La hoja de coca no es una droga

July 25, 2017 | Autor: M. Lasa | Categoría: Cocaine, Drug Trafficking, América Latina, Drogas, Política De Drogas
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4/24/2015

La hoja de coca no es una droga | Asuntos del Sur

21 marzo, 2013 | Comentarios desactivados

La hoja de coca no es una droga Por María Lasa* En junio de 2011, Bolivia se retiró de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, uno de los principales instrumentos del Régimen Internacional de Control de Drogas (RICD). Si bien en los medios de comunicación la noticia recibió escasa atención, para los especialistas en la materia se trató de un hecho histórico. Por primera vez desde 1961, uno de los principales países andinos productores de coca y cocaína se retiraba de la Convención y se atrevía a desafiar la prohibición del acullicu(coqueo) y la tipificación de la hoja de coca como una droga. Más controversial aún fue el hecho de que, hacia finales del mismo año, La Paz solicitó su readmisión a la Convención con una reserva: no admitiría la tipificación del acullicu como una adicción. La reincorporación de Bolivia, finalmente, fue aprobada en enero de 2013 con sólo 15 votos en contra de los 183 países que integran la Convención (184 si contamos a Bolivia). Este triunfo de Bolivia, sin embargo, contrastó con un hecho preocupante: en 183 países del mundo, el paradigma vigente en la lucha contra las drogas sigue siendo prohibicionista y define al coqueo como una adicción y a la hoja de coca como una droga ¿No es hora ya de revisar estas aserciones? Las hojas de coca han sido cultivadas en Sudamérica desde tiempos precolombinos. Las primeras crónicas que las describen datan del siglo XVI cuando los primeros colonizadores españoles llegaron a los Andes. Por entonces, la coca tenía status sagrado para los incas que controlaban estrictamente su cultivo y la usaban para ofrendas religiosas, bodas, funerales, sanaciones y el huaraca, un ritual de iniciación de los jóvenes nobles. Este patrón de consumo y producción de coca, sin embargo, se vio afectado por la conquista y colonización española. En un inicio, España intentó prohibir la coca. En efecto, en 1551 y 1567, la Iglesia Católica denunció su uso como una forma de idolatría, y un edicto real la declaró “demoníaca”. Sin embargo, en 1573, una nueva orden real autorizó el cultivo de la hoja de coca para el pago de tributos, y fue así como la coca se convirtió en una mercancía que llegó a representar la segunda fuente de ingresos de la Corona después de los minerales. A partir de entonces, y ya libre de las restricciones religiosas de incas y españoles, el cultivo y el mascado de la hoja de coca se expandió considerablemente en extensas zonas de los Andes. A mediados del siglo XX, el médico peruano Carlos Gutiérrez Noriega, comenzó a realizar los primeros estudios sobre la hoja de coca en las regiones más pobres y marginadas de los Andes. Su conclusión –sustentada en una discutible base científica–, fue que los lugareños masticaban hoja de coca porque era una forma de consumir cocaína para paliar el hambre. En efecto, en uno de sus escritos de 1948, Gutiérrez afirmó: “El masticador de coca la consume para suprimir la desagradable sensación que le produce la inanición crónica. Pero el consumo de la droga ocasiona, después de algunos años, la pérdida del apetito. El masticador habituado prefiere la droga a la comida, estableciéndose un círculo vicioso; se empieza a mascar coca para suprimir el hambre, provocando la pérdida del apetito, y se acaba comiendo todavía menos, debido al consumo de coca”. Las investigaciones de Gutiérrez Noriega –que dieron origen a lo que el antropólogo canadiense Roderick Burchard denominó “the nutritional interpretation”– se recogieron en el Informe de la Comisión de las Naciones Unidas para el Estudio de las Hojas de Coca de 1950, texto fundamental que dio origen al paradigma prohibicionista de la hoja de coca en la Convención Única de 1961. Allí puede leerse que “la masticación de la hoja de coca está más generalizada en medios [como el altiplano y la sierra], que no ofrecen ninguna comodidad y sólo una limitadísima variedad de alimento”. Asimismo se afirma que en las zonas de Perú y Bolivia donde más coca se mastica, “los niños se hallan menos desarrollados que los europeos. Naturalmente, esto puede ser una característica racial, pero es mucho más probable que se deba a la falta de Vitamina A y de proteína natural”. A partir de entonces se consolidaría lainterpretación nutricional y la base prohibicionista del RICD, según la cual clorhidrato de cocaína, coca y cocaína, son sinónimos. El polvo blanco que llamamos Clorhidrato de Cocaína, y que tantos efectos disruptivos ha provocado en el mundo, se aparta abismalmente de la cocaína que contienen las hojas de coca. La cocaína, estrictamente hablando, es un alcaloide, data:text/html;charset=utf-8,%3Cp%20class%3D%22post-meta%22%20style%3D%22border%3A%200px%3B%20outline%3A%200px%3B%20font-size%3A…

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una sustancia química que se genera naturalmente en algunas plantas a partir de organismos vivos y aminoácidos (los alcaloides más populares son la cafeína de la planta de café, la nicotina del tabaco, y la morfina y la codeína de las adormideras). Al consumir cocaína a partir del acullicu, los andinos experimentan un incremento de la energía, falta de sueño y supresión temporal del apetito, pero jamás el acullicu viene a reemplazar la ingesta de alimentos, ni existe evidencia científica que pruebe que genera adicción fisiológica. En 2006, con una hoja de coca en su mano, el Presidente Evo Morales declaró ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Hay una injusticia histórica de penalizar a la hoja de coca, (…) la hoja de coca verde que representa la cultura andina, (…) la hoja de coca que representa al medio ambiente y la esperanza de los pueblos”. Durante décadas, la consolidación de este paradigma irresponsable ha promovido la erradicación de cultivos de coca, la desestabilización de países sudamericanos y el empobrecimiento de miles de campesinos andinos. En este contexto, y por un puñado de quince de los países más ricos del mundo, Bolivia ha sido condenada por reclamar algo que resulta justo y evidente: que la hoja de coca no es una droga y que los coqueros no son adictos. *María es Visiting Scholar en el Lozano Long Institute of Latin American Studies (University of Texas at Austin) y becaria del PhD in Social Sciences con mención en Criminalidad y Economía de la Ilegalidad en la School of Advanced Studies de la Università degli Studi di Camerino (Italia). Su tesis de doctorado versa sobre el complejo de la coca-cocaína como amenaza a la seguridad nacional de Argentina durante la década 2001-2010. Twitter: @Condolasa 2

Comments Etiquetas:América Latina, Bolivia, Coca, Drogas, hoja de coca, María Lasa

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