“La iglesia de San Atilano construida sobre su casa natal”, en Carretero Calvo, R., y Criado Mainar, J. (coords.), MILENIO. San Atilano y Tarazona (1009-2009), catálogo de la exposición, Tarazona, Fundación Tarazona Monumental, 2009, pp. 111-133. (ISBN: 9788461331611)

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Descripción

MILENIO. San Atilano y Tarazona (1009-2009) Espacio Cultural «San Atilano» de Tarazona 3 de julio al 12 de octubre de 2009 Martes a viernes de 17 a 20:30 h. Sábados, domingos y festivos de 11 a 14 h. y de 17 a 20:30 h. Contacto: Fundación Tarazona Monumental Plaza de España, 8. 50500 – Tarazona (Zaragoza) Teléfono y Fax 976 642 643 www.tarazonamonumental.es [email protected] FUNDACIÓN TARAZONA MONUMENTAL Presidente D. Fernando Gil Martínez Vicepresidente D. Luis María Beamonte Mesa Alcalde-Presidente de Tarazona Patronos D. Alberto Larraz Vileta Consejero de Economía, Hacienda y Empleo del Gobierno de Aragón D. Javier Lambán Montañés Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza D. Antonio Aznar Grasa Presidente de la Caja de Ahorros de la Inmaculada D. Demetrio Fernández González Obispo de la Diócesis de Tarazona D. José María Gutiérrez Bravo Deán del Cabildo Catedralicio de Tarazona D. Alfonso Peña Ochoa Subdirector de la Corporación Empresarial Pública de Aragón D. Pedro Feliciano Tabuenca López Diputado Provincial del Monasterio de Veruela y del Comité de Seguridad y Salud D. Juan Antonio García Toledo Subdirector General de la Caja de Ahorros de la Inmaculada D. Juan Manuel Melendo Alcalá Vicario General de la Diócesis de Tarazona D. José Badía Santaeulalia Vicepresidente del Cabildo Catedralicio de Tarazona Dª Julia Pascual Zaldívar 1ª Teniente de Alcalde de Tarazona

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Exposición Organiza Fundación Tarazona Monumental Comisariado Rebeca Carretero Calvo Jesús Criado Mainar Restauraciones 360º Raúl Blanco & David Ulibarri C.B. Esther Cruz Arias Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón de Huesca Isabel Páramo Abellán y Patricia Álvarez Zamora Sergio Robles Salgado Montaje y diseño expositivo ASF Imagen Transporte Manterola Seguros Reale Seguros Generales S.A. (Comín E. F. Correduría de Seguros) Catálogo Edita Fundación Tarazona Monumental Coordinación Rebeca Carretero Calvo Jesús Criado Mainar Textos de presentación Fernando Gil Martínez Luis María Beamonte Mesa Demetrio Fernández González Estudios Mª Teresa Ainaga Andrés Rebeca Carretero Calvo Jesús Criado Mainar José Ignacio Gómez Zorraquino José Ángel Rivera de las Heras Fichas del catálogo Mª Teresa Ainaga Andrés Aurelio A. Barrón García Gonzalo M. Borrás Gualis Rebeca Carretero Calvo Jesús Criado Mainar Juan Francisco Esteban Lorente José Ignacio Gómez Zorraquino Juan Carlos Lozano López Ignacio Miguéliz Valcarlos José Ángel Rivera de las Heras Luis Roy Sinusía

Fotografías José Latova Fernández-Luna para ASF Imagen, salvo las consignadas a continuación: Javier Agote pp. 40 y 268. Archivo de la Asociación de Vecinos «El Cinto» de Tarazona p. 129. Archivo de la Catedral de Tarazona p. 231. Archivo del Centro de Estudios Turiasonenses pp. 104, 117 y 215. Archivo Fotográfico. Museo Nacional del Prado (Madrid) pp. 208, 210 y 211. Archivo Histórico Nacional, Sección de Reproducción de Documentos (Madrid) p. 55. Archivo Jesús Custardoy Ciordia p. 110. Archivo Municipal de Tarazona pp. 124-125, 246, 248 y 249. Archivo Oronoz p. 72. Juan Asensio p. 78. Aurelio A. Barrón García pp. 176, 179, 181, 183 y 185. Rebeca Carretero Calvo pp. 41 y 114 [arriba]. Antonio Ceruelo Caro p. 93. Rafael Lapuente San Pedro pp. 18 y 76. Javier Paricio Royo p. 19. Jesús María Ramos García p. 134. José Ángel Rivera de las Heras pp. 52-53, 59, 62 [arriba], 64 [abajo], 65 [arriba], 68 y 69. David Sancho Bello pp. 114 [abajo] y 155. © Excmo. Cabildo de la Catedral de Tarazona ©Obispado de Tarazona

Agradecimientos Archivo Histórico Nacional de Madrid, Asociación de Vecinos «El Cinto» de Tarazona, Ayuntamiento de Tarazona, Cabildo de la Catedral de Tarazona, Cabildo de la Catedral de Toledo, Cabildo de la Catedral de Zamora, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Centro de Estudios Turiasonenses, Convento de carmelitas descalzas de San José de Zaragoza, Diputación Provincial de Zaragoza, Museo del Ampurdán de Figueras, Museo Nacional del Prado, Obispado de Tarazona, Obispado de Zamora, Parroquia de Santa María Magdalena de Los Fayos, Parroquia de Santa María Magdalena de Tarazona, Seminario Diocesano de la Inmaculada de Tarazona, Testimonio Compañía Editorial S. A. Marianela Álava Alonso, Cristina Albericio Hernández, Cristina Alonso, José Aragüés Aldaz, Carlos Becerril Rodrigo, Carmelo Borobia Isasa, José Ignacio Calvo Ruata, Olga Cantos Martínez, José M.ª Cerralbo Benedí, Jesús Coloma Lalinde, Jesús Custardoy Ciordia, M.ª Victoria Custardoy Hernández, José Ramón García Ureña, Fernando Giménez Villar, Isaac González Gordo, José M.ª Gutiérrez Bravo, Manuel Jiménez Villarino, Rafael Lapuente San Pedro, Antonio Latorre Mainar, José Manuel Led Huerta, José Carlos de Lera Maíllo, Félix López López de Ullibarri, Luis Murillo, Paz Navarro Pérez, Enrique Olmos, Cirilo Ortín Royo, Arturo Puente Plana, José M.ª Royo Vázquez, David Sancho Bello, Mª José Tarifa Castilla, Ignacio Tomás Cánovas.

Colabora:

Diseño y maquetación Chema Cruz Impresión Artes Gráficas Palermo S. L. ISBN: Depósito legal: Impreso en España, Comunidad Europea ©De esta edición: Fundación Tarazona Monumental ©De los textos: los autores ©De las fotografías: los autores

La Fundación Tarazona Monumental no se identifica ni responsabiliza de los juicios y de las opiniones vertidas por los autores de los textos en uso de la libertad intelectual que se les brinda. El editor y los autores no aceptarán responsabilidades por las posibles consecuencias ocasionadas a las personas naturales o jurídicas que actúen o dejen de actuar como resultado de alguna información contenida en la publicación, sin una consulta profesional previa. Queda prohibida la reproducción o almacenamiento en un sistema de recuperación o transmisión de forma alguna por medio de cualquier procedimiento, sea éste mecánico, electrónico, de fotocopia, grabación o cualquier otro, sin previa autorización escrita de los titulares del Copyright. Reservados los derechos según la Ley de Propiedad Intelectual, recogida en el Real Decreto legislativo 1 / 1996, de 12 de abril.

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La iglesia de San Atilano construida sobre su casa natal Rebeca Carretero Calvo

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ras la Guerra de Sucesión, Felipe V agradeció a Tarazona su apoyo concediéndole los títulos de Fidelísima1 y Vencedora,2 así como el privilegio de utilizar la flor de lis, símbolo de los Borbones, en la heráldica de la ciudad. Durante la contienda, el consejo turiasonense proclamó que, gracias a la intercesión de San Atilano, se habían librado de las invasiones del enemigo. Ante esto, el justicia propuso que se hiciese una capilla en la casa y lugar donde nacio para mostrar nuestro agradecimiento y obligar a nuestro santo a que continuen sus favores patrocinandonos y el concello vino bien y para mober a los fieles podra vuestra señoria disponer dar principio a la obra pues conocemos que con los muchos gastos que se han hecho no se podra hacer otra cosa que dar principio a la fabrica y esperamos que Dios abrira camino para que se concluia obra tan de su agrado.3

Sin embargo, la disposición no prosperó pues el 17 de octubre de 1719 un grupo de vecinos de la parroquia de Santa María Magdalena se unió para presentar un memorial al ayuntamiento de Tarazona solicitando ayuda para erigir un templo o capilla en honor de San Atilano en el lugar donde misteriosamente se conserban los zimientos donde zanjo la Dibina Probidencia a nuestro Santo, es decir, en el

solar donde se creía que había existido su casa natal. Los munícipes, atendido el buen fin de dichos parroquianos, resolvieron respaldar Interior de la iglesia de San Atilano, mediados del siglo XX.

la iniciativa con la promesa de salir durante dos días a pedir colaboración económica a todos los turiasonenses. Para coordinar la operación se nombró a Francisco José de Alaviano –doc. n.º 39–. Aunque la documentación guarda silencio hasta 1744, año en el que se comienza a levantar la iglesia del patrón que ha llegado a nuestros días, con toda seguridad y gracias a la ayuda del consistorio, los vecinos de la Magdalena llegaron a construir un pequeño templo en su honor. De hecho, en la solicitud de licencia presentada ante el obispo por el procurador municipal, el notario José Barrios, se explica que en el sitio donde nació el santo se veneraba una imagen suya con autorización y permiso verval del ilustrisimo señor don Fr. Garzia Pardiñas, prelado de la diócesis turiasonense entre 17204 y 1741,5 en una hermita vastantemente limitada y menos culta –doc. n.º 40–.

Mientras tanto, San Atilano seguía sin contar con una capilla propia en la catedral en la que se presentara su figura con la dignidad que merecía. Por ello, el 28 de julio de 1739 el arcipreste y canónigo Pedro Andía, enfermo, dispone en su testamento que se extraigan 300 libras jaquesas de sus bienes y se depositen en el archivo de la Seo para aiuda a que se haga una capilla a San Atilano en dicha santa yglesia, que podra ser en la de San Ildefonso, que es de mi dominio y patronado, para que el glorioso santo, hijo y patron de esta ciudad, tubiere capilla en dicha santa yglesia donde con especialidad se implore su proteccion.

Finalmente, indica que si en la capilla de San

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mos y cofrades de San Atilano acudieron al ayuntamiento con un nuevo memorial para suplicar que, ante el riesgo de desplome de la ermita del patrón –levantada a partir de 1719–, se les concediera autorización para reedificar y ampliar dicha hermita a fin de comprehender en ella todo el sitio que fue casa y havitazion del señor San Atilano. Tras ello, los

munícipes enviaron a José Barrios, su procurador, ante el obispo José Alcaraz y Belluga (17419-1755) para que le trasladara la solicitud de licencia y obtener permiso para trabajar los dias colendos y poder pedir limosnas publicas en esta ciudad y obispado, conzediendo las yndulgencias que a vuestra ilustrisima parezieren a todos los que dieren limosna para la fabrica o travajaren en ella de limosna, o que de qualquier modo la fomentaren. A continuación,

Escudo de la ciudad. Ermita de la Virgen del Río, 1721.

Ildefonso no fuera posible llevarlo a cabo, se execute en otra parte de dicha yglesia.6 Sin embargo, esta nueva capilla, que sustituiría espacialmente a la de San Ildefonso, antes conocida como de la Transfiguración, que se dedicará a la Virgen de los Dolores y San Atilano no se comenzará a construir hasta el verano de 1773 sufragada finalmente por el legado del difunto obispo Esteban Vilanova y Colomer (1755-1766). El alarife turiasonense José Cándido Basurte levantaría la fábrica y el escultor zaragozano Francisco de Messa confeccionaría en 1774 el retablo presidido por la magnífica imagen de la Piedad de Francisco Gutiérrez flanqueada por San Atilano, a la izquierda, y San Ildefonso, a la derecha.7 Por otra parte, sabemos que al menos desde 1757 existía una capilla dedicada al santo turiasonense en la calle Quiñones, en el número 1,8 aunque desconocemos su titularidad y las circunstancias de su instalación. Pero debemos retornar al año 1744, concretamente al 11 de mayo, ya que fue en ese momento cuando los vecinos de la parroquia de Santa María Magdalena y los mayordo-

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el prelado autoriza lo que le demandan, con la excepción de no trabajar durante los días de fiesta de precepto. Además, otorga cuarenta días de indulgencias a los que ayuden con limosnas o su propio trabajo a levantar la construcción y deja libertad al ayuntamiento para elegir el diseño para la fabrica. Finalmente, recuerda que el nuevo templo no se podrá convertir nunca en parroquia, ni tener pila bautismal o sacramento reservado, ni se podrá cantar en él horas canónicas a excepcion de la vispera y dia del santo glorioso, como tampoco deberá congregarse en su interior ninguna comunidad eclesiástica secular o regular ni ser lugar de enterramiento de nadie para evitar que se perjudiquen los derechos de la catedral y de las parroquias de la ciudad –doc. n.º 40–. Tras la obtención de la preceptiva licencia episcopal, la obra debió comenzar con rapidez pues, aunque no contamos con la capitulación de la construcción, sabemos que para octubre de ese mismo año de 1744 los trabajos ya se habían iniciado.10 Al mes siguiente, el 26 de noviembre tenemos noticia de que los comisarios designados por el ayuntamiento turiasonense para controlar la fábrica de la ermita de San Atilano, Cayetano Barnuebo,11 Raimundo Gilaverte y Bartolomé de Navarro, nombraron como su procurador a Lucas Garay, residente en la

villa y corte de Madrid, para que les representara en las diligencias que debían efectuarse en relación con esa empresa ante su Magestad (Dios le guarde) y señores de su Consejo Supremo de Castilla y otros reales tribunales

–doc. n.º 41–. La escasa información concedida por este texto documental no nos ayuda a definir realmente qué gestiones tenía que llevar a cabo Garay en Madrid. Para aquel entonces todavía la Real Academia de San Fernando, órgano regulador del Estado para la construcción de nuevos edificios y retablos, no estaba en funcionamiento ya que, aunque su origen está fechado en Madrid el 28 de enero de 1743 y el 20 de mayo de 1744 se había creado la Junta Preparatoria, hasta 1752 no comenzó a poner en ejecución sus estatutos.12 Sin embargo, quizá la necesidad de realizar gestiones en Madrid tenga que ver con la participación en la construcción de San Atilano del cantero Juan de Estanga, del que conocemos pocos datos pero que, de alguna manera, estaba asociado a la obra del Palacio Real de Madrid. Sabemos que Giovan Domenico Olivieri, escultor principal y director del taller para la edificación del Palacio a partir de 1743, se desplazaba o destacaba a arquitectos, escultores y canteros en distintas provincias y lugares de la geografía española con la misión de descubrir canteras o visitar las ya conocidas para facilitarle toda serie de detalles como las características de los yacimientos, las tonalidades de la piedra, su localización exacta, la abundancia y tamaño de los bloques, etc., para su selección y asegurar el suministro de la obra palatina. Uno de estos canteros entrevistados fue Juan de Estagán que en 1746 se denomina maestro de la capilla de San Atilano en la ciudad de Tarazona, encargado del descubrimiento de la cantera de Tabuenca, cerca de Borja (Zaragoza).13 Sin lugar a dudas debemos identificar al maestro Juan de Estagán con el cantero Juan de Estanga que ya en 1722 se encontraba en Tarazona excavando los cimientos del nuevo pórtico de la catedral que había diseñado el arquitecto carmelita Fr. Bernardo.14 Con toda seguridad este último sería Fr. Bernardo de

Detalle del rostro de la escultura de San Atilano, titular del antiguo templo.

San José, tracista carmelita descalzo residente en el convento de Santa Teresa de Jesús de la ciudad del Queiles y activo principalmente en la ribera de Navarra,15 aunque también trabajó en Castellón diseñando las trazas del antiguo convento del Desierto de las Palmas.16 Estanga se encargó asimismo de proporcionar las basas de las columnas del pórtico de la seo turiasonense que entregó el 17 de septiembre de 1722. Sin embargo, en noviembre la construcción fue paralizada por causas que desconocemos.17 Años más tarde, en 1733 el cabildo abandonó el proyecto del pórtico iniciado y convino con el arquitecto carmelita observante Fr. José Alberto Pina la elaboración de varias trazas para la obra. Poco después, se creó una Junta encargada de la construcción, comprometiéndose el cabildo a aportar los materiales. El 6 de noviembre de 1733 Pina capituló con Juan de Estanga la parte de cantería del pórtico

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Pórtico de la catedral de Tarazona, 1733.

nombre en los pleitos que tengo y espero tener con Gabriel Garcho, vecino de dicha villa, acerca del cobro de una deuda.22 El nombre de Juan de Estanga se entrecruza «demasiadas» veces con el del arquitecto Pina. De hecho, también en 1733 Fr. José Alberto se desplaza a Cascante (Navarra) para efectuar el reconocimiento de la torre parroquial que Estanga estaba edificando.23 Ambos trabajaron bastante en la Ribera navarra pues sabemos que ya en 1723 Estanga había llevado a cabo todo el zócalo de la capilla de Santa Ana de la catedral de Tudela.24 Por su parte, Fr. José Alberto Pina (16931792), nacido en la localidad zaragozana de Moyuela, profesó en 1719 en el convento del Carmen de Zaragoza. Su formación arquitectónica debió transcurrir entre los arquitectos zaragozanos activos en las primeras décadas del siglo XVIII pero su conocimiento se vio enriquecido por la consulta de los tratados de la época, en particular los de Juan de Caramuel, Vicente Tosca y Fr. Lorenzo de San Nicolás,

definitivo de la catedral que llevaría a cabo junto con el albañil José Sánchez.18 La obra fue valorada en 10.500 reales de plata y debía estar concluida el 30 de abril de 1735.19 El investigador turiasonense Escribano Sánchez afirma que Juan de Estanga era el cantero de la catedral,20 con lo que entendemos que ostentaba dicho cargo desde al menos 1722. Pese a encontrarse en buenas manos, Fr. José Alberto Pina, arquitecto muy meticoloso, se acercaba con asiduidad a Tarazona para vigilar la marcha de la fábrica. Así, por ejemplo, el 7 de diciembre de 1733 se desplaza hasta nuestra ciudad para inspeccionar la piedra que el cantero estaba utilizando.21 La verdad es que desconocemos la procedencia de Estanga. Un documento fechado en Tarazona el 30 de marzo de 1735 nos lleva a pensar que era natural de la provincia de Guipúzcoa pues en ese día designa como su procurador a Juan Íñiguez, vecino de la villa guipuzcoana de Cizúrquil y residente en nuestra ciudad, para que intervenga en su

Exterior de la ermita de San Clemente de Moyuela, 1733.

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Interior de la ermita de San Clemente de Moyuela, 1733.

tal y como queda patente en la mayoría de sus informes y declaraciones. Al parecer, fue destinado en 1740 a la zona de Levante donde diseñó y dirigió numerosas obras. Poco antes de fallecer, en 1769 fue nombrado académico de mérito por la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.25 A lo largo de su trayectoria artística pueden distinguirse dos periodos, el primero centrado en Aragón hasta aproximadamente 1740, y el segundo a partir de esta fecha en Valencia y Castellón.26 Según recoge Marco Antonio de Orellana, sólo en Aragón se le oyó decir varias veces, construyó veinticuatro iglesias,27 aunque Expósito Sebastián considera que no debió proyectar todas, sino que este número englobaría las que dirigió o visuró a lo largo de su vida en tierras aragonesas, siendo la parroquial de Santiago y San Miguel de Luna (Zaragoza), de planta de salón, una de las más interesantes.28 Asimismo, trabajó en el Palacio Episcopal de Albarracín (Teruel),29 y se le atribuye la interesante ermita de San Clemente de Moyuela, su localidad natal.30

En territorio navarro, Pina desarrolló su labor arquitectónica entre 1732 y 1735, años en los que residiría en el convento del Carmen de Tudela. En estos momentos supervisa las obras de la parroquia de Santa Eufemia de Villafranca junto con el maestro de obras tudelano Juan Antonio Marzal y, también en su compañía, dio las trazas de la media naranja del mismo templo.31 En Tudela diseña la iglesia del convento de la Compañía de María de planta centralizada; en 1733, como ya mencionamos, visura la torre de la parroquial de Cascante que Estanga estaba construyendo; y, al parecer, su nombre también se asocia con la sacristía de la iglesia del colegio de la Compañía de Jesús de la capital de la Ribera, muy similar a la solución empleada en la Compañía de María de la misma ciudad.32 Una vez en tierras levantinas, Pina trabajó en Xátiva, Ontinyent y Valencia capital, e incluso entregó un proyecto para la iglesia arciprestal de Villarreal que finalmente sería rechazado en favor del de Juan José Nadal.33

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Lienzo de Santo Tomás de Villanueva del retablo de la misma advocación de la ermita de la Virgen del Río.

Como veremos en el análisis artístico de la iglesia de San Atilano, muchas de las características que encontramos en la mayoría de los edificios proyectados por Fr. José Alberto Pina, incluido el pórtico de la catedral turiasonense y, en particular, los interiores de la parroquial de Luna y de la ermita de Moyuela, están también presentes en el templo turiasonense. Si a esto añadimos el hecho de que Juan de Estanga, artífice con el que Pina ya había trabajado en varias ocasiones, fue, al menos en 1746, el maestro cantero de San Atilano, es muy posible que las trazas del templo de Tarazona se debieran al arquitecto carmelita. Recapitulando, en mayo de 1744 el ayuntamiento ya contaba con la licencia del obispo para levantar la nueva iglesia en honor de su patrón en el solar que, según la tradición, había nacido con el dinero que los turiasonenses aportaran a la fábrica, así como con su propio esfuerzo, a cambio de conseguir cuarenta días de indulgencia. Sabemos que en octubre de ese mismo año la obra había comenzado, por lo que entre mayo y octubre Fr. José Alberto Pina debió proyectar el edi-

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ficio y ajustar con Juan de Estanga la construcción, al menos de la parte de cantería, tal y como había hecho en 1733 en el pórtico de la catedral de Tarazona. Todavía en 1746, Estanga estaba al frente de la edificación, como se desprende del documento publicado por Tárraga Baldó en su estudio sobre el Palacio Real de Madrid. Sin embargo, la documentación consultada34 nada recoge al respecto. Sólo los protocolos notariales y las actas municipales de los años posteriores nos indican los problemas económicos que la ciudad tenía para proseguir la fábrica, razón por la que su conclusión se dilataría muchísimo en el tiempo. Así, entre las medidas tomadas por los ediles para conseguir fondos con los que atender los gastos de la construcción del nuevo templo figura la organización de dos corridas de toros. El 6 de agosto de 1745 Cayetano Barnuebo y Bartolomé Navarro, regidores perpetuos de esta ciudad y comisionados por su muy ilustre ayuntamiento para la direccion de la fabrica del señor San Atilano, contratan a los to-

reros zaragozanos Francisco Baigorri y Francisco Luna para que toreen y maten los toros de las dos corridas que se han de tener en esta ciudad el presente año, la una el día 30 de

agosto y la segunda el 6 de octubre por 700 reales de plata.35 El mismo propósito tuvo Bartolomé Navarro al año siguiente cuando convino con la compañía de cómicos de José García Moya, natural de Sinarcas (Valencia) y residente en Zaragoza, ciudad en la que se encontraba en ese momento trabajando. Ambas partes acordaron que los actores viajarán a Tarazona a primeros del mes de julio y representaran en ella el tiempo que le pareziese; además, cada persona que accediera al espectáculo, except[u]ando los señores del ayuntamiento que podran entrar libremente, pagaría un sueldo de entrada o menos si pareziere a la compañia de los que tres dineros han de ser para la fabrica y los treze para la compañia; asimismo, el producto que se obtuviera de los aposentillos y vancos que se pusieren en el corral, a mas de la entrada, haya de ser a medias para la fábrica y

para la compañía; igualmente, para efectuar el pago de los carruajes que trasladarían el

equipaje de los actores precisaban un adelanto que se alargara por la fabrica en emprestito hasta diez y seis escudos, en cuyo caso los ha de satisfazer la compañia con el producto que sacaren de la representacion o mientras estubiere en esta ciudad; finalmente, la comisión de la fábrica pondra corriente, libre y expedita la casa de comedias a sus expensas.36

Los turiasonenses también colaboraban económicamente para que las obras de la iglesia de San Atilano concluyeran cuanto antes, pues su devoción al patrón nunca disminuyó entre el pueblo. Conocemos el caso del matrimonio compuesto por Pedro Maestre, maestro pelaire, y Manuela Larraz que, en diciembre de 1749, dejan expresado en sus últimas voluntades que conceden 10 libras jaquesas de limosna para la fabrica de la igle-

ordenanza, presentada el 6 de marzo de 1751 ante notario, que su festividad anual, a celebrar el día de su patrón Santo Tomás de Villanueva con una misa cantada, debía efectuarse en la iglesia de la Virgen del Río y esto por ahora y hasta tanto que este concluyda la fabrica e iglesia que oy se esta construyendo del señor San Atilano, Hijo y Patron de esta ciudad, en cuyo caso se ha de trasladar a esta la dicha fiesta.38

La ciudad ya no sabía cómo acudir económicamente para que la edificación del templo llegara a buen término y aplicaba todos los impuestos que podía a la fábrica, como se desprende del examen para acceder al oficio de carpintero de Jorge de Ríos que cumpliendo

sia que en dicha ciudad se haze para el señor San Atilano.37

con lo prevenido en las ordenanzas y sin propinas en quanto a los caballeros capitulares de que se le libera con tal de que de para la fabrica del señor San Atilano un pesso.39

De igual forma, el gremio de cereros y confiteros de la ciudad decidió en su primera

Mientras tanto, en 1752 el cabildo catedralicio y la ciudad se unieron de nuevo para

Vista de Tarazona, principios del siglo XX.

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Detalle del retablo mayor de la catedral donde se conserva la reliquia de San Atilano.

solicitar al Papa rezo propio para San Atilano. Para ello era necesario hacer constar el día y el año en que Tarazona lo eligió por patrón por lo que era preciso examinar los protocolos antiguos.40 Gracias a los datos expresados en este proceso sabemos que a expensas de la devocion y limosnas de los fieles vecinos de esta ciudad y lugares comarcanos se continua y halla al presente su fabrica en el estado de cubrirse y hechas sus paredes en toda su altura, y se reconoce que si bien el parage y sitio no es el de maior comodidad atendida la forma actual de poblacion que tiene la ciudad, por la particular devocion se ha fabricado en el mismo sitio y suelo que segun tradicion inconcursamente recivida estaba la casa donde nacio San Atilano y en cuio sitio aun despues de haverse dirruido se conserbo y mantubo una pequeña capilla con su altar dedicado al santo en que se celebraba misa asistida y cuidada de un hermitaño y se quito para hacer la nueba fabrica.41

Dos meses y medio después, el 13 de octubre, los representantes del cabildo comunican al ayuntamiento la noticia de la concesión por Benedicto XIV de rezo propio en la ciudad y en la diócesis del gloriosisimo señor San Atilano, con el amor de reconocerlo hixo y patron de esta ciudad. Los capitulares piden a la ciu-

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dad que se sume a la fiesta que se celebrará el siguiente domingo por la tarde con procesion general y luminarias por tres noches, y en el ultimo dia solemne festividad de iglesia y sermon si hubiese orador que quisiere azerse cargo. Ade-

más, se especifica que en la procesión debía sacarse el brazo relicario del santo. El regidor Purujosa manifestó la alegría con la que el ayuntamiento recogía la noticia pero los munícipes acordaron determinar la realización de lo más conveniente y que, después, se lo comunicarían al cabildo –doc. n.º 42–. Siete días más tarde, el consistorio todavía no había resuelto nada.42 Otra forma de obtener dinero para proseguir con la construcción del templo de San Atilano consistió en recurrir a una mesa de trucos y su arrendamiento. Sabemos que el juego de los trucos o billar tuvo muchos adeptos en el siglo XVIII.43 El 17 de octubre de 1755 el comisionado de la fábrica Cayetano Barnuebo arrienda al maestro zapatero Andrés Redrado, vecino de Tarazona, la mesa de trucos propia de dicha fabrica, con todas sus utilidades por tiempo de tres años y por

28 pesos de a 8 reales de plata de a 16 cuartos anuales, con la condición de que todos los muebles, menaje y demas instrumentos de dicha casa en la que se encuentra y que se expresan

en un inventario anexo, se devuelvan en buen estado al concluir el alquiler.44 Tres años después, Barnuebo arrienda la mesa de trucos por otro trienio y por el mismo precio al turiasonense Miguel Olloqui45 y al cabo de este tiempo de nuevo a Redrado por cinco años a cambio de 20 pesos el primer año y 28 el resto, todo a beneficio de dicha fabrica.46 Además, sabemos que la mesa de trucos se ubicaba en las inmediaciones del Seminario de San Gaudioso y que, trabajando con la comisión municipal de la fábrica del templo, se había creado una junta de labradores con el mismo fin aunque sin expresar las razones de su fundación.47 La obra debía avanzar muy lentamente o encontrarse prácticamente parada puesto que año y medio más tarde, la representación del gremio de labradores a cuyo cargo, direccion y cuydado corre y esta la fabrica de la yglesia heremitoria de San Atilano, presenta un memo-

rial al ayuntamiento solicitándole que aprueben la organización de diez corridas de toros en los cinco años sucesibos, a dos en cada uno, aplicando sus productos y rendimientos a beneficio de dicha fabrica y sus obras. La junta de labradores se encargaría de buscar los toros, costearlos […], como igualmente la construccion de la plaza de madera en el Prado de Nuestra Señora del Rio. Al parecer, los labradores de-

ciden tomar la dirección de la edificación del templo para ver finalizada una obra que haze tantos siglos se ha mantenido sepultado en el olvido48 –doc. n.º 43–.

Sin duda, la intervención de los labradores impulsó con firmeza la continuación de la obra. Sabemos que el 12 de agosto de 1763 concertaron con el alarife turiasonense Antonio Serrano la conclusión del interior [de] la iglesia heremitoria49 –doc. n.º 44–. Hemos logrado localizar algunos datos de la biografía del maestro albañil Antonio Serrano. Era hijo de Antonio Serrano y de María Garray, vecinos de Borobia (Soria), y contrajo matrimonio con Antonia Basurte, hija del también albañil José Cándido Basurte y de Josefa Torralba, habitantes de Tarazona, el 8 de diciembre de 1737.50 Dos años después, lo encontramos como fianza del alarife Mateo

Detalle de la inscripción de la lámpara de plata de San Atilano.

Andrés, vecino de Tarazona.51 Al año siguiente, en febrero, se compromete, junto a su suegro, a levantar el nuevo granero del cabildo en la Cilla.52 En mayo de ese mismo año su esposa, encontrándose enferma, dicta sus últimas voluntades: Antonia desea ser sepultada en el convento de San Francisco y deja como sus herederas a sus hijas Lorenza y Antonia y como ejecutores del testamento a su padre José Cándido Basurte y al carpintero turiasonense Miguel de Ulloqui.53 Cinco meses después, Antonio se casa en segundas nupcias con Josefa Larripa, hija de Domingo Larripa y de Josefa Blanque.54 Sin embargo, el 22 de marzo de 1744 nuestro albañil vuelve a quedar viudo, tal y como indica en un documento de venta de una casa de su propiedad en la localidad de Borobia.55 Finalmente, Antonio se unió en matrimonio con Andresa de Montañana antes del 6 de mayo de 1755, como se desprende de otra venta.56 A finales de 1759 Serrano da poderes al

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Escudos del deán Casanate del retablo mayor de San Atilano.

labrador de Tarazona Juan Bal para que administre todos sus bienes pues debe man-

como su representante para que en su nombre pueda cobrar todas y qualesquiera cantidades de

tenerse ausente en el Reyno de Castilla empleado en diferentes fabricas y obras que corren de mi quenta.57 Poco después, Antonio, designado como maestro arquitecto, se encuentra en nues-

dinero, frutos, efectos y otras qualesquiere cosas tocantes y pertenecientes y que le fueren devidas a la dicha fabrica –doc. n.º 45–. Con todo, tene-

tra ciudad junto con su esposa adquiriendo una viña en Carrera Cintruénigo.58 Por último, sabemos que este maestro de obras falleció con anterioridad al 26 de abril de 1765, día en el que Andresa de Montañana se declaraba viuda.59 Finalmente, sólo señalar que en el siglo XVIII existieron en Tarazona al menos otros dos albañiles con el nombre de Antonio Serrano: Antonio Serrano y Matud, casado con María de Naxara en julio de 1752;60 y Antonio Serrano y Xaray, marido de Antonia Hortín en 1759.61 Prosiguiendo con la construcción de San Atilano, desconocemos las razones que llevaron en febrero de 1764 a la junta de labradores a designar a Ramón Pérez, portero de esta ciudad, vezino de ella, procurador de sus tribunales,

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mos constancia de que la labor de la junta llega a su fin aproximadamente por estas fechas pues dejan de aparecer en la documentación. Como ya explicamos en el capítulo dedicado a la devoción de San Atilano en la ciudad, la cofradía de los labradores disponía de un altar bajo la advocación de San Lamberto en el claustro de la catedral desde 1616, situado entre las capillas de la Santísima Resurrección o San Atilano y la del chantre Magaña, pero no contaba con un espacio donde celebrar sus fiestas y reuniones, por lo que se veían en la necesidad de ocupar otros ámbitos, como la capilla de San Andrés o la de la Resurrección. En 1641 edificaron su propio espacio litúrgico en el mismo terreno que ocupaba su altar, pero no en profundidad

sino en la panda del claustro. Sin embargo, en la década de 1760 la capilla de San Lamberto precisaba importantes reparos y justo después hay indicios de que la cofradía había dejado de ocuparla.62 Estas fechas concuerdan con el momento en el que el gremio de labradores asume la dirección de la fábrica de San Atilano. Quizá la lentitud de las obras impedía a la cofradía hacerse con la cesión de la capilla de la Resurrección de la catedral, de dimensiones muy capaces, en la que todavía podía tener algún tipo de veneración el santo turiasonense, si bien parece ser que el vestigio de San Atilano se guardaba de forma habitual en el primer cuerpo del retablo del altar maior de la cathedral de esta ciudad con una regita delante para la veneracion y su custodia cerrada con tres llabes que las guardan cada una el dean, y canonigo [otra el] mas antiguo de la santa yglesia de esta ciudad, y [la última] el corregidor justicia de ella.63

La finalización de la labor de la junta de labradores en la iglesia del patrón también coincide con la donación de Bernardo de

Mendoza, coronel graduado de artillería residente en Málaga pero natural de Tarazona, de una lámpara de plata64 y otras alajas para el dia que se consagre y zelebre la primera missa en el mencionado nuebo templo –doc. n.º 46–.

Todo esto nos lleva a pensar que la conclusión de la iglesia era inminente. De hecho, en el pleno del 14 de marzo de 1767 los comisarios de San Atilano afirman encontrarse en disposición de trasladar el santo a su iglesia; el ayuntamiento decidió que se llevara a cabo el 28 de agosto –doc. n.º 47–. Sin embargo, el 31 de julio el consistorio manifiesta que no es posible ni hay proporcion para hazerse las funciones proiectadas en la traslacion de señor San Atilano a su nuebo templo el día señalado, por

lo que resuelven que el 20 de septiembre se efectúe la procesion –doc. n.º 48–. No obstante, sabemos que tampoco en esta última fecha se llevó a cabo el traslado porque el 23 de mayo de 1769 los munícipes volvieron a tratar esta misma cuestión, aunque en esta ocasión sin fijar una fecha concreta.65 Sin duda, algún problema existía, con toda

Planta de San Atilano según los arquitectos Ana Morón y Eduardo Aragüés.

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Sección transversal de San Atilano según los arquitectos Ana Morón y Eduardo Aragüés.

probabilidad de carácter económico, que no permitía rematar la fábrica pero la documentación no es clara. Sólo menciones transversales nos permiten asegurar que poco era lo que faltaba por terminar en la iglesia en febrero de 1771 cuando Baltasar Casanate y Gil dicta su testamento y deja para la sacristia de la yglesia heremitoria del señor San Atilano erigida en su casa propia para quando tenga culto los dos espejos grandes que tengo en mi casa.66

Diez años más tarde, el regidor Gil Rada expone al ayuntamiento que un tal Miguel Martínez tiene contraída una deuda con la fábrica de San Atilano.67 Al parecer, su tío, el difunto Atilano Martínez, había dispuesto en su testamento una anualidad de quatro cayzes y medio de trigo como legado a la edificación y que lo que sobrara se dedicara al surtimiento de su altar y cera. Ante esto, los munícipes entendían que era legitima la pretension de compeler al heredero al pago de sus vencidos.68 A finales de año, Esteban Martínez, sobrino del testador, presenta un memorial a la ciudad

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para explicar que no había abonado lo que supuestamente faltaba porque la clausula testamentaria que abla de la disposicion de lo que sobrare del importe del legado pagadas las mias [sic] no tiene tal claridad que no produzca algunas dudas. Además, un letrado le había aconsejado que hasta que se berifique la nezesidad de zera y ornamentos en el altar mayor de dicha nueba yglesia no debía realizar el desembolso.

Con todo, se obliga a pagar las anualidades devengadas en el plazo de diez años si el consistorio acepta. A continuación, se inserta la cuenta de lo que Esteban Martínez debe y ya ha abonado desde el año 1769 que hacen un total de 189 libras y 6 sueldos. Días más tarde, el ayuntamiento admite la obligación de Esteban Martínez y su esposa y acuerda que se efectuase escritura en publica forma y se archive.69 Todavía en diciembre de 1787 se habla de la fabrica de San Atilano en un testamento al describir las confrontaciones de una casa en el barrio del Cinto.70 Cuatro años después, se funda la primera capellanía en la iglesia71 según disposición testamentaria del difunto

Sección longitudinal de San Atilano según los arquitectos Ana Morón y Eduardo Aragüés.

Antonio Gil y Abarca, racionero de la catedral turiasonense. Los ejecutores de las últimas voluntades del presbítero, cumpliendo sus deseos, nombran como capellán a Manuel Hernández Navarro de Vera y le otorgan diez cahíces de trigo anuales para ayuda a sus estudios y hasta que este ordenado in sacris.72 Sin embargo, aunque probablemente la iglesia ya debía estar concluida, hasta 1797 no se contrata el retablo mayor. Si bien no conocemos al artífice, tenemos constancia de que el deán de la catedral Mateo Casanate fue quien lo sufragó. De hecho, el 23 de septiembre de ese año Casanate manifestó ante el ayuntamiento su intención de que el mueble, construido a sus expensas, quedaría instalado en su emplazamiento para el día de la festividad de San Atilano. Por ello, solicitó a la ciudad que acordara efectuar el traslado de la imagen titular, la realizada entre 1740 y 1744 aproximadamente y atribuida al escultor zaragozano José Ramírez de Arellano73 para presidir el antiguo oratorio dedicado al santo, que se encontraba en ese momento de-

positada en el convento de la Concepción de Nuestra Señora.74 Pese a esto, el consistorio no resolvió desplazar la escultura del patrón hasta el 4 de julio del año siguiente, que se haría efectiva el 5 de octubre.75 Veinte días más tarde, el cabildo catedralicio se dirigió al gobierno municipal para expresarle su disposición a participar en los actos que se celebraran con motivo del traslado de la imagen del santo a su nueva iglesia.76 Con la llegada de San Atilano al templo quedaría, por fin, inaugurado. Estudio artístico de la iglesia de San Atilano Tras aproximarnos al arquitecto que pudo trazar la iglesia de San Atilano, conocer a los maestros de obras que materializaron el diseño y narrar los avatares que soportó su construcción, debemos ocuparnos del análisis arquitectónico del templo. Nos encontramos ante un edificio construido en piedra sillar, ladrillo y mampostería.

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Interior de la cúpula original de San Atilano, 1921.

En planta es un espacio rectangular de tres naves, de las que la central es más ancha que las laterales, divididas en tres tramos cada una, cubiertas a la misma altura y sostenidas por pilares cruciformes, es decir, de planta de salón o hallenkirche. La nave central y los brazos del crucero se cubren con bóveda de cañón con lunetos sobre arcos fajones que descansan directamente en los pilares. Las naves laterales presentan bóvedas de aristas, asimismo separadas por arcos fajones. El crucero está cubierto con una cúpula gallonada sobre pechinas cuya fisonomía no se corresponde con la cúpula original, derruida en 1920 y reconstruida en 1925, pero que conocemos por fotografías anteriores a la demolición. El ábside presenta una bóveda de horno con gallones. Adosada a la cabecera por el lado del Evangelio encontramos la sacristía, un ámbito de planta cuadrangular cubierta asimismo con bóveda gallonada. A los pies de la nave se dispone el coro alto que avanza a ambos lados sobre el segundo tramo de las naves laterales y apoya sobre arcos de medio punto doblados y trompas decoradas con veneras.

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Los primeros tramos de las naves laterales estaban ocupados en origen por sendas escaleras de acceso al coro, de las que la del lado del Evangelio tras la última remodelación, acometida entre los años 2006 y 2007 para adecuarlo como espacio cultural, fue sacrificada para instalar en su lugar los aseos. Al interior, el edificio, de notables dimensiones, presenta muros enlucidos. Sus alzados se articulan mediante pilastras de orden gigante formadas por basa sobre un alto pedestal, fuste liso y con un fragmento de entablamento con las cornisas y molduras muy voladas y friso sin decoración cumpliendo la función de capitel. Tanto fustes como entablamentos y cornisas están doblados con lo que los elementos arquitectónicos consiguen una mayor valoración e independencia respecto al muro y se crea un espacio quebrado y múltiple que confiere un aspecto más dinámico al interior. En las esquinas de los brazos del crucero aparecen tan sólo medias pilastras muy poco salientes con la misma solución como capitel. Por encima de la cornisa del gran entablamento volado se dispone un pilar de menores dimensiones superpuesto rematado por otra cornisa, esta vez de escaso vuelo, que permite elevar considerablemente

Exterior de la cúpula original de San Atilano, 1921.

la altura del soporte. En ellos descansan los arcos fajones de las bóvedas que articulan el espacio mediante bóvedas de cañón con lunetos para los tres tramos de la nave y brazos del crucero y arista en las laterales. El diseño de los pilares sin capitel es especialmente similar a los de la iglesia parroquial de Santiago y San Miguel de Luna (Zaragoza), aunque en ese caso el friso es de perfil convexo, tal y como prescribía Serlio para el orden jónico, cuyo proyecto inicial fue elaborado en 1733 por el arquitecto Fr. José Alberto Pina.77 Encima del tramo central del crucero monta una cúpula que asemeja las alunetadas con ventanas de medio punto inscritas en los gallones igual que sucede en la cúpula de la sacristía. Bóveda de cañón con lunetos se emplea igualmente en el sotocoro. Como ya hemos apuntado, la cúpula que contemplamos en la actualidad no es la original. En 1920 amenazaba ruina y hubo que demolerla. Gracias a fotografías antiguas conocemos su fisonomía primigenia: se trataba de una cúpula gallonada o alunetada dividida en ocho secciones por parejas de estípites de perfil ondulado que convergían en un anillo central. En cada sección se practica un luneto

en el que se abre un vano en arco rebajado que concedería gran iluminación al interior del templo. La cúpula descansa sobre un anillo muy moldurado y en cuatro pechinas decoradas con yeserías. Del centro de la cúpula surgía la linterna rematada al exterior por un chapitel de plomo cuyo alzado también nos es conocido por fotografías retrospectivas. Tanto en origen como hoy en día la media naranja no se trasdosa sino que su curvatura queda enmascarada en el interior de un cimborrio octogonal de ladrillo perforado cada uno de sus lados por una ventana de medio punto. El análisis de la cúpula primigenia de San Atilano resulta un tanto contradictorio pues, al tratarse de una cúpula gallonada o alunetada en la que se practican vanos de iluminación y, además, el resto de los muros del templo incorporan varias ventanas, no era necesario que contase con linterna. La utilización de este tipo de cúpula carente de tambor y linterna perforando el casquete con ventanas de medio punto enmarcadas por lunetos para aligerar el peso de la estructura y convertirla, a su vez, en el principal foco generador de luz del templo fue una solución muy ingeniosa que ya recogía el valenciano

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Tomás Vicente Tosca en su Tratado de Arquitectura civil, montea, cantería y relojes publicado en 1712 y que se aleja tanto de las estructuras cupulares importadas de Italia como de los esquemas propios del barroco español, en los que la media naranja suele ser ciega y la luz procede de los vanos del tambor sobre el que se eleva o de la linterna que la corona.78 De hecho, a la hora de conformar la traza de la cúpula de la parroquia de Santa Eufemia de Villafranca (Navarra) en 1734 Fr. José Alberto Pina, el arquitecto carmelita que pudo trazar nuestro edificio, y Juan Antonio Marzal, maestro de obras de Tudela, plantearon este tipo de solución cupular para hacer frente a los problemas técnicos y estructurales que se les presentaban.79

Con todo, hemos de exponer que la cúpula del crucero de la ermita de San Clemente de Moyuela (Zaragoza), localidad en la que Fr. José Alberto Pina nació hacia 1693, cuya obra probablemente ya había comenzado en 1733 y que fue bendecida en enero de 1758,80 es casi idéntica a la original turiasonense. Aunque se desconoce el arquitecto que diseñó las trazas de San Clemente y, como ya advertimos, el de San Atilano de Tarazona, debido a las concomitancias de ambos templos, pudieron ser diseñados por un mismo arquitecto que en nuestra opinión ha de ser Fr. José Alberto Pina.81 Finalmente, y como explica el Dr. Azanza López, la cúpula gallonada o alunetada, pese a ser poco utilizada, se emplea sobre todo en

Interior de la basílica del Pilar de Zaragoza.

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la arquitectura castellana, andaluza, aragonesa y valenciana y muy poco en la navarra, siendo uno de los escasos ejemplos el de la parroquia villafranquesa trazada por Pina y Marzal.82 Por otro lado, la planta de la iglesia de San Atilano sigue el esquema básico del Pilar de Zaragoza: planta rectangular de tres naves de igual altura y crucero alineado. De hecho, el paradigma para prácticamente toda la arquitectura religiosa barroca aragonesa entre 1675 y 1765 fue la basílica zaragozana. Asimismo, la iglesia colegial de Santa María de Alcañiz (Teruel), de idéntica estructura, sirvió como transmisor de esta idea en todo el Bajo Aragón. El proyecto pilarista fue diseñado por Felipe Sánchez entre 1674 y 167883 y se caracteriza por la utilización de la planta de salón que tanto éxito tuvo ya en tierras aragonesas en el siglo anterior,84 y el uso del llamado «pilar doble» basado en la superposición a un pilar cruciforme de un fragmento

Fachada de la iglesia colegial de Santa María de Alcañiz (Teruel).

de entablamento muy volado y sobre él un pilar de menores dimensiones.85 Estas estructuras presentan ventajas desde el punto de vista constructivo, en concreto una mayor estabilidad y facilidad a la hora de levantar las obras. Se trata de una tipología arquitectónica con un gran poder de adaptación a los distintos gustos y épocas86 pues su empleo ya lo encontramos en varios templos germánicos de los siglos XIII y XIV y, concretamente con el empleo del «pilar doble», en la catedral de Pienza –antes Corsignano–, obra de Bernardo Rosellino, fechada entre 1460 y 1462, cuya construcción fue promovida por el papa Pío II Piccolomini.87 A partir de entonces y sobre todo en el siglo XVI, como ya anunciamos, esta manera de construir iglesias se populariza en la Corona de Aragón, irrumpiendo con mucha fuerza a partir de 1740 en la arquitectura del maestrazgo turolense, en Castellón y Valencia, fundamentalmente emanada de la planta de la basílica del Pilar de Zaragoza y teniendo como hilo conductor la colegiata de Santa María de Alcañiz (Teruel). Ambos templos se convierten en el modelo a imitar y rara será la iglesia aragonesa de ciertas ambiciones que no adopte este modelo.88 Como explica Bautista i Garcia, las iglesias de planta de salón supondrán la alteración de la idea del espacio longitudinal puesto que la obligación de avanzar hacia el ábside se ve frenada en estos templos por el sentimiento de encontrarse en un recinto que podemos recorrer con una sola mirada.89 Se trata de un ámbito unitario cuya razón de existir podría obedecer a dos motivos: en primer lugar, el aumento de la población y la incapacidad de las fábricas antiguas de cobijarla90 y, en segundo, la exacerbada piedad popular con sus consiguientes procesiones surgida a mediados del siglo XVIII que exigía la creación de capillas comunicadas entre sí, con lo que la construcción de iglesias de planta de salón solucionaría fácilmente esta cuestión.91 A esto debemos de añadir un tercer argumento, ya señalado por el profesor Pano Gracia: su carácter goticista,92 pues es evidente que estos templos podían reunir unas

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connotaciones bíblicas que exaltaban la antigüedad del lugar en que se levantaban;93 quizá por ello, este tipo de edificios era el más indicado para destacar el lugar en el que, según la tradición, se levantó la casa natal de San Atilano. No queremos concluir este análisis sin destacar de nuevo que el esquema de la iglesia de San Atilano presenta evidentes similitudes tipológicas y formales con los edificios diseñados por el arquitecto carmelita Fr. José Alberto Pina, en particular con la parroquial de Luna, así como con los edificios levantados por los arquitectos aragoneses Antonio y Juan José Nadal en tierras castellonenses,94 que tiene como ejemplo más significativo la iglesia de San Jaime de Villarreal.95 Ya en el interior de nuestro templo, en los muros, se desarrolla una severa ornamentación configurada mediante yeserías que se integran plásticamente en la arquitectura tratando de dinamizar las estructuras rectilíneas del templo. La decoración sólo cubre puntos estratégicos de la construcción como las pechinas de la cúpula del crucero mediante un motivo geométrico compuesto por formas triangulares unidas que ocupan dicho espacio; también rodea las ventanas mediante una moldura que imita el medio punto de los vanos, tanto en la nave como en la cabecera; un pequeño plafón vegetal en el centro de los arcos fajones; o rellena el intradós de la cúpula original con pilastras serpentinas que separan los lunetos. Este exorno tan depurado, contrario al barroco decorativo de las décadas finales del siglo XVII y primeras del XVIII, fue ya recomendado por los tratadistas del momento como es el caso de Tomás Vicente Tosca (Valencia, 1712).96 Sólo las veneras que ornan el frente del sotocoro rompen esta austera decoración que caracteriza al templo. La iglesia de San Atilano no contaba con capillas entre los contrafuertes. Gracias a la descripción del templo recogida en el inventario del patrimonio de Tarazona y su comarca publicado en 1990 y dirigido por Begoña Arrúe, sabemos que en el lado del Evangelio –suponemos que en el brazo del

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crucero– se situaba el retablo de San Antonio de Padua, de madera dorada y policromada, compuesto de banco, cuerpo de una sola calle presidido por un altorrelieve del titular flanqueado por dobles columnas de capitel de orden compuesto y fuste liso y ático con la imagen de San Miguel rematado por un frontón curvo partido. Mientras, en el lado de la Epístola se ubicaba, según Arrúe y su equipo, el retablo de San Raimundo Serra, de estructura muy similar al anterior y con el ático ocupado por el arcángel Rafael, ambos datados en los años finales del siglo XVIII.97 Pocos restos han llegado a nuestros días de estos retablos, entre los que sobresale el altorrelieve de San Antonio de Padua, un fragmento del relieve del otro retablo aunque su identificación no se corresponde con San Raimundo Serra sino con San Francisco Javier, y los áticos de sendas mazonerías, sin las esculturas de los arcángeles.

Interior de la iglesia de San Atilano en la actualidad.

Fachada de la iglesia de San Atilano.

Además, sabemos que, adosada a la pilastra del crucero del lado del Evangelio, junto al presbiterio, se disponía sobre una ménsula el busto de San Ramón Nonato98 que en la actualidad se conserva en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Tarazona.99 Justo enfrente, y gracias a una fotografía de mediados del siglo XX,100 sabemos que sobre otra ménsula se situaba la escultura de Santa Ana Triple101 que también hoy se custodia en la Casa Consistorial turiasonense. Asimismo, en el pilar del crucero del lado del Evangelio, en el más próximo a la nave, se encontraba el púlpito de obra decorado con columnas salomónicas con tornavoz de madera y coronado por la figura alegórica de la Fe.102 En el exterior, el elemento más remarcable es la fachada de los pies del templo. Está dividida en tres calles verticalmente de las que las laterales se asientan sobre un basamento de piedra sillar y están enmarcadas por pilastras toscanas cajeadas que soportan un entablamento y una cornisa muy movidos. Los

dos cuerpos laterales quedan exentos –el de la derecha por coincidir con la calle Angosta de San Bernardo y el de la izquierda porque el edificio adosado al templo está retranqueado– y presentan en sus caras ventanas ovales enmarcadas por estípites sobre tarjas con entablamento y frontón semicircular. Sobre el cuerpo del lado del Evangelio se sitúa la espadaña compuesta por dos pisos y coronada por un frontón curvo. La calle central de la fachada cobija una portada de dos pisos realizada en piedra sillar. El primero está formado por un arco de medio punto flanqueado por pilastras cajeadas que soportan un entablamento que enmarca, a su vez, el escudo de armas de la ciudad de Tarazona soportado por dos angelotes. Sobre él se dispone el segundo piso presidido por una hornacina avenerada rodeada por estípites cajeados que sustentan un entablamento y un frontón curvo. La zona superior de la fachada presenta una decoración basada en óculos circulares y ovales, así

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como en vanos de medio punto doblados. Finalmente, el hastial está rematado por una movida cornisa mixtilínea que sigue emparentando nuestro edificio con la colegiata de Santa María de Alcañiz y con varios ejemplos de la arquitectura levantina. Con este tipo de fachadas los arquitectos probablemente buscaban efectos de claroscuro, esto es, un juego con las distintas gradaciones de la luz incidiendo sobre estos edificios.103 La iglesia de San Atilano de Tarazona es el único edificio puramente barroco de la ciudad dotado de unas características que, como hemos visto, también lo convierten en singular en la zona geográfica en la que nos encontramos. Además, fue dotado de una interesantísima fachada que, debido a su emplazamiento en una de las calles más estrechas y empinadas del casco, condicionado por levantarse sobre el solar donde la tradición sitúa la casa natal del Santo, no podemos apreciar en toda su magnificencia.104 Obras posteriores: siglos XX y XXI Según las propias palabras del arquitecto Miguel Ángel Navarro, la acción del tiempo y la poca o ninguna atención prestada anteriormente a la conservación de tan importantes elementos como las cubiertas y cimentaciones, han originado la ruina parcial del templo [de San Atilano], que ha sido total en la bóveda y cubiertas del crucero. Además, Navarro recalca que las aguas pluviales, no recogidas por canales ni entubaciones en ninguna de las cubiertas, caen libremente desde gran altura sobre las calles y recintos limítrofes, cuyas rasantes son superiores al suelo de la iglesia y originan filtraciones que perjudican a la cimentación, habiendo ya producido algunos asientos, especialmente en la parte derecha del crucero, todo lo cual ha contribuido al arruinamiento que hoy se lamenta.105

Miguel Ángel Navarro era en 1921 el arquitecto asesor del Ayuntamiento de Tarazona y como tal fue el encargado de redactar el proyecto de reconstrucción de la iglesia de San Atilano que entregó al alcalde turiasonense Pascasio Lizarbe el 24 de diciembre y de cuya memoria hemos extraído los párrafos anterio-

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Sección transversal de la iglesia de San Atilano según el proyecto del arquitecto Miguel Ángel Navarro, 1921.

res. El arquitecto diseñó una nueva cúpula con linterna de estructura similar a la derruida. En ese mismo año Navarro se había encargado de dirigir las obras de consolidación de la Casa Consistorial y de la construcción del Teatro Bellas Artes, según su propio diseño. Sin embargo, y como ya hemos advertido, el aspecto de la cúpula del templo de San Atilano en la actualidad no se corresponde ni con la original ni con la del proyecto de 1921 de Miguel Ángel Navarro. Desconocemos la razón concreta por la que en mayo de 1925 el aparejador municipal Francisco Barseló traza unos nuevos planos para reconstruir la cúpula que serán los que finalmente se lleven a cabo.106 Así, la cúpula actual, gallonada y con ventanas abiertas en los lunetos, se aproxima a las cúpulas que habitualmente se levantaban a mediados del siglo XVIII más ligera y económica que la anterior. Por el contrario, se aleja de la estructura original que quiso devolverle Navarro en su propuesta de 1921.

La conclusión de los trabajos de restauración del templo fue celebrada con grandes fiestas religiosas y profanas durante los días 3, 4 y 5 de octubre de 1925.107 Por último, sabemos que en 1929 se llevaron a cabo nuevas obras de reparación en San Atilano y se pavimentó el suelo, sufragado por el obispo turiasonense y el Ayuntamiento de la ciudad.108 Casi cincuenta años después, el 1 de julio de 1972, la Comisión municipal permanente decide por unanimidad solicitar con urgencia a la Dirección General de Bellas Artes 250.000 pesetas para llevar a cabo la rehabilitación de la cubierta y en el interior, a fin de evitar su desplome. Días más tarde, Jesús Silva Porto, arqui-

tecto jefe del Servicio de Monumentos, solicita al alcalde Jesús-Tomás Zueco Barba que le envíe varias fotografías donde se aprecie el estado del edificio y un presupuesto de obras especificando los conceptos en que se aplicarán esas 250.000 pesetas. Tras recibir la contestación, Silva res-

ponde al consistorio que el arquitecto Fernando Chueca Goitia109 tenía el encargo de redactar un proyecto para dicho monumento y que, una vez presentado y librado el dinero por el Ministerio de Hacienda, podrían dar comienzo las obras. Finalmente, sabemos que con fecha 30 de octubre de 1978 el Ayuntamiento recibió las 250.000 pesetas.110 Sin embargo, los trabajos no comenzaron pues el 21 de marzo de 1980 la Comisión municipal de Cultura, Festejos y Deportes consideró efectuar un inventario de los objetos de la Iglesia de San Atilano para su control, por estar próximas las obras de adecuación del templo, con

el fin de evitar posibles extravíos.111 En el pleno del 11 de septiembre de ese mismo año se presentó una moción de la Alcadía relativa al traslado de los bienes patrimoniales existentes en San Atilano dando cuenta de que la rehabilitación, que afectaba al tejado y a la cubierta, ya se había iniciado. Por ello, se acordó que la escultura del patrón se debía colocar provisionalmente en la Iglesia de Nuestra Señora de la Virgen del Río y los demás enseres que se almacenen en locales municipales apropiados.112 Final-

mente, tras la autorización episcopal, la imagen del Santo sería depositada en la parroquial de Santa María Magdalena, mientras duran las obras de reparación.113

Sección transversal de la iglesia de San Atilano según el proyecto del aparejador Francisco Barseló, 1925.

A finales de 1986 el párroco de la Magdalena, a petición de un grupo de feligreses autodenominado «Amigos de San Atilano», se dirige al ayuntamiento para exponer que, como la iglesia del patrón había quedado reconvertida en Salón Polivalente, pretendían adecuar la capilla existente debajo del coro haciendo una colecta entre los vecinos para sufragar los gastos, para lo que solicitaban su colaboración. El consistorio valoró positivamente la propuesta y les concedió 100.000 pesetas de ayuda.114 El sotocoro de la iglesia parroquial quedó convertido en capilla de San Atilano; allí se instaló la escultura del santo y la lámpara de plata, donde permanecen en la actualidad.115 Por su parte, la iglesia ha sido sometida a una reciente restauración, inaugurada el 3 de octubre de 2008, para adecuarla a su nuevo uso como Espacio Cultural «San Atilano» siguiendo el proyecto de los arquitectos Ana Morón Hernández y Eduardo Aragüés Rioja.

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1.- Archivo Municipal de Tarazona [A.M.T.], I.10.02-008, Privilegio del rey Felipe V concediendo a la ciudad de Tarazona el título de Fidelísima y el poder añadir a sus armas la flor de lis, (Tarazona, 16-IV-1708). 2.- A.M.T., I.10.02-007, Privilegio del rey Felipe V concediendo a la ciudad de Tarazona el título de ciudad Vencedora, (Tarazona, 16IV-1708). Sobre la guerra de Sucesión en Tarazona véase [RANZÓN, P. P.], 1708; y la ficha de este libro en esta misma publicación. 3.- Archivo Diocesano de Tarazona [A.D.T.], Caja 652, n.º 4, Informacion de testigos y compulsas a instancias del muy ilustre cabildo de la Santa Iglesia Cathedral de esta ciudad sobre que el señor San Atilano es hijo y patrono de la misma ciudad. Tarazona, 1752, s. f. 4.- El acto de posesión del obispo Fr. García de Pardiñas tuvo lugar el 3 de junio de 1720. En Archivo Histórico de Protocolos de Tarazona [A.H.P.T.], Rafael Sánchez, 1720, ff. 2 v.-4 v., (Tarazona, 3-VI-1720). 5.- Este prelado falleció el 29 de marzo de 1741, día en el que se certificó su muerte. En A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1741-1742, f. 1, (Tarazona, 29-III-1741). 6.- A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1739, ff. 139 v.-143, (Tarazona, 28VII-1739). Documento citado en CARRETERO CALVO, R., 2007, p. 598. 7.- Ibidem, pp. 596-610. Véase la ficha de la escultura de San Atilano de la catedral en este mismo catálogo. 8.- A.H.P.T., Manuel de Torres, 1757-1759, ff. 58-58 v., (Tarazona, 29-VI-1757). También aparece citada en 1773 (A.H.P.T., José Laiglesia, 1772-1773, ff. 525-528, (Tarazona, 24-IX-1773), así como en 1776 (A.M.T., Libro de actas municipales n.º 18 (1773-1776), s. f.) (Tarazona, 24-II-1776). Se publicó una fotografía de su exterior en el número especial del periódico El Norte dedicado a San Atilano. Todavía hoy se percibe su impronta en la fachada de la vivienda. 9.- El obispo Alcaraz toma posesión de su dignidad el 4 de septiembre de 1741. En A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1741-1742, ff. 9-12, (Tarazona, 4-IX-1741). 10.- Teresa de Monte, viuda de José Asensio, vecino de Tarazona, vende a José Miranda y Josefa de Arnedo, cónyuges de Tarazona, una bodega que tengo y poseho en una casa mia sitiada en la parroquia del Cinto de dicha ciudad en un callizo enfrente la fabrica de San Atilano que confronta con dicha mi casa y casa de la capellania de Maria Benito por 20 libras jaquesas. En A.H.P.T., Manuel de Torres, 1743-1744, ff. 96-96 v., (Tarazona, 30-X-1744). 11.- Cayetano Barnuebo fallece en 1765. Ante su falta la Junta de la Fábrica del santo eleva un memorial al Ayuntamiento para que la ciudad elixa otro caballero para que ausilie a dicha Junta suplicando se sirva la ciudad elexir al señor Decano. Se acordo nombrar y nombro al señor Navarro a quien se le encargo la dicha fabrica y su gobierno. En A.M.T., Libro de actas municipales n.º 13 (1765-1766-1767), s. f., (Tarazona, 30-VIII-1765). 12.- Sobre los orígenes de la Real Academia de San Fernando de Madrid véase BÉDAT, C., 1989, pp. 27-106; y NAVARRETE MARTÍNEZ, E., 2007, pp. 9-12. 13.- De esta cantera se extrajo la piedra necesaria para la construcción de la capilla de Santa Ana de la catedral de Tudela (Navarra), así como la usada en la ejecución del lavatorio del monasterio cisterciense de Fitero (Navarra). En TÁRRAGA BALDÓ, M.ª L., 1992, pp. 213-214, y nota a pie n.º 544, p. 214. 14.- ESCRIBANO SÁNCHEZ, J. C., 1997, p. 9. 15.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1998, p. 17; y AZANZA LÓPEZ, J. J., 1999, p. 58. 16.- GIL SAURA, Y., 2004, p. 260. 17.- ESCRIBANO SÁNCHEZ, J. C., 1997, p. 9. 18.- Ya en 1659 tenemos documentado a José Sánchez Basurto, tapiador, vecino de Tarazona (A.H.P.T., Prudencio Ruiz de Pereda, 1659, ff. 392-392 v.) (Tarazona, 6-XII-1659). Debemos identificar a José Sánchez con el albañil José Cándido habitante en Tarazona en 1724 (A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1724, ff. 31-31 v.) (Tarazona, 15II-1724) y en 1730 (A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1730, ff. 16 v.-17) (Tarazona, 21-I-1730). En 1740 el albañil José Sánchez Cándido capitula junto con el también albañil Antonio Serrano la forma como se ha de ejecutar el granero nuevo del cabildo en la Cilla (A.H.P.T., Rafael

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Sánchez, 1740, ff. 22 v.-23) (Tarazona, 28-II-1740). José Sánchez Cándido, también conocido como José Cándido Basurte, fue el padre del albañil homónimo que levantó, entre otras fábricas, la capilla de Nuestra Señora de los Dolores de la catedral de Tarazona en 1773 (CARRETERO CALVO, R., 2007, pp. 595-616). 19.- A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1733, ff. 183-183 v., (Tarazona, 6XI-1733). Documento citado en ESCRIBANO SÁNCHEZ, J. C., 1997, pp. 10-11; y en GÓMEZ URDÁÑEZ, C., 2003, pp. 343-345. 20 ESCRIBANO SÁNCHEZ, J. C., 1997, p. 9. 21.- A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1733, ff. 217 v.-218, (Tarazona, 7XII-1733). José Carlos Escribano apunta que esta inspección se llevó a cabo el 11 de diciembre y que Fr. José Alberto estuvo acompañado por el cantero zaragozano Juan Baustista Arizmendi para seleccionar la piedra que debía incluirse en la obra (ESCRIBANO SÁNCHEZ, J. C., 1997, p. 10). Sobre Juan Bautista Eizmendi o Arizmendi véase BOLOQUI LARRAYA, B., 1983, vol. II, pp. 134-135, 146, 150 y 157; y FERNÁNDEZ GRACIA, R., 2006, pp. 298-300. 22.- A.H.P.T., Manuel de Torres, 1734-1735, ff. 26-26 v., (Tarazona, 30-III-1735). 23.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1998, p. 15. 24.- FERNÁNDEZ GRACIA, R., 2006, pp. 297-298. 25.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1998, p. 11. 26.- Ibidem, pp. 11-12; BÉRCHEZ, J., 1993, p. 144 y pp. 156-162; BÉRCHEZ, J. y GÓMEZ-FERRER, M., 2005-2006, pp. 195-216; y EXPÓSITO SEBASTIÁN, M., 1992, pp. 81-98. 27.- ORELLANA, M. A. DE, 1967, p. 543. 28.- EXPÓSITO SEBASTIÁN, M., 1992, p. 84. 29.- ALMAGRO, A., ARCE, E. y PONCE DE LEÓN, P., 1995, pp. 3334. 30.- CARRERAS ASENSIO, J. M.ª, 2004, pp. 43-45. 31.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1999, pp. 51-58. 32.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1998, pp. 11-17. 33.- BÉRCHEZ, J. y GÓMEZ-FERRER, M., 2005-2006, pp. 195-208. 34.- El Archivo de Protocolos Notariales de Tarazona, el Archivo Diocesano de Tarazona y el Archivo Municipal de Tarazona son las fuentes consultadas. Sólo el Archivo de la Catedral de Tarazona, pese a haberse intentado, no ha podido ser examinado; sus fondos, con toda seguridad, hubieran arrojado más luz a nuestro estudio. 35.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1743-1751, ff. 40-41, (Tarazona, 6-VIII-1745). Documento citado y transcrito íntegramente en VALLEJO ZAMORA, J., 1992, pp. 19-21 y doc. n.º 1, pp. 167-168. 36.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1743-1751, ff. 42-43, (Tarazona, 26-VI-1746). 37.- A.H.P.T., Manuel Ferreñac, 1749, ff. 226-227 v., (Tarazona, 8-XII-1749). 38.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1743-1751, ff. 67-72 v., (Tarazona, 6-III-1751). Véase VALLEJO ZAMORA, J., 1983, pp. 193-211. 39.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 10 (1750-1752), s. f. [f. 87 v.], (Tarazona, 5-XI-1751). 40.- Ibidem, ff. 163-163 v., (Tarazona, 21-VII-1752). El proceso de acopio de datos sobre el santo turiasonense en A.D.T., Caja 652, n.º 4, Informacion de testigos y compulsas a instancias del muy ilustre cabildo de la Santa Iglesia Cathedral de esta ciudad sobre que el señor San Atilano es hijo y patrono de la misma ciudad. Tarazona, 1752, s. f. 41.- Ibidem. 42.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 10 (1750-1752), s. f., (Tarazona, 20-X-1752). 43.- ANSÓN CALVO, M.ª C., GONZÁLEZ ALONSO, N. y MANZANO LEDESMA, F., 2007, pp. 713-723. 44.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1754-1755, ff. 201-202, (Tarazona, 17-X-1755). 45.- Ibidem, 1756-1758, ff. 256-257, (Tarazona, 22-IX-1758). 46.- Ibidem, 1759-1761, f. 155, (Tarazona, 3-II-1761). 47.- Ibidem. 48.- Documento citado y publicado íntegramente en VALLEJO ZAMORA, J., 1992, pp. 45-47 y doc. n.º 3, pp. 169-171. 49.- Los hornos para obtener el ladrillo y el yeso necesarios para la obra se encontraban en el barrio del Cinto, tal y como se desprende de la venta de una casa y un corral que Marcial Maestre y

María Azcona realizan a los frailes de la Merced. En A.H.P.T., José Laiglesia, 1763-1765, ff. 210-210 v., (Tarazona, 30-IV-1764). 50.- A.H.P.T., José Barrios, 1737-1739, ff. 167 v.-170, (Tarazona, 8-XII-1737). 51.- A.H.P.T., José Barrios, 1737-1739, ff. 364-367 v. y 372 v.-373, (Tarazona, 13 y 25-VII-1739). 52 .-A.H.P.T., Rafael Sánchez, 1740, ff. 22 v.-23, (Tarazona, 28II-1740). 53.- A.H.P.T., Francisco Tabuenca, 1738-1740, ff. 53-53 v., (Tarazona, 7-V-1740). 54.- A.H.P.T., Manuel de Torres, 1740-1742, ff. 67-67 v., (tarazona, 30-X-1740). 55.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1742-1744, ff. 278-279 v., (Tarazona, 22-III-1744). 56.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1754-1755, ff. 131-132 v., (Tarazona, 6-V-1755). 57.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1759-1761, ff. 56-56 v., (Tarazona, 29-XI-1759). 58.- A.H.P.T., Manuel Ferreñac, 1760-1761, ff. 109-109 v., (Tarazona, 2-IX-1760). 59.- A.H.P.T., José Laiglesia, 1763-1765, ff. 364-365 v., (Tarazona, 26-IV-1765). 60.- A.H.P.T., Manuel Ferreñac, 1752, ff. 130 v.-131, (Tarazona, 26-VII-1752). 61.- A.H.P.T., Manuel Ferreñac, 1758-1759, ff. 26 v.-27, (Tarazona, 4-II-1759). 62.- Véase GÓMEZ URDÁÑEZ, C., 2009, pp. 142-146. 63.- A.D.T., Caja 652, n.º 4, Informacion de testigos y compulsas a instancias del muy ilustre cabildo de la Santa Iglesia Cathedral de esta ciudad sobre que el señor San Atilano es hijo y patrono de la misma ciudad. Tarazona, 1752, s. f. 64.- Véase la ficha de esta pieza en este mismo catálogo, así como la del libro de Actas municipales en la que se encuentra inserta la carta de donación. 65.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 14 (1769), s. f., (Tarazona, 23-V-1769). 66.- A.H.P.T., Tiburcio Antonio Gil, 1768-1771, ff. 250 v.-252 v., (Tarazona, 2-II-1771). 67.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 20 (1781), s. f., (Tarazona, 19-I-1781). 68.- Ibidem, s. f., (Tarazona, 27-I-1781). 69.- Ibidem, s. f., (Tarazona, 23-XI-1781). 70.- A.H.P.T., José Laiglesia, 1787-1789, ff. 162-165, (Tarazona, 8-XII-1787). 71.- A.H.P.T., Manuel Enrique Ferreñac, 1790-1792, ff. 198-209, (Tarazona, 12-I-1791). 72.- Ibidem, 1793-1795, ff. 177-178 v., (Tarazona, 28-III-1795). Sobre esta capellanía existe más documentación en A.D.T., Caja 700, n.º 9, Los testamentarios de D. Antonio Gil y Abarca, presbítero, racionero que fue de la catedral, sobre que se erija en eccª la capellanía que fundaron en la ermita de San Atilano, 1791, s. f.; A.D.T., Caja 702, n.º 8, Sobre la capellanía anterior, 1795, s. f.; A.D.T., Caja 733, n.º 5, Los patronos de la capellanía de San Atilano sobre su presentación, 1822, s. f.; y A.D.T., Caja 741, n.º 1, Sobre la anterior, 1825, s. f. 73.- Véase la ficha de esta escultura en esta misma publicación. 74.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 27 (1797-1798), s. f., (Tarazona, 23-IX-1797). Documento publicado en ALBÁCAR CRUZ, M.ª R., CALAVIA DEL RÍO, L. M., CONIL MILLÁN, M., DÍEZ LEGÓRBURU, M.ª V., y DE LA FUENTE SOLANO, M., 1993-1994, doc. n.º 1, p. 244. 75.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 27 (1797-1798), s. f., (Tarazona, 4-VII-1798). Documento publicado en ALBÁCAR CRUZ, M.ª R., CALAVIA DEL RÍO, L. M., CONIL MILLÁN, M., DÍEZ LEGÓRBURU, M.ª V., y DE LA FUENTE SOLANO, M., 1993-1994, doc. n.º 2, p. 245. 76.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 27 (1797-1798), s. f., (Tarazona, 24-VII-1798). Documento publicado en ALBÁCAR CRUZ, M.ª R., CALAVIA DEL RÍO, L. M., CONIL MILLÁN, M., DÍEZ LEGÓRBURU, M.ª V., y DE LA FUENTE SOLANO, M., 1993-1994, doc. n.º 3, p. 245.

77.- EXPÓSITO SEBASTIÁN, M., 1992, pp. 81-98, esp. pp. 84-88. 78.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1999, pp. 66-67. 79.- Ibidem, pp. 55-56 y p. 66. 80.- CARRERAS ASENSIO, J. M.ª, 2004, pp. 44-45. 81.- Ibidem, p. 45. En la documentación que Carreras Asensio aporta sobre la ermita de Moyuela aparece citado el escultor Matías Ezpeleta en 1751 y 1752 pero sin indicar su procedencia; nosotros tenemos documentado a un Matías Ezpeleta, maestro alarife habitante de Tarazona, también a mediados del siglo XVIII. Por ejemplo, el 1 de octubre de 1746 Matías Ezpeleta, maestro alarife, y Pedro Navarro, maestro albañil y alarife, habitantes de Tarazona, son testigos de una venta (A.H.P.T., José Barrios, 1743-1749, ff. 227-228) (Tarazona, 1-X-1746). 82.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1999, pp. 66-70. 83.- BORRÁS GUALIS, G. M., 1987, pp. 405-409. 84.- Véase PANO GRACIA, J. L., 1984, pp. 113-146. 85.- THOMSON LLISTERRI, T., 2006, p. 50. 86.- BAUTISTA I GARCIA, J. D., 2002, p. 9. 87.- PANO GRACIA, J. L., 1984, pp. 117-118; ADAMS, N., 1998, pp. 314-329. 88.- GIL SAURA, Y., 2004, pp. 198-199. 89.- BAUTISTA I GARCIA, J. D., 2002, p. 32. 90.- Ibidem, pp. 32-33. 91.- GIL SAURA, Y., 2004, p. 95. 92.- PANO GRACIA, J. L., 1984, pp. 113-145. 93.- GIL SAURA, Y., 2004, pp. 200-201. 94.- Ibidem, pp. 196-198. 95.- Ibidem, pp. 344-349; y BAUTISTA I GARCIA, J. D., 2002, pp. 201-207. 96.- AZANZA LÓPEZ, J. J., 1999, p. 71. 97.- ARRÚE UGARTE, B. (dir.), 1990, pp. 308-309. 98.- Ibidem, p. 308. 99.- CARRETERO CALVO, R., 2003, pp. 99-100. 100.- Agradecemos encarecidamente a D. Jesús Custardoy Ciordia su enorme amabilidad al facilitarnos esta magnífica fotografía, así como todo el material que conserva acerca del santo turiasonense. 101.- ARRÚE UGARTE, B. (dir.), 1990, p. 308. 102.- Ibidem. 103.- GIL SAURA, Y., 2004, pp. 73-77. 104.- Deseamos mostrar nuestro agradecimiento a la Asociación de Vecinos «El Cinto» por prestarnos sus extraordinarias fotografías de la fachada del templo realizadas tras la demolición de los edificios situados enfrente a comienzos de la década de 1980. 105.- A.M.T., B.23.3-14, Proyecto de reconstrucción de la iglesia de San Atilano, redactado por el arquitecto Miguel Ángel Navarro. 106.- A.M.T., B.23.3-15, Proyecto de reconstrucción de la iglesia de San Atilano, redactado por el aparejador Francisco Barseló. 107.- Con motivo de la restauración se editó un número extraordinario del periódico El Norte dedicado a San Atilano con formato de revista. 108.- A.M.T., B.23.3-16, Documentación sobre los actos organizados con motivo de las obras de restauración de la iglesia de San Atilano. 109.- Chueca Goitia ya había realizado otros trabajos de restauración en la ciudad. Véase CARRETERO CALVO, R., 2001-2002, pp. 399416. 110.- A.M.T., B.23.3-18, Expediente solicitando una subvención para obras urgentes en la Iglesia de San Atilano, Tarazona, 1972. 111.- A.M.T., G.11.2-3, Actas de la Comisión Informativa de Cultura, 1980. 112.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 141 (1-VIII-1978 a 6-XI-1980), f. 284, (Tarazona, 11-IX-1980). 113.- A.M.T., Libro de actas municipales n.º 143 (20-XII-1979 a 15-I-1981), f. 140 v., (Tarazona, 25-IX-1980). 114.- A.M.T., S.01.05-011, Expediente de cesión en depósito de la escultura de San Atilano y de la lámpara votiva procedentes de la iglesia de San Atilano a la parroquia de Santa María Magdalena e instalación en el sotocoro de la iglesia. 115.- Este espacio, atacado por graves problemas de humedad, está siendo restaurado por la Fundación Tarazona Monumental según el proyecto del arquitecto Javier Enciso Fernández.

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