La medida de uno mismo. Reflexiones en torno a la obra de Gertrudis Rivalta

July 24, 2017 | Autor: Gertrudis Rivalta | Categoría: Contemporary Art, Historia del Arte
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Descripción

La medida de uno mismo. Reflexiones en torno a la obra de Gertrudis Rivalta. “Siempre tienes que parecerte a alguien, responder al modelo que está de moda, un concepto errado sobre lo que es estar actualizado y ser funcional; de este modo, las fuentes verdaderas, por llamarlas de alguna manera, siempre quedan aparcadas.” (Gertrudis Rivalta) Hay artistas cuya situación particular, cuya historia personal es guía, inspiración y alma de su obra y Gertrudis Rivalta es una de ellas. Y precisamente por eso su obra no es prisionera de una sola idea, todo lo contrario, es autora de una gran cantidad de discursos (los que han constituido su preocupación, curiosidad, interés, implicación vital, etc.) que materializa mediante un quehacer artístico minucioso.La sutileza con que nos presenta sus historias,vividas,soñadas ,imaginadas o intuidas,demuestra una obra sólida, madura; para cuya efectividadse sirvede una factura precisa,una técnica segura, lejos de todo exceso innecesario. En la presente muestra, las preocupaciones anteriores de G.R. nos aparecen comootras,pareciéndonos que quedan lejos en el espacio y en el tiempo.Quizás sería mucho más exacto precisar que son las mismas preocupaciones e inquietudes,pero con una mirada otra lo que dapaso a la explicitación de su momento actual y circunstancia particular; de su preocupación y su búsqueda de este ahora que se convierte en simbólica relectura de su evolución personal. La gente, en general, busca,buscamos liberarnos de nuestros miedos, temores y ansiedades. Liberarnos de las ataduras ligadas al nacimiento, al color, la raza, la condición, la vejez, la enfermedad, la muerte y un largo etc…Incluso ahora,cuando la humanidad ha desarrollado una asombrosa civilización moderna, seguimos todavía dirigiendo nuestras vidas intentando encontrar soluciones para tales cuestiones fundamentales. Buscamos identificarnos con un modo nuevo de ser liberador de todos esos miedos que nos proporcione como resultado la tranquilidad, armonía y felicidad con nosotros mismosy nuestro entorno. Lo que sucede es que no sabemos ver la causa condicionada,no hemos entendido que dado que todo nace y muere por causas,todo es sin centro medular y nada tiene, nada posee una sustancia real.El mundo no es una colección de cosas,sino una red de procesos que interaccionan.Nada posee realidad propia aparte de esa red, porque todo,incluidos nosotros mismos, depende de todo lo demás.Por consiguiente todo cambia constantemente, todo es transitorio,no permanente y es sin principio ni fin. Es decir, todo cuanto existe es sin yo,carece de un yo independiente, autónomo,identificador per se. Y cuando consideramos este asunto, empezamos a ver que, a fin de cuentas,no podemos separar ningún fenómeno del contexto de otros fenómenos. Y tal interdependencia supone un reto para nuestro sentido habitual de separación del mundo. G.R. hasta ahora ha visto el mundo dentro del sentido cartesiano de que yo existo “aquí dentro”, en mi cabeza, detrás de mis ojos, y el mundo está ahí fuera,nos aliena del mundo “en” el que estamos. No hemos podido reconocer -pese a nuestra lucha a lo largo de nuestra vida- forma, sustancia alguna en las cosas. Y no ha sido posible porque la dualidad cartesiana es algo psicológica e históricamente condicionada.Y sin embargo, pensamos equivocadamente que debe haber alguna sustancia real en las cosas, en los seres, en todo cuanto existe. Por supuesto, en nosotros.Y como consecuencia del engaño que vivimos, surgen en nosotros diferentes aflicciones que giran alrededor de nuestro nacimiento, forma, cultura, raza, color, envejecimiento, enfermedad,muerte, etc...Nuestro sentido de un yo aparte del mundo es una ilusión,un constructo, ya que el sentido de “yo” es un resultado de la interacción de los procesos físicos y mentales -que son interdependientes- con el resto del mundo; constituyendo un sendero que opera ayudándonos a darnos cuenta de nuestra interdependencia y no dualidad con el resto de la biosfera, y a vivir de acuerdo con ello.

Este sendero, pues,es incompatible con cualquier sistema que trate la Tierra sólo como una mercancía,y que refuerce nuestro sentido ilusorio de separación de ella y del resto de la gente. El concepto del yo, en primer lugar, significa para nosotros que ahí hay un individuo.A un nivel más profundo de observación individuo, no individuo, yo, no-yo, fenómeno, no fenómeno,nombre y no nombre son simplemente sofismas.Sólo con la visión sabia, profunda,“iluminada, es decir, de la interdependencia no dual de todas las cosas,de todos los fenómenos,podemos ver a todos los seres, incluyéndonos a nosotros mismos, como un sueño o como lo que aparece en la pantalla de televisión. Sólo con esta visión profunda podemos entender que lo que percibimos está vacío de existir por sí mismo, independientemente, sin causas. El concepto del yo,aun considerado superficialmente,es nuestro obstáculo más grande para alcanzar esa visión y comprensión superior y profunda de la realidad,de la naturaleza última de las cosas que nos liberará de todos los engaños aflictivos. Dicho de otro modo,no podremos alcanzar esa sabia visión profunda y entrar en contacto con nuestra naturaleza básica y esencial,sin haber comprendido primero que el concepto del yo no es únicamente un concepto no válido o equivocado sino muy peligroso.Porque con él surge el concepto de que “esto es mío” que se establece firmemente en nuestra mente, separándonos del resto,viéndonos como elementos aislados y diferentes del todo,empujándonos a la continua y permanente comparación, a la búsqueda automática y permanente de una identificación que nos proporcione seguridad.Y en este sentido nunca podemos estar en armonía con nuestra naturaleza profunda,no podremos lograr la visión profunda y sabia que es la que proporciona la seguridad y el ser libres y, sobre todo,no nos veremos nunca fuera de ese círculo vicioso de infinito sufrimiento. El concepto del yo se establece primero a través de nuestros sentidos.A través de éstos nos establecemos y definimos como un cuerpo físico separado del mundo exterior.Este concepto del yo se vuelve cada vez más fuerte y más importante, y como consecuencia de ello encontramos que hemos establecido dentro de nuestro cuerpo físico, con respecto al mundo exterior, un centro de conciencia, el yo. Y porque cada uno de nosotros hemos establecido nuestro ilusorio centro de actividad, nuestro yo permanente y estable,la percepción de que el mundo se compone de entidades diferentes, aisladas, con una identidad permanente, propia,particular-el yo- se hace sólida,realidad indiscutible . No hemos sabido ver que todos los fenómenos,todo cuanto existe está sometido a leyes; que nacer, envejecer, enfermarse,morir, etc. Etc. son en sí mismas leyes y no problemas que debamos resolver a través del poder de los seres humanos o de cualquier otro poder. Ytodo esto es lo que G.R. ha descubierto en su vital investigación por el sendero que recorre con nueva mirada y quiere ahora compartir con nosotros. Esta muestra es parte de la biografía profunda de esta mujer que pinta, recorta yfotografía.Su afán es la construcción de imágenes mediante las cuales puede establecer un diálogo “reflexivo” con el sujeto que observa, entendiendo que somos espectadores activos e instruidos. La obra que nos presenta G. R. es de factura sencilla y eficiente. No puedo evitar considerar loable su postura; en cuanto a la construcción de recursos visuales claros, limpios de toda extravagancia y lejos de todo espectáculo. Dada la complejidad del tema abordado, la artista lúcidamentenos regala bondad. Y ahí, en esas obras, en esos espacios intervenidos y delimitados,está el relato de una vida que es la vida de cualquiera de nosotros. No importa dónde hayamos nacido,cuál sea el color de nuestra piel, nuestra edad, nuestro género.Aquí se nos está escenificando nuestra ignorante lucha por la identificación,por la comparación,por la medida establecida por otros.El gran teatro de nuestras vidas. Y G .R. nos va llevando de

la mano con ella,con Cuquita muñeca recortable (¿manipulada? ¿manipulable?) para que hagamos ese recorrido vital y hallemos la respuesta como ella lo ha hecho. ¿Qué ha estado buscando Cuquita-Gertrudis? ¿Qué busca? Y nos lo dice: “La medida de uno mismo“. Y para mayor evidencia sitúa en unos teatrillos de papel,frágil como el mundo de lo ilusorio, la figura que se manipula fácilmente y con la que se juega sin que,desde esa perspectiva cartesiana,pueda ella intervenir para nada (Cuquita). Como consecuencia de esa visión separada del todo a causa del yo, ilusorio y permanente, Cuquita vive mirando hacia fuera y se mide y se compara. Con todo. Con todos. Y se busca,busca su yo identitario permanente en todo y en todos. Y sufre y se pierde.Y Gertrudis mide a Cuquita con todo.Y en eso radica su ilusoria búsqueda. Y Cuquita no “ve”: sus ojos están tapados. Y no puede hacer nada:sus manos están a la espalda. Aunque sean múltiples dedos en aparentes múltiples manos, que son la misma, que son una. Cuquita escucha las voces y los ecos y surge Matriuska,otra ilusión con otro color que tampoco le puede dar la medida porque es un reflejo equivocado, y por lo tanto no le puede ayudar.La solución para Cuquita-Gertrudis es adentrarse, ensimismarse.Investigar hasta descubrir cuál es la razón,la causa que le lleva a medirse. Siempre en el gran teatro de la vida. En el laberinto de la vida.Tratando de alcanzar un yo permanente que le dé seguridad,que elimine los automáticos e involuntarios miedos. Al final del recorrido,del paso por todos los escenarios de todos los teatros, de todas las vueltas y revueltas se ha des-ilusionado y ha encontrado lo que cada uno debe encontrar.Y no lo define pero… Si lo que se quiere ver en una obra es el puro deleite estético,habría que buscar en otro lugary no en la obra de Gertrudis.Aquí no hay decorativo.Aquí no hay banal.Gertrudis piensa y siente que el arte es para crear catarsis y provocar en quien lo contempla emociones. Gertrudis quiere incomodar,inquietar y hacer surgir dudas y emociones para que nos comprendamos y aprendamos.Pero no se sitúa como maestro en posesión de ninguna verdad absoluta que sabe que no existe,sino que considera a todos los seres en el extraordinario respeto de la ecuanimidad.Por eso se vale de recursos expresivos redundantes a nuestra cotidianidad, cercanos, desde dóndegatillar un discurso a partir de nuestro reconocimiento en los elementos visuales expuestos. Nos muestra la herramienta de trabajo o el objeto de culto como referente de comparación para Cuquita. Gertrudis construye una puesta escena de significados y alegorías entre los personajes, su materialidad y los elementos que constituyen los escenarios donde han sido dispuestos. Su propuesta artística aparentemente nos resulta grata, y por lo tanto inofensiva, sin embargo es una confabulación con el fin de ponernos en crisis. Y esta, es una actitudsutil y pertinenteque denota la contemporaneidad desu obra. Pero también aquí Gertrudis reivindica y ejerce su función provocadora e instigadora de pensamiento crítico que aboga por una actuación responsable en esta sociedad frente al confortable acomodamiento estético de diverso género. Y en esta constante búsqueda de una identidad permanente,Gertrudis-Cuquita como recurso de actuación estética,emerge con fuerza sobre la expresión como orientación banal y superficial. El concepto, la búsqueda del yo, persigue la denuncia trasmitiendo incomodidad y la expresión se mueve en la conformidad. El concepto,la búsqueda de la propia identidad es anti-comercial y desmaterializado pero la expresión se vuelve comercial. El concepto de la auto-identificación busca los espacios públicos,crea situaciones y transforma el lugar.Mientras que la expresión se vuelca en lo decorativo y en los objetos.

Y Gertrudis-Cuquita se comporta siguiendo un planteamiento de Marc Luhan, “no es un traficante de ideales o experiencias elevadas sino alguien que ofrece una ayuda indispensable para reflexionar y actuar”. Y vemos, por supuesto, cómo Gertrudis es la iniciadora del sentido de la obra: en ella está la potencia y responsabilidad de producir sentido.Sin embargo, sabe muy bien que es a través del receptor que se concreta ese significado final.Intuye los recursos necesarios para encausar tal interpretación yprovocar ese acontecimiento que denominamos comunicación, mediante el encuentro a través de la obra de arte. Las estrategias que ha dispuesto para el diálogo son diversas. Utilizar un referente que nos resulta tan cercano como la Cuquita denota una intención irónica, en tanto nos hace sucumbir en la memoria y por lo tanto en el reconocimiento, e incluso en la nostalgia de una supuesta identidad. Por otro lado, este mismo vehículo, alude a una regresión a la infancia desde dónde reflexionar sobre cuestiones básicas anuestra formación. Donde el proceso de aprendizaje apela a verdades absolutas lejos de todo cuestionamiento que perjudique o entorpezca su cauce.Es en nuestra adultez donde percibimos la fragilidad de esas verdades incuestionables y donde adoptamos una postura defensiva por protegerlas. La obra que nos presenta Gertrudis parte del cuestionamiento de esa postura y la necesidad de quiebre, a pesar de nuestra resistencia. El cuerpo es uno de los problemas fundamentales del arte contemporáneo, así como la realidad, la subjetividad, etc. Dado que es allí donde constatamos o tenemos conciencia de que no somos el otro, en cuanto dudamos de nuestra singularidad y por lo tanto necesitamos reafirmación. Observando desde esta premisa Gertrudis nos presenta una obra crítica. La artista construye dos visiones de sí misma ubicadas en dos cuerpos diferentes, que a su vez, constituyen escenarios mentales. Una de ellas es la Cuquita con Síndrome de Tourette que se enfrenta a la dificultad del lenguaje, en tanto el suyo no ha sido contractado, sosteniendo un código diferente y por lo tanto nadie la entiende. La otra es la matrioska negra, quien traduce o simplifica el discurso de cuquita siguiendo un criterio de aceptación social. Este personaje, además, es un ícono representativo de unas reglas de juego respecto a la idealidad de una identidad específica. Matrioskaque se nos presenta negra, perturba nuestra conformidad, trastornando y cuestionando la relación del sujeto con sus estereotipos. Ambos personajes (cuquita y matrioska) intentan darnos la medida de nosotros mismos; incluso el escenario, teatrillo de papel, que además forma parte de la medición misma; escalay objeto medido al tiempo. Y es a través del actuar detodos estos personajes que se nos evidencia la importancia absoluta de los recursosnarrativos que ella ha elegido para reforzar su discurso.La regresión en el lenguaje, así como los personajes infantiles indicanun regreso al inicio. Detonante para reflexionar en que solo liberándonos de nuestro ego, de los prejuicios y de las deformaciones sociales podremos encontrar la medida interior.Para ello la artista utiliza secuencias directas, incómodas,difíciles de seguir, pero que pretenden enfrentarnos a la mirada del propio sujeto retratado; Gertrudis,al parecer,nos está pidiendo nuestra participación cómplice y crítica respecto al discurso que nos propone. Vivimos en un mundo obsesionado por dimensionar todo lo que en el existe; a las tradicionales formas de medir le hemos unido índices que valoran, mensuran y clasifican conceptos tan diversos como la satisfacción, la distancia, la felicidad, el bienestar… ofreciéndonos cifras y valores que sólo tienen sentido en relación con una unidad de medida que a veces no es capaz de medir nada. En ese delirio donde medir se convierte en limitar, G.R. acota el universo en un teatrillo de papel y propone como unidades de medida dos alter egos inclasificables, mutables y arbitrarios que proponen la medida de uno mismo en términos tan inclasificables que nos reflejan la medida exacta de lo inconmensurable. Dicho en sus propias palabras “nada es medible y

todo lo es al tiempo, lo pequeño dentro de lo inmenso, lo inmenso dentro de lo minúsculo y la verdad, querido, no sabemos nada de nada”. Texto escrito por: Ángeles de la Torre Lucía Cintas Corregido por: Miguel Ángel Blay Pastor

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