LA ÈPOCA CONTEMPORÀNEA EN EL MODO DE PRODUCCIÒN CAPITALISTA

July 4, 2017 | Autor: Edilberto Ramirez | Categoría: Globalización, Capitalismo, Época Contemporânea
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Descripción



Edilberto Ramírez Rodríguez
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LA ÈPOCA CONTEMPORÀNEA EN EL MODO DE PRODUCCIÒN CAPITALISTA
El deseo de dinero como forma de poder social lo convierte en un fin en sí mismo que distorsiona la relación entre oferta y demanda del mismo que se necesitaría simplemente para facilitar los intercambios, desmintiendo la supuesta racionalidad del mercado capitalista.
(Harvey, 2014)
El sistema capitalista ha presentado varias etapas, una acumulación originaria durante el siglo XVIII girando hacia un capitalismo de libre competencia, tenemos luego un capitalismo monopolista durante los siglos XIX y XX, para desembocar en un capitalismo financiero que estamos experimentando.
Este escrito pretende evidenciar las características del capitalismo global como una expresión sistémica de la época contemporánea desde la visión de David Harvey, Antonio Negri y Richard Hardt revisando las características fundamentales del capitalismo contemporáneo y sus relaciones con la política.
Afirma Negri & Hardt (2010):
Muchos sostienen que la globalización de la producción capitalista y el intercambio significan que las relaciones económicas se han vuelto más autónomas de los controles políticos, y que, consecuentemente, ha declinado la soberanía política. Algunos celebran esta nueva era como la liberación de la economía capitalista de las restricciones y distorsiones que las fuerzas políticas le habían impuesto, otros se lamentan por el cierre de los canales institucionales a través de los cuales los trabajadores y ciudadanos podían influir o responder a la fría lógica de la ganancia capitalista. (Negri & Hardt, 2000, pág. 4).
El papel de la soberanía en el mundo globalizado se ha puesto en duda, el mismo sistema capitalista a través de sus disposiciones y actualmente por medio del neoliberalismo han fragmentado la soberanía, ahora las multinacionales se reparten las tierras, se realiza una nueva colonización y muchos vivimos en la comodidad.
David Harvey (2014) afirma:
A partir de la década de 1970 se ha ido constituyendo (o se ha impuesto) un «consenso neoliberal» en virtud del cual el Estado se inhibe de las obligaciones de provisión pública en áreas tan diversas como la vivienda, la sanidad, la educación, el transporte o los servicios públicos (agua potable, evacuación de aguas residuales, energía e incluso infraestructuras), con el fin de abrirlos a la acumulación privada de capital y a la primacía del valor de cambio. (Harvey, 2014, pág. 38).
El neoliberalismo le apuesta a la no intervención del Estado, leyes que favorezcan totalmente el libre mercado y que protejan con toda seguridad la propiedad privada, garantizando así los derechos de propiedad privada, el imperio de la ley y las instituciones de libre mercado. Así mismo el individuo es el único responsable pues se elimina el concepto de justicia social e igualdad de oportunidades, ya que el Estado deja de asumir su papel y se lo delega a la fuerzas del mercado.
El mercado se convierte así como el mejor instrumento para satisfacer las necesidades y repartir los recursos.
El modelo neoliberal resulta ser la respuesta al agotamiento del crecimiento del modelo Keynesiano de la pos-guerra y a sus objetivos políticos regresivos.
Cabe recordar que el modelo keynesiano, busca que el Estado regule tanto la política social como la económica. Se conjuga ambas para así evitar los conflictos sociales que genera el modo de producción capitalista. Este modelo entra en crisis en los años 70, los procesos de acumulación de capital disminuyen, el Estado se ve imposibilitado para mantener e impulsar la producción nacional, pues se requiere un mayor volumen de recursos. Existe una tendencia demográfica, se cae la natalidad y sube la esperanza de vida, lo que expresa un envejecimiento de la población, la cual necesitará de gastos de protección social y asistencial.
El Estado no tendrá los recursos suficientes para atender a los ciudadanos (seguridad social) y a los empresarios (aumentar la producción), esto debido a su crisis financiera. La única solución que ven los Estados es incrementar los impuestos, así pueden llevar mayores servicios a la población pero se llega a una presión fiscal, generada por los impuestos, totalmente inaceptable.
Recuerda muy bien, Harvey (2014): A veces parece como si el dinero fuera el dios supremo del mundo de las mercancías y todos debiéramos inclinarnos ante él, someternos a sus dictados y adorarlo en el altar de su poder. (Harvey, 2014, pág. 41).
En este contexto actual, parece, que el mundo se inclina por la vanidad por la necesidad de comprar y comprar cada día más, se han vuelto mercancías los aspectos más relevantes del ser humano, a través de lo que Negri y Hardt denomina Imperio.
El imperio no sólo regula las interacciones humanas, sino que también busca directamente, regir sobre la naturaleza humana, esto lo hace de la mano del mercado y el modo de producción capitalista. Afirma Negri & Hardt (2010):
El pasaje al Imperio emerge del ocaso de la moderna soberanía. En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece centro territorial de poder, y no se basa en fronteras fijas o barreras. Es un aparato de mando descentrado y desterritorializado que incorpora progresivamente a todo el reino global dentro de sus fronteras abiertas y expansivas. El Imperio maneja identidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios plurales por medio de redes moduladoras de comando. Los diferentes colores del mapa imperialista del mundo se han unido y fundido en el arco iris imperial global. (Negri & Hardt, 2000, pág. 5).
Parece que el modo de producción capitalista, se ha valido de la conformación estatal para someter, para crear a su conveniencia identidades híbridas que no se relacionan con la realidad. Todo esto, en busca de que el objeto de su mando es la vida social en su totalidad, y por esto el imperio presenta la forma paradigmática del biopoder, es decir, la aplicación e impacto del poder político en todos los aspectos de la vida, con el único fin de intervenir activamente en el consumo para generar nuevas demandas de elementos que realmente no se necesitan.
Todo esto sucede en el discurso capitalista de la globalización, se necesitan más productos, para nuevos mercados, nuevas marcas que posicionarse, más mano de obra barata que este dispuesta a trabajar por lo que sea, mientras los elementos sociales (salud, educación) principalmente se venden al mejor postor y lo más interesante no se hace nada.
Pero por qué no se hace nada, afirma Harvey (2014):
El deseo de dinero como forma de poder social lo convierte en un fin en sí mismo que distorsiona la relación entre oferta y demanda del mismo que se necesitaría simplemente para facilitar los intercambios, desmintiendo la supuesta racionalidad del mercado capitalista. (Harvey, 2014, pág. 48).
El dinero es una forma de poder social, que domina y que ejerce un muy fuerte impacto en cualquier régimen político, no sólo pone al servicio a quien lo tiene sino que elimina y discrimina a quien no lo posee, es un círculo vicioso donde se presentan las contradicciones del modo capitalista, pues usted es alguien si tiene x o y producto, un carro, una casa, un estilo de ropa, pero se olvida de lo esencial, los verdaderos valores, sumado a esto, el dinero al ser una forma de poder, distorsiona la relación oferta y demanda, pues entre usted más tenga puede acaparar más, si usted no tiene pues como se diría coloquialmente "se jodio" no puede consumir, y por lo tanto no lo sirve al sistema, al mercado y tiene que recurrir a vender lo único que posee su fuerza de trabajo.
Al ser el dinero fuente de poder social, todos los individuos, no comunidad ya que el capitalismo elimina la idea de comunidad, lo quieren poseer y estarán dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo, como se ha visto a lo largo de la historia en Colombia.
Harvey (2014) en su análisis afirma:
El valor de cambio es en todas partes el amo y el valor de uso el esclavo, y esa situación hace imprescindible una rebelión popular de las masas en nombre del acceso para todos a los valores de uso fundamentales. (Harvey, 2014, pág. 71).
Se ha construido el mito que es más importante cuanto pague por tal objeto que el hecho de que en verdad sirva y lo utilice, pues existe una sociedad de confort que solo piensa en consumir y ha vuelto mercancías hasta el amor, el sexo, la conciencia, la vida y el respeto.
Y cuando se ha vuelto mercancías que se pueden adquirir a cualquier precio, las formas más despiadadas de publicidad son más eficaces en su afán de lo implantarse concepciones que sirven para que el individuo permanezca en el círculo vicioso de consumir y consumir. Pues no solo se consume objetos, se consumen también creencias, ideales políticos, formas de entender la realidad, espiritualidad, un mundo donde solo se acepta y no se detiene a pensar. Estas ideas de consumo, se lanzan en todos los medios, ahora con el boom de las redes sociales, están en todo lado, Twitter, Facebook, WhatsApp, son sólo un ejemplo, pues como diría Negri y Hardt (2000):
El poder es ahora ejercido por medio de máquinas que, directamente, organizan las mentes (en sistemas de comunicaciones, redes de información, etc.) y los cuerpos (en sistemas de bienestar, actividades monitoreadas, etc.) hacia un estado de alineación autónoma del sentido de la vida y el deseo de la creatividad. La sociedad de control, por lo tanto, puede ser caracterizada por una intensificación y generalización de los aparatos normalizadores del disciplinamiento, que animan internamente nuestras prácticas comunes y cotidianas, pero, en contraste con la disciplina, este control se extiende muy por fuera de los sitios estructurados de las instituciones sociales, por medio de redes flexibles y fluctuantes. (Negri & Hardt, 2000, pág. 25).
El poder es ahora ejercido por medio de máquinas, que solo buscan la alineación a este modo de vida donde se degrada el ser humano, se anula su visión creadora y se configura un ideal hacia el sometimiento del alama por medio de la ilusión de la compra de mercancías. Existe obviamente un gran peligro político, cuál va a ser la suerte de los Estados-Nación, le dejaran totalmente su papel al mercado o por la acción colectiva se van a enfrentar junto al pueblo y volver a tomar las riendas de su vida.
Harvey (2014) con la posibilidad del fin del Estado-Nación y su siniestra alianza con el sistema capitalista, dice:
La orientación política debe dirigirse hacia los valores de uso y no los valores de cambio, hacia una forma dinero que inhiba la acumulación privada de riqueza y poder y promueva la disolución del nexo Estado-propiedad privada en múltiples regímenes imbricados de derechos comunes de propiedad colectivamente gestionados. Hay que contrarrestar la capacidad de las personas privadas de apropiarse la riqueza común y hay que socavar la base monetaria del poder de clase. (Harvey, 2014, pág. 97).
Se debe parar la acumulación excesiva de riqueza que mantiene a solo el 2% de la población mundial con la mayor concentración de riquezas, ese debe ser el objetivo del Estado, subyugar la relación Estado-propiedad, y afrontar conscientemente las dificultades sociales que genera el modo de producción capitalista.
Si se convergen todos los esfuerzos para acabar con el hambre y la miseria del mundo, no sería necesario que se les arrebatara toda la riqueza tan solo con la mitad se podría hacer muchísimo y apoyado en la voluntad política para eliminar los males de la sociedad. Volver al sentido de COMUNIDAD y dejar atrás y para siempre el individuo.
En El imperialismo fase superior del capitalismo afirma Lenin: El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países avanzados.
Si tan sólo ese puñado esté dispuesto a volver a ser realmente humanos, a dejar la sociedad de consumo, este mundo se salva, y la crisis de la época contemporánea se puede solucionar, se necesita del apoyo de cada uno.
La situación del trabajador es la más preocupante pues siguiendo a Harvey (2014):
Los trabajadores se ven aislados e individualizados, alienados mutuamente por la competencia, alienados de una relación sensual con la naturaleza (con su propia naturaleza como seres humanos apasionados y sensuales y con el mundo externo). Cuanta más inteligencia se incorpora a las máquinas, más se fragmenta la unidad entre los aspectos mentales y manuales del trabajo. Los trabajadores se ven privados de retos mentales o posibilidades creativas. Se convierten en meros operadores de máquinas, en sus apéndices más que dueños de su propio destino y fortuna. La pérdida de cualquier sentido de totalidad o de autoría personal disminuye las satisfacciones emocionales. (Harvey, 2014, pág. 130).
El trabajador se vuelve una "maquina", se olvida de su naturaleza humana, no crea, no piensa solo actúa en el mercado, eliminando toda esperanza, neutralizando el pensamiento crítico y sometiendo. Los seres humanos en la época contemporánea se siente cansados, se sienten fracasados y están a cada momento con estrés, se les olvida lo realmente importante vivir y sólo quieren tener y tener más, acumular riqueza para que las aproveche las polillas.
Tal como lo afirma Harvey (2014): La sociedad tendrá que afrontar entonces la dura alternativa entre una reforma imposible y una revolución improbable. (Harvey, 2014, pág. 134). La desigualdad deriva del simple hecho de que el capital se constituye social e históricamente como un dominio de clase sobre el trabajo. (Harvey, 2014, pág. 172). La sociedad es absorbida por el mercado, se produce una mercantilización de la vida cotidiana, se espera que la producción de la vida humana la realice el mercado, como lo hace la producción biopolitica, por ejemplo, la industria farmacéutica, que influencia en la identidad de una mujer y de un hombre, para reforzar un estereotipo y un arquetipo que manipule el actuar y el pensar del hombre. La vida se ha vuelto ahora un objeto de poder, se busca administrar la vida. Se crea y configura un nuevo orden social:
Afirma Harvey (2014):
El orden social se constituía mediante lo que Herbert Marcuse llamaba «tolerancia represiva»: había límites estrictos más allá de los cuales nadie debía aventurarse, por acuciante que fuera el anhelo de ampliar la libertad, al mismo tiempo que se desplegaba toda una retórica de tolerancia para hacernos tolerar lo intolerable. (Harvey, 2014, pág. 202).
La tolerancia represiva hace que no se cuestione la realidad, se configura como verdad y como verdad paradigmas que solo conviene a las instituciones poderosas que gobiernan el mundo por medio del modo capitalista, se somete al individuo a un continuo proceso de tolerar lo intolerable, tolerar el hambre, la miseria y la falta de oportunidades. Un sistema que daña el medio ambiente, que destroza y aniquila al ser humano se tolera lo intolerable, porque se configura un ideal falso de verdad.
Y es que como afirma Negri y Hardt (2000):
La nación no fue sólo una formación cultural, un sentimiento de pertenencia y una herencia compartida, sino también, y tal vez principalmente, una estructura jurídico-económica. La declinante efectividad de esta estructura puede ser seguida claramente por la evolución de toda una serie de cuerpos jurídico-económicos globales, tales como el GATT, la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el FMI. La globalización de la producción y la circulación, sostenida por este andamiaje jurídico supranacional, reemplaza la efectividad de las estructuras jurídicas nacionales. Segundo, y más importante, aún si la nación pudiera ser todavía un arma efectiva, lleva consigo toda una serie de estructuras e ideologías represivas, por lo que cualquier estrategia que confíe en ella debe ser rechazada desde esta base. (Negri & Hardt, 2000, pág. 286)
Existe en la época contemporánea una crisis de los Estados que se ven aniquilados por el actuar de las trasnacionales, la excusa de la globalización sustituye el poder de garante del Estado para que prevalezcan los intereses de los capitalistas en función de la rentabilidad a cambio de los derechos sociales y legítimos de todo un pueblo, como es el agua, el aire y una vida digna. Se gobierna por organismos internacionales que se encargan de dictar las mejores formas de apoyar un sistema que está en crisis y que no encuentra una solución a las problemáticas sociales que aquejan a toda la sociedad.
Harvey (2014) dice:
Una subjetividad política colectiva tiene que fundirse alrededor de algunos conceptos fundamentales sobre cómo constituir una maquinaria económica alternativa si se quiere afrontar y vencer a los poderes del capital. Sin eso, el capital no puede ser desposeído ni desplazado. El concepto que aquí encuentro más apropiado es el de alienación. (Harvey, 2014, pág. 259).
Se debe cambiar de modelo, y repercutirá en un cambio sustancial de todas las estructuras de la sociedad. Ir más allá de la alineación, fomentar un pensamiento crítico y exigir al modo de producción capitalista que dé una respuesta totalmente eficaz a los problemas que él mismo ha generado.
Un bello pasaje del texto de Harvey (2014) dice:
Trabajar –insiste Gorz– no es solo la creación de riqueza económica; es al mismo tiempo un medio de autocreación. Por ello también tenemos que preguntar, a propos de los contenidos de nuestro trabajo, si este produce la clase de hombres y mujeres que queremos que conformen la humanidad (Harvey, 2014, pág. 263).
Qué clase de hombres y mujeres están conformando la humanidad, unos sujetos que no les interesa el proceso político, unos sujetos que les interesa solo en consumir por la degeneración de la publicidad, unos sujetos que han mercantilizado todos los aspectos de la vida, solo queda decir que la humanidad misma debe hacer un alto y cambiar sino el mismo sistema la llevará a su fin.
Bibliografía
Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Quito, Ecuador : Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador IAEN.
Negri , T., & Hardt, M. (2000). IMPERIO. Massachussets, Estados Unidos: PAIDOS IBERICA.




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