LA MOTIVACIÓN: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS

LA MOTIVACIÓN: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS Por: Lic. Diego Fernando González Argumedo || Arqueólogo La motivación resulta una palabra ampliamente difundida en educación pero ¿verdaderamente se utiliza adecuadamente como herramienta para desarrollar las habilidades necesarias en el proceso enseñanza aprendizaje? Habría que hacer una evaluación de cómo funciona el sistema educativo nacional con respecto a la motivación al igual que los procesos de aprendizaje en la vida académica de los docentes. Muchas veces la motivación se centra fuera del estudiante al tratar de satisfacer las expectativas de padres y/o docentes pero ¿verdaderamente esa motivación traerá aprendizaje significativo para el alumno? En mi experiencia personal puede afirmar que la motivación extrínseca me vino a través de demostrar a compañeros y familiares que podría ser un arqueólogo graduado, exitoso y que podría vivir dignamente. Comparando mi motivación extrínseca con la intrínseca, puedo me ha dejado aprendizajes más significativos y duraderos porque no solo aprendí sobre mi carrera al ir al excavar a campo, al viajar al exterior a conferencias o simposios si no que también aprendí de mi mismo sobre mis capacidades y limitantes y que podría hacer para superarme personal y académicamente. Otro elemento motivador dentro del aula es el docente mismo. Las interacciones pueden marcar una diferencia en como los estudiantes viven el proceso de aprendizaje, pasando desde el aburrimiento y la apatía hasta la necesidad y el disfrute de una materia. Como vimos anteriormente, el docente puede presentarse como una motivación extrínseca al considerar su aprobación como eje central al aprender; sin embargo también puede ser un eje de motivación intrínseco al facilitar a los estudiantes las herramientas para alcanzar su desarrollo integral como persona, tanto social como académicamente, lo que los Japoneses llaman “tatsujin”. Un ejemplo claro es la maestra Erin Gruwell de la película “Escritores de Libertad”, en donde por sus metodologías y determinación, logró cohesión en un grupo marcado por diferencias étnicas, ideológicas y sociales a tal grado que uno de sus estudiantes manifestó sentirse en casa al llegar al salón de clase de la maestra Gruewell. La influencia positiva y motivadora de la profesora logró que los estudiantes escribieran pasajes íntimos de su vida, organizarse para recaudar fondos y traer a Miep Geis quien ayudó a Ana Frank de quien sabían gracias a los esfuerzos de la maestra para que leyeran y mejoraran sus habilidades lectoras mientras aprendían de historia.

En definitiva hay docentes que nos han impactado, para bien o para mal. Hay quienes sirven de ejemplo para repetirlo y otros para evitarlos; hay quienes matan ilusiones y vocaciones, y hay quienes las identifican y encausan. Estos últimos son los que promulgaron y desarrollaron m amor hacia la arqueología debatiendo, enseñando y criticando el saber dentro y fuera del salón de clase. Mis maestros no fueron los que me calificaban los informes o los parciales, fueron los que me enseñaron a seguir adelante, saber más y hacer progresar la arqueología salvadoreña. Mis maestros fueron los que me enseñaron a hacer las cosas bien por ética y no por engrosar egos, currículos o la billetera. Compadezco a quienes recorren el camino académico solos, sin mayor compañía que el deseo de progresar y ser mejores. Ese deseo tiene que ser enorme y desatar la mas atroz de las hambres: la de ser mejores personas y mejores profesionales. Richard Dawkins, un etólogo y neo evolucionista, habla de los memes o paquetes informáticos análogos a los genes que reproducen hechos y eventos dentro de la cultura humana. A menos que una joven mente se desarrolle en una cultura donde memeticamente el afán por ser autodidacta sea recompensada al tener un sinfín de actos educativos por doquier (anuncios, pautas de radio, la televisión, etc.) es muy poco probable, mas no imposible que salga adelante sin la ayuda de los padres y los docentes quienes sientan las bases para construir el edificio del conocimiento en los jóvenes. REFERENCIA: WOOLFOLK, A. (2006) Psicología Educativa (9 Edición) Pearson Ecuación, S. A. México D. F.