La minería y la metalurgia del los Inkas del Kollasuyu

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Descripción

Eduardo Manuel Rodríguez Leirado, Daniel Schávelzon (Eds.) Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Histórica (Tomo 1)

Eduardo Manuel Rodríguez Leirado, Daniel Schávelzon (Eds.)

Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Histórica (Tomo 1) Buenos Aires (Argentina), 2012

Editorial Académica Española

Impressum / Aviso legal

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Coverbild/ Imagen de portada: www.ingimage.com Verlag / Editorial: Editorial Académica Española ist ein Imprint der/ es una marca de AV Akademikerverlag GmbH & Co. KG Heinrich-Bócking-Str. 6-8, 66121 Saarbrücken, Deutschland /Alemania

Email /Correo Electrónico: [email protected] Herstellung: siehe letzte Seite/ Publicado en: consulte la última página ISBN: 978-3-659-07879-8

Copyright/ Propiedad literaria © 2013 AV Akademikerverlag GmbH &Co. KG Alie Rechte vorbehalten. /Todos los derechos reservados. Saarbrücken 2013

ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA ARGENTINA TOMO 1

ACTAS DEL Vo CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA

CON ICET

CONICET Consejo Nacional de Investigaciones, Ciencias y

Técnicas. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Presidencia de la Nación.

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CENTRO DE ARQUEOLOGÍA URBANA Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo Universidad de Buenos Aires.

PATRIMONIO E INSTITUTO HISTÓRICO Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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AUTORIDADES DEL CONGRESO

Presidenta: Dra. Alicia Tapia Secretario: Dr. Daniel Schávelzon

Secretaría Ejecutiva: Dra. Ana Igareta y Dr. Ulises Camino Comisión organizadora permanente Ana María Rochietti, María Teresa Carrara, Carlos Baldassarre, Mariano

Ramos, Facundo Gómez Romero, Daniel Schávelzon Comité organizador

Melina Bednardz, Sergio Bogan, Mónica Carminad, Federico Coloca, Patricia Frazzi, Marina Iwanow, Carlos Landa, Laura Mari, Emanuel Montanari, Daniel Rampa, Carolina Rivet, Aniela Traba, Ricardo Orsini, Flavia Zorzi. Comité Académico - Científico Verónica Aldazábal, Femando Brittez, María Teresa, Carrara, Carlos

Ceruti, Horacio Chiavazza, Emilio Eugenio, Javier García Cano, Facundo Gómez Romero, Ana María Lorandi, Victoria Pedrotta, Ruth Poujade, Mariano Ramos, Ana María Rocchietti, Mario Silveira, Mónica Valentini, Marcelo Weissel

El Vo Congreso Nacional de Arqueología Histórica se celebró en la ciudad de Buenos Aires entre los días 25 y 28 de abril de 2012. Esta publicación de formato digital incluye aquellos trabajos presentados en dicho evento y que fueron evaluados y aprobados por miembros que participaron de la organización.

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INDICE

Presentación a cargo de Alicia Tapia.

Palabras preliminares a cargo de Daniel Schávelzon

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TOMO I Conferencias Magistrales

Sonia Victoria Avilés Loayza; Caminos de los Conquistadores. Penetración a las selvas orientales bolivianas en el siglo XVII a través de rutas prehistóricas. Alasdair Brooks, 19th century Historical Archaeology in Britain and Argentina: The Importance ofLinks Old andNew.

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Juan Morales, Avto Gogichaishvili, Daniel Schavelzon, Carlos and Claudia Gogorza Augusto Vazquez, Rapalini; Archaeomagnetic Investigation From Some Historical Buildings in Buenos Aires, Argentina.

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Arqueología del paisaje en tiempos históricos. María Soledad García y María Clara Paleo; Arqueología urbana y construcción delpueblo de Magdalena (Buenos Aires): articulando

escalas de análisis. Victoria Pedrotta y Laura Duguine; ¿Muros o muralla? Evaluando hipótesis acerca de las construcciones de piedras de las Sierras del Azul (Región Pampeana Argentina).

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Acercamientos a la minería americana. Desde la colonia temprana a los inicios de la minería industrial contemporánea

Carlos I. Angiorama y M. Florencia Becerra; “No hay duda sino que todo ese valle es un plan de oro ”. Las explotaciones auríferas coloniales en las cuencas de Santa Catalina y Pozuelos (Puna de Jujuy). Luis R. González; Minería en Capillitas. Ingenios transhumantes y combustibles en el Valle de Yocavil (mediados del siglo XIX).

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M. Florencia Becerra y Dolores Estruch; La minería colonial en la Puna de Jujuy a través de los documentos: sus prácticas y

materialidades.

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Rodolfo A. Raffino, J. Diego Gobbo, Anahí Iácona y Reinaldo A. Moralejo: La minería y metalurgia de los Inkas del Kollasuyu. Julio Fabián Merlo y María del Carmen Langiano; Antiguas construcciones de Olavarriay Tandil (Siglos XIXy XX). Daniel D. Delfmo, Valeria E. Espiro, Andrés Barale, R. Alejandro Díaz y M. Gustavo Pisani; Contribución arqueológica al conocimiento de las minerías de Aguas de Dionisio (Dto. Hualfin, Dpto. Belén, Prov. de Catamarca, Argentina).

Carolina Lema; Paisaje minero y producción aurífera colonial en elMineral deIncahuasi (Catamarca, Argentina).

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Metales y tecnologías en arqueología histórica

Dora M. K. de Grinberg; ¿Elprimer mapa minero de América?

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Adrián Ángel Pifferetti; La producción de hierro en América Colonial y su posible diferenciación del hierro europeo.

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Alimentación y consumo en sitios históricos: aportes desde la zooarqueología y la arqueobotánica

Jimena Doval, “Todo bicho que camina... ” Análisis de las prácticas de consumo en el Fortín La Perra, La Pampa (18831885).

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Luis Mafferra, Osvaldo Sironi, y Manuel López: Objetos del comer y practicas de distribución y consumo en el predio mercedario de la ciudad de Mendoza.

354

Alejandra Raies y Carolina Dottori; Arqueología Urbana de Rosario. Análisis de los elementos asociados a la cubertería del primer vaciadero municipal de la ciudad - La Basurita - (1870 1890).

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Mario Jorge Silveira; Tras los huesos la comida: “La Casa del Naranjo ”, San Juan 338, Buenos Aires.

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Mario J. Silveira y Laura Mari; Zooarqueología de la Casa Ezcurra, Buenos Aires. Matilde M. Lanza; No solo comieron vacas y ovejas: evidencias de consumo de fauna menor en el registro arqueofaunístico de sitios urbanos del siglo XIX.

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El Patrimonio arqueológico como intersección multidisciplinaria

Lie. Horacio Padula y Lie. Ricardo Orsini; Aporte de otras disciplinas en el trabajo arqueológico: la experiencia desde un organismo público de la Ciudad de Buenos Aires. Florencia Vázquez, Verónica Marti y Maite Matteucci; Decir y hacer: implementando estrategias de gestión arqueológica.

Silvia Mesa, Ileana Echauri y Wanda Hernández; La clasificación del patrimonio cultural tangible en México a través del Sistema Único de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos.

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Arqueología rural

Irene Dosztal; Arqueología en una frontera de colonización: Alexandra Colony. Santa Fe, Argentina. María Amanda Caggiano; Cercos y aguadas en la Pampa.

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Teoría y metodología en las realidades de la arqueología histórica

Consuelo Céspedes Gómez; Arqueología histórica de travesía con fines conquistadores. Caso: Viaje de Quezada al territorio de Bacatá. Propuesta teórico metodológica.

Cristina Pasquali, Guillermo Frittegotto, y María Eugenia Astíz; Dialogo entre la arqueología y la historia. Fuerte Sancti Spiritus (1527-1529). Agustín Azkarate Garai-Olaun, Gabriel Coceo, Iban Sánchez Pinto, Fabián C. Letieri, Sergio Escribano Ruiz, Guillermo A. Frittegotto y Verónica Benedet; Sistemas de excavación a debate; reflexiones

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a partir de la experiencia arqueológica del Fuerte Santi Spiritus

(Puerto Gaboto, Santa Fe).

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Arqueología de la Arquitectura

Ruth Adela Poujade, Carlos Pemaut y María Victoria Roca; Intervenciones en los Colegios de las Misiones Jesuítas de Guaraníes: Santa Ana y San Ignacio Mini (Argentina). Mariela Petuaud; Afiliación y espacio en el “Cementerio Histórico de San Vicente ”, provincia de Buenos Aires.

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La minería y metalurgia de los Inkas del Kollasuyu

Rodolfo A. Raffíno1, J. Diego Gobbo2 Anahí Iácona3, Reinaldo A. Moralejo4 Resumen

El Estado Inka o Tawantinsuyu se expandió por el territorio andino y subandino sudamericano entre los siglos XV y primera parte del XVI, conquistando centenares de etnias desde el Sur de Colombia hasta los valles de Uspallata y Cachapoal en Argentina y Chile, respectivamente. Varias de ellas quedaron inscriptas en sus dominios, algunas aceptando la llamada Pax Inka, otras por impulso de la guerra. Este proceso fue posible gracias a una vasta red de caminos que articulaban al Tawantinsuyu. Entre los múltiples cambios culturales que generó en los pueblos que cayeron bajo ese nuevo orden, el Estado Inka incentivó las prácticas tecnológicas en tomo a la metalurgia, impulsando las extracciones mineras sobre el complejo oro, plata, cobre, estaño y zinc, destinados para la elaboración de todo tipo de objetos de arte, tanto de corte ceremonial, adornos, utensilios, revestimientos murales e incluso armas de guerra. El objetivo de este trabajo consiste en analizar la captura de los recursos naturales en el Noroeste Argentino, y regiones vecinas como sur de Bolivia y Chile, y los procesos que condujeron al desarrollo de la metalurgia para el momento de expansión Inka. Esta tarea, cuyo principal antecedente se remonta a la década de 1980 en la obra Los Inkas del Kollasuyu, comprende un arduo proceso de actualización. El mismo se realizó considerando tanto las nuevas investigaciones sobre el terreno, como toda aquella información devenida de la bibliografía de estos últimos veinte años. Palabras clave: Arqueología, Etnohistoria, Región Andina, Minería, Metalurgia Abstract

The Inka state or Tawantinsuyu expanded by the Andean and sub-Andean South American territory between the fifteenth and early part of the sixteenth, conquering hundreds of ethnic groups from southern Colombia to the valley of Uspallata and Cachapoal in Argentina and Chile, respectively. Several of them were enrolled in their domains, some accepting the call Pax Inka, some impulse of the war. This process was made possible by a vast network of roads that articulated the Tawantinsuyu. Among the many cultural changes that resulted in villages that fell under this new order, the state Inka incentive technological practices around the metal, advocating the mining operations on the complex gold, silver, copper, tin and zinc, destined for making all kinds of objects of art, both ceremonial cutting, ornaments, utensils, wall coverings and even weapons of war. The purpose of this work consists of analyzing the capture of natural resources in Northwest Argentina and neighboring regions such as southern Bolivia and Chile, i

CONICET. División Arqueología, Museo de La Plata. Museo - UNLP. email: [email protected] 2 CONICET. División Arqueología, Museo de La Plata. Museo - UNLP. email: [email protected] 3 CONICET. División Arqueología, Museo de La Plata. Museo - UNLP. email: [email protected] 4 CONICET. División Arqueología, Museo de La Plata. Museo - UNLP. email: [email protected] 187

Facultad de Ciencias Naturales y Facultad de Ciencias Naturales y

Facultad de Ciencias Naturales y Facultad de Ciencias Naturales y

and the processes that lead to the development of metallurgy at the time of Inka expansion. This paper, whose main background goes back to the 1980s in the work of The Inkas Kollasuyu

includes an arduous process of renovation. It was carried considering both the new research field, as all information tumed-in the literature of the last twenty years. Keywords: Archaeology, Ethnohistory, Andean Region, Mining, Metallurgy

"...el oro y plata... le llevaban al Cuzco sin que quedase cosa en poder del curaca porque no podían tener cosa alguna dello si no fuese dado por el inga...". Hernando de Santillán, 1563 "... Ay otra parte donde sacauan plata ansi mesmo, como tengo dicho, que se llama Tarapacá...". Pedro Pizarro, 1572 "... en las provincias donde avia minas echavan a sacalle cierta cantidad de indios y todo lo que se hallava se enbiava cada afio al inga...". Polo de Ondegardo, 1571 “...la plata y el oro se convirtieron en monopolios estatales. .. a los curaca no se les permitía poseer ningún objeto de oro a menos que fuera una dádiva del Cuzco”. Pedro Sancho de la Hoz, 1534

A. Los tiempos previos: orígenes y antecedentes.

El universo indígena americano atesora una milenaria tradición cultural y múltiples mecanismos para extraer los recursos proporcionados por la naturaleza para elaborar los artefactos que componían su repertorio tecnológico. Aspectos medulares ligados a la subsistencia, como la producción de alimentos, la vivienda, las artes, la religiosidad y la defensa frente a la guerra fueron enfrentados, aquí y allá en el Nuevo Mundo prehispánico, mediante la generación de un multifacético y vasto patrimonio tecnológico. El tema que abordamos es uno de los más significativos de esa historia cultural y concierne al descubrimiento y desarrollo de uno de los componentes tecnológicos destacados del patrimonio prehispánico: la captura de los recursos naturales y los procesos que condujeron al desarrollo de la metalurgia, con especial referencia al mundo andino sudamericano, el cual tiene su momento culminante con la emergencia y desarrollo del Estado Imperial Inka o Tawantinsuyu. 188

Algunas referencias previas a ese horizonte cultural nos introducen en la aparición y crecimiento del trabajo sobre metales como el oro, plata y cobre, en un primer momento a través de simples procesos de martillado en frío; hasta arribar a sofisticadas prácticas metalúrgicas. Aplicando los criterios de la prehistoria europea con sus esquemas evolutivos diferenciando las edades de piedra, bronce y hierro, el sueco E. Nordenskióld señala: “I have tried to prove that throughout the whole territory of the oldInca Empire the Bronze Age was preceded by a Copper Age” (Nordenskióld 1921:2). Los orígenes de estas prácticas deben buscarse en la costa y sierra norte de Perú y en el altiplano del lago Titicaca, aproximadamente cinco o seis siglos antes de la era cristiana donde emergen entidades culturales conocidas como Vicus, Chavín, Cupisnique y Tiwanaku. En el Norte andino de Argentina y Chile este proceso se inicia en fechas más recientes, alrededor del segundo siglo previo a la era cristiana, en enclaves arqueológicos conocidos como Tebenquiche, Las Cuevas, Campo Colorado, Faldas del Morro y Molle. Aquí y allá estas son las primeras en adjudicarse el mérito de utilizar metales para la elaboración de todo tipo de objetos: cinceles, espátulas, barras, placas pectorales caylles, cuchillos o tumis, máscaras, instrumentos agrícolas, hachuelas, hachas en “T”, hachas de mano o tokis, azadas, discos pectorales o rodelas, escudos, orejeras, cetros, narigueras, brazaletes, tensores o manoplas, anzuelos, cuentas de

collar, discos, topus, cabezas y siluetas antropomorfas y zoomorfas, silbatos, campanas, espejos, pinzas, tubos, aros y todo un variado repertorio de instrumentos de tipo utilitario, religioso, suntuario, adornos corporales. Este proceso prosigue con la invención de la metalurgia, extraordinario logro sucedido en la costa peruana en los alrededores del siglo II con la cultura Moche (Periodo Intermedio Temprano), en el altiplano peruano-boliviano con Tiwanaku III a comienzos de la era cristiana y cuatro o cinco siglos más tarde con La Aguada (Período Medio o Floreciente Regional) en los valles catamarqueños del Noroeste argentino. Los artesanos metalurgistas de estas entidades desarrollaron la fundición del oro, plata, cobre, estaño y zinc en hornos construidos para recibir corrientes de aire forzadas con tubos sopladores, sobre metales previamente laminados por martillado que luego de su fusión eran cortados, pulidos, repujados y ornamentados por incisiones y grabados. La 189

utilización de moldes, las soldaduras y el sofisticado método de la cera perdida fueron conocidos y perfeccionados, a punto tal, que pueden ser comparados con similares prácticas desarrolladas en el Cercano Oriente, Asia y Europa. B. Las venas abiertas... de América Andina Ha sido anticipado que en los Andes sudamericanos este proceso independiente tiene su momento culminante con la emergencia del Estado

Inka -inocultable heredero de las tradiciones culturales andinas-, que monopoliza la extracción de metales para generar todo tipo de artefactos, conformando no sólo el repertorio ya mencionado, sino intensificando el trabajo metalúrgico del bronce en la producción de masas estrelladas, escudos, macanas, cuchillos, lanzas, hachas y toda una parafemalia destinada para la guerra. Con ello la tradición broncística andina trasciende la estética anteriormente encauzada hacia la creación de artefactos meramente vinculados con lo utilitario, lo religioso o lo ornamental. La región andina sudamericana atesora datos históricos y contrastaciones arqueológicas sobre aspectos esenciales del proceso minero-metalúrgico creado y desarrollado por los pueblos vernáculos desde el primer milenio antes de la era cristiana y que tuvo su momento culminante con la emergencia y expansión del imperio Inka o Tawantinsuyu en los siglos XV y primer tercio del XVI. Fue la minería uno de los principales intereses que llevaron a los Inkas a poner sus miras en lo que se constituiría como el cuarto meridional de su espacio conquistado: el Kollasuyu; un territorio de alrededor de 1 millón de kilómetros cuadrados en la actualidad perteneciente a las naciones de Argentina, Bolivia y Chile. En tomo a este período culminante de la prehistoria Americana pueden sintetizarse los postulados siguientes: 1 - Invariablemente en las regiones y sitios donde se realizaron explotaciones mineras existen instalaciones imperiales asociadas. 2 - Arqueológicamente se registra un vasto repertorio de herramientas articuladas con la extracción, trituración y fundición del mineral bruto. 3 - Asimismo se constata la existencia de estructuras de torrefacción -homos o wayras-, adaptados para el beneficio del bronce: cobre, oro, plata y estaño. 190

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Figura 1: Tipos de tomos o wayras históricos, derecha, dibujo de Barba {[1640]: 1817) y izquierda fotografía de Peele (1894).

4 - Se advierte el empleo de diferentes materias primas y técnicas arquitectónicas usadas para la construcción de los hornos (Figura 1). 5 - Los diseños iconográficos plasmados en los artefactos metálicos expresan la profunda simbología del mundo Inka, amalgamada con la propia de los pueblos conquistados. En los andes sudamericanos el repertorio arqueológico tradicionalmente se ha apoyado en los relatos de cronistas como los mencionados al comienzo de este artículo, a los que podemos agregar trabajos tanto de corte histórico como arqueológicos relacionados directamente a la temática, como los de J. A. Barba, ([1640] 1939), A. Baessler (1906), R. Peele (1893), E. Nordenskióld (1921), R. Levillier (1918, 1922), G. Petersen (1970), H. Lechtman (1980), P. Bakewell (1989), C. Serrano Bravo (2004). En Chile sobresalen los de R. Latcham (1936) en la región atacameña y, con especial referencia al momento Inka, los trabajos de J. iribarren (1962, 1974) sobre la metalurgia Inka y los de H. Niemeyer y V. Schiappacasse en los enclaves mineros prehispánicos de Viña del Cerro y Carrizalillo Grande en la cuenca de Copiapó (Niemeyer 1986; Niemeyer y Schiappacasse 1963). En el Noroeste argentino la cuestión en tomo a la temática sobre la metalurgia prehispánica está presente en los aportes de los pioneros J. B. Ambrosetti (1904) y E. Boman (1908) seguido por contribuciones de peso a cargo del ya mencionado E. Nordenskióld (1921), A. R. González (1975, 1979) y E. F. Mayer (1986). Específicamente en el antiguo Kollasuyu la 191

cuestión Inka y su inocultable relación con el tema tuvo también sus cultores, entre los que sobresalen los pioneros aportes ya mencionados de J. Iribarren Charlin y H. Niemeyer a ellos debemos incorporar los de L. Strube Erdmann (1963), A. R. González (1980), R. A. Raffino (1981, 1993 y 2007) y L. González (2002, 2004). No escapan a la temática varios trabajos puntuales como los de A. Sánchez Díaz (1909), A. Pedersen (1942), B. Trueco (1965) y existen también informes sobre sitios y regiones con relictos estructurales o artefactuales relacionados con actividades minero metalúrgicas prehispánicas y coloniales, como los de Potrero de Payogasta (Earle 1994), Ingenio del Arenal (Márquez Miranda y Cigliano 1961; Scattolin y Williams 1992), Chaquiago de Andalgalá (Williams 1995), Rincón Chico de Yocavil (González 1999, 2002), Quillay de Hualfín (Raffino et al. 1996; Raffino 2007), Tilcara (Tarrago y González 1998), Tarapaca Viejo (Zori y Tropper 2010), Pulac (Escaramayo, Puucalayo en Potosí) (Cruz y Absi 2009; Lechtman, et al. 2010), los ya mencionados de Viña del Cerro de Copiapó (Niemeyer 1986; Niemeyer y Schiappacasse 1963), Watungasta de Abaucán y Chuquiago de Suipacha (Raffino et al. 1986; Raffino 1993, 2004), Punta de Balasto (González 2004), La Encrucijada (Rodríguez Orrego 1979). En la puna argentina se cuentan los de Abra de las Minas (Raffino 1969), Cerro ColoradoI (Krapovickas y Alesandrowicz 1986-87), Incahuasi (Kriscautzky y Solá 1999), Los Amarillos, Humahuaca y Coyahuayma (Angiorama y Becerra 2010; Angiorama 2011). Existen notorias recurrencias regionales entre la distribución de los asentamientos Inka en los depósitos minerales de oro, plata, cobre, cinc, plomo y estaño; recursos naturales directamente vinculados con la producción metalúrgica, así como las piedras semipreciosas utilizadas en orfebrería, como malaquita, azurita, turquesa, lapislázuli y otras regionalmente diseminadas en la región andina meridional. En nuestra área de examen, al Sur del Lago Titicaca y sobre una muestra de más de 200 instalaciones la distribución de los depósitos minerales monopolizados por el Estado y alojados en las regiones más "inkaizadas" alcanza porcentajes oscilantes en el 75%. No le va en zaga la articulación arqueológica entre instalaciones Inka asociadas con explotaciones mineras, cuyos porcentajes relativos alcanzan cifras similares. Algunas de las consideraciones que se desprenden de la analítica comparada de los sitios, conciernen a su 192

distribución espacial y a su relación, sea local o a nivel regional, con las venas mineras habitualmente apetecidos por el imperio. Otras consideraciones podrían evaluar la intensidad y dirección de estas asociaciones. El registro arqueológico, debemos aclararlo, puede ser de diferente índole, dado que existen casos de relación directa o in situ, otros de asociación por artefactos inkas hallados en sitios de explotación. Un tercer caso en que los vínculos entre el asiento imperial y la probable explotación metalífera es menos directa, como por ejemplo el hallazgo de ambos vestigios dentro de una localidad o región arqueológica definida. C. Las presencias regionales

Considerando los tres tipos de asociaciones como válidas, y sin entrar en el análisis de la intensidad de cada una de ellas, dichas consideraciones pueden ser especificadas como: 1- Desde Potosí y Porco en Bolivia hacia el Sur la cantidad de instalaciones Inka asociadas a explotaciones mineras es de similar magnitud en ambos lados de los Andes. Los registros arqueológicos concluyen que existen 63 instalaciones en el Noroeste y Centro Oeste argentino y 73 en Chile (Figura 2 y Tablas I y II). Estas cifras podrían ampliarse si consideramos, para el sector chileno, referencias etnohistóricas que dan cuenta de alrededor de 15 localidades más que fueron, según estas fuentes documentales, explotadas en tiempos de los Inkas. 2- En el actual territorio boliviano de los departamentos de Oruro, Chuquisaca y Potosí nuestros aportes de terreno han logrado constatar favorablemente los informes recogidos en el Memorial de Charcas (1582) en cuanto a que: “... el inka tenía en el asiento de Porco unas minas de plata e lo mesmo las minas de oro que en el río de Chiutamarca y las minas de cobre que fue en Aytacara y las minas de estaño que fue en Chayanta...” (Espinosa Soriano 1969:26; Raffino 1993:169). Entre esos ricos depósitos mineros regionales se cuenta sin dudas los reconocidos Cerro de Porco y “Cerro Rico” de Potosí, quienes atesoran inmensos filones de plata. Estos dieron lugar a la fundación española de la “Villa Imperial de Potosí” en 1545 (donde Potoxí u orckpotocchi de acuerdo a versiones en quechua pueden significar “manantial de plata” o ’’mineral a flor de tierra” o “hacer ruido, explosión”). Este recurso sería intensivamente explotado durante toda la colonia y el que motivó las 193

expediciones libertadoras del Ejército Auxiliar del Norte hacia “el alto Perú”, según veremos al final de este artículo. Nuestras experiencias de terreno en Bolivia meridional permiten constatar la asociación mineríainstalación Inka en Porco y Orna Porco de Aullagas, en Potosí (Orna en quechua significa cabeza o debajo y Orco (¿Porco?) cerro), Chaquiago de Suipacha (significa “arena o polvo fino de oro” en quechua) y ChaguaChipihuayco de la Quebrada de Talina. Evidencias más recientes han sido reportadas por Lechtman, et al. (2010) en los enclaves potosinos de Pulac 050, Tereygeol y Castro (2008) sobre los refinamientos de plata en Juku Huachama en Potosí, Van Burén y Cohen (2010) en Porco. Creemos que estos registros son preliminares dada la riqueza mineral de la región meridional de Bolivia, y la falta de información arqueológica sobre parajes de difícil acceso de los departamentos de Potosí y Oruro. 3- Los sitios multicomponentes de la quebrada de Humahuaca, Rodero, Yacoraite, Cálete, La Huerta, Tilcara, Papachacra y Ciénaga Grande se incluyen, habida cuenta que contienen artefactos realizados en metales atribuibles al horizonte Inka. Por otro lado, el sitio Los Amarillos constituye uno de los principales centros metalúrgicos de la región, allí se han encontrado ciertos rasgos y artefactos tanto en los pisos como en el relleno de las construcciones de época Inka. Además, en las áreas de descarte de desechos, se han encontrado evidencias que permiten inferir que en el lugar se llevaron a cabo tareas vinculadas con la producción de piezas metálicas de cobre (gotas de fundición, recortes metálicos, crisol y moldes metalúrgicos) (Angiorama 2004, 2011). Sabido es, que las vertientes occidentales y orientales de Humahuaca son pródigas en vetas de cobre, plomo, plata y cinc, recursos naturales buscados por el Inkario. Con esta alternativa debemos relacionar el hallazgo de moldes y crisoles para el colado y la reducción de minerales de cobre en un taller de producción metalúrgica en Tilcara (Tarrago y González 1998).

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Figura 2: Principales enclaves Inka y explotaciones minero metalúrgicas en el Kollasuyu. Referencias: i; Chuquiabo; 2: Sica Sica; 3; Choquepiña; 4: Oruro, 5: Taapaca; 6; Huaycuta; 7; Rosario; 8: Saguara; 9: Hda. Camarones Sur; 10: Orna Porco; 11: lurqui; 12: Río Mulato; 13: Guarnacabo; 14: Porco; 15: Tarapaca Viejo; 16: Cerio Esmeralda; 17: Escapi; 18: San Cristobal: 19: Oslloque; 20: Chuquiago: 21: Cupo: 22: Turi: 23: Pukara de Lasaña; 24: Pukara de Chiu-Chiu; 25: Cerro Colorado I; 26: Los Morros I; 27: Rinconada - Salviayoc; 28: Catarpc; 29: San Baitolo; 30: Cochinoca: 31: Coyaliuayma; 32: Casabindo; 33: Quitor; 34: Sayate; 35: Rodero; 36: Zapar; 37: Ceno La Sal; 38: Cálete; 39: Cerro Mullay; 40: Los Amarillos; 41: Y acorarte; 42: La Huerta; 43: Papachacra; 44: Tilcara; 45: Peine; 46: Ciénaga

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Grande; 47: El Moreno; 48: Nevado de Chañi; 49: Punta Ciénaga; 50: Pular; 51: Las Cuevas IV; 52: Nevado Acay; 53: La Encrucijada; 54: Llullaillaco; 55: Potrero Payogasta; 56: Nevado Cachi; 57: Tebenquicho; 58: Taltal; 59: Antofalla; 60: Juncal; 61: Cerro gallan; 62: Tambo de Carrizo; 63: Ines Chica; 64: Abra de las Minas; 65: Coyparcito; 66: La Alumbrera; 67: Indio Muerto; 68: Las Turquesas; 69: Tambo Rio Sal; 70: Quilmes; 71: La Abundancia; 72: Fuerte Quemado; 73: Finca Chañaral; 74: Punta de Balasto; 75: Las Cuevas; 76: Nevado de Aconquija; 77: Los Choyanos; 78: Hualfm; 79: Ingenio del Arenal; 80: Azufre; 81: Copiapó; 82: Quillay; 83: Chaquiago; 84: Mishma; 85: Cerrillos; 86: Homitos; 87: Cerro Castaño; 88: Punta Brava; 89: Watungasta; 90: Viña del Cerro; 91: Iglesia Colorada; 92: Costa de Reyes; 93: Tambería de los Cazaderos; 94: Angulos; 95: Los Mudaderos; 96: Chilitanca; 97: Pirquitas; 98: Pampa Real; 99: Negro Overo; 100: Rincón del Toro; 101: Tambería del Inka; 102: Anchumbil; 103: Guandacol; 104: Los Puntiudos; 105: Paso del Lamar; 106: Agua de Nogal; 107: Los Infieles; 108: Fierro Carrera; 109: Co. Juan Soldado; 110: El Brillador; 111: Las Tórtolas; 112: Hacienda Coquimbo; 113: Angualasto; 114: Pachimoco; 115: Andacollo; 116: Tocota; 117: Punitaqui; 118: Barrealito; 119: Choapa; 120: Petorca; 121: Tambillos; 122: Ranchillos; 123: Tambillitos; 124: Aconcagua; 125: Quillota; 126: Tiltil; 127: Marga Marga; 128: Chacaica; 129: Cerro El Plomo; 130: Lampa; 131: Estero Las Dichas; 132: Colina; 133: El Canelo; 134: Chupalla; 135: Hacienda Principal; 136: Colchagua; 137: Yaquil; 138: Lolol.

4- Las vertientes occidentales de las Cumbres Calchaquíes y la Sierra de Aconquija, desde el extremo boreal del valle Calchaquí, sus confluentes el Yocavíl y del Cajón hasta el Campo del Pucará inclusive, fueron asiento de varias instalaciones imperiales relevantes, o preinkaicas, que alcanzaron el contacto con el Tawantinsuyu, Entre varias podemos mencionar a Potrero de Payogasta, Los Graneros, La Paya-Casa Morada, La Encrucijada, Angastaco, Tolombón, Quilmes, Fuerte Quemado, Punta de Balasto, Bicho Muerto, Pucará de Aconquija, Nevado de Aconquija, Rincón Chico (Sitio 15), San Antonio y Hoyada del Cajón e Ingenio del Arenal Medaños. Este vasto territorio atesora una singular riqueza en depósitos minerales regionalmente asociados. Algunas de estas instalaciones, como Ingenio del Arenal y quizás Fuerte Quemado, presentan evidencias de asociación con fuentes minerales. Sobre la vertiente occidental de la Sierra de Acay, dentro de la cabecera Norte del Valle Calchaquí, el sitio La Encrucijada, directamente vinculado con red vial Inka, posee vestigios de homos de planta circular, funcionalmente interpretados para fundir el cobre extraído en las ricas vetas de esta región (Rodríguez Orrego 1979). Asimismo existen registros arqueológicos entre enclaves relacionados con la explotación minera y talleres que producían lingotes ("tejuelos" de acuerdo a la denominación mencionada por algunos cronistas) (Rodríguez Orrego 1979; RafFino 1981, 1991, 2004; Raffino et al. 1986, 1996; Earle 1994; González 2004; Williams 2004; Lynch 2011). 5- Los complejos minero-metalúrgicos Inka de Quillay, ubicado en el sector central del Valle de Hualfm, Catamarca, así como Viña del Cerro 196

en el trasandino valle de Copiapó merecen un tratamiento especial en el

punto siguiente, habida cuenta que son dos verdaderas factorías, calificación que ha sido factible por la prodigalidad de los registros

arqueológicos. 6- La región de la sierra de Famatina, en La Rioja, que fuera objeto de una presión Inka bien notoria, arqueológicamente atestiguada por más de una decena de sitios, entre ellos los de Tambería de los Cazaderos, Angulo, Pampa Real, Negro Overo, Tambería del Inca, Pirquitas y Rincón del Toro es una de las más prolíferas de todo el Noroeste argentino en depósitos de oro, cobre y plata. Uno de los complejos más conocido es la célere mina La Mejicana, explotada hasta tiempos recientes, y articulada arqueológicamente con el centro administrativo Tambería del Inca (Boman 1920; Greslebin 1940; Schobinger 1966; Raffino 1981; Martin 2004). 7- Los sitios con vestigios Inka del extremo puneño Norte de Argentina, Rinconada, Salviayoc, Cochinoca, Sayate y Casabindo se ubican en las proximidades de depósitos de oro, cobre, plomo, plata y cinc. Los registros arqueológicos dan cuenta de tres casos de enclaves multicomponentes. El primero se trata de la instalación de Rinconada en Jujuy, articulada con el enclave minero de Salviayoc, esta última una factoría con registros de wayras prehispánicas y coloniales (Raffino et al. 1986). El segundo es Incahuasi-Loreto en Antofagasta de la Sierra en Catamarca, donde Kriscautzky y Solá (1999) registran una importante factoría también multicompomente Inka-colonial asociada in-situ a un tambo con arquitecturas cuzquefia y a una serie de hornos, morteros y escorias. El tercero se corresponde con los datos expuestos por Angiorama y Becerra (2010) sobre el enclave Coyahuayma, donde se hallaron socavones, minerales molidos y morteros o marayes. El autor da cuenta del hallazgo de alfarería Inka y de la persistencia de extracciones mineras auríferas en épocas históricas. 8- Siempre dentro del ámbito puneño las instalaciones Inka de Abra de las Minas, Antofalla y Cerro Gallán se sitúan en zonas fértiles en depósitos de cobre. Una de éstas, el tambo de Abra de las Minas, aparece directamente asociado a un socavón con escorias de ese mineral, conocido con el nombre de Inkaviejo, donde se han hallado también restos de arte rupestre con escenas de caravanas de llamas de indudable filiación Inka (Raffino 1969, 1981). 197

Mineral Oro Plata CobrelPiomo Cinc

Sitie Aconcagua Agua de Juncal Agua de Nogal Anoacoio Azufre Cataroe Cerrillos Co Casaré Co 3 Plomo Co Esmeralda Co. Juan Soldado Co. La Sal Co. Muilay

especiY

Sitio Abra de las Minas Anchumbil Anguatasto

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Angulo

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Antofaíla

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Barreante

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Cálete Casabtndo Ciénaga Grande Co. Colorado 1 Co. Ganan Cochinoca Costa de Reyes Coyahuayma

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Coyparcíto Chaquiago

Chilitanca B Moreno Fuerte Quemado

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Guandacoi

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Ingenio del Arenal

La Alumbrera La Encrucijada La Huerta Las Cuevas Las Cuevas IV Las Tórtolas Los Amarillos Los Choyanos Los Mudaderos LluHaillaco Mishma Ndo Acay Ndo. Aconqutja Ndo Cachi Ndo de Chañi Negro Overo Pachimoco Pampa Real Papachacra Paso del Lámar Plrquitas Potrero Payogasta

Pta Ciénaga Pular Punta Balasto

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Turi Viña de Ceno

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San Bartolo

Taltal Tambo oe Camzo Tambo Rio Sal Tarapaca 'Viejo

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Los Morros I Los Puntudos Marga Marga X Pene X* X Fl PiAara de Crtu-Chiu X" Pchara de Lasaña Piiar Pinltaqui X Punta Brava X Qufiota X Qirtor X*

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Cboapa Chupalla

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Indio Muerto Inés Ouca La Aburdanoa Lampa Las Turquesas Lolo!

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Ranchita» X Rincon del Toro Rmconada-Salviayoc Rodero Sayate X Tamb. Cazaderos Tamb del mea X TambiHitos TambiBos Tebenquicho Tilcara Tocona Watungasta Yacoraite _

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Quilmes Quillay

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Colchagua Colina Copiaoa Cupo Cbacaioa

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Tabla I. Relación entre instalaciones

Inka y explotaciones mineras (Noroeste Argentino). (Arriba) Tabla II. Relación entre instalaciones Inka y explotaciones mineras (Chile - Bolivia). (Derecha)

Co. La Plata Choquepria Criuquiabo Chuquiago Escapi Guamacabo Orna Poico Onao Osllcque Porco Ro Mulatos

San Cristóbal Sea Sica Turco

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9- En la quebrada del Toro de la Provincia de Salta, los tambos Inka de Punta Ciénaga, Las Cuevas IV y Chañi-Jefatura de los Diablos, sitios conectados con tramos de capacñan provenientes de la puna de Pozuelos y 198

Salinas Grandes, están vinculados con explotaciones de oro ejercidas en socavones vecinos. La asociación más clara se verifica en Punta Ciénaga, donde se han hallado restos de tecnologías inkaicas utilizadas en la explotación, como los armazones de madera y cordelería (Raffmo 1969, 1981; Beorchia Nigris 1985). 10- Claras evidencias aparecen en el valle del río Elqui en Chile, con trabajos pioneros a cargo de F. Comely (1947) donde se comprueba la existencia de las instalaciones funerarias de Altovalsol, Potrero El Silo y Punta de Piedra; el sitio de altura Las Tórtolas, los tambos Los Infieles y quizás Agua de Nogal. Hay evidencias claras de explotaciones metalíferas en Fierro Carrera y el ya mencionado Agua de Nogal con restos de escoria con incrustaciones de carbonato de cobre. A este abundante registro arqueológico debemos incorporar los datos mineros actuales, que dan cuenta de la existencia de depósitos en Cerro Blanco, El Orito, San Antonio, Tunas, El Peñón, Panulcillo, Condoriaco, Algodones, El Tomo y Punitaqui. Este último sitio representa un significativo caso de una explotación originariamente Inka, que es retomada en la actualidad. 11- Un conjunto de importantes instalaciones multicomponentes con contacto imperial arraigadas en la región atacameña, el valle superior del río Loa, sus afluentes como El Salado y del oasis de San Pedro de Atacama, en el Norte Grande chileno. Son conocidas desde los pioneros trabajos de R. Latcham (1908 y 1938), S. Ryden (1947), G. Mostny (1948) y G. Le Paige (1978). Entre varias se sobresalen las de Cupo, Turi, Lasaña, Los Morros I, Chiu Chiu, Miñique, Vilama, Catarpe, Quitor, Zapar, Peine,

Quimal, Co. La Sal, Pular y Cerro Verde de Caspana. Al menos tres de ellas: Turi, Catarpe y Cerro Verde ostentan claras señales de haber sido centros administrativos Inka. Están asociadas regionalmente a importantes depósitos y complejos mineros explotados en épocas prehispánicas tardías y aún en la actualidad como las de Chuquicamata, Bella Esperanza, Arco de Oro y Benedicta. 12- En el valle de Camarones en la Provincia de Tarapacá se comprueba la existencia de varias instalaciones Inka en Pueblo Camarones Sur y Saguara 2, los cementerios con contacto Inka de Hacienda Camarones y Saguara 3, así como un emplazamiento Inka de altura, Cerro Tapaca (Schaedel 1957; Niemeyer 1959, 1962; Raffino 1981; Beorchia Nigris 1985; Manzo 2006). 199

En el valle del Lluta, también en Tarapacá, el tambo Inka Rosario contiene un conjunto de wayras similares a las de Vina del Cerro (Manzo 2006). Asimismo en la misma provincia norteña se registra el centro metalúrgico Inka de Huaycuta con remanentes de talleres y moldes de fundición. Se advierte así una asociación regional de los conjuntos Inka con la producción minera que, en la actualidad, está representada por las explotaciones de Chipamani, Mocha, Santa Rosa, Paguanta, Rosario, Coquelinpie y Paiquina. Un poco hacia el sur, en la región costera de Iquique, se vislumbra la vinculación entre el sitio de altura Inka Cerro Esmeralda con ceremonias de capacocha quizás en tributo a las actividades mineras (Raffino 1981:248). Recientemente Zori y Tropper (2010) aportan datos muy valiosos sobre refinamientos de plata utilizando plomo en el centro administrativo Inka de Tarapacá Viejo y sus vecindades. Fragmentos de crisoles, plomos, hornos y escorias, íueron hallados dentro de áreas específicas de la instalación Inka y analizados con sofisticadas técnicas de laboratorio. Datos etnohistóricos dan cuenta además de continuas explotaciones en las ricas venas de plata, como la de Huantajaya, situada a escasos kilómetros al sur de Iquique tanto en tiempos Inka como coloniales. Entre varios hemos seleccionado el de Bernabé Cobo, quien refiere: “...Otra parte de los mitayos se ocupaba en servir al Inca y á sus deudos y á todos los gobernadores y caciques de las provincias, en la

guarda y ministerios de todas las guacas y templos, así de los que había en el Cuzco, como en lo restante del reino... acudían destas mitas á la labor de las minas de oro y plata y de los otros metales; porque eran muchas y muy ricas las minas que se labraban por cuenta del Inca...pero las más afamadas eran las de Taracapá en la diócesis de Arequipa, las cuales estaban en unos arenales secos...Eran tan ricas estas minas, que la mayor parte del metal que se sacaba dellas era plata blanca sin mezcla de escoria...” (Cobo [1653] 1892, Libro Duodécimo, cap. XXXIII: 269-274). 13- En la región chilena central, aquella que puede incluirse entre los valles transversales del río Aconcagua por el norte y el Maipo por el sur, se han rescatado numerosas menciones de instalaciones Inkas. Hasta el presente se han obtenido indicios de que son sitios funerarios con asociación a explotaciones mineras: Quillota, Cerro El Plomo, Colina, La Reina, Hacienda Principal, Chupalla y El Canelo, algunos de los cuales son 200

recogidos por fuentes etnohistóricas. Se localizan asimismo instalaciones Inka defensivas como los Pukará de Chena y Cerro La Compañía (Stehberg 1995). En la actualidad, esta región posee yacimientos minerales de relevancia, como los de Montoya, Pirquitas, Ramayana, Disputada, El Teniente, Las Placetas, Cortaderal, Ayacucho y Llampaico. D. Las factorías

Hemos anticipado que las instalaciones factorías de Viña del Cerro en Chile y Quillay en el noroeste argentino merecen un capitulo especial, habida cuenta que su registro arqueológico contiene todos los ingredientes del proceso minero-metalúrgico desarrollado por el Estado Inka. Quillay se encuentra ubicado en el sector central del Valle de Hualfin, Catamarca, posee dos asentamientos asociados (Raffino et al. 1996). Uno de ellos, denominado Quillay Tampu que cuenta con nueve estructuras de paredes de piedra, algunas de planta circular y otras rectangulares. Según los cálculos de superficie techada se determinó que podría albergar de 40 a 50 personas y que estarían afectadas a las tareas que se realizaban en otro asentamiento denominado Quillay Wayras, ubicado a solo 300 metros. Este último posee una veintena de hornos (wayras o huairachinas). Se trata de estructuras de paredes de adobe dispuestas sobre los flancos y en la parte superior de profundas cárcavas. La superficie se encuentra sembrada de escoria, también hay evidencias de restos de cobre nativo incrustado en ganga y espesas capas de carbón en las bases de las wayras. Sobre estas últimas se obtuvo el fechado radiocarbónico que confirmó la época incaica del contexto. Según Raffino et al. (1996) la similitud de las wayras sugieren una construcción en serie. Los diámetros de las bases oscilan entre 0,90 m y 1,20 m, mientras que la altura alcanza 1,35 m. Aparentemente serían de forma abovedada con paredes de 10 cm de espesor que se va cerrando hacia la parte superior (Figura 3). En uno de los hornos se detectó una abertura o toma de aire, mientras que en otro se advierte un vacío en las paredes destinado al pasaje de la colada del metal puro, que una vez separado de la escoria, vertía por gravedad en los crisoles. Respecto de la ventilación de los hornos, el tercio superior habría contado con orificios para introducir sopladores. Asimismo, las cárcavas en las cuales se localizan los hornos servirían para canalizar los vientos (Raffino et al. 1996). Esta circunstancia alcanzaba niveles 201

óptimos de temperaturas para la fundición cuando por esas cárcavas se canalizaban los llamados vientos “zondas”. Estos mecanismos fueron advertidos por los españoles: Los indios aprovechan de la Plata, por fundición de hornillos, adonde el viento soplase recio, i con leña, i carbón...” (Herrera y Tordesillas [1492-1531] 1730, Década V, Libro 111, Cap. XV). Pedro Cieza de León reitera esta observación: "... para aprovecharse del metal hacían unas formas de barro, del talle y manera que es un albahaquero en España, teniendo por muchas partes algunos agujeros o respiradores. En esto tales ponían carbón, y el metal encima, y puestos por los cerros o laderas donde el viento tenia más fuerza sacaban de él plata, la cual apuraban y afinaban después con sus fuelles pequeños, o cañones con que soplan” (Pedro Cieza de León ([1553] 2005:272). Otras crónicas pertenecientes a Garcilaso, Ovando y Cobo ofrecen datos similares a los dos seleccionados por nosotros.

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