LA OBSERVANCIA FRANCISCANA EN SEVILLA POR LA INMACULADA CONCEPCIÓN

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Descripción

RAMÓN DE LA CAMPA CARMONA Profesor de Enseñanza Secundaria email: [email protected]

“Sicut lilium inter spinas, sic anima mea inter filias Adae”

LA OBSERVANCIA FRANCISCANA // EN SEVILLA POR LA INMACULADA CONCEPCIÓN.

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ISBN: 978-848005139-2

Resumen: Consabido es la importancia que la Orden Franciscana ha tenido en el desenvolvimiento y explicitación de la inmaculada concepción de María como verdad de fe y el papel determinante de la Corona Española, que toma esta empresa como cuestión de Estado a lo largo de toda la Edad Moderna. En este panorama, Sevilla, una de las ciudades más importantes de la época, no sólo de España, sino de Europa, se erige en una importante campeona de la causa inmaculista, dinamizada, qué duda cabe, por la familia franciscana, que, desde la Reconquista, se asienta como uno de los principales agentes pastorales de la religiosidad popular y oficial, en abierta emulación con los dominicos, lo que provocará tensiones y enfrentamientos en torno a la entonces piadosa creencia concepcionista. Palabras Clave: Inmaculada Concepción, Sevilla, inmaculista, concepcionista, Observancia franciscana. Summary: well-known is the importance of the Franciscan Order has had on the development and explication of the immaculate conception of Mary as a truth of faith and the role of the Spanish Crown, which makes this company as a matter of state throughout the Modern Age. In this scenario, Seville, one of the major cities of the era, not only in Spain but in Europe, stands at a major champion of the cause immaculate, energized, no doubt, by the Franciscan family, that since the Reconquista, stands as a major pastoral agents of the popular and official religion, in direct competition with the Dominicans, leading to tensions and confrontations around the pious belief then conceptions. Keywords: Immaculate Conception, Sevilla, immaculate conceptions, Franciscan Observance.

Los comienzos: la Orden Franciscana, mariana y concepcionista Como agudamente expone el P. Aspurz, aunque la Familia Franciscana está lejos de una conciencia de escuela teológica cerrada, como otras Órdenes, es destacable que “la única posición doctrinal que agrupó en un frente cerrado a todos los hijos de San Francisco fue la defensa de la Inmaculada Concepción” 1, hasta el punto de denominarse a la tesis inmaculista opinio Minorum u opinión franciscana 2. 1 ASPURZ, Luis de, Manual de historia Franciscana, Compañía Bibliográfica Española, Madrid s/a, p. 256. Cf. Torres, Francisco de, Consuelo de los devotos de la Inmaculada Concepción de la Virgen Santíssima, Por Pedro Cabarte, Zaragoza 1620, pp. 464 ss.; Mir y Noguera, Juan, La Inmaculada Concepción, Sáenz de Jubera, Hermanos, Editores, Madrid 1905, pp. 484 ss. 2 Los jesuitas, desde su fundación en el siglo XVI, sobre todo a partir de la Congregación General de 1593, se sumarían también a la causa concepcionista, alineándose bajo la bandera seráfica de Escoto junto a benedictinos (Torres, 1620, pp. 421-423; Mir, 1905, p. 474); cartujos, que antes de Sixto IV celebraban esta fiesta con el título de preservación (Torres, 1620, pp. 424-427; Mir, 1905, p. 479); cistercienses, que

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San Maximiliano María Kolbe, franciscano conventual (+1941) manifestaba que la causa de la Inmaculada era un hilo de oro de la multisecular historia de la Orden de los Menores, pues en ella se centró la mariología franciscana, entendiendo ésta no sólo como la actividad especulativa de los teólogos hijos de San Francisco que tenía pronto se sumaron a la causa pese a la oposición de San Bernardo (Torres, 1620, pp. 428-430; Mir, 1905, p. 480); carmelitas, que determinaron celebrar la fiesta inmaculista en el Capítulo General de Francia de 1306 (Torres, 1620, pp. 502 ss.; Mir, 1905, p. 476; Pérez, Nazario, La Inmaculada y España, Editorial Sal Terrae, Santander 1954, pp. 21 s.; López-Fe Figueroa, Carlos Mª, “Sine labe concepta. De una Piadosa creencia al Dogma”, en: Inmaculada. 15 años de la Proclamación del Dogma, CajaSur, Córdoba 2004, p. 51; Martínez Carretero, Ismael, “La Inmaculada Concepción y los carmelitas sevillanos”, en: Boletín de las Cofradías de Sevilla, Consejo de Hermandades y Cofradías, Sevilla Julio 2004, nº 545, p. 569); trinitarios, desde su fundador, con el título citado de preservación (Torres, 1620, pp. 514 ss., Mir, 1905, p. 481; Pérez, 1954, p. 22); agustinos, que defendieron esta opinión piadosa en 1350 (Torres, 1620, pp. 498 ss.; Mir, 1905, p. 477; López-Fe, 2004, p. 51); premonstratenses desde su fundación (Mir, 1905, p. 481; Pérez, 1954, pp. 19 s.); mercedarios (con el eximio ejemplo de San Pedro Pascual, Obispo de Jaén, martirizado en Granada el 1300. Cf. Torres, 1620, pp. 519 ss.; Pérez, 1954, pp. 21. 23); jerónimos, que ya celebraban esta fiesta en 1469 (Torres, 1620, pp. 431 s.; Mir, 1905, p. 484); mínimos (Torres, 1620, p. 533; Mir, 1905, p. 488); clérigos regulares menores (Mir, 1905, p. 488); agustinos descalzos (Pérez, 1954, p. 22), carmelitas descalzos (Mir, 1905, p. 477) y trinitarios descalzos (Pérez, 1954, pp. 120 y 124)... El papel de los primeros citados fue decisivo, debido al notable auge que pronto adquirieron en el clima contrarreformista, aportando la eficacia de su apostolado y teólogos, destacando entre los españoles: Diego Laínez (Almazán, Soria 1512-Roma 1565. Cf. García, 2004, p. 38) y Alfonso Salmerón (Toledo, 1515-Nápoles, Italia, 1585; ambos se distinguieron en el Concilio de Trento, llamados a éste en 1546. Cf. García, 2004, p. 38 González Gómez, Juan Miguel, “Reflejos de la perfecta hermosura. Escultura, iconografía y devoción inmaculista en Sevilla”, en: Inmaculada. 150 años de la Proclamación del Dogma, CajaSur, Córdoba 2004, p. 92), Francisco Suárez (Granada 1548-Lisboa 1617, apodado Doctor Eximius, que, aunque inmaculista, era muy cauto: “Así pues, puede crecer este sentido de la Iglesia [de la Concepción Inmaculada] para que por fin pueda la Iglesia absoluta y simplemente definir el asunto” en: In III partem D. Thomae, quaest. XXVII, art. II, disp. 3, sec. 6. Cf. Pérez, 1954, pp. 222-224; García, 2004, p. 38), Martín Alberro (Ituren, 1526-Valencia, 1596, que tuvo visiones de la Inmaculada en 1552 en el huerto del colegio jesuítico de Valencia. Cf. Pérez, 1954, p. 107), el Cardenal Francisco de Toledo Herrera (Segovia, 1553Roma, 1596. Cf. Pérez, 1954, p. 133-134; García, 2004, p. 38), Juan de Pineda (Sevilla, 1553-1637, que fue pieza clave en la polémica concepcionista suscitada en su ciudad natal. Cf. Serrano Ortega, Manuel, Glorias Sevillanas. Noticia histórica de la devoción y culto que la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María desde los tiempos de la Antigüedad hasta la presente época, Imprenta de E. Rasco, Sevilla 1893, pp. 648-651), y entre los extranjeros: San Pedro Canisio (pasa por haber sido el primer autor de la Compañía de Jesús que en sus escritos izó la bandera inmaculista; García, 2004, p. 38) y San Roberto Belarmino (en la casa noviciado de la Compañía en Roma, Sant’Andrea al Quirinale, en 1616, hizo su célebre voto de defender la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y se empeñó totalmente en la propagación de su culto y preparó la definición del Santo Oficio, en presencia del Soberano Pontífice, el treinta y uno de agosto de l6l7, y habló así: “A mi parecer, se puede definir que la doctrina según la cual la Santísima Virgen María fue concebida sin pecado debe ser aceptada por todos los fieles como piadosa y santa, de tal suerte que ya no sea lícito sostener ni adoptar el sentimiento contrario sin temeridad ni escándalo, y sin ser sospechoso de herejía”, respondiendo a las objeciones que se le hicieron, sin retractar nada de lo dicho, pero precisando aún más su pensamiento: “Si no se quiere llegar ahora a una definición formal, cuando menos habría que imponer a todos los eclesiásticos, seculares y regulares, el precepto de recitar el Oficio de la Inmaculada Concepción, conforme al rito de la Iglesia. De esta manera se llegaría a lo mismo sin definición”. Cf. García, 2004, p. 38; http://www.mercaba.org/ DOCTORES/san_roberto_belarmino.htm, consultado el 06/07/2009). Cf. Para Andalucía y Sevilla: Ramón Escandell, Vicente, “Inmaculismo y jesuitas en la Andalucía del siglo XVII”, en: Los jesuitas en Andalucía. Estudios conmemorativos del 450 aniversario de la fundación de la Provincia, Universidad, Granada 2007, pp. 473-498; Gámez Martín, José, “Fiestas de la Compañía de Jesús en Sevilla por el patronato de la Purísima Concepción en España y sus Indias”, en: Los jesuitas en Andalucía. Estudios conmemorativos del 450 aniversario de la fundación de la Provincia, Universidad, Granada 2007, pp. 445-457. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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por objeto a la Madre de Dios, sino también la espiritualidad en torno a María que han desarrollado a lo largo de su devenir histórico, íntimamente conectada a aquélla, concebida por ellos como una ciencia “práctica”, subordinando el saber al vivir 3. No hay que dejar de admitir, en lo que se refiere a la Baja Edad Media y a gran parte de la Edad Moderna, un cierto espíritu de emulación teológica de los franciscanos con la Orden de Predicadores, que, aunque en ella pesó más la opinión escolástica tomista desfavorable no tuvo nunca una postura monolítica, y, posteriormente, también de los jesuitas, como el P. Luis de Aliaga, dominico, Confesor del Rey Felipe III, aducía en Carta al Nuncio Antonio Gaetano el treinta de septiembre de 1617 4. Hasta tal punto caló en los franciscanos esta devoción que se considera inherente a su carisma 5. Este movimiento concepcionista hay que insertarlo, sin duda, dentro del papel especial que esta Orden dio desde sus comienzos a la devoción mariana y al estudio teológico del papel de María en el plan de salvación divino, que se remontan al mismo Patriarca de los Menores 6. La devoción concepcionista bebe, por tanto, en el marianismo del fundador 7 y se remonta a los orígenes de la Orden. Fue brillantemente desarrollada ya en sus comienzos por el predicador carismático San Antonio de Padua (Lisboa, Portugal, 1195-Padua Italia, 1231)  8, discípulo 3 Apollonio, Alessandro Maria, Mariologia Francescana. Da san Francesco d’Assisi ai Francescani delll’Immacolata, Facultad Teológica Marianum, Roma 1997, pp. 31-32. 71. 4 “Ser ésta una trama tan sutilmente hurdida bajo capa de devoción por los padres franciscanos, a impulso de los jesuitas, por medio de la señora Infanta [Sor Margarita de la Cruz], tía de Su Majestad, religiosa descalza de San Francisco y tan arraigada en el corazón del rey que no veía [el confesor] de impedirla”. Cf. Mir, 1905, p. 239 ss.; Meseguer Fernández, Juan, “La Real Junta de la Inmaculada Concepción”, en: Archivo Iberoamericano, Madrid Julio-Diciembre 1955, Año XV, t. XV, p. 638. 5 Después de la ceremonia de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción, el ocho de diciembre de 1854, los Generales de los Conventuales y de los Observantes, en representación de la familia franciscana, que venera a María en dicho misterio como su Patrona, ofrendaron al Papa Beato Pío IX Mastai-Ferretti, mientras se despojaba de sus ornamentos, en acción de gracias, sendas azucenas de oro y plata respectivamente, que fueron recibidas por el Pontífice con gran regocijo y emoción. Cf. De la Campa Carmona, Ramón, “La proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción” en: Pura y Limpia del Postigo del Aceite, Hermandad de la Pura y Limpia Concepción, Sevilla 2002, nº 1, p. 31. En la audiencia concedida a los Menores el doce de noviembre de 1910, el Papa San Pío X Sarto se pronunciaba así: “Mas vosotros, queridos hijos, guardaréis la santidad de vida, junto con la pureza e integridad de la doctrina, si fomentáis con asiduidad el culto de la Reina de vuestra Orden, la Madre de Dios Inmaculada”. Aún hoy, las Constituciones de los Observantes orientan: “Los Hermanos tengan una peculiar devoción hacia la Virgen María a la luz del misterio de la Inmaculada Concepción, Patrona de nuestra Orden, y cultiven los ejercicios de piedad recomendados por la tradición” (nº 21/2). 6 Como resaltaba el Ministro General de los Conventuales en el 2004: “El amor filial de la familia minorita a la totalmente Santa es un amor congénito. […] Tiene su origen en el afecto devoto y filial del hermano Francisco […]. Para él, María es madre sobre todo porque ha hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. Por eso se entregó a ella y ‘puso bajo sus alas, para que los nutriese y protegiese hasta el fin, los hijos que estaba a punto de abandonar’ (2C 198). La invoca como reina y la quiere abogada de su fraternidad, para que a lo largo de los siglos sus hermanos hallen en ella refugio y protección en las dificultades y un punto de referencia seguro, en caso de haberse alejado del ideal evangélico”. Cf. GIERMEK, Joachim A., Carta a la Orden, Roma 08-12-2004 (Prot. N. 604/4), par. 2. 7 Tres elementos fundamentalmente revelan el marianismo del Poverello: la iglesita de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula de Asís y dos textos suyos: la antífona Sancta Maria Virgo del Oficio de la Pasión y la salutación deprecatoria Ave Domina. Cf. Álvarez Alonso, José, “María Santísima en la experiencia religiosa de Francisco de Asís”, en: Santuario, Arenas de San Pedro (Ávila) Mayo-Junio 1997, nº 115, pp. 5-7; Apollonio, 1997, pp. 36 ss. 8 Apollonio, 1997, pp. 58 ss.

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del santo Patriarca, el primer teólogo oficial de la Orden, aunque no toma posición explícita en el asunto concepcionista. San Buenaventura (Bagnoregio, Italia, 1218-Lyon, Francia, 1274) 9 , el Doctor Seráfico, en cambio, pese a su intenso marianismo, por influjo del santo Doctor Melifluo, se inclina por la doctrina maculista, aun al presentar como no imposible la doctrina concepcionista. El mismo escudo de la Familia, el abrazo de San Francisco, se interpretó como emblema de defensa de la Inmaculada con la siguiente divisa: “por el uno [el de Cristo], preservada; por el otro [el de Francisco], defendida”. En un medallón colocado a mediados del siglo XV en la Iglesia conventual de San Francisco de Baeza se puede leer: “Dos privilegios reales / sacó en su puerta a porfía / Francisco, por desiguales: / la Concepción de María / y de Cristo las señales” 10, o en otro del siglo XVIII de la de San Francisco de Bujalance (Córdoba): “Es mi pureza escogida / de estos brazos sustentada. / Por el uno preservada, / por el otro defendida” 11. Pedro de Alva y Astorga nos dice describiendo la estampa de su libro: “ha de ser fachada del capítulo quarto del Apocalypsis, hace de poner un throno, el qual han de sustentar los dos braços de Christo Nuestro Redemptor y el de nuestro Padre san Francisco, cruzados, como se suelen pintar, debaxo del uno se ha de escrivir: Agnus vere occisus: y debaxo del otro: Agnus tanquam occisus. Encima del trono ha de estar la Virgen de la Concepción, a quien han de Coronar dos Doncellas, una la Iglesia, en la otra mano un libro: otra España, con una espada en la mano derecha. Alrededor del trono, han de estar los veinte y quatro Señores, o Ancianos, ofreciendo cada una su Corona, y cada Corona, ha de tener escrito el nombre de una ciudad, de las que tienen voto en Cortes…” 12. En la misma línea, en la Iglesia de San Pedro de Antequera (Málaga) hay un gran óleo sobre lienzo, anónimo del último cuarto del siglo XVII, muy esclarecedor, que representa alegóricamente la Exaltación de la Orden Franciscana, articulada en torno a la defensa de la Inmaculada Concepción 13. En el centro aparece María alada, con la iconografía tradicional inmaculista apocalíptica, coronada, sobre la cruz, que se asienta sobre una fortaleza de tres torreones, albergando cada uno de ellos a las tres ramas de la Orden: frailes, monjas y terciarios. Delante, San Francisco sostiene una librería que simboliza todos los escritos de la Orden a favor de la piadosa creencia. En compartimentos a los lados, contemplan la escena los cuatro papas franciscanos (Nicolás IV Masci, Alejandro V Philargi, Sixto IV della Rovere y Sixto V Peretti) y cuatro teólogos doctores de la Orden (San Buenaventura, San Antonio de Padua, San Bernardino de Siena y el Beato Juan Duns Scoto). 9 Mir, 1905, p. 96; Apollonio, 1997, pp. 62 ss.; García Gutiérrez, Fernando, “El dogma de la Inmaculada Concepción de María: 150 años después”, en: Inmaculada. 150 años de la Proclamación del Dogma, CajaSur, Córdoba 2004, p. 33. 10 Rubio, Germán, La Custodia Franciscana de Sevilla. Ensayo histórico sobre sus orígenes, progresos y vicisitudes (1220-1499), Editorial San Antonio, Sevilla 1953, p. 664; Álvarez, Arturo, “Tradición concepcionista en la Provincia Bética”, en: Archivo Hispalense, Diputación Provincial, Sevilla 1958, nº 86, pp. 170-171. 11 Álvarez, 1958, nº 86, p. 184. 12 Alva y Astorga, Pedro, Al Magnífico reyno de Castilla, Patrón singular del soberano Misterio de la Inmaculada Concepción de N. S. la Virgen María, Madrid 1640, fol. 3v. 13 ESCALERA PÉREZ, Reyes, en: AA. VV., 2004, Tota pulchra. El arte de la Iglesia de Málaga, Consejería de Cultura, Sevilla 2004, pp. 43 ss.

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En el presente trabajo vamos a recoger una serie de testimonios, que no agotan el tema, de cómo esta devoción se fue desarrollando en la Orden, centrándonos en la Observancia, una de las tres ramas de regulares en la que se diversificó el carisma franciscano y, sin duda, la más importante. Además, nos circunscribimos a Sevilla, en la que estaban presentes la Provincia Bética y la Provincia de los Ángeles. Recogemos, junto a toda la legislación general y provincial, los acontecimientos y devociones particulares referentes al desenvolvimiento y arraigo de la creencia concepcionista. Ya en el famoso Capítulo de las Esteras de 1219, a los comienzos de la Familia Franciscana, se acordó que “cada sábado se celebrará misa solemne en honor de la Inmaculada Virgen María”, adoptando la costumbre de dotar el último día de la semana, el sábado, de un marcado tinte mariano 14. En el Capítulo General de Pisa de 1263 15 y en el de Asís de 1269 se mandó observar la Fiesta de la Concepción de la Virgen, refiriéndose a su santificación, todavía sin especificar el momento 16. Desde luego se puede documentar objetivamente como generalizada a partir de 1319-1322 17. Los primeros defensores de la Inmaculada citaban la escena neotestamentaria de la Visitación como prueba de su doctrina, razón probablemente que indujo a la Orden Franciscana a ser pionera en la adopción, secundando a San Buenaventura, de una fiesta que la celebrara en 1263 18. Debemos recordar que el primer gran difusor de la doctrina inmaculista fue hispano: el Beato Ramón Llull o Raimundo Lulio, el Doctor Illuminatus (Palma de Mallorca 1235-Bugía, Argelia 1315), filósofo, poeta y apóstol, terciario franciscano posiblemente desde 1294, que el P. Mir conjetura que debió adoptar su inmaculismo de las noticias de Oriente traídas por los franciscanos de Tierra Santa. Aunque el Liber de Inmaculatae Mariae Virginis Conceptione, que se dice escrito en diciembre de 1304, es de dudosa atribución 19, defendió públicamente esta opinión piadosa de la “conveniencia de que Nuestra Señora fuese concebida sin pecado” en la Universidad de París, donde enseñaba en 1286 y, por segunda vez, en 1297, aunque parece que

14 Rubio, 1953, p. 661; Castro, M. de, “Legislación inmaculista de la Orden Franciscana en España”, en: Archivo Iberoamericano, Madrid Enero-Junio 1955, t. XV, nº 57-58, p. 89. 15 Como comenta Giermek, 2004, par. 5: “El Capítulo general de Pisa, en 1263, determinó que se celebrase en toda la Orden la fiesta de la Inmaculada Concepción de María. Esto acaeció durante el generalato de S. Buenaventura, quien, aunque como teólogo era contrario al privilegio de la concepción inmaculada, como supremo moderador de la Orden no se opuso a su celebración”. Cf. Mir, 1905, pp. 88. 97; Stratton, Suzanne, La Inmaculada Concepción en el arte español, Fundación Universitaria Española, Madrid 1989, p. 5; . López-Fe, 2004, p. 51. 16 Rubio, 1953, p. 661; Castro, 1955, p. 73. 90; Álvarez, 1958, nº 86, p. 169. 17 Apollonio, 1997, pp. 68 s. 18 Si San Juan por ser el Precursor mereció ser santificado en el vientre de su madre, cuanto más María, ser inmaculada, por su misión de Madre de Dios. Cf. Stratton, 1989, p. 17. 19 Impreso en Sevilla en 1491. Se atribuye a Ramón Astruch de Cortiyelles (+1384), canónigo de Vich, o a un franciscano aragonés que vivía en Aviñón en 1395. Cf. Mir, 1905, p. 103; Pérez, 1954, pp. 28 ss. 45; González, Enrique Raúl, “Fe implícita y controversias escolásticas en torno a la Inmaculada”, separata de: Miscelánea Comillas, Universidad de Comillas, Santander 1955, p. 236; Castro, 1955, p. 37; Stratton, 1989, p. 3; Ros, Carlos, La Inmaculada y Sevilla, Editorial Castillejo, Sevilla 1994, p. 173; González Gómez, 2004, p. 90; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/hufaexp07p05.html, consultado el 15/05/2006.

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con escasa resonancia, varios años antes de la famosa disputa de la Sorbona de Duns Scoto. Su inmaculismo se atestigua en su Liber Principiorum Theologiae, que concluye “bajo el patrocinio de la Bienaventurada Virgen María sin pecado concebida”, compuesto antes de 1274, así como en obras posteriores. Habla ex profeso de esta cuestión en su defensa en su Disputatio Raimundi et Eremitae super aliquibus dubiis en la quaestio 96, titulada Utrum Beata Virgo contraxerit peccatum originale. Es rotundo en la Blanquerna: “quien concibe una mancha en la Concepción de María es como si concibiera tinieblas en el sol” 20. Cortesano del Rey Jaime I de Aragón, el apoyo al lulismo de la Corona hispánica, a través de la Casa de Aragón, supuso implícitamente la aprobación del culto inmaculista 21. Creó escuela en el levante durante los siglos XIV y XV, los lulianistas, que eran muy populares “por el fervor que ponían en la defensa de la limpia concepción de Nuestra Señora contra algunos dominicos” 22. Fr. Guillermo de Ware (latinizado Guarra, +post 1300), profesor de Oxford entre 1290 y 1300 23, apelado Doctor praeclarus y fundatus, fue el primer franciscano que, haciendo suyo el argumento de la conveniencia del primer doctor concepcionista de la tradición occidental, el benedictino Eadmero de Canterbury (+1124), lo elaboró en lenguaje escolástico 24. Ware, aunque no tuvo la resonancia de Escoto y su rigor y perspicacia teológicos, tuvo el mérito de defender este privilegio mariano, más abiertamente incluso que Scoto, en su Comentario al Libro de las Sentencias del famoso Pedro Lombardo, opuesto al privilegio inmaculista: Utrum Beatissima Virgo concepta fuerit in originali peccato. En 1278, otro franciscano, Fr. Pedro Juan Olivi (Sérignan 1248-Narbona 1298) 25, proclamando la ausencia de todo pecado en el alma de María, abría una línea de solución teológica a la objeción dogmática de la universalidad de la Redención, que sería profundizada posteriormente: “Algunos han dicho que María fue preservada de toda falta y de toda concupiscencia por la gracia de Cristo [...]. Del mismo modo que los 20 Mir, 1905, pp. 104-106; Pérez, 1954, pp. 29; Apollonio, 1997, p. 35; Sernani, Giorgio, Los dogmas de María. Las piedras más preciosas de su corona, Orden de María Reina, Buenos Aires (Argentina) 2002, p. 13; Ruiz-Gálvez Priego, Estrella, “Sine Labe. El inmaculismo en la España de los siglos XV a XVII: La proyección social de un imaginario religioso”, en: Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, JulioDiciembre 2008, vol. LXIII, nº 2, p. 5. 21 Torres, 1620, pp. 267 ss.; Mir, 1905, pp. 399 ss.; Stratton, 1989, p. 53; López-Fe, 2004, p. 61. 22 Menéndez Pelayo, Marcelino (1856-1912), Historia de los heterodoxos españoles, BAC, Madrid 2000, t. I, p. 554; Cf. Pérez, 1954, pp. 30. 43 s.; Stratton, 1989, p. 10; González Gómez, 2004, p. 91. 23 González, 1955, pp. 230-232; Giermek, 2004; http://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_de_Ware, consultado el 06/07/2009. 24 Discípulo y amigo íntimo de San Anselmo de Canterbury (+1109), el primer gran teólogo mariano europeo, que defendía la purificación de la Virgen por la fe el día de la Anunciación por la anticipación de los méritos de su Hijo, con lo que ya había dejado la puerta abierta. Eadmero, en su Tractatus de conceptione sanctae Mariae Virginis (Migne, Patrologia Latina t. 156, col. 305), llamado la perla mariológica del siglo XII, escrito en defensa de los devotos sencillos, formuló así su tesis de la concepción inmaculada: “¿Acaso Dios no podía otorgar a un cuerpo humano... que fuese librado de cualquier herida de espinas, aunque hubiese sido concebido entre los aguijones del pecado? Está claro que lo podía y quería; y si lo quiso, lo hizo”, en latín: “potuit plane et voluit; si igitur voluit, fecit” (citado por Juan Pablo II: Catequesis de la Audiencia General del miércoles 5-06-1996). Cf. González, 1955, pp. 172-183. 25 http://es.wikipedia.org/wiki/Petrus_Iohannis_Olivi, consultado el 06/07/2009.

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santos, después de haber contraído la falta original, han sido purificados por la gracia y justificados por el mérito de Cristo, del mismo modo, Ella, dicen, ha sido preservada de la mancha original, de modo que, desde el primer instante de la infusión del alma en el cuerpo, ha sido completamente purificada de la mancha original”. Pero no consigue liberarse de la idea agustiniana del pecado original transmitido por la infección de la carne y por la concupiscencia. Mas un filósofo y teólogo franciscano escocés fue apelado el Paladín de la Inmaculada, al ser el primero en dar una explicación teológica satisfactoria a este misterio: el Beato Juan Duns Scoto (Duns, Lothian, 1265-Colonia, 1308). Es llamado Doctor Mariano, además de Doctor Sutil, por su excepcional agudeza especulativa, y al inmaculismo, al crear escuela, aun contracorriente, se le denominó opinio Scoti, que mereció el respeto de los más acreditados teólogos, aun partidarios de la opinión rigurosa, como el Cardenal dominico Tomás de Vío Cayetano 26. Probablemente en 1305 se encontraba enseñando en la Universidad de París desde hacía tres años. Ésta, a diferencia de la de Oxford, que seguía la tradición anglo-normanda, en la que se había formado nuestro teólogo, se había inclinado por la opinión maculista o rigurosa 27. Se debía sobre todo a la influencia de San Bernardo de Claraval (+1153), que, basándose en la errónea noción agustiniana citada de que la concepción estaba directamente conectada con la concupiscencia y el pecado, defendía la santificación en el útero de la madre de María antes de su nacimiento, como se deduce de su Epistola 174 ad Canonicos Lugdunenses [de Lyon]: De Conceptione Sanctae Mariae, ca. 1140, ampliamente conocida y comentada por los teólogos occidentales, con la que se inicia el aspecto práctico de la controversia inmaculista 28. 26 Ingresó en los Menores en torno a 1280 y fue ordenado presbítero en 1291, y muchos lo hacen discípulo de Ware. Juan Pablo II Wojtyla ratificó en 1991 el culto que desde tiempo inmemorial se le tributaba como beato. Este mismo Sumo Pontífice, cuando recibió en audiencia el sábado dieciséis de febrero de 2002 al Ministro General de la Observancia Fr. Giacomo Bini, a los que trabajaban en la Secretaría General para la formación y los estudios de la Orden y a la Comisión Scotista del Pontificio Ateneo Antonianum de Roma, encargada por el Ministro General y su Definitorio de la edición crítica de las obras completas del Beato desde 1939, manifestaba: “hago votos para que la Comisión Scotista pueda publicar en el 2004, año del CL aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción, el volumen XX, con el libro tercero de la Lectura hasta ahora inédito y en el que Duns Scoto defendió por primera vez el privilegio mariano, mereciéndose el título de Doctor de la Inmaculada” (L’Osservatore Romano, 1 de marzo de 2002; http://www.radiovaticano. com/ispano/isparchi/noti197.htm). La edición de las obras hecha por Wadding el año 1639 consta de doce volúmenes en folio, y la edición crítica vaticana, en la que se trabaja desde 1950, va por el tomo doce. Cf. Mir, 1905, p. 102; Stratton, 1989, p. 5; Villalmonte, Alejandro, “Duns Escoto, la Inmaculada y el pecado original”, en: Collectanea Franciscana, Roma-Assisi 1990, t. 60, pp. 137-153; Apollonio, 1997, pp. 70 ss.; Ruiz-Gálvez, 2008, vol. LXIII, nº 2, p. 200. En el Convento de San Buenaventura de Sevilla se conserva en la capilla mayor un lienzo anónimo de la Inmaculada contemplada por el Beato Scoto, y también está efigiado con la misma iconografía en las pinturas murales de la bóveda de dicha iglesia conventual entre las glorias intelectuales de la Orden Franciscana, obras de Francisco de Herrera el Viejo entre 1626 y 1627. Cf. Fernández López, José, Programas iconográficos de la pintura barroca sevillana del siglo XVII, Sevilla 1991, p. 93; Martínez Ripoll, Antonio, La Iglesia del Colegio de San Buenaventura, Diputación Provincial, Sevilla 1996, p. 57-59. 27 García, 2004, p. 32. 28 Mir, 1905, p. 87; Pérez, 1954, p. 39; González, 1955, pp. 189-200; Pascher, J., El año litúrgico, BAC, Madrid 1965, p. 691; Stratton, 1989, p. 4; García, 2004, p. 36; Lanzafame, Giovanni, Sicilia feudo delll’Immacolata Concezione, Belpasso (Catania, Italia) 2004, p. 27; López-Fe, 2004, p. 50; Miravalle, Mark, La Inmaculada Concepción y la Corredentora, Queenship Publishing, Monterrey 2004, p. 19.

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Es curioso que el santo quizá más devoto de la Virgen levantara la liebre. Y sobre todo después de que el Obispo Mauricio prohibió la celebración de la fiesta de la Concepción en la Diócesis de París en 1163 29. Planteándose un escollo a este tema en su Comentario al libro III de las Sentencias del citado Lombardo (Dist. III, q. 1 en Opus Oxoniense y Reportatio Parisiensis), obtuvo una victoria rotunda sobre las objeciones que se le presentaron, al plantear para María, en previsión de su maternidad divina, una redención preservativa; es la famosa Disputa de La Soborna 30. Esta victoria la revalidó en Colonia en 1308, a donde había tenido que enviarlo en 1307 el Ministro General Gonzalo de Balboa para salvarle de la persecución por la defensa de sus ideas concepcionistas 31. Su argumento parte del axioma o principio de conveniencia de la generosidad divina, que hemos citado, de Eadmero, asumido ya por su maestro Ware. Lo expresó de la siguiente manera: “si no fuere contrario a la autoridad de la Iglesia o a la autoridad de la Escritura, parece probable atribuir a María lo más excelente”, y se sintetizó en el célebre silogismo: potuit, decuit, ergo fecit (“pudo y quiso, luego lo hizo”) acuñado por su discípulo franciscano Francisco de Mayron 32. Mir, 1905, p. 305. Torres, 1620, pp. 11 ss.; Lasso de la Vega, Juan, Compendio de las obligaciones, excelencias, Privilegios, e Indulgencias del V. Orden Tercero de Penitencia de N. P. S. Francisco, Sevilla 1726, pp. 146-147; Pallés, José, Año de María, Imprenta y Librería Religiosa y Científica del Heredero de D. Pablo Riera, Barcelona 1876, t. IV, pp. 341-342, 412-414; Pérez Sanjulián, José, Historia de la Santísima Virgen María, del desarrollo de su culto y de sus principales advocaciones en España y en América, Madrid 1902, t. I, p. 171; Aspurz, pp. 149-150; Rambla, P., Tratado popular sobre la Santísima Virgen, Editorial Vilamala, Barcelona 1954, pp. 192-210; Villada, P., “La razón teológica y la Inmaculada: Potuit, decuit, ergo fecit”, en: Razón y fe, Bilbao 1954, p. 24 ss.; González, 1955, pp. 232-234. 250-261; Koser, C., El pensamiento franciscano, Editorial Marova, Madrid 1982, pp. 71-87; Fiores, Stefano de, “Inmaculada”, en: Nuevo Diccionario de Mariología, Ediciones Paulinas, Madrid 1988, p. 916; Pijoán, José, Juan Duns Scoto, La Hormiga de Oro, Barcelona 1993; Rosini, Ruggero, Mariologia del beato Giovanni Duns Scoto, Editrice Mariana “La Corredentrice”, Castelpetroso, Italia, 1994, pp. 73 ss.; Ros, 1994, p. 149; Juan Pablo II, Catequesis de la Audiencia General del miércoles 5-06-1996; Sernani, 2002, pp. 13 s.; Cabello Morales, P. V., “La Inmaculada Concepción de la Virgen María”, en Gratia Plena. La llena de Gracia, CajaSur, Córdoba 2004, p. 292; García, 2004, pp. 34-36; López-Fe, 2004, p. 51; Miravalle, 2004, p. 19; Nieto Cumplido, Manuel, “La devoción a María, Madre de Dios, en la diócesis de Córdoba durante la Baja Edad Media”, en: Gratia Plena. La llena de Gracia, CajaSur, Córdoba 2004, p. 120; http://marthaligiatapias.tripod.com.co/scoto.html, consultado el 11/03/04; http://www.es.catholic.net/ofmconv/juanduns.phtml, consultado el 11/03/04; http://www.philipresheph. com/a424/gallery/concept/doctrine.htm; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/ hufaexp07p05.html, consultado el 15/05/2006. 31 Ambas Universidades acabaron exigiendo el voto concepcionista para ingresar en ellas, la primera el tres de marzo de 1496 y la segunda en 1499; en España fue pionera la de Valencia en 1530, y de Andalucía, Osuna, desde su fundación por Juan Téllez Girón, IV Conde de Ureña, en 1548, por expreso deseo de éste, quizá por influencia de los franciscanos. Cf. Torres, 1620, p. 9; Gómez, Odilo, “Juramentos Concepcionistas de las Universidades españolas en el siglo XVII”, en: Archivo Iberoamericano, Madrid Julio-Diciembre 1955, Año XV, t. XV, pp. 874, 875, 975-980; Fernández Basurte, 2004, “Málaga y la Inmaculada”, p. 30; López-Fe, 2004, p. 54; Morente Moreno, J., “Maculistas e inmaculistas. La cuestión concepcionista. Un debate teológico en la religiosidad popular andaluza del Siglo de Oro”, en: Gólgota, Federación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, Granada Marzo 2004, nº 25, p. 15; http://www. unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/hufaexp07p10.html, consultado el 15/05/2006. 32 Un poeta anónimo castellano del siglo XVII lo resume en ingeniosas redondillas: “Desátese el más agudo / este argumento preciso: / o pudo Dios y no quiso / o quiso Dios y no pudo. / Si lo primero decís / a su bondad agraviáis; / si lo segundo negáis / contra su potencia is” (Pérez, Nazario, “El misterio de la Inmaculada explicado y defendido por los poetas españoles”, en: Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1915, nº 60, 29

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El pecado original no es ni más ni menos que la negación de la gracia que se debiera poseer. Partiendo de que concepción y animación son simultáneas, María fue redimida por los méritos de su Hijo pero de un modo diferente: con una redención preservativa, acción salvífica perfecta y más eficaz, que la hace Inmaculada en orden a su Maternidad Divina, y no con una redención restauradora, como el resto de los mortales. Podemos incluso afirmar que con su controversia concepcionista inicia prácticamente el estudio sistemático del misterio de María y, por tanto, de la mariología como disciplina autónoma 33. La escuela escotista dio, así mismo, un paso más, porque al concebir la Encarnación de Cristo de manera independiente a la culpa de Adán, entendiendo que toda la creación, espiritual y material, la ideó Dios como Reino de Cristo-Hombre para poder hallar fuera de Sí un ser que pudiera amarle con amor sumo, María no debe de ninguna manera al pecado de origen su dignidad de Madre de Dios, pues Ella fue ideada después de su Hijo como Reina por su excelencia, por lo que se puede incluso entender que fuera preservada incluso del débito del pecado, siempre en orden a los méritos de Cristo, aplicados a Ella en primer lugar y de manera singular. Entre los franciscanos inmaculistas de la escuela escotista podemos señalar 34, en el mismo siglo XIV, a Fr. Francisco Mairone, Doctor Illuminatus, Maestro de Teología en París entre 1320 y 1323 (+1326); a Fr. Guillermo de Nottingham (+1336); a Fr. Giovanni de Bassolis, discípulo predilecto de Scoto (+1347); a Fr. Landolfo Caracciolo (+1351), Arzobispo de Amalfi, Italia, pero, sobre todo, a Fr. Pedro Aureolo o Auriol, Doctor Facundus, Arzobispo de Aix, Francia (+1322) con su Tractatus de Conceptione Beatae Mariae Virginis, primer tratado escolástico expresamente dedicado a este tema, en el que expone, elabora y defiende el pensamiento del Doctor Mariano 35. El catalán Fr. Pedro Tomás (+ ca. 1350), de la Provincia de Aragón, de la escuela escotista, como la mayoría de los franciscanos de aquella época, nos dejó un tratado sobre la Concepción Inmaculada de la Virgen, Nuestra Señora. Se sirvió del texto del Eclesiástico 24, 9: “Ab initio et ante saecula creata sum”, como apoyo bíblico en Barcelona hacia 1320 para defender el misterio concepcionista. Influyó como fuente en el popular Defensorium Beatae Virginis (1437) del español Fr. Juan Vidal (fl. 1380-1395), que sirvió de base para la tesis inmaculista del Concilio de Basilea 36.

p. 525). Cf. Rotolo, F., “L’Inmacolata Concezione di Maria Madre di Gesù”, en: Bella come la luna, pura come il sole. L’Immacolata nell’arte in Sicilia, Provincia Religiosa di Sicilia dei Frati minori Conventuali “Ss. Agata e Lucia”, Bagheria (Palermo, Italia) 2004, p. 24. 33 Cignelli, L., “La mariología di Giovanni Duns Scoto e il suo influsso nella spiritualità francescana”, en: La vita spirituale nel pensiero di Giovanni Duns Scoto, Assisi, Italia 1966, p. 126. 34 Apollonio, 1997, pp. 84 ss.; Rotolo, 2004, pp. 24-25. 35 Aspurz, p. 151. 36 Encargado por la Facultad de Teología de París de la refutación del dominico también español pero maculista Fr. Juan de Montesón lo hizo en la obra citada en cinco libros, que tratan de la justicia original, del pecado original, de la preservación de Nuestra Señora, de las pruebas de esta verdad y de la controversia entonces desde el punto de vista jurídico. Cf. Pérez, 1954, p. 44; Stratton, 1989, p. 45; http://www.franciscanosteruel.org/51documentos/38escritores.php; http://www.canalsocial.net/GER/ ficha_GER.asp?id=10843&cat=religioncristiana, consultado el 12/07/2009. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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Pasemos al siglo XV. Debemos mencionar a San Bernardino de Siena (Massa Marittima, Italia, 1380-Aquila, Italia, 1444) 37, gran predicador popular de su época, que fue, sin embargo, muy prudente en este tema para evitar polémicas que pudieran dañar la edificación de los fieles, usando a veces expresiones cuanto menos ambiguas, aunque encontramos también expresiones inequívocas a favor del privilegio. Podemos citar también al Beato Mateo de Agrigento (+1450). Fr. Pedro Porcher ayudó al Cardenal Arzobispo de Arles, junto al Canónigo de Toledo Juan de Contreras o de Segovia, enviado por agente de la Purísima Concepción por el Rey de Castilla, en la elaboración del decreto inmaculista de la sesión 36 del Concilio de Basilea, fechado el diecisiete de septiembre de 1439. Fallido, por emitirse en la fase cismática conciliar, fue, sin embargo, de gran influencia doctrinal 38. El concilio de Aviñón, celebrado en 1457, presidido por dos cardenales legados de la Santa Sede, sigue la senda de Basilea 39. Por otro lado, el Decreto de Basilea fue muy bien recibido en la Península Ibérica, sobre todo en el Reino de Aragón, donde se mandó que se publicase y guardase. También citamos al Beato Fr. Bernardino de’ Bustis (Milán, 1450-Melegnano, Lombardía, 1513), que ingresó en la Provincia observante de Milán en 1475. Gran predicador mariano, publicó nueve sermones concepcionistas y un Oficio y Misa de la Inmaculada. En su Mariale de singulis festivitatibus B. V. Mariae defiende con tanto ardor la Inmaculada Concepción que ha merecido ser llamado martillo de maculistas. Se le atribuye el Pequeño Oficio de la Inmaculada Concepción, que se difundió enormemente 40. Fr. Pelbarto de Temeswar (+1483) 41 difundió incansable la doctrina de la Inmaculada en sus escritos, y su Stellarium en honor de la Virgen Inmaculada tuvo gran difusión en los ambientes piadosos de su época. La devoción a Santa Ana, introducida en Occidente en la Edad Media, difundida por dominicos y franciscanos, tomó connotaciones concepcionistas en la segunda mitad del siglo XV por influencia de los predicadores franciscanos, interpretación a la que se sumaron otras órdenes como los carmelitas 42. El Papa Sixto IV (1471-1484), Apollonio, 1997, pp. 87 ss. Mir, 1905, pp. 90. 115 ss.; Pérez, 1954, p. 58; Castro, 1955, p. 42; Gutiérrez, Enrique, “La Beata Beatriz y la Inmaculada. Influencia de los Franciscanos en ella”, en: Archivo Iberoamericano, Madrid JulioDiciembre 1955, Año XV, t. XV, p. 1080; Sernani, 2002, p. 14; González Gómez, 2004, p. 91, López-Fe, 2004, p. 52; Miravalle, 2004, p. 19; Ruiz-Gálvez, 2008, pp. 200-201. 39 Mir, 1905, pp. 125 s. 40 Aunque es llamado Oficio, recibe impropiamente ese nombre pues es sólo un conjunto de himnos y responsorios, y no tiene asignadas ni una salmodia para cada hora litúrgica ni lecturas bíblicas. Entre sus principales apóstoles se cuentan el jesuita San Alonso Rodríguez (+1617) y el Obispo San Alfonso María de Ligorio (+1797); fue aprobado por el Papa Inocencio XI Odescalchi en 1678, y el Papa de la declaración dogmática, Beato Pío IX Mastai-Ferretti, lo enriqueció con indulgencias. Cf. Torres, 1620, pp. 5 ss.; Apollonio, 1997, pp. 94-95; http://www.salvadmereina.org/inmaculada/indice.htm y http://eremitorioservita.blogspot.com/2009/03/el-oficio-parvo-de-la-virgen-maria.html, consultados el 12/07/2009. 41 Apollonio, 1997, p. 92. 42 Prueba de ello es la oración de finales del siglo XV, lucrada con indulgencias por el Papa español Alejandro VI Borgia: “Ave gratis tecum, Dominus tecum, tua gratia sit mecum, benedicta tu in mulieribus et benedicta sit Sancta Anna mater tua, ex qua sine macula et sine peccato processisti virgo Maria, et ex te autem est Jesus Christus, filius Dei vivi”, que difundieron franciscanos y carmelitas. Cf. Omaechevarría, 37

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Fr. Francesco della Rovere, franciscano conventual, fue el introductor en 1480 de la fiesta de la Abuela de Dios en el Calendario Romano 43. No aparece en el Calendario Universal del Misal Romano de 1570 del dominico Pío V Ghislieri; pero fue de nuevo introducida en éste por su sucesor el Papa Gregorio XIII Buoncompagni (1572-1585) 44. No podemos, por último, dejar de anotar que el citado Sixto IV fue el primer Papa que habló explícitamente de la Inmaculada. Escotista renombrado, emitió dieciséis constituciones con referencia a la Concepción de María, llamadas Extravagantes porque andan fuera de las colecciones antiguas 45. Por la Constitución Cum praeexcelsa de veintiocho de febrero de 1476 46, concedió a los que celebrasen devotamente la Concepción de la Virgen Inmaculada y asistiesen en ella y en su octava al Oficio, ganasen las indulgencias concedidas al Corpus Christi. Al año siguiente, el veintisiete de febrero, hizo inscribir en el calendario diocesano de Roma la Fiesta de la Inmaculada Concepción con Misa y Oficio propios, enriqueciéndola con indulgencias 47. Aprobó dos Oficios de la Inmaculada 48: uno, en la citada Cum praeexcelsa, llamado Sicut lilium inter spinas, con la misa Egredimini, obra de Leonardo da Nogaroles, clérigo notario y canónigo veronés, compuesto a partir de citas bíblicas y de Santos Padres, que enriqueció con indulgencias y que permaneció vigente en Roma hasta la reforma Ignacio, Orígenes de la Concepción de Toledo. Documentos primitivos sobre Santa Beatriz de Silva y la Orden de la Inmaculada, Burgos 1976, p. 6; Stratton, 1989, p. 23. Ejemplificación en la provincia de Jaén: Serrano Estrella, Felipe, “La Inmaculada Concepción a través del patrimonio de franciscanos y dominicos en el Reino de Jaén”, en: La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, Ediciones Escurialenses, El Escorial (Madrid) 2005, Vol. 2, pp. 1063-1082. 43 Ruiz-Gálvez, 2008, vol. LXIII, nº 2, p. 202. 44 Pascher, 1965, p. 652. 45 Torres, 1620, pp. 202. 327 ss.; Espinosa de los Monteros, Pablo, Historia y grandezas de la gran Ciudad de Sevilla, Officina de Juan de Cabrera, junto al Correo Mayor, Sevilla 1630, t. II, fol. 120 v; Quintanadueñas, Antonio de, Santos de la Ciudad de Sevilla, y su Arçobispado: Fiestas que su Santa Iglesia Metropolitana celebra, [Sevilla 1637], p. 369; Mir, 1905, pp. 133 ss.; Martín Campos, Manuel, Sevilla por el dogma de la Pureza Original de Nuestra Señora la Virgen María, Establecimiento Tipográfico de Manuel Hidalgo, Sevilla 1906, pp. 17 s.; Denzinger, Henricus, Enchirion symbolorum, Herder, Barcelona 1948, p. 271; Aspurz, p. 151; Marín, Hilario, Doctrina Pontificia IV. Documentos Marianos, BAC, Madrid 1954, pp. 71-73; Omaechevarría, 1976, p. 5; Stratton, 1989, p. 55; Apollonio, 1997, p. 92; Sernani, 2002, p. 14; Abbate, Vincenzo, “Ad aliquid sanctum significandum. Immagine della Purissima Reina tra Cinque e Seicento”, en: Bella come la luna, pura come il sole. L’Immacolata nell’arte in Sicilia, Provincia Religiosa de Sicilia de los Conventuales, Palermo (Italia) 2004, p. 31; Cabello Díaz, María E., “La Inmaculada Concepción de la Virgen María”, en: La Saeta de Otoño, Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, Málaga 2004, p. 179; Cabello Morales, 2004, p. 297; De la Campa Carmona, Ramón, “El magisterio pontificio y el misterio de la Inmaculada Concepción hasta la definición dogmática de 1854”, en: Calle Real, Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción, Castilleja de la Cuesta (Sevilla) Diciembre 2004, nº 62, p. 102; García, 2004, p. 30. 38; López-Fe, 2004, p. 54; Miravalle, 2004, pp. 22 ss.; Morente Moreno, 2004, p. 15; Rotolo, 2004, p. 27. 46 Escrita tras una célebre Congregación presidida por el propio Romano Pontífice un año antes, 1475, sobre la Inmaculada, en que se distinguió como uno de los máximos campeones de la causa Fr. Francisco Insuber, que luego fue Ministro General de la Orden Seráfica. Cf. Mir, 1905, p. 134. 47 Algunos hacen remontar la celebración de la Concepción de la Virgen por la Curia Papal al Papa León IX (1054). Más seguro parece deberse su introducción a Adriano IV Breakspeare, agustino inglés, que había escrito antes de acceder al pontificado De Conceptione Beatae Mariae Semper Virginis ad Petrum Portiniacum, lib. I, ca. 1155. Hay testimonios que indican que el gran Inocencio III la mandó celebrar en Roma en 1215. En el Concilio de Basilea se dijo que se celebraba en Roma de tiempo inmemorial, por lo que tenemos que remontarnos al menos al siglo XIII. Cf. Mir, 1905, pp. 89-91. 48 Mir, 1905, p. 178; Castro, 1955, p. 79; Omaechevarría, 1976, pp. 5-6. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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litúrgica de San Pío V en que quedó anticuado y trocado por el de la Natividad con la sustitución de esta palabra por la de Concepción, y otro, por el Breve Libenter ad ea de cuatro de octubre de 1480, en que concedió al citado Beato Fr. Bernardino de Busti que se pudiera rezar privadamente el compuesto por él, pronto abandonado al estar desprovisto de indulgencias. Por último, en la Constitución Grave nimis de 1481, reiterada en cuatro de septiembre de 1483 49, se vio en la necesidad de censurar a los que atacaban desde el púlpito el misterio concepcionista, sobre todo al dominico Fr. Vicenzo Bandello, que murmuraba, además, contra el Papa, que acababa de sancionar la fiesta de la Concepción, tachando de pecadores y herejes a los que la celebraban. Así mismo, por la bula Romanus Pontifex de ocho de diciembre de 1479 había erigido junto a la Basílica de San Pedro del Vaticano una Capilla de la Concepción de María: la popular Capilla Sixtina. El Capítulo General de Ferrara de 1481 aceptó para la Orden el citado Oficio Sicut lilium inter spinas, aunque no en exclusividad absoluta, pues también estaba difundido el establecido en el Concilio de Basilea (1431-1484), que lo había aceptado la Familia Ultramontana en la Congregación de Saint Omer de 1475 50, y el de la Natividad, cambiando esta palabra por la de Concepción. Éste de Nogarolis es el que se difundió en el mismo siglo XV entre los franciscanos hispanos. Una estrategia importante de la promoción de los franciscanos de esta entonces piadosa doctrina, ya extendida y consolidada en el XV, sobre todo tras los pronunciamientos del Papa Sixto IV, fue el de alentar la fundación de Cofradías de la Purísima 51. Los franciscanos trabajaron también decisivamente en el apoyo de la Corona hispánica a la opinión inmaculista 52, por la labor de los lulianos, que ya hemos visto, en Aragón, y tras la unificación con Castilla, se sumó la influencia de franciscanos como el poeta Montesino, después citado, favorito de Isabel la Católica, promotora del culto concepcionista, o del Cardenal Cisneros.

49 Quintanadueñas, 1637, p. 372; Mir, 1905, p. 277; Denzinger, 1948, pp. 271-272; Marín, 1954, pp. 73-74; De la Campa Carmona, 2004, pp. 102; Morente Moreno, 2004, p. 15; Rotolo, 2004, p. 27. 50 Castro, 1955, p. 79. 51 Una de las más antiguas de que se tiene noticia es la del Convento de San Francisco de Zaragoza, vinculada a la Casa Real, fundada por el Infante Pedro el ocho de mayo de 1333. En los dominios hispánicos influyó mucho la instituida por el también franciscano Cardenal Cisneros en Toledo en 1506, confirmada y enriquecida con gracias espirituales por el Papa Adriano VI Florisz Boeyens, cuando se encontraba en Tarragona camino de Roma, por la Bula Romanus Pontifex del treinta y uno de julio de 1522, en la que se recomendaba que se fundaran más, a requerimiento del Emperador Carlos V, pues éste era cofrade y patrono de ella. Cf. Torres, 1620, pp. 302 ss.; Lasso de la Vega, 1726, p. 147; Pérez, 1954, pp. 85. 93-94; Marín, 1954, p. 77; Castro, 1955, pp. 44-46; De la Campa Carmona, 2004, p. 102; Labarga, Fermín, “El posicionamiento inmaculista de las cofradías españolas”, en Anuario de Historia de la Iglesia, Universidad, Navarra 2004, t. 13, p.24-27. 52 Stratton, 1989, pp. 11 s.

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Los franciscanos en Andalucía 53 La familia franciscana, establecida en Sevilla desde la Reconquista, tenía, a partir del primer tercio del siglo XVII, ocho casas en la capital hispalense 54. A la Observancia pertenecían, de la Provincia de Andalucía, además del Convento de San Francisco Casa Grande, el de Nuestra Señora del Valle desde 1566, casa de recolección desde 1687, junto a la Puerta Osario, y el Colegio de San Buenaventura, iniciado en 1600, en la Calle de Carlos Cañal. De la Provincia de los Ángeles, erigida en 1517 del movimiento reformador de Fray Juan de la Puebla, el Convento de San Antonio de Padua, en la Calle de San Vicente, con origen en 1595. Los franciscanos andaluces, que incluso adoptaron la costumbre propia de origen indeterminado de utilizar en algunos conventos para sus hábitos el color celeste 55, participaron del apostolado de la Orden de las cofradías de la Concepción citado, remontándose los ejemplos más antiguos al siglo XIV, que van proliferando durante el XV y se generalizaron en el XVI, no cesando durante toda la Edad Moderna 56. En 1620, 53 Tras estos prolegómenos, debemos anotar que todas estas costumbres pasaron a Andalucía con el establecimiento de la Orden en ella, parejo a la Reconquista, desde la fundación del Convento de Baeza en 1228, Úbeda en 1234, Córdoba en 1239, hasta llegar a la Casa Grande de San Francisco de Sevilla, establecido a raíz de la reconquista de la ciudad en 1248, que se convirtió pronto en el más importante de la región y cabeza de una Custodia de la Provincia de Castilla en 1260, la más destacada de las ocho constituidas en ella. Cf. Anónimo: “Convento de San Francisco”, en: Archivo Histórico Municipal de Sevilla, Secc. XI, Papeles del Conde del Águila, t. XI, doc. 1, fol. 38 r.; Álvarez, 1958, nº 86, pp. 160-161; Castillo Utrilla, María José, El Convento de San Francisco Casa Grande de Sevilla, Diputación Provincial, Sevilla 1988, p. 13; Chacón Cabello, Enrique: “Los franciscanos en Andalucía”, en: El franciscanismo en Andalucía, CajaSur, Córdoba 2003, t. I, pp. 377 s. Debemos anotar que la Custodia de Sevilla alcanzó la independencia de la Provincia de Castilla en 1500 con la erección de la Provincia Bética (Bula Super Gregem Dominicam de veintiuno de septiembre de Alejandro VI Borgia), que se fragmentó en dos con la separación de la Provincia de Granada en 1583 para Andalucía Oriental. Cf. Ortiz de Zúñiga, Diego, Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, Imprenta Real, Madrid 1795, t. 5, p. 22; Negredo del Cerro, F., & K. Mª Vilacoba Ramos, “Un franciscano andaluz al servicio del Rey: Fr. Michael Avellán (1580-1650)”, en: El franciscanismo en Andalucía, CajaSur, Córdoba 2003, t. I, p. 538. 54 Los dominicos, la otra Orden más floreciente, tenían seis conventos, todos de la Provincia de Andalucía (desgajada de la Provincia de España en 1514): Casa Grande de San Pablo el Real (1248); Santo Domingo de Portaceli extramuros (1440), casa de contemplación; Colegio de Santo Tomás de Aquino (1516), Colegio de Regina Angelorum (1548), Santa María de Montesión (1559) y San Jacinto (1603). Cf. Huerga, Álvaro, Los Dominicos en Andalucía, Sevilla 1992. 55 Álvarez, 1958, nº 86, p. 162. 56 Influyeron decisivamente en la de Córdoba, que data de 1397, quizá la más antigua de Andalucía (Cf. Rubio, 1953, pp. 661-662; Álvarez, Arturo, “Tradición concepcionista en la Provincia Bética”, en: Archivo Hispalense, Diputación Provincial, Sevilla 1958, nº 87, p. 66). La de Baeza, que ya existía en 1478 (Rubio, 1953, p. 664; Álvarez, 1958, nº 86, p. 171; nº 87, pp. 70-71), es la primera de la que se tiene noticia de las fundadas en un convento de los Menores en la Bética. En Granada, los mismos Reyes Católicos fundaron en el Real de Santa Fe una Cofradía de la Purísima Concepción (Cf. Gómez Torres, J. J., “Real, Ilustre y Principal Hermandad de la Purísima Concepción”, en: Gólgota, Federación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, Granada Marzo 2004, nº 25, pp. 195-196), que se trasladó, con la toma de la ciudad en 1492, a la Casa Grande de la Observancia Franciscana, donde residió hasta la desamortización, momento en que se fusiona con la del mismo nombre del Convento de la Concepción de monjas de la Tercera Orden Regular de San Francisco, anterior a 1629. Gran importancia tuvo, por citar otro lugar de Andalucía, la Hermandad de la Pura y Limpia Concepción del Convento de San Luis el Real de Málaga, fundada antes de 1620, cuya imagen titular pasó a presidir el retablo mayor de la iglesia y en cuyo seno surgieron varias cofradías filiales penitenciales. Cf. Fernández Basurte, 2004, p. 38.

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todavía, el Comisario General de la Orden Juan Venido, estableció que se fundaran en cuantos lugares fuere posible 57. En Sevilla, de 1522 es la extinta Cofradía de la Concepción de los Burgaleses 58, a la que pertenecían los naturales de Burgos y Santander, que tenían gran devoción a este misterio mariano. Disfrutaba de capilla propia en San Francisco, cedida por Fr. Pedro de Valcárcel, Ministro Provincial de la Bética, por escritura de treinta de septiembre de dicho año en atención a la devoción y afecto con que atendían con sus limosnas a la comunidad, firmada por el Guardián Fr. Cristóbal de Santa María y demás miembros de la comunidad y por los fundadores García de Encinas y Alonso de Nebreda. Aún otra cofradía concepcionista, según Castrillo Utrilla, estaba fundada en este convento a principios del XVII, aunque no especifica nada más 59. Quizá se refiera a la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y Pura y Limpia Concepción y de la Oliva 60, Stratton, 1989, p. 68. En 1616 colocaron los burgaleses sobre la puerta principal de la capilla, que miraba al panteón de los frailes, una pintura alegórica del misterio concepcionista y de la devoción de los burgaleses hacia él, indicado por la inclusión de las imágenes de las vírgenes Centela y Elena, cuyos cuerpos se veneran en Burgos, por sus armas y blasón y por siete letras de oro coronadas, iniciales de los siete reinos castellanos de los que Burgos es cabeza. En 1626 se dotó la fiesta del misterio concepcionista. La capilla la remozaron en 1714 y la construyeron de nuevo, inmediata a la sacristía, en 1737, cuyo estreno lo celebraron con solemnísima función el veinte de enero, reiterando su voto concepcionista, que habían ofrecido el cuatro de marzo de 1522, en manos del Guardián Fr. Cristóbal de Santa María y con predicación de Fr. Juan de Reza, Provincial y Calificador del Santo Oficio. Cf. Crónica cit. n. 4, fol. 44 v.-45 r.; Lasso de la Vega, 1726, pp. 297 ss.; Rodríguez Brioso Osorio, Pablo Anselmo, Ocio Épico, verídica narración, demonstración festiva del Etna artificioso y función del estreno del nuevo Retablo del Santísimo Cristo de Burgos y María Santísima de la Concepción que celebró en el Convento de N. P. S. Francisco su afecta nación Burgalesa el día 19 de enero de 1737 años, Joseph Navarro y Armijo, Sevilla 1737; Arana de Varflora, Fermín, Compendio histórico descriptivo de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, Metrópoli de Andalucía, En la Oficina de Vázquez, Hidalgo y Compañía, Sevilla 1789, p. 40; Ortiz de Zúñiga, 1796, t. V, pp. 21 s.; González de León, Félix, Noticia artística de Sevilla, Imprenta de D. José Hidalgo y Compañía, Sevilla 1844, p. 59; Matute y Gaviria, Justino, Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla Metrópoli de Andalucía que contienen las más principales memorias desde el año de 1701, en que empezó a reinar el rey D. Felipe V, hasta el de 1800, que concluyó con una horrorosa epidemia, Imp. de E. Rasco, Sevilla 1887, t. II, pp. 8-9; Serrano Ortega, 1893, pp. 669-670. 689; Sancho Corbacho, Antonio, “Arquitectura sevillana del siglo XVIII”, en: Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, Sevilla 1934, t. VII, pp. 12 s.; Rubio, 1953, p. 75. 752-753; Álvarez, 1958, nº 87, pp. 72-75; Gelán, Fernando, “Cofradías extinguidas (I). Concepción de los Burgaleses, una hermandad desconocida”, en: ABC de Sevilla, 27-02-1983, p. 33; Gelán, Fernando, “Cofradías extinguidas (II). Los Burgaleses y la Vera-Cruz sostuvieron un largo pleito”, en: ABC de Sevilla, 01-03-1983, p. 26; Hernández Díaz, José, Pedro Duque Cornejo (1678-1757), Diputación, Sevilla 1983, pp. 45, 73, 129-131; Vázquez Soto, José, El santoral sevillano en los grabados de estampas, Sevilla 1984, sin paginar; Castillo Utrilla, 1988, pp. 77, 80, 100-102; Ros, 1994, p. 174; González Gómez, 2004, p. 200; Martínez Amores, 2007, pp. 693-695. De esta corporación conservamos en la Iglesia Conventual del Santo Ángel la espléndida imagen titular concepcionista que realizó Pedro Duque Cornejo en 1736 en madera encarnada, estofada y policromada, de bulto redondo. Después del derribo de San Francisco fue depositada en una casa particular, donde quedó arrumbada hasta que en 1883, al trasladarse las Hijas de María de Santa Inés a ésta, la pidieron del Cardenal Arzobispo dominico Ceferino González que se la cedió. Cf. Sancho Corbacho, Heliodoro, “Arquitectura sevillana del XVIII”, en: Documentos para la historia del Arte en Andalucía, Sevilla 1934, t. VII, pp. 12-13; Álvarez, 1958, nº 87, p. 75; García Gutiérrez, P. F., & A. F. Martínez Carbajo, Iglesias de Sevilla, Avapiés, Madrid 1994, p. 349; AA. VV., 2001, Mater Amabilis, p. 108. 59 Castillo Utrilla, 1988, p. 78, 80. 60 De las imágenes titulares: un Nazareno, un Cirineo, la Virgen Dolorosa y San Juan, se ha perdido el rastro. Según González de León, la cruz era de carey tachonada en plata y tenían un buen ajuar de 57

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fundada en el siglo XVI, promovida por los franciscanos, que estaba establecida en una pequeña capilla del coro bajo, al lado del evangelio, hasta el derribo del convento en 1840. Lasso de la Vega la nombra como Congregación de Nuestra Señora de la Oliva, y anota que le fue aprobada Regla el veinticinco de febrero de 1706. García de la Concha la identifica inexplicablemente con la de los Burgaleses. En relación con la Orden Franciscana, a la que era muy afecto, y con el Beato Lulio, del que se considera seguidor, está, sin duda, la devoción concepcionista del descubridor Cristóbal Colón (lugar discutido ca. 1451-Valladolid 1506), que debió ser acrecentada en su trato con los franciscanos 61. Entre las aportaciones hispánicas franciscanas a los textos eucológicos concepcionistas tenemos la de Fr. Ambrosio de Montesino (Huete, Cuenca 1444?-1514) 62, Predicador de los Reyes Católicos. Compuso el Breviarium Immaculatae Conceptionis Virginis Mariae para las monjas concepcionistas recién fundadas (edición de quinientos ejemplares en Toledo 1508 por 25.000 maravedises), aprobado por los Papas Inocencio VIII Cybo y Julio II della Rovere, inspirado en el del Beato Busti y con lecciones para todos los días de la semana y una variedad discreta de himnos, pues esta Orden de la Inmaculada Concepción tenía en su Regla rezar el Breviario romano y de la Inmaculada en los días no impedidos 63. Así mismo, en su Tratado del Santísimo Sacramento celebra la pureza original de María. No podemos olvidar que a petición del Ministro General Fr. Bernardino Prati de Chieri y de los Vicarios Generales de las Familias Cismontana y Ultramontana el Papa León X de’Médici concedió el veintidós de mayo de 1517 a los territorios hispánicos que se celebrara fiesta y octava de la Inmaculada públicamente incluso en época de

ropas y alhajas. Cf. Lasso de la Vega, 1726, p. 316; González de León, 1844, p. 55; González de León, Félix, Historia crítica y descriptiva de las cofradías de penitencia, sangre y luz, fundadas en la ciudad de Sevilla, Imprenta y librería de D. Antonio Álvarez, Sevilla 1852, p. 172; Bermejo Carballo, José, Glorias Religiosas de Sevilla, Imprenta y Librería del Salvador, Sevilla 1882, pp. 278-283; Serrano Ortega, 1893, p. 201; Álvarez, 1958, nº 87, p. 74; García de la Concha Delgado, Federico, “Cofradías sevillanas extinguidas”, en: Semana Santa en Sevilla. El mundo oculto de las cofradías, B.E.A., Sevilla 1992, p. 37; Carrero Rodríguez, 1984, Anales, p. 682; García de la Concha Delgado, Federico, “Cofradías sevillanas extinguidas”, en: Nazarenos de Sevilla, Ediciones Tartessos, Sevilla 1997, t. I, p. 459; García de la Concha Delgado, Federico, “Cofradías sevillanas extinguidas”, en: Crucificados de Sevilla, Ediciones Tartessos, Sevilla 1998, t. II, p. 469; González Polvillo, Antonio, La Virgen de la Oliva de Salteras. Historia, Arte y Devoción en los Siglos XVI al XX, Ayuntamiento, Salteras 2005, p. 32. 61 No menos de cuatro veces bautizó con el nombre de Santa María de la Concepción elementos geográficos del Nuevo Mundo, entre ellos la segunda de las islas descubiertas, inmediatamente después de honrar al Salvador, el quince de octubre del mismo 1492, “porque, después de Dios, a nadie se debe tanto como a la Madre de Dios, y él tenía devoción con su fiesta de la Concepción” (De las Casas, Bartolomé, Historia de las Indias, Madrid 1875, t. I, p. 675; Sernani, 2002, p. 15; Ros, 1994, p. 171). En su testamento (1498) manda a su hijo Diego fundar una iglesia con hospital bajo el título de Santa María de la Concepción en la isla de La Española. Cf. Serrano Ortega, 1893, 243; Pérez, 1954, pp. 83-84; Verd, Gabriel, “Ramón Llull y Cristóbal Colón (Primera y Segunda Parte)”, en: http://www.yoescribo.com/verdad.asp?id=32 y http://www.yoescribo.com/verdad.asp?id=33, consultado el 11/03/04. 62 Mir, 1905, p. 180; Pérez, 1954, p. 90; Omaechevarría, 1976, pp. 9-10; Stratton, 1989, p. 12. 63 Bulas Inter Universa, fundacional, de treinta de abril de 1489, de Inocencio VIII Cybo, nº 5; Ex supernae providentia de diecinueve de agosto de 1494, de Alejandro VI Borja, nº 4, y la definitiva, Ad statum prosperum de diecisiete de agosto de 1511, de Julio II della Rovere, que aprueba la Regla propia (capítulo X). El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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entredicho, por la singular veneración y confluencia de fieles en esta solemnidad, lo cual era importante en épocas de tirantez de las autoridades eclesiástica y civil 64. Por otra parte, el Cardenal Fr. Francisco Quiñones (León, ca. 1480-Veroli, Italia, 1540), que fue Custodio (1510) y Provincial (1518) de la Provincia de los Ángeles y Comisario General (1521) y Ministro General de la Observancia (1523-1528), despachó desde Burgos en 1523 una carta a los Cofrades de la Inmaculada en la que los admitía en la participación de los bienes espirituales de la Orden, por ser la gloria de ésta la defensa de este privilegio mariano, así como redactó a petición de Clemente VII Medici un Oficio de la Inmaculada para el clero secular, publicado en Roma en 1535 con la aprobación de Paulo III Farnese 65. Consolidación del concepcionismo observante en el entorno hispalense La lista de preclaros Observantes concepcionistas en el entorno hispalense sería interminable. En el siglo XV encontramos a un singular devoto de la Inmaculada, hijo de la Custodia de Sevilla: San Diego de Alcalá (ca. 1390-1463) 66, que vivió largos años en San Francisco de Sevilla y luego fue uno de los primeros moradores del convento de Alcalá de Henares, donde difundió mucho la devoción inmaculista. Entre los grandes místicos del Renacimiento, destacó Fr. Francisco de Osuna (Osuna ca. 1497-ca. 1540) 67, que desempeñó, entre otros puestos, el de Comisario General de Indias en la Casa Grande de Sevilla y que tanto influyó en Santa Teresa de Jesús. Éste autor llama en sus famosos Abecedarios espirituales (1528-1554) muchas veces a María “sin mácula”, y tiene publicados varios sermones de tema concepcionista. Importante fue la aportación teológica a la defensa de este misterio de Fr. Luis de Carvajal (Jódar?, Jaén, ca. 1500-Jódar 1552) 68, con su Declamatio expostulatoria pro Inmaculata Conceptione Genitricis Dei Mariae, dedicada al poderoso Duque de Medina Sidonia, publicada en Sevilla en 1533 en un tomo en octavo, de extraordinaria resonancia, y que, tras ser refundida para defenderse de las refutaciones de Fr. Santiago Dumentier, dominico francés, fue aprobada por decreto en la Universidad de París en 1540 e impresa en dicha ciudad en 1541, en un volumen también en octavo de noventa y seis folios. Participó en el Concilio de Trento, como legado del Cardenal Angelis (1545-1547), junto con su compañero de hábito y Provincia Fr. Francisco de Salazar, influyendo en la exclusión de María cuando se elaboró el Decreto sobre el pecado original en la sesión Torres, 1620, p. 360. Torres, 1620, p. 489; Mir, 1905, pp. 179. 485; Pérez, 1954, p. 125. 66 Tras ser ermitaño, tomó el hábito para lego en el convento de la Arrizafa, cerca de Córdoba. Residió algún tiempo en la Casa Grande hispalense en dos etapas, una antes y otra a su vuelta de Fuerteventura (Canarias). Fue canonizado por el Papa Pío IV Medici en 1588. Cf. Gómez, 1955, pp. 896 s.; Álvarez, 1958, nº 86, p. 190. 67 Álvarez, 1958, nº 86, p. 191; http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Osuna y http://www. franciscanos.org/enciclopedia/franciscoosuna.htm, consultados el 11/07/2009. 68 Había iniciado sus estudios en San Francisco de Sevilla, de cuya casa luego fue Guardián y Teólogo (1548-1551), para continuarlos en Alcalá de Henares, París y Lovaina. Fue también Definidor de la Orden y Provincial de Andalucía (1551). Cf. Ortega, Ángel, Las Casas de Estudios en la Provincia de Andalucía, Imprenta de G. López del Horno, Madrid 1917, pp. 168-194; Pérez, 1954, p. 107. 135-136; Álvarez, 1958, nº 86, pp. 193-197; Ros, 1994, p. 173; Menéndez Pelayo, 2000, t. II, p. 289; López-Fe, 2004, p. 64. 64 65

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V (diecisiete de junio de 1546), junto al Cardenal Pedro Pacheco, Obispo de Jaén, y a los de Astorga, Cádiz, Huesca y Canarias 69. Debemos también recordar que en dicho Concilio participaron otros destacados obispos y teólogos franciscanos 70, entre los que podemos reseñar al Arzobispo de Palermo Octaviano Preconio (+1568) y a Fr. Cornelio Musso, brazo derecho del Concilio (+1574). No debemos obviar tampoco la imponente figura misionera de San Francisco Solano (Montilla, Córdoba, 1549-Lima, Perú, 1610), morador del Convento de Loreto (Espartinas, Sevilla, 1572-1579), discípulo del insigne teólogo Fr. Luis de Carvajal, que ya antes de partir a América destacó por su devoción a la Inmaculada, ante cuya imagen pequeñita pasaba horas enteras. En el Capítulo General de Salamanca de 1553 se ordenó para la Familia Cismontana Observante que todos los sábados no impedidos se dijeran Misa y Oficio de la Concepción 71. El Capítulo General de Valladolid de 1565 reiteró esta obligación referida a las Provincias hispanas. El dominico Papa San Pío V Ghislieri, por el Decreto Quod a nobis postulat de nueve de julio de 1568, para unificar el rezo de esta fiesta en el Breviario Romano, mandó se adoptara el de la Natividad, con los cambios pertinentes, pero se hizo excepción vivae vocis oraculo de quince de mayo de 1569, en que concedió a los Observantes que siguieran rezando el Oficio Sicut lilium de Nogarolis 72. Además, al margen de concesiones litúrgicas, por la Constitución Super speculam Domini de treinta de noviembre de 1570 mandaba guardar silencio en la polémica concepcionista, confirmando de nuevo las disposiciones sixtinas 73. Siguiendo con las intervenciones pontificias de orden ritual, el Papa Gregorio XIII Boncompagni confirmó a los Observantes el nueve de junio de 1583 la facultad de seguir rezando dicho Oficio 74. El Papa Sixto V Peretti, por su parte, también franciscano conventual como su homónimo antecesor citado, por la bula Ineffabilia Beatae de treinta de mayo de 1588, concedió a los franciscanos y clarisas de la Familia Ultramontana, a petición del Ministro General Fr. Francisco de Tolosa, la facultad de

69 “Declara no obstante este mismo santo Concilio [de Trento] que no es su intención comprender en este decreto en que se trata del pecado original a la bienaventurada e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, sino que se observen las constituciones del Papa Sixto IV de feliz memoria bajo las penas en estas constituciones contenidas, a las que renueva” (nº 6). Cf. Torres, 1620, p. 332; Pío IX Mastai-Ferretti, Epístola apostólica Ineffabilis Deus, 08-12-1854; Mir, 1905, p. 185; Denzinger, 1948, p. 283; Marín, 1954, p. 179; Castro, 1955, p. 43; Gómez, 1955, p. 867; Stratton, 1989, p. 54; Cabello Díaz, pp. 179-180; Cabello Morales, 2004, p. 297; De la Campa Carmona, 2004, p. 102; López-Fe, 2004, p. 54; Miravalle, 2004, pp. 25 s. 70 rotolo, 2004, p. 27. 71 “Pues que esta fiesta se estima propia y peculiar de nuestra Orden, por lo que de continuo entablamos batalla por ella. Es propio también de nuestro Oficio hacer frecuente conmemoración de ello”. Cf. Castro, 1955, p. 81. 72 Torres, 1620, pp. 334 s.; Mir, 1905, p. 181; Marín, 1954, p. 85; De la Campa Carmona, 2004, pp. 102-103. 73 Marín, 1954, pp. 85-86; De la Campa Carmona, 2004, p. 103; López-Fe, 2004, p. 54. 74 Mir, 1905, p. 185; Marín, 1954, p. 87; De la Campa Carmona, 2004, p. 103.

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rezar el Oficio de la Inmaculada de Nogarolis en la octava, reconociendo en dicho documento la devoción y el celo de la Orden por el misterio inmaculista 75. En el Capítulo General de Valladolid de 1593 de la Observancia se legisló que en la fiesta de la Inmaculada se recitara en todas las casas el Oficio Sicut lilium inter spinas, aunque redactado según las rúbricas del nuevo Breviario Romano de Pío V Ghislieri, por lo que una vez más se confirma el Oficio de Nogarolis como el propio de la Orden de los Menores. El Papa Paulo V Borghese, que había sido Legado en España, el diecinueve de enero de 1609, vivae vocis oraculo, a petición de Fr. Luis de San Juan Evangelista, Comisario General de la Familia Ultramontana en la Curia Romana, ratificó para los Observantes la costumbre franciscana de rezar en los sábados no impedidos por una fiesta de nueve lecciones el Oficio de la Inmaculada Sicut lilium con rito semidoble, privilegio que se establecía como ley en los Estatutos Generales de las dos Familias, pero que relevaba de esta obligación en adviento y cuaresma 76. Elaborada en el último cuarto del siglo XVI y desarrollada en el marco de estas polémicas del siglo XVII, los Menores idearon una variante iconográfica del tema concepcionista, conocido por Inmaculada Franciscana 77, consistente en que la Virgen empuña con la diestra una lanza, que suele ser cruciforme, o palma, con la que hiere la cabeza de la serpiente, a menudo con la ayuda del Niño Jesús, al que suele portar en su brazo izquierdo. Fue abandonada porque podía interpretarse que el texto del Génesis (III, 15) en que se basaba ponía en definitiva exclusivamente de relieve el papel de Jesús. El siglo XVII: la gran batalla concepcionista Conocido es de todos el importante protagonismo que tuvieron los franciscanos como defensores de la piadosa opinión, cuando fue suscitada en Sevilla la disputa concepcionista con los dominicos, partidarios de la opinión rigurosa, que mantenían, con la doctrina común de Santo Tomás de Aquino (+1274), la sanctificatio in utero,

75

103.

Mir, 1905, p. 185; Marín, 1954, p. 90; Castro, 1955, p. 81; De la Campa Carmona, 2004, p.

76 La Sagrada Congregación de Ritos amplió la gracia el catorce de enero de 1612 a los Conventuales y el siete de julio del mismo año a los Capuchinos, sancionándola el veintiocho de septiembre de 1725 para todas las iglesias de la Orden de los Menores, tanto de frailes como de monjas. Cf. Mir, 1905, p. 185; Marín, 1954, p. 103; Castro, 1955, p. 83; De la Campa Carmona, 2004, p. 103. 77 Es, en realidad, una Virgen Apocalíptica, que deriva del relato bíblico: “Se paró el dragón delante de la mujer, que estaba a punto de parir, para tragarse a su hijo en cuanto pariese. Parió un varón, que ha de apacentar a todas las naciones con vara de hierro, pero el Hijo fue arrebatado a Dios y a su trono” (Apocalipsis XII, 4-5). Esta variante la recogen los preceptores Francisco Pacheco (1564-1654) y Juan Interián de Ayala (1656-1730) como minoritaria y anticuada y la desaconsejan. El primero da pistas de cómo los franciscanos la abandonaron: la Milicia de la Inmaculada, de la que luego hablaremos, adoptó como emblema, primero la imagen de la Virgen con el Niño en los brazos sobre la cruz, al que pronto suprimió. Cf. Interián de Ayala, Juan, El pintor christiano, y erudito, o tratado de los errores que suelen cometerse freqüentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas, Por D. Joachín, Impresor de Cámara de S. M., Madrid 1782, t. II, Lib. IV, cap. 2, p. 13; Castro, 1955, pp. 52-53; Sánchez López, José Antonio, “Virgen Apocalíptica o Inmaculada Franciscana”, en: Tota pulchra. El arte de la Iglesia de Málaga, Consejería de Cultura, Sevilla 2004, p. 146; Stratton, 1989, p. 77; Pacheco, Francisco, Arte de la Pintura (1649), Cátedra, Madrid 2001, pp. 575-576.

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que absolvía del pecado original a María al instante de su concepción (Cf. Summa Theologica III, q. 27, a. 2, ad. 2). Hizo prender la mecha el ocho de septiembre de 1613 un sermón del dominico Prior y Regente del sevillano Convento de Regina, Maestro en Teología, Fr. Domingo de Molina, pronunciado en su desaparecida iglesia conventual con motivo de la Fiesta de la Natividad de María 78. Cantó las glorias de la Virgen, pero expuso su opinión teológica maculista: la concepción de María había sido hermosa pero con la culpa original (“Fue concebida la Virgen como vos, y yo y como Martín Lutero”). Contribuyó decisivamente a caldear el ambiente el sevillano Alvaro Pizaño de Palacios, Canónigo de Escritura de Córdoba y Consultor del Santo Oficio 79, y el Arzobispo Pedro de Castro y Quiñones, ferviente inmaculista 80. Levantó una gran polvareda que llegó oficialmente a Madrid e incluso hasta Roma 81. Esta primera chispa del fervor concepcionista convirtió al

78 Espinosa, 1630, t. II, fol. 120v.; Anónimo, Memorias eclesiásticas y seculares de la Ciudad de Sevilla, ms. de la segunda mitad del siglo XVII, fol. 195 v.-198 v. (Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, sign. 59-1-3); Ortiz de Zúñiga, 1795, t. 4, pp. 234 s.; Bermejo, 1882, pp. 58-59; Serrano Ortega, 1893, p. 240; Marín Campos, 1906, pp. 19 s.; Pérez, 1954, p. 152; Álvarez, 1958, nº 86, p. 172; Romero Mensaque, Carlos José, “La Semana Santa en la Sevilla del Barroco”, Semana Santa en Sevilla. Sangre, luz y sentir popular, siglos XIV al XX, Gemisa, Sevilla 1986, pp. 84-87; Stratton, 1989, p. 58; Montoto, Santiago, Biografía de Sevilla, J. Rodríguez Castillejo Editor, Sevilla 1990, pp. 303-304; Núñez Beltrán, Miguel Ángel, “Complejidad de la vida religiosa en la Sevilla barroca. Doctrina, devoción y polémica inmaculistas desde las predicaciones del siglo XVII”, en: La Orden Concepcionista. Actas del I Congreso Internacional, León 1990, vol. 2, p. 564; Ros, Carlos, Desde el balcón de la Giralda, Rodríguez Castillejo Editor, Sevilla 1991, pp. 91-94; Huerga, 1992, pp. 269 ss.; Palomero Páramo, Jesús M., “Entre el claustro y el compás. El esplendor de las órdenes religiosas”, en: Magna Hispalensis. El universo de una Iglesia, Ayuntamiento, Sevilla 1992, p. 207; Escalera Pérez, 2004, pp. 54-55; González Gómez, 2004, p. 97; López-Fe, 2004, p. 41. 64; Martínez Rojas, F. J., “Tota pulchra est Maria. Los dogmas marianos en la fe de la Iglesia”, en: Tota pulchra. El arte de la Iglesia de Málaga, Consejería de Cultura, Sevilla 2004, p. 15; Morente Moreno, 2004, pp. 17 ss.; Ruiz-Gálvez, 2008, vol. LXIII, nº 2, p. 202; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/ hufaexp07/hufaexp07p07.html, consultado el 15/05/2006. 79 Publicó en 1615 en la imprenta de Gabriel Ramos: Discurso primero en confirmación de la purísima Concepción. Cf. Ortiz de Zúñiga, 1795, t. 4, p. 253; Pérez, 1954, p. 209. 80 Anónimo, Memorias eclesiásticas y seculares de la Ciudad de Sevilla, fol. 195 v.; Gómez Moreno, Manuel, “La Inmaculada en la escultura española”, separata de: Miscelánea Comillas, Santander 1955, p. 385; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07p08.html, consultado el 15/05/2006. 81 Algo similar y con las mismas consecuencias ocurrió en otras ciudades, como Ciudad Real, Córdoba, Granada o Mallorca, y en muchas del mismo Reino de Sevilla: Aracena, Écija, Marchena, Morón de la Frontera, Osuna, Utrera. En Córdoba al año siguiente, 1614, por una predicación del también dominico del cordobés Convento de San Pablo Fr. Cristóbal de Torres el mismo día ocho de diciembre de 1613. El clamor popular, levantado por el citado canónigo Pizaño de Palacios, que incluso fue procesado aunque absuelto, se incrementó al ser apoyada dicha acusación por el Obispo Fr. Diego de Mardones, de la misma Orden de Predicadores, que prohibió en agosto de 1615 los actos y las disputas concepcionistas, pero fue obligado a levantar dichas prohibiciones por una Real Provisión del veinticuatro de noviembre del mismo año. Cf. Pérez, 1954, p. 152; Stratton, 1989, p. 57; Cabello Morales, 2004, p. 296; Morente Moreno, 2004, p. 20. En Granada, un suceso similar, aunque de tono más popular, ocurriría unos veinte años después, el seis de abril de 1640, Viernes Santo, pero esta vez protagonizado no por la predicación de un dominico, sino por un libelo anticoncepcionista de un ermitaño colgado en las paredes del ayuntamiento, que, procesado por la Inquisición, arguyó en su defensa que pretendía incrementar la devoción inmaculista. Los primeros en levantarse en desagravio, cuatro días después, el martes de Pascua, fueron precisamente los terciarios franciscanos con la Parroquia de Santa Escolástica, que organizaron tumultuosas procesiones al Triunfo de la Inmaculada. Cf. Morente Moreno, 2004, pp. 21-23.

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XVII en el siglo inmaculista por excelencia y en la época más brillante de la mariología española. En todo este movimiento, con el epicentro en Sevilla, el Convento Casa Grande de San Francisco era su cuartel general, como su corazón, donde la devoción concepcionista era tan antigua como su fundación misma. Pero la polémica en Sevilla se levantaría definitivamente en 1615: Kendrik la llama, algo exageradamente, the Marian war, “la guerra mariana”, y Domínguez Ortiz, más mesuradamente, la explosión concepcionista. En la iglesia del citado Colegio dominico de Regina Angelorum estaba establecida desde su fundación en capilla del sotocoro la aristocrática Imperial Cofradía del Santo Crucifijo y Purísima Concepción de Nuestra Señora 82. Es el caso que esta corporación, en medio de la polémica concepcionista, quiso trasladarse al Convento de San Francisco, por ser los Hermanos de la Orden Seráfica abanderados de la causa inmaculista 83. Los Predicadores se negaron a dicho traslado alegando la propiedad sobre la imagen. Al llegar el día de su estación de penitencia, el Jueves Santo dieciséis de abril, la comunidad rehusó acompañar a la Cofradía, siendo acompañada por los franciscanos. Vemos lo reveladora que resulta esta anécdota para tomar el pulso al apostolado popular franciscano inmaculista. 82 Sus primeras Reglas habían sido aprobadas en 1549, y a partir de 1552 se acoge a la Real Provisión expedida en Granada por el Emperador Carlos en seis de octubre de 1526, que le permitía gozar de una bula general de indulgencias del Papa Adriano VI Florisz Boeyens. Cf. Sánchez Gordillo, Alonso, Religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana (1623), Consejo General de Hermandades y Cofradías, Sevilla 1982, pp. 160-161; Ortiz de Zúñiga, 1796, t. 5, p. 46; González de León, 1844, p. 117; González de León, 1852, p. 155-156; Bermejo Carballo, 1882, pp. 419 ss.; Álvarez, 1958, nº 86, p. 172; García de la Concha Delgado, 1982, pp. 32-37; Carrero Rodríguez, 1984, pp. 655-656; García de la Concha Delgado, 1998, t. II, pp. 471-473; Escudero Marchante, José María, La Iglesia de San Martín de Tours de Sevilla. Historia y Descripción Artística, Imperial Archicofradía Sacramental de la Sagrada Lanzada, Sevilla 2007, p. 21. 83 Todo se desencadenó, cuentan las crónicas, porque un fraile dominico forastero, al visitar la iglesia, veneraba cada altar con una reverencia, pero pasó de largo ante el de la Concepción; al ser interrogado por unos cofrades a qué se debía esto, contestó que dicha imagen no representaba a la Virgen en un estado que se le debiera reverencia. A raíz de esto, un fraile franciscano, en desagravio, se llegó ante dicho altar y exclamó a gritos: “¿Qué hacéis aquí, Virgen Santísima, ante vuestros enemigos? Dejadlos, Reina del Cielo, que no merecen teneros junto a sí”, iniciándose así los trámites para el cambio citado de sede canónica de la cofradía a San Francisco. La imagen era primitivamente una imagen tallada con niño en los brazos que en el siglo XVII ya había sido mutilada para vestir. La imagen actual no es la que fue motivo de la disputa: es de candelero para vestir, con cabeza y manos de barro cocido obras de Cristóbal Ramos de 1794 y responde a los mismos cánones que la Sevillana, que más adelante analizaremos, con las manos juntas sobre el pecho y 1,43 m. de altura. Fue repolicromada por Manuel María Guillén en 1820 y restaurada por Emilio Pizarro en 1893 y por José Rodríguez Rivero-Carrera en 1985. Preside actualmente un retablo del lado del evangelio de la Iglesia de San Martín, a donde se trasladó en 1810, y su Hermandad se fusionó con la Sacramental de este templo en 1815, y ésta a su vez con la de la Sagrada Lanzada, que la mantiene como una de sus Titulares. Procesionó por última vez en la magna procesión conmemorativa del centenario inmaculista de 1954. Cf. Matute, Justino, “Adiciones y correcciones de D. Justino Matute al tomo IX del Viaje a España de D. Antonio Ponz, anotadas nuevamente por D. José Gestoso y Pérez”, en: Archivo Hispalense, Sevilla 1886, t. II; Serrano Ortega, 1893, p. 164. 220-221; Gámez Martín, José, “La Purísima de vestir”, en: Purísima, Hermandad de la Purísima Concepción de María, La Algaba (Sevilla) 2004, nº 14, pp. 50-52; Escudero Marchante, 2007, pp. 40-41; Gámez Martín, José, & Soledad Jiménez Barreras, “La Purísima de vestir, una iconografía sevillana. Devoción, orígenes, sentimiento y barroco (II)”, en: Gregorio Fernández: antropología, historia y estética en el Barroco, Ayuntamiento, Valladolid 2008, p. 179.

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A partir de este momento se organizaron fastuosos cultos concepcionistas en todas las casas franciscanas, destacando los que acompañaron la Solemnidad de la Inmaculada dicho año de 1615, llenos de todo tipo de festejos populares. En San Francisco hubo octavario desde las I Vísperas de la Concepción, en la tarde del lunes siete de diciembre, al martes quince de diciembre, predicado por los mejores oradores franciscanos, y gran variedad de adornos, invenciones y fuegos, que en opinión de los contemporáneos fue de lo más fastuoso jamás visto, que se venía preparando intensamente desde entrado noviembre, con el concurso de personas peritas, bienhechoras y las Hermandades de la casa, sobre todo la Vera Cruz 84. Lugones dice textualmente: “pues la obligación a este misterio es más de la Orden de nuestro P. San Francisco, que de ningunos otros”. En la tarde de la fiesta, tras las Vísperas, a las ocho de la noche, hubo procesión con la Sevillana, acompañada de ministriles, por la iglesia y claustro hasta el coro alto, donde se cantaron, con la presencia de la Real Audiencia y de los fieles, Completas y se ejecutaron danzas. La comunidad religiosa, en privado, después de velar a la imagen cantando motetes y antífonas y de celebrar los maitines, la trasladó solemnemente después de Prima a la iglesia. Aderezado el altar con los aparadores y sitiales competentes, comenzó a las ocho y media la Tercia y se empezó a revestir de pontifical el celebrante, Obispo de Bona, el sevillano Juan de la Sal y Aguiar. Se organizó mientras tanto procesión en la que participaron trompetas, abriendo marcha, los Hermanos de la Cofradía de la Vera Cruz con velas, treinta doncellas que dotó esta corporación en esta fiesta (vestidas de blanco con escapularios azules, tocadas y cubiertos los rostros por velos blancos), acompañadas de sus madrinas y sendas parejas de Hermanos, todos con velas verdes, la comunidad en filas de a dos (unos doscientos frailes), música de cantores y ministriles, las andas de la Concepción a hombros de religiosos revestidos de dalmáticas, palio de respeto bordado carmesí con varas de plata, dos docenas de los frailes más ancianos y graves del convento y el Obispo de Bona con sus diáconos, asistentes, algunos clérigos de su familia y pajes con hachas, a los que seguía la Real Audiencia formada y los fieles. La misa solemne pontifical empezó más de las once, con predicación de Fr. Juan de Rutia, Lector Jubilado, Custodio y padre de esta provincia y Consultor del Santo Oficio. A la misma hora se celebró también misa solemne con predicación en la capilla de los burgaleses. Ambos oficios acabaron sobre la una de la tarde. A las tres se tañó a Vísperas, corriendo su celebración a cargo de la Cofradía de Santa Ana, así como misa y sermón al siguiente día y procesión vespertina, que Fue descrita la fiesta por el Guardián Fr. Damián de Lugones, del que hablaremos a continuación, y por un anónimo autor, que compendia el texto del fraile. Cf. Lugones, 1616; Anónimo, Discurso de las fiestas que se hizieron a la inmaculada Concepción de la Virgen María nuestra señora madre de Dios, concebida sin mancha de pecado original: en el insigne convento del Seráfico padre san Francisco de Sevilla, desde su día ocho de Diziembre deste Año de 1615, hasta quinze del dicho mes, y quién predicó y hizo las fiestas: ordenado el discurso dellas, por un devoto de la limpíssima concepción de nuestra Señora, Diego Pérez, Sevilla 1615; Loaysa, Juan de, “Memoria de las cosas notables que han sucedido en esta Santa Iglesia y ciudad de Sevilla, y de otras cosas antiguas: sacadas por el Sr. Canónigo D. Juan de Loaysa del libro del Capataz desde el fol. 119 en adelante, en el año de 1691. Añádense algunas notas por D. Diego Alexandro de Gálvez, Racionero entero de dicha Santa Iglesia”, en: Archivo Hispalense, Imprenta de E. Rasco, Sevilla 1888, t. IV, p. 120; Serrano Ortega, 1893, pp. 338-354. 803. 84

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hubo todos los días. Siguieron por turno sus celebraciones, con el mismo esquema, los Portugueses, la Hermandad de Mareantes de Triana, la de Nuestra Señora de los Reyes de los Sastres, la de San Luis de los Franceses y la de Artilleros de Santa Bárbara. Un personaje importantísimo en el negocio concepcionista, el Doctor Bernardo del Toro (Sevilla 1570-Roma 1643) 85, este año, se hizo miembro de la Tercera Orden Franciscana por consejo del Venerable sacerdote Fernando de Mata (Sevilla, 15541612) 86, que le auguró que así podría defender mejor este misterio mariano. Puso el primero en música las célebres coplas de Miguel Cid Todo el mundo en general, compuestas en 1615. Pasó de Agente del Cabildo Catedral a Roma, donde vivió hasta su muerte, para impetrar del Papa la definición dogmática concepcionista y la canonización de San Fernando. Fue resuelto transitoriamente de manera salomónica el pleito que estábamos tratando, que llegó a la Nunciatura, entre la Imperial Cofradía y la comunidad de frailes de Regina en 1616: se le concedió a la primera la posesión y uso de la imagen y que pudieran sacarla en sus fiestas, con tal de que acabadas éstas la volvieran al convento. Los cofrades, para mostrar su voluntad, el domingo dieciocho de septiembre decidieron salir a bombo y platillo en procesión, con el mayor fasto y acompañamiento posibles: estandartes de veinte cofradías, diecinueve cruces parroquiales, más de cien clérigos, ciento dieciséis de la Cofradía de San Pedro ad Vincula y el Cabildo Eclesiástico y el Secular corporativamente. En total más de tres mil luces. La imagen y el palio de respeto iban portados por sacerdotes con pluviales. Duraba en pasar la procesión dos horas y cuarto. Días antes se había celebrado bando y en la víspera se pegaron convocatorias. Hicieron estación, precisamente, en el de San Francisco, engalanado ad hoc, donde llegaron entrada la noche, y, tras celebrar solemne función pontifical, presidida por Juan de la Sal, Obispo de Bona, en la que el gentío llenaba iglesia, compás y plaza, regresaron al día siguiente sobre las tres de la tarde y entraron en el convento cerrada la noche 87. A la vuelta se añadió la Cofradía de la Vera Cruz y la representación 85 Arana de Valflora, Fermín, Hijos de Sevilla ilustres en santidad, letras, armas, artes o dignidad, Imprenta de Vázquez e Hidalgo, Sevilla 1791, t. I, p. 69; Serrano Ortega, 1893, pp. 580-587; Pérez, 1954, p. 153. 208-209; Stratton, 1989, p. 60. 86 Arana de Valflora, 1791, lib. II, p. 18; Serrano Ortega, 1893, pp. 552-556; Pérez, 1954, p. 153. 87 Anónimo, Relación de una carta que el Reverendíssimo Padre Fray Antonio de Trejo digníssimo General de la sagrada Religión del Seráfico Padre San Francisco escrivió a la Cofradía de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora Concebida Sin Mancha de Pecado Original: en respuesta de otra carta, que la Cofradía escrivió a su Reverendíssima dándole cuenta de su pasada al Convento de San Francisco desta Ciudad. Y de una patente que el dicho Padre General mandó despachar en orden al augmento, y comodidad, que la Cofradía tenga en el dicho Monasterio. Y de las gracias que da en ella al Padre Fray Damián de Lugones Guardián dél, Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1616, 4 hh.; Belmonte Bermúdez, Luis de, La soleníssima fiesta, y processión que haze la Ilustre cofradía de la Pura, y Limpia Conceción a su Imagen, llevándola de el Monasterio de Regina coeli, a la Iglesia mayor, y de allí al Convento de San Francisco, Francisco de Lyra, Sevilla 1616, 4 hh.; Belmonte Bermúdez, Luis de, Segunda relación de la fiesta que se hizo en Sevilla lunes diez y nueve de Setiembre a la santa Imagen de la Concepción, con ocasión de la Processión, que sus Cofrades hizieron para volverla del Convento de san Francisco al de Regina, Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1616, 4 hh. ; Escalante, Pedro de, Relación de las fiestas que en Sevilla se hizieron a diez y ocho y diez y nueve de Setiembre a la Imagen de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora, con ocasión de las processiones que hizo su Cofradía, llevándola al Convento de san Francisco, y volviéndola a el de Regina de donde salió,

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eclesiástica más numerosa fue de regulares: franciscanos (la mayoría), carmelitas, benedictinos y basilios, aunque no faltaron clérigos seculares. La predicación corrió a cargo del Guardián Fr. Damián de Lugones (+1630) 88. Hubo a raíz de estos sucesos una gran eclosión de publicaciones concepcionistas: tratados, poesías, crónicas de festejos, etc. Fr. Miguel Avellán (Huéscar, Granada 15801650), Lector de Sagrada Teología de la Provincia franciscana de Granada y que se movió en ambientes cortesanos, apodado nuevo Scoto, en un certamen poético que organizó en dicho año de 1615 la Hermandad de la Concepción del Convento de San Francisco de Granada en honor de su misterio mariano titular, ganó de premio de cuatro cucharas de plata por unas décimas, en las que hacía remontar el inmaculismo de los Menores al propio fundador San Francisco, y un bernegal de plata (taza ancha de boca ondeada), por una glosa 89. También publicó unas Décimas y Glossas en alabança de la Inmaculada Concepción de la Virgen Santíssima nuestra Señora, concebida sin mancha de pecado original. Van aplicadas unas Décimas al Altíssimo y Soberano Sacramento del Altar, y a la Virgen Sacratíssima, casando estos dos misterios sacrosantos, impresas en Málaga por Juan Renè y en Sevilla por Alonso Rodríguez Gamarra en este año de 1615, y una Declamación en las fiestas de la Inmaculada Concepción, impresa en Granada en 1617 90. En 1616 Tomás de la Vega, vecino de Sevilla, dirigió su Discurso en alabança de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios y Señora nuestra, impreso por Alonso Rodríguez Gamarra en Sevilla 91, a Fr. Cristóbal Lobo, Presidente del Colegio de San Buenaventura. En él, entre las once Órdenes que se citan que apoyan el misterio

Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1616;Escalante, Pedro de, Segunda relación de la fiesta que se hizo en Sevilla Lunes diez y nueve de Setiembre a la santa Imagen de la Concepción, con ocasión de la Processión que sus cofrades hizieron para volberla del Convento de san Francisco al de Regina, Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1616; López de Lucenilla, Gil, Relación de la fiesta que la nobi[lí]sima Cofradía de nuestra señora de la Concepción (sin mancha original) hizo a su soberana Imagen en la salida del convento de Regina al de san Francisco de la ciudad de Sevilla, Domingo diez y ocho de Setiembre deste año de 1616, Sevilla 1616, 4 hh.; López de Lucenilla, Gil, Segundo Romance a la buelta de la Imagen de la limpia Concepción de nuestra Señora sin mancha original, desde el Convento de San Francisco hasta el de Regina Angelorum desta Ciudad de Sevilla, Lunes diez y nueve de Setiembre deste año de 1616, Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1617; Loaysa, 1691, p. 121; Serrano Ortega, 1893, pp. 355-375. 804-806; Álvarez, 1958, nº 86, p. 173. 88 Había profesado en este convento en 1584. Era fervoroso y conocido sevillano concepcionista, pues en este mismo año le dedicó Rodrigo Fernández de Rivera, Secretario del Marqués de La Algaba y Ardales, cien décimas en honor de la Inmaculada que publicó en la capital hispalense. Nuestro fraile publicó en Málaga este mismo año una carta sobre las fiestas concepcionistas celebradas en San Francisco el año anterior. Cf. Lugones, Damián de, Carta al Ilmo. y Rvmo. Cardenal Çapata, del P._____ en la qual responde a su Ilustríssima, dándole cuenta de la solemníssima fiesta, y Octavario, que el dicho Convento hizo a la Inmaculada Concepción de la Virgen nuestra Señora, en ocho de Diziembre del año de mil y seiscientos y quinze, con todo el adereço de la Iglesia, y Capillas, Altares, Claustro, Sermones, Procesiones, Fuegos, y todo lo demás que en la fiesta huvo, Juan René, Málaga 1616; Torres, 1620, pp. 141 ss.; Serrano Ortega, 1893, pp. 639-640; Álvarez, 1958, nº 87, p. 59; Martínez Ripoll, 1996, pp. 22 ss. 89 Ferriol y Caycedo, Alonso, Libro de las fiestas que en honor de la inmaculada Concepción de la Virgen María nuestra Señora, celebró su devota y antigua Hermandad en San Francisco de Granada. Año de 1615, Por Martín Fernández, [Granada] 1616, fols. 39 v. - 41 r. y 44 r. - 45 v. 90 Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, sign. 28-9-12; Serrano Ortega, 1893, p. 862; Negredo del Cerro, 2003, p. 537 ss. 91 Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, sign. 28-9-12; Serrano Ortega, 1893, p. 850. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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concepcionista, se dice de los Menores: “La Orden de San Francisco / (señalada en todo es) / sustenta, que de la gracia / siempre tuvisteys el ser”. El recientemente citado Rodrigo Fernández de Rivera dirigió a la Orden de los Menores su Esquadrón humilde levantado a devoción de la Inmaculada Concepción de la Virgen nuestra Señora, publicado por Alonso Rodríguez Gamarra en Sevilla en mismo dicho año 92. El libro contaba con la Aprobación de Fr. Francisco Muñoz de Montefrío, Lector de Prima de Teología del Convento de San Francisco de Sevilla y Consultor del Santo Oficio, firmada en dicha casa religiosa el veintiocho de marzo del mismo 1616. En la dedicatoria al citado Fr. Damián de Lugones, Guardián de San Francisco, se incluye la siguiente frase laudatoria de los Menores: “Francisco, cuyos valerosos hijos, tan a su cargo an puesto el honor de la Madre del Capitán”. Dicho año 1616, el citado Papa Paulo V Borghese despachó la Bula Regis Pacifici confirmando las disposiciones inmaculistas de sus predecesores y acrecentando las penas contra los infractores, y habiendo otorgado Indulgencia Plenaria a las Cuarenta Horas con motivo de la fiesta de la Inmaculada en el Convento franciscano de San Juan de los Reyes de Toledo, extendió este privilegio al Convento de San Francisco el Grande de Madrid y al nuestro de Sevilla 93. Se celebró también solemne novenario y asistió la comunidad, de más de trescientos frailes, a la procesión que organizó la Cofradía de San Pedro Advíncula junto a otras órdenes religiosas 94. Con motivo del Decreto Sanctissimus Dominus Noster de doce de septiembre de 1617 del mismo Paulo V, promulgado tras la celebración de Congregación General de la Inquisición Romana el treinta y uno de agosto, que prohibía enseñar públicamente la sentencia contraria a la Inmaculada 95, fruto de las negociaciones en Roma del enviado especial Plácido de Tosantos, exGeneral benedictino Obispo de Guadix, embajador especial del Rey Felipe III, se hicieron grandes fiestas en Sevilla, al ser publicado el veintidós de octubre a las diez de la noche con un repique de la Giralda, secundado por todas las iglesias, y luminarias 96. Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, sign. 28-9-12; Serrano Ortega, 1893, p. 639. Torres, 1620, p. 337; Mir, 1905, p. 338; Álvarez, 1958, nº 86, p. 172. 94 Álvarez, 1958, nº 86, p. 172. 95 Torres, 1620, pp. 337 ss. 349 ss.; Espinosa, 1630, t. II, fol. 122v.; Ortiz de Zúñiga, 1796, t. 4, p. 263; Mir, 1905, pp. 335 ss.; Mir, 1905, p. 339. 410 s.; Martín Campos, 1906, p. 18. 21; Marín, 1954, p. 104; Pérez, 1954, p. 164; Meseguer Fernández, 1955; Stratton, 1989, p. 60; Sernani, p. 15; De la Campa Carmona, 2004, p. 103; García, 2004, p. 30; González Gómez, 2004, p. 94. 100, López-Fe, 2004, p. 54. 65; Miravalle, 2004, pp. 27-28; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/ hufaexp07p08.html, consultado el 15/05/2006. 96 Anónimo, Memorias eclesiásticas y seculares de la Ciudad de Sevilla, fol. 197v.; Anónimo, Alegría y regocijo de Sevilla al recibirse la noche de veintidós de Octubre por la posta la fausta noticia de imponer silencio la Santidad de Paulo V a la opinión contraria a la Concepción Purísima de la Virgen María dando relación de las fiestas que aquella mesma hora se hicieron: luminarias, repiques de campanas de su giralda y demás Iglesias, Gabriel Ramos Bejarano, Sevilla 1617, 4 hh.; Loaysa, 1691, p. 122; Ortiz de Zúñiga, 1795, t. 4, p. 263; Serrano Ortega, 1893, pp. 281 ss. 429 ss.; Pérez, 1954, p. 166; Hernández Díaz, José, La iconografía mariana en la escultura hispalense de los Siglos de Oro, Fundación Universitaria Española, Madrid 1986, p. 15; Ros, 1994, pp. 198 ss.; Domínguez Guzmán, Aurora, “Relaciones de fiestas inmaculistas en Sevilla (1615-1617). Catálogo descriptivo”, en: Sevilla y la literatura: homenaje al profesor Francisco López Estrada en su ochenta cumpleaños, Universidad, Sevilla 2001, p. 232. Al igual ocurrió en las principales ciudades andaluzas, como Córdoba, Granada o Málaga. Cf. Fernández Basurte, 2004, pp. 33-34. 92

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El sábado veintiocho de octubre se organizó en el compás de San Francisco la Máscara de los Manteros y Roperos, que se paseó por toda la ciudad, en cuyo medio iba un niño de fraile franciscano en una mula con el documento pontificio en la mano, pues éste todavía no había llegado oficialmente a Sevilla 97. El mismo año de 1617, el franciscano Fr. Pedro de Abreu 98, de la escuela sevillana, publicó en Cádiz, en la imprenta de Fernando Rey, sus Comentarios en las palabras de la Virgen Nuestra Señora, que trata extensamente de la Inmaculada. En el Capítulo General de Salamanca para la Familia Cismontana de 1618 se acordó exigir el juramento concepcionista a los novicios antes de profesar, lo que fue muy bien acogido en España, donde ya lo habían impuesto algunas Provincias, y trascendió a todas las de la Observancia 99. Igualmente, se encarecía que donde se celebrasen solemnemente las fiestas de la Inmaculada con su octava se pronunciara sermón al menos el domingo infraoctavo. Por último, se disponía cotidianamente, que al fin de las Completas, se cantara solemnemente la antífona concepcionista Tota pulchra es Maria 100. Ese mismo año partió a la corte pontificia como emisario del Rey Felipe IV para el negocio concepcionista el franciscano Fr. Antonio Trejo 101, que había sido confirmado como Vicario General de la Observancia en 1613 y consagrado Obispo de Cartagena el dieciséis de septiembre del año citado de su partida, para conferirle mayor dignidad. En cuanto a los dominicos maculistas, empezaron a plegarse progresivamente a la opinión mayoritaria, como se lee en el Manual de Predicadores, impreso en Sevilla en 1524, que recoge un decreto de un Capítulo Provincial de Andalucía presidido por Fr. Alberto de las Casas, entonces Vicario General y después Maestro General: “La Religión Sagrada de Predicadores hasta aquí ha defendido que la Virgen fue concebida en pecado original; pero ya desde ahora hace suelta de esa opinión, por ser matería escandalosa para el pueblo cristiano; principalmente, que casi toda la Iglesia (cuya autoridad monta más que la de San Jerónimo y de cualquier otro doctor de la Iglesia, como lo enseña Santo Tomás) celebra y festeja la Concepción inmaculada de María Santísima” 102. Esta cautela se extendería aún más después del Concilio de Trento, pues Fr. Jerónimo Javierre, Maestro General, decretó en 1602: “Rigurosamente prohibimos que nadie se atreva a predicar o enseñar en público que la Bienaventurada Virgen fue concebida en pecado original a causa del escándalo de los fieles” 103. Los Menores empiezan a ganar la partida.

López de Lucenilla, Gil, Fiestas, que ha hecho la ciudad de Sevilla en hazimiento de gracias, assí en las Iglesias, como por los vezinos della, con máscaras, alegrías, y regozijos muy honestos, y gustosos, en celebración del decreto que dio la Santidad de Paulo V nuestro señor, a favor de la inmaculada Concepción de la Virgen santíssima nuestra Señora concebida sin mancha de pecado original, Alonso Rodríguez Gamarra, Sevilla 1617, 4 hh. 98 Dedicó su vida a la enseñanza entre la Universidad de Osuna, San Francisco de Sevilla y el Convento de Cádiz. Cf. Álvarez, 1958, nº 87, pp. 60-61. 99 Castro, 1955, pp. 53-54. 100 Castro, 1955, p. 73. 101 Torres, 1620, p. 491; Mir, 1905, p. 486; Pérez, 1954, p. 176; Stratton, 1989, p. 66. 102 Mir, 1905, pp. 246 s. 103 Mir, 1905, p. 247. 97

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En 1621, en la Congregación General de Segovia, el propio Ministro General Fr. Benigno de Génova 104, que un año anterior había dado patentes en Madrid a todas las Provincias de la Observancia de su obediencia para que hicieran dicho juramento de defender la doctrina franciscana sobre la Concepción, con el Comisario General de la Familia Cismontana Fr. Bernardino de Senis, hizo en nombre de toda la Orden el voto de sangre de defender el misterio inmaculista y se ordenó propagarlo entre los fieles con sanción pontificia. Desde entonces las Provincias hispanas insertaron definitivamente en sus Constituciones el juramento de los novicios al tiempo de su profesión 105. Así mismo, en los llamados Estatutos Segovienses, tras ordenar el canto de la Benedicta y de sancionar la costumbre de celebrar Oficio y Misa de la Purísima por indulto apostólico cada sábado como en su fiesta y octava, se dispuso que, en honor de la Inmaculada, diariamente se cantara después de Vísperas solemnemente la antífona Tota pulchra y después de Completas otra, Conceptio tua, con sus versos y oraciones 106. Además, dicho Ministro General exhortó al Rey Felipe IV 107, a instancias del Duque de Alburquerque, Embajador en Roma, para que prosiguiese, a imitación de su padre, abandonando su indiferencia, la causa concepcionista. Aquel mismo año, por influjo decisivo de los franciscanos, las Cortes castellanas votaron la defensa de la Inmaculada Concepción, lo que acabó de decidir al Rey a abrazar la causa inmaculista. En el Decreto Sanctissimus del Papa Gregorio XV Ludovisi, firmado el veinticuatro de mayo, después de celebrar Congregación General de la Inquisición Romana en el Palacio del Quirinal ante el Papa y Cardenales Inquisidores diputados, y promulgado el cuatro de junio de 1622, impetrado por el Conde de Monterrey a instancias del Rey Felipe IV, se actualizaba el de Paulo V, añadiéndose que nadie afirmara de palabra o por escrito, pública o privadamente, nada contrario a la Concepción Inmaculada y abolía el dudoso término sanctificatio, aunque concedió a los dominicos indulto para tratar entre ellos en privado el asunto de la Concepción el veintiocho de julio del mismo 1622 108. Escribió el Pontífice un Breve honrando al Cabildo Secular hispalense por sus desvelos concepcionistas, fechado el cuatro de noviembre, en respuesta a la

104 Había enviado carta al Rey Felipe III, fechada en Madrid el quince de septiembre de 1618, por mandato del Definitorio del Capítulo General, agradeciéndole su empeño en la causa de la Inmaculada y alentándolo a no desfallecer en tan gloriosa empresa. Cf. Torres, 1620, pp. 492 ss.; Mir, 1905, pp. 486 s. 105 Véase a modo de ejemplo el siguiente texto: “por quanto la defensa de la sentencia piadosa de la Inmaculada Concepción de María Santísima ha sido el empleo y desvelos de toda nuestra sagrada Religión, cuyo dulce mysterio ha sido desde su cuna el imán de sus caricias. Y a sus gloriosas fatigas y disputas literarias, ha logrado la fortuna de ver introducida la piadosa costumbre, no sólo en las Provincias de nuestra Orden, sino en otras religiones y Capítulos, tanto seculares como eclesiásticos, universidades, confraternidades y colegios, especialmente en los Reynos de España, de hacer voto y juramento de defender la pureza original de María Santísima nuestra Reyna, en el instante primero de su ser natural, en el estado que hoy tiene y en adelante tuviere en la Santa Yglesia” (Constituciones de la Provincia de San Diego de Andalucía de Religiosos Descalzos de [...] San Francisco, Cádiz 1765, pp. 52-53). 106 Castro, 1955, pp. 64-65. 107 Stratton, 1989, p. 73. 108 Espinosa, 1630, t. II, fol. 129 v.; Ortiz de Zúñiga, 1795, t. IV, p. 292; Serrano Ortega, 1893, pp. 286 ss. 504 ss.; Mir, 1905, pp. 335 ss., Martín Campos, 1906, pp. 18. 21; Marín, 1954, p. 104; Pérez, 1954, p. 186; Hernández Díaz, 1986, p. 15; Núñez Beltrán, 1990, p. 564; Ros, 1994, pp. 240-242; García, 2004, p. 30; González Gómez, 2004, p. 94; López-Fe, 2004, p. 56.

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carta de éste del doce de julio 109, en que la noticia había llegado a Sevilla, celebrándose oficialmente en la catedral. Las Religiones, Hermandades y Naciones organizaron una magna procesión, cómo no, desde San Francisco, el domingo veintiocho de agosto siguiente, seguida de octavario, que costeó el Ayuntamiento. Salió a las tres de la tarde y entró, tras hacer un largo recorrido, a las diez de la noche. Asistieron doce cofradías, con sus cofrades portando velas, las órdenes de los jesuitas, mínimos, mercedarios, carmelitas y franciscanos, y la Universidad de Beneficiados, a quienes acompañaban las imágenes de la devoción de los Comisarios de la Fiesta, el primero de todos, San Francisco. La ciudad estaba engalanada, con muchos arcos y altares en la calle. Fue seguida de un solemne octavario en esta casa, simultaneado con festejos profanos, como la famosa Máscara de los Plateros de la noche del lunes veintinueve de agosto 110. Con este motivo, Fr. Jerónimo Zapata y Fr. Agustín Velasco y Córdoba publicaron sendos sermones, el primero el mismo 1622 y el segundo al año siguiente 111. No sólo en España la familia franciscana luchaba por la devoción a la Inmaculada. Por aquellos días, en 1623, debajo de la Regla de San Francisco, con la protección de San Miguel y de San Basilio, el citado Gregorio XV, al final de su pontificado, fundó en el Convento de Santa María in Aracoeli de Roma, por entonces casa generalicia de la Observancia, no sin el concurso de los españoles que estaban a la sazón en Roma, una Orden de Caballería Militar o Milicia Cristiana de la Inmaculada Concepción 112, que aprobó el Papa Urbano VIII Barberini por la Bula Imperscrutabilis divinorum de doce de febrero de 1623 bajo la regla de la Orden Tercera Franciscana, recibiéndola en la protección de la Silla Apostólica y reservándose la confirmación de la elección del Gran Maestre, con el fin de solicitar la paz entre los pueblos cristianos. Tras hacer su noviciado, el veintiuno de enero de 1624 hicieron la profesión sus fundadores, con Fernando Duque de Mantua, Carlos Gonzaga Duque de Nevers y Adolfo Conde de Altamens a la cabeza 113. En el Capítulo General de Toledo de 1633 114 se instaba de nuevo a todos los religiosos a que trabajaran por el esclarecimiento teológico del misterio concepcionista, puesto Espinosa, 1630, t. II, fol. 131v.; Ortiz de Zúñiga, 1795, t. 4, pp. 292-294; Marín Campos, 1906, pp. 61 s.; Marín, p. 104; Pérez, 1954, p. 186; Castro, 1955, pp. 48-49; Stratton, 1989, p. 73; López-Fe, 2004, p. 66. 110 Anónimo, 1617, Relación verdadera; Espinosa, 1630, t. II, fol. 132r.; Anónimo, Memorias eclesiásticas y seculares de la Ciudad de Sevilla, fol. 198; Ortiz de Zúñiga, 1795, t. 4, p. 294; Serrano Ortega, 1893, pp. 506 s.; Pérez, 1954, p. 186. 111 Zapata, Jerónimo, Sermón de la Concepción Inmaculada de la Reina de los cielos predicado en fiestas de acción de gracias de la Cofradía de la Santa Cruz por el decreto de Gregorio XV, Sevilla 1622; Velasco y Córdoba, A., Sermón de acción de gracias por el decreto de Gregorio XV en la fiesta de la Cofradía de la Santa Cruz a la Inmaculada, Sevilla 1623. 112 Lasso de la Vega, 1726, pp. 149-150; Serrano Ortega, 1893, p. 284; Mir, 1905, pp. 351 ss.; Marín, 1954, pp. 105-106; Castro, 1955, p. 23; Straton, 1989, p. 75. 113 En ella se inspiró Antonio Bustamante, Capitán de las Flotas Españolas, para instaurar con privilegio del Rey Felipe IV en la desaparecida Parroquial hispalense de San Miguel en 1639 la Hermandad Militar de la Concepción, para proteger con su Armada las costas contra los ataques de holandeses y musulmanes. Se celebraron suntuosas fiestas por su establecimiento en 1641. Duró diez años. Cf. Serrano Ortega, 1893, p. 166. 671. 114 Castro, 1955, pp. 59-64. 91-93. 109

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que la Orden se había obligado a defenderlo y enseñarlo pública y privadamente, y se conminaba a crear una Academia literario-científica en honor y propagación de la Inmaculada en cada casa de estudios, como fue el caso de San Buenaventura de Sevilla. En esta misma asamblea se promocionó la costumbre de la misa solemne sabatina de la Inmaculada, a la que no debía faltar ningún religioso, fuera cual fuera su condición o dignidad, exceptuados sólo los Lectores de Sagrada Teología en el ejercicio de su cargo, y que el viernes anterior se cantara la antífona Tota pulchra del primer nocturno de la Inmaculada en lugar del tercer responsorio de Maitines. Una decretal de la Congregación Romana de la Santa Inquisición de veinte de enero de 1644, al final del pontificado de Urbano VIII, y sin su ratificación, prohibió la publicación de las palabras Inmaculada Concepción juntas, lo que provocó gran revuelo en Sevilla y malestar entre los franciscanos, que hicieron circular copias de dicho documento, provocando reacciones en España, Francia, Italia y Flandes y prepararon una respuesta doctrinal: Fr. Pedro de Alva y Astorga (+1667) con otros se dedicaron a reunir un arsenal de documentos que legitimaban la expresión prohibida 115. Importante fue la Carta en apoyo de la piadosa creencia que el Ministro Provincial de Andalucía Fr. Alonso Ximénez (+1670), junto con varios Lectores y Definidores, escribió a instancias del Alcalde Mayor de Sevilla para adjuntarse a una petición elevada al Papa Inocencio X Pamphili, por lo que debió escribirse entre 1644 y 1655, año en que el Rey Felipe IV envió al franciscano Fr. Francisco Guerra, Obispo de Cádiz electo de Plasencia, en embajada particular extraordinaria a solicitar la definición dogmática 116. En el Capítulo General de Toledo de 1645 117, además de volver a reiterar el acuerdo de que los novicios hicieran el juramento concepcionista al tiempo de su profesión y de urgir los mandatos de 1633, fue elegida por unanimidad la Purísima Concepción como singular y única Patrona de toda la Orden de los Menores, en ejecución del indulto del Papa Urbano VIII Barberini para que cada comunidad concediera su patronato al santo de su mayor afecto, reservada la preeminencia de San Francisco, titular y

115 El Papa Inocencio X Pamphili derogó oficialmente esta disposición en 1649 y su sucesor Alejandro VII Chigi, nada más subir al solio pontificio, encomendó al Maestro del Sacro Palacio que no estorbase el título de Inmaculada Concepción en los impresos. Cf. Alva y Astorga, Pedro, Armamentarium Seraphicum et Regestum universale tuendo titulo Inmaculatae Conceptionis, Madrid 1649; Mir, 1905, pp. 363 ss. 487 ss.; Pérez, 1954, p. 189; Apollonio, 1997, pp.101-102; González Gómez, 2004, p. 95. 116 Ortiz de Zúñiga, 1796, t. V, p. 115; Álvarez, 1958, nº 86, pp. 162-169. 117 Castro, 1955, pp. 61-62.

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fundador de la Orden 118. En los actos que se realizaron con tal motivo tuvo especial protagonismo el Provincial de Andalucía Fr. Juan del Castillo 119. Las Cortes suplicaron al Rey el veintitrés de enero de 1647 que enviara un religioso idóneo a Roma para seguir con las gestiones pro definición concepcionista, y decidió nombrar al franciscano Fr. Antonio Enríquez de Porras, Obispo de Málaga y Virrey de Aragón, y como su consultor al jesuita Pedro Pimentel, pero declinó ese honor por sus años y achaques 120. Por entonces, Fr. Gregorio de Santillán (+Sevilla, 1670) 121, sevillano hijo del Convento Casa Grande de Sevilla, gran defensor de la causa concepcionista, publicó en esta ciudad una Questión Teológica por la Inmaculada Concepción en 1660, así como dos Sermones de la concepción Purísima de la Madre de Dios, que habían sido dados a la luz en 1642. Firmó como Guardián de San Francisco en la carta del P. Alonso Ximénez a la Ciudad de Sevilla para que se solicitase la definición dogmática. Predicó enteramente del misterio de la Concepción el primer día de la novena celebrada en 1662 con motivo de la inauguración de la Parroquia de El Sagrario. Después de Carvajal, el ursaonense Fr. Juan de Quirós 122 es el teólogo concepcionista escotista más importante de nuestra región. Publicó en Sevilla una voluminosa obra en defensa de la Inmaculada, conocida por Glorias de María (el primer tomo, Rosario inmaculado de la Virgen Santíssima y mayores testigos de su origínea gracia, en 1650 en la imprenta de Andrés Grande, y el segundo, Marial y segundo tomo de los mysterios y glorias de la Reyna de los Ángeles, en 1651 en la de Miguel Aldabe). Fue también uno de 118 El Papa Juan Pablo II Wojtyla, en su Mensaje al Ministro General de la Orden de los Frailes Menores Giacomo Bini Sono lieto de diez de mayo de 2003, con motivo de un Capítulo General Ordinario celebrado en la Porciúncula de Asís, dice que “esto reaviva la gozosa memoria de los orígenes de la Orden, surgida bajo el amparo de Santa María de los Ángeles, venerada por vosotros como especial Patrona con el título de Inmaculada” (http//www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/2003/june/documents, consultado el 12/03/04). Y en la audiencia a los Frailes Menores capitulares del dieciséis de junio del mismo año pronuncia el siguiente voto: “Os acompañe la Virgen María, a la que veneráis como patrona especial con el título de Inmaculada” (Id. dirección ant., consultada el 16/03/04). Los Menores Conventuales, por su parte, eligieron también por Patrona principal a la Inmaculada Concepción, aunque más de setenta años después, ya que fue confirmado el nombramiento por el Papa Clemente XI Albani en 1720. Cf. Álvarez, 1958, nº 86, p. 169. 119 También predicó en la octava celebrada en la inauguración de la Iglesia Parroquial de Santa María la Blanca en 1665. Cf. Serrano Ortega, 1893, p. 544. 120 Meseguer Fernández, 1955, pp. 658-659. 121 Se distinguió tanto por su elocuencia como por sus dotes de gobierno: fue Guardián de varias casas (San Francisco de Sevilla, Jerez, Écija), Provincial y Definidor General así como Predicador de Cámara del Rey Felipe IV. Cf. Arana de Varflora, 1791, t. II, p. 82; Serrano Ortega, 1893, pp. 534. 654; Álvarez, 1958, nº 87, pp. 63-64. 122 Profesó en el Convento de Loreto de Espartinas en 1616. Fue Lector de Teología, Consultor del Santo Oficio y Vicecomisario General de las Indias, Examinador General y Guardián de la Casa Grande hispalense. En el Palacio Arzobispal de Sevilla, procedente de la Capilla de la Vera Cruz del desaparecido Convento hispalense de San Francisco, se conserva un óleo sobre lienzo de Murillo (2,41X3,41 m.), fechado en 1653, con el retrato de este autor sedente con su obra citada, en actitud de escribir, en presencia de la Inmaculada en rompimiento de gloria, siguiendo la tradición sevillana. Cf. Ortiz de Zúñiga, 1796, t. V, p. 23; Serrano Ortega, 1893, pp. 201. 671-672. 674. 882-883; Álvarez, 1958, nº 86, p. 173; Álvarez, 1958, nº 87, pp. 60-61; Valdivieso, 1979, pp. 63-64; Valdivieso, 1992, p. 213; Valdivieso, Enrique, “107. Inmaculada con Fray Juan de Quirós. Bartolomé Esteban Murillo”, en: Magna Hispalensis. El universo de una Iglesia, Ayuntamiento, Sevilla 1992, p. 248;Gaya Nuño, J. A., La obra pictórica de Murillo, Planeta, Barcelona 1998, p. 90; AA. VV., 2001, Mater Amabilis, p. 104; González Gómez, 2004, p. 148.

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los frailes que firmaron la carta concepcionista dirigida por el Provincial de la Bética, Fr. Alonso Ximénez, a la Ciudad de Sevilla. No podemos dejar de citar que en 1649, en medio de hechos prodigiosos, pasó a San Francisco la efigie estante de la Concepción llamada Sevillana, donada por la Venerable Madre María de San Francisco, que vestía el hábito de Beata Franciscana, que hoy preside San Buenaventura. La tenía en el oratorio particular de su casa, antiguo hospital, en la Calle de Vizcaínos, hoy Fernández y González. Llegó a aglutinar el fervor concepcionista sevillano hasta el siglo XIX 123. En una de las pilastras de entrada a dicha capilla mayor de la Casa Grande, en el lado del evangelio, había un retablo de mármoles de colores en que se veneraba también una bonita imagen de la Pura Concepción 124. 123 De 1,30 m. de altura, es de escuela sevillana, datable en la primera mitad del XVII, de candelero para vestir, con los postizos y aditamentos propios de este tipo de imágenes (cabellera de pelo natural, saya, manto, libro de las profecías en las manos, corona, ráfaga y media luna argénteas). Desde 1650 en la capilla mayor, tras haber estado depositada provisionalmente en la Capilla de los Burgaleses, en 1682 Ana María de Beydaçar, viuda de Francisco de Contreras Chaves, Caballero de Calatrava, Caballerizo del Rey y Síndico de este Convento, encargó a Bernardo Simón de Pineda por cuatrocientos ducados un retablo-hornacina colateral del altar mayor para esta imagen que se finiquitó al año siguiente, y que se debió perder en el incendio de 1810. En 1716 fue colocada presidiendo el retablo mayor en rico camarín de mármoles y jaspe, costeado por los Marqueses de Ayamonte, Patronos de la capilla mayor, hasta 1840 en que fue derribada la iglesia. Por esta época, quizá con motivo de dicho traslado al retablo mayor, fue repolicromada y le fueron colocados ojos de cristal. Tras haber pasado a la Parroquial de San Andrés en 1843 y posteriormente por el domicilio de los Marqueses de Casa Ulloa, donde había sido preservada de ultrajes durante la ocupación francesa en 1810, llegó en 1890 a la Conventual franciscana de San Buenaventura. Fue restaurada en 1879 y por Francisco Peláez del Espino en 1982. En el año 2003 ha sido sometida a una nueva restauración encomendada al Catedrático Juan Manuel Miñarro López, que la ha atribuido a Juan de Mesa y Velasco. De la Sevillana conservamos varias estampas grabadas. La más antigua es la del pintor Domingo Martínez, que reproduce la leyenda del mandato de la Virgen a la beata de que la trasladara a San Francisco. Idéntico tema tiene la de José María Martín, que mide 154 X 100 mm. Más pictórica pero menos fiel es la decimonónica de Mariano Brandi sobre dibujo de Justo González, en la que aparece la Virgen sola. Cf. A. H. P. S.: Sección Protocolos Notariales, Oficio 17, 27-10-1682, 15-2-1683 y 19-5-1683, citado en: López Martínez, Celestino, Retablos y esculturas de traza sevillana, Sevilla 1928, p. 103; A. H. M. S.: Manuscrito sobre el Convento Casa Grande de San Francisco citado; Lasso de la Vega, 1726; González de León, 1844, t. I, pp. 52-53. 58; Alonso Morgado, José, “La imagen de la Inmaculada Concepción llamada la Sevillana”, en: Sevilla Mariana, Sevilla 1881, t. I, pp. 19-25; Serrano Ortega, 1893, p. 198. 671; Martín Campos, 1906, p. 24; Ortega, Ángel, La Tradición Concepcionista en Sevilla. Siglos XVI-XVII. Notas histórico-críticas con motivo de un proyecto de monumento a la Inmaculada Concepción en esta Ciudad, Sevilla 1917, p. 75 (Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, sign. 89-2 detrás-87); Hernández Díaz, José, “Papeletas para la historia del retablo en Sevilla”, en: Boletín de Bellas Artes, Sevilla 1935, nº II, p. 19; Sebastián Bandarán, José, “Breve noticia de las imágenes de la Santísima Virgen María veneradas con especial devoción en Sevilla en los días del Descubrimiento y conquista de América”, en: Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, nº 69, Sevilla 1944 , pp. 53-55; Álvarez, 1958, nº 86, pp. 174-175; Ferrer Garrofé, Paulina, Bernardo Simón de Pineda. Arquitectura en madera, Diputación, Sevilla 1982, pp. 41 s.; Castillo Utrilla, 1988, p. 68-71, 113, 172; Stratton, 1989, p. 85; García Gutiérrez, 1994, p. 387; García, J. L., “Miñarro devuelve su estética original a La Sevillana”, en ABC de Sevilla, lunes 2010-2003, p. 33; Gámez Martín, 2004, “La Purísima de vestir”, p. 50; González Gómez, 2004, pp. 126 s., Martínez Amores, Juan Carlos, “Devociones veneradas en el Convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla. Su plasmación en el grabado”, en: Cuatro siglos de presencia de los franciscanos en Estepa”, Ayuntamiento, Estepa 2007, pp. 690-693; Gámez Martín, José, & Soledad Jiménez Barreras, “La Purísima de vestir, una iconografía sevillana. Devoción, orígenes, sentimiento y barroco (I)”, en: Gregorio Fernández: antropología, historia y estética en el Barroco, Valladolid 2008, p. 175. 124 Serrano Ortega, 1893, p. 201; Álvarez, 1958, nº 86, p. 173.

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El célebre Murillo, el pintor concepcionista por excelencia, quizá fue terciario franciscano en la Casa Grande de Sevilla 125. En 1652 fue colocada en la clave del arco toral del lado del evangelio del crucero de la iglesia del mismo convento el óleo sobre lienzo llamado Concepción Grande o Colosal 126 por sus grandes dimensiones (4,36X2,92 m.), hoy en el Museo de Bellas Artes hispalense. De él se cuenta la anécdota de que los frailes no querían admitirlo al contemplarlo de cerca, pero que lo aceptaron al verlo en su sitio. Ya había pintado una Inmaculada, hoy perdida, para la serie del claustro chico de esta Casa Grande, realizada entre 1645 y 1646, que fue el primer encargo importante confiado a este pintor 127. En el Convento de San Antonio de Sevilla, de la Provincia de los Ángeles, fundado en 1596, según la tradición, debió surgir hacia mediados de siglo la costumbre de utilizar ornamentos celestes y blancos para la fiesta de la Inmaculada. Se conserva el equipo, de manufactura hispalense, consistente en terno, capa, frontales, paño de púlpito y paño humeral, en los que se encuentra el blanco bordado en azul (parte central) y viceversa (franjas y cenefas), matizados con oro y plata, con los anagramas A(ve) M(aría) y S(in) P(ecado) O(riginal) 128. Se veneraba y venera, además, la imagen de la Purísima del Primer Instante 129, de la misma iconografía que la Sevillana, pero con las manos unidas en oración. Hoy preside el retablo del lado de la epístola del crucero. De la existencia de la advocación Álvarez, 1958, nº 86, p. 173. Fue robado por el Mariscal Soult, pero se pudo rescatar. En 1835 fue trasladado a la Catedral, donde se colocó encima de la Puerta de la Asunción. Cf. Ponz, Antonio, Viaje de España (1786), Aguilar, Madrid 1988, vol. III., t. IX, Carta III, nº 36; Ortiz de Zúñiga, 1796, t. 5, p. 22; González de León, 1844, p. 58; Carriazo, Juan, “Correspondencia de don Antonio Ponz con el Conde del Águila”, en: Paseos por la historia de Sevilla, Ayuntamiento, Sevilla 1999, p. 202; Arana de Varflora, 1789, p. 40; Serrano Ortega, 1893, p.80, 198-201; Guichot Sierra, Alejandro, El Cicerone de Sevilla, Imprenta Municipal, Sevilla 1935, t. II, pp. 86-87; Álvarez, 1958, nº 86, pp. 173-174; Gaya Nuño, 1988, p. 90; Stratton, 1989, p. 85; Valdivieso González, Enrique, “Pintura”, en: Museo de Bellas Artes de Sevilla, Ediciones Gever, Sevilla 1991, t. II, pp. 16, 181; Valdivieso González, Enrique, “La Pintura de la generación de 1560 a los grandes maestros del XVII”, en: Historia del Arte en Andalucía, Gever, Sevilla 1991, vol. VII, p. 397; Valdivieso González, Enrique, Historia de la Pintura Sevillana, Guadalquivir Sevilla 1992, p. 213; González Gómez, 2004, p. 148. 127 Gaya, 1988, p. 86. 128 Ya figuran en un inventario manuscrito de 1658 hecho por Fr. Andrés de Guadalupe; los de la catedral, manufactura sevillana, costeados por el patronato de Sepúlveda para la Octava de la Inmaculada, son de 1656. Éstos de San Antonio los costeó el Veinticuatro Rodrigo de Vargas y su hermana Eusebia, que fundaron y dotaron la solemne fiesta de la Inmaculada en 1627 y su octava a instancias de Agustín de Venegas, devotísimo del misterio. Invirtieron en la hechura cincuenta y seis varas de tejido a seis pesos y medio, ascendiendo su costo a un total de cuatrocientos veintisiete pesos. Habría que esperar al veintitrés de noviembre de 1817 para que fuera concedido por primera vez por la Sagrada Congregación de Ritos, durante el pontificado de Pío VII Chiaramonti, el uso de ornamentos puramente celestes en la liturgia. Cf. Serrano Ortega, 1893, p. 72. 182. 672; Marín Campos, 1906, p. 45; Álvarez, 1958, nº 86, p. 188; Centeno Carnero, Gloria, “El convento franciscano de San Antonio de Padua de Sevilla”, en: El franciscanismo en Andalucía. Conferencias del III Curso de Verano San Francisco en la cultura y en la historia del arte andaluz, CajaSur, Córdoba 1999, p. 41. 129 La imagen actual es del siglo XVIII. Fue realizada quizá para la procesión que celebró la comunidad por el patronato concepcionista el veintinueve de julio de 1761, de la que ya hablaremos más adelante. Estuvo primero en capilla propia, rodeada de rejas y perfectamente exornada, al sitio que ocupó después el altar de Ánimas, y después en el retablo mayor hasta los años sesenta, en que fue sustituida por la Virgen de la Palma, Titular de la Cofradía del Buen Fin. Cf. Serrano Ortega, 1893, p. 181. 667. 670; Álvarez, 125

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en este convento tenemos noticias de 1603, en que, acabadas las obras, se traslada a su iglesia la Hermandad que le rendía culto. En este mismo convento, Isabel Moscoso dotó a fines del siglo XVII el domingo infraoctavo de la Concepción con procesión del Santísimo y del Niño Jesús, y Justa Pérez, el siguiente domingo. Tenía, así mismo, privilegio esta casa para sacar en procesión por la ciudad cada ocho de diciembre en procesión una imagen de la Inmaculada atribuida a Martínez Montañés, desaparecida en la francesada 130. El ocho de diciembre de 1661, también a instancias españolas, el Papa Alejandro VII Chigi firmó la bula Sollicitudo omnium eclesiarum, impresa traducida al español en Granada y en Sevilla, que se aproxima definitivamente a la definición dogmática, dejando sólo al ámbito del sentimiento privado la opinión contraria y prohibiendo la interpretación en contra de la piadosa creencia a tenor de los documentos pontificios, así como renovando las constituciones y decretales papales anteriores, especialmente las de Paulo V y Gregorio XV, coincidente con el sentimiento de catolicidad reforzado a raíz de la Guerra de los Treinta Años, que hizo que todos los países afectos a Roma apoyaran la petición española 131. El citado Fr. Pedro de Alva y Astorga defendió de todos los ataques este documento con la mayor erudición 132. El dieciséis de enero del año siguiente, 1662, se anunció la noticia en Sevilla con tres repiques de campana de la Giralda. De entre las fiestas que se celebraron en la ciudad quedó constancia detallada impresa del fastuoso octavario de San Francisco, al que asistieron el último día, veintiocho de agosto, los dos Cabildos con el Arzobispo y el Asistente, la Real Audiencia y lo mejor de la sociedad sevillana, incluso con la participación de los dominicos, que terminó con procesión vespertina por la plaza homónima con la imagen de la Sevillana, que hizo estación en la Catedral, durante el transcurso de la cual estuvo repicando la Giralda 133. 1958, nº 86, p. 187; García Gutiérrez, 1994, p. 320; Centeno Carnero, 1999, pp. 39-40; Gámez Martín, 2004, p. 52; Gámez, 2008, pp. 182-183. 130 Serrano Ortega, 1893, pp. 182-183; Álvarez, 1958, nº 86, p. 187. 131 Ortiz de Zúñiga, 1796, t. V, p. 137; Serrano Ortega, 1893, pp. 300 ss. 532 s.; Mir, 1905, pp. 493 ss.; Marín Campos, 1906, pp. 18. 21. 31. 32; Denzinger, 1948, p. 363; Marín, 1954, pp. 108 ss.; Pérez, 1954, p. 192 ss.; Hernández Díaz, 1986, p. 15; Stratton, 1989, p. 83; Meseguer Fernández, 1955, pp. 710-712; Núñez Beltrán, 1990, p. 564; Sernani, pp. 15 s.; Cabello Morales, 2004, pp. 297-298; De la Campa Carmona, 2004, pp. 104; García, 2004, p. 32; González Gómez, 2004, p. 95; López-Fe, 2004, p. 56. 66; Miravalle, 2004, p. 29; Morente Moreno, 2004, p. 24; Romero Padilla, Antonio, “El Breve Sollicitudo omnium ecclesiarum de Alejandro VII Chigi de 1661, cumbre de las embajadas españolas ante la Santa Sede y germen de la definición dogmática concepcionista del Beato Pío IX Mastai-Ferretti en 1854”, en: Calle Real, Hermandad Sacramental de la Inmaculada Concepción, Castilleja de la Cuesta (Sevilla) Diciembre 2004, nº 62, pp. 107-113; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/ hufaexp07p09.html, y http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/hufaexp07p12.html, consultados el 15/05/2006. 132 Respuesta limpia a los papeles manchados que se han esparcido estos días contra la Constitución de Nuestro Santíssimo Padre Alexandro VII y Decreto del Rey Nuestro Señor Phelipe IV, Emprenta de la Inmaculada Concepción, Lovaina 1663. 133 Fue la última de las fiestas importantes celebradas en Sevilla con tal motivo y un digno broche de oro. No sólo se adornó la iglesia, sino también el compás y el resto del convento y las capillas de las hermandades (Veracruz, Burgaleses, Portugueses) menos la de los vizcaínos, “no por menos finos, sino por más cuerdos: porque viven tan satisfechos y con razón de la peregrina fábrica de su Capilla, que no necesitan en la ocasión de más empeño de añadirle el menor aliño”. Cf. Relación de las fiestas que a ocasión del Breve de Alexandro Séptimo ha celebrado la Seráfica Religión de San Francisco en la Casa Grande de Sevilla, Sevilla El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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Fr. Juan de Montemayor 134, que fue Comisario General de Indias, Provincial de la Bética y Definidor General, publicó un folleto en Málaga en 1664 titulado De las solemnidades de la Concepción de la Bienaventurada siempre Virgen en la ciudad de Syngilliensi. A propuesta de los teólogos de la Real Junta de la Inmaculada este año de 1664, el Rey Felipe IV solicitó de Roma el rezo de la Inmaculada con octava de precepto, como se hacía en la Orden Franciscana, y escribió a las Iglesias hispánicas para que enviaran preces al Papa con el mismo fin, lo que concedió el citado Papa Alejandro VII, imponiendo la fiesta como de precepto al clero de España y de las Indias, incluidos los dominicos de las provincias hispánicas, que fueron intimados por el Maestro General con orden de insertarlo en sus breviarios con el título de Inmaculada Concepción, por el Decreto Iteratis piisque precibus de dos de julio de dicho año, y por el Breve Quae inter praeclara del siete del mismo mes y año elevó este oficio a rito de segunda clase, lo que se celebró con fiestas religiosas en todos los conventos franciscanos de Roma 135. Se extendería a los dominios europeos hispánicos al año siguiente, después de la muerte del Rey (Sicilia, Milán, Flandes, Borgoña, Nápoles, Cerdeña y el Marquesado de Pinal). La Congregación General de Toledo de 1673 136 para las dos Familias, Cismontana y Ultramontana, estimó oportuno ordenar que se dijera la Misa de la Inmaculada también los sábados de adviento y cuaresma conforme a las viejas costumbres de la Orden. En la Congregación General de la Familia Cismontana celebrada en Roma en 1679 se acordó que la fiesta de la Inmaculada se celebrara con rito doble de primera clase como Copatrona de toda la Orden 137. En 1680 se publicó en Sevilla por Thomás López de Haro la obra titulada Victoria de la original Gracia contra la primer culpa: trofeo de la vida, y triunfo que consiguió de la muerte María Santísima con las armas de su pureza, dedicada a la Purísima de Villanueva del Ariscal (Sevilla), obra del recoleto Fr. Domingo de la Cruz Romero 138, que fue hijo del Convento de Loreto (Espartinas, Sevilla), en el que desempeñó los cargos de Lector de Artes, Maestro de Estudiantes, de Teología y Guardián, y murió en el también recoleto Convento del Valle de Sevilla en 1718. Baezano aunque oriundo de Sevilla, Fr. Juan Riquelme (+1717) 139 profesó en el hispalense Convento de San Francisco en 1648. Dedicado a la enseñanza, fue un importantísimo propulsor de la devoción concepcionista en Cádiz, fundando la Cofradía de la Inmaculada de la Rosa en 1684, de la que escribió y publicó su Regla en dicho año. Salieron de su pluma varias obras marianas de tinte inmaculista como

1662, en: Biblioteca Universitaria de Sevilla A 109/077 (69); Ortiz de Zúñiga, 1796, t. V, p. 146; Serrano Ortega, 1893, pp. 532. 815; Ros, 1994, pp. 261-262. 134 Álvarez, 1958, nº 87, p. 62. 135 Ya gozaban de este privilegio Sevilla, Valencia y Málaga, y las órdenes seráfica y carmelitana. Cf. Serrano Ortega, 1893, pp. 538 ss.; Pérez, 1954, pp. 195 s. 281; Stratton, 1989, p. 83; Meseguer Fernández, 1955, pp. 732-733. 136 Castro, 1955, pp. 93-94. 137 Castro, 1955, p. 76. 138 Serrano Ortega, 1893, pp. 666. 674. 893-894. 139 Álvarez, 1958, nº 87, pp. 61-62. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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Nuntius Pronubus, dedicada a San Juan Bautista, impresa en Barcelona en casa de Iuan Nogués en 1684, o Catena litteralis et lateralis. En 1684 concedió indulgencia plenaria el día de la Concepción a la Observancia franciscana en beneficio de todos los fieles el Papa Beato Inocencio XI Albani por el Breve Ad augendam de diecinueve de mayo, a la que sumó otras gracias y privilegios concedidos a los franciscanos por el Breve Exponi siquidem nobis de dieciocho de septiembre del año siguiente de 1685, según petición de la Congregación Intermedia de la Familia Cismontana, celebrada en San Francisco de Madrid, el siete de junio, que, en su sesión tercera, acordó pedir al Papa que lucrara el día de la Inmaculada con una indulgencia plenaria perpetua 140. El sevillano Colegio de San Buenaventura 141, aunque por su carácter de centro de estudios no se distinguió tanto en la difusión popular de la opinión concepcionista y porque su comunidad en los grandes fastos se sumaba a la vecina de San Francisco, en los Estatutos aprobados por el Papa antes citado el dieciocho de septiembre de dicho año de 1685 se estipulaba que la comunidad, al Ángelus vespertino, cantara a la Inmaculada la antífona Tota pulchra. Además, su altar mayor estaba presidido por una imagen de la Purísima de mármol blanco italiano 142. En 1692, los Observantes consiguieron gracias del Papa Inocencio XII Pignatelli por Breve de veinticuatro de diciembre para todas las asociaciones vinculadas a ellos con el título de la Inmaculada Concepción. Por la Bula In Excelsa de quince de mayo de 1693 eleva la fiesta, a ruegos del Duque de Medinaceli, a rito doble con octava para toda la Iglesia 143. Aunque no había obligación según la Regla de la Orden Tercera de hacer el juramento concepcionista, éste se impuso inmediato a la Profesión desde el año 1695, algo que ya hacía tiempo, como ya hemos comentado, era costumbre entre los Regulares 144. En el Capítulo General de Roma de 1700 145, de preponderancia española, se volvió a especificar el Patronato de la Inmaculada sobre la Orden, armonizándolo con el de San Francisco, y se instaba a cantar diariamente, excepto en las fiestas de primera y segunda clase, la antífona concepcionista Tota pulchra por las tardes. Los siglos XVIII y XIX: el triunfo concepcionista Otro logro importante de la devoción concepcionista fue que el culto Papa Clemente XI Albani, elegido con los votos de los Cardenales españoles, por su Constitución Commissi nobis de seis de diciembre de 1708, mandara que la Inmaculada se guardara como fiesta de precepto en todo la Iglesia 146, lo que ya se observaba en Mir, 1905, p. 515; Castro, 1955, p. 75. Álvarez, 1958, nº 86, p. 186. 142 Serrano Ortega, 1893, p. 185. 143 Mir, 1905, pp. 427 s.; Marín, 1954, p. 122; Pérez, 1954, pp. 196. 281. 144 Lasso de la Vega, 1726, pp. 85-86. 145 Castro, 1955, pp. 68-69. 146 Matute, 1887, t. I, p. 71; Serrano Ortega, 1893, p. 679; Martín Campos, 1906, p. 18. 22; Marín, 1954, pp. 123-124; Pérez, 1954, p. 303; Sernani, 2002, p. 16; Cabello Morales, 2004, p. 298; De la Campa Carmona, 2004, pp. 105; González Gómez, 2004, p. 96, Lanzafame, 2004, p. 20; Miravalle, 2004, p. 29. 140 141

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España por privilegio de Inocencio X Pamphili, en constitución de diez de noviembre de 1644 147. Esta decisión se celebró en Sevilla al año siguiente, 1709, aun en el clima de la Guerra de Sucesión. Tras festejarse el tres de marzo en la Catedral, el domingo inmediato, día diez, cuarto de Cuaresma, la comunidad de San Francisco reunió en su iglesia conventual a todas las comunidades hispalenses en torno a la imagen de la Sevillana 148. Con el motivo anteriormente expuesto, publicó ese año en Sevilla Fr. Pablo González 149, Profesor de Teología, un Sermón de la nueva solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen en el universo mundo. En 1711, en desagravio por los sacrilegios de la Guerra de Sucesión, se reunieron las comunidades de la familia franciscana en la Casa Grande el dos de febrero, la Candelaria, para encaminarse rezando procesionalmente el rosario con estandartes hasta la Capilla de la Concepción Grande catedralicia 150. Allí la música de la Catedral cantó la Salve y algunos villancicos. No pudiendo retirarse la procesión por lluvia, se disolvió y depositaron los estandartes en la Sacristía Mayor. La obra concepcionista inédita de Fr. Bonifacio Torres (+1756) 151, que tomó el hábito en San Francisco de Sevilla en 1707 y llegó a ser Lector y Guardián de San Buenaventura, que era un comentario al Evangelio de Lucas Beatus venter, desgraciadamente se ha perdido. En 1726 Fr. Juan Lasso de la Vega editó en Sevilla su Compendio de las Obligaciones, Excelencias, Privilegios, e Indulgencias del V. Orden Tercero de Penitencia de N. P. S. Francisco. En él se recogen las indulgencias que podían lucrarse en el Convento de San Francisco. Recogemos las referentes a la Inmaculada, para darnos cuenta de la importancia que a dicha advocación se concedía. En el Capítulo Décimo, titulado Indulgencias, que ganan todos los fieles, visitando nuestras Iglesias, en el nº 403, dice: “Lo mismo se gana celebrando el Oficio, y Missa propria de la Inmaculada Concepción, de que usa la Orden Franciscana, o assitiendo a su celebración el día de la Puríssima Concepción, y su Octava, con claúsula expressa de toties quoties, y no pide el rezo de lo cinco Padre nuestros, y Ave Marías. Estas indulgencias, que están concedidas al oficio del día del Corpus Christi, y estendidas a las dos dichas fiestas del Nombre de Jesús, y Concepción, son las que concedieron Urbano IV, Martino V y Eugenio IV [indulgencia plenaria en forma de jubileo]” (pp. 244-245). Igualmente, en el nº 416, “todos los Fieles, que estando contritos, y confessados, o con propósito de confessarse a su tiempo, visitaren alguna Iglesia de Nuestra Orden en las Fiestas de la Puríssima Concepción, Anunciación [...], y el día de la Ascensión del Señor, desde las primeras Vísperas hasta dicho día puesto el Sol, y rezaren devotamente 147 A propuesta del Embajador Conde de Siruela. Después lo obtuvo Francia. Cf. Mir, 1905, p. 425; Marín Campos, 1906, p. 31; Marín, 1954, p. 107; Pérez, 1954, p. 188; De la Campa Carmona, 2004, p. 104; http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/hufaexp07p09.html, consultado el 15/05/2006. 148 Álvarez, 1958, nº 86, p. 175. 149 Álvarez, 1958, nº 87, p. 63. 150 Matute, 1887, t. I, p. 88. 151 Álvarez, 1958, nº 87, p. 63.

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cinco vezes el Padre nuestro, y cinco el Ave María, por la intención que tuvo el Pontífice, que hizo esta gracia; todas las vezes, que esto hizieren en dichas Festividades, ganarán Indulgencia plenaria, aplicable por las Ánimas del Purgatorio” (pp. 250-251). En el Capítulo Undécimo, se recogen las Indulgencias particulares de la Iglesia de este Real Convento de N. P. S. Francisco Casa Grande, y de las Hermandades, que ay en ella. En la Capilla de Nuestra Señora de la Piedad, ocupada desde 1540 por los vizcaínos y guipuzcoanos (p. 298), todos los Hermanos de esta congregación extinguida podían ganar diez años y otras tantas cuarentenas de perdón el día de la Purísima Concepción, como los de la Purificación, Anunciación y San Lucas, si, habiendo confesado y comulgado, hiciesen las preces acostumbradas. Los cofrades de la extinta Ilustre Hermandad de San Antonio de Padua, vulgo de los Castellanos, fundada en 1563 en el primer claustro conventual, gozaban de la misma indulgencia (p. 300), concedidas además de a esta festividad, a las de la Asunción, San Sebastián y Natividad de San Juan Bautista. Los hidalgos lusitanos (p. 316), con capilla propia, erigida a partir de 1594 en el compás conventual, gozaban las mismas gracias e indulgencias que esta Hermandad, en cuyos libros eran registrados como Hermanos. Los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de los Reyes y San Mateo, vulgo de lo Sastres, ya establecida en San Francisco en 1615, hoy en San Ildefonso (p. 305), tenían concedidas siete años y siete cuarentenas de perdón si, confesados y comulgados, hiciesen allí las preces de rigor, en la fiesta concepcionista, así como en las de San Mateo, San Eusebio y San José. La Hermandad de Santiago Apóstol, de los Sombrereros, sita en una de las capillas del primer claustro, aprobada el año 1593 (p. 306), desaparecida, disfrutaba para sus cofrades que, habiendo confesado y comulgado, visitasen la capilla haciendo allí las oraciones acostumbradas, en la fiesta de la Concepción, como en las marianas de la Natividad, Anunciación y Asunción, de indulgencia de siete años y siete cuarentenas de perdón. La extinta Congregación de María Santísima de la Palma y Santo Cristo del VíaCrucis, con capilla propia, aprobada en 1678 (p. 311), gozaba para sus Hermanos de indulgencia de siete años y siete cuarentenas de perdón los días de la Concepción, así como los de la Natividad, Anunciación y San Francisco, prescribiéndose la confesión, la comunión y el hacer allí las oraciones acostumbradas. Pasando otra vez al tema litúrgico, en la Carta Encíclica de Fr. José María de Évora, Comisario General de la Familia Cismontana, fechada en Roma el diecinueve de diciembre de 1732, se urgía a los religiosos para que fomentaran el culto a la Inmaculada en los conventos y recomendaba el canto de las Letanías con la antífona Tota pulchra los sábados y días de fiesta. Interesante desde el punto de vista iconográfico es un óleo (543X266 cm.) de Domingo Martínez 152, realizado hacia 1740 para el Convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla, representando la Apoteosis de la Inmaculada, en cuya composición destaca la Familia Franciscana. En el expediente enviado a Roma en 1760 para solicitar del Papa la declaración de la Inmaculada como Patrona de los Reinos de España, sin menoscabar el patronato 152 Actualmente en el Museo Provincial de Bellas Artes de Sevilla. Cf. Valdivieso, 1991, “Pintura”, t. II, p. 310 y 312; Valdivieso, 1992, p. 320.

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de Santiago, se sumó, por influjo del Gobernador del Consejo, junto a la petición del Rey Carlos III, recién llegado de Nápoles, y las Cortes, que habían hecho la elección el diecisiete de julio, el informe teológico del Lector de Teología Fr. Lucas Ramírez Galán (1715-1774) 153. Este patronato ya lo ostentaban Austria (1649), Portugal (1656) y Sicilia (1730). El patronato fue concedido por el Papa Clemente XIII Rezzonico en la Bula Quantum ornamenti del ocho de noviembre de dicho año, a tenor de la cual fue publicado un Decreto Ley en El Pardo el dieciséis de enero de 1761 154. En Sevilla se sucedieron fiestas durante dos años, desde el anuncio solemne, de la buena nueva el quince de junio de dicho año de 1761 con repiques y luminarias, en que llegó la carta del Rey firmada en Aranjuez el dos de ese mismo mes 155. Entre tanto, el mismo Romano Pontífice, por el Breve Cum primum disponente voluntate de diecisiete de enero de 1761, a ruegos del Rey Carlos III por mediación de su Regente en Roma Manuel de Roda, concedió al clero secular y regular de los territorios hispánicos el uso del Oficio Sicut lilium y de la Misa Egredimini et videte de los franciscanos, prueba de la popularidad que habían alcanzado, bajo el rito doble de primera clase con octava 156. Hubo muchos predicadores franciscanos observantes en los cultos de estos dos años: Fr. Francisco Benítez, Fr. Juan Antonio Bermejo, Fr. Pedro Cornejo, Fr. Juan Fernández Recio, Fr. Juan Llamas, Fr. Francisco López, Fr. Juan López, Fr. Cristóbal Moreno, Fr. Miguel Reynado, Fr. Diego de los Ríos, Fr. Pedro Romero, Fr. Francisco Ruiz, Fr. Nicolás Ruiz, Fr. Vicente Soriano, Fr. Juan de San Antonio, Fr. Carlos Yegros y Cordero 157. El veintiséis de junio el Convento de San Antonio de Padua anunció su fiesta de celebración del patronato para el día siguiente 158. Hubo Te Deum y procesión de Tercia con la imagen del Primer Instante. A continuación, se manifestó el Santísimo y se celebró la misa con predicación de Fr. Juan Antonio Bermejo. Por la noche hubo un costoso castillo de fuegos de artificio en plaza contigua al convento, a expensas de la Cofradía del Buen Fin, que allí radicaba y radica. Esta Hermandad celebró la fiesta del día siguiente, con misa junto a la comunidad y predicación de Fr. Diego de los Ríos. El veintinueve la costeó la Orden Tercera de 153 Era natural de Belalcázar (Córdoba), franciscano de San Antonio de Padua de Sevilla, de la Provincia de los Ángeles, de la que fue Custodio y Provincial, Calificador del Santo Oficio y Doctor en la Real Universidad Literaria hispalense. En la citada casa se conserva de él un retrato al óleo (153 X 89 cm.), Le valió tal misión el ser presentado para obispo auxiliar de Cartagena de Murcia, con el título de Tanes (fue ordenado en su citado Convento el treinta y uno de mayo de 1761). Salió de Sevilla el veinte de julio. Cf. Matute, 1887, t. II, p. 174; Meseguer Fernández, 1955, p. 762. 154 Serrano Ortega, 1893, pp. 692 ss.; Marín Campos, 1906, pp. 22. 31; Marín, 1954, p. 136; García García, Tomás, Fiestas Sevillanas por la Declaración del Patronato de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, de 1761 a 1763, Sevilla 1972, pp. 9-10; Ros, 1994, pp. 293-297; Cabello Díaz, 2004, p. 180; De la Campa Carmona, 2004, p. 105; González Gómez, 2004, pp. 96. 101; López-Fe, 2004, p. 57, http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp07/hufaexp07p12.html, consultado el 15/05/2006. 155 Matute, 1887, t. II, pp. 173 ss.; García García, 1972, pp. 11-13; Gámez, 2007, p. 447. 156 Pérez, 1954, pp. 308 s.; Castro, 1955, p. 85; Meseguer Fernández, 1955, p. 762; Gámez, 2007, p. 446. 157 García García, 1972. 158 García García, 1972, p. 15; Gámez, 2007, p. 448.

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dicho convento, y acabó todo con procesión con las efigies de San Antonio, San Francisco, la Purísima, Jesús Infante y la custodia, precedida por un sacerdote con un guión de plata. El Convento de San Francisco, para celebrar la bula, organizó una octava del domingo veintiocho de junio al cinco de julio, presidida por la Sevillana. La iglesia se vistió de damasco rojo y se coronó con banderas y gallardetes celestes y blancos. Hubo, todos los días, manifiesto del Santísimo y sermón. Terminó todo con una sonada procesión de la comunidad, Orden Tercera y hermandades por el compás y claustros, adornados con colgaduras y tapices 159, en la que precedieron al Santísimo en custodia la tarasca y gigantes y lo acompañaron las imágenes de San Francisco, San Luis Rey, San Antonio de Padua, San Diego de Alcalá, San Buenaventura, Santa Clara, la Sevillana y Jesús Niño. Iban niños representando a San Miguel, San Gabriel, San Rafael, San Francisco, San Buenaventura, Duns Scoto, el Cardenal Cisneros, Santa Clara y Sor María de Ágreda. La Hermandad de la Pura y Limpia del Postigo del Aceite, por la pequeñez de su capilla, también celebró en la iglesia de este cenobio triduo los días once a trece de julio, presididos por el Simpecado de terciopelo celeste bordado en oro de dicha congregación. Comenzó el primer día a las tres de la tarde con Vísperas solemnes, manifiesto y Completas con magnífica capilla musical 160. A la jornada siguiente se expuso el Sacramento a las siete de la mañana, hubo Misa con sermón de Fr. Nicolás Ruiz y, por la noche, presidió el Rosario de la Parroquia del Sagrario por la carrera del Corpus junto a la comunidad. Todo culminó el día trece con luminarias y orquesta de música. En la procesión general de las cinco y media de la tarde del día nueve de agosto, que salió a las cinco y media de la Puerta de San Miguel de la Catedral por la carrera del Corpus y entró a las nueve y media, presidida por la imagen catedralicia concepcionista de la Cieguecita de Montañés, participaron con una nutrida representación los Observantes, acompañando a una imagen de San Francisco, penúltima de las Órdenes Religiosas asistentes (los capuchinos con San Francisco, los mercedarios descalzos con San Pedro Pascual, los mínimos con San Francisco de Paula, los mercedarios con San Pedro Nolasco, los carmelitas con San Elías, los agustinos con San Agustín y los últimos los dominicos con Santo Domingo) 161. El treinta de agosto, en la fiesta organizada por el Convento de Santa Clara, en la que predicó el franciscano de la Casa Grande Fr. Francisco Ruiz, hubo una procesión por el compás conventual en la que participaron los franciscanos, con un paso con

159 Matute, 1887, t. II, p. 175; Serrano Ortega, 1893, pp. 707-708; Álvarez, 1958, nº 86, p. 175; García García, 1972, p. 16. 160 De estos fastos compone la siguiente octava real en relación con los frailes su compilador Manuel Antonio Delgado Pérez de Cavañas y Sequeiros: “La Seráfica Casa complacida / con la querida Huéspeda que tiene, / globos de luz ofrece enardecida, / regio aparato en cultos le previene: / música salva ofrece divertida, / y aunque su regla la humildad mantiene, / hoy forma el culto con soberbia tanta / que a igualar con mayores se adelanta”. Cf. Matute, 1887, t. II, p. 175; Serrano Ortega, 1893, pp. 710-711; García García, 1972, p. 17. 161 Matute, 1887, t. II, p. 177; Serrano Ortega, 1893, pp. 97. 701-703; García García, 1972, p. 26.

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la imagen de San Francisco, que tenía en el pecho un relicario de oro con una efigie de la Purísima 162. Procesionaron también la Inmaculada, Santa Clara y el Santísimo. En las fiestas celebradas en la Casa Profesa por la Compañía de Jesús entre los días seis al quince de septiembre, la función de uno de los días la organizó la comunidad de San Francisco 163. Del dieciséis al veinte de septiembre celebró sus fiestas del patronato la comunidad recoleta de El Valle 164: el primer día predicó Fr. Juan de Llamas; el segundo, Fr. Juan de San Antonio; el tercero, Fr. Carlos Yegros y Cordero; el cuarto, Fr. Juan Fernández Recio, y el quinto, el Guardián Fr. Pedro Cornejo, día que costeó la Orden Tercera de esta casa. Todo concluyó esta jornada con procesión vespertina por el claustro y el compás con la imagen de Santa Isabel de Portugal, un simpecado, la imagen de San Francisco, la comunidad, una Purísima del tipo de la Sevillana y el Santísimo en primorosa custodia de madera dorada. Continuando con las celebraciones del patronato, también participó la comunidad de la Casa Grande de San Francisco, junto a muchos capitulares del Cabildo Eclesiástico, en la procesión que organizó en sus fiestas la Sacramental del Sagrario en la tarde del día once de octubre de 1761, presidida por la imagen de la Cieguecita, limitada a últimas naves de la Catedral, pues por las inclemencias del tiempo no pudo hacer estación en El Salvador 165. El ya citado Papa Clemente XIII, por el Breve Commissi de dieciséis de marzo de 1767, extendió también a todos los dominios españoles la costumbre franciscana de celebrar el Oficio y Misa de la Inmaculada en los sábados no impedidos, exceptuados los de adviento, cuaresma, témporas y vigilias 166. Fr. Cosme Ramírez predicó en la Catedral de Sevilla el quince de diciembre de 1776, Octava de la Inmaculada, sermón, publicado en esta ciudad el mismo año por Joseph Padrino 167. A petición de la Real Junta de la Inmaculada Concepción, elevada el nueve de marzo de 1788, el Rey Carlos III por Cédula del diez de mayo del mismo año vuelve a urgir sobre la obligación que había desde 1761 de adoptar en los territorios hispánicos el oficio y misa franciscanos de la Inmaculada 168. García García, 1972, p. 36. Serrano Ortega, 1893, p. 716. 164 Matute, 1887, t. II, p. 179. 165 Matute, 1887, t. II, pp. 179-180; Serrano Ortega, 1893, pp. 712-716; García García, 1972, pp. 52-53. GÁMAEZ MARTÍN, José: “El sol es tu vestido. ‘La Cieguecita’ de Martínez Montañés y la devoción concepcionista de Sevilla”, en: La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, El Escorial (Madrid) 2005, vol. 2, p. 1001 (http://www.rcumariacristina.com/ ficheros/40%20Jose%20Gamez%20Martin.pdf). 166 Marín, 1954, pp. 137-138; González Gómez, 2004, p. 102; Gámez, 2007, p. 447. 167 Se titulaba: Ecos de siete voces, que resonaron en siete elevados montes. Oración panegírica laudatoria, que en el día quince de diciembre del año de 1776 día octavo del Mysterio de la Concepción en Gracia de María Santísima en la Santa Metropolitana y Patriarchal Iglesia de la ciudad de Sevilla a nombre de la Santa Provincia de Andalucía de la Regular Observancia deS N. P. S. Francisco a quien este día toca el púlpito por singular favor de dicho Ilustrísimo Cabildo. Era Predicador General, ex-Definidor de su Provincia, exGuardián de Marchena, Écija, ex-Vicario de Santa Isabel de los Ángeles de Ronda y Comisario Visitador Primero de la Orden Tercera hispalense. Cf. Serrano Ortega, 1893, pp. 899-900; Álvarez, 1958, nº 87, p. 64. 168 Meseguer Fernández, 1955, p. 780. 162

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Siguiendo con la liturgia, el Papa Pío VII Chiaramonti permitió a los franciscanos del Reino de Nápoles por rescripto de diecisiete de mayo de 1806 añadir en el prefacio de la Virgen: “et te in Conceptione Inmaculata” 169. Esta concesión, extendida a la Orden Franciscana, la obtuvo, el año 1834 del Papa Gregorio XVI Cappellari, la Iglesia Hispalense 170, y en 1847 la disfrutaban ya cuatrocientas treinta y tres diócesis. En el Capítulo General de Alcalá de Henares de 1830, el último celebrado en España, el día veinticuatro de mayo se celebró misa votiva de la Inmaculada, “siendo la primera a quien se recurría por ser la primera y principal en interceder por nosotros”, con predicación de Fr. Pedro Pina sobre la creación, redención y santificación extraordinarias de María 171. A pesar de desaparecer oficialmente de Sevilla la Orden en la Exclaustración de 1835, sus frailes, reducidos al estado secular a la fuerza, siguieron influyendo benévolamente en el pueblo con sus predicaciones y tareas pastorales, y se reunieron en 1855 en torno a la Sevillana los observantes en San Buenaventura y los angelinos, el once de febrero, en San Antonio, para festejar la definición dogmática 172. Con la definición dogmática de 1854 se abre, en interpretación de San Maximiliano María Kolbe, una nueva etapa en el inmaculismo franciscano 173, pues, al no ser ya necesaria la defensa de esta doctrina, se vuelcan todos los esfuerzos en inculcarla en los corazones de los fieles, difundiendo la consagración a la Inmaculada, que llega a sus últimas consecuencias en el voto mariano de los Franciscanos de la Inmaculada, instituto religioso masculino erigido en Frigento, Italia, en 1990 y reconocido como de derecho pontificio en 1998. En 1879 dicha imagen de la Sevillana presidió también una solemne función votiva en las Bodas de Plata de dicho evento, en la que participaron los franciscanos exclaustrados y la Orden Tercera de dicha Iglesia de San Buenaventura 174. El mismo año, hubo una procesión de la Catedral en la tarde del ocho de diciembre, presidida por la Cieguecita, en la que participaron los PP. Francisco de Paula Carrillo, Comisario Provincial de los exclaustrados franciscanos observantes, y Pablo Hornillo de San Miguel, Comisario de los franciscanos descalzos exclaustrados de la Provincia de San Diego de Andalucía, portando el primitivo simpecado del Beato Juan de Prado, que está actualmente en San Francisco de Santiago de Compostela 175. La Provincia Bética fue restaurada el dos de julio de 1881 por religiosos expulsados de la Provincia de San Luis de Francia en el Convento de Nuestra Señora de Loreto (Espartinas, Sevilla) 176.

Marín, 1954, p. 153. Serrano Ortega, 1893, p. 73; Marín, 1954, p. 161. 171 Altamir, B., Historia del Capítulo General celebrado en el convento de Santa María de Jesús, vulgo San Diego, de la ciudad de Alcalá de Henares el día 29 de mayo de 1830, Madrid 1832, p. 32. 172 Serrano Ortega, 1893, p. 754; Álvarez, nº 86, p. 175. 173 Apollonio, 1997, p. 199. 174 Marín Campos, 1906, p. 46; Álvarez, 1958, nº 86, p. 175. 175 Serrano Ortega, 1893, p. 98; Marín Campos, 1906, pp. 46-47. 176 Álvarez, 1958, nº 86, pp. 161-162. 169 170

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Uno de sus actores, el P. Atanasio López Vicuña 177, dejó, entre otras obras manuscritas, una titulada: La Inmaculada Concepción explicada en veinte sermones. Al conmemorarse el cincuentenario de la definición dogmática, en las restauradas Provincias franciscanas de España no faltaron disposiciones para solemnizar esta fecha. De varios frailes músicos ha gozado la Provincia Bética en el siglo XX, que manifestaron en sus obras su devoción inmaculista 178. Podemos citar al P. Víctor Sillaurren, martirizado en Fuente del Maestre en 1936, que nos dejó inspiradas composiciones concepcionistas: Tota pulchra a tres voces y coro (1908); otra para solo y coro (1911); una tercera a cinco voces (1914); un Bendita sea tu pureza a cinco voces (1928); una Inviolata a tres voces... El P. Sebastián Simonet Campany (*Puebla, Baleares, en 1882), compositor y organista, sobre todo de Guadalupe, compuso un Tota Pulchra a dos voces y órgano y sólo de tenor y barítono. Entre las veintidós composiciones de tema mariano del P. Eusebio Quejo (*Vitoria, 1883), podemos destacar un Tota pulchra a tres voces y con acompañamiento de orquesta. Epílogo en el CL aniversario del Dogma Antes de cerrar este capítulo, queremos hacernos eco de las quejas del P. Ángel Ortega 179 en relación al monumento concepcionista de la sevillana Plaza del Triunfo, promovido por el Beato Cardenal Marcelo Spínola en 1900 y llevado a cabo por las gestiones del Capellán Real José Sebastián Bandarán en 1917, III centenario del voto inmaculista. Fue encargado al arquitecto José Espiau Muñoz y al escultor Federico Collaut Valera. Inaugurado el ocho de diciembre de 1918 por el Cardenal Arzobispo Almaraz, en él no aparece resaltada injustamente la Orden Franciscana. Así se escribe la historia oficial, pues el dicho canónigo era filojesuita. Como colofón, otra reivindicación: es una pena que en el 2004, en las celebraciones concepcionistas del CL aniversario, no fuera la Sevillana foco de un homenaje mariano importante e incluso procesionar, como lo hizo, rodeada de los franciscanos, en la Procesión Mariana vespertina del domingo diecinueve de mayo de 1929 con motivo del Congreso Mariano Hispano-Americano 180 entre los siete iconos de la Virgen más venerados en la Sevilla de la colonización de América, junto a la Virgen de los Reyes. Lo mismo podemos decir de la Concepción de Regina o la del Alma Mía, que estuvieron en los comienzos de la polémica concepcionista. Esperemos que

mejor suerte corran en vistas a la celebración del CCL aniversario del patronato hispánico concepcionista el próximo año de 2011.

Álvarez, 1958, nº 87, p. 65. Fernández Sánchez, 1999, “La música franciscana en Andalucía”, en: El franciscanismo en Andalucía. Conferencias del III Curso de Verano San Francisco en la cultura y en la historia del arte andaluz, CajaSur, Córdoba 1999, pp. 616 ss. 179 Ortega, 1917, La Tradición Concepcionista en Sevilla, pp. 82-89; Espiau, Mercedes, El monumento público en Sevilla, Diputación Provincial, Sevilla 1993, pp. 77-78; Passolas Jáuregui, Jaime, Curiosidades, leyendas y tradiciones de las iglesias y conventos de Sevilla, CB Ediciones, Sevilla 1997, pp. 83-85; González Gómez, 2004, p. 104; Romero Torres, José Luis, “La Inmaculada y la sacralización del espacio urbano”, en: Tota pulchra. El arte de la Iglesia de Málaga, Consejería de Cultura, Sevilla 2004, pp. 78-80. 180 Vides, José de, Crónica Oficial del Congreso Mariano Hispano-Americano de Sevilla, Imprenta Sáez Hermanos, Madrid 1930, pp. 70, 304. 177

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Fig. 1 San Francisco, campeón de la Inmaculada. Pechina de capilla lateral de la epístola, Iglesia Conventual de San Antonio de Padua, Sevilla. Fresco, círculo de Valdés Leal, segunda mitad del XVII.

Fig. 2 La Inmaculada venerada por los franciscanos. Iglesia parroquial de San Andrés, Sevilla, procedente del desaparecido convento hispalense de San Francisco. Óleo sobre lienzo, siglo XVII.

Fig. 3 Casulla de terno celeste y blanco, Iglesia Conventual de San Antonio de Padua, Sevilla. Brocado de seda sevillano, primera mitad del XVII.

Fig. 4 Concepción Sevillana. Iglesia Conventual de San Buenaventura, Sevilla, procedente del desaparecido convento hispalense de San Francisco. Imagen de madera encarnada y policromada para vestir, escuela sevillana, primera mitad del siglo XVII.

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Fig. 5 Concepción Grande o Colosal. Museo Provincial de Bellas Artes, procedente del convento desaparecido de San Francisco de Sevilla. Óleo sobre lienzo, Bartolomé Esteban Murillo, 1652.

Fig. 6 Concepción del Primer Instante, Iglesia Conventual de San Antonio de Padua, Sevilla. Imagen de madera encarnada y policromada para vestir, escuela sevillana, siglo XVIII.

Fig. 7 Fray Juan de Quirós y la Inmaculada, Palacio Arzobispal, Sevilla, procedente del desaparecido convento de San Francisco hispalense. Óleo sobre lienzo, Bartolomé Esteban Murillo, 1653. El Franciscanismo en la Península Ibérica III Congreso Internacional * Págs. 3-70

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