La innovación en México y Brasil

Share Embed


Descripción

La innovación en México y Brasil: Una interpretación del modelo de
Revoluciones Tecnológicas.

Seyka Verónica Sandoval Cabrera[1]

José Nabor Cruz Marcelo[2]



Introducción

En el marco del modelo de Revoluciones Tecnológicas que propone la
venezolana Carlota Pérez, (2004) se explica la evolución del capitalismo
desde la sustitución histórica de oleadas de desarrollo caracterizadas por
revoluciones tecnológicas, que transforman la base estructural y el
andamiaje institucional. Cada revolución tecnológica[3] es parte de un
paradigma tecnoeconómico[4], el cual plantea una "optima práctica
económica" que trasciende al plano productivo e involucra la adaptación
institucional al cambio, como condición última del desarrollo. En este
contexto, se propone analizar las sendas de integración que han
desarrollado en las últimas décadas, dos economías latinoamericanas
representativas, México y Brasil, examinando si su ruta en los sectores
agrícola e industrial de exportación, respectivamente, es del tipo dar
alcance —catching up(, tomar la delantera —forging ahead— o quedarse atrás
—falling behind—.



Las dos primeras rutas de desarrollo mencionadas, implican la capacidad
para reconocer el cambio y adaptarse a él aprovechando las ventanas de
oportunidad que se configuran a partir de las ventajas comparativas y
competitivas del espacio en cuestión y las nuevas realidades de la
revolución tecnológica. Quedarse atrás, por otro lado, estaría señalando un
exceso de sinergia que limite la irrupción y despliegue de las nuevas
tecnologías y estructuras institucionales. El sector agrícola de
exportación en México liderado por las hortalizas muestra, con acentuados
claroscuros, estrategia de tipo dar alcance, mientras el riesgo de quedarse
atrás podría alegarse vigente en las proyecciones. Por su parte, las
exportaciones manufactureras en Brasil…



1. El modelo y algunas consideraciones

Los supuestos centrales del modelo sugieren que las revoluciones
tecnológicas son detonadas por innovaciones clave denominadas big-bang,
tales como la apertura de la hilandera de algodón Arkwright en Cromford
durante la Revolución Industrial; la salida del primer modelo-T de la
planta Ford en Detroit, Michigan en la era del automóvil, o bien, el
anuncio del microprocesador Intel en Santa Clara California que inauguro el
paradigma basado en las tecnologías de la información y las comunicaciones
(TICs) (Pérez, 2004:35). Una vez que este detonante aparece sus
aplicaciones se concentrarán en un sector o industria en particular-
industrias núcleo-, lo que revolucionaría los métodos de producción.
Siguiendo con los ejemplos de los bing bang anteriores, las industrias
núcleo resultante son la textil, automotriz y la informática y
telecomunicaciones. El bing-bang y las industrias núcleo son ubicadas a
su vez en un país núcleo que "actúa como líder económico mundial durante
esta etapa" (Pérez, 2004:35).

El modelo divide cada oleada de desarrollo en dos periodos,
instalación y despliegue, que a su vez se subdividen en dos fases cada
uno, irrupción-frenesí, y sinergia-madurez. El periodo de instalación
inicia en un contexto de estancamiento económico y saturación de mercados.
El ciclo de vida de la revolución tecnológica anterior ha terminado y la
reproducción del capital empieza a ser insostenible en un entorno de
crisis, o al menos de estancamiento.

En el periodo de instalación del modelo de las Revoluciones
Tecnológicas y Capital Financiero (MRTyCF) (Pérez, 2004) la fase de
irrupción se caracteriza por la entrada de las nuevas tecnologías en un
contexto en el que la contradicción entre "lo nuevo y lo viejo" se agudiza,
lo primero compite por imponerse y lo segundo por sobrevivir o rejuvenecer.
Las innovaciones muestran su potencial al atraer flujos de capital
financiero, join ventures o angels, en búsqueda de nuevas oportunidades de
inversión que se han cancelado naturalmente en las tecnologías maduras del
viejo paradigma. "Pronto, el crecimiento asombroso y las proezas de
productividad de las nuevas industrias atraen a los inversionistas…"
(Pérez, 2004:81). El aparente caos en los precios, las quiebras y el
desempleo se desarrolla entre innovaciones que siguen apareciendo en
racimos.

El respiro que las innovaciones otorgan a la reproducción del capital
productivo a través del capital financiero, definido por Pérez(2004) y
antes por Schumpeter (1912) como agente revolucionario en la instalación
del cambio, provoca a su vez innovaciones en el mundo financiero que
permiten ampliar aún más la bolsa para financiar a un mayor número de
emprendedores. Se inicia una fase de frenesí en la cual aparecen los Henry
Ford, Mark Zuckerberg y Steve Jobs. Las nuevas tecnologías trascienden a
los sectores de nueva creación para "rejuvenecer" a las industrias del
viejo paradigma. El capital financiero se incrementa y diversifica sus
funciones más allá del financiamiento a la nueva revolución tecnológica al
abrir amplios espacios para la especulación a través de herramientas de
corto plazo
Durante el frenesí, el incremento de la productividad y las
ganancias basadas en las nuevas tecnologías y el inicio del
rejuvenecimiento de las anteriores, estimula el optimismo inversor y
especulativo que infla la burbuja basada en las innovaciones. Al tiempo, y
mientras nuevos líderes aparecen en todas las esferas, la desigualdad y el
desempleo es provocado por el proceso de destrucción creativa, que resume
el periodo de instalación. "La riqueza que ha crecido y se ha concentrado
en pocas manos es mayor a la que puede absorber la inversión real. En buena
medida este exceso de dinero se destina a promover la revolución
tecnológica […] lo cual suele llevar a una sobreinversión cuyas
expectativas no se pueden cumplir […] El final del frenesí es un tiempo de
burbuja financiera[5]." (Pérez, 2004:83)

El estallido de la burbuja o intervalo de reacomodo[6], marca el
final del periodo de instalación depurando las sobre-expectativas de la
sobreinversión a través de la crisis, se manifiesta en primera instancia en
el sector financiero. Dicho intervalo representa la necesaria destrucción
del capital y la consecuente renovación de los liderazgos en el mundo
económico. La crisis empeora la situación en la distribución del ingreso
mientras se agudiza las situaciones de quiebras y fusiones. La respuesta de
la política económica es vacilante y en ocasiones contradictoria expresando
la caducidad de las herramientas de política del anterior paradigma y la
necesidad de renovar las instituciones. La dinámica regulatoria resultante
entre gobiernos y capitales definirá una época de oro, como sucedió en el
periodo de posguerra u oropel[7].


Ubicados temporalmente en el intervalo de reacomodo, el modelo supone
una adaptación institucional eficiente, particularmente en términos de
regulación y distribución de la riqueza como base de una estrategia de
desarrollo sostenida. En el caso de los gobiernos la tarea es lograr que el
proceso de acumulación continúe desplegándose en toda la economía con
efectos positivos en la distribución y el empleo. Para los capitales las
estrategias de integración y desarrollo exitosas son las de catching up
-dar alcance- o forging ahead -tomar la delantera-. El escenario negativo
es quedare atrás –falling behaind-

Superado el intervalo de reacomodo, la primera mitad del periodo de
despligue, la fase de sinergia, significa, considerando una hipótesis
positiva, la vuelta a la producción y los esfuerzos por distribuir el
ingreso, así como la regulación financiera. Los efectos de las innovaciones
en las industrias núcleo se expanden al resto de la economía, "El nuevo
paradigma reina ahora supremo; su lógica permea todas las actividades,
desde los negocios hasta el gobierno y la educación." En la fase de madurez
y fin del ciclo del modelo, el paradigma se agota y los mercados empiezan a
saturarse, los ganadores del paradigma por agotarse reclaman su eternidad y
se manifiestan como fuerzas inerciales al cambio frente al nuevo paradigma
que se gesta paralelamente. Es el tiempo de las fusiones, adquisiciones y
migración de capital. "El escenario está preparado para la declinación de
todo el modo de crecimiento y para la siguiente revolución tecnológica."
(Pérez, 2004:88)

1. Aclaraciones al modelo

En un documento corto como el presente, es en extremo complejo describir el
modelo de las Revoluciones Tecnológicas sin que éste le parezca al lector
simplista y determinista. Dicho juicio, sin duda, no haría justicia a la
obra a la que este documento se remite. En un intento por evitar lo
anterior, nos permitimos las siguientes aclaraciones:

El uso del modelo para casos concretos es un intento por explorar el
análisis de lo particular desde planos teóricos y metodológicos más
amplios, que nos permitan trascender a los marcos analíticos que se
concentran espacialmente, abstrayéndose de dinámicas generales que sin
lugar a dudas tiene un impacto de mayor o menor significancia en cada
caso. Este documento es así, un segundo ejercicio de los autores, por
aterrizar teorías generales[8].

El riesgo de modelos como éste es la interpretación que lleva al
determinismo tecnológico. El modelo claramente prevé la unidad
dialéctica entre capital financiero y productivo, su sinergia positiva
y su escisión en determinadas fases del modelo, así como la
importancia de la construcción de un aparato institucional que delinea
en última instancia el carácter de la senda de desarrollo en general,
atendiendo a una visión global. La causación de las diferentes etapas
del modelo no son una camisa de fuerza, sino la síntesis de una
revisión histórica que arroja regularidades generales, que de ninguna
manera son planteadas como eternas e inamovibles.

Es necesario señalar también, que la consideración de la categoría
países núcleo, está claramente inspirada en visiones materialistas de
tipo marxista y shumpeterianas, en las que el cambio sucede de arriba
hacia abajo en términos de hegemonía. Siguiendo este planteamiento hay
dos temas a señalar:

La hegemonía es un producto superestructural derivado de la ola
de innovaciones radicales, que llevan a la superioridad financiera
resultado de los beneficios extraordinarios de la nueva combinación;
es decir, se es hegemónico por ser innovador en última instancia, y no
vicerversa.

En segundo lugar, dicho planteamiento, no debe llevar a observar
a los países no núcleo como meros seguidores autómatas en el camino
del desarrollo planteado por el paradigma tecnológico; es importante
considerar a la variable institucional como la herramienta
indispensable para lograr una senda de catching up que pueda sentar
las bases para tomar la delantera, verbigracia China.

Finalmente,

Los ejemplos que hemos elegido para contrastar el modelo en América
Latina -agricultura y manufactura de exportación en México
y Brasil, respectivamente- son definidos como industrias no núcleo. En
el contexto del modelo se considera la propagación de los paradigmas
hacia la periferia. Dichos ejemplos son estratégicos por su origen y
desarrollo en términos de integración a la economía global. El
objetivo es explorar el modelo desde lugares poco comunes, tales como
países no núcleo e industrias no núcleo en la carrera hacia el
desarrollo.



El desarrollo como un blanco móvil



México y la especialización hortícola

En el contexto de la agricultura de exportación en México, el grupo de
productos más dinámicos son las hortalizas de invierno, lideradas en la
producción y exportación por el Estado de Sinaloa, situado al noroeste del
país. La introducción de la producción de hortalizas en México data de
principios del siglo XX y en el marco shumpeteriano es considerada una
innovación, desde la perspectiva de la introducción de un nuevo bien y la
apertura de un nuevo mercado. La coyuntura histórica en la construcción de
ferrocarriles desde Estados Unidos a México, en los primeros años del siglo
XX, permitió la exploración de nuevos territorios y la advertencia de las
oportunidades de explotación para estos alimentos, por parte de los
extranjeros vinculados en primera instancia a los proyectos de transportes.
Así, el inicio de la explotación hortícola es una externalidad al
desarrollo de los transportes.

El desarrollo del ferrocarril, llegó a México como resultado de la segunda
Revolución Tecnológica que tuvo como origen Inglaterra y fue gestada y
desplegada en los países núcleo en el periodo de 1829-1873. Su propagación
hacia la periferia alcanza a México a finales del siglo XIX y principios
del XX. En este contexto, el proceso de industrialización en Estados Unidos
–tercera Revolución Tecnológica, 1875-1918, Era del acero y la ingeniería
pesada- desplazó a la actividad agrícola como actividad económica no
central hacia países en desarrollo o atrasados, alterando con ello la
división internacional del trabajo en el marco de la construcción del
liderazgo mundial. Estados Unidos y Alemania toman la delantera, Inglaterra
se queda atrás y los países no núcleo como México inician la
especialización en bienes primarios.

¿En qué medida este proceso de destrucción creativa internacional y en
Estados Unidos particularmente, delineó el patrón de especialización
agrícola en México y su influencia en la senda de crecimiento y desarrollo?


La paralización de la minería[9] llevó a la búsqueda de nuevas
oportunidades que se abren paso, primero en la producción de azúcar, y
segundo en la de hortalizas. La coexistencia entre la madurez de la minería
en el Estado, y el resto del país, al tiempo que los cultivos de
exportación irrumpían, significó reconfiguraciones en los liderazgos
económicos y políticos que en gran medida fueron impulsados desde afuera.

Uno de los componentes centrales del motor exógeno fue el financiamiento de
la horticultura, el cual, de manera casi exclusiva consistió en crédito de
avío y refacción [Frías, 2007: 45; Carrillo, 2007: 19; Carton de Grammont,
1990: 73], al menos hasta la década de los años treinta del siglo xx,
cuando inició el desarrollo de la banca local. El financiamiento otorgado a
los productores por parte de las compañías comercializadoras extranjeras
estableció lo que hoy se define como una relación subordinada o cautiva, en
la que el prestamista no solo otorgaba una cantidad de recursos a una
determinada tasa de interés, sino que adquiría un rol tutorial durante todo
el proceso productivo [Gereffi, Humphrey y Sturgeon, 2005/b: 84]. El
crédito otorgado funcionaba como crédito de operación e infraestructura, a
partir de él no solo se rentaba o preparaban las tierras para la siembra y
adquirían las semillas e insumos necesarios, sino que también era utilizado
para la construcción de infraestructura de riego, canales y bombas, por
ejemplo [Carton de Grammont, 1990: 73; Carrillo, 2007: 19 y Frías, 2007: 42-
43]. La dinámica era básicamente "agricultura de contrato" entre la
compañía comercializadora o el broker y el productor.

Las redes comerciales que se forman a partir de la gobernabilidad cautiva
suelen tener un grado de coordinación alto o vertical, lo cual implica,
teóricamente, que las rentas extraordinarias son monopolizadas por un grupo
oligopólico de empresas. Para el caso en cuestión, algunas compañías
comercializadoras migraron sus capitales para explotar actividades que se
volvieron periféricas y, por tanto, menos rentables en sus países de
origen. En este contexto, se supondría que el control sobre las ventajas
comparativas de costos en el exterior serían condición para
controlar/coordinar el origen de las rentas extraordinarias.

La industrialización en Estados Unidos y el consecuente desplazamiento de
la actividad azucarera y hortícola, acompañada de financiamiento, técnicas
y tecnología, como motores exógenos, delinea desde afuera, y ante la
ausencia de motores endógenos definidos como el crédito y las regulaciones
sobre tierras, una especialización que respondió y sigue respondiendo al
mercado exterior, mostrando así una senda de integración exitosa,
concentrada en sus beneficios y con pocas posibilidades de generar derramas
internas de gran envergadura.

Una vez que los cultivos de exportación en el noroeste irrumpen e inicia el
desplazamiento de otros capitales en la minería y los cultivos básicos, los
beneficios en la producción-exportación de hortalizas expusieron un
comportamiento ascendente que atrajo a empresarios de todas latitudes. Este
frenesí llevó a la fiebre del oro rojo.

Al tiempo que en el mundo irrumpía la cuarta revolución tecnológica
caracterizada por la era del petróleo, el automóvil y la producción en
masa, los dorados veinte; en Sinaloa la producción y exportación de
hortalizas se mantuvo en sintonía con el auge, un escenario coherente si
consideramos la importancia del financiamiento exterior. A principios del
siglo xx el horticultor –definido en esta etapa como empresario
schumpeteriano- no terminaba de definirse, coexistían inmigrantes europeos
y estadounidenses con campesinos mexicanos atraídos de todas partes de la
República. Además, algunos productores mexicanos dedicados a la producción
de granos básicos habían decidido incursionar en el cultivo del tomate,
debido a la inestabilidad del mercado nacional [Frías, 2007: 46]. De
acuerdo con versiones de algunos historiadores [Carton de Grammont, 1990:
74; García, 2005: 446-448], se podía encontrar horticultores tanto griegos
y estadounidenses como indígenas mayos. Cada uno de estos productores
explotaba diferente cantidad de tierras y tenían distintos niveles de
financiamiento, capacitación, orígenes culturales y visión de negocios.

El término de la fase de beneficios altos en corto plazo termina con la
crisis del 29 y los efectos de la Gran Depresion del principal mercado de
destino, Estados Unidos. La crisis de sobreproducción experimentada en
1927, y el impacto de la recesión de los años treinta [Carton de Grammont,
1990: 76] (gráfica 3.1), conllevaron a la formación, por medio de un fuerte
proceso de depuración, del primer grupo de horticultores locales que
encabezaron la primera etapa de aprendizaje.

Gráfica 3.1 Sinaloa 1929-1940. Producción y exportación de tomate
Fuente: Sandoval [2007: 39]

Como consecuencia del auge tomatero de los años veinte, se pudieron
acumular grandes excedentes que propiciaron una autonomía relativa al
financiamiento exterior, dando origen a un sistema financiero local
orientado a impulsar el sector agrícola. Este salto (upgrading) –relativa
independencia financiera– puede ser explicado por el efecto racimo que
provoca el empresario schumpeteriano al poner en marcha una nueva
combinación, que en este caso fue "la introducción de un nuevo bien y la
apertura de un nuevo mercado" [Schumpeter, 1912, 1997: 77]. Los inmigrantes
traídos por el desarrollo de los transportes y las primeras compañías
comercializadores se definieron en este contexto como empresario, debido a
que llevaron a la práctica la nueva combinación. El hecho de que fuera
quien financiara el proceso, en el caso de la comercializadora, no la
eximía de su rol empresarial, puesto que "[…] si bien los empresarios
pueden ser inventores, como pueden ser capitalistas, lo son por
coincidencia y no por naturaleza, y viceversa" [Ibid: 98].

El éxito de la nueva combinación se midió por la magnitud del excedente
generado que permitió, a partir de la producción y exportación de
hortalizas, no solo restaurar la inflación del crédito inicial para
financiar la nueva combinación, sino que creó nuevos negocios, como la
banca local y regional, y reorganizó la actividad económica, en la que el
horticultor adquirió un nuevo papel en la cadena de valor. Aunque de
acuerdo con Frías [2007: 48-50], la autonomía financiera obtenida frente a
las comercializadoras fue relativa, el grupo de productores independizados
transformaron un vínculo cautivo entre productor y comercializador, a otro
que se definió como relacional. (Gereffi et al., 2005/b, 83-84).

El hecho de que en la primera etapa de aprendizaje solo un grupo de
productores pudiera seguir a las compañías comercializadoras, se explica de
acuerdo con Schumpeter [1912, 1997] porque "las cualidades del empresario
como todas las demás cualidades, se distribuyen en grupos étnicamente
homogéneos" [Schumpeter 1912, 1977: 228]. Ello supondría validar la
hipótesis del choque externo dominante aquí planteada, considerando que la
horticultura sinaloense fue desarrollada por un grupo de familias
extranjeras que han logrado, en cierta medida, perpetuarse en el mercado
durante casi un siglo [Carrillo, 2007: 18; Frías 2007: 51].

La primera etapa hortícola se desarrolló desde finales del siglo XIX
y principios del XX. Durante este periodo terminó la segunda revolución
tecnológica (máquinas de vapor y ferrocarriles, 1873), se instaló y
desplegó la tercera (acero e ingeniería pesada, 1875-1918) e inició la
cuarta (petróleo, automóvil y producción en masa, 1908). Las reminicensias
que recibe el noroeste de México pueden suponerse en el desarrollo de los
transportes y la construcción de canales, así como los procesos de
electrificación, financiamiento y técnicas extensivas de producción. Los
resultados más importantes en el orden institucional, fueron la creación de
la CAADES como plataforma institucional y el sistema financiero local.

Una vez que la crisis del paradigma tecno económico que afectó severamente
a Estados Unidos, terminó en 1943, el proceso de recuperación y desarrollo
de quien seguiría siendo el principal mercado de destino, y el poder
hegemónico dominante del siglo XX, se extendió hasta 1973. En dicho lapso
la agricultura, de nuevo bajo el impulso tecnológico de USA y sus canales
de financiamiento que ahora acompañaban a la banca local introdujeron los
avances de la Revolución Verde.

La Revolución Verde, producto derivado de la cuarta Revolución Tecnológica
y una economía intensiva en petróleo, transformó la agricultura extensiva
en intensiva y estuvo acompañada por esfuerzos institucionales de
investigación y desarrollo en los cultivos básicos, no así de exportación.
Las hortalizas, afectadas tecnológicamente se expandieron a otros estados
del país y frente al bloqueo cubano fortalecieron su posición exportadora
en los Estados Unidos. Los motores endógenos internos como la Reforma
Agraria, significaron un reacomodo institucional pero no político, que
permitió a los pequeños productores acaparar las tierras de los valles y
encubrir proceso latifundistas.

Después de casi cinco décadas de desarrollo de la banca local (1935-1982),
no se generaron desarrollos tecnológicos que disminuyeran la dependencia
externa de los productores, así como tampoco se superó la subordinación de
los mismos a los canales de distribución controlados por los mayoristas
estadounidenses [Sandoval, 2009:15]. No obstante, en la década de los
ochenta el tomate mexicano representó más de 99% de las importaciones de
tomate de Estados Unidos [usda, 2006], y Sinaloa dio cuenta de 50% de la
producción de tomate nacional durante el periodo 1930-1960 [Carillo,
2004:1]. La posición de exportador dominante contrastaba con una estructura
cautiva de gobernabilidad.

Durante la crisis económica que cambió el modelo de crecimiento en
los años ochenta, la banca en México fue nacionalizada, y la dependencia
tecnológica del patrón de especialización se profundizó por una nueva
dependencia financiera que revaloraba de manera negativa al nodo
exportador, lo regresaba a su carácter trabajo-intensivo de principios del
siglo xx, afectando seriamente el margen de rentabilidad y la
revalorización del subsector. Un subsector del que por cierto se esperaba
que actuara como motor del crecimiento agrícola en el marco del proceso de
liberalización comercial.

El reto que significó la irrupción de la quinta Revolución
Tecnológica (Informática y Telecomunicaciones, 1971) la cual requirió
transformar toda la base productiva al tiempo que acortó las distancias y
los costos de organización, representó un gran proceso de depuración que
fortaleció la dependencia tecnológico-financiera y la concentración de los
productores. El downgrading de los horticultores pasó casi inadvertido
frente la crisis de deuda en los años ochenta, la obsolescencia del Estado
de Bienestar y el advenimiento del modelo neoliberal. De manera paradójica,
los cultivos de alto valor fueron priorizados por la política agrícola en
el marco del nuevo orden alimentario mundial,[10] que enfatiza como
estrategia de crecimiento –con base en ventajas de costos– las
exportaciones de alimentos, como frutas, hortalizas, verduras y plantas de
ornato.

El modelo exportador se sostiene en su proceso de adaptación y está
organizado a partir de los requerimientos del mercado externo, los
principales insumos estratégicos como semilla y certificaciones, son
impuestos como barrera a la entrada y en modelos de mercados cautivos. La
competitividad se pierde sistemáticamente, en 1980 México representaba
99.65% y en 2007 la caída llegó a 78.6%. [usda, 2006; usda, 2008]. El
recorrido hortícola ha ido desde estrategias de dar alcance, hasta
vislumbrar la posibilidad de quedarse atrás peligrosamente.



Bibliografía

– Carrillo Rojas, Arturo. (2007) "Apuntes para la historia de la
empresa hortícola en el valle de Culiacán". En Carrillo Rojas, Vidales
Quintero, Rodríguez Benítez (Coord.). Contribuciones a la historia
económica, social y cultural de Sinaloa. Culiacán. Universidad
Autónoma de Sinaloa.
– Carton de Grammont, Hubert. (1990) Empresarios agrícolas y el estado:
Sinaloa 1893-1984. México. UNAM.
– Frías Sarmiento, Eduardo. (2007) "Empresas y empresarios del tomate
sinaloense: una aproximación al periodo 1920-1956". En Carrillo Rojas,
Vidales Quintero, Rodríguez Benítez (Coord.). Contribuciones a la
historia económica, social y cultural de Sinaloa. Culiacán,
Universidad Autónoma de Sinaloa.
– García Torres, Guadalupe. (2005) Memorias de un inmigrante griego
llamado Theodoro Pappatheodorou. México. CEFRAL.
– Gereffi, Gary; Humphrey, John; and Sturgeon, Timothy. (2005/b) "The
governance of global value chains". En Review of International
Political Economy, Vol. 12, Núm. 1. Abingdon, Taylor & Francis Group
Corporate. Febrero.
– Ibarra, Guillermo. (1993) Sinaloa: tres siglos de economía, de la
minería a los servicios. Culiacán, Sinaloa. Dirección de Investigación
y Fomento de la Cultura Regional (DIFOCUR).
– Pérez, Carlota. (2004) Revoluciones tecnológicas y capital
financiero, la dinámica de las grandes burbujas financieras y las
épocas de bonanza. México. Ed. Siglo XXI.
– Rubio, Blanca. (1994) "La agricultura mundial de fin de siglo: hacia
un nuevo orden agrícola internacional". En Dabat, Alejandro. México y
la Globalización. CRIM, UNAM.
– Sandoval Cabrera, Seyka. (2007) Horticultura de exportación y
desarrollo sostenible. El caso del Estado de Sinaloa. Tesis de
maestría. Posgrado en Economía, México. UNAM.
– Sandoval Cabrera, Seyka. (2009) "La crisis del patrón de
especialización agrícola en México". Ponencia presentada en el XXIX
Seminario de Economía Agrícola, La crisis económica y agroalimentaria
en México, ¿una oportunidad para transformar el modelo neoliberal?
México. IIEc-UNAM. Octubre
– Schumpeter, Joseph. (1912, 1997) Teoría del desenvolvimiento
económico. Fondo de Cultura Económica.
– United States Department of Agriculture, Vegetables and Melons
yearbook, 2006.
– United States Department of Agriculture, Vegetables and Melons
yearbook, 2008.

-----------------------
[1] Becaria del Programa de Becas Posdoctoral 2013 en el Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM.
[2] Becaria del Programa de Becas Posdoctoral 2013 en el Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM.
[3] "…poderoso y visible conjunto de tecnologías, productos e industrias
nuevas y dinámicas, capaces de sacudir los cimientos de la economía y de
impulsar una oleada de desarrollo de largo plazo. Se trata de una
constelación de innovaciones técnicas estrechamente interrelacionadas, la
cual suele incluir un insumo de bajo costo y uso generalizado –con
frecuencia una fuente de energía, en otros casos un material crucial-
además de nuevos e importantes productos, procesos y una nueva
infraestructura. Esta última usualmente hace avanzar la frontera, en cuanto
a la velocidad y confiabilidad del transporte y las comunicaciones, a la
vez que reduce drásticamente el costo de su utilización."(Pérez, 2004: 32)
[4] "Se trata de la óptima practica económica, porque cada transformación
tecnológica trae consigo un importante cambio en la estructura de precios
relativos, guiando a los agentes económicos hacia el uso intensivo de los
nuevos insumos asociados a tecnologías más poderosas. Es un paradigma en
el sentido kuhniano porque define el modelo y el terreno de prácticas
innovadoras normales, prometiendo el éxito a
quienes sigan los principios encarnados en las industrias-núcleo de la
revolución." (Pérez, 2004:33)
[5] Durante el reciente periodo de instalación en Estados Unidos, alrededor
del 90 por ciento de los venture capitals fueron destinados a compañías
TICs lo que permitió no sólo el desarrollo de nuevos capitales líderes en
las nuevas industrias, sino la construcción de la infraestructura necesaria
–red global de fibra óptica- al hacer posible la completa difusión de las
nuevas tecnologías en las industrias núcleo –informática,
telecomunicaciones, Internet- en el país núcleo (Pérez, 2011:8). Los
supuestos del modelo se pueden observar con claridad en este periodo: El
big-bang del procesador Intel en un contexto de saturación de mercados y
estancamiento coronado por la crisis de 1973,75; la manía por las
tecnologías de la información y las nuevas empresas y millonarios, Google,
Facebbok, Apple, etc. y el crecimiento del capital financiero y sus propias
innovaciones que culminaron en una doble burbuja.
[6] "El intervalo de reacomodo, entonces, no es ni un evento ni una fase,
sino un proceso de cambio contextual. Puede tomar cualquier cantidad de
tiempo, desde unos pocos meses hasta muchos años…"(Pérez, 2004:84)
[7] La época de oro supone un periodo de desarrollo sostenido, en el que
las ganancias de la acumulación derivadas del nuevo paradigma son
redistribuidas, se recupera el nivel de ingresos y empleo para el grueso de
la población al tiempo que se subordina al capital financiero a los
intereses de capital productivo. El antecedente más reciente de este
escenario, es la edad de oro del capitalismo de posguerra caracterizado por
el fordismo y el Estado de Bienestar. La época de oropel por otro lado,
puede ser definida como resultado de la fallida adaptación institucional
que impide distribuir y regular a la economía de casino. Este fue el caso
posterior al pánico de 1893 en los tiempos de los robber barons en Estados
Unidos liderada por Rockefeller y Carnegie, "el poder…de los grandes
financistas en los Estados Unidos era tan aplastante que casi tomaron el
control de toda la economía" Pérez (2004:85).
[8] Los autores realizaron un análisis de la crisis Europea y sus
perspectivas utilizando el modelo de las Revoluciones Tecnológicas y el
Capital Financiero. La publicación puede consultarse como capítulo de libro
en

[9] En Sinaloa, "En 1898 existían 80 minas funcionando y 263 paralizadas;
en 1905 seguían trabajando 31 y las inactivas ascendieron a 418" (Ibarra,
1993:46).

[10] Blanca Rubio [1994] se refiere con esta expresión a la reconfiguración
del mercado agrícola ante la caída de los precios de los cereales y la
creciente demanda de los cultivos de vanguardia (frutas, flores y
hortalizas).


-----------------------
Toneladas
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.