La muralla de Niebla entre el franquismo y la democracia. Intervenciones y restauraciones

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Descripción

CUADERNOS DE ARQUITECTURA Y FORTIFICACIÓN es una revista científica dirigida a arqueólogos, historiadores, historiadores de la arquitectura y del arte, restauradores, arquitectos y todos aquellos profesionales cuyo trabajo esté relacionado con la documentación, estudio e intervención en la arquitectura fortificada. Tiene una periodicidad anual y su objetivo es ser nexo entre todos los actores que intervienen en el estudio e intervención de estos edificios históricos, foro de debate interdisciplinar y punto de intercambio de ideas y métodos, cubriendo un espacio hasta ahora vacío en la historiografía española.

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Ediciones de La Ergástula y el Consejo de Redacción de Cuadernos de Arquitectura y Fortificación no se hace responsable de las opiniones y contenidos en cada artículo, no haciéndose responsables, en ningún caso, de la originalidad y autenticidad de los trabajos.

ÍNDICE Presentación .............................................................................................................. 7

ARTÍCULOS Prehistoria de los recintos fortificados en la Meseta Sur peninsular José Martínez Peñarroya .......................................................................................... 9 Tras la huella de los almohades. Reflexiones sobre las últimas fortificaciones del Badajoz andalusí Samuel Márquez Bueno y Pedro Gurriarán Daza ................................................... 55 Arqueología de la arquitectura en las fortificaciones de Alarcón (Cuenca): La Puerta del Bodegón como excusa Míchel Muñoz García y Santiago David Domínguez-Solera ...................................77 El conjunto fortificado de Cifuentes (Guadalajara). Aportaciones para su estudio y delimitación Gonzalo López-Muñiz Moragas, Francisco García Riesco, Elena Vega Rivas y Enrique Daza Pardo ............................................................... 123 La muralla de Niebla entre el franquismo y la democracia. Intervenciones y restauraciones Enrique Infante Limón ......................................................................................... 153 COLABORACIÓN ESPECIAL El castillo de Jadraque: Obispos, duques, marqueses y ruinas Edward Cooper ...................................................................................................... 197 ENTREVISTA Francisco García Fitz: Las Navas de Tolosa en perspectiva ..........................................203

Normas para la presentación de originales .......................................................... 209

La muralla de Niebla entre el franquismo y la democracia. Intervenciones y restauraciones. Enrique Infante Limón Universidad de Sevilla

Resumen: La muralla de Niebla (Huelva) es uno de los escasos ejemplos de recinto fortificado almohade conservado de forma prácticamente íntegra en nuestro país. No obstante, las vicisitudes históricas experimentadas por la localidad y sus características materiales y constructivas hicieron que sufriera un alto grado de deterioro. A pesar de que con anterioridad se realizaron otras obras, los procesos de restauración más importantes se desarrollaron en dos bloques a caballo entre los últimos años del franquismo y los primeros del régimen democrático vigente en España actualmente. Este trabajo analiza los criterios con los que se afrontaron dichas intervenciones, el alcance de las mismas y sus resultados. Palabras clave: Muralla, Tapial, Almohades, Conservación, Restauración. Abstract: The wall of Niebla (Huelva) is one of the limited examples of Almohad fortifications which are almost entirely preserved in Spain. However, the wall suffered a high degree of deterioration because of its own characteristics and construction materials, and the historical events experienced by the town. Although some other works had been carried out before, the most important restoration process took place in two periods between the last years of Franco’s regime and the first part of the democratic regime which is still in force in Spain. This report analyzes the criteria which led the repair works, the impact of such works and their results. Keywords: Walls, Rammed earth, Almohads, Preservation, Restoration.

Cuadernos de Arquitectura y Fortificación, 0 Madrid, enero-diciembre de 2012. ISSN: 2255-1085 / Páginas 153 - 196

Enrique Infante Limón

1- Introducción Niebla (Huelva) se asienta sobre una breve meseta ubicada junto a un meandro del río Tinto, justo en el lugar en el que éste es franqueado por la que ha sido la principal vía de comunicación entre el interior del Valle del Guadalquivir y la costa onubense a lo largo de la historia (SILLIERES, 1981; CORZO SÁNCHEZ y TOSCANO SAN GIL, 1992: 168-170). Buscando el mismo

destino confluyen aquí, igualmente, las rutas procedentes de la zona minera del norte de la provincia (RUIZ ACEVEDO, 1998, 1999). Esta posición estratégica fue la que motivó la aparición, durante el periodo del Bronce Final, del primer núcleo de población estable en este lugar, que se fortificó con una cerca de mampuestos dotada de bastiones semicirculares (CAMPOS CARRASCO et alii, 2006: 226-278, 336-343; GÓMEZ TOSCANO y BELTRÁN PINZÓN, 2006).

Fig. 1: Planta del recinto fortificado de Niebla (elaboración propia).

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Por encima de ésta se ha constatado la existencia de otros muros defensivos, levantados y reformados en momentos posteriores –en el periodo tartésico orientalizante o en el romano altoimperial, por ejemplo-, sobre los que se erigió, en época islámica, el grueso de la obra que ha llegado hasta nosotros (BEDIA GARCÍA y BORJA BARRERA, 1992: 21-24; PÉREZ MACÍAS y BEDIA GARCÍA, 1995; PÉREZ MACÍAS et alii, 2000; CAMPOS CARRASCO et alii, 2001, 2002; GÓMEZ TOSCANO et alii, 2001; CAMPOS CARRASCO et alii, 2006: 197-278). Sobre la filiación cronológica de la misma se ha generado una abundante literatura , si bien el Área de Arqueología de la Universidad de Huelva ha puesto de relieve en las últimas décadas, gracias a un proyecto de Arqueología Urbana desarrollado de forma sistemática, que su construcción respondió a un programa de ampliación del recinto llevado a cabo en época almohade (CAMPOS CARRASCO et alii, 2006: 365-370). Esta datación se ve reforzada por el hecho de que sus características formales y constructivas -como han puesto de relieve Samuel Márquez y Pedro Gurriarán (2008)- responden a unas directrices unitarias que están presentes en un significativo grupo de fortificaciones de dicho periodo. 1

Se trata de una imponente cerca de tapial de 2 km. de perímetro y que encierra una superficie de 16 hectáreas aproximadamente. Su planta describe un polígono que recuerda, de forma muy irregular, a un triángulo cuya base y lado menor se levantan en paralelo al río, que realiza uncambio de dirección a la altura del ángulo

sureste de la población. Cuenta con un total de 50 torres . Obviando las cuatro que se encuentran en el interior del alcázar, del que no trataremos, todas sobresalen hacia el exterior, son de planta cuadrangular –excepto dos de las que haremos mención más adelante- y presentan una fábrica maciza. Se rematan, por otra parte, en azotea y presentan sillería en la base y en los ángulos. Cinco de ellas albergan las puertas de la ciudad: la del Socorro, la del Agua, la del Desembarcadero, la del Buey y la de Sevilla, que obligaban a un acceso en recodo simple desde uno de sus laterales, dotados de arcos pétreos de herradura enmarcados por alfiz rehundido para tal efecto. Sólo en las dos últimas hay una concesión a la ornamentación, puesto que sus portadas exteriores se rematan con una tanda de arquillos polilobulados, ciegos y de ladrillo. Las torres que ocupan los vértices noreste y sureste del recinto -las más próximas al Tinto- se diferencian del resto por su mayor tamaño, por presentar un carácter más sobresaliente con respecto a la línea defensiva y por su alzado octogonal a partir de una base cuadrangular. 2

Es, en definitiva, una obra de considerables dimensiones y muy compleja desde el punto de vista formal, técnico y constructivo, aspectos que, entre otras cosas, también la han convertido en un referente simbólico para la localidad y buena parte de la región. Pero estamos, sobre todo, ante un elemento muy rico arqueológicamente hablando, fundamental para el conocimiento de la ciudad histórica –que desempeñó un destacado papel en la articulación territorial del suroeste peninsular durante la Antigüedad y la Edad Media-

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Autores como Marçais la consideraron, simplemente, como obra posterior al Califato (ROLDÁN CASTRO, 1993: 241). Basilio Pavón, por su parte, la consideró inicialmente (1980) como propia del primer periodo de taifas, para atribuirla posteriormente (1996: 19-21) al periodo almorávide. La primera persona que indicó que se trataba de una construcción de este momento fue Leopolodo Torres Balbás (1952), criterio que ha seguido también, con posterioridad, Alfonso Jiménez (1980: 23).

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Encontramos extensos análisis formales y descripciones de la muralla en AMADOR DE LOS RÍOS, 1891: 181-206, 1906: 212-232; COOPER, 1991: 253; ROLDÁN CASTRO, 1993: 239-254; CARRASCO TERRIZA y GONZÁLEZ GÓMEZ, 2009: 45-49. Podemos ver, por otra parte, algunos datos sobre su sistema constructivo y sus materiales en GUARNER GONZÁLEZ, 1982; PAVÓN MALDONADO, 1996: 19-33; CAMPOS CARRASCO et alii, 2006: 365-368.

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Fig. 02: Puerta del Buey (fotografía de Francisco Gómez Toscano).

y de la arquitectura militar almohade, puesto que es uno de los pocos ejemplos de recinto fortificado de época islámica que se ha conservado en nuestro país de forma prácticamente íntegra (AMADOR DE LOS RÍOS, 1906: 213; JIMÉNEZ MARTÍN, 1980: 22-23; ROLDÁN CASTRO, 1993: 239). Esta conciencia, sin embargo, sólo se ha hecho patente en el último medio siglo, sufriendo su fábrica con anterioridad importantes niveles de degradación. Sólo a partir de la década de 1950 comenzaron a desarrollarse campañas de restauración de forma regular y científicamente entendidas. De las primeras, que estuvieron bajo la dirección de Félix Hernández entre 1957 y 1962 (MINISTERIO DE CULTURA, 1998: 78-79), se ha encargado María Asunción Díaz Zamorano,

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que presentó un trabajo al Congreso Internacional de ciudades amuralladas, celebrado en Pamplona en noviembre de 2005, titulado “El recinto amurallado de Niebla y la Restauración Arquitectónica de Posguerra: las propuestas de Félix Hernández Giménez”. Desde 1963, y durante casi dos décadas, se haría cargo de los trabajos D. Rafael Manzano Martos, al que seguiría, entre 1980 y 1984, Ismael Guarner González. Estos dos bloques de obras, desarrollados a caballo entre el régimen franquista y el constitucional democrático vigente en nuestro país, fueron los primeros de gran alcance y fundamentales para la posterior conservación del monumento. De ellos nos ocuparemos, puesto que los resultados de los mismos apenas trascendieron en su momento y

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Fig. 3: “Torre 26”, una de las dos octogonales del recinto fortificado (Fotografía de Francisco Gómez Toscano).

nunca han podido ser abordados en profundidad por los especialistas que se han encargado de la muralla con posterioridad . Desde la siguiente 3

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Sólo contamos con algunos artículos del propio Ismael Guarner (1982, 1984, 1991), aparecidos en revistas tan especializadas como El Croquis o Informes de la construcción. Sobre la labor restauradora de Rafael Manzano, por otra parte, sólo han comenzado a aparecer, recientemente, algunos trabajos parciales y puntuales -como el realizado por Aroa Romero Gallardo y Sergio Rodríguez Tauste (2008) sobre el

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gran intervención, la de 1991, se ha venido contando con el apoyo de excavaciones arqueológicas, por lo que el alcance de las obras es más conocido por la comunidad científica (BEDIA GARCÍA y BORJA BARRERA, 1992: 21;

Castillo de Segura de la Sierra (Jaén)- y algunas referencias en obras de mayor amplitud –como la editada por Mª. del Valle Gómez de Terreros Guardiola (2011) sobre la conservación y restauración de la arquitectura de las órdenes militares en Andalucía-.

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Fig. 4: Escudo de Niebla, recogido en las respuestas al formulario para el Diccionario GeográficoHistórico de Tomás López (J. E. Ruiz González, Huelva según las relaciones enviadas por los párrocos al Geógrafo Real Tomás López en el siglo XVIII).

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CAMPOS CARRASCO et alii, 2006). Hay que señalar, por último, que no analizaremos los trabajos que se desarrollaron al mismo tiempo en el alcázar, puesto que fueron de tal envergadura y complejidad que -unido a que se trata de un elemento dotado de características propias- sería aconsejable un estudio pormenorizado e individual.

españolas, la cerca no sólo estaba cargada de ese carácter identitario y simbólico al que hemos aludido, sino que actuaba como barrera defensiva y como un necesario medio para controlar a las personas y para cobrar las tasas e impuestos derivados del tráfico de mercancías (NICOLAU I MARTÍ y CUBELES I BONET, 2005: 139), lo que nos lleva a pensar que su estado de conservación debía ser bastante aceptable.

2.- Antecedentes del estado de conservación de la muralla

Sabemos, por las respuestas al formulario de Tomás López para la elaboración de su Diccionario Geográfico-Histórico, que en la segunda mitad del siglo XVIII las puertas seguían manteniendo sus batientes -forrados con planchas de hierro- y que el frente que discurría entre los ángulos noreste y suroeste del recinto aún se encontraba protegido por toda una serie de elementos auxiliares: Desde la [Puerta] del

2.1.- La muralla, elemento definidor de la ciudad moderna Aunque Niebla había iniciado a finales de la Edad Media un proceso de decadencia que no culminaría hasta bien entrado el siglo XX (LADERO QUESADA, 1992: 104-105), su fisonomía urbana siguió ajustándose de forma prototípica, durante la Edad Moderna, a la de las ciudades del Antiguo Régimen. Rodrigo Caro (1634: fol. 211v), por ejemplo, aludía a todo su aparato de Iglesias, muros, alcaçares y torres, palabras que ponen de relieve que la población estaba dotada, en esos momentos, de un significativo carácter monumental y de una potente imagen. Entre los elementos urbanos que le conferían este aspecto destacaba el recinto fortificado, como se infiere de las palabras del propio Caro (1634: fol. 211v), que señalaba que

en su asiento, fortaleza de muros y torres, mirada de lexos, parece una ilustre ciudad, y que de la vanda del rio Guadalquivir al Poniente, no se vé otro edificio como ella. Incluso el escudo de la localidad la representaba, todavía en el siglo XVIII, a través de la dominante presencia de la muralla y sus torres. Pero, por el mismo autor sabemos que el sistema defensivo seguía ostentando una condición claramente poliorcética y funcional: [Niebla] Esta toda cercada de altos muros, y

espessas torres concavas, fossos, revellines, barbacana, y otros pertrechos para tiempo de guerra (CARO, 1634: 211v). En definitiva, la muralla desempeñaba un papel primordial en la articulación urbana de la Niebla moderna. Como ocurría en el resto de ciudades fortificadas

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Socorro hasta el arrabal, hay un gran foso y para salir del arrabal, otra puerta y torreón que también servía de defensa (RUIZ GONZÁLEZ, 1999: 209) . No obstante, en estos momentos ya comenzaban a apreciarse los primeros síntomas de deterioro, debido probablemente a la falta de su uso como elemento militar. El párroco Pedro Valiente, redactor de las respuestas al citado formulario, indicaba que el almenado sólo se conservaba en el tramo comprendido entre la Puerta del Socorro y el ángulo suroeste del recinto (RUIZ GONZÁLEZ, 1999: 209). Esto había sido consecuencia, con total seguridad, de acciones antrópicas de depredación, algo que se acentuaría en los siglos posteriores y que ya se dejaba notar de forma significativa en el alcázar, cuyos materiales estaban siendo expoliados para ser reaprovechados en otras obras (RUIZ GONZÁLEZ, 1999: 209). 4

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En el Croquis topográfico de la Villa de Niebla, realizado en 1810 [Fig. 5], se puede apreciar cómo, asociada a la Puerta del Socorro, aparece una estructura compuesta por varios muros que avanzaban sobre el camino que transcurría entre el recinto fortificado y el arrabal de la localidad. En una anotación que aparece junto al dibujo de la misma se lee, literalmente, que es una Traversa que enfila las dos calles del arrabal y cubre la entrada.

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Fig. 5: Croquis topográfico de la villa fortificada de Niebla, 1810 (Centro Geográfico del Ejército).

2.2.- El siglo XIX y la degradación material de la cerca La Guerra de la Independencia (1810-1812) fue el epílogo de la vida bélica de la muralla y, al mismo tiempo, el inicio de un prolongado periodo de decadencia material. Los franceses establecieron en Niebla su principal base para la defensa del extremo suroeste del país. La plaza debía actuar como punto de aproximación al Atlántico -algo fundamental para intentar la toma de Cádiz- y como freno de un posible avance del ejército español -replegado en distintos lugares de la actual provincia de Huelva- sobre Extremadura y Sevilla (PEÑA GUERRERO, 2000; VILLEGAS

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MARTÍN y MIRA TOSCANO, 2011). Bajo las órdenes del Mariscal Soult, los ocupantes procedieron a reparar y a artillar las defensas de la localidad (PEÑA GUERRERO, 2000: 31-36) [Fig. 05], particular que no debió ser beneficioso, a la larga, para el recinto murario. Aunque no tenemos constatados los efectos que provocó la contienda sobre la cerca, podemos sospechar, por todo lo acontecido durante los años de enfrentamiento, que debieron ser sumamente destructivos. Sin ir más lejos, en 1812, antes de la retirada definitiva de las tropas francesas, el alcázar fue brutalmente dinamitado (PEÑA GUERRERO, 2000: 42).

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Aquello coincidió con el punto de arranque de la centuria que vio fraguar todos los problemas relacionados con nuestro patrimonio arquitectónico (GAYA NUÑO, 1961: 16 y ss.; NAVASCUÉS PALACIO, 1987: 290 y ss.). Durante aquellos años, la mayor parte de las ciudades españolas se verían sometidas a importantes procesos de ensanche y renovación. Fue la consecuencia de las profundas transformaciones experimentadas por la industria, los modos de transporte y las vías de comunicación de un mundo en pleno cambio. El nuevo modelo social, dominado por la burguesía, trajo consigo la búsqueda de una pretendida higiene urbana favorecida por los efectos desamortizadores, que permitieron llevar a cabo profundas remodelaciones . 5

Niebla no fue una excepción a esta situación. Como consecuencia de la nueva articulación administrativa del país -y en el contexto de la modernización de su red viaria-, en 1846 se había iniciado la construcción de la carretera Alcalá de Guadaira-Huelva, destinada a unir a la capital de la naciente provincia con el interior peninsular (DOMÍNGUEZ VELA, 2001: 49-86). La calzada, a su paso por la población, discurría entre el sector noroeste del recinto fortificado y el arrabal, generando una serie de modificaciones urbanas que terminaron por afectar a la propia muralla. En primer lugar se realizaron obras para permitir el encauzamiento de la carretera y, a continuación, para facilitar el tránsito entre ésta y el interior de la localidad. A finales de siglo, por ejemplo, Amador de los Ríos (1891: 226) constataba que para abrirle paso a la calzada se había cegado parte del foso, pudiendo pensarse –además- que la estructura muraria que partía de la Puerta del Socorro y que protegía la zona ya había sido prácticamente 5

Sobre las transformaciones urbanas del siglo XIX, QUIRÓS LINARES, 2009. Para el ámbito sevillano, SUÁREZ GARMENDIA, 1986, mientras que para el caso concreto de la demolición de murallas, CUBELES I BONET y NICOLAU I MARTÍ, 2005.

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destruida. En 1871, por otra parte, el Ayuntamiento había aprobado la realización de la siguiente reforma:

…el derrivo del pedazo de Muralla que existe entre la ultima Casa de la Calle del Arrabal y el Castillo… cuyo derribo es de absoluta necesidad para evitar las desgracias que puede producir el desprendimiento de trozos de dicha muralla y para abrir por aquella [una] Calle que comunique con el interior de la poblacion ... 6

Las nuevas necesidades y la pérdida de utilidad de las estructuras defensivas hicieron viable que las autoridades militares concedieran los permisos oportunos para los derribos de los viejos muros (SUÁREZ GARMENDIA, 1986: 201). En el caso que nos atañe, el Consistorio se había puesto en contacto con el Gobernador Civil, que después de consultar al Capitán General del Distrito determinó que se podía efectuar la demolición, puesto que no era perjudicial á la defensa en vista

de que sus fortificaciones en estado ruinoso se encuentran abandonadas por la poca importancia Militar que hoy tienen . Aunque no conocemos con 7

exactitud el alcance y la repercusión de aquella obra, sabemos que la cerca, en 1890, se encontraba abierta en la zona más próxima al arrabal y a la carretera:

…no lejos de la principal entrada á la villa por el arrabal, la muralla se ofrece en alguna extensión cortada en dirección á Oriente, por el punto en que dan comienzo las obras del castillo de los antiguos condes de Niebla, -encontrándose aquella cortadura, donde á trechos se hacinan desmoronados los escombros, utilizada en extensos corrales y casas de miserable aspecto... (AMADOR DE LOS RÍOS, 1891: 192-193)

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Archivo Municipal de Niebla (en adelante AMN). Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas Capitulares (1867-1876), legajo 22, acta del día 5 de agosto de 1871. 7 Ibídem.

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2.3.- Depresión socioeconómica y ruina material en las primeras décadas del siglo XX La situación descrita se agravaría en las primeras décadas del siglo XX como consecuencia de los niveles de depresión económica y social que experimentaba la población . La cerca, ahora, se vería sumida en un estado de abandono generalizado, recibiendo –además- numerosas y continuas agresiones. Se podría decir que el vecindario de Niebla, aunque estaba acostumbrado a convivir con los restos monumentales del pasado, no era capaz de reconocer los ricos valores culturales que contenían, encontrando en ellos, únicamente, un medio para desarrollar una vida que en la mayor parte de los casos se encontraba al borde de la subsistencia. Los materiales de los lienzos y el alcázar, por ejemplo, eran extraídos sin control para la construcción de viviendas en otros puntos de la localidad . Pero también el propio recinto 8

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Según un padrón de beneficencia de 1894, hasta 184 unidades familiares estaban en situación de recibir asistencia en materia de medicinas y socorro, por lo que se puede estimar –teniendo en cuenta que la población rondaba los 1400 habitantes - que en torno al 50% del vecindario vivía en condiciones depauperadas (AMN. Sección Padrones, Censos y Estadísticas, cuadernos de padrones y censos de habitantes, legajo 166, expediente instruido para formar el padrón de vecinos pobres en el ejercicio 1894-1895). Este desolador panorama lo podemos completar con otro dato, obtenido del Padrón General de Habitantes de 1892, que indica que el principal núcleo urbano de Niebla presentaba una tasa de analfabetismo de casi el 75 % (Ibídem, Padrón General de Habitantes de 1892). 9 Encontramos algunos testimonios de este particular en distintos artículos de Ramón Ortega Egurrola, aparecidos en la prensa provincial en la década de 1960:Estamos en el centro justo entre la Puerta del Buey y la “Torre del Oro” [la torre octogonal del ángulo sureste del recinto]…; hoy desmochada, lamentablemente olvidada, presentada ruina completa de su obra de fábrica de forma exagonal; no fue bastante que el tiempo pusiese sobre ella su mano inexorable de la destrucción, sino que tanto en la reconquista, como en la invasión francesa fue lenta, pero certeramente derruida; y no hubo bastante con aquella

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servía de apoyo a todo tipo de construcciones que se adosaban e incrustaban en muros y torres, sobre todo en el castillo y en el costado norte de la cerca (AMADOR DE LOS RÍOS, 1891: 201, 1909: 297). Buena prueba del aspecto y del estado de conservación del monumento en estos años constante que se mantuvo sin variaciones hasta mediados de siglo- la encontramos en las siguientes palabras de Amador de los Ríos (1906: 212 y 215):

Á trechos,…, cuadradas torres, ya carcomidas por la acción inclemente del tiempo, se destacaban aún enhiestas de las murallas, despojadas como éstas de las almenas que las coronaron, y dejando ver casi todas ellas el diáfano celaje á través de los recortes y boquetes informes que las perforan. … Cegado el foso primitivo de lo que llamaban almedina los musulmanes, no se hace en realidad grandemente difícil reconocer por la carretera, cual llevo dicho, la línea que aquél seguía, aunque la interrumpen á trechos los edículos que, como excrescencias [sic.] ó protuberancias, aparecen adheridos á los deformados baluartes, pues, á través de tales construcciones, bien humildes por cierto, perfectamente se señala el primer recinto fortificado ó escarpa.

2.4- Franquismo, declaración de Monumento Histórico-Artístico e inicio de las obras Tras los duros años de la autarquía, en la década de 1950 comenzaron a producirse una serie de avances que clarificaron el panorama español de la tutela patrimonial. A partir de 1952 surgiría un debate y una reflexión sobre la labor arquitectónica que desembocaría en cierta ruptura con la rigidez del primer franquismo, herejía con el arte, sino que en los años 26 al 28 fue casi completamente derrumbada para utilizar sus materiales en obras ajenas a cuanto se refiriere a conservación de murallas y castillo. (ORTEGA EGURROLA, 1965a).

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Fig. 6: El recinto fortificado a principios del siglo XX, zona del alcázar (Juan M. Acosta Ferrero, Elena Whishaw: Entre la leyenda y la realidad).

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valorándose posturas más abiertas y en consonancia con la arquitectura moderna (ESTEBAN CHAPAPRÍA, 2008: 59-61). La voluntad de promover determinados cambios se haría evidente en la exposición Veinte años de restauración monumental en España, organizada por la Dirección General de Bellas Artes en 1958 y celebrada en Madrid con motivo del IV Centenario de la muerte de Carlos V. En ella se miraba al futuro con cierto atisbo de modernidad, valorándose que la gestión del patrimonio podía ofrecer grandes ingresos mediante la explotación turística y apuntándose que dicha tarea debía realizarse con tiempo, de forma reflexiva y alejándose de las urgencias tan características de los últimos veinte años (DIR. GRAL. DE BELLAS ARTES, 1958: IX-X). La Dirección General de Bellas Artes parecía anticiparse a los grandes cambios sociales y económicos que habrían de producirse en la siguiente década. La llegada al Gobierno de ciertos sectores tecnócratas provocó el final de la autarquía y dio paso a la época del desarrollismo. Las medidas adoptadas y la apertura hacia el capital extranjero trajeron consigo una transformación de la economía española y obviando la importante serie de problemas colaterales que provocaron– la modernización general de España (LEMUS LÓPEZ, 1998: 474492). Este fenómeno también tuvo su incidencia en Niebla, coincidiendo con la alcaldía de Manuel Molina García, que inició su mandato en 1956 para no abandonarlo hasta el final del régimen . La localidad sufrió importantes cambios durante 10

este periodo, experimentando un aumento de población y el consiguiente crecimiento de la trama urbana (CAMPOS CARRASCO et allii, 1996: 198-199). La mayor capacidad económica municipal favoreció la consecución de evidentes mejoras de tipo urbanístico; por ejemplo, se pavimentaron, aceraron e iluminaron las principales plazas y calles del pueblo y se construyó una importante red de abastecimiento de aguas y alcantarillado, prácticamente inexistente hasta el momento. Una medida de gran impacto fue la apertura, en 1967, de la Fábrica de Cementos del Sur, que le otorgó un fuerte carácter industrial a la zona . Todo esto se vio acompañado de una aparente actitud optimista y positiva de la sociedad iliplense, fruto de la continua labor ideológica y propagandística de las autoridades para justificar las bondades del régimen. 11

Paradójicamente, y según Alfonso Muñoz Cosme (1989a: 147), en esta época se dio la más grave

crisis que ha sufrido el patrimonio arquitectónico español en toda su historia. Según dicho autor, la evolución sufrida por el país contrastaba con una inexistente conciencia en torno a dichas cuestiones y con unos medios administrativos, técnicos y legales heredados de la fase autárquica y, por tanto, anquilosados y desfasados. Esta situación sólo mejoraría, según su criterio, a partir de la década de 1970, con la incorporación de técnicos jóvenes y dotados de una formación actualizada y con el surgimiento de una conciencia colectiva que cristalizó, a veces, en reivindicaciones populares en favor de la conservación de los bienes patrimoniales. Esto último fue lo que ocurrió en Niebla desde finales de la década de 1950, gracias a una serie de

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Manuel Molina tomó posesión del cargo a principios de abril de 1956 (AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas Capitulares (1949-1967), legajo 27, acta del día 5 de abril de 1956), si bien no hizo juramento del mismo hasta octubre del mismo año (Ibídem, acta del día 18 de octubre de 1956). No fue sustituido – su sucesor fue Silverio Nieves- hasta después de la muerte de Francisco Franco (Ibídem, libro de Actas Capitulares (1967-1981), legajo 28, acta del día 1 de febrero de 1976).

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Todas estas evoluciones y consecuciones pueden rastrearse no sólo en las Actas Capitulares del Archivo Municipal, sino también en la prensa comarcal del momento -por ejemplo el diario Odiel-. Como muestra citaremos un artículo en el que se hace un balance del periodo en este sentido: “Los problemas de la provincia, a examen. Amplio estudio de las necesidades de Villarrasa, Niebla, La Palma y Bollullos”. En diario Odiel, p. 12, 11 de abril de 1970.

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personas dotadas de ciertas inclinaciones culturales y que habían adquirido un profundo compromiso con esa idea, tan extendida en la España del régimen, de favorecer el progreso y el engrandecimiento de la patria a través de sus pueblos. Así se hacía referencia en la prensa, con motivo del veinticinco aniversario de la victoria franquista en la Guerra Civil, a este particular:

Niebla ha laborado callada y eficazmente dentro de las normas establecidas por el Estado desde que se inició el Glorioso Movimiento Nacional, cuyo empuje hacia una meta soñada por visionarios, entonces, se está alcanzando con las realidades que alientan a los pueblos a seguir siempre adelante sin parar en obstáculos. Niebla se está encontrando a si misma porque está encontrando sus hombres que quieren y están laborando por ella y por su grandeza (DIARIO ODIEL, 1964a). En este contexto, la sociedad local, lejos de destruir su patrimonio cultural –como había ocurrido en otros momentos-, tomó conciencia de su importancia, advirtiendo que gracias al turismo podía ser un elemento diferenciador y uno de los puntos fuertes que permitiera situar a Niebla en un lugar de privilegio dentro de la provincia. El pasado histórico de la población exigía un esfuerzo para recuperar la perdida grandeza, tarea que podía verse favorecida por las oportunidades que ofrecía la situación económica del momento. El fin último y deseado era aunar esa fuerte tradición cultural e histórica con el progreso, haciendo convivir la antigua fisonomía urbana con el crecimiento y la modernización del municipio (AYTO. DE NIEBLA, 1968). Sólo así se entiende el enorme interés que mostraron, a partir de entonces, los miembros del Ayuntamiento y otras fuerzas vivas en impulsar la restauración de los monumentos iliplenses y las intervenciones arqueológicas. El asunto, que terminó convirtiéndose en una prioridad para el municipio, originó una profunda corriente de opinión que reivindicaría la intervención de la administración estatal. La lucha se llevó a cabo desde un doble plano. El primero

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de ellos tuvo un cariz político, puesto que se basó en las gestiones realizadas por el Ayuntamiento – fundamentalmente- y otras fuerzas vinculadas al mismo, tales como el comité local de la F.E.T. de las J.O.N.S. El segundo tuvo una dimensión social y se organizó en torno a una insistente campaña mediática que, conducida por Ramón Ortega Egurrola –principalmente- y otras firmas como las de Domingo Gómez “Flery”, José Romero Delgado o José María Segovia Azcárate, alcanzó un calado nada despreciable en la opinión pública . 12

Pero lo más importante fue que aquel movimiento contó con el apoyo de los organismos oficiales y las autoridades provinciales, fundamentalmente el de los distintos gobernadores civiles de aquel periodo, algo imprescindible -dada la relación de dependencia que las gestoras consistoriales tenían con ellos- para la obtención del respaldo del Estado y de su implicación en las tareas de conservación y restauración. En este sentido, sobre todo, habría que destacar el maridaje que se produjo entre el municipio y Hernán Pérez Cubillas (1905-1988), que ocupó el cargo entre 1958 y 1968. Buena prueba del beneficio mutuo que obtuvieron ambas partes con la cuestión del patrimonio arquitectónico la encontramos en las frecuentes alabanzas que se hacían, desde Niebla 12

La producción periodística de Ramón Ortega Egurrola, en relación al estado de conservación de los monumentos iliplenses y a la necesidad de una intervención de la Administración para su restauración y consolidación, es realmente extensa. Como ejemplos podemos destacar “Niebla clama siempre justicia. El estatismo de las murallas, nuestro silencio y la realidad” (En diario Odiel, pág. 11, 3 de enero de 1963), la serie “Las murallas de Niebla. Cuando el dinero se acaba…” (Seis capítulos en diario Odiel, con inicio el 26 de noviembre de 1964 y final el 10 de febrero de 1965) o “Murallas y piedras de Niebla. Paralización de las obras de conservación y reconstrucción del monumental conjunto histórico” (En diario ABC, edición de Sevilla, págs. 25-26, 17 de diciembre de 1968). De Domingo Gómez “Flery” podemos citar, por ejemplo, “La situación ruinosa de las murallas y castillo de Niebla exigen la intensificación de sus obras reconstructivas” (En diario Odiel, págs. 12 y 11, 14 de febrero de 1962).

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-bien a través de la prensa o bien a nivel institucional, mediante acuerdos tomados en sesión capitular-, de las gestiones que realizaba la máxima autoridad provincial para favorecerlo . No obstante, a lo largo de su mandato, Pérez Cubillas demostró un gran nivel de implicación personal en el asunto, pudiendo decirse que llegó a convertirse en el principal valedor de los intereses de la localidad en relación con su arquitectura histórica . 13

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De esta forma, al ritmo que fueron marcando las presiones ejercidas desde la localidad onubense, se fueron invirtiendo pequeñas cantidades económicas que se hicieron más cuantiosas y frecuentes con el paso de los años. Con ellas, la Dirección General de Bellas Artes -a través de la Comisaría de la 6ª Zona del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional- y los distintos organismos que heredaron sus funciones después de 1974 , ejecutaron una serie de obras 15

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Valga como ejemplo de lo expuesto el siguiente fragmento de ORTEGA EGURROLA, 1965b: Su interés por Niebla ha llegado a pedir constantemente para ella, para su reconstrucción a los altos poderes y éstos le han concedido créditos de importancia … Este hombre, don Hernán Pérez Cubillas, Gobernador civil de la provincia, merece de Niebla su gratitud y estimamos que aparte de esta gratitud que llevamos todos en nuestro interior, se merece que ese interés por Niebla tenga un premio; nada mejor para ello que concederle la Primera Medalla de Oro de la ciudad… 14 Hasta tal punto llegó su interés personal, que el sábado 5 de octubre de 1963 visitó la localidad de forma privada, acompañado por su esposa y otras autoridades y amigos, para contemplar de noche el alcázar y demás edificios históricos. Después de la visita compartió un aperitivo con las autoridades municipales, mostrándose muy interesado en impulsar la “reconstrucción” de los mismos, cuestión por la que se mostraron igualmente preocupados su mujer y los demás acompañantes (DIARIO ODIEL, 1963b). 15 Huelva quedó integrada, a partir de 1940, en la llamada Sexta zona del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional –dependiente de la Dirección General de Bellas Artes-, junto con Sevilla, Córdoba, Cádiz, Badajoz, Tenerife, Las Palmas y las colonias del norte de África. Como arquitecto conservador de la misma, a partir de aquel momento,

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de gran envergadura durante los años del desarrollismo, los del final del régimen y los del inicio de la democracia constitucional. A pesar de que se prolongaron durante más de tres décadas, el hecho de que fueran acometidas por el organismo oficial dotado de mayor carga reflexiva en lo referente a la restauración monumental, las convirtió en las primeras intervenciones que estuvieron sujetas, en Niebla, a un programa más o menos coherente desde un punto de vista científico. La prioridad absoluta para la sociedad iliplense, en este sentido, era el recinto fortificado, que se había revalorizado con la declaración de Monumento Histórico-Artístico recibida en 1945 . Aunque aquel reconocimiento se anticipó unos años al decreto de 1949 para la protección genérica de los castillos españoles, podemos entender que ambas medidas surgieron de la misma motivación. En aquella España de propaganda y mitificación de las ideas defendidas por el régimen, alcanzó un reconocido prestigio la cuestión bélica, vinculada intencionadamente con valores como el honor o la heroicidad épica (RIVERA BLANCO, 2008: 95; SÁNCHEZ BIOSCA, 2008: 92-93). La exposición de motivos de la declaración recalcaba la importancia histórica de la población, a la cual iba unida como indeleble 16

testimonio la ingente, bien que arruinada y desfigurada, obra de fortificación en la que dejaron su huella, con sus distintos sistemas de construcción, las sucesivas épocas. De este figuraría Félix Hernández Giménez (ESTEBAN CHAPAPRÍA, 2008: 29-31 y 37-42). Esta Dirección General sería sustituida, a partir del Decreto de 25 de octubre de 1974, por la del Patrimonio Artístico y Cultural. En 1977 se creó el Ministerio de Cultura, en el que se encuadraría la nueva Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos. A partir del Real Decreto de 10 de octubre de 1980, la Dirección General adoptará el nombre de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas y, por último, a partir del de 15 de diciembre de 1982, el de Bellas Artes y Archivos (MUÑOZ COSME, 1989a: 43-45). 16 La declaración se efectuó por decreto de 14 de abril de 1945 (Boletín Oficial del Estado, nº 110, 20 de abril de 1945).

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modo, además de su mal estado de conservación y el hecho de que era testigo material de casi todas las fases de ocupación desde la época romana, en la base de la valoración que se hacía de la cerca estaba implícito ese componente de prestigio que ofrecía un pasado rico en matices bélicos y, por tanto, heroico. Esa idea se mantendría viva durante las siguientes décadas en el imaginario colectivo local, otorgándole a la muralla y al alcázar, en consecuencia, un carácter preponderante por encima de otros testimonios arquitectónicos y arqueológicos. La otra gran preocupación del momento estaba relacionada con la conservación del Museo de la Escuela Anglo-Hispano-Americana de Arqueología, fundado en 1916 por Ellen M. Whishaw (18571937) y que se había adosado a la muralla en la zona de la Puerta del Buey (ACOSTA FERRERO,

2003, 2006). Juan María Acosta Ferrero (2006: 371-377, 733-755 y 769-778) ha puesto de relieve que la herencia de la inglesa, después de su muerte, entró en una situación de vacío legal que provocó que el recinto y las colecciones que contenía quedasen en estado de abandono y a merced de los expoliadores. A consecuencia de esto, a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, se estableció una tensa relación entre distintas instituciones provinciales, el Ayuntamiento de Niebla y el Ministerio de Educación Nacional que no hizo más que agravar la situación. Finalmente, el Consistorio iliplense, en 1953, terminaría adquiriendo el edificio en subasta pública, aunque siempre había mostrado su incapacidad económica para afrontar las obras que necesitaba, situación que no cambió después de aquella fecha.

Fig. 7: Museo y Escuela Anglo-Hispano-Americana de Arqueología (Juan M. Acosta Ferrero. Elena Whishaw y Niebla: La dama de las piedras).

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Movidas por todas aquellas cuestiones, las autoridades municipales comenzaron a realizar diversas gestiones para solucionar los problemas de conservación de la muralla y el museo, en los que ya venían produciéndose algunos desplomes . Al mismo tiempo, Ortega Egurrola (1957) publicaba su primer artículo denunciando la situación y exigiendo la implicación de los organismos competentes, lo que posibilitó la llegada de la primera, aunque corta, asignación de fondos para la reconstrucción del Museo 17

procedió, tan sólo en lugares puntuales de la cerca, al recalzo de cimentaciones, al afianzamiento de témpanos y bóvedas, a la reposición de tramos de muro y a la eliminación de algunas edificaciones adosadas . No obstante, estas intervenciones abrieron la puerta a los grandes proyectos que habrían de desarrollarse a continuación. 19

3.- Las obras del periodo 1963-1979

Arqueológico y recinto amurallado de la ciudad (DIARIO ODIEL, 1957b). Las obras quedaron bajo la responsabilidad de Félix Hernández Giménez, Arquitecto Conservador de la Sexta Zona, que en los años sucesivos llegó a firmar hasta cinco proyectos que, con subvenciones semejantes, pretendían paliar las carencias constructivas de ambos elementos . Los escasos presupuestos no permitían otro tipo de operación que no tuviera un cariz netamente conservador, por lo que se 18

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En enero de 1955, ante los derrumbamientos que se venían produciendo en determinados lugares, la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento acordaba la realización de algunas obras de reparación en ambos elementos (AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas de la Comisión Municipal Permanente (1946-1959), legajo 32, acta del día 12 de enero de 1955). En noviembre del año siguiente, por su parte, el Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, Carlos Cerdán, en informe elevado al Gobernador Civil, incidía en la necesidad de llevar a cabo una correcta conservación del recinto murado iliplense, debiendo cuidarse su entorno y otorgársele un correcto tratamiento al inmueble del Museo (El informe se conserva en el legajo 201 del Fondo Cerdán del Archivo del Museo de Huelva y ha sido recogido por ACOSTA FERRERO, 2006: 754-755). El 25 de abril de 1957, el comité local de la F.E.T. de las J.O.N.S. de Niebla, por su parte, ponía de manifiesto el mal estado en el que aún se encontraba el edificio levantado por Elena Whishaw, apuntando que la alcaldía de la localidad había realizado innumerables gestiones ante los organismos correspondientes, con vistas a solicitar que se llevasen a cabo las obras necesarias para reparar el mismo y reconstruir debidamente la edificación en ruina (DIARIO ODIEL, 1957a). 18 Dichos proyectos están fechados en 1957, 1958, 1959, 1960 y 1962 (MINISTERIO DE CULTURA, 1998: 78-79).

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En enero de 1962, un intenso temporal de lluvia y viento provocó el derrumbamiento del baluarte noroeste de la barrera artillera del alcázar (DIARIO ODIEL, 1962a), ocurriendo lo propio en marzo del siguiente año con el bastión noreste, que arrastró consigo –esta vez- una importante porción de muro (DIARIO ODIEL, 1963c). Lo aparatoso de ambos accidentes y el hecho de haberse producido en una zona próxima a la carretera general -y a una serie de viviendas que por muy poco no llegaron a verse afectadashicieron que se intensificasen las reivindicaciones desde Niebla y desde diferentes estamentos provinciales, consiguiéndose, a partir de entonces, mayores y más frecuentes asignaciones económicas . Desde aquel momento se hizo cargo de las obras D. Rafael Manzano Martos 20

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Archivo General de la Administración (en adelante AGA). Fondo de Cultura, caja 51/11278, “Expediente de obras en el recinto amurallado”, 1959-1964. 20 El 22 de enero de 1962, el alcalde comunicó al Gobernador Civil el derrumbamiento (AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas de la Comisión Municipal Permanente (1959-1969), legajo 33, acta del día 24 de enero de 1962). El 29 de enero, el Consejo Provincial del Movimiento acordaba solicitar a las autoridades competentes mayor atención a la conservación de los monumentos iliplenses y la reconstrucción de lo derribado (Ibídem, acta del día 7 de febrero de 1962). En las mismas fechas, aproximadamente, la Diputación Provincial acordaba solicitar al Ministerio de Educación Nacional la concesión de la asignación necesaria para llevar a cabo la conservación y reconstrucción de las murallas (DIARIO ODIEL, 1962b).

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(1936), que acababa de incorporarse a la Comisaría de la Sexta Zona del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional . 21

Un año antes se había titulado como Arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, donde conoció y recibió la influencia de destacadas personalidades del mundo de la Historia del Arte, la Arquitectura y la Restauración Monumental, tales como Manuel Gómez Moreno, Leopoldo Torres Balbás, Francisco Íñiguez Almech o Fernando Chueca Goitia. De ellos debió aprender que la base para sustentar la actividad restauradora debía partir de una profunda comprensión de nuestra arquitectura histórica. Chueca, por ejemplo, fue uno de los grandes conocedores de la tradición constructiva española. Se consideraba un depositario de aquel poso cultural y, consecuentemente, un continuador del mismo (MARÍAS, 1992: 22-23), lo que le llevaba a enfrentarse a la arquitectura heredada con un espíritu analítico y reflexivo por el que pretendía captar la esencia y el sustrato que condicionaba sus formas (NAVASCUÉS PALACIOS, 1992). De Torres Balbás debió adquirir el respeto por la materialidad del monumento y la capacidad de leerlo minuciosamente, con la conciencia de que se trata de un elemento que plantea complejas y distintas problemáticas en cada caso concreto y de que es el mismo el que contiene las posibles soluciones . También debió incidir en estos 22

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Esta información ha sido facilitada por el propio arquitecto, D. Rafael Manzano, durante una entrevista mantenida en su estudio de Sevilla el 15 de junio de 2009. Aprovecho la ocasión para expresarle mi más sincero agradecimiento por su extraordinaria amabilidad, por la atención prestada, por compartir conmigo una gran cantidad de particulares referidos a las obras realizadas en Niebla y por poner a mi disposición un importante volumen de material gráfico. Se pueden conocer más datos sobre su biografía y su vida profesional a través de MANZANO MARTOS, 1994 y 2008. 22 Sobre los criterios e intervenciones de Torres Balbás se pueden ver, MORA ALONSO-MUÑOYERRO, 1999: 70-72; MUÑOZ COSME, 2005 y el número 4 de

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aspectos de su formación profesional el hecho de trabajar en la Comisaría de la Sexta Zona bajo la dirección de Félix Hernández, que destacó por el exhaustivo método analítico que aplicaba a los edificios y por la constante búsqueda de criterios científicos que corroborasen los resultados (FERNÁNDEZ-PUERTAS, 1975). Realizaba exploraciones arqueológicas para conocer la fisonomía de las fábricas, procediendo a restituir aquello que se pudiera intuir mediante dichos exámenes y limitándose a aquellas obras estrictamente necesarias (MUÑOZ COSME, 1989b: 12; MOSQUERA ADELL, 2008: 147). A pesar de todo, también se ha señalado que pecaba, en algunas ocasiones, de ciertos excesos recreativos (ESTEBAN CHAPAPRÍA, 2008: 55). Teniendo en cuenta las premisas expresadas, no nos ha de extrañar que Aroa Romero Gallardo y Sergio Rodríguez Tauste (2008: 107), que han analizado su intervención en el castillo de Segura de la Sierra (Jaén), hayan considerado que los criterios empleados por el sr. Manzano estén conectados con los del restauro storico, postulado por Luca Beltrami y que tuvo una gran acogida en España desde finales del siglo XIX (GONZÁLEZ-VARAS, 1999: 219-226). Según este método, debían realizarse labores de reconstrucción en el monumento, aunque -a diferencia de lo que defendía el método estilísticono debían hacerse mediante una comparación analógica e hipotética, sino a través de un minucioso proceso de investigación que permitiera rehacer aquello de lo que sólo se tuviera absoluta certeza. El método de Rafael Manzano, efectivamente, se ha basado en sus enormes conocimientos históricos y en su capacidad de análisis arquitectónico, acudiendo también a las fuentes escritas y a la exploración arqueológica para forjar una idea de la obra que le permitiera la restitución de los elementos más necesarios. Así lo hizo en el castillo de Segura de la Sierra y, lógicamente, en Niebla. Cuadernos del Partal, dedicado monográficamente a su figura y su labor profesional.

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Fig. 8: Planimetría de la Puerta de Sevilla, Félix Hernández, 1963 (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

3.1- 1963 y 1964. Los proyectos de restauración de las puertas de Sevilla y del Buey En principio, el sr. Manzano se hizo cargo de las obras que había iniciado con anterioridad Félix Hernández. Por ejemplo, fue él quien terminó la reconstrucción de la barrera artillera del alcázar, que había sido proyectada por su antecesor en 1962 . Esto nos lleva a pensar que también, en 23

23

Sabemos que fue Hernández Giménez quien proyectó esta obra por AGA. Fondo de Cultura, caja 51/11278, Expediente sobre obras en el Recinto Medieval de Niebla y el que fue su Alcázar anejo (Huelva), 1962. Sabemos, por otra parte, que las obras fueron asumidas y concluidas por el sr. Manzano gracias a la prensa provincial. Por ejemplo, en Odiel (1964b) se señalaba que el arquitecto había visitado la localidad para supervisar la intervención, apuntando que el baluarte que se había hundió en segundo lugar estaba a punto de quedar concluido, si bien el primero seguía en el mismo estado por falta de consignación.

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alguna medida, debió asumir los criterios y el programa diseñado por el Arquitecto Conservador de la Sexta Zona, asunto que también se pone de manifiesto en su primer proyecto, el de la restauración de la Puerta de Sevilla. Entre su documentación particular hemos podido localizar unos alzados que reflejan el estado en el que debía quedar el acceso después de la actuación. Lo que nos llama la atención es que no están firmados por él, sino por EL

ARQUITECTO CONSERVADOR DE MONUMENTOS DE LA 6ª ZONA. Además, están fechados en septiembre de 1963, momento en el que las obras ya estaban en marcha (DIARIO ODIEL, 1963a). El joven arquitecto, sin embargo, no redactó el proyecto hasta octubre de dicho año , 24

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AGA. Fondo de Cultura, caja 26/00375, Proyecto de restauración de la Puerta de Sevilla y consolidación de sus alrededores, 1963.

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no siendo aprobado hasta el 28 de diciembre , lo que viene a corroborar que éste se insertó en una línea de trabajo predeterminada con anterioridad. 25

El proyecto partía de considerar que aquella puerta, dado su emplazamiento, era la más importante del recinto. En su análisis destacaba el hecho de que –desde muy antiguo, pero ya en época cristiana- se hubiese roto su frente para permitir el acceso a la población sin realizar el quiebro original. Afirmaba, además, que todo el conjunto se encontraba en ruina, lo cual suponía un destacado riesgo para la conservación del monumento, para los vecinos y -sobre todo- para las viviendas colindantes. Especialmente peligroso era el mal estado del ángulo noreste de la parte superior del cubo, totalmente desprendido y que amenazaba con aplastar una de las casas que se

adosaron anárquicamente a la cerca obstruyendo el antiguo arco de herradura de entrada. Se proponía, ante esto, el zunchado de la cabeza de la torre, para evitar más fisuras y desprendimientos. Se reconstruiría, a continuación, el tramo superior de la misma hasta su nivel primitivo, así como la bóveda vaída que cubría el interior. Dentro de estas tareas se incluiría el rejuntado de las cabezas de los muros y de las grietas existentes, metiendo grapas de hierro hormigonado donde sea conveniente. Sobre la parte superior de la estructura, para terminar, se colocaría una capa de hormigón armado con tela metálica que evitaría nuevos desperfectos . Esta quedaría cubierta con un estrato de tierra vegetal para que vuelva en fecha

Fig. 9: La Puerta de Sevilla antes de la intervención de D. Rafael Manzano, 1963 (Archivo General de la Administración).

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no lejana a brotar la exuberante vegetación que tanto embellece en la actualidad el conjunto.

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Ibídem, caja 51/11278, Expediente de obras en la Muralla de Niebla, 1963. 26 El arquitecto empleó el mismo procedimiento en la obra de restauración del ábside de la antigua iglesia parroquial de San Martín, una de las cinco que se establecieron en Niebla después de la Reconquista. AGA. Fondo de Cultura, caja 26/1094, Proyecto de restauración de la iglesia de San Martín de Niebla, 1979.

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El proyecto también proponía la reconstrucción del arco que miraba hacia el interior de la localidad, cuyas impostas habían sido mutiladas en algún momento indeterminado. Este particular ya había sido recogido por Félix Hernández en la planimetría a la que hemos hecho referencia, donde aparecía dibujado el trazado hipotético del vano a partir de lo que se había conservado del mismo (Fig. 08]. El acceso exterior original, por su parte, debía recuperarse con la demolición de la casa que lo obstruía. Lógicamente, se recalzarían los cimientos de los lienzos y arcos -puesto que las faltas de material eran abundantes- y se reconstruirían los muros de tapial colindantes.

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Fig. 10: La Puerta de Sevilla a principios de la década de 1970, después de la intervención de Rafael Manzano (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

Fig. 11: Planimetría del proyecto de intervención sobre la Puerta del Buey, Rafael Manzano (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

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significativamente con las prexistentes, siempre ha introducido modificaciones que -a través de un análisis minucioso- evidencien lo que es fruto de la restauración, ajustándose de esta manera a los criterios establecidos en la Carta de Atenas, ratificados y actualizados en 1964 por la Carta de Venecia (ROMERO GALLARDO y RODRÍGUEZ TAUSTE, 2008: 107). La mención expresa al empleo de materiales similares a los originales nos lleva a pensar, por tanto, que el arquitecto debió sentirse condicionado a la hora de afrontar esta intervención. Esto adquiere su verdadera dimensión si tenemos en cuenta que las obras realizadas con anterioridad a la redacción del proyecto fueron mal aceptadas por la sociedad local. Así se hablaba de las mismas en Odiel (1963a):

Fig. 12: La antigua Puerta del Buey durante el proceso de intervención (Facilitada por Francisco Gómez Toscano).

En el documento quedó fijada la voluntad de realizar cada una de las acciones con la mayor probidad ciéntifica. En lo referente al empleo de materiales se ajustaría fielmente a la teoría del restauro storico, que postulaba la unidad formal y visual entre lo original y lo incorporado en la intervención. Concretamente, señalaba que se evitaría la introducción de elementos nuevos en tan venerable fábrica y que el tapial se haría con

hormigón sin finos teñido al óxido de hierro para lograr una entonación adecuada, repitiéndose al hormigonar los agujeros de los mechinales de la tapia y la primitiva disposición de los cajones. Sin embargo, sabemos que el sr. Manzano, aunque ha tratado de no realizar fábricas que desentonen

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Se ha comenzado la reconstrucción parcial de la Puerta de Sevilla, causándonos verdadera decepción lo que, hasta la fecha, se está realizando. O se reconstruye o se deja como estaba, pero poner parches aquí y allí sin ton ni son, no debe permitirse de ninguna manera por el Conservador de las murallas ni por las autoridades; se le está dando un aire nuevo, moderno a la entrada de la misma que no va con la vetustez de la referida Puerta; las esquinas de la parte baja deben de ir exactamente igual a como estaban antes de su derrumbamiento; es decir, construidas de grandes piedras que en ningún lugar cercano dejan de encontrarse con gran profusión y si estas piedras no existieran, deben construirse para darle a dicha entrada el tono serio e histórico que corresponde. A pesar de todo, hay que señalar que, antes de la aprobación definitiva del proyecto, la prensa ya reflejaba que las obras se habían encauzado y mostraban un plan más efectivo que antes (DIARIO ODIEL, 1963d). En octubre de 1964 ya se había dado por concluida aquella actuación (ENRIQUE CALERO, 1964), aunque no llegó a ejecutarse todo lo planificado. En fotografías posteriores se puede observar que las faltas de material del arco - 173 -

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moderno fueron retacadas y que las grietas de la parte superior de la torre fueron resanadas y corregidas. Sin embargo, la casa adosada al acceso original no había sido demolida y la zona alta de la estructura no había sido reconstruida. Dichos particulares, de cualquier modo, fueron llevados a la práctica años más tarde, cosa que no ocurrió con la reconstrucción del arco que miraba hacia el interior de la población, cuyas impostas –aún hoy- siguen mutiladas.

contemplaba la actuación sobre la muralla colindante, el recalce de los cimientos, la reparación de los muros en estado de ruina y el zunchado con hormigón armado de la torre que albergaba la puerta primitiva . Tampoco en esta ocasión llegó a concluirse lo planificado. Los dibujos que nos ha facilitado el propio arquitecto nos han permitido conocer que pretendía reconstruir el almenado y otorgarle al conjunto un aspecto -tal vez- excesivamente definido, lo que habría generado ciertas dudas en el observador. Lo que sí sabemos, por fotografías posteriores, es que se reconstruyó de forma mimética la tanda de arquillos ciegos polilobulados de la portada exterior y que se eliminaron las fábricas construidas por Elena Whishaw en la parte superior de la torre cuando instaló la Escuela Anglo-Hispano-Americana de Arqueología y su museo, algo que en principio -según la planimetríano se había contemplado. 27

El resto de dependencias edificadas por la inglesa junto a aquella estructura no fueron demolidas hasta 1966 (ORTEGA EGURROLA, 1966). A finales de 1967, por otra parte, la Diputación Provincial de Huelva otorgaba una nueva subvención para que continuasen las obras . Empero, Ramón Ortega Egurrola (1968), algunos meses más tarde, seguía quejándose, a través de la prensa, de que el monumento no terminaba de adquirir el aspecto que mostraba la planimetría del proyecto, cosa que -como ya hemos apuntadono ocurriría nunca: 28

Fig. 13: La antigua Puerta del Buey a principios de la década de 1970, después de la intervención de Rafael Manzano (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

Si miramos todo este conjunto monumental con detenimiento, observaremos que las obras no se han realizado como estaban previstas. La Puerta del Buey, cuyo plano tuvimos en nuestras manos hace dos años, ha quedado prácticamente a medio reconstruir; el plano consistía en la terminación total de la verdadera Puerta del Buey y de la moderna; la primera ha quedado desde 27

El caso de la intervención sobre la antigua y la nueva Puerta del Buey es bastante similar al que acabamos de analizar. El proyecto, que fue aprobado en diciembre de 1964, también

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Ibídem, caja 51/11278, Expediente de obras en el recinto amurallado de Niebla, 1964. 28 AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas Capitulares (1967-1981), legajo 28, acta del día 30 de diciembre de 1967.

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hace mucho tiempo abandonada sin terminar; la segunda no ha sido tocada siquiera. Ambas puertas llevarían sus remates y sus almenas, dando así una impresión de severidad a esta entrada del pueblo, a la par que de belleza arquitectónica.

3.2.- 1970 y 1972. Los proyectos de obras generales en la muralla Independientemente de que el criterio expresado por Ortega nos parezca más o menos acertado, hemos de otorgarle un valor destacado al carácter testimonial del texto que lo recoge. El cronista estaba poniendo de relieve una situación difícilmente comprensible: hacía años que se venía invirtiendo en las restauraciones del recinto fortificado de forma regular y los resultados no parecían demostrarlo . Al hecho de que todos los proyectos iniciados quedasen inconclusos había que sumar los parones que sufrían los trabajos continuamente, registrados minuciosamente por la prensa provincial de la época. En una ocasión llegó a recogerse el testimonio del jefe de obras, que aseguraba desconocer si la suspensión de los mismos respondía a la falta de fondos, puesto que sólo cumplían órdenes del sr. Manzano, que daba prioridad a los de otras localidades (ORTEGA EGURROLA, 1964). En nuestra opinión, el problema derivaba del sistema de administración directa por el que se gestionaba este tipo de proyectos, que otorgaba libertad al arquitecto para manejar los fondos y los tiempos en función de lo que estimase oportuno. Esto haría que las obras de Niebla se ejecutasen de forma intermitente y -a la vista de la situación- sin 29

29

Por ejemplo, el Gobernador Hernán Pérez Cubillas, en 1965, consiguió que la Dirección General de Bellas Artes se comprometiese a invertir dos millones de pesetas anuales mientras no se terminasen las obras en el recinto fortificado (AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas de la Comisión Municipal Permanente (1959-1969), legajo 33, acta del día 28 de abril de 1965). En 1967, por otra parte, consiguió que se asignase un millón de pesetas extra (DIARIO ODIEL, 1967).

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seguirse una lógica global, lo que comprometería la correcta conservación de la fábrica. En definitiva, a lo largo de todos estos años, en función de las circunstancias de cada momento, se fue acometiendo la restauración de distintos fragmentos de la cerca, aunque hasta 1970 y 1972 no se aprobaron sendos proyectos para la realización de obras, a nivel general, en el grueso de la muralla. Estos documentos no especificaban a qué sectores se aplicarían las intervenciones descritas, pudiendo entenderse que hacían referencia a las pautas seguidas en todas las acciones ejecutadas sobre el recinto con anterioridad y posterioridad a los mismos. El segundo de los citados recogía un análisis de las patologías del monumento. Según éste, su degradación había sido consecuencia – principalmente- del abandono, aunque también de las agresiones recibidas a lo largo del tiempo. La fragilidad del tapial había provocado una enorme disminución de la masa de los muros, sobre todo en los parapetos, adarves y almenados. El problema era especialmente grave en las torres, que habían perdido los esquinales de sillería en la mayoría de los casos, lo que provocaba un mayor grado de erosión. El vecindario, al socavar los muros para ganar algunos metros en el interior de sus viviendas, también había contribuido a acelerar el proceso, provocando enormes problemas en las cimentaciones. La zona más perjudicada, sin duda, era el frente oriental del recinto, soterrado por el terraplén que avanzaba sobre el río y destruido en buena parte. 30

En función de lo expuesto, se planteaba la consolidación de la mayor parte del circuito, excavando por zonas y recalzando con hormigón ciclópeo. Se planteaba el movimiento de tierras del sector del río, para desenterrar la obra y que pudiera apreciarse su altura original. Realizando nuevos tapiales –dispuestos a imitación de los originales- se reconstruirían lienzos y torres, restituyéndose los ángulos de las últimas con 30

AGA. Fondo de Cultura, caja 26/00032, Proyecto de restauración de las murallas de Niebla, 1972.

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Fig. 14: Estado de conservación del recinto fortificado antes de las intervenciones de Rafael Manzano (Archivo General de la Administración).

piedra o ladrillo según los casos. También estaba prevista la reconstrucción de las cámaras altas de las torres, aunque sólo en los puntos donde estemos absolutamente seguros de que tuvieron las características que podamos deducir de los restos. Por último, se tenía intención de colocar una nueva solería, con baldosín sevillano colocado a la palma, en cámaras, azoteas y adarves.

3.3.- 1975 y 1978. Los proyectos de demolición de edificaciones adosadas a la cerca Alfonso Muñoz Cosme (1989b) ha expresado una opinión relativamente crítica con respecto al contexto profesional en el que estuvo inserto Rafael Manzano en aquellos momentos, indicando que la Dirección General de Arquitectura, para la

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que trabajó, recogió el testigo que había dejado la de Regiones Devastadas, llevando a cabo con criterios un tanto desfasados importantes obras de liberalización de edificios históricos y criticables labores de reconstitución. Con respecto a la primera cuestión no tenemos más que citar las tareas de demolición que se llevaron a cabo en el recinto fortificado a lo largo de estos años. Habría que señalar que el asunto de las construcciones anexas a las defensas de Niebla había estado presente entre las preocupaciones de la sociedad local desde principios de siglo. Baste señalar que Elena Whishaw, entre finales de la década de 1920 y principios de la de 1930, ya había promovido el desalojo de un buen número de viviendas que ocupaban el alcázar, con la intención de desarrollar en el mismo una serie

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por la sustracción de materiales y por las horadaciones practicadas por los vecinos para alojar parte de sus casas, lo que suponía al mismo tiempo un grave riesgo, puesto que los continuos desplomes y desprendimientos podían terminar afectando a alguien. Pero, además, existían motivaciones de carácter estético, fundamentadas sobre la dudosa base de que aquellas casas suponían un importante factor de contaminación visual para la cerca:

Fig. 15: Proceso de recalce de una de las torres de la muralla, con el tablero dispuesto para la realización del nuevo tapial (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

La I Asamblea Provincial del Turismo, en sus conclusiones, como ya hemos dicho, aprobó “hacer desaparecer las construcciones más o menos clandestinas, que se han hecho adosadas a la muralla utilizando parte de su castillo, así como aquellas que le quitan visibilidad”. … Conocemos de casos muy recientes en los que la Dirección General de Arquitectura ha intervenido en hechos semejantes, autorizando la demolición de edificios que estorbaban a la zona de seguridad de monumentos nacionales [y] que quitaban visibilidad a los bellos torreones de las épocas distintas de nuestra historia. Por tanto, como ya existen antecedentes, estimamos que las gestiones que puedan hacerse encontrarían siempre la mejor acogida… (ORTEGA EGURROLA, 1966) Los proyectos de Félix Hernández, consecuentemente, ya habían recogido la necesidad de desmontar estos elementos anexos . En 1963, sin embargo, el asunto aún no se había resuelto, puesto que el alcalde Manuel Molina tuvo que transmitirle al Ministro de Educación –de visita en la localidad- que seguía siendo una prioridad absoluta para la conservación del recinto fortificado y que esperaban, por tanto, una pronta resolución (DIARIO ODIEL, 1963d). Hubo que esperar hasta 1966, no obstante, para que Hernán Pérez Cubillas consiguiese el compromiso de la Dirección General de Arquitectura con dicha causa (DIARIO ODIEL, 1966), no comenzando a 31

de trabajos arqueológicos y de reconstrucción (ACOSTA FERRERO, 2006: 659-670). En 1956, cuando comenzaban a realizarse movimientos en favor de las obras de restauración, el Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, Carlos Cerdán Márquez, elevó al Gobernador Civil un informe en el que expresaba que debía crearse un entorno para las murallas, prohibiéndose en el mismo la edificación de inmuebles y procediéndose a la eliminación de los ya existentes (ACOSTA FERRERO, 2006: 754-755). Se puede decir que el problema se manifestaba en un doble plano. Por un lado estaba la cuestión de la conservación del monumento, muy dañado

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Ibídem, caja 51/11278, Expediente de obras en el recinto amurallado de Niebla, 1959-1964.

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Fig. 16: Torres de la zona del “Canapé de la Reina” –ángulo entre los frentes oeste y noroeste del recinto- en pleno proceso de intervención, a principios de la década de 1970 (Colección particular de D. Rafael Manzano Martos).

realizarse las gestiones necesarias hasta 1967 . El 2 de noviembre de 1972, por fin, se dictaba el Decreto 3154/1972 por el que se declaraba de utilidad pública, a efectos de expropiación forzosa, la adquisición de las casas adosadas a la 32

32

El Ayuntamiento, el 28 de febrero de dicho año, daba cuenta de haber recibido un telegrama urgente del Gobernador Civil, solicitando un informe completo de las edificaciones adosadas a las fortificaciones número, número de familias que las habitaban, comercios establecidos, viviendas necesarias para realizar los realojos, etc.- y así gestionar su demolición (AMN. Sección Ayuntamiento Pleno, libro de Actas Capitulares (1949-1967), legajo 27, acta del día 28 de febrero de 1967).

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muralla , firmando el sr. Manzano -en marzo de 1975- un proyecto para ejecutar las obras . 33

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En dicho documento se recogía un listado de los inmuebles que debían ser demolidos, ubicados la práctica mayoría en el frente que lindaba con la carretera nacional. La zona más afectada sería, concretamente, la de la calle Queipo de Llano -el tramo de carretera que discurría entre el alcázar y la Puerta del Socorro-, con un total de 22 edificios a suprimir de las inmediaciones del primero y de la Puerta del Agujero, un acceso 33

Boletín Oficial del Estado, nº 275, 16 de noviembre de 1972. 34 AGA. Fondo de Cultura, caja 26/00099, Proyecto de demolición de casa adosadas a las murallas, 1975-1976.

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tardío muy próximo a éste por su lado occidental [Fig. 01]. En la zona de la Puerta del Socorro habrían de derribarse dos construcciones, mientras que en la calle Héroes de Toledo -el tramo de carretera que discurría entre la citada puerta y la salida de la localidad en dirección a Huelva- serían siete. Por último, también se planificó la supresión de algunas viviendas y almacenes del sector de la Puerta del Buey. Una vez hecho esto, las torres y paños descubiertos debían ser intervenidos del mismo modo que el resto del recinto. Así, concretamente, desgranaba estas actuaciones un segundo proyecto, firmado en octubre de 1978 : 35

Como consecuencia de la adquisición por el Estado mediante procedimiento de expropiación forzosa de dos casas adosadas a la muralla, el presente proyecto tiene como fin primordial la demolición de las mismas, transportando los materiales inservibles al vertedero, y dejando cuidadosamente explanado y ajardinado el solar resultante. Así mismo se efectuarán los recalces en la muralla necesarios como consecuencia de los vaciados y socavones realizados desde las casas para ampliar el espacio disponible. Los recalces se realizarán con hormigón coloreado, no disonante con la entonación de la muralla y siguiendo el ritmo de los mechinales y cajones de tapial preexistentes [sic.]. Hay que aclarar, por último, que este proceso de limpieza de adosados se prolongó durante una serie de años, culminándose ya en el periodo de intervención de Ismael Guarner. Es fácil suponer que la lentitud a la hora de realizar los trámites y a la hora de ejecutar los derribos debió ser consecuencia, en esta ocasión, de la conflictividad social que generaría una acción de este tipo. No sólo había que trabajar para conseguir los fondos que permitieran la ejecución de las obras; también había que indemnizar o realojar a las 35

Ibídem. Caja 26/00424, Proyecto de conservación y reparación de las murallas, 1978.

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familias afectadas, lo que conllevaría enormes esfuerzos económicos y de negociación para alcanzar ciertos acuerdos.

4.- Las obras del periodo 1980-1984 En 1979, Manuel Fernández-Miranda –que acababa de ser nombrado Subdirector General de Arqueología- le brindó a Ismael Guarner González (1952-2011) la oportunidad de realizar obras de restauración monumental para la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos . Aquello se produjo en el contexto de una Administración española que, en plena Transición, se estaba transformando profundamente, lo que supuso una renovación de criterios y de personal técnico bastante importante dentro del mundo de la gestión y la tutela del patrimonio . Fernández-Miranda, muy 36

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Este, y otros muchos particulares relacionados con su actividad restauradora en Niebla, fueron expresados por el propio arquitecto en una serie de entrevistas que mantuve con él, en su estudio de Madrid, los días 25 y 31 de mayo de 2010. Valgan estas líneas como muestra de mi profundo agradecimiento por el esfuerzo que realizó esos días para transmitirme sus experiencias profesionales en dicho ámbito y por todo el material documental y gráfico que puso a mi disposición. Quisiera que estas palabras, además, sirvieran de humilde y sencillo homenaje a su persona. También me gustaría agradecer a Luis Mulas, su colaborador, toda la atención prestada. 37 Así lo expresaba él mismo en una ponencia pronunciada en el Colegio Oficial de Arquitectos de Murcia, en el marco de un curso sobre restauración de murallas de tapial que tuvo lugar en abril de 2000 (Archivo particular de D. Ismael Guarner). Ese cambio en el panorama de la restauración monumental española ya se venía apreciando desde 1975, como consecuencia de la influencia de las corrientes internacionales, el incremento de las intervenciones, la unión de iniciativa pública y privada para llevarlas a cabo y, sobre todo, la incorporación de nuevos técnicos (MORALES, 1996: 139). Se pretendía romper, de esta forma, el estatismo de la praxis restrictiva desarrollada con anterioridad por un pequeño grupo de especialistas, así como favorecer el diálogo y la obtención de experiencias más enriquecedoras y

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interesado en la protohistoria de la Península y el mundo de las Colonizaciones, había encontrado un campo de trabajo fundamental en la provincia de Huelva, llegando a excavar en Niebla, en 1978, junto a la Puerta de Sevilla (BELÉN DEAMOS et alii, 1983). A raíz de este acercamiento a la localidad y su patrimonio debió convencerse de que las obras de la cerca fortificada habían absorbido una gran cantidad de esfuerzos e inversiones y se venían prolongando excesivamente, lo que requeriría un cambio de orientación en los trabajos. Después de recibir la propuesta, Guarner expresó con franqueza que, si bien conocía la teoría de la restauración, en la práctica no contaba con experiencia alguna, por lo que tendría que sopesar el ofrecimiento . Aquella actitud prudente y humilde en lo profesional, unida probablemente a su carácter progresista, fue determinante para que finalmente fuese contratado . 38

39

El 11 de febrero de 1980, el Director General del Patrimonio Artístico le encargaba la redacción de un proyecto de obras para la restauración de las murallas . Así, en el plazo de dos años redactó 40

enfocar el problema de la restauración desde el punto de vista de la arquitectura general, abriéndose la participación a un amplio número de arquitectos dedicados al trabajo proyectual y de obra nueva (HUMANES BUSTAMANTE, 1990: 16-17). 38 En el original mecanografiado de un artículo sobre la intervención en el recinto amurallado de Niebla, escrito para la revista El Croquis en 1983, podemos leer que en octubre de dicho año viajó hasta la localidad onubense para estudiar la posibilidad de hacerse cargo de dichas obras (Archivo particular de D. Ismael Guarner). 39 No podemos olvidar que Guarner se había titulado en 1975 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Durante aquellos años, y hasta 1976, colaboró en el estudio de Alejandro de la Sota, arquitecto muy vinculado con el movimiento moderno y que ejerció una gran influencia sobre toda una generación de profesionales (PUENTE, 2002), lo que nos debe dar una muestra de su carácter progresista. 40 AGA. Fondo de Cultura, caja 26/01632, Proyecto de restauración de las murallas de Niebla, 1ª fase, junio de 1980.

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cuatro fases de un proyecto general de restauración para el recinto, el primero que enfocaba de forma global una intervención sobre toda la cerca . 41

4.1.- Los criterios de intervención Aquella intervención habría que encuadrarla en el contexto del debate científico que dominaba la cuestión monumental española en aquel momento. En los años que mediaron entre el final del régimen franquista y la Transición comenzaron a asumirse las corrientes internacionales -básicamente derivadas del restauro critico -, lo que propició el inicio de una elaboración de criterios de cuño propio que bascularon entre distintos grados de actitud creativa y proyectual con respecto al patrimonio arquitectónico (MORALES, 1996: 139-142). Se establecieron posturas que mostraron cierta continuidad con las corrientes anteriores -de consolidación y respeto por la materialidad histórica-, pero otras entendían que el talante del restaurador debía ser más intervencionista, creando elementos de arquitectura contemporánea que dotasen al monumento de una nueva función, acorde con la sociedad del momento. 42

41

La primera y la segunda fase fueron proyectadas en 1980, mientras que la tercera y la cuarta lo fueron en 1981 (MINISTERIO DE CULTURA, 1998: 79). 42 No debemos perder de vista que éste método postulaba que la actividad restauradora debía partir de un proceso de análisis crítico de la obra y debía constituir un acto creativo. Otorgaba una preminencia fundamental al valor estético del monumento, señalando que la importancia documental del mismo era relativa frente a la potencia plástica y la belleza del mismo. La restauración, por tanto, debía reintegrar el valor expresivo de la obra, pero no llevando a cabo su repristinación, sino recuperando su entidad y su naturaleza artística. El restaurador debía realizar un juicio y una lectura del edificio que le permitiera identificar sus valores artísticos y su carácter estético, en función de los cuales se establecerían los criterios de intervención. (GONZÁLEZ-VARAS, 1999: 255-278).

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Para su actuación en la muralla, Guarner -en consonancia con la Carta Europea del Patrimonio de 1975, documento que consultó a la hora de proyectar - partió de considerar que debía otorgársele un uso concreto, concluyendo que el único que podía conferírsele era el representativo . En función de eso, y muy en línea con el restauro critico, entendía que era necesario devolverle al recinto su carácter estético original, aunque sólo de forma aproximada, interviniendo sobre él lo estrictamente necesario para que pudiera cumplir la función distintiva y visual que debía ejercer . Para ello, aunque en algunos lugares puntuales utilizó un material completamente distinto al de la fábrica original -provocando un contraste estético evidente- , rehízo los muros con un tapial muy similar al prexistente, tratando de encontrar la entonación adecuada y confiando

en que el tiempo y los agentes atmosféricos erosionarían la obra nueva para igualarla con la antigua (GUARNER GONZÁLEZ, 1982, 1984).

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En su archivo particular, entre la documentación referente a las obras de Niebla, hemos podido encontrar una copia de dicho documento, brevemente subrayada y anotada. Este documento señalaba que se debía realizar una conservación integrada del Patrimonio arquitectónico, uniendo a la restauración del mismo la búsqueda de funciones apropiadas que lo vinculasen a la vida de los ciudadanos. 44 AGA. Fondo de Cultura, caja 26/01632, Proyecto de restauración de las murallas. 1ª fase, junio de 1980. 45 1. Propuesta de actuación: […] Restaurar el Monumento buscando dotarle de una imagen más definida y próxima a lo que en su día fue, sin tener por qué llegar al volumen original (AGA. Ibídem). Años más tarde, señalaba que su intención había sido la de recuperar la imagen global del Monumento, donde la muralla aparece como el límite de una ciudad que hoy no existe, pero que deja traslucir su antiguo esplendor, cosa que, según su estimación, se había conseguido (GUARNER GONZÁLEZ, 1991: 148). 46 Es el caso, por ejemplo, de un lienzo del sector nordeste de la cerca, junto al río, que fue reconstruido con mampostería siguiendo la línea de la muralla original. Así lo expresaba en el proyecto: Preparación del terreno en talud y ejecución de un murete de mampostería concertada a dos caras entre torreones nºs 26 y 29, siguiendo la línea de la muralla original (AGA. Fondo de Cultura, caja 26/01632, Proyecto de restauración de las murallas. 1ª fase, junio de 1980).

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No obstante, como la intención no era ajustarse a la realidad arqueológica de la fábrica, sino reintegrar sus valores expresivos, dicho tapial sería realizado sin tener en cuenta las medidas o disposición de los cajones y agujas primitivas. Tampoco se realizaría siguiendo la técnica tradicional de forma exacta; lo que interesaba era adoptar una solución pragmática y actual ante el problema concreto planteado en aquel momento. El tapial de la Como él mismo señalaba,

restauración no se parece al de la tradición; es, inevitablemente, un tapial de hoy (GUARNER GONZÁLEZ, 1982: 53). A la hora de afrontar el proyecto parecía entonar con los criterios de Alejandro de la Sota, que entendía que el procedimiento para trabajar una arquitectura lógica era el siguiente:

Fig. 17: Construcción del nuevo tapial sobre la cara original de una de las torres durante el proceso de intervención (Colección de D. Ismael Guarner González).

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…se plantea un problema en toda su extensión, se ordenan todos los datos que se hacen exhaustivos teniendo en cuenta todos los posibles puntos de vista existentes. Se estudian todas las posibilidades de resolver el problema de todas las maneras posibles. Se estudian todas las posibilidades materiales de construir lo resuelto en lo que ya han entrado estas posibilidades. Un resultado obtenido: si es serio y si es verdad el camino recorrido, el resultado es arquitectura (PUENTE, 2002: 70-71).

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Algo que sintonizaba a la perfección con el espíritu aperturista y democrático del momento, y

AGA. Ibídem.

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un estrecho contacto con la Subdirección General del Patrimonio Artístico y con el arqueólogo designado para la obra D. Mariano del Amo, a la vez que se habían contrastado opiniones con reconocidos especialistas . En este sentido, 48

Este carácter global y exhaustivo se aprecia en el trabajo proyectual de Ismael Guarner, que realizó una amplia e interdisciplinar labor de recogida de información previa: levantamientos fotográficos, taquimétricos, planimétricos, investigación documental y bibliográfica, etc. La documentación fue recogida en los proyectos de forma perfectamente ordenada y organizada. Cada uno de los elementos que componían el recinto murado fueron sistemáticamente numera-dos, cuestión que se reflejaba, lógicamente, en la planimetría. La memoria de daños era minuciosa y detallada por elementos. Y es que, para él -tal y como expresaba en el artículo de Informes de la Construcción (1982: 48)-, el proyecto debía ser una especie de acta que reflejase con exactitud la situación en la que se encontraba el monumento antes de la actuación, la justificación conceptual, económica y social de la propuesta de intervención y las referencias necesarias que permitieran identificar las diferencias entre lo proyectado y lo ejecutado. En definitiva, se aprecia en su labor una intención por documentar con exactitud la obra -algo que venía postulándose en todas las convenciones internacionales desde la Carta de Venecia de 1964- y por poner al servicio de la intervención una amplia tarea de investigación previa, sistemática y científica, que facilitase el trabajo y garantizase unos buenos resultados.

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que enlazaba igualmente con todas las cartas y recomendaciones internacionales de las últimas décadas, era su cariz dialogante, encaminado a obtener un nivel de colegiación que determinara el resultado final de las obras. En el proyecto señalaba que para su redacción había mantenido

podríamos destacar los contactos que mantuvo con Alfonso Jiménez Martín, que le facilitó bibliografía y, probablemente, numerosas opiniones . Igualmente reseñable nos parece la relación que mantuvo con el constructor Joaquín Pérez Díez, encargado de ejecutar las obras, al que siempre agradeció sus aportaciones en lo referente a la realización del tapial de la obra de la muralla (GUARNER GONZÁLEZ, 1984). 49

Otra cuestión que aparece reflejada en la orientación de sus trabajos, en línea de nuevo con la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico, era su intención globalizadora. Por una parte, ante la situación intermitente, prolongada e inacabada de las obras que se habían desarrollado hasta aquel momento en la localidad, establecía que debía fijarse un criterio y una estrategia de intervención única y unificadora, que paliase la diversidad de resultados y alcances que venían produciéndose. Así lo expresaba en el proyecto de la primera fase, donde señalaba, en el apartado referente a la recogida de información, que los datos estarían disponibles en el documento, puesto que se partió de la idea de

que la restauración del Monumento debía seguir una política integral aunque se desarrollase por fases y con independencia de los técnicos que actúen en cada una de ellas . Por otra parte, 50

pretendía que sus actuaciones tuvieran un alcance integrado –empleando el término que 48

Ibídem. Ibídem, Proyecto de restauración de las murallas, 2ª fase, diciembre de 1980. 50 Ibídem, Proyecto de restauración de las murallas, 1ª fase, junio de 1980. 49

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aparece en la Carta Europea-, es decir, que fueran desde la mera conservación del inmueble hasta la plena integración del mismo en la trama urbana y social de Niebla. Así lo vemos en la propuesta de actuación del proyecto citado, dónde se expresaba que se darían los siguientes pasos: - Consolidación general del Monumento… - Consolidación de elementos locales

arruinados… - Limpieza arqueológica del Monumento en su

exterior hasta llegar al nivel original del encuentro con el terreno… - Definición del perímetro del recinto en el margen del Río Tinto… - Ordenar los alrededores del Monumento solucionando los espacios dejados por los derribos recientes convirtiéndolos en una zona verde que incluiría un paseo de ronda con iluminación y vegetación adecuadas. Uno de sus principales planteamientos a la hora de intervenir sobre las fortificaciones partía de la premisa de que no existía una correcta ligazón entre ésta y la trama urbana. Por eso, entendía que El mayor beneficio que la ciudad obtendría de

las operaciones de restauración sería conformar entorno al Monumento un lugar de ocio que, al mismo tiempo sirviese de atracción para la parada del turismo local y de paso, lo que supondría una fuente de ingresos nueva . Esto 51

está en plena consonancia, no sólo con los documentos internacionales ya citados, sino también con lo que recogía la Carta del Machu Pichu de 1977, que señalaba que los esfuerzos

para conservar, restaurar o revitalizar las zonas históricas y los monumentos arquitectónicos debían integrarse en el proceso normal de desarrollo urbano, en orden a garantizar su propia supervivencia económica y su permanente viabilidad . 52

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Ibídem. Este documento también se encuentra entre el material sobre Niebla conservado por el propio arquitecto, lo que indica que debió consultarlo a la hora de realizar los proyectos. 52

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4.2.- Las cuatro fases de intervención Para tener claro en qué ámbitos de la cerca se trabajó durante cada una de las tandas de intervenciones habría que aclarar que todas las torres fueron numeradas . La Puerta del Buey tendría el número uno, corriendo la notación en el sentido de las agujas del reloj hasta la número 48 –la contigua a la misma puerta por el lado contrario-. Hay que señalar que las del interior del alcázar no fueron contabilizadas, aunque sí se hizo lo propio con otras dos -ubicadas en teoría a lo largo del resto del perímetro- de las que no tenemos constancia en la actualidad . 53

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4.2.1.- Junio de 1980. La primera fase La primera fase del proyecto de intervención en la muralla fue redactada en junio de 1980 . Fue aprobada por Orden Ministerial de 1 de diciembre del mismo año, dando comienzo las obras dieciocho días más tarde . Por las distintas certificaciones conservadas sabemos que se prolongaron hasta julio de 1982, firmándose el acta de recepción provisional el día 7. No obstante, hasta el 26 de enero de 1984 no se firmó el acta de recepción definitiva . 55

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En esta etapa se trabajaría sobre dos tramos de la cerca. El primero estaría comprendido entre las torres número 1 y 7 –excluyéndose a ambas-, junto con el segmento comprendido entre la número 48 y la Puerta del Buey. El segundo, en la zona próxima al río, abarcaría la zona comprendida entre las torres número 26 –la 53

Esta numeración es la que se ha seguido empleando hasta hoy para denominar las torres más significativas cuando se ha tenido que realizar algún trabajo sobre el recinto fortificado. 54 En concreto, se supuso la existencia de una torre en el frente oriental, junto a la Puerta del Desembarcadero, y de otra en el ángulo sureste del recinto, junto a la Torre del Oro. 55 AGA. Fondo de Cultura, caja 26/01632, Proyecto de restauración de las murallas. 1ª fase, junio de 1980. 56 Ibídem. Caja 51/11358, Expediente de obras de restauración de las murallas, 1980. 57 Ibídem.

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Fig. 18: Información general del proyecto de actuación en la muralla, Ismael Guarner (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

octogonal del ángulo nororiental del recinto- y 30. También se tocarían, aunque de forma puntual, las número 14 y 15. Según la memoria de daños del proyecto, todo el monumento se encontraba en un estado lamentable . Esta situación era consecuencia de la erosión que habían provocado los agentes atmosféricos, sobre todo en aquellos lugares donde se habían perdido las cadenas pétreas de los ángulos. También de la acción vegetal y animal, de la intervención humana -tanto a nivel de acontecimientos históricos violentos como a nivel del uso vecinal- y de las reformas recientes, entre las que se incluían las restauraciones de Félix Hernández y Rafael Manzano. 58

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AGA. Ibídem, caja 26/01632, Proyecto restauración de las murallas. 1ª fase, junio de 1980.

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A continuación, se recogía una minuciosa lista de las patologías que afectaban a cada paño y a cada torre. De forma general, todas presentaban una fuerte erosión superficial en el tapial, sobre todo el lienzo comprendido entre las torres 2 y 3 –que presentaba zonas socavadas-, el comprendido entre las torres 4 y 5 –con grandes socavones horizontales en su mitad superior- y la torre número 6, que presentaba un profundo agrietamiento central en todo su ancho. Los coronamientos de los muros también sufrían grandes problemas. En algunos paños –como por ejemplo el comprendido entre las torres 3 y 4- se encontraban seriamente dañados a consecuencia de la erosión atmosférica y la vegetación. En otros lugares habían desaparecido, como por ejemplo en las torres número 2, 3, 4, 5 y 6, o en los paños comprendidos entre las torres 4 y 7. El mismo problema presentaban las cimentaciones y las

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Fig. 19: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 3 y 4 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

Fig. 20: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 5, 6 y 7 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

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Fig. 21: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 7, 8, 9 y 10 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

Fig. 22: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 11, 12 y 13 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

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aristas de las torres, de donde faltaba buena parte de las piezas de sillería. De la zona próxima al río, simplemente -a nivel general- se decía lo siguiente: desaparición y desplomes en la línea del recinto.Ante esto, en primer lugar, se proponía una limpieza arqueológica del terreno colindante a los muros, para llegar hasta el encuentro con el terreno original. A continuación se limpiaría toda la vegetación, se repondría la cantería de zócalos y aristas, se tratarían las superficies y se encofraría de nuevo. Para terminar, se realizaría una ordenación de la zona exterior del recinto. En la zona del río, particularmente, se realizaría una limpieza de escombros, se prepararía el terreno en talud y se ejecutaría el muro de mampostería al que hemos hecho alusión con anterioridad. 4.2.2.- Diciembre de 1980. La segunda fase El proyecto de la segunda fase se redactó en diciembre de 1980 , aprobándose por Orden Ministerial de 22 de junio de 1981 . Las obras se prolongaron hasta julio del año siguiente, firmándose el acta de recepción definitiva el mismo día que la de la primera fase . 59

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En esta ocasión se intervendría entre las torres número 7 y 14, ambas inclusive [Fig. 18]. Se remataría la fase anterior con la intervención en las torres número 1 –Puerta del Buey- y 48 y con el acondicionamiento y ajardinamiento de las zonas colindantes. Por último, dentro de las zonas de aquellas dos primeras fases, también se acometerían acciones puntuales en el interior de la cerca, sobre todo en la zona de la Puerta del Buey. El listado de patologías, en esta ocasión, era igualmente minucioso. Por lo general, los problemas eran los mismos que los recogidos en el proyecto de la primera fase, aunque se hacía bastante hincapié en que, en el sector que mira a occidente –el comprendido entre las torres 7 y 10-, había signos de las anteriores restauraciones

en evidente proceso de degradación o restos de las mismas que provocaban nuevos problemas en las coronaciones por no haber sido bien rematados. Por su parte, el tramo que corre en paralelo a la actual carretera general -el que mira hacia el nordeste- presentaba, en general, menor grado de degradación, aunque se encontraba más afectado por la vegetación. Las actuaciones que se proponían eran las mismas que en la fase anterior. 4.2.3.- Julio de 1981. La tercera fase Fue redactada en julio de 1981 y aprobada el 18 de mayo de 1982 . Las obras se prolongaron hasta febrero de 1983, firmándose el acta de recepción definitiva el 25 de abril de 1985 . 62

63

64

El ámbito de actuación se encontraba entre las torres número 14 y 18 –Puerta del Socorro-, es decir, la parte del frente nororiental que no había sido incluida en la fase anterior [Fig. 18]. Las patologías eran similares a las anteriores, haciéndose hincapié, de nuevo, en el efecto negativo que provocaban los elementos de las restauraciones pasadas. La vegetación de la zona, aunque no afectaba directamente a la obra, impedía su visión desde la carretera. Esto, unido a que el talud que mediaba entre la calzada y la muralla presentaba un gran desnivel y servía de escombrera, haría que se pusiese especial atención en la reurbanización del sector. Aquí, además, aún no se habían demolido las viviendas adosadas al recinto, algo que condicionó la intervención. 4.2.4.- Diciembre de 1981. La cuarta fase El proyecto de esta fase fue redactado en diciembre de 1981, pero no podemos precisar 62

59

AGA. Ibídem. Proyecto de restauración de las murallas. 2ª fase, diciembre de 1980. 60 Ibídem. Caja 51/11364, Expediente de obras de restauración de las murallas, 1981-1983. 61 Ibídem.

Cuadernos de Arquitectura y Fortificación

Los ejemplares consultados de los proyectos de esta fase y la siguiente pertenecen al archivo particular del propio arquitecto. 63 AGA. Fondo de Cultura, caja 51/11387, Expediente de obras de restauración de las murallas, 1982-1985. 64 Ibídem.

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Fig. 23: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 14 y 15 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

Fig. 24: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de las torres número 16, 17 y 18 (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

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Cuadernos de Arquitectura y Fortificación

La muralla de Niebla entre el franquismo y la democracia. Intervenciones y restauraciones.

Fig. 25: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de la Puerta del Socorro (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

Fig. 26: Comparativa entre el estado de conservación previo y el resultado de la intervención en la zona de la Puerta del Agujero (Colección particular de D. Ismael Guarner González).

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con seguridad hasta qué fecha se prolongaron las obras, puesto que no hemos podido consultar la documentación administrativa correspondiente. De cualquier modo, sería factible pensar que su recepción definitiva se produjo a la vez que la de la etapa anterior. Afectaría a las Puertas del Buey, del Socorro y del Agujero. La primera sería intervenida, fundamentalmente, por el lado interior del recinto, de donde se habían demolido los últimos restos del Museo de la Escuela AngloHispano-Americana de Arqueología. Además, se señalaba que desde los años setenta había permanecido cerrada y sirviendo como almacén para las obras. La cámara superior de la torre, además, estaba casi irreconocible, dadas las anteriores intervenciones. La Puerta del Socorro, aunque había sido parcialmente restaurada años atrás, no estaba terminada, presentando un tapial muy erosionado, separaciones en la cantería y algunas almenas previamente restauradas que se habían desmoronado. También mantenía grietas y filtraciones que no habían sido corregidas. El derribo de las edificaciones adosadas a la del Agujero había provocado que la escalera que salvaba el desnivel entre el interior y el exterior del recinto quedase muy mal integrada. El tapial, como en toda la cerca, se encontraba muy deteriorado, sobre todo en el coronamiento. El arquitecto, en el proyecto, puso de relieve la enorme complejidad que planteaba la zona, dada su proximidad con el alcázar y la presencia de elementos reutilizados de otras épocas, lo que le hacía expresar, con ciertas dudas, que esperaba resolver su configuración de la manera más adecuada posible. Al hilo de esto, nos parece muy interesante incluir un fragmento del texto que alude a la zona comprendida entre la Puerta del Agujero y la del Socorro: -

-

No conserva prácticamente nada del Recinto, pero sí elementos heterogéneos (romanos, almohades y renacentistas) de gran valor documental. (…) Los cortes del talud de las antiguas defensas muestran elementos arqueológicos de

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interesante estratificación romanos muy superficiales.

con

restos

La propuesta de intervención se hacía de forma más detallada que en los casos anteriores. Se especificaba que se replantearía la sillería desplazada, reponiendo los elementos desaparecidos. Se limpiarían y parchearían los lienzos que conservasen mayor porcentaje de tapial original, realizándose de nuevo en aquellos lugares más degradados. En las puertas se colocarían nuevos pavimentos y se limpiaría la cantería y las zonas de ladrillo. Las coronaciones se rematarían de forma que se diese una correcta salida a las aguas y que se evitasen nuevas agresiones de la vegetación. Se demolerían aquellas edificaciones adosadas que quedasen y se prepararía el entorno para su nueva urbanización. Se tratarían de resolver las patologías que presentaban las bóvedas interiores de las puertas y se construirían nuevas escaleras en las del Agujero y del Buey. La zona interior de la muralla junto a esta última sería reordenada, construyéndose una nueva escalera de comunicación y enfoscando los disonantes

muretes recientemente ejecutados por la Corporación municipal. Por último, se restauraría la escalera que, en la zona de la Puerta del Socorro, daba acceso al adarve.

5.- Conclusiones Se puede decir que la evolución material de la muralla de Niebla a lo largo de las edades Moderna y Contemporánea no supuso ninguna excepción dentro de los procesos experimentados por el patrimonio cultural español a nivel general. Hasta el siglo XIX no comenzó a sufrir verdaderos daños, derivados de la convulsa situación sociopolítica, las caóticas transformaciones urbanas y los grandes niveles de degradación de las zonas rurales y periféricas del país. Sin embargo, esto último –por rara paradoja que parezca- llegó a favorecer su preservación, puesto que el inmovilismo experimentado por la población -aunque provocó su extremo deteriorohizo que no se produjese la ruptura de la histórica

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La muralla de Niebla entre el franquismo y la democracia. Intervenciones y restauraciones.

membrana del conjunto urbano para su expansión y transmutación. Aquella decadencia ya se encontraba atenuada -en cierta medida- en los años del desarrollismo. Esto, sumado a motivaciones de índole ideológica, a la necesidad del municipio de encontrar soluciones para distintos problemas y a la implicación de distintos ciudadanos y personas vinculadas a la Administración, hizo que se pusieran en marcha las primeras intervenciones de carácter científico que había recibido la cerca hasta entonces. Es evidente que aquellas obras, en conjunto, supusieron, además de la consolidación de la imagen del monumento, el inicio de una conciencia enfocada a su salvaguarda, algo que está plenamente asentado en la actualidad. Sin embargo, estas intervenciones se pueden valorar de distinta forma. Podemos considerar que las de D. Rafael Manzano, continuación de las emprendidas con anterioridad por Félix Hernández incluso en el aspecto que vamos a reseñar a continuación, adolecieron de cierto grado de indefinición, debido a los condicionantes económicos, materiales y administrativos del momento. La magnitud del recinto fortificado, unido a la intermitencia de los trabajos, hizo que el alcance de los mismos fuera relativamente escaso si lo comparamos con lo proyectado. Esto, por otra parte, sólo permitió afrontar, prácticamente, las labores de mera conservación, evitándose posibles excesos a la hora de rematar las actuaciones. Su sucesor, Ismael Guarner, en un contexto radicalmente distinto, se propuso paliar estas carencias y realizar una intervención global. Se sobrepuso con eficacia al estado en el que se encontraba el monumento -así como a las dificultades técnicas que requería una obra de semejante envergadura- para frenar el deterioro de la cerca, homogeneizar su imagen y favorecer una mayor vinculación de la sociedad local con la misma. La contrapartida, en nuestra opinión, aparece en el plano estrictamente arqueológico, puesto que el enorme alcance de las reconstrucciones llevadas a cabo suprimió la posibilidad de un mayor y un mejor acercamiento a la auténtica materialidad de la fábrica.

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Con respecto a esta última cuestión habría que hacer algunas apreciaciones. Se puede decir que las especiales características de los materiales que componen la muralla la convierten en una obra especialmente frágil y de difícil tratamiento, lo que obligó a adoptar las soluciones que hemos analizado en el artículo. En función de esto, podemos considerar que, en una parte muy importante de la cerca, más que labores de restauración se llevaron a cabo trabajos de refacturación, algo muy a tener en cuenta a la hora de realizar cualquier acercamiento a este elemento de nuestro patrimonio arquitectónico.

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