“La influencia del Greco en la pintura norteamericana del siglo XX.” Translated by Fernando Villaverde. In _El Greco y la pintura moderna_, exhibition catalogue, 241-75. Edited by Javier Barón. Madrid: Museo Nacional del Prado, 2014.

EL GRECO

Vista de Toledo Detalle de fig. 129

“La influencia del Greco en la pintura norteamericana del siglo XX.” Translated by Fernando Villaverde. In El Greco y la pintura moderna, exhibition catalogue, 241-75. Edited by Javier Barón. Madrid: Museo Nacional del Prado, 2014. (Academia version has only the first page of the chapter.)

Jeffrey Schrader

LA INFLUENCIA DEL GRECO EN LA PINTURA NORTEAMERICANA DEL SIGLO XX

El reconocimiento del Greco, ya en la época moderna, como un modelo de artista, le llevó a ocupar un lugar central en la evolución de la pintura norteamericana. Representante del Siglo de Oro del arte español, se le veía como un maestro que transmitía su sabiduría a sus discípulos. Si por un lado los artistas americanos se interesaron por su obra como fuente de ideas tradicionales, por otro se sirvieron de su autoridad para justificar sus propias innovaciones tanto en el lenguaje figurativo como en el abstracto. Se le llegó a identificar con Georgia O’Keeffe, Thomas Hart Benton y Jackson Pollock, por citar solo tres nombres. Su considerable influencia puede parecernos un fenómeno sorprendente si pensamos en lo poco que se le conocía en los Estados Unidos con anterioridad a 1900, pero en realidad el olvido del que salía contribuyó a darle un aire de aventura al descubrimiento de su vida y de sus obras. Así, conocer bien su producción y su estilo era un signo de estar al tanto de lo que ocurría en la vanguardia del mundo artístico. No hay duda de que algunos artistas, coleccionistas y escritores del siglo xix sentaron las bases para que las generaciones posteriores pudieran asimilar las enseñanzas del Greco. Pese a ser originario de Creta y haber trabajado antes en Venecia y Roma, es importante recordar que se le reconoció como artista español. Su fortuna crítica en los Estados Unidos fue de la mano del descubrimiento de que España albergaba muchos tesoros artísticos hasta entonces menos apreciados de lo que merecían. William Merritt Chase (1849-1916), Mary Cassatt (1844-1926) y John Singer Sargent (1856-1925) son algunos de los pintores que viajaron a España para estudiar, por ejemplo, la obra de Diego Velázquez (1599-1660). Aunque el maestro sevillano había gozado inicialmente de escasa fama fuera de su país, los cambios del gusto hicieron que en la segunda mitad del siglo xix se viera en él un ejemplo de la máxima excelencia. Su realismo y el dinamismo de su pincelada eran dos de las características que cautivaron a quienes conocieron sus cuadros, que de repente empezaron a parecer más modernos que los que respondían al academicismo derivado de Rafael y otros modelos centroitalianos1. De manera que la valoración de las cualidades claramente modernas que encerraba la pintura española antigua fue decisiva para construir la reputación del Greco2.

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