La evolución de la competencia partidista en México y en el Estado de México. Un análisis comparado del cambio y la continuidad en los sistemas de partidos nacional y local (1979-2012)

September 2, 2017 | Autor: O. Díaz Jiménez | Categoría: Political Parties, Mexican Studies, Party Politics, Party System
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Descripción



Cuál fue la experiencia del Estado de México en la elección presidencial de 2012? ¿Cuáles fueron las características del comportamiento electoral y el desempeño de las instituciones? ¿Qué tipo de inferencias podemos construir? Sobre la base de estas preguntas generales, en el libro se presentan un conjunto de artículos en los que se describe, explica y busca comprender la conducta del votante, las estrategias de los partidos políticos y las consecuencias para el sistema de partidos, así como el desempeño de las instituciones organizadoras del proceso electoral y su re calificación.

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La relevancia del tema del libro no sólo es coyuntural -el candidato ganador elección presidencial, Enrique Peña Nieto, gobernó el Estado de México ( 2011 )-, también es de largo alcance, pues los procesos electorales siguen agru un conjunto de problemas teóricos que ameritan pensarse desde las ciencias socl, Para ello, se recuperan un agregado de conceptos, categorías y enfoque: con los que se busca aprehender los casos de estudio, sus contingencias explicatlv pero además se indaga en inferencias que se han sostenido a lo largo del tiempo

Así, los autores presentan a la opinión pública y a la comunidad académl, corolarios de esas reflexiones, que contienen propuestas interpretativas proceso y el resultado de la elección presidencial de 2012 en el Estado de Mex la intención fue también converger las iniciativas de los investigadores en cación superior y la experiencia de quienes se desempeñaron profesionaJmen' los órganos electorales.

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Fuente: Para 1979-2003, Klesner (2005, p. 108); para 2006-2012, cálculos del autor con base en los resultados electorales oficiales del Instituto Federal Electoral.

El análisis a nivel distrital también revela que, a pesar del sistema de tres partidos a nivel nacional (y el aumento significativo en el número de distritos electorales con un formato de competencia de tres partidos en las elecciones de 1988), la tendencia dominante durante los años noventa y la primera década del nuevo siglo ha sido la competencia bipartidista (entre dos o dos y medio partidos) en la mayoría de los distritos (véase gráfica 4). Esta tendencia comenzó en las elecciones de 1994, cuando el número de partidos en 65% de los distritos osciló entre 1.5 y 2.5. En 1997 se intensificó (73%) y siguió siendo casi el mismo en elecciones subsecuentes (67% en 2000 y 71 % en 2003). Por otra parte, menos de 25% (19% en 1997, 23% en 2000 y 22% en 2003) del total de Jos distritos se caracterizó por la competencia entre tres o más partidos. Aunque en 1997 el NP (2.6) sugiere un tripartidismo, por primera vez a nivel nacional, 53 distritos se caracterizaron por Ja competencia multipartidista en dichas elecciones. Por esta razón, algunos autores han cuestionado que el sistema mexicano pudiera considerarse como un verdadero sistema tripartidista, argumentando que podía ser descrito con mayor precisión como un sistema de tres partidos a nivel nacional que coexiste con un par de sistemas bipartidistas con fuertes bases regionales, con el PRI y el PAN 36

dominando la competencia, sobre todo en el Norte y en Ja región Ccn tro-Oeste; y con el PRI y el PRD compitiendo, principalmente, en el sur del país (Pacheco Méndez, 1997, 2003; K.lesner, 2005). 9 Sin embargo, los datos presentados en este trabajo muestran que la elección de 2012 marcó una diferencia importante respecto a elecciones anteriores, ya que casi dos terceras partes de los distritos tuvieron una competencia multipartidista (véase gráfica 4). El promedio del NP en estos distritos fue de 3.07 partidos (desviación estándar de 0.45). En resumen, los datos demuestran un aumento significativo de la competencia entre partidos a nivel distrital.

Volatilidad electoral

Una de las dimensiones más relevantes en la literatura sobre el cambio electoral y los sistemas de partidos está relacionada con el grado de inestabilidad del comportamiento electoral. La volatilidad electoral nos permite observar los sistemas de partidos desde el punto de vista dinámico, pues nos informa acerca de la variación que se registra entre el apoyo electoral hacia los partidos de una elección a la siguiente. Los altos niveles de volatilidad indican una alta disponibilidad del electorado, así como una mayor competencia electoral. Sin embargo, a menudo, también son un indicador de bajos niveles de institucionalización en los sistemas de partidos. De acuerdo con estudios comparados sobre volatilidad en América Latina (Roberts y Wibbels, 1999; Payne, 2007), basados en el índice de volatilidad de Pedersen (1983), Jos niveles de volatilidad en México, en elecciones parlamentarias y presidenciales, son similares a los de Jos países de América Latina, con niveles de volatilidad que van de mínimos a moderados. Aún así, en comparación con las democracias occidentales, los países latinoamericanos (incluyendo a México) exhiben porcentajes de volatilidad promedio, que podrían ser considerados como muy altos o, incluso, extremos. Diversos estudios han señalado que la volatilidad en América Latina es considerablemente más alta que en las democracias occidenta9 La competencia tripartidista a nivel distrita! está restringida a la Zona Metropolitana del Valle de México (Distrito Federal y el circundante Estado de México) (Klesner, 2005).

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ll:,'4 l'Htoblccidas (Roberts y Wibbels, 1999; Mainwaring y Zoco, 2007; P11y11u, 2007). Por ejemplo, la volatilidad global en las elecciones al ( '011grcso de los Estados Unidos ha sido de 3.3% entre 1946 y 2002 y de 11.2 en elecciones presidenciales en el periodo 1948-1996 y, de ucucrdo con una investigación reciente sobre cambio electoral en ocho países de Europa occidental, los niveles de volatilidad promedio en todos los casos (con excepción de Italia) fueron inferiores a 12% durante 1978-2003 (Mair et al., 2004). Por el contrario, los niveles de volatilidad promedio (calculada según los asientos en la Cámara baja del Congreso y los porcentajes de votación en elecciones presidenciales) en América Latina durante el mismo periodo, han sido superiores al 12% en 17 de los 18 países incluidos en el análisis de Payne (2007) sobre sistemas de partidos en AL. Gráfica 5. Volatilidad electoral total, 1979-2012 (%) 25

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Fuente: Datos en tabla 1.

La gráfica 5 muestra los niveles de volatilidad electoral en México en cada elección del Congreso desde 1979 a 2012. El estudio muestra que el predominio electoral del PRI se reflejó en los niveles mínimos de volatilidad. Esta constante, que caracterizó al sistema de partidos hasta 1985, se vio alterada en las elecciones de 1988 donde la volatilidad total alcanzó 21.85%, siendo el episodio de mayor volatilidad en el periodo analizado. La volatilidad continúo siendo alta de 1988 a 1994, en promedio 20%, reflejando la recuperación del PRI y el descenso de los partidos que conformaron el FDN; en estas votaciones se aprecia que el voto del PRI fue a parar en el FDN y viceversa (Vivero Ávila, 2006). Pese a que la volatilidad disminuyó gradualmente en 38

elecciones posteriores, nunca ha vuelto a los bajos niveles caracterl!'4 ticos de las contiendas anteriores a 1988, pues se mantiene en nivek medios/medios altos.

Nacionalización El estudio de la nacionalización de los sistemas de partidos, entendido como el grado de homogeneidad del apoyo hacia los partidos a lo largo del territorio de un país, constituye todavía un vacío en buena parte de la literatura comparada sobre partidos y sistemas de partidos en América Latina. Los especialistas en política en la región se han centrado en diversas dimensiones relevantes de los sistemas de partidos latinoamericanos, tales como la volatilidad (Roberts y Wibbels, 1999; Mainwaring y Zoco, 2007; Payne, 2007), el grado de fragmentación y los problemas de la formación de coaliciones en sistemas multipartidistas (Mainwaring, 1993 ; Coppedge, 1997; Mainwaring, 1999; Altman, 2000), el nivel de institucionalización (Mainwaring y Scully, 1995; Mainwaring y Torcal, 2005 ; Payne, 2007; Jones, 2010) y la dimensión ideológica de los sistemas de partidos (Coppedge, 1998; Alcántara Sáez, 2006; Kitschelt et al. , 201 O). Sin embargo, hasta hace muy poco, el estudio de los sistemas de partidos en la región incluyó la nacionalización del apoyo electoral recibido por los partidos políticos (Jones y Mainwaring, 2003). Anteriormente, una buena parte de la literatura presuponía implícitamente que el apoyo electoral de los partidos era más o menos homogéneo a lo largo del territorio de un país, así como entre las diferentes escalas o niveles institucionales (nacional, regional, local). Investigaciones previas basadas en el Índice de Nacionalización Partidista (PNS-Party Nationalization Score) muestran que el sistema de partidos mexicano exhibe un grado de nacionalización similar al de países de estructura federal y con niveles medios de nacionalización en sus sistemas de partidos, como Estados Unidos y El Salvador. El estudio señala que aunque éstos están muy lejos de los que poseen un mínimo grado de nacionalización (por ejemplo, Ecuador y Brasil), se encuentran aún por debajo de los países con altos niveles de nacionalización y estructuras estatales unitarias (Por ejemplo, Chile, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Uruguay) (Jones y Main39

Wll l 11 % J. 003 ). Este trabajo usa el Índice Estandarizado de Nacional/ ,,, ·1rí11 l'artidista (Standardised Party Nationalization Score-SPNS), ,b,111ro llado por Daniel Bolscher (2010) (basado, al igual que el PNS, t'll 01 coeficiente de desigualdad de Gini), corno indicador del grado di! nacionalización del sistema mexicano de partidos, calculado con base en datos a nivel de los 300 distritos electorales uninorninales de 1979 a 2012. 10 Los valores del índice muestran (con excepción de la elección intermedia de 2003) el considerable grado de nacionalización del sistema mexicano durante el periodo analizado (con valores que van de medios-altos a altos) promediando 0.88 (SPNS) (véase gráfica 6).

Gráfica 6. Nacionalización, Índice Estandarizado de Nacionalización Partidista (SPNS), 1979-2012 0.91

0.94 0.92 ·0.9 0 . 0.88 0.86 0.84 0.82 0.80 0.78 ...,..Nacionalización 0.76 (SPNS) 0.74 0.72 1979 1982 1985 1988

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Fuente: Datos de tabla 1.

El sistema de partidos en el Estado de México Esta sección aborda el tema de la congruencia entre el sistema mexicano de partidos y el sistema de partidos en el Estado de México con el fin de explorar en qué medida las pautas de competencia a nivel subnacional son diferentes o similares respecto de aquellos observados en el nivel nacional. La importancia de comparar la estructura de 10 Este indicador se deriva del PNS, pero permite mayor comparabilidad entre diversos países y niveles de competencia política y es más adecuado cuando se usan datos relativos a un número alto de subunidades territoriales.

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Ja competencia partidista de los distritos del territorio de un pa !s (va rianza intra-nivel) y entre Jos niveles institucionales (varianza int0rnivel), mediante la medición del número efectivo de partidos de cada uno de ellos, ha sido señalada por estudios recientes sobre sistemas de partidos en Europa y América Latina (Thorlakson 2007; Gibson y Suárez-Cao 2010; Suárez-Cao y Freidenberg 2010). Como se mencionó en la sección anterior, una buena parte de la literatura sobre sistemas de partidos presuponía implícitamente (y erróneamente) que el apoyo electoral de los partidos es rnás o menos homogéneo por medio de las distintas unidades territoriales de un país, así como entre las diferentes escalas o niveles institucionales, y que tanto la dinámica corno la estructura de competencia en los sistemas de partidos a nivel subnacional reflejaban las tendencias del nivel nacional (véase, para una discusión amplia sobre el tema, Dosek, 2011). Al igual que investigaciones previas (Thorlakson 2007; Gibson y Suárez-Cao 201 O; Suárez-Cao y Freidenberg 201 O), este trabajo considera que el grado de congruencia entre los distintos niveles institucionales en los que compiten las organizaciones partidistas (medido en términos del número efectivo de partidos) es una dimensión de análisis relevante que ayuda a entender mejor las diferencias significativas en cuanto a las pautas de competencia política entre los niveles nacional y subnacional de los sistemas de partidos . Con el fin de analizar los cambios en el sistema de partidos rnexiquense, esta sección se centra en los márgenes de victoria (Mv) y en el número de partidos (NP) en las elecciones para diputados de mayoría relativa a nivel distrital. 11 Las tendencias mostradas por ambos indicadores a partir de la década de 1990 reflejan importantes cambios en el sistema de partidos, relativos a su grado de competitividad y al formato o estructura de la competencia partidista, confirmando -de manera similar al contexto nacional- el fin del SAPD en 1995 (véase gráficas 7 y 8). 12 Los datos presentados indican que la competitividad electoral a nivel estatal aumentó de manera considerable en la década de 1990. El 11 El análisis con datos a nivel distrital proporciona una visión más detallada de la evolución de la competencia electoral en el Estado de México. 12 De acuerdo con Méndez de Hoyos (2006), para mediados de la década de 1990, la mayoría de las entidades federativas había transitado ya desde elecciones no competitivas o de baja competitividad a contiendas con niveles de competitividad altos o medios.

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11 1111 l11us de los márgenes de victoria muestra una intensa competencia p111l1d1sta en la mayor parte de los distritos electorales uninominales del Estado de México a partir de la elección de 1996, sólo un poco después de un incremento significativo de la competencia electoral a nivel nacional, que tuvo lugar en las elecciones federales de 1994 (véase gráfica 7). A diferencia de las elecciones de 1990 y de 1993, en las cuales los distritos no competitivos constituyeron una gran parte de los 45 distritos de mayoría relativa de la entidad, desde 1996, tales distritos han constituido menos de 10% del total y en algunas elecciones, prácticamente, han desaparecido. En contraste, los distritos con alta competitividad junto con los distritos de competitividad media conforman la mayoría de los distritos en todas y cada una de las elecciones analizadas. Sin embargo, mientras los distritos de alta competencia alcanzaron casi 60% del total de los distritos federales en la elección de 2012, en el Estado de México constituyeron solamente 45% del total. Gráfica 7. Distritos electorales estatales por nivel de competitividad (Mv), 1990-2012 100% 90%

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Gráfica 8. Fragmentación electoral y número de partidos a nivel estatal (1987-2012)

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Otra dimensión importante de la competencia electoral a nivel local se relaciona con el formato de competencia predominante en el sistema de partidos. Con el objetivo de analizar la evolución del formato de competencia del sistema mexiquense de partidos a nivel distrital, los 45 distritos electorales uninominales del Estado de México han sido clasificados de acuerdo con las cuatro categorías del esquema propuesto por Pacheco Méndez (1997), de manera similar al estudio realizado a nivel de los 300 distritos electorales federales. En este sentido, al igual que en el ámbito nacional, el PRI del Estado de México se mantuvo como partido dominante hasta la primera mitad de la década de 1990, así lo indican tanto el índice de fragmentación electoral (Rae, 1967) como el del número de partidos (NP), el cual promedió 1.2 partidos de 1987 a 1993. Desde mediados de la década de 1990 la situación se transformó de manera significativa y ambos indicadores reflejan el cambio en el sistema de partidos mexiquense desde un SAPO de competitividad limitada a uno plenamente competitivo. De 1996 a 2006, éste se caracterizó por tener un formato de competencia tripartidista (véase gráfica 8). Sin embargo, el NP en las elecciones de 2009 y 2012 sugiere una lógica de competencia bipartidista plural.

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