La opinión pública indígena. Levantamiento indígena e indigenismo, opiniones movilizadas,

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La opinión pública indígena1 Opiniones movilizadas, levantamiento indígena e indigenismo: una visión desde Pierre Bourdieu

Introducción ¿Existe la opinión pública indígena? ¿Es posible interpretar las movilizaciones indígenas como manifestaciones de opinión pública? ¿Permitió el contexto político del indigenismo ecuatoriano un espacio de opinión pública del colectivo indígena en los años treinta? ¿Quiénes fueron los representantes de los indígenas movilizados? Conjugar los temas de indigenismo, opinión pública e indígenas, implica complejizar en el contexto político de los años treinta, del siglo pasado. Esta conjugación trae respuestas incómodas, por cuanto significa un reclamo a la historia reciente. Es conocido que el indigenismo buscó reivindicar al sujeto indígena para la vida moderna; de modo que el colectivo indígena representó una “cuestión”, un problema, para el Estado. Los debates acerca de los indígenas se generaron en el campo político, sucedió mientras los indios lograron objetivar movilizaciones significativas: en varias ocasiones realizaron marchas hacia la capital, Quito; formaron focos de resistencia, llamaron la atención a gobiernos, la prensa, y al poder militar. Por tanto, en este contexto histórico, los años treinta, podemos preguntarnos por la opinión pública de los indígenas. Con este trabajo pretendemos aplicar la propuesta teórica de las “opiniones movilizadas”, del sociólogo Pierre Bourdieu, para interpretar la dinámica de las movilizaciones indígenas de la década del treinta, contexto del indigenismo; y revisar lo que la prensa dejó escrito. También, es nuestra intención sumar más lecturas y comprensiones acerca del constructo teórico de Pierre Bourdieu, e identificar textos referentes al tema de los indígenas y de los medios escritos del siglo pasado, para una investigación más elaborada, como es una tesis. “La opinión pública no existe”: observación conceptual y contextual Para este trabajo entenderemos la opinión pública a partir de la premisa de Pierre Bourdieu: “La opinión pública no existe” (2008). Esta formulación, en ningún momento

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Ensayo presentado en FLACSO por José Morán para aprobar la asignatura de Medios, Comunicación y Opinión Pública, mayo 31-2013. José Morán, Magister en Comunicación con mención en Opinión pública.

2 niega la posibilidad de espacios, para que los colectivos sociales puedan objetivar opiniones. Tampoco implica la suspensión del concepto de la opinión pública. Para Bourdieu no existe la opinión pública expresada en las encuestas de opinión. También, este autor, cuestiona el uso de los resultados de las encuestas, cuando son utilizados como artefactos para generar discursos políticos. Estas objeciones, planteadas por Bourdieu, se explican por dos vías: la noción de “funcionamiento” de las encuestas de opinión; y la de “función” de las encuestas, por cuanto se ha convertido en un instrumento para hacer funcionar el poder (Bourdieu, 2008). El funcionamiento, significa la sistematización en sentido cuantitativo de las encuestas de opinión. De hecho, la encuesta nace dentro del círculo positivista, para el servicio empresarial. George Gallup marca el inicio de los sondeos políticos al predecir la victoria de Roosevelt, en EEUU. Consistió en la elección de un muestreo por cuotas, es decir, la selección de un grupo del electorado quienes compartían características semejantes al universo de sujetos investigados. Los elegidos compartían características como el lugar de residencia, edad, entre otras variables. Así inició la recopilación de los datos a través de preguntas cerradas, "convirtieron los sondeos electorales en la máxima representación de la expresión de la opinión pública." (Fernández, 2012: 30). Se inaugura la idea de recopilación de la opinión pública por medio del sondeo; y se sustenta en la noción de que es posible medir la opinión pública, cuantificando la opinión de los individuos (Fernández, 2012). El método de investigación por sondeo ha sufrido en su trayectoria cambios y aportes que diversificaron y construyeron cada vez más un instrumento eficiente de medición; como bien lo registra la revista “Public Opinión Quarterly” (Fernández, 2012). Paul Lazarsfeld, uno de los autores del libro “The People´s Choice”, interviene en la construcción del instrumento del sondeo de opinión con la hipótesis de la “comunicación en dos tiempos”, en este planteamiento aparece la figura del “líder de opinión”. Para esta hipótesis los mensajes de los medios de comunicación llegan primero a los líderes de opinión, y estos transmiten a su grupo; implica que los líderes “ejercen influencia” en las comunidades. Con esta lectura Lazarsfeld intervino en el debate para reconfigurar los sondeos. Su enfoque lo realizó a partir del concepto denominado “líder de opinión” y la influencia del “líder” en el grupo, es decir, identificó la variable de la interrelación de los individuos. La intención fue medir la influencia personal en las decisiones de los sujetos, esto significó la superación de la premisa conductista, que alegaba la influencia masiva de los medios de comunicación en la gente, de manera directa (Katz, 2002). Esto es que, el concepto de “líder de opinión”, puso la mirada en las audiencias, en las subjetividades de estos, para cuantificarlo. Para el planteamiento de “La espiral del silencio”, de Elisabeth Noelle-Neumann (1995), el entorno social se presenta en términos “cuasiestadisticos”. Es decir, perdura

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3 la idea de la medición de las percepciones del entorno, la demoscopia; y agrega la idea de la medición simultánea de los cambios de opinión, la “aprobación y desaprobación de ideas” (Noelle-Neumann, 1995: 189-190). Para el planteamiento de NoelleNeumann, el sondeo de opinión, como instrumento de medición, es inherente a su planteamiento; y le permite teorizar acerca de la formación de la opinión pública. Dos ideas fundamentan esta teoría, la idea de la cohesión social y el temor de los individuos al aislamiento. Esto hace que el ser humano busque las opiniones colectivas, que persiga la aprobación de la mayoritaria, implica que, funciona por la percepción, y está atento inclusive a pequeños cambios. El reflejo de estos cambios es lo que Noelle-Neumann denomina "Clima de opinión". El concepto de “La espiral del silencio” explica estas dos visiones: la opinión dominante o mayoritaria que logra aglutinar por el temor al aislamiento, e influye en el colectivo social; mientras, por otro lado, empuja al silencio a la opinión minoritaria (NoelleNeumann, 1995). Este fue el contexto para que Pierre Bourdieu presente sus objeciones a las encuestas de opinión. Al cuestionar el funcionamiento de las encuestas de opinión, Bourdieu señala que la aceptación de las encuestas, como mecanismos de producción de opinión pública, significa la aceptación o la admisión de tres postulados, y de las implicaciones; argumenta que estas no se han tomado en cuenta: a) las encuestas suponen que todo mundo tiene un opinión, (supone una sociedad de comunicación, productora de opinión pública); b) que todas las opiniones tienen el mismo valor, o peso, (no se toma en cuenta el capital simbólico, cultural, que son acreedores los individuos); c) la delimitación de la pregunta supone un consenso sobre los problemas, (se pregunta desde un campo, y siempre de un modo) (Bourdieu, 2008). Bourdieu no se detiene a cuestionar sobre la representatividad, es decir, el número de encuestados, tampoco en el sesgo que puede contener una pregunta. Se dirige más bien a la formulación de las preguntas, a “la forma de hacer la pregunta”; es decir, la omisión de las posibilidades de preguntar, y por quitar las posibilidades de las respuestas. (Bourdieu, 2008). Una encuesta se ejecuta para distintas condiciones sociales, está "subordinada a una demanda particular”, una empresa, el gobierno, entre otros. Esto nos lleva a puntualizar la crítica que realiza Bourdieu a la “función” de la encuesta. La encuesta es un "artefacto", funciona como "un instrumento de acción política", permite crear una ilusión: que existe la opinión pública. La ilusión consiste en materializar la sumatoria de respuestas, que se expresan en porcentajes. Desde el poder político representa la producción de opiniones para efectos políticos, y el “control de la publicación de los resultados”. Desde esta lectura es razonable la siguiente conclusión: “(…) la opinión pública en la acepción implícitamente admitida por los que hacen encuestas de opinión o por los que utilizan sus resultados, simplemente digo que esta opinión no existe.” (Bourdieu, 2008:232).

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4 Como artefacto político, la encuesta de opinión funciona para "disimular que el estado de la opinión en un momento dado es un sistema de fuerzas, de tensiones" (Bourdieu, 2008:232). Aquí debemos subrayar que la premisa de Bourdieu, “La opinión pública no existe”, no elimina el concepto de opinión pública. Más bien plantea la posibilidad de pensar la opinión pública a partir de la cristalización de las opiniones, lo que Bourdieu denomina, “opiniones constituidas”, “opiniones movilizadas”, “grupos de presión movilizados” (Bourdieu, 2008). Nos preguntamos entonces, ¿qué significa para Bourdieu las opiniones movilizadas? Son grupos, colectivos sociales, que logran sistematizar intereses, logran formularlos, y que tienen capacidad de movilización. Como señala Bourdieu en el libro “Homo academicus”, las “opiniones movilizadas” son opiniones que logran ser objetivas, que pueden incidir como una fuerza política; así lo expresa el autor: “…construcción del grupo y de la visión colectiva del mundo que se realiza en la construcción de instituciones comunes y de una burocracia de plenipotenciarios encargados de representar al grupo potencial de los agentes unidos por afinidades de habitus y de intereses, y de hacerlo existir como fuerza política en y por esa representación.” (Bourdieu, 2008: 245; las cursivas son del autor).

Este párrafo aparece en el contexto de la crítica a la espontaneidad de los movimientos sociales; este apartado permite contrastar la visión objetiva de los grupos movilizados, que tienen una “visión colectiva del mundo”; frente a la dialéctica espontánea, “de las opiniones individuales libremente expresadas y confrontadas, en la fusión y la efusión del impulso revolucionario” (Bourdieu, 2008: 244). La espontaneidad es para Bourdieu, una ilusión, por cuanto no es posible una “adición mecánica”, “ni fusión mística de las conciencias.” (Bourdieu, 2008). A partir del párrafo trascrito encontramos tres ideas para desarrollarlos: la construcción del grupo, el habitus y la representación. Las “opiniones movilizadas”, implica la construcción de un grupo social, que comparte una visión del mundo, es decir, comparten las mismas condiciones sociales, comparten el leguaje, tienen las mismas necesidades, coinciden en los mismos intereses; y pueden lograr acciones conjuntas. Expresándolo con Bourdieu, comparten “una región determinada del espacio” en el “campo social”. Entendiendo por el concepto de “campo social” como el espacio de los agentes, puede ser “el conjunto de fuerzas objetivas”; bien puede ser una agrupación sindical, o empresarial. Esto implica que el campo social va operando regiones, sitios, “posiciones relativas”, que cada grupo debe ocupar, es decir, las clases sociales. Tener una posición o pertenecer a una región, implica la jerarquización, en cada región existen sujetos que están arriba de otros, o que tienen más capital; otros que están abajo o que están limitados por el capital. La distribución de las regiones, o de los espacios a ocupar, son determinadas por el 4

5 “capital” que ostente ya sea como individuo o como colectivo social. Por “capital”, Bourdieu, entiende la acumulación “objetivada o interiorizada”, es decir, son bienes materiales y bienes simbólicos; y se presentan de tres maneras fundamentales: capital económico, capital cultural y capital social. El capital económico tiene relación directa con el dinero, se "institucionaliza en forma de derechos de propiedad"; el capital cultural puede "institucionalizarse en forma de títulos académicos”; y el capital social hace referencia a las relaciones sociales y "puede ser institucionalizado en forma de títulos nobiliarios" (Bourdieu, 2001: 134-136). Un sujeto está situado en una región, de un campo, de acuerdo al capital que tenga. Sin embargo, esto "no significa excluir la posibilidad de organizar a los agentes según otros principios de división, étnicos, nacionales, etcétera" (Bourdieu, 1990: 285-286). Si bien las divisiones étnicas no son perdurables, una causa puede ser la movilidad de las identidades, y esto, en consecuencia, significa que los grupos pueden sufrir “escisiones” y “oposiciones”. Además, la división étnica, también puede estar subordinado a la jerarquización por la distribución del capital, principalmente del capital económico y el capital cultural. La segunda idea que necesitamos desarrollar es el concepto de “habitus”. Estos “son sistemas de disposiciones duraderas y transferibles”, “principios generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas”. Cada clase social tiene su propio habitus, que condiciona la existencia en el campo social, "distingue a las fracciones" (Bourdieu, 2007:85-86). Las acciones están dispuestas por el habitus para funcionar dentro de un “campo”, a través de las reglas que estructuran la conciencia de los sujetos. Este proceso significa que lo social se hace cuerpo en el individuo, los domina y hace que “las cosas sean dichas y sean hechas” (Bourdieu, 1990). Sin embargo, al hablar de las “opiniones movilizadas” en relación al habitus, Bourdieu, escribe: “unidos por afinidades de habitus y de intereses” (2008: 245). En este contexto se entiende que el habitus es la vinculación que permite a un grupo social buscar acciones comunes, dentro de un campo; es decir, tiene relación con la acción de los agentes. Así, “las opiniones movilizadas” son colectivos sociales con afinidades, que están unidos, o “mediados” por el habitus (Bourdieu, 1990). En este contexto el habitus funciona como “principio generador” que permite a los agentes a objetivar "estrategias provisionales"; es decir, permite tener un objetivo común capaz de movilizar al grupo social. “La teoría del habitus está dirigida a fundamentar la posibilidad de una ciencia de las prácticas que escape a la alternativa del finalismo o el mecanicismo.” (Bourdieu, 1990: 114). Consideramos que este es un aporte fundamental para comprender las “opiniones movilizadas”. El habitus cumple la función de “mediador” que empuja hacia una acción conjunta, o una acción reivindicativa, y porque no, hacia una acción emancipatoria.

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6 En este orden interpretativo, Nestor Canclini, al escribir el prólogo del libro “Sociología y cultura”, expresa que el habitus es para “la transformación de la conducta para la transformación de las estructuras objetivas”, para un proyecto transformador del grupo social. Y menciona a Michel Pinçon, quien mejor ha trabajado el concepto habitus de Bourdieu, para salir una la interpretación pasiva de los agentes (Bourdieu, 1990). El tercer concepto que necesitamos subrayar es “la representación”. “Las opiniones movilizadas” son grupo sociales que se han unido por afinidades y coinciden en un proyecto reivindicativo, buscan objetivar transformaciones sociales. Al ser un colectivo de individuos emerge el problema de la representación. Entendido como el representante que reúne las voces del grupo, le da un cuerpo, "el sustituto cuasi mágico del grupo", al que se le ha encargado la palabra (Bourdieu, 1990). Hablar de representación trae implicaciones, como argumenta Bourdieu en el texto, “El misterio del ministerio. De las voluntades particulares a la voluntad general”; estas implicaciones podemos sintetizar de la siguiente manera: al ser un colectivo social necesita representación, a un representante se delega la autoridad, de hablar a nombre del grupo, se convierte en el portavoz de quienes no tienen la palabra. El autor identifica la antinomia que emerge entre el representante y lo representado: esto es, al delegar a un representante, el grupo queda sin palabra; y al entregar la palabra aparece la idea durkheimiano del consenso de grupo, que deposita en el representante la autoridad para que hable a nombre del grupo; esto equivale decir que, cuando habla el representante es el grupo el que habla. La antinomia, en este caso, es que la voz del colectivo social se expresa en una sola voz, la del representante; significa una contradicción para el grupo social. También, Bourdieu, critica la propuesta de la representación a la manera de la democracia liberal, es decir, la sumatoria de votos expresados de manera libre y voluntaria, y que contribuyen a expresar la opinión conjunta para designar a un representante. Al problematizar el concepto de representación, Bourdieu da cuenta de las limitaciones y “obstáculos biológicos correlativos de los límites temporales y espaciales ligados a la corporeidad de los individuos” (Bourdieu, 2005:76). Además, es difícil que todas las voces se escuchen, y no todos pueden intervenir, pues la distribución del capital es inequitativo, sea esta capital cultural o simbólico; es decir no todos los sujetos del grupo tienen capital de conocimiento, o gozan de reputación. Por tanto, el autor propone algunos criterios para tratar las “opiniones… como signos que pueden ser cambiados mediante el intercambio”, mediante “la discusión”, “el debate”, “la confrontación”; se entiende que estos criterios deben estar presentes en la construcción colectiva (Bourdieu, 2005:79).

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7 “El problema indígena”: Indigenismo Entendemos por indigenismo la intervención estatal, que intentó, en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, aplicar políticas para mejorar las condiciones sociales del grupo social indígena (Sanjinés, 2005). El liberalismo buscó terminar con el sistema de producción de la lógica hacendataria. Sistema que significó para el indígena el trabajo servil, bajo el protectorado y representación del dueño de la hacienda, desde la figura paternalista, asistencialista, y/o opresora (Albornoz, 1987; Tuaza, 2011; Prieto, 2004). Las políticas liberales intervinieron en conjunto con las ideas progresistas del indigenismo en la liberación del sistema servil de trabajo y en la formulación de políticas que buscaban insertar al indígena en la vida moderna (Sanjinés, 2005). Los cambios que el liberalismo produjo en el sistema de producción implicó la liberación de los indígenas del sistema haciendatario; sin embargo, no se crearon las condiciones para la subsistencia, fueron empujados a estilos de vidas más precarias y obligados a insertarse en la ciudades, aumentando la migración (Prieto, 2004; Kingman, 2006). En los años cuarenta se creó el Instituto Indigenista Ecuatoriano, que pretendió atender “el problema indígena”, mejorar las condiciones desde la gestión del Estado. Esta lectura es desarrollada por Mercedes Prieto, quien analiza la construcción del sujeto indígena desde la lectura de la noción de la “gubernamentalidad”, de Foucault, la gestión del Estado en el contexto del indigenismo. La intervención que realizó este sector progresista hacia el indígena es intentar la inserción en la vida moderna, a través de la escolarización. Otra gestión significó la intervención científica que pretendió dar explicaciones al problema indígena desde la sociología, la antropología y la genética. Y, por último, la defensa de la “indigeneidad”, que significó la búsqueda de la esencialidad en los grupos indígenas (Prieto, 2004). El sistema de trabajo del “concertaje” tardó en eliminarse de las haciendas de la sierra ecuatoriana, hasta los años treinta; luego se dio paso al “huasipungo”. Esta nueva denominación mantenía intocado la relación del dueño de la hacienda con los indígenas. Raquel Rodas, describe la vida dentro de la hacienda, en su libro “Dolores Cacuango” (2007). La vida en el huasipungo era menos que precaria, limitado de alimentos, de implementos, con construcciones artesanales. Es razonable el valor que significaba para el indígena el tener algunas libras de gramíneas o algún animal doméstico, pues significaba su único capital. El trabajo significaba para el indígena una imposición, mal remunerado y en ocasiones sin remuneración. Los conflictos de trabajo se solucionaban con el castigo corporal, ya sean, atrasos al lugar de trabajo, pérdida de bienes de la hacienda, deterioro de herramientas de trabajo, entre otros, se intervenía con castigos en el cuerpo del sujeto indio. También la intervención de la religión, que, demandaba sumisión de los indígenas para los amos de las haciendas; la religión infundió temor bajo amenaza de expulsión de la Iglesia (Raquel Rodas, 2007).

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8 “Opiniones movilizadas”: levantamientos indígenas. Hemos señalado que, el planteamiento de Bourdieu acerca del concepto de las “opiniones movilizadas”, son colectivos sociales que objetivan planteamientos y demandas; y que están unidos por afinidades, a partir del “habitus”. ¿Qué interpretaciones permite deducir el concepto de “opiniones movilizadas” aplicando a los levantamientos y movilizaciones de los indígenas, realizados en la década de los treinta, del siglo pasado? Los levantamiento de los años treinta, fueron por condiciones que se dieron desde fuera de la hacienda, por la intervención de políticas progresistas liberales; también por la situación precaria en el nivel de vida, a los que fueron sometidos por los hacendatarios; y la intervención del partido socialista y el comunista. La intervención política liberal obligó a las haciendas a cambiar los sistemas de producción; obligándolos a remunerar el trabajo y permitir la educación de los indígenas. Esto generó que, dentro de la hacienda se vuelva una relación crítica entre el hacendado y los indígenas, aumentando las tensiones. Los hacendatarios, al no acatar las reformas, más bien aplicaron políticas propias para cada hacienda, precarizando las condiciones de trabajo y la vida de los indígenas. En síntesis, a decir del libro “Dolores Cacuango” (2007), son estas condiciones las que empujaron a la población indígena a realizar movilizaciones, y levantamientos. Es el caso de Cayambe. Los indígenas se unieron por afinidad, existió un sentir de protesta, se aglutinó las demandas. Los reclamos fueron peticiones para mejorar los salarios, para que les cancelen salarios, que no se aplique castigos, no pago de impuesto del tributo, que se les entregue herramientas de trabajo. Bien puede reclamarse que estas peticiones no tenían la envergadura para transformar la estructural política; sin embargo, confluyeron para realizar las movilizaciones significativas. El periódico El Comercio (1931) recoge las movilizaciones indígenas, que bien podemos señalar como ejemplo de opiniones movilizadas: “Representantes de mil indios viajan al primer congreso de los campesinos” (31. 01. 1931). “141 peones de Cayambe han venido a esta ciudad intempestivamente abandonando sus faenas del campo” (El Comercio, 13. 03. 1931). Estas movilizaciones pueden interpretarse como la constitución de un planteamiento político. Lograron superar las circunstancias adversas para buscar puntos en común, comunicar a comunidades vecinas, sin medios tecnológicos; realizar reuniones a escondidas; y paralizar las haciendas un día determinado, que para ese contexto significó afectar el sistema de producción económico del país. Fue un problema “políticamente constituido”, que se negaba a seguir haciendo funcionar el sistema de producción. También, la intervención de la fuerza pública, da 8

9 cuenta de esto; inclusive en ocasiones se necesitó la intervención de la fuerza militar; como fue el caso en la hacienda de “Guachalá”, en Cayambe (Ecuador): “Dos indígenas de la hacienda ‘Guachalá’ fueron muertos por la policía” (El Comercio, 11. 01. 1954). Desde el concepto de habitus, entendido como “estructura estructurante”, lo aplicamos en dos sentidos: Primero. Los indígenas estaban sometidos a conductas que habían tomado cuerpo, como proceso sistemático desde la colonización; la historia de la colonia había tomado cuerpo en los indígenas. Las conductas impuestas, eran obedecidas sin resistencia. En este orden interpretativo se concluye que la conciencia del indio estaba objetivada, es decir, alienada. Sin embargo, esta lectura se olvida que Bourdieu plantea la relación activa del sujeto dentro de una estructura. No es posible objetivar la sumisión como una determinación mecánica; no podemos decir que el sujeto indígena está alienado per se. Segundo. Al interpretar el concepto de habitus como “estructura estructurante” implica una fisura que permite pensar sobre la posibilidad de cambio en el habitus de los agentes. Por cuanto la estructura, que bien puede estar determinada por la historia, es decir un pensamiento que domina al sujeto por generaciones, sin embargo, se presenta un momento de la estructuración; el momento “estructurante”. Consideramos que el sujeto indígena, que lleva en el cuerpo la colonización, sin embargo, al momento de movilizarse empieza a mirar otro “campo”, por ejemplo el campo político. De este modo mira la necesidad de obtener capital político y simbólico; y al lograrlo, o al menos al intentarlo, implica el momento “estructurante”, el momento en donde puede mirarse en otro “campo”, mira que puede lograr mayor capital. Esta estructuración permite nueva homogenización dentro del grupo. Sin embargo, la noción de “el capital” es determinante en los campos. Si bien los indígenas podían movilizarse por una opinión, objetivar el mal estar colectivo indígena, estaban condicionados por el capital, no tenían el capital cultural y simbólico, o no lo suficiente para enfrentarse y funcionar en el campo político. Para los titulares del periódico El Comercio, que citamos arriba, se presenta a los indígenas sin referencias, sin representatividad, paupérrimo en capital políticos, negados como sujetos políticos. No tienen reconocimiento o prestigio social para las páginas gráficas. A esto habría que sumar los limitantes del lenguaje, que marcaron fronteras y abismos en el campo social. Además la diferenciación que establecía la Constitución al reconocer a los ciudadanos entre otros requisitos, saber leer y escribir. Los indígenas eran analfabetos. De manera que, el espacio de visibilización de formulación de opinión púbica en los medios escritos se encuentra cerrada. Y, de manera contraria, se genera la movilización de las opiniones, los levantamientos indígenas. En cuanto a la representación, siguiendo a Rodas (2007), han sido los partidos políticos Socialista y el Comunista, quienes representaron en el campo político. Con los espacios que lograron entonces en el Congreso y en el Senado. La relación con estos

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10 representantes fueron de asistencia en la redacción de los textos de peticiones; algo que trae implicaciones de interpretación de lo que el grupo indígena quería plasmar y lo que se materializaba en los documentos. En síntesis la ventriloquia (Guerrero, 2010). Esto significa que la voz del colectivo indígena fue agrupada y sintetizada por los dos partidos políticos. Mientras que, desde el partido Liberal y el Conservador, se pretendía la administración de los grupos sociales movilizados. O administrar las movilizaciones. Por ejemplo la sentencia del congresista conservador Luis Felipe Borja, sintetiza el pensar de los grupos corporativistas; ellos consideraban que los senadores y diputados eran lo suficientemente ilustrados para hablar sobre las necesidades de la población india; antes que abrir un espacio para la representación indígena (Prieto, 2004). Conclusión Aplicar el concepto de “las opiniones movilizadas”, de Bourdieu, para entender las movilizaciones y los levantamientos del colectivo indígena permite lecturar de manera reivindicativa las acciones de los indios en las haciendas. Desde el concepto de las “opiniones movilizadas” podemos cuestionar la interpretación pasiva del concepto de alienación de los indígenas en los trabajos de las haciendas: esto es, mirar al colectivo indígena sumiso, alienado en su consciencia, de manera determinada, y mecanicista. A esta lectura Bourdieu denomina una visión objetivista, que olvida, y anula la subjetividad humana; subjetividad que es capaz de calcular estrategias, medir consecuencias, indignarse y reaccionar con resistencias. La noción de habitus posibilita medir la carencia de los capitales, económicos, culturales y sociales y poner en relación con los diferentes campos. También, el concepto de habitus, explica las vinculaciones y afinidades que mediaron para objetivar las movilizaciones de los colectivos indígenas. En cambio, la noción de representatividad permite revisar, y complejizar las voces que han hablado por los indígenas; esto es, comprender las subjetividades de los representantes. Y origina posibilidades para reclamar a la Historia sobre las voces indias que permanecieron aplacadas.

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11 Bibliografía Albornoz, Oswaldo (1987). "Jesús Gualavisí y las luchas indígenas en el Ecuador". En Ricardo Paredes y otros (editores), Los comunistas en la historia nacional. Pp. 106-28. Quito: Claridad. Bourdieu, Pierre (2008 [1984]). “La opinión pública no existe”, en Cuestiones de Sociología, Madrid: Akal: 239-276. Bourdieu, Pierre (1990 [1984]). "Espacio social y génesis de las -clases-", en Sociología y cultura, México: Editorial Grijalbo: 281-300. Bourdieu, Pierre (2008 [1984]). "La ilusión de espontaneidad", en Homo academicus, Argentina: Siglo XXI Editores: 244-248. Bourdieu, Pierre (2001). "Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social", en Poder, Derecho y clases sociales, Bilbao: Desclée de Brouwer: 131-164. Katz, Elihu (2002 [1973]). “The two-step-flow of communications: an Up-to-DateReport on an Hypothesis”. En Pierre Bourdieu, Jean-Claude Chamboredon et al. El oficio de sociólogo, México: Siglo veintiuno editores: 224-231. Fernández, Elena (2012). ¿Cómo mejorar la imagen pública de los sondeos electorales? Madrid: Universidad Complutense de Madrid, Tesis. [En línea] http://eprints.ucm.es/16191/1/T33832.pdf (Acceso: 24-05-2013) Guerrero, Andrés (2010). “Una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la `desgraciada raza indígena´ a finales del siglo XIX”, en Administración de poblaciones, ventriloquía y transescritura. Pp. 161-232. Lima: IEP/FLACSO. Kingman, Eduardo (2006). “Ciudad, etnicidad y diferenciación social”, en La ciudad y los otros. Quito 1860-1940: higienismo, ornato y policía. Pp. 215-68. Quito: FLACSO. Noelle-Neumann, Elisabeth (1995): La espiral del silencio: opinión pública nuestra piel social, Buenos Aires: Paidós. Prieto, Mercedes (2004). Liberalismo y temor: imaginando los sujetos indígenas en el Ecuador postcolonial, 1895-1950, Quito: Abya Yala. Rodas, Raquel (2007). Dolores Cacuango, Pionera en la lucha por los derechos indígenas, Quito: Crear Gráficas. Sanjinés, Javier (2005). El espejismo del mestizaje, La Paz: Embajada de Francia. Tuaza, Luis (2011). “Columbe: pasado y presente” en, Runakunaka ashka shaikushka shinami rikurinkuna, ña mana tandanakunata munankunachu. La crisis de movimiento indígena ecuatoriano. Pp. 41-114. Quito: FLACSO.

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