La lexicografía diferencial hispanoamericana. El caso de la lexicografía chilena de autor
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3.6. La lexicografía diferencial latinoamericana El caso de la lexicografía chilena de autor 3.6.1. Introducción La producción lexicográfica diferencial chilena, al igual que la hispanoamericana en general, tiene sus primeras publicaciones de carácter monolingüe durante la segunda mitad del siglo XIX. Estas obras estaban en manos de autores chilenos. Abogados, políticos, sacerdotes e intelectuales son los protagonistas en esta primera etapa de producción, la cual, por esta misma razón, puede considerarse como 'lexicografía diferencial de autor'1. Este período se inicia el año 1875, con la publicación del Diccionario de chilenismos del político, abogado y escritor Zorobabel Rodríguez. Le sigue el Diccionario manual de locuciones viciosas y de correcciones de lenguaje, del sacerdote salesiano Camilo Ortúzar Montt, publicado en 1893. Posteriormente, en 1900, se publica Voces usadas en Chile, del político y abogado Aníbal Echeverría y Reyes. Entre los años 1901 y 1919 se publican cinco tomos del Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas, obra del sacerdote Manuel Antonio Román. Por último, en 1928, se publica Chilenismos, apuntes lexicográficos, de José Toribio Medina. El objeto de estudio es este conjunto de producciones lexicográficas. Para su análisis, se tomará en consideración la teoría de la estandarización, aplicada a las lenguas romances de Metzeltin (2004 y 2007). Se hará uso, asimismo, de los conceptos utilizados por la corriente de historiografía lingüística desarrollada en Francia por Auroux (1992 y 1997), además de la metodología utilizada por el análisis histórico del discurso que viene realizando
1 Posteriormente sigue en Chile una producción lexicográfica diferencial de carácter corporativo: es la Academia Chilena de la Lengua o grupos de profesores de lingüística (como el que coordinó F. Morales Pettorino en Valparaíso) los que producirán obras de este tipo.
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desde hace más de una década la Escuela Lingüística de Campinas2 (Orlandi 2000, 2002 y Nunez 2006). Asimismo, las consideraciones globales que en glotopolítica ha venido desarrollando Narvaja de Arnoux (2008) serán fundamentales como herramientas conceptuales del presente estudio. De esta forma, los diccionarios monolingües diferenciales los entenderemos como el resultado del proceso estandarizador en su fase de codificación (Metzeltin 2007: 149). Este proceso está directamente relacionado con la idea de formación del Estado moderno y la necesidad de este de organizar su información (Giddens 1987). Un Estado moderno en formación requiere de una serie de praxis para constituirse, entre ellas, delimitar cuál será su lengua nacional3 para, posteriormente, producir codificaciones, tales como gramáticas, ortografías o diccionarios. Según Auroux (1992: 28), tanto gramáticas, como ortografías y diccionarios, entre otros productos de la gramatización, deben entenderse como instrumentos lingüísticos, es decir, objetos que sirven de referencia para los usuarios en relación con el uso correcto de una lengua nacional. En este aspecto, los diccionarios, tanto en niveles paratextuales (títulos, prólogos, entre otros) como macro y microestructurales se establecen como actos de habla directivos, siguiendo la terminología de Searle4. Estos actos de habla no son más que una de las tantas formas en que se manifiesta el trabajo estandarizador en pos de un ideal de lengua: el español centro-norteño. O, siguiendo la lógica de Auroux (1997: 120), sería la manipulación del monolingüismo de un Estado-Nación en particular. Un monolingüismo que en el caso de Chile equivaldría al uso de esta norma prestigiosa. 2 Escuela que viene estudiando los procesos de gramatización en Brasil, sobre todo, en el caso de los diccionarios, entendiéndolos como portadores de ideología dentro de un proceso estandarizador. 3 Por lengua nacional se entiende a una variedad lingüística a la que se le aplican reglas explícitas con el fin de homogeneizarla: "[…] los gramáticos crean una o más lenguas nacionales con su historia" (Metzeltin 2004: 29). No hay que confundir, por lo tanto, con lengua oficial, que es aquella que se establece a partir de mecanismos políticos, como constituciones, decretos o leyes. 4 El propósito del acto de habla directivo es intentar que el oyente: "[…] actúe de tal modo que su conducta concuerde con el contenido proposicional del acto de habla directivo" (Searle 2001: 134).
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Para Orlandi (2002: 23) estos procesos de gramatización son usuales en países con tradiciones históricas y lingüísticas de carácter colonial, tal como sucede en Latinoamérica. Por esta razón, el diccionario diferencial reflejará una serie de aspectos relacionados con el tratamiento de la lengua y cómo esta es manejada dentro de los procesos estandarizadores de las nuevas naciones americanas. Desde una perspectiva glotopolítica, estas herramientas lingüísticas, los diccionarios, reflejan construcciones de identidades nacionales en relación con las prácticas sobre el lenguaje5: ¿Qué se presenta?; ¿Qué formará parte de la macroestructura?; ¿Cómo se define la diferencialidad?; ¿De qué forma es incluyente o excluyente el enunciador (el autor) con el "ismo"?, entre otros factores. Estos aspectos serán fundamentales para ver cómo se construye una idea de español en Chile a partir de su análisis. La finalidad de este estudio será dar cuenta de cómo el diccionario diferencial se instala como un instrumento discursivo, histórico e ideológico que funciona como un meta-argumento de absoluta relevancia al momento de ilustrar lo que se ha entendido como 'cuestión de la lengua' en Chile, específicamente: ¿Qué lengua ejemplar hay que seguir?; ¿Cómo se maneja la diferencialidad?; ¿Cómo se instala la unidad idiomática? En relación con este punto, se verá que el rol del diccionario diferencial viene a ser el de complemento del DRAE. Es decir, estos primeros repertorios lexicográficos forman parte de una política lingüística que ve en el español de España la lengua ejemplar (Coseriu 1990)6 y las divergencias lingüísticas son contrastes que estos mismos diccionarios recopilan. Para explicar esto, nos centraremos en dos aspectos de las obras lexicográficas:
5 Al respecto, es fundamental lo que señala Arnoux (2008: 7-8) respecto a las primeros procesos discursivos del naciente Chile republicano, donde insiste en dos hitos fundamentales, entendidos como acontecimientos temporales concretos: la llegada de A. Bello a Chile y la formación del Movimiento literario de 1842. 6 Para Coseriu (1990: 67), una lengua ejemplar responde a la demanda de lograr una unidad virtual dentro de la lengua española. Esta lengua tiene que estar por encima de la variedad espacial y socio-cultural de la lengua común. Se utilizará para los aspectos generales de la vida pública. Se establece, además, como estándar para las variedades regionales.
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− Un componente paratextual dentro de los diccionarios, como lo es el prólogo. − La microestructura de algunos artículos lexicográficos, sobre todo, aspectos relacionados con el segundo enunciado (Seco 1987: 15-34).
3.6.2. Contexto historiográfico: el Chile del siglo XIX La estandarización en Chile, la manera en cómo se ha trabajado para instalar una lengua nacional y sus posteriores codificaciones son el resultado de una serie de transformaciones que empezaron a generarse en la tercera década del silgo XIX. Factores económicos, como el descubrimiento de yacimientos de plata y cobre entre 1832 y 1848, así como el marcado incremento de las exportaciones de trigo y harina a California en 1848 (por la fiebre del oro) gatillaron, entre otras cosas, la temprana instalación del ferrocarril (1851), telégrafo (1851) y sistema de correos (1852). Además, uno de los resultados de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1837-1839) fue el hecho de que Valparaíso se instalara como el puerto más importante del Pacífico Sur, desplazando al Callao en Perú. Para una zona moderadamente marginal dentro de la historia del español de América, como es Chile (de Granda 1994: 75-77) estos acontecimientos son los impulsores de un desarrollo cultural que devendrá en un proceso estandarizador donde se fijará al español como lengua nacional. Fundamental, dentro de este proceso, fue la aparición de la Constitución de 1833, cuyas bases tuvieron una vigencia de casi cien años. Este texto constitucional se instala como un hito dentro de la historia de Chile: su redacción surge después de la Guerra Civil de 1829 y marca el triunfo del orden político conservador. Entre los aspectos que se pueden destacar está el interés del Gobierno por implementar políticas de educación pública y el Congreso, dentro de esta instancia, se haría cargo de un plan general de educación nacional. El avance de esta implementación es lento y empieza a concretarse durante el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851), quien desarrollará una intensa actividad educativa. La situación hacia 1842 era crítica: solo el 1% de la población asistía a las escuelas primarias. Por esta razón se funda, el mismo año, la Escuela Normal de Preceptores, primera en América y la instancia formativa de maestros de escuela más importante en Chile hasta
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19747. Dentro de este contexto y con los medios económicos para solventar un plan educacional llega Andrés Bello a Chile. Es más: el proceso de codificación se relaciona directamente con el influjo de su magisterio, por lo que se sitúa a Bello como una figura destacada no solo dentro del proceso estandarizador lingüístico, sino cultural en general. Fue importantísimo el rol que tuvo dentro de las políticas culturales que fueron desarrollándose en Chile hasta 1865, el año de su muerte. En Chile, asimismo, publicó su Gramática de la lengua castellana, algunas de sus ideas acerca de reformar la ortografía y un opúsculo fundamental dentro de los ámbitos escolares primarios: sus Advertencias sobre el uso de la lengua castellana, obra clave para poder conocer el estado del español de Chile durante la primera mitad del siglo XIX. La fundación de la Universidad de Chile, también en 1842, es otro hito dentro del proceso estandarizador. Nuevamente Andrés Bello juega un rol fundamental al ser su primer rector. La importancia de la Universidad en relación con nuestro objeto de estudio se relaciona directamente con las condiciones de producción de los diccionarios, ya que una de sus funciones era la supervisión de la enseñanza en sus distintos niveles, lo que implicaba la selección, revisión y aprobación no solo de los libros de texto, sino que de toda obra que tuviera una función pedagógica. Es así como la gran parte de los diccionarios que se analizarán en este ensayo pasaron por el plácet de la Universidad de Chile. Otro hecho clave dentro de la estandarización en Chile fue la fundación del Movimiento Literario de 1842, un referente que sentó las bases de la cultura nacional (Metzeltin 2007). El Movimiento surge después de una serie de polémicas relacionadas con las posibles correcciones e incorrecciones lingüísticas en Chile, sobre todo en el ámbito de la creación literaria, conocida como la Controversia filológica8. El resultado de esta controversia es la formación de un grupo de intelectuales, el Movimiento Literario de 1842, quienes publican un texto fundacional, publicado en
7 A principios de la dictadura de Pinochet las escuelas normales son reestructuradas y, posteriormente, cerradas definitivamente, por lo que la enseñanza básica pasa a formar parte de la malla universitaria. 8 Generada a partir de cartas entre A. Bello y D. Faustino Sarmiento, entre otros, publicadas con seudónimos en el diario El Mercurio de Valparaíso.
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mayo de 1842, cuya autoría es de José Victorino Lastarria9. En el texto se señala que "la ilustración, costumbres y leyes" (Lastarria 1842: 3) aún son áreas que no se han desarrollado en Chile, a pesar de la consolidación de la democracia y la prosperidad económica. Asimismo, el autor insiste en la crítica situación de la educación en Chile: "todavía entre nosotros no hay un sistema de educación, los métodos adolecen de errores y defectos que la época moderna tilda con un signo de reprobación y de desprecio casi infamante" (Lastarria 1842: 9) y señala que la mejor forma de poder lograr un proyecto educativo es con la difusión de la lengua española10. En efecto, el discurso de Lastarria hace un llamado a que la intelectualidad chilena se haga cargo de la lengua española: "Estudiad esa lengua, Señores, defendedla de los extranjerismos; y os aseguro que de ella sacareis siempre un provecho señalado, si no sois licenciosos para usarla" (Lastarria 1842: 11). Un impulso que, sin duda alguna, se establece como una de las primeras instancias discursivas donde se percibe un proyecto estandarizador. Otro punto crucial dentro de este proceso es la aprobación de lo que se conoce como ortografía chilena en 184411, proyecto puesto en marcha por
Quien será, además, el primer director de la Academia Chilena de la Lengua, fundada más de treinta años después. 10 "[…] y poseemos una habla que anuncia los progresos de la razón, rica y sonora en sus terminaciones, sencilla y filosófica en su mecanismo, abundante , variada y expresiva en sus frases y modismos, descriptiva y propia como ninguna" (Lastarria 1842: 11) 11 El proyecto es desterrar 'letras superfluas' (Bello 1823: 56), fijar reglas para que no haya letras unísonas -letras poligráficas-: "si un sonido es representado por dos o más letras, elegir entre estas la que represente aquel sonido solo, i sustituirla en él a las otras" (Bello 1823: 56) y fijar normas para una correcta pronunciación (ortoepía). El proyecto se llevaría a cabo con las siguientes reformas: 1. Representar el fonema / x / siempre por < j >: jente, jitano. 2. Representar el fonema / i / siempre por < i >: soi, mar i tierra. 3. Representar el fonema / r / siempre por < rr >: rrazón, enrrolar. 4. Representar el fonema / θ / siempre por < z >: azul, zebo, zinco. 5. Representar el fonema / k / siempre por < q >: qasa, qoqe, quna. 6. Suprimir la < h > muda: ombre, ora, onor. 7. Suprimir la < u > muda en "que, qui": qema, qinto. 8. Suprimir la < u > muda en "gue, gui": gerra, giso. De estas ocho propuestas de reforma ortográfica, 1 y 2 tuvieron vigencia hasta 1927, además de la propuesta de Francisco Puente, que era el uso de 9
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Domingo Faustino Sarmiento (en ese entonces, el director de la Escuela Norma de Preceptores) y Andrés Bello (rector de la Universidad de Chile) y que se puede entender como uno de los logros de la representación ideológica de la nación, al exponer la lengua común y legítima, tal como señala Narvaja de Arnoux (2008: 165). En relación con este punto, el hecho de codificar en un diccionario implicará, por lo tanto, una elección ortográfica. De esta forma, el optar por la ortografía chilena o la general será motivo de disputas o de adherencias. Por ejemplo, dentro de las obras estudiadas, solo en los diccionarios de Rodríguez y Echeverría y Reyes se encuentra el uso de la ortografía chilena. Por el contrario, Román fue un conocido defensor de la ortografía general, tal como puede verse en numerosos opúsculos publicados por la misma razón12. Otro hito dentro del proceso de la estandarización en Chile fue la fundación de la Academia Chilena de la Lengua el 5 junio de 1885. Relevante, dentro del objeto de estudio, porque tres de los cinco autores estudiados formaron parte de ella y tuvieron, además, una activa participación (Rodríguez, Román y Medina). La finalidad de la Academia Chilena es velar por la pureza y el esplendor de la lengua española, además de contribuir a los trabajos de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española y colaborar con otras instituciones en materias relacionadas con el idioma y con su literatura, especialmente la chilena. Cada uno de estos sucesos es parte fundamental de la estandarización en el Chile republicano. Además ayudan a construir, en parte, las condiciones externas de producción de estos diccionarios.
por < x > ante consonante. Esta es la llamada "ortografía chilena". Fuera de eso, gracias a la presión de Samiento, 3, 6 y 7 tuvieron vigencia entre 1844 y 1847. 12 En 1914, Manuel Antonio Román publica un artículo llamado "Escribamos español con ortografía española" para apoyar, así, el proyecto de ley presentado al senado para que se adopte como ortografía oficial del Estado de Chile la ortografía académica. Allí el sacerdote enfatiza: […] y deseo con toda mi alma que cuanto antes sea ley de la República, para volver con el buen nombre de Chile y para que cese la anárquica confusión que, con escándalo de todas las naciones del habla castellana, reina entre nosotros. (Román 1914: 3).
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3.6.3. Prólogos y segundo enunciado como actos glotopolíticos El análisis histórico del discurso, tal y como lo plantea la Escuela de Campinas (Orlandi 2000) y Arnoux (2008), entiende los instrumentos lingüísticos como discursos13. Los discursos diccionarísticos están directamente relacionados con las condiciones de producción, las cuales, en sentido estricto, tienen que ver con la figura del lexicógrafo (sea este un autor, la editorial o el equipo de trabajo, entre otros) 14, y se manifiestan de forma directa en los espacios paratextuales, como en el prólogo o en la información entregada en la microestructura15. En efecto, en estos espacios se presentan reflexiones relacionadas con las ideas lingüísticas, en torno a la unidad, diversidad, prescripción o a la descripción de la lengua española. Además, la estructuración del segundo enunciado confirmará actos de habla directivos, en relación a la lengua ejemplar, o bien, confirmará la diferencialidad como un acto de habla representativo, tal como veremos más adelante16. Por lo mismo se puede afirmar que los diccionarios son actos glotopolíticos, siguiendo el término de Arnoux (2008: 11-15), por dos razones: − En primer lugar, porque dan cuenta de reflexiones en torno a un ideal de lengua ejemplar o ante tópicos usuales dentro de los procesos codificadores, como lo es la actitud ante una posible fragmentación lingüística, ante los préstamos o ante una entidad que forme parte de una normativización, como lo es la RAE. En efecto, estos aspectos pueden observarse claramente en prólogos y en el tratamiento de la microestructura. Por discurso, en este ámbito, se toma el planteamiento de J-J. Courtine (1981: 40), para quien un discurso es un objeto integralmente lingüístico e histórico. 14"[…] En sentido amplio incluirán el contexto socio-histórico, ideológico" (Orlandi 2000: 30). 15 Por ejemplo, dentro de los espacios del segundo enunciado, tal como mostraremos en la presente investigación. 16 "El propósito de los actos de habla representativos […] es el de presentar la proposición como representación de un estado de cosas del mundo. Algunos ejemplos de esto son las afirmaciones, descripciones, clasificaciones y explicaciones" (Searle 2001: 133). 13
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− En segundo lugar, porque los diccionarios, en tanto discursos, forman parte de la construcción de un imaginario social, fundamental dentro del proceso estandarizador en Hispanoamérica. A propósito de esto, Nunez (2006) señala que la producción lexicográfica es atravesada por redes de memorias discursivas, las cuales responden a formaciones discursivas17. A partir del análisis de los artículos lexicográficos, puede verificarse la presencia de voces (vigencia léxica); su modificación (transición semántica o polisemia) o su desaparición (mortandad léxica). De esta forma, el diccionario monolingüe diferencial, en tanto herramienta, posee una función totalmente estandarizadora: su existencia ayuda, desde un punto de vista lingüístico, a organizar y consolidar los estados nacionales modernos a partir de estos procesos de gramatización18. Estas herramientas, en consecuencia, delimitan, caracterizan, fundamentan e imponen una identidad nacional19. Un proceso que viene a ser la respuesta a la necesidad de construir identidades nacionales, después de los procesos emancipadores en Latinoamérica. Esta identidad irá de la mano de un rol fundamentalmente prescriptivo entre los autores de estos diccionarios diferenciales. Rodríguez, autor del Diccionario de Chilenismos (1875), afirma, respecto al hablar nacional: La incorrección con que en Chile se habla i escribe la lengua española es un mal tan generalmente reconocido como justamente deplorado […] Chile sea en América lo que fue Beocia en Grecia, o lo que es Galicia en
"Como todo discurso, el diccionario tiene una historia, construye y actualiza una memoria, reproduce y desplaza sentidos, inscribiéndose en el horizonte de los decires históricamente constituidos" (Nunez 2006: 18). 18 A propósito, es totalmente relevante lo que señala A. Giddens (1987: 191-194) respecto a la conformación del Estado Moderno, en relación a un aspecto fundamental para su estructuración: la organización de la información, es decir, de los discursos, a partir de un lenguaje uniformado. 19 A propósito, confróntese con lo señalado por Lara (1997: 26) en relación a su teoría del diccionario monolingüe: "[…] la reflexión sobre la lengua que ocurre en el siglo XVI es, claramente, una reflexión orientada y aprovechada por la política, ligada a las necesidades de los estados nacionales", en donde los procesos de gramatización responden a esta dinámica política y social. 17
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España, tierra de molleras cerradas i de lenguas de trapo. (Rodríguez 1875: VII).
O, en el caso de Ortúzar, autor del Diccionario manual de locuciones viciosas (1893), cuya finalidad no es entregar en su diccionario las voces diferenciales propias de Chile, sino que dar cuenta de las incorrecciones lingüísticas del español: Se nos tilda á los hispano-americanos de hablar cierta jerigonza y de ser como contrabandistas del idioma español: tantas son las locuciones viciosas que tienden entre nosotros á convertirlo en un revuelto fárrago, ya que no en miserables dialectos. (Ortúzar 1893: V)
O bien, la identidad está directamente relacionada con la presentación más objetiva del inventario léxico, como en el caso de Echeverría y Reyes, autor de Voces usadas en Chile (1900): […] porque dar a conocer en detalle las diversas voces proferidas constantemente en una determinada región, exije fidelidad completa de exposición, esto es, no omitir ninguna y precisar su significado […]. (Echeverría y Reyes 1900: XXI)
La identidad también puede reflejar una política lingüística que busca una unidad idiomática de carácter panhispánico, unidad que busca una lengua común, uniformada, como lengua ejemplar, una reacción usual entre algunos intelectuales decimonónicos, que veían el devenir del español como el mismo que tuvo el latín después de la disolución del Imperio Romano: Lo único que se ha visto y se ve, es mancharse un idioma con giros y voces exóticas, perdiendo así su nativa hermosura […] un todo abigarrado y heterogéneo, que lleva en sí mismo el germen de disolución y las causas de fealdad. (Román 1901-1908: IX)
En síntesis, estos instrumentos lingüísticos, debido a su tipología de carácter contrastivo, resultan ser complementarios de una herramienta lingüística "mayor", que es el DRAE. Cada uno de los autores, o bien se refiere a este punto directamente, o bien presenta su trabajo como un suplemento de la obra académica. Esto también da cuenta del tipo de estandarización que se ha llevado a cabo, la cual se establece a partir de
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una lengua ejemplar que sería el español de España20, frente al español hablado en Chile que hay que enmendar.
3.6.4. Corpus El Diccionario de chilenismos de Zorobabel Rodríguez (1875) presenta una de las ambivalencias más claras dentro del corpus trabajado. Por un lado tenemos la información que nos aporta el prólogo, de carácter normativo y con una actitud despectiva respecto a la realidad y devenir lingüístico chileno: ¿i qué otra cosa que pecar por ignorancia o perversión del gusto hacen las mas veces los que afean sus escritos con bárbaros, groseros, o cuando menos innecesarios provincialismos? (Rodríguez 1875: XI)
Por otro lado, tenemos la información que entrega en la microestructura de algunos artículos lexicográficos, los cuales se pueden identificar con un acto de habla representativo en términos de Searle (2001), hasta llegar, incluso, a los niveles de defender la diferencialidad lingüística: CATA, CHOROI21 El señor Salvá se equivoca al creer que Cata es en América nombre con que familiar i cariñosamente se llama a las mujeres que recibieron el de María en el bautismo. El diminutivo afectuoso de María es Marica; así como Cata i Catita lo son de Catalina. Cata es tambien el nombre con que designamos en Chile a los loritos o cotorras: viene del araucano cata, agujero i alude a la circunstancia de hacer estas avecillas sus nidos en agujeros que abren en los barrancos de la cordillera o despeñaderos de la costa. Oportuno es observar, no obstante, que el nombre indígena de las cotorras de estas tierras ha ido cediendo su lugar al indígena tambien y onomatópico de choroi, que es el que casi exclusivamente aplicamos a los loros brutos, (en Chile tenemos la gracia de clasificar de bruto a todo lo Lo interesante en la reflexión de Coseriu (1990:70) es que llega a la misma conclusión. En efecto, señala que si bien la cantidad de hablantes de español se concentra en América, el español de España pareciera ser el modelo de ejemplaridad idiomática, tanto por su prestigio, difusión, conocimiento, como por la menor diferencialidad a nivel de lo ejemplar. 21 Para trascripción de los artículos lexicográficos, respetaremos los casos donde se encuentre la llamada 'ortografía chilena', además de los elementos prosódicos de la época. 20
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que no es extranjero) reservando el de catitas i caturritas para los que nos vienen de Mendoza o de Guayaquil […].
No hay, en este caso, ningún tipo de censura respecto al equivalente mapuche del castizo cotorra o del caribe loro, es más, se presentan dos equivalencias mapuches: CALDUDA O CALDUA Empanada ordinaria, que según la lei del grito es siempre con pasa, aceituna i huevo; pero que no tiene comúnmente nada de eso, sino mucha cebolla, muchísimo ají i unas cuantas pizcas de carnaza. El conjunto sin embargo, (i quien esto escribe puede dar fé porque mas de una mañana de invierno ha caido en la tentacion) es de chuparse los dedos propiamente, i no en sentido figurado. Las caldudas son ademas un artículo en que el arte culinario santiaguino no ha podido ser hasta ahora ni superado ni igualado. La capital de la república debe sentirse orgullosa de ello […]
Tal como señalábamos anteriormente, los diccionarios diferenciales caracterizan una identidad nacional. Un artículo como calduda o caldua es un perfecto ejemplo, en el Diccionario de chilenismos (1875), de una construcción del imaginario nacional que se mantiene hasta el día de hoy. La forma en que Rodríguez redacta el segundo enunciado, además, grafica de manera clara cómo un elemento gastronómico forma parte de la tradición de un país. GUAGUA, ITA, GUAGUATEAR, TERO, GUAGUAL Del quichua huahua, el niño hasta la edad de tres años. No es difícil explicarse la extraordinaria fortuna que ha tenido guagua en casi toda América Meridional. Hacia falta en castellano una palabra que fuese a los labios maternales dulce como un beso i suave como un arrullo. Niño era demasiado genérico, infante demasiado sabio, mamon demasiado grosero. Guagua no tenia ninguno de esos inconvenientes. Suave, familiar, de humilde extracción, no podia ménos de penetrar en todos los hogares. Pocos años después de la conquista del nuevo mundo, desde Quito hasta Concepción, todas las mujeres europeas i americanas sabian la dulce palabra i la repetian, de chicas al jugar con sus muñecas de trapo i de carton, de solteras entre sonrojadas i envidiosas, i de casadas con el acento de la mas santa de las alegrías i de la mas completa de las felicidades. Guagüita, es afectuoso diminutivo de guagua. Guaguatear, llevar a un niño en los brazos, mecerlo, arrullarlo.
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Guaguatero, a, a la que guaguatea. Guagualon, tómase en mala parte, pues se aplica al niño demasiado crecido para su edad, bobo, simplote.
Un artículo lexicográfico con este tipo de información se instala como un acto de defensa de una voz diferencial. En este caso, podemos hablar de una forma de perfilar la identidad americana (al ser una voz usual en todo el cono sur), aceptándola y salvaguardándola. Esto lleva a relativizar la idea generalizada respecto de la lengua ejemplar equivalente a una sola variedad diatópica (el español centro-norteño). Tal como señala Coseriu (1990: 72) una lengua ejemplar debe acoger diferencialidades, siempre y cuando estas sean, como en este caso, aceptadas por la norma común del país en cuestión. El Diccionario manual de locuciones viciosas y de correcciones de lenguaje, del sacerdote salesiano Camilo Ortúzar Montt (1893), es un claro ejemplo de lo que se entiende por diccionario de barbarismos22. Ortúzar no se propone dar cuenta de la diferencialidad propiamente dicha, sino de la normatividad, de entregar actos de habla directivos (Searle 2001). Estos los extiende, incluso, hasta el español hablado en España: "Gramáticos y literatos doctísimos han llamado la atención hacia esta corruptela que aflige también á nuestros hermanos peninsulares" (Ortúzar 1893: V). Por lo mismo, el autor se propone entregar un diccionario absolutamente prescriptivo, destinado no solo a usuarios chilenos. En efecto, la primera aparición del diccionario fue en facsímiles publicados en el Boletín Salesiano, folletín que tenía difusión en todo país sudamericano donde hubiera sede de esta congregación. Por lo mismo, el trabajo de Ortúzar es único dentro del corpus estudiado. Es un producto no de la codificación nacional, sino que panhispánica: Desapercibido. Ignorado, Inadvertido, es galicismo el más desatinado, que arguye supina ignorancia y puede considerarse como delito grave contra la lengua, en concepto de Baralt. Es decir, un diccionario cuya finalidad no es dar cuenta de las diferencialidades sino de las incorrecciones idiomáticas. Suele suceder que la macroestructura de un diccionario diferencial de autor posea ambos grupos: voces diferenciales y una guía de incorrecciones idiomáticas, tal como sucede con Ortúzar.
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La finalidad del Diccionario manual de locuciones viciosas y de correcciones de lenguaje será, entonces, la corrección lingüística. Esta corrección, para el autor, se ve reflejada en el refreno de extranjerismos, neologismos y arcaísmos y en la entrega de equivalencias de usos incorrectos para el autor. Por lo mismo, muchas veces encontraremos, equivalencias como un segundo enunciado: Corretiar. Corretear Refriar, refriado, refrío. Resfriar, resfriado, resfrío.
A diferencia de Rodríguez, Ortúzar sigue un mismo argumento tanto en el prólogo como en la estructura de los artículos lexicográficos. Es más, los actos de habla directivos de la microestructura se caracterizan por un discurso marcadamente preceptivo: Demasiado poco. Garrafal disparate: demasiado es exceso, y lo que se quiere significar es muy poco. Inyectarse (los ojos), por encenderse, es la flor y nata de los disparates, pues que inyectar es introducir un líquido en un cuerpo con un instrumento. Mediante á. ¿Qué Cireneo es ese? Suprímase la preposición si se quiere hablar en español.
Distinta es la finalidad del tercer diccionario estudiado: Voces usadas en Chile, de Aníbal Echeverría y Reyes (1900). En palabras del mismo autor, el objetivo era elaborar un "vocabulario chileno". Este vocabulario daría cuenta del español de Chile, sobre todo para los filólogos que se dedican al estudio del español de América. Nunca se había dado una intención de este tipo en la historia de la lexicografía chilena. En este caso, la codificación se enmarca dentro de los espacios de especialistas y académicos, adelantándose décadas a otro proyecto de similares características23.
En efecto, solo conocemos el proyecto de Augsburgo dentro de un ámbito general.
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La actitud normativa está presente con un estudio preliminar (sus "Observaciones Jenerales"24) centrado en cuestiones fonofonéticas, morfológicas y sintácticas del español de Chile: "[...] no para criticarlas y condenarlas únicamente, sino, ante todo, con el objeto de dar una idea de las particularidades del lenguaje del pueblo i del castellano de Chile en jeneral" (Echeverría y Reyes 1900: 23). El autor, además, entrega algunos "vicios del lenguaje" que formarán parte de su diccionario, como barbarismos y neologismos. Distinguirá los vicios propios del español de Chile, entregando la equivalencia en cada incorrección: DEFENDIBLE. –a. –adj. –defendible. DENANTES. –a. –adv.-antes, ahora. DENDE. –a. i prep. –de alli, desde.
Considerando que una de las finalidades de Voces usadas en Chile es prescriptiva, es de esperar que el autor se valga de un modelo de lengua ejemplar. Este modelo de corrección es el diccionario académico, especialmente la duodécima edición de 1884 –el Diccionario de la Lengua Castellana-. Por lo mismo, Echeverría y Reyes se propone, desde una visión marcadamente moderada, descartar algunas voces con equivalente castizo, o bien incorporar voces que no aparecen en el diccionario académico. Para el autor, estas voces características de Chile o de América, poseen las mismas franquicias que provincialismos españoles, y así lo expone. Voces usadas en Chile, por lo tanto, se presenta como una obra lexicográfica que describe y prescribe al mismo tiempo, siguiendo los parámetros de la lexicografía actual, siempre dentro de la normatividad característica del siglo XIX. Destaca, en el tratamiento del segundo enunciado, la distancia que toma del impresionismo, el anecdotario y el enciclopedismo característico de la fase precientífica, ya que busca, sobre todo, una objetividad de corte científico. Un aspecto destacable dentro de su afán descriptivista y que generó gran crítica en su tiempo fue la de incluir voces tabuizadas: Las cuales se establecen como el estudio más completo del español hablado en el Chile decimonónico después de las Advertencias de Bello.
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Les hemos dado cabida por dos razones: desde luego, por juzgar que todo trabajo literario, cualquiera sea su objeto, no envuelve intrínsecamente idea alguna nociva o vituperable [...]; i en segundo término, porque dar a conocer en detalle las diversas voces proferidas constantemente en una determinada rejión, exije fidelidad completa de esposición, esto es, no omitir ninguna y precisar su significado; a no ser ello exacto, todos los Léxicos merecerían, en lo que a decencia de lenguaje respecta, la fea nota de inmoralidad o de ocasionados a pervertir costumbres [...]: labor semejante es sólo el reconocimiento de un hecho. Ningún saber humano es inmoral: llega a serlo cuando su aplicación es ilejítima. (Echeverría y Reyes 1900: XXI-XXII)
Nunca antes la descripción léxica había llegado a este nivel: ACABAR.-ch. vul.-v. –eyacular en el coito. CHUCHA. –ch. vul. –f. -vulva. CHUÑO. –ch. vul. –m. –semen.
Al igual que la mayoría de sus pares lexicógrafos, para el sacerdote Manuel Antonio Román, autor de Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1919), el uso de la lengua española que tienen los chilenos es altamente reprobable. Lo interesante es que el autor no se centra en las clases medias y bajas de la sociedad chilena, sino que se refiere a los estratos socioeconómicos más altos, a los que critica duramente: Tienen dinero bastante y magnífica posición social; visten á la última moda […] son excelentes jinetes y conocen algunos de los modernos deportes; […] son la flor y nata de la sociedad: pero en cuanto á lenguaje, ¡Dios nos libre! porque unas veces por la pronunciación, otras por las voces que emplean, y otras por la sintaxis que conculcan, no dejan nada que envidiar á los que jamás han saludado la gramática. (Román 19011908: XII)
Para Román, el escaso dominio idiomático de parte de este estrato de la sociedad chilena constituye un problema que hay que aplacar publicando estudios de índole gramatical. Lo interesante en este discurso es, sin lugar a dudas, la justificación de un diccionario como mecanismo codificador transversal desde un punto de vista socioeconómico. Es decir, el intento normativizador se expande a todos los niveles de la sociedad chilena.
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Por lo tanto, el autor va perfilando, en el contenido de su prólogo, una política lingüística cuya finalidad es mantener la unidad idiomática. Esta unidad, reflexiona el sacerdote, no puede establecerse a partir del purismo y del liberalismo más extremo y explica, para ello, sus razones. Primero, no serviría el purismo más extremo, donde se desecha, injustificadamente, toda voz que no aparezca en el diccionario académico o que no se use en España. A propósito de esto, véase la defensa que hace de la voz denante o denantes: DENANTE Ó DENANTES, adv. de t. Anticuados los declara el Dicc. y los reemplaza por antes. Lo mismo hace con endenantes, enante y enantes. De este último dice que se usa aún entre la gente del pueblo. Lástima es que los españoles olviden estas riquezas de su lengua y que el Dicc. coopere á este olvido.[…]
Tampoco, argumenta Román, sirve la postura más liberal, según la cual: Lo natural es hablar y escribir como escriben y hablan todos, si es que nos hemos de entender unos con otros; estamos en Chile, y á la chilena hemos de hablar, no á la española ó castellana (Román 1901-1908: VI).
Esta inclinación, a ojos del autor, solo la promulgan los "prevaricadores del buen lenguaje" y, por lo tanto, rechaza de lleno la idea de: "[…] aceptar todo lo que se usa en nuestra República, ora proceda de las lenguas extranjeras, ora de las nativas que en ella se han hablado ó se hablan" (Román 1901-1908: VII). El religioso siente que estas dos posturas llevadas al extremo son marcadamente "viciosas", por lo que él propone un "término medio", donde se acepten solamente voces diferenciales que no posean equivalente en el español: "Las voces castizas y propias tienen de suyo tal virtud, que, apoyándose en ellas, por sí solo se remonta y vuela el espíritu" (Román 1908-1911: X). Por lo tanto, entra dentro de la macroestructura voces diferenciales aceptadas: Paco, m. Chilenismo de los más usados. Es el apodo o sobrenombre que se da al guardia civil; por eso corresponde al despectivo español polizonte.
Además de voces diferenciales con equivalencias: Taimarse, r. Véanse los dos anteriores y corríjase por amorrarse, obstinarse, encapricharse, emperrarse […]
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Solo conociendo las voces diferenciales y agrupándolas en un diccionario se podrá llegar a un conocimiento general de las voces características del español de Chile: "Con esto conseguiríamos, entre otras ventajas, las dos bien grandes de popularizar las voces castellanas correspondientes á las chilenas y de conocer y unificar nuestro lenguaje" (Román 1908-1911: XI): Guata, f. Del araucano huatha, la panza. Es uno de los chilenismos más populares […] Chunchules, m.pl. Del quichua chunchulli, tripas menudas, […]. Significa entre nosotros las tripas, especialmente de corderos, que se guisan y se comen.
Por este argumento, la obra de Román se acerca a un discurso glotopolítico más abierto respecto a la diferencialidad lingüística. En otras palabras, la labor diccionarística diferencial de Román busca complementarse con la norma ejemplar. El Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas es el más amplio registro de artículos lexicográficos dentro de la etapa precientífica. Es la primera obra lexicográfica que posee una abundante información respecto a la flora, fauna y cultura chilena, trabajo que no se había considerado en los diccionarios publicados anteriormente. La razón hizo que Medina escribiera Chilenismos, apuntes lexicográficos fue la de aportar observaciones críticas a dos obras académicas: por un lado, la decimoquinta edición del DRAE que apareció en 1925 y, por otro, la primera edición del Diccionario Manual e Ilustrado que apareció en 1927. Una de las particularidades de la décimoquinta edición del DRAE fue la inclusión de más de dos mil voces procedentes de América, un número inédito en comparación con ediciones anteriores. Muchas de estas voces habían sido tomadas de los diccionarios diferenciales publicados en el último tiempo en todo el continente americano. Por ejemplo, se tomaron muchísimas voces del diccionario de Román, para el caso de Chile. En el prólogo de esta edición se informaba que en la incorporación de estas voces no existió, por lo tanto, "información propia" (DRAE 1925: VIII). En consecuencia, existía una gran probabilidad de encontrar errores. De esta forma, la Real Academia hacía un llamado: "[…] mas espera que las Academias Correspondientes que allá están constituídas puedan ayudarle a enmendarlos en las ediciones futuras" (DRAE 1925: VIII). Dicha intención de colaborar es el motivo que, según indica Medina, le ha
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llevado a escribir el diccionario. Otro tanto sucede con el Diccionario Manual e Ilustrado (1927), obra que incluye todas aquellas voces que incluye un gran número de americanismos. Es por esta razón que Medina celebra su aparición: "debe ser motivo de agradecimiento ese ensayo [del diccionario] que anticipa la Real Academia" (Medina 1928: XVII) y enfatiza en la necesidad de realizar una minuciosa revisión de americanismos y voces referentes a Chile que aparecen en él. Para Medina, la Real Academia no es una entidad incuestionable: No me cuento entre los que rinden tan ciego culto a los dictados del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, hasta el extremo de opinar que no merecen observaciones de cualquiera índole" (Medina 1927b: 1).
Una actitud que merece especial atención, sobre todo porque Medina, al formar parte de la Academia Chilena de la Lengua, estuvo en más de una sesión en Madrid como académico correspondiente, instancia inédita entre los autores chilenos de la producción lexicográfica estudiada. Incluso Medina hace referencia a las propuestas léxicas que realizó en las reuniones académicas a las que tuvo ocasión de asistir (Medina 1927b). Por lo tanto, la labor de Medina se enmarca dentro de una planificación lingüística de corte panhispánico que tiene como objetivo trabajar metalexicográficamente en las obras publicadas por la Real Academia. En esta labor no busca más que precisar un estado de lengua, el español de Chile, ante el español general. Medina, en su prólogo, no hace referencia alguna al estado del español de Chile, tampoco se observa una actitud negativa de parte de él frente a los extranjerismos. Junto con Voces usadas en Chile, de Echeverría y Reyes, Chilenismos, apuntes lexicográficos es la obra más descriptiva dentro del corpus estudiado y esto se refleja en la escasa presencia de algún tipo de prescripción hacia el español de Chile. Solo se observa una actitud normativa cuando el autor se refiere al ingreso de una gran cantidad de chilenismos procedentes de la norma inculta en el diccionario académico. Estas voces proceden del Diccionario de Chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas de Manuel Antonio Román, que, en palabras de Medina, son la "degeneración de pronunciación del bajo pueblo" (1927a: xii). Muchas de ellas Medina las presenta en su macroestructura: Lavaplatos. m. Mal usado por fregadero.
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Mamadera. f. Mal usado por biberón. Ampoa. f. Barbarismo por ampolla.
Son voces que, para el autor, debieran suprimirse. Esta actitud, sin embargo, no va más allá de las voces procedentes de la norma inculta. Es más, Medina se opone a la idea de que los chilenismos en su totalidad se traten como una corrupción del lenguaje, tal como ha sido la constante dentro de la mayor parte de los estudios lexicográficos: ¿Por qué condenar así, de buenas a primeras, voces y giros del lenguaje, que, en ocasiones, y no pocas, son perfectamente aceptables, como de hecho se comprueba si se advierte que el léxico académico les dio lugar en él?" (Medina 1928: XII).
Medina, por lo tanto, se acerca mucho más a una lexicografía de transición, más descriptiva que prescriptiva: Coco. m. fig. Testículo.
Más tolerante en lo que respecta a la incorporación de voces como los extranjerismos, sobre todo si estas se encuentran estabilizadas dentro del sistema lingüístico: Cité. (Del franc.) f. Arq. Construcción compuesta de casas pequeñas, con un patio y puerta comunes, destinadas a ser arrendadas […]
En síntesis, podemos ver que la dinámica se da entre actos de habla directivos y actos de habla representativos, algo que tiene absoluta pertinencia en diccionarios de este tipo: de autor, diferenciales, que aceptan una norma ejemplar que se centra en el DRAE y que forman parte de un proceso estandarizador que normativiza y describe, que prescribe y acepta al mismo tiempo.
3.6.5. Conclusiones A partir de la revisión del objeto de estudio, se puede constatar que estamos ante gestos codificadores donde predomina una voluntad de intervención lingüística. Son estos autores, con sus conocimientos respecto a la tradición normativa, los que señalan qué es correcto o incorrecto. La finalidad de esta intervención es la conformación, por medio de los diccionarios, de un imaginario nacional. Este imaginario, a su vez, se caracteriza por la dualidad entre la defensa de la diferencialidad y
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su penalización. Este contrapunto establece dos vertientes: obras donde se genera la tensión entre la prescripción percibida en el prólogo, frente a una actitud descriptiva, incluso benevolente ante la diferencialidad, como en Rodríguez y Román. En otros diccionarios la finalidad prescriptiva es la fundante de la obra, como en Ortúzar. Hay casos donde lo fundamental es la descripción, a pesar de los prejuicios conservadores del contexto, como en Echeverría y Reyes o, bien, la voluntad de establecer un diccionario como un complemento del DRAE, como en el diccionario de Medina. En el presente estudio se analizaron producciones lexicográficas monolingües y diferenciales publicadas entre los años 1875 y 1928. Estas obras son la respuesta de la intelectualidad chilena frente a la necesidad de establecer una lengua común. Queda pendiente, para un nuevo estudio, determinar cuáles son las condiciones de producción de cada uno de estos diccionarios y qué motivó a cada autor a iniciar su redacción. Solo tenemos claridad, en este punto, respecto a Ortúzar y Medina, pero queda la tarea de centrarnos en este aspecto, fundamental no solo para la glotopolítica del español de Chile, sino que para trazar algunos aspectos de su historiografía. Queda, también, entre los pendientes, ver hasta qué punto estas obras tuvieron un impacto dentro de la comunidad. Es fundamental, en este caso, fuera de las críticas contemporáneas que estas obras recibieron (y de las cuales tenemos testimonio), saber cuántos ejemplares se compraron, se utilizaron y cómo acogió la comunidad estas publicaciones. Por último, cabe destacar que un diccionario monolingüe diferencial contiene una alta carga ideológica, ya que, gracias a su análisis, se puede dar cuenta de cuestiones relevantes dentro de la historiografía lingüística, como nociones de unidad, diversidad, actitud ante la diferencialidad, entre otras temáticas lingüísticas que forman parte de la historiografía lingüística del español de América.
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