La navegacion lacustre : rasgo cultural primordial de los mexicas

October 16, 2017 | Autor: Biar Alexandra | Categoría: Archaeology, Navigation, Dugout Canoes
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Descripción

La navegación lacustre un rasgo cultural primordial de los mexicas Alexandra Bihar

El control de la navegación y del medio lacustre era esencial para los habitantes de las cuencas lacustres en tiempos prehispánicos y vital en muchos aspectos para los mexicas. Los monóxilos (embarcaciones, de distintas formas y dimensiones, talladas en un solo tronco), eran, sin duda alguna, la máxima prueba de su adaptación a esta clase de entorno.

A

diferencia de otras civilizaciones del mundo antiguo, como las del Mediterráneo o del sureste de Asia, las culturas mesoamericanas no son particularmente famosas por su historia marítima o por su arquitectura naval. No obstante, existieron en el mundo prehispánico dos célebres ciudades lacustres: Tayasal entre los mayas, y Tenochtitlan-Tlatelolco entre los mexicas, que obviamente necesitaron ejercer un control estricto y muy complejo de su entorno acuático para alcanzar su prosperidad. Dados sus particulares emplazamientos, era vital para

estas dos ciudades ejercer un manejo muy preciso de las aguas que las circundaban. Es precisamente por su ubicación que, en 1521, Cortés, en camino para Honduras, se topó contra el excelente sistema defensivo de Tayasal, que permitió a esta ciudad resistir mucho tiempo a los conquistadores. Los primeros estudios profundos sobre la navegación mesoamericana se deben al arqueólogo británico Norman Hammond en los ochenta del siglo pasado. Se centran, principalmente, en la navegación de cabotaje a lo largo de las costas del Golfo de Mé-

Para la época de la conquista, Tenochtitlan era la Venecia del Nuevo Mundo. La navegación y las canoas eran muy importantes en la vida de los mexicas y otros pueblos lacustres de la Cuenca de México. Luis Covarrubias, La isla de TenochtitlanTlatelolco en el siglo xvi. mna. Foto: Agustín Uzárraga / Raíces

Esta canoa es la única prueba arqueológica de la existencia de estas embarcaciones y fue descubierta en la ciudad de México en 1959, en la calzada de Tlalpan y la calle Emiliano Zapata. Mide 5 m de largo por 61 cm de ancho y podía trasportar una tonelada de peso, aproximadamente. En la tipología que manejamos corresponde al tipo 1b. mna. Foto: Oliver Santana / Raíces

xico y de la península de Yucatán. Las fuentes históricas nos informan que además de la navegación marítima, analizada por Hammond, existía otra muy importante que era de carácter fluvial y lacustre. Desgraciadamente, son pocos los investigadores que se han interesado en los contextos acuáticos de agua dulce, aun si numerosos autores, entre otros Sanders y Price (1968), afirman que favorecieron la aparición de organizaciones sociales de alta complejidad. Efectivamente, es en el corazón de las cuencas endorreicas del Altiplano Central, como las de México y Pátzcuaro, donde florecieron grandes civilizaciones como la teotihuacana, la mexica o la tarasca, y se afirma sistemáticamente la correlación entre el sistema lacustre y el desarrollo de esas últimas. La ciudad de Tenochtitlan fue fundada en 1325 por los mexicas en un islote del lago de Texcoco. Para erigirse en la capital del poderoso imperio que conocieron los conquistadores, sus habitantes tuvieron que aprender a dominar su entorno, logrando así explotarlo de manera económica, política y religiosa. No sólo se valieron, como probablemente lo hacían otras entidades previas o contemporáneas, de la utilización de monóxilos (es decir, de embarcaciones que aunque de distintas formas y dimensiones, siempre estaban talladas en un solo tronco), sino que desarrollaron complejos sistemas tecnológicos para controlar el medio lacustre, el abastecimiento de bienes y el crecimiento urbano. Acondicionamiento general del entorno Los mexicas pronto acondicionaron el entorno para su propio bienestar y para fortalecer su poder. Los grandes trabajos hidráulicos realizados por ellos y sus vecinos en los lagos de la Cuenca de México cumplieron diferentes objetivos. El primero de ellos, bien

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documentado, fue obviamente ganar terreno a las aguas por medio del ingenioso sistema de chinampas y canales, extensiones físicas artificiales de las islas preexistentes. Como es bien conocido, las chinampas son una invención que se debe probablemente a los habitantes de los lagos de Xochimilco y Chalco, en el sur de la Cuenca de México, y estuvo destinada originalmente a la agricultura intensiva (Armillas, 1971). No se necesita aquí insistir sobre este aspecto, salvo para recordar que de acuerdo con el Plano de Papel de Maguey, las chinampas de Tenochtitlan no sólo cumplieron la función de área de cultivo, sino también de zona residencial, lo que implica el control de la humedad de los suelos. El segundo objetivo de la ingeniería mexica consistió en el control de las desastrosas fluctuaciones del nivel de las aguas lacustres mediante la construcción de canales, diques e incluso acueductos, todas obras que también contribuyeron a disminuir la salinidad que las caracterizaba. Dichas modificaciones del entorno funcionaron en forma complementaria y requirieron de un mantenimiento cotidiano que implicaba el uso de embarcaciones y de grandes contingentes humanos bien organizados. Los canales de la isla de Tenochtitlan, que le valieron su apodo de Venecia del Nuevo Mundo, surcaban toda la mancha urbana, estructurando el asentamiento y permitiendo una ágil comunicación en el interior y hacia el exterior de la ciudad. Gracias al historiador Edward Calnek y al arquitecto Jorge González Aragón sabemos que existían dos tipos de canales: los medianos, rutas laberínticas que podían medir hasta 2 m de ancho, y los principales, orientados en sentido este-oeste y que tenían entre 3 y 5 m de ancho. Sin embargo, al considerar que los grandes monolitos –como el de la diosa Tlaltecuhtli que

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Estas dos canoas miniatura y sus instrumentos de propulsión fueron descubiertos en el templo dedicado a Tláloc del Templo Mayor de Tenochtitlan. Sus formas están muy bien representadas en los documentos históricos y las pictografías. Ofrenda 41. Museo del Templo Mayor. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces

pesa 12 toneladas y mide 4.19 m x 3.62 m– fueron transportados por vía lacustre, resulta lógico que algunos de los canales principales de la ciudad alcanzaran los 6 m de ancho, sino es que más. Los canales principales, como la famosa Acequia Real que corría por la actual calle Corregidora del Centro Histórico de la ciudad de México, fueron idóneos para el tránsito de grandes embarcaciones que cumplían funciones tanto económicas y políticas, para la transportación de tributos al palacio de Moctezuma, como religiosas, para el transporte de los monumentos y la realización de procesiones y otras ceremonias. En cambio, los canales medianos facilitaban el flujo de embarcaciones más pequeñas que servían cotidianamente como medio de transporte de individuos y mercancías. No debemos olvidar, sin embargo, que una parte significativa del tránsito urbano se realizaba por vías terrestres, lo que, indirectamente, implicaba la presencia de puentes fijos y movibles, un hecho confirmado en las narraciones de la derrota de la Noche Triste. Las largas y anchas calzadas que conectaban la isla de Tenochtitlan con la tierra firme tenían varios propósitos. Servían, en primer lugar, como medio de comunicación terrestre. En segundo término, hacían las veces de diques que contenían las aguas y que complementaban al gran albarradón construido con la coordinación de Nezahualcóyotl, el sabio

soberano de Texcoco. Las tres principales calzadas eran la de Tepeyac (al norte), la de Tlacopan (al oeste) y la de Iztapalapan (al sur). Notemos que esta última fue construida por los xochimilcas, prueba inequívoca del poderío político de los mexicas y de su influencia sobre las comunidades vecinas. Una cuarta calzada, aunque de menores dimensiones, era la de Chapultepec. Ésta difería de las otras en tanto soportaba el acueducto construido en la década de 1420 y reconstruido con la coordinación de Nezahualcóyotl en la década de 1460. Por medio de este dispositivo, las aguas dulces eran conducidas a Tenochtitlan, isla que como sabemos estaba rodeada por un lago de agua salada (Arqueología Mexicana, núm. 68). Es evidente que, en estas obras, los monóxilos jugaron un papel central, sobre todo en el transporte de materiales de construcción, y para el mantenimiento cotidiano. Instalaciones portuarias, aduanas y embarcaderos No se puede imaginar la vida en Tenochtitlan y en las comunidades ribereñas de la Cuenca de México sin la navegación. Si bien es cierto que se le menciona poco en las fuentes históricas cuando se habla de las grandes obras hidráulicas, su papel se revela fundamental cuando se leen las descripciones sobre la vida cotidiana y los sistemas comerciales, sobre todo en los lagos sureños de Chalco y Xochimilco. Los documentos, en efecto, describen movimientos de productos a través de rutas que aún seguían vigentes en la primera mitad del siglo xx, como por ejemplo el Canal de la Viga. Estas rutas estaban directamente asociadas a instalaciones como puertos y embarcaderos, es decir, áreas de flujo y control de individuos y bienes. Cortés (1982, p. 132) nos dice al respecto: “En cada entrada de la ciudad, donde se descargan las canoas…, hay casas donde permane-

Fuentes coloniales sobre embarcaciones Periodo

Nombre

Principios del siglo xvi Códice Boturini 1524 Mapa de Cortés o de Nuremberg 1540/1541 Relación de Michoacán 1541/1542 Códice Mendocino 1550/1555 Mapa de Uppsala Antes de 1560 Lienzo de Tlaxcala 1540/1585 Códice Florentino Fines del siglo xvi Códice Azcatitlan 1576/1581 Códice Durán

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Lugar de conservación

Embarcaciones representadas

Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, México, D.F. 2 Biblioteca del Congreso, Washington 13 Biblioteca Real del Escorial, San Lorenzo del Escorial 2 Biblioteca Bodleiana, Oxford 9 Biblioteca Carolina Rediviva, Uppsala 21 Colección privada 22 Biblioteca Laurenciana, Florencia 28 Biblioteca Nacional de Francia, París 4 Biblioteca Nacional, Madrid 4 Número total de embarcaciones identificadas 105 Número de embarcaciones no identificadas 42 Número total de embarcaciones clasificadas en la tipología 63

cen los guardianes encargados de controlar y levantar una contribución sobre cada producto…”. Una organización de esta naturaleza exigía el acondicionamiento y la construcción de espacios específicos dedicados al movimiento, almacenamiento y control de mercancías. Tales instalaciones arquitectónicas facilitaban el tránsito de productos, al mismo tiempo que servían a las autoridades centrales para ejercer su control económico sobre los usuarios. En el Diccionario Larousse, dichas instalaciones se definen de la siguiente manera: “Puerto: Refugio natural o artificial acondicionado para que las embarcaciones realicen operaciones de carga y descarga, embarque y desembarco, así como para su mantenimiento. Embarcadero: Lugar acondicionado para embarcar mercancías o gente”.

Los canales de la isla de Tenochtitlan, que le valieron su apodo de Venecia del Nuevo Mundo, surcaban toda la mancha urbana, estructurando el asentamiento y permitiendo una ágil comunicación en el interior y hacia el exterior de la ciudad.

Respecto a los puertos, éstos pueden concebirse como conjuntos de estructuras arquitectónicas relacionadas funcionalmente entre sí: aduanas para la recepción y el control de mercancías; depósitos y hangares para el almacenamiento de bienes; puestos y tiendas para actividades de compra-venta; embarcaderos para la transferencia de bienes de tierra firme a medios de locomoción lacustre; etc. La construcción implica variados tipos de edificaciones que requieren de mano de obra y una gran cantidad de materiales (madera, piedra, cal, etc.). Desafortunadamente, hasta la fecha no han sido descubiertos vestigios arqueológicos de esta índole, lo que nos impide llegar a mayores precisiones sobre su configuración y sus funciones. Nos parece lógico que, tratándose de instalaciones que recibían tributos, contaran con estructuras arquitectónicas destinadas al control, la protección y la transferencia de dichos bienes al palacio real y a las bodegas gubernamentales. En este sentido, sería muy productivo a nivel científico emprender nuevas investigaciones arqueológicas en busca de todo tipo de instalaciones portuarias. Algunas de esas instalaciones deberían de estar en las afueras de la isla de Tenochtitlan y en las riberas de los lagos. En lo relativo a los embarcaderos, se trata de construcciones mucho más efímeras y que requieren de

espacios más o menos amplios, dotados de un muelle cuyas dimensiones dependen del tamaño del canal y del volumen de bienes que se transfieren. Según el arqueólogo Francisco González Rul, existían dos tipos de embarcaderos: los de piedra y los de madera. Se identificaron vestigios arqueológicos de tales estructuras, por ejemplo, en terrenos del actual Palacio Nacional. También existen descripciones de ellos en los documentos históricos de los siglos xvi y xvii, así como sus imágenes en grabados y fotografías de los siglos xix y xx. A este respecto, podemos mencionar el famoso embarcadero prehispánico y colonial que estuvo ubicado en la esquina de la calle Alhóndiga y Corregidora, lugar en el que se conserva hoy en día un puente de piedra que evoca la pretérita condición lacustre de la ciudad de México. También deben mencionarse los arsenales, instalaciones que tenían funciones militares. El diccionario los define de la siguiente forma: “Arsenal: Establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones, y se guardan los pertrechos y géneros necesarios para equiparlas”. Este tipo de estructuras debía colindar con cuerpos de agua y tener la apariencia de un gran hangar, que permitía almacenar monóxilos y embarcaciones de mayor envergadura. Fray Bernardino de Sahagún (1982, pp. 113-114) se refiere a ellos cuando describe las ceremonias y los sacrificios que se desarrollaban en el sumidero de Pantitlán, ubicado en el corazón del lago de Texcoco: “Cuando ellos todos fueron sacrificados, tomábamos todas las ofrendas… y nos los llevábamos al lugar donde la laguna se llama Pantitlán, que se encuentra no lejos de los arsenales”. Más adelante señala: “Luego, lanzaba el incensario en la laguna. La canoa daba la vuelta en seguida hacia la tierra y los remeros la dirigían con velocidad hasta el punto llamado Tetamaçolcoqui que fue el embarcadero. Ellos todos se bañaban allí y la embarcación fue de vuelto a su entrega”. En este pasaje es interesante la mención expresa de un lugar para entregar las embarcaciones, y más precisamente las de uso ritual o militar. Eso indica que los diferentes tipos de almacenes lacustres de la Cuenca de México dependían de sus funciones específicas: puertos y embarcaderos para el comercio, arsenales para el material de guerra y hangares para las ceremonias religiosas. Lo anterior implicaría igualmente la existencia de distintos tipos de embarcaciones, de acuerdo con su uso específico. Sabemos, por ejemplo, que existían unas de grandes dimensiones, las cuales eran empleadas en las festividades religiosas para transportar a los sacerdotes con sus ofrendas, y otras más para conducir al emperador y su corte. Según las fuentes históricas, tales embarcaciones estaban adornadas con bancos

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Tipología de las embarcaciones y los instrumentos de propulsión Instrumentos de propulsión

Un joven sacerdote transporta piedras para la consolidación de un templo. Canoa tipo 2. Códice Mendocino, f. 64r. Reprografía: m.a. Pacheco / Raíces

Mango largo, la pala es larga y estrecha

Mango largo, la pala es acorazonada

Clasificación de las canoas representadas en las fuentes históricas que permite entender la gran diversidad de forma y tamaño de ese tipo de transporte, vital para los mexicas y los otros pueblos lacustres. Tan importantes como las embarcaciones, los instrumentos de propulsión no han cambiado desde la Conquista. Se utilizan todavía en Xochimilco, Toluca y Pátzcuaro.

Tipología de las embarcaciones Tipo 1 Puntas angulares y de igual altura a) flanco angular

b) flanco curvo

Tipo 2

Tipo 3

Tipo 4

Puntas agudas de igual altura

Puntas angulares con alturas diferentes

Puntas aguda-angular de igual altura

Perfil Corte

Un joven sacerdote de pie en su canoa, transporta tierra para la construcción de un templo. Canoa tipo 1b. Códice Mendocino, f. 63r. Reprografía: m.a. Pacheco / Raíces

Planta

y cubiertas con techumbres que protegían a la gente del sol y de la lluvia. Recordemos finalmente la probable existencia de grandes barcos de uso militar, como los mencionados en los relatos de la Noche Triste, pero también en los de la expedición victoriosa de los mexicas contra los españoles al principio del sitio. La mera construcción de los bergantines por los conquistadores comprueba la necesidad absoluta para estos últimos de lograr el control de las lagunas. Tipología de las embarcaciones Las fuentes escritas e iconográficas del siglo xvi nos ofrecen abundante información acerca de las embarcaciones utilizadas por los mexicas y sus vecinos, desde los materiales con que estaban construidas, pasando por su forma y su decoración, hasta asuntos como los medios de propulsión, la capacidad de carga y las funciones. Un análisis cuidadoso de los datos disponibles sugiere que, al igual que las embarcaciones avistadas por Colón en mar abierto, las de la Cuenca de México eran principalmente monóxilos. Parece lógico asumir que tales monóxilos tengan formas y tamaños adaptados a su uso específico: transporte de personas o mercancías, transporte de cargas voluminosas o pesadas, pesca, caza, guerra y ceremonias religiosas. Así, mediante el estudio detallado de las diferentes representaciones iconográfi22 / Arqueología Mexicana

cas de monóxilos, nos encontramos en condiciones de establecer una tipología. La gran variedad de embarcaciones representadas en un mismo documento y en ocasiones en una misma página, comprueba la diversidad morfológica de estos medios de locomoción. Con base en las fuentes mencionadas, puede proponerse una clasificación de monóxilos usados en la Cuenca de México en los siglos xv y xvi. A partir de nuestra investigación (Biar, 2011), podemos concluir

Guerreros armados navegan en piraguas de guerra y se protegen con sus escudos. Canoa tipo 3. Lienzo de Tlaxcala, lám. 42. Digitalización: Raíces

Un joven sacerdote, de pie en su canoa. Canoa tipo 1b. Códice Azcatitlan, lám. II. Reprografía: m.a. Pacheco / Raíces

Dos pescadores en sus canoas. Uno está sentado en su embarcación, el otro, de pie, usa su arpón. Los dos llevan un remo. Canoa tipo 4. Códice Florentino, lib. XI, f. 31r. Reprografía: m.a. Pacheco / Raíces

que la totalidad de las embarcaciones presenta un fondo plano perfectamente adaptado al contexto lacustre, lo que permitía a los tripulantes manejarlas de manera fácil y rápida. Respecto de la arqueología, los únicos ejemplos de embarcaciones prehispánicas de la Cuenca de México conocidos a la fecha son un monóxilo de madera que se exhibe en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología y una representación en miniatura hallada en la ofrenda 41 del Templo Mayor de Tenochtitlan, si bien es cierto que se conocen otros ejemplos similares en otras partes de Mesoamérica. El monóxilo del Museo Nacional de Antropología fue encontrado en la década de los sesenta en la Calzada de Tlalpan; de acuerdo con sus dimensiones y su capacidad de carga, podemos estimar que podía transportar alrededor de una tonelada de peso. A nuestro juicio, juntándose varios monóxilos de este tipo, es posible conformar una embarcación capaz de soportar el peso de un monolito de grandes proporciones como la Tlaltecuhtli. Pero eso implica una anchura importante de la embarcación y, en consecuencia, canales de una amplitud suficiente. A la tipología de monóxilos, añadamos la de los instrumentos indispensables para su propulsión. En las fuentes iconográficas se representan dos distintos tipos de remo: uno en forma de pala larga y estrecha, y otro en forma de pala acorazonada. Debemos agregar la pértiga, la cual no se representa gráficamente, pero sí se menciona en las fuentes escritas. A manera de conclusión, el control de la navegación y del medio lacustre era esencial para los habitantes de las cuencas lacustres en tiempos prehispánicos y vital en muchos aspectos para los mexicas. Los monóxilos eran, sin duda alguna, la máxima prueba de su adaptación a esta clase de entorno, si bien hay otras evidencias de su manejo de la ingeniería hidráulica. Con la llegada de los españoles y el consecuente cambio tecnológico, económico y político, la navegación mexica tuvo que enfrentar un nuevo reto. Alexandra Biar. Maestra y candidata al doctorado en arqueología precolombina por la Universidad de Paris 1 Panthéon-Sorbonne. Se interesa por la navegación y las instalaciones lacustres en el Altiplano Central de México en el Posclásico. Para leer más… Armillas, Pedro, “Gardens on Swamps”, Science, vol. 174, 1971, pp. 653661. Biar, Alexandra, La navigation Mexica dans la lagune de Mexico: navigation et prise du pouvoir, tesis de maestría en arqueología precolombina, Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne, París, 2011. Calnek, Edward, “Settlement Patterns and Chinampa Agriculture at Tenochtitlan”, American Antiquity, vol. 37, núm. 1, 1972. Hammond, Norman, “Classic Maya Canoes”, The International Journal of Nautical Archeology and Underwater Exploration, núm. 10 (3), 1981, pp. 173-185. Sanders, W.T., y Barbara J. Price, Mesoamerica: the Evolution of a Civilisation, Random House, Nueva York, 1968.

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