La geografía electoral de Hidalgo en la transición democrática (1977-2014)

Share Embed


Descripción

La geografía electoral de Hidalgo en la transición democrática (1977-2014)*

Alejandro Moreno Hernández

Actualmente, México ha logrado llegar a una incipiente democracia gracias a una serie de reformas impulsadas a partir de 1977; la primera se dio en el susodicho año impulsada por Jesús Reyes Heroles. La misma logró el nuevo registro de partidos y más pluralidad en el poder legislativo. Poco a poco, estas reformas hicieron que tuviéramos realmente un sistema de partidos. No fue un cambio rápido, ni fue de la noche a la mañana; fue una cambio gradual, fueron pequeños pasos hacia adelante las que abrieron paso a la pluralidad y a las elecciones (hasta cierto punto) competitivas que hoy tenemos. Sin las movilizaciones y demandas de la sociedad civil, el PRI nunca hubiera hecho esta apertura al sistema de partidos. “Enfrentamientos recurrentes, movilizaciones, espirales de conflictos fueron el motor que reclamó reformas sucesivas hasta que las mismas construyeron un terreno de juego medianamente parejo y un marco institucional capaz de garantizar que fuera la voluntad popular la que decidiera quiénes debían gobernar y quiénes legislar” (Woldenberg, 2012: 15). 1988 es un año clave para entender lo que hoy vivimos; el 6 de julio de ese año hubo un fraude electoral en contra del candidato de la izquierda (Frente Democrático Nacional), Cuauhtémoc Cárdenas. Ese año es conocido como el año en que se cayó el sistema, y también se calló. “La forma en que se ‘contaron los votos’

(por decirlo de manera

metafórica) en aquella ocasión, sin ningún tipo de control y escrúpulo, generó un sentimiento de ofensa justificado” (Woldenberg, 2012: 67). La figura del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas cobra relevancia porque en el momento de la coyuntura sus simpatizantes pedían “tomar las armas”. El Ingeniero optó por crear un partido político (Partido de la Revolución Democrática) y buscar el poder pacíficamente mediante las elecciones para así entrar de forma definitiva al sistema de partidos. Podríamos afirmar que el “gran triunfo” de la transición fue haber logrado llegar a un verdadero sistema de partidos, donde se vive la competencia. Nuestra gran novedad son los partidos políticos; éstos son base para la democracia, ya que sin ellos no hay elecciones ni

parlamentos. Cabe mencionar, ahí donde dos o más personas tienen intereses similares o ideología parecida se forma un grupo; ese grupo es, ni más ni menos, que un partido político. No obstante, nuestro sistema de partidos está inconcluso, tiene fallas. “El sistema político/electoral que tenemos desde hace más de una década no fue construido para representar a personas como usted o como yo. Fue erigido para asegurar la rotación de élites, pero no para asegurar la representación de ciudadanos. Fue creado para fomentar la competencia entre los partidos, pero no para obligarlos a rendir cuentas. Fue instituido para fomentar la repartición del poder, pero no para garantizar su representatividad” (Dresser, 2011: 207). La introducción a un sistema auténtico de partidos es la punta anclar para decir que la transición está terminada. “La transición ya terminó en un ciclo que ha colocado a México en la pluralidad y en un nuevo sistema de partidos, pero la democracia, ésa sí, apenas comienza” (Merino, 2007: 444). “Por transición- así sin adjetivos- cada quien entiende lo que quiere y algunos implícitamente parecen pensar que se trata o se trataba de un cambio hacia el edén, hacia una sociedad sin problemas, reconciliada consigo misma. Una estación terminal, como si esas estaciones existieran” (Woldenberg, 2012: 25). Sin embargo, nuestros intentos de democracia siguen teniendo varios rasgos autoritarios. “La democracia tiene calidades y la de la nuestra es para preocuparse” (Woldenberg, 2012: 27). Esta calidad, desde mi perspectiva, se debe en gran medida a las diferencias estatales, donde algunas entidades avanzan hacia una democracia; otras están estancadas; otras muestran retrocesos al autoritarismo. “Es importante resaltar que el cambio mexicano no viaja en tren. Varios rieles, varios rumbos, varios ritmos. Algunos carros avanzan velozmente, otros se detienen, otros dan la vuelta. Es de esta forma que la transición mexicana es una suma de transiciones regionales. Si hiciéramos un mapa político de México, retrataríamos un mosaico de sub-regímenes políticos. Encontraríamos, por un lado, regiones en donde el pluralismo tiene décadas de arraigo, estado donde la alternancia empieza a convertirse en rutina. Encontraríamos, por otra parte, estados en donde la creciente autonomía no la acompaña la democracia, sino el caciquismo, y estados en donde la descomposición política es alarmante”(Silva-Herzog, 1999: 71).

Marco teórico metodológico

“La geografía electoral se fundamenta en una visión de la sociedad democrática liberal y en una afirmación de la ciencia positivista, con variantes…en que se le asigna la votación el rol central en la democracia” (Uribe, 1996: 267). Sin embargo, cabe afirmar que el voto es parte central de cualquier democracia, pero no se agota en el mismo; es decir, la democracia participativa debe fiscalizar y participar en el accionar del sistema político; puesto que de esta manera la sociedad civil puede vincularse con la clase política para modificar el espacio geográfico. “Las actividades vinculadas al desarrollo de una sociedad se realizan sobre un espacio geográfico determinado, que es gestionado y ordenado por el sistema político mediante la legislación” (Monzón, 2009: 121). A menudo, en elecciones federales o estatales se usan las frases: “La nación ha decidido” o “el Estado ha decidido” respectivamente. Cuando la nación o el Estado no han decidido; su suma de votos únicamente refleja una opción mayoritaria. Sin embargo, existen diferencias regionales, estatales y municipales. “Los sistemas de partidos se basan en criterios como la clase social, la religión o la etnia, que también tiene importancia a la hora de definir la segregación residencial, en general podemos distinguir áreas que apoyan a los distintos partidos. En definitiva, la distribución espacial del apoyo a determinados partidos es relativamente desigual. Cuando se añaden a este mapa los límites de los distritos se crean distritos en los que hay diferentes mezclas de partidarios de cada partido. Podemos hacer un modelo de este proceso de forma que se vean las posibles influencias de dicho procedimiento; la consecuencia fundamental es que en el trazado arbitrario de los límites inevitablemente habrá una tendencia a favorecer al partido mayoritario del área que constituye el distrito” (Taylor, 1994: 224). Efectivamente, en un trazado arbitrario de distritos se busca favorecer a un partido este proceso es conocido como “gerrymandering”. En otras palabras, es un sesgo electoral que consiste en la manipulación de las fronteras electorales con la finalidad de beneficiar o perjudicar a un partido político; por esto mismo, es necesario contar con instituciones independientes al gobierno en turno para que la creación de distritos no cuenten con sesgos o cuente con el menor número posible. Asimismo, “el uso de modelos facilita la transparencia del proceso y no tienen mayor problema para criterios como el de igual número de población o el de preservar fronteras estatales y municipales; sin embargo, es más difícil de incorporar en

ellos criterios cualitativos o complejos como la integridad de comunidades” (López, 2006: 108). No obstante, cuando no existen estos sesgos, hay factores locales que influyen en la distinción del voto de la gente. “Fundamentalmente hay cuatro procesos que pueden hacer que haya influencias locales en la decisión de voto. El primero de ellos es el voto al candidato, denominado vulgarmente ‘efecto de amigos y vecinos’…consiste simplemente en que un candidato reciba más votos en la zona donde nació o vive…El segundo proceso está relacionado con el objeto de la votación, y sucede cuando un tema determinado en una elección es más importante para algunas zonas que para otras; éste es el ‘efecto de protección local’. El tercero ‘los efectos de la campaña electoral’, refleja las influencias diferenciales de la campaña, que pueden responder a un objetivo concreto…El cuarto, el ‘efecto de vecindario’, es la influencia geográfica en el voto que ha sido más estudiada, y trata de explicar por qué los partidos obtienen mejores resultados de los previstos en las zonas donde son más fuertes” (Taylor, 1994: 222). “Con relación a la geografía electoral, el análisis de los sistemas electorales, moldeados por la concepción de democracia y representación, deben considerar el papel desempeñado por la organización del espacio y sus rugosidades” (Castro, 2005: 148). “Para la geografía electoral dos cuestiones son importantes: 1) los sistemas electorales como proceso de transformación de voto en voz, o sea, la elección de procedimientos capaces de ajustar la representación política a los conflictos de intereses, al equilibrio de poder y las posibilidades de mudanzas sin rupturas 2) La interpretación del voto, o sea, la tentativa de comprensión de la elección de los electores a partir de las mediaciones sociales y territoriales, que afectaran esas elecciones” (Castro, 2005: 150). Desde mi punto de vista, Castro resume el papel de la geografía electoral tomando en cuenta los aspectos citados anteriormente de Uribe y Taylor; es

decir, la geografía política electoral tiene que

considerar los factores locales influyentes en el voto, así como el papel de la organización del espacio y los sistemas electorales como proceso de transformación de voto (el sistema electoral debe ser lo más transparente posible; las reglas electorales deben ser acordadas por todos los actores). Ahora bien, ¿qué entendemos por democracia? Un régimen democrático se caracteriza por la atribución de decisiones colectivas de un número elevado de miembros del grupo. En ese

sentido, “la democracia es la regla de la mayoría” (Bobbio,1996: 25). Sin embargo, es materialmente imposible que todos los ciudadanos participen en las decisiones del país simplemente por el número de población y la complejidad de las sociedades industriales modernas; es por esto, que la representatividad cobra importancia. En términos generales “la expresión ‘democracia representativa’ quiere decir que las deliberaciones colectivas...no son tomadas directamente por quienes forman parte de ella, sino por personas elegidas para este fin” (Bobbio, 1996: 52). No obstante, la democracia participativa y la representativa no están peleadas una puede ser complementaria a la otra porque sin democracia participativa no hay rendición de cuentas; esta última es una característica esencial para que los representantes cumplan mejor con su trabajo. Pero ése es otro asunto. Otra característica esencial de la democracia es la pluralidad; esta última entendida como la diversidad social como forma de organización más adecuada para gobernar a las varias minorías. En otras palabras, la democracia debería volver válido el disenso. La importancia de la intimidad y el derecho a la misma es importantísima para las elecciones, asimismo la oportunidad de elegir y la capacidad del número de opciones. “El derecho a la intimidad permite escoger sin presiones, partiendo de la propia reflexión reposada; la capacidad supone, entre otras cosas, el aumento del número de opciones; la oportunidad, situar al alcance alternativas entre las que escoger; y el poder, en el contexto de la libertad, es la condición que iguala, la condición que hace posible una libertad igual de opción efectiva” (Sartori,1988: 376). Por otra parte, “el colapso de un régimen autoritario puede o no puede crear las condiciones para el triunfo de la democracia política” (Linz, 1990:9). Es decir, la transición puede crear o no una democracia, puede crear o no un régimen más autoritario. Tanto la izquierda como la derecha pueden ser autoritarios; en otras palabras, la derecha y la izquierda son un esquema; y el autoritarismo y la democracia son otro esquema. El autoritarismo es inmutable, no recibe bien los cambios por más pequeños que sean. No obstante, hay momentos en los que los “autoritarios” requieren de una liberalización para cooptar o reducir la oposición; pero de acuerdo con Juan Linz, parece que es al contrario la liberalización aumenta la oposición, y por lo tanto parece ser que la liberalización es el primer paso para llegar una democratización; es decir, es el primer paso de la transición. Cabe mencionar, la liberalización no implica democratización. La liberalización es el

proceso de hacer efectivos ciertos derechos que protegen tanto individuos y grupos sociales de la arbitrariedad y los actos ilegales cometidos por el Estado y los otros partidos políticos. Mientras que la democratización se divide en dos: mecanismo de participación ciudadana para la rendición de cuentas de los representantes; y competición partidaria y elección electoral. Por lo tanto, la democratización es el proceso donde las reglas y procedimientos de la ciudadanía son aplicadas a las instituciones previas y se extiende a las nuevas. “Si la liberalización inicia la transición, entonces podemos encontrar el término ad hoc cuando los autoritarios anuncian su intensión de extender significativamente la esfera de protección individual y grupal de derechos, y son creídos” (O’Donnell y Schmitter, 1986: 10). La liberalización puede ir avanzado hasta convertirse en democratización. Las transiciones iniciadas por el régimen para poder triunfar requieren de la cooperación de la oposición democrática, basta recordar el caso español. La intención de liberalizar puede ser suficiente para que la oposición se vuelva más moderada y esté dispuesta a negociar. “Ninguna opción garantiza en todos los casos una transición con éxito a la democracia, y el conflicto manifiesto sobre esta cuestión bien podría entorpecer el proceso de transición. Depende tanto del nivel de confianza en la honradez de los que participan en la institucionalización de la democracia como del equilibrio relativo de poder entre los adversarios. La continuidad del poder en los sucesores legales del régimen autoritario es probable que neutralice los temores de los defensores del statu quo y, en particular, de la institución militar” (Linz, 1990: 18). “El ingrediente esencial de una transición es la expectativa, tanto por parte del pueblo como por parte de los que detentan el poder, de que la autoridad política pronto se derivará sólo de la libre elección del electorado”(Linz,1990: 28). Las negociaciones entre grupos con ideologías distintas son necesarios para que la transición sea más fácil, básicamente se necesita de un grado de consenso para aprobar las reglas del juego electoral. De hecho, las negociaciones son principalmente por las reglas del juego y la entrada de los actores al sistema electoral. Si el autoritarismo es orden, el momento de inicio de una transición es “desorden” debido a que las sorpresas y dilemas son características de la incertidumbre que hay en las transiciones. Los actores y los grupos se dividen conforme el contexto de democratización y de liberalización. “La transición es un intervalo entre un régimen político y otro. Es característico durante la transición que las reglas del juego no estén definidas” (O’Donnell

y Schmitter, 1986: 6). Los principios iniciales de la democracia son el voto libre y secreto, sufragio adulto universal, competición parcial, reconocimiento y acceso de asociaciones, rendición de cuentas del ejecutivo. Los principios de las democracias (casi) completas son cuentas administrativas sometidas a investigación judicial, financiamiento público a partidos, acceso a información, permanente registro a nuevos votantes, gran participación del voto, registro continuo de nuevos partidos. “Como Adam Przeworski argumenta en su capítulo, la democracia institucionaliza lo incierto, no sólo al respecto de las personas y los grupos que ocuparan las posiciones de autoridad, sino también los usos que la autoridad eventualmente empleará. En este sentido, la transición para la democracia reduce la posibilidad…pero no vuelve inevitable otra transición” (O’Donnell y Schmitter, 1986: 11).

O’Donnell y Schmitter distinguen otra

etapa de la transición: la socialización. La susodicha es el momento en el que cada vez mayores sectores de la sociedad empiezan a convertirse en “ciudadanos- actores, con los mismos derechos y obligaciones, que se involucran en la toma de decisiones de las instituciones”(O’Donnell y Schmitter, 1986: 12). Si la transición es encabezada por los partidarios del viejo régimen, normalmente hay una ruptura entre los “hard-liners” y los “soft-liners”. Los “hard-liners” no están dispuestos a negociar y quieren continuar con el autoritarismo a cualquier costo, mientras que los “softliners” están dispuestos a negociar y a liberalizar hasta cierto punto, a pesar de que ellos fueron autoritarios en su momento. Cuando la transición es encabezada por el antiguo régimen, los mismos tienen una mejor oportunidad para las elecciones y el rol de la representación en el siguiente régimen. Es destacable que los “soft-liners” y la oposición moderada son los primeros en negociar las reglas del juego. La sociedad civil juega un papel muy importante y va de la mano con la transición; por otra parte, la burguesía cree que el autoritarismo es dispensable. La ruta democrática debería estar basada en la liberalización, institucionalización y democratización. Estos tres principios deberían ser la base en la negociación entre distintos actores, conforme estas negociaciones sean más incluyentes será mejor para la sociedad. “El tiempo de un pacto debería estar basado, no en la concentración del poder ejecutivo ni un arreglo de las garantías sociales y económicas, sino en una distribución representativa de posiciones de colaboración entre los partidos políticos para hacer política” (O’Donnell y Schmitter, 1986: 40). Aunque, la negociación o

el pacto no puede estar limitado sólo entre los partidos políticos debe incluir a la sociedad civil para así hacer más enriquecedoras las negociaciones y los arreglos. Si esto no pasa, tendremos un cartel de las élites de los partidos políticos. En las elecciones lo más importante es el partido político y sus formas para convencer al electorado; las elecciones en el momento de la transición deben ser convocadas en el momento de mayor polarización para así tener una mayor participación ciudadana. De acuerdo con O’Donnell y Schmitter la transición parece estar acabada cuando los actores se ponen de acuerdo en las reglas del juego electoral (al menos en lo esencial); sin embargo, siempre hay aspectos que modificar para poder tener un sistema electoral más justo.

Escala estatal Es primordial conocer los últimos resultados electorales del estado, ya que éstos nos mostrarán la posible existencia de una tendencia en Hidalgo, para esto veremos los resultados de las últimas tres elecciones para elegir gobernador. En 1999 se presentan los siguientes resultados: Resultados

electorales Votos

Porcentaje %

para gobernador en 1999 PAN-PVEM

195054

30.48

PRI

325781

50.92

PRD-PT

88447

13.82

Votos validos

609282

95.23

Votos nulos

30502

4.77

Votos totales

639784

51.47

Lista nominal

1243037

Elaboración propia, con base en los resultados mostrados por el IEEH

Resultados de la votación para gobernador en 1999 PAN- PVEM PRI PRD-PT Votos nulos

Gráfico 1 Fuente: Gráfico elaborado por el autor

Los resultados del Gráfico 1 muestran que la primera elección para gobernador que llevó a cabo el IEEH son relativamente competitivas. Poco más del 50% de los votos fueron para el PRI y el 30% de los votos pertenecieron a la alianza PAN-PVEM; de este modo, vemos que en Hidalgo se parece instalar un sistema bipartita, con un partido que se ubica en el centro ideológico y que a lo largo de su historia se ha caracterizado por ser pragmático: Partido Revolucionario Institucional. El Partido Acción Nacional parece posicionarse como el principal partido de oposición dentro del estado, éste se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser un partido de centro-derecha. Cabe mencionar, el Partido Verde Ecologista de México, con quien realizó una alianza el PAN, ha sido un partido satélite a nivel nacional y a nivel local; en otras palabras, (casi) nunca va solo a las elecciones, sino que va en coalición. No obstante, a nivel nacional y en varios estados, se estima que aporta a sus alianza entre el 6 y 8% de los votos, los cuales no son nada despreciables, ya que estos pueden definir una elección. De esta manera, afirmo que estas elecciones muestran un sistema bipartita (PRI, PAN), sin un partido de izquierda trascendente, ya que la alianza PRD-PT solamente obtuvo aproximadamente el 14% de los votos; los cuales son significativos, pero no son suficientes para aspirar a ganar alguna elección. Cabe mencionar, el grado de abstencionismo en la elección más importante a nivel estatal es considerable, casi el 50% de los electores no fueron a votar.

Elección para gobernador Votos

Porcentaje %

en 2005 PAN

81193

11.60

PRI-PVEM

362719

51.83

PRD

206540

29.52

PT

18182

2.59

Votos validos

668634

95.55

Votos nulos

31113

4.44

Votos totales

699747

45.31

Lista nominal

1544111 Elaboración propia, con base en los resultados electorales mostrados en el IEEH

Resultados de la votación para gobernador en 2005 PAN PRI-PVEM PRD PT Votos nulos

Gráfico 2 Fuente: Gráfico elaborado por el autor

Los resultados del Gráfico 2 muestran que el PRI sigue manteniendo poco más del 50% de la votación, se reafirma la hipótesis de que el PVEM es un partido satélite, ahora decidió apoyar al PRI, y siguió sin presentar candidato propio. Cabe mencionar, las alianzas del PVEM comúnmente se dan con el PRI y el PAN, (casi) nunca hemos visto una alianza de este partido con algún partido de izquierda. La gran novedad en estas elecciones es que nuevamente la oposición consiguió cerca del 30% de la votación, pero esta vez la votación opositora no fue para el PAN, sino para el PRD; es decir, que el sistema bipartita del que hablábamos cambió de estar conformado por un partido de centro (pragmático, “catch-all”)

y otro de centro-derecha, por un sistema con el mismo partido de centro, pero ahora con un partido de centro-izquierda como la principal oposición. Cabe mencionar, las izquierdas no fueron juntas en esta ocasión, el Partido del Trabajo consiguió poco más del 2% de la votación. Por otra parte, los resultados de Acción Nacional fueron preocupantes, ya que de una elección a otra perdieron aproximadamente 20 puntos, mientras que el PRD ganó 16 puntos en comparación con la última elección para gobernador. Cabe mencionar, el grado de abstencionismo incrementó en casi seis puntos. Elección para gobernador Votos

Porcentaje %

en 2010 PAN-PRD-Convergencia

394049

45.23

PRI-PVEM

438094

50.28

Votos validos

832143

95.52

Votos nulos

39022

4.47

Votos totales

871165

47.38

Lista nominal

1838588

Elaboración propia, con base en los resultados electorales mostrados en el IEEH

Resultados de la votación para gobernador en 2010 PAN-PRDConvergencia PRI-PVEM Votos nulos

Gráfico 3 Fuente: Gráfico elaborado por el autor

Tal y como lo muestra el Gráfico 3, hay una polarización al extremo, donde la diferencia se ve marcada por el 4.47% de votos nulos, ya que probablemente con esos votos la oposición hubiera ganado por primera vez en Hidalgo. Cabe mencionar, esta vez los dos partidos de

izquierda decidieron ir en alianza con el PAN (centro-derecha), lo cual desde mi perspectiva es una incongruencia total. La gran noticia es que la competencia electoral por fin se vivió en su máximo esplendor; la otra es que en el espectro ideológico la alianza PAN-PRD-Convergencia genera confusión entre varios sectores de la población, ya que no se entiende de qué manera dos partidos de izquierda pueden ir en alianza con uno de derecha. Los resultados, en mi opinión, responden a un tema coyuntural, más que uno estructural, la personalidad de la candidata de la alianza opositora: Xóchitl Gálvez, produjo que por primera vez la oposición alcanzara más del 35% de la votación. Insisto en que lo novedoso de esta elección es que probablemente los hidalguenses consideren que ya es posible que por fin su estado viva la alternancia política.

El perfil de los votantes El objetivo de dividir a los municipios de acuerdo con su índice de marginación nos ayudará a comparar y contrastar qué clases sociales, qué sectores de la sociedad simpatizan por “x” o “y” partido. Siendo México un país tan desigual e Hidalgo uno de los estados más pobres de la nación considero que este índice nos puede ayudar a entender la reciente polarización de la sociedad tanto a nivel nacional como a nivel estatal. Cabe señalar, el índice de marginación tiene el objetivo de ser una medida que nos brinde información de las carencias que tiene la población mexicana; éste es elaborado por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), el cual toma en cuenta cuatro factores básicos o clave: educación, vivienda, distribución de la población e ingresos por trabajo. Vale mencionar los valores más altos mostrados en el Mapa 1 son los municipios con una marginación más altas con mayor número de carencias sociales.

Mapa 1. Fuente: Mapa elaborado por Daniel Morales

Si relacionamos el Mapa 2 con el Mapa 1, podemos observar que el PRI gana tanto en los municipios más marginados, como en los que poseen más servicios; es decir, obtiene votos de todas las clases sociales

a

diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, donde se hace fuerte en los municipios marginados.

más El

PAN obtuvo votos de los municipios, Mapa 2. Fuente: Mapa elaborado por Daniel Morales

que

tienen población de clase media y clase media alta, tal y como sucede a nivel nacional. El PRD en esta ocasión sólo ganó un municipio, el cual es de clase media.

Mapa 3. Fuente: Mapa Elaborado por Daniel Morales

En el Mapa 3, podemos observar que esta vez el PAN no obtuvo ningún municipio; el PRI vuelve a obtener votos en todas las clases sociales, mientras que el PRD ganó uno de los municipios más marginados del estado y consiguió otros dos triunfos que podemos

considerar de municipios de clase media baja. Hay que resaltar, a nivel nacional el PRD tiene su fortaleza en los municipios de clase media y clase media baja, y en menor medida en los municipios más pobres; su gran debilidad electoral radica en los municipios más ricos de México.

Mapa 4. Fuente: Mapa elaborado por Daniel Morales

En el último mapa (Mapa 4), el PRI logró una vez más tener un voto “pluriclasista”, de la misma forma la alianza PAN-PRD pudo conseguir este tipo de voto, debido a que un partido complementó a otro; como ya mencionamos, el PRD se hace fuerte en municipios de clase media a clase baja y el PAN viceversa (de clase media a clase alta).

Conclusiones Hidalgo ha mostrado pequeños avances, avances muy graduales como los que dieron pie a la transición a nivel nacional. Un claro ejemplo es la autonomía del instituto estatal electoral del estado, el cual tiene atribuciones similares al extinto IFE. No obstante, los miembros de los partidos pueden seguir siendo consejeros “ciudadanos”, lo que impide la ciudadanización del IEEH. Me parece que con este ejemplo, queda claro un avance y un

retroceso a la hora de la creación del susodicho IEEH. La creación del Instituto se dio en 1995, en este sentido, podemos afirmar que a partir de esta nueva ley hay un pequeño avance en la competitividad electoral del estado. La alternancia en los municipios y la tan mencionada creación del instituto pueden ser el inicio del proceso de transición, que se vive en Hidalgo. Otro “avance” democratizador en el estado hidalguense es que hay representantes electorales en las urnas, en cada uno de los distritos que vigilan que la jornada electoral no tenga mayores problemas. Sin embargo, siempre hay que matizar todos los “avances”, y en este caso cabe mencionar que los representantes electorales de las urnas demandaron anomalías en las jornadas electorales, lo que hubiera sido muy difícil de detectar, sino existieran representantes electorales de cada partido. Por ejemplo, “para el día de las elecciones el IEEH contrató un servicio de resultados preliminares que se difundirían a medida que se realizara el conteo de votos en cada municipio, en este proceso fue causa de mucha polémica, los resultados en la elección de Pachuca, ya que según el PRI, hubo errores imputables a responsabilidad del PREP” (Alcalá, 2004: 90). La falta de debate serio y la ausencia de propuestas mostradas por la oposición han sido también un factor fundamental para que la alternancia aún no haya llegado a Hidalgo. Más que nada las nulas propuestas a nivel local son las que han propiciado en parte que los hidalguenses sigan votando por el PRI. En el 2010, se ha dado la única posibilidad real de que exista la alternancia en el estado. “Lo que dio un giro a la campaña electoral fue la candidatura de Xóchitl Gálvez, su presencia, a pesar de la exclusión de los medios de comunicación locales fue instalándose paulatinamente entre el electorado, hasta convertirse en un fenómeno electoral, minimizado por las encuestas oficiales, que dio estímulo y atracción a una enorme cantidad de votos opositores que fundamentaron las posibilidades de una alternancia” (Vargas, 2011: 139). El clientelismo gubernamental y la clara tendencia de los medios locales para favorecer al candidato del partido oficial son de suma importancia para que el mismo partido se haya mantenido con el poder en Hidalgo por más de 80 años. En el caso de la elección del año 2010, de acuerdo con Pablo Vargas: “La campaña electoral no estuvo exenta de ‘guerra sucia’ y ‘campañas negras’…Se esparcieron rumores principalmente contra Xóchitl Gálvez; desde la idea peregrina que ‘iba a renunciar’, o ‘que el IEEH le había rechazado su

registro’, entre muchas otras. Paralelamente se cultivó un discurso de carácter misógino y abiertamente machista que repercutió en las comunidades rurales: ‘impedir que llegue una mujer’, o bien ‘las mujeres no están preparadas para gobernar’” (Vargas, 2011: 126). Lo que hay que resaltar es que el proceso ya inició, y los cambios apenas son notorios; desde mi punto de vista en Hidalgo falta poco para dar la transición democrática como concluida. Sin embargo, este inicio de transición no garantiza que se llegué a la mencionada democracia. Los avances, los estancamientos y los retrocesos están presentes en Hidalgo; los mismos nos han llevado a un paulatino proceso de transición inacabada, donde ni las condiciones de competencia ni las reglas del juego son aceptadas por todos los actores; y sigue habiendo cuestionamientos a los organismos y leyes electorales, que permiten el clientelismo o la “guerra sucia” en las campañas. Hidalgo es un claro ejemplo de que la transición democrática no llegó a la misma velocidad a todos los estados; por el contrario, las diferencias estatales electorales son inmensas si hacemos una comparación de unos estados con otros, y los factores locales siguen siendo factor fundamental para explicar esta transición inacabada en el caso hidalguense.

Bibliografía: Alcalá Alfredo, (2004) “Hidalgo entre el autoritarismo y la democracia. El Instituto Estatal Electoral y la alternancia municipal en el estado (1995-2002)” en Revista Mexicana de Estudios Electorales. No. 4. Julio-Dic. 2004. Sociedad Mexicana de Estudios Electorales. 75-103 pp. Bobbio Norberto (2001). El futuro de la democracia. Tercera Edición. D.F., México. Fondo de Cultura Económica. 212 pp. Castro Ina Elias, (2005), Geografia e Política. Território, escalas de açåo e instituçioes. Río de Janeiro, Brasil. DFL. 299 pp. Dresser Denise, (2011), El país de uno. Reflexiones para entender y cambiar a México. D.F., México. Aguilar. 351 pp. Linz, J y T. González de la Fé, (1990), “Transiciones a la democracia” en Reis, No. 51. Sep-Oct 1990. Centro de Investigaciones Sociológicas.7-33 pp.

López Levi Liliana, (2006). “Redistritación electoral en México: logros pasados y retos futuros” en Investigaciones Geográficas (Mx), No. 61, Dic. 200, Instituto de Geografía. 99113 pp. Merino Mauricio (2007), “La transición votada” en Sistema Político Mexicano. Antología de lecturas. D.F., México. UNAM Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. 435-456 pp. Meyer Lorenzo (2005), Liberalismo autoritario. Planeta. D.F., México. 288 pp. Monzón B. Norma. (2009) “Geografía electoral. Consideraciones teóricas para el caso argentino” en Cuadernos de Geografía, Revista Colombiana de Geografía. No. 31. SepNov 2009. Universidad Nacional de Colombia. 119-128 pp. O’ Donnell G. y P. C. Schmitter (1986). Transitions from Authoritarian Rule. Tentative Conclusions about Uncertain Democracies. Estados Unidos de América. Woodrow Wilson International Center for Scholars. 82 pp. Sartori Giovanni (1987). Teoría de la democracia. 2. Los problemas clásicos. Madrid, España. Editorial Alianza Universidad. 284 pp. Silva-Herzog Márquez Jesús (1999). El antiguo régimen y la transición en México. D.F., México. Editorial Planeta. 150 pp. Taylor Peter (1994) “Una nueva base para la Geografía electoral" en Geografía Política. Economía-Mundo y localidad. Madrid. Trama, 215-267 pp. Uribe Graciela (1996). “Hacia una agenda de Geografía Política para América Latina y el Caribe” en Geografía Política verdades y falacias de fin de milenio. D.F., México. Nuestro Tiempo. 219-274 pp. Vargas González Pablo (2011), “Hidalgo 4 de julio de 2010. La disputa entre continuismo y alternancia” en Revista Mexicana de Estudios Electorales. No. 31. EneroMarzo 2011. Sociedad Mexicana de Estudios Electorales. 111-141 pp. Woldenberg J. (2012). “Los déficits de la transición democrática” en Cossío, J. R., y Florescano E. (compiladores), La perspectiva mexicana en el siglo XXI. D.F., México. Fondo de Cultura Económica, Conaculta, Universidad Veracruzana, Secretaría de Educación en Veracruz, 23-44 pp. Woldenberg José (2012). Historia mínima de la transición democrática en México. D.F. México, El Colegio de México, 150 pp.

http://www.ieehidalgo.org.mx/ResultadosWEB/Gobernador%201999.pdf Página consultada el 15 de diciembre de 2014 http://www.ieehidalgo.org.mx/ResultadosWEB/Gobernador%202005.pdf Página consultada el 15 de diciembre de 2014 * Originalmente presentado en el XV Encuentro de Geógrafos de América Latina. La Habana, Cuba. 2015.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.