituciones incluirá la totalidad de documentos generados por cada una de ellas, aunque algunos no sean estrictamente de este tipo. Incluiremos también dentro de este concepto los fondos, partes o secciones de tipo musical en algunos archivos, que tengan entidad dentro del archivo de una institución (fondos musicales de catedrales, de empresas editoras, ayuntamientos, etc.), aunque en sentido estricto no se pueda considerar propiamente archivos, al representar una parte más o menos grande dentro de la totalidad del archivo de la institución. Hemos asumido para este segundo caso la denominación de archivo de música, al considerar que ya existe una tradición para utilizar esta designación, aunque solo sea en el mundo de la musicología. Bien es cierto que, tal vez en términos generales, hubiera sido más propio hablar de fondos musicales de los archivos. En el ámbito del patrimonio musical se tiende a confundir los conceptos de archivo, biblioteca, fonoteca, centro de documentación o museo. Por ello, antes de comenzar a explicar la organización de los archivos musicales, deberemos saber distinguir cada tipo de centro susceptible de ser custodio de dichos bienes. Se entiende por biblioteca la institución cultural donde se reúne, conserva y difunde un conjunto o colección de libros y otros materiales bibliográficos, con medios suficientes para satisfacer las necesidades de estudio, información y acceso a la cultura (dentro de la que se encuentra la música)3. Un poco más allá van los centros de documentación, donde se elaboran documentos secundarios (inventarios, índices, bases de datos, repertorios, etc.) (Cañibano, 1977) y se ofrecen informaciones de instrumentos científicos, además de las fuentes bibliográficas; estos últimos suelen tener un grado de especialización en una determinada materia que para nuestro caso será la música. La génesis de estas colecciones o conjuntos de recursos informativos se distingue rotundamente, a priori , de los centros archivísticos, pues obedece a una clara voluntad de reunir un determinado grupo de materiales que aportan información, mientras que los archivos
125
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
se generan mediante el ejercicio natural de la gestión de una institución o persona. No se podrá disponer de forma caprichosa la organización de un fondo, mediante criterios cronológicos, toponímicos, técnicos, ideológicos... o temáticos; la estructura interna de cada institución será la que imponga la clase de organización que deberá establecerse en cada caso. Lo mismo sucede con los museos que siendo centros que conservan, difunden y exhiben colecciones de valor histórico, científico... o artístico, se organizan por criterios claramente distintos a los propiamente archivísticos. Para estos últimos, los elementos susceptibles de ser objeto de exposición serán aquellos más interesantes para la contemplación, sin que ésta cause deterioro a las piezas mostradas. Sería más recomendable que los fondos musicales se custodiaran dentro de instituciones de archivos, o cuando menos lo hicieran con técnicas propiamente archivísticas. Si bien es cierto, como ya veremos más adelante, que en ocasiones es confuso distinguir entre fondos de archivo, biblioteca, museo... pues existen archivos originados por una institución o persona que podrían ser conservados en varios de estos centros (obras musicales copiadas de autores foráneos; publicaciones realizadas por una institución en el desempeño de sus funciones; artículos u obras editados con correcciones, anotaciones o dedicatorias; fondos fotográficos; bases de datos de obras musicales manuscritas; la propia biblioteca de un autor musical; colecciones facticias, etc.). La música proporciona de forma intrínseca al hombre, una serie de sensaciones auditivas más o menos placenteras, dependiendo del género musical, pieza, melodía, etc. que se esté escuchando. Por ello otorga un alto grado de subjetividad a la hora de elegir qué interpretar o escuchar. Una institución o persona que, en el ejercicio de sus funciones, tenga que aprovisionarse de obras musicales, elegirá aquellas que convengan más al cometido que tengan que cumplir, pero también que se ajusten más a un gusto concreto. Este aspecto, imprime a la gestión un carácter voluntario y en cierto modo caprichoso, que se aleja del sentido propio de la génesis de los documentos de un archivo, los cuales normalmente se crean de forma natural, según unas reglas fijas. Este razonamiento se encuentra muy próximo al concepto de coleccionismo, por cuanto una entidad hace acopio de obras que coinciden con el gusto que se estila dentro de la misma, lo cual resulta arbitrario y completamente subjetivo. Un caso similar ocurre con los archivos fotográficos, fílmicos, etcétera. El sentido originario de los documentos de archivo nos lleva a pensar en unas características de ejemplares únicos y exclusivos (a nivel informativo o de formato). Este aspecto queda frecuentemente cuestionado en lo que respecta a fondos musicales. La realización de copias manuscritas de obras de maestros de capilla y otros autores musicales, la existencia de textos litúrgicos uniformes por imperativo del rito, la multiplicación de archivos sonoros y sus soportes merced a las nuevas tecnologías..., o la edición de obras musicales son situaciones suficientemente numerosas que ponen en tela de juicio la diferencia entre materiales de archivo, biblioteca u otros depósitos documentales. En términos generales nunca podríamos pensar que juntando un códice miniado de León, una carta autógrafa de Tomás Luis de Victoria, fotografías de la revolución de 1868 en Béjar... o un villancico de Antonio Yaguas, tuviéramos ningún archivo. Pero en este caso hemos de aceptar que diversas colecciones musicales pueden entrar dentro del concepto de archivo, fruto de la gestión de la institución o persona generadora, teniendo en estos casos unos mecanismos de desarrollo similares a los que pueda tener una biblioteca o museo. De todas formas, reiteramos que será tremendamente difícil desligar qué es material de archivo y qué no lo es.
126
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
En muchas ocasiones hablaremos de materiales de archivo que pudieran estar en bibliotecas, centros de documentación, museos..., y cuyo tratamiento estableceremos con técnicas archivísticas y documentales en general.
2. PRINCIPIOS GENERALES DE LA ARCHIVÍSTICA APLICADOS A LOS ARCHIVOS MUSICALES Observando trabajos realizados sobre el tratamiento de los archivos musicales, nos damos cuenta de que la mayoría se centran exclusivamente en el terreno de la descripción de los fondos. Pocas veces se estudia, o cuando menos se trata en estas publicaciones, la organización de los fondos objeto de los trabajos. No podemos acometer la catalogación de documentos de un archivo sin estudiar previamente el desarrollo general de la organización de los mismos. Debemos saber que cualquier trabajo de archivo girará en torno a dos fines primordiales, la conservación óptima de los documentos y la difusión de este patrimonio; habrá que garantizar el primero para posibilitar el segundo. La organización y descripción de los fondos serán tareas imprescindibles para llevar a cabo esas dos máximas. En la organización archivística4 se deberá observar escrupulosamente el principio de procedencia de los archivos, por el cual se respetará el origen de los fondos de una institución, manteniéndolos agrupados, y separados claramente de los de otra entidad. En un segundo nivel, se establece que se deberá conservar la organización prefijada por el organismo productor. En consecuencia, las instituciones musicales también deberán conservar, cada una, todos sus fondos juntos sin distinción, siempre que esto sea posible, y no perjudique la gestión corriente de las mismas. De igual forma se guardará el orden original dentro de los fondos, mientras éste aún exista. Constituirá un archivo aquella institución, administración, organismo que tenga entidad jurídica propia, documentación constitutiva o de regulación interna, y órganos con capacidad de decisión. Bien es cierto que, como ya advertimos, otra acepción de archivo musical es aquella que se refiere a secciones musicales de los archivos de algunas instituciones (como los casos de catedrales, monasterios... o militares) aunque de forma atípica. De no mantenerse este principio —en su primer nivel—, consintiendo la mezcla de fondos de diversas instituciones o autores musicales y documentos de distintas procedencias, puede llevar a perderse la historia de estas entidades e importantes informaciones sobre su gestión y producción musical. Más difícil de conservar será el orden interno de cada fondo, especialmente en casos en los que nunca lo haya habido. Si al acometer trabajos de organización en un archivo comprobamos que existe un orden que guarde alguna lógica se respetará éste. En cualquier caso, todo cambio que se vaya a producir en dicho orden deberá quedar reflejado para imprimirle a estas operaciones la capacidad de ser reversibles. Sea como fuere, no es imprescindible que la organización de un archivo corresponda a su ubicación física en los depósitos. Lo realmente importante es que la documentación esté bien organizada en el aspecto intelectual (en inventarios, bases de datos... y otros instrumentos), para garantizar el control de todas las unidades documentales y su fácil y rápida recuperación. En un archivo no puede entenderse cada documento de forma individual. Es cierto que cada una de las unidades de un archivo contiene una información diferente, o se presenta
127
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
de forma distinta, pero no pueden entenderse en su totalidad si no las vemos interrelacionadas con el resto de documentos de un fondo. Cuando una unidad documental queda desligada del resto del archivo se pierde una información preciosa, que nos hubiera permitido contextualizar dicho elemento dentro de un tipo de actividad, institución, momento histórico, cultural... o lugar geográfico. Es por esta razón por la que vemos tan perjudicial la dispersión de fondos documentales de una misma entidad en distintos lugares y centros. Este puede ser el caso de tantos y tantos archivos familiares y de autores musicales. Pero más adelante matizaremos la situación de dichos fondos. El coleccionismo por afición de particulares ha producido en España un importante perjuicio a la integridad y al conocimiento de los archivos y sus propias instituciones, ya que disgrega los documentos impidiendo un conocimiento global y completo de conjuntos documentales de música interrelacionados desde su origen. En otros casos la creación de colecciones ha evitado que se perdiera parte de nuestro patrimonio musical. Los documentos se originan para cumplir una serie de funciones propias de una institución o persona. En ese momento tendrán un valor propiamente administrativo, es decir, el valor primario por el que la entidad los creó. Dicho valor nace con vocación de permanencia, pues el órgano productor puede necesitar de su existencia para su gestión de forma indefinida. Bien es cierto que con el tiempo suele disminuir, y en algunos casos concretos puede perderse. Progresivamente a la merma de los valores administrativos, los documentos podrán ir adquiriendo valores secundarios o históricos, propiedades que se van tomando, y que serán de gran interés para la investigación. En caso de desaparecer todos sus valores cada documento se verá abocado a ser eliminado. La práctica habitual exigirá que la documentación activa se guarde en oficinas o lugares de gestión y que la documentación inactiva (sin uso para la gestión corriente) se localice en un lugar más apartado del anterior. Eso sí, no podemos pensar que existen dos archivos en una institución (uno administrativo o corriente y otro histórico), sino que toda la documentación de esta institución concreta se encuentra dentro de la cadena documental. Por ejemplo, una partitura musical de una catedral que tenga valores primarios significará que es utilizada para los actos de culto divino; por el contrario, si ya estuviese apartada del coro y sirviese sola y exclusivamente para la investigación científica, diríamos que goza de valores secundarios e históricos5. En lo que se refiere estrictamente a la documentación musical, nos resistiremos a pensar que lleguen nunca a pederse estos valores, pues siempre existirá la posibilidad de que guste esa música. Tal vez lo único que cuestionará su valor y, por consiguiente su existencia, será la calidad de la obra. Estos dos valores de los documentos —administrativo e histórico—, según los casos, pueden afectar a la organización, pues el productor podría marcar unos parámetros de utilidad distintos según en la fase de actividad en que nos encontremos. Aun así, tenemos que considerar que la organización de un archivo, sea cual sea su carácter, deberá realizarse teniendo en cuenta la totalidad de los fondos. Para la organización de un archivo hay que conocer previamente la historia y estructuración de la entidad, o actividades de la familia o personas, procedimientos, así como la organización que inicialmente o en origen tengan los fondos. El resultado de los trabajos deberá ser un fiel reflejo de la estructura que tuviera (o tenga) la institución. No se puede iniciar la organización y catalogación de un archivo musical (o cualquier otro), sin que previamente se hayan elaborado unos instrumentos de normalización que proporcionen garantías suficientes para acometer los trabajos. Sin ellos la efectividad a la hora de mantener un control sobre la documentación y la recuperación de la información quedará
128
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
reducida, y la gestión de este archivo será precaria. Brevemente damos a conocer los principales instrumentos que se deben tener en cuenta. • Cuadros de clasificación. Son utensilios básicos donde se fija la estructura de organización de los fondos documentales de una institución, entidad familiar o individuo. Más adelante detallaremos las características y prestaciones del mismo. • Normas de descripción de fondos documentales de música. A partir de unas normas internacionales aprobadas según convención, se realizará una adaptación a los fondos objeto de tratamiento 6 . Así podremos concretar una ficha catalográfica tipo para cada nivel de descripción. • Protocolos de normalización de funciones en los centros7. • Control de autoridades musicales. Se trata de la normalización de criterios para el establecimiento de puntos de acceso de nombres de entidades, personas o familias8 de tipo musical. En estos casos la clara identificación de cada autoridad será básica, así como ciertas informaciones de sus desarrollos (historia de la institución, biografía...). • Tesauros temáticos. Será otro tipo de lenguaje documental, donde quedarán unificados los puntos de acceso, facilitando la mayor pertinencia en las búsquedas. • Nomenclátor histórico. Al igual que se ha hecho anteriormente con los puntos de acceso onomásticos y temáticos, los nombres de lugares necesitan un estudio donde se vayan identificando los topónimos con su localización exacta. • Software de gestión de fondos documentales y bibliográficos. • Sistemas de “signaturación ” . • Índices de abreviaturas. • Etc. Dentro del concepto de organización de archivos, se dan una serie de tareas que racionalizan su desarrollo. Estas son la clasificación y la ordenación de fondos. • Clasificación: se trata del proceso por el que se determinan distintos grupos o clases de documentos teniendo en cuenta la concepción de los mismos. • Ordenación: una vez realizada la clasificación se efectuarán las tareas para el establecimiento de un sistema de correlación lógica de las distintas unidades documentales dentro de las agrupaciones de documentos realizadas.
2. 1. LA CLASIFICACIÓN La clasificación debe abarcar la totalidad de los documentos del archivo. Así, en un fondo musical, el resultado de los trabajos deberá atender tanto a la documentación propiamente musical como al resto (actas de acuerdos de gobierno, cuentas, correspondencia, expedientes de limpieza de sangre, fotografías...), sin discriminar ningún tipo de documentos, por muy efímeros o superfluos que parezcan. Como ya adelantamos, para los trabajos de organización, y más en concreto la clasificación, se requerirá llevar a cabo una fase preliminar, donde se comience realizando un trabajo de campo que consistirá en el estudio de la institución productora y de los fondos.
129
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
En el primer caso nos centraremos en estudios institucionales o biográficos, documentación normativa o de constitución, otros trabajos archivísticos de entidades similares y consultaremos a personas del entorno. El análisis de los fondos requerirá el mayor conocimiento posible de la generalidad de los mismos, no solo los estrictamente musicales. Con sumo cuidado se observará la posible existencia de una organización previa de fondos. Ésta deberá ser estudiada y conservada. Los diferentes órganos o departamentos de una entidad cumplen unas funciones concretas, que le han sido encomendadas y que se manifiestan en unas actividades que normalmente quedan materializadas en documentos. Éstos serán los testigos de las acciones desarrolladas. Es fundamental en la clasificación archivística la estructuración jerárquica, partiendo de lo general a lo específico, y considerando las diversas relaciones de predominancia, subordinación o igualdad de los distintos elementos según la situación. Un correcto tratamiento de los archivos deberá gestionar los fondos desde lo general hasta lo más específico. Será mejor tener un conocimiento general de un archivo, por sucinto que sea, que establecer un importante desarrollo de la gestión de una sola parte, y desconocer por completo el contenido del resto de los fondos. Para el establecimiento de una determinada clasificación general en un archivo podemos tener en cuenta los siguientes criterios y sistemas, como lo desarrolla Schellenberg (1975, 57): • Funciones. Atendiendo al desarrollo de unas actividades en el desempeño de diversos cometidos propios de cada entidad o persona, se establecerá una clasificación que pudiera obedecer a funciones generales. Así se pueden dar funciones de culto y liturgia, de creación profesional, gobierno, etc. • Estructura orgánica. Partiendo de unos fines, cada institución se vertebra con una determinada organización para poder funcionar correctamente. Así creará juntas facultativas, capillas de música, comisiones, delegaciones, departamentos, etc. • Materias. Las estructuras quedan marcadas según criterios sistemáticos o temáticos, en cierto modo externos a la propia organización del organismo productor. No es la opción más archivística, pero en casos de creaciones como las musicales, fotográficas, fílmicas, literarias, etc., la gestión documental por estos criterios en muchas ocasiones se vuelve la más eficaz. Debemos recordar que este tipo de documentación, en algunas partes, se encuentra muy cercana a la idea de colección de obras, como suele ser el caso de las bibliotecas. La estructura jerárquica debe predominar en los criterios de clasificación. Si nos referimos a funciones o materias, las específicas estarán sujetas a las generales; si nos centramos en órganos, los entes que tengan unas competencias más concretas se supeditarán a los que ostenten un poder ejecutivo en su ramo. Del mismo modo que un documento se supeditará a una serie, esta a una subsección..., o una sección hace lo propio con un fondo. La clasificación deberá obedecer a razonamientos objetivos obtenidos a partir de la información de la entidad o persona que generó los fondos, o desde el propio carácter de sus documentos. No deberían primar los criterios que establezca el archivero en base a gustos o inclinaciones personalistas. En este aspecto las clasificaciones por materias suelen tener una mayor carga de subjetividad que las otras dos. Ni que decir tiene que estos tres sistemas, sobre todo los dos primeros, pueden combinarse para formar un sistema compuesto de clasificación, donde cada estadio o nivel se corresponda con unos parámetros9. En breve estudiaremos algunos ejemplos.
130
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
Todas estas tareas quedarán materializadas en un cuadro de clasificación de fondos de archivo. Este instrumento deberá ser reflejo del organigrama de la institución, donde se observe el cúmulo de cometidos, funciones y actividades, así como de relaciones diversas de jerarquía o de equidad entre los diversos órganos de la entidad, que se plasman en la creación de agrupaciones de documentos. En él tendrán cabida la totalidad de los documentos generados por una institución desde el comienzo de sus actividades, por compleja10 o antigua que esta sea. Dentro del cuadro se pueden dar los siguientes tipos de niveles: fondos, secciones, subsecciones, series y unidades documentales. La sistemática de este instrumento, se basa en crear grupos según unas características comunes a nivel funcional, orgánico o temático, atendiendo a los principios desarrollados anteriormente, y teniendo como máxima la observación del origen de los documentos. Estos primeros grupos son las secciones, que englobarán en su seno los órganos que cumplirán las funciones genéricas. Por ejemplo, una institución puede tener unas secciones funcionales como: gobierno, economía, docencia, culto y liturgia, servicios, etc. Siguiendo esta dinámica, y dependiendo de la complejidad de la entidad creadora, los mencionados grupos se irán a su vez dividiendo en subsecciones que, dependiendo del criterio tomado, se agruparán de nuevo por funciones o por órganos de la entidad; tenemos muchas posibilidades al respecto, como: junta de gobierno, capilla de música, departamento de personal, etc. Antes de descender al último nivel, donde se situará el documento o expediente, existe una última clasificación por grupos. Esta es la serie, que engloba tipos de documentos según una misma clase de acción o actividad. A esta altura podemos considerar expedientes de provisión de organista, correspondencia, marchas fúnebres, actas capitulares... o villancicos. También aquí se deberá respetar el origen y, por ello, se circunscribirán considerando la procedencia de los documentos con respecto al órgano correspondiente de la entidad. A su vez, los distintos elementos del cuadro de clasificación deberán recibir un orden, donde se establezcan unos criterios determinados para cada parte y nivel de desarrollo. El grado de importancia o autoridad, el volumen de la documentación, la ordenación alfabética de las denominaciones, la antigüedad en la creación del órgano, función, actividad o serie, pueden ser reglas perfectamente válidas para ofrecer una sistemática lógica a los elementos de una misma situación o contexto. De cualquier forma, predominará el carácter jerárquico de los elementos orgánicos. En la confección de este instrumento también influirá el volumen de documentos que cada parte o grupo haya generado. Su exceso o defecto marcará un determinado nivel de desarrollo de cada una de las partes. El resultado del cuadro puede ser lo amplio que se estime (considerando los niveles y subdivisiones, de forma extensa), pero lo recomendable es que se sigan criterios de síntesis para que sea una herramienta operativa. Algunas veces nos vemos condicionados por la forma o apariencia externa de los documentos a la hora de clasificar o asignarles una denominación. Encontramos trabajos donde los criterios de organización se basan solamente en distinguir libros de legajos, partituras musicales de volúmenes o libros de facistol, códices de un color u otro... Estos parámetros son completamente subjetivos y contrarios a los principios archivísticos. El contenido de los fondos debería ser el único componente con capacidad para influir en tareas de clasificación. Un caso distinto de una organización intelectual serán los trabajos de instalación en los depósitos, para cuya tarea sí se tendrán muy en cuenta las características externas de la documentación.
131
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
Cualquier clasificación archivística deberá planificarse de forma que sea definitiva o, cuando menos, que su estructura principal permanezca; para lo cual, deberán realizarse estudios concienzudos de la documentación y la entidad que la generó a lo largo de su historia, donde además se tengan previstas las posibles modificaciones futuras. A continuación, a modo de ilustración, incluimos aquí un ejemplo de cuadro de clasificación de instituciones eclesiásticas. CUADRO DE CLASIFICACIÓN DE ARCHIVOS PARROQUIALES DE CIUDAD RODRIGO 11 1. Gobierno 1.1. Párroco (erecciones parroquiales, normas, bulas, privilegios reales, visitas pastorales...). 1.2. Cabildo eclesiástico (actas de acuerdos, estatutos, concordias...). 1.3. Junta Parroquial (actas de acuerdos, estatutos...). 2. Administración general 2.1. Secretaría (correspondencia, circulares, solicitudes...). 2.2. Archivo (cartularios, inventarios...). 2.3. Administración de personal (expedientes de provisión, nóminas...). 2.4. Administración del patrimonio (ventas, arriendos, censos, testamentos, inventarios). 2.5. Servicio de obras (proyectos y expedientes de obras). 2.6. Servicio jurídico (procesos, censuras, sentencias). 2.7. Cementerio (registros, licencias de enterramientos). 3. Administración religiosa 3.1. Ministerio sacramental (registros de bautismos, defunciones, exp. matrimoniales...). 3.2. Culto y liturgia (libros litúrgicos, obras de canto, ceremoniales, libro de festividades). 3.3. Administración de sacramentales (consagraciones, padrones, libros de misas, indulgencias...). 3.4. Beneficencia parroquial (hospitales, prestación social, dotes, fundaciones, pósito...) 3.5. Magisterio (sermones, homilías, cartas pastorales...). 4. Hacienda 4.1. Administrador, económico (presupuestos, cuentas, liquidaciones...). 4.2. Financiación y tributación (libros de diezmos, colecturía, cobranza, catastros, repartimientos...). 4.3. Tesorería (libros de caja, pagos, registros de caudales...). 5. Otros fondos (cofradías, capellanías, hospitales, monasterios...)
2. 2. LA ORDENACIÓN Después de quedar definido el sistema de clasificación de un archivo, habrá que dar un orden a los documentos dentro de los diferentes grupos creados. En este caso, particularmente nos referiremos a las series y unidades documentales.
132
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
Para ello, se dará una sistemática a cada grupo, dependiendo de lo que resulte más lógico y práctico según el carácter de la documentación en cada momento. Si tenemos expedientes de cuentas de fábrica, utilizaremos el orden cronológico, si expedientes personales el alfabético... A continuación, damos a conocer los distintos sistemas que se suelen usar para cada caso: • Alfabético. Es aquel que utiliza el orden de las letras del abecedario. Suele servir para los nombres de personas, para lo cual se comenzará por el primer apellido. • Cronológico. Según la fecha de expedición de los documentos, teniendo en cuenta las tres partes en orden: año, mes y día. Puede haber casos en los que se sepa la fecha, o uno de los datos, por aproximación, considerando otros elementos; incluiremos en este caso una horquilla de años, y se ordenará por el más antiguo. El desconocimiento de un dato de la fecha llevará al documento a ser colocado al final del periodo entre el que esté comprendido. Es posiblemente el método más utilizado, si bien hay que tener cuidado de no abusar indebidamente de él. • Numérico. Para casos más concretos se produce la ordenación secuencial y correlativa de números. Permite un control más estricto, aunque dificulta las intercalaciones (Romero Tallafigo, 1994, 334). • Alfanumérico. Lógicamente se trata de la combinación de dos de los sistemas anteriores, donde se usan dígitos compuestos para ser utilizados con similares parámetros que el numérico. • Geográfico. Para los casos en los que la localización del objeto sea determinante (propiedades inmobiliarias, ubicación poblacional, etc.). A su vez, cada documento compuesto (normalmente expedientes), irá ordenado dentro, en la medida de lo posible, según una secuencia lógica (normalmente cronológica), correspondiendo con el orden de tramitación del procedimiento administrativo, desde su incoación hasta su resolución. La instalación de la documentación en los depósitos del archivo es una tarea que debe estar perfectamente coordinada con las tareas de organización y descripción. Por muy bien que estén clasificados y descritos unos fondos documentales, si después no se encuentran convenientemente localizados y conservados en sus los depósitos de archivo, de poca utilidad habrán sido todos los esfuerzos. Los documentos deberán ser conservados en continentes apropiados al efecto según el tipo de soporte. En segundo término, ya situados en cajas, fundas protectoras, carpetas, legajos, libros, etcétera, serán instalados en lugares apropiados en los depósitos (armarios, estanterías, cajones...). Para la instalación de documentos se requerirá crear un sistema de almacenamiento y signaturas que se adecue al tipo de documentación y depósitos de un determinado centro. La signatura será un elemento imprescindible en cualquier sistema de organización de archivos. Se trata de un código que identifica cada unidad documental, merced al cual se relacionan los instrumentos de descripción con la localización exacta de dichas unidades en los depósitos. Este aspecto permitirá el control de la documentación y la recuperación de la información de forma pertinente. El sistema de signaturas deberá ser lo más sencillo posible y obedecerá a una sistemática inequívoca.
133
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
Circunscribiéndonos a lo anterior, debemos pensar que se puede instalar la documentación en el orden en que se ha clasificado, pero actualmente se aconseja prescindir de tal práctica. Las técnicas e instrumentos tecnológicos actualmente nos permiten crear una organización intelectual de archivo (mediante inventarios, bases de datos, índices...), pudiendo en cualquier momento recuperar físicamente la documentación de toda sección o serie, aunque ésta se encuentre repartida por varios depósitos. La coincidencia de orden en la clasificación de un archivo y su instalación se desaconseja. Esto supondría alternar espacios libres en los depósitos en previsión de ir completando la documentación en las distintas partes de la clasificación. Se hace necesaria una eficaz gestión de los espacios, donde el aprovechamiento de los mismos al máximo es un requisito obligatorio de cumplir, debido al impresionante aumento de la producción documental experimentando por instituciones y particulares, y al encarecimiento del metro de suelo edificado. La custodia de diferentes archivos en un mismo depósito puede gestionarse también sin tener en cuenta la instalación conjunta de los fondos de cada entidad (solo reunida intelectualmente) aunque este es un nivel más extremo que tal vez solo debiéramos llevar a cabo ante una gran necesidad de espacios. Otro caso distinto supone la documentación de gran formato o soportes especiales, como los cantorales de música gregoriana, fotografías, discos de vinilo, libros de polifonía, en cuyo caso no queda más remedio que encontrar sistemas de instalación especial con un mobiliario que se adapte perfectamente, y permita la conservación óptima de este tipo de documentación. Si fuera necesario, del mismo modo se le asignará un sistema de signaturas específico.
3. LA ORGANIZACIÓN DE LOS FONDOS MUSICALES A LO LARGO DE LA HISTORIA Antes de hacer cualquier propuesta de clasificación en un archivo debemos conocer la posible presencia de estructuras organizativas preexistentes. Una concienzuda toma de datos en busca de antiguos sistemas de organización en la masa documental deberá ser un paso ineludible en cualquier tratamiento documental. En ningún caso podemos subestimar los criterios utilizados en el pasado, pues aunque no se ajustarán en muchos casos a los preceptos de las ciencias actuales, a la rigurosidad o a su utilidad para la investigación histórica, es evidente que el conocimiento que creadores, gestores y custodios tenían de esta documentación, a buen seguro, sería mucho más profundo que el que podamos tener hoy en día, por más que estudiemos. Por esta razón, hemos considerado muy oportuno hacer siquiera una breve reseña de la guarda de fondos musicales en distintos archivos en tiempos pasados. Por ello, hablaremos de la localización, organización y medios utilizados para ello. Ha resultado muy determinante para estos aspectos el hecho positivo de la pervivencia y estabilidad durante siglos de algunas instituciones generadoras de obras musicales (principalmente instituciones eclesiásticas, monarquía, etc.). Pero de igual forma en el lado opuesto encontramos otros archivos con una existencia efímera y quebrada (autores musicales, agrupaciones orquestales o corales...), merced en muchos casos a la fragilidad de su naturaleza o desarrollo.
134
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
3. 1. UBICACIÓN En la Edad Media la documentación de monasterios, catedrales e iglesias frecuentemente se guardaba junto con los libros de la biblioteca y los objetos del tesoro en arcas, alacenas o estantes elevados en los muros, repartidos por los templos y aledaños (sacristías, capillas, celdas priorales, salas capitulares, sagrario, etc.). Prueba de ello es el hecho de que el custodio de los mismos era el tesorero, como es el caso de las catedrales12. Bien es cierto que la mayor parte de la documentación musical se encontraba en aquellos momentos en códices de gran formato para el canto gregoriano. Ello significaría que estos cantorales deberían estar en lugares apropiados a su tamaño, y normalmente cercanos a los lugares donde se cantaba música sacra (coro, órganos, capillas aledañas, etc.). Es posible que fuera similar para el caso de otras instituciones religiosas de menor entidad, a imitación y con la posible ayuda de las principales. En cualquier caso, dada la escasez de fuentes de la época y el menor desarrollo de la vida musical de estas entidades no se conocen muchos más datos. En la Edad Moderna, especialmente para el caso también de las catedrales, podremos pensar que seguramente las capillas musicales tendrán sus archivos separados del resto de documentos capitulares, que con el tiempo se van acrecentando y consolidando. El P. López-Calo (2004, 78) concreta aún más y muestra la existencia de dos archivos de música, uno llamado histórico, para las obras antiguas que estaban en desuso, y otro corriente (o de diario), donde guardaban las que tenían una utilización frecuente. El primero lo sitúa en un armario en lugares más o menos alejados de los sitios de canto; y el último en estancias o alacenas accesibles para los cantores, en el coro, o en el vestuario de los beneficiados. Esta afirmación queda corroborada entre otros por González Barrionuevo (2000, 654) que, para la Catedral de Sevilla, sitúa una “librería ” ordinaria en lugares del coro, y otra histórica en una capilla. Desde el siglo XVI, una vez que se desarrollan las capillas de música13, los archivos musicales van a adquirir gran entidad. La custodia de dichos fondos (particularmente los de música polifónica) se le encomendará a los maestros de capilla. Así queda estipulado frecuentemente en la normativa particular de estas instituciones, disponiendo además que a la toma de posesión de su cargo firmaran un inventario de obras de las que se hacían cargo, comprometiéndose a conservarlas. Con ello, ante su posible marcha, deberían responder de las piezas que había en un principio. Visto desde otra perspectiva, la localización ahora estará en los dominios del maestro de capilla, bien en dependencias más o menos cercanas al coro, capillas del canto... o en su propia casa. En este aspecto también se puede hablar de que la documentación musical que custodiase allí el maestro de capilla podría hacer las veces de archivo corriente, diario o incluso administrativo. Otro tema supondrá los libros de canto gregoriano, que, como ya fue dicho, por su envergadura y utilización, frecuentemente se encontraban cercanos al coro en salas de este, junto al órgano o en capillas adyacentes14. Estos cantorales, posiblemente, tendrían como custodio al sochantre, que era quien dirigía a diario la música coral15. Existen casos muy claros en los que se dividían los libros de canto llano de los de polifonía, dada la diferenciación de custodios; así lo cita para el caso de Sevilla Ruiz Jiménez (2007, 12). Durante la segunda mitad del siglo XX, merced al desarrollo de la investigación musicológica, los fondos de instituciones eclesiásticas han ido reagrupándose desde los lugares más recónditos de sus recintos sagrados, para ser catalogados. También se ha ido recibiendo donaciones de propios y particulares, para ingresar, normalmente, en la masa común de los archivos de sus propias instituciones. Particularmente los archivos parroquiales y algunos
135
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
fondos catedralicios, monásticos y de cofradías, a su vez, durante el último tercio de siglo se han ido concentrando poco a poco en los archivos diocesanos, según las diversas disposiciones establecidas, para garantizar la mejor conservación y su eficaz gestión en beneficio de la investigación. Esta misma dirección la han tomado muchas órdenes religiosas con sus distintas casas en materia documental y bibliográfica. Poco podemos conocer de la localización de los archivos de la monarquía hasta casi mediado el siglo XVIII. Tan solo que solía encargarse el maestro de la Capilla Real de la custodia de las piezas musicales, y que se colocaban “ en una pieza detrás del órgano de la Capilla... ” 16 (Lolo, 1988, 23-27). Por desgracia, la nochebuena de 1734 se incendió el Palacio Real y con él se destruyeron los archivos musicales. Gracias a la custodia de ciertas partes de los fondos útiles a diario, en las habitaciones del maestro de capilla en el Colegio de Niños Cantores, donde residía, se salvará una parte de la documentación, que servirá de base al nuevo archivo de Palacio (García Marcellán, 1938, 7). La documentación se guardará en el espacio que en esos momentos se conocía como papelería, o armario de la guarda de archivos. Las casas nobiliarias, pequeñas cortes, a imitación de la real, también gozaban de capillas musicales, que les aportaba mayor o menor prestigio. La localización de los documentos de sus archivos musicales, ya fueran creados para la propia interpretación en actos religiosos o profanos, o con afanes coleccionistas, muy frecuentemente se guardaban juntamente con los fondos bibliotecarios en las papelerías aludidas anteriormente, si bien se distinguía la música religiosa de la profana. Del resto de fondos musicales que en este punto no se han analizado, ahora no se hace estudio debido a que no tienen una base histórica importante ni se conocen fuentes que nos faciliten una información sustancial para poder tratarlos de forma seria. Pasaremos pues a enfrentarnos a continuación a la organización histórica de los distintos fondos.
3. 2. ORGANIZACIÓN En este apartado nos centraremos en los fondos estrictamente musicales, dado que si consideramos la totalidad de la masa documental de las instituciones musicales resultó una ardua labor que seguramente aquí no tendría cabida. A continuación estudiaremos los fondos de las entidades y personalidades musicales que a lo largo de la historia han tenido cierta relevancia en el panorama español. Desgraciadamente hemos podido rescatar muy pocos ejemplos de antiguos sistemas de organización de archivos musicales. Frecuentemente, al catalogar los fondos durante el siglo XX, se ha destruido el orden originario, que seguramente hubiera resultado tremendamente útil para la entidad productora de cara a la creación y utilización de las obras en la interpretación. Actualmente se ha impuesto el orden con el fin de posibilitar la investigación musicológica. En las ediciones referidas a estudios o catálogos de archivos musicales tampoco se hace reflejo de la organización que originariamente tenían en estos fondos. En el pasado se hizo coincidir la organización de un archivo (en los inventarios u otros instrumentos) con su instalación en las salas o depósitos. Los instrumentos descriptivos irían estante por estante, cajón por cajón o legajo por legajo describiendo cada documento o grupo de ellos. Incluso hoy este tipo de prácticas para algunos casos aún persisten. Hay ejemplos muy abundantes en los que más que clasificación habría que hablar de simple ordenación cronológica, toponímica, por géneros, series..., al considerar que prescinde de grupos de clasificación o estructuras sistematizadas.
136
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
La organización de los libros de canto llano en el medievo, en las distintas instituciones eclesiásticas, se desarrolló siguiendo parámetros eminentemente prácticos. Estos criterios tan útiles podían atender a los géneros, tiempos litúrgicos, festividades, solemnidades, etc. Con el desarrollo de la polifonía en la música sacra, principalmente desde el siglo XVI, se producirá una explosión en la génesis de documentos, tanto cuantitativa, como cualitativamente, merced al establecimiento de las capillas de música en diferentes entidades de la Iglesia (catedrales, monasterios, colegiatas...). Se ampliará enormemente la producción de géneros litúrgicos o musicales. Ello supondrá una mayor complicación a la hora de buscar una organización de una mayor variedad de tipos de documentos. Dependiendo de las distintas clases de liturgia, calendario o festividades, corresponderá utilizar un género u otro. La autoría de las obras, a efectos de organización, resultará secundario a los ojos de quienes oficiaban los cultos o tenían que custodiar los documentos. Los formatos de los documentos irán variando; desde los códices de gran tamaño que se estilan en el “ mil quinientos” , a las partituras sueltas o música a papeles, libretos, etc. que abundarán más en las tres centurias siguientes. Este hecho, también afectará a la organización y custodia de los fondos, suponiendo en algunos casos la separación de los mismos, aunque todo fuera polifonía. A continuación esquematizaremos algunos de los criterios más usados históricamente en la organización de los fondos sacro-musicales, entendiendo siempre que se eligen parámetros adaptados a fondos con unas características concretas, y eminentemente prácticos a la hora de poder ser usados en las solemnidades de los actos litúrgicos. Comenzaremos por la estructuración que frecuentemente se realiza de las obras musicales, atendiendo a razonamientos relacionados con el propio tipo de música, ya sea monódica o polifónica, y por los formatos documentales. Así tendremos: libros corales (canto gregoriano), obras en papeles sueltos y libros de canto de órgano17. No solo la organización es coincidente con la ubicación, sino que incluso hay ocasiones en que la misma localización marca los criterios de organización de un fondo y sus inventarios así lo reflejarán. Cita González Barrionuevo (2000, 656) para la Catedral de Sevilla, la forma de organización según estaban los códices a principios del siglo XVI: en las sillas corales, atriles atados con cadenas, en cajones y tumbas. Para el mismo caso de Sevilla, Ruiz Jiménez (2007, 13) trascribe un inventario18 que da una visión muy gráfica de la situación de cada parte del archivo musical donde, además, en algunos casos, marca claramente la utilidad de cada una de ellas: “Este inventario está repartido en cuatro sitios de la Iglesia, el primero...; otra parte de libros está en la capilla de la Granada, para el uso y ejercicio de los seises y de todos los profesores; otra parte de libros está en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, para el servicio de las misas y salves... ” .
Debido a donaciones a instituciones eclesiásticas, en muchas ocasiones se hallan obras profanas junto a las religiosas; o dentro de instituciones civiles que tienen obras musicales de los dos tipos (realeza, casas nobiliarias, etc.), se tienden a dividir en dos partes. Esto es lógico, pues el uso es claramente diferenciado; unas para actos de culto divino, y otras para actos oficiales, bailes, conciertos, etc. Se consideran también separadamente del resto de obras de carácter religioso las de tipo instrumental. Otro criterio de clasificación que frecuentemente se utilizaba en la organización de obras religiosas era el referido al servicio de acompañamiento a la liturgia, en contraposición
137
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
de las que entraban dentro del paralitúrgico19. Así los géneros que se considerarán propiamente litúrgicos serán las misas y las horas del oficio divino. Estas composiciones se crearán siempre en latín, y como tal lengua se enunciarán en apartados específicos en inventarios como obras “ en latín ”. Por su parte, los géneros de la paraliturgia (villancicos, cantadas, coplas, etc.), con un marcado componente popular, normalmente eran en castellano y otras lenguas vernáculas (aunque no era excesivamente raro que algunas obras compartieran pasajes en latín)20. A lo largo de la historia, la conservación de los fondos musicales se ha visto afectada por distintas razones como las condiciones atmosféricas, los agentes biológicos, la incorrecta manipulación de libros y documentos... Pero también el abandono ha causado la merma de parte de este patrimonio o su rápido deterioro. Las razones son múltiples: el cambio en los gustos y modas, la obligación de los maestros de capilla de componer obras nuevas cada festividad, la falta de control en el cuidado de obras del archivo21, los cambios en la liturgia establecidos por la Iglesia (Concilio de Trento22, encíclica de 174923, motu proprio de 1903...), etc. Algunas obras musicales que dejan de tener una utilidad se arrinconan en cajones de sacristías y capillas, cayendo en el olvido24. La mentalidad historicista que florece a lo largo del siglo XIX y el desarrollo de la actividad investigadora, favorecerán la reunión de buena parte del patrimonio musical que aún quedaba. En muchos casos no se ha podido encontrar o conservar el orden originario, o no se nos ha trasmitido. De cualquier forma, hay hechos como la promulgación del mencionado motu propio “Tra le sollecitudini” sobre la música sacra, del Papa Pío X (22 de noviembre de 1903)25, que influyen para que se creen otros modelos de clasificación en función de su utilidad para la liturgia. Así unas partes se emplearán para esta primera función y otras tan solo quedan inventariadas para asegurar la conservación, dado su valor histórico y musicológico26. Esta política restrictiva continuará obligando en un futuro a seguir separando la documentación por estos criterios27. Pero, como se anticipó antes, los criterios que más han primado en otros tiempos a la hora de organizar los fondos de música sagrada en la práctica generalidad de las instituciones, han sido los que se ciñen a los géneros litúrgicos o musicales, evidentemente por cuestiones prácticas de utilización. De forma secundaria se clasificará la documentación por autor, festividad... o voces, contenido y uso concreto como cita y ejemplifica el P. LópezCalo28: “ ... Así se encontraban: misa con orquesta, misas domingueras, misas de segundas clases, vísperas de la Virgen, vísperas de santos, o bien Dixit Dominus solemnes, Dixit a 8 voces, y un numeroso y variadísimo etcétera ” . Para ilustrar el sistema de clasificación a partir de los géneros litúrgicos, a continuación citaremos varios ejemplos de algunas catedrales.
138
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
Catedral de Sevilla (1596)29
Catedral de Badajoz (1791)30
Catedral de Salamanca (1843)31
Oficio temporal (oficieros
Misales y breviarios...
Misas.
dominicales y o. d. Diurnos).
Libros de polifonía (canto de
Salmos de vísperas y completas.
Oficieros Común de Santos
órgano).
Salmos de nona.
Sanctorales officieros comunes.
Salmos de vísperas.
Semana Santa.
Oficieros del Propio de Santos.
Magnificat (cánticos).
Oficio de difuntos.
Oficios santorales diurnos y
Himnos.
Te deum.
nocturnos del Propio.
Canciones (villancicos).
Salves, secuencias y ofertorios.
Oficieros de difuntos con la
Misas.
Arias.
misa y oficio.
Salmos de Completas.
Villancicos.
Oficieros de maitines para
Motetes (San Juan advocación,
Navidad, Epifanía, Ascensión...,
Navidad).
Pentecostés...
Lamentaciones.
Kyries, Glorias y Credos para
Misereres.
solemnidades.
Pasiones.
Antífona, responsorio e himno.
Oficio de difuntos.
Sufragia sanctorum.
Arias y villancicos.
Lamentaciones.
Instrumentales.
Antifonario dominical. Salterios. Procesionarios.
Del mismo modo, consideramos que otros archivos de instituciones no eclesiásticas, pero con documentación musical de carácter religioso, tales como las capillas reales, cortes nobiliarias, municipios... debieron mantener los mismos parámetros de organización en aras de su posible utilización en los diversos actos de culto y la liturgia. La música profana que convivía con el primer fondo, se encontraría con el resto de documentación musical pero claramente diferenciada. Para el caso de centros educativos (conservatorios, seminarios diocesanos, escuelas musicales, colegios de cantores...), ya desde el siglo XIX, el interés de estas comunidades se centraría en el estudio de estilos, movimientos o autores, instrumentos, etc. En el afán de dar en cada momento respuesta a las necesidades formativas, los archivos musicales se encontrarían organizados en esta sintonía, predominando la clasificación por compositores. Muy frecuentemente archivos y bibliotecas musicales tendrían una gestión conjunta y con los mismos criterios de clasificación. Por otro lado se encontrarían los archivos administrativos32 . Los archivos de agrupaciones musicales, como bandas, coros, orquestas, entre otros, en muchos casos han sufrido una situación de acusado desorden. Parece ser que, al igual que el caso anterior, siguen una tónica general de confundirse con sus propias bibliotecas. Martínez del Fresno (1999, 354) nos dará cuenta de la situación de las bandas asturianas
139
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
donde la poca organización que se les otorgaba en el archivo era por disposición de entrada o adquisición. Del mismo modo nos describe algún caso de clasificación de todo el material documental por grandes secciones según el repertorio. Así se cita el siguiente: sección A: fantasías y selecciones (ópera, zarzuela...), sinfonías...; sección B: preludios, danzas, caprichos, rapsodias, serenatas...; sección P: pasodobles, dianas, pasacalles...; sección S: marchas de procesión, marchas religiosas...; material defectuoso. En cualquier caso no ha trascendido la organización de prácticamente ninguna de este tipo de entidades. Otro ejemplo puede ser el caso del Archivo de la Banda Municipal de Madrid, donde también podría darse una clasificación según géneros. Esperamos que con este pequeño estudio de la historia de la organización de algunos fondos musicales conozcamos mejor el orden que establecieron los creadores de esa documentación. Tal vez ello nos ayudará a respetar y valorar más estos criterios, que a buen seguro nos aportarán no pocas informaciones de estos fondos. Este podrá ser el punto de partida de un sistema de organización moderno y sistemático que garantice la conservación, control y recuperación de estos tesoros musicales.
4. ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES. VISIÓN ACTUAL DE UNA PRÁCTICA Como ya advertimos en la parte teórica, será fundamental en el tratamiento de los fondos musicales acometer una serie de tareas de organización, previas a la descripción de fondos y a otra serie de trabajos como la instalación, asignación de signaturas, etc. De hecho todo girará en torno a los trabajos de clasificación y ordenación, que serán la base de una planificación de tareas y procedimientos, a los que se les ha asignado una serie de recursos (humanos, materiales o financieros). Para la realización de estos trabajos será necesario disponer de una hoja de ruta, donde queden especificados los pasos que se deben seguir, los recursos necesarios para cada momento, junto con un calendario de ejecución de tareas. Es muy probable que si no se lleva convenientemente esta planificación se realicen las tareas de forma errónea y se multipliquen los esfuerzos. Para el desarrollo de trabajos técnicos de organización de fondos musicales no es suficiente con que contemos con la labor de un musicólogo o un archivero. Dependiendo del tipo de fondos, deberán crearse equipos multidisciplinares especializados en la materia. Estos equipos, según el caso, podrán estar integrados por técnicos de archivos y bibliotecas, musicólogos, informáticos, filólogos... Se ocuparán de realizar estudios de planificación y coordinarán las diversas tareas que se vayan a acometer, para poder llevar a cabo la organización de los fondos. En cualquier caso, hay que valorar la labor de archiveros, bibliotecarios y documentalistas desde un papel central, pues para el tratamiento documental y bibliográfico es imprescindible su aportación, ya que ellos son los que conocen las técnicas, procedimientos e instrumentos para llevar a cabo el trabajo con garantías. Una vez que el equipo de trabajo ha programado las distintas actuaciones, y evaluando los recursos necesarios (materiales y técnicos), habrá que buscar cómo proveerse de ellos. Se deberán crear instrumentos que hagan posible la organización y descripción de los
140
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
fondos musicales (cuadro de clasificación, control de autoridades musicales, tesauros, ficha catalográfica tipo 33 , software informático adaptado a las necesidades de gestión, etc.). El análisis de trabajos realizados en otros centros de custodia de fondos musicales similares a los que tengamos en nuestro centro, servirá de ayuda para poner en marcha actuaciones o procedimientos nuevos que nos permitan resolver problemas u optimizar la gestión. A continuación, vamos a conocer la organización actual de los centros custodios del patrimonio documental musical, según dos criterios principales: por su custodia, y según el carácter y origen de los fondos; que para el caso de esta segunda forma de clasificación dividiremos en instituciones y personas/familias musicales.
4. 1. FONDOS MUSICALES SEGÚN LOS CENTROS EN QUE SE CUSTODIAN Desde el nacimiento de los estados al comienzo de la Edad Moderna, se dinamiza la idea de garantizar la defensa de sus derechos y la necesidad de crear una argumentación que refuerce la existencia de los mismos. Verán en la conservación de sus fondos documentales una garantía para la unión y el fortalecimiento de cada estado. La concentración de los fondos estatales, creando grandes archivos al servicio de las monarquías, será la mejor fórmula para conseguir este objetivo. España será pionera en la empresa, a la que seguirán Francia, Florencia, Estados Pontificios, Rusia... o Austria. Varias serán las fases de concentración, dependiendo de los lugares y las situaciones políticas. Por ello deberemos distinguir unas actuaciones que se supeditan a los órganos estrictamente estatales de otras diríamos, más profundas o agresivas. Con la llegada de la Revolución Francesa y el posterior Régimen Napoleónico, se produce una supresión importante de instituciones y el desarrollo de un nuevo sistema nacional en lo documental y bibliográfico. El conocido modelo francés llevará a cabo la centralización de archivos y bibliotecas de multitud de instituciones (en los archivos y biblioteca nacionales). Dicho ejemplo será secundado con diversas intensidades por otros países del entorno como Austria, Bélgica... o España (Cruz Mundet, 2001, 19-52). Nuestro país adoptará, en parte, este modelo, dado también el nacimiento de las tendencias historicistas, con la creación del Archivo Histórico Nacional. Allí, y a otros centros (Biblioteca Nacional, Archivo General de la Corona de Aragón, Archivo del Reino de Valencia...), desde el siglo XIX llegarán fondos procedentes de incautaciones, compras y donaciones, fruto muchas veces del establecimiento de leyes y reformas políticas o momentos de guerra (como las desamortizaciones eclesiásticas y concejiles, Guerra Civil, decreto de incautación de fondos eclesiásticos de 1869, etc.). Si Francia y algunos países occidentales concentraron buena parte de estos fondos en sus archivos y bibliotecas nacionales, el caso español no será tan drástico. Muchas instituciones, y en particular las de tipo musical, conservarán la mayoría de sus fondos en su situación originaria34. Ello puede haber favorecido el conocimiento de parte de la antigua organización o naturaleza de estos fondos, al haber permanecido este patrimonio dentro de su contexto. Al hilo de la cuestión, y en base a afrontar el tema, hemos considerado oportuno establecer algunas clasificaciones de centros de conservación de fondos para conocer el tratamiento de los mismos. El criterio de la titularidad en la custodia de la documentación musical, no ya por su naturaleza, nos puede dar una visión de las pautas en la gestión de forma diferenciada. Así por un lado consideraremos a las instituciones o autores musicales que custodian sus fondos musicales, y por otro situaremos centros que se han hecho cargo de la
141
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
guarda de dicho patrimonio merced a diversas vías: donación, depósito, compra u otros. En el primer caso puede que la institución, persona o familia realice un tratamiento de la documentación con los mismos criterios que se realizó desde su génesis, y se conserve convenientemente. Pero puede que dado el abandono de ciertas funciones este patrimonio haya caído en desuso, y la custodia no esté garantizada al cien por cien. Por otro lado se sitúan las nuevas instituciones custodias de fondos de entidades o autores musicales. Estas, desde la implantación del Régimen Liberal, han realizado una gran labor de conservación y difusión del patrimonio musical. En términos generales estamos hablando de archivos (Archivo Histórico Nacional, archivos municipales, archivos de instituciones musicales que atesoran otros fondos donados...), bibliotecas públicas (Biblioteca Nacional, bibliotecas regionales, bibliotecas universitarias...), institutos y centros de documentación, (dependientes de instituciones de enseñanza superior e investigación o regionales), fundaciones, etc. Ahora bien, se han dado no pocos casos en los que el tratamiento de la documentación de algunos fondos de instituciones musicales han resultado poco afortunados. La falta de criterios archivísticos, o de respeto al origen de los fondos, ha producido, principalmente en el pasado, la pérdida de informaciones, posiblemente muy valiosas para el conocimiento de las instituciones creadoras de los fondos y de su música. A veces se da prioridad a tener concentrada la documentación puramente musical (partituras, libros de canto, discos o grabaciones, etc.), olvidándose del resto de fondos de la entidad; se agrupan tipos de documentos de esta especie con otros de otras instituciones...; o se crean colecciones facticias a partir de fondos de archivo, consiguiendo magníficas selecciones completamente desnaturalizadas. Cuenta Gosálvez Lara (1994, 88) los criterios para el tratamiento de la documentación que ingresaba antiguamente en la Biblioteca Nacional, “ al principio, el contenido de cada donativo se separaba en función de las características de cada uno de los documentos y se repartía entre diferentes secciones de la Biblioteca... ” . Esta situación produciría un problema de dispersión de las colecciones. Hoy en día esto va dejando de ocurrir en la mayoría de los centros, pues ya se suele mantener la integridad de los archivos de cada institución. Actualmente las nuevas instituciones surgidas para el fomento y la difusión del patrimonio musical (centros de documentación regionales de música, bibliotecas...)35, están llevando a cabo una importante tarea de recuperación de fondos musicales, mediante su recopilación a través de donaciones, compras, depósitos... Esta labor es muy meritoria, dado que los fondos que suelen ser objeto de adquisición son precisamente los que suelen tener más peligro de desaparición (archivos personales, fondos etnográficos, etc.). El paso siguiente será el tratamiento de esta documentación para garantizar su conservación y control, y su futura difusión.
4. 2. FONDOS MUSICALES SEGÚN SU ORIGEN: ENTIDADES Y PERSONAS Pero la tipificación de fondos de instituciones o autores musicales, que resulta más fiel a la naturaleza, al origen de los fondos, y en definitiva a las técnicas archivísticas, es el que se centra, de forma principal, en la entidad productora. Con estos parámetros podemos tener por un lado entidades u organizaciones36 y, por otro, personas o individuos y familias o casas nobiliarias. Desde aquí se darán dos modelos de clasificación de fondos atendiendo a este carácter de entidad institucional o biológica.
142
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
4. 2. 1. Archivos de entidades musicales Si nos referimos a las organizaciones, toda institución estará formada por una serie de estructuras organizativas complejas encaminadas a cumplir unas funciones concretas. Dichos andamiajes formarán lo que más modernamente se denomina organigrama. Para el desempeño de sus funciones capitales, necesitarán crear unos órganos que hagan posible el desarrollo de una sucesión de tareas encomendadas, que en mayor o menor medida posibiliten su permanencia en el tiempo. Las entidades de tipo musical que han generado un patrimonio documental en España durante la historia son muchas y muy variadas. A grandes rasgos podemos hablar de: instituciones eclesiásticas (monasterios, catedrales, parroquias, cofradías...), capillas reales, centros educativos (seminarios, conservatorios, escuelas de música, etc.), bandas, corales, orquestas, medios de comunicación, empresas editoras, teatros, sociedades de autores... Cualquier organización tiene el cometido de cumplir una serie de funciones básicas que serán desempeñadas por unos organismos creados en su seno. El reflejo de esta serie de relaciones entre funciones, órgano y tareas quedará plasmado en un cuadro de clasificación de fondos. Dicho instrumento quedará armado con una estructura orgánico-funcional. Las características de este sistema serán, en cualquier caso, más o menos complejas dependiendo del desarrollo de cada entidad y su naturaleza, condición que se puede ver agravada en los casos de instituciones que hayan tenido una evolución importante. Inicialmente se evalúan las funciones genéricas que va a cumplir un ente; dentro de cada una luego habrá unos organismos que se ocupen de llevarlas a cabo. El estudio de las más diversas entidades nos ha llevado a conocer las funciones que suelen ser comunes a cualquier organización. De forma general podrán ser: gubernativas y normativas (para órganos unipersonales o colegiados), de administración genérica (personal, archivo, contratación...), administración del patrimonio y económica... Cada entidad, dependiendo del tipo de actividad por la que se caracterice, podrá además desarrollar funciones como: religiosas (culto y liturgia), de creación o interpretación musical, difusión, servicios culturales, etc. Por debajo, los citados organismos, desarrollarán una serie de tareas y se organizarán para acometer funciones más específicas, que fructificarán en la creación de documentos del más diverso cariz. El desarrollo de todas estas estructuras organizativas estará vertebrado en diversos niveles. Estaremos hablando de un sistema jerárquico, donde se darán unas relaciones de equidad, superioridad o subordinación. Cada altura del cuadro representará un concepto para ese mismo nivel: función genérica, organismo, función específica o tarea (hacia una tipología documental). Para que sirva de ejemplo en una catedral, se puede dar el siguiente caso: 1. Gobierno. 1. 1. Cabildo Pleno. 1. 1. 1. Actas capitulares. La estructuración de esta clasificación comprenderá la totalidad de los fondos que ha generado la entidad productora, ya sean fondos propiamente musicales (partituras, CD musicales, cilindros de cera, cantorales, etc.), cuentas, expedientes de obras..., o expedientes de provisión de puestos, tal y como se dijo en la parte teórica. En la organización archivística, no podemos ocuparnos exclusivamente de los fondos propiamente musicales y abandonar a su suerte al resto de documentos.
143
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
No se expone aquí ningún tipo de estructura de clasificación propiamente dicha. La gran variedad de naturalezas de las instituciones de carácter musical hace imposible llevar a cabo aquí tan magna empresa. Restringiéndonos ahora a la documentación puramente musical, vamos a estudiar la organización dentro de este ámbito. Históricamente, según la utilidad de los distintos tipos de obra musical, se han establecido dos clasificaciones eminentemente útiles y funcionales, en base al tipo de fines de cada institución (santificar a Dios, amenizar una velada..., o servir de sintonía a un programa de radio) o relacionadas con las autorías de cada pieza37. En consecuencia, la clasificación de obras musicales principalmente ha obedecido en unos casos a la estructuración por géneros o formas musicales y en otros por autorías. Las distintas clases de organización por autores que se dan en muchos fondos, suelen ser muy prácticas teniendo reunida toda la obra de un mismo autor ayudan a cotejar informaciones y cruzar datos. Por su parte, la clasificación según géneros resultaría útil originariamente para cada cometido concreto de la entidad productora. Pero todo ello dependerá de la situación de cada fondo y los fines propios de cada uno de ellos, para aplicar una forma u otra. Podemos ilustrar estas afirmaciones para los dos casos.
Géneros musicales
Autores musicales
Instrumentales
Arrieta, Emilio
Sonata
Bretón Hernández,
Cuarteto
Tomás Chapí,
Sinfonía
Ruperto Falla,
Concierto
Manuel de Gombau,
Suite
Gerardo Granados,
Serenata
Enrique Ledesma,
Obertura
Dámaso Martín Peña,
Preludio
Gerardo Monasterio,
Poema sinfónico...
Jesús de Moreno Torroba,
Vocales
Federico Rodrigo,
Ópera
Joaquín Sarasate,
Zarzuela
Pablo Sor,
Misa
Fernando Tárrega,
Motete...
Francisco Turina, Joaquín Vives, Amadeo
Una visión muy particular que fija el criterio de organización de la documentación propiamente musical teniendo en cuenta a los autores de las obras, es aquella que da Cabezas Bolaños (2005, Conceptos de archivo). Considera que todos los fondos, en realidad, son un cúmulo de archivos de compositores generados en el desempeño de su actividad profesional para una entidad o externos a ella.
144
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
Por último, nos hacemos reflejo de una clasificación desarrollada por Torres Mulas (2000, 745-747), que si bien se ciñe a la visión de formato y soporte (o se centra en la dualidad música escrita y música que se escucha), puede ocasionar ciertas reflexiones en el momento de la descripción documental38. Así crea una clasificación con dos secciones: música anotada (borrador, partitura, parte, reducciones) y música programada (programas musicales de ejecución mecánica, programas analógicos de ejecución electromagnética y programas musicales digitales). Esta clasificación, pudiendo resultar pobre y parcial (teniendo en cuenta exclusivamente el soporte o distinguiendo música en sentido estricto de la que solo es representada), puede ser útil a la hora de buscar perfiles de descripción de cada formato, según sus particularidades. En cualquier caso, es una visión muy restrictiva, ya que prescinde del resto de documentos generados. Si nos referimos a la obra musical en entidades gestoras de material audiovisual, debemos tener siempre presente el condicionante de la imagen. Normalmente no podrá existir imagen sin sonido, pero tampoco al contrario. Pueden ser muy diversos los tipos de clasificaciones posibles de estos materiales en entidades de la comunicación. En cualquier caso, las llamadas “ modas informativas” marcarán ciertas pautas que den flexibilidad y permitan la evolución de los modelos de organización. Según una serie de tipologías documentales, que marca Caldera Serrano (2005, 9-14), podemos ver la existencia de una estructura desde una determinada lógica. Considera tres grupos: las grabaciones en vivo (conciertos), declaraciones/entrevistas y los videoclips musicales. En contraposición a las televisiones generalistas, hace algunos años surgieron los llamados canales temáticos (en nuestro caso, nos referiremos a los musicales). Gracias a estos nuevos sistemas se ha desarrollado la gestión documental, individualizándose cada canal en una relativa variedad de contenidos (música, deporte o cine). Otros medios de comunicación de corte generalista (televisiones, productoras, etc.) caracterizarán su organización en base a criterios temáticos, por géneros de programación, onomásticos, etc. El caso de los archivos de tradición oral, con un origen en la colectividad de los pueblos, es un caso ciertamente especial. Su creación se debe a la realización de trabajos recopilatorios para la investigación de la música tradicional de comarcas o regiones. Una vez más se trata de unos fondos con un estereotipo diferente al archivo convencional, pues no está creado de forma natural en el desarrollo de las funciones de una entidad, sino que es fruto de una voluntad de creación; por lo que dependiendo de esta cuestión su organización se argumentará sobre la base de una serie de criterios predeterminados. Tampoco se guarda una norma a la hora de custodiarse estos fondos. La variedad puede ser enorme; desde bibliotecas a centros de documentación, pasando por archivos de instituciones, o incluso personales. Los formatos (registros sonoros, fichas, etc.) condicionarán las tareas de clasificación. De hecho su organización puede obedecer a los propios formatos, a la topográfica, la onomástica, por criterios de recopilación (trabajos de campo, cooperadores, etc.), por títulos..., o por temas. En definitiva, al acometer la clasificación de fondos musicales debemos ser lo más fieles posible a la organización originaria. Aunque la clasificación o instalación administrativa de un archivo en su edad histórica no obedezca a las nuevas exigencias de los investigadores. Hoy en día se dispone de unos recursos que hacen posible la recuperación de la información para los perfiles de búsqueda formulados de la forma más variada, aunque la clasificación de los fondos no responda exactamente a las necesidades actuales. Estos postulados anteriores no nos pueden crear limitaciones o servidumbres. Puede haber casos en los que la organización antigua se restrinja a criterios muy pobres o subjetivos (topográfica por
145
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
estantes, por colores o formas de los soportes, razonamientos personalistas, etc). Tampoco podemos permitirnos el lujo de perder información deshaciendo un orden establecido. En estos casos la clasificación quedará reflejada en los instrumentos de descripción, aunque no se tome, intelectual o físicamente, para la organización de los fondos. En muchos casos la documentación musical de algunas instituciones ha perdido su valor primario u originario para el que se hizo. Ahora sirven para la investigación histórica39 y la interpretación (en conciertos, grabaciones, ediciones...), y esta debe ser la perspectiva que deben observar los profesionales en los distintos trabajos de organización y descripción de este rico patrimonio musical.
4. 2. 2. Archivos personales y familiares de música Por el contrario, los archivos personales y familiares40 deberán articularse de diferente forma. No son el fruto de la gestión de una organización, sino que reúnen los fondos documentales de personas o familias generadoras de obras musicales. Estos archivos custodiarán toda la documentación producida por estos individuos dentro de su actividad vital (gestión de su patrimonio y derechos, cuidado de la salud, relación con entidades o personas, actividades públicas, etc. y la propia creación o encargo musical). La subjetividad será un rasgo importante en la organización de muchos de estos fondos en su fase de actividad. Si la música lleva inherente el componente del gusto, además se le puede añadir aquí un valor sentimental al tratamiento realizado. Por ello, la cautela nos deberá guiar al tener en cuenta la posible organización anterior. Eso sí, siempre se deberá considerar y se dejará registrada. Las pautas de organización que ahora se estudian irán encaminadas a la gestión de los fondos de archivos familiares o nobiliarios con documentación musical, de compositores, intérpretes individuales, etc. Resulta muy perjudicial la dispersión de fondos documentales. El desconocimiento, el olvido, la falta de interés o los distintos avatares de la historia han llevado a la desaparición, mutilación o división de bastantes archivos musicales. Tal vez los fondos más perjudicados por la disgregación hayan sido siempre los archivos familiares y de autores musicales. La trasmisión de bienes dentro de las familias a la muerte de los autores, en muchas ocasiones, supone la pérdida o desmembración de documentación de esa persona o entidad familiar. En los casos de archivos nobiliarios, históricamente gracias a la figura del mayorazgo, generalmente muchos fondos han permanecido unidos. No es el caso de otros muchos (para nuestro caso musicales) que modernamente han sido repartidos en herencias o vendidos por lotes a diversas instituciones o a anticuarios. El caso de estos últimos puede resultar más sangrante, cuando, eso sí, de manera legítima, ofrecen de forma individual o por lotes a sus clientes documentos que formaban parte de un fondo. También pudiera ocurrir, como ya se refirió anteriormente, el caso de un fondo familiar que llegara cedido a una institución para su custodia y esta repartiera por secciones temáticas o funcionales los fondos, destruyendo la unidad41. Otros casos especialmente significativos de disgregación de fondos son los de figuras musicales españolas emigradas o en el exilio. En estos casos resulta complicado reunir fondos que se encuentran en varios países distintos o se desconoce el paradero de algunas partidas. Por todas estas razones, junto a la falta de perdurabilidad de las personas y familias (a diferencia de lo que ocurre con las instituciones), se ha producido una mayor complicación
146
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
para conservar estos fondos. Muchas instituciones públicas y privadas se han acabado haciendo cargo de ellos, pues de otra forma buena parte se hubiera perdido. Las formas de ingreso para este tipo de documentación en archivos, bibliotecas o centros de documentación, como apunta Lafuente Urién (1996, 30-34) para el Archivo de la Nobleza de Toledo, suelen ser: depósitos, comodato, compra, subastas, donaciones e incautaciones. Este tipo de fondos tendrán unos sistemas de clasificación más sencillos que los generados por instituciones. La carencia de órganos nos hará fijarnos tan solo en las funciones y tareas desempeñadas por individuos y familias, en muchas ocasiones poco definidas. No valdrá con establecer una relación interminable de series documentales; habrá que crear una estructuración con cierta lógica. A continuación presentamos un esquema de cuadros de clasificación de fondos personales y familiares. Podremos apreciar que en ellos se ha implantado un sistema de organización funcional y para algunas partes incluso temático. Archivos familiares42: • Familia-genealogía (privilegios, testamentos...). • Señoríos-jurisdiccional (privilegios, nombramientos...). • Patrimonio (títulos de propiedades y derechos, cuentas...). • Archivo (inventarios, registros...). • Actividad musical y literaria (obras de música sacra y profana)43. • Personal (correspondencia, honores, cargos...). Se pueden dar otros modelos de organización, como aquella que se fija en los individuos o generaciones44, incluso geográficos de señoríos, pero seguramente responde mejor a la actividad familiar esta estructura desarrollada. Para la confección de un posible cuadro de clasificación de fondos personales, habrá que desarrollar principalmente la sección de ese mismo nombre45. Hemos creído conveniente concretar un esquema, ya que la mayor parte de las secciones del de familiares no especificaba lo suficiente algunas secciones, y se infrautilizaban otras. Este es el siguiente46. • Personal-biográfico (documentos identificativos, certificados, correspondencia...). • Patrimonio47 (títulos de propiedad, cuentas...). • Actividad académica y profesional: musical (obra propia y de otros autores, conferencias, entrevistas, artículos...). • Biblioteca48 y colecciones (artículos y otros de prensa, programas de conciertos, monografías...).
4. 3. DE LA ORGANIZACIÓN AL RESTO DE TAREAS DE TRATAMIENTO ARCHIVÍSTICO Una vez establecido un sistema de organización, donde han quedado precisadas clasificación y ordenación, habrá que definir el resto de tareas que garanticen la gestión documental y los instrumentos necesarios para ello. De alguna forma todas estas tareas serán también necesarias para la consecución de una organización eficaz y coherente dentro de un sistema. Por ello, brevemente explicamos los siguientes pasos para el desarrollo de un programa general.
147
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
Creación de instrumentos descriptivos. El equipo multidisciplinar realizará los estudios correspondientes para la creación de herramientas que hagan posible el desarrollo de los procesos oportunos para conseguir el control, conservación y difusión del patrimonio. Dichos útiles podrán ser: normas de descripción, ficha catalográfica, control de autoridades musicales49, sistema de signaturas, índice de abreviaturas, etc. Control de fondos. Los ingresos de fondos en archivos y bibliotecas deberán observar un estricto protocolo donde quede reflejado los fondos que entran, con una clara identificación del tipo de fondos, volumen, fecha de ingreso, procedencia, clase de ingreso, etc. De igual forma deberá quedar controlada la salida, temporal o definitiva de documentos, con la puesta en marcha de unos protocolos parecidos a los de ingreso. Para todo ello, nos serviremos de elementos como las relaciones de entrega, los registros de entradas y salidas, depósitos, escrituras de donación, etc. Catalogación de fondos. Esta labor es complementaria a la organización. Para ejercer un control sobre el patrimonio musical y poder ofrecer al investigador y al conjunto de la sociedad la información útil que contienen, es necesario realizar una descripción precisa. Todo ello se plasmará en unos instrumentos que darán informaciones más o menos específicas dependiendo del tipo. Tradicionalmente se han considerado: las guías, inventarios, catálogos e índices. Para ofertar una información lo más pertinente posible, los datos deben ir consignados con criterios uniformes. Para ello, habrá que disponer de unas normas descriptivas consensuadas. En este aspecto nos servirán de base normas internacionales del mundo de los archivos y las bibliotecas (ISAD(G), ISAAR(CPF), ISBD...), como del propiamente musical (RISM, IASA, etc.); pero estos procesos e instrumentos ya se estudian en otro artículo de esta edición. El resultado obtenido de estas tareas, será la creación de instrumentos de control y de recuperación de la información. Asignación de signaturas e instalación. Por muy bien organizado que se encuentre un fondo con una descripción muy exhaustiva y precisa, si después no se tienen posibilidades de ser localizado, o resulta muy complejo, de poco nos han servido todos los esfuerzos realizados en las etapas anteriores. Por ello, debe completarse el programa con la sistematización de tareas de instalación de los documentos, a la vez que se les asignan signaturas a cada unidad, según unas normas preestablecidas. Además de propiciar una eficiente gestión documental, se conseguirá garantizar la conservación óptima de todo el material, aportando continentes adecuados a cada unidad de documentos: camisas, cajas, cajonerías, fichas... Aplicación de tecnologías a las tareas. Hoy en día resulta imprescindible servirnos de la ayuda de las nuevas tecnologías para realizar un buen tratamiento de fondos musicales. El uso de programas informáticos adaptados a la gestión de archivos y bibliotecas se ha ido generalizando. Se pueden realizar con estos distintos tipos de software: entradas de datos (catalogación)50, registro y control de entradas (adquisiciones) y salidas (préstamos), estadísticas de consultas y reproducciones de los usuarios, almacenamiento de imágenes digitalizadas previamente y un largo etcétera. El acceso de los ciudadanos podrá garantizarse permitiendo la consulta de las bases de datos mediante terminales en sala, o gracias al alojamiento en páginas web de las mismas. La utilización de internet proporciona una inagotable fuente de información, un canal de comunicación para asistencia a potenciales investigadores (consultas, correo electrónico, etc.), un nuevo instrumento de coordinación... Elaboración de planes de conservación preventiva de la documentación custodiada, donde se incluya el control de agentes atmosféricos, biológicos, materiales de conservación y continentes, utilización y manejo..., y planificación de trabajos de restauración de documentos en cualquier soporte.
148
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
Planificación de edificios. Tanto desde el punto de vista arquitectónico como del mobiliario (de oficina, consulta o conservación), equipos..., se hace necesario que los propios técnicos de archivos, bibliotecas y afines, incorporen sus conocimientos para que estos elementos se adapten a los fines para los que se crean las infraestructuras. Después del tratamiento documental de los fondos (conservación), que durante todo el presente trabajo se ha estudiado, la segunda función encomendada a los profesionales de los archivos y centros afines será la difusión del patrimonio musical a los usuarios, a los ciudadanos y a la sociedad en general. Lo conseguiremos mediante el acceso de los investigadores a la consulta en los centros o mediante internet, con publicaciones, exposiciones, conciertos, conferencias, etc.
5. CONCLUSIONES La música es una parte muy importante de la identidad de los pueblos, como lo pueda ser el lenguaje, las costumbres, etc. Esta parte de nosotros mismos debe perdurar. Por ello, la conservación de nuestro rico patrimonio musical, tal y como lo encontramos, es para nosotros un deber ineludible en este mundo globalizado. Ha quedado comprobada la complejidad no solo de organizar los fondos documentales de música. La mera identificación de los mismos supone despejar no pocas incógnitas; masas documentales que aunque principalmente son materiales de archivo se encuentran frecuentemente a caballo entre estos y las bibliotecas, centros de documentación, las fonotecas, museos, hemerotecas..., así como otros centros de conservación del patrimonio. Independientemente de donde se encuentren estos fondos, se les deberá garantizar un tratamiento técnico (para su conservación y difusión), donde no queden desnaturalizados. En consecuencia la ciencia archivística debe tener la capacidad de adaptarse a fondos poco convencionales como los presentes. También deberá evolucionar con los tiempos actuales. La organización de archivos, en este caso de música, será un instrumento al servicio de la conservación y la difusión de la cultura hacia la sociedad en su máxima extensión. La mejora de los centros documentales de música redundará en beneficio del desarrollo de las personas y de la cultura en general. El mundo de la música y la musicología, por su parte, deberán ver en el patrimonio documental un ámbito necesario para el desarrollo de su ciencia. En todo ello, los técnicos de archivos y bibliotecas deberán tener el reconocimiento que merecen dentro de la investigación de estas artes. Archiveros, musicólogos, bibliotecarios y otros profesionales del ámbito del patrimonio musical deberán realizar cuantos esfuerzos sean necesarios para mentalizar a la sociedad en el valor de esta parte de nuestro patrimonio, para que de esta forma se evite su pérdida, se conserve y se difunda.
149
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
BIBLIO GRAFÍA - Álvarez Cañibano, A. (1997). Los archivos de músicos y el centro de documentación de música y danza. En: J. Persia (ed.) El patrimonio musical: los archivos familiares ( 1898-1936 ) . (p. 101-104). Trujillo (Cáceres): Ediciones de la Coria. - Álvarez Cañibano, A. (1997). Apuntes sobre el repertorio manuscrito de los archivos musicales de las cofradías de semana Santa de Sevilla, Boletín de las Cofradías de Sevilla , XXXVIII, 457, 53-57. - Beltrán de Heredia y Onís, P. (1986). Los Onís, una secular familia salmantina . Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos. - Benard, H. (2002). El archivo histórico-administrativo del Conservatorio Superior de Música de Madrid. Fuentes inéditas del siglo XIX. En: Campos interdisciplinares de la Musicología. Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Musicología , ( v. 1, p. 377-393). Madrid: Sociedad Española de Musicología. - Cabezas Bolaños, E. (2005). La organización de archivos musicales, marco conceptual, Información, cultura y sociedad , 13, 81-99. (dirección web en internet: http://w w w.accessmylibrary.com/coms2/summary_028632058045_ITM). (Noviembre 2007) - Caldera Serrano, J. (2005). Tipología y gestión documental en la televisión temática musical, Revista General de Información y Documentación , 15, 1, 7-20. - Casares Rodicio, E. (1980). La música en la Catedral de Oviedo . Oviedo: Universidad de Oviedo. - Cruz Mundet, J. R. (2001). Manual de archivística . Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. - Diccionario de la música española e hispanoamericana . (1999-2002). Madrid: Sociedad General de Autores y Editores (SG AE). - Dictionary of archival terminology (1984). Miinchen: K. C. Saur. - Diccionario de terminología archivística . (1995). Madrid: Dirección de Archivos Estatales. - Ezquerro Esteban, A. (1997). Ideas para desarrollar: cuestiones en torno a la formación de los archivos musicales eclesiásticos de España, Boletín de Aedom , 4, 1, 5-70. - Gallego Domínguez, O. (1993). Manual de archivos familiares. Madrid: Anabad. - Gallico, C. (1986-1987). La época del Humanismo y del Renacimiento. En: Historia de la música (p. 115). Madrid: Turner. - García Fraile, D. (1981). Catálogo Archivo de música de la Catedral de Salamanca . Cuenca: Instituto de Música Religiosa de la Diputación Provincial. - García Marcellán, J. (1938). Catálogo del Archivo de Música . Madrid: Consejo de Administración del Patrimonio de la República. Palacio Nacional. - Gómez González, P. J. (2006). Propuestas de organización para archivos eclesiásticos (1): el cuadro de clasificación de archivos parroquiales de la diócesis de Ciudad Rodrigo, Tabula , 9, 239-258. - Gómez González, P. J.; Vicente Baz, R. (2002). El Archivo de la Catedral de Salamanca. En: Ieronimus. 900 años de arte y de historia 1102-2002 (p. 51-103). Salamanca: Catedral de Salamanca. - González Barrionuevo, H. (2000). Francisco Guerrero (1528-1599), vida y obra: la música en la Catedral de Sevilla a fines del siglo XVI. Sevilla: Cabildo Metropolitano de la Catedral de Sevilla. - Gosálvez Lara, C. J. (1994). La Biblioteca Nacional: bibliotecas y archivos de música particulares integrados en el servicio de partituras. En: M. García Alonso (ed.). El patrimonio musical español de los siglos XIX y XX: estado de la cuestión: edición conmemorativa del centenario de la muerte de F. A. Barbieri ( 1894-1994 ) (p. 85-101). Trujillo (Cáceres): Ediciones de la Coria. - Gosálvez Lara, C. J. (2002). Música y documentación. En: Campos interdisciplinares de la Musicología. Actas del V Congreso de la S ociedad Española de Musicología , (v. 1, p. 281-294). Madrid: Sociedad Española de Musicología. - Guía de los archivos de la Iglesia en España . (2001). Barcelona: Asociación de Archiveros de la Iglesia en España. - Historia de la música . (1986-1987). A cargo de la Sociedad Italiana de Musicología. Madrid: Turner. - Inventario del Archivo del Vizconde de Garcigrande . (1991). Zamora: Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo.
150
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
- Lafuente Urién, A. (1996). Proceso de formación del Archivo de la Nobleza (Toledo). En: I Simpusium, los archivos familiares en España: estado de la cuestión (p. 11-41). Santander: Asociación para la Defensa del Patrimonio Bibliográfico y Documental de Cantabria. - Llordén, A. (1969). Inventario musical de 1770 en la Catedral de Málaga, Anuario musical , 24, 237-246. - Jornadas metodológicas de catalogación de fondos musicales de la Iglesia Católica en Andalucía. 18 y 19 noviembre 1988 Granada. (1990). Granada: Centro de Documentación Musical de Andalucía. - Lolo, B. (1988). L a música en la R eal Capilla de Madrid: José de Torres y Martínez Bravo ( h. 1.670-1.738 ) . Madrid: Universidad Autónoma de Madrid. - López-Calo, J. (2004). Los archivos musicales de la Iglesia en la historia de la música en España, Patrimonio cultural , 40, 56-82. - Marín, M. Á. (2002). Music on the margin urban musical life in eighteenth-century Jaca (S pain ) . Kassel: Reichenberger. - Martínez del Fresno, B. (1999). Inventario y catalogación de archivos de bandas civiles asturianas. En: Actas: ponencias españolas e hispanoamericanas. 18º congreso de la Asociación Internacional de Bibliotecas Musicales, Archivos y Centros de Documentación, IA M L, IVMB, AIBM, Palacio de Miramar, Donostia-San Sebastián, 21-26 de junio de 1998 (p. 349-363). Madrid: Asociación Española de Documentación Musical. - Montero García, J. (2007). La música en la Catedral de Badajoz. En: La Catedral de Badajoz (P. 575-667) . Badajoz: Arzobispado (en prensa). - Preciado, D. (1976-1977). Juan G arcía de Salazar, M aestro de C apilla en Toro, Burgo de Osma y Zamora († 1710), Anuario Musical , 31-32, 65-113. - Romero Tallafigo, M. (1994). Archivística y archivos: soportes, edificios y organización . Carmona: S & C. - Ruiz Jiménez, J. (2007). La Librería de Canto de Órgano. Creación y pervivencia del repertorio del Renacimiento en la actividad musical de la Catedral de Sevilla . Granada: Junta de Andalucía. - Schellenberg, T. R. (1975). Modern archives: principles and techniques. Chicago: University of Chicago. - Seminario de archivos personales ( Madrid, 26 a 28 de mayo de 2004). (2006). Madrid: Biblioteca Nacional. - Torres Mulas, J. (2000). El documento musical: ensayo de tipología, Cuadernos de documentación multimedia , (ejemplar dedicado a: I Congreso Universitario de ciencias de la documentación. Teoría, historia y metodología de la documentación en España (1975-2000), 10, 743-748.
NOTAS 1 Más que nunca, hay que recalcar aquí dicha característica de estos archivos, debido a la variedad tan inmensa de soportes, que a lo largo de la historia, pero sobre todo actualmente, se van originando de los documentos de tipo musical. 2
Para completar esta definición, poco sistematizada, podemos citar algunas definiciones autorizadas, como la que aparece en la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (publicada en BOE de 29 de junio de 1985), en su artículo 59.1: “Son archivos los conjuntos orgánicos de documentos, o la reunión de varios de ellos, reunidos por las personas jurídicas, públicas o privadas, en el ejercicio de sus actividades, al servicio de su utilización para la investigación, la cultura, la información y la gestión administrativa. Asimismo, se entienden por Archivos las instituciones culturales donde se reúnen, conservan, ordenan y difunden para los fines anteriormente mencionados dichos conjuntos orgánicos”; el Diccionario de terminología archivística del Ministerio de Cultura (1995, 18) lo considera como: “ conjunto orgánico de documentos producidos y/o reunidos en el ejercicio de sus funciones por las personas físicas o jurídicas, públicas o privadas”; continúa la definición distinguiendo tipos de archivos por organismo productor. Por último el Dictionary of archival terminology del Consejo Internacional de Archivos por su parte (1984, 25), contempla tres acepciones, de las cuales recogemos la principal: “ conjunto de documentos sean cuales sean su fecha, su forma y su soporte material, producidos o recibidos por toda persona física o moral, y por todo servicio u organismo público o privado, en el ejercicio de su actividad, y son, ya conservados por sus creadores o por sus sucesores para sus propias necesidades, ya trasmitidos a la institución de archivos competente en razón de su valor archivístico ” . En cualquier caso veremos como estos tipos de fondos tan especiales, en repetidas ocasiones ponen en cuestión las propias bases del concepto de archivo.
151
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
3
Entenderemos la fonoteca dentro de este mismo concepto, considerando que en su caso la colección estará compuesta por grabaciones de audio.
4
Para el desarrollo de algunos de estos preceptos archivísticos se han tenido en cuenta los trabajos de Cruz Mundet (2001).
5
Más adelante, en los puntos tercero y cuarto, estudiaremos la organización originaria y los valores primarios de los documentos de algunos archivos, así como aquellos secundarios. Esto denota que al cumplir diferentes funciones un archivo podrá tener organizaciones distintas. No se dan las mismas necesidades de información para consultas de la administración en un asunto corriente, que cuando los fondos se dedican a la investigación. 6 Se pueden utilizar como base normas para fondos musicales tales como: RISM. Répertoire International des Sources Musicales, ISAD(G) International Standard Archival Description, ISBD(PM): Descripción Bibliográfica Internacional Normalizada para Música Impresa, Reglas de catalogación de IASA para documentos sonoros, etc. 7
En estos momentos se está desarrollando para estos procesos la norma ISDF: International Standard for Describing Functions.
8
ISA AR (CPF) International Standard Archival Authority Record for Corporate Bodies, Persons and Families.
9
El sistema de clasificación mixto orgánico-funcional, en términos generales, suele ser el más utilizado dentro de los archivos españoles.
10
En estos casos podremos hablar de entidades que se hayan expansionado, que hayan ampliado competencias, hayan adquirido otras, fusiones de empresas, fondos familiares que añaden generaciones nuevas, etc.
11 El desarrollo del presente cuadro de clasificación fue llevado a cabo por Gómez González (2006) para el desarrollo del proyecto de organización de archivos eclesiásticos de la diócesis de Ciudad Rodrigo. 12
Estos pueden ser los casos de las catedrales de Toledo, Huesca... o Salamanca. Para los primeros véase la Guía de los archivos de la Iglesia (1998, 333 y 862), y para el último caso Gómez González / Vicente Baz (2002, 54 y 82).
13
Merced a la ampliación paulatina del número de componentes y el mayor protagonismo que va cobrando en el ámbito de las celebraciones litúrgicas.
14
Testigo de todo ello aun es en algunos de nuestros coros el mobiliario adaptado a la custodia de este tipo de grandes documentos, formados por estantes verticales con un sistema de extracción muy peculiar, con los correspondientes letreros y signatura de cada códice. En dichos contenedores podrían también conservarse los libros de polifonía pero bajo la custodia del maestro de capilla. 15
Se dan casos en los que incluso los estatutos encomiendan estas atribuciones al propio chantre, como es el caso de Oviedo, donde la norma de 1558 le encarga del cuidado de los antifonarios (Casares Rodicio, 1980, 18).
16
En este caso Begoña Lolo está tomando una referencia del “Libro de constituciones y ordenanzas de la Real Capilla de S. M. ” (Vicente Pérez). Madrid, 1791 y del memorial del 22 de junio de 1751, Ms. nº 64.
Así se refleja en la organización del Archivo Catedral de Astorga en: Jornadas metodológicas de catalogación de fondos musicales de la Iglesia Católica en Andalucía. 18 y 19 noviembre 1988 Granada. (1990). Granada: Centro de Documentación Musical de Andalucía, p. 27; como este se podría citar muchos otros casos como los de Badajoz (Montero García, 2007), Salamanca (García Fraile, 1981). Hay catálogos que solo describen la música polifónica, distinguiendo dentro de esta la música a papeles de los libros. Los libros de canto gregoriano se organizan y describen aparte.
17
18
Inventario “ de todos los papeles de música, así de los que estaban en casa del difunto [maestro de capilla] como los que hay en el archivo ” , de 1724.
19
Se entiende por liturgia el conjunto de ritos que la Iglesia designa como oficiales, por medio de la autoridad competente, para llevar a cabo su función santificadora; en el contexto anterior al Concilio Vaticano II especialmente los referidos al Rito Romano. Por otro lado, se designa como paraliturgia a aquellos actos públicos que, aun derivando de formas litúrgicas y teniendo como fin el culto y alabanza divina y el afianzamiento piadoso de la fe, no constituían parte del axioma fundamental “sacramentos - liturgia de las horas” . ( Mariano Casas)
20
Entre otros casos, hemos conocido un estudio que describe de forma bastante precisa este tipo de clasificaciones relativo a la Catedral de Málaga. Se trata de Llordén, A. (1969). Inventario musical de 1770 en la Catedral de Málaga... A groso modo la clasificación se establece: obras en latín: misas, lamentaciones, misereres, secuencias, vísperas, invitatorios..., himos, motetes...; obras en romance: villancicos y obras al Santísimo. Más modernamente Álvarez Cañibano (Apuntes..., 1997, 53), emula la misma organización para el caso de los fondos musicales de cofradías.
152
B 1. LA ORGANIZACIÓN DE ARCHIVOS MUSICALES
21
En muchas ocasiones los maestros de capilla se veían desprovistos de obras que interpretar. Es conveniente conocer el caso de la Catedral de Burgo de Osma durante la maestría de capilla de Juan García Salazar (Preciado, 1976-77, 81-82). En ese momento se plantea al cabildo la reorganización del archivo musical ante la falta siquiera de inventario. Salazar propone que los fondos estén bajo llave, que las obras originales no salgan para ser copiadas, y recopilar obras de otros autores españoles, empezando por los que hayan sido de la catedral. Al hilo de esto, diremos que posiblemente fuera mayor la carencia de obras puramente litúrgicas (misas, salmos...), ya que, a diferencia de los villancicos, estas primeras no presentaban una caducidad tan acusada, siendo posiblemente más necesarias y menos numerosas (Marín, 2002, 224-225). Una importante pérdida de patrimonio musical, también se producirá con la retirada de obras a la muerte de los maestros de capilla, en base a su más o menos reconocido derecho de propiedad. Para el caso de Zaragoza, Ezquerro (1997) realiza un amplio estudio de este aspecto. 22 Así se delibera en la vigésima segunda sesión del concilio en septiembre de 1562, sobre la música sacra en la Iglesia, que “ ...las composiciones que se suelen tocar con música polifónica o con órgano no deben denotar nada de profano... ”; texto reproducido en: Gallico, Claudio (1986-1987, 115). 23
Nos referimos a la encíclica “ Annus qui” , sobre la música sagrada, del Papa Benedicto XIV, (19 de febrero de 1749).
Relacionado con esta cuestión, citamos un ejemplo referido por Gómez González, op. cit. p. 67-68, sobre una situación que se da en la Catedral de Salamanca, de la siguiente forma: “Por fin en 1781 tenemos noticia del estado en que se hallaba el archivo de música. El canónigo doctoral Joaquín Mariano Monsagrati, entonces comisario de la capilla de música, expondrá en un cabildo la situación tan penosa que sufre: “ ...se avían recogido todas las obras de ella [capilla de música], que tenía el señor medio razionero maestro de capilla, y puesto en un cajón de sachristía de nogal, que estaba en la Capilla de Santa Theresa, pero sin el orden, ni formalidad, que se requería, y de montón, por no averse hecho inventario de ellos, ni averle habido hasta ahora, según informe de dicho señor maestro de capilla, y expuestos a perderse, por estar dicho cajón apolillado... ” (A[ctas] 61. f. 54bis. Cabildo ordinario. 26 febrero 1781). Ante esto, dependiendo de su utilidad, propone bien que se seleccionen y se quemen los que no valgan, o por el contrario si son todos de interés, se pusiesen “ ...en legajos con la separación correspondiente, haciendo formal inventario de todos ellos, y para esto una alazena curiosa,... ” en el mismo arco donde ahora se encontraban o en lugar similar y “ decente ” . Ante esto el cabildo acuerda se cumpla la segunda opción ” . 24
25
En dicha reglamentación se realiza una importante reforma de la música sagrada. Se considerarán aptos para el uso litúrgico los textos de canto gregoriano, así como alguna polifonía que no tuviera un excesivo carácter teatral. Puede verse este motu proprio en la dirección w eb de la Santa Sede: w w w.vatican.va/holy_father/pius_x/motu_proprio/documents/hf_p-x_motuproprio_19031122_sollecitudini_sp.html. (Noviembre 2007)
26 Como ejemplo de este hecho, podemos citar el inventario realizado para la Catedral de Badajoz, y conservado en su archivo, por el maestro de capilla-organista Rafael Jiménez Rubio el 1 de junio de 1925, el cual establece las obras que servirán para uso de la liturgia, distinguiéndolas de las que no lo son, pero para las que conciben algún valor, pues de los contrario no se tomarían la molestia de describirlas. 27
Como afirma el P. López-Calo (2004, 81): “El uso que esta música antigua preveía Pablo VI en la “instrucción” que promulgó, el 5 de marzo de 1967, para la recta aplicación de la Constitución Conciliar, de acomodar esas composiciones antiguas a la literatura actual, resulta absolutamente inviable. Menos se puede pensar en volver a usarlas, salvo en ocasiones del todo excepcionales, para lo que fueron concebidas, es decir, una función litúrgica”. 28
Jornadas metodológicas... op. cit. p. 18-19.
29 Tomado del trabajo de González Barrionuevo (2000, 658), quien describe a grandes rasgos el “Inventario de la librería que entra y sale en el choro de la Sancta Yglesia de Sevilla, questá a cargo del Sochantre della ” , de 1596. 30
Clasificación tomada de la “ Memoria de los Libros y papeles de Canto de Órgano q e . tiene la Sta. Ygª Oy 2 de Nobiemb e . de 1791 ” por Francisco de Paula Trujillo, maestro de capilla, que se encuentra en el Archivo Catedral de Badajoz, sig: Lg. 10 nº 289.
31
Clasificación tomada del “ Ynventario de los papeles de música entregados pr la testamª del Dr. Mro. de Capilla Doyagüe. Año de 1843 ” , sig: Alac. 4 lg. 1 nº 6. Este es el único instrumento que de forma explícita establece apartados clasificatorios.
32
Para el caso del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Benard (2002, 377-393), explica la organización en tres partes de los fondos documentales de dicho centro educativo; como son: archivo histórico-administrativo, archivo musical y biblioteca.
153
EL ARCHIVO DE LOS SONIDOS: LA GESTIÓN DE FONDOS MUSICALES
33
Mediante la adaptación al fondo de unas normas de descripción normalizadas (ISAD(G), RISM, ISBD, IASA, etc.), que aporten una serie de datos completa pero eficaz al control y a la recuperación de la información.
34 Véase la voz “ Archivos” , del Diccionario de la música española e hispanoamericana . (1999-2002). Madrid: Sociedad General de Autores y Editores (SG AE), v. 1, p. 589-590. 35
Especialmente en los casos de la mayor parte de las comunidades autónomas, donde se ha potenciado al máximo el patrimonio musical, como seña de identidad propia de cada territorio.
36
Según el ordenamiento legislativo son denominadas también personas jurídicas.
37
Pero no debemos olvidar otra serie de parámetros de clasificación, algunos de los cuales se han apuntado anteriormente como: liturgia / paraliturgia; por formatos (libros de facistol / música a papeles, discos de vinilo...); tratándose de obra propia de la institución: región... / obra foránea; temática; topográfico; obras fuera de uso / archivo corriente; papeles sueltos, libros de coro y borradores (Marín, 2002, 218-222), etc. 38
La propia definición que el autor da de documento musical, nos puede aportar ya una visión clara del protagonismo que quiere dispensar a los documentos cuya información es el sonido. Así considerará a este como: “ ...todo soporte material cuyos signos allí registrados representen una realidad musical, es decir, que su contenido semiótico sea capaz de rendir música ” .
39
Pueden ser múltiples los ámbitos de estudio empezando por la música, los compositores, la institución productora, el fondo documental en su conjunto..., hasta llegar a la repercusión social de la música, entre otros muchos posibles.
40
Es posible que los archivos nobiliarios (dentro de los familiares), o los de una empresa familiar resulten una excepción a la hora de incluirlos en este apartado. La documentación de carácter señorial y jurisdiccional, o de una entidad empresarial familiar, ya se considerarían como instituciones o sociedades. Pero eso no quiere decir que necesariamente tengan que estar separados; habría que estudiar cada caso.
41
Como ya se citó en Gosálvez Lara (1994, 88).
42
Para este esquema nos han servido de ayuda de diversos cuadros entre los que destacamos: Olga Gallego Domínguez (1993), el Inventario del Archivo del Vizconde de Garcigrande (1991, 25-30) y el cuadro de clasificación de fondos familiares del Archivo Municipal de Antequera (Málaga), (véase en: http://w w w.antequera.es/modules.php?name= Content&pa=showpage&pid=837). (Noviembre 2007). Del mismo modo, se pueden encontrar otros modelos de estructuras en la edición Seminario de archivos personales (2006) 43
Esta sección se ha puesto en el presente esquema, solo para los casos en los que el fondo musical, literario o artístico tengan suficiente entidad. Normalmente eso no sucederá. Este tipo de documentación se incorporará dentro de la parte personal, dependiendo de su origen. 44
Clasificación establecida en el archivo de la familia Onís, como ilustra Beltrán de Heredia y Onís (1986, 139).
45
Nos estamos refiriendo a la sección de “ personal” existente ya en el modelo de cuadro de fondos familiares.
46
Para algunas partes del presente esbozo nos hemos inspirado en Olga Gallego Domínguez (1993, 77-79).
47
Conocemos que este tipo de documentación no suele quedar dentro de los fondos documentales que se depositan en centros públicos o privados, pero es obvio que se genera, y en algunos casos puede que haya permanecido.
48
En las colecciones de libros de autores musicales suele quedar la impronta de su propietario mediante exlibris, dedicatorias de terceras personas, anotaciones, etc. Se ha incluido dentro de este pequeño esquema pues consideramos que deben quedar reunidas, como material de archivo o no, pues son testigos de la actividad musical, artística..., o vital.
49
Aquí se podrá dar un información estrictamente identificativa, o incluir informaciones que se crean más necesarias como vida, obra, etc.
50
En concreto, será necesario para la catalogación utilizar la imagen digital para incorporarla a las bases de datos; además de poder aportar las imágenes de todo o parte del documento, para algunos campos como los incipit musicales, sobre todo para documentos antiguos, no resultan suficientes las trascripciones.
154