La filosofía económica de Julien Freund ante la economía moderna

August 5, 2017 | Autor: Jerónimo Molina Cano | Categoría: Economics, Austrian Economics, Philosophy Of Economics, Julien Freund
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LA FILOSOFÍA ECONÓMICA DE JULIEN FREUND ANTE LA ECONOMÍA MODERNA Jerónimo Molina Cano

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CUADERNOS

C U A.D ER N O S Dirigida por Francisco Sanabria Martín

SERIE AZUL

LA FILOSOFÍA ECONÓMICA DE JULIEN FREUND ANTE LA ECONOMÍA MODERNA Jerónimo Molina Cano

ÍNDICE

I

a

Edición.

Depósito Legal: AV-33-1997 Redacción y producción: J O S É M. D E T O R R E S Diseño Portada: JA'af. Composición e Impresión: M I J Á N . Artes Gráficas. Avila.

Impreso en papel reciclado

de 90 grs.

I N T R O D U C C I Ó N ( D A L M A C I O N E G R O PAVÓN) 1. LOS AVATARES D E L P E N S A M I E N T O E C O N Ó M I C O Y EL F I N DE LA ECONOMÍA POLÍTICA 2. L A E C O N O M Í A C O N T R A L A E X P E R I E N C I A D E LOS HOMBRES 2 . 1 . EL U T O P I S M O D E L A E C O N O M Í A - M I T O . 2.2. EL P O S I T I V I S M O D E L A E C O N O M Í A N O R M A T I V A . 3. L A E C O N O M Í A C O M O PRÁCTICA 3 . 1 . L A E C O N O M Í A N O ES U N P R O G R A M A S O C I A L I S T A O LIBERAL. 3.2. L A E C O N O M Í A N O ES U N A T É C N I C A . 3.3. L A E C O N O M Í A ES U N A A C T I V I D A D H U M A N A . 4. L A E C O N O M Í A D E S D E L A P R A X I O L O G Í A 5. L A F E N O M E N O L O G Í A D E L A E C O N O M Í A 5 . 1 . L A PESANTEUR DE LO ECONÓMICO. 5.2. L A N E C E S I D A D C O M O DONNÉE. A) U N A B A N A L I D A D P R I M O R D I A L . B) L A N E C E S I D A D Y E L V A L O R . C) L A A R T I C U L A C I Ó N D E L A N E C E S I D A D C O N LOS PRECIOS. 5.3. LOS PRESUPUESTOS D E L O E C O N Ó M I C O . A) EL PRESUPUESTO Ú T I L / P E R J U D I C I A L . B) E L PRESUPUESTO E S C A S E Z / A B U N D A N C I A . C) EL PRESUPUESTO S E Ñ O R / E S C L A V O . 5.4. F I N A L I D A D Y M E D I O D E L O E C O N Ó M I C O . A) E L B I E N - E S T A R . B) EL T R A B A J O . 3

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23 27

INTRODUCCIÓN Julien Freund, francés de nación ( H e r i n d o r f f , 1 9 2 1 - Villé, 1993), es u n o de los escritores políticos más importantes del último tercio del siglo X X . N a t i v o del corazón de Europa, atraído p o r la cultura alemana a la que le vinculaba su lengua alsaciana, aunque participó m u y activamente en la Resistence, fue discípulo, quizá más bien adicto y seguidor, de R a y m o n d A r o n y C a r i Schmitt. A r o n , el gran polemista de o r i g e n judío, aceptó d i r i g i r su tesis doctoral - e l famoso l i b r o La esencia de l o político ( 1 9 6 5 ) - , inspirada en el jurista alemán. En realidad, se enteró de la existencia de Schmitt y le c o n o c i ó más tarde p o r m e d i o de F r e u n d . La i n f l u e n c i a de ambos escritores estuvo empero mediada, si se puede decir así, p o r la de M a x Weber (Sociología de M a x Weber, 1966, Etudes sur M a x Weber, 1990), si bien rechazó la idea de neutralidad axiológica, a la que sólo concedía el papel de reguladora del mayor rigor posible. Freund jamás creyó en la política p u r a n i en la política ideal. Para él, la filosofía política es práctica. Materializó su ambición de ser u n teórico de la política abordando la clarificación y sistematización de los conceptos políticos, a f i n de liberarlos de los prejuicios de la teoría política y de la ideología. La tesis d o c t o r a l es la raíz de toda su obra, u n proceso de meditación y elaboración constante a partir de aquélla, con disgresiones sobre sociología, filosofía de la historia, teoría de las ciencias humanas, etc., para aclarar los conceptos. Politique et impolitique, o t r a gran obra sistemática de 1987, es continuación de la tesis. En p u r i d a d , Julien Freund n o fue sociólogo o politólogo sino u n filósofo político bastante aristotélico, convencido de que el p o r v e n i r dependerá de c ó m o se logre armonizar metafísicamente la técnica y la ética. Esa reivindicación de la metafísica en u n t i e m p o que caracteriza5

INTRODUCCIÓN

ba c o m o «el reino de la necrofilia», sin duda le ha restado audiencia. Pues t u v o que polemizar con la Ilustración, «que intelectualizó los conceptos» d i v i d i e n d o al h o m b r e contra sí m i s m o . Por ejemplo, explica Kant, al r e d u c i r la metafísica a la explicación científica, facilitó que aquéllos perdiesen su conexión con la realidad. H a y en Freund u n antic i e n t i f i c i s m o f i l o s ó f i c o , que hace responsable al c i e n t i f i c i s m o de la «espiritualidad terrible y engañosa de nuestro tiempo». En Philosopbie philosophique (1990) expuso ordenadamente sus principios e ideas. Se sirvió de tres c o n c e p t o s capitales: p r e s u p u e s t o , esencia y dialéctica. Los presupuestos son pares dialécticos que aparecen en cualquier sector del c o n o c i m i e n t o de esencias, d e l i m i t a n d o sus ámbitos pragmáticos en la realidad v i t a l . Pero la teoría n o precede a la acción sino que de la acción se deduce la teoría. Esta última recupera así su antiquísima finalidad pedagógica. C o m o filósofo político no podía dejar Freund de ocuparse de l o e c o n ó m i c o , esencia que, además, durante la presente centuria ha llegado casi - a veces, del t o d o - a sustituir a la política. La preocupación p o r la naturaleza de la actividad económica está presente a l o largo de su obra. F r u t o de ello fue L'essence de Veconomique. Publicado el m i s m o año de su m u e r t e , u n o de sus atractivos consiste, justamente, en que u n filósofo político no economista aborda el tema desde fuera, libremente, sin prejuicios, con saber y h o n d u r a . A Jerónimo Molina le corresponde el mérito de publicar el primer buen estudio español sobre la filosofía económica de Julien Freund, demasiado desatendido a pesar de haber sido traducidos algunos de sus libros. Daltnacio

Negro

Pavón

LA FILOSOFÍA ECONÓMICA DE JULIEN FREUND ANTE LA ECONOMÍA MODERNA. Jerónimo Molina Cano Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas. Profesor en la Universidad de M u r c i a 1. L O S A V A T A R E S D E L P E N S A M I E N T O E C O N Ó M I C O Y E L FIN D E L A E C O N O M Í A POLÍTICA. Las reflexiones sobre la significación de la actividad económica son raras. Por «significación» entendemos el destino último de las distintas actividades humanas fundamentales (política, economía, ciencia, arte, moral, religión) y sus vinculaciones recíprocas. Este saber tendería al establecimiento de una cierta jerarquía entre los dominios de la acción. Empresa enormemente difícil y ambigua que, no obstante, fue ensayada por el historicismo marxista. El primado de lo económico, consecuencia directa de las tesis del materialismo dialéctico, es ciertamente, si n o el único ejemplo, sí u n caso excepcional en el que la mistificación del pensamiento sobre la prelación de las acciones humanas ha tenido consecuencias en su momento incalculables. En cualquier caso, y al margen de estas derivas de la razón, los intentos de aclarar el sentido de la economía y su posición junto a la política, la religión, etc, no han tenido demasiado éxito. Tampoco se han beneficiado de mayor fortuna las consideraciones sobre la esencia de la economía. «Esencia» quiere expresar los rasgos que, más allá de las contingencias históricas, aparecen siempre como las grandes reglas o pautas que se manifiestan en los distintos campos de la acción humana.' «A propósito de una actividad, la esencia consiste, como ha escrito J. FREUND, en su relación consigo misma, o sea, en la actualización de sus presupuestos y de su finalidad, mientras que la significación consiste en la relación con las otras actividades humanas». En J. FREUND, «Ébauche d'une autobiographie intellectuelle», Revue européenne des sciences sociales, pág. 25, tomo X I X , núms 54-55, 1981, Droz, Ginebra. Véase también J. FREUND, L'essence du politique, págs. 4 y 5, Sirey, Paris, 1986. 1

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LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

Los escasos resultados o b t e n i d o s en cualesquiera de estos dos niveles del p e n s a m i e n t o , que hacen referencia, respectivamente, a la ontología y la fenomenología, se explican p o r el carácter u t i l i t a r i o que, ya desde sus p r i m e r a s f o r m a l i z a c i o n e s m o d e r n a s , i m p r e g n ó a la E c o n o m í a . N o menos decisiva ha resultado la confusión reinante en t o r n o al c o n c e p t o de Economía

política.

1

Las consecuencias de este

enredo son notorias. Cabría, sin embargo, señalar algún e x t r e m o . 1 . E n p r i m e r lugar, la preeminencia de la Political siglos XVIII

economy

en los

y XIX determinó que el debate e c o n ó m i c o se centrara en las

disyuntivas de la e c o n o m í a p r i v a d a y la e c o n o m í a política o pública.

3

E n terminología m o d e r n a el d i l e m a podría resumirse echando m a n o de una de las querellas f a v o r i t a s d e l e c o n o m i s t a - t i p o de los últimos 4 0 años: ¿privado o público?

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La secuela más característica de esta situa-

J . FREUND se refirió a «una triple división en la esfera económica que, desafortunadamente, siguen ignorando los filósofos que pretenden considerar globalmente la economía». El filósofo y sociólogo francés distinguía entre economía domestica (o administración del oikos u hogar familiar), economía privada («actividad basada en la manufactura -más tarde en la empresa-, cuyo presupuesto sería autónomo. En última instancia el beneficio serviría para aumentar la fortuna personal, pero también para desarrollar la organización en su autonomía». Este es, aproximadamente, el sentido que ARISTÓTELES daba a la crematística. Política, libro I, cap. IX) y, finalmente, economía política o pública. La organización de éste ámbito devino uno de los «atributos del Estado soberano, en la medida en que éste se convirtió en el único señor de la moneda que circulaba legalmente dentro de los límites de sus fronteras». Vid. J. FREUND, L'essence de l'économique (en adelante como EE), págs. 2 3 y ss., Presses Universitaires de Strasbourg, Estrasburgo, 1 9 9 3 . E l Estado y la Economía política son, por tomar las palabras de J . FUEYO, «las grandes estructuras concentracionarias del mundo moderno» (La mentalidad moderna, pág. 2 7 1 , IEP, Madrid, 1967.) La Economía política hacía referencia al bien público. Mas este concepto de bien público es el resultado del monopolio estatal (y posterior transformación) de la vieja idea del bien común. No es extraño, pues, que en las discusiones barrocas sobre la sana Ragion di stato, los antimaquiavelistas terminaran incluyendo entre los contenidos de la Razón de Estado, al menos implícitamente, la promoción de un cierto bienestar económico general. La felicitas, no ya en sentido moral sino material y mecanicista, socio-económico diríamos hoy, es para un hombre como BOTERO, cuando menos, un importante elemento de cohesión interna (cfr. M. SENELLART, Machiavélisme et raison d'Etat, espec. cap. III, PUF, París, 1989.) 2

3

J . F R E U N D , EE, pág. 2 5 .

ción ha sido la ignoracia, generalizada entre los expertos, del sentido de las economías

domésticas.

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2. A esta pérdida de perspectiva e c o n ó m i c a hay que añadir la o b s t i n a c i ó n de los t e ó r i c o s de la E c o n o m í a p o l í t i c a , e m p e ñ a d o s en c o n v e r t i r su saber p r á c t i c o en u n a d i s c i p l i n a científica y abstracta. Los trabajos de economistas profesorales c o m o Joseph Alois Schumpeter, e j e m p l i f i c a n a la p e r f e c c i ó n la c u l m i n a c i ó n de ese g i r o i n t e l e c t u a l . S c h u m p e t e r , que r e p r o c h a a sus colegas «la s u g e s t i ó n e x p l í c i t a o implícita de que el ú n i c o tema de nuestra ciencia es la e c o n o m í a d e l E s t a d o » , t e r m i n a , sin e m b a r g o , a n u l a n d o «la distinción, en g r a n parte vacía y sin s e n t i d o , entre la e c o n o m í a (política) y l o que h o y día se l l a m a e c o n o m í a de la empresa». Estas calas, que p o r su interés vamos a c o m p l e t a r a c o n t i n u a c i ó n , son u n a ocasión singular en la que, c o m o en pocas otras, se puede ver c ó m o la r e a l i d a d es sometida al i m p e r i o de las c a t e g o r í a s c i e n t í f i c a s : « D i g a m o s , p u e s , e x p l í c i t a m e n t e

n o s o t r o s n o d i s t i n g u i m o s e n t r e esas dos n o c i o n e s y que t o d o s los hechos y t o d o s los i n s t r u m e n t o s que son i m p o r t a n t e s para el análisis del c o m p o r t a m i e n t o de las empresas p a r t i c u l a r e s , pasadas o presentes, e n t r a n en n u e s t r o c o n c e p t o de la e c o n o m í a e x a c t a m e n t e

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igual

que los hechos y los i n s t r u m e n t o s de i m p o r t a n c i a para el análisis d e l c o m p o r t a m i e n t o de los Estados y que, p o r l o t a n t o , los p r i m e r o s se tendrán que añadir al c o n t e n i d o de todas las e c o n o m í a s políticas d e l pasado que sean t e m á t i c a m e n t e más e s t r e c h a s » . El Economic 6

analysis

En la actualidad, cuando los economistas portavoces de alguna institución oficial -gubernamental o no- nos hablan de las «economías familiares» rara vez se refieren a la «economía doméstica» en el sentido que aquí queremos darle. Los expertos aluden, más bien, a una suerte de agregado de consumo cuyos ingresos y gastos son el objeto predilecto de la intervención estatal mediante las políticas fiscales, monetarias y sociales. La aspiración de los gobiernos al poner en marcha la triaca máxima de sus políticas económicas no es el bien del oikos sino, curiosamente, los efectos que la intervención debe promover en ciertos indicadores económicos. 5

E n J . A. S C H U M P E T E R , Historia del análisis económico, pág. 5 8 , Ariel, Barcelona, 1 9 8 2 . E l mismo sesgo que señalamos está ya presente en su obra de 1 9 1 4 Síntesis de la evolución de la ciencia económica y sus métodos (disponible en Oikos-tau, Barcelona, 1 9 6 7 . ) Particular interés tiene el capítulo primero, acerca del desarrollo de la Economía política como ciencia: es muy significativo que el economista austríaco considere pre-científicas las concepciones económicas anteriores a la Political economy (pág. 2 3 . ) 6

Keynesianos, neokeynesianos y, en general, los economistas á la page, suelen partir en sus investigaciones del prejuicio estatista que santifica, en proporciones harto variables, el monopolio gubernamental del bien público -en el sentido de la vieja Economía política-. Así, sus especulaciones aparecen hoy desprovistas de sentido -incomprensibles, en rigor, desde el punto de vista de nuestra situación histórica- El Estado, literalmente hundido por la socialdemocracia, arrastra en su caída todo género de cavilación que lo tome como principio o como referente. 4

que

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LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

sustituye así a la r e a l i d a d e c o n ó m i c a m i s m a en t o d a su e x t e n s i ó n ,

7

sin

que ello sonroje a los especialistas y a sus epígonos.

en u n sentido fuerte y sustitutivo de cualesquiera otras consideraciones. Junto a este instrumento del intervencionismo estatal, otra secuela de la destrucción

3. La gran ruptura epistemológica que supone la formalización científi-

de la Economía Política y de la explotación de sus categorías por el Estado ha

ca de la Political economy no está, por otra parte, exenta de riesgos para la

sido, aunque no se suele ver en esta perspectiva,

propia disciplina. La seducción de la racionalización científica del saber lleva

cuyo germen fue la Sozialpolitik

incluso a u n economista como Lord Robbins a aceptar implícitamente la cri-

a sustituir al equivalente alemán de la Economía política,

sis de la Economía Política, pues eso es lo que subyace a su famosa concepción analítica

de la Ciencia económica. Lo que se ha consumado, sobre todo 8

desde mediados del siglo X I X , ha sido la desaparición de la E c o n o m í a Política en el viejo sentido.

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De su decaimiento se derivan, en esencia, dos

grandes concepciones de la Ciencia económica: la de los economistas puros -austríacos y círculo de Lausana- y la de los neoclásicos, cuya prolongación, pasando por Pigou y Keynes, desemboca en la noción de Política

económica

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«Se comprende entonces mejor, escribe J . FREUND, por qué la esencia de lo económico no podría quedarse limitada al análisis de la actividad conocida después de la aparición de la expresión economía política. Ciertamente, ésta introdujo una ruptura epistemológicamente significativa, pero desde el punto de vista de la reflexión filosófica sobre la economía se convirtió en un obstáculo, en la medida en que la mayoría de economistas posteriores se desinteresaron de los aspeaos anteriores de la economía práctica». EE, pág. 28. «La Economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios limitados que tienen diversa aplicación». L. ROBBINS, Ensayo sobre la naturaleza y singificación de la ciencia económica, pág. 39, F C E , México, 1980. 7

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Nos ha parecido oportuno distiguir entre la concepción de la Economía política en su antiguo sentido -el que Freund resalta- y la Economía política clásica, pues nos parece acertada la tesis defendida por el profesor J. HUERTA DE SOTO sobre la «regresión en la historia del pensamiento político» que supone la concepción de Smith, Ricardo y sucesores. La cita la recogemos de la introducción de HUERTA DE SOTO a M. N. ROTHBSTD, La ética de la libertad, pág. 15, Unión Editorial, Madrid, 1995. A. Marshall, que viene a agravar la desviación de los clásicos de los viejos esquemas económicos subjetivistas, introduce la preocupación por los móviles colectivos. En consecuencia no nos sorpende su afirmación -todo un programa político- «la Economía se propone, ciertamente, servir de ayuda al estadista para determinar, no sólo cuál debe ser ese fin (que el estadista anhela para su país), sino también cuáles serán los medios mejores y la línea de conducta para conseguirlo». En Principios de Economía política. Un tratado de introducción, pág. 37, Aguilar, Madrid, 1963. El dilema es saber cuánto tiempo podría la economía-ciencia mantener su integridad frente al estatismo. ¿Por qué la economía se tendría que escapar a la expoliación del Estado, mecanismo capaz de explotar sistemáticamente casi todos los elementos de la tradición europea, desde el derecho de las comunidades jurídicas hasta las dinastías nacionales? En otro lugar, el propio Marshall resuelve el enigma alentando una interpretación socialista (fabiana para ser más exactos) de la libertad de empresa: «laissez faire, dejad hacer al Estado». Puede verse en Posibilidades sociales de la caballerosidad económica, un artículo moralista y criptocolectivista de 1907, recogido en el volumen A. MARSHALL, Obras escogidas, págs. 200 a 224, FCE, México, 1987. 9

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el llamado Derecho

social,

alemana. N o en vano, este vocablo aspiraba Staatswissenschaft.

Después de la I I G u e r r a m u n d i a l c o m i e n z a n a desplegarse,

con

todas sus consecuencias, los efectos de la desaparición de la E c o n o m í a Política. Sustituida ésta p o r el análisis e c o n ó m i c o y p o r el i n t e r v e n c i o n i s m o estatal que conllevan las políticas e c o n ó m i c a s , así c o m o el desar r o l l o de los ordenamientos sociales.

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La voz « E c o n o m í a Política», p o r

c i e r t o , suele estar ausente, sin mayores explicaciones, en casi todos los diccionarios de e c o n o m í a .

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Este abandono es u n retroceso intelectual,

En la perspectiva actual del problema, con el Derecho social sometido a un cuestionamiento creciente, cabe considerar de una manera desigual los subordinamientos jus-sociales. El derecho del trabajo empieza a ser abordado críticamente -idea del «derecho del Trabajo de la crisis», que en España supone la impugnación del sistema diseñado por los gobiernos para intervenir el precio del trabajo humano y que se recoge, aunque de una manera dispersa como se sabe, en la ley del Estatuto de los trabajadores y legislación de desarrollo-. La situación en el derecho de la seguridad social y en el derecho de la negociación colectiva no es muy distinta. Por lo demás, últimamente, parece agravarse el caótico desarrollo del magma del derecho de los servicios sociales, en rigor de naturaleza jus-administrativa. Sorprende, sin embargo, que buena parte de la doctrina española siga anclada en unos planteamientos casi bismarckianos. Para un buen exponente del panorama intelectual en este campo, véase J . L. M O N E R E O PÉREZ, Algunas reflexiones sobre la caracterización técnico jurídica del Derecho del trabajo, Civitas, Madrid, 1996. El autor, que podría pasar por un comentarista lasalliano de la Sozialpolitik, todavía no ha purgado sus esquemas, entre otros, del prejuicio del derecho particular de clase (pág. 31.) De momento, la constitucionalización de los derechos sociales, aquella falsa vía de consenso constitucional denunciada por M . H E R R E R O DE M I Ñ Ó N (ver «Falsas y verdaderas vías del consenso constitucional», Revista de Estudios Políticos, núm. 9, mayo-junio de 1979, págs. 73-97), sigue sirviendo de coartada al embrollo legislativo y doctrinal. 1 1

Entre otros D. G R E E N W A L D , The McGraw-Hill Dictionary of Modern Economics, M c G r a w - H i l l , N . Y o r k , 1973; T . C O N G D O N Y D . M C D W I L L I A M S , Diccionario de Economía, Grijalbo, Barcelona, 1982. En R. TAMAMES, Diccionario de Economía, Alianza, Madrid, 1989, se recoge la voz para comentar lo siguiente: «Los economistas clásicos A. Smith, D. Ricardo, J . S. Mili emplearon la expresión plenamente en su consideración actual, y lo propio hizo Marx en 1859 en su Contribución a la crítica de la Economía política». Pero el conocido economista no ilustra al lector sobre cuál sea esa consideración actual. 1 2

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L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

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pues, además de sus contenidos de realidad, se ha perdido la facultad de descubrir, por contraste si se quiere, que n o toda la actividad e c o n ó mica se o r i e n t a hacia el bien público, en el sentido de la E c o n o m í a Política; que existen, al menos, una economía de las familias y una economía privada o cataláctica. El beneficiario de esta situación ha sido, en última instancia, el Estado.

la legalidad de los d i s t i n t o s ámbitos de la acción h u m a n a . Discípulo de R . A r o n y de C . Schmitt, su p r o d u c c i ó n científica gira en t o r n o a los problemas que suscita u n a f e n o m e n o l o g í a de la a c t i v i d a d política. Sin e m b a r g o , lector e intérprete i n f a t i g a b l e de M . Weber, t o m a de éste su peculiar manera de enfrentarse c o n la r e a l i d a d . Esto i n c l u ye, n a t u r a l m e n t e , una atención especial p o r la a c t i v i d a d e c o n ó m i c a , e n t e n d i d a c o m o u n c a m p o a u t ó n o m o de la acción h u m a n a , c o n su específica lógica i n t e r n a . Su p r o d u c c i ó n f i l o s ó f i c o - e c o n ó m i c a merece, sin d u d a , ser c o n o c i d a y estudiada, pues n o sólo es i n t e l e c t u a l mente asequible p o r su c l a r i d a d de ideas y estilo, sino que tiene la v i r t u d de ofrecernos u n a p a n o r á m i c a de l o e c o n ó m i c o que v u e l v e transparente u n d o m i n i o caracterizado, d u r a n t e demasiado t i e m p o , j u s t a m e n t e p o r l o c o n t r a r i o , es d e c i r : p o r la o p a c i d a d q u e h a n i m p u e s t o las e c o n o m í a s altamente estatificadas de nuestra é p o c a . Sus p l a n t e a m i e n t o s e c o n ó m i c o s , en r i g o r una f e n o m e n o l o g í a , p a r t e n , al menos implícitamente, de algo d i g n o de notarse: la r u p t u r a epistem o l ó g i c a que supone la r a c i o n a l i z a c i ó n de la E c o n o m í a Política y sobre cuyos efectos hemos c o n s i d e r a d o o p o r t u n o e x t e n d e r n o s más a r r i b a . No creemos que sea violentar su pensamiento interpretarlo como un análisis de la actividad económica que ha sido capaz de prescindir de la hegemonía de la forma política (Estado), restituyéndola a su posición limitada y natural.

Con el potente instrumental del análisis económico a su servicio, muchos gobiernos se han creído en condiciones de transformar la naturaleza de la economía. Esto ha determinado, resumiendo, u n ocultamiento de la actividad humana que aquí nos ocupa, l o que a muchos, hoy p o r hoy, nos parece ya inconcebible. Entre los méritos que cabría atribuir a los economistas austríacos, uno de ellos sería, como todos reconocen, el desarrollo de la teoría subjetivista del valor económico. Sostenemos que no se trata de una mera corrección académica de la teoría clásica del valor-trabajo: también es una carga de p r o f u n d i d a d contra el m o n o p o l i o estatal de la economía, pues, en cualquier caso, el subjetivismo contradice frontalmente los cánones objetivos (homogeneizadores) que impone la lógica estatal. Todavía está por clarificar la estrecha relación entre el pred o m i n i o de la teoría del valor-trabajo y el desarrollo de las reglamentaciones jurídicas del trabajo (salarios mínimos, control de salarios, escasez artificial del trabajo, m o n o p o l i o sindical.) 13

14

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C o n i n d e p e n d e n c i a de que la crisis d e l E s t a d o , l a r g a m e n t e anunciada, pueda quedar c u m p l i d a en nuestra generación, l o c i e r t o es que empiezan a darse unas condiciones excepcionales (de visibilidad histórica) para que una c o n c e p c i ó n realista de la e c o n o m í a , n o e x p l o t a d a n i p o r las i d e o l o g í a s p o l í t i c a s n i p o r el c i e n t i f i c i s m o , pueda recuperar el lugar que le corresponde. E n este sentido, cabe v a l o r a r altamente las aportaciones del francés Julien Freund ( 1 9 2 1 1 9 9 3 ) , filósofo de la política, p o l e m ó l o g o y, tal vez habría que tenerlo en cuenta, no economista profesional, si b i e n m u y interesado p o r

Lo más notable de su aportación se puede encontrar en una obra bastante sistemática a la que ya nos hemos referido aquí: L'essence de Véconomique. También pueden consultarse sus trabajos sobre las necesidades y los distintos tipos de economía recopilados en Politique et impolitique, Sirey, París, 1987. Igualmente, Essais de Sociologie économique et politique, E H S H L , Bruselas, 1990.

Desgraciadamente, al grueso de la profesión económica, recipiendaria natural de estas enseñanzas, le está costando mucho darse por enterado. Esto no es raro si se tiene presente la definición de economist que viene recogida en D. GREENWALD, The McGraw-Hill Dictionary «Un individuo con unos conocimientos sobre teoría económica, el cual es capaz de aplicar la teoría al mundo real. (...) Sus problemas se refieren, por lo general, a magnitudes numéricas que varían en el tiempo, de un lugar a otro y de un caso a otro», pág. 192.

De momento, las teorías de las distintas escuelas neoliberales no han terminado de superar el sesgo antiestatista que, encomiable en los cuarenta años posteriores a la II Guerra mundial, no nos parece hoy exento de riesgos. En nuestra opinión, planteamientos como el de los anarcocapitalistas ignoran que, de la misma forma que la economía no es en sí socialista -aunque se conozcan economías socialistas y planificadas-, tampoco es en sí antiestatista. Para un acercamiento rápido y genérico a estas doctrinas, puede verse P. L E M I E U X , L'anarcho-capitalisme, PUF, París, 1988.

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13

Su obra más conocida es L'essence du politique, traducida, por cierto, tempranamente al español (en 1968) por la Editorial Nacional. Este libro fue el objeto de su tesis doctral, defendida en junio de 1965 ante un tribunal formado, entre otros, por J. Hyppolite, P. Ricoeur y R. Aron. 1 4

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LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

2. L A E C O N O M Í A C O N T R A L A E X P E R I E N C I A D E L O S HOMBRES. La actividad e c o n ó m i c a aparece históricamente p r e d e t e r m i n a d a por los más diversos campos de la acción humana. Esto ha r e d u c i d o tradicionalmente las posibilidades de concebir l o económico como una esfera autónoma o c o m o u n ámbito regido p o r su propia legalidad. E n su terreno, los teóricos y filósofos de la política atribuyen ese mérito a Maquiavelo, a quien de u n m o d o unánime se le considera descubridor, a p r i n c i p i o s d e l s i g l o X V I , de l a e s p e c i f i c i d a d de su m u n d o de Repúblicas e m e r g e n t e s / d e c a í d a s . E n t o d o caso, la A n t r o p o l o g í a , la Sociología y la H i s t o r i a e c o n ó m i c a s han i d o d i s p o n i e n d o , al menos desde las postrimerías del X I X , de una metodología de alto r e n d i m i e n to para la elaboración de modelos y tipos e c o n ó m i c o s de las épocas pasadas. Una cosa son, sin embargo, las disertaciones sobre los «estilos económicos primitivos» o similares generalizaciones y o t r a , bien dist i n t a , deducir de esos trabajos que el h o m b r e haya p o d i d o , desde siempre, contar de una manera consciente con el fenómeno e c o n ó m i c o , sentirse homo oeconomicus. 17

La economía es lo cotidiano y en su forzosidad se convierte para nosotros en u n c o n j u n t o de posibilidades y constricciones. Así l o entendió Freund cuando en su libro postumo sobre la esencia de lo económico quiso partir, todo u n símbolo, del «comer». En cualquier caso, sorprende comprobar que ese tráfago permanente del hombre que se busca la vida, el sustento, haya sido, durante mucho tiempo, lo inadvertido, aquello inefable subordinado a la religión, a l o político o a la moral. Cada época ha traído su estilo y ha mirado, a su manera, el mundo circundante. Así, lo económico ha sido el paradigma de lo pecaminoso y de lo bajo, incluso de lo soez. Para cierta raza de intelectuales, implacablemente descrita/caricaturizada p o r Mises, la economía sería, ciertamente, el mal, la coartada de la explotación del hombre, pero también lo prosaico de la vida. El público no sabe, sin

embargo, por qué el «pureta», el hombre políticamente correcto, escupe sobre el dinero «cuando es la recompensa de u n trabajo, indispensable para vivir». Este sentir n o ha quedado exento de consecuencias científicas, llegándose a postular la hipótesis de una «caída» en la economía, entendida ésta como la escasez que desplaza y desarraiga al hombre de la abundancia. 20

21

2.1. E l utopismo de la

economía-mito.

Durante algún tiempo, el pensamiento económico ha estado dominado p o r el utopismo de una Economía fuera de la historia y, en algunos casos, redentora de la misma. En este sentido, el marxismo sería para Freund asimilable al paradigma de una economía que, como tal, sólo existió en los manuales y en las disertaciones de sus profesionales. Conmueve constatar que sus tópicos -prolongados en unos efectos de onda larga- han impregnado el discurso económico probablemente desde el «crash» del 29. Sin embargo, la maldición del pauperismo progresivo que, supuestamente, atenazaba al capitalismo se disolvía, desde tiempo atrás, a medida que las cadenas de montaje de la Ford eran capaces de ensamblar coches más baratos. Se ha señalado en ocasiones que sin la mediación de las nefastas políticas monetarias de aquellos años la teoría marxista habría quedado definitivamente relegada en el o l v i d o . L o cierto es que, convertido casi todo el mundo a la economía intervencionista de la tercera vía gracias en gran 22

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2 0

J. F R E U N D , EE,

pág.

107.

J. FREUND quiere ser benevolente con la obra del etnólogo M . SAHLINS Age de pierre, age d'abondance -EE, págs. 78-81. P. CLASTRES, que es el prologuista del libro, aprovecha para ilustrarnos sobre su personal teodicea política y económica: el homo politicus y el homo oeconomicus son equivalentes, en su discurso provocador y brillante, al hombre caído. El drudgery o tráfago de Veblen y la servitude volontaire de La Boetie son para el antropólogo francés el mal inherente a la Historia. Véase P. CLAST R E S , Investigaciones en Antropología política, caps. 6, 7 y 8, Gedisa, Barcelona, 1987. 2 1

2 2

Véase, v. gr., J. FREUND, EE, págs 27-28.

Este extremo ha sido demostrado por Milton Friedman y sus colaboradores. V. gr., M . y R. FRIEDMAN, La libertad de elegir, págs. 117 y ss, Planeta, Barcelona, 1993. 2 3

A . M Ü L L E R - A R M A C K se ha referido a ellos en un capítulo de su monumental Religión und Wirtschaft. La traducción está disponible en Genealogía de los estilos económicos. Cfr. J. FREUND, «Les trois types d'économie», en Politique et impolitique, Sirey, Paris, 1987. 1 7

1 8

J. F R E U N D , EE,

pág.

17.

L. von MISES, La mentalidad anticapitalista, primera parte, Unión Editorial, Madrid, 1983. 1 9

14

F. H A Y E K , La desnacionalización del dinero, pág. 103, Unión Editorial, Madrid, 1983. También M . y R. FRIEDMAN, op. cit., cap. III. 2 4

En su manual Economía (Me Graw-Hill, 1986) P. SAMUELSON se refiere a las consecuencias de la intervención estatal en los términos «economía convencional moderna». Su tratado está concebido como la descripción del estilo peculiar de la economía política posterior a la II Guerra mundial. 2 5

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L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

parte a la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de Keynes, parafraseando a Raymond A r o n , ya todos podrían ser marxistas, y además sin gran esfuerzo, pues la ideología ahorraba la contrastación de toda hipótesis. En estas condiciones quien no hablaba de economía pasaba, cuenta Julien Freund, por u n perfecto ignorante. La ideología marxista, si bien no había sido capaz de fundar la economía nueva y liberadora de la humanidad, habría conseguido su equivalente al poner en circulación unas categorías especialmente resistentes a la comprobación científica. Así, en l o sucesivo, el léxico económico sería bastardeado y explotado por todas las especialidades. En realidad se trata de u n típico proceso de vaciado: la ideología, legitimada por la filosofía de la historia de todos conocida, surte de fines a la ciencia. El trastocamiento de dichos fines se ve facilitado, a su vez, por el pretendido neutralismo de las ciencias.

vedada al ciudadano, es decir, al consumidor. El hombre medio se pierde inevitablemente entre los indicadores y las estadísticas. Schumpeter, en su famoso artículo de 1918, Die Krise des Steuerstaats, tuvo ya la intución de la explotación gubernamental de la economía. La aceptación general de la engañosa dicotomía macroeconomía/microeconomía supondría, más tarde, el reconocimiento tácito de que la riqueza de la sociedad civil se había transmutado en una especie de res sacra gestionada por funcionarios, los cuales aparecían legitimados para determinar, con la ayuda inestimable de las tarifas fiscales progresivas, el dinero disponible de las familias. Mises, como se sabe, se atrevió a definir al economista como el profesional del intervencionismo del Estado. El juicio puede ser u n tanto exagerado, pero eso no le resta u n ápice de lucidez.

26

Finalmente, tampoco se puede decir que el liberalismo haya escapado siempre a la tentación de forjar una actividad utópica presidida por una idea del progreso que no lleve aparejada la guerra. Esta falacia mítica excluye, a poco que se medite sobre ella, lo político. El resultado de estos y otros planteamientos ha sido la difusión de unas rutinas mentales subsumibles en la noción, que Freund suscribiría, de economía-mito, disciplina pseudocientífica revestida del prestigio de la ideología a la que se han dedicado en el siglo X X conspicuos economistas, sin distinción de su fe política. 2.2. E l positivismo de la economía normativa. N o menos confusión puede crear el prurito de los economistas positivos en pos de la cuantificación de todas las magnitudes económicas. Este normativismo de la Ciencia económica, «pecado corriente de los especialistas» repudiado por Freund, no es más realista que el utopismo. El empirismo que se respira en las Facultades del ramo tiene también u n punto de mítico. La economía es primariamente, ya se ha dicho, una actividad humana. Sin embargo, uno tiene la vaga impresión de que su posesión le está

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29

3. L A E C O N O M Í A C O M O

PRÁCTICA.

3.1. L a Economía no es un programa socialista o liberal. Freund insiste en que, tanto la idolatría de una economía liberadora c o m o el n o r m a t i v i s m o , son incapaces de i n c o r p o r a r en sí el papel que juega la economía en el o r d e n general de la vida humana. M á s allá del presentismo de las cuantificaciones, la economía n o admite constricciones «puesto que n o es una e n t i d a d e s t á t i c a » . De este m o d o «cada t i p o de economía atraviesa las fronteras de l o e c o n ó m i c o p u r o y pone en juego, directa o indirectamente, todas las redes de la acción humana». M a s , c o m o hemos d i c h o , son n o t o r i o s los intentos de forjar una teoría capaz de resolver, al menos sobre el papel, las antinomias 30

31

27

«Hasta inmediatamente después de la II Guerra mundial, el autor que no opinaba sobre economía pasaba por un ignaro más o menos reaccionario» J . FREUND, EE, pág. 1 0 4 . 2 6

J . FREUND, E E , pág. 1 8 . Para una síntesis crítica acerca de cómo «la utilización del método positivista en Economía» es especialmente criticable y perjudicial», véase J . HUERTA DEL S O T O , «Método y crisis en la Ciencia económica», recogido en su libro Estudios de Economía política, Unión Editorial, Madrid, 1 9 9 4 . 2 7

16

La traducción española, «La crisis del Estado fiscal», se publicó en la revista Hacienda Pública Española, 1 9 7 0 , núm. 2 , págs. 1 4 5 - 1 6 9 . 2 8

«La aparición del economista profesional es una secuela del intervencionismo, no siendo hoy en día, sino un especialista que procura descubrir cuáles fórmulas hayan de permitir mejor al Estado interferir la vida mercantil (...) Este destacado papel que desempeñan constituye uno de los rasgos más característicos de esta época dirigista en que vivimos», en L. von MISES, La acción humana, pág. 1 2 5 4 . Véase también M . N . ROTHBARD, Power and Market. Government and the Economy, pp. 2 5 6 - 2 6 2 , Sheed Andrews and McMeel, Kansas City, 1 9 7 9 . 2 9

3 0

3 1

J . F R E U N D , EE,

pág.

20.

Idem.

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LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

c o n las que el h o m b r e se enfrenta c o t i d i a n a m e n t e . M a r x ensayó, al parecer con escasa convicción después de la publicación del p r i m e r t o m o de su Das Kapital,

esa potente y emancipadora teoría. En última

instancia sus ideas sobre el valor-trabajo sólo sirvieron para justificar la difusión del socialismo. Por o t r o lado, sucesivas generaciones de economistas han i d o mejorando sus instrumentos de m e d i d a , presuponiendo, a remolque del positivismo científico, la mensurabilidad de los procesos económicos. La opinión d o m i n a n t e , contra tanto esfuerzo de los profesionales, es que la economía vive una p r o f u n d a crisis. ¿ C ó m o se ha llegado a esta situación? Para Freund las líneas maestras del proceso aparecen bastante claras: «la economía n o es una ciencia, como siguen creyendo numerosos economistas que han renunciado a encerrarla en el corsé matemático, sino una actividad. Su finalidad conocimiento».

32

es la acción,

no

el

Así, después de una cierta euforia, a la que coadyuvó

a m p l i a m e n t e la i r r e s p o n s a b i l i d a d fiscal del Estado después de la I I Guerra m u n d i a l , se va cayendo en la cuenta de que «lo i m p o r t a n t e n o es hacer t r i u n f a r el socialismo o el liberalismo, sino asegurar el bienestar

del m a y o r n ú m e r o » .

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La desorientación se presenta, a p a r t i r de

aquí, más c o m o consecuencia de los fracasos de los teóricos y arbitristas del r a m o que c o m o resultado de una crisis ineluctable de l o e c o n ó m i c o . En este sentido creemos, resumiendo la cuestión, que la i n c e r t i d u m b r e actual trasciende la contingencia de las doctrinas económicas. C o m o quiera que el destino de la economía/práctica

34

a l o largo del siglo X I X

ha consistido en plagarse de ideas, asistimos hoy en el m u n d o económico, l o m i s m o que en los entornos políticos, a la i m p o s i b i l i d a d pregona3 2

3 3

J. FREUND, EE, pág. 104. La cursiva es nuestra. Idem.

Hemos tomado de Macintyre su noción de «práctica»: «cualquier forma coherente y compleja de actividad humana cooperativa, establecida socialmente, mediante la cual se realizan los bienes inherentes a la misma», «mientras se intenta lograr los modelos de excelencia que le son apropiados a esa forma de actividad y la definen parcialmente», «con el resultado de que la capacidad humana de lograr la excelencia y los conceptos humanos de los fines y bienes que conlleva se extienden sistemáticamente». A. M A C I N T Y R E , Tras la virtud, pág. 233, Crítica, Barcelona, 1987. Estas «prácticas» cobrarían sentido por su referencia al orden normativo propio de la vida humana no fraccionada en los horribles roles, así como por la integración en una tradición moral común. Véanse, en general, los capítulos 14 a 16 de dicho libro. 3 4

18

da de las respectivas ideologías para continuar su p r o l o n g a d o usufructo de la realidad. De creer a los intelectuales del m o m e n t o , estaríamos tentados de a d m i t i r el lugar común del angostamiento del h o r i z o n t e colectivo de posibilidades. Sostenemos, sin embargo, que esa debe ser la ultima ratio del pensamiento. Por eso, Julien Freund p r o p o n e , contra las consignas de siempre, una renovación del lenguaje e c o n ó m i c o , para desalojar, si fuera posible, la ganga y evacuar los tópicos. 3.2. L a Economía no es una técnica. En su famosa Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, escribía A . Smith l o siguiente: «parece, pues, evidente que el trabajo es la medida universal y más exacta del valor, la única regla que nos permite comparar los valores de las diferentes mercancías». El que fuera durante casi 10 años funcionario de aduanas en Edimburgo, creía haber resuelto de u n plumazo l o que tantos quebraderos de cabeza había dado a u n n u t r i d o grupo de filósofos europeos (economistas avant la lettre), desde Aristóteles hasta la denominada Escuela de Salamanca: cuál es la naturaleza del valor económico, qué determina el precio de las cosas. Si 35

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A. SMITH, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, pág. 37, F C E , México, 1982. 3 5

Véase M . GRICE-HUTCHINSON, El pensamiento económico en España (1177-1740), Crítica, Barcelona, 1982. Sólo una objeción hacemos a este libro notable, objeción que en realidad se endereza contra uno de los tópicos económicos más extendidos entre los especialistas: aunque la autora distingue formalmente entre los Vitoria, Soto y demás (cap. 3), y los «economistas políticos» (cap. 4), considera que en realidad los intentos de distinción son vanos (pág. 163). Según nuestro criterio, sería deseable que la distinción entre Cataláctica y Economía política se llevase hasta sus últimos extremos, es decir, que los economistas austríacos se decidiesen a purgar sus escritos de todo relicto de la Economía política. En rigor son los únicos - y de momento, últimos- representantes actuales de un planteamiento de la economía ajeno al primado de la política (economía privada o catalaxia); al menos desde un punto de vista teórico, su saber nada le debe a la idea de unidades político-económicas (a estos efectos, resulta indiferente hablar de naciones o de Estado. Cfr. el sugerente artículo de J. HUERTA DE SOTO, «Teoría del nacionalismo liberal», en op. cit., págs. 197213.) Es por esto que la tradición autriaca, después de los brillantes análisis de la imposibilidad teórica de todo socialismo, es incapaz de dar cuenta desde sus propias perspectivas catalácticas por qué, fácticamente, el intervencionismo gubernamental ha sido (y es) posible. Creemos así ver confirmada nuestra tesis de que la cataláctica -una de cuyas condiciones es la apoliticidad- no es, en sí misma, ni estatista ni antiestatista. 3 6

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es cierto que el saber implica progreso, el nuevo enfoque del valor n o sólo estimularía el florecimiento de las naciones sino que, además, dada su objetividad, ofrecería a los estudiosos u n criterio fiable para «comparar los valores de las diferentes mercancías en distintos tiempos y lugares». Por desgracia para todos, y a pesar de las efectos longa manu de sus ideas, las esperanzas de Smith se demostraron infundadas desde muy p r o n t o . Sobre el papel, n o obstante, h u b o que esperar algo más, por l o menos hasta 1 8 7 1 , fecha de publicación de los Principios de Economía política de Karl Menger. Ese l i b r o , que todavía se lee con provecho, destruyó la ilusión objetivista de los clásicos. Contra la afirmación del economista escocés: «el precio real de cualquier cosa, l o que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone», el austríaco es contundente: el valor «es u n juicio que se hacen los agentes económicos sobre la significación que tienen los bienes de que disponen para la conservación de su vida y de su bienestar y, por ende, n o existe fuera del ámbito de su conciencia».

escuela es, ceteris paribus, extender la natural propensión humana a la divisón del trabajo. Desde Smith a los neokeynesianos, pasando por M a r x y los neoclásicos, es raro el economista objetivista que ha prestado una mínima atención a la asignación de recursos de una manera eficiente. El coste de oportunidad les interesa menos que la mera productividad técnica. Incluso la noción básica de competencia es despreciada como criterio de asignaciones eficientes, pues sólo la valoran como proceso que determina la ampliación del mercado. La idea objetiva del valor-trabajo reduce la actividad económica a una mecánica de ampliación de la extensión del mercado, pues sólo en mercados amplios es posible una división superior del trabajo.

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A pesar de la refutación de la teoría valor-trabajo por los primitivos austríacos, la lucha entre las dos concepciones llega hasta nuestros días. N o es casual que objetivismo y subjetivismo tengan consecuencias contradictorias. Para l o que ahora nos interesa, uno de los efectos decisivos de la teoría objetivista del valor-trabajo es la consideración de la economía como una técnica. Para los clásicos, en v i r t u d de l o que hoy denominaríamos pain cost, sólo el trabajo es creador de valor, bien de una manera inmediata, bien indirectamente bajo la apariencia externa de los otros dos factores de la producción (capital y tierra). L o único que le interesa a esta 39

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N i la p r o d u c t i v i d a d técnica, n i la performance de las organizaciones son las condiciones suficientes y necesarias de t o d o progreso e c o n ó m i c o . Este ha sido, sin embargo, el dogma de t o d o socialismo, de derechas o de izquierdas. A f i n de cuentas, la ignorancia del carácter relativo y subjetivo del v a l o r sirve para justificar los ensayos de una economía futurista que confunde el o r d e n cataláctico con una organización cuyos objetivos han sido dados de antemano. 42

3.3. L a Economía es una actividad humana. N o tuvo que ser demasiado cómodo para Freund volverse hacia l o elemental en unos años dominados p o r el intelectual trascendente, que Cfr. H . L. M Y I N T , Teorías de la Economía del bienestar, espec. cap. 1 y 4, IEP, Madrid, 1962. 4 0

4 1

Véase A. SMITH, op. cit., pág. 20. Cfr. K. M E N G E R , op. cit., pág. 65. Como

A. SMITH, op. cit., ídem. Sorprendente confianza la del escocés que sería hoy la envidia de cualquier científico social. K . MENGER, Principios de Economía política, pág. 1 0 8 , Unión Editorial, Madrid, 1983. Por si hubiese alguna duda sobre su posición, poco después afirma que en economía «lo único objetivo son las cosas o, respectivamente, las cantidades de cosas», ídem, pág. 1 0 9 . Así, aludiendo a los clásicos, concluirá que «en la vida práctica, nadie se pregunta por la historia del origen de un bien; para valorarlo sólo se tiene en cuenta el servicio que puede prestar o al que habría que renunciar caso de no tenerlo», ídem, pág. 132. Las cursivas son nuestras.

dato curioso, J . M. BUCHANAN, en un libro reciente, ha echado mano de la vieja idea de la extensión de los mercados. Pretende así justificar, desde el punto de vista de las externalidades, un tratamiento favorable de aquellos ciudadanos que ante el dilema ocio-trabajo optan por lo segundo. El razonamiento sería el siguiente: los ciudadanos industriosos que benefician a sus vecinos ociosos con las mayores oportunidades que ofrece una mayor red económica -que se ve ampliada, precisamente, por la laboriosidad de los primeros-, no deben ser penalizados. Etica y progreso económico, I, Ariel, Barcelona, 1996.

E l añadido de A. MARSHALL a la trilogía tradicional de los factores de producción (la organización), es un síntoma del fabianismo que ha impregnado tradicionalmente a los economistas ingleses. Marshall, que apenas cita un par de veces a Menger, es, sin embargo, el autor de una curiosa revisión de la historia de la Ciencia económica que ve culminada en List y en los socialistas alemanes.

«El proyecto socialista puede definirse como aquel que busca convertir la catalaxia en una economía, es decir, en una organización con fines definidos». En J . GRAY, Liberalismo, pág. 108, Alianza, Madrid, 1992. La economía concebida al modo técnico, en cuanto presupone metas concretas, como toda obra de ingeniería, es la antesala del socialismo, pues requiere el concurso directo del planificador omnisciente.

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consagra su obra y sus alocuciones públicas a prestarle a la realidad una consistencia que nos dice que n o tiene. Si además se quiere buscar la simp l i c i d a d en la jurisdicción de los manuales y los compendios de economía, es lógico que los estudios dedicados por Freund a la filosofía de la economía n o hayan tenido, de m o m e n t o , la recepción que cabría esperar. En el proyecto intelectual que sus sucesivos trabajos van p o n i e n d o de manifiesto, la E c o n o m í a estaba llamada a ocupar su lugar natural entre las actividades humanas fundamentales. Después de haber puesto a prueba su esquema fenomenológico en la realización de su tesis doct o r a l , sabemos que t o d o su interés se orientó, simultáneamente, hacia el esclarecimiento de la esencia del arte, de l o religioso, de la m o r a l , de la ciencia y de l o e c o n ó m i c o . E l obstáculo p r i m o r d i a l con que se encontró siempre, fue el sesgo intelectualista que induce a las gentes - m a y o r m e n te al «especialista»- a c o n f u n d i r la realidad con la disciplina científica que pretendidamente se ocupa de ella. Tomando posiciones en su p a r t i cular batalla contra la confusión liberalismo-socialismo - « l a oposición entre las dos doctrinas es en gran parte artificial y tal vez constituye u n c o n t r a s e n t i d o » - , Freund nos dice que la economía tiene p o r misión satisfacer las exigencias p r i m o r d i a l e s de la v i d a , «y n o ser u n cuadro lógico y abstracto sostenido tan sólo p o r una convicción. Ahí está el n u d o de la diferencia entre la economía c o m o actividad y la economía c o m o teoría». L'Essence de l'économique es, en cierta manera, la síntesis de más de tres décadas de meditación sobre la especificidad y coherencia de dicha actividad, a través del espacio y del t i e m p o , c o m o totalité englobante. Equidistante del r e d u c c i o n i s m o científico practicado por los teóricos positivistas y, así m i s m o , del monismo-réverie marxista, Freund esboza las líneas maestras de l o que sería para él una economía económica, en rigor, una fenomenología. Sus objetivos son, p o r t a n t o , ir perfilando l o que la economía ha sido, c o m o d o m i n i o particular de la vida humana colectiva, según la historia conocida. 43

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J . F R E U N D , EE,

pág.

11.

4 4

J . F R E U N D , EE,

pág.

10.

En este sentido no hay lugar a dudas sobre la construcción/inserción de las fenomenologías freundianas en lo colectivo. «Un acto es aislable mientras que no lo es una actividad, pues ésta se desenvuelve en una esfera en cuyo seno encontramos necesariamente al otro. Una actividad humana en el sentido ordinario y filosófico del término es inconcebible sin relaciones con el prójimo». Freund, EE, pág. 53. 4 5

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4. L A E C O N O M Í A D E S D E L A P R A X I O L O G Í A . Las aportaciones de Freund en este campo no son, evidentemente, únicas. Entre los ensayos de ver lo que es (Stendhal dixit) en Economía, resulta obligado mencionar el sugerente tratado del austríaco L . v o n Mises acerca de La acción humana (1949). Sus más de 1200 páginas pretenden insertar la Economía, en rigor «cataláctica», en el marco general de la Praxiología. L o que de él nos interesa ahora es su visión teleológica de la acción económica, pues supone, contra todo normativismo, que el pensamiento del científico debe adaptarse al ángulo de visión de quien actúa, llámese homo oeconomicus, cliente, público o empresario. La Economía, como ciencia teórica, «quiere, exclusivamente, averiguar los medios más idóneos para alcanzar aquellos objetivos que otros, los consumidores, predeterminan; jamás pretende indicar a los hombres los fines que deban apetecer». La relación medios/fines y la noción de individualismo metodológico son, como se puede colegir de la cita, sus presupuestos filosóficos primordiales. Pero Mises pasa a veces de la filosofía de la economía a la teoría económica sin previo aviso. Esta objeción nos descubre, ciertamente, las limitaciones de su obra, en las que muy pocos se han detenido. 46

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49

La noción de función empresarial ha sido desarrollada especialmente por algunos economistas de la tradición austríaca. Estos han conseguido depurar los conceptos «empresa» y «empresario» del sesgo excesivamente racionalista que le imprimió M . Weber. E l empresario, excluido tradicionalmente de las teorizaciones, pues en casi todas se ha solido abusar del prejuicio de que los fines económicos están dados, no es aquél que maximiza recursos sino, más bien, quien es capaz de buscar nuevos fines y nuevos medios que antes de él pasaban inadvertidos. Véase Israel M . K I R Z N E R , Competencia y función empresarial, espec. cap. II, Unión Editorial, Madrid, 1975. También J . HUERTA DE SOTO, Socialismo, cálculo económico y función empresarial, cap. II, Unión Editorial, Madrid, 1992. 4 6

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4 8

Véase L. von MISES, op. cit., pág.

31.

L. von MISES, op. cit., págs. 78-86.

A excepción, naturalmente, de su discípulo F. Hayek, y aun éste sólo de una manera indirecta y, en nuestra opinión, deficiente. Pero también en Hayek, Filosofía y Teoría económicas se confunden, de modo que, en última instancia, se pretende que la Ciencia valide el presupuesto (filosófico) de partida, a saber, la noción de «orden extenso de cooperación humana». Desgraciadamente, las explicaciones hayekianas sobre el «error intelectual» del socialismo son siempre una petición de principio, desde Camino de servidumbre hasta La fatal arrogancia. Un libro de Thomas SOWELL, en el que vagamente resuenan - y esto es lo mejor de la obra- los ecos weberianos del politeísmo de los valores y de la irracionalidad ética del mundo, puede contribuir a la clarificación. Véase T. SOWELL, Conflicto de visiones, especialmente págs. 178 y ss., Gedisa, Buenos Aires, 1990. 4 9

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L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

El análisis ideológico misiano comprende tres referencias insoslayables. La pluralidad de fines es la primera. A continuación la escasez de medios y después, pero no en último lugar, la consideración de los fines como u n dato irreductible en razón, entre otros motivos, de su eminente subjetividad. Estos son, de hecho, los paradigmas que fundamentan toda la teoría marginalista del valor. El marginalismo supone, al menos desde Gossen, como recuerda Freund, la nada despreciable introducción de las necesidades humanas en el campo de la teoría económica. Éstas, al igual que los procesos desiderativos y electivos que desencadenan, son esencialmente refractarias a la medición. Por eso insistirá Mises en la imposibilidad radical de aplicar los números cardinales a las relaciones económicas, pues «estamos, nos dice, ante magnitudes intensivas, nunca cuantitativas». Sólo el mercado libre y la propiedad privada consiguen, en su opinión, la rentabilización del cálculo numérico a través de los precios. Estos planteamientos teman que recalar, finalmente, en la equiparación del sistema de economía de mercado con u n método de conocimiento. Nos permitimos señalar que aquí está el meollo del liberalismo económico, viejo y nuevo. Su insistencia en el saneamiento del sistema de precios -eliminación de todo «ruido» o interferencia gubernamental o monopolística- es el sugerente puente epistemológico que Mises/Hayek tienden entre el valor de uso y el valor de cambio.

Nos hemos detenido en la tesis de «La acción humana» porque desvelar sus puntos oscuros nos ha de ser de gran ayuda en el planteamiento sintético de los objetivos que se traza Freund con su filosofía de la actividad económica. Mises ofrece u n ejemplo único entre los economistas de raza, puesto que a diferencia de otros colegas se t o m a el trabajo de adelantarnos algunos de sus presupuestos filosóficos - l o que en las primeras lecturas n o econtramos en otros c o m o S m i t h , Keynes o Friedman, l o vamos ya viendo desde los primeros capítulos en el economista austríaco. Interesa retener, n o obstante, cuál es el lugar que en el torso de su obra le queda reservado a la economía en la jerarquía vital y, finalmente, cómo le afecta el problema de los límites de la teoría (económica).

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5 0

MISES, op. cit., capítulo IV.

Véase J . F R E U N D , EE, págs. 45-46. También «Théorie des besoins», en Politique et impolitique, págs. 348 y ss. 5 1

5 2

L. von M I S E S , op. cit.,

pág.

161.

L. von MISES, op. cit., capítulo XIII. En dicho planteamiento, típicamente hayekiano, ha insistido ejemplarmente J. GRAY, el cual, en una obrita de divulgación escribe que «la función del mercado consiste en un procedimiento de indagaciones para identificar y transmitir a otros los datos acerca de la estructura infinitamente compleja de las preferencias y recursos de la socie5 3

5 4

dad». J. G R A Y , op. cit., pág.

108.

Aunque a veces no esté del todo claro, l o cierto es que Mises se inclina por la tesis de que la economía opera como fundamento de todas las actividades humanas. Se frustra así, parcialmente, su intento de ubicar la Cataláctica, qua ciencia de los intercambios, en el marco general de las Ciencias de la acción. La cosa se complica cuando, además, al final del libro afirma que «la ciencia económica es apolítica o no política, si bien constituye la base de partida de la política en general y de cualquier efectiva actuación pública». Su economía, convertida en una especie de praxiología de intachable neutralidad, nos plantea, empero, dos problemas insolubles: 56

57

1. La pregonada neutralidad es, en el mejor de los casos, u n punto de vista técnico. En estas condiciones, la economía se ve reducida/confundida a los parámetros de la técnica, l o que trae prendida la posibilidad de una masiva utilización p o r parte de las ideologías políticas. Incluso donde el cálculo económico -en el sentido de Mises- n o era posible, sabemos que la «evaluación» política socialista fue capaz de aprovechar esa objetividad de las instituciones económicas del liberalismo. ¿Acaso n o 58

5 6

5 7

Véase L. von MISES, op. cit., Introducción. L. von M I S E S , op. cit.,

pág.

1274.

Esta hipótesis explica que, si bien la economía socialista se caracateriza, según expusieron Schumpeter y el propio Mises, por la imposibilidad -nosotros diríamos mejor dificultad- del cálculo económico, lo que en ella se da, mayormente, es la «evaluación» o ponderación. «Donde no haya precios, escribe Mises, tampoco puede haber expresiones de índole económica, ni nada que se le parezca; existirán, tan sólo, múltiples relaciones cuantitativas entre causas y efectos materiales», L. von MISES, op. cit., pág. 324. Es una pena que Mises, obstinado en su batalla particular contra el intervencionismo, no haya sacado más partido de su brillante intuición del capítulo X I de La acción humana, a saber: la evaluación sin cálculo.

Creemos que pocos economistas han sido tan conscientes como L. ERHARD de lo que Aron denominaba el primado de la política. Profundamente liberal, Erhard no dudaba, sin embargo, que una decisión política podía estar en el inicio tanto de una economía planificada como de una economía libre. «La introducción de la economía de mercado libre en Alemania, acontecimiento único en la historia, nos decía el que fuera durante un tiempo Ministro de Economía de la R.F.A., se verificó por medio de unas cuantas leyes y de una decisión libre de compromisos». La cita se recoge en su libro Bienestar para todos, pág. 33, Unión Editorial, Madrid, 1989. Sobre las relaciones entre política y economía, véase R. A R O N , Démocratie et totalitarisme, cap. I, Gallimard, París, 1992.

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LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E LA ECONOMÍA M O D I ' K N A

vislumbró Lenin en Taylor todas las posibilidades de la imparcialidad y la

la economía interna de La acción humana exige l i m i t a r la validez del cálculo al e n t o r n o donde sus exigencias (propiedad privada y libertad de comercio) son satisfechas. Este e n t o r n o es el mercado. A h o r a bien, la validez de su p l a n t e a m i e n t o p r a x i o l ó g i c o - f i l o s ó f i c o , caracterizado por la posibilidad de elección de sus p r o p i o s presupuestos, exige que se tenga en cuenta el paralogismo en el que se incurre cuando, i n t e n tando sacar conclusiones en favor de los p r o p i o s presupuestos, se f r a n quean los límites de validez del cálculo e c o n ó m i c o , para denunciar las contradicciones de los sistemas evaluativos en los que el cálculo ocupa un lugar secundario. El mismo paralogismo impide al neoliberalismo económico de nuestros días una adecuada percepción del Estado social, al tiempo que dificulta, según es sabido, su toma de contacto con la realidad de lo político y las exigencias y oportunidades de la política.

tecnología capitalistas? A la misma visión neutralista de la economía se remiten, ciertamente, la escuela de la elección pública o el monetarismo. Por l o d e m á s , u n d e s t i n o p a r e j o h a n c o r r i d o , c o m o ha e x p l i c a d o Forsthoff, las instituciones de Estado de derecho liberal una vez que pasan a ser gestionadas por el Estado social.

59

2. Convertida la economía en el fundamento de las acciones humanas, contemplamos la exacerbación y la reversión del neutralismo recién comentado. Esa objetividad universal deviene, p o r exceso, l o que conocemos p o r «economicismo», ideología que se recomienda como efectiva terapia contra el bloqueo estatal, prisionero de su propia lógica democrático-electoral. Sin embargo, la confianza en la potencia irenológica y conjuradora de la economía

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va contra toda lógica, pues supone la sustitu-

ción de la política, p o r mucho que actualmente se nos presente a ésta en el atolladero del Estado. En relación a los límites de la ciencia económica, en el análisis de la obra misiana se encuentran n o pocas contradicciones, alimentadas, ciertamente, p o r su idea del «puro razonamiento e c o n ó m i c o »

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como

i n s t r u m e n t o f u n d a m e n t a l del pensamiento p r a x i o l ó g i c o . Resulta, en este sentido, que los apriori

y las afirmaciones apodícticas que se d e r i -

varían de semejantes procesos intelectuales

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tendrían una deficiente

articulación con l o que, desde sus mismos presupuestos, sería el objetivo de la ciencia económica, a saber: la depuración del cálculo económico en cuanto que en él tenemos u n eficaz saber de medios. En realidad, Véase E. FORSTHOFF, «Concepto y esencia del estado social de derecho», en W . AA., El Estado social, C E C , Madrid, 1986. 5 9

Cfr. L. von MISES, op. cit., entre otros, capítulos 24 y 34. Freund, no obstante, se pregunta por qué razón el liberalismo (o, indistintamente, el socialismo) podrían construir, por vez primera en la historia un mundo armónico. «¿Por qué milagro la economía alcanzaría finalmente lo que no ha sido nunca más que un ensueño?» J. FREUND, EE, pág. 27. 6 0

6 1

L . von M I S E S , op. cit.,

pág.

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5. L A F E N O M E N O L O G Í A D E L A E C O N O M Í A . El «mercado», como m u n d o de los intercambios posibilitante de la cooperación social, es, en términos generales, la base de la previsión y el cálculo económico para las doctrinas liberales y neoliberales. La libertad de presupuestos, justifica, empero, plenamente los planteamientos filosóficos de otros escritores que, como Keynes o, incluso, Friedman, han trabajado a partir de magnitudes bien diferentes, sea el pleno empleo, sea el imponderable M.3 (volumen del flujo monetario). «Este proceder es del todo legítimo y acaso útil cuando abre pistas de reflexión o de investigación, o cuando desvela aspectos que quizás n o habría sido actualizados sin esta concentración». Para Freund, que considera que toda disciplina científica tiene su lejano o cercano punto de conexión con la filosofía, ésta es sólo una de las posibilidades que se le ofrecen al pensamiento. En consecuencia sería posible una mirada distinta de la cosa económica. C o m o ya se adelantó, nuestro autor aspira a captar «La actividad económica c o m o u n fenómeno englobante en su especificidad, como conjunto coherente a través del espacio y del tiempo». De aquí nace toda la fenomenología de la economía de 64

65

Sobre el concepto de la «liberté des presupossés» tenemos que remitir al lector, provisionalmente, a J . F R E U N D , Philosophie philosophique, capítulo 2, La Découverte, París, 1990. 6 3

1253.

Del «puro razonamiento económico» deben destilarse lo que este economista denomina «conceptos de comprensión», que no pueden ser ni desmentidos ni confirmados por la experiencia histórica y no informan sobre el sentido y las consecuencias de la acción humana. L . von MISES, op. cit., cap. I I . 6 2

26

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6 5

J. F R E U N D , EE,

pág.

9.

Idem.

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I A I II D M l l IA ECONÓMICA D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

Julien Freund, cuyo esfuerzo se endereza a pensar la economía como actividad que se inserta en la vida. Esta fórmula sugiere que, fuera de los tratados académicos, el grueso de las acciones humanas se nos presentan c o m o impregnadas de economicidad. N o es menos cierto que otras exigencias de la vida (el descanso, la fiesta) se presentan, a veces, como el fondo sobre el que se recortan los perfiles de la actividad económica: el ocio semanal y anual nos recuerda que ciertas exigencias fisiológicas son insuperables; cualquier antropólogo bisoño sabría relacionar la huelga general, m i t o que sedujo a Sorel, con la necesidad humana de representarse la irrupción de l o extraordinario en el transcurrir apacible de los días. El presupuesto del que parte Freund es idéntico, en realidad, al que preside sus trabajos en campos tan diversos c o m o la política, el arte o la religión. N o s estamos r e f i r i e n d o a la especificidad de las distintas actividades humanas. C o n mirada retrospectiva, su obra es una suerte de vasta fenomenología de la vida humana colectiva que reclama, c o m o c o l o f ó n , una p r o m e t i d a e inacabada jerarquía. En cualquier caso, la esencia de l o económico tiene su p r o p i o canon o ley interna, es decir: su p r o p i a donnée y sus p r o p i o s presupuestos, su f i n a l i d a d y su m e d i o específico. Este m é t o d o , depurado en la escritura de L'Essence du politique, n o es utilizado p o r Freund c o m o u n p u r o artificio que se pudiera ir aplicando a las distintas manifestaciones del ser sin mayores escrúpulos, m u c h o menos una jerga personal, tan abundante, según es n o t o r i o , en el o f i c i o del p e n s a m i e n t o . M u d e m o s de asunto. La reflexión de nuestro autor n o es gratuita. Sabe que l o que se le debe pedir a una f e n o m e n o l o g í a de l o e c o n ó m i c o es d i s t i n g u i r cuándo una actividad humana es económica y cuándo no. La pregunta puede parecer trivial a cierto público, sobre t o d o a los especialistas de la jerga. Por nuestra parte, n o pensamos que F r e u n d haya dedicado 30 años de su vida a b i z a n t i n i s m o s . E n r e a l i d a d , c o m p a r a n d o l o que en ocasiones se ha 66

La reflexión permanente sobre los problemas económicos le muestra la inconveniencia de aplicar miméticamente algunas de sus categorías a la actividad económica (en particular, la idea de dialéctica), pues aquellas no responden igual en todas las instancias. «Al reflexionar me pareció que el método era artificial pues forzaba y desnaturalizaba la experiencia de la realidad económica», F R E U N D , EE, pág. 103. Más adelante, concluye: «Comprendí inmediatamente que la esencia era particular y que no se trataba de una simple copia de las otras», EE, pág. 104. 6 6

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L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

d i c h o sobre el t e m a , la o p o r t u n i d a d de esa interrogación elemental queda plenamente acreditada. «La respuesta de los marxistas, que tanto ha deteriorado el clima filosófico, dado que considera que finalmente t o d o es e c o n ó m i c o n o es más que u n sofisma. Sin embargo, de esto n o se podría concluir, pues se trataría de o t r o sofisma, que n o existirían relaciones múltiples, claras o equívocas, entre la actividad económica y las otras actividades humanas». E n resumen, Freund pretende hacer i n t e l i g i b l e las constantes necesidades y contingencias de la a c t i v i d a d económica. Pero es mejor traer de nuevo aquí sus propias palabras: «la filosofía de la economía se esfuerza p o r hacer la actividad económica tan inteligible c o m o sea posible, en la medida en que ésta i m p l i c a una c o n t i n u i d a d y algunas discontinuidades; asimismo, en cuanto que p r o gresa gracias a una racionalización creciente y, al m i s m o t i e m p o , está expuesta a contradicciones, c o n f l i c t o s y puede, a veces, devenir una actividad poco razonable e incluso insensata». 67

68

5.1. L a pesanteur de lo económico. F r e u n d n o t u v o una formación e c o n ó m i c a u n i v e r s i t a r i a . C o m o se ha e x p l i c a d o más a r r i b a , su interés p o r este campo de la acción h u m a n a coincide con los r e q u e r i m i e n t o s de la estructura i n t e r n a de su o b r a . L'essence de l'économique n o debe t o m a r s e , sin e m b a r g o , c o m o una introducción filosófica a la e c o n o m í a , pues su c o n c e p c i ó n a f i r m a en t o d o m o m e n t o l a s u s t a n t i v a e n t i d a d d e l t r a t a m i e n t o . A s i m i s m o , la articulación del l i b r o según las propias claves f e n o m e nológicas de su autor, le da, tal vez, u n m a y o r alcance, pues p e r m i t e calibrar la b o n d a d de este m é t o d o en el esclarecimiento del sentido de las acciones humanas. La f e n o m e n o l o g í a de la a c t i v i d a d e c o n ó m i c a quiere sugerir al e c o n o m i s t a p r o f e s i o n a l u n c o n t r a s t e , u n a m i r a d a desde fuera de su p r o p i o m u n d o y, p o r qué n o , de su p r o p i a jerga. Es claro que la E c o n o m í a de u n Samuelson n o es t o d a la e c o n o m í a , sino u n a m í n i m a parcela que el p r o f e s o r n o r t e a m e r i c a n o , asesor de la administración Kennedy, se encarga m u y b i e n de d e l i m i t a r en base a sus conceptos insignia. E n la misma posición se han colocado, aunque J. F R E U N D , EE,

pág.

53.

J. F R E U N D , EE,

pág.

55.

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I A I I I O S O I IA H ONÓMICA DI It'l II N l - R K U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

no siempre de manera consciente, los grandes economistas de nuestro t i e m p o . Tampoco tenían la obligación, claro es, de preguntarse p o r l o que le subyace a ese m e c a n i s m o i n c r e í b l e y u n i v e r s a l d e l t r á f i c o e c o n ó m i c o . Su o b j e t i v o es, más b i e n , el estudio en su conexión causal de los f e n ó m e n o s a que da lugar. 69

Ensayo de presentar la e c o n o m í a c o m o es, la f e n o m e n o l o g í a se revela c o m o u n o más entre los i n s t r u m e n t o s que el h o m b r e se ha p r o c u r a d o para tener acceso a l o r e a l . Cabría también una o n t o l o g í a de la e c o n o m í a , en el sentido de que se busca la incardinación de esa a c t i v i d a d en el devenir del ser. La u t i l i d a d de t o d o s estos saberes q u e d a r í a s i e m p r e c i r c u n s c r i t a a las c o o r d e n a d a s de sus d i s t i n t o s n i v e l e s g n o s e o l ó g i c o s : esto q u i e r e d e c i r que cada p l a n t e a m i e n t o debe satisfacer d e t e r m i n a d o s p u n t o s de p a r t i d a . E n c o n c r e t o , la f e n o m e n o l o g í a de F r e u n d presupone la p e r d u r a b i l i d a d de la n a t u r a leza h u m a n a , la e s p e c i f i c i d a d de la a c t i v i d a d e c o n ó m i c a y, o b v i a m e n t e , la p o s i b i l i d a d de p o d e r c o n o c e r algo de ésta. E l a u t o r n o p r e t e n d e , en ningún caso, la reconstrucción/visión de una e c o n o m í a i d e a l . Es posible que la o p i n i ó n pública, i n d o c t r i n a d a p o r las i d e o logías del p r o g r e s o y atenazada p o r los r u m o r e s de la crisis, pueda ver en este o b j e t i v o algo p o b r e y m o d e s t o en relación c o n o t r o t i p o de p r e d i c c i o n e s o novedades. F r e u n d , que t a m p o c o está dispuesto a hacer h i s t o r i c i s m o , insistirá en la pesanteur de l o e c o n ó m i c o y en la d i f i c u l t a d de representarse el f i n absoluto de la e c o n o m í a . Esto le tenía que llevar al estudio de los rasgos permanentes que esta a c t i v i dad, c o m o esencia, había presentado a l o l a r g o de la h i s t o r i a (y que p r o b a b l e m e n t e , en su o p i n i ó n , se seguirían m a n t e n i e n d o ) . N o se t r a t a , sin e m b a r g o , de que los que él consideraba «presupuestos» de la a c t i v i d a d e c o n ó m i c a tuviesen que ser la necesaria e idéntica rep r e s e n t a c i ó n de la r e a l i d a d . E l v a l o r de sus t r a b a j o s r e s i d e , m á s b i e n , en el e s f u e r z o o r d e n a d o y c o h e r e n t e q u e p u e d e a y u d a r a t o m a r conciencia, p o r e j e m p l o , de l o que representa el c a p i t a l i s m o m o d e r n o , c o m o f o r m a r e l a t i v a m e n t e j o v e n de la a c t i v i d a d e c o n ó m i ca. Por o t r o l a d o , la c o n s t r u c c i ó n de esos presupuestos p o r m e d i o de la meditación sobre la experiencia histórica en general es, de suyo,

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A ECONOMÍA M O D E R N A

p e r f e c t i b l e . E l mismo Freund dudó durante algún tiempo si debía considerar el par riqueza-pobreza como presupuesto de l o económico, o bien de lo que denominó «cuestión social», solución que finalmente estimó preferible. Antes de pasar a la exposición de las líneas maestras de su teoría es necesario u n breve comentario de los elementos de su fenomenología. 70

71

72

La noción de donnée, que pretende ser la constatación de una evidencia, queda referida al f u n d a m e n t o de las distintas actividades h u m a nas (esencias). F r e u n d , que concibe la existencia habitada p o r données, nos explica así que nada se despliega ante nosotros sin resistencia. En el caso de l o e c o n ó m i c o , ese p u n t o superrealista de c o n t a c t o entre la acción humana y el m u n d o , esa «resistencia» sería la necesidad. Los presupuestos (presupossés) son, literalmente, la condición p r o p i a , constitutiva y universal de una esencia. Los presupuestos de l o e c o n ó m i c o hacen de la economía una actividad idéntica a sí misma a pesar de las transformaciones históricas. D i c h o con otras palabras, en ausencia de la tensión utile I nuisible, rareté I abondance, maitre I esclave, la actividad e c o n ó m i c a resultaría ser u n d o m i n i o t o t a l m e n t e e x t r a ñ o . Siguiendo adelante, el concepto de esencia tiene u n implícito elemental, a saber: la «finalidad». La f i n a l i d a d de una esencia sería siempre e invariablemente la misma. La explotación de la ciencia económica p o r diversas ideologías ha alimentado, en ocasiones, la extravagante tesis de que los 73

La elaboración de las categorías propias de una esencia es un proceso pausado. Esta lentitud, sin embargo, no ahorra decepciones en un terreno apenas desbrozado. La meditación, tantas veces reivindicada por el autor, es en este ámbito la principal baza de la inteligencia, acaso la vía menos imperfecta para acceder a lo que Weber denominaba la experiencia general de la humanidad. Conviene pues, siquiera sumariamente, aclarar este extremo. La meditación no es para Freund un «tema», sino un hábito mental. A través de la meditación, «pensamiento especulativo pero en absoluto desencarnado», Freund le saca el partido al acontecer histórico. De ahí la originalidad y vigencia de su aportación, con independencia de la consistencia final de los pares dialécticos que nos propone como «presupuestos» de toda actividad económica y, así mismo, al margen de su análisis del trabajo como «medio». Ver infra, 5.3 y 5.4. 7 0

7 1

Cfr. J . FREUND, L'essence du politique, pág. 292, y Les trois types d'économie,

pág. 384. Estos (donnée, presupuesto, finalidad y medio) han sido sumariamente expuestos, aparte de su desarrollo en L'essence du politique, en L'aventure du politique, págs. 37-40, Criterion, París, 1991. 7 2

Cfr. J . HUARTE, La realidad primaria de lo económico y el sentido de la economía, capítulo II, Unión Editorial, Madrid, 1980. 6 9

30

7 3

J . FREUND, L'essence du politique, pág. 84.

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L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

objetivos de la teoría eran la construcción del socialismo o del liberalismo, postergando el bien-étre en el que insistirá Freund. El «medio» (el trabajo) es, p o r último, la noción instrumental requerida p o r cada esencia con vistas al c u m p l i m i e n t o de su finalidad específica. Pasemos ahora a la exposición detallada.

o culturales, que pretenda ser más que u n c ó m o d o p r o c e d i m i e n t o de economista para c o n d u c i r su e x p o s i c i ó n . Las consecuencias de ese postulado serían de t o d o p u n t o inaceptables, pues reclamarían la existencia de u n h o m b r e omnisciente (casta, p a r t i d o ) con derecho a fijar la f r o n t e r a entre los dos tipos de necesidad.

5.2. L a necesidad como a) Una banalidad

donnée.

primordial.

La necesidad es para Freund «la realidad n o económica que f u n d a lo e c o n ó m i c o » . Aquí tenemos ya prefigurado el problema esencial de toda su fenomenología: c ó m o hacer inteligible la íntima conexión entre el m u n d o de la donnée y el m u n d o de la acción. Ya se ha dicho que la elucidación de p o r qué la vida se configura c o m o experimentación de necesidades, excede a las p o s i b i l i d a d e s de la f e n o m e n o l o g í a de l o económico. 74

Reparar en la banalité supérieure et primordiale de la necesidad se convierte en el necesario c o n t r a p u n t o del intelectualismo p r e d o m i nante. Freund rechaza de plano la hipótesis de una economía liberada de ese m o m e n t o prosaico de la indigencia del cuerpo. Es posible que u n i n d i v i d u o decida, mientras le sea posible, n o saciar su hambre, su sed, etc; será del t o d o i m p r o b a b l e , sin embargo, que pueda dejar de experimentar esas necesidades. Las consecuencias sociales del desprecio de la donnée de l o económico son, para el autor, la reducción intelectualista del h o m b r e a u n ser fantasmagórico y, sobre t o d o , la confusión de la economía con l o que vagamente se d e n o m i n a lo social. Tampoco c o m parte una división entre necesidades naturales o primarias y artificiales 75

76

/.

74

7 5

Freund, Théorie des besoins,pág. J. F R E U N D , EE,

pág.

340.

77

I g n o r a r la necesidad c o n d u c e , en r e s u m e n , a u n d o g m a t i s m o sobre l o que debe ser la e c o n o m í a . Para c o n j u r a r esta p o s i b i l i d a d F r e u n d ha insistido en d i s t i n t o s lugares en l o que considera el dato i m p r e s c i n d i b l e para la c o m p r e n s i ó n de l o que significa la a c t i v i d a d económica para el h o m b r e . La necesidad habría de quedar caracterizada como la desencadenadora de apetitos, que en sí mismos n o son p r o ductivos, pero p o r la mediación del deseo, se conectan con el trabajo h u m a n o . La necesidad es, en rigor, una p l u r a l i d a d de necesidades, de ahí la i m p o s i b i l i d a d de que todas sean colmadas a plena satisfacción. Es más, parece que ocuparse de una i m p l i c a , forzosamente, desviar los recursos y el trabajo que nos reclaman las otras. Sí puede decirse ya, la economía vendría a ser la actividad que establece el o r d e n adecuado de satisfacción de necesidades. Pero esto es sólo una p r i m e r a a p r o x i m a ción, inspirada, c o m o se puede suponer, en las aportaciones del m a r g i nalismo. En la práctica, la maleabilidad de las necesidades viene temperada p o r las costumbres y p o r el p r o p i o d o m i n i o de sí m i s m o , que i m p i d e , al menos en los niveles elementales, que se manifiesten las p r i meras c o m o puros i n s t i n t o s . 78

79

C o n t e m p l a r la necesidad y contar con ella, n o es equivalente a considerar la naturaleza h u m a n a c o m o algo degradado o carente de libertad ¿Qué sentido tendría, se pregunta F r e u n d , u n h o m b r e que n o experimentase necesidades? Estas y otras reflexiones análogas son risibles, pues conducen a aquellos planteamientos que ya Aristóteles m o t e jaba de manifiestamente absurdos: sólo son felices los m u e r t o s ; sólo estos son hombres completos, a salvo, se diría, de las degradantes nece80

17.

«Al negar que la necesidad es una donnée y asimilarla a un ente fantasmagórico, se convierte en un signo de la mistificación, a menos que se la considere como una modificación pervertida de la organización social. Esta conclusión, que fue dominante en los medios intelectuales de la segunda mitad de nuestro siglo, es aberrante, puesto que históricamente, so capa de la 'buena estructura social' impuesta por una minoría, fuerza a los individuos a aplaudir a las dictaduras económicamente empobrecedoras y políticamente mortíferas». J. F R E U N D , EE, pág. 49. 7 6

32

Cfr. J. FREUND, EE, págs. 41 y ss, y L. von MISES, op. cit., págs. 47 y 159. Véase también J. FREUND, Théorie des besoins,pág. 327. 7 7

7 8

J. F R E U N D , EE,

pág.

39.

7 9

J. FREUND, Théorie des besoins,pág.

8 0

ARISTÓTELES, Ética nicomáquea, 1,10, Gredos, Madrid, 1988.

33

326.

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A ECONOMÍA M O D E R N A

sidades que nos asedian a los vivos. D i c h o esto, hay que reconocer que las ideologías de la emancipación humana rara vez caen en esta monstruosidad intelectual. Sus postulados resultan harto más sutiles y eficaces. Para los modernos, la n o satisfacción de una necesidad es e x p e r i mentada c o m o una terrible frustración y n o c o m o una falta. El paradigma de esta transformación en la manifestación de las necesidades es la que Freund denominó revolución de los sobrealimentados, el mítico mayo francés.

alimentos mínima, u n descanso mínimo), n o hay máximos para la p r o ducción, categoría central de las economías intervencionistas y p l a n i f i cadas. U n c o r o l a r i o nada despreciable al h i l o de esta idea es el siguiente: la producción sí puede tener u n cero, y n o sólo c o m o hipótesis, en función del estilo de la evaluación económica: con o sin cálculo.

81

82

Cada necesidad n o sólo nos r e m i t e a las f o r m a s específicas de satisfacción, sino también a la noción de umbral, imprescindible para clarificar realidades vitales que se nos aparecen c o m o u n c o n t i n u o , pero q u e , c o n t r a l o que c r e í a n los p r i m e r o s m a r g i n a l i s t a s , d i f í c i l m e n t e podrán ser matematizadas. Sabemos, al menos, que la necesidad es infinitamente extensible. E l deseo y la imaginación h u m a n a n o t i e n e n techo; se diría que el h o m b r e busca continuamente ponerse en desventaja ante las cosas, adoptando la posición anhelante de quien espera l o que n o tiene. Es ley de vida que la máquina de la v o l u n t a d nunca quede bloqueada/saturada: en última instancia, la satisfacción de ciertas necesidades generará, de suyo, otras nuevas. También nos consta, p o r o t r o lado, que la necesidad n o puede hacerse indefinidamente comprimible. Las conclusiones casi resultan obvias: mientras que el consumo, m a n i festación de la a c t i v i d a d e c o n ó m i c a p r e d i l e c t a de los teóricos de la cataláctica, presenta forzosamente u n mínimo (una ingesta de agua y 13

84

El sentimiento de frustración «ha invadido la psicología contemporánea. Ya no se va en pos de lo necesario, sino que nos sentimos privados de aquello que consideramos como debido. Las sociedades industriales se han convertido en sociedades, por así decirlo, de cualesquiera reivindicaciones». J. FREUND, «Besoin et économie», en Politique et impolitique, pág. 363. En términos similares, se ha referido Julián Marías a la vieja distinción entre privación y carencia. Véase J. MARÍAS, «Sobre la justicia social», en La justicia social y otras justicias, Espasa-Calpe, Madrid, 1979. 8 1

Véase J. F R E U N D , Sociologie du conflit, pág. 71 (traducción española en Ediciones Ejército, 1995, con el título Sociología del conflicto). También,/. Freund, «La violence des suralimentés», Zeitschrift für Politik, vol. 19, núm. 2, 1972. 8 2

8 3

Véase J. FREUND, Besoin et économie,pág.

354.

Escribe Freund que «el bienestar, una vez adquirido, abre el camino a nuevas reivindicaciones, pues desde el momento en que se ha obtenido el máximo, existirán individuos que reclamen el óptimo». EE, pág. 139. Véase también, más adelante, pág. 156.

Con la intención de desacreditar u n t i p o de economía se ha abusado del lenguaje, cargándolo de u n sentido peyorativo. Es el caso de la denostada «sociedad de consumo». Vista desde la pureza de la i n t e n ción n o es el paraíso; sin embargo, sí que parece capaz, atravesada de contradicciones y t o d o , de p r o m o v e r u n bienestar generalizable que alcanza a sus críticos, J . K . G a l b r a i t h i n c l u i d o . Sabemos que cuando la economía intelectualista rechaza en bloque u n m o d o de vida, no siempre se ha t o m a d o el cuidado de revisar previamente l o que se desahucia. A l g o de esto econtramos en los anatemas contra el lujo y la c o m o d i d a d , desacreditados p o r el m o r a l i s m o , que se contenta con la comparación de conceptos absolutos: lujo versus penuria, c o m o d i d a d versus miseria, y así sucesivamente. Freund denunciaría, de entrada, el paralogismo en el que se incurre, pues c o m o categorías pertenecen a estratos distintos de la realidad. Convendría recordar, pues, su distinción entre c o m o d i d a d y l u j o , ya que su aparente banalidad n o es t a l , si se tiene en cuenta nuestro envenenado lenguaje. La c o m o d i d a d tiene que ver con las formas de que dispone el h o m b r e para satisfacer sus necesidades, m i e n t r a s que el l u j o r e s p o n d e , m u y p r o b a b l e m e n t e , a i m p e r a t i v o s extraeconómicos. La abundancia de las sociedades modernas ha p r o m o v i d o l o c ó m o d o , es decir, unas facilidades vitales hasta ahora i m p e n sables. La tensión h o l g u r a vital/estrechez v i t a l parece más razonable, pues nos sugiere que el juego de una y o t r a tiene más que ver con las condiciones de la existencia h u m a n a que c o n u n t i p o de e c o n o m í a equis. Por contra, el lujo l o podemos encontrar en t o d o t i e m p o y n o siempre vinculado a la actividad económica. Es posible que, en determinados m o m e n t o s , el lujo haya dejado de ser algo económicamente residual. Decía Sombart m u y en serio que el desarrollo del capitalismo habría e n c o n t r a d o u n estímulo i m p a g a b l e en el amor adulterino. 85

u

8 4

34

FREUND, Besoin et économie,págs.

363-364.

W. SOMBSTY, Lujo y capitalismo, espec. cap. 3 y 5, Alianza, Madrid, 1979.

35

L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

Veblen, noruego de origen e inadaptado al American Way of Life, supo dejar a u n l a d o los efectos e c o n ó m i c o s del l u j o para v e r l o c o m o el derroche que da prestigio, p u r o consumo ostentoso que n o tiene que r e d u n d a r necesariamente en la c o m o d i d a d del i n d i v i d u o : «ninguna clase social, n i siquiera la más miserablemente pobre, abandona t o d o consumo ostensible». E n general, podríamos p r o l o n g a r la enumeración de supuestos desde los que el l u j o se v i s l u m b r a p r i m a r i a m e n t e c o m o m a n i f e s t a c i ó n de unas creencias religiosas d o m i n a n t e s , de la hegemonía política de una c o m u n i d a d o de la vigencia de u n p r i n c i p i o de legitimidad.

mera de las citadas leyes, en realidad nada tenía que ver con la u t i l i d a d marginal n i , p o r supuesto, con el decrecimiento del valor m a r g i n a l : «al hablar de la u t i l i d a d m a r g i n a l n o nos interesamos p o r el goce sensual n i por la saturación o la saciedad». Por l o demás, entendió Mises que las teorías de Gossen nunca serían operativas, tal cual, en términos e c o n ó micos. M u c h o más cerca de la psicología o de la sensualidad que de las matemáticas, su i n t e n t o de cuantificarlas estaba l l a m a d o al fracaso, c o m o los de Bernouilli y los de Weber-Fechner. El autor de La acción humana quiere despejar el campo en u n notable i n t e n t o , pues partiendo de las mismas evidencias fácticas gossenianas pretende llegar a conclusiones relevantes para el cálculo. De hecho, el suyo sigue siendo, aún hoy, u n o de los ensayos de ligar economía y vida mejor orientados.

87

b) La necesidad y el

valor.

En una perspectiva económica general, la vida puede verse c o m o la sucesión de carencias sentidas. La fenomenología, sin embargo, nada puede decirnos acerca de la íntima configuración del ser. T a m p o c o alcanza su jurisdicción el terreno del cálculo y la previsión económica. Su f u n c i o n a l i d a d ha sido precisada p o r Julien Freund en los siguientes términos: «establecer c ó m o la necesidad, en cuanto donnée, se engrana en la actividad p r o p i a m i e n t e económica, y c ó m o ha evolucionado dicha actividad a l o largo de la historia». 88

Algunos marginalistas se a p r o x i m a r o n al tema c o m o economistas puros, l o que aumenta m u c h o el mérito de sus tratados. Para ellos, la t r a n s i c i ó n de l o e x t r a e c o n ó m i c o a l o e c o n ó m i c o se r e g i s t r a en el m u n d o del valor y de la u t i l i d a d . En este sentido, Freund reivindicó la aportación de aquellos economistas c o m o u n o de los intentos más notables de c o m p r e n d e r la necesidad desde dentro. E l más a n t i g u o de todos ellos, H . Gossen, supuso, visto desde nuestros días, una verdadera innovación en el planteamiento de los problemas económicos. Los postulados que llevan su n o m b r e establecen la saturación de las necesidades a medida que éstas van siendo atendidas ( I ley de Gossen), así c o m o la i m p o s i b i l i d a d de satisfacerlas todas al m i s m o t i e m p o , n i siquiera, podríamos decir, en la durée ( 2 ley de Gossen). A u n q u e Freund n o se refiere a este detalle, Mises había explicado m u c h o antes que la p r i 119

a

90

91

Las leyes de Gossen son c o r o l a r i o s del concepto general de la acción, en donde Mises las ve implícitas. N a d a nos pueden decir, p o r l o demás, del valor e c o n ó m i c o , que es l o que ahora nos preocupa. Tanto es así, que con estos planteamientos, aquellos economistas f u e r o n incapaces de resolver la denominada paradoja del valor. Si acompañamos a Mises en el análisis de este tema llegaremos, al f i n a l , a los precios. Primero había que rescatar/acreditar, frente a la pujanza de la doctrina del valor-trabajo, categoría inservible para el cálculo cataláctico, la teoría subjetivista del valor. La empresa n o era difícil, pues se trataba de referir al consumidor la apreciación de las cosas que se le ofrecen. Para el s o c i a l i s m o , t é c n i c a m e n t e u n a economía-sin-consumidores, nada cuestionaría, sin embargo, el sostenimiento de la hipótesis que Mises i m p u g n a . Juan Huarte ha señalado en u n sintética revisión del tema que incluso si A . S m i t h se refiere a la diferencia entre valor de uso y valor de cambio, su tesis central es que el trabajo que exige u n proceso determina el precio de las cosas producidas. E n realidad, aunque la distinción smithiana es ya canónica, el m i s m o autor i n t r o d u c e poco después la idea del trabajo c o m o medida del valor de cambio y del justi92

93

a

9 0

Véase T H . V E B L E N , Teoría de la clase ociosa, F C E , México, 1 9 9 2 . La cita se recoge en la pág. 9 1 . 8 7

8 8

J . F R E U N D , EE,

pág.

40.

8 9

J . F R E U N D , EE,

pág.

44.

9 1

pág.

200.

L. von MISES, op. cit., págs. 2 0 2 y ss.

Sin consumidores y, sobre todo, sin empresarios. Véase I . M . KIRZNER, op. cit., págs 37 y ss. 9 2

9 3

36

L. von M I S E S , op. cit.,

J . H U A R T E , op. cit.,

cap.

IX.

37

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

precio de las cosas. A p a r t i r de D a v i d Ricardo la suerte estará prácticamente echada, pues M a r x , en l o que tiene de economista clásico, será seguidor de aquél y responsable último del sorprendente predicamento que aún conserva la teoría del valor-trabajo.

decir sobre las características de una cosa n o es, sin duda, despreciable. Sin embargo, es m u c h o más interesante, para el economista y para el p r o p i o c o n s u m i d o r , descubrir la «idoneidad de una cosa para p r o m o ver el bienestar del h o m b r e , según l o entiende él, en cada m o m e n t o y ocasión». Así, aunque el c o n t i n u o de elecciones n o pueda ser r e d u c i do a una estadística, podrá ser tratado en los términos de una p o n d e ración.

94

Mises r e t o m a de los p r i m e r o s economistas austríacos las categorías del valor de uso subjetivo y valor de uso objetivo. El valor de uso objetivo, que n o tiene p o r qué coincidir necesariamente con el subjetivo, es «la relación existente entre una cosa y el efecto que la misma puede producir». C o m o quiera que el m e o l l o de la economía de mercado está en la especificación monetaria del interés que manifiestan los consumidores, la pregunta es inevitable: ¿por qué vale más el o r o que el hierro?, ¿por qué es mayor el valor de la seda que el que corresponde al pan? Se trataba, en realidad, de u n m a l planteamiento del problema. Veamos, con independencia de nociones c o m o escasez y abundancia, oferta y demanda, c ó m o razona nuestro economista. 95

1. En p r i m e r lugar, el h o m b r e , cuando actúa, «nunca se ve en el caso de escoger entre t o d o el o r o y t o d o el hierro». Esto es decisivo, y muestra c ó m o la idea clásica del valor era inservible. La referencia de aquellos economistas a una elección abstracta era incompatible con u n individualismo metodológico y, al parecer, real. Ningún ser humano se encontrará en el dilema de optar entre absolutos. La realidad sólo se nos ofrece ciertamente en los términos relativos de elecciones más modestas. Aunque Mises n o l o comente, tras ésta y otras paradojas alienta u n moralismo intelectual, cuya pretensión sería poder dictaminar cuál de los términos de una antítesis ya clásica debe prevalecer indeterminadamente: los cañones o la mantequilla. Pero sólo el i n d i v i d u o está, cabalmente, en condiciones de elegir entre dos satisfacciones (concretas y modestas), de las que, en unas condiciones dadas, n o se puede disfrutar al mismo t i e m p o . 96

decide

2. Por o t r o l a d o , cuando el c o n s u m i d o r elige no mide, sino que se entre alternativas. L o que el v a l o r de uso objetivo nos pueda

J . HUARTE, op. cit., pág. 1 4 8 . «La afirmación de que la mano de obra, el trabajo asalariado, es una mercancía más, que se compra y que se vende, sobre ser una afirmación terrible (dicha sin más matizaciones), es una simpleza intelectual, a no ser que se admita como mercancía cualquier otro trabajo humano también, incluidos los servicios productivos del empresario, lo cual no tiene sentido»

97

c) La articulación

de la necesidad

con los

precios.

S ó l o el v a l o r de uso subjetivo, e n t e n d i d o según esa especie de individualismo que postula Mises, puede conectarse directamente con el cálculo e c o n ó m i c o . A l menos, sólo éste, referido a las aspiraciones y demandas del consumidor, se refleja en el mecanismo de los precios. Cosa distinta es que tengamos una clara noción de c ó m o ocurre esto. N o debe extrañar en ningún caso que n o se pueda concebir el grueso del neoliberalismo e c o n ó m i c o al margen de u n sistema saneado de precios. L a i n f o r m a c i ó n sobre los precios, dispersa aunque disponible, ofrece a cualquiera la posibilidad de conectar con los deseos del público, se trate de vender grano, tabaco o novelas. La piedra de toque de la teoría económica neoliberal es c ó m o convencer a la gente de que el intervencionismo estatal y la planificación d i f i c u l t a n enormemente el cálculo e c o n ó m i c o , es decir, la decisión de una familia de ahorrar, viajar, dar estudios a los hijos, trabajar más o menos, etc. La distorsión que promueve el G o b i e r n o , según Mises, llena de ruidos el mercado, cuya información deja en ese m o m e n t o de ser fiable para el i n d i v i d u o . Los efectos de la inflación m o n e t a r i a n o t i e n e n menos i m p o r t a n c i a para esta escuela. N o obstante, la teoría monetarista sólo incidentalmente afectaría al grueso de los problemas que autores c o m o H a y e k plantean: la libertad de elección, en condiciones siempre precarias, en el o r d e n extenso de cooperación humana. A la verdad, el m o n e t a r i s m o , en cuan98

9 4

9 5

L. von M I S E S , op. cit.,

pág.

195.

9 6

L. von M I S E S , op. cit.,

pág.

196. 38

9 7

L. von M I S E S , op. cit.,

pág.

201.

Un literato se ha referido con tino a lo que aún hoy pasa por indecente en algunos sectores: el dinero de la literatura/wegoa'o. Contra el mito del autor que no vende, el escritor/empresario F . UMBRAL ha escrito en una novela memorial que «sólo el dinero, lacónico e imparcial, contable y convencional ... sirve para expresar la aceptación social de una literatura». Véase su Trilogía de Madrid, pág. 254, Planeta, 1996. 9 8

39

L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

L A FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

t o ideología de los Bancos emisores, administrada en consecuencia p o r quien tiene el derecho de acuñación, n o constituye precisamente la fiel garantía de u n o r d e n cataláctico sano. ¿Por qué n o desnacionalizar el d i n e r o , se pregunta H a y e k , si el objetivo neoliberal es eliminar las posiciones desde las que se pueda jugar con t r a m p a y/o ventaja? Así las cosas, n o nos extraña que u n h o m b r e práctico c o m o P. D r u c k e r se haya referido al señor M i l t o n Friedman como u n neokeynesiano," pues, al margen del indudable valor de sus investigaciones, sus análisis sobre el dinero en circulación recuerdan, si bien en terminología cuantitativa y marshalliana, al pensamiento keynesiano sobre la demanda efectiva y su reactivación mediante el recurso a déficit crónicos. Sobre todos ellos se proyecta la sombra del «estado estacionario» ricardiano.

u n tema que n o nos puede detener ahora, las actividades humanas c o m prenderían u n puñado de rutinas de las que se podría prescindir en cualquier m o m e n t o . H a b l a r de presupuestos vale tanto c o m o referirse a las fronteras de la realidad. Sin esas referencias históricamente constantes, a la actividad humana le faltaría carácter y sería poco más que una dimensión amorfa de la conducta de la especie. Una idea aproximada y eficaz de l o que podría ser una actividad sin presupuestos es la noción del arte que se jacta de ser refractario a toda n o r m a y a t o d o aprendizaje, despreciando las formas c o m o m e d i o de expresión. El i n f o r m a l i s m o , en los diferentes registros que adopta, equivale a la disolución de buena parte de los rasgos de la realidad que nos la hacen asequible. A partir de los presupuestos cobra también sentido la acción h u m a n a . Por l o demás, «los presupuestos n o son establecidos arbitrariamente, sino el f r u t o de una reflexión muchas veces milenaria de los hombres sobre la experiencia que han t e n i d o de la e c o n o m í a » . Por o t r o l a d o , F r e u n d , i m b u i d o en la visión de los contrarios que el m u n d o m o d e r n o heredó tanto de los presocráticos como de Aristóteles, construyó sus presupuestos dialécticamente.

Cabría preguntarse, al f i n del trayecto, si los precios son el único m e d i o de detectar las necesidades del público. ¿ C ó m o se puede fundamentar la aceptación racional de riesgos cuando se desarrolla u n nuevo p r o d u c t o y n o se cuenta, p o r t a n t o , con la experiencia de su c o m p o r t a m i e n t o en el pasado? Volvemos así al p u n t o de partida, pero ahora con ventaja, pues ya sabemos que Mises, acaso sin querer, nos mostró las claves de una economía evaluativa sin cálculo. L o concerniente a las formas evaluativas y n o evaluativas de la actividad e c o n ó m i c a merecería p o r sí sólo u n estudio aparte. N o s tenemos que c o n f o r m a r aquí con insistir en la penetración del economista austríaco, lamentando que n o hubiera sacado de sus vislumbres las conclusiones posibles. 100

101

5.3. Los presupuestos de l o económico. Los presupuestos son, según se dijo antes, las condiciones propias e inherentes al desenvolvimiento de una esencia. Sin ellos, p o r zanjar

9 9

1 0 0

P. DRUCKER, La sociedad poscapitalista, pág. 1 8 4 , Apostrofe, Barcelona, 1 9 9 3 . L. von MISES, op. cit., partes 5 y 6 . A

A

Junto a las economías evaluativas con cálculo -en rigor, «cataláctica»-, las economías en las que el cálculo económico no es posible son de dos especies: la planificación socialista y la economía intervenida auspiciada por el Estado Social. En cierto modo, la noción del valor-trabajo, resistente a la integración en el cálculo cataláctico pero no necesariamente en otro tipo de rutinas o evaluaciones, estuvo presente en la ordenación económica soviético-socialista y lo sigue estando en las reglamentaciones económico-jurídicas del Estado Social. 1 0 1

40

102

a) El presupuesto

útil/perjudicial-utile/nuisible.

En el caso de l o útil y l o perjudicial, n o se trata de que el tráfico económico tenga que ser visto c o m o la traducción de l o real en clave u t i l i t a r i a . El u t i l i t a r i s m o acaso pueda predicarse de una acción personal concreta, de ningún m o d o de una esencia. La insistencia en el carácter utilitarista de la economía encubre, cuando se utiliza para desacreditar u n sistema, planteamientos extraeconómicos. M o r a l e s en particular. L o útil n o se debe c o n f u n d i r con l o placentero, advertencia que ya hacía Mises a los incautos intérpretes de la p r i m e r a ley de Gossen. N a t u r a l mente, en el m i s m o error, aunque desde el o t r o e x t r e m o , i n c u r r e n quienes pretenden exportar el sentido e c o n ó m i c o de l o útil a las demás actividades humanas. 103

C o n independencia de la terminología ya consagrada, las nociones de l o útil y l o perjudicial se i m p o n e n a la experiencia de cualquier ser v i v o . E n la perspectiva de la necesidad, l o útil es aquello cualificado J. F R E U N D , EE,

pág.

54.

J . F R E U N D , EE,

pág.

63. 41

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

LA FILOSOFÍA E C O N Ó M I C A D E J U L I E N F R E U N D A N T E L A E C O N O M Í A M O D E R N A

para satisfacerla. Así, su c o n t r a r i o n o serían l o inútil o l o superfluo - e n rigor irrelevantes para este p l a n t e a m i e n t o - , sino l o perjudicial. La clave de esta pareja la da, una vez más, el umbral: existe una zona entre las dos nociones en la que nos es dado comprobar c ó m o cualquier objeto calificado de útil es susceptible de ver revertidas sus cualidades, tornándose netamente perjudicial. Esta posibilidad compensa en cierto m o d o las serias barreras que levanta l o útil frente a la cuantificación. Acaso sólo quepa representársela en u n c o n t i n u o en el que se pasa de u n lado a o t r o , a partir de cierto m o m e n t o de saturación de las necesidades. Por eso puede sostener Freund que en el corazón de l o útil está instalado l o perjudicial.

quier economista aprende rápidamente las posibilidades que le ofrece, en este sentido, el c o n t r o l de precios máximos y mínimos. U n precio m í n i m o p o r encima del señalado p o r el m e r c a d o es el responsable, c o m o se dice a veces, del estrangulamiento de la demanda de trabajo. La política de precios máximos p o r debajo de los de mercado también es capaz de crear, pongamos p o r caso, una escasez artificial de v i v i e n das en disposición de ser alquiladas. «En general - n o s dice F r e u n d las cosas se vuelven escasas cuando su necesidad o su u t i l i d a d son el p r o d u c t o de una limitación de su cantidad, en o t r o t i e m p o debida frecuentemente a las inclemencias del t i e m p o y en la actualidad a la v o l u n tad de los hombres que llevan una gestión catastrófica p o r razones políticas o ideológicas». Finalmente, podríamos decir que existe u n determinante sui generis de la escasez, directamente derivado de la estructura de la vida humana.

La economía fue vista p o r los marginalistas c o m o el proceso que discrimina circunstancialmente utilidades y ayuda a elucidar p r i o r i d a des. A h o r a b i e n , su concepto de u t i l i d a d , marginal o n o , es inasimilable a la noción freundiana de l o útil, aunque también a éste le subyazca la categoría de la elección. Sí se puede decir, empero, que la u t i l i d a d de los economistas presenta, en sus mejores formulaciones, una sugerente y realista articulación con las desutilidades. M a s el economista profesional sólo aspira a conocer c ó m o se relacionan las necesidades del público y la asignación de recursos. b) El presupuesto

escasez/abundancia-rar

eté/abondance.

El tema de la escasez tiene diversas lecturas, además de la derivada de la famosa caracterización de la economía c o m o dismal science (Carlyle). E n p r i m e r lugar, la naturaleza es claramente cicatera con muchas de las cosas que hacen más agradable nuestra vida. Por o t r o lado, m u y pocos n o ven a estas alturas la enorme facilidad que tienen los gobiernos - y excepcionalmente el m o n o p o l i s t a : igual da que sea sindicato o e m p r e s a r i o - para crear artificialmente la rareza de u n p r o d u c to - t r a b a j o o cualquier t i p o de mercaderías-. El caso de los carburantes que se e x p e n d e n o b l i g a t o r i a m e n t e bajo el r é g i m e n l l a m a d o de m o n o p o l i o fiscal es paradigmático. Por l o demás, es cierto que cual104

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En p r i m e r lugar, n o hace falta llegar a los e x t r e m o s de viejos economistas c o m o Heilbroner para reconocer que la efectiva posibil i d a d de c o l m a r los deseos o las expectativas, personales y colectivas, d e t e r m i n a la o p i n i ó n d o m i n a n t e sobre la m a r c h a de los asuntos e c o n ó m i c o s , p o r encima incluso de los datos que la realidad suministra. Por eso, las e c o n o m í a s modernas de la abundancia (sociedades de consumo) están c o n o c i e n d o la subordinación de las necesidades personales a los deseos socialmente aceptados. «Es preciso i g u a l m e n t e - h a escrito F r e u n d - prestar atención a la transformación psicológica que está suscitando la a b u n d a n c i a p r o m o v i d a p o r la e c o n o m í a de i n t e r c a m b i o . D i c h a transformación está menos guiada p o r la necesidad que p o r el deseo, l o que significa que el lecho o r i g i n a r i o de la 107

105 véase M . FRIEDMAN, «¿Viviendas o techos? El actual problema habitacional», en La Economía monetarista, Gedisa, Barcelona, 1992 1 0 6

J. F R E U N D , EE,

pág.

72.

En el curso de la negociación colectiva, a veces son toleradas en algunos países, con más o menos reservas, cláusulas como la closed shop o la preferential hiring, que limitan las posibilidades del empresario de contratar determinadas categorías de trabajadores, en función, por ejemplo, de su afiliación o no al sindicato negociador. Véase, A. MONTOYA M E L G A R , Derecho del trabajo, pág. 131, Tecnos, Madrid, 1995.

Son sintomáticos de la época en la que La sociedad opulenta de Galbraith se convertiría un best-seller, párrafos como el que no nos queremos resistir a reproducir, proveniente del libro de R . L . HEILBRONER, La formación de la sociedad económica (FCE, México, 1975): «Si los estadounidenses del momento actual se conformaran con vivir al nivel de los campesinos mexicanos, todas nuestras necesidades materiales quedarían íntegramente satisfechas con tan sólo una o dos horas de trabajo diario. Experimentaríamos poca o ninguna escasez y nuestros problemas económicos desparecerían», pág. 37, F C E , .

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e c o n o m í a está siendo o c u l t a d o p o r u n efecto segundo o derivado». Por último, en cuanto que nuestras necesidades n o pueden ser g l o b a l mente satisfechas, n i en u n instante dado n i a l o largo de nuestra v i d a , lo forzoso de nuestras elecciones cotidianas nos aboca a una f o r m a s u t i l y r a d i c a l de escasez. En nuestra o p i n i ó n , difícilmente podrán ignorarse los efectos de una escasez sentida en el seno de las sociedades de la c o m o d i d a d . L o que podría parecer u n absurdo es sólo expresión renovada de la tensión permanente entre abundancia y escasez. U n a vive en el corazón de la o t r a . E n el centro de la abundancia m o d e r n a se ha instalado, sobre t o d o en las últimas décadas, u n sentim i e n t o p e r m a n e n t e de frustración de expectativas: «después de la saturación, la necesidad se despierta c o m o insatisfacción». Es l o que se d e n o m i n a genéricamente y sin ningún t i p o de atribución específica, inconformismo. Real o i r r e a l , l o cierto es que la experimentación de ciertas carencias c o m o privaciones (despojamiento) constituye u n o de los datos más relevantes del p a n o r a m a i d e o l ó g i c o c o n t e m p o r á n e o . J u n t o a la frustración permanente se desarrolla paralelamente, acaso por c o m p e n s a c i ó n , «la idea de la abundancia que sería el término del c r e c i m i e n t o en u n e s t a d o de t é c n i c a c u l m i n a d a » . D i c h o de o t r o m o d o : la nostalgia de una e c o n o m í a utópica. 108

109

Estirando el símil político del poder, que n o descansa, t a m p o c o hay reposo para la escasez. La h i s t o r i a podría dar buena cuenta de c ó m o unas formas de rareza han v e n i d o sustituyendo a otras. En esa lucha del h o m b r e contra la estrechez del e n t o r n o que le acoge, la técnica ha jugado u n papel decisivo. Esta ha ampliado hasta límites insospechados el d o m i n i o del ser h u m a n o sobre la naturaleza. La tensión insuperable de este presupuesto puede desactivar cualquier tentación de representarse una especie de p l e n i t u d f u t u r a y secular. El ejemplo de la contaminación resulta ilustrativo. De entrada, ésta n o es sólo i m p u t a ble, c o m o han recordado los F r i e d m a n , a los fabricantes. Si esto fuese así, sabríamos l o suficiente para atajar el m a l . E n realidad, las cadenas de producción responden a las demandas de u n público ávido de p r o 110

1 0 8

J . F R E U N D , EE,

pág.

84.

J . FREUND, EE, pág. 77. Cfr. J . MARÍAS, La estructura social, págs. 284 y ss, Alianza, Madrid, 1993.

ductos baratos. Resulta que la c o m o d i d a d p r o m o v i d a p o r la técnica nos viene acompañada de su específica f o r m a de escasez. A u n q u e ya hace algún t i e m p o que la contaminación ha sido interpretada en estos términos, son legión los que todavía entienden el problema medioambiental como u n dilema m o r a l , al parecer m u y fácil de resolver bajo los auspicios de la buena v o l u n t a d . Sorprende constatar que los debates sobre la cuestión ecológica «se desarrollan c o m o si l o que se ventilara fuese contaminación contra n o contaminación, c o m o si fuese deseable y posible un m u n d o sin contaminación». 111

c) El presupuesto

señor/esclavo-ma.hre/esclzve.

La e c o n o m í a , al igual que otras actividades humanas, i m p l i c a la existencia de situaciones de dependencia. La subordinación se refiere, por l o demás, a los entornos natural y social. Esta idea se opone a las ideologías de la emancipación. Cabría preguntarse, e m p e r o , p o r qué m o t i v o s la economía habría dejado de ser idéntica a sí misma a p a r t i r de la eclosión del capitalismo m o d e r n o . Este ha sido capaz tal vez de revocar el t r a d i c i o n a l i s m o jurídico-económico, mas n o de t r a n s f o r m a r la esencia de l o e c o n ó m i c o . «Sería verdaderamente insólito, incluso milagroso, que al pasar al estadio de la e c o n o m í a política, la disciplina hubiese cambiado p o r c o m p l e t o y permaneciese virgen de t o d o pasado». 112

El p u n t o de llegada de su análisis es, en r e a l i d a d , el contraste entre dependencia, que presupone desigualdad, e i g u a l i t a r i s m o , que todavía goza de b u e n a prensa. C o n v i e n e , pues, dejar c l a r o que la «igualdad» c o m o p r o g r a m a universal de la ideología es u n m i t o : «la igualdad es puramente ideal, l o que quiere decir que nunca ha estado encarnada en la experiencia n i podría estarlo». Freund sugiere la responsabilidad del liberalismo en la p r o m o c i ó n de este t i p o de ideales, pues al margen de su resistencia frente al igualitarismo, presentó batalla política en p r o de la igualdad jurídica. N o obstante, cabría objetar que no se puede olvidar que ha sido el Estado el gran e x p l o t a d o r / d i f u s o r de los recursos del t u r n o de las ideologías que han g i r a d o en su órbita 113

1 0 9

1 1 0

Véase M.y R. FRIEDMAN, La libertad de elegir, págs. 298 y ss.

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1 1 1

M. y R. FRIEDMAN, op. cit.,

1 1 2

J . F R E U N D , EE,

pág.

89.

1 1 3

J. F R E U N D , EE,

pág.

95.

pág.

299.

45

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(liberalismo, socialismo, democracia). Sólo si se indaga en la naturaleza

un estudio en p r o f u n d i d a d c o m o pasión e c o n ó m i c a . C o n respecto a los m e d i o s , el p a n o r a m a aparece m u c h o más l i m i t a d o , pues difícilmente se encontrará alguna alusión a la dimensión práctica de toda acción h u m a n a . E n su lugar, la reflexión se suele c o n v e r t i r en el p l a n teamiento de los llamados objetivos de política económica (desde las viejas políticas anticíclicas hasta la m o d e r n a preocupación e c o n o m i cista p o r los porcentajes de los descubiertos del g o b i e r n o en relación al PIB).

de las formas tardoestatales se puede comprender la i d o n e i d a d de la i g u a l d a d jurídica para la causa de la h o m o g e n e i z a c i ó n del espacio público. El m i s m o destino ha c o r r i d o , con mayores m o t i v o s , el igualitarismo explícito de las libertades y los derechos positivos. A este respecto, Freund esboza la dialéctica clásica entre libertad e igualdad, pero n o podemos detenernos en e l l o .

114

Para concluir, convendría señalar, p o r cuanto que sirve para aquilatar el concepto de valor, el sofisma de la «identidad valorativa». Así, es necesario distinguir entre la igualdad f o r m a l (de p r o c e d i m i e n t o ) que debe regir sobre los negocios y, en general, sobre cualquier transacción, y la desigualdad material de los objetos del i n t e r c a m b i o .

115

5.4. F i n a l i d a d y medio de l o económico. a) El

116

bien-estar.

El p l a n t e a m i e n t o d i r e c t o de cuál sea la f i n a l i d a d de la e c o n o m í a , tiene que ver con la concepción del autor de las actividades humanas. Su reconstrucción intelectual de categorías c o m o medios

y fines

cons-

t i t u y e una empresa, amén de compleja, arriesgada. Pues n o sólo supone u n mentís al causalismo

que i m p r e g n a buena parte del pensamien-

to m o d e r n o , sino que d e b i d o a las modas del m o m e n t o , también está l l a m a d a a parecer i n t e m p e s t i v a . Es n o r m a l que c u a l q u i e r t r a t a d o e c o n ó m i c o esboce algunas notas sobre los fines - n o siempre «realist a s » - del tráfico e c o n ó m i c o . Las o p i n i o n e s , c o m o se puede suponer, giran en la órbita crítica del m i e d o a la escasez. E l m i e d o , d i c h o sea de pasada, que ocupa su sitio c o m o categoría política, espera todavía 1 1 4

J. FREUND, EE, ídem.

«Diversos teóricos, sobre todo en el siglo pasado, elogiaban la igualdad en cuanto que en ella se fundaría el intercambio perfecto. Sin embargo, una cuestión nos asalta de inmediato: ¿si esta igualdad es perfecta y real, es decir, si los objetos que se van a permutar son idénticos, para qué cambiarlos?». J. FREUND, EE, pág. 9 4 . La única fundamentación posible del intercambio es la dispar valoración de las cosas. Por lo mismo decía M E N G E R que si los bienes intercambiados fuesen equivalentes en sentido objetivo «no se veía por qué ambos negociadores no habrían de estar dispuestos a deshacer inmediatamente el cambio». En K . M E N G E R , op. cit., pág. 1 7 2 . Cfr. L. von MISES, 1 1 5

op. cit.,

pág. 6 5 ; ARISTÓTELES, op. cit.,

V,5.

46

Freund aborda la articulación medios-fines de la actividad e c o n ó mica, l o cual ya es en sí m e r i t o r i o p o r las perspectivas que puede volver a abrir. Para nuestro autor, la f i n a l i d a d específica de l o e c o n ó m i c o es el bien-étre, consistente en u n «estado de relativa independencia en la existencia, sin tener que preocuparse demasiado p o r los riesgos y amenazas de privación que pesan sobre la vida personal y sobre la de aquellos que nos r o d e a n » . D i c h o bienestar supondría, además, la salvaguarda de l o a d q u i r i d o y la posibilidad de su mejora. Aquí se encontraría una de las claves de nuestra civilización, esencialmente del p o r v e nir. Por decirlo con otras palabras, la economía aspiraría a p r o p o r c i o nar al h o m b r e algo parecido a la holgura vital, concepto que conecta necesariamente con una cierta visión eudemonista del bien que Freund t a m p o c o excluye. E n última instancia, más allá del politeísmo de los valores, entiende Freund que las distintas actividades humanas coinciden en u n p u n t o extrínseco a todas ellas: el de los fines generales de la humanidad. 117

118

Esta n o c i ó n f o r m a l de b i e n estar, difícilmente podría encajar en u n c a n o n u n i v e r s a l / m a t e r i a l . Sería demasiado p r e t e n c i o s o disertar sobre l o que h i z o íntimamente felices o desgraciadas a otras generaciones ¿Por qué razón una m a g n i t u d c u a n t i t a t i v a va a tener la clave de m o d o s de v i d a alejados del nuestro? S ó l o el ideólogo se compadece de su p r o p i a h i s t o r i a para m o r a l i z a r l a . A u n q u e este bienestar es r e f r a c t a r i o a t o d o abuso e s t a d í s t i c o , e l l o n o q u i e r e d e c i r que sea i m p o s i b l e i l u m i n a r l o que e n f r e n t a a épocas de estilos e c o n ó m i c o s

1 1 6

J . F R E U N D , EE,

pág.

1 1 7

J . F R E U N D , EE,

pág.

1 1 8

135. 1 4 4 . Cfr. J . H U A R T E , op. cit., cap.

III.

Se consultará con provecho FREUND, L'Essence du politique, epígr. 1 4 5 y 1 5 0 . 47

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d i s t i n t o s . N o c i o n e s c o m o la «accesibilidad a la r i q u e z a » ' en u n a c o m u n i d a d , pueden decirnos m u c h o más que cualquier cuantificación retrospectiva. Por o t r o l a d o , entre el e m b o t a m i e n t o de los sentidos, p r o d u c t o de una utópica abundancia, y la miseria permanente, existen situaciones intermedias que responden realmente a la experiencia colectiva de l o e c o n ó m i c o . La lucha se centra, más b i e n , en el p l a n o de la seguridad personal. Es curioso, que instituciones orientadas p o r una visión colectiva de esa seguridad puedan convertirse, en ocasiones, en los principales obstáculos del bienestar p r e g o n a d o . 11

120

b) El

trabajo.

121

Freund atribuye a esta época u n descubrimiento decisivo, a saber: que el trabajo puede ser fructífero bajo todas sus formas. Integrado plenamente en el cálculo, se convierte, efectivamente, en el elemento estimulador de la civilización moderna. El trabajo, medio fundamental de la actividad económica, se convertirá incluso en el elemento central de algunas escuelas económicas (teoría de valor-trabajo de Ricardo, M a r x , etc.) 122

La comprensión del trabajo c o m o m e d i o - p e r m a n e n t e , mas n o únicode la actividad económica ofrece la posibilidad de poner al día manidos planteamientos sobre el p a r o , o la posición del trabajo en los ordenamientos sociolaborales. Aunque éste ya n o sería nuestro tema, la obra de Freund resulta, en ese sentido, una invitación a m i r a r la realidad - i n c l u i d a la transformación en curso de las economías occidentales- sin los filtros de las ideologías al uso . > 123

La teodicea judeo-cristiana postula la i d e n t i d a d entre trabajo y castigo. La vetusta ecuación n o ha d i f i c u l t a d o , sin embargo, la general consideración del trabajo c o m o la condición de la supervivencia h u m a n a . E n este sentido, el trabajo y su c o n t r a r i o - l a o c i o s i d a d - se ha i n s e r t a d o c o n e n o r m e n a t u r a l i d a d en los ciclos vitales de otras épocas (vigilia/descanso, v e r a n o / i n v i e r n o , etc.) La transformación de la n o c i ó n de «trabajo», que c o r r e pareja al s u r g i m i e n t o del m u n d o m o d e r n o , supone la r e p r e s e n t a c i ó n del m i s m o c o m o una categoría susceptible de ser tratada e s p e c í f i c a m e n t e , apartada del resto de la v i d a . Este es u n o de los mensajes esenciales de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, de M a x Weber. C o n i n d e p e n d e n c i a de que el p r o p i o Weber nos aconseja p r u d e n c i a para recibir su tesis, n o sea que tropecemos en el m i s m o obstáculo que se pretende c o m b a t i r , lo c i e r t o es que su caracterización del trabajo formalmente libre, así c o m o su profesionalización, c o n s t i t u y e n la avanzadilla del n u e v o estilo en el m u n d o del t r a d i c i o n a l i s m o e c o n ó m i c o . Pero el desarrollo del moderner Kapitalismus (Sombart) supone la racionalización, n o sólo del t r a b a j o , sino también del á n i m o de l u c r o , de la santa economici1 1 9

dad ( d e s a r r o l l o de la d o b l e c o n t a b i l i d a d , r a c i o n a l i z a c i ó n d e l cálculo).

En J . MARÍAS, La estructura social, pág. 2 8 2 .

Al Estado de Bienestar le cabe el dudoso mérito de haber transformado la economía en promotora de un malestar social y personal notables, es decir, en una suerte de anti-economía. Después de cuatro siglos, las grandes estructuras concentracionarias contemporáneas -formas tardoestatales y poscapitalistas-, dificultan una política y una economía sanas. Cfr. R . GARCÍA-COTARELO, Del Estado de bienestar al estado de malestar. La crisis del Estado social y el problema de legitimidad, C E C , Madrid, 1 9 8 6 . P. G A G O G U E R R E R O , «El Estado social como obstáculo para el bienestar social», Cuadernos de Trabajo Social, 1 9 9 0 , núm. 3, págs. 5 7 - 6 7 . 1 2 0

48

124

1 2 1

1 2 2

125

Véase W. SOMBART, El burgués, espec. caps. 8 y 9, Alianza, Madrid, 1993. J . F R E U N D , EE,

pág.

146.

1 2 3

Sobre la moneda, J . FREUND, EE, págs 152-154.

1 2 4

Véase J . FREUND, L'aventure du politique, págs. 125-132.

En relación con los arbitristas e ideólogos que puedan adoptar en el futuro la bandera de la sociedad del descanso, sólo se puede decir que su ecuación desempleo forzoso igual a ocio, ajena por completo a la posición de la tecnología y del saber en las economías poscapitalistas, es un típico razonamiento del tradicionalismo económico. En este sentido, el socialismo ya ha empezado a reivindicar su conservadurismo (véase A. GIDDENS, Más allá de la izquierda y la derecha. El futuro de las políticas radicales, Cátedra, Madrid, 1996.) Con respecto a las reglamentaciones juslaborales, a las que ya aludimos en la nota 11, no es menos cierto que las transformaciones del trabajo amenazan con desplazarlas de la realidad. La llamada «flexibilización del mercado laboral», postulada por parte del staff académico y político, en realidad como solución ad hoc, indica una deficiente compresión de la transición hacia nuevas formas de actividad, seguramente refractarias a las envejecidas categorías de la jurisprudencia laboral. Contrástese, si se tiene el ánimo suficiente, la imposible sintonía entre la exposición de motivos de la ley española 11/94, de reforma del Estatuto de los trabajadores y otras normas laborales, y los capítulos 1, 2, 3, 4 y 10 del libro del práctico del management P. DRUCKER, La sociedad poscapitalista. 1 2 5

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CUADERNOS Títulos publicados: SERIE AZUL 1. «El socialismo ha muerto» Manuel Fraga Iribarne 2. «Libertad, Constitución y Europa» José María Aznar 3. «La rebelión liberal-conservadora» Jesús Trillo-Figueroa 4. «Administración única» Mariano Rajoy 5. «Economía, corrupción y ética» Ubaldo Nieto de Alba 6. «No dos políticas, sino dos épocas» José María García Escudero 7. «Sobre la codificación de la ética pública» Jaime Rodríguez-Arana Muñoz 8. «Un hombre de Estado: Antonio Cánovas del Castillo» Mario Hernández Sánchez-Barba, Luis E. Togores Sánchez 9. «Etica, ciudadanía y política» Varios Autores 10. «La Filosofía económica de Julien Freund ante la Economía moderna» Jerónimo Molina Cano SERIE NARANJA 1. «Los incendios forestales» Varios Autores 2. «Cuestiones de defensa y seguridad en España: una perspectiva militar» Hermann Oehling Ruiz 3. «Administración única: descentralización y eficacia» Jaime Rodríguez-Arana Muñoz P.V.P.: 100 ptas/unidad Pedidos: Fundación Cánovas del Castillo

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